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¡Cuidado! con un golpe a los mandos de los comandos de la FAN venezolana
Por Guayú De Falkón - Sunday, Apr. 03, 2005 at 9:53 PM
guayu@iespana.es

Los militares chilenos, al igual que los militares venezolanos, estuvieron junto al pueblo en los momentos políticos más críticos antes del 11 de septiembre de 1973.

Una lección política, la burla de Pinochet a la izquierda y los revolucionarios

Muy poco se conoce sobre el verdadero curso de los acontecimientos militares que llevaron al derrocamiento de Salvador Allende, hechos que permitieron el desencadenamiento del sangriento Golpe de Estado de Augusto Pinochet y la instalación de la Junta Militar Fascista que por casi dos décadas gobernó Chile, para luego ceder la administración de la dictadura a la Concertación Democrática de demócratas “cristianos" y "socialistas" a través del truco electoral del plebiscito. Casi nadie conoce que el “plebiscito” fue una gran trampa con la cual el fascismo, el imperio, las transnacionales y la oligarquía chilena impidieron el derrocamiento violento de la dictadura por el Frente Revolucionario Manuel Rodríguez y la rebelión armada del pueblo chileno.


Para conjurar la amenaza, ellos mismos tenían que derrocar a Pinochet, sino lo harían sus víctimas y el pueblo chileno. Para impedirlo apelaron al voto, el arma universal de los explotadores y sus lacayos en los comicios electorales de las democracias formales. Voto, significa en las democracias formales representativas latinoamericanas, con excepción de Venezuela y Cuba, democracia. El pueblo venezolano conoció muy bien lo que significó el voto en la democracia formal de los partidos del puntofijismo, eso proporciona una idea acerca de lo que hizo el fascismo chileno para "perder" mediante el voto plebiscitario, en una situación política controlada por ellos a entera discreción.


Los fascistas chilenos y estadounidenses “perdieron” el plebiscito porque no estaban interesados en ganarlo. Ganó la “democracia” porque el fascismo estadounidense así lo quiso. Se había tomado en el Departamento de Estado de los EE.UU. la decisión de perderlo. Pinochet tenía que irse antes que una revolución social que se hacía inminente, lo derrocara. Si el recuento de votos le daba o no a Pinochet la mayoría, daba igual, perder era una decisión política del imperio. La inteligencia del imperio superó el software de los revolucionarios; los superó a todos, inclusive a Fidel Castro, quien comentó ante el “triunfo” de la resistencia chilena en el plebiscito que, Pinochet había caído en su propia trampa.


Al salir “derrotados” los fascistas con esa trampa puesta a un pueblo chileno azotado por casi dos décadas de represión, el control de la política y la economía continuó en manos de los grandes beneficiados de una dictadura que asesinó a más de 30.000 (treinta mil) hombres y mujeres de la Unidad Popular, torturó a más de 100.000 (cien mil) hombres y mujeres, niños y jóvenes, padres y madres, ancianos y ancianas, relegó y encarceló a centenares de miles de chilenos y envió al exilio a millones de hombres y mujeres que aún viven desarraigados en muchos países. Toda esta criminal y genocida tragedia humana fue llevadas a cabo sólo para el beneficio exclusivo de la élite militar fascista, el empresariado industrial agrupado en la SOFOFA (Sociedad de Fomento Fabril) y las transnacionales estadounidenses.


A más de una década de la “caída de Pinochet”, aún la dictadura fascista tiene dominado al pueblo chileno con una “Constitución” levantada sobre miles de asesinatos y torturas; Constitución fascista que la Concertación Democrática del Presidente “socialista” Ricardo Lagos, no ha cambiado ni va a cambiar. Es el poder de la dictadura fascista de Pinochet quien rige la “democracia chilena”, y eso, por el momento, va a continuar así. Si llegara a cambiar, no será sino hasta que los responsables de los crímenes torturas y saqueos que sufrieron los chilenos hayan muerto todos de muerte natural. “Cambiará” cuando ya no haya a nadie a quien responsabilizar ni aplicar la justicia, cuando no haya vivo ningún culpable a quien llevar a la cárcel


Esta fue la decisión tomada al final de la historia. Se acabó el gran del show mediático que se montó con Pinochet y las víctimas de la dictadura para atar a los chilenos de pies y manos a las transnacionales estadounidenses. El administrador de turno de la parodia “democrática” del fascismo chileno, Ricardo Lagos, en persona informó al país que los resultados de la investigación de los sucesos ocurridos durante la dictadura serían desclasificados en varias décadas más; o sea, cuando él, Ricardo Lagos, como uno de los responsables de la administración “democrática” del fascismo pinochetista esté muerto y olvidado. Esta es la “justicia” de la “democracia” neoliberal chilena que se vende al mundo por lo medios masivos de información y comunicación; o mejor dicho, esta es una prueba más de lo que está detrás de la propaganda que muestra a Chile como ejemplo exitoso de democracia neoliberal en los Medios Masivos de Alineación al Imperio, MMAI.


Una “confusión” sobre los hechos sembrada en la izquierda


Tras el derrocamiento del Gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende, la defensa que hizo la URSS de su estrategia política La Vía Pacífica al Socialismo, esquema con el que disputaba su influencia y dirección en el movimiento revolucionario mundial al modelo chino de la Guerra Popular, concentró toda la propaganda política en culpar de los sangrientos hechos ocurridos en Chile a Pinochet, el imperialismo norteamericano y la ultraizquierda. El despliegue de una intensa campaña mundial de solidaridad con las víctimas y denuncia de la dictadura, solapó la crítica a la responsabilidad de la URSS y su modelo de La Vía Pacífica al Socialismo en la tragedia de Chile. La dirección política de la URSS descargó su responsabilidad política, la de sus satélites y el fracaso en Chile de La Vía Pacífica al Socialismo en Pinochet, el imperialismo norteamericano y la ultraizquierda. A Pinochet y la dictadura se le culpó de lo evidente, los asesinatos y la represión militar masiva; Al imperialismo norteamericano se le señaló de instigador, financista y autor intelectual del Golpe de Estado, “novedad” que los latinoamericanos conocíamos por más de un siglo; Y a la ultraizquierda, crítica del modelo político de la Vía Chilena al Socialismo, se le acusó de ser la responsable política del Golpe de Estado, de cómplices del fascismo en la tragedia chilena, calificados de aliados de la CIA, o en el mejor de los casos de tontos útiles de la oligarquía, y por lo tanto, en enemigos del socialismo, enemigos del pueblo.


En plena represión fascista, el 11 de septiembre de 1973, Volodia Teitelboim, senador comunista, ideólogo y defensor de la tesis del Partido Comunista de Chile de la Vía No Armada, sustento ideológico de la Vía Chilena al Socialismo, quien se escapó a la represión de Pinochet por encontrarse en esa fecha fuera del país, mientras en las calles de Santiago y la provincia el fascismo asesinaba y bombardeaba a un pueblo desarmado con una violenta represión militar, se allanaban fábricas universidades y escuelas, se encarcelaba a trabajadores y revolucionarios en campos de concentración para luego torturar y fusilar a miles de ellos, por radio Moscú, Volodia Teitelboim hizo un llamado a los revolucionarios y comunistas del mundo para que no dejaran que lo ocurrido en Chile sirviera para abandonar el camino pacífico al socialismo.


El resultado de la propaganda que realizó la Unión Soviética para denunciar la dictadura y desplegar la solidaridad mundial con las víctimas durante más de una década, consiguió demonizar a Pinochet y culpar a la ultraizquierda de “haberle hecho el juego a la derecha”. Es así como la opinión pública mundial hoy “conoce” a Pinochet como un criminal superior a Videla. De igual manera, la campaña de propaganda logró que el mundo hoy “conozca” que la responsabilidad política del Golpe de Estado contra Salvador Allende la tiene la ultraizquierda.


Sin dejar de reconocer que Pinochet es un gorila fascista y un criminal sangriento, también es verdad que no es el peor, ni el más fascista, ni tampoco es el más criminal gorila que hubo en el cono sur. Las dictaduras argentinas fueron más criminales, más sangrientas y animales que la dictadura chilena. Estas no sólo asesinaron, robaron, flagelaron y abusaron sexualmente de sus víctimas mediante torturadores y perros amaestrados como hicieron en Chile, sino que la criminal y salvaje dictadura argentina robó y regaló como mascotas animales los hijos nacidos de las mujeres detenidas en las cárceles; muchos de esos hijos habían sido engendrados en medio de las violaciones sufridas por las mujeres a manos de sus torturadores y la gendarmería.


Videla y su dictadura llenaron de sangre Argentina al derrocar por orden del imperio y la oligarquía al gobierno de la Presidenta Maria Estela Perón, quien asumió la presidencia tras la muerte del Presidente Juan Domingo Perón. Videla derrocó a un gobierno democrático parlamentario formal, tan formal como cualquier gobierno parlamentario latinoamericano o estadounidense. Un gobierno que había nacido de la fórmula electoral Perón-Perón, una alianza política popular nacionalista que ganó las elecciones presidenciales y del exilio llevó a gobernar Argentina, una vez más, al líder político del peronismo, Juan Domingo Perón, y a su esposa Maria Estela Perón como vicepresidenta.


El gobierno de Juan Domingo Perón y el de su sucesora, eran completamente ajenos al modelo socialista que llevaba adelante Salvador Allende y la Unidad Popular en Chile, cuyo derrocamiento fue justificado por la masiva propaganda de guerra de la derecha y el imperio estadounidense sobre una inminente amenaza del castro-comunismo a democracia y la familia chilena, una amenaza que en la Argentina no existía. Una amenaza tan fantasma e irreal como lo fue la amenaza a la sociedad norteamericana por las armas de destrucción masiva de Sadam Hussein, amenaza que obligó a Bush y al pentágono decidir la invasión de Irak.


La amenaza del castro-comunismo fue la campaña del terrorismo mediático de los Medios Masivos de Alineación al Imperio que usó EE.UU. durante la Guerra Fría para intimidar a los pueblos del Tercer Mundo. Hoy, luego de la caída del Muro de Berlín, la implosión de la URSS y el derrumbe del socialismo eurosoviético, la guerra mediática del imperio asedia y aterroriza a los pueblos con el terrorismo islámico, Bin Laden, la Red Al Qaeda, el narcotráfico, las FARC, el ELN, y también con los últimos tres enemigos ingresados por el Departamento de Estado a la lista del eje del mal: Hugo Chávez, la Democracia Participativa y la integración latinoamericana.


La violencia y el peligro que representaban los montoneros y la izquierda radical argentina en la década del 70, fueron una justificación formal de los gorilas para asaltar el Estado y la sociedad, para robarlos con total impunidad. Esos argumentos en aquel tiempo representaron lo mismo que significan hoy la supuesta Red Al Qaeda y Bin Laden para la población estadounidense y mundial, unos enemigos inflados por el Departamento de Estado de los EE.UU. y los Medios Masivos de Alineación al Imperio para aterrorizar. Un argumento usado para justificar la represión interna al pueblo norteamericano, el saqueo al tesoro público y los negocios de la élite política, militar y económica estadounidense, como también utilizado para desatar las guerras de conquista neocolonial que lleva adelante el horrible y terrorífico gobierno fascista de George Bush.


Los crímenes realizados por la dictadura argentina fueron más monstruosos y más numerosos que los cometidos en Chile. El genocidio realizado por los gorilas contra la población de ambos países fue en ambos casos irracional e injustificado. Los dos genocidios fueron decisión del Departamento de Estado de los EE.UU. y del capital monopólico nacional y transnacional, todos beneficiados por las políticas económicas neoliberales de la dictadura de Pinochet y Videla, políticas que en Chile administra y protege el gobierno de la Concertación Democrática que preside Ricardo Lagos; protección que de igual forma recibió la oligarquía argentina, el FMI y las transnacionales, los grandes favorecidos por las dictaduras argentinas, protegidos más tarde por la democracia formal del gobierno neoliberal Carlos Menen. Todos beneficiados además por la monstruosa crisis económica que generaron y aún generan esas políticas en la mayoría del pueblo, tanto en Argentina como en Chile.


Lo que se “olvidó” y poco se conoce del golpe fascista chileno


Algo que no se considera en los análisis del hecho político militar que desencadenó el Golpe en Chile, es que el mismo tuvo un desarrollo sostenido de varias semanas, tiempo que transcurrió con un gobierno de Salvador Allende preso de los ataques terroristas con explosivos y preso de los Medios Masivos de Alineación al Imperio, quienes lo arrinconaron con la propaganda y la desinformación sistemática de denuncias en su contra por violación de los derechos humanos y atentar contra la democracia.


También el gobierno de la Unidad Popular estuvo atrapado por el peso que sobre él ejerció el modelo político soviético que proponía la Vía pacífica al Socialismo, asumido por los comunistas chilenos con la tesis de una Vía No Armada, modelo político de revolución que condujo a la izquierda dirigida por la Unidad Popular, a confiar el futuro y la seguridad del pueblo y la Vía Chilena al Socialismo en la “cualidad democrática histórica” de la derecha política y del fascismo chileno; aún cuando la historia real de Chile, escrita con la sangre del pueblo chileno durante el segundo gobierno del triunfante Frente Popular Antifascista chileno que presidió Gabriel Gonzáles Videla, demostró que la oligarquía y la derecha nacional no aceptan gobiernos populares ni respetan las alianzas con el pueblo, ni tampoco con sus organizaciones políticas, sindicales y sociales.


Treinta años antes del derrocamiento de Salvador Allende, durante el gobierno de Gabriel Gonzáles Videla, a quien la historia recuerda como el traidor Gonzáles Videla, comunistas, dirigentes sindicales y organizaciones populares fueron puestos fuera de la Ley, reprimidos por el aparato policial y militar del Estado, asesinados y encarcelados en los mismos campos de concentración que tres décadas más tarde rehabilitó Pinochet. Muchos dirigentes políticos y sindicales chilenos pisaron tres décadas más tarde, por segunda vez, los mismos campos de concentración del traidor Gonzáles Videla; pero en esta oportunidad algunos no contaron con la misma suerte, el fascismo de Pinochet no les dio una segunda oportunidad a sus vidas, muchos fueron torturados y asesinados.


La historia oficial que se conoce en América Latina presenta la “historia” de Chile falsificada por los sicarios de la pluma del imperio y las oligarquías, un país con una tradición democrática de 100 (cien) años, una gran farsa avalada por muchos dirigentes de la izquierda cómplices, o víctimas de la alienación de la propaganda de la oligarquía y del amaestramiento animal realizado por la escuela y la universidad públicas.


Poder Popular, coincidencias y diferencias entre la FAN venezolana y las F.A. chilenas


Los militares chilenos, al igual que los militares venezolanos, estuvieron junto al pueblo en los momentos políticos más críticos antes del 11 de septiembre de 1973. Respaldaron al gobierno chileno luego del asesinato del comandante del ejército chileno René Schneider, estuvieron junto al pueblo y el gobierno de la Unidad Popular durante el paro de transporte de Octubre de 1972 y del Tanquetazo de junio de 1973, tan igual como se comportó la FAN en Venezuela durante el 13 de abril y el paro petrolero de noviembre de 2002. El control sobre las F.A. y el destino de Chile cambiaron cuando el fascismo aprovechó, además de las vacilaciones políticas del gobierno de la Unidad Popular, una ley que promulgó el congreso, la Ley de Control de Armas, ley que permitió allanamientos e intimidación a la población y revolucionarios, una acción intimidatorio del fascismo que la Unidad Popular no pudo evitar y sirvió para montar una coartada a la derecha fascista, la que con un show mediático hizo propaganda de guerra e intimidación durante más de un mes, mostrando requisas de supuesto armamento que tenían los comunistas en las fábricas expropiadas por los trabajadores a sus explotadores, como también alarmando a la población con un plan comunista para “asesinar” a los demócratas chilenos y atacar a las fuerzas armadas.


Paralelo a ello, en la marina se encarcelaba y torturaba a oficiales y marinos patriotas acusados de conspiración comunista y terrorista contra las Fuerzas Armadas de Chile, hecho de gran resonancia política que fue eludido por el Gobierno de la Unidad Popular. Las madres, esposas y familiares de los marinos torturados no consiguieron quien les atendiera en las esferas del poder para levantar la voz en favor de los detenidos e impedir sus torturas. Se calificaba el hecho como un caso caliente. Nadie del gobierno quiso intervenir al interior de las F.A. de Chile.


Durante el tercer año del Gobierno de la Unidad Popular, tras la violenta y sistemática arremetida fascista e incapacidad de los partidos de la Unidad Popular para conjurar el peligro, nacieron varios tipos de organizaciones del Poder Popular chileno organizado por la base, poder popular que se expandía como hongos por todo el territorio: los Comandos Comunales, Cordones Industriales y Abastecimiento Directo, organizaciones nacidas durante la revolución chilena del mismo seno de la movilización popular, organizaciones de autonomía popular que se sumaban a las creadas por los partidos de la Unidad Popular y el Gobierno.


En una asamblea y marcha realizada días antes del Golpe de Estado por el Cordón Industrial Santa Rosa Vicuña Mackena, organización del Poder Popular Local que reunía al conjunto de industrias que en ese sector fabril del sur de Santiago estaban en manos de los trabajadores, uno de los alcaldes del partido socialista de gobierno de mayor liderazgo popular, el alcalde socialista de la Comuna de San Miguel, Mario Palestro, invitado al presidir la asamblea y luego encabezar una marcha de los trabajadores, en el mismo momento que el poder popular le dio tribuna a las denuncias de las esposas, madres e hijas de los patriotas de la marina chilena torturados por el fascismo en los cuarteles de la armada puertas adentro, el alcalde más popular y combativo del socialismo chileno amenazó con bajarse de la tarima del Teatro Gran Avenida, un cine popular del sur de Santiago repleto de trabajadores, alegando que era política del gobierno no inmiscuirse en ese problema. No pudo bajarse de la tarima porque la asamblea lo iba a linchar si lo hacía. Tampoco pudo abandonar la marcha. La tuvo que encabezar por decisión del poder popular en contra de su voluntad.


A los dirigentes políticos revolucionarios que asumieron haber tenido reuniones con los marinos torturados y encarcelados por el servicio de inteligencia de la marina, la propaganda oficial de la revolución chilena les acusó ante el pueblo de hacerle el juego a la derecha y al fascismo, de ultraizquierdistas. Esa posición asumida por el gobierno de la Unidad Popular condenó a los oficiales patriotas y constitucionalistas de las fuerzas armadas chilenas a la incertidumbre, les amarró las manos, los dejó a total capricho de la iniciativa fascista. Fue en ese momento cuando el gobierno de la Unidad Popular cedió el poder de mando sobre las F.A. de Chile al fascismo. De esa manera, semanas antes del Golpe de Estado el fascismo ya había tomado el control de los órganos de inteligencia y los mandos principales de las fuerzas armadas chilenas. De ahí en adelante el fascismo comenzó a actuar a discreción en su camino ofensivo hacia el objetivo final: el genocidio.


El Primer Golpe, un asalto al mando de los comandos de las Fuerzas Armadas de Chile


Antes del Golpe de Estado a Salvador Allende se produjo el derrocamiento violento de los mandos internos de las fuerzas armadas chilenas. Durante un prolongado lapso de tiempo hubo un conjunto de hechos de ataques y provocaciones políticas de la derecha a las F.A., como también de actos de insubordinación al Presidente de la República de Chile, Salvador Allende, como general en jefe de las F.A. chilenas, que tuvieron su cúspide en el Tanquetazo de Junio de 1973. Allende y el gobierno de la Unidad Popular fueron incapaces de conjurar los hechos que los llevaron perder la iniciativa política y el control de las F.A. de Chile. Una mala decisión los llevó a perder la moral entre muchos de los soldados y oficiales patriotas y constitucionalistas chilenos, por no intervenir para impedir los encarcelamientos y torturas de oficiales e infantes de marina, acusados de rebelión militar y conspiración por los fascistas semanas antes del Golpe de Estado de septiembre de 1973. Los marinos torturados eran soldados que estaban de acuerdo con las transformaciones sociales, defendían la democracia y se resistían al control y uso de las fuerzas armadas por los golpistas. Y eso era de conocimiento público.


La purga violenta de patriotas constitucionalistas en las F.A. de Chile culminó sólo horas antes del derrocamiento del gobierno de la Unidad Popular, para continuar luego al exterior cuando el Plan Cóndor asesinó en Buenos Aires al general en situación de retiro Carlos Prats, ex general en jefe de las F.A. de Chile bajo el gobierno de Salvador Allende exiliado en Argentina.


Durante los hechos del día 11 de septiembre de 1973 muchas unidades militares no actuaron esperando órdenes superiores de oficiales patriotas y constitucionalistas que hacía días u horas habían sido marginados, destituidos o encarcelados por los fascistas.


La confrontación de las fuerzas armadas chilenas al Tanquetazo del fascismo en junio de 1973, su cooperación con el pueblo chileno para superar el desabastecimiento provocado por el paro patronal del transporte de los camioneros en octubre de 1972, la lucha contra el acaparamiento de alimentos, la solidaridad de los soldados con las víctimas de los terremotos y la enorme nevada que cayó en todo Santiago, fue similar al esfuerzo y solidaridad que desplegó la FAN con el pueblo venezolano durante el golpe de abril de 2002, el paro petrolero, los deslaves y vaguadas que han azotado a Venezuela. La posición solidaria y constitucional de las F.A. de Chile fue revertida hacia los objetivos del fascismo por el asalto a los comandos de los mandos superiores de forma violenta y sistemática, de manera impune.


Un golpe a los comandos de los altos mandos en la FAN de Venezuela similar al chileno, o una combinación de sucesos que lo incluya en un nuevo escenario, es algo que la revolución bolivariana tiene que conjurar y evitar. El paramilitarismo colombiano, fracasado en un primer intento de realizar un asalto similar al chileno, es un actor que puede jugar un papel que conduzca a objetivos similares; aunque este rol también puede jugarlo el ejército paramilitar que representan los miles de policías y militares delincuentes dejados por la IV República como empleados de seguridad en toda la administración pública venezolana. Entre los guardianes y vigilantes de seguridad de las instituciones y órganos de la administración pública del Estado venezolano está encubierto el principal soporte y protección de los robos y atracos contra la V República. Son estos quienes protegen y permiten los delitos contra la cosa pública que realizan los viejos y nuevos burócratas delincuentes, tanto de los viejos delincuentes de cuello blanco como los de los nuevos delincuentes de cuello rojo. Este tipo de empleados de seguridad del Estado constituye el elemento sorpresa de mayor cuidado de la 5ta columna que acecha la revolución bolivariana. Son un gran peligro. Hay que conjurarlo.


Caracas, marzo 24 de 2005

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