Acerca de la guerra de Irak
Por EL MILITANTE -
Tuesday, Mar. 08, 2005 at 12:09 PM
EL MILITANTE - Versíon
para imprimir | |
MARK TWAIN, DANIEL DE LEÓN Y LA GUERRA
DE IRAQ |
|
Autor : Fred Weston Fecha
: ( 26-Febrero-2005 ) Categoria : Estados Unidos
|
principios
de diciembre el Consejo de Ciencia y Defensa del Pentágono publicó
una declaración del presidente Bush de la que no se ha hecho
demasiada publicidad. La declaración era franca y significativa. Las
fuerzas de la “coalición” no sólo estaban perdiendo la batalla por
los “corazones y las mentes” iraquíes, sino que también puede que
“consigan lo contrario a lo que pretendían”.
¡De vez
en cuando la realidad consigue entrar en los análisis del Pentágono
estadounidense! Pero a pesar de todo, Bush continúa extendiendo
mentiras y distorsiones. Incluso podría ocurrir que debido a lo
limitado de su entendimiento pueda creerse su propia propaganda.
Para esto cuenta con la ayuda de los medios de comunicación
norteamericanos, especialmente las principales cadenas de televisión
estadounidenses que intentan convencer a todos de que todo va según
lo planificado; las elecciones fueron un paso más en la
transformación de Iraq en un país “normal”.
En este
mundo las cosas se han vuelto del revés, ¡lo que es real se ha
convertido en irreal y lo que es real en irreal! Los expertos del
Pentágono pueden ver lo que está ocurriendo pero los medios de
comunicación expresan exactamente lo contrario.
Nos
presentan una visión de los “insurgentes” iraquíes como si fueran
criminales, mientras que los invasores, los imperialistas, son la
fuerza legítima de la ley. Es como el policia que llega al escenario
de un robo y declara que el ladrón es el propietario legal de la
casa y el propietario es el criminal.
No es la
primera vez en la historia que vemos este tipo de información. El
método habitual del imperialismo es presentarse siempre como el
“ayudante”, incluso el “civilizador” de la población a la que
oprime. Quieren convencer a la población en casa y a sus propias
tropas sobre el terreno de que están haciendo lo correcto.
Si nos remontamos cien años atrás, a principios del
siglo XX, tuvimos un escenario similar con la guerra de EEUU contra
España que acabó con la salida de los españoles de Filipinas y con
EEUU sustituyéndolos como los amos imperialistas. El gobierno
estadounidense, por supuesto, presentó todo como la “liberación” de
Filipinas, como hoy dicen de los iraquíes. En el mismo período los
británicos “liberaron” Sudáfrica de los boers. En realidad,
acorralaron a los boers, incluidos mujeres y niños, y los internaron
en campos de concentración donde sufrieron terriblemente y donde
murieron miles de personas. Mientras tanto, los negros, la gran
mayoría de los que habitaban ese territorio ¡no eran considerados
seres humanos!
EEUU surgió entonces como una potencia
mundial. En la Guerra hispano-estadounidense de 1898 tomó las
colonias españolas en el Caribe y el Pacífico. En Filipinas había
comenzado una lucha de liberación nacional (también en Cuba) contra
el dominio colonial español. El gobierno estadounidense explotó
cuidadosamente esta situación para sus propios objetivos.
Los estadounidenses destruyeron la flota española en
Manila y para tomar el interior utilizaron a los rebeldes filipinos.
Llevaron al líder revolucionario filipino exiliado, Emilio
Aguinaldo, desde Hong Kong a Filipinas. Aguinaldo tenía ventaja
sobre los estadounidenses porque sus seguidores eran filipinos y de
este modo pudo reunir sobre el terreno un ejército. El grueso de las
tropas norteamericanas todavía tenía que llegar.
Como
en todas las guerras de independencia, la población local luchó
valientemente y aplastó a las fuerzas españolas. En sólo dos meses
prácticamente habían derrotado a los españoles en la isla principal
de Luzón. Lo que quedó de las tropas españolas estaba retenido en
Manila. En junio del mismo año, los líderes rebeldes filipinos
publicaron una declaración de independencia basada en el modelo de
EEUU.
Como era de esperar, los 15.000 soldados
españoles que quedaban allí se rindieron en agosto a las tropas
filipinas. EEUU y los imperialistas españoles llegaron a un acuerdo
mediante el cual a los luchadores independentistas filipinos no
tenían nada que ver con la rendición.
La
administración norteamericana se negó entonces a reconocer la recién
independiente República Filipina. En octubre del mismo año declaró
sus planes de anexionarse Filipinas. Para justificar esta posición,
el presidente McKinley parece ser que dijo que “Dios Todopoderoso”
le había ordenado transformarlas en una colonia norteamericana. Sin
duda hoy Bush tiene ilusiones similares. Sin embargo, no había sido
una guerra de liberación, sino sólo un paso ¡en la construcción del
imperio estadounidense! En 1899, para respaldar esta decisión de
anexionarse Filipinas, las tropas estadounidenses se volvieron
contra los combatientes filipinos y los ahogaron en sangre.
EEUU extendía de este modo su dominio hacia el Caribe
y el Pacífico. Filipinas era visto como un puente hacia el mercado
chino. (En realidad, más tarde, en 1900, EEUU utilizó Filipinas como
base para enviar tropas a China y aplastar la Rebelión Boxer).
Trágicamente, los combatientes filipinos no
consiguieron ganarle al poderoso ejército de EEUU pero sí lucharon
bravamente y dieron mucho en que pensar a los norteamericanos. Más
de 126.000 soldados estadounidenses fueron enviados a Filipinas. Al
menos 250.000 filipinos, una gran parte civiles, murieron
asesinados. El número de soldados norteamericanos muertos fue de
4.200. Como confió el general Arthur MacArthur a un periodista en
1899:
“Cuando comencé a luchar contra estos rebeldes
creía que las tropas de Aguinaldo representaban sólo a una fracción.
No me gustaba creer que toda la población de Luzón -la población
nativa- se oponía a nosotros y a nuestros esfuerzos de ayuda y buen
gobierno. Pero después de haber llegado tan lejos, después de haber
ocupado varias ciudades y pueblos sucesivos... Tuve que creer de
mala gana que las masas filipinas eran leales a Aguinaldo y al
gobierno que él encabezaba”.
La lucha guerrillera
filipina contaba con el apoyo aplastante de la mayoría de la
población. El ejército estadounidense respondió de manera brutal.
Recolonizaron poblaciones enteras y las convirtieron en campos de
concentración. Quemaron aldeas y realizaron ahorcamientos de masas.
Combinaron todo esto con la violación masiva de mujeres y jóvenes,
utilizaron la tortura. Uno de los generales estadounidenses, Jacob
Smith, ordenó a sus soldados “asesinar y quemar” todo lo que
“superara el número de diez”, y transformar la isla de Samar en “un
aullido desértico”. Otro general norteamericano, William Shafter,
llegó aún más lejos al decir que ¡podría incluso ser necesario matar
a la mitad de la población filipina para que la “justicia perfecta”
llegara a la otra mitad!
Aunque finalmente las
fuerzas estadounidenses derrotaron a los guerrilleros filipinos, la
lucha continuó durante años, sobre todo en el sur. Después, como
ahora, el gobierno estadounidense calificó a los rebeldes como
“bandidos”.
Sin embargo, no todos los norteamericanos
estaban ciegos ante lo que estaba ocurriendo. Entre ellos uno de los
más famosos fue Mark Twain, famoso por ser el autor de
Huckleberry Finn y Tom Sawyer. Lo que es menos
conocido -o está menos destacado- de Mark Twain es que fue uno de
los fundadores de la Liga Antiimperialista de Nueva Inglaterra que
se creó en Boston. En los EEUU de George W. Bush sin duda habría
sido calificado de antipatriota. Sin embargo fue un progresista y un
defensor de los derechos democráticos básicos.
Twain
prestó atención -con su renombrado ingenio, agudo y profundo- a lo
que estaba ocurriendo en Filipinas y escribió una carta satírica “a
la persona sentada en la oscuridad”. Con estas palabras hacía
referencia a los pueblos oprimidos del mundo colonial. Se interesó
por lo que estaban haciendo los británicos en Sudáfrica durante la
Guerra Boer y escribió lo siguiente:
“El señor
Chamberlain fabrica una guerra con materiales tan inadecuados y tan
caprichosos que los palcos se acongojan y la tribuna ríe, intenta
profundamente convencerse de que no es un ataque privado, por el
dinero sino que en alguna parte hay una vaga y oscura
respetabilidad, si sólo pudiera encontrar el lugar; y que luego
pueda dejar de nuevo la bandera limpia después de haberla arrastrado
por el lodo, dejarla de nuevo resplandeciente y brillante en la
cámara acorazada”.
¡Sustituyamos Chamberlain por Bush
o Blair y se podrían utilizar las mismas palabras para describir lo
que están haciendo los vampiros imperialistas hoy en Iraq! Tanto
entonces como ahora se cometían atrocidades, todo en nombre de la
“salvación”, la “liberación” e incluso la “civilización” de los
pueblos coloniales. La rendición de los Boers la consiguieron los
británicos a golpe de bayonetas, como ocurrió con los “insurgentes”
filipinos por los estadounidenses.
En Filipinas, como
hemos visto, los imperialistas norteamericanos utilizaron la ayuda
de los guerrilleros independentistas filipinos, que habían luchado
para echar a los españoles, y después los traicionaron apoderándose
del país. Los kurdos en Iraq deberían extraer una lección de esto,
como deberían también hacerlo todos los pueblos minoritarios
oprimidos que piensan que se puede confiar en una potencia
imperialista para defender sus intereses. Países enteros durante
toda la historia fueron conquistados por los imperialistas
utilizando los conflictos locales para enfrentar entre sí a los
diferentes grupos y así someter a todos.
Después de
haber utilizado a los nacionalistas filipinos para expulsar a los
españoles, los estadounidenses se volvieron contra ellos. Como
escribía Mark Twain: “Lo que queríamos era el archipiélago, sin la
carga de patriotas luchando por la independencia y la guerra era lo
que necesitábamos”. Lo consiguieron provocando una guerra contra el
popular dirigente filipino Aguinaldo. El general MacArthur (padre
del famoso Douglas) dio la orden de asesinar a todos los rebeldes
filipinos, entre ellos muchos de los que habían luchando al lado de
los estadounidenses contra los españoles. Mark Twain satirizó toda
la situación con las siguientes palabras:
“Se han
dicho mentiras, pero las dijeron por una buena causa. Hemos sido
unos traidores, pero lo hicimos sólo para que el bien real pudiera
derrotar al mal aparente. Es verdad, hemos aplastado a un pueblo
engañado y crédulo que ha confiado en nosotros... Apuñalamos por la
espalda a un aliado y abofeteamos a nuestro invitado en la cara;
hemos comprado la sombra de un enemigo que no tenía que venderse;
hemos robado a un amigo digno de confianza su tierra y la libertad;
hemos invitado a nuestros jóvenes limpios a cargar un mosquetón
deslucido y hacer un trabajo de bandidos bajo una bandera que los
bandidos están acostumbrados a temer, no a seguir; hemos viciado el
honor de EEUU y ennegrecido su aspecto ante el mundo, pero cada
acción de cada destacamento era por lo mejor. Nosotros lo sabemos”.
Twain continúa desacreditando todas las mentiras
oficiales y la propaganda santurrona de los gobiernos de la
“cristiandad” que dominaban el mundo:
“La cabeza de
cada estado y la soberanía en la cristiandad, y el noventa por
ciento de cada organismo legislativo de la cristiandad, incluido
nuestro congreso y nuestras cincuenta legislaturas, son miembros no
sólo de la Iglesia sino de las bendiciones de la confiada
civilización. Esta acumulación mundial de morales calificadas,
elevados principios y justicia, no puede ser algo incorrecto,
injusto, egoísta y sucio. Eso es lo que más o menos sabemos. Para no
desasosegaros, todo es correcto”.
Su enfado por lo
que estaba haciendo el imperialismo estadounidense se puede ver en
la siguiente frase: “Podemos tener exactamente nuestra bandera
habitual con las barras blancas pintadas de negro y las estrellas
sustituidas por calaveras y huesos”.
Mark Twain
pensaba que la idea de clasificar a los guerrilleros filipinos como
rebeldes era algo absurdo. ¿Cómo alguien podía ser rebelde en su
propia casa? También hoy la resistencia en Iraq es criminalizada por
los medios de comunicación. Sin duda hay una parte del movimiento de
resistencia que utiliza métodos bárbaros. Pero el número de
participantes en la resistencia se calcula que supera los 200.000 y
que tienen un apoyo de masas. Como tampoco eran criminales ni
bandidos los filipinos de hace cien años, la gran mayoría de los
“insurgentes” en Iraq no son criminales sino la población iraquí
luchando por el derecho a gobernarse ella misma.
Mark
Twain era lo que podría definirse como un verdadero liberal burgués
de su época. Pero hubo otro norteamericano que llegó mucho más lejos
que Twain, su nombre era Daniel de León. Era un teórico socialista
estadounidense y un dirigente político. Estudió las obras de Marx y
Engels e intentó aplicar sus ideas a la lucha por la defensa de los
derechos de los trabajadores norteamericanos.
Acabaremos este artículo citando lo que dijo en una
editorial, escrita en respuesta a la represión del ejército
norteamericano en la lucha filipina de 1899. La editorial se
titulaba Libertad a punta de baqueta:
“La
batalla de la semana pasada en Manila dicen que ha costa la vida a
más de 5.000 filipinos. Estos hombres tenían una idea de que su país
de nacimiento era suyo.
Con las armas en la mano, se
resistieron al yugo español y consiguieron incluso que la soberanía
española sobre el archipiélago no fuera más que un hecho nominal.
Estalló una pelea entre su tirano y una nación extranjera. Vieron
con alegría lo que parecía una interposición divina y ayudaron a
EEUU para expulsar a los españoles.
Liberados de
España se imaginaron libres de todo yugo extranjero. No fue así.
Nuestro gobierno capitalista inmediatamente proclamó la posesión a
través de la ‘conquista’ y asumió el papel de dispensador de la
libertad con un estilo bastante propio. ‘Estos filipinos’, decía
nuestro gobierno, ‘no saben lo que significa la libertad; debemos
enseñarles’. La enseñanza se está produciendo ahora; han recibido la
primera lección. Con la baqueta como instrumento, la ‘libertad’ es
clavada en las gargantas de los patriotas a quienes nuestros
capitalistas expansionistas insultan con el nombre de ‘insurgentes’.
Pero el proceso de libertad a punta de baqueta no
está ocurriendo sólo en la lejana Filipinas. Por cada filipino
masacrado más allá del Pacífico un trabajador es masacrado o se está
poniendo la base para que sea masacrado también aquí en EEUU. Sólo
sobre los cuerpos postrados de los ‘insurgentes’ filipinos nuestro
gobierno puede marchar hacia el establecimiento de su peculiar
‘libertad’ y promover su sistema social en ese archipiélago. El
establecimiento de fábricas norteamericanas en Filipinas es
equivalente a un proceso de nivelación de salarios aquí al que se le
dará el nombre de “igualación”, pero que en realidad significa
MUERTE”. (The People. Vol. III. Nº 46. Domingo 12 de febrero
de 1899).
Estas palabras elocuentes se pueden aplicar
igualmente hoy a lo que está haciendo el imperialismo estadounidense
en Iraq. Como ocurrió entonces, mientras la administración
norteamericana libra una guerra contra el pueblo de Iraq también
mantiene una guerra salarial en casa contra los trabajadores
estadounidenses.
Febrero 2005
| |
http;//argentina.elmilitante.org