lA DIALÈCTICA DE LA REVOLUCIÒN LATINOAMERICANA
Por EL MILITANTE -
Friday, Apr. 01, 2005 at 5:22 AM
EL MILITANTE - Versíon
para imprimir | |
La dialéctica de la revolución
latinoamericana |
La actualidad de la
revolución permanente |
Autor : Rubén Rivera
(Militante- México) Fecha : ( 30-Marzo-2005 ) Categoria :
Formación
|
El
presente documento es una interpretación marxista del proceso
revolucionario latinoamericano. No creemos ni que el desarrollo
capitalista actual haya sido una fatalidad histórica por la que las
masas tenían necesariamente que pasar, ni que exista una fórmula
mágica para resolver el problema clave del futuro de los pueblos
latinoamericanos que luchan por liberarse de la dependencia del
imperialismo y forjar ellos mismos su destino.
Introducción
El
presente documento es una interpretación marxista del proceso
revolucionario latinoamericano. No creemos ni que el desarrollo
capitalista actual haya sido una fatalidad histórica por la que las
masas tenían necesariamente que pasar, ni que exista una fórmula
mágica para resolver el problema clave del futuro de los pueblos
latinoamericanos que luchan por liberarse de la dependencia del
imperialismo y forjar ellos mismos su destino.
Sostenemos, a pesar de los puntos de vista de la
burguesía, que el futuro no se encuentra en los actuales gabinetes,
tribunales o cámaras parlamentarias, sino en las fabricas, las
escuelas, los barrios e incluso los cuarteles. Siempre que las masas
se han levantado para luchar, han perfilado las bases del nuevo
sistema que sustituirá al capitalismo y que ya vive en cada huelga,
cada movilización y cada levantamiento.
La burguesía
y todas sus instituciones no se tientan el corazón para emplear
todos los medios para impedir que ese nuevo mundo surja. Los
trabajadores en cambio nunca dudan en arriesgarlo todo, incluso la
vida, por ese futuro. La responsabilidad de cada revolucionario es
mantenerse al lado de las masas, manteniendo la mente en plena
actividad para interpretar y canalizar esas aspiraciones y esas
luchas para preparar la victoria final, en un proceso en donde
también las derrotas ayudarán a clarificar el camino, los elementos
teóricos y políticos para hacerlo. Este documento no pretende
descubrir nada nuevo, solamente es parte de un esfuerzo por impulsar
un debate en el seno de las organizaciones de masas sobre la
revolución latinoamericana y sus perspectivas. Si contribuimos a
propiciar ese necesario debate, el objeto del documento estará
cubierto.
La clase obrera y el campesinado pobre no
dejarán de luchar y menos ahora que nunca. Este documento también
está dedicado a su lucha y su esfuerzo creativo.
LA REVOLUCIÓN PERMANENTE
Antecedentes
Este
planteamiento elaborado por Trotsky, es un desarrollo de las
conclusiones que Marx había sacado de la revolución alemana de 1848,
cuando la burguesía optó por pactar con la aristocracia abandonando
a los obreros y campesinos a la brutal represión:
"Mientras que los pequeños burgueses democráticos
quieren poner fin a la revolución lo más rápidamente posible que se
pueda (...) nuestros intereses y nuestras tareas consisten en hacer
la revolución permanente hasta que sea descartada la dominación de
las clases más o menos poseedoras, hasta que el proletariado
conquiste el poder del Estado, hasta que la asociación se
desarrolle, y no solo en un país sino en todos los países dominantes
del mundo, en proporciones tales, que cese la competencia entre los
proletarios de estos países, y hasta que, por lo menos, las fuerzas
productivas decisivas estén concentradas en manos del proletariado"
(Mensaje al Comité Central de la Liga de los Comunistas, Londres
marzo de 1850).
El desarrollo del capitalismo de su
fase de libre concurrencia, al imperialismo, lo afianzó
definitivamente como modo de producción dominante a nivel
internacional, los capitales de los países avanzados fluyeron hacia
los países coloniales en búsqueda de mayores ganancias, se
instalaron grandes industrias y modernas vías de comunicación en
países fundamentalmente agrícolas donde el feudalismo aún oprimía a
la mayoría de la población. Un desarrollo desigual y combinado en
donde la moderna explotación capitalista, se alternaba con las
formas más ancestrales de explotación.
Los únicos
socios que podían encontrar los imperialistas eran los miembros de
la oligarquía terrateniente, de ésta manera la burguesía autóctona
nació sujeta de pies y manos a su amo francés, inglés o alemán,
según el caso. Evidentemente el desarrollo capitalista a la larga
generó distintos estratos de burgueses, que en algunos de los casos
de manera tímida reclamaban espacios en la forma de mayores
libertades democráticas, independencia, etc. Sin embargo, en última
instancia su posición de clase los llevó siempre a aliarse con los
imperialistas para sofocar el movimiento revolucionario.
Los grandes capitalistas (en muchos casos
terratenientes) no tenían ningún interés en impulsar una reforma
agraria o establecer reformas de carácter democrático burgués en los
diversos países dependientes. Es más aprovechaban, y aún lo hacen,
las formas de explotación ancestrales para exprimir de manera brutal
a las masas.
La única clase capaz de encabezar un
movimiento democrático o de liberación nacional y llevarlo hasta sus
últimas consecuencias es el proletariado, aliado con los sectores
más oprimidos del campo.
Trotsky rechazaba la teoría
menchevique según la cual, durante la revolución burguesa, la clase
obrera debía conformarse con apoyar a la burguesía liberal y sólo
después de que ésta llegara al poder, y consolidara un largo periodo
de desarrollo capitalista, podría pensarse en la revolución
socialista. Esta teoría convertía al proletariado en mero apéndice
de la burguesía liberal, creando ilusiones en ésta y en la práctica
sujetando al partido del proletariado haciéndolo incapaz de tener
cualquier iniciativa revolucionaria. Se trataba de una
interpretación mecánica, -es decir no dialéctica-, del tránsito de
un modo de producción a otro.
El sistema capitalista
fue en un inicio un sistema progresista, ya que dio un enorme
impulso al desarrollo de las fuerzas productivas. Este proceso no se
dio sin choques entre la naciente burguesía y los representantes del
feudalismo que obstaculizaban su desarrollo. En cambio, la burguesía
de los países dependientes surgió cuando el capitalismo era ya de
hecho el modo de producción dominante a nivel internacional, de ahí
su papel dependiente política y económicamente.
Uno
de los elementos básicos de una revolución democrático burguesa es
la reforma agraria. La burguesía no podía emprender acciones serias
para llevarla acabo en la medida que en muchos casos ellos mismos
eran terratenientes o socios de los mismos. Además otro factor de
diferencia era que el proletariado de los países coloniales
aparecía, no en las condiciones del siglo XVII o XVIII, sino del
siglo XX con un crecimiento vertiginoso, fuerte y capaz de
enfrentarse a la burguesía con demandas propias a diferencia de los
proletarios del inicio del capitalismo. Una lucha revolucionaria
tendría que involucrar necesariamente al proletariado, en la cual
fortalecería su conciencia de sí mismo y su nivel de lucha y
organización no pudiendo detenerse en el nivel puramente democrático
burgués que pretendiese imponerle la burguesía liberal. El conflicto
entre capital y trabajo se vería de pronto en el centro de la
escena.
Por estas razones la burguesía liberal tenía
pánico a un conflicto que pudiera generar un despertar
revolucionario de los trabajadores, por lo que en vez de apoyar los
procesos revolucionarios terminaban por conciliar con el
imperialismo ayudándolo a aplastar las luchas, en muchos casos de
manera sangrienta. Sólo el proletariado al no tener una alternativa
dentro del sistema, estaba capacitado para ofrecer una alternativa
realmente distinta al capitalismo. Con un programa, métodos e ideas
correctos se podría ganar el apoyo de los campesinos pobres y
avanzar, contando con el desarrollo de la revolución mundial, hacia
la construcción de una sociedad socialista.
Un
proceso revolucionario, señala Trotsky, que se da en países
dependientes, sólo pude mantener y hacer avanzar las conquistas
revolucionarias, aplicando medidas de carácter socialista como la
nacionalización de los medios de producción y planificando la
economía. Este sería el único medio para garantizar unas condiciones
de vida dignas para las masas de trabajadores del campo y la ciudad
y sacar a estas economías atrasadas del callejón sin salida en el
que se encontraban. La revolución permanente significa que la
revolución democrática se transforma, en un momento dado, de
desarrollo revolucionario en socialista o de lo contrario el proceso
de la contra revolución aplastaría los avances hasta ese momento
logrados.
Así mismo el socialismo sólo puede ser
construido internacionalmente. Es posible la victoria en un país
atrasado, esto esta claro, pero para poner los cimientos de una
economía socialista la revolución debe extenderse más allá de los
límites de una nación, de lo contrario la lucha por lo indispensable
generaría el surgimiento de una casta burocrática, llevando al
estado obrero a deformaciones cada vez mas graves, que llevarían a
la larga a la derrota de la revolución.
El caso de
América Latina
Pese a que el descubrimiento de
América fue elemento clave para el proceso de acumulación originaria
del capital en los países europeos, un elemento que supuso una
extracción de riquezas y explotación de fuerza de trabajo de
dimensiones colosales, a pesar de eso, el régimen económico
implantado por la colonia estaba basado en una combinación de
elementos feudales e incluso esclavistas en aras de la mayor
extracción posible de plusvalor.
Señala Enrique
Semo: "El periodo de acumulación originaria en Europa
corresponde en América Latina a un periodo de expropiación de
riquezas y "desacumulación originaria". (...) El gobierno virreinal
y los españoles se encargan de transferir la mayor parte hacia la
metrópoli. La sociedad novohipana se caracteriza por un excedente
relativamente grande: las tasas de explotación son las más altas de
la época. Pero el excedente disponible en la colonia es una parte
relativamente modesta del total. De ahí el contraste "inexplicable"
entre la pobreza de las masas y la falta de poderío de las clases
dominantes novo hispanas. En la Nueva España, o en el Perú se
generaba suficiente excedente para transformar a estos países en
potencias (de carácter feudal o incipientemente capitalista). Pero
en realidad esta posibilidad nunca existió. (Enrique Semo, Historia
del capitalismo en México., Pág. 232).
La
independencia no significó cambios importantes, la aristocracia
criolla, -que siempre fue un puente para la extracción de riquezas
al viejo mundo-, vio en el proceso de independencia una gran
oportunidad de continuar la explotación despiadada de los
trabajadores apropiándose de todos los excedentes.
En
cuanto a la relación con el exterior, como es conocido la mayor
parte de las riquezas extraídas de América Latina iban a parar por
una u otra razón a los países capitalistas más desarrollados. La
independencia no hizo sino profundizar este flujo:
"Buena parte del capital extranjero actúa desde el
interior mismo de nuestras formaciones sociales, a través de
súbditos metropolitanos que por ese sólo hecho Gozan de privilegios
(...) su acción contribuye a monetizar muchas veces por primera vez
la economía local, más no en vista de una implantación inmediata del
modo de producción capitalista sino con el fin de perpetrar aquellos
actos de pillaje típicos del capital comercial. (Agustín Cueva, El
desarrollo del Capitalismo en América Latina, Pág. 28)
Los caudillos revolucionarios como Hidalgo y Morelos
fueron ferozmente combatidos por los mismos generales que dieron el
visto bueno a la independencia cuando había sido derrotado el
movimiento de masas.
En el Sur Bolívar, Sucre,
Artigas, pese a pugnar por una profunda transformación de las
relaciones semifeudales no tenían una clase social que diera soporte
a su programa. Fueron traicionados y muertos por la aristocracia
criolla semifeudal que en lugar de avanzar a la unidad
latinoamericana, dividió cada país en función de sus mezquinos
intereses de influencia.
La identidad nacional de
cada territorio latinoamericano, se construyó en la lucha de clases
de las capas más bajas en contra de los terratenientes criollos y no
pocas veces en contra de sus socios extranjeros. Sin duda los
levantamientos populares de campesinos y artesanos en contra de la
combinación opresiva del capital comercial y un régimen que explota
aún por medio de la servidumbre y el esclavismo genera la segunda
oleada de lo que podríamos decir incipiente revolución burguesa. Un
ejemplo de ello fue el movimiento de artesanos colombianos de 1847
que al grito de "Pan, trabajo o muerte, viva el ejército y los
artesanos, abajo los monopolizas", toma el poder el 17 de abril de
1854 y resiste hasta el 4 de diciembre de ese año. Las medidas
implementadas por la república de artesanos acaudillada por José
María Melo fueron aplastadas por una alianza de los grupos de
terratenientes liberales y conservadores junto con los capitalistas
extranjeros. Como buen revolucionario latinoamericano Melo murió en
1860 en México luchando al lado del pueblo y asesinado por los
mismos intereses que combatió en Colombia.
Al final
la lucha de las masas permitió la derrota de los sectores más
reaccionarios; la Guerra de Reforma en México o la guerra federal en
Venezuela son sólo algunos ejemplos, pese a ello el advenimiento de
fase imperialista de los países avanzados a finales del siglo XIX
bloqueó un proceso "democrático de tránsito al capitalismo", la
burguesía imperialista buscaba socios y no los encontró en la
pequeña burguesía y sus caudillos sino en los terratenientes.
Rápidamente se gestó un proceso de alianza entre la clase
terrateniente, la parte de esa misma clase que se había dedicado al
comercio y que se estaba convirtiendo rápidamente en capitalista
"comprador" o más bien socio local de la burguesía inglesa o
norteamericana.
Antes de este periodo la economía
latinoamericana estaba supeditada a las necesidades de acumulación
del capitalismo de los países avanzados, esto se hacia por medio de
la simple usura, y del comerció. No obstante el imperialismo
necesitaba una estructura económica más acorde a la exportación de
capitales, ello la llevó a la formación de empresas dotadas de la
más alta tecnología, más sujetas a la metrópoli que al país donde
estaban concentradas, las grandes plantaciones de las Antillas, las
explotaciones de estaño de Bolivia, entre otras, significaron la
formación de islotes capitalistas que no generaron bienestar sino
mayores calamidades para las masas.
El capitalismo
que se iba introduciendo, implicó un proceso de despojo de grandes
extensiones de tierras acordes a las necesidades de la oligarquía,
pese a disfrazarse de acciones liberales, constituyeron un gran
despojo que a parte de permitir grandes explotaciones para el
mercado internacional, proporcionaban mano de obra "libre" para ser
empleada por el incipiente capitalismo. Para 1913 de los 6 mil 600
millones de dólares invertidos por Ingleses y norteamericanos en
América Latina el 46% se orientó a las comunicaciones, especialmente
los ferrocarriles, el 31% a especulación financiera y el 20% a
actividades productivas.
En el caso de México, de
1881 a 1906 las compañías deslindadoras otorgaron a propietarios
privados más de 49 millones de hectáreas (Jesús Silva Herzog, Breve
historia de la revolución Mexicana, Pág. 19), en Guatemala se
decreta una Ley parecida a la mexicana por medio de la cual se
adjudican a terratenientes zonas consideradas baldías, lo mismo
sucedió en Colombia. En el caso de Brasil tuvo lugar a la par de un
proceso de liberación de esclavos, que se implementaba más por
liberar a los terratenientes de los costos de la manutención del
esclavo que por afanes libertarios. En Argentina durante las últimas
décadas del siglo XIX se repartieron a 88 propietarios 5 millones de
hectáreas, en Chile se despojó durante el mismo periodo 1 millón 125
mil hectáreas a los pueblos indios. En Paraguay 29 millones
hectáreas son entregadas a particulares, aunque cabe aclarar que
aquí la resistencia local a entrarle a la "globalización
oligárquica" significó una guerra en la que los ejércitos combinados
de Argentina, Brasil y Uruguay masacraron a uno de cada tres varones
paraguayos. Otro caso donde hubo que "apelar" a medios poco
diplomáticos fue Nicaragua y Haití donde los invasores yanquis se
ocuparon directamente de hacer el "reparto" (Agustín Cueva, op. cit.
p.74-77).
Las explotaciones agrícolas para la
exportación necesitaban puertos más modernos, sistemas de
comunicaciones como vías férreas, bancos, etc. El mercado interno se
creaba por dos vías, por un lado el despojo de los campesinos los
separaba de los medios para producir ellos mismos sus propios
satisfactores, especialmente de alimentos, abriéndose espacios para
un mercado aunque fuera de subsistencia; por otro lado la
introducción de grandes empresas obligaba a la creación de un
mercado de bienes de producción. De este modo se gestaba un
capitalismo distinto al europeo o norteamericano.
El
resultado para las masas fue espantoso, mientras que la economía
crecía vertiginosamente el nivel de consumo de las masas disminuía;
En México los salarios cayeron una cuarta parte, en Brasil el
ingreso per cápita cayó un promedio de un 0.6% anual entre 1872 y
1900, lo mismo sucedió en Colombia y en Chile.
Un
fenómeno ejemplar fue la producción agrícola en este periodo,
mientras que los productos destinados para la exportación se
expandían, aquellos destinados al consumo de las masas populares
caían entre un 21% para el fríjol, 22% para el maíz y 17% para el
trigo entre 1877 y 1907 sólo en el caso de México (Jesús Silva
Herzog, op. cit. Pág. 26)
El régimen que se formó
defendía formalmente la "democracia" pero sometió a sangre y fuego a
los trabajadores latinoamericanos, según la conveniencia de los
grandes burgueses.
En la más pura tradición burguesa
la legalidad del Estado Latinoamericano de aquellos tiempos penaba
gravemente cualquier tipo de organización sindical o reivindicación
ya sea de salarios o condiciones de trabajo, y por tanto legitimaba
la existencia la violencia que tanto las guardias de seguridad
privadas de los capitalistas y terratenientes como la policía y el
ejército ejercían contra toda lucha obrera o campesina.
La "democracia" estaba restringida a un pequeño
puñado de terratenientes, burgueses y sus empleados, la consecuencia
lógica de este régimen fue a mostrarse paulatinamente como
dictaduras abiertas el incremento de las luchas de masas.
La vía oligárquica había servido de puente entre la
injusta sociedad semifeudal de la colonia y la injusta sociedad
capitalista, no obstante era un capitalismo sumamente débil, con un
mercado interno básicamente de subsistencia combinado con ciertos
sectores tecnológicos altamente desarrollados y dependientes casi
exclusivamente del comercio internacional.
Las nuevas
fuerzas de la burguesía no eran capaces de emprender cambios
verdaderamente revolucionarios pese a que los necesitaran. Cuando
las masas se levantaron en luchas sin precedentes en contra del
dominio oligárquico se creó un vacío; los partidos comunistas
empecinados en la política de unidad a toda costa con sus propias
burguesías (ordenes de Stalin, que incluso condenó los
levantamientos de Farabundo Martí en El Salvador en 1932 y el
brasileño de 1935), no dieron la batalla y el vacío al final fue
aprovechado por diversos sectores de la burguesía nacional.
En ese periodo la crisis del capitalismo de 1929
significó una profundización de las precarias condiciones de las
masas, fue la gota que derramó el vaso y al mismo tiempo obligó a la
burguesía nacional a crear una cierta forma de intervención estatal
que tenía como fin la creación de la infraestructura material para
el desarrollo capitalista.
México
En México, el proceso se desarrolló con cierta
antelación al conjunto de América Latina con el estallido de 1910.
El auge revolucionario se centró con la alianza entre zapatistas y
villistas a finales de 1914, lamentablemente los ejércitos
campesinos no tenían y podían tener una alternativa distinta al
capitalismo, esto a la larga generó un vacío que fue llenado por la
burguesía nacional, la cual a través de la burocracia estatal se
encargó que establecer una relación de sociedad con el imperialismo
a la vez que construía fuertes mecanismos de control y represión
sobre el movimiento de masas. No obstante el proceso revolucionario
sí logró destruir las bases materiales de la oligarquía
terrateniente, la cual fue eliminada económica y en algunos casos
físicamente por los revolucionarios, sólo de este medio se pudo
desarrollar de una forma más o menos libre de obstáculos
semifeudales el régimen capitalista en México. Al mismo tiempo hay
que señalar que las luchas de masas mantuvieron un nuevo auge
durante los treintas el cual puedo haber sido catastrófico para la
burguesía. Una oleada de huelgas se desarrolló de forma interrumpida
desde 1935 lo que llevó al gobierno a emprender diversas
nacionalizaciones entre ellas la del petróleo. El partido comunista
pese a ser numéricamente pequeño poseía una gran fuerza sindical al
punto de aspirara a encabezar la nueva central (Confederación de
Trabajadores de México), la cual se había creado para combatir la
reaccionaria ley del trabajo aprobada en durante la jefatura máxima
de Plutarco Elías Calles. El PCM era también fuerte en el terreno
juvenil y el campesino, no obstante, atendiendo los llamados de
Moscú a ceder la dirección de la lucha antifascista al gobierno,
cedió todas sus posiciones y eliminó cualquier posibilidad de una
política clasista en la dirección del proletariado mexicano, la cual
fue hegemonizada por vasallos de la burguesía, como Fidel Velásquez.
No obstante la fuerza del movimiento obrero fue tal que el gobierno
le cedió la dirección de los ferrocarriles, del petróleo y otras
industrias, en el campo la agitación permitió que se repartieran
cerca de 20 millones de hectáreas.
Nicaragua
Sandino encabezó durante los treintas una exitosa
lucha en contra de la ocupación norteamericana, las bases campesinas
del sandinismo de aquellos tiempos, también terminaron siendo
derrotadas por la reacción que dio pie a la dictadura de los Somoza.
En este caso el proceso revolucionario fue cortado, Somoza encabezó
una auténtica contrarrevolución eliminando las reformas sandinistas
y afianzando aún más los nexos semicoloniales con los Estados
Unidos, de hecho alguna vez Roosevelt respondía a aquellos que lo
cuestionaban por el apoyo norteamericano a Somoza : "Sí, es un hijo
de puta, pero es nuestro hijo de puta".
El
Salvador
En enero de 1932 luego de un golpe de
Estado, el partido comunista de El Salvador recién creado en dos
años atrás, emprende una insurrección ante un burdo fraude electoral
por medio del cual el dictador Hernández Martínez pretendía
legitimarse. Se podría hablar de falta de preparación, de la
juventud del partido, de la falta de condiciones y tal vez se
tendría razón pero los más de 5 mil trabajadores y activistas
asesinados para sofocar la rebelión, incluyendo su dirigente
Farabundo Martí, demuestran que era un movimiento profundo y estaba
lejos de ser una simple aventura. Durante dos semanas el ejército
lucha contra trabajadores y campesinos limitadamente armados y los
tuvo que masacrar. Por supuesto los barcos de guerra norteamericanos
e ingleses, se aproximaron a las costas salvadoreñas, para lo que se
le ofreciera al "dictador". En este caso, pese a la derrota el
movimiento nunca pudo ser controlado del todo y para 1944, producto
de otro levantamiento popular cayó el dictador. Para los adoradores
de los hechos consumados la insurrección de 1932 fue un error, para
los comunistas auténticos es un acontecimiento que nos llena de
orgullo y nos estimula a seguir la idea que los impulsaba, la
internacional comunista totalmente estalinizada condenó, por
supuesto, el levantamiento. No es raro, solamente un año después
saludó la llegada de Hitler al poder en Alemania.
Chile
En Chile las convulsiones
sociales cestadas a lo largo de los años veintes desembocan en la
república socialista de junio de 1932 presidida por Carlos Dávila.
Lamentablemente, el Partido Comunista de Chile consideraba que todo
aquello que no fueran ellos mismos, era reaccionario, lo que
facilitó el asilamiento de la república socialista la cual fue
aplastada con un golpe de Estado en septiembre de 1932 encabezado
por Arturo Alessandrí. Cierto es también que el Gobierno de Dávila
no hizo nada para entregar armas al pueblo ni existía una
organización política de masas que fungiera como estructura
fundamental de una transformación social, por lo que el gobierno de
Dávila se vio suspendido en el aire. No obstante es evidente que el
proceso se da en los marcos de un proceso revolucionario a nivel
continental y un triunfo en Chile o en cualquier otro país en ese
momento hubiese modificado toda la situación. Al final, a pesar de
la derrota el elemento más importante de aquel episodio fue la
necesidad de un partido marxista, como lo pretendió ser en sus
inicios el Partido Socialista creado poco después.
Brasil
En Brasil la crisis
social se había desatado también durante los años veintes, periodo
durante el cual se desatan insurrecciones por parte de jóvenes
oficiales, los tenentes (tenientes). La más conocida, debido a que
se transformó en un movimiento que recorrió gran parte del
territorio brasileño y no logró ser aplastada por el ejército, fue
la dirigida por el capitán Luis Carlos Prestes. Al final estalla la
revolución de 1930 que pese a la forma que esta asume, sí logra
trastocar para siempre la dirección política que la oligarquía
brasileña ejercía desde la época colonial, es cierto que el proceso
de 1930 surge como un conflicto entre diversas facciones de la
oligarquía y que al final surge Getulio Vargas como la figura que la
burguesía nacional emplea para capear el temporal, no obstante el
proceso no se detiene en 1930, la crisis política se profundiza y
ello incluyó la mal orquestada insurrección comunista dirigida por
Prestes en junio de 1935. La salida bonapartista de 1937 con la
proclamación del Estado Novo, marcó el final de un proceso y una
derrota muy costosa que pudo ser evitada. Nuevamente el Partido
Comunista Brasileño tuvo gran responsabilidad al actuar en el
momento equivocado por las razones equivocadas, facilitando al
gobierno de Vargas el combate a los comunistas y al conjunto del
movimiento obrero.
Cuba
En Cuba
mientras tanto, la revolución también da la cara. Ya durante los
veintes el marxismo cubano enfrentó la dictadura de machado
construyendo al Partido Comunista y varios sindicatos. El asesinato
de Mella en México no paró la revolución, en 1930 las
manifestaciones de decenas de miles de trabajadores exigiendo poner
fin a la dictadura se suceden una tras otra. Así llega el año de
1933. Con la mayoría en los sindicatos y con decenas de miles de
militantes, el PC tenía la clave de la situación, no obstante
cometió error tras error; en primer lugar no reconoció la situación
revolucionaria que se estaba desarrollando y en lugar de plantear un
programa para la toma del poder señalaba que dado que la revolución
sería nacional, lo que correspondía a los comunistas era lograr
mejoras materiales, por lo cual ante el estallido de una huelga
general pactó una salida negociada con el gobierno de machado. (S.
Tutino, L"Ottobre cubano, Pág. 65).
En agosto estalló
la huelga en el transporte, la cual el dictador busca sofocar
violentamente, como suele acontecer en estos casos, los soldados se
rehúsan a intervenir sumándose de este modo a la revuelta que
termina por derribar a Machado. Los acontecimientos toman al PC
totalmente por sorpresa y pretendiendo recuperar las posiciones
perdidas da un giro utraizquierdista. No obstante sectores de la
oficialidad habían aprovechado las circunstancias para aparecer como
árbitros en el seno del gobierno, de entre ellos surge, por cierto,
Somoza. Sin duda la burguesía estaba muy dividida entre sí, los
gobiernos formados sólo duraban algunos meses y se abría el espacio
para un nuevo dictador, mientras tanto los comunistas eran
fieramente reprimidos producto de los errores de su dirección.
¿Democracia o socialismo?
Nos
hemos detenido un poco más en los acontecimientos políticos de los
años treintas para demostrar que la lucha contra el sistema
capitalista implantado por la alianza entre la oligarquía y el
imperialismo fue ferozmente combatido por las masas latinoamericanas
y estos acontecimientos constituyeron una verdadera revolución
continental.
La proximidad de la guerra impedía una
acción contundente del imperialismo, como pasaría decenios después,
al mismo tiempo la tímida burguesía emergente resultaba como
beneficiaria de la política unas veces ultraizquierdista y la más de
las veces abiertamente claudicante, que tenían los partidos mal
llamados comunistas.
La naturaleza aborrece el vacío,
las masas se habían levantado contra el capitalismo oligárquico pero
los partidos comunistas habían desperdiciado la oportunidad de
avanzar al frente. Marxistas como Agustín Cueva consideran el
resultado de este proceso como producto del carácter "semicampesino"
del proletariado (Cueva, El desarrollo del Capitalismo en América
Latina, Pág. 157). Cueva considera que las derrotas del proletariado
fueron una mal necesario en su proceso de conformación en clase en
sí y que el carácter francamente socialista de la lucha proletaria
se verificará en el marco de la crisis del populismo o capitalismo
de Estado que resultó de la mayoría de las luchas antioligarquicas.
En nuestra opinión una revisión de los
acontecimientos de ese periodo conceden en todos los casos grandes
posibilidades de triunfo al proceso revolucionario. En todos los
casos el establecimiento de ese "capitalismo de Estado" conocido
como populismo no fue sino resultado de la derrota de la revolución,
es decir significó una salida reaccionaria en el marco de la
imposibilidad de que la oligarquía retomara el control y de la
necesidad de responder a las demandas de las masas que se habían
levantado y a las necesidades mismas de los capitalistas, en
particular la creación de una infraestructura mínima que
posibilitara su desarrollo.
Una auténtico triunfo de
revolución hubiera significado el avanzar en la completa
democratización de la sociedad, en el control de los bancos y la
industria por parte de los trabajadores, es decir, en la realización
de medidas de carácter socialista, no era que la revolución no fuera
socialista en 1930, de hecho ninguna revolución empieza con
proclamas socialistas, sino luchado contra el sistema establecido,
es decir, se engendran como producto de la crisis de una formación
social determinada. Las consignas que llevaron al poder a los
bolcheviques eran pan, paz, tierra. No eran socialistas en sí, no
obstante Lenin y Trotsky sabían que su realización implicaba el
avance de la revolución hacia el socialismo. En el marcos del
sistema capitalista en su fase imperialista, es decir con un sistema
económico global esto era válido para Rusia en 1917, mucho más para
América Latina en los treintas, la cual estaba en algunos casos
muchísimo más desarrollada que Rusia en 1917.
Es
verdad que la derrota enseña, y sin duda el análisis de las derrotas
de los treintas nos sirve ahora y servirá a los revolucionarios del
futuro. No obstante las derrotas no son inevitables, lo mostró la
revolución de octubre y experiencias como la cubana de la cual nos
ocuparemos en el futuro.
León Trotsky ocupándose del
problema de México, señalaba algunas cuestiones que son válidas para
el peculiar resultado de los procesos revolucionarios de los
treintas y años posteriores:
"En los países
industrialmente atrasados el capital extranjero tiene una función
decisiva. De aquí la relativa debilidad de la burguesía nacional
respecto al proletariado nacional. Esto determina un poder estatal
de tipo particular. El gobierno se balancea entre el capital
extranjero y el capital indígena, entre la débil burguesía nacional
y el proletariado relativamente fuerte. Esto proporciona al gobierno
un carácter bonapartista sui géneris, de tipo particular. Se coloca,
por así decir, por encima de las clases. En realidad puede gobernar
o convirtiéndose en instrumento del capital extranjero y manteniendo
encadenado al proletariado dictadura policíaca o maniobrando con el
proletariado y alcanzando incluso a hacerle algunas concesiones,
asegurándose en tal modo la posibilidad de una cierta libertad en
confrontaciones con algunos capitalistas extranjeros. La política
actual (de Cárdenas). Se coloca en la segunda categoría: sus mayores
conquistas son la expropiación de los ferrocarriles y de la
industria petrolera. Estas medidas se colocan directamente sobre el
plano del capitalismo de estado. No obstante, en un país
semicolonial, el capitalismo de estado se encuentra bajo la pesada
presión del capital privado extranjero y de sus gobiernos y no puede
mantenerse sin el apoyo activo de los trabajadores. Por esto son
dejarse escapar de las manos el poder real, intenta de hacer recaer
sobre las organizaciones obreras gran parte de las responsabilidades
para el funcionamiento en los sectores nacionalizados de la
industria." (León Trotsky, Industria nacionalizada y gestión
obrera).
El Río de la Plata, un caso particular
Un caso particular en los acontecimientos de los
Estados latinoamericanos fue El Río de la plata. La ausencia de una
fuerte economía de carácter colonial facilitó una inserción
relativamente más simple de relaciones capitalistas de producción.
La propiedad terrateniente de un carácter francamente capitalista
desde finales del siglo XIX y las necesidades prácticas de la
exportación de productos agropecuarios los llevó a una
industrialización muy temprana, al grado de que para mediados del
siglo, aún luego de quince años de problemas derivados de la crisis
del 29 el porcentaje de trabajadores asalariados en Argentina y
Uruguay representaba cerca del 70% de la población económicamente
activa.
De forma paralela, este proceso produce una
sindicalización de una forma muchísimo más basta que en otras
regiones latinoamericanas, no obstante esto, las bases del
desarrollo capitalista se encuentran en la explotación de la
agroindustria. La crisis de 1929 azota de forma significativa estas
economías, por lo que en este periodo lo que encontramos no es una
crisis del sistema oligárquico semicolonial como se dio en otras
regiones latinoamericanas, sino una crisis de la oligarquía
capitalista nacional fincada en las exportaciones de materias
primas, especialmente alimentos. "En Argentina el ingreso por
habitante disminuyó cerca de 20% entre 1929 y 1934 y sólo en 1946
recuperó el nivel alcanzado antes de la crisis; en Uruguay, todavía
en 1943 tal ingreso era inferior al de quince años antes; en Chile,
en 1937 el producto interno bruto aún no había recuperado, en
términos absolutos, el nivel de 1929" (Agustín Cueva, op. cit., Pág.
173)
Como sea, el proceso terminó no siendo muy
diferente del caso de los demás países latinoamericanos, el
surgimiento de Perón, en los treintas a lado del gobierno militar y
su posterior instauración como un "pequeño Bonaparte" en los
cuarentas contienen los mismos elementos que nutrieron los gobiernos
llamados populistas o del llamado "capitalismo de Estado" que ya se
observaban en otras regiones.
El crecimiento de la
posguerra
Así, como subproducto de la revolución
antioligarquica, el capitalismo de Estado y el bonapartismo sui
géneris, se establecen en periodos muy variables, pero con
resultados generalmente similares.
En general entre
los cuarentas y cincuentas se observa un crecimiento relativamente
importante de la economía latinoamericana, de hecho aumenta un 80%
entre 1942 y 1962. En lo que se refiere a la región en el mismo
periodo, la agricultura crece a un promedio del 3.2%, no obstante la
industria es la que sufre una transformación espectacular; entre
1945 y 1955 la producción industrial creció un 50%, en Uruguay un
120%, en Chile un 30%, en México un 100%, en Brasil un 120%( Celso
Furtado, la economía latinoamericana, desde la conquista ibérica
hasta la revolución cubana, Pág. 112).
El
imperialismo seriamente debilitado por la guerra se veía muy
limitado en su posibilidades de intervención en estos países esto
dio espacio para ciertas actitudes "antiimperialistas" de los
regimenes señalados, aunque en realidad las cosas eran en términos
reales muy distintas cuando se trataba de asuntos realmente
importantes.
No obstante este mismo desarrollo se vio
fuertemente afectado por el imperialismo una vez que la turbulencia
de la posguerra se iba atenuando. De hecho el proceso de
industrialización se realizó con base a una masiva importación de
bienes de capital. Préstamos e inversiones directas con lo que pese
a lo espectacular de las cifras, el crecimiento económico y la
industrialización no significaron menor sino mayor dependencia, en
total oposición a los postulados de los economistas burgueses de
aquellos años.
Sin duda no puede existir economía
moderna al margen del mercado mundial, y en el hecho del nivel
relativamente alto de los precios de las materias primas determinó
un espacio para mantener cierta estabilidad en el crecimiento de las
economías latinoamericanas y en su ritmo de industrialización. No
obstante, a finales de los cincuentas las cosas empezaron a cambiar
y drásticamente.
Por un lado el nivel de los precios
de las materias primas empiezan a descender y los países
latinoamericanos se ven forzados a aumentar la masa de su producción
para mantener el tamaño de sus ingresos, ello también por el tamaño
de demanda interna de bienes de capital que continúa aumentando.
Así mismo el capital internacional no se privó de
intervenir directamente en la aparentemente pujante expansión
latinoamericana y consolidó sus posiciones en todos los sectores de
la economía. No sólo en los tradicionales enclaves agroexporadores
donde seguía siendo como un Estado dentro de otro Estado, sino en
sectores como el bancario donde amplía su presencia un 150% entre
1955 y 1967, de 1950 a 1960 las inversiones directas se incrementan
en un 200%. En lo que respecta a los préstamos externos mientras que
con ellos se financiaba el 3.3% de la inversión interna bruta, para
1961 representaba el 9.3%.
El resultado de toda esta
"participación" fue una extracción neta de más de 20 mil millones de
dólares entre 1956 y 1968. A ello hay que añadir la siempre
constante fuga de capitales que los burgueses de todos los países
latinoamericanos han "patrióticamente" practicado.
Ello explica la razón de que a pesar del crecimiento
el nivel salarial y las condiciones de vida del creciente
proletariado latinoamericano se mantuvieran estancadas. La clase
obrera es como el Prometeo de la mitología griega, constantemente
devoran sus entrañas, las cuales se regeneran sólo para volver a
sufrir nuevos estragos por parte de los capitalistas, pero existen
épocas específicas de la historia donde ese Prometeo se suelta y
todo se convulsiona. Un estallido se estaba preparando nuevamente y
las condiciones para un nuevo auge revolucionario se gestaban.
Millones de obreros jóvenes habían ingresado a las organizaciones y
se mostraban frescos para la lucha.
LA OLA
REVOLUCIONARIA DE LOS CINCUENTAS
La siguiente
fase correspondió a trabajadores y campesinos de países que luchaban
ferozmente contra estructuras oligárquicas y proimperialistas.
Las tesis de Pulacayo y el proletariado Boliviano
Luchas tardías contra la oligarquía como la revolución cubana de
1959, revolución guatemalteca y la boliviana mostraron que si había
una salida al capitalismo dependiente, Los trabajadores mineros
bolivianos señalaron: "Los trabajadores una vez en el poder, no
podrán detenerse indefinidamente en los limites demo-burgueses y se
verán obligados, cada día en mayor medida, a dar cortes siempre más
profundos en el régimen de la propiedad privada, de este modo la
revolución adquirirá un carácter permanente" (Tesis central de la
Federación de Mineros de Bolivia, Pulacayo 8 de noviembre de 1946).
Poco después, decenas de miles de mineros encabezando
una rebelión de todo el pueblo despedazaron al ejército y sólo la
traición de la dirección del Movimiento Nacional Revolucionario,
pudo salvar al capitalismo. Pese a ello, las tesis de Pulacayo se
han sembrado en la conciencia de la clase obrera de Bolivia. El paso
del tiempo sólo ha demostrado su importancia y su urgencia.
Guatemala
Otro hecho de lucha
antioligarquica, ejemplar fue la revolución guatemalteca, que tuvo
que ser aplastada por medio de un golpe de Estado instigado por los
Estados Unidos en 1954, la razón no era que Jacobo Arbenz fuera
socialista, sino que de continuar el proceso revolucionario este
tendría que desembocar en el socialismo.
Así se
demostró en el tercer gran acontecimiento de este tipo de
revoluciones y el más importante hasta nuestros días: la revolución
cubana. No tenemos espacio aquí para tratarlo a detalle, solamente
decir que el movimiento revolucionario en Cuba siguió el espíritu de
las Tesis de Pulacayo, la cual, si somos observadores expresa
básicamente las mismas ideas de Marx y Trotsky al respecto del
carácter permanente de la revolución.
También es
preciso señalar que la revolución permanente nada tiene que ver con
la idea de ofensiva permanente, con la que comúnmente se le pretende
confundir y por tanto ridiculizar, La idea de la revolución
permanente del marxista Italiano Antonio Grasmci es un ejemplo
clásico de esos errores.
Otra vez Cuba
En el caso cubano era evidente que hubo procesos
de incertidumbre que aprovechaba la reacción, especialmente Estados
Unidos para tratar de destruir la revolución. La invasión a la Bahía
de Cochinos por parte de mercenarios entrenados por la CIA forzó a
la dirección castrista a profundizar la revolución y ello implicó
señalar abiertamente su carácter socialista, Fidel hizo esto no por
ser trotskista, sino porque era la única forma de salvar la
revolución, No obstante el modelo que siguió la revolución cubana no
fue el del partido Bolchevique sino el del régimen estalinista de la
Unión Soviética, evidentemente que esto ha sido un obstáculo para la
extensión de la revolución en América Latina y para la implantación
de un auténtico régimen de democracia socialista.
Los
marxistas defendemos incondicionalmente a Cuba de las agresiones del
imperialismo, así como señalamos que sólo por medio de la economía
planificada, elemento socialista del régimen cubano, ha sido posible
una auténtica independencia nacional, logrando al mismo tiempo
notables avances en el bienestar general del pueblo cubano. Cierto
es que hay notables carencias y que la burocracia es un freno que
impide un desarrollo social más pleno, pero también es cierto que
ningún país latino americano sería capaz de resistir un año el
asenso económico y político que se ejerce sobre Cuba. La resistencia
del pueblo trabajador de Cuba tiene que ser recordada como uno de
los acontecimientos históricos más importantes para el movimiento
obrero internacional y es un orgullo para toda América Latina.
Pero no podemos permanecer cruzados de brazos
levantando alabanzas. La defensa de la revolución cubana requiere
del impulso de la revolución en cada país, es un hecho millones de
veces más importante el avance de la revolución venezolana en los
últimos años, que todas las caravanas de solidaridad con Cuba, sin
que ello suponga que hacer caravanas o recabar víveres este mal.
Con esto demostramos que no hay nada más lejano de la
revolución permanente que aquella caricatura de los estalinistas
según la cual nos esperamos a que llegue la revolución mundial y
mientras tanto menospreciamos cara aspecto nacional, por el
contrario los marxistas decimos: la revolución es internacional por
su esencia y nacional en su forma, ello mientras subsistan los
estados nacionales, cuyos gobiernos y burguesías son los objetivos
básicos de cualquier movimiento revolucionario.
Venezuela
Otro acontecimiento
importante de aquel periodo, casi paralelo a la revolución cubana
fue el levantamiento popular de 1958 en Venezuela, que significó un
duro golpe para la oligarquía y que fue capitalizado por los
socialdemócratas de Acción Democrática para asumir el gobierno más
no el poder, ya que luego del reflujo del movimiento el ejército
tuvo manga ancha para reprimir las luchas, la decepción y la
popularidad de la revolución cubana llevó a su ala juvenil a
participar en la formación de Movimiento de Izquierda Revolucionaria
y a perderse en la aventura guerrillera.
Republica
Dominicana
Un proceso importante que no podemos
dejar a un lado es la revolución dominicana de 1965, ella se
inscribe como una de las últimas lucha antioligarquicas. El 1963 es
derrocado el gobierno socialdemócrata de Juan Vos, que dio pie a un
gobierno dictatorial profundamente reaccionario, las masas lejos de
reaccionar con temor o apatía responden con una oleada de huelgas y
de tomas de tierras en 1964, esto provoca una ruptura del ejército,
parte del cual se suma al levantamiento popular que llega incluso a
conformar un gobierno provisional. La burguesía apoyada por una
parte del ejército recurre ante la situación desesperada a llamar al
ejército norteamericano para que sofoque la rebelión, de este modo
42 mil infantes de marina intervienen, sin lograra sofocar la
revuelta pese a inmensa superioridad militar de los norteamericanos,
sólo la virtual rendición del Partido Revolucionario Dominicano de
Bosh, permitió el fin del gobierno revolucionario del voluntarioso
pero confuso coronel Caamaño y la vuelta a la normalidad
semicolonial anterior.
La insurrección dominicana fue
una lucha de un pueblo carente incluso de organización, pero
totalmente dispuesto a no seguir soportando más humillaciones, tanto
por parte de la oligarquía como por parte del imperialismo. Así
mismo fue una buena prueba que la política socialdemócrata de
aceptar el mal menor siempre lleva al mal peor, luego de la derrota
de la revolución en la mesa de negociaciones el pueblo dominicano
sufrió una inmisericorde represión.
El efecto que
produjo en el Coronel Caamaño puede ser un ligero antecedente la
revolución ideológica que provoca el proceso vivo de lucha: "Antes
de la guerra Patria de abril tenía un modo de ver las cosas (...)
cuatro meses y medio de lucha armada hombro con hombro con el pueblo
son experiencias intensísimas que tienen que pesar forzosamente en
la vida de los hombres. Ver a nuestro pueblo derramando su sangre
con heroísmo sin par, conocerlo en toda su grandeza y en toda su
desgracia tiene que transformar la admiración en lago más (...) el
mil veces maldito imperialismo yanqui era el único responsable de
todas las desgracias que sufren no sólo los dominicanos sino todos
los demás pueblos de América y del mundo que lucha por su libertad y
que sufren la m{as despiadada explotación impuesta directamente por
este y con la ayuda de sus lacayos, las oligarquías sin patria y sin
moral" (Francisco Caamaño, citado en Daniel Pereyra, Del Moncada a
Chiapas)
Desgraciadamente para la revolución Caamaño
seguirá el camino de muchos revolucionarios de aquel tiempo, moriría
asesinado en 1973 cuando pretendía impulsar un movimiento
guerrillero. De dicho fenómeno hablaremos a continuación
El guerrillerismo
Los sesentas
fueron años de pérdida de esperanzas de toda una generación de
jóvenes y trabajadores en el sistema capitalista. Las nuevas fuerzas
sociales que el capitalismo había desatado eran al mismo tiempo
limitadas y reprimidas por un sistema que ya mostraba su crisis. La
oleada revolucionaria que incluyó a Guatemala, Bolivia y finalmente
Cuba, pero especialmente el caso cubano influyó poderosamente, en
jóvenes trabajadores y estudiantes. En esos tiempos los partidos
comunistas lejos de haber aprendido de las lecciones de los
desastres de la política del Frente popular o alianza con la
burguesía nacional, predicaban la coexistencia pacífica, sus
críticas al estalinismo parecían ser una cuestión de dientes para
afuera, en realidad se estaban convirtiendo en sectas, más o menos
grandes, sin un vínculo con las masas y sin ánimos para emprender
ninguna iniciativa.
De esta forma se generó un vacío
que fue llenado como se pudo por parte de aquellos que consideraron
a la guerrilla -según era entendida por ellos mismos-, como la vía
para impulsar la revolución.
Los marxistas no estamos
a favor o en contra de los movimientos armados, entendemos que un
proceso revolucionario implica enfrentamientos de clase y que muchas
veces pueden asumir la forma de lucha armada, pero es necesario
recalcar que no siempre. Mientras más organizada y masiva sea una
lucha menos necesidad de violencia habrá. Ejemplo de ello es el
magnífico movimiento de las masas para rescatar al gobierno de Hugo
Chávez en el 2002, o las grandes batallas de trabajadores bolivianos
para derrocar al presidente Sánchez de Lozada en el 2004. En todos
estos casos la violencia provino de las clases reaccionarias
apoyadas por los Estados Unidos y en ambos casos fueron impotentes,
las masas impusieron nuevamente a Chávez y derrocaron al "Goni".
La guerrilla es una forma de lucha armada que supone
la acción rápida de grupos relativamente pequeños de hombres, con el
objeto militar de hostigar al enemigo. Militarmente es incapaz de
derrotar a un ejército moderno a menos que se transforme en un
ejército regular.
Nunca, en ninguna parte, la
guerrilla por sí misma ha logrado alguna transformación, los casos
de Nicaragua y en Cuba lo ejemplifican claramente, lo que permitió
el triunfo no fue la guerrilla, sino el movimiento conciente de las
masas. Ahí donde ha habido movimientos revolucionarios triunfantes y
ha existido una guerrilla jugando un papel importante, lo decisivo
no ha sido la existencia del movimiento armado, sino la crisis
revolucionaria de la sociedad en la que participó la mayoría de los
trabajadores de la ciudad y el campo, en la forma de insurrección y
huelga general.
Luego del triunfo de la revolución
cubana surgió una variante de lucha armada conocida como "foquismo",
que centró sus esfuerzos en crear fuerzas militares ("focos
guerrilleros") para enfrentarlos a las fuerzas armadas del Estado.
Mayoritariamente formada por intelectuales urbanos y estudiantes,
decenas de miles de hombres útiles para el proceso revolucionario
desaparecieron en esas aventuras en toda la América latina.
Entendemos como guerrillerismo a la tendencia a
concebir a la revolución como un asunto puramente militar aislado
del movimiento de masas y sus organizaciones. Nosotros como
marxistas nos oponemos totalmente al movimiento armado aisladamente
de las masas, luchamos por que el pueblo en armas -incluida la tropa
y capas medias del ejército- destruya el Estado burgués y construya
una democracia obrera, es decir, un Estado obrero. Los
revolucionarios son mucho más peligrosos en una fábrica, en una
escuela, en un comité de barrio que escondidos en una montaña o en
la selva.
Tampoco negamos que la lucha del
campesinado pobre en un momento determinado pueda legítimamente
verse obligada a asumir la forma de guerrilla para defenderse o
incluso para integrase a un proceso revolucionario, no obstante
incluso en ese caso, es el movimiento de la mayoría de los
trabajadores y jóvenes, concentrados en las ciudades en todos los
países de América Latina, lo que determinará el triunfo o fracaso de
un proceso. No se trata sólo de armas, sino del pueblo en armas, lo
cual implica un acto conciente de las masas.
En
conclusión; identificar a la revolución con lucha armada y pretender
que ésta puede estimular un proceso revolucionario o la organización
de las masas, es un error que debemos evitar si no queremos provocar
sangrientas derrotas.
Revolución y
contrarrevolución en los setentas
El movimiento
revolucionario latinoamericano se desarrolló en lo 60"s y 70"s en la
forma de movimientos de masas que llegaron a poner al capitalismo en
entredicho. En 1970 el electo Salvador Allende, en 1969 el general
Velasco llega al poder en Perú, en Bolivia en 1971 nuevamente los
mineros toman La Paz, Argentina, Uruguay viven huelga general, tras
huelga general, tras huelga general y para colmo de males para el
imperialismo, la clase obrera asume un papel protagónico, incluso en
países como México, en el marco de una crisis general del
capitalismo.
El imperialismo norteamericano opta por
dictaduras militares con el objeto de sofocar no sólo a los grupos
guerrilleros, sino al movimiento de masas y sus organizaciones. El
resultado se logró sólo parcialmente y al final de cuentas de entre
los escombros de sangrientas derrotas y feroces dictaduras las masas
trabajadoras vuelven a levantarse.
En Argentina más
de 30 mil desaparecidos, en Chile más de 20 mil, en Guatemala más de
150 mil, en El salvador, 70 mil, en Nicaragua 50 mil, 15 mil en
Colombia sin contar con decenas de miles de activistas asesinados en
las guerras sucias que se dieron durante todo ese periodo en todos
los países de América Latina, incluyendo a México. Y a pesar de ello
los trabajadores no se han sentado a llorar su suerte, se han
levantado para seguir luchando.
El regreso de la
"democracia" y la década perdida
A la larga el
imperialismo optó por regimenes "democráticos" dóciles a sus
intereses, las nuevas necesidades del imperialismo exigían la
readecuación de las estructuras productivas de los países
dependientes a las nuevas necesidades de acumulación del capital. De
este modo por doquier se emprende una política de ataques económicos
que socavó los niveles de vida de las masas y agudizó aún más sus
condiciones de pobreza. De hecho se calcula que el nivel de los
salarios en la mayoría de nuestros países cayó a la mitad durante la
década perdida.
En este marco se estableció una
profunda modificación de la estructura productiva de América Latina;
entre 1985 y 1992 las exportaciones manufactureras en México pasan
del 37.6 al 76.7% del total pasando de ser un exportador de materias
primas a uno de productos manufacturados; en 1990 la inversión
directa combinada suponía arriba de 30 mil millones de dólares, tres
veces mas que 10 años atrás. La industria maquiladora pasó de 200
mil trabajadores en 1985 a un millón y medio para 1998, mientras que
del total de exportaciones que ya hemos señalado, un 40% representan
manufacturas derivadas de la maquila. Señalamos el caso de México
dado que es ejemplar y representativo del proyecto económico
impulsado en el conjunto de países por parte del imperialismo.
Este proceso de "modernización" productiva ha
significado una brutal destrucción del empleo estable, un combate
permanente contra toda forma de organización sindical y contra los
niveles de vida de las masas. Uno de los elementos más claros de que
los cambios, e incluso el crecimiento económico posterior a la
"década perdida" no significan necesariamente avances para los
niveles de vida de las masas, ha sido la explosión del desempleo,
que junto con el empleo informal y el "autoempleo" representan casi
el 50% de la población económicamente activa de la mayoría de los
países latinoamericanos.
La implementación de un
patrón de acumulación capitalista basado en la exportación de
productos manufacturados, no supuso un desarrollo humano de ninguno
de nuestros países, se hizo sobre la base de las necesidades del
capitalismo en búsqueda del máximo beneficio apuntado a producir a
precios del llamado "tercer mundo" y a vender a precios del primero,
con los cual lo único importante para el capitalismo es mantener el
valor de la mano de obra a los niveles mínimos posibles y esto sólo
se logra manteniendo una contracción del mercado interno, ellos
suponen que a la larga no afectará la venta de las mercancías, ya
que el destino de la producción, o al menos de los elementos más
productivos de ellas, es el mercado internacional, específicamente
los países capitalistas avanzados.
Los partidos y
organizaciones de masas de los trabajadores vivieron una fase de
profunda confusión, sobre todo a principios de los noventas y ello
facilitó la acción de los políticos burgueses en cada uno de
nuestros países. La sustitución de la lucha por una sociedad
distinta a la lucha por un capitalismo con "rostro humano" permeó a
la mayoría de los dirigentes de la autodenominada izquierda
revolucionaria.
Un nuevo impulso
Pero al final, nuevamente las masas trabajadoras
levantaron la cabeza. Era evidente que tanto en los años ochentas
como la gran parte de los noventas, se acumularon tensiones que las
organizaciones de masas tradicionales no canalizaron, debido a la
profunda crisis ideológica que vivían en sus direcciones. En muchos
casos, gobiernos supuestamente emanados de organizaciones
tradicionales, como fue el caso del peronismo, significaron un
retraso por la profunda fiereza con la que implementaron los
dictados de los organismos económicos del imperialismo.
Fueron las masas las que nuevamente se echaron a
cuestas la tarea de transformar el sistema; al parecer partiendo de
una base ideológica más confusa que muchas luchas anteriores, pero
sobre un sustento material muchísimo más avanzado, con esto se
dieron las bases para profundos cambios bruscos y repentinos y esa
ha sido la historia de la actual oleada revolucionaria, la cual tuvo
el honor de inaugurar el pueblo venezolano.
Otra
vez Venezuela
En 1989 los trabajadores de Caracas
estallan en luchas callejeras que el gobierno socialdemócrata de
Carlos Andrés Pérez sofoca con la matanza de más de 500 personas,
tres años después, Hugo Chávez y un grupo de militares intentan un
golpe de Estado que fracasa, pero con el que estaban de acuerdo casi
todos los trabajadores. Posteriormente las masas llevan a Hugo
Chávez a la presidencia en 1998, impulsando un profundo proceso
revolucionario que aún se desarrolla.
El gobierno de
Chávez no es significativo por los elementos que lo componen, sino
por el movimiento de masas que lo impulsa. Como en toda revolución
clásica, a todo ataque de la reacción surge dentro de las masas un
nuevo impulso revolucionario.
Chávez llegó a la
presidencia producto de una profunda crisis en el seno de la
burguesía. Sus dos partidos; la democracia cristiana COPEI y la
socialdemócrata Acción Democrática, estaban podridos hasta la médula
y ni siquiera elementos burgueses aparentemente independientes como
Rafael Caldera, habían logrado contener al movimiento que
desesperadamente buscaba una expresión política. Al final las masas
encontraron en Chávez el cause para su energía revolucionaria.
La burguesía estaba aterrada y luego de fracasar en
su intento por corromper a Chávez, probaron el boicot económico, la
violencia callejera, las campañas de difamación y finalmente el
golpe militar que perpetraron en abril de 2002. A estos ataques los
trabajadores respondieron con más organización y dando pasos
adelante en la revolución.
Las masas y los soldados
fieles a la revolución, en un acto histórico y maravilloso,
derrotaron el golpe militar de abril de 2002 y luego asestaron otro
duro golpe a la reacción en agosto del 2004 con la contundente
victoria chavista en el referéndum revocatorio con el que la
reacción pretendía derribar a Chávez.
Cada golpe que
intenta la reacción socava la poca autoridad que las instituciones
burguesas tienen sobre los trabajadores. En lo barrios, en los
pueblos, en las escuelas y las fábricas se construyen órganos de
poder popular que se coordinan para actuar en el ámbito local,
regional y nacional.
Lo único que le falta a la
revolución para avanzar hacia del triunfo definitivo, es un programa
claramente socialista -es decir, internacionalista, que no concilie
con la burguesía y que ponga bajo control de los trabajadores las
principales palancas de la economía-, y la existencia de una
organización marxista dirigente, estos dos factores, el programa y
la dirección dispuesta a ir hasta el final, serían junto con la
iniciativa creadora de las masas, un garante del triunfo re la
revolución en Venezuela.
Sin duda hay indicios de que
el propio Chávez lo comprende, el problema ahora no es tanto si será
capaz o no de estar a la altura de lo que la revolución de demande,
el problema es que si el incipiente nuevo poder del pueblo logra la
suficiente organización y claridad en cuanto a objetivos y medios
para conseguirlos como para derrotar a las fuerzas de la reacción,
que sólo esperan el momento adecuado para asestar el siguiente
golpe. Los grupos paramilitares que se han detectado, los asesinatos
de jueces honestos son, en el momento que este documento se escribe,
una muestra de que la batalla definitiva se aproxima.
Ecuador
En 1999 las masas
trabajadoras y campesinas de Ecuador se movilizan y derrocan al
gobierno establecido, la lucha llega a contagiar al ejército el cual
se niega a reprimir y esto supone el triunfo del movimiento y la
caída del presidente. Lamentablemente Lucio Gutiérrez, el militar
que apareció a la cabeza de la rebelión por el lado del ejército y
que aprovechó esto para ganar la presidencia, traicionó las
aspiraciones de las masas y emprendió una serie de políticas nocivas
a los trabajadores, al grado de que las organizaciones sindicales y
campesinas que lo impulsaron lo han repudiado y luchan por
recomponer al movimiento que tuvo en sus manos el poder a finales de
1999. A diferencia de Venezuela, donde el proceso mantiene
continuidad, en el caso de Ecuador la revolución ha sufrido una
sería derrota. Una nueva fase se producirá tarde o temprano, pero un
factor clave lo jugará el desarrollo de otros proceso en el ámbito
continental.
Argentina
En el
año 2000 también llegó su turno a Argentina, en aquel país estalla
una profunda crisis provocada por una capitalismo totalmente
dependiente, el cual había sufrido una expoliación financiera muy
severa. El 19 y 20 de diciembre las masas estallan en una rebelión
provocada por el profundo desempleo y la prohibición por parte del
gobierno a efectuar retiros de los bancos, el llamado "corralito".
La realidad era que la banca argentina no tenía ya el dinero de los
ahorradores y un retiro masivo podía hacer colapsar el sistema.
De la Rua no soportó las masivas movilizaciones y
terminó huyendo en helicóptero de la Casa rosada. A partir de ahí se
generó un proceso de luchas que se sucedieron una tras otra a tal
grado de que Rodríguez, el siguiente presidente sólo dura unos días,
es sustituido por Duhalde, un viejo rival de Menem, con ello el
peronismo retoma el gobierno producto del vacío que se había
generado.
Las organizaciones de izquierda en
Argentina estaban desconcertadas, una parte de ellas, la que había
colaborado en el gobierno de De la Rua estaba tan desprestigiada
como el Partido Radical y por tanto, no le quedaba más que
contemplar los acontecimientos desde la barrera. En el caso de las
organizaciones de izquierda más radicalizada, estaban comprometidas
en el trabajo de organización y movilización del movimiento de los
trabajadores desocupados o piqueteros, en vez de orientarse
decididamente a los trabajadores en activo y tomar a los piqueteros
como un elemento auxiliar.
Esta era una gran
oportunidad para impulsar un proceso de unificación de las distintas
formas de organización que se estaban formado a nivel de los barrios
de trabajadores, el movimiento sindical y, por supuesto el
movimiento piquetero, la unidad era más necesaria y posible que
nunca, así mismo las organizaciones que se reclamaban de izquierda
revolucionaria tenían también la posibilidad real de incidir
directamente.
Lamentablemente tanto el sectarismo
como el oportunismo, hicieron perder una oportunidad tras otra, hubo
organizaciones que rechazaron impulsar una candidatura de unidad
para las elecciones presidenciales, pero que participaron en las
elecciones regionales. A la larga esto facilitó el triunfo de
Kirchner, un político burgués que acostumbra mostrarse de izquierda
de frente a los reflectores internacionales, pero sigue fielmente
los dictaos del FMI en lo que hace la las cuestiones claves de la
economía.
Un primer auge de la revolución Argentina
ha pasado, se necesitarán nuevos acontecimientos para que los
trabajadores argentinos vuelvan a ponerse al frente y sin duda esto
sucederá. No obstante la lucha que encabezaron y el proceso de
movilizaciones de frente al actual gobierno peronista, está
significando una clave para el proceso de construcción de nuevas
organizaciones de carácter revolucionario.
Otra
vez Bolivia
Bolivia ha sido otro país clave en el
actual proceso revolucionario latinoamericano. El viernes 17 de
octubre de 2003, después de meses de huelgas y movilizaciones que
culminaron en varios días de enfrentamientos violentos en los que
murieron más de setenta trabajadores y con La Paz tomada por decenas
de miles de manifestantes —trabajadores, mineros y campesinos—, el
presidente, Sánchez Lozada, tuvo que abandonar el poder. Los
manifestantes bloquearon La Paz y otras ciudades. Se formaron
soviets en El Alto. Bolivia, el país más pobre e inestable de
América del Sur, nuevamente hizo honor a su fama de vanguardia de
los explotados de América Latina.
La Central Obrera
Boliviana asumió, junto con los sectores más combativos del
movimiento campesino pobre, un rol fundamental. De manera muy
distinta se ha comportado del Movimiento al Socialismo de Evo
Morales, el cual no ha dudado en regatearle el apoyo al movimiento
insurreccional cuando ha calculado que le es más o menos
conveniente.
Las movilizaciones encabezadas por la
COB y el movimiento campesino de izquierda han logrado hasta ahora
mantener el nivel de combatividad a un grado bastante importante,
aún después de la caída de Sánchez Lozada, aunque lamentablemente no
existe aún una organización política de los trabajadores que rebase
los estrechos límites gremiales de las organizaciones que poseen las
organizaciones que actualmente se están poniendo al frente.
La burguesía ha intentado maniobrar cambiando de
presidente para continuar con la misma política y tratando de darle
cierta legitimidad, llevando acabo un referéndum bastante mañoso
sobre la ley de hidrocarburos. Los trabajadores piden la total
nacionalización de dicha industria como un paso rumbo a la
transformación de la sociedad, no se puede engañar a las masas con
juegos de palabras que al final sólo significan la entrega de los
recursos naturales a las compañías extranjeras, por ello las masas
organizadas en la COB rechazaron el referéndum, en cambio Evo
Morales y el MAS llamaron a participar en él suponiendo esto es un
paso hacia su futuro triunfo electoral. Dada la profundidad de la
crisis del capitalismo en América Latina que ha desatado un proceso
continental de la revolución y, dada la ausencia de una alternativa
marxista de masas guiada por las ideas históricamente probadas, aún
a pesar de la política de conciliación de clases de Evo Morales, y
de sus métodos que en momentos clave actúan como sabotaje del
movimiento, y de que la burguesía y el imperialismo no lo acepten
aún mostrándose como un posible gobernante "razonable", existe la
posibilidad de que el MAS, llegue al gobierno de Bolivia. Está por
verse cómo se desarrolla este proceso, si Evo Morales o cualquier
otro personaje clave, se ve forzado por la COB y el movimiento a
girar como Hugo Chávez hacia la izquierda, ó, por el contrario como
Lucio Gutiérrez -hasta ahora- sometiéndose a los dictados del
imperialismo estadounidense. Lo realmente importante es que las
masas están en efervescencia y están dejando su sello en este
proceso. Al final, como en todos los países, lo fundamental no se
definirá en las estrechas fronteras de Bolivia, sino en última
instancia en lo que suceda a nivel continental y mundial. La
victoria de la revolución proletaria en algún país, incluso un país
atrasado y dependiente, Venezuela, Pakistán, Irán, etc., tendría un
impacto inconmensurable no sólo en Bolivia sino en las masas del
mundo entero.
El tiempo corre en contra de los
revolucionarios bolivianos, sus heroicos, trabajadores; obreros y
campesinos pobres, así como lo más sano de su juventud, se preparan
para una nueva oleada de luchas. De momento, como en cualquier
proceso revolucionario, existen sectores de la burguesía que actúan
por caminos no muy unificados pero siempre reaccionarios, tal es el
caso del movimiento por la "autonomía regional" que se está
desarrollando en estos momentos y que pretende dividir al movimiento
en líneas étnicas o regionales, combatir estas tendencias y pugnar
por una política de clase determinará en cierta medida el futuro de
la revolución boliviana.
Las tareas de la
revolución en América Latina
Luego de doscientos
años de vida "independiente" las tareas de la revolución
latinoamericana siguen estando en el sentido de lograr una auténtica
independencia nacional y al mismo tiempo lograr la integración de
todos nuestros pueblos, los cuales en el fondo constituimos uno
solo. Así mismo, la lucha de los revolucionarios latinoamericanos
debe centrarse en el abatimiento de la pobreza que actualmente
somete a más de 55 millones de personas a la desnutrición y a la
muerte de casi un millón de niños debido al hambre. En nuestro
subcontinente. hay 196 millones de personas que subsisten con
ingresos menores a los 60 dólares mensuales, mientras que la deuda
externa se ha incrementado en un 350% desde 1980 a la fecha, sumando
hasta ahora los 700 mil millones de dólares
Según
Rodolfo Stavehagen: "El Banco Mundial, utilizando datos agregados,
informa que en once países de la región, incluidos Brasil y
Argentina, el 20% más pobre recibe sólo 4% de los ingresos, y en
Brasil, Guatemala y Honduras, dicha cifra es menor a 3%. En México,
el 20% más rico de la población tiene 27 veces más ingresos que el
20% más pobre, en Argentina la cifra es de 16 veces, y aun en Chile
luego de diez años de crecimiento del producto a una tasa anual de
5%, la desigualdad es muy similar a la que existía antes. En Perú en
1993 el ingreso per cápita representaba sólo 67% de lo que era en
1981, pero los salarios reales representaban apenas 34%". (Rodolfo
Stavenhagen, Estudios sobre la pobreza en América Latina, 1998).
Todo esto, en el marco de sociedades en las que la
población urbana es ya superior al 65%, en términos generales el
peso fundamental de la economía recae en la clase obrera. América
Latina es ya una sociedad con un importante grado de
industrialización -aunque plenamente dependiente-, y urbanización
que contrasta con las profundas huellas de atraso en múltiples
regiones.
En estas condiciones, la burguesía no ha
sido capaz de realizar una sola de las aspiraciones de nuestros
pueblos desde que asumió el poder político. No existe ser más
conservador y sujeto a la voluntad de sus amos extranjeros, como el
capitalista latinoamericano. Así mismo no hay nadie que dude más del
futuro de sus propios países, como ellos; las sumas que mantienen en
los bancos de Estados Unidos y Europa serían suficientes para abatir
el hambre de nuestros pueblos.
Tampoco hay un grupo
tan preocupado en esparcir el terror, la muerte y la represión como
estos señores burgueses, que han masacrado naciones enteras o han
permitido que las fuerzas armadas norteamericanas implementen
auténticas carnicerías como fue el caso de República Dominicana en
1965, o la Operación Cóndor en los setentas.
La
burguesía como clase nunca ha sido revolucionaria en el sentido de
la acción política concreta y en América Latina nunca ha dejado se
ser reaccionaria. Aceptar que ellos deben ser los que manden,
someterse y sólo pugnar por que "no sean tan malos" o impulsar tal o
cual reforma que al final sólo cambia la forma pero no el fondo, es
la peor de las claudicaciones.
Si algo enseña la
historia de nuestros pueblos a lo largo primero de su gestación,
luego de su lucha por la independencia y posteriormente en los
enfrentamientos contra la oligarquía y el imperialismo, ha sido el
que cualquier acuerdo con la burguesía ha sido sacrificando a los
trabajadores. Si algo enseña nuestra historia es que en los escasos
momentos en los que hemos sido realmente libres ha sido cuando los
trabajadores y campesinos han tomado el camino de la rebelión.
La revolución, que como dijera el poeta, crece desde
el pie, no responde a algún esquema preconcebido, sino que surge y
depende de las condiciones concretas inmediatas, de los
acontecimientos internacionales y de las tradiciones históricas que
han constituido las luchas de nuestros pueblos, soslayar alguno de
estos aspectos fundamentales sería un error gravísimo. No obstante,
si bien surge de lo concreto, es decir del marco del régimen
capitalista con remanentes semifeudales, no puede realizarse
plenamente en los marcos de capitalismo, la experiencia, ya
analizada de las revoluciones de Chile, Bolivia, Nicaragua, etc.,
que muestran procesos en donde la burguesía estaba a punto de ser
derrotada, y producto de los errores de las direcciones del
movimiento, existe el peligro de que la contrarrevolución, -que es
un fenómeno que acompaña a todo proceso de este tipo-, levanta
cabeza a la primera oportunidad. De ahí la pertinencia del concepto
de revolución permanente de Marx y su desarrollo del mismo que
hicieron Lenin y Trotsky.
Algunos pueden preguntar:
¿Esto niega la pertinencia de consignas democrático burguesas? En
este punto habría que hacer algunas precisiones. Es cierto que la
revolución debe partir de la problemática concreta de cada país y
que ello implica la realización de tareas que supuestamente debió
haber cubierto la revolución burguesa, como lo fue la independencia
nacional, la industrialización, la reforma agraria, la unidad
latinoamericana, la democracia política; no obstante, ello no
implica que para la realización de esas tareas debamos casarnos con
los métodos y las normas que la burguesía ha establecido en los
procesos de ruptura social. Los trabajadores tenemos nuestros
propios métodos y nuestras propias organizaciones que a lo largo de
la experiencia de más de cien años hemos construido, a pesar de que
en momentos de "paz social" están en manos de dirigentes que
concilien con la burguesía e incluso traicionen al movimiento. Un
ejemplo de consigna equivocada es la consigna de la asamblea
constituyente, la cual, en el marco de la realidad de los países
latinoamericanos, está más que descartada como método revolucionario
que se plantea la formación de una sociedad distinta al capitalismo;
es incluso una consigna reaccionaria que puede en determinado
momento dar un tanque de oxígeno a la burguesía y dar un cause
institucional burgués a la energía de las masas. Las experiencias en
ese sentido, incluso cuando han incluido un alto porcentaje de
elementos alzados en armas, han demostrado significar sólo un
espacio para la recuperación de la institucionalidad del régimen
burgués, el caso de Colombia y el M-19 es aleccionador, dicha
organización contaba con casi un tercio de los votos a la asamblea
constituyente y a pesar de ello no hubo absolutamente ningún cambio,
ni en el régimen político, ni en el carácter represivo del Estado
colombiano. De hecho el asesinato de decenas de miles de activistas
políticos y sindicales en Colombia aumentó después de la
constituyente con la formación de grupos paramilitares con miles de
miembros.
Algunos dicen, bueno, luego de un triunfo
revolucionario un gobierno emanado de la lucha la puede convocar y
por tanto sería una asamblea constituyente revolucionaria; en tal
caso lo más pertinente es la convocatoria a un congreso de los
órganos de poder revolucionario de base, ya sea en colonias,
barrios, fábricas y milicias. ¿Para que convocar a una constituyente
"revolucionaria" si se puede tener una órgano de poder
revolucionario de base, libre de las normas burguesas y también
libre del juego electorero que tan bien maneja la burguesía? Ello no
implica el arrebatar derechos políticos a nadie, simplemente que, un
órgano revolucionario debe ser representativo desde abajo y de ahí
partir para conformarse, no como una estructura por encima de la
sociedad, sino como un órgano emanado de ella.
De
este modo la asamblea constituyente sería en el mejor de los casos
un rodeo innecesario. No negamos que en un momento dado el proceso
implicara la necesidad de crear un organismo transitorio para crear
una constitución y un marco legal, absolutamente necesario, pero
ello está totalmente fuera del orden del día en todos los países del
continente. La consigna de la asamblea constituyente sería siempre
la última salida desesperada de la burguesía y significaría un
respiro para ella.
Por tanto, si bien las tareas de
la revolución pueden pertenecer -sólo hasta cierto punto- a la
esfera de la revolución democrática, los métodos deben de ser
totalmente proletarios, sólo de ese modo será posible avanzar
realmente en la transformación social.
Las tareas
actuales de los revolucionarios están centradas en la construcción
de sólidas corrientes y organizaciones revolucionarias en el seno de
los movimientos de masas de cada país, partiendo de las
circunstancias concretas y de las tradiciones más sanas del
movimiento revolucionario.
Carlos Marx haciendo
referencia a la revolución proletaria del siglo XIX señalaba lo
siguiente: "Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a
su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos,
sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran
directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La
tradición de todas las generaciones muertas oprime como una
pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan
dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a
crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es
precisamente cuando conjuran temerosos en su exilio los espíritus
del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su
ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje
prestado, representar la nueva escena de la historia universal."
Más adelante señala: "Las revoluciones proletarias
como las del siglo XIX, se critican constantemente a sí mismas, se
interrumpen continuamente en su propia marcha, vuelven sobre lo que
parecía terminado, para comenzarlo de nuevo, se burlan concienzuda y
cruelmente de las indecisiones, de los lados flojos y de la
mezquindad de sus primeros intentos, parece que sólo derriban a su
adversario para que éste saque de la tierra nuevas fuerzas y vuelva
a levantarse más gigantesco frente a ellas, retroceden
constantemente aterradas ante la vaga enormidad de sus propios
fines, hasta que se crea una situación que no permite volverse atrás
y las circunstancias mismas gritan: ¡Aquí está la rosa, baila aquí!"
(expresión que significa algo así como "solo queda dar el gran paso
siguiente").
Marx, suponiendo que ilustraba una
actitud de la revolución proletaria de su tiempo, también refleja
fielmente las fortalezas y debilidades del movimiento proletario
hasta ahora, y particularmente esto ha sido mas claro en la historia
de América Latina.
Sin duda el proceso revolucionario
avanza en conjunto con otros proceso en el ámbito continental. Así
en este marco, la Revolución permanente, su comprensión plena y su
correcta interpretación, es una de las herramientas teóricas más
importantes para los revolucionarios del siglo XXI a los que
corresponderá contemplar el derrumbe del imperio norteamericano en
el marco de un nuevo empuje de la lucha revolucionaria de los
pueblos, incluido el norteamericano.
Los trabajadores
latinoamericanos terminaremos la tarea que pueblos y militantes como
Martí, Mella, Mariategui, Farabundo Martí, Sandino, Ernesto Guevara,
entre otros emprendieron. Cuando ello suceda, el monumento más
grande que les haremos sería la existencia de una sociedad libre de
la explotación del hombre por el hombre y, por tanto, libre.
Ciudad de México, 21 de enero del
2005.
| |
argentina.elmilitante.org
excelente artiuclo
Por Ruben Rivera -
Tuesday, Apr. 26, 2005 at 8:52 PM
ruben_ri@yahoo.com.mx 54325135 mexico D.F.
Con sorpresa veo que han publicado mi articulo, originalmente fue bajo la idea de elaborar una introducción para el primer numero de una revista sobre la revolución y el marxismo en América Latina, luego, ante el hecho de que su publicación por motivos economicos no podía realizarse en lo inmiediato se decidió publicar en la paggina de Militante.org, ahora veo que esta en esta pagina y que se ha respetado tanto el contenido como la fuente, cosa que agradezco bastante.
El trabajo presentado sólo pretende ser pie para la discusión de nuestro pasado, si hay algún comentario lo recibire con mucho gusto a la dirección que se señala.
No se si la publicación se debe a mis camaradas argentinos, si es así les mando un saludo. Si no es asi como sea , espero que su lectura les sea util
Ruben Rivera