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Medicina en Neuquén: un conflicto superficial
Por Antonio Miglianelli (*) - Saturday, Mar. 19, 2005 at 4:52 PM
miglianelli@ecologiasocialnqn.org.ar 0299-4487229 Neuquén

La discusión en la Universidad Nacional del Comahue acerca de eliminar el ingreso restricto establecido desde la creación de la escuela de medicina, violatorio del propio estatuto de la universidad, pone a la luz un conflicto estatutario pero opaca y esconde lo que nadie quiere discutir. ¿Hacen falta más médicos en las provincias de Neuquén y Río Negro?




La escuela de medicina de la Universidad Nacional del Comahue (UNC), fue creada hace unos pocos años dentro de un contexto diferente al resto de las carreras de esa casa de altos estudios. Examen de ingreso y un cupo de no más de 80-100 alumnos que a diferencia de otras carreras de medicina, los estudiantes desde el comienzo toman contacto con los pacientes; una praxis importante, aprovechando los sistemas de salud, fundamentalmente de Neuquén y la vecina provincia de Rio Negro.
A finales del año pasado, el Consejo Superior de la Universidad del Comahue, votó rever la medida dictada por el mismo organismo, casi 7 años atrás, y permitir de ahora en más el ingreso irrestricto a la carrera de medicina.
El debate se centralizó porque abrir medicina para los 400 0 500 aspirantes, dicen lo que defienden que se mantenga tal cual fue creada, destruiría el proyecto primigenio, bajaría la calidad profesional y los hospitales no tendrían posibilidad de absorber a tamaña cantidad de estudiantes. En esta postura se encolumnaron las fuerzas vivas fundamentalmente de la ciudad de Cipolletti, vecina a Neuquén, donde está la sede académica de la escuela, sus propios estudiantes, los padres, profesores de la escuela, etc.
La Federación Universitaria del Comahue, partidos de izquierda, organizaciones gremiales y de Derechos Humanos, los Decanos de las facultades de Humanidades y Derecho, obviamente en contra de esta postura.
El Rectorado intentó convocar a la Asamblea Universitaria (la autoridad mayor de la UNC), para sostener la postura del ingreso restricto, pero como desde hace 11 años, este órgano no se brinda al debate y se levantó la asamblea sin discutir varios puntos como; la paulatina transición al ingreso irrestricto, transformar la escuela en Facultad, etc.

Irrestrictamente selectivo y clasista

Todavía retumban en mis oídos el cántico de los compañeros estudiantes: “Universidad…de los trabajadores….Al que no le gusta….se jode…se jode”
Desde lo declamativo es coincidente con mi postura, es más: le sumaría “de los autónomos, las amas de casa, la tercer edad, los discapacitados, los que tienen mas de 25 años, los empleados de comercio, los albañiles, los plomeros, los electricistas, etc. Pero desde el análisis dialéctico y el materialismo histórico, este cántico es idealismo puro.
Si alguna vez la Universidad Argentina no fue para los trabajadores, es ahora y desde 15 años atrás por poner un mojón. En los sesenta y setenta los trabajadores y sus hijos, ingresaban en una proporción de casi el 40 % a las universidades públicas. Antes un trabajador podía pensar en su hijo en la Universidad. Hoy no llega a un 15 %. Es mas: es falaz hablar de educación libre y gratuita toda vez que para poder cursar, al menos en la UNC es prácticamente incompatible los cursados si un estudiante es también trabajador. Por otra parte, quien no puede acceder al sistema de becas, debe costear las fotocopias, el transporte, y si viven en el interior de las dos provincias; alquileres, comida, etc.
La universidad es hoy clasista y restrictiva. Clasista porque solo aquellos de la clase que disponen de condiciones materiales acordes a las exigencias de los cursados, pueden formar parte de la elite denominada estudiantes universitarios. Restrictiva, porque pibes laburadores, madres solteras que también trabajan, obreros y “beneficiarios” de los planes trabajar de 150 pesos, tienen prácticamente vedado el ingreso a los estudios superiores.
Pero debemos sumar también, que en muchas carreras, el promedio de egresados oscila entre un 5 y 15 %, y esto ocurre por las condiciones materiales antes señaladas, por una serie de materias “filtros” insertadas a propósito para encubrir el cupo real que algunos profesores quieren tener en sus aulas, pero – y esto es lo grave – porque entre un 60 y 80 5 de los chicos ingresantes sobre todo a las carreras de ciencias exactas, deben regresar al nivel medio por su precaria formación.
Y también aquí quiero introducir un pensamiento de mi amigo y compañero de trabajo Vicente Zito Lema cuando deambulamos por el interior patagónico y surge su explicación acerca de la educación pública. Vicente sostiene que nuestra educación es Estatal, porque educación pública se entiende como aquella que trabaja denodadamente para el cambio social con altos y profundos contenidos éticos. Yo agregaría entonces el pensamiento de Althusser en aquello de la educación como aparato ideológico del Estado para replicar el modelo del status quo en las nuevas generaciones, es en líneas generales la educación hoy. Con solo ver que en Neuquén y en Capital Federal, únicamente, no hay Ley Federal de Educación, reafirma lo que estoy diciendo. Una educación y educadores éticos, jamás permitirían estar dentro de esta ley.
Es muy importante recalcar lo expresado por Vicente, porque como bien decía el Che, Paulo Freire, Tosco y tantos más: la educación tiene que estar primero al servicio de la humanidad y para que ello ocurra, primero hay que transformar la realidad, y esto solo se logra con una escuela pública que imparta contenidos revolucionarios interpretando todas las acepciones del término.
Por esto, remitir la discusión a ingreso libre e irrestricto, encubre el idealismo de quienes siguen sosteniendo –cual fetiche -que la universidad es “de los trabajadores”. La profundidad del conflicto tiene raices en el propio sistema educativo desde que el chico ingresa a nivel inicial y su repercusión en el modo económico-social capitalista que ilusiona a más de uno con las antiguamente llamadas carreras exitosas por sobre una palabrita que ya quedó en desuso: “vocación”.

Hacen falta más médicos…?

En el año 1989 siendo yo uno de los directores de salud de la provincia de Neuquén, apareció el cólera en Perú. La Organización Mundial de la Salud a través de la Oficina Panamericana de Salud, hizo las investigaciones del caso y encargó al Instituto Latinoamericano de Ciencias Ambientales la tarea de investigar esta enfermedad ya erradicada desde hace muchos años.
El dictamen que fue publicado en la Argentina, por el Diario Página 12, el 17 de marzo de 1991 fue aterrador. Lo primero que resaltaron fue extrañeza por no haber aparecido antes, dada toda la inmundicia que iba a desembocar en el puerto del Callao en Lima. Segundo, más duro todavía; el 90 % de las enfermedades en Latinoamérica eran producidas por el hambre y la contaminación ambiental. Tercero, concluyente: “los servicios de salud oficiales no pueden dar respuesta a este problema”.
Durante la gestión que aludí (1987-1991) era el único director no médico dentro del gabinete. Ante esta situación, dije que estábamos financiando la enfermedad con médicos, medicamentos, etc., y que lo que se debería hacer es financiar la salud, esto es: evitar que la gente se enferme, como en el modelo Cubano. Me miraron ante mi razonamiento casi ingenuo como diciendo: “entonces querés que nos quedemos sin trabajo”.
Neuquén en esa época gastaba cerca de 2 millones de dólares mensuales en su funcionamiento. El 70-80 % se destinaba a sueldos y medicamentos. Tenía y creo se mantiene, la relación médico-paciente más alta del país. Como gozo todavía de buena memoria, recuerdo a muchos médicos escandalizarse en aquellos años por la idea de abrir medicina en el Comahue; postura que no se mantuvo en la misma proporción con el devenir de los tiempos. Yo lo publiqué el 1 de noviembre del 2000 y lo hago ahora con la misma pregunta.
Nadie está discutiendo más allá de la polémica sobre el ingreso irrestricto o no, si debe ser facultad, etc.; si hace falta más médicos toda vez que se sigue atacando las consecuencias y no las causas de la enfermedad. ¿Acaso más cárceles impiden el delito?
Del mismo modo, esta universidad ni otras en el país, no discute si hay que seguir promoviendo contadores, abogados, etc. en vez de carreras adaptadas a las necesidades de las regiones y mucho más productivas por cierto.. Finalmente, tampoco he escuchado preguntar cuántos alumnos ingresan por año a medicina en Cuba donde hay ingreso irrestricto…¿Será que como en la época del proceso militar, se sabía lo que ocurría pero no se hablaba del tema….?
Como ecólogo social, reafirmo que en las condiciones sociales por las que nuestra sociedad esta siendo atacada, no alcanzarán camas, hospitales, médicos, enfermeras ni medicamentos para las patologías que se vienen dando fundamentalmente a causa del estrés y de la pobreza. Mis conciudadanos están somatizando en cuadros de enfermedad evitables. La medicina no tiene respuesta para detener , mucho menos revertir esta situación y tampoco le compete hacerlo.

(*) Ecólogo Social
http://www.ecologiasocianqn.org.ar
Neuquén

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Sí, hacen falta más médicos
Por Laura - Saturday, Mar. 19, 2005 at 6:57 PM
lsdelrio@yahoo.com.ar

Estoy de acuerdo con lo que dice el autor de esta nota al respecto de que habría que atacar las causas de las enfermedades en lugar de a sus consecuencias, al igual que lo hace el sistema de salud cubano. Pero para hacer esto, es decir para tener en nuestro país un sistema como el cubano, necesitaríamos muchos más médicos de los que hay hoy: hay regiones de la Argentina en donde la población no puede acceder a ningún tipo de atención médica, hay argentinos que no saben qué es un médico... en las guardias de los hospitales platenses (lugar donde vivo), las colas que se forman para atender emergencias médicas son infernales, y eso que no es la zona más empobrecida del país...lejos estamos entonces de tener un sistema como el cubano, donde cada casa tiene su médico de cabecera, que se encarga entre otras cosas de ayudar a las familias del barrio que se le asigna a prevenir enfermedades, embarazos no deseados, etc.
En cuanto a que los hospitales no podrían absorber a todos los egresados de medicina si se abriera el ingreso a la Universidad para todo el mundo, no creo que sea un argumento válido, ya que aquellos que aspiramos a cambiar el modelo de Universidad, también aspiramos a cambiar el modelo de país. Y cuando logremos cambiar el país, vamos a necesitar muchos médicos para que todos podamos acceder al sistema de salud.
Me parece que hay más cosas para reflexionar con respecto a esta nota, pero lo dejaré para otra oportunidad.

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no estoy deacuerdo
Por estudiante - Saturday, Mar. 19, 2005 at 11:57 PM

No coincido con el analisis de que hoy no van a la universidad la clase trabajadora. para mi es todo lo contrario, si comparas la cantidad de estudiantes que habia en los setenta con los de ahora, te das cuenta de que en esa epoca solo iva la clase media ala universidad, paradojicamente era un fuerte centro de activismo y surgio una importante parte de la vanguardia de izquierda.
Hoy en dia yo creo que es lo contrario, porque?
1, hay un importante sector social, de origen trabajador, que al terminar el secundario, no encuentra trabajo, y sabe que no lo va a conseguir, por lo tanto sigue con los estudios universitarios.
2, muchos de los estudiantes tienen escasos recursos, y muchos trabajan. cosa que hace que tengan menos rendimiento.
3 Por otro lado, los estudiantes de clase media y alta en una gran parte van a universidades privadas,
en otros niveles educativos.
lo que si creo que hay diferencia en las carreras que se eligen, las profesiones liberales siguen siendo principalmente de clase media.
Lo que pasa que la izquierda, universitaria, pequeños grupos sin ninguna incercion en la base y estos si de clase media, son lo que mas militan, y toman viejos canticos setentistas, de manera superficial.
El problema es que esta universidad que sin duda tiene muchos defectos y esta lejos de ser igualitaria es talvez uno de los pocos espacios que le quedan a un trabajador para mejorar su nivel de vida.
Por esto es que la quieren destruir. lo que dice el sector de derecha de la universidad, que plante el ingreso restricto y el arancel, es justamente, que hay muchos estudiantes, y que pocos se reciben, por lo tanto hay que ahorrar presupuesto tratando de sacar alumnos.
Pero no es verdad que la universidad hoy es mas de clase media que antes, es todo lo contrario, pero paradogicamente esta mucho menos politizada, o las politicas de las izquierda siguen creyendo que estan en los 70, ahora los desocupados estan en la universidad.
Yo mismo, que soy docente, de secundaria, estudie por trabajo, y sigo estudiando cuando trabajo, por supuesto que no milito en la universidad, ya que no tengo tiempo para la rosca politica, y milito en otros ambitos.
Por esto creo que es correcto: este planteo de universidad de los trabajadores.
saludos

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Necesitamos medicos distintos
Por Sandro Calderon - Sunday, Mar. 20, 2005 at 12:42 AM

En Neuquen y Rio Negro, (Universidad Nacional del Comahue), NO es una "elite denominada estudiantes universitarios", la que esta enfrentando a la Ley de Educación Superior y Federal de Educación, con sus intentos de aplicación en la UNCo, (CoNEAU e ingreso irrestricto, bajo presupuesto, planes de estudios a modificar, entre otros). Somos trabajadores en su mayoria; hijos de trabajadores, hijos de politicos, de profesionales, militantes de diversas organizaciones sociales, politicas, entre ellas Mapuche.
No podemos esperar a que exista una "escuela pública que imparta contenidos revolucionarios"; para intentar cambiar la sociedad.
En la medicina Mapuche el Machi o la Machi, buscan el origen de la enfermedad. Y desde el conocimiento y la relación con las diversas fuerzas de la naturaleza intentan recuperar el estado de salud del enfermo. Dentro de la naturaleza esta el che - la persona, como posible respuesta ante la enfermedad, (es decir como causa o solución); pero no unicamente.
En la actualidad la medicina Mapuche se relaciona con la medicina moderna y conviven por ejemplo en un hospital intercultural en el que se acude a las dos formas de atender a los pacientes, (Hospital Makwewe en Gulumapu, parte del territorio Mapuche del oeste).
Claro que hacen falta medicos en Neuquen y en todos los lugares.
Nuevos medicos y nuevos conocimientos, ademas de nuevas relaciones entre las personas.
El ingreso irrestricto, que es un derecho de todos, permitiria tambien la posibilidad de que entren Mapuche a medicina, e intentar una interculturalidad, (es decir la relación de respeto entre dos o mas culturas distintas), que entienden y viven con valoreres distintos.

Al futurro lo estamos haciendo hoy.
Newentu - mucha fuerza a la FUC y los demas compañeros y compañeras que luchan por una educación al servicio del Pueblo.

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Cambiar algo para no cambiar nada
Por Antonio Miglianelli - Sunday, Mar. 20, 2005 at 12:06 PM
miglianelli@speedy.com.ar Neuquén

A quienes gentilmente opinaron sobre mi artículo. Si hubiera que poner una barrera de restricción, sería la de los saberes previos. La universidad tiene que estar abierta para todos, salvo para aquellos que no deben estar. Y no es facultad de ésta, ser otra cosa que facilitadora de la enseñanza superior. Y cuanto más exigente hacia la búsqueda de excelentes profesionales, mejor, como lo fue hasta la década del 70. Los otros conflictos son patrimonio del campo político, social y económico.
No quiero escuchar más a un Decano de Medicina decir que darles a muchos de los egresados de esa carrera, el título de médicos, era una licencia para matar. No quiero volver a ver avisos comerciales donde algunas empresas decían “egresados de la Universidad del Comahue, abstenerse”. Y los que tienen memoria, saben de lo que estoy hablando.
La barrera de ingreso debe ser la propia limitante de las capacidades adquiridas a lo largo de años de estudios en el nivel primario y medio. Me importa un bledo que sea pobre o de clase alta, negro o rubio, nativo o foráneo, obrero o desocupado, de los Pueblos Originarios o blancos. Lo peor que podemos hacer como sociedad es tener condescendencia e intentar resolver en el primero o segundo año de la universidad, lo que debió hacerse en los años previos y en otro encuadre educativo. Y mucho peor es engañar al estudiante que no está preparado para estas exigencias.
Ahora, si el tema es “ingreso irrestricto”, porque se supone que las clases excluidas podrán cursar en la universidad, (falacia absoluta porque en el primer examen quedan afuera o se pasa como algunos chicos, años y años dando vueltas con una o dos materias), promovamos el “egreso irrestricto”: que todos se reciban sepan o no levantar un edificio, tomar un bisturí o defender a un acusado.
Sostengo que hay complicidades concurrentes. Un ingresante a Ingeniería debe saber matemáticas, no hay vueltas. Discutir esto como lo escuché hace un año por radio, donde se pedía que un estudiante pudiera ingresar a esa carrera con matemáticas como materia previa del secundario, me imaginé las torres gemelas pero no venidas abajo por un avión.
Desde algunos sectores académicos que solo cuidan sus puestos como feudos y suelen esgrimir conceptos tales como lo expresó un profesor viajero en la carrera de filosofía y letras en Neuquén hace unos años a una alumna...”Tiene que elegir, o trabaja o estudia”. Esto, por la queja de la estudiante ante los cambios de horarios de cursado pasando sin tapujo los cursados de mañana a la tarde y viceversa..
A otros que en aras de un discurso progresista y humanista, permiten que algunos alumnos deambulen por los claustros porque estar aunque sea un año en la universidad “contribuye a despertar algunas neuronas dormidas”. Esto es muy relativo. Tienen que concurrir estímulos varios desde diversos niveles y la universidad no estimula a nadie.
Todos sabemos que una de las consecuencias del sistema, cuando promueve el hambre y la malnutrición desde el propio vientre de la madre, resulta una persona con capacidades e intelecto limitadas, porque el modo de producción capitalista bosqueja, entre otras cosas, mano de obra barata, cerebros poco desarrollados, “camellos” al mejor estilo de Nietzsche.
Año tras año escuchamos la misma sonata…El nivel medio se queja de la formación de los chicos que reciben del primario. La universidad, del techo de los chicos de media. Pero nadie hace un “piquete” a esta situación.
La moral cristiana, el concepto de “pobrecito”, nivela para abajo pero además también, en el campo de la educación, cada uno cuida su quintita. Al pibe que la noche anterior no comió, que no tiene la suficiente glucosa en su cerebro, lo más factible es que un examen de matemáticas le resulte desaprobado. Hay tres opciones al respecto. No tomarle el examen. Desaprobarlo. O hacerle un paro al Gobierno bajo el argumento que hasta tanto todos los estudiantes estén en un mismo grado de igualdad alimentaria, no se puede dar clases.
Obviamente que esto último sería de la Argentina Año Verde. Lo concreto es que se opta por reprobarlo, o mirar para el otro lado y que se encargue el docente que viene después. Y por si fuera poco el docente devenido a personal gastronómico reciclado en mozos de cocina para dar de comer en las escuelas, porque si no fuera por el alimento muchos padres no mandarían a los hijos a estudiar. Fantástico, siga el fetichismo, el como si.
Porque nivelar para arriba implica subvertir la realidad, ir al fondo del sistema social que permita a los chicos nacer y crecer en un encuadre de igualdad de oportunidades, bien alimentados y en su casas, no en comedores o escuelas; con lazos afectivos y de contención social bien sólidos; formando así matrices de aprendizaje alejadas de la violencia que promueve este modo de vida excluidor.
Finalmente para Laura de La Plata: yo hacía mención a la relación médico-paciente en mi provincia: Neuquén.

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mo confundir los tantos
Por estudiante - Monday, Mar. 21, 2005 at 7:55 PM

me parece que te estas confundiendo, porque crees ingenuamente que el ingreso restricto es sinonimo de calidad y no es asi.
yo no estoy de acuerdo es que se baje el nivel, creo que esto se da a travez de la carrera.
A veces pasa al reves, hay ingreso restricto, y la calidad es mala, como en las privadas, donde compras el titulo.
pero tendrias que informarte mucho mejor, la Universidad publica sigue siendo, con su masividad mucho mejor.
Lo que pasa es que tenemos que ver otro tema, que hay pocos medicos en neuquen, y se llenan de dinero, y no quieren competencia, aunque nos saquen el dinero a nosotros.

Nietzsche, cuando habla del camello habla de una etapa de desarrollo del espiritu superior, y no se refiere al camello como bruto.
Creo que el bruto sos vos, y pensas que las personas de izquierda lo somos, en general, las personas de izquierda tenemos un nivel cultural mas alto que el promedio.

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Ingreso
Por Mariano - Thursday, Mar. 24, 2005 at 8:36 AM

Muy interesante a discusión, con buenos aportes, salvo el de "estudiante" que termina acusando de bruto a los demás.
El primer punto que se debe abordar es si debe haber un nivel de conocimiento y formación intelectual mínimo para acceder a estudios superiores.
Yo tuve la experiencia de ingresar a la UBA en 1975 con ingreso irrestricto, en un momento en que la escuela media era muy superior a la actual.
La vivencia de ver parciales con 80% de aplazados, de ver que solo el 25-30% de los que entraban terminaban la cursada, y de que al año sigiente solo estabamos en sgundo año el 15% de los que habíamos entrado, es la de un colosal despilfarro de recursos escasos, de tiempo de docentes y estudiantes, de sueños truncos, etc.
En esa época. las universidades privadas eran un refugio para vagos con plata, pero fue en ese momento que empezó a darse el cambio, y cuando empezaron a levantar el nivel, cuando comenzaron a recibir estudiantes con otras aspiraciones cuyos padres(muchos recibidos de la UBA) desconfiaban de la politización y el bullicio de la Universidad pública.
En mi modesta opinión, un examen de ingreso con los contenidos del secundario es indispensable para que los escasos recursosde la educación se gasten en los futuros pofesionales, y no en los que seguramente desertarán más temprano que tarde.
Opino incluso que es más importante que la exigencia del secundario completo,
El argumento sobre los chicos con desarrollo intelectual incompleto por motivos nutricionales es solo una chicana. Eso chicos no llegan nunca a terminar la escuela media y no constituyen parte de los aspirantes al ingreso.
Me gustaría saber cuál podría ser el aumento de costo(en porcentaje) si hubiese un sistema de becas al que pudiesen acceder alumnos con buenas notas y bajos recursos, con obligacón de prestar servicios docentes o comunitarios, dentro de la universidad o fuera de ella. Esto haría mucho más para mejorar la desigualdad de oportunidades(y a lo mejor no es mucho más caro) que el ingreso irrestricto.
En otra oportunidad opinaré sobre los cupos.
No opino sobre la postura sobre el tema de los decanos de Humanidades y derecho porque reconozco un prejuicio mío sobre la seriedad de esas carreras.

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el estudiante no estudió nada
Por julio Rimoldi - Friday, Mar. 25, 2005 at 8:34 AM

Bien patético de alguna izquierda ignorante que pretende saber y no solo no sabe sino que no entiende.Se escuda en en el anonimato o tras las pancartas porque como masa se dan el coraje que individualmente no tienen.
No entendiste nada chiquito y la embarraste en tu interpretación de lo que dice el artículo cuando refiere a Nitzche. Te están llamando los libros, agarralos que no muerden.

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Resistir ante los que quieren cambiar algo para que todo siga igual (o peor)
Por Leandro Andrini - Saturday, Mar. 26, 2005 at 9:11 PM
andrinileo@yahoo.com.ar

Lo que en estos mensajes cruzados se discute es por demás de interesante, aun cuando existan divergencias ideológicas profundas, y concepciones antagónicas. Los planos de discusión se sobreponen sin mediar para ello ninguna lógica constitutiva, con independencia de la invocación del materialismo (dialéctico, histórico) en cierto pasaje de los mensajes aludidos. No voy a citar como principio de autoridad (establecida e indudable) sino porque lo que quiero decir lo han dicho otros antes, y mi pensamiento en cierta medida está mediado por esas lecturas y por las prácticas consecuentes de mi actitud militante. Desconozco los principios germinales de la casa de estudios en ciencias médicas de la UNCo, por lo que mantendré un prudente silencio sobre ello, pero no sobre el presente y el futuro de la educación en Argentina (que sin duda está ligada a una concatenación causal múltiple, y apenas si hoy podemos dilucidar alguno de los efectos de aquellas algunas causas que aprehendemos). En primer lugar Antonio dice que "el Rectorado intentó convocar a la Asamblea Universitaria (la autoridad mayor de la UNC), para sostener la postura del ingreso restricto, pero como desde hace 11 años, este órgano no se brinda al debate y se levantó la asamblea sin discutir varios puntos como; la paulatina transición al ingreso irrestricto, transformar la escuela en Facultad, etc." Y cuando asevera "la mayor autoridad de la UNC" presumo que lo hace sólo en términos de indicarlo como poder ejecutivo, porque en el ámbito universitario es la Asamblea Universitaria el máximo órgano de decisión. Sólo un detalle de interpretación. Lo que importa es lo que se dice seguido: y mi pregunta es por qué ha sido levantada sesión. A la distancia, e informándome con la superficialidad y marginalidad noticiosa de los diarios neuquinos (siendo generoso acerca del ocultamiento de información que existe, y el que bien ejercen los "dueños de la manipulación pública de la noticia") entreveo una puja de intereses, y quienes levantan la sesión (o sea las autoridades) son precisamente los menos interesados en que esos debates se produzcan porque lidian con el cuentamanos del minuto de la votación. Es decir, ante la adversidad "democrática" del voto, ante lo desfavorable del clima aducen las excusas triviales de «violencia», «provocación», «insultos» entre otras, para erguirse sobre una moral ejemplificadora como garantes de una democracia que no existe (o que existe en la medida que respete ciertos intereses particularísimos que ellos representan y defienden y los que no deben ser tocados ni trastocados por intromisiones "obstrusas", como juzgan que son las vienen realizando quienes ferozmente se oponen a la LES, la LFE y a la CoNEAU). Y cuando se debate, pero no en el orden de las agendas impuestas desde la verticalidad «trascendente», se dice que en la universidad no se quiere debatir (cuando en realidad hay un debate que es otro, y que no es el de las preferencias de cierta "camarilla"). Estos argumentos sobre la no-existencia del debate los he escuchado muchas veces, y al proponerle a esas personas que nos sentemos a discutir sobre nuestras diferencias, creídas con derecho a la VERDAD niegan la posibilidad de esa discusión vaya a saber bajo qué presupuesto. Pido disculpas por la generalización grosera, casi como ejercicio catártico. Al garantizar esa democracia (la de los intereses de agenda externa) intentan matar por aborto a la democracia que pide a gritos ser parida: la que necesitará incluso de los gritos para hacerse oír en la sordera de los días en que vivimos. En esto me reservo el derecho al equívoco, pero interpreto que todos los que intentan revertir las nociones germinales de la casa de estudios en ciencias médicas, lo hacen desde la perspectiva de su lucha en contra de la Ley de Educación Superior (y su engendro: CoNEAU) y la Ley Federal de Educación, y cuando establecen esta lucha establecen la lucha en términos de contrarrestar los embates de un modelo adjunto a un sistema de vaciamiento generalizado (incluidas la educación y la salud "públicas"), y que sigue propagándose conforme a su capacidad mimética y altamente subversiva (porque a ser justos con el uso terminológico la subversión no es exclusividad de la izquierda armada o del ahora mentado "terrorismo"). "Universidad…de los trabajadores….Al que no le gusta….se jode…se jode" Coincido con el canto, tantas veces como lo he cantado (que son muchas, y sobre todo frente a la UCES en cada marcha que participamos quienes vamos desde La Plata a Buenos Aires, porque ésta nos queda al paso). Es un canto, que, desde lo simbólico se opone a la gobernación elitista y aristocrática proveniente de cierta casta académica. Es una oposición entre el poder hegemónico, y las exclusiones ejercidas mediante ese poder (es una simbolización generalizante, y no hace falta aclarar todo lo que debe agregarse porque está implícito en esa generalización; por otro lado: autónomo es un trabajador, al igual que las amas de casa, que los plomeros, que los electricistas, que los empleados de comercio; todos ellos pertenecen a la categoría "trabajador", así que el agregado además de superfluo muestra un dejo de resistencia frente al sujeto referido: "trabajador"). Coincido con que desde hace unos cuantos años la universidad Argentina no es ni por, ni para, ni de los trabajadores. Máxime cuando tenemos un sistema proclive a satisfacer las "demandas" del transnacionalismo curricular, o las necesidades de mano de obra calificada (esto que epistemológicamente queda tan elegante como enunciado: tiempo o era del conocimiento, pero que en definitiva no es otra cosa que la redefinición del nuevo sujeto dentro del sistema de producción, o sea "trabajador intelectual" o "calificado intelectualmente", sin entrar en disquisiciones acerca de qué es ser intelectual o intelectualmente apto). No debemos ser ingenuos y decir que la universidad es de los trabajadores, porque llegan a ellos los hijos de los trabajadores. Eso pertenece a la esfera de la comodidad política, y más que comodidad a la conformidad. Coincido con que se encubre cierta falacia al hablar de educación libre y gratuita cuando un gran porcentaje de los alumnos debe trabajar para solventar sus estudios universitarios. ¿Los hace esto mejores o peores alumnos? No. Los hace, según he podido comprobar, conscientes del país que no quieren para sus hijos (y espero que tengan memoria y que no traicionen su palabra y su propia vida). La cita de Althusser me parece oportuna; de igual valía juzgo la de nuestro paisano Arturo Jauretche, quien casi quince años antes de que Althusser publicara el breve, sencillo y profundo ensayo Ideología y Aparatos Ideológicos de Estado, este original pensador argentino dio a conocer La Colonización Pedagógica en su libro Los Profetas del Odio (y el que merece ser tenido en cuenta, porque releyendo alguna de sus páginas, entreveo que el motivo de discusión de ahora es casi idéntico al sostenido por Jauretche allá en el ’57). Sigue existiendo el proceso de colonización descripto de manera exhaustiva en esa obra, el que ahora es ejercido por las modernas vías de la globalización favorable en términos económico-políticos a sólo algunos sectores, en tanto que se aplastan las identidades culturales y étnicas, entre otros avasallamientos, con el falaz argumento del progreso (que está vinculado con las tecnologías de la comunicación). Si leemos atentamente la LES encontramos en ella artículos, como el sexto, que son la trama constitutiva de este proceso de colonización pedagógica. Y la colonización se instituye mediante organismos como la CoNEAU, que "flexibilizan" las carreras de acuerdo a las leyes de oferta y demanda, y así el libre mercado de los saberes responde a las lógicas de los libres mercados que conocemos (aunque es pretencioso decir que conocemos tal lógica, porque según los entendidos es una mano invisible, un dios; y para los ateos: metafísica). Me opongo al libre mercado de saberes, como se oponen muchos (lo que no les causa agrado a los librecambistas de saberes y a los liberales en ejercicio de la democracia). También, al igual que Jauretche, nuestro co-continental Paulo Freire describió el proceso de invasión cultural en el capítulo IV de su Pedagogía del Oprimido años antes que Althusser; y esta invasión cultural es de la que se ocupan organismos tales como el Banco Mundial (y me atrevería a decir que la UNESCO aunque carezco de evidencias suficientes hasta el momento) quienes promueven cómo deben ser los sistemas de educación en países "periféricos", e imponen el ritmo y las necesidades de los países "centrales". Esto que se llama Globalización, y reitero que no temen en aniquilar pueblos y razas a cambio del control hegemónico del mundo. Y cabe agregar, porque también me parece oportuno, el pensamiento de un iconoclasta como M. Foucault quien en Más Allá del Bien y del Mal sostiene que "el saber académico, tal como está distribuido en el sistema de enseñanza, implica evidentemente una conformidad política: en historia, se nos pide saber un determinado número de cosas, y no otras –o más bien un cierto número de cosas constituyen el saber en su contenido y en sus normas-", y seguido da ejemplos: "el saber oficial ha representado siempre al poder político como el centro de una lucha dentro de una clase social (querellas dinásticas en la aristocracia, conflictos parlamentarios en la burguesía); o incluso como el centro de una lucha entre la aristocracia y la burguesía. En cuanto a los movimientos populares, se les ha presentado como producidos por el hambre, los impuestos, el paro; nunca como una lucha por el poder, como si las masas pudiesen soñar con comer bien y no con ejercer el poder". Para Foucault "la historia de las luchas por el poder, y en consecuencia las condiciones reales de su ejercicio y de su sostenimiento, sigue estando casi oculta. El saber no entra en ello: ello no debe saberse". Me escudo en este académico francés (que puede haber producido saber para su academia) por comodidad. Porque entre las cosas que se ocultan cuando se invocan ciertos principios democratosos en los órganos de difamación informativa, lo que se está ocultando es esta disputa de poder. No son sólo unas refriegas entre algunas autoridades, los alumnos de izquierda, algunos díscolos profesores, militantes, activistas y algún sector de los no-docentes. Es un sublime ejercicio de la disputa de poder, es una disputa política en el propio terreno al cual se ve y está forzado a llevarla adelante cada sector. Se oculta muy bien ello (y si no se oculta, se descalifica a uno de los sectores y se lo trata de mostrar inviable, terco, revoltoso). Y también se quiere que esto no ingrese en la universidad, como hechos que en sí mismos engendran saber, porque desde Bacon el saber está relacionado con el poder (es lo que sostienen algunos, pero presumo que Alejandro Magno, quien tenía por tutor a Aristóteles, se adelantó unos siglos a Bacon). "Remitir la discusión a ingreso libre e irrestricto, encubre el idealismo de quienes siguen sosteniendo –cual fetiche -que la universidad es «de los trabajadores»". Aquí algunos errores de apreciación, que si los juzgamos intencionados, tienden a encubrir la realidad de los hechos. Pienso, y espero no equivocarme, que quienes cantan ese cántico tienen sobrada noción de que la universidad actual no es de los trabajadores (y que lamentablemente como están dadas las circunstancias en el país, muchas de las casas están por lejos de serlo; la UNCo es lo más cercano a ello), porque si así lo fuera, ellos no estarían sacrificando su tiempo militante en pos de una lucha ganable, porque esa lucha estaría saldada y ganada desde antes (estarían, posiblemente, dedicando su tiempo militante a la lucha por un poder tanto más trascendental que el universitario como lo es el poder político-económico de una región). El cántico, en el orden de lo simbólico, expresa el objeto de lucha (la universidad) y el objetivo de la lucha (que sea de los trabajadores). Si ese cántico antaño fue descriptivo de la realidad, en el presente es la pretensión de subvertir la realidad para que sea lo que el cántico. Posiblemente el error de apreciación esté encuadrado en que en otros tiempos lo que era del orden de lo real es hoy en día del orden de lo simbólico, y esa sea este el motivo del equívoco. Se nombran hombres tan caros a mis sentimientos ideológicos: el Che, Paulo Freire, Agustín Tosco, y se dice que "la educación tiene que estar primero al servicio de la humanidad y para que ello ocurra, primero hay que transformar la realidad, y esto solo se logra con una escuela pública que imparta contenidos revolucionarios interpretando todas las acepciones del término". Lo cual es una transgresión a la acción revolucionaria del Che, por ejemplo, porque la revolución cubana no fue fruto de una escuela pública que impartió conocimientos revolucionarios, y sin embargo la realidad fue transformada de cuajo (siempre que el "y esto se logra con una escuela pública" haga referencia al cambio de la realidad); sí supongo que se puede entender lo que quiso decir Antonio desde el marco de la educación popular, porque la gesta guevarista ha sido también una profunda obra de educación popular, queda más ajustada la interpretación (tal la perspectiva freireana). No quiero decir que una escuela pública que imparta contenidos revolucionarios no es necesaria, todo lo contrario, pero coincido con Sandro, en que "no podemos esperar a que exista una «escuela pública que imparta contenidos revolucionarios», para intentar cambiar la sociedad". Si la declamación es idealista, la prefiero a ciertos pragmatismos progresistas. Darcy Ribeiro, en La Universidad Nueva, sostiene que "la Universidad que necesitamos, antes de existir como un hecho en el mundo de las cosas, debe existir como un proyecto, una utopía, en el mundo de las ideas. Nuestra tarea, pues, consiste en definir las líneas básicas de este proyecto utópico, cuya formulación deberá ser lo suficientemente clara y llamativa para que pueda actuar como una fuerza movilizadora en la lucha por la reforma de la estructura vigente" y agrega que "deberá tener... la objetividad necesaria para que sea un plan orientador de los pasos concretos a través de los cuales se pasará de la Universidad actual a la Universidad necesaria". Pienso que esa declamación, aunque idealista, tiene algo de la propuesta de Ribeiro (puede acusárseme de setentista idealista utópico, porque la propuesta de este brasileño es de esas épocas). Concuerdo con Laura acerca de la necesidad de médicos. Conozco lo que ella indica en la zona de La Plata, porque vivo en esta ciudad, pero también conozco muy de cerca la realidad en la provincia de Buenos Aires, donde en los pueblos de menos de cinco mil habitantes suele haber un único médico (que en la mayoría de los casos no vive en el lugar); los médicos están concentrados en las zonas urbanas e hiperurbanizadas; estadísticamente los relevamientos son excelentes, pero si se hace una topografía mapeando la densidad de médicos respecto de la densidad demográfica veremos una distribución mucho más ajustada a la realidad, a la vez que debemos comparar con la relación médico por cantidad de habitantes. Puedo decir, porque conozco también, y por suerte, gran parte de la zona del noroeste argentino. En provincias como Santiago del Estero hay insuficiencia de centros de salud pública, y la densidad de médicos es del orden de uno cada mil quinientos habitantes, aproximadamente. Lo mismo para Salta. Sin embargo, en la Universidad de Tucumán los planes de estudio de las carreras de medicina fueron diezmados por la CoNEAU (alcanza con visitar la página de este organismo para obtener los datos), y que es la unidad académica que "produce" las médicos de esas zonas. Me viene a la memoria el Dr. Mazza, y su entrega por combatir la enfermedad que hoy lleva su nombre, que no fue otra cosa que una lucha en contra de la oligarquía conservadora dominante. "El 90 % de las enfermedades en Latinoamérica eran producidas por el hambre y la contaminación ambiental", y posiblemente sigan siéndolo. Es verdad, no alcanza con formar buenos médicos, se vuelve impostergable la formación de una consciencia que rebase las lógicas de este sistema de exclusión masivo, y transforme su conocimiento también en una batalla por la dignidad de la vida. Tan oportunas las palabras de Sandro, quien frente al «fenómeno» de la globalización antepone los saberes del lugar, y propone "intentar una interculturalidad, (es decir la relación de respeto entre dos o más culturas distintas), que entienden y viven con valores distintos", en épocas que en el mundo se habla de lo correcto de las tesis académicas sobre el "choque de civilizaciones" para dar crédito de saber institucional al saqueo imperialista programado, y a la matanza colectivas mediante el empleo de las bombas robot (propias del desarrollismo beligerante). Laura dice que "en cuanto a que los hospitales no podrían absorber a todos los egresados de medicina si se abriera el ingreso a la Universidad para todo el mundo, no creo que sea un argumento válido, ya que aquellos que aspiramos a cambiar el modelo de Universidad, también aspiramos a cambiar el modelo de país. Y cuando logremos cambiar el país, vamos a necesitar muchos médicos para que todos podamos acceder al sistema de salud", con lo que estoy en total acuerdo. No sé si lo que dice estudiante y lo que fundamenta como motivo de desacuerdo con Antonio es tan cercano a la realidad (por lo menos a la realidad de la UNLP). En los dos últimos congresos de la Federación Universitaria de La Plata se discutió un tema central para el movimiento estudiantil, como lo es la elitización de la universidad, y entre otros varios motivos también se incluía que a la universidad no estaban llegando los hijos de los trabajadores, y mucho menos los de los trabajadores-desocupados. La UNLP descendió su matrícula en el año 2002 en un 25% en el primer semestre debido a los problemas económicos, por ejemplo. Este año, hace menos de un mes, en una charla informativa con ingresantes en la Fac. de Ciencias Exactas, de veinte alumnos ocho de ellos habían concurrido a colegios secundarios privados platenses (o de alrededores cercanos), seis a escuelas públicas (La Plata y gran La Plata), y los seis restantes eran del interior (los únicos de sus cursos que pudieron llegar a una educación universitaria fuera de sus ciudades, según sus palabras). Vuelvo a reiterar que no es un muestreo estadístico exhaustivo, pero en primera aproximación marca una tendencia. No me parece, por lo que ya expuse que "lo que pasa que la izquierda, universitaria, pequeños grupos sin ninguna incercion en la base y estos si de clase media, son lo que mas militan, y toman viejos canticos setentistas, de manera superficial". Es una argumentación rayana a los prejuicios (o encubre cuando menos nociones ideológicas antagónicas las que no son expuestas de manera concreta y sincera). Por otro lado, en lo que sé del proceso del Comahue, me parece que la lucha que han dado se debe a una militancia férrea y bastante alejada de lo superficial. Y lo que pregunto (sabiendo la respuesta por cierto, y sin ánimo de ofender) qué es lo que se denomina la base. La base de la militancia universitaria ¿en qué sector se encuentra? U otra manera de preguntar cambiando las ideas unitarias por ideas de unidad: cómo deben interaccionar las diferentes "bases" para lograr un movimiento de sectores en lucha, tendientes a concretar un objetivo común (es decir, un movimiento de unidad popular). Concuerdo con que "el problema es que esta universidad que sin duda tiene muchos defectos y esta lejos de ser igualitaria es talvez uno de los pocos espacios que le quedan a un trabajador para mejorar su nivel de vida". Cuando Antonio dice que "si hubiera que poner una barrera de restricción, sería la de los saberes previos" da por sentado que no debe haber barrera de restricción, de acuerdo a su posicionamiento ideológico anterior: "yo agregaría entonces el pensamiento de Althusser en aquello de la educación como aparato ideológico del Estado para replicar el modelo del status quo en las nuevas generaciones, es en líneas generales la educación hoy. Con solo ver que en Neuquén y en Capital Federal, únicamente, no hay Ley Federal de Educación, reafirma lo que estoy diciendo. Una educación y educadores éticos, jamás permitirían estar dentro de esta ley". La afirmación mía anterior es hecha sobre la base de entender el carácter nacional de las universidades, y la replicación del modelo de staus quo en las nuevas generaciones (que es sinónimo de la promoción generalizada de la no-educación) por medio de la instauración de la LFE, por lo que no hay saberes previos, entonces si verdaderamente a Antonio le importa "un bledo que sea pobre o de clase alta, negro o rubio, nativo o foráneo, obrero o desocupado, de los Pueblos Originarios o blancos" y sostiene que la "la barrera de ingreso debe ser la propia limitante de las capacidades adquiridas a lo largo de años de estudios en el nivel primario y medio" (o sea en términos mayoritarios según adscriben las provincias a la LFE) lo que debe hacer la universidad es promocionar un ingreso libre e irrestricto, que tendrá iguales o superiores contenidos que toda la educación previa. Pero en este juego retórico, existe algo perverso, y es que Antonio habla de las "capacidades adquiridas a lo largo de años de estudios", por lo que puede decirse que los conocimientos, aunque no dados (y por la positiva: tácitos) deben haber sido madurados por la propia persona que los adquirió. No hay una objetivización curricular, sino una sujetivización de lo que se puede llegar a entender por capacidades adquiridas, y así de nuevo en el problema del huevo y la gallina. Se vuelve explícito su "deseo" cuando dice que "la universidad tiene que estar abierta para todos, salvo para aquellos que no deben estar". Y lo que es peor: la promoción de la universidad isla: "no es facultad de ésta, ser otra cosa que facilitadora de la enseñanza superior. Y cuanto más exigente hacia la búsqueda de excelentes profesionales, mejor, como lo fue hasta la década del 70. Los otros conflictos son patrimonio del campo político, social y económico". Tremenda contradicción que hace añicos la intervención previa y el recorrido por pensadores y pensamiento de izquierda. Según entiende Santiago Castro-Gómez, en un pormenorizado ensayo sobre Althusser, los estudios culturales y el concepto de ideología, el campo político, social y económico constituyen el campo de la cultura, y entre otras identificaciones que realiza está la de "la cultura como un dispositivo que promueve la dominación o la resistencia. Los estudios culturales [en la década del ‘70] empiezan a ver la sociedad como una red de antagonismos en la que instituciones como el Estado, la familia, la escuela y los medios de comunicación juegan como mecanismos de control disciplinario sobre los individuos [...] Los productos simbólicos son entonces un «campo de batalla» en el que diferentes grupos sociales disputan la hegemonía sobre los significados". Ahora bien ¿la universidad no integra el campo cultural? ¿La universidad no "produce" filósofos, sociólogos, psicólogos, etc.? ¿La universidad está ajena de los conflictos del campo político, social y económico? ¿O es más allegado a lo que citamos de Foucault (es decir quiere alejarla tanto como se pueda para que se desinterese por las cuestiones esenciales y de promover un conocimiento universal pase a promover un conocimiento universalista aislado de la realidad socio-histórica de la cual forma parte? Si la universidad no será sujeto histórico de cambio ¿por qué entonces Antonio exige que la educación pública sea revolucionaria, o imparta contenidos revolucionarios? Es decir, una escuela pública revolucionaria en tanto que una de las principales canteras de producción de saberes sea pasiva frente a esa demanda revolucionaria porque está aislada. En La Universidad Revolucionaria D. Ribeiro argumenta que "nuestras universidades, a lo largo de su existencia fueron instituciones enclaustradas que formaron los tipos de especialistas que la sociedad les demandaba y los conformaron para el rol de privilegiados y de custodios del orden social vigente. En ese sentido, ellas operaron siempre, esencialmente de manera política y clasista". Y sostiene que "mientras que la revolución social no avance los suficiente en la transformación del contexto social para que nuevas directrices de la educación nacional se tornen claras e imperativas, la Universidad se debatirá entre la perplejidad y la ambigüedad". Oscar Varsavsky sostuvo (en la década del ’70) que "el más breve de los exámenes basta para comprobar que la universidad peruana se parece a todas las de Latinoamérica en un defecto esencial: no es nuestra. Más que una ventana hacia el mundo, es un enclave, una ‘base cultural’ desde la cual se nos ‘transfiere’ todo lo que los países centrales entienden por ciencia, tecnología, cultura, y a través de ellas su tipo especial de industrialización y economía, sus valores frente al consumo, el trabajo y la sociedad". Podía haberlo dicho ayer mismo, que sigue valiendo. En Ciencia, Política y Cientificismo, Varsavsky dice, de la universidad que emula Antonio, que "estuvo dirigida –desde octubre de 1955 hasta junio de 1966- por un grupo de profesores y graduados con apoyo de la mayoría estudiantil; grupo que podemos llamar Reformista para dar idea de su ubicación en las luchas universitarias y de su heterogeneidad política. Sus integrantes tenían buen entrenamiento científico, gran deseo de sacar al país de su estancamiento pero escaso conocimiento de sus realidades, alto grado de racionalidad, mucho empuje, un antiimperialismo difuso que fue agudizándose a partir de la revolución cubana y una eficiencia apreciable en docencia e investigación. En resumen, liberales de izquierda, inteligentes pero sin experiencia ni talento políticos". Para ser honestos, Varsavsky se refiere al proceso desencadenado en la Fac. de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Pero a los reformistas los corrieron a bastonazos... Lo otro que me resulta extraño del segundo mensaje de Antonio, cuyo tono es muy distinto al primero, es que siendo él un revelado lector de Slavoj Zizek (al menos eso presumo puesto que titula tal mensaje Cambiar algo para no cambiar nada), tal la discusión presentada en capítulo El Derecho a la Verdad (pp. 23, 24) del libro A Propósito de Lenin (discusión que recorre todo el libro La revolución Blanda), hace sin embargo uso y abuso de la razón cínica para refutar a sus contendientes (ver El Sublime Objeto de la Ideología, también de Zizek como los otros dos). Decía que es extraño que este lector de Zizek (insisto que lo presumo) se deje influenciar por la publicidad ¿Acaso le faltan argumentos aun para entender la subversión axiológica imperante desde la publicidad? La publicidad como doblemente productora: mediante la publicidad se producen sujetos para los objetos producidos, en cuanto los objetos producidos se subjetivizan, de manera que se disuelve la relación dialéctica objeto-sujeto, por un lado. Pero por otro, si leemos al genial N. Chomsky, podemos entender cómo el aparato de propaganda funciona siendo un elemento coercitivo de selección del más apto (el más apto es seleccionado de antemano para triunfar, y el otro es decretado a muerte: sólo hay que atreverse a realizar una feroz campaña publicitaria en su contra, ya sí se lo debilita). Y cuando expresa que no quiere "volver a ver avisos comerciales donde algunas empresas decían «egresados de la Universidad del Comahue, abstenerse»", no sería conveniente preguntarse qué es lo que molesta en demasía a esa empresa para gastar dinero en líneas de publicidad en contra de la Universidad del Comahue, en vez de promocionarse a si mismas (porque de lo contrario no se entiende la lógica, alcanza con no aceptar el CV al momento de la entrega, sin ningún gasto extra; no existe capitalista que no invierta para tener su rédito). Lo que verdaderamente ha de importar es la calidad educativa, de acuerdo al perfil prefijado por el consenso y las necesidades integrales, y no las líneas de propaganda coercitiva y denigrante que puede pagar cualquier acaudalado dueño de la "verdad pública". Debemos ser menos dóciles a las falsas presiones, y sobre todo a las falsas discusiones. Debemos "romper" con el pensamiento de las mentes propiciadoras de un seguidismo «libidinoso» respecto de las lógicas que imponen las corporaciones económico-financieras (una forma más del pensamiento único y unilateral). Debemos ser capaces de entender de que existe la polivalencia, lógica, por un lado, y cultural por otro –y no estoy enfrascado en una postura relativista-. Debemos comenzar a pensar que un mundo diferente, además de posible, es harto necesario, y pasar de ese pensar a la praxis. No quiero, en este punto, las chicanas de barata factura sobre el consignismo, los slogans «políticamente correctos», y cosas por el estilo que esgrimen quienes atribulados por el surgente de los que intentan cambiar algo para comenzar a cambiar el todo (o más exacto: resistir a que se cambie algo para que todo siga igual, porque sabemos cómo deben ser cambiadas las cosas para que todo cambie) hacen interpretaciones mediadas por la estrechez de su concepción. Para los conservadores convencidos de su fe, pueden consultar de que no se trata de consignismo: la vida y obra del insigne Ernesto Cardenal, por ejemplo, da cuenta de ello. "No quiero escuchar más a un Decano de Medicina decir que darles a muchos de los egresados de esa carrera, el título de médicos, era una licencia para matar". Tampoco lo quiero escuchar yo; quiero que cumplan el juramento hipocrático, y no que se conviertan en hipócritas hacedores de dinero, comerciantes de la vida y la muerte. Quisiera escuchar a los decanos de las casas de medicina decir que para muchos de los egresados de esa carrera, el título de médicos, es una tarjeta de crédito, que es una licencia de matar más sutil que la proveniente de la mala praxis: los honorarios son x$, quien no los tiene no se le prohibe que vaya a otro centro asistencial. El problema surge cuando la existencia de esos centros es nula; por ejemplo, en la ciudad de Pehuajó la atención cardiovascular está monopolizada por institutos privados (corporaciones de los mismos médicos) los que para atender a cualquier persona exigen $ 50 por adelantado más el bono de mutual (si no se tiene esto –o el dinero equivalente a la cobertura mutual- no se es atendido; y ni se le ocurra pedir boleta!!!, porque estos centros de salud privados y privadores se reservan el derecho de admisión que no es más que el hecho de exclusión). Aquí me escapo un instante por la tangente para decir (sin demostrar) que la sociedad actual, constituída como sociedad de admisión, no es otra que una sociedad de exclusión (admisión para pertenecer a, es equivalente a exclusión para no pertenecer a). Si vamos a tomar una postura moral, no la tomemos emparchándonos un ojo, para ver solamente lo que nos conviene. No nos maquillemos con moralina para extender juicios de valor unilaterales. Hagamos una interpretación completa sobre la base del deber y el deber ser. Puede ser que en su provincia esto no ocurra (lo desconozco, tanto como lo dudo). Concuerdo –más allá de cierto lenguaje viciado de liberalismo (igualdad de oportunidades, etc.)- conque hay que "ir al fondo del sistema social que permita a los chicos nacer y crecer en un encuadre de igualdad de oportunidades, bien alimentados y en su casas, no en comedores o escuelas; con lazos afectivos y de contención social bien sólidos; formando así matrices de aprendizaje alejadas de la violencia que promueve este modo de vida excluidor", pero en total desacuerdo que esto sea una consecuencia directa o inmediata del "nivelar para arriba" (como tampoco lo es en términos de "nivelar para abajo"). Y aquí centro el eje en una nueva contradicción de argumentos entre "cuanto más exigente hacia la búsqueda de excelentes profesionales, mejor, como lo fue hasta la década del 70. Los otros conflictos son patrimonio del campo político, social y económico" y "Porque nivelar para arriba implica subvertir la realidad, ir al fondo del sistema social que permita a los chicos nacer y crecer en un encuadre de igualdad de oportunidades...". Un gran defecto que tenemos que corregir dentro del campo de la izquierda es realizar afirmaciones como que "las personas de izquierda tenemos un nivel cultural mas alto que el promedio", que en determinadas oportunidades se traduce como portadores de una Verdad Absoluta. Y en esto ignoramos por completo a Antonio Gramsci y sus intelectuales y la organización de la cultura, y damos por sentado que "nivel cultural" es citar tantos pasajes de tales autores como los creyentes citan versículos, y menospreciamos el campo cultural del Otro como tal, por ello, o la cultura popular, o lo que menciona Sandro; o como somos de izquierda pensamos según los pasos de Marx, Engels, Lenin, Kaustky, Luckacs, Stalin, Trotsky (y somos eurocentristas; ellos pensaron sobre la base de la realidad de sus sociedades y en su momento histórico, y hacemos transposición de modelos), o como diría Jauretche: "estamos colonizados. Algunos piensan en francés, otros en inglés, otros en ruso, los hay que piensan en chino y ahora hasta los que piensan en cubano". No quiero decir que tengamos que desconocerlos, pero tampoco son la palabra revelada; más aun, nosotros debemos pensar en términos de nuestro pueblo y de nuestra identidad sin avasallar las identidades de los demás pueblos, en la hermandad de las patrias. O no tenemos en cuenta a Paulo Freire cuando nos demuestra que "nadie educa a nadie –nadie se educa a sí mismo- los hombres se educan entre sí con la mediación del mundo". O nos olvidamos del Che, quien en Pasajes de la Guerra Revolucionaria sostiene que en Sierra Maestra "empezaba a hacerse carne en nosotros la conciencia de la necesidad de un cambio definitivo en la vida del pueblo. La idea de la Reforma Agraria se hizo nítida y la comunión con el pueblo dejó de ser teoría para convertirse en parte definitiva de nuestro ser [...] Nunca han sospechado aquellos sufridos y leales pobladores de la Sierra Maestra, el papel que desempeñaron como forjadores de nuestra ideología revolucionaria". No quiero "pecar" por ecléctico... Tampoco debemos olvidarnos que personas como Mariano Grondona, Magdalena Ruiz Guiñazú, Ernesto Sabato y muchos obispos, cardenales y militares concurren a "mitines" culturales de importancia, y fijan de una manera u otra la agenda en estos tópicos también. Pensarnos superiores es subestimar al otro, con el peligro que ello involucra. Mariano aporta la idea de que "el primer punto que se debe abordar es si debe haber un nivel de conocimiento y formación intelectual mínimo para acceder a estudios superiores". No me he detenido a pensar en la significación que existe en torno a los términos "estudios superiores". ¿No involucra, desde el punto de vista del lenguaje pero que se traduce a idea discriminatoria, la noción de superioridad? No lo sé, se me ocurre ahora esto y puede desarrollarse o refutarse la idea. Aporta su experiencia personal ("Yo tuve la experiencia de ingresar a la UBA en 1975 con ingreso irrestricto, en un momento en que la escuela media era muy superior a la actual. La vivencia de ver parciales con 80% de aplazados, de ver que solo el 25-30% de los que entraban terminaban la cursada, y de que al año sigiente solo estabamos en sgundo año el 15% de los que habíamos entrado, es la de un colosal despilfarro de recursos escasos, de tiempo de docentes y estudiantes, de sueños truncos, etc."). Como el campo de las percepciones puede ser irrefutable, convendría pasarlo a la objetivización. Lo que quiero decir es que Mariano está haciendo un análisis simplificado de un momento histórico harto complejo, y del cual aun no hay un exhaustivo estudio realizado (porque quizás forme parte también de lo que no debe saberse). Dicho de manera irónica: la política del avestruz. "En esa época, las universidades privadas eran un refugio para vagos con plata, pero fue en ese momento que empezó a darse el cambio, y cuando empezaron a levantar el nivel, cuando comenzaron a recibir estudiantes con otras aspiraciones cuyos padres (muchos recibidos de la UBA) desconfiaban de la politización y el bullicio de la Universidad pública". Esto me hace recordar a dos obras, con disímil destino una de la otra (¡y por suerte!). Una es la magistral novela de Albert Camus, La Peste. Esos "estudiantes con otras aspiraciones" aprovecharon de manera directa los beneficios que involucró la relación Estado de Facto –Iglesia (Universidades Católicas), y se cubrieron de "la peste" cercando sus lugares, pero el tiempo implacable como la peste de Camus, atravesó todas las murallas y ahora estamos todos apestados, y nos llega la gran preocupación. Así como nos reconocemos enfermos, nos cuesta reconocer que no hicimos mucho por detener el avance de la peste, porque pensamos que era suburbana y que con sólo matar a los apestados alcanzaría (hablo en primera voz del plural no porque me haga cargo de ello, porque nací en el tiempo en que Mariano ingresaba a la universidad, sino que me responsabilizo como ser social argentino). Ahora no es muy distinto: si escuchamos detenidamente lo que se dice en los contestadores de las radios de Buenos Aires vemos que hay que desaparecer a alguien para que las cosas vuelvan a la normalidad (en este caso a los piqueteros). Es como el desagradable grafitti: terminemos con el hambre, comamos pobres. La otra obra que me viene a la memoria es la de Patricio H. Randle, La Universidad en Ruinas, quien a fines de 1972 se lamentaba por el destino de la universidad y publicaba Más allá de la universidad renovada "con la intención de dejar claramente establecido que, cerrada la oportunidad coyuntural abierta en 1966, era preciso volver a indagar el tema en profundidad en pos de nuevas esencias vitales, de un nuevo ‘pathos’...". Randle entre otras cosas dice que "junto con las Fuerzas Armadas y la Iglesia, la Universidad tiene una herencia tan rica como compleja. A diferencia de aquellas ha sufrido, sin embargo, la influencia negativa de la política". Y denuncia (como buen adscripto a la disciplina militar) a la masa muda porque "aunque no participa realmente de la cosmovisión marxista-leninista-maoísta-castrista, absorbe inadvertidamente el veneno", o acusa a R. Frondizi y R. García por "antigua militancia en el marxismo rojo". Toda la obra citada está dedicada a hablar acerca de la "la politización y el bullicio" del estudiantado, y de ciertos profesores como Fernández Long, Puiggrós, etc., de manera denigrante, desde la intolerancia clerical de quien fuera uno de los arquitectos preferidos de los dictadores a la hora de hacer y remodelar edificios públicos. Paradójicamente, entre tantos de los exabruptos contenidos en una obra vomitiva, el discurso de Randle encastra con lo que dice Mariano y con lo que dice Antonio (en cierta medida). "Frente a esta frase puramente demagógica [que la Universidad debe ser abierta al Pueblo] hay que preguntarse si alguien sostiene lo contrario. Por otra parte, la selección en base a méritos académicos es una vara que mide por igual al hijo del obrero que al del millonario. Y, también debe agregarse que una Universidad sin aranceles –como es el caso de las oficiales- si alguna injusticia comete es la de no cobrarlos a quien puede pagar. Pero además, si lo que realmente se desea (cosa que está en duda) es facilitar el acceso a la universidad del estudiante indigente pero que da pruebas de cierto talento, entonces lo que se impone no es hacer declaraciones populistas, sino estudiar un sistema de becas realista y operativo, que eventualmente, podría ser financiado por los más pudientes". (Es lo que sostiene Randle, un personaje de extrema derecha). Claro que estamos en desacuerdo con la propuesta de Randle, porque ideológicamente no concebimos las diferencias desde las perspectivas económicas. Y también con la aseveración «ingenua» de Mariano, quien pregunta "me gustaría saber cuál podría ser el aumento de costo (en porcentaje) si hubiese un sistema de becas al que pudiesen acceder alumnos con buenas notas y bajos recursos, con obligación de prestar servicios docentes o comunitarios, dentro de la universidad o fuera de ella. Esto haría mucho más para mejorar la desigualdad de oportunidades (y a lo mejor no es mucho más caro) que el ingreso irrestricto". Vemos que no hay diferencia entre lo que dice Randle y lo que dice Mariano. La axiología sumamente perversa que usa en el razonamiento me conmueve, me llena de indignación. Primero, porque debe darse por sentado que el trabajo y esfuerzo por una sociedad más justa queda reducido al vil reclamo de "igualdad de oportunidades". No es que no acepte que hoy existen pobres, los hay y los hay de tal manera que dos tercios de la población mundial es pobre. Eso como producto de la "igualdad de oportunidades" que se desprenden del sistema económico imperante (a no ser que la igualdad de oportunidades esté declamada en torno a que todos somos igualmente de indigentes). O como decía J.P. Sartre: "a diferencia de la riqueza, la miseria es la mejor cosa repartida del mundo y a nosotros no han de faltarnos miseria ni miserables". Miserable es la propuesta, porque además de establecer la diferencia en escala social, el pobre por ser pobre y becado debe "prestar servicios docentes o comunitarios, dentro de la universidad o fuera de ella", debe seguir siendo un esclavo de las clases acomodadas, en tanto que el otro, el que puede, sólo debe dedicarse a estudiar y rendir en su competencia. En tanto que becado para realizar sus estudios, sólo debe estudiar (admitiendo que aceptamos la beca como condición coyuntural, y no como propuesta estructural tal lo realiza Mariano). Lo que más me irrita de estas aseveraciones es que se las piense como soluciones realmente progresistas y viables ¡son parches agujereados!, y como aportes destacados a la solución de un problema que es harto complejo (siquiera se piensa de manera ingenua en una redistribución de la riqueza, en el trabajo genuino como valor cultural y en una constelación de derechos esenciales que deben ser garantizados en su totalidad por un estado presente y fuerte). Pienso que si el país crece demográficamente, las matrículas han de crecer siguiendo alguna ley matemática (ajustable, posiblemente, con desarrollos polinomiales), y dejar estanco los presupuestos en todas las áreas es un error de cálculo no desinteresado que se corresponde al achicamiento del estado que sigue perpetrándose. No debemos empequeñecer la Universidad, debemos agrandar al país. Sostener que "un examen de ingreso con los contenidos del secundario es indispensable para que los escasos recursos de la educación se gasten en los futuros pofesionales, y no en los que seguramente desertarán más temprano que tarde" es una barrabasada, por lo dicho antes y por lo seguido. Conozco el caso de varios alumnos, que habiendo «desaprobado» el curso de ingreso de medicina en La Plata en el 2002, se anotaron en Física Médica ese mismo semestre, y son brillantes alumnos de esta carrera en la actualidad luego de dos años y medio de cursar en la Facultad de Ciencias Exactas. Estoy cansado de las suposiciones gratuitas, que descansan sobre la vagancia del estudiantado, sobre la ignorancia del mismo; y de las otras, que en vez de preocuparse por hacer que el presupuesto de la Nación se redistribuya de mejor manera, de luchar porque no se efectivicen los recortes presupuestarios, como chorreo de las iluminaciones vienen a proponer un autorrecorte y a definirse partidarios de la "igualdad de oportunidades", cuando un sistema como el actual, regido por el valor simbólico impone un modo de discriminación al prescribir lo que es aprehensible en términos reales por el intercambio del flujo de significaciones (una hamburguesa de McDonald’s sale $ 4, por ejemplo). Si las discriminaciones raciales y religiosas han sido objeto de erradicación, por qué no habrán de serlo las económico-ideológicas: no tener acceso a un plato de comida por ser pobre es la discriminación por excelencia de un sistema como el actual. Bueno, como ya llevo varias horas sentado escribiendo este mensaje, y me he cansado, dejo sin pulir todo lo que debería; no discuto nada en términos personales (o si se quiere, está encuadrado en el marco de las ideas, pero entiendo que puedo ser chocante en mi manera de expresarme). Temed la dureza de corazón de los hombres cultos (Mahatma Gandhi). Saludos. Leandro Andrini.

Lo que en estos mensajes cruzados se discute es por demás de interesante, aun cuando existan divergencias ideológicas profundas, y concepciones antagónicas. Los planos de discusión se sobreponen sin mediar para ello ninguna lógica constitutiva, con independencia de la invocación del materialismo (dialéctico, histórico) en cierto pasaje de los mensajes aludidos.

No voy a citar como principio de autoridad (establecida e indudable) sino porque lo que quiero decir lo han dicho otros antes, y mi pensamiento en cierta medida está mediado por esas lecturas y por las prácticas consecuentes de mi actitud militante.

Desconozco los principios germinales de la casa de estudios en ciencias médicas de la UNCo, por lo que mantendré un prudente silencio sobre ello, pero no sobre el presente y el futuro de la educación en Argentina (que sin duda está ligada a una concatenación causal múltiple, y apenas si hoy podemos dilucidar alguno de los efectos de aquellas algunas causas que aprehendemos).

En primer lugar Antonio dice que "el Rectorado intentó convocar a la Asamblea Universitaria (la autoridad mayor de la UNC), para sostener la postura del ingreso restricto, pero como desde hace 11 años, este órgano no se brinda al debate y se levantó la asamblea sin discutir varios puntos como; la paulatina transición al ingreso irrestricto, transformar la escuela en Facultad, etc." Y cuando asevera "la mayor autoridad de la UNC" presumo que lo hace sólo en términos de indicarlo como poder ejecutivo, porque en el ámbito universitario es la Asamblea Universitaria el máximo órgano de decisión. Sólo un detalle de interpretación.

Lo que importa es lo que se dice seguido: y mi pregunta es por qué ha sido levantada sesión. A la distancia, e informándome con la superficialidad y marginalidad noticiosa de los diarios neuquinos (siendo generoso acerca del ocultamiento de información que existe, y el que bien ejercen los "dueños de la manipulación pública de la noticia") entreveo una puja de intereses, y quienes levantan la sesión (o sea las autoridades) son precisamente los menos interesados en que esos debates se produzcan porque lidian con el cuentamanos del minuto de la votación. Es decir, ante la adversidad "democrática" del voto, ante lo desfavorable del clima aducen las excusas triviales de «violencia», «provocación», «insultos» entre otras, para erguirse sobre una moral ejemplificadora como garantes de una democracia que no existe (o que existe en la medida que respete ciertos intereses particularísimos que ellos representan y defienden y los que no deben ser tocados ni trastocados por intromisiones "obstrusas", como juzgan que son las vienen realizando quienes ferozmente se oponen a la LES, la LFE y a la CoNEAU). Y cuando se debate, pero no en el orden de las agendas impuestas desde la verticalidad «trascendente», se dice que en la universidad no se quiere debatir (cuando en realidad hay un debate que es otro, y que no es el de las preferencias de cierta "camarilla"). Estos argumentos sobre la no-existencia del debate los he escuchado muchas veces, y al proponerle a esas personas que nos sentemos a discutir sobre nuestras diferencias, creídas con derecho a la VERDAD niegan la posibilidad de esa discusión vaya a saber bajo qué presupuesto. Pido disculpas por la generalización grosera, casi como ejercicio catártico.

Al garantizar esa democracia (la de los intereses de agenda externa) intentan matar por aborto a la democracia que pide a gritos ser parida: la que necesitará incluso de los gritos para hacerse oír en la sordera de los días en que vivimos.

En esto me reservo el derecho al equívoco, pero interpreto que todos los que intentan revertir las nociones germinales de la casa de estudios en ciencias médicas, lo hacen desde la perspectiva de su lucha en contra de la Ley de Educación Superior (y su engendro: CoNEAU) y la Ley Federal de Educación, y cuando establecen esta lucha establecen la lucha en términos de contrarrestar los embates de un modelo adjunto a un sistema de vaciamiento generalizado (incluidas la educación y la salud "públicas"), y que sigue propagándose conforme a su capacidad mimética y altamente subversiva (porque a ser justos con el uso terminológico la subversión no es exclusividad de la izquierda armada o del ahora mentado "terrorismo").

"Universidad…de los trabajadores….Al que no le gusta….se jode…se jode"

Coincido con el canto, tantas veces como lo he cantado (que son muchas, y sobre todo frente a la UCES en cada marcha que participamos quienes vamos desde La Plata a Buenos Aires, porque ésta nos queda al paso). Es un canto, que, desde lo simbólico se opone a la gobernación elitista y aristocrática proveniente de cierta casta académica. Es una oposición entre el poder hegemónico, y las exclusiones ejercidas mediante ese poder (es una simbolización generalizante, y no hace falta aclarar todo lo que debe agregarse porque está implícito en esa generalización; por otro lado: autónomo es un trabajador, al igual que las amas de casa, que los plomeros, que los electricistas, que los empleados de comercio; todos ellos pertenecen a la categoría "trabajador", así que el agregado además de superfluo muestra un dejo de resistencia frente al sujeto referido: "trabajador").

Coincido con que desde hace unos cuantos años la universidad Argentina no es ni por, ni para, ni de los trabajadores. Máxime cuando tenemos un sistema proclive a satisfacer las "demandas" del transnacionalismo curricular, o las necesidades de mano de obra calificada (esto que epistemológicamente queda tan elegante como enunciado: tiempo o era del conocimiento, pero que en definitiva no es otra cosa que la redefinición del nuevo sujeto dentro del sistema de producción, o sea "trabajador intelectual" o "calificado intelectualmente", sin entrar en disquisiciones acerca de qué es ser intelectual o intelectualmente apto). No debemos ser ingenuos y decir que la universidad es de los trabajadores, porque llegan a ellos los hijos de los trabajadores. Eso pertenece a la esfera de la comodidad política, y más que comodidad a la conformidad.

Coincido con que se encubre cierta falacia al hablar de educación libre y gratuita cuando un gran porcentaje de los alumnos debe trabajar para solventar sus estudios universitarios. ¿Los hace esto mejores o peores alumnos? No. Los hace, según he podido comprobar, conscientes del país que no quieren para sus hijos (y espero que tengan memoria y que no traicionen su palabra y su propia vida).

La cita de Althusser me parece oportuna; de igual valía juzgo la de nuestro paisano Arturo Jauretche, quien casi quince años antes de que Althusser publicara el breve, sencillo y profundo ensayo Ideología y Aparatos Ideológicos de Estado, este original pensador argentino dio a conocer La Colonización Pedagógica en su libro Los Profetas del Odio (y el que merece ser tenido en cuenta, porque releyendo alguna de sus páginas, entreveo que el motivo de discusión de ahora es casi idéntico al sostenido por Jauretche allá en el ’57).

Sigue existiendo el proceso de colonización descripto de manera exhaustiva en esa obra, el que ahora es ejercido por las modernas vías de la globalización favorable en términos económico-políticos a sólo algunos sectores, en tanto que se aplastan las identidades culturales y étnicas, entre otros avasallamientos, con el falaz argumento del progreso (que está vinculado con las tecnologías de la comunicación). Si leemos atentamente la LES encontramos en ella artículos, como el sexto, que son la trama constitutiva de este proceso de colonización pedagógica. Y la colonización se instituye mediante organismos como la CoNEAU, que "flexibilizan" las carreras de acuerdo a las leyes de oferta y demanda, y así el libre mercado de los saberes responde a las lógicas de los libres mercados que conocemos (aunque es pretencioso decir que conocemos tal lógica, porque según los entendidos es una mano invisible, un dios; y para los ateos: metafísica).

Me opongo al libre mercado de saberes, como se oponen muchos (lo que no les causa agrado a los librecambistas de saberes y a los liberales en ejercicio de la democracia).

También, al igual que Jauretche, nuestro co-continental Paulo Freire describió el proceso de invasión cultural en el capítulo IV de su Pedagogía del Oprimido años antes que Althusser; y esta invasión cultural es de la que se ocupan organismos tales como el Banco Mundial (y me atrevería a decir que la UNESCO aunque carezco de evidencias suficientes hasta el momento) quienes promueven cómo deben ser los sistemas de educación en países "periféricos", e imponen el ritmo y las necesidades de los países "centrales". Esto que se llama Globalización, y reitero que no temen en aniquilar pueblos y razas a cambio del control hegemónico del mundo.

Y cabe agregar, porque también me parece oportuno, el pensamiento de un iconoclasta como M. Foucault quien en Más Allá del Bien y del Mal sostiene que "el saber académico, tal como está distribuido en el sistema de enseñanza, implica evidentemente una conformidad política: en historia, se nos pide saber un determinado número de cosas, y no otras –o más bien un cierto número de cosas constituyen el saber en su contenido y en sus normas-", y seguido da ejemplos: "el saber oficial ha representado siempre al poder político como el centro de una lucha dentro de una clase social (querellas dinásticas en la aristocracia, conflictos parlamentarios en la burguesía); o incluso como el centro de una lucha entre la aristocracia y la burguesía. En cuanto a los movimientos populares, se les ha presentado como producidos por el hambre, los impuestos, el paro; nunca como una lucha por el poder, como si las masas pudiesen soñar con comer bien y no con ejercer el poder". Para Foucault "la historia de las luchas por el poder, y en consecuencia las condiciones reales de su ejercicio y de su sostenimiento, sigue estando casi oculta. El saber no entra en ello: ello no debe saberse".

Me escudo en este académico francés (que puede haber producido saber para su academia) por comodidad. Porque entre las cosas que se ocultan cuando se invocan ciertos principios democratosos en los órganos de difamación informativa, lo que se está ocultando es esta disputa de poder. No son sólo unas refriegas entre algunas autoridades, los alumnos de izquierda, algunos díscolos profesores, militantes, activistas y algún sector de los no-docentes. Es un sublime ejercicio de la disputa de poder, es una disputa política en el propio terreno al cual se ve y está forzado a llevarla adelante cada sector. Se oculta muy bien ello (y si no se oculta, se descalifica a uno de los sectores y se lo trata de mostrar inviable, terco, revoltoso). Y también se quiere que esto no ingrese en la universidad, como hechos que en sí mismos engendran saber, porque desde Bacon el saber está relacionado con el poder (es lo que sostienen algunos, pero presumo que Alejandro Magno, quien tenía por tutor a Aristóteles, se adelantó unos siglos a Bacon).

"Remitir la discusión a ingreso libre e irrestricto, encubre el idealismo de quienes siguen sosteniendo –cual fetiche -que la universidad es «de los trabajadores»". Aquí algunos errores de apreciación, que si los juzgamos intencionados, tienden a encubrir la realidad de los hechos. Pienso, y espero no equivocarme, que quienes cantan ese cántico tienen sobrada noción de que la universidad actual no es de los trabajadores (y que lamentablemente como están dadas las circunstancias en el país, muchas de las casas están por lejos de serlo; la UNCo es lo más cercano a ello), porque si así lo fuera, ellos no estarían sacrificando su tiempo militante en pos de una lucha ganable, porque esa lucha estaría saldada y ganada desde antes (estarían, posiblemente, dedicando su tiempo militante a la lucha por un poder tanto más trascendental que el universitario como lo es el poder político-económico de una región). El cántico, en el orden de lo simbólico, expresa el objeto de lucha (la universidad) y el objetivo de la lucha (que sea de los trabajadores). Si ese cántico antaño fue descriptivo de la realidad, en el presente es la pretensión de subvertir la realidad para que sea lo que el cántico. Posiblemente el error de apreciación esté encuadrado en que en otros tiempos lo que era del orden de lo real es hoy en día del orden de lo simbólico, y esa sea este el motivo del equívoco.

Se nombran hombres tan caros a mis sentimientos ideológicos: el Che, Paulo Freire, Agustín Tosco, y se dice que "la educación tiene que estar primero al servicio de la humanidad y para que ello ocurra, primero hay que transformar la realidad, y esto solo se logra con una escuela pública que imparta contenidos revolucionarios interpretando todas las acepciones del término". Lo cual es una transgresión a la acción revolucionaria del Che, por ejemplo, porque la revolución cubana no fue fruto de una escuela pública que impartió conocimientos revolucionarios, y sin embargo la realidad fue transformada de cuajo (siempre que el "y esto se logra con una escuela pública" haga referencia al cambio de la realidad); sí supongo que se puede entender lo que quiso decir Antonio desde el marco de la educación popular, porque la gesta guevarista ha sido también una profunda obra de educación popular, queda más ajustada la interpretación (tal la perspectiva freireana). No quiero decir que una escuela pública que imparta contenidos revolucionarios no es necesaria, todo lo contrario, pero coincido con Sandro, en que "no podemos esperar a que exista una «escuela pública que imparta contenidos revolucionarios», para intentar cambiar la sociedad".

Si la declamación es idealista, la prefiero a ciertos pragmatismos progresistas. Darcy Ribeiro, en La Universidad Nueva, sostiene que "la Universidad que necesitamos, antes de existir como un hecho en el mundo de las cosas, debe existir como un proyecto, una utopía, en el mundo de las ideas. Nuestra tarea, pues, consiste en definir las líneas básicas de este proyecto utópico, cuya formulación deberá ser lo suficientemente clara y llamativa para que pueda actuar como una fuerza movilizadora en la lucha por la reforma de la estructura vigente" y agrega que "deberá tener... la objetividad necesaria para que sea un plan orientador de los pasos concretos a través de los cuales se pasará de la Universidad actual a la Universidad necesaria". Pienso que esa declamación, aunque idealista, tiene algo de la propuesta de Ribeiro (puede acusárseme de setentista idealista utópico, porque la propuesta de este brasileño es de esas épocas).

Concuerdo con Laura acerca de la necesidad de médicos. Conozco lo que ella indica en la zona de La Plata, porque vivo en esta ciudad, pero también conozco muy de cerca la realidad en la provincia de Buenos Aires, donde en los pueblos de menos de cinco mil habitantes suele haber un único médico (que en la mayoría de los casos no vive en el lugar); los médicos están concentrados en las zonas urbanas e hiperurbanizadas; estadísticamente los relevamientos son excelentes, pero si se hace una topografía mapeando la densidad de médicos respecto de la densidad demográfica veremos una distribución mucho más ajustada a la realidad, a la vez que debemos comparar con la relación médico por cantidad de habitantes.

Puedo decir, porque conozco también, y por suerte, gran parte de la zona del noroeste argentino. En provincias como Santiago del Estero hay insuficiencia de centros de salud pública, y la densidad de médicos es del orden de uno cada mil quinientos habitantes, aproximadamente. Lo mismo para Salta. Sin embargo, en la Universidad de Tucumán los planes de estudio de las carreras de medicina fueron diezmados por la CoNEAU (alcanza con visitar la página de este organismo para obtener los datos), y que es la unidad académica que "produce" las médicos de esas zonas. Me viene a la memoria el Dr. Mazza, y su entrega por combatir la enfermedad que hoy lleva su nombre, que no fue otra cosa que una lucha en contra de la oligarquía conservadora dominante.

"El 90 % de las enfermedades en Latinoamérica eran producidas por el hambre y la contaminación ambiental", y posiblemente sigan siéndolo. Es verdad, no alcanza con formar buenos médicos, se vuelve impostergable la formación de una consciencia que rebase las lógicas de este sistema de exclusión masivo, y transforme su conocimiento también en una batalla por la dignidad de la vida. Tan oportunas las palabras de Sandro, quien frente al «fenómeno» de la globalización antepone los saberes del lugar, y propone "intentar una interculturalidad, (es decir la relación de respeto entre dos o más culturas distintas), que entienden y viven con valores distintos", en épocas que en el mundo se habla de lo correcto de las tesis académicas sobre el "choque de civilizaciones" para dar crédito de saber institucional al saqueo imperialista programado, y a la matanza colectivas mediante el empleo de las bombas robot (propias del desarrollismo beligerante).

Laura dice que "en cuanto a que los hospitales no podrían absorber a todos los egresados de medicina si se abriera el ingreso a la Universidad para todo el mundo, no creo que sea un argumento válido, ya que aquellos que aspiramos a cambiar el modelo de Universidad, también aspiramos a cambiar el modelo de país. Y cuando logremos cambiar el país, vamos a necesitar muchos médicos para que todos podamos acceder al sistema de salud", con lo que estoy en total acuerdo.

No sé si lo que dice estudiante y lo que fundamenta como motivo de desacuerdo con Antonio es tan cercano a la realidad (por lo menos a la realidad de la UNLP). En los dos últimos congresos de la Federación Universitaria de La Plata se discutió un tema central para el movimiento estudiantil, como lo es la elitización de la universidad, y entre otros varios motivos también se incluía que a la universidad no estaban llegando los hijos de los trabajadores, y mucho menos los de los trabajadores-desocupados. La UNLP descendió su matrícula en el año 2002 en un 25% en el primer semestre debido a los problemas económicos, por ejemplo.

Este año, hace menos de un mes, en una charla informativa con ingresantes en la Fac. de Ciencias Exactas, de veinte alumnos ocho de ellos habían concurrido a colegios secundarios privados platenses (o de alrededores cercanos), seis a escuelas públicas (La Plata y gran La Plata), y los seis restantes eran del interior (los únicos de sus cursos que pudieron llegar a una educación universitaria fuera de sus ciudades, según sus palabras). Vuelvo a reiterar que no es un muestreo estadístico exhaustivo, pero en primera aproximación marca una tendencia.

No me parece, por lo que ya expuse que "lo que pasa que la izquierda, universitaria, pequeños grupos sin ninguna incercion en la base y estos si de clase media, son lo que mas militan, y toman viejos canticos setentistas, de manera superficial". Es una argumentación rayana a los prejuicios (o encubre cuando menos nociones ideológicas antagónicas las que no son expuestas de manera concreta y sincera). Por otro lado, en lo que sé del proceso del Comahue, me parece que la lucha que han dado se debe a una militancia férrea y bastante alejada de lo superficial.

Y lo que pregunto (sabiendo la respuesta por cierto, y sin ánimo de ofender) qué es lo que se denomina la base. La base de la militancia universitaria ¿en qué sector se encuentra? U otra manera de preguntar cambiando las ideas unitarias por ideas de unidad: cómo deben interaccionar las diferentes "bases" para lograr un movimiento de sectores en lucha, tendientes a concretar un objetivo común (es decir, un movimiento de unidad popular).

Concuerdo con que "el problema es que esta universidad que sin duda tiene muchos defectos y esta lejos de ser igualitaria es talvez uno de los pocos espacios que le quedan a un trabajador para mejorar su nivel de vida".

Cuando Antonio dice que "si hubiera que poner una barrera de restricción, sería la de los saberes previos" da por sentado que no debe haber barrera de restricción, de acuerdo a su posicionamiento ideológico anterior: "yo agregaría entonces el pensamiento de Althusser en aquello de la educación como aparato ideológico del Estado para replicar el modelo del status quo en las nuevas generaciones, es en líneas generales la educación hoy. Con solo ver que en Neuquén y en Capital Federal, únicamente, no hay Ley Federal de Educación, reafirma lo que estoy diciendo. Una educación y educadores éticos, jamás permitirían estar dentro de esta ley". La afirmación mía anterior es hecha sobre la base de entender el carácter nacional de las universidades, y la replicación del modelo de staus quo en las nuevas generaciones (que es sinónimo de la promoción generalizada de la no-educación) por medio de la instauración de la LFE, por lo que no hay saberes previos, entonces si verdaderamente a Antonio le importa "un bledo que sea pobre o de clase alta, negro o rubio, nativo o foráneo, obrero o desocupado, de los Pueblos Originarios o blancos" y sostiene que la "la barrera de ingreso debe ser la propia limitante de las capacidades adquiridas a lo largo de años de estudios en el nivel primario y medio" (o sea en términos mayoritarios según adscriben las provincias a la LFE) lo que debe hacer la universidad es promocionar un ingreso libre e irrestricto, que tendrá iguales o superiores contenidos que toda la educación previa. Pero en este juego retórico, existe algo perverso, y es que Antonio habla de las "capacidades adquiridas a lo largo de años de estudios", por lo que puede decirse que los conocimientos, aunque no dados (y por la positiva: tácitos) deben haber sido madurados por la propia persona que los adquirió. No hay una objetivización curricular, sino una sujetivización de lo que se puede llegar a entender por capacidades adquiridas, y así de nuevo en el problema del huevo y la gallina.

Se vuelve explícito su "deseo" cuando dice que "la universidad tiene que estar abierta para todos, salvo para aquellos que no deben estar". Y lo que es peor: la promoción de la universidad isla: "no es facultad de ésta, ser otra cosa que facilitadora de la enseñanza superior. Y cuanto más exigente hacia la búsqueda de excelentes profesionales, mejor, como lo fue hasta la década del 70. Los otros conflictos son patrimonio del campo político, social y económico". Tremenda contradicción que hace añicos la intervención previa y el recorrido por pensadores y pensamiento de izquierda.

Según entiende Santiago Castro-Gómez, en un pormenorizado ensayo sobre Althusser, los estudios culturales y el concepto de ideología, el campo político, social y económico constituyen el campo de la cultura, y entre otras identificaciones que realiza está la de "la cultura como un dispositivo que promueve la dominación o la resistencia. Los estudios culturales [en la década del ‘70] empiezan a ver la sociedad como una red de antagonismos en la que instituciones como el Estado, la familia, la escuela y los medios de comunicación juegan como mecanismos de control disciplinario sobre los individuos [...] Los productos simbólicos son entonces un «campo de batalla» en el que diferentes grupos sociales disputan la hegemonía sobre los significados". Ahora bien ¿la universidad no integra el campo cultural? ¿La universidad no "produce" filósofos, sociólogos, psicólogos, etc.? ¿La universidad está ajena de los conflictos del campo político, social y económico? ¿O es más allegado a lo que citamos de Foucault (es decir quiere alejarla tanto como se pueda para que se desinterese por las cuestiones esenciales y de promover un conocimiento universal pase a promover un conocimiento universalista aislado de la realidad socio-histórica de la cual forma parte?

Si la universidad no será sujeto histórico de cambio ¿por qué entonces Antonio exige que la educación pública sea revolucionaria, o imparta contenidos revolucionarios? Es decir, una escuela pública revolucionaria en tanto que una de las principales canteras de producción de saberes sea pasiva frente a esa demanda revolucionaria porque está aislada.

En La Universidad Revolucionaria D. Ribeiro argumenta que "nuestras universidades, a lo largo de su existencia fueron instituciones enclaustradas que formaron los tipos de especialistas que la sociedad les demandaba y los conformaron para el rol de privilegiados y de custodios del orden social vigente. En ese sentido, ellas operaron siempre, esencialmente de manera política y clasista". Y sostiene que "mientras que la revolución social no avance los suficiente en la transformación del contexto social para que nuevas directrices de la educación nacional se tornen claras e imperativas, la Universidad se debatirá entre la perplejidad y la ambigüedad".

Oscar Varsavsky sostuvo (en la década del ’70) que "el más breve de los exámenes basta para comprobar que la universidad peruana se parece a todas las de Latinoamérica en un defecto esencial: no es nuestra. Más que una ventana hacia el mundo, es un enclave, una ‘base cultural’ desde la cual se nos ‘transfiere’ todo lo que los países centrales entienden por ciencia, tecnología, cultura, y a través de ellas su tipo especial de industrialización y economía, sus valores frente al consumo, el trabajo y la sociedad". Podía haberlo dicho ayer mismo, que sigue valiendo.

En Ciencia, Política y Cientificismo, Varsavsky dice, de la universidad que emula Antonio, que "estuvo dirigida –desde octubre de 1955 hasta junio de 1966- por un grupo de profesores y graduados con apoyo de la mayoría estudiantil; grupo que podemos llamar Reformista para dar idea de su ubicación en las luchas universitarias y de su heterogeneidad política. Sus integrantes tenían buen entrenamiento científico, gran deseo de sacar al país de su estancamiento pero escaso conocimiento de sus realidades, alto grado de racionalidad, mucho empuje, un antiimperialismo difuso que fue agudizándose a partir de la revolución cubana y una eficiencia apreciable en docencia e investigación. En resumen, liberales de izquierda, inteligentes pero sin experiencia ni talento políticos". Para ser honestos, Varsavsky se refiere al proceso desencadenado en la Fac. de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Pero a los reformistas los corrieron a bastonazos...

Lo otro que me resulta extraño del segundo mensaje de Antonio, cuyo tono es muy distinto al primero, es que siendo él un revelado lector de Slavoj Zizek (al menos eso presumo puesto que titula tal mensaje Cambiar algo para no cambiar nada), tal la discusión presentada en capítulo El Derecho a la Verdad (pp. 23, 24) del libro A Propósito de Lenin (discusión que recorre todo el libro La revolución Blanda), hace sin embargo uso y abuso de la razón cínica para refutar a sus contendientes (ver El Sublime Objeto de la Ideología, también de Zizek como los otros dos).

Decía que es extraño que este lector de Zizek (insisto que lo presumo) se deje influenciar por la publicidad ¿Acaso le faltan argumentos aun para entender la subversión axiológica imperante desde la publicidad? La publicidad como doblemente productora: mediante la publicidad se producen sujetos para los objetos producidos, en cuanto los objetos producidos se subjetivizan, de manera que se disuelve la relación dialéctica objeto-sujeto, por un lado. Pero por otro, si leemos al genial N. Chomsky, podemos entender cómo el aparato de propaganda funciona siendo un elemento coercitivo de selección del más apto (el más apto es seleccionado de antemano para triunfar, y el otro es decretado a muerte: sólo hay que atreverse a realizar una feroz campaña publicitaria en su contra, ya sí se lo debilita). Y cuando expresa que no quiere "volver a ver avisos comerciales donde algunas empresas decían «egresados de la Universidad del Comahue, abstenerse»", no sería conveniente preguntarse qué es lo que molesta en demasía a esa empresa para gastar dinero en líneas de publicidad en contra de la Universidad del Comahue, en vez de promocionarse a si mismas (porque de lo contrario no se entiende la lógica, alcanza con no aceptar el CV al momento de la entrega, sin ningún gasto extra; no existe capitalista que no invierta para tener su rédito). Lo que verdaderamente ha de importar es la calidad educativa, de acuerdo al perfil prefijado por el consenso y las necesidades integrales, y no las líneas de propaganda coercitiva y denigrante que puede pagar cualquier acaudalado dueño de la "verdad pública".

Debemos ser menos dóciles a las falsas presiones, y sobre todo a las falsas discusiones. Debemos "romper" con el pensamiento de las mentes propiciadoras de un seguidismo «libidinoso» respecto de las lógicas que imponen las corporaciones económico-financieras (una forma más del pensamiento único y unilateral). Debemos ser capaces de entender de que existe la polivalencia, lógica, por un lado, y cultural por otro –y no estoy enfrascado en una postura relativista-. Debemos comenzar a pensar que un mundo diferente, además de posible, es harto necesario, y pasar de ese pensar a la praxis. No quiero, en este punto, las chicanas de barata factura sobre el consignismo, los slogans «políticamente correctos», y cosas por el estilo que esgrimen quienes atribulados por el surgente de los que intentan cambiar algo para comenzar a cambiar el todo (o más exacto: resistir a que se cambie algo para que todo siga igual, porque sabemos cómo deben ser cambiadas las cosas para que todo cambie) hacen interpretaciones mediadas por la estrechez de su concepción. Para los conservadores convencidos de su fe, pueden consultar de que no se trata de consignismo: la vida y obra del insigne Ernesto Cardenal, por ejemplo, da cuenta de ello.

"No quiero escuchar más a un Decano de Medicina decir que darles a muchos de los egresados de esa carrera, el título de médicos, era una licencia para matar". Tampoco lo quiero escuchar yo; quiero que cumplan el juramento hipocrático, y no que se conviertan en hipócritas hacedores de dinero, comerciantes de la vida y la muerte. Quisiera escuchar a los decanos de las casas de medicina decir que para muchos de los egresados de esa carrera, el título de médicos, es una tarjeta de crédito, que es una licencia de matar más sutil que la proveniente de la mala praxis: los honorarios son x$, quien no los tiene no se le prohibe que vaya a otro centro asistencial. El problema surge cuando la existencia de esos centros es nula; por ejemplo, en la ciudad de Pehuajó la atención cardiovascular está monopolizada por institutos privados (corporaciones de los mismos médicos) los que para atender a cualquier persona exigen $ 50 por adelantado más el bono de mutual (si no se tiene esto –o el dinero equivalente a la cobertura mutual- no se es atendido; y ni se le ocurra pedir boleta!!!, porque estos centros de salud privados y privadores se reservan el derecho de admisión que no es más que el hecho de exclusión).

Aquí me escapo un instante por la tangente para decir (sin demostrar) que la sociedad actual, constituída como sociedad de admisión, no es otra que una sociedad de exclusión (admisión para pertenecer a, es equivalente a exclusión para no pertenecer a).

Si vamos a tomar una postura moral, no la tomemos emparchándonos un ojo, para ver solamente lo que nos conviene. No nos maquillemos con moralina para extender juicios de valor unilaterales. Hagamos una interpretación completa sobre la base del deber y el deber ser. Puede ser que en su provincia esto no ocurra (lo desconozco, tanto como lo dudo).

Concuerdo –más allá de cierto lenguaje viciado de liberalismo (igualdad de oportunidades, etc.)- conque hay que "ir al fondo del sistema social que permita a los chicos nacer y crecer en un encuadre de igualdad de oportunidades, bien alimentados y en su casas, no en comedores o escuelas; con lazos afectivos y de contención social bien sólidos; formando así matrices de aprendizaje alejadas de la violencia que promueve este modo de vida excluidor", pero en total desacuerdo que esto sea una consecuencia directa o inmediata del "nivelar para arriba" (como tampoco lo es en términos de "nivelar para abajo"). Y aquí centro el eje en una nueva contradicción de argumentos entre "cuanto más exigente hacia la búsqueda de excelentes profesionales, mejor, como lo fue hasta la década del 70. Los otros conflictos son patrimonio del campo político, social y económico" y "Porque nivelar para arriba implica subvertir la realidad, ir al fondo del sistema social que permita a los chicos nacer y crecer en un encuadre de igualdad de oportunidades...".

Un gran defecto que tenemos que corregir dentro del campo de la izquierda es realizar afirmaciones como que "las personas de izquierda tenemos un nivel cultural mas alto que el promedio", que en determinadas oportunidades se traduce como portadores de una Verdad Absoluta. Y en esto ignoramos por completo a Antonio Gramsci y sus intelectuales y la organización de la cultura, y damos por sentado que "nivel cultural" es citar tantos pasajes de tales autores como los creyentes citan versículos, y menospreciamos el campo cultural del Otro como tal, por ello, o la cultura popular, o lo que menciona Sandro; o como somos de izquierda pensamos según los pasos de Marx, Engels, Lenin, Kaustky, Luckacs, Stalin, Trotsky (y somos eurocentristas; ellos pensaron sobre la base de la realidad de sus sociedades y en su momento histórico, y hacemos transposición de modelos), o como diría Jauretche: "estamos colonizados. Algunos piensan en francés, otros en inglés, otros en ruso, los hay que piensan en chino y ahora hasta los que piensan en cubano". No quiero decir que tengamos que desconocerlos, pero tampoco son la palabra revelada; más aun, nosotros debemos pensar en términos de nuestro pueblo y de nuestra identidad sin avasallar las identidades de los demás pueblos, en la hermandad de las patrias. O no tenemos en cuenta a Paulo Freire cuando nos demuestra que "nadie educa a nadie –nadie se educa a sí mismo- los hombres se educan entre sí con la mediación del mundo". O nos olvidamos del Che, quien en Pasajes de la Guerra Revolucionaria sostiene que en Sierra Maestra "empezaba a hacerse carne en nosotros la conciencia de la necesidad de un cambio definitivo en la vida del pueblo. La idea de la Reforma Agraria se hizo nítida y la comunión con el pueblo dejó de ser teoría para convertirse en parte definitiva de nuestro ser [...] Nunca han sospechado aquellos sufridos y leales pobladores de la Sierra Maestra, el papel que desempeñaron como forjadores de nuestra ideología revolucionaria". No quiero "pecar" por ecléctico...

Tampoco debemos olvidarnos que personas como Mariano Grondona, Magdalena Ruiz Guiñazú, Ernesto Sabato y muchos obispos, cardenales y militares concurren a "mitines" culturales de importancia, y fijan de una manera u otra la agenda en estos tópicos también. Pensarnos superiores es subestimar al otro, con el peligro que ello involucra.

Mariano aporta la idea de que "el primer punto que se debe abordar es si debe haber un nivel de conocimiento y formación intelectual mínimo para acceder a estudios superiores". No me he detenido a pensar en la significación que existe en torno a los términos "estudios superiores". ¿No involucra, desde el punto de vista del lenguaje pero que se traduce a idea discriminatoria, la noción de superioridad? No lo sé, se me ocurre ahora esto y puede desarrollarse o refutarse la idea.

Aporta su experiencia personal ("Yo tuve la experiencia de ingresar a la UBA en 1975 con ingreso irrestricto, en un momento en que la escuela media era muy superior a la actual.
La vivencia de ver parciales con 80% de aplazados, de ver que solo el 25-30% de los que entraban terminaban la cursada, y de que al año sigiente solo estabamos en sgundo año el 15% de los que habíamos entrado, es la de un colosal despilfarro de recursos escasos, de tiempo de docentes y estudiantes, de sueños truncos, etc."). Como el campo de las percepciones puede ser irrefutable, convendría pasarlo a la objetivización. Lo que quiero decir es que Mariano está haciendo un análisis simplificado de un momento histórico harto complejo, y del cual aun no hay un exhaustivo estudio realizado (porque quizás forme parte también de lo que no debe saberse). Dicho de manera irónica: la política del avestruz.

"En esa época, las universidades privadas eran un refugio para vagos con plata, pero fue en ese momento que empezó a darse el cambio, y cuando empezaron a levantar el nivel, cuando comenzaron a recibir estudiantes con otras aspiraciones cuyos padres (muchos recibidos de la UBA) desconfiaban de la politización y el bullicio de la Universidad pública". Esto me hace recordar a dos obras, con disímil destino una de la otra (¡y por suerte!). Una es la magistral novela de Albert Camus, La Peste. Esos "estudiantes con otras aspiraciones" aprovecharon de manera directa los beneficios que involucró la relación Estado de Facto –Iglesia (Universidades Católicas), y se cubrieron de "la peste" cercando sus lugares, pero el tiempo implacable como la peste de Camus, atravesó todas las murallas y ahora estamos todos apestados, y nos llega la gran preocupación. Así como nos reconocemos enfermos, nos cuesta reconocer que no hicimos mucho por detener el avance de la peste, porque pensamos que era suburbana y que con sólo matar a los apestados alcanzaría (hablo en primera voz del plural no porque me haga cargo de ello, porque nací en el tiempo en que Mariano ingresaba a la universidad, sino que me responsabilizo como ser social argentino). Ahora no es muy distinto: si escuchamos detenidamente lo que se dice en los contestadores de las radios de Buenos Aires vemos que hay que desaparecer a alguien para que las cosas vuelvan a la normalidad (en este caso a los piqueteros). Es como el desagradable grafitti: terminemos con el hambre, comamos pobres.

La otra obra que me viene a la memoria es la de Patricio H. Randle, La Universidad en Ruinas, quien a fines de 1972 se lamentaba por el destino de la universidad y publicaba Más allá de la universidad renovada "con la intención de dejar claramente establecido que, cerrada la oportunidad coyuntural abierta en 1966, era preciso volver a indagar el tema en profundidad en pos de nuevas esencias vitales, de un nuevo ‘pathos’...".

Randle entre otras cosas dice que "junto con las Fuerzas Armadas y la Iglesia, la Universidad tiene una herencia tan rica como compleja. A diferencia de aquellas ha sufrido, sin embargo, la influencia negativa de la política". Y denuncia (como buen adscripto a la disciplina militar) a la masa muda porque "aunque no participa realmente de la cosmovisión marxista-leninista-maoísta-castrista, absorbe inadvertidamente el veneno", o acusa a R. Frondizi y R. García por "antigua militancia en el marxismo rojo". Toda la obra citada está dedicada a hablar acerca de la "la politización y el bullicio" del estudiantado, y de ciertos profesores como Fernández Long, Puiggrós, etc., de manera denigrante, desde la intolerancia clerical de quien fuera uno de los arquitectos preferidos de los dictadores a la hora de hacer y remodelar edificios públicos. Paradójicamente, entre tantos de los exabruptos contenidos en una obra vomitiva, el discurso de Randle encastra con lo que dice Mariano y con lo que dice Antonio (en cierta medida).

"Frente a esta frase puramente demagógica [que la Universidad debe ser abierta al Pueblo] hay que preguntarse si alguien sostiene lo contrario. Por otra parte, la selección en base a méritos académicos es una vara que mide por igual al hijo del obrero que al del millonario. Y, también debe agregarse que una Universidad sin aranceles –como es el caso de las oficiales- si alguna injusticia comete es la de no cobrarlos a quien puede pagar. Pero además, si lo que realmente se desea (cosa que está en duda) es facilitar el acceso a la universidad del estudiante indigente pero que da pruebas de cierto talento, entonces lo que se impone no es hacer declaraciones populistas, sino estudiar un sistema de becas realista y operativo, que eventualmente, podría ser financiado por los más pudientes". (Es lo que sostiene Randle, un personaje de extrema derecha).

Claro que estamos en desacuerdo con la propuesta de Randle, porque ideológicamente no concebimos las diferencias desde las perspectivas económicas. Y también con la aseveración «ingenua» de Mariano, quien pregunta "me gustaría saber cuál podría ser el aumento de costo (en porcentaje) si hubiese un sistema de becas al que pudiesen acceder alumnos con buenas notas y bajos recursos, con obligación de prestar servicios docentes o comunitarios, dentro de la universidad o fuera de ella. Esto haría mucho más para mejorar la desigualdad de oportunidades (y a lo mejor no es mucho más caro) que el ingreso irrestricto". Vemos que no hay diferencia entre lo que dice Randle y lo que dice Mariano.

La axiología sumamente perversa que usa en el razonamiento me conmueve, me llena de indignación. Primero, porque debe darse por sentado que el trabajo y esfuerzo por una sociedad más justa queda reducido al vil reclamo de "igualdad de oportunidades". No es que no acepte que hoy existen pobres, los hay y los hay de tal manera que dos tercios de la población mundial es pobre. Eso como producto de la "igualdad de oportunidades" que se desprenden del sistema económico imperante (a no ser que la igualdad de oportunidades esté declamada en torno a que todos somos igualmente de indigentes). O como decía J.P. Sartre: "a diferencia de la riqueza, la miseria es la mejor cosa repartida del mundo y a nosotros no han de faltarnos miseria ni miserables". Miserable es la propuesta, porque además de establecer la diferencia en escala social, el pobre por ser pobre y becado debe "prestar servicios docentes o comunitarios, dentro de la universidad o fuera de ella", debe seguir siendo un esclavo de las clases acomodadas, en tanto que el otro, el que puede, sólo debe dedicarse a estudiar y rendir en su competencia. En tanto que becado para realizar sus estudios, sólo debe estudiar (admitiendo que aceptamos la beca como condición coyuntural, y no como propuesta estructural tal lo realiza Mariano). Lo que más me irrita de estas aseveraciones es que se las piense como soluciones realmente progresistas y viables ¡son parches agujereados!, y como aportes destacados a la solución de un problema que es harto complejo (siquiera se piensa de manera ingenua en una redistribución de la riqueza, en el trabajo genuino como valor cultural y en una constelación de derechos esenciales que deben ser garantizados en su totalidad por un estado presente y fuerte).

Pienso que si el país crece demográficamente, las matrículas han de crecer siguiendo alguna ley matemática (ajustable, posiblemente, con desarrollos polinomiales), y dejar estanco los presupuestos en todas las áreas es un error de cálculo no desinteresado que se corresponde al achicamiento del estado que sigue perpetrándose. No debemos empequeñecer la Universidad, debemos agrandar al país. Sostener que "un examen de ingreso con los contenidos del secundario es indispensable para que los escasos recursos de la educación se gasten en los futuros pofesionales, y no en los que seguramente desertarán más temprano que tarde" es una barrabasada, por lo dicho antes y por lo seguido. Conozco el caso de varios alumnos, que habiendo «desaprobado» el curso de ingreso de medicina en La Plata en el 2002, se anotaron en Física Médica ese mismo semestre, y son brillantes alumnos de esta carrera en la actualidad luego de dos años y medio de cursar en la Facultad de Ciencias Exactas. Estoy cansado de las suposiciones gratuitas, que descansan sobre la vagancia del estudiantado, sobre la ignorancia del mismo; y de las otras, que en vez de preocuparse por hacer que el presupuesto de la Nación se redistribuya de mejor manera, de luchar porque no se efectivicen los recortes presupuestarios, como chorreo de las iluminaciones vienen a proponer un autorrecorte y a definirse partidarios de la "igualdad de oportunidades", cuando un sistema como el actual, regido por el valor simbólico impone un modo de discriminación al prescribir lo que es aprehensible en términos reales por el intercambio del flujo de significaciones (una hamburguesa de McDonald’s sale $ 4, por ejemplo). Si las discriminaciones raciales y religiosas han sido objeto de erradicación, por qué no habrán de serlo las económico-ideológicas: no tener acceso a un plato de comida por ser pobre es la discriminación por excelencia de un sistema como el actual.

Bueno, como ya llevo varias horas sentado escribiendo este mensaje, y me he cansado, dejo sin pulir todo lo que debería; no discuto nada en términos personales (o si se quiere, está encuadrado en el marco de las ideas, pero entiendo que puedo ser chocante en mi manera de expresarme).

Temed la dureza de corazón de los hombres cultos (Mahatma Gandhi).

Saludos.

Leandro Andrini.

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Resistir frente a los que quieren cambiar algo para que todo siga igual (o empeore)
Por Leandro Andrini - Saturday, Mar. 26, 2005 at 9:16 PM
andrinileo@yahoo.com.ar

Lo que en estos mensajes cruzados se discute es por demás de interesante, aun cuando existan divergencias ideológicas profundas, y concepciones antagónicas. Los planos de discusión se sobreponen sin mediar para ello ninguna lógica constitutiva, con independencia de la invocación del materialismo (dialéctico, histórico) en cierto pasaje de los mensajes aludidos.

No voy a citar como principio de autoridad (establecida e indudable) sino porque lo que quiero decir lo han dicho otros antes, y mi pensamiento en cierta medida está mediado por esas lecturas y por las prácticas consecuentes de mi actitud militante.

Desconozco los principios germinales de la casa de estudios en ciencias médicas de la UNCo, por lo que mantendré un prudente silencio sobre ello, pero no sobre el presente y el futuro de la educación en Argentina (que sin duda está ligada a una concatenación causal múltiple, y apenas si hoy podemos dilucidar alguno de los efectos de aquellas algunas causas que aprehendemos).

En primer lugar Antonio dice que "el Rectorado intentó convocar a la Asamblea Universitaria (la autoridad mayor de la UNC), para sostener la postura del ingreso restricto, pero como desde hace 11 años, este órgano no se brinda al debate y se levantó la asamblea sin discutir varios puntos como; la paulatina transición al ingreso irrestricto, transformar la escuela en Facultad, etc." Y cuando asevera "la mayor autoridad de la UNC" presumo que lo hace sólo en términos de indicarlo como poder ejecutivo, porque en el ámbito universitario es la Asamblea Universitaria el máximo órgano de decisión. Sólo un detalle de interpretación.

Lo que importa es lo que se dice seguido: y mi pregunta es por qué ha sido levantada sesión. A la distancia, e informándome con la superficialidad y marginalidad noticiosa de los diarios neuquinos (siendo generoso acerca del ocultamiento de información que existe, y el que bien ejercen los "dueños de la manipulación pública de la noticia") entreveo una puja de intereses, y quienes levantan la sesión (o sea las autoridades) son precisamente los menos interesados en que esos debates se produzcan porque lidian con el cuentamanos del minuto de la votación. Es decir, ante la adversidad "democrática" del voto, ante lo desfavorable del clima aducen las excusas triviales de «violencia», «provocación», «insultos» entre otras, para erguirse sobre una moral ejemplificadora como garantes de una democracia que no existe (o que existe en la medida que respete ciertos intereses particularísimos que ellos representan y defienden y los que no deben ser tocados ni trastocados por intromisiones "obstrusas", como juzgan que son las vienen realizando quienes ferozmente se oponen a la LES, la LFE y a la CoNEAU). Y cuando se debate, pero no en el orden de las agendas impuestas desde la verticalidad «trascendente», se dice que en la universidad no se quiere debatir (cuando en realidad hay un debate que es otro, y que no es el de las preferencias de cierta "camarilla"). Estos argumentos sobre la no-existencia del debate los he escuchado muchas veces, y al proponerle a esas personas que nos sentemos a discutir sobre nuestras diferencias, creídas con derecho a la VERDAD niegan la posibilidad de esa discusión vaya a saber bajo qué presupuesto. Pido disculpas por la generalización grosera, casi como ejercicio catártico.

Al garantizar esa democracia (la de los intereses de agenda externa) intentan matar por aborto a la democracia que pide a gritos ser parida: la que necesitará incluso de los gritos para hacerse oír en la sordera de los días en que vivimos.

En esto me reservo el derecho al equívoco, pero interpreto que todos los que intentan revertir las nociones germinales de la casa de estudios en ciencias médicas, lo hacen desde la perspectiva de su lucha en contra de la Ley de Educación Superior (y su engendro: CoNEAU) y la Ley Federal de Educación, y cuando establecen esta lucha establecen la lucha en términos de contrarrestar los embates de un modelo adjunto a un sistema de vaciamiento generalizado (incluidas la educación y la salud "públicas"), y que sigue propagándose conforme a su capacidad mimética y altamente subversiva (porque a ser justos con el uso terminológico la subversión no es exclusividad de la izquierda armada o del ahora mentado "terrorismo").

"Universidad…de los trabajadores….Al que no le gusta….se jode…se jode"

Coincido con el canto, tantas veces como lo he cantado (que son muchas, y sobre todo frente a la UCES en cada marcha que participamos quienes vamos desde La Plata a Buenos Aires, porque ésta nos queda al paso). Es un canto, que, desde lo simbólico se opone a la gobernación elitista y aristocrática proveniente de cierta casta académica. Es una oposición entre el poder hegemónico, y las exclusiones ejercidas mediante ese poder (es una simbolización generalizante, y no hace falta aclarar todo lo que debe agregarse porque está implícito en esa generalización; por otro lado: autónomo es un trabajador, al igual que las amas de casa, que los plomeros, que los electricistas, que los empleados de comercio; todos ellos pertenecen a la categoría "trabajador", así que el agregado además de superfluo muestra un dejo de resistencia frente al sujeto referido: "trabajador").

Coincido con que desde hace unos cuantos años la universidad Argentina no es ni por, ni para, ni de los trabajadores. Máxime cuando tenemos un sistema proclive a satisfacer las "demandas" del transnacionalismo curricular, o las necesidades de mano de obra calificada (esto que epistemológicamente queda tan elegante como enunciado: tiempo o era del conocimiento, pero que en definitiva no es otra cosa que la redefinición del nuevo sujeto dentro del sistema de producción, o sea "trabajador intelectual" o "calificado intelectualmente", sin entrar en disquisiciones acerca de qué es ser intelectual o intelectualmente apto). No debemos ser ingenuos y decir que la universidad es de los trabajadores, porque llegan a ellos los hijos de los trabajadores. Eso pertenece a la esfera de la comodidad política, y más que comodidad a la conformidad.

Coincido con que se encubre cierta falacia al hablar de educación libre y gratuita cuando un gran porcentaje de los alumnos debe trabajar para solventar sus estudios universitarios. ¿Los hace esto mejores o peores alumnos? No. Los hace, según he podido comprobar, conscientes del país que no quieren para sus hijos (y espero que tengan memoria y que no traicionen su palabra y su propia vida).

La cita de Althusser me parece oportuna; de igual valía juzgo la de nuestro paisano Arturo Jauretche, quien casi quince años antes de que Althusser publicara el breve, sencillo y profundo ensayo Ideología y Aparatos Ideológicos de Estado, este original pensador argentino dio a conocer La Colonización Pedagógica en su libro Los Profetas del Odio (y el que merece ser tenido en cuenta, porque releyendo alguna de sus páginas, entreveo que el motivo de discusión de ahora es casi idéntico al sostenido por Jauretche allá en el ’57).

Sigue existiendo el proceso de colonización descripto de manera exhaustiva en esa obra, el que ahora es ejercido por las modernas vías de la globalización favorable en términos económico-políticos a sólo algunos sectores, en tanto que se aplastan las identidades culturales y étnicas, entre otros avasallamientos, con el falaz argumento del progreso (que está vinculado con las tecnologías de la comunicación). Si leemos atentamente la LES encontramos en ella artículos, como el sexto, que son la trama constitutiva de este proceso de colonización pedagógica. Y la colonización se instituye mediante organismos como la CoNEAU, que "flexibilizan" las carreras de acuerdo a las leyes de oferta y demanda, y así el libre mercado de los saberes responde a las lógicas de los libres mercados que conocemos (aunque es pretencioso decir que conocemos tal lógica, porque según los entendidos es una mano invisible, un dios; y para los ateos: metafísica).

Me opongo al libre mercado de saberes, como se oponen muchos (lo que no les causa agrado a los librecambistas de saberes y a los liberales en ejercicio de la democracia).

También, al igual que Jauretche, nuestro co-continental Paulo Freire describió el proceso de invasión cultural en el capítulo IV de su Pedagogía del Oprimido años antes que Althusser; y esta invasión cultural es de la que se ocupan organismos tales como el Banco Mundial (y me atrevería a decir que la UNESCO aunque carezco de evidencias suficientes hasta el momento) quienes promueven cómo deben ser los sistemas de educación en países "periféricos", e imponen el ritmo y las necesidades de los países "centrales". Esto que se llama Globalización, y reitero que no temen en aniquilar pueblos y razas a cambio del control hegemónico del mundo.

Y cabe agregar, porque también me parece oportuno, el pensamiento de un iconoclasta como M. Foucault quien en Más Allá del Bien y del Mal sostiene que "el saber académico, tal como está distribuido en el sistema de enseñanza, implica evidentemente una conformidad política: en historia, se nos pide saber un determinado número de cosas, y no otras –o más bien un cierto número de cosas constituyen el saber en su contenido y en sus normas-", y seguido da ejemplos: "el saber oficial ha representado siempre al poder político como el centro de una lucha dentro de una clase social (querellas dinásticas en la aristocracia, conflictos parlamentarios en la burguesía); o incluso como el centro de una lucha entre la aristocracia y la burguesía. En cuanto a los movimientos populares, se les ha presentado como producidos por el hambre, los impuestos, el paro; nunca como una lucha por el poder, como si las masas pudiesen soñar con comer bien y no con ejercer el poder". Para Foucault "la historia de las luchas por el poder, y en consecuencia las condiciones reales de su ejercicio y de su sostenimiento, sigue estando casi oculta. El saber no entra en ello: ello no debe saberse".

Me escudo en este académico francés (que puede haber producido saber para su academia) por comodidad. Porque entre las cosas que se ocultan cuando se invocan ciertos principios democratosos en los órganos de difamación informativa, lo que se está ocultando es esta disputa de poder. No son sólo unas refriegas entre algunas autoridades, los alumnos de izquierda, algunos díscolos profesores, militantes, activistas y algún sector de los no-docentes. Es un sublime ejercicio de la disputa de poder, es una disputa política en el propio terreno al cual se ve y está forzado a llevarla adelante cada sector. Se oculta muy bien ello (y si no se oculta, se descalifica a uno de los sectores y se lo trata de mostrar inviable, terco, revoltoso). Y también se quiere que esto no ingrese en la universidad, como hechos que en sí mismos engendran saber, porque desde Bacon el saber está relacionado con el poder (es lo que sostienen algunos, pero presumo que Alejandro Magno, quien tenía por tutor a Aristóteles, se adelantó unos siglos a Bacon).

"Remitir la discusión a ingreso libre e irrestricto, encubre el idealismo de quienes siguen sosteniendo –cual fetiche -que la universidad es «de los trabajadores»". Aquí algunos errores de apreciación, que si los juzgamos intencionados, tienden a encubrir la realidad de los hechos. Pienso, y espero no equivocarme, que quienes cantan ese cántico tienen sobrada noción de que la universidad actual no es de los trabajadores (y que lamentablemente como están dadas las circunstancias en el país, muchas de las casas están por lejos de serlo; la UNCo es lo más cercano a ello), porque si así lo fuera, ellos no estarían sacrificando su tiempo militante en pos de una lucha ganable, porque esa lucha estaría saldada y ganada desde antes (estarían, posiblemente, dedicando su tiempo militante a la lucha por un poder tanto más trascendental que el universitario como lo es el poder político-económico de una región). El cántico, en el orden de lo simbólico, expresa el objeto de lucha (la universidad) y el objetivo de la lucha (que sea de los trabajadores). Si ese cántico antaño fue descriptivo de la realidad, en el presente es la pretensión de subvertir la realidad para que sea lo que el cántico. Posiblemente el error de apreciación esté encuadrado en que en otros tiempos lo que era del orden de lo real es hoy en día del orden de lo simbólico, y esa sea este el motivo del equívoco.

Se nombran hombres tan caros a mis sentimientos ideológicos: el Che, Paulo Freire, Agustín Tosco, y se dice que "la educación tiene que estar primero al servicio de la humanidad y para que ello ocurra, primero hay que transformar la realidad, y esto solo se logra con una escuela pública que imparta contenidos revolucionarios interpretando todas las acepciones del término". Lo cual es una transgresión a la acción revolucionaria del Che, por ejemplo, porque la revolución cubana no fue fruto de una escuela pública que impartió conocimientos revolucionarios, y sin embargo la realidad fue transformada de cuajo (siempre que el "y esto se logra con una escuela pública" haga referencia al cambio de la realidad); sí supongo que se puede entender lo que quiso decir Antonio desde el marco de la educación popular, porque la gesta guevarista ha sido también una profunda obra de educación popular, queda más ajustada la interpretación (tal la perspectiva freireana). No quiero decir que una escuela pública que imparta contenidos revolucionarios no es necesaria, todo lo contrario, pero coincido con Sandro, en que "no podemos esperar a que exista una «escuela pública que imparta contenidos revolucionarios», para intentar cambiar la sociedad".

Si la declamación es idealista, la prefiero a ciertos pragmatismos progresistas. Darcy Ribeiro, en La Universidad Nueva, sostiene que "la Universidad que necesitamos, antes de existir como un hecho en el mundo de las cosas, debe existir como un proyecto, una utopía, en el mundo de las ideas. Nuestra tarea, pues, consiste en definir las líneas básicas de este proyecto utópico, cuya formulación deberá ser lo suficientemente clara y llamativa para que pueda actuar como una fuerza movilizadora en la lucha por la reforma de la estructura vigente" y agrega que "deberá tener... la objetividad necesaria para que sea un plan orientador de los pasos concretos a través de los cuales se pasará de la Universidad actual a la Universidad necesaria". Pienso que esa declamación, aunque idealista, tiene algo de la propuesta de Ribeiro (puede acusárseme de setentista idealista utópico, porque la propuesta de este brasileño es de esas épocas).

Concuerdo con Laura acerca de la necesidad de médicos. Conozco lo que ella indica en la zona de La Plata, porque vivo en esta ciudad, pero también conozco muy de cerca la realidad en la provincia de Buenos Aires, donde en los pueblos de menos de cinco mil habitantes suele haber un único médico (que en la mayoría de los casos no vive en el lugar); los médicos están concentrados en las zonas urbanas e hiperurbanizadas; estadísticamente los relevamientos son excelentes, pero si se hace una topografía mapeando la densidad de médicos respecto de la densidad demográfica veremos una distribución mucho más ajustada a la realidad, a la vez que debemos comparar con la relación médico por cantidad de habitantes.

Puedo decir, porque conozco también, y por suerte, gran parte de la zona del noroeste argentino. En provincias como Santiago del Estero hay insuficiencia de centros de salud pública, y la densidad de médicos es del orden de uno cada mil quinientos habitantes, aproximadamente. Lo mismo para Salta. Sin embargo, en la Universidad de Tucumán los planes de estudio de las carreras de medicina fueron diezmados por la CoNEAU (alcanza con visitar la página de este organismo para obtener los datos), y que es la unidad académica que "produce" las médicos de esas zonas. Me viene a la memoria el Dr. Mazza, y su entrega por combatir la enfermedad que hoy lleva su nombre, que no fue otra cosa que una lucha en contra de la oligarquía conservadora dominante.

"El 90 % de las enfermedades en Latinoamérica eran producidas por el hambre y la contaminación ambiental", y posiblemente sigan siéndolo. Es verdad, no alcanza con formar buenos médicos, se vuelve impostergable la formación de una consciencia que rebase las lógicas de este sistema de exclusión masivo, y transforme su conocimiento también en una batalla por la dignidad de la vida. Tan oportunas las palabras de Sandro, quien frente al «fenómeno» de la globalización antepone los saberes del lugar, y propone "intentar una interculturalidad, (es decir la relación de respeto entre dos o más culturas distintas), que entienden y viven con valores distintos", en épocas que en el mundo se habla de lo correcto de las tesis académicas sobre el "choque de civilizaciones" para dar crédito de saber institucional al saqueo imperialista programado, y a la matanza colectivas mediante el empleo de las bombas robot (propias del desarrollismo beligerante).

Laura dice que "en cuanto a que los hospitales no podrían absorber a todos los egresados de medicina si se abriera el ingreso a la Universidad para todo el mundo, no creo que sea un argumento válido, ya que aquellos que aspiramos a cambiar el modelo de Universidad, también aspiramos a cambiar el modelo de país. Y cuando logremos cambiar el país, vamos a necesitar muchos médicos para que todos podamos acceder al sistema de salud", con lo que estoy en total acuerdo.

No sé si lo que dice estudiante y lo que fundamenta como motivo de desacuerdo con Antonio es tan cercano a la realidad (por lo menos a la realidad de la UNLP). En los dos últimos congresos de la Federación Universitaria de La Plata se discutió un tema central para el movimiento estudiantil, como lo es la elitización de la universidad, y entre otros varios motivos también se incluía que a la universidad no estaban llegando los hijos de los trabajadores, y mucho menos los de los trabajadores-desocupados. La UNLP descendió su matrícula en el año 2002 en un 25% en el primer semestre debido a los problemas económicos, por ejemplo.

Este año, hace menos de un mes, en una charla informativa con ingresantes en la Fac. de Ciencias Exactas, de veinte alumnos ocho de ellos habían concurrido a colegios secundarios privados platenses (o de alrededores cercanos), seis a escuelas públicas (La Plata y gran La Plata), y los seis restantes eran del interior (los únicos de sus cursos que pudieron llegar a una educación universitaria fuera de sus ciudades, según sus palabras). Vuelvo a reiterar que no es un muestreo estadístico exhaustivo, pero en primera aproximación marca una tendencia.

No me parece, por lo que ya expuse que "lo que pasa que la izquierda, universitaria, pequeños grupos sin ninguna incercion en la base y estos si de clase media, son lo que mas militan, y toman viejos canticos setentistas, de manera superficial". Es una argumentación rayana a los prejuicios (o encubre cuando menos nociones ideológicas antagónicas las que no son expuestas de manera concreta y sincera). Por otro lado, en lo que sé del proceso del Comahue, me parece que la lucha que han dado se debe a una militancia férrea y bastante alejada de lo superficial.

Y lo que pregunto (sabiendo la respuesta por cierto, y sin ánimo de ofender) qué es lo que se denomina la base. La base de la militancia universitaria ¿en qué sector se encuentra? U otra manera de preguntar cambiando las ideas unitarias por ideas de unidad: cómo deben interaccionar las diferentes "bases" para lograr un movimiento de sectores en lucha, tendientes a concretar un objetivo común (es decir, un movimiento de unidad popular).

Concuerdo con que "el problema es que esta universidad que sin duda tiene muchos defectos y esta lejos de ser igualitaria es talvez uno de los pocos espacios que le quedan a un trabajador para mejorar su nivel de vida".

Cuando Antonio dice que "si hubiera que poner una barrera de restricción, sería la de los saberes previos" da por sentado que no debe haber barrera de restricción, de acuerdo a su posicionamiento ideológico anterior: "yo agregaría entonces el pensamiento de Althusser en aquello de la educación como aparato ideológico del Estado para replicar el modelo del status quo en las nuevas generaciones, es en líneas generales la educación hoy. Con solo ver que en Neuquén y en Capital Federal, únicamente, no hay Ley Federal de Educación, reafirma lo que estoy diciendo. Una educación y educadores éticos, jamás permitirían estar dentro de esta ley". La afirmación mía anterior es hecha sobre la base de entender el carácter nacional de las universidades, y la replicación del modelo de staus quo en las nuevas generaciones (que es sinónimo de la promoción generalizada de la no-educación) por medio de la instauración de la LFE, por lo que no hay saberes previos, entonces si verdaderamente a Antonio le importa "un bledo que sea pobre o de clase alta, negro o rubio, nativo o foráneo, obrero o desocupado, de los Pueblos Originarios o blancos" y sostiene que la "la barrera de ingreso debe ser la propia limitante de las capacidades adquiridas a lo largo de años de estudios en el nivel primario y medio" (o sea en términos mayoritarios según adscriben las provincias a la LFE) lo que debe hacer la universidad es promocionar un ingreso libre e irrestricto, que tendrá iguales o superiores contenidos que toda la educación previa. Pero en este juego retórico, existe algo perverso, y es que Antonio habla de las "capacidades adquiridas a lo largo de años de estudios", por lo que puede decirse que los conocimientos, aunque no dados (y por la positiva: tácitos) deben haber sido madurados por la propia persona que los adquirió. No hay una objetivización curricular, sino una sujetivización de lo que se puede llegar a entender por capacidades adquiridas, y así de nuevo en el problema del huevo y la gallina.

Se vuelve explícito su "deseo" cuando dice que "la universidad tiene que estar abierta para todos, salvo para aquellos que no deben estar". Y lo que es peor: la promoción de la universidad isla: "no es facultad de ésta, ser otra cosa que facilitadora de la enseñanza superior. Y cuanto más exigente hacia la búsqueda de excelentes profesionales, mejor, como lo fue hasta la década del 70. Los otros conflictos son patrimonio del campo político, social y económico". Tremenda contradicción que hace añicos la intervención previa y el recorrido por pensadores y pensamiento de izquierda.

Según entiende Santiago Castro-Gómez, en un pormenorizado ensayo sobre Althusser, los estudios culturales y el concepto de ideología, el campo político, social y económico constituyen el campo de la cultura, y entre otras identificaciones que realiza está la de "la cultura como un dispositivo que promueve la dominación o la resistencia. Los estudios culturales [en la década del ‘70] empiezan a ver la sociedad como una red de antagonismos en la que instituciones como el Estado, la familia, la escuela y los medios de comunicación juegan como mecanismos de control disciplinario sobre los individuos [...] Los productos simbólicos son entonces un «campo de batalla» en el que diferentes grupos sociales disputan la hegemonía sobre los significados". Ahora bien ¿la universidad no integra el campo cultural? ¿La universidad no "produce" filósofos, sociólogos, psicólogos, etc.? ¿La universidad está ajena de los conflictos del campo político, social y económico? ¿O es más allegado a lo que citamos de Foucault (es decir quiere alejarla tanto como se pueda para que se desinterese por las cuestiones esenciales y de promover un conocimiento universal pase a promover un conocimiento universalista aislado de la realidad socio-histórica de la cual forma parte?

Si la universidad no será sujeto histórico de cambio ¿por qué entonces Antonio exige que la educación pública sea revolucionaria, o imparta contenidos revolucionarios? Es decir, una escuela pública revolucionaria en tanto que una de las principales canteras de producción de saberes sea pasiva frente a esa demanda revolucionaria porque está aislada.

En La Universidad Revolucionaria D. Ribeiro argumenta que "nuestras universidades, a lo largo de su existencia fueron instituciones enclaustradas que formaron los tipos de especialistas que la sociedad les demandaba y los conformaron para el rol de privilegiados y de custodios del orden social vigente. En ese sentido, ellas operaron siempre, esencialmente de manera política y clasista". Y sostiene que "mientras que la revolución social no avance los suficiente en la transformación del contexto social para que nuevas directrices de la educación nacional se tornen claras e imperativas, la Universidad se debatirá entre la perplejidad y la ambigüedad".

Oscar Varsavsky sostuvo (en la década del ’70) que "el más breve de los exámenes basta para comprobar que la universidad peruana se parece a todas las de Latinoamérica en un defecto esencial: no es nuestra. Más que una ventana hacia el mundo, es un enclave, una ‘base cultural’ desde la cual se nos ‘transfiere’ todo lo que los países centrales entienden por ciencia, tecnología, cultura, y a través de ellas su tipo especial de industrialización y economía, sus valores frente al consumo, el trabajo y la sociedad". Podía haberlo dicho ayer mismo, que sigue valiendo.

En Ciencia, Política y Cientificismo, Varsavsky dice, de la universidad que emula Antonio, que "estuvo dirigida –desde octubre de 1955 hasta junio de 1966- por un grupo de profesores y graduados con apoyo de la mayoría estudiantil; grupo que podemos llamar Reformista para dar idea de su ubicación en las luchas universitarias y de su heterogeneidad política. Sus integrantes tenían buen entrenamiento científico, gran deseo de sacar al país de su estancamiento pero escaso conocimiento de sus realidades, alto grado de racionalidad, mucho empuje, un antiimperialismo difuso que fue agudizándose a partir de la revolución cubana y una eficiencia apreciable en docencia e investigación. En resumen, liberales de izquierda, inteligentes pero sin experiencia ni talento políticos". Para ser honestos, Varsavsky se refiere al proceso desencadenado en la Fac. de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Pero a los reformistas los corrieron a bastonazos...

Lo otro que me resulta extraño del segundo mensaje de Antonio, cuyo tono es muy distinto al primero, es que siendo él un revelado lector de Slavoj Zizek (al menos eso presumo puesto que titula tal mensaje Cambiar algo para no cambiar nada), tal la discusión presentada en capítulo El Derecho a la Verdad (pp. 23, 24) del libro A Propósito de Lenin (discusión que recorre todo el libro La revolución Blanda), hace sin embargo uso y abuso de la razón cínica para refutar a sus contendientes (ver El Sublime Objeto de la Ideología, también de Zizek como los otros dos).

Decía que es extraño que este lector de Zizek (insisto que lo presumo) se deje influenciar por la publicidad ¿Acaso le faltan argumentos aun para entender la subversión axiológica imperante desde la publicidad? La publicidad como doblemente productora: mediante la publicidad se producen sujetos para los objetos producidos, en cuanto los objetos producidos se subjetivizan, de manera que se disuelve la relación dialéctica objeto-sujeto, por un lado. Pero por otro, si leemos al genial N. Chomsky, podemos entender cómo el aparato de propaganda funciona siendo un elemento coercitivo de selección del más apto (el más apto es seleccionado de antemano para triunfar, y el otro es decretado a muerte: sólo hay que atreverse a realizar una feroz campaña publicitaria en su contra, ya sí se lo debilita). Y cuando expresa que no quiere "volver a ver avisos comerciales donde algunas empresas decían «egresados de la Universidad del Comahue, abstenerse»", no sería conveniente preguntarse qué es lo que molesta en demasía a esa empresa para gastar dinero en líneas de publicidad en contra de la Universidad del Comahue, en vez de promocionarse a si mismas (porque de lo contrario no se entiende la lógica, alcanza con no aceptar el CV al momento de la entrega, sin ningún gasto extra; no existe capitalista que no invierta para tener su rédito). Lo que verdaderamente ha de importar es la calidad educativa, de acuerdo al perfil prefijado por el consenso y las necesidades integrales, y no las líneas de propaganda coercitiva y denigrante que puede pagar cualquier acaudalado dueño de la "verdad pública".

Debemos ser menos dóciles a las falsas presiones, y sobre todo a las falsas discusiones. Debemos "romper" con el pensamiento de las mentes propiciadoras de un seguidismo «libidinoso» respecto de las lógicas que imponen las corporaciones económico-financieras (una forma más del pensamiento único y unilateral). Debemos ser capaces de entender de que existe la polivalencia, lógica, por un lado, y cultural por otro –y no estoy enfrascado en una postura relativista-. Debemos comenzar a pensar que un mundo diferente, además de posible, es harto necesario, y pasar de ese pensar a la praxis. No quiero, en este punto, las chicanas de barata factura sobre el consignismo, los slogans «políticamente correctos», y cosas por el estilo que esgrimen quienes atribulados por el surgente de los que intentan cambiar algo para comenzar a cambiar el todo (o más exacto: resistir a que se cambie algo para que todo siga igual, porque sabemos cómo deben ser cambiadas las cosas para que todo cambie) hacen interpretaciones mediadas por la estrechez de su concepción. Para los conservadores convencidos de su fe, pueden consultar de que no se trata de consignismo: la vida y obra del insigne Ernesto Cardenal, por ejemplo, da cuenta de ello.

"No quiero escuchar más a un Decano de Medicina decir que darles a muchos de los egresados de esa carrera, el título de médicos, era una licencia para matar". Tampoco lo quiero escuchar yo; quiero que cumplan el juramento hipocrático, y no que se conviertan en hipócritas hacedores de dinero, comerciantes de la vida y la muerte. Quisiera escuchar a los decanos de las casas de medicina decir que para muchos de los egresados de esa carrera, el título de médicos, es una tarjeta de crédito, que es una licencia de matar más sutil que la proveniente de la mala praxis: los honorarios son x$, quien no los tiene no se le prohibe que vaya a otro centro asistencial. El problema surge cuando la existencia de esos centros es nula; por ejemplo, en la ciudad de Pehuajó la atención cardiovascular está monopolizada por institutos privados (corporaciones de los mismos médicos) los que para atender a cualquier persona exigen $ 50 por adelantado más el bono de mutual (si no se tiene esto –o el dinero equivalente a la cobertura mutual- no se es atendido; y ni se le ocurra pedir boleta!!!, porque estos centros de salud privados y privadores se reservan el derecho de admisión que no es más que el hecho de exclusión).

Aquí me escapo un instante por la tangente para decir (sin demostrar) que la sociedad actual, constituída como sociedad de admisión, no es otra que una sociedad de exclusión (admisión para pertenecer a, es equivalente a exclusión para no pertenecer a).

Si vamos a tomar una postura moral, no la tomemos emparchándonos un ojo, para ver solamente lo que nos conviene. No nos maquillemos con moralina para extender juicios de valor unilaterales. Hagamos una interpretación completa sobre la base del deber y el deber ser. Puede ser que en su provincia esto no ocurra (lo desconozco, tanto como lo dudo).

Concuerdo –más allá de cierto lenguaje viciado de liberalismo (igualdad de oportunidades, etc.)- conque hay que "ir al fondo del sistema social que permita a los chicos nacer y crecer en un encuadre de igualdad de oportunidades, bien alimentados y en su casas, no en comedores o escuelas; con lazos afectivos y de contención social bien sólidos; formando así matrices de aprendizaje alejadas de la violencia que promueve este modo de vida excluidor", pero en total desacuerdo que esto sea una consecuencia directa o inmediata del "nivelar para arriba" (como tampoco lo es en términos de "nivelar para abajo"). Y aquí centro el eje en una nueva contradicción de argumentos entre "cuanto más exigente hacia la búsqueda de excelentes profesionales, mejor, como lo fue hasta la década del 70. Los otros conflictos son patrimonio del campo político, social y económico" y "Porque nivelar para arriba implica subvertir la realidad, ir al fondo del sistema social que permita a los chicos nacer y crecer en un encuadre de igualdad de oportunidades...".

Un gran defecto que tenemos que corregir dentro del campo de la izquierda es realizar afirmaciones como que "las personas de izquierda tenemos un nivel cultural mas alto que el promedio", que en determinadas oportunidades se traduce como portadores de una Verdad Absoluta. Y en esto ignoramos por completo a Antonio Gramsci y sus intelectuales y la organización de la cultura, y damos por sentado que "nivel cultural" es citar tantos pasajes de tales autores como los creyentes citan versículos, y menospreciamos el campo cultural del Otro como tal, por ello, o la cultura popular, o lo que menciona Sandro; o como somos de izquierda pensamos según los pasos de Marx, Engels, Lenin, Kaustky, Luckacs, Stalin, Trotsky (y somos eurocentristas; ellos pensaron sobre la base de la realidad de sus sociedades y en su momento histórico, y hacemos transposición de modelos), o como diría Jauretche: "estamos colonizados. Algunos piensan en francés, otros en inglés, otros en ruso, los hay que piensan en chino y ahora hasta los que piensan en cubano". No quiero decir que tengamos que desconocerlos, pero tampoco son la palabra revelada; más aun, nosotros debemos pensar en términos de nuestro pueblo y de nuestra identidad sin avasallar las identidades de los demás pueblos, en la hermandad de las patrias. O no tenemos en cuenta a Paulo Freire cuando nos demuestra que "nadie educa a nadie –nadie se educa a sí mismo- los hombres se educan entre sí con la mediación del mundo". O nos olvidamos del Che, quien en Pasajes de la Guerra Revolucionaria sostiene que en Sierra Maestra "empezaba a hacerse carne en nosotros la conciencia de la necesidad de un cambio definitivo en la vida del pueblo. La idea de la Reforma Agraria se hizo nítida y la comunión con el pueblo dejó de ser teoría para convertirse en parte definitiva de nuestro ser [...] Nunca han sospechado aquellos sufridos y leales pobladores de la Sierra Maestra, el papel que desempeñaron como forjadores de nuestra ideología revolucionaria". No quiero "pecar" por ecléctico...

Tampoco debemos olvidarnos que personas como Mariano Grondona, Magdalena Ruiz Guiñazú, Ernesto Sabato y muchos obispos, cardenales y militares concurren a "mitines" culturales de importancia, y fijan de una manera u otra la agenda en estos tópicos también. Pensarnos superiores es subestimar al otro, con el peligro que ello involucra.

Mariano aporta la idea de que "el primer punto que se debe abordar es si debe haber un nivel de conocimiento y formación intelectual mínimo para acceder a estudios superiores". No me he detenido a pensar en la significación que existe en torno a los términos "estudios superiores". ¿No involucra, desde el punto de vista del lenguaje pero que se traduce a idea discriminatoria, la noción de superioridad? No lo sé, se me ocurre ahora esto y puede desarrollarse o refutarse la idea.

Aporta su experiencia personal ("Yo tuve la experiencia de ingresar a la UBA en 1975 con ingreso irrestricto, en un momento en que la escuela media era muy superior a la actual.
La vivencia de ver parciales con 80% de aplazados, de ver que solo el 25-30% de los que entraban terminaban la cursada, y de que al año sigiente solo estabamos en sgundo año el 15% de los que habíamos entrado, es la de un colosal despilfarro de recursos escasos, de tiempo de docentes y estudiantes, de sueños truncos, etc."). Como el campo de las percepciones puede ser irrefutable, convendría pasarlo a la objetivización. Lo que quiero decir es que Mariano está haciendo un análisis simplificado de un momento histórico harto complejo, y del cual aun no hay un exhaustivo estudio realizado (porque quizás forme parte también de lo que no debe saberse). Dicho de manera irónica: la política del avestruz.

"En esa época, las universidades privadas eran un refugio para vagos con plata, pero fue en ese momento que empezó a darse el cambio, y cuando empezaron a levantar el nivel, cuando comenzaron a recibir estudiantes con otras aspiraciones cuyos padres (muchos recibidos de la UBA) desconfiaban de la politización y el bullicio de la Universidad pública". Esto me hace recordar a dos obras, con disímil destino una de la otra (¡y por suerte!). Una es la magistral novela de Albert Camus, La Peste. Esos "estudiantes con otras aspiraciones" aprovecharon de manera directa los beneficios que involucró la relación Estado de Facto –Iglesia (Universidades Católicas), y se cubrieron de "la peste" cercando sus lugares, pero el tiempo implacable como la peste de Camus, atravesó todas las murallas y ahora estamos todos apestados, y nos llega la gran preocupación. Así como nos reconocemos enfermos, nos cuesta reconocer que no hicimos mucho por detener el avance de la peste, porque pensamos que era suburbana y que con sólo matar a los apestados alcanzaría (hablo en primera voz del plural no porque me haga cargo de ello, porque nací en el tiempo en que Mariano ingresaba a la universidad, sino que me responsabilizo como ser social argentino). Ahora no es muy distinto: si escuchamos detenidamente lo que se dice en los contestadores de las radios de Buenos Aires vemos que hay que desaparecer a alguien para que las cosas vuelvan a la normalidad (en este caso a los piqueteros). Es como el desagradable grafitti: terminemos con el hambre, comamos pobres.

La otra obra que me viene a la memoria es la de Patricio H. Randle, La Universidad en Ruinas, quien a fines de 1972 se lamentaba por el destino de la universidad y publicaba Más allá de la universidad renovada "con la intención de dejar claramente establecido que, cerrada la oportunidad coyuntural abierta en 1966, era preciso volver a indagar el tema en profundidad en pos de nuevas esencias vitales, de un nuevo ‘pathos’...".

Randle entre otras cosas dice que "junto con las Fuerzas Armadas y la Iglesia, la Universidad tiene una herencia tan rica como compleja. A diferencia de aquellas ha sufrido, sin embargo, la influencia negativa de la política". Y denuncia (como buen adscripto a la disciplina militar) a la masa muda porque "aunque no participa realmente de la cosmovisión marxista-leninista-maoísta-castrista, absorbe inadvertidamente el veneno", o acusa a R. Frondizi y R. García por "antigua militancia en el marxismo rojo". Toda la obra citada está dedicada a hablar acerca de la "la politización y el bullicio" del estudiantado, y de ciertos profesores como Fernández Long, Puiggrós, etc., de manera denigrante, desde la intolerancia clerical de quien fuera uno de los arquitectos preferidos de los dictadores a la hora de hacer y remodelar edificios públicos. Paradójicamente, entre tantos de los exabruptos contenidos en una obra vomitiva, el discurso de Randle encastra con lo que dice Mariano y con lo que dice Antonio (en cierta medida).

"Frente a esta frase puramente demagógica [que la Universidad debe ser abierta al Pueblo] hay que preguntarse si alguien sostiene lo contrario. Por otra parte, la selección en base a méritos académicos es una vara que mide por igual al hijo del obrero que al del millonario. Y, también debe agregarse que una Universidad sin aranceles –como es el caso de las oficiales- si alguna injusticia comete es la de no cobrarlos a quien puede pagar. Pero además, si lo que realmente se desea (cosa que está en duda) es facilitar el acceso a la universidad del estudiante indigente pero que da pruebas de cierto talento, entonces lo que se impone no es hacer declaraciones populistas, sino estudiar un sistema de becas realista y operativo, que eventualmente, podría ser financiado por los más pudientes". (Es lo que sostiene Randle, un personaje de extrema derecha).

Claro que estamos en desacuerdo con la propuesta de Randle, porque ideológicamente no concebimos las diferencias desde las perspectivas económicas. Y también con la aseveración «ingenua» de Mariano, quien pregunta "me gustaría saber cuál podría ser el aumento de costo (en porcentaje) si hubiese un sistema de becas al que pudiesen acceder alumnos con buenas notas y bajos recursos, con obligación de prestar servicios docentes o comunitarios, dentro de la universidad o fuera de ella. Esto haría mucho más para mejorar la desigualdad de oportunidades (y a lo mejor no es mucho más caro) que el ingreso irrestricto". Vemos que no hay diferencia entre lo que dice Randle y lo que dice Mariano.

La axiología sumamente perversa que usa en el razonamiento me conmueve, me llena de indignación. Primero, porque debe darse por sentado que el trabajo y esfuerzo por una sociedad más justa queda reducido al vil reclamo de "igualdad de oportunidades". No es que no acepte que hoy existen pobres, los hay y los hay de tal manera que dos tercios de la población mundial es pobre. Eso como producto de la "igualdad de oportunidades" que se desprenden del sistema económico imperante (a no ser que la igualdad de oportunidades esté declamada en torno a que todos somos igualmente de indigentes). O como decía J.P. Sartre: "a diferencia de la riqueza, la miseria es la mejor cosa repartida del mundo y a nosotros no han de faltarnos miseria ni miserables". Miserable es la propuesta, porque además de establecer la diferencia en escala social, el pobre por ser pobre y becado debe "prestar servicios docentes o comunitarios, dentro de la universidad o fuera de ella", debe seguir siendo un esclavo de las clases acomodadas, en tanto que el otro, el que puede, sólo debe dedicarse a estudiar y rendir en su competencia. En tanto que becado para realizar sus estudios, sólo debe estudiar (admitiendo que aceptamos la beca como condición coyuntural, y no como propuesta estructural tal lo realiza Mariano). Lo que más me irrita de estas aseveraciones es que se las piense como soluciones realmente progresistas y viables ¡son parches agujereados!, y como aportes destacados a la solución de un problema que es harto complejo (siquiera se piensa de manera ingenua en una redistribución de la riqueza, en el trabajo genuino como valor cultural y en una constelación de derechos esenciales que deben ser garantizados en su totalidad por un estado presente y fuerte).

Pienso que si el país crece demográficamente, las matrículas han de crecer siguiendo alguna ley matemática (ajustable, posiblemente, con desarrollos polinomiales), y dejar estanco los presupuestos en todas las áreas es un error de cálculo no desinteresado que se corresponde al achicamiento del estado que sigue perpetrándose. No debemos empequeñecer la Universidad, debemos agrandar al país. Sostener que "un examen de ingreso con los contenidos del secundario es indispensable para que los escasos recursos de la educación se gasten en los futuros pofesionales, y no en los que seguramente desertarán más temprano que tarde" es una barrabasada, por lo dicho antes y por lo seguido. Conozco el caso de varios alumnos, que habiendo «desaprobado» el curso de ingreso de medicina en La Plata en el 2002, se anotaron en Física Médica ese mismo semestre, y son brillantes alumnos de esta carrera en la actualidad luego de dos años y medio de cursar en la Facultad de Ciencias Exactas. Estoy cansado de las suposiciones gratuitas, que descansan sobre la vagancia del estudiantado, sobre la ignorancia del mismo; y de las otras, que en vez de preocuparse por hacer que el presupuesto de la Nación se redistribuya de mejor manera, de luchar porque no se efectivicen los recortes presupuestarios, como chorreo de las iluminaciones vienen a proponer un autorrecorte y a definirse partidarios de la "igualdad de oportunidades", cuando un sistema como el actual, regido por el valor simbólico impone un modo de discriminación al prescribir lo que es aprehensible en términos reales por el intercambio del flujo de significaciones (una hamburguesa de McDonald’s sale $ 4, por ejemplo). Si las discriminaciones raciales y religiosas han sido objeto de erradicación, por qué no habrán de serlo las económico-ideológicas: no tener acceso a un plato de comida por ser pobre es la discriminación por excelencia de un sistema como el actual.

Bueno, como ya llevo varias horas sentado escribiendo este mensaje, y me he cansado, dejo sin pulir todo lo que debería; no discuto nada en términos personales (o si se quiere, está encuadrado en el marco de las ideas, pero entiendo que puedo ser chocante en mi manera de expresarme).

Temed la dureza de corazón de los hombres cultos (Mahatma Gandhi).

Saludos.

Leandro Andrini.

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