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Confesiones de un criminal a sueldo económico
Por Libro de John Perkins - Sunday, Apr. 03, 2005 at 11:43 PM

“Los criminales a sueldo económico son profesionales muy bien pagados que roban a muchos países billones de dólares. Canalizan dinero del Banco Mundial, de la Agencia Estadounidense para el desarrollo Internacional (USAID) y de otras organizaciones de ‘ayuda’ hacia los cofres de las grandes empresas y los bolsillos de unas cuantas familias ricas que controlan los recursos del planeta. Sus herramientas incluyen informes financieros fraudulentos, elecciones amañadas, extorsión, sexo, y asesinato. Juegan a un juego muy antiguo, pero ahora ha asumido una nueva y terrorífica dimensión en estos tiempos de globalización. Yo lo sé muy bien: yo era uno de esos hombres.” Confesiones de un criminal a sueldo económico Entrevista con John Perkins por Cher Gilmore John Perkins, autor estadounidense del exitoso libro Confesiones de un criminal a sueldo económico,

“Los criminales a sueldo económico son profesionales muy bien pagados que roban a muchos países billones de dólares. Canalizan dinero del Banco Mundial, de la Agencia Estadounidense para el desarrollo Internacional (USAID) y de otras organizaciones de ‘ayuda’ hacia los cofres de las grandes empresas y los bolsillos de unas cuantas familias ricas que controlan los recursos del planeta. Sus herramientas incluyen informes financieros fraudulentos, elecciones amañadas, extorsión, sexo, y asesinato. Juegan a un juego muy antiguo, pero ahora ha asumido una nueva y terrorífica dimensión en estos tiempos de globalización. Yo lo sé muy bien: yo era uno de esos hombres.”
Confesiones de un criminal a sueldo económico
Entrevista con John Perkins por Cher Gilmore
John Perkins, autor estadounidense del exitoso libro Confesiones de un criminal a sueldo económico, trabajó para la asesoría internacional Charles T. Main Inc (MAIN) desde 1971 hasta 1980. Después fundó Independent Power Systems Inc., una empresa comercial que demostró que el carbón podía quemarse en centrales eléctricas sin producir lluvia ácida. Perkins también fundó la organización sin ánimo de lucro Dream Change Coalition, y fue cofundador de Pachamama Alliance, Eco-Ethics Institute, y de otras compañías sin ánimo de lucro con la intención de cambiar la conciencia y ayudar a los pueblos indígenas a proteger las selvas de la invasión de las petroleras.

El tono y el contenido de su libro se establecen en el primer párrafo del prólogo: “Los criminales a sueldo económico son profesionales muy bien pagados que roban a muchos países billones de dólares. Canalizan dinero del Banco Mundial, de la Agencia Estadounidense para el desarrollo Internacional (USAID) y de otras organizaciones de ‘ayuda’ hacia los cofres de las grandes empresas y los bolsillos de unas cuantas familias ricas que controlan los recursos del planeta. Sus herramientas incluyen informes financieros fraudulentos, elecciones amañadas, extorsión, sexo, y asesinato. Juegan a un juego muy antiguo, pero ahora ha asumido una nueva y terrorífica dimensión en estos tiempos de globalización. Debía saber que era uno de esos hombres.”

Share International: ¿Cómo funciona el sistema de ‘criminales a sueldo económicos (HEC)?

John Perkins: Básicamente, nuestra labor consiste en crear un imperio, y hemos conseguido crear el primer imperio verdaderamente global del mundo. Lo creamos sin la ayuda del aspecto militar, y es un imperio que es único porque no hay ni rey ni emperador. Pero tenemos una “corpocracia”, un grupo de hombres y de unas cuantas mujeres que dirigen nuestras mayores empresas, nuestros bancos y nuestro gobierno.

Muchas son las maneras que hemos utilizado para crear este imperio, pero normalmente identificamos a un país en vías de desarrollo que tenga recursos que anhelamos, como el petróleo. Después organizamos un préstamo cuantioso del Banco Mundial o de sus organizaciones filiales en ese país. Gran parte del préstamo va directamente a empresas estadounidenses, empresas como Bechtel, Hallibrton, Stone&Webster, con el fin de construir grandes proyectos de infraestructura como centrales eléctricas, puertos, parques industriales, y otros proyectos que sirven a los ricos de esos países. Entonces, el país adquiere una gran deuda, tan grande que no puede pagarla. En algún momento los criminales a sueldo económicos van y dicen: “Fijaos, nos debéis mucho dinero, no podéis pagar nuestras deudas, de modo que dadnos materia prima. Vended petróleo barato a nuestras petrolíferas, con el fin de permitirnos construir bases militares en vuestro país, o votad con nosotros en las próximas votaciones importantes en la ONU, o enviamos vuestras tropas a Irak o a algún otro lugar en el que necesitamos apoyo.” Este tipo de cosas. A lo largo del proceso, nos las hemos arreglado para construir este sorprendente imperio.

SI: Por favor, explique la relación entre corpocracia y terrorismo durante su época de HEC en Arabia Saudí.

JP: A principios de los setenta, la OPEP (la organización de los países exportadores de petróleo) nos obligó a rogarle que no cerrara los suministros de petróleo.

Teníamos largas colas de coches esperando en las gasolineras y teníamos miedo de pasar por otra depresión como la de 1929. El Departamento del Tesoro vino a mí y a otros HEC y nos dijo: “No podemos ser los rehenes de la OPEP. Tenéis que pensar en un plan para que esto no vuelva a ocurrir”. Nosotros sabíamos que la clave de ese plan sería Arabia Saudí, porque tenían más petróleo que nadie y podían controlar el suministro. Y la familia Real, la Casa de los Saud, eran corrompibles. De modo que viajamos a Saudi Arabia y, para abreviar, diremos que la Casa Real accedió a enviar la mayor parte del dinero que ganara de vender el petróleo a todo el mundo a Estados Unidos, e invertirlo en bonos del estado. El interés de estos bonos sería utilizado por el Departamento del Tesoro para contratar a compañías estadounidenses que se encargarían de reformar a Arabia Saudí a imagen occidental: plantas de desalinización, autopistas, puertos, centrales eléctricas, y ciudades enteras en pleno desierto. De manera que, actualmente, Arabia Saudí es un país occidentalizado. El acuerdo también estipulaba que la Casa de Saud mantendría el precio del petróleo a precios razonables, y nosotros nos comprometíamos a mantenerlos en el poder siempre que ellos cumplieran su parte del trato. Todo esto ha funcionado hasta la fecha, aunque también ha generado lo que la CIA denomina “golpe trasero’. Es el término que utiliza la CIA para referirse a las actividades encubiertas que parecen salir bien, pero que acaban por generar grabes consecuencias en el futuro. El mundo islámico está muy enfadado con la Casa de Saud por lo que ocurrió en Arabia Saudí, porque a los musulmanes no les gusta ver cómo sus lugares santos, La Meca y Medina, están rodeados por ciudades occidentales, plantas petroquímicas, y McDonalds. En este momento, la Casa de Saud es muy inestable. Ha habido muchos asesinatos en el país, mucha violencia. La gente está descontenta y hay desempleo. El petróleo, como en muchos otros lugares, no ha resultado ser un beneficio, sino un problema para el grueso de las personas. Todo ello ha contribuido a crear mucha ira en el mundo islámico, lo cual ha desembocado directa e indirectamente en Al Qaeda y en otros movimientos terroristas.

SI: ¿Qué cree que pasará a partir de ahora en Oriente Medio?

JP: Creo que hemos creado –literalmente– una situación muy peligrosa e inestable en Oriente Medio. Una de las razones por las que lo hemos hecho es porque también queremos controlar a China, Japón, y Corea, y ellos obtienen gran parte de su petróleo de Oriente Medio. Nosotros no dependemos tanto de ese petróleo, pero esos otros países sí lo necesitan. De modo que eso ha formado parte de nuestra política. Nos encantaría controlar el petróleo de Irán, Irak, Siria, Arabia Saudí, y Kuwait, pero de hecho nos hemos metido en problemas en Irak, y entretanto nos las hemos arreglado para provocar más ira que el 11 de Septiembre. Ahora existen muchos terroristas en Irak, muchos de los cuales no son iraquíes. Si la Administración es capaz de utilizar estas últimas elecciones (que parecen ser un fracaso) como excusa para salir de Irak, ¿qué va a pasar con todos estos terroristas que han sido entrenados y están hambrientos? ¿A dónde irán?

SI: Usted ha observado que todos los imperios, en última instancia, fracasan, y que normalmente un nuevo imperio toma el lugar del otro. Pero también ha propuesto otra posibilidad: que podamos despertar y trabajar de verdad para empezar a compartir los recursos con todos los pueblos. ¿Qué hace falta para despertar, antes de que sea demasiado tarde?

JP: Estamos en proceso de despertar. Cuando seguimos a nuestros corazones, estamos despiertos. Cuando era un criminal a sueldo económico, yo sabía en mi fuero interno que lo que hacía era incorrecto, pero podía convencerme racionalizando, leyendo libros de negocios e informes del Banco Mundial, que estaba haciendo lo correcto. Ahora nos encontramos en un punto en el que la mayoría de estadounidenses, y la mayoría de personas del mundo, están profundamente alteradas por lo que ocurre, y en nuestros corazones sabemos que necesitamos cambiar. Pero es muy conveniente, y fácil, convencernos de lo contrario. Todos los datos pretenden convencernos de eso, y tememos que si hacemos ciertos cambios nuestra vida será menos cómoda. Pero yo no lo creo así. Creo que nuestras vidas sería mucho mejor. Tal vez tengamos que abrir nuestro corazón mucho más, y oír lo que nos dice.

SI: ¿Ve algún indicio de que las estructuras del imperio se están derrumbando?

JP: Sí, veo muchas evidencias de que este imperio tiene muchas grietas. En 1997, los ‘tigres asiáticos’ pasaron por un colapso económico que tenía mucho que ver con las políticas del FMI y el Banco Mundial, y actualmente afectan a China y a Japón, incluso a Corea. Parece que se está formando una nueva alianza asiática que en cierto modo nos presenta resistencia. También lo vemos en Sudamérica. En las últimas seis elecciones de allí, Chile, Brasil, Argentina, Uruguay, Venezuela y Ecuador eligieron líderes que dirigían plataformas de oposición al imperio, básicamente.

Incluso en lo que, en tiempos de la Guerra Fría, solía ser una sólida alianza atlántica, estamos viendo enormes fisuras. La más evidente es cómo nos ven los franceses, pero los alemanes también se están encarando. Y la Unión Europea y el Euro son señales de que el imperio se está rompiendo.

Estamos viendo fuertes movimientos sociales en todo el mundo. Acabo de regresar del Foro Social Mundial en Porto Alegre, Brasil. Fue una asombrosa reunión de 155.000 personas, todas ellas muy molestas con el imperio. Dentro de EEUU, estamos presenciando un colapso económico. Existen muchas grietas en el sistema, y todas ellas indican que el imperio se está derrumbando. Por eso la gente de la corpocracia está adoptando posturas muy firmes y machistas.

SI: ¿Diría usted que un Plan Marshall para las partes más pobres del mundo sería una buena manera de empezar a revisar nuestro sendero destructivo?

JP: El Plan Marshall, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Asiático de Desarrollo, todos ellos atesoran las semillas de la posibilidad de un cambio real: un futuro brillante, por decirlo así. Tenemos todos los sistemas para ayudar al mundo con compasión y resolver los problemas más importantes del mundo. Veinticuatro mil personas mueren cada día de hambre, treinta mil mueren por falta de medicinas. Es innecesario. Sus familias y los seres que les rodean están muy enfadadas, y saben lo que está ocurriendo, no sólo debido al fracaso del sistema para ocuparse de estos problemas, sino también porque promulgamos el tipo de condiciones en las que estos problemas perduran. Pero estos bancos, y de hecho nuestras mayores empresas, podrían resolver estos problemas.

Imaginemos que el pueblo americano insistiera en que Coca Cola, Nike, y McDonalds garantizaran que nadie en el mundo pasaría necesidades de agua, comida y ropa. Estas organizaciones podrían hacerlo. Disponen de los recursos. Si adoptaran ese compromiso, entonces todos sus competidores tendrían que imitarlos.

Este imperio que hemos creado tiene un aspecto único. Se ha creado, principalmente, por un país que tiene altos ideales y estándares morales, así como personas compasivas que creen en el gobierno de las personas, para las personas, y por las personas. Creen que todo el mundo tiene el derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad. Es algo que está escrito en nuestros documentos más sagrados. En cambio, somos gobernados por las empresas, por ellas y para ellas. Hemos creado estos sistemas que llegan al más remoto rincón del planeta, pero creo que en él yace una esperanza. Un Plan Marshall para todo el mundo, o utilizando el Banco Mundial o el FMI para llegar a todo el mundo, estas son las posibilidades existentes. Eso podría ser el resultado del 11 de septiembre. Quizá nos cueste unos años, pero al final entenderemos que necesitamos aportar nuestra mente y alma a solventar estos problemas.

SI: ¿Qué le impulsó a escribir este libro?

JP: Después del 11 de septiembre, fui a la Zona Cero y me quedé allí para contemplar la terrible devastación. Sabía que a pesar de todas las promesas que había hecho para no contar la historia, tenía que hacerlo. Tenía que hacerlo por muchas razones, pero una de las más convincentes era mi hija, que ahora tiene 22 años. La única manera de crear un mundo mejor para ella es centrarme en hacer de este mundo un lugar mejor, acabar con las causas de la ira, el odio, y el sufrimiento que existe en todo el mundo. Los guardas de seguridad en los aeropuertos y los ejércitos no nos harán más seguros. Lo único que nos protegerá es cuando ayudemos a todo el mundo a unirse y a poder conocer lo que es el verdadero amor, la prosperidad, y la paz.

John Perkins, Confessions of an Economic Hit Man, Berrett-Koehler, San Francisco, 2004.

Para más información: http://www.johnperkins.org

Fuente: Revista: SHARE INTERNACIONAL
Ejemplar: Abril 2005
Título: Confesiones de un criminal a sueldo económico
Autor: Entrevista con John Perkins por Cher Gilmore

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