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Entrevista a Luis Urquiza
Por Leticia Garay - Saturday, Mar. 26, 2005 at 1:58 PM
le_garay@yahoo.com

Luis Urquiza narra su experiencia dentro del D2 y denuncia el accionar de los torturadores que continuaron trabajando durante la democracia en la Policía.

Entrevista a Luis Urquiza

Muchas personas transitaron las calles de Córdoba, para conmemorar los 29 años del golpe militar de 1976, bajo el lema: “Sin justicia, no hay nada”
Las Madres y Abuelas con sus pañuelos, Hijos, Familiares, fotos de desaparecidos, agrupaciones populares y muchos jóvenes en general, se reunieron en esta marcha que compartió el mismo sentimiento en un solo grito:

“¡Treinta mil desaparecidos!....Presentes!!”

La emoción por la cantidad de gente que apoyó y la impotencia por la inactividad de la Justicia fueron los sentimientos que prevalecieron.

Entre la multitud, estuvo Luis Urquiza, quien vino a Córdoba con motivo de la presentación del libro “Sombra Azul”, escrito por Mariano Saravia, a partir de la experiencia que le tocó vivir en el Departamento de Informaciones (D2) de la Policía de Córdoba, que funcionó durante la dictadura, como un centro clandestino de detención, tortura y muerte en el seno del Cabildo.

Su historia

En el año 1974, Luis Urquiza estudiaba psicología y decide junto a tres compañeros, ingresar a la Policía.
Después de un tiempo, los destinan a Tránsito Caminera, en donde empiezan a ser cuestionados y perseguidos: “trabajando en Tránsito Caminera pusieron una bomba y para Ellos, esto se debió que nosotros habíamos pasado datos, a raíz de lo cual nos trasladaron al Interior”, expresó.
En septiembre de 1976, lo trasladan a Informaciones donde realizó 18 guardias, estuvo ahí, hasta el 12 de noviembre del mismo año, mes en que lo detienen.
“Fue detenido el mismo grupo, que habíamos entrado en el 74, se nos abre una causa y, formalmente se nos acusa de estar infiltrados; se nos tortura y a mí, me pegan un balazo en la rodilla derecha, estando detenido. De ahí pasamos al Campo de la Rivera y más luego, al UP1, desde diciembre de 1976, hasta el 1978, año en el que salimos en libertad, después de que un Consejo de Guerra dictaminara la falta de mérito.
Al año siguiente, dejo el país, me refugio y me voy a Brasil.”
- ¿Por qué dejás el País en esta oportunidad?
- Me voy porque estaba siendo perseguido, me controlaban, tenía que presentarme a la Cuarta Brigada una vez por mes, veía movimiento de coches y vigilancia frente a mi casa, en fin...
Me voy a Brasil, soy reconocido como refugiado político y llego a Dinamarca.
En el año 1984 hago la denuncia en la CONADEP que después se publicó en el “Nunca Más”. Ahí denuncio algunos de los nombres que yo conocía que eran los torturadores del D2, entre ellos, Carlos y Raúl Yanicelli.
Pasan los años, en 1993, vengo a radicarme con mi familia acá a Córdoba, porque pensaba que ya se vivía una etapa democrática. Vine con mi esposa danesa y mis dos hijas, nos establecimos en Villa Allende y ahí pasamos desde el año 1993 hasta el 1997.

El poder político y la impunidad

El 97 fue un año muy especial porque sale a relucir, a través de las denuncias que hizo el diputado Atilio Tazzioli, información sobre unos enterramientos clandestinos en el Cementerio de San Vicente que habían ocurrido en la década el 70 y donde posiblemente tenían participación esta gente del D2, entre ellos, se mencionaba a Carlos Yanicelli.
Aquí, es cuando descubro que los que habían sido torturadores en el año 76, habían continuado en la Policía y aún, en el año 1997, había gente que ocupaba altos cargos, entre ellos, Carlos Yanicelli, quien era Jefe de Inteligencia Criminal.
Herminio Jesús Antón, por ejemplo, era Instructor en la Escuela de Policía. Todo el mundo sabía que eran personas que habían sido denunciadas por otros detenidos en testimonios hechos por la CONADEP, y sin embargo, se mantuvieron durante años amparados por el gobierno de Angeloz y Mestre.
Este año, salgo en los medios denunciando a Yanicelli.
Después de la denuncia, el gobernador Mestre decide no echar a Yanicelli y debido a esto, termino yo, siendo amenazado por la misma gente de años atrás.
Lo único que me brindó Mestre y Aguad fue custodia policial, que tuve de junio a octubre de ese año.
- ¿Vos solicitaste la custodia policial?
- No, la solicitó el diputado Atilio Tazzioli para salvaguardar mi vida porque estaba siendo amenazado para que me callara la boca. Esto terminó con una intervención de la Embajada de Dinamarca. Vino el embajador, habló con Mestre y en definitiva, como no nos daban ninguna garantía y no podíamos seguir viviendo con custodia permanente, con mi mujer decidimos salir del país. Por esto, volví a Dinamarca.
Desde afuera, ante las presiones que ejercieron los organismos de Derechos Humanos, decido presentarme ante el Juez Baltasar Garzón. Hago todas las denuncias y recién ahí, en diciembre de ese año, hacen una especie de “purga” dentro de la Policía y los pasan a retiro.

Vivo en Dinamarca y hoy he venido para la presentación del libro que cuenta cómo hasta la actualidad estas personas se han “reciclado” y si bien no están dentro de la Policía, están activos en el sentido en que son dueños de agencias de seguridad que trabajan para supermercados, clubes deportivos o barrios privados, tienen además, agencias de investigación privadas, etc.

- ¿Qué pensás de Córdoba hoy?
- No la considero un lugar seguro. Desde el momento en que tiene una dirigencia política con alguien como José Manuel De la Sota, que en oportunidades anteriores salió a justificar diciéndole a las Madres que sus hijos no tenían un buen comportamiento y cosas por el estilo, no sé qué se puede esperar de la sociedad.
- Y fuera de la dirigencia política, ¿cómo ves la gente, estás enterado de lo que pasa en Córdoba hoy?
- Me han recibido muy bien, me asombró y me alegró mucho ver que asistió tanta gente a la marcha y también a la presentación del libro.
Rescato por otra parte, algunos cambios que he observado, por ejemplo en Villa Allende, la preocupación por la salud y el medio ambiente, la gente unida trabajando por lo del Crematorio.
Se acercó también gente del Movimiento Campesino, los chicos de APENOC (Asociación de Pequeños Productores del Noroeste Cordobés), para conocerme y contarme lo que ellos hacen en relación con las tierras.
Rescato sobretodo, la enorme labor de Hijos, a quien les tengo mucho cariño, y en especial, el trabajo de Agustín Di toffino.

-¿Por qué querías ser Policía?
- Mmm...Es algo que me pregunto a menudo. No sé, era estudiante universitario de psicología que me gustaba mucho, la cosa estaba difícil, era una salida económica para pagarme los estudios, aparte pensé que si no me gustaba, tal vez podía hacer alguna tarea administrativa. No sé.

Apagó el último cigarrillo que empezó a fumar en los momentos en que narraba los hechos más desagradables. Pagó el café negro, que tomó a pesar de tenerlo contraindicado por la gastritis que padece, y volvió a la Plaza San Martín, al mismo empedrado del Cabildo donde –a diferencia de los 70 en el que se observaban entrar y salir uniformados y autos de detención- hoy, se encontraba montado un escenario rodeado de gente que escuchaba, bailaba y cantaba al son de las bandas y murgas que, gentilmente, colaboraron con la memoria y el pedido de Justicia que todos necesitamos.








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bien leti! Diego Thursday, Mar. 31, 2005 at 10:58 PM