Julio López
está desaparecido
hace 6423 días
versión para imprimir - envía este articulo por e-mail

Explorando el "barranco": una respuesta libertaria a Celia Hart
Por Movimiento Libertario Cubano - Thursday, Apr. 21, 2005 at 7:27 PM
movimientolibertariocubano@yahoo.com.mx

* Ante la invitación hecha hace algunos días desde La Habana por Celia Hart Santamaría – militante del Partido Comunista Cubano e hija de prominentes figuras del régimen – llamando a discutir alternativas de izquierda sobre el futuro de Cuba y donde específicamente se requería lo que el anarquismo pudiese opinar al respecto, el Movimiento Libertario Cubano da a conocer sus propuestas para el debate.


Hemos leído con detenimiento, curiosidad e interés tu carta “A propósito de mi entrevista en La Jornada del día 5 de Abril”, publicada el pasado día 11 simultáneamente en las páginas web españolas Rebelión y La Haine. Se podrían discutir muchísimas cosas de esa carta tuya, Celia, realmente muchísimas cosas. Pero -te somos francos-, poco nos importa que esperes la definitiva asunción profética de Cristo, de Buda y de Mahoma ni que sientas a tu lado a Lincoln y a Whitman; nos tiene sin cuidado que te sientas “princesa de la Raza” o que tu breve opinión sobre Juan Pablo II insinúe una disconformidad con su trayectoria que Fidel no puso de manifiesto en estos días: si por nosotros fuera, puedes seguir tranquilamente con tus experimentaciones poéticas que no habremos de censurarte ni nos preocuparemos demasiado por seguir de cerca tu producción lírica. También -continuamos siéndote sinceros-, puedes modificar tus dichos todas las veces que te plazca; ya sea porque has recibido un rezongo ya porque tu conciencia y/o tu meticulosidad intelectual te han llevado a corregir un disparo que tú misma entiendes corre el riesgo de ser mal interpretado: tienes toda la libertad que se te ocurra para hacerlo y serán tus lectores los que habrán de asignarle de ahora en adelante a tus palabras la credibilidad y la confianza que se merezcan y que tú seas capaz de conquistar. Además -volvemos a serte honestos-, tocas en tu nota temas de vital importancia como la “inercia” del Partido Comunista o la existencia de “ciertos resortes de restauración capitalista” en Cuba; cosas más que sabidas y poco novedosas sobre las cuales lo realmente interesante es que seas precisamente tú quien las reconozca: pero tampoco es eso lo que queremos discutir exacta y directamente en este momento. De lo que se trata ahora, en principio y sólo en principio, es de que nos ubiquemos en el mapa ideológico y político; de que adoptemos una posición relativa respecto a tales y cuales situaciones, a tales y cuales trayectorias, a tales y cuales personas. Es en ese orden de cosas que nos gustaría polemizar mínima y brevemente contigo. Pero precisemos un poco más el asunto. Tú dices estar buscando y quizás construyendo una opción de izquierda, una alternativa de izquierda para Cuba. Te contamos, entonces, que tu preocupación es la nuestra y la de una enorme cantidad de gente; en cuya primera fila -y no por vanguardistas sino por coherentes- están los anarquistas que mencionas en tu nota. Pero, definitivamente, lo que no podemos compartir es tu afirmación de que “a la izquierda de Fidel está el barranco”. Esa frase, exclusivamente esa frase, es la que, a cuenta de futuras polémicas, nos gustaría discutir ahora.
 
Lo primero que queremos señalarte es el problema lógico que genera ese dicho; un dicho que frustra momentáneamente, de no mediar rectificaciones de tu parte, las expectativas que has venido generando con algunas de tus apariciones. Lógicamente, entonces, de tu afirmación sólo pueden seguirse dos cosas: o bien la opción de izquierda que estás buscando se encuentra a la derecha de Fidel o bien esa alternativa es Fidel mismo y la plena continuidad del monólogo autosuficiente que ha seguido a lo largo de todo su recorrido. Te darás cuenta que si tu alternativa de izquierda está a la derecha de Fidel -cosa que dudamos, porque no pareces tonta- este debate carece enteramente de sentido y más valdría que lo interrumpiéramos en este preciso instante. Pero también te percatarás que si esa opción de que hablas no es más que el propio Fidel eternizado, incluso en ausencia física, no se entiende muy bien a qué viene tanto escándalo de tu parte cuando sólo se trata, como insustancial aderezo, de leer a Trotsky, a Lukács, a Rosa Luxemburgo y a Gramsci. Pero, además -ya no desde el punto de vista lógico sino desde el ángulo político- tendrías que explicitar cuál sería la izquierda que está a la derecha de Fidel. ¿Es esa izquierda a la derecha la responsable de la “inercia” del Partido y de los “resortes de restauración capitalista? ¿Por qué tales cosas fueron posibles?: ¿Se trata de “descuidos” de Fidel? ¿Acaso el Comandante en Jefe, Primer Secretario del Partido y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros fue desbordado y sus orientaciones han sido desoídas? ¿o será que Fidel también da cabal cumplimiento a la bíblica proeza trinitaria y, al igual que Jesús -que es uno con Dios Padre-, puede sentarse a la diestra de sí mismo? Pero estas preguntas no pretenden más que ilustrar los líos que provoca la desprolijidad de tus exposiciones y lo cierto es que todavía no hemos entrado en el tema de fondo: es decir; todavía no hemos caído en el “barranco” que tú afirmas es lo único que hay a la izquierda de Fidel.
 
- Las palabras perdidas

Hemos intentado abordar el tema con cuidado y respeto; incluso, a los solos efectos de este intercambio, dejando de lado momentáneamente las decepciones y reservas acumuladas a lo largo de décadas. También procuramos ser amplios y exhaustivos; al menos dentro de nuestras limitadas posibilidades. Se nos ocurrió, entonces, tomar una batería de conceptos habitualmente asociados con el pensamiento de izquierda, asociarlos a su vez con Cuba -con Fidel, por lo tanto- e indagar qué elaboraciones o realizaciones estaban disponibles como punto de partida de un debate al respecto. Para ello recurrimos a la herramienta más poderosa de que disponemos en este momento: la búsqueda avanzada de Google; acotando la misma a la frase exacta, en idioma español, en cualquier formato de archivo y para todo dominio posible. De tal modo, cualquiera podría verificar la exactitud de nuestros hallazgos y tú misma estarías en condiciones de hacerlo; pues no tenemos duda alguna de que puedes acceder a Internet sin mayores inconvenientes. Veamos, pues, los resultados de nuestra pequeña investigación y tal vez habrás de coincidir con nosotros en que son sorprendentes.
 
Comenzamos diciéndote que frente a las frases “consejos obreros cubanos” y “consejos obreros en Cuba” Google nos responde que la búsqueda “no produjo ningún documento”; lo cual seguramente obedece a una razón simplísima y es que generalmente no se reflexiona sobre aquello que no existe o que ni siquiera ha sido fantaseado. Lo mismo ocurre con la expresión “autogestión cubana” aunque ahora sí nos topamos con un material -sólo uno- sobre “autogestión en Cuba”; material que puedes encontrar en el website es.geocities.com/anticivilizacion/antonfdr_GANDHI.htm y que únicamente nos informa que la idea no goza en la isla de mayor predicamento. Siguiendo idéntico procedimiento, llegamos a la triste conclusión de que, cuando de Cuba se trata, ni se habla ni se escribe sobre “autonomía obrera” o “autonomía sindical”; lo cual no hace más que confirmar que la dirigencia de las organizaciones correspondientes no tiene demasiado interés en el asunto y que la orientación predominante consiste en que las mismas se mantengan en la esfera de la dependencia estatal. Siendo así, no tiene nada de raro que algo tan “extremista” como la interrupción colectiva y voluntaria del trabajo concite apenas discursos de muy baja intensidad: la búsqueda para “huelgas en Cuba” sólo arroja como resultado 5 documentos de carácter histórico y cuando se trata de “huelgas cubanas” nos topamos nada más que con un solitario y exótico reclamo en la dirección (en wvw.bibliotecagnostica.com/Poscla22.htm). Aun así, no cejamos en nuestro empeño; pero, para nuestro asombro, en los casos de “conciencia de clase en Cuba” y “conciencia de clase cubana”, Google vuelve a responder a nuestra indagatoria que ésta “no produjo ningún documento”. Las cosas mejoran un poco cuando se trata de las “cooperativas cubanas” o de las “cooperativas en Cuba” y allí sí finalmente podemos encontrarnos con una módica treintena de documentos, no necesariamente de procedencia oficial ni imperativamente encomiásticos y entre los cuales habrá que destacar algunas perlas de interés como aquel en el que Jesús Cruz Reyes se ofende profundamente ante la pregunta de si dichas organizaciones son independientes o no. Frente a un resultado que, en comparación con los anteriores, era tan promisorio, proseguimos nuestra briosa cabalgata, pero sólo para enterarnos enseguida que nada se dice sobre los “movimientos sociales cubanos” ni sobre la “autonomía universitaria cubana”; aunque, seamos justos, sí hay que dar cuenta ahora de 4 documentos que contienen la expresión “autonomía universitaria en Cuba” -para reportarnos su ausencia, naturalmente- y otros 5, mayoritariamente referidos al pasado, que consideran oportuno recurrir por una razón o por otra a la frase “movimientos sociales en Cuba”.
 
Fue así, luego de tantos y sucesivos fracasos, que resolvimos orientar nuestras indagaciones alrededor de un concepto que ciertamente nos resulta muy poco simpático: Estado obrero. ¿Y sabes en cuántos documentos aparece inscrita la expresión “Estado obrero cubano”?: solamente en 30, la abrumadora mayoría de matriz trotskista y no todos precisamente elogiosos. Entre ellos, sólo uno era de procedencia oficial cubana -en wvw.lajiribilla.cu/2002/n57_junio/1413_57.html- y se trataba en realidad de una colaboración de John Hillson remitida desde la ciudad de Los Ángeles. Pensamos entonces que esas ausencias podían deberse a la fuerte identificación de la expresión precisamente con la tradición trotskista; razonamos que tu rescate del fundador del Ejército Rojo se enfrentaría con dificultades obvias e intentamos ver si afloraba algún tipo de reflexión más copiosa en torno a una expresión similar y optativa: Estado proletario. Pero héte aquí que ni siquiera así fuimos coronados por el éxito: la frase “Estado proletario en Cuba” contaba apenas con una presencia huérfana de toda vecindad. El artículo en cuestión pertenece a Luís Ramírez Caraballo y Antonio R. Barreiros Vázquez; se llama Lugar y papel de las FAR como componente especialmente significativo del Estado proletario en Cuba y puedes encontrarlo en la Revista Cubana de Ciencias Sociales (Año 4, Nº 12 de septiembre - diciembre de 1986). Quizás, Celia, compartas con nosotros nuestra desilusión y tú también abomines de que, cuando en Cuba se habla del Estado proletario, en realidad no se trata fundamentalmente del proletariado sino de las fuerzas armadas. ¿Tendrá esto algo que ver con la militarización de la sociedad cubana?
 
- El "barranco" es la ausencia de libertad, igualdad y solidaridad

En fin: hemos usado una batería de indicadores que distan de ser perfectos y a los que sólo asignamos un carácter aproximativo; pero, aun así, tenemos la firme impresión de que los mismos permiten sostener una hipótesis bastante confiable. Esto es; las reflexiones sobre la construcción de una opción de izquierda en Cuba tienen frente suyo un campo casi virginal e intocado. Y te pedimos por favor -suponiendo de tu parte una réplica de estas consideraciones- que seas un poco imaginativa y no nos recomiendes realizar una búsqueda similar conteniendo las expresiones “salud en Cuba”, “educación en Cuba”, “deporte en Cuba”, etc.; porque lo que te estamos proponiendo no necesariamente se contradice con dichas cosas sino que las dota de un contenido distinto, las resignifica y las enriquece infinitamente. Como habrás visto, por lo tanto, hay un conjunto de nociones -que embrionariamente representan sus correspondientes realizaciones sociales revolucionarias- habitualmente pertenecientes a un imaginario de izquierda y que en Cuba se usan muy poco o muy mal. Y nosotros estamos absolutamente convencidos de tres cosas que están íntimamente vinculadas con nuestro tema, tal como éste ha sido precisado desde un principio: en primer lugar, que Fidel no ha demostrado tener sobre sus hombros la cabeza más adecuada para elaborar pensamiento y definir acciones al respecto -ha tenido medio siglo para hacerlo y ¡nada!-; en segundo término, que este campo de nociones y realizaciones se ubica no a su derecha sino a su izquierda; y, por último, que nada de esto representa a ese “barranco” tan temido y que a ti te preocupa tanto invocar. Sobre ello hemos de ponerte sólo tres ejemplos especialmente significativos y de factible concreción inmediata.

En primer lugar, una alternativa de izquierda en Cuba debería plantearse una urgente desmilitarización en el más amplio sentido del término. No se trataría solamente del redimensionamiento de las fuerzas armadas, del ahorro consiguiente y de la correspondiente transferencia de recursos hacia otros sectores de la economía infinitamente más necesitados. Se trataría también de que las fuerzas armadas perdieran sus privilegios históricos y de que los más diversos problemas de la sociedad cubana ya no sean vistos como si se tratara de acertijos en torno a la “defensa nacional”. Se trataría, sobre todo, de pensar el socialismo como lo que realmente debería ser -es decir, una nueva relación de convivencia entre seres libres, iguales y solidarios-; y de no mediatizar en los hechos esa reflexión, sobre-imprimiéndole siempre una articulación muy poco socialista entre los “comandantes” y sus subordinados. Estas cosas son inmediatamente posibles, Celia, y no hay ninguna razón que las contradiga. Seguramente tú nos dirás que la revolución no sobreviviría sin “sus” fuerzas armadas pero eso no es más que una falacia a la que el “Comandante en Jefe” y su séquito te han acostumbrado. Porque las fuerzas armadas cubanas se vertebran respondiendo a una hipótesis de conflicto -en teoría, una invasión de los Estados Unidos- que está mal planteado o que no se habrá de producir. En el primer caso, las fuerzas armadas cubanas no tendrían nada para hacer -y coincido contigo en que eso es una desgracia para la humanidad toda- frente a las acciones de bombardeo aéreo y desgaste que los Estados Unidos tienen como su actual patrón de actuación bélica en la fase inicial. Además, tal como ha quedado sobradamente demostrado en Irak, la resistencia de guerrillas es inconmensurablemente más efectiva que un ejército regular que sencillamente no puede estar a la altura de la tarea. Pero, en el segundo caso, hay elementos de sobra para suponer que dicho conflicto no tiene actualmente ni habrá de tener mañana ese formato: ni Cuba permite invocar las mismas “razones” que se dieron en Afganistán o en Irak -y tampoco las que despuntaron luego con Irán y Corea del Norte- ni constituye un desafío estratégico relevante ni ha merecido mayor dedicación militar real. Haz números, Celia, y lo verás: la financiación otorgada por los Estados Unidos al “trabajo sucio” en Cuba en los últimos cinco años es menor al costo que ha insumido una noche de bombardeo intenso sobre Bagdad; aunque la megalomanía del “Comandante en Jefe” haya de resentirse un poquitín con un cálculo de este tipo. Entonces, la desmilitarización es posible ahora y nada tiene que ver con el “barranco”.

En segundo término, una alternativa de izquierda en Cuba debería proponerse en lo inmediato emprender el camino de la autogestión. ¿Tú no crees que la construcción socialista debería identificarse fuertemente -como condición sine qua non, diríamos nosotros- con la gestión directa de los trabajadores sobre la marcha de la economía? Lamentablemente, en Cuba, durante todos estos largos años, la autogestión ha sido asimilada sin más a la experiencia yugoslava y se la ha asociado implícitamente con la inminencia o la amenaza de las situaciones de mercado y con el “caos” correspondiente. Así, todas las esperanzas fueron depositadas en el mito de la planificación centralizada como paradigma de la construcción socialista; una planificación centralizada que se ha confundido en los hechos con la sabiduría de los técnicos o con la omnipresencia de los militares cuando no con las inefables ocurrencias del “Comandante en Jefe” que siempre se antepusieron a las elaboraciones de los organismos colectivos. Pero, además, basta con analizar los resultados: ¿tú dirías, Celia, que el recorrido que va desde aquel impulso de implantar el comunismo en la Isla de la Juventud hasta la actual presencia de cientos de empresas transnacionales es un camino de construcción socialista? No, Celia, la planificación centralizada no sólo no ha producido socialismo sino que bien se la puede calificar como una sucesión de disparates; antes y después de aquella zafra fallida de los diez millones de toneladas de azúcar. La autogestión, mientras tanto, tiene abiertos todos los créditos y ése es el camino que han emprendido decenas de movimientos sociales en América Latina como estrategia de resistencia y como forma de resolver prácticamente -lo han logrado así sea a medias, incluso en contextos claramente neoliberales- sus necesidades inmediatas en materia de alimentación, salud, vivienda, etc. Una vez más: la autogestión también es posible ahora y nada tiene que ver con ese “barranco” que tú supones estaría a la izquierda de Fidel.
 
Por último, una alternativa de izquierda en Cuba debe retomar con fuerza y determinación el problema de las libertades más elementales. Basta con “desmilitarizar” las cabezas y dejar de sospechar que detrás de cada cubano común y corriente hay un potencial “agente del imperialismo” e inmediatamente el tema adquiere una luminosidad cegadora. Porque, dinos: ¿en qué se vería afectado un proyecto de construcción socialista por el hecho de que 12 millones de cubanos tuvieran -entre otras mil prerrogativas a imaginar- la posibilidad de expresarse, desplazarse u organizarse de las formas que mejores les parezcan? Reproducimos una de tus frases: “Todos los jóvenes que tienen cuestionamientos políticos actualmente, los que valen la pena de ser escuchados, serán siempre de izquierda, anarquistas o trotskistas etc. Pero TODOS son revolucionarios”. Pues bien, deja de jugar a las escondidas y sincérate contigo misma y con tus lectores: ¿sabes o no sabes que esos revolucionarios no pueden darse la organización política que querrían tener porque ese derecho el Partido Comunista se lo ha reservado para sí? ¿sabes o no sabes que a esos revolucionarios no les es dado tener una biblioteca abierta al público, montar un programa de radio, celebrar reuniones sin solicitar permiso, tener un periódico propio o defender libremente sus orientaciones en movimientos sindicales, juveniles, vecinales, de género, ambientales, etc.? Esas cosas requieren de un marco de libertad hoy inexistente y reclaman no la intervención del Estado sino una asunción autonómica; exigen ni más ni menos que la posibilidad socialmente garantizada de que todo colectivo -cualquier colectivo, sea cual sea la naturaleza que se defina, siempre y cuando no atente contra la libertad ajena- fije sus propias reglas. Tú gozas de u na posición privilegiada, Celia, y no puede haberte pasado inadvertido que una cosa es la obsesión por la vigilancia, el control, la represión, etc. y otra cosa bien diferente es la libertad. ¿De qué lado crees tú que están el socialismo y la izquierda? Nos consta que a ti te preocupan los motivos por los cuales el bloque soviético se hizo trizas: entonces; ¿no crees que el fatal desprecio por la libertad de que se hizo gala debe tener al menos algo que ver con la debacle? Esa experiencia es un venero de enseñanzas y ellas dicen en forma incontrastable, en este comienzo del siglo XXI, que el socialismo ya no puede ser concebido como el resultado espontáneo de una vaporosa legalidad histórica ni como una sofisticada operación de ingeniería social ni como el genial designio de una voluntad mesiánica. El socialismo del siglo XXI sólo puede construirse a partir de la conciencia colectiva y ésta no puede florecer sino desde una libertad raigal. Y, otra vez, Celia, esto no tiene nada que ver con el “barranco”.

- Por una opción de izquierda para todos los cubanos

Desmilitarización, autogestión, libertades básicas: tres elementos mínimos y tres caminos a recorrer para construir una alternativa de izquierda en Cuba y para comprometer en ella no a su actual élite dirigente sino al pueblo cubano todo. Estas propuestas no expresan el “programa máximo” de los anarquistas y quizás hasta quepa calificarlas de “reformistas” en el contexto cubano actual. Sin embargo, son una buena base para la articulación de una política realmente de izquierda en Cuba. Tú sabrás mejor que nosotros qué grado de participación y compromiso habrán de tener los comunistas cubanos -especialmente, los más jóvenes- con esta política y qué peso pueden tener en el Partido quienes suscriban orientaciones de este tipo. Sin embargo, no hay duda que la misma desborda su organicidad y da cabida, entre otras, a las corrientes que tú misma has reconocido como revolucionarias. De la misma manera, tampoco hay duda que esa política de izquierda se da de bruces con una constelación de intereses, privilegios y expectativas que están ubicados claramente a la derecha de la misma, adentro y afuera del Partido Comunista: una situación y un proceso que, si mal no recordamos, hasta hace unos años eran considerados como parte de la lucha de clases.

Sea como sea, Celia, hay que continuar afinando el análisis y templando la voluntad. Si hemos sido irónicos contigo en muchos pasajes de esta carta ello fue así porque entendemos que todavía no has ingresado de lleno en el problema ni estás a punto de notificarte públicamente de sus raíces reales. Tus intenciones parecen sinceras y quizás hasta compartibles, pero aún hablas a media lengua, te distraes en metáforas que no conducen a ninguna parte y no has tenido el coraje de poner sobre la mesa la trama de conflictos concretos que subyacen este proceso de construcción de una alternativa de izquierda en Cuba. Al pan, pan, y al vino, vino, Celia: ése es el comienzo real de cualquier alternativa que quiera plantarse firme ante las eventuales adversidades y partir no de las intrigas palaciegas sino de la conciencia colectiva del pueblo cubano. Tú has evitado escrupulosamente hablar de una lucha fraccional pero coincidirás con nosotros que precisamente eso es lo que todo el mundo lee detrás de tus palabras. Y sabes que esa lucha hay que librarla a cualquier precio porque lo que está en juego es nada menos que el futuro de nuestra entrañable gente cubana. Esa lucha, Celia, sólo puede librarse con ideas claras, con ideas precisas, con ideas-fuerza, y no con ditirambos rutinarios y al garete sobre la inmarcesible figura de Fidel; sólo puede librarse con gente organizada desde sus convicciones más profundas y no con vagos avisos a los navegantes o difusas insinuaciones sobre las idas y venidas de una élite. Tú tienes que pagar un peaje ideológico y soportas directamente las presiones del aparato: eso es comprensible y hace que tu posición no carezca de dificultades y asechanzas. Pero al menos puedes hablar, Celia; una posibilidad con la que no contamos todos los cubanos. Los cubanos de a pie tenemos sobre ti muchas desventajas y una sola pero enorme ventaja: nosotros ya sabemos que el Cid Campeador no volverá a montar sobre los lomos de Babieca y sabemos también que a la izquierda de Fidel no hay ningún barranco, ningún abismo, ningún precipicio. Lo que se abre no a la derecha de Fidel pero sí a su izquierda es, Celia, ni más ni menos que el ancho cauce de la libertad.

Movimiento Libertario Cubano // Abril de 2005

agrega un comentario