¿La muerte del Dogma?
Por INGENIERIA GENETICA -
Thursday, Feb. 17, 2005 at 4:06 PM
Actualmente se sabe que las proteínas mismas ayudan a definir qué otras proteínas van a fabricar influenciando su estructura tridimensional. También se ha establecido que hay variados tipos de interacciones genéticas en la célula, incluyendo aquellas donde la proteína retroalimenta información al ADN. Recientemente, también fue establecido que las partes de ADN que aparentemente no codifican para la producción de ninguna proteína (y por esto arrogantemente llamadas "ADN basura" por los decodificadores del genoma humano), producen moléculas que interfieren en la producción de proteínas y son, en consecuencia, una parte esencial del sistema de regulación celular.
En la actualidad los científicos son capaces de trasladar genes -y los rasgos heredados que ellos codifican- con aparente facilidad entre especies, familias y reinos.
La interpretación de Watson y Crick sobre cómo la información genética se traslada y transmite es simple y directa: el ADN es la molécula maestra que contiene toda la información genética de cualquier ser viviente -sea una bacteria, un animal o un ser humano- y regula su expresión en el organismo y su transmisión a la siguiente generación. La herencia es un proceso simple y unidireccional, con el ADN como molécula maestra transmitiendo y dirigiendo las funciones biológicas de todos los seres vivientes. Los creadores de esta teoría acuñaron el "Dogma Central", y este Dogma es todavía la columna vertebral de la biología molecular actual. También es la base sobre la cual se ha construido la multimillonaria industria de la ingeniería genética.
Si los genes forman el código universal de la vida, ellos pueden seguramente ser insertados a través de una ranura dentro de plantas, animales y -sí, ¿por qué no?- humanos, para producir el efecto deseado. Los científicos comenzaron a trabajar en el desarrollo de técnicas relativas al traslado de genes. De esta manera, ahora tenemos cerdos con genes de vacas produciendo hormonas de crecimiento bovino, plantas con genes de bacteria produciendo pesticidas naturales, y bacterias con genes humanos para producir insulina. Entonces, si el truco funciona, ¿cuál es el problema?
El problema es que el truco no funciona. O al menos no lo hace en la forma en que debería. Como explica Barry Commoner en la página 6 del número de julio del 2003 de Seedling, lo incompleto del Dogma Central llegó a ser aterradoramente claro cuando la decodificación del genoma humano fue finalmente publicada en el 2001. Esta demuestra que el genoma humano entero consiste en 30.000 genes, menos de la tercera parte del número originalmente calculado teniendo en cuenta la cantidad de diferentes proteínas y rasgos heredados que tenemos los humanos. Por lo tanto, tenemos más proteínas que genes. Si este es el caso, ¿qué da las instrucciones para la construcción de proteínas que no se corresponden con un gen? La única conclusión lógica es que cada gen es responsable de un rango completo de diferentes proteínas y rasgos y/o que existen otros mecanismos regulatorios en la producción de proteínas.
La investigación reciente ha demostrado que ambas conclusiones son verdaderas. Actualmente se sabe que las proteínas mismas ayudan a definir qué otras proteínas van a fabricar influenciando su estructura tridimensional. También se ha establecido que hay variados tipos de interacciones genéticas en la célula, incluyendo aquellas donde la proteína retroalimenta información al ADN. Recientemente, también fue establecido que las partes de ADN que aparentemente no codifican para la producción de ninguna proteína (y por esto arrogantemente llamadas "ADN basura" por los decodificadores del genoma humano), producen moléculas que interfieren en la producción de proteínas y son, en consecuencia, una parte esencial del sistema de regulación celular.
¿La muerte del Dogma?
El Dogma Central fue usado para explicar el funcionamiento básico del ADN hace 50 años, pero a la luz de la investigación reciente está totalmente desactualizado en las áreas de la biología molecular, fisiología celular y otras disciplinas científicas. Esta conclusión debería haber asestado un golpe devastador y mortal al Dogma Central en su 50 aniversario. Deberíamos haber presenciado una desafiante discusión entre científicos sobre cómo movernos a partir de aquí -cómo impulsar nuestra comprensión de las complejidades del funcionamiento de la célula y las leyes de la herencia. Y deberíamos haber presenciado un funeral definitivo y colectivo del Dogma Central, que estaba atrasado desde hacía tiempo. Pero esto no ocurrió ¿Por qué?
Porque hay una industria multimillonaria estrechamente apegada al viejo Dogma de 50 años atrás como el principio fundamental sobre el cual generar sus ingresos. La ingeniería genética -el traslado de genes de un organismo a otro- sólo tiene sentido si se cree en la exclusiva supremacía del ADN, en el dominio de los genes. Únicamente tiene sentido si se consideran todas las otras observaciones científicas que complican el proceso hereditario como interesantes pero irrelevantes. Y solo tiene sentido si se está preparado para considerar las miles de "anormalidades" resultantes de la ingeniería genética como la consecuencia del margen de error habitual en la investigación, antes que una indicación de que algo puede estar fundamentalmente equivocado en la teoría.
Los intereses privados prevalecen
Si el objetivo principal de la investigación no es promover el conocimiento científico sino hacer dinero, las complejidades en el funcionamiento de los genes son sólo distracciones inoportunas. Las compañías involucradas en la ingeniería genética necesitan ser capaces de asegurar a clientes y autoridades administrativas que los cultivos y animales transgénicos que venden harán exactamente aquello para lo cual fueron diseñados: tolerar herbicidas, matar plagas de insectos o producir moléculas específicas. Necesitan un fundamento teórico que explique en forma precisa - y previsible - cómo se comportarán los nuevos genes en el nuevo hospedante. Necesitan el Dogma Central. Probablemente, esta es la razón principal por la cual la evidencia creciente que cuestiona la lógica simplista "un gen, un rasgo" todavía está siendo ignorada por la mayoría del establishment científico. ..
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