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Encuentro de La Plata - Borradores extendidos de una intervención
Por Gonzalo - Prensa DPA - Thursday, Feb. 17, 2005 at 7:55 PM
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Estos borradores surgen del debate en la Comisión N° 8 del III Encuentro Latinoamericano de Organizaciones Populares Autónomas –organizado por el Frente Popular Darío Santillán en la Ciudad de La Plata– correspondiente a la jornada del día sábado 12 de febrero y expresan y extienden buena parte de los planteos expuestos en ella por quien escribe cuando el debate afloró en torno al punto 2 del temario, “¿CÓMO CONSTRUYE CADA ORGANIZACIÓN PODER POPULAR EN SU PAÍS?”. De modo que esto no pretende ser una exposición de las experiencias e ideas intercambiadas por los distintos compañeros, que ojalá hayan sido rescatados por los relatores de las comisiones ya que muy interesante resultó lo narrado por los compañeros de Bolivia, Brasil y Argentina que estuvieron presentes.


III ENCUENTRO LATINOAMERICANO DE
ORGANIZACIONES POPULARES AUTÓNOMAS

COMISIÓN N° 8. PUNTO 2

“¿CÓMO CONSTRUYE CADA ORGANIZACIÓN
PODER POPULAR EN SU PAÍS?”

Por GONZALO - DPA

La Plata, Sábado 12-II-2005


El que rompió el hielo fue Rubén Dri, integrante de la Asamblea de Juan B. Justo y Corrientes del barrio de Villa Crespo, a su vez integrante del Espacio de Asambleas Autónomas, volviendo un poco sobre su experiencia en su asamblea contando sobre los talleres que tienen, sobre las dos ollas populares que realizan por semana, y puntualizando en la importancia que le dan a la actividad reflexiva, a la que le dedican los días viernes, como contrapeso fundamental de las actividades que realizan, como forma de balancear y de analizar lo que hacen, porque si hay algo que impregna toda nuestra militancia son las contradicciones, con todas las limitaciones que tenemos tratamos de hacer que quienes vienen a las actividades de la asamblea se sumen, participen y actúen en ella: a la olla vienen fundamentalmente los cartoneros que descienden del FC San Martín –nuestro local está a escasos metros de la Estación Chacarita– y entonces vienen y participan de la olla, nosotros queremos que cada vez se sumen y se comprometan más. La olla al principio la garantizaba una vecina del barrio y en la asamblea fuimos tratando de no quedarnos en una práctica asistencial sino que implique compromiso para avanzar en la organización. También está el tema del local, primero negociamos uno que después perdimos, luego gestionamos el que tenemos, porque tener un local es fundamental. Y por supuesto que todo esto está plagado de contradicciones, pero también tiene que ver con nuestras limitaciones, vamos trabajando y cotejando con la reflexión lo que hicimos. Después está la cuestión de nuestra participación en el Espacio de Asambleas Autónomas. Allí están participando compañeros de unas 40 asambleas. Nos juntamos una vez por mes. La participación no es con mandato, no se participa en representación de la asamblea, sino que sirve de instancia para debatir e intercambiar experiencias. Allí también se toman resoluciones que involucran a las Asambleas que así lo consideren.

Luego Rubén siguió comentando su experiencia y avanzó sobre el problema de la horizontalidad y la autonomía recalcando en las contradicciones que se originan de la militancia.

Sobre esto se pronunció luego una compañera que participa de Alerta Argentina, señalando las contradicciones que había al interior de los movimientos que por un lado tienen necesidades concretas y por otro reciben planes y subsidios del Estado.

A este respecto, coincidiendo con las reflexiones del compañero Rubén, intentamos responder en la comisión exteriorizando algunas de las ideas en las que redundo a lo largo de las siguientes líneas.


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LOS LÍMITES DE LA HORIZONTALIDAD, LA AUTONOMÍA Y LA CONSTRUCCIÓN DE PODER POPULAR
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I. LAS CONTRADICCIONES
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El problema de las contradicciones que vivenciamos en nuestra militancia cotidiana, creemos, no descansa tanto en la relación que desde el movimiento social tenemos con el Estado y el Capital, sino en CÓMO ENCARAMOS esa relación.

Varios compañeros señalaron lo contradictorio que resulta militar por el cambio social luchando contra el Estado y al mismo tiempo tener que aceptar los subsidios que nos da el mismo Estado opresor.

En todo caso lo primero que tendríamos que decir es que HAY CONTRADICCIONES OBJETIVAS, vivimos en una sociedad capitalista y por ende existen las desigualdades, las contradicciones de clase; y como refractario de esas contradicciones objetivas tenemos CONTRADICCIONES SUBJETIVAS.

Porque la realidad es que tenemos necesidades, hay hambre, hay desocupación, no hay salud, no hay educación, etc., y justamente por eso salimos y nos movilizamos y reclamamos y exigimos, y LO QUE CONSEGUIMOS NO ES OTRA COSA QUE LO QUE SOMOS EN LA ACTUAL RELACIÓN DE FUERZAS, si apenas conseguimos planes y comida para los comedores y no trabajo digno cuando hay millones de desocupados, de subocupados y de trabajadores en negro o “flexibilizados” es porque evidentemente no somos tantos millones los que movilizamos. Por eso tenemos que seguir sumando fuerzas construyendo poder popular para que crezca el movimiento de masas. Pero mientras tanto, desde luego, no vamos a conquistar más que esto, estas migajas, pero conquista al fin que no es poco luego de una década de devastación neoliberal en la que se retrocedió en todos los campos.

Por eso el problema no descansa en si tenemos o no “relación” con el gobierno, con las multinacionales, con el enemigo –que por cierto negar esa relación sólo es posible desde una postura aislacionista-individualista– sino en entablar una RELACIÓN DIALÉCTICA con el enemigo que se traduce bajo las distintas formas de lucha que empleamos desde los frentes donde militamos, sea a nivel sindical, estudiantil, desocupados, etc.

Y es ahí en esa militancia que vamos teniendo en donde van surgiendo las contradicciones subjetivas, contradicciones que están en el plano que va de lo que somos, de lo que estamos haciendo y siendo, a lo que queremos llegar a ser…

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II. LA HORIZONTALIDAD
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Por ahí, por allá y más acá escuchamos hablar de la horizontalidad, la horizontalidad como principio, como práctica…

Coincidiendo con lo que expresaba el compañero Rubén Dri, entendemos que la cuestión de la horizontalidad nos lleva a ese plano de la contradicción, contradicción que a una vez REFLEJA LA REALIDAD OBJETIVA EN QUE VIVIMOS y a otra la excede en la medida que LA HORIZONTALIDAD SURGE COMO BÚSQUEDA A PARTIR DEL RECONOCIMIENTO DE LA AUTONOMÍA DE LOS SUJETOS una vez que hicimos un PREVIO RECONOCIMIENTO DE LA “EXISTENCIA” Y “AUTODETERMINACIÓN” DE UNO Y CADA UNO DE TODOS ESOS SUJETOS que integran nuestros espacio de militancia.

LOS PARTIDOS

Como es por nosotros bien sabido los partidos de izquierda resuelven su práctica cotidiana bajo formas organizativas verticalistas: Organizados bajo el criterio del “centralismo democrático”, eligen (?) un comité central, delegados, llaman periódicamente a congresos, haciendo de la “Representatividad” el principio rector. Las posiciones no coincidentes con las del partido devienen en rupturas o en la formación de minorías no reconocidas.

LAS ORGANIZACIONES POPULARES AUTÓNOMAS

A diferencia de los partidos, desde los espacios donde tenemos por vocación la”horizontalidad”, la resolución de las medidas a tomar resulta mucho más lenta, pero justamente lo hacemos convencidos de que lo mejor es ir madurando colectivamente las decisiones y no que resulte de la orden de uno o varios iluminados, y de que sólo de esa manera SE CONSTRUYE EL PODER POPULAR.
Ahora bien,

¿EXISTE TAL HORIZONTALIDAD?

¿O resulta el mero zarazeo de dirigentes que entre demagogia, populismo y chamuyo forjado al calor de la moda imperante encuentran que la “horizontalidad” es el terreno más fértil para hacer lo que pretenden dirigiendo desde un personalismo encubierto pero liso y llano?

Seguramente haya quienes lamentablemente incurran en estos vicios; bien desde un egoísmo totalmente ajeno a los intereses del pueblo; bien desde el vedettismo de una “horma revolucionaria” que no dio buenos resultados en la historia.

Pero indudablemente y más allá de algún oportunista, somos muchos, en esta hora en que soplan vientos libertarios, los compañeros que reivindicamos la bandera de la horizontalidad.

Sin embargo, creemos humildemente que TAL HORIZONTALIDAD NO EXISTE, o sea, LA HORIZONTALIDAD SÓLO EXISTE COMO BÚSQUEDA, COMO HORIZONTE, PERO EN LA MEDIDA EN QUE EXISTAN LAS DESIGUALDADES, EN LA MEDIDA EN QUE SIGAMOS VIVIENDO BAJO LAS REGLAS DEL CAPITALISMO, DICHO DE OTRA FORMA, EN LA MEDIDA EN QUE NO RESOLVAMOS LAS CONTRADICCIONES OBJETIVAS ALCANZANDO NUESTRA ANHELADA SOCIEDAD SIN CLASES, RESULTA HIPÓCRITA NEGAR QUE EXISTAN DIFERENCIAS Y QUE TALES DIFERENCIAS HAGAN DE ALGUNOS COMPAÑEROS, POR POSIBILIDADES OBJETIVAS Y POR CAPACIDADES SUBJETIVAS, COMPAÑEROS INFLUYENTES QUE SEAN REFERENTES, Y DE OTROS, QUE NO LO SEAN.

Pero desde luego, como no creemos en una realidad estática, estamos convencidos a la luz de nuestra historia, de nuestra lucha día a día, que en la dinámica del proceso con laburo y con reflexión militantes, es decir formándonos teórica y prácticamente, dialéctica y permanentemente, entre todos nos iremos construyendo como subjetividades con capacidades de acción y decisión independientes de dirigentes iluminados.

Por eso resulta más sano no creernos el discurso de la horizontalidad y en cambio asumir el lugar que ocupamos, buscando la maduración colectiva e individualmente, para no permitir que cundan los vicios del PERSONALISMO o la HIPOCRESÍA; apuntalando la construcción de base bajo los principios de DEMOCRACIA DIRECTA con delegaciones y sin representaciones, en FORMACIONES FEDERATIVAS, RESPETANDO LA AUTODETERMINACIÓN Y AUTONOMÍA DE LOS SUJETOS INDIVIDUALES Y COLECTIVOS.

Y por eso mismo también resulta fundamental que asumamos las tareas que implican SOCIALIZAR LOS CONOCIMIENTOS Y LAS RESPONSABILIDADES NO MONOPOLIZÁNDOLAS.

Prácticas, todas estas que, por cierto, no representan ninguna novedad histórica: ya los compañeros anarquistas a lo largo de los siglos XIX y XX fomentaron la construcción con democracia de base, conglomerándose en federaciones y confederaciones [1] y tantas otras experiencias de lucha de compañeros que apuntaron en esa dirección.

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III. LA AUTODETERMINACIÓN Y AUTONOMÍA DE LOS SUJETOS
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Y esta vocación “horizontalista”, ¿de dónde surge? ¿De algún capricho que bien sea capaz de “dilucidarnos” la izquierda partidaria?

La respuesta tiene que ver con la problemática del sujeto, y la podemos encontrar dialécticamente en la relación que tenemos con los compañeros que militan en esas construcciones opuestas a las que nosotros intentamos y que son precisamente los partidos de izquierda.

“Reconocer” la existencia de un individuo como sujeto y, por ende, su autodeterminación y su autonomía es lo que nos lleva a no subestimar su participación en las decisiones del colectivo, a considerar la participación de un compañero tan importante como la de cualquier otro, a considerar que no son necesarios los “dirigentes para encauzar a las masas en el buen camino de la revolución”, sino que por el contrario sólo desde esa autodeterminación de los pueblos alcanzaremos nuestro objetivo finalista, puesto que la construcción del hombre nuevo no es tarea que se reserve para después de la revolución sino que lo iremos haciendo mientras transitemos ese camino; cuando la hayamos logrado el hombre nuevo ya estará bien envejecido.

Por eso, como más arriba habíamos afirmado la horizontalidad surge como búsqueda a partir del reconocimiento de la autonomía de los sujetos una vez que hicimos un previo reconocimiento de la “existencia” y “autodeterminación” de uno y cada uno de todos esos sujetos que integran nuestros espacio de militancia.

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IV. LOS PARTIDOS Y LOS SUJETOS
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El problema de los partidos tiene que ver justamente con que ellos no reconocen la existencia de otro sujeto que no sea el propio partido [2]. Y esto, porque el partido se justifica en tanto dirección de las masas; si no es así, el partido tiene que desaparecer, porque no tiene razón de ser; y lo cierto es que cuando el pueblo se empieza a organizar y empieza a tener conciencia deja de necesitar de “la dirección política de una vanguardia esclarecida”.

Por ende, decíamos, si el partido no es capaz de responder como dirección se tiene que autodisolver. Por ende, justamente un partido sólo se va asumir como auténtica dirección consciente. Por ende, nunca se va a autodisolver.

EL PARTIDO ES eso, “EL SUJETO CONSCIENTE”. Cuando desde los partidos nos hablan de la clase obrera como el “sujeto revolucionario”, lo hacen desde un discurso indudablemente clasista pero que se da de bruces con la realidad de una práctica militante que hace de la CLASE OBRERA EL “OBJETO” de su militancia, y lo que en realidad quieren decir cuando hablan de la dictadura del proletariado no es otra cosa que la “dictadura del partido”.

Y eso se extiende a sus propios militantes que también son objetos, meros receptores pasivos de “la verdad” partidaria.

Cuando alguno de estos comienza a interactuar como sujeto crítico tiene los dos destinos antes señalados (la ruptura o la permanencia como minoría no reconocida).

Los partidos no forman sujetos autodeterminados luchadores teóricos del socialismo, forman máquinas repetidoras de las recetas y las “verdades” del único sujeto que para ellos es “el partido”.

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V. LA “CONSTRUCCIÓN” DE LOS PARTIDOS [3]
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Toda está lógica, se visualiza claramente cuando se la confronta con su práctica militante que no tanto se preocupa por la construcción de poder popular para el crecimiento del movimiento de masas, sino que más se fija en la acumulación partidaria de recursos militantes y económicos preparándose para el “indudable día del juicio que tanto profetizan sus dirigentes”.

Así vemos como, por ejemplo, sus militantes estudiantiles no hacen más que armar listas y presentarse a elecciones para ganar centros de estudiantes donde puedan manejar alguna fotocopiadora, algo de guita y captar algún militante más, y tan poco dedican en poner la universidad al servicio del pueblo, una universidad que tan ajena está a la realidad del pueblo y un pueblo que ninguna posibilidad real de acceso tiene a esos claustros de élite que uno no sabe bien porque la llaman “universidad” si tan poco de “universal” tiene.

O, por ejemplo, sus referentes sindicales tan proclives a tranzar con los burócratas para poder colocar algún delegado en vez de dar la lucha por la democratización de un sistema electoral sindical burocrático que sólo perdura en Argentina, donde las listas que obtienen los lugares segundos y siguientes carecen de toda representación. Democratización en la que por cierto no están muy interesados puesto que nada mejor “para cuando ganen” que tener el control total sin necesidad de “soportar las tan molestas expresiones minoritarias”.

O lo que ha pasado con el movimiento de desocupados al que primero subestimaban llegando a calificar de movimiento de “desclasados”, y que, luego de convertirse en el eje de sus políticas, pasaron actualmente a ser hasta incluso despreciados, afirmando que la medida de lucha del corte de calle “está gastada”, haciéndose eco de la campaña de deslegitimación que desde los medios impulsa el gobierno, aislando de esta manera a los sectores combativos y debilitando al campo popular en su conjunto en función de sus intereses partidarios.

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VI. LA INSTITUCIONALIDAD
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Si hay algo bueno que puede rescatarse de los partidos es, desde luego, esos valiosos compañeros que integran sus filas y que están condenados a irse, porque a muchos les atravesará (como a muchos les atravesó) la misma contradicción de estar construyendo una “INSTITUCIÓN” con el objeto de destruir lo que somete a la sociedad: la opresión expresada en el CAPITAL y las herramientas de que se vale: “TODAS LAS INSTITUCIONES” con el ESTADO a la cabeza.

Y como dijimos que los partidos niegan todo sujeto por fuera de ellos son incapaces de reconocer otra forma opresiva que no sea el de la objetividad capitalista, por ende niegan tanto la opresión de un Estado poscapitalista como la de todas las formas institucionales.

Los partidos cuando surgen tienen un momento en que pueden llegar a ser progresivos y favorables a un proceso revolucionario en la medida en que no se han institucionalizado y son genuinas expresiones de la dinámica del proceso pero una vez concluido dicho proceso se tornan regresivos puesto que en tanto instituciones son incapaces de expresar la dinámica social; sólo expresan su realidad, su verdad.

El problema de la institucionalidad, que aquí no pretende ser más que señalado y que requiere una verdadera investigación, también nos atraviesa a quienes construimos poder popular porque NOSOTROS también CUANDO ESTAMOS CONSTRUYENDO ALGO ESTAMOS EN UN PROCESO DE AUTOINSTITUCIONALIZACIÓN.

¿Cómo escaparle a la institución?

EL PROBLEMA ES BIEN DE FONDO, tiene que ver con LA SOLIDIFICACIÓN INSTITUCIONAL DE ESA CONSTRUCCIÓN, CON SU REIFICACIÓN [4], CON SU ANQUILOSAMIENTO, es decir, CUANDO ESA CONSTRUCCIÓN PIERDE SU RELACIÓN DIALÉCTICA CON LA DINÁMICA DEL PROCESO…

Por eso decimos que toda la militancia está plagada de contradicciones…

En todo caso, el primer paso consiste en asumirlo, y para que termine de ser un primer paso, es decir para que no quede en el mero reconocimiento teórico-formal debe procederse a la confrontación empírica de ese reconocimiento, o sea, lo que decía el compañero Rubén de REFLEXIONAR PERMANENTEMENTE SOBRE QUE PRÁCTICA EJERCEMOS PARA AUTOCRITICARNOS DESDE LA PRÁCTICA MISMA.

Y por eso creemos que el primer paso de todo partido es la autodisolución porque autocriticarse implicaría dicha praxis.

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EPÍLOGO
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Restan, sin duda, abordarse otras tantas cuestiones; ahora, en medio de las apuradas y entre estos borradores registro la problemática de las distintas concepciones de autonomía que expresan distintas organizaciones y compañeros acerca de cómo organizarse y que resulta un detalle no menor a la luz de las divisiones y las diferencias que parece haber entre “ortodoxos” y “heterodoxos”…

Pero bueno, apenas si intentamos con esto avivar las discusiones y el intercambio de ideas a la espera de producciones que otros elaborarán más rigurosamente

Saludos libertarios

Gonzalo
Área de Comunicación y Prensa
Espacio de Defensorías Populares Autónomas



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NOTAS:
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[1]
De alguna forma hoy somos herederos y continuadores de aquellas luchas y debates que el anarquismo dio en distintos momentos históricos, como supo ser en 1871 en el seno de la AIT cuando un importante sector encabezado por Karl Marx pretendió que todos los trabajadores se afilien obligatoriamente a un partido.
De todas formas hay que decir que ni el partido de Marx correspondía estrictamente a lo que luego sería la escuela de partido de Lenin, ni los cortocircuitos en el seno de la AIT eran pocos entre las distintas corrientes.
En todo caso, el debate fue y es mucho más amplio y rico que estos apuntes que sólo buscan disparar alguna idea y que bien merece una profunda investigación.

[2]
Hablamos de la largamente seguida escuela del partido leninista que modeló a los partidos comunistas, trotskistas, maoístas y formaciones nacionalistas de izquierda o guerrilleras a lo largo del siglo XX y que hasta hoy se prolongan.

[3]
Con respecto a los partidos, las generalizaciones son, desde luego, deliberadas, no es nuestra intención hacer ahora un mapeo detallado de cada una de las posiciones y actividades que los distintos partidos han sostenido; trabajo que requiere un tiempo que ahora no estamos en condiciones de dedicar y que por cierto tampoco resulta de nuestro interés en la medida en que no son los detalles sino la cuestión de fondo lo que nos preocupa, cuestión que vemos satisfecha desde la mera generalización citando ejemplos que corresponden a hechos reales.

[4]
No entendemos a la CONSTRUCCIÓN COLECTIVA como “objeto” de los sujetos individuales que la integran sino justamente como la “expresión colectiva” de ellos en tanto “SUJETO SOCIAL”, por eso, hablamos de su “COSIFICACIÓN” como “OBJETIVACIÓN INSTITUCIONALIZADA”.

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Respuesta Gonzalo Friday, Feb. 18, 2005 at 6:49 PM
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