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AuTogobierno: Un Mundo PosEstatal. (3º parte)
Por Nuevo Proyecto Histórico -
Thursday, Mar. 03, 2005 at 2:14 AM
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::
4) Autogobierno: un mundo posestatal.(Tercera parte) En simultáneo para Indymedia, kaos
[en-la] red, y Clajadep-La Haine. Todavía los representantes capitalistas, todos ellos, los aliados de la
nueva oligarquía comandada por Vladimir Putin, y la nueva clase amiga de la
Europa de los mercados; pueden reconducir la antagonía de la multitud por
intermedio del estado de partidos. Pero si no quieren ver caer la ficción del
sufragio, como soberanía popular delegada, necesitan respetar la democracia del
voto que ellos tanto pregonan. :: LOS CAMBIOS, AUNQUE POR MOMENTOS
IMPERCEPTIBLES, SON PERMANENTES. El menú es claro: Capital-parlamentario y estado de excepción. Estado de
emergencia permanente y Capital-parlamentario, como guerra civil y global no declarada
contra la multitud. Estado de guerra, o estado en guerra; y estado de paz,
entrelazado, uno con otro, de manera indistinguible. El estado de excepción,
como forma política provisoria que suspende el estado de derecho burgués para
salvarlo, se transforma en la regla de funcionamiento del estado. Lo inusual
ahora es cotidiano. La excepción es la norma. Lo anormal se hace normal. La
emergencia se transforma en permanencia. Este es el menú del imperio. Sólo la
multitud posee, a través del poder de su trabajo, de su autodeterminación y
organización, la posibilidad de alumbrar una nueva civilización poscapitalista.
Un mundo donde quepan todos los mundos de la multitud, no está, en este
mundo. Ya no alcanza con entender la realidad para después modificarla. Sino
que tenemos que, a partir de este viejo mundo, hacerlo de nuevo. El planeta
está puesto en entredicho. Los cambios, aunque por momentos imperceptibles, son
permanentes. La división de naciones que forjó el desarrollo mercantil nunca
fue estable. El mapamundi se ha modificado sustancialmente en los últimos 200
años. ¿O acaso la tierra era igual en el siglo XVIII antes de la revolución
norteamericana y francesa, dónde ni siquiera existía este país que hoy llamamos
la Argentina? ¿O en el siglo XIX, con los cambios producidos entre la derrota
de Napoleón Bonaparte, la independencia de las colonias Latinoamericanas y la
irrupción de la Comuna de París? ¿O en el siglo XX, después de la caída del
imperio Austrohúngaro y la pérdida de hegemonía inglesa a manos de los
norteamericanos, el nacimiento de la URSS y la revolución China? ¿O para no
irnos tan lejos, después del final del Tercer Reich, la revolución cubana,
vietnamita y nicaragüense, y la caída del muro de Berlín; todos,
acontecimientos que se sucedieron en menos de cincuenta años? Ahora, en el
siglo XXI, después de la batalla de Génova, la destrucción de las torres
gemelas y la invasión a Afganistán e Irak, las juntas de buen gobierno
zapatistas, la insurrección Argentina y boliviana, el golpe de estado fallido
contra Chávez, la autonomía en Cabila y la revolución en marcha en Nepal que
afronta una contrarrevolución; todo indica, que estamos en pleno clivaje
civilizatorio, antropológico, económico, geográfico, político y social. :: La crisis no
se ubica exclusivamente en el capital como “cosa”, y en los patrones como
enemigos de la multitud. Sino que, está en el propio comportamiento, imaginario
y lenguaje impurificado por las relaciones sociales dominantes que involucra a
los propios trabajadores. El planeta tierra como hoy lo habitamos, con su actual división
geográfica por países, está siendo reestructurada por una nueva
regionalización. De resultas complementaria con una futura reunificación
diferente a todas las conocidas. Este es el plan de las clases dominantes y sus
agencias políticas. Hacer coincidir la concentración transnacional del poder
empresario, distribuido funcionalmente como redes nacionales autovalorativas
del capital, con nuevas instituciones imperiales en formación. Red y
centralización, imperio y nación, multitud y estado, trabajo y capital, por el
momento conviven. Pero son formas antagónicas para el desarrollo del intelecto
general de masas como forma dominante de la producción inmaterial que alimenta
al imperio, o que puede emanciparse sin rodeos de su control y dominio. No están separados de manera tajante el trabajo y el capital. Si lo que
valoriza al capital es la sustancia humana creativa, el trabajo como fuerza
subjetiva, entonces, la crisis no está fuera de los cuerpos y las conciencias
que alimentan al capital. La crisis no se ubica exclusivamente en el capital
como cosa, y en los patrones como enemigos de la multitud. Sino que, está en el
propio comportamiento, imaginario y lenguaje impurificado por las relaciones
sociales dominantes que involucra a los propios trabajadores. La compraventa de
los seres humanos como objetos, deriva en consecuencias ambivalentes. No sólo
en prácticas contrapuestas, sino también identificatorias con los capitalistas.
Algo así como: te odio, pero más detesto no poder ser como vos. Te aborrezco
como patrón, pero más aborrezco no ser un patrón. Algo de eso hubo en una
porción de las obreras y obreros de la cooperativa 18 de diciembre, ex-
Brukman, que ante la lucha por la ley definitiva de expropiaciones impulsada
por los obreros de Zanón dijeron que no marcharían con ellos. Sin mantener
concientemente la esquizofrenia de caminar hacia el anticapitalismo mientras se
produce bajo el dominio de las relaciones capitalistas (situación que no ocultan los compañeros de
Zanón); sin este grado de lucidez, se termina tirando la toalla, y se sigue
produciendo para el sistema bajo la misma esquizofrenia, pero reprimiendo, la
toma de conciencia de la enfermedad social llamada capitalismo. El nuevo
imaginario no se construye, únicamente, haciéndose de las máquinas que
pertenecían al patrón. Por lo visto algunos obreros okupas, cuando se ponen a
trabajar para el mercado, y renuncian lisa y llanamente al anticapitalismo,
vuelven a reproducir, no sólo, su trabajo como mercancías tasadas en dinero y
acumulables como capital, sino, que reproducen los comportamientos inherentes a
la lógica sistémica de cualquier empresa capitalista. Por más que ganen todos
por igual y se digan dueños de su destino, en realidad, retornan a una vida
expropiada por el mercado capitalista. Los medios masivos de (in)-comunicación dirigiéndose a ese tercio de la
multitud con cierta capacidad consumista y orgullo de ser un esclavo rentable,
con pretensiones de burgués, lo diría mas o menos así:
“No pierda su tiempo en vencer a los
capitalistas. Usted que está por encima de la línea de la pobreza, que respeta
la ley, que vive de su digno trabajo; usted noble ciudadano, que vota y delega
su destino en los que saben, aspire a ser, ¡usted también!, un envidiable
empresario. Eso sí, ¡no desfallezca en el intento! No atienda a guerras y
convulsiones, a devaluaciones y confiscaciones, muertos y presos políticos, a
corrupciones y hambrunas. ¡Esmérese un poco más, que veinte años de democracia
no es nada! Sólo es una cuestión de tiempo, bajar la cabeza y el lomo, un poco
de fortuna, y mucha, pero mucha, paciencia y esfuerzo”. El trabajo y su crisis, la disputa entre autonomía y heteronomía, entre
la autodeterminación social y su apropiación por los empresarios; constituye
una relación, que menos estable, es cualquier cosa. Creativa y confiscada,
liberadora e intolerable, productiva y conflictiva, imaginativa y cosificante.
Pero sobre todo, si algo hoy caracteriza al trabajo es su inestabilidad. La
energía subjetiva y viva, inteligente y esforzada, física y mental, cooperante
y competitiva del trabajo, es la contracara del imperio. El obrar bajo el capitalismo
nos muestra su reverso despiadado: indigencia y desempleo, subconsumo y trabajo
asalariado, conflagraciones y desolación, impunidad genocida y riquezas para
una minoría. Un semblante siniestro, el otro lado, del bello rostro de la
creatividad humana expropiada por el capital. Las formas capitalistas del estado-nación resultan desgarradas por la
autonomía cooperante de la multitud que constituye el revés de la trama del
imperio. Esta doble dimensión, material y subjetiva entre el capital y el
trabajo, no soporta por mucho más tiempo la actual división política del globo.
El trabajo hiperproductivo y tecnológico, fantasioso y afectivo,
creativo y cognitivo, sin el dominio del capital, nos pone a las puertas del
mayor grado de libertad y abundancia que conoció hasta el presente la
humanidad. Por cierto, que son los propios patrones los que hacen buena parte
de la tarea. Si el socialismo era la primera fase del comunismo, es decir, la
abolición paulatina del trabajo asalariado, entonces, el posfordismo constituye
la mismísima transición, la antesala del anticapitalismo. Si hacía falta una
primera etapa para alumbrar la sociedad de hombres libres, esta labor la está
efectuando el propio capital como contracara
excedentaria del trabajo. Un mundo poscapitalista es una demanda y una práctica de la propia
multitud. Un mundo donde el trabajo excedente del capital, que no puede ser disciplinado directamente
por el hambre y la guerra, no les deja más opción a los empresarios que,
mientras no los pueda arrasar; tolerar las redes de autoconsumo y una
reproducción simple del capital en su variante cooperativa. Formas de gestión
social, que por otro lado, no constituyen nuevas relaciones sociales
antagónicas y anticapitalistas. Sino que son variantes personales y grupales
que no confrontan con la hegemonía de la ley del valor. :: Pero la cooptación también
tiene su reverso trágico para el trabajo. El paraguas del estado no es gratis.
El supuesto manto protector no es más que un chaleco de fuerza. Lo que los gobiernos
garantizan con la cooptación de los créditos para las apropiaciones hechas por
la multitud, es impedir, el fin de las relaciones humanas tarifadas por plata. Un capitalismo que, bajo un peligroso ejercicio de cooptación, se puede
permitir la toma de cientos de empresas en Argentina sin estado obrero, y la
okupación de miles de kilómetros de tierras en Brasil sin revolución campesina.
El estado, coquetea con estas prácticas, mientras no sean un peligro inminente
para las ganancias capitalistas. Pero la cooptación como ejercicio de dominio
social, y no como la mera compra de este o aquel dirigente, también es binaria.
La cara tenebrosa para los gobiernos de la reabsorción de las acciones
autónomas, se dibuja, bajo el peligroso biorritmo desbordante de las
expropiaciones impregnando al conjunto de las prácticas de la multitud. Que las
okupaciones no solamente terminen con la explotación directa entre los
protagonistas de estos laboratorios sociales en lucha, sino que, pongan en
cuestión todo el sistema capitalista. Pero la cooptación también tiene su reverso trágico para el trabajo. El
paraguas del estado no es gratis. El supuesto manto protector no es más que un
chaleco de fuerza. Lo que los gobiernos garantizan con la cooptación de los
créditos para las apropiaciones hechas por la multitud, es impedir, el fin de
las relaciones humanas tarifadas por plata. Que no se extirpe el mercado del
territorio social. Que no se concluya con la explotación ampliada del hombre
por el hombre. Expoliación que se sostiene en la compraventa como la manera
expansiva del capital. Como forma de explotación social a gran escala. Con sus respectivas características, en Ucrania, se está produciendo un
ejercicio de autonomía de proporciones colectivas y potenciales consecuencias
globales. Mientras tanto, el capital europeo, fogonea la insumisión de la
multitud contra la nueva burguesía de Moscú; y conduce la fantasía capitalista
independentista de una parte de los ucranianos que estiman que, separándose de
Putin, por lo menos por un tiempo vivirán mejor. Entre resistencia y secesión
juega sus naipes el capitalismo que no tendría problemas en permitir la
división de Ucrania, como antes lo hizo con los Balcanes, si de esto depende
que no se instituya la “res-pública” de la multitud que puede comenzar en
Ucrania y no se sabe donde termina. :: Si no hay una permanente ampliación de un
área autónoma constituida por redes universales antimercantiles que provean
todo lo necesario para la vida de la multitud, los islotes liberados en estado
de resistencia, sean barrios, comunas y aún países, terminarán extendiendo el
intercambio de su hacer en términos mercantiles. Sin independencia posestatal y anticapitalista de la multitud ucraniana,
la secesión y la constitución de las nuevas fronteras de una Ucrania dividida;
puede terminar, en el mejor de los casos, como un territorio de producción,
circulación y simple consumo entre sus habitantes. Logro para nada menor. Pero
que, de no conectar su experiencia anticapitalista con otras diseminadas en el
planeta, cuando busquen ampliar el intercambio con otros países capitalistas
para conseguir aquello que no tienen y necesitan, caerán en la reproducción
ampliada del capital. Si no hay una permanente ampliación de un área autónoma
constituida por redes universales antimercantiles que provean todo lo necesario
para la vida de la multitud, los islotes liberados en estado de resistencia,
sean barrios, comunas y aún países, terminarán extendiendo el intercambio de su
hacer en términos mercantiles. Recostándose en el caso de Ucrania,
naturalmente, en la Unión Europa como el bloque económico mas próximo a sus
fronteras. Pero si bien la toma de una empresa y territorio no termina por abolir
la plusvalía como argamasa colectiva del sistema mercantil, tampoco, una
vinculación en red de diferentes territorios secesionistas, pero capitalistas,
produce efectos anticapitalistas. :: uNA NACIÓN DE
NACIONES, UN PAÍS COMÚN COMPUESTO POR LOS TERRITORIOS SINGULARES EMANCIPADOS
DEL CAPITALISMO. uN PAÍS RED. uN
ÁREA PAÍS. No provendrá de la reedición de ninguna nueva forma de socialismo, así
sea posestatal y en red, la que termine con la expoliación de unos hombres y
mujeres por otros. En todo caso un área autónoma global, otro mundo, una coordinación
interplanetaria, una composición de nuevos territorios autodeterminados; para
evitar retornar a los dominios mercantiles, precisan, fundar un universo
pos-estatal, pos-nacional y pos-dinerario en cualquiera de sus formas. Sea
capitalista o sea socialista. Conformando una nación de naciones, un país común compuesto por los
territorios singulares emancipados del capitalismo. Un país red. Un área país.
Una zona común integrada por las porciones secesionistas de cada nación. En vez
de una asociación de comercio libre, una asociación libre de comercio. Un área
libre sin comercio. El fin de la nación, los países y el mundo, como hoy los
conocemos. Una tierra compuesta por unidades productivas cooperantes, retazos de
barriadas, porciones de provincias, condados y regiones, y aún países completos
que se separan del viejo mundo. Pero integrando todos juntos un territorio
común como parte del nuevo mundo. El sureste mexicano con sus caracoles; el
Alto Boliviano con sus quinientas juntas vecinales en las que está
organizada una multitud de 800.000 mil habitantes; los
miles de hectáreas okupadas en Brasil por el Movimiento de los Sin Tierra; las
comunidades indígenas del Ecuador y Perú; las urbes argentinas donde las brazas
del “Que se Vayan Todos” le quema la nuca a la clase política, las redes
piqueteras de autoconsumo, las asambleas que resisten, y las 12.000
trabajadoras y trabajadores de empresas recuperadas argentinas; los
laboratorios sociales del precariado en Inglaterra y España, Italia y Alemania;
media Ucrania; las aldeas independientes de Argelia; las multitudes nigerianas
y de Costa de Marfil que buscan recuperar sus recursos naturales; y el millón
de menesterosos haitianos de la villa Cité-Soleil que están enfrentando la ocupación de la ONU. Estas y otras miles de
prácticas invisibilizadas por los grandes medios, pero no por ello menos
existentes, socavan al imperio y fundan el nuevo mundo de la multitud desde las
propias entrañas del capital. Que es igual que decir, desde las propias entrañas
del trabajo que lo sostiene pero que antagoniza con el capitalismo para
independizarse de él y articularse mas allá de su dominio. Esto no significa que no se combata por liberar todo el territorio
nacional donde esté asentada cada experiencia donde se confronta contra el
capital. Ni que no haya que concluir con el poder dominante. Ni que la
autoorganización niegue la antagonía contra el capital, que por otro lado, no
se podrá evitar porque ninguna clase dominante se suicida. Autonomía no es
atomización ni autismo. Ni el éxodo del capital es la reedición posmoderna de
la isla de Robinsón Crusoe. Tampoco significa que se desprecie la
reivindicación por mejoras salariales y más presupuesto estatal en beneficio de
la multitud, mientras el asalariamiento y el trabajo por dinero, sea la forma
dominante del corsé social. :: La resistencia se
transforma en una suerte de asedio y éxodo. Asedio
contra los intereses capitalistas y éxodo mas allá del
capitalismo. Pero también al revés. Se resiste para retener y ampliar lo
conquistado, mientras se produce el asedio del propio capital para demoler y
cooptar cada experiencia de éxodo. Cada una de las múltiples formas de la multitud tiene demandas
singulares y comunes. No es lo mismo estar desempleado que ser un trabajador
inmaterial de Telefónica. No es lo mismo ser un operario de una PyME que pelea
por un mejor sueldo, que haberle ocupado la fábrica al patrón. No es lo mismo
ser un repositor de supermercado que un diseñador de páginas web. No es lo
mismo integrar una red de familias campesinas bajo el dominio del autoconsumo
que ser empleados en el servicio de transporte. Ser un trabajador sexual que un
operario automotriz. Trabajar el campo como obrero golondrina que un técnico de
la industria del petróleo. Ser vendedor ambulante que docente. La composición
técnica de cada variante laboral, asalariada o autoexplotada, ocupada y
desocupada, que gana menos que la canasta de indigencia o más que la línea de
la pobreza, depara diferentes tácticas de resistencia. Pero como la clase de la
multitud se recompone permanentemente, como la lucha es constituyente a la
clase, mas aún bajo los ciclos de crisis cada vez más periódicas del
posfordismo; por consiguiente, todas las singularidades productivas y
reproductivas del capital, son recomposiciones singulares y comunes del
trabajo. Cada una de sus tácticas específicas, resultan absolutamente
compatibles con una misma estrategia de emancipación social. Todas y cada una de las luchas resultan valiosas y necesarias. La particularidad
de cada una de ellas, debe servir, para potenciar lo común que la multitud
tiene como clase. El desprecio a ser los esclavos modernos de otros hombres, la
conquista de la más plena libertad, el amor por la igualdad humana expresado
como la ontológica diferencia de cada persona, y la autosoberanía del trabajo
que no precisa de ninguna mediación estatal y mercantil para autogobernarse. Lo
común en lo singular y lo singular en lo común. La democracia de la multitud
como proyecto posible y concreto. La resistencia se transforma en una suerte de asedio y éxodo. Asedio
contra los intereses capitalistas y éxodo mas allá del
capitalismo. Pero también al revés. Se resiste para retener y ampliar lo
conquistado, mientras se produce el asedio del propio capital para demoler y
cooptar cada experiencia de éxodo. El asedio es mutuo entre el trabajo y el capital. Como bifronte y
recíproca es la relación social antagónica que constituye el imperio. El
capital combate cada expresión de emancipación social por más pequeña que sea.
Al mismo tiempo que, cada una de ellas, entrelazándose con otras que actúan
fuera de sus fronteras geográficas se autodefienden mutuamente del enemigo
común: Los empresarios y sus estados. Y todos los dispositivos del imperio: las
burocracias sindicales, las ONG´s sistémicas, las personalidades que viven a
costa de los que luchan, los movimientos sociales meramente reformistas, los
saboteadores de la contrainformación, las nomenclaturas religiosas, los
comunicadores de los mass media, los partidos del sistema en cualesquiera de
sus variantes, los policías, jueces y militares. Una red de redes comunitaria y antimercantil. Una red sin nodo central
ni núcleo rector. Una bandada que desquicie todos los aparatos de captura de la
insumisión. Que impida que las fuerzas del orden puedan concentrar su
maquinaria bélica en un solo punto. Una resistencia que se defiende
expandiéndose, y no acantonándose, en ningún baluarte particular. Donde cada
unidad bioproductiva y cultural de trabajo humano liberado, cuente con los
recursos naturales, tecnológicos y de infraestructura de todo tipo, en cada una
de sus latitudes. Para todos, todo. Donde cada individuo social entienda que lo propio es
fruto de lo común, y el fruto de lo común es propio. Que lo de todos es
producto del esfuerzo de cada uno. Y lo de cada uno resulta una realización de
todos. Donde la abolición de la propiedad privada de los medios de producción y
distribución, no impide, el respeto de la propiedad personal obtenida por el
esfuerzo individual como parte de un trabajo colectivo. Donde persona, grupo y
colectividad, no se superponen, ni se homologan; sino que se complementan y
diferencian. Este es un nuevo mundo de singularidades. Una identidad geográfica
y social, compuesta, por múltiples identidades sociales y geográficas. Un mundo
de los comunes donde quepa cada uno de los nuevos mundos singulares. III.- Marcándole el
paso al imperio. Es la
autonomía del trabajo, de la que está preñada el
capital, la que le está marcando el paso al imperio. ¿No estaremos exagerando?
¿No serán estas banales fantasías sociológicas del colectivo NPH? Veamos: 1.- El nueve
de diciembre de 2004, el continente Sudamericano conmemoró el 180 aniversario
de la batalla de Ayacucho. Combate donde las burguesías latinoamericanas
obtuvieron su derecho a disputar un lugar en el mercado universal capitalista.
En cambio, ahora, está muy claro que algo anda muy mal para la clase dominante.
Cuesta creer que si la multitud aspira a la Comunidad Sudamericana de Naciones
la sesión fundacional en Cuzco sea militarizada como el encuentro del Grupo de
los 8, que se realizó en Génova, en julio del 2001. 2.- Cuesta
creer que las masas chilenas están seducidas por la APEC cuando protagonizaron
un Santiagazo en su última cumbre. También cuesta creer que la crisis Argentina
esté cerrada y que Kirchner sea tan amado por el pueblo, cuando a más de tres
años del 19 y 20, el edificio anexo del Congreso Nacional esté enjaulado, la
Legislatura Porteña tenga un corralito de acero presto para cada movilización,
y la clase política no haya podido retirar las vallas que parte en dos a la
Plaza de Mayo y separa a los manifestantes de la casa de gobierno. Es difícil
creer que los votantes herederos de Juan Perón, llegado el caso, den la vida
por Kirchner; cuando su discípulo santacruceño mantiene procesados a 4.000
luchadores sociales; y volviendo treinta años atrás, se reedite, el escándalo
de tener decenas de presos políticos. :: uNA DE LAS FIGURAS DESCOLLANTES DE LA ANTAGONÍA DE
CLASE ES EL TRABAJADOR POSFORDISTA DEL CAPITALISMO DE EXCEDENCIA. tANTO DEL GENERAL INTELLECT O TRABAJO INMATERIAL, COMO DEL
DESEMPLEADO O DESOCUPADO. 3.- Por mas
que los filósofos de la Nueva Clase del diario Página/K busquen ningunear los
nuevos sentidos, prácticas y valores fraternales que están forjando los
oprimidos; aún contra sus intereses y miopía, un imaginario antagónico al
capital se está abriendo paso. A punto tal, que el ala progresista del
encuentro en Cuzco tenga que hablar de un nuevo sujeto histórico y político.
Para ellos un “hermoso” sujeto epocal, siempre y cuando, delegue su poder, como
un presente griego, adentro de la urna de la soberanía estatal. Tolerando, una
vez mas, a una nueva clase política que piense, parlamente y actúe en su
nombre. 4.- No sólo el
capitalismo contamina a los trabajadores; las prácticas anticapitalistas de la
multitud también impregnan las prácticas de los empresarios y el estado. La
relación humana del hacer bajo el dominio del capital es un vínculo
antagónicamente bicéfalo. Como tendencia histórica la era de la subsunción real
del trabajo en el capital no permite más compartimientos estancos entre tiempo
de vida y tiempo de producción; entre tiempo ocupado y tiempo libre; entre lo
social y lo económico; entre lo comercial y lo político; entre tiempo del
trabajo y tiempo del capital. 5.- En lo que
respecta a la traducción concreta de estas categorías en relación a los puntos
mas salientes de la lucha de clases Argentina podemos decir lo siguiente: el
capitalismo es una relación social obstaculizadora de la autonomía de la
multitud en su conjunto, y por ahora, una de las figuras descollantes de la
antagonía de clase es el trabajador posfordista del capitalismo de excedencia.
Tanto del general intellect o trabajo inmaterial, como del desempleado o desocupado.
Este último, en realidad, como solemos llamarlo, es un des-asalariado que no
recibe una paga directa de un empresario privado. Quedando excluido de un
sueldo pero no de la formación de valor. Ya que, si no ocupa su vida de algún
modo para ganarse el pan, se muere. Sean piqueteros, o sean obreros que
gestionan por sus medios la empresa. La oposición antisistémica también se
produce entre las asambleas y la delegación estatal; entre los sindicatos que
abandonaron a su suerte a los desocupados y la lucha piquetera; entre la
ocupación de las empresas quebradas y una nueva acumulación originaria del
capital que acorrala el circuito de apropiaciones, poniéndola a trabajar, bajo
la lógica de la mercancía; entre el Que Se Vayan Todos y el Se Quedaron Todos. 6.- Las
experiencias de antagonía social no resueltas a favor de la multitud, si bien
no permitió una recomposición completa del sistema de partidos previo a
diciembre de 2001, constituyeron los más valiosos pilares sobre los que se
asienta la reconversión del dominio capital-parlamentario. Una matrix que no
fue vencida en el momento del colapso de comienzos de siglo, fue muy hábil,
para reabsorber una parte de la autonomía de la multitud, y sobrevivir así, a
su peor momento. 7.- Mientras
tanto, esta entente gubernamental desesperada reunida en Cuzco, apelará a que
ellos son los personeros del combate contra el neoimperialismo norteamericano.
Intentando expropiar las rebeliones ecuatoriana, peruana, boliviana y
argentina. Una impostura de la clase política que encubre su labor en beneficio
del capital latinoamericano en su conjunto. Buscando anticiparse a las nuevas
formas institucionales de la multitud y cimentando las novedosas instituciones
imperiales del capitalismo posmoderno. De hacer falta, se regodearán con la
unidad en la diversidad y hasta pregonarán la horizontalidad. Claro, unidad en
la diversidad de todos patrones, contra los intereses irreductiblemente
opuestos y diversos de la multitud. Una horizontalidad que termine, en el mejor
de los casos, en la constitución de un nuevo ciudadano latinoamericano que
entregue, una y otra vez, su poder. Una patria común del capital, pero no de
los comunes. Un territorio convergente de los intereses empresarios. Un
Mercosur ampliado a medio camino del ALCA. Del estado nacional al estado
regional. :: Toda clase social dominante, precisa
estratégicamente, de algún imaginario internacionalista que de sentido al lugar
en el mundo mercantil que le tocó habitar a cada persona. 8.- En Cuzco
no se está alumbrando ninguna patria grande de mujeres y hombre libres. Un territorio común que le ponga fin a la soberanía
estatal. Muy por el contrario, ampliando el marco geográfico del dominio
estatal sólo se profundiza el concepto de ciudadanía capitalista. Una mera representación
de la multitud como pueblo indiferenciado que delega su potencia en el poder de
Uno. Así sea, que este Uno, sea un estado o un conjunto de estados. Una
abstracta igualdad formal y una concreta desigualdad real entre representantes
y representados; entre estado y multitud; entre el hombre político y el hombre
económico; entre el capital y el trabajo. 9.- Que el
capital es una relación universal que necesita permanentemente expandirse y profundizarse,
o contrariamente estalla, lo reconocen los presidentes reunidos en Cuzco. Doce
estados que se reúnen, en una carrera contra reloj, para ampliar sus
respectivos mercados en un espacio pos-nacional. Una geografía de 360 millones
de habitantes que ocupará el 45 por ciento de todo el continente americano y,
nada menos, que el 85 por ciento de América Central y América del Sur. 10.- Hasta que
punto el calendario del capital queda pautado por las diferentes luchas (de la América morena y mestiza,
indígena y blanca; del empleo precario y el neoproletariado posfordista; del
subproletariado del subconsumo y el desempleo como pandemia universal; de la
resistencia ante la definitiva privatización de los recursos naturales y de los
campesinos sin tierra) queda de manifiesto, a partir de que la federación de
naciones reunidas en Cuzco, no surge, de ningún sueño neosocialista. Sino, a
pesar de las propias burguesías, que desesperadamente buscan, un lugar en el
mundo ante la competencia impiadosa entre los capitales mas fuertes y sus
propias multitudes en estado de autonomía. 11.- Toda
clase social dominante, precisa estratégicamente, de algún imaginario
internacionalista que de sentido al lugar en el mundo mercantil que le tocó
habitar a cada persona. Que los una al universo, al unísono, que los diferencia
a unos de otros. Que los identifique. Que afiance en los ciudadanos el
sentimiento de pertenecer a una nación. Que los provea de un fin en la vida, un
tanto mas encantador, que ser un voto en las urnas cada dos años; un objeto de
represión si lucha por su dignidad; un infortunado asalariado y; para aquellos
mas favorecidos, apenas un número de una cuenta bancaria que perderá sus
ahorros en cada colapso capitalista. :: Con el debut del Frente Amplio en Uruguay,
sus conspicuos dirigentes setentistas, parece que extrajeron que la mejor
lección revolucionaria es crear una nueva burguesía nacional. Ellos que la
habían combatido hasta con las armas en la mano, siendo asesinados y exilados,
encarcelados y torturados; ahora pregonan, la “nueva utopía” de ser un
explotado. 12.- Para
mantener esta farsa “regionalista” ya no le alcanza a la Nueva Clase con el
Mercosur y la APEC. Ahora cada uno de los estados integrantes de la Comunidad
Sudamericana de Naciones, va a expandir el dislate del capitalismo con rostro
latinoamericano, unificando sus ilusiones de que otro mundo (capitalista) es
posible. Una obra maestra del terror representada por Kirchner “El Pingüino”.
Cuyo gobierno tiene el récord de presos políticos y procesados sociales por
luchar, y la distribución de la riqueza mas deshonrosa
de la historia Argentina. Una
tragicomedia estelarizada por: alguna vez fui “Lula” el obrero metalúrgico,
pero ahora soy de la Nueva Clase y me dicen Ignacio da Silva a secas. Otro
lindo gobierno progresista, que en un año, nos demostró, como rodearse de ex
guerrilleros y marxistas que tiraron la toalla, y por el mismo precio, mantuvo
el salario mínimo en menos de 100 dólares. Incrementando, en dos millones y
medio mas, los hambrientos del Brasil. Con el debut
del Frente Amplio de centroizquierdistas en Uruguay. Cuyos conspicuos
dirigentes setentistas parece que extrajeron que la mejor lección
revolucionaria que se desprende del oriundo de Tréveris que escribió, El
Capital, contra burguesía (y que para continuar las enseñanzas del barbado la
habían combatido hasta con las armas en la mano; siendo asesinados y exilados,
encarcelados y torturados muchos de ellos) ahora, sin embargo nos dicen, que
hay que recrear a la propia burguesía nacional. Son tan, pero tan modernos, que
en vez de concluir con el trabajo asalariado para felicidad de la humanidad, y
por ende del pueblo uruguayo; hoy día, hay que afianzar, y si hace falta crear,
un nuevo empresariado nacional que tenga como estación terminal la “nueva
utopía” de ser un feliz explotado. Juntos con
ellos y cerrando el reparto de papeles protagónicos, para no perder la
costumbre de la dictadura de Stroessner; estará Duarte Frutos, el actual
presidente paraguayo mata campesinos. 13.- Los
nacionales y populares, progresistas y socialdemócratas, no le hacen asco a
nadie. En Cuzco los santos de la centroizquierda no rehúsan estrechar sus
vínculos cobijando al demonio neoliberal que dicen combatir. Un lucifer, bien
terrenal, representado de manera formidable por Uribe, el presidente
colombiano. Un tirano dispuesto a dejarse invadir por Estados Unidos, de ser
necesario, para frenar la revolución social Latinoamericana. Actuando de
bisagra, entre el cielo centroizquierdista y el averno de la centroderecha,
desde el purgatorio venezolano, Chávez, realiza sus santos oficios. Un
simpático Perón fuera de época que ahora habla de socialismo, mientras que es
tan, pero tan antiimperialista, que ni siquiera se atreve a hacerle un boicot
de petróleo a los Estados Unidos mientras controla PDVSA (Petróleo de Venezuela
Sociedad Anónima). Cierran el
pelotón de impresentables, el tan corrupto como Fujimori, presidente del Perú,
Alejandro Toledo. Lo acompaña, Lucio Gutiérrez, el traidor de la alianza indígena
ecuatoriana que lo llevó al poder. Y Carlos Mesa, el presidente que se ganó la
magistratura boliviana sobre los cadáveres de los insurrectos que desparramó
Sánchez de Losada y de cuyo “tandem” presidencial formaba parte. A distancia de
la comparsa de la Nueva Clase observarán el espectáculo antes de sumarse, al
carnaval carioca encabezado por Lula, el presidente de Panamá y el ex-gerente de la compañía Coca Cola para México y América Latina, el presidente de México, Vicente Fox. :: ¿Que pasaría si lo que excede
de la creatividad autodeterminada de cada nodo de la resistencia, pudiera
disponer, de los sobrantes que tengan otros nodos anticapitalistas? 14.- Así es
compañeras y compañeros. El nuevo internacionalismo latinoamericanista
posmoderno, no es ningún sueño de mentes autónomas afiebradas. Sino del mas
puro y crudo instinto de supervivencia de los capitalistas y sus gerentes del
continente americano, que ven crujir bajo sus pies, el piso nacional donde se
asienta su antagonía contra la multitud. 15.- Pero el
internacionalismo de la Comunidad Sudamericana de Naciones no es sinónimo de
internacionalismo de la multitud. ¿Qué pasaría, en cambio, si el corredor
bioceánico, las pampas argentinas, el gas boliviano, el petróleo venezolano,
sea por caso; alimentase una libre circulación y uso del hacer de la multitud,
en vez de transformarse en una nueva quimera capitalista? En un inflado ABC o
un Bandum berreta. En Chiapas hay buen café, pero sobre todo hay una ética del
hacer que no quiere perecer triturada, por el invierno mas crudamente mercantil
que domina el mundo, al ampliar el intercambio de lo que hace en los caracoles
con empresas dominadas por el lucro capitalista. Una tensión que afrontan los
zapatistas entre: no condenarse al au