Julio López
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TRES ACTOS PARA NO OLVIDAR UN ÚNICO GENOCIDIO
Por reenvío agencia walsh - Saturday, Mar. 26, 2005 at 11:59 AM

De haberse realizado un único acto, las vallas que dividen la Plaza de Mayo no hubieran podido contener tanto pueblo. Así como fue, este 24 de marzo refleja con toda intensidad la desarticulación social y la división del campo popular.

Buenos Aires. 24 de marzo de 2005. Atardecer. Comenzamos a acercarnos a Plaza de Mayo desde Constitución. Venimos en el subte, que anuncia dificultades en el recorrido de la línea A, no se detendrá entre las estaciones Perú y Plaza de Mayo. Un bloqueo al que la empresa concesionaria nos tiene acostumbrados: cada vez que arriba suceden cosas importantes, abajo los trenes siguen de largo.

Nuestro recorrido empieza en 9 de julio y Corrientes. En el palco se lee la consigna: “Por la unidad latinoamericana, contra el imperialismo y la impunidad”. En la convocatoria de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Barrios de Pie, Federación Tierra y Vivienda, el Frente Transversal Nacional y Popular, todo es celeste y blanco. Banderas, carteles y pecheras señalan la mayoritaria presencia de Barrios de Pie en el Obelisco, apenas matizada por algunos estandartes rojos con el rostro del Che.

Para los discursos, falta. Mientras, los más chicos juegan. Los grandes, caras gastadas y humildes, sentados en el asfalto, esperan con música en la calle.

Una chica nos regala dos ejemplares del libro Memoria Fértil, editado especialmente para este día por la Asociación Madres de Plaza de Mayo. Ochenta páginas divididas en dos partes. Una, Proyecto contra la Impunidad -una investigación de Nelson Belfer y Myrna Insua, con la colaboración de Jhonatan, Claudia Ruiz y Diego Vallaro-. Otra, Memoria Fértil -un material de Demetrio Iramain y Oscar Palacios que usó como fuente el archivo periodístico e histórico de la Asociación-.

De allí a pie hasta Av. de Mayo por 9 de Julio. Rumbo a “la” plaza. Encontramos a las Madres Línea Fundadora junto con las Abuelas y el Serpaj que marchan sosteniendo los costados de la inmensa bandera con las fotos de los desaparecidos. Son poco menos de las seis de la tarde y quedan solo unas pocas cuadras para entrar a Plaza de Mayo. Esa que, desde diciembre de 2001, sólo nos permiten llenar a medias, de las vallas para acá, alejándonos de la casa de gobierno.

La columna de las Madres y las Abuelas avanza con dificultad. Decidimos adelantarnos hasta la plaza, vislumbrar el palco entre tantas banderas en alto y buscarnos un sitio para ver y escuchar el acto. En un rato las volveremos a encontrar, pensamos.

Quince minutos después, la lectura del documento nos encontrará a un costado del escenario, todo lo cerca que la organización dispuesta por el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia nos permite. El Banco Central y la Catedral nos dan la espalda. Miramos hacia el Ministerio de Economía. La vida misma.

Las Madres y las Abuelas no llegan. Las banderas nos impiden la vista de la muchedumbre acercándose por la avenida de Mayo. Desde el palco, el locutor anuncia que ya somos casi cincuenta mil. Alrededor, las banderas del Partido Obrero, la corriente Aníbal Verón, el Partido Comunista Revolucionario, la Asociación de Víctimas de la Inseguridad Social en Argentina (AVISAR), los familiares de víctimas de Cromañón, la Corriente Clasista, los trabajadores de Zanón. Sobre una tarima lateral, fotógrafos y cámaras de televisión. Enfrente, del lado de Hipólito Irigoyen, un corralito con corresponsales acreditados. En los espacios libres, la gente. Ahí andamos.

Al lado nuestro, junto a la baranda de ‘permitido hasta acá’ una pareja se cuenta a los gritos la vida, ajena, y nos dificulta escuchar. Desde la organización del Encuentro empiezan a leernos las adhesiones. Suman cerca de 150 entre organizaciones, partidos de izquierda, grupos piqueteros, centros de estudiantes…

Cuatro locutores, dos mujeres y dos hombres, comienzan a leer su documento: “Como lo venimos haciendo cada 24 de marzo, marchamos hoy a esta histórica Plaza de Mayo para repudiar una vez más el siniestro golpe de Estado de 1976….”. Varios párrafos adelante, se escucha:” Durante estos años, los países imperialistas, los terratenientes y los grandes grupos económico-financieros nacionales y extranjeros fueron los beneficiarios de estas políticas”. Un poco antes los nombres de Alfonsín, Menem, De la Rúa y Duhalde aparecen como co-responsables de que todo siguiera, por estos días, como la dictadura pretendía. Cerca del final alguno concluye: “A casi dos años de gobierno de Kirchner, no se ha tomado ninguna medida para cambiar de fondo la situación de la Argentina…”. Terminan en coro reclamando por los “30.000 compañeros detenidos desaparecidos ¡Presentes!”. Pero por primera vez en la Plaza, no habían hecho un lugar para sus Madres, sus Abuelas, sus Hijos, sus Familiares, y la bandera con sus fotos. Diciéndonos Presentes.

Siete y media. Fin del acto del Encuentro. Bajan sus organizadores, retirada de sus locutores. Se empiezan a ir las banderas que durante todo el acto nos impidieron vernos entre todos. Desde el escenario alguien toma un micrófono y anuncia que las Madres están entrando en esa misma Plaza donde, a poco del comienzo del horror, estuvieron con sus cuerpos al frente de la lucha por la aparición con vida de los 30 mil. En hora y media, seis cuadras. Las Madres y las Abuelas suben al Palco.

Siete y treinta y cinco. Nos miramos. Sentimos que empieza nuestro acto. En poco menos de tres horas, tres actos.

Ahora: Tati Almeida, Norita Cortiñas, los padres de Julito Morresi, Laura Bonaparte, Estela Carlotto. Ahí. Después del plantón fuera de la Plaza. Haciendo memoria. Reclamando Presente. Soñando Futuro. Viendo los pasitos pequeños del hoy, alegrándose. Y cuidándonos de los espejismos. Un ratito que nos despidió a todos juntos, cercanos, codo con codo, corazón con corazón, escuchando como todo está guardado en la Memoria. Como canta León. Ellas, las de la paciencia eterna. Pidiéndonos, -Madres, Abuelas, al fin- que nos fuéramos a casa en orden. Juntos. Cuidándonos entre todos. Por la Av. de Mayo por donde habíamos llegado. Y nosotros que sabemos irnos siempre rumbo al sur, por la diagonal por donde suele entrar el pueblo cuando reclama, les hicimos caso. Y acá estamos contándolo.



Gaby y Pepe

Agencia Rodolfo Walsh



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