Julio López
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AuTogobierno: Un Mundo PosEstatal. (3º parte)
Por Nuevo Proyecto Histórico - Thursday, Mar. 03, 2005 at 2:14 AM
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::

4) Autogobierno: un mundo posestatal.(Tercera parte)

 

En simultáneo para Indymedia,

kaos [en-la] red, y Clajadep-La Haine.

 

 

 

 

Todavía los representantes capitalistas, todos ellos, los aliados de la nueva oligarquía comandada por Vladimir Putin, y la nueva clase amiga de la Europa de los mercados; pueden reconducir la antagonía de la multitud por intermedio del estado de partidos. Pero si no quieren ver caer la ficción del sufragio, como soberanía popular delegada, necesitan respetar la democracia del voto que ellos tanto pregonan.

 

:: LOS CAMBIOS, AUNQUE POR MOMENTOS IMPERCEPTIBLES, SON PERMANENTES.

 

El menú es claro: Capital-parlamentario y estado de excepción. Estado de emergencia permanente y Capital-parlamentario, como  guerra civil y global no declarada contra la multitud. Estado de guerra, o estado en guerra; y estado de paz, entrelazado, uno con otro, de manera indistinguible. El estado de excepción, como forma política provisoria que suspende el estado de derecho burgués para salvarlo, se transforma en la regla de funcionamiento del estado. Lo inusual ahora es cotidiano. La excepción es la norma. Lo anormal se hace normal. La emergencia se transforma en permanencia. Este es el menú del imperio. Sólo la multitud posee, a través del poder de su trabajo, de su autodeterminación y organización, la posibilidad de alumbrar una nueva civilización poscapitalista.

 

Un mundo donde quepan todos los mundos de la multitud, no está, en este mundo. Ya no alcanza con entender la realidad para después modificarla. Sino que tenemos que, a partir de este viejo mundo, hacerlo de nuevo. El planeta está puesto en entredicho. Los cambios, aunque por momentos imperceptibles, son permanentes. La división de naciones que forjó el desarrollo mercantil nunca fue estable. El mapamundi se ha modificado sustancialmente en los últimos 200 años. ¿O acaso la tierra era igual en el siglo XVIII antes de la revolución norteamericana y francesa, dónde ni siquiera existía este país que hoy llamamos la Argentina? ¿O en el siglo XIX, con los cambios producidos entre la derrota de Napoleón Bonaparte, la independencia de las colonias Latinoamericanas y la irrupción de la Comuna de París? ¿O en el siglo XX, después de la caída del imperio Austrohúngaro y la pérdida de hegemonía inglesa a manos de los norteamericanos, el nacimiento de la URSS y la revolución China? ¿O para no irnos tan lejos, después del final del Tercer Reich, la revolución cubana, vietnamita y nicaragüense, y la caída del muro de Berlín; todos, acontecimientos que se sucedieron en menos de cincuenta años? Ahora, en el siglo XXI, después de la batalla de Génova, la destrucción de las torres gemelas y la invasión a Afganistán e Irak, las juntas de buen gobierno zapatistas, la insurrección Argentina y boliviana, el golpe de estado fallido contra Chávez, la autonomía en Cabila y la revolución en marcha en Nepal que afronta una contrarrevolución; todo indica, que estamos en pleno clivaje civilizatorio, antropológico, económico, geográfico, político y social. 

 

:: La crisis no se ubica exclusivamente en el capital como “cosa”, y en los patrones como enemigos de la multitud. Sino que, está en el propio comportamiento, imaginario y lenguaje impurificado por las relaciones sociales dominantes que involucra a los propios trabajadores.

 

 

El planeta tierra como hoy lo habitamos, con su actual división geográfica por países, está siendo reestructurada por una nueva regionalización. De resultas complementaria con una futura reunificación diferente a todas las conocidas. Este es el plan de las clases dominantes y sus agencias políticas. Hacer coincidir la concentración transnacional del poder empresario, distribuido funcionalmente como redes nacionales autovalorativas del capital, con nuevas instituciones imperiales en formación. Red y centralización, imperio y nación, multitud y estado, trabajo y capital, por el momento conviven. Pero son formas antagónicas para el desarrollo del intelecto general de masas como forma dominante de la producción inmaterial que alimenta al imperio, o que puede emanciparse sin rodeos de su control y dominio.

 

No están separados de manera tajante el trabajo y el capital. Si lo que valoriza al capital es la sustancia humana creativa, el trabajo como fuerza subjetiva, entonces, la crisis no está fuera de los cuerpos y las conciencias que alimentan al capital. La crisis no se ubica exclusivamente en el capital como cosa, y en los patrones como enemigos de la multitud. Sino que, está en el propio comportamiento, imaginario y lenguaje impurificado por las relaciones sociales dominantes que involucra a los propios trabajadores. La compraventa de los seres humanos como objetos, deriva en consecuencias ambivalentes. No sólo en prácticas contrapuestas, sino también identificatorias con los capitalistas. Algo así como: te odio, pero más detesto no poder ser como vos. Te aborrezco como patrón, pero más aborrezco no ser un patrón. Algo de eso hubo en una porción de las obreras y obreros de la cooperativa 18 de diciembre, ex- Brukman, que ante la lucha por la ley definitiva de expropiaciones impulsada por los obreros de Zanón dijeron que no marcharían con ellos. Sin mantener concientemente la esquizofrenia de caminar hacia el anticapitalismo mientras se produce bajo el dominio de las relaciones capitalistas   (situación que no ocultan los compañeros de Zanón); sin este grado de lucidez, se termina tirando la toalla, y se sigue produciendo para el sistema bajo la misma esquizofrenia, pero reprimiendo, la toma de conciencia de la enfermedad social llamada capitalismo. El nuevo imaginario no se construye, únicamente, haciéndose de las máquinas que pertenecían al patrón. Por lo visto algunos obreros okupas, cuando se ponen a trabajar para el mercado, y renuncian lisa y llanamente al anticapitalismo, vuelven a reproducir, no sólo, su trabajo como mercancías tasadas en dinero y acumulables como capital, sino, que reproducen los comportamientos inherentes a la lógica sistémica de cualquier empresa capitalista. Por más que ganen todos por igual y se digan dueños de su destino, en realidad, retornan a una vida expropiada por el mercado capitalista.

 

Los medios masivos de (in)-comunicación dirigiéndose a ese tercio de la multitud con cierta capacidad consumista y orgullo de ser un esclavo rentable, con pretensiones de burgués, lo diría mas o menos así: “No pierda su tiempo en vencer a los capitalistas. Usted que está por encima de la línea de la pobreza, que respeta la ley, que vive de su digno trabajo; usted noble ciudadano, que vota y delega su destino en los que saben, aspire a ser, ¡usted también!, un envidiable empresario. Eso sí, ¡no desfallezca en el intento! No atienda a guerras y convulsiones, a devaluaciones y confiscaciones, muertos y presos políticos, a corrupciones y hambrunas. ¡Esmérese un poco más, que veinte años de democracia no es nada! Sólo es una cuestión de tiempo, bajar la cabeza y el lomo, un poco de fortuna, y mucha, pero mucha, paciencia y esfuerzo”.

 

El trabajo y su crisis, la disputa entre autonomía y heteronomía, entre la autodeterminación social y su apropiación por los empresarios; constituye una relación, que menos estable, es cualquier cosa. Creativa y confiscada, liberadora e intolerable, productiva y conflictiva, imaginativa y cosificante. Pero sobre todo, si algo hoy caracteriza al trabajo es su inestabilidad. La energía subjetiva y viva, inteligente y esforzada, física y mental, cooperante y competitiva del trabajo, es la contracara del imperio. El obrar bajo el capitalismo nos muestra su reverso despiadado: indigencia y desempleo, subconsumo y trabajo asalariado, conflagraciones y desolación, impunidad genocida y riquezas para una minoría. Un semblante siniestro, el otro lado, del bello rostro de la creatividad humana expropiada por el capital.

 

Las formas capitalistas del estado-nación resultan desgarradas por la autonomía cooperante de la multitud que constituye el revés de la trama del imperio. Esta doble dimensión, material y subjetiva entre el capital y el trabajo, no soporta por mucho más tiempo la actual división política del globo.

 

El trabajo hiperproductivo y tecnológico, fantasioso y afectivo, creativo y cognitivo, sin el dominio del capital, nos pone a las puertas del mayor grado de libertad y abundancia que conoció hasta el presente la humanidad. Por cierto, que son los propios patrones los que hacen buena parte de la tarea. Si el socialismo era la primera fase del comunismo, es decir, la abolición paulatina del trabajo asalariado, entonces, el posfordismo constituye la mismísima transición, la antesala del anticapitalismo. Si hacía falta una primera etapa para alumbrar la sociedad de hombres libres, esta labor la está efectuando el propio capital como contracara   excedentaria del trabajo.

 

Un mundo poscapitalista es una demanda y una práctica de la propia multitud. Un mundo donde el trabajo excedente del capital,   que no puede ser disciplinado directamente por el hambre y la guerra, no les deja más opción a los empresarios que, mientras no los pueda arrasar; tolerar las redes de autoconsumo y una reproducción simple del capital en su variante cooperativa. Formas de gestión social, que por otro lado, no constituyen nuevas relaciones sociales antagónicas y anticapitalistas. Sino que son variantes personales y grupales que no confrontan con la hegemonía de la ley del valor. 

 

:: Pero la cooptación también tiene su reverso trágico para el trabajo. El paraguas del estado no es gratis. El supuesto manto protector no es más que un chaleco de fuerza. Lo que los gobiernos garantizan con la cooptación de los créditos para las apropiaciones hechas por la multitud, es impedir, el fin de las relaciones humanas tarifadas por plata.

 

Un capitalismo que, bajo un peligroso ejercicio de cooptación, se puede permitir la toma de cientos de empresas en Argentina sin estado obrero, y la okupación de miles de kilómetros de tierras en Brasil sin revolución campesina. El estado, coquetea con estas prácticas, mientras no sean un peligro inminente para las ganancias capitalistas. Pero la cooptación como ejercicio de dominio social, y no como la mera compra de este o aquel dirigente, también es binaria. La cara tenebrosa para los gobiernos de la reabsorción de las acciones autónomas, se dibuja, bajo el peligroso biorritmo desbordante de las expropiaciones impregnando al conjunto de las prácticas de la multitud. Que las okupaciones no solamente terminen con la explotación directa entre los protagonistas de estos laboratorios sociales en lucha, sino que, pongan en cuestión todo el sistema capitalista.

 

Pero la cooptación también tiene su reverso trágico para el trabajo. El paraguas del estado no es gratis. El supuesto manto protector no es más que un chaleco de fuerza. Lo que los gobiernos garantizan con la cooptación de los créditos para las apropiaciones hechas por la multitud, es impedir, el fin de las relaciones humanas tarifadas por plata. Que no se extirpe el mercado del territorio social. Que no se concluya con la explotación ampliada del hombre por el hombre. Expoliación que se sostiene en la compraventa como la manera expansiva del capital. Como forma de explotación social a gran escala.

 

Con sus respectivas características, en Ucrania, se está produciendo un ejercicio de autonomía de proporciones colectivas y potenciales consecuencias globales. Mientras tanto, el capital europeo, fogonea la insumisión de la multitud contra la nueva burguesía de Moscú; y conduce la fantasía capitalista independentista de una parte de los ucranianos que estiman que, separándose de Putin, por lo menos por un tiempo vivirán mejor. Entre resistencia y secesión juega sus naipes el capitalismo que no tendría problemas en permitir la división de Ucrania, como antes lo hizo con los Balcanes, si de esto depende que no se instituya la “res-pública” de la multitud que puede comenzar en Ucrania y no se sabe donde termina.

 

:: Si no hay una permanente ampliación de un área autónoma constituida por redes universales antimercantiles que provean todo lo necesario para la vida de la multitud, los islotes liberados en estado de resistencia, sean barrios, comunas y aún países, terminarán extendiendo el intercambio de su hacer en términos mercantiles.

 

Sin independencia posestatal y anticapitalista de la multitud ucraniana, la secesión y la constitución de las nuevas fronteras de una Ucrania dividida; puede terminar, en el mejor de los casos, como un territorio de producción, circulación y simple consumo entre sus habitantes. Logro para nada menor. Pero que, de no conectar su experiencia anticapitalista con otras diseminadas en el planeta, cuando busquen ampliar el intercambio con otros países capitalistas para conseguir aquello que no tienen y necesitan, caerán en la reproducción ampliada del capital. Si no hay una permanente ampliación de un área autónoma constituida por redes universales antimercantiles que provean todo lo necesario para la vida de la multitud, los islotes liberados en estado de resistencia, sean barrios, comunas y aún países, terminarán extendiendo el intercambio de su hacer en términos mercantiles. Recostándose en el caso de Ucrania, naturalmente, en la Unión Europa como el bloque económico mas próximo a sus fronteras.

 

Pero si bien la toma de una empresa y territorio no termina por abolir la plusvalía como argamasa colectiva del sistema mercantil, tampoco, una vinculación en red de diferentes territorios secesionistas, pero capitalistas, produce efectos anticapitalistas.

 

:: uNA NACIÓN DE NACIONES, UN PAÍS COMÚN COMPUESTO POR LOS TERRITORIOS SINGULARES EMANCIPADOS DEL CAPITALISMO. uN PAÍS RED. uN ÁREA PAÍS.

 

No provendrá de la reedición de ninguna nueva forma de socialismo, así sea posestatal y en red, la que termine con la expoliación de unos hombres y mujeres por otros. En todo caso un área autónoma global, otro mundo, una coordinación interplanetaria, una composición de nuevos territorios autodeterminados; para evitar retornar a los dominios mercantiles, precisan, fundar un universo pos-estatal, pos-nacional y pos-dinerario en cualquiera de sus formas. Sea capitalista o sea socialista.

 

Conformando una nación de naciones, un país común compuesto por los territorios singulares emancipados del capitalismo. Un país red. Un área país. Una zona común integrada por las porciones secesionistas de cada nación. En vez de una asociación de comercio libre, una asociación libre de comercio. Un área libre sin comercio. El fin de la nación, los países y el mundo, como hoy los conocemos.

 

Una tierra compuesta por unidades productivas cooperantes, retazos de barriadas, porciones de provincias, condados y regiones, y aún países completos que se separan del viejo mundo. Pero integrando todos juntos un territorio común como parte del nuevo mundo. El sureste mexicano con sus caracoles; el Alto Boliviano con sus quinientas juntas vecinales en las que está organizada una multitud de 800.000 mil habitantes; los miles de hectáreas okupadas en Brasil por el Movimiento de los Sin Tierra; las comunidades indígenas del Ecuador y Perú; las urbes argentinas donde las brazas del “Que se Vayan Todos” le quema la nuca a la clase política, las redes piqueteras de autoconsumo, las asambleas que resisten, y las 12.000 trabajadoras y trabajadores de empresas recuperadas argentinas; los laboratorios sociales del precariado en Inglaterra y España, Italia y Alemania; media Ucrania; las aldeas independientes de Argelia; las multitudes nigerianas y de Costa de Marfil que buscan recuperar sus recursos naturales; y el millón de menesterosos haitianos de la villa Cité-Soleil que están enfrentando la ocupación de la ONU. Estas y otras miles de prácticas invisibilizadas por los grandes medios, pero no por ello menos existentes, socavan al imperio y fundan el nuevo mundo de la multitud desde las propias entrañas del capital. Que es igual que decir, desde las propias entrañas del trabajo que lo sostiene pero que antagoniza con el capitalismo para independizarse de él y articularse mas allá de su dominio. 

 

Esto no significa que no se combata por liberar todo el territorio nacional donde esté asentada cada experiencia donde se confronta contra el capital. Ni que no haya que concluir con el poder dominante. Ni que la autoorganización niegue la antagonía contra el capital, que por otro lado, no se podrá evitar porque ninguna clase dominante se suicida. Autonomía no es atomización ni autismo. Ni el éxodo del capital es la reedición posmoderna de la isla de Robinsón Crusoe. Tampoco significa que se desprecie la reivindicación por mejoras salariales y más presupuesto estatal en beneficio de la multitud, mientras el asalariamiento y el trabajo por dinero, sea la forma dominante del corsé social.

 

:: La resistencia se transforma en una suerte de asedio y éxodo. Asedio contra los intereses capitalistas y éxodo mas allá del capitalismo. Pero también al revés. Se resiste para retener y ampliar lo conquistado, mientras se produce el asedio del propio capital para demoler y cooptar cada experiencia de éxodo.

 

 

Cada una de las múltiples formas de la multitud tiene demandas singulares y comunes. No es lo mismo estar desempleado que ser un trabajador inmaterial de Telefónica. No es lo mismo ser un operario de una PyME que pelea por un mejor sueldo, que haberle ocupado la fábrica al patrón. No es lo mismo ser un repositor de supermercado que un diseñador de páginas web. No es lo mismo integrar una red de familias campesinas bajo el dominio del autoconsumo que ser empleados en el servicio de transporte. Ser un trabajador sexual que un operario automotriz. Trabajar el campo como obrero golondrina que un técnico de la industria del petróleo. Ser vendedor ambulante que docente. La composición técnica de cada variante laboral, asalariada o autoexplotada, ocupada y desocupada, que gana menos que la canasta de indigencia o más que la línea de la pobreza, depara diferentes tácticas de resistencia. Pero como la clase de la multitud se recompone permanentemente, como la lucha es constituyente a la clase, mas aún bajo los ciclos de crisis cada vez más periódicas del posfordismo; por consiguiente, todas las singularidades productivas y reproductivas del capital, son recomposiciones singulares y comunes del trabajo. Cada una de sus tácticas específicas, resultan absolutamente compatibles con una misma estrategia de emancipación social.

 

Todas y cada una de las luchas resultan valiosas y necesarias. La particularidad de cada una de ellas, debe servir, para potenciar lo común que la multitud tiene como clase. El desprecio a ser los esclavos modernos de otros hombres, la conquista de la más plena libertad, el amor por la igualdad humana expresado como la ontológica diferencia de cada persona, y la autosoberanía del trabajo que no precisa de ninguna mediación estatal y mercantil para autogobernarse. Lo común en lo singular y lo singular en lo común. La democracia de la multitud como proyecto posible y concreto. 

 

La resistencia se transforma en una suerte de asedio y éxodo. Asedio contra los intereses capitalistas y éxodo mas allá del capitalismo. Pero también al revés. Se resiste para retener y ampliar lo conquistado, mientras se produce el asedio del propio capital para demoler y cooptar cada experiencia de éxodo.

 

El asedio es mutuo entre el trabajo y el capital. Como bifronte y recíproca es la relación social antagónica que constituye el imperio. El capital combate cada expresión de emancipación social por más pequeña que sea. Al mismo tiempo que, cada una de ellas, entrelazándose con otras que actúan fuera de sus fronteras geográficas se autodefienden mutuamente del enemigo común: Los empresarios y sus estados. Y todos los dispositivos del imperio: las burocracias sindicales, las ONG´s sistémicas, las personalidades que viven a costa de los que luchan, los movimientos sociales meramente reformistas, los saboteadores de la contrainformación, las nomenclaturas religiosas, los comunicadores de los mass media, los partidos del sistema en cualesquiera de sus variantes, los policías, jueces y militares.

 

Una red de redes comunitaria y antimercantil. Una red sin nodo central ni núcleo rector. Una bandada que desquicie todos los aparatos de captura de la insumisión. Que impida que las fuerzas del orden puedan concentrar su maquinaria bélica en un solo punto. Una resistencia que se defiende expandiéndose, y no acantonándose, en ningún baluarte particular. Donde cada unidad bioproductiva y cultural de trabajo humano liberado, cuente con los recursos naturales, tecnológicos y de infraestructura de todo tipo, en cada una de sus latitudes.

 

Para todos, todo. Donde cada individuo social entienda que lo propio es fruto de lo común, y el fruto de lo común es propio. Que lo de todos es producto del esfuerzo de cada uno. Y lo de cada uno resulta una realización de todos. Donde la abolición de la propiedad privada de los medios de producción y distribución, no impide, el respeto de la propiedad personal obtenida por el esfuerzo individual como parte de un trabajo colectivo. Donde persona, grupo y colectividad, no se superponen, ni se homologan; sino que se complementan y diferencian. Este es un nuevo mundo de singularidades. Una identidad geográfica y social, compuesta, por múltiples identidades sociales y geográficas. Un mundo de los comunes donde quepa cada uno de los nuevos mundos singulares.

 

 

 

III.- Marcándole el paso al imperio.

 

Es la autonomía del trabajo, de la que está preñada el capital, la que le está marcando el paso al imperio. ¿No estaremos exagerando? ¿No serán estas banales fantasías sociológicas del colectivo NPH? Veamos:

 

1.- El nueve de diciembre de 2004, el continente Sudamericano conmemoró el 180 aniversario de la batalla de Ayacucho. Combate donde las burguesías latinoamericanas obtuvieron su derecho a disputar un lugar en el mercado universal capitalista. En cambio, ahora, está muy claro que algo anda muy mal para la clase dominante. Cuesta creer que si la multitud aspira a la Comunidad Sudamericana de Naciones la sesión fundacional en Cuzco sea militarizada como el encuentro del Grupo de los 8, que se realizó en Génova, en julio del 2001.

 

2.- Cuesta creer que las masas chilenas están seducidas por la APEC cuando protagonizaron un Santiagazo en su última cumbre. También cuesta creer que la crisis Argentina esté cerrada y que Kirchner sea tan amado por el pueblo, cuando a más de tres años del 19 y 20, el edificio anexo del Congreso Nacional esté enjaulado, la Legislatura Porteña tenga un corralito de acero presto para cada movilización, y la clase política no haya podido retirar las vallas que parte en dos a la Plaza de Mayo y separa a los manifestantes de la casa de gobierno. Es difícil creer que los votantes herederos de Juan Perón, llegado el caso, den la vida por Kirchner; cuando su discípulo santacruceño mantiene procesados a 4.000 luchadores sociales; y volviendo treinta años atrás, se reedite, el escándalo de tener decenas de presos políticos. 

 

:: uNA DE LAS FIGURAS DESCOLLANTES DE LA ANTAGONÍA DE CLASE ES EL TRABAJADOR POSFORDISTA DEL CAPITALISMO DE EXCEDENCIA. tANTO DEL GENERAL INTELLECT O TRABAJO INMATERIAL, COMO DEL DESEMPLEADO O DESOCUPADO.

 

3.- Por mas que los filósofos de la Nueva Clase del diario Página/K busquen ningunear los nuevos sentidos, prácticas y valores fraternales que están forjando los oprimidos; aún contra sus intereses y miopía, un imaginario antagónico al capital se está abriendo paso. A punto tal, que el ala progresista del encuentro en Cuzco tenga que hablar de un nuevo sujeto histórico y político. Para ellos un “hermoso” sujeto epocal, siempre y cuando, delegue su poder, como un presente griego, adentro de la urna de la soberanía estatal. Tolerando, una vez mas, a una nueva clase política que piense, parlamente y actúe en su nombre.

 

4.- No sólo el capitalismo contamina a los trabajadores; las prácticas anticapitalistas de la multitud también impregnan las prácticas de los empresarios y el estado. La relación humana del hacer bajo el dominio del capital es un vínculo antagónicamente bicéfalo. Como tendencia histórica la era de la subsunción real del trabajo en el capital no permite más compartimientos estancos entre tiempo de vida y tiempo de producción; entre tiempo ocupado y tiempo libre; entre lo social y lo económico; entre lo comercial y lo político; entre tiempo del trabajo y tiempo del capital.

 

5.- En lo que respecta a la traducción concreta de estas categorías en relación a los puntos mas salientes de la lucha de clases Argentina podemos decir lo siguiente: el capitalismo es una relación social obstaculizadora de la autonomía de la multitud en su conjunto, y por ahora, una de las figuras descollantes de la antagonía de clase es el trabajador posfordista del capitalismo de excedencia. Tanto del general intellect o trabajo inmaterial, como del desempleado o desocupado. Este último, en realidad, como solemos llamarlo, es un des-asalariado que no recibe una paga directa de un empresario privado. Quedando excluido de un sueldo pero no de la formación de valor. Ya que, si no ocupa su vida de algún modo para ganarse el pan, se muere. Sean piqueteros, o sean obreros que gestionan por sus medios la empresa. La oposición antisistémica también se produce entre las asambleas y la delegación estatal; entre los sindicatos que abandonaron a su suerte a los desocupados y la lucha piquetera; entre la ocupación de las empresas quebradas y una nueva acumulación originaria del capital que acorrala el circuito de apropiaciones, poniéndola a trabajar, bajo la lógica de la mercancía; entre el Que Se Vayan Todos y el Se Quedaron Todos.

 

6.- Las experiencias de antagonía social no resueltas a favor de la multitud, si bien no permitió una recomposición completa del sistema de partidos previo a diciembre de 2001, constituyeron los más valiosos pilares sobre los que se asienta la reconversión del dominio capital-parlamentario. Una matrix que no fue vencida en el momento del colapso de comienzos de siglo, fue muy hábil, para reabsorber una parte de la autonomía de la multitud, y sobrevivir así, a su peor momento.  

 

7.- Mientras tanto, esta entente gubernamental desesperada reunida en Cuzco, apelará a que ellos son los personeros del combate contra el neoimperialismo norteamericano. Intentando expropiar las rebeliones ecuatoriana, peruana, boliviana y argentina. Una impostura de la clase política que encubre su labor en beneficio del capital latinoamericano en su conjunto. Buscando anticiparse a las nuevas formas institucionales de la multitud y cimentando las novedosas instituciones imperiales del capitalismo posmoderno. De hacer falta, se regodearán con la unidad en la diversidad y hasta pregonarán la horizontalidad. Claro, unidad en la diversidad de todos patrones, contra los intereses irreductiblemente opuestos y diversos de la multitud. Una horizontalidad que termine, en el mejor de los casos, en la constitución de un nuevo ciudadano latinoamericano que entregue, una y otra vez, su poder. Una patria común del capital, pero no de los comunes. Un territorio convergente de los intereses empresarios. Un Mercosur ampliado a medio camino del ALCA. Del estado nacional al estado regional.

 

:: Toda clase social dominante, precisa estratégicamente, de algún imaginario internacionalista que de sentido al lugar en el mundo mercantil que le tocó habitar a cada persona.

 

8.- En Cuzco no se está alumbrando ninguna patria grande de mujeres y hombre libres. Un territorio común que le ponga fin a la soberanía estatal. Muy por el contrario, ampliando el marco geográfico del dominio estatal sólo se profundiza el concepto de ciudadanía capitalista. Una mera representación de la multitud como pueblo indiferenciado que delega su potencia en el poder de Uno. Así sea, que este Uno, sea un estado o un conjunto de estados. Una abstracta igualdad formal y una concreta desigualdad real entre representantes y representados; entre estado y multitud; entre el hombre político y el hombre económico; entre el capital y el trabajo.

 

9.- Que el capital es una relación universal que necesita permanentemente expandirse y profundizarse, o contrariamente estalla, lo reconocen los presidentes reunidos en Cuzco. Doce estados que se reúnen, en una carrera contra reloj, para ampliar sus respectivos mercados en un espacio pos-nacional. Una geografía de 360 millones de habitantes que ocupará el 45 por ciento de todo el continente americano y, nada menos, que el 85 por ciento de América Central y América del Sur.

 

10.- Hasta que punto el calendario del capital queda pautado por las diferentes  luchas (de la América morena y mestiza, indígena y blanca; del empleo precario y el neoproletariado posfordista; del subproletariado del subconsumo y el desempleo como pandemia universal; de la resistencia ante la definitiva privatización de los recursos naturales y de los campesinos sin tierra) queda de manifiesto, a partir de que la federación de naciones reunidas en Cuzco, no surge, de ningún sueño neosocialista. Sino, a pesar de las propias burguesías, que desesperadamente buscan, un lugar en el mundo ante la competencia impiadosa entre los capitales mas fuertes y sus propias multitudes en estado de autonomía.

 

11.- Toda clase social dominante, precisa estratégicamente, de algún imaginario internacionalista que de sentido al lugar en el mundo mercantil que le tocó habitar a cada persona. Que los una al universo, al unísono, que los diferencia a unos de otros. Que los identifique. Que afiance en los ciudadanos el sentimiento de pertenecer a una nación. Que los provea de un fin en la vida, un tanto mas encantador, que ser un voto en las urnas cada dos años; un objeto de represión si lucha por su dignidad; un infortunado asalariado y; para aquellos mas favorecidos, apenas un número de una cuenta bancaria que perderá sus ahorros en cada colapso capitalista.

 

:: Con el debut del Frente Amplio en Uruguay, sus conspicuos dirigentes setentistas, parece que extrajeron que la mejor lección revolucionaria es crear una nueva burguesía nacional. Ellos que la habían combatido hasta con las armas en la mano, siendo asesinados y exilados, encarcelados y torturados; ahora pregonan, la “nueva utopía” de ser un explotado. 

 

12.- Para mantener esta farsa “regionalista” ya no le alcanza a la Nueva Clase con el Mercosur y la APEC. Ahora cada uno de los estados integrantes de la Comunidad Sudamericana de Naciones, va a expandir el dislate del capitalismo con rostro latinoamericano, unificando sus ilusiones de que otro mundo (capitalista) es posible. Una obra maestra del terror representada por Kirchner “El Pingüino”. Cuyo gobierno tiene el récord de presos políticos y procesados sociales por luchar, y la distribución de la riqueza mas deshonrosa de la historia Argentina.

Una tragicomedia estelarizada por: alguna vez fui “Lula” el obrero metalúrgico, pero ahora soy de la Nueva Clase y me dicen Ignacio da Silva a secas. Otro lindo gobierno progresista, que en un año, nos demostró, como rodearse de ex guerrilleros y marxistas que tiraron la toalla, y por el mismo precio, mantuvo el salario mínimo en menos de 100 dólares. Incrementando, en dos millones y medio mas, los hambrientos del Brasil.

Con el debut del Frente Amplio de centroizquierdistas en Uruguay. Cuyos conspicuos dirigentes setentistas parece que extrajeron que la mejor lección revolucionaria que se desprende del oriundo de Tréveris que escribió, El Capital, contra burguesía (y que para continuar las enseñanzas del barbado la habían combatido hasta con las armas en la mano; siendo asesinados y exilados, encarcelados y torturados muchos de ellos) ahora, sin embargo nos dicen, que hay que recrear a la propia burguesía nacional. Son tan, pero tan modernos, que en vez de concluir con el trabajo asalariado para felicidad de la humanidad, y por ende del pueblo uruguayo; hoy día, hay que afianzar, y si hace falta crear, un nuevo empresariado nacional que tenga como estación terminal la “nueva utopía” de ser un  feliz explotado.

Juntos con ellos y cerrando el reparto de papeles protagónicos, para no perder la costumbre de la dictadura de Stroessner; estará Duarte Frutos, el actual presidente paraguayo mata campesinos.

 

13.- Los nacionales y populares, progresistas y socialdemócratas, no le hacen asco a nadie. En Cuzco los santos de la centroizquierda no rehúsan estrechar sus vínculos cobijando al demonio neoliberal que dicen combatir. Un lucifer, bien terrenal, representado de manera formidable por Uribe, el presidente colombiano. Un tirano dispuesto a dejarse invadir por Estados Unidos, de ser necesario, para frenar la revolución social Latinoamericana.

Actuando de bisagra, entre el cielo centroizquierdista y el averno de la centroderecha, desde el purgatorio venezolano, Chávez, realiza sus santos oficios. Un simpático Perón fuera de época que ahora habla de socialismo, mientras que es tan, pero tan antiimperialista, que ni siquiera se atreve a hacerle un boicot de petróleo a los Estados Unidos mientras controla PDVSA (Petróleo de Venezuela Sociedad Anónima).

Cierran el pelotón de impresentables, el tan corrupto como Fujimori, presidente del Perú, Alejandro Toledo. Lo acompaña, Lucio Gutiérrez, el traidor de la alianza indígena ecuatoriana que lo llevó al poder. Y Carlos Mesa, el presidente que se ganó la magistratura boliviana sobre los cadáveres de los insurrectos que desparramó Sánchez de Losada y de cuyo “tandem” presidencial formaba parte. A distancia de la comparsa de la Nueva Clase observarán el espectáculo antes de sumarse, al carnaval carioca encabezado por Lula, el presidente de Panamá y el ex-gerente de la compañía Coca Cola para México y América Latina, el presidente de México, Vicente Fox.   

 

:: ¿Que pasaría si lo que excede de la creatividad autodeterminada de cada nodo de la resistencia, pudiera disponer, de los sobrantes que tengan otros nodos anticapitalistas?

 

14.- Así es compañeras y compañeros. El nuevo internacionalismo latinoamericanista posmoderno, no es ningún sueño de mentes autónomas afiebradas. Sino del mas puro y crudo instinto de supervivencia de los capitalistas y sus gerentes del continente americano, que ven crujir bajo sus pies, el piso nacional donde se asienta su antagonía contra la multitud.

 

15.- Pero el internacionalismo de la Comunidad Sudamericana de Naciones no es sinónimo de internacionalismo de la multitud. ¿Qué pasaría, en cambio, si el corredor bioceánico, las pampas argentinas, el gas boliviano, el petróleo venezolano, sea por caso; alimentase una libre circulación y uso del hacer de la multitud, en vez de transformarse en una nueva quimera capitalista? En un inflado ABC o un Bandum berreta. En Chiapas hay buen café, pero sobre todo hay una ética del hacer que no quiere perecer triturada, por el invierno mas crudamente mercantil que domina el mundo, al ampliar el intercambio de lo que hace en los caracoles con empresas dominadas por el lucro capitalista. Una tensión que afrontan los zapatistas entre: no condenarse al au

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