Julio López
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Sobre las coordinadoras sindicales. (Contra la posición sectaria)
Por Leonardo Mir - Thursday, Apr. 21, 2005 at 8:05 PM
leonardomir@msn.com

Polémica acerca de la forma de encarar las luchas en la cual critico el sectarismo trotskista que exige "requisitos" para la lucha y para la integración de organismos de lucha; "requisitos" que terminan negando el carácter obrero y de lucha de los intentos de coordinación; erigiendo en su lugar "frentes rojos" o "frentes rojos electorales" en vez de responder a las necesidades de la clase obrera.

Sobre las coordinadoras sindicales
Por Leonardo Mir - Tuesday, Apr. 19, 2005 at 12:44 PM
 

 

PTS pregunta: "¿cómo se puede pretender un agrupamiento clasista que públicamente no se delimita claramente del gobierno y el peronismo?"

 

Pero la función de un agrupamiento clasista no es en principio, diferenciarse del gobierno o de un partido patronal como lo es el peronismo.

 

Una cosa es agruparse para defenderse de los ataques de la patronal a nuestras conquistas, al salario y al empleo, o para luchar por aumentos de salario, contra la precarización laboral y por un subsidio de desempleo que cubra la canasta familiar, por ejemplo; y otra cosa es levantar la independencia política de la clase obrera como organización política.

 

Muchos trabajadores mantienen su confianza en este gobierno o no ven al peronismo como una organización que defiende los intereses de los patrones. ¿Qué ganamos exigiéndoles que se declaren como opositores al gobierno y al peronismo si es que no obstante no compartir esas posiciones políticas están de todos modos dispuestos a luchar por aumento de salarios, contra las distintas formas de precariedad laboral o por reducir la jornada de trabajo sin pérdida salarial, por poner algunos ejemplos?

 

Lo que sí debe exigirse es la mayor democracia sindical posible. Ese sí que es un requisito básico y de principios. Asambleas resolutivas, revocabilidad de los dirigentes, respeto de los mandatos de la base, etc., es decir, las formas organizativas que posibiliten la más amplia democracia obrera, adecuadas a un contenido verdaderamente clasista y para la lucha.

 

La posición del PTS –como la de la mayoría de las organizaciones de izquierda- confunden la instancia sindical con la instancia política. En el peor de los casos, para algunas organizaciones pareciera que la coordinación fuera meramente un puente hacia las elecciones, elecciones que la burguesía utiliza como forma de gobierno y dominación de clase, y en las que no es obligatorio intervenir siempre independientemente de las condiciones políticas.

 

Pero sin irnos tan lejos, creo que es necesario discriminar entre dos tipos de organizaciones que son diferentes; por un lado una corriente antipatronal y antiburocrática, para luchar por reivindicaciones dentro del sistema capitalista; por otro lado, una organización política cuyos planteos van más allá de las reivindicaciones por las que la clase obrera debe luchar dentro del sistema y que se dirigen hacia una salida de fondo, hacia el socialismo. El requisito que esgrime el PTS es adecuado para este último tipo de organización. Pero para el otro, constituye un obstáculo para la necesaria coordinación antipatronal y antiburocrática que es necesario y posible levantar en esta etapa, y que si la logramos poner en pie entonces estaremos más fortalecidos y la lucha política se verá a su vez también relativamente facilitada.

 

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Leonardo, tu planteo es coherente...
Por socialismo o barbarie - Tuesday, Apr. 19, 2005 at 4:06 PM
 

 

con la división entre programa mínimo y programa máximo. Siendo:

Programa mínimo=reivindicaciones y reformas
y
Programa máximo=el socialismo

Pero esa división era válida en otro contexto, cuando el capitalismo estaba en ascenso y las reformas eran posibles. Por ejemplo, fue correcta durante el período de la II Internacional (antes de la Primera Guerra Imperialista) y después de la Segunda, durante el boom de posguerra.

Desde los 70, el capitalismo está en decadencia. En los países periféricos, mediante el "terrorismo de Estado", se han desmantelado los "estados de bienestar" y todas las conquistas de la clase obrera que se lograron en el boom de posguerra han sido atacadas fieramente por la burguesía. Lo mismo (pero sin "terrorismo de Estado") está empezando a pasar en los países centrales. El período de las reformas sociales llega a su fin.

Evidencia de esto es que hoy, en cualquier lucha salarial, los trabajadores encuentran de la vereda de enfrente no sólo a la patronal de su empresa, sino a la patronal en su conjunto a través del gobierno, los medios de comunicación y la burocracia sindical.

En los países dependientes como Argentina el gobierno tiene que asegurar un ajuste aun mayor de las condiciones de vida de la población para "cumplir" con el imperialismo. Toda lucha de los trabajadores contra el capital, aun si empieza como reivindicativa, pone en riesgo el programa del imperialismo.

Por eso hoy cada lucha reivindicativa está conectada con la lucha de los trabajadores por el poder, y esto implica la lucha por la conciencia y la unidad de clase, imposible de conseguir mientras no se tome una posición de clase respecto al gobierno. Por eso la delimitación del gobierno (o sea, de la expresión política de la patronal en su conjunto) es clave para la lucha sindical. Por eso la unidad de los trabajadores en base a un "programa mínimo" es funcional a la burguesía.

La "amplitud" en este sentido, que puede parecer una maniobra inteligente para incluír a sectores que aún siguen teniendo expactativas en el gobierno no va a fortalecer la lucha reivindicativa, todo lo contrario: la debilitará porque incluirá en ella a elementos vacilantes e incluso a elementos traidores.

Las luchas corporativas y dentro de la legalidad sindical tienen pocas chances de ganar. Hoy las luchas obreras necesitan el apoyo de otros sectores de la clase. La burguesía buscará activar las luchas por separado, para que no se den al mismo tiempo y así poder concentrar todo su poder sobre cada una de ellas, para derrotarla. La lucha sindical ya no es la lucha de un destacamento del movimiento obrero contra una patronal en particular. Hoy en cada lucha sindical se enfrenta lo más avanzado del movimiento obrero contra todo el poder burgués: empresas, bancos, Estado, medios de comunicación y burocracia sindical. Hoy la lucha por el salario y por los subsidios a los desocupados y la lucha política por el socialismo son una misma cosa.


Y sobre la democracia sindical, personalmente creo que los docentes de Salta han marcado el camino. Asambleas de autoconvocados en todas partes.

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una aclaración más
Por socialismo o barbarie - Tuesday, Apr. 19, 2005 at 4:36 PM
 

 

Porque cuando digo "hoy la lucha por el salario y por los subsidios a los desocupados y la lucha política por el socialismo son una misma cosa" puede prestarse a confusión.

Lo que quiero decir es que hoy, para que los trabajadores triunfen en la lucha reivindicativa es necesaria su unidad de clase, y esa unidad no puede darse sin la delimitación con el gobierno burgués. O sea, cada lucha reivindicativa aislada de la lucha contra la patronal en su conjunto va a la derrota.

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Una línea de coordinación fundada en los hechos
Por Leonardo Mir - Wednesday, Apr. 20, 2005 at 5:29 PM
 

 

La cuestión de fondo que plantea Socialismo y Barbarie -y con él, el P.O. y las otras corrientes trotskistas- es la siguiente:

En la etapa actual no es posible conseguir ningún tipo de reformas dentro del sistema capitalista.[Subr. mío]

 

Los hechos, ¿les dan la razón a S o B y a los trotskistas o, en cambio,  los desmienten?

 

S o B afirma que "los docentes de Salta han marcado el camino".

 

Pues bien, veamos brevemente entonces, cómo y por qué objetivos lucharon los docentes de Salta, y cuál fue el resultado de su lucha. Si la posición de S o B es la correcta entonces,

 

1) los docentes de Salta conectaron su lucha reivindicativa con la lucha por el poder, ya que según S o B, coherentemente con la posición trotskista, sostiene que

 hoy cada lucha reivindicativa está conectada con la lucha de los trabajadores por el poder [Subr. mío]

y además, también palntea que

 

 la lucha por el salario y por los subsidios a los desocupados y la lucha política por el socialismo son una misma cosa.

O bien,

 

2) los docentes salteños no consiguieron resultado alguno, como tampoco consiguieron nada los compañeros del Subte, ni ningún otro gremio logró nada en absoluto, ya que según sostienen S o B y las corrientes trotskistas

En la etapa actual no es posible conseguir ningún tipo de reformas dentro del sistema capitalista. [Subr. mío]

 

Sin embargo, los hechos y los datos de la realidad son que, en verdad, los docentes salteños sí consiguieron aumento de salario, la cual es una lucha reformista por excelencia, y los compañeros de subterráneos sí obtuvieron varios logros sin haber hecho la revolución. Las luchas que han triunfado recientemente, además de las de los docentes salteños y las de los trabajadores del subte desmienten a S o B y a aquella posición levantada por el trotskismo. Los trabajadores desmienten a S o B y a ese tópico del trostskismo desde el momento en que están luchando, y desde que lo están haciendo por reformas, y desde que han obtenido triunfos, que, huelga decirlo, los han obtenido en esta etapa y dentro del sistema capitalista, sin cuestionar las bases del capitalismo, y sin necesidad alguna de plantearse la lucha por el socialismo.

 

Entonces, compañeros, los docentes salteños, los telefónicos, los trabajadores del subte, ¿hicieron la revolución o pelearon por, y obtuvieron REFORMAS?

 

En qué hechos se basa S o B para afirmar que

cada lucha reivindicativa aislada de la lucha contra la patronal en su conjunto va a la derrota. [Subr. mío]

La lucha de los ferroviarios, la de los telefónicos, la de los trabajadores del subte, la de los ceramistas de Neuquén, la de los docentes de Salta, ¿fueron luchas contra el conjunto de la patronal?, ¿no fueron acaso luchas por reformas?, ¿no obtuvieron acaso triunfos?

 

La política del proletariado debe basarse en los hechos, y los hechos demuestran una y otra vez que los trabajadores se ven obligados a luchar por reivindicaciones de carácter reformista y que negarse a hacerlo o plantear objeciones al respecto, mediando, por ejemplo, un discurso radicalizado, obstaculiza el necesario fortalecimiento de la clase obrera.

 

S o B además plantea otra objeción a mi planteo sobre las coordinadoras sindicales,

 incluir a sectores que aún siguen teniendo expectativas en el gobierno no va a fortalecer la lucha reivindicativa, todo lo contrario: la debilitará porque incluirá en ella a elementos vacilantes e incluso a elementos traidores. [Subr. mío]

En esto S o B pone de manifiesto una posición que ignora qué significa de verdad establecer una alianza. Cuando se hace cualquier tipo de alianza -y si se la hace es porque en principio uno se ve obligado a hacerla, ya que de lo contrario, si se tuviera la fuerza suficiente, se actuaría por propia cuenta, y no es este en modo alguno el caso desde el punto de vista de ninguna corriente obrera en la actualidad-,  necesariamente se la ha de hacer con fuerzas que no coinciden en todo con nuestras posiciones, y sí, por supuesto que dentro de este conjunto heterogéneo nos encontraremos con muchos vacilantes y también con traidores, pero esto lo veremos en el camino, y cuando traicionen, será mucho más visible también para el conjunto de la clase. En cuanto a los que vacilen, es preferible mil veces, mil compañeros vacilantes en lucha, que mil trabajadores en la inacción por incapacidad de los dirigentes para movilizarlos. Por definición, una alianza se realiza con aquellos elementos con los cuales tenemos enormes diferencias, pero que coincidimos en unos pocos puntos. La política de alianzas es un arte, y hay que saber jugarlo. Eso sí, siempre de frente, y diciendo la verdad a los compañeros.

 

En la etapa actual del capitalismo, abierta en los setenta, el capitalismo ha emprendido una lucha violenta contra el movimiento obrero y el conjunto de los trabajadores, y es necesario reconocer que la burguesía ha logrado imponer todos los puntos de su programa. Baste señalar que la participación de los trabajadores argentinos en el producto nacional se redujo a más de la mitad desde los setenta hasta ahora ( 47% en el '73  al 21% actualmente), que la precariedad laboral y la desocupación se han multiplicado, y que como si todo esto fuera poco, las masas trabajadoras han acusado el terrible golpe de la caída de los estados burocráticos -percibidos mayoritariamente como el "socialismo real"- como un mazazo en sus conciencias y en su voluntad y percepción de la posibilidad de un cambio revolucionario. Esto, y el "terrorismo de estado", el desmantelamiento del "estado de bienestar" es lo que significa para los trabajadores el capitalismo "en decadencia", toda su decadencia el capitalismo la descarga sobre la clase obrera, súper explotándola, dividiéndola, sometiéndola de una y mil maneras. La obligación de los revolucionarios es enfrentar a este capitalismo con algo más que con discursos rojos. Nuestra clase obrera se ha puesto en movimiento, aún con muchas dificultades y partiendo desde una derrota muy dura. Es necesario saber reconocer la realidad y no temer a llamar a las cosas por su nombre. La revolución no está la vuelta de la esquina, eso ya lo deberían haber aprendido los trotskistas. La recomposición del movimiento obrero requiere que se cumplan diversas tareas, entre ellas, el enfrentamiento a los intentos de las patronales por aumentar la explotación e impedir nuestra organización para defendernos y para mejorar nuestras condiciones de vida. Todo esto debe hacerse como también deben cumplirse otras tareas políticas, tareas de propaganda y de esclarecimiento teórico y político, pero es preciso distinguir los distintos niveles de las tareas y sus características específicas. No hay que confundir las instancias políticas con las sindicales y hay que erigir una alianza de todos los obreros que estén dispuestos a luchar, hay que coordinar las luchas reales tratando de involucrar en estas luchas a la mayor cantidad posible de trabajadores.

 

 

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Leonardo
Por socialismo o barbarie - Thursday, Apr. 21, 2005 at 3:56 AM
 

 

En primer lugar te digo que discutas conmigo y no con "SOB y el troskismo". Lo que voy a decir ahora son opiniones personales.

Segundo, coincido con todo tu último párrafo.

Tercero, coincido con tu definición de "el arte de las alianzas". Sin embargo las tácticas no pueden evaluarse en abstracto, sino dentro del contexto en que se aplican. Por eso propongo que discutamos primero el contexto en el que estamos para ver si la política de alianzas que vos proponés (en base a un programa de mínima) es correcta o no.

Cuarto, no sé si vos la viste pero después de mi mensaje mandé una aclaración porque me expresé mal en el primero. Parece que no lo leíste y respondiste a la interpretación que hiciste del primer mensaje. Ese fue mi error, así que paso a aclarar mi posición sobre la conexión entre la lucha sindical y la lucha política asi le podés responder.


1. Es un hecho objetivo que cada lucha salarial de los obreros ocupados o cada lucha por subsidios y comida de los obreros desocupados encuentra enfrente suyo a la patronal en su conjunto, representada en el gobierno, los medios de comunicación, la burocracia sindical, etc. En suma: el conjunto del poder burgués.

2. Este dato de la realidad nos indica que las luchas aisladas de los trabajadores tienen muy pocas posibilidades de triunfar sin apoyo de otros sectores de la clase. Esto fue lo que pasó, por decir un ejemplo, en AGR-Clarín. El poder burgués jugó fuerte ahí, militarizando la fábrica y mandando al lumpen-diputado Bonasso para engañar a los trabajadores y concertar una tregua. Ongaro y la lista verde, como parte del poder burgués que son, entregaron totalmente el conflicto. La mayoría de los obreros de AGR-Clarín confiaron en Bonasso y en sus direcciones sindicales y no generalizaron el conflicto a las distintas gráficas de la zona ni pidieron la ayuda de otros sectores del movimiento obrero. Aprovechando eso la patronal (Grupo Clarín) se cagó en la tregua pactada y despidió a 120 compañeros (incluyendo a todos los delegados de la lista Naranja y a algunos de la Verde) e instaló cámaras "de seguridad" dentro de la fábrica para impedir una nueva organización sindical. Las lecciones que hay que sacar de esta derrota (aparte de que Ongaro y Bonasso son una mierda) es que las luchas encaradas de manera corporativa están destinadas a perder.

3. ¿Pero por qué pasa que el poder burgués en su conjunto se ve obligado a enfrentar encarnizadamente cada lucha reivindicativa? Porque la burguesía argentina, que no es más que la "filial" del imperialismo, tiene que hacer cumplir un programa de más ajuste a las condiciones de vida de los trabajadores. ¿Por qué? Por la caída mundial de la tasa de ganancia.

4. El capitalismo está en decadencia histórica como modo de producción desde la Primera Guerra Mundial, no por lo que pensemos de él. Desde el siglo XX el imperialismo ha sido la era de "las guerras y las revoluciones". Ya no corren los "programas nacionales" (ni para la burguesía ni para el proletariado), ni la división entre programa mínimo y programa de máxima, ni las luchas por la "liberación nacional". La relación capital/trabajo se ha extendido a todo el planeta e impregna todos los aspectos de nuestra vida social. La dominación típica establecida por el imperialismo ya no es la colonial sino la financiera. La tarea que las "burguesías nacionales" de los países atrasados no han completado (el desarrollo del capitalismo y la eliminación de relaciones sociales feudales) ya han sido llevadas a cabo por la exportación de capitales. Conforme ha aumentado la concentración y centralización del capital (la riqueza total de las 10 personas más ricas del mundo equivale a una vez y media los ingresos de todos los países menos desarrollados juntos) ha aumentado la proletarización de las masas en todo el mundo (3.800 millones de personas en todo el mundo viven con menos de 2 dólares diarios).

5. La tendencia de la economía no es hacia una nuevo boom similar al de posguerra (1945-1970). La crisis económica abierta desde el 2000 después del breve boom de la "era Clinton" todavía no se ha saldado, pero seguramente lo hará con una tasa de ganancia menor a las anteriores. Por todo esto, no es posible volver al "50/50" entre capital y trabajo a menos que haya una masiva destrucción de fuerzas productivas producto de una Tercera Guerra Mundial (que ya se empieza a vislumbrar en las confrontaciones inter-imperialistas, por ahora limitadas a saldarse en invasiones como la de Iraq) y quede alguien para contarla.

5. Por estas razones -y no por voluntarismo- toda ideología reformista (nacionalismo, socialdemocracia) es hoy mucho más reaccionaria y anti-obrera que antes, y esa es la razón por la que los gobiernos "progres" o "nac&pop" de hoy son sólo una copia mediocre (nacionalistas de palabra y pro-imperialistas en los hechos) de lo que fueron los gobiernos nacionalistas y socialdemócratas del siglo pasado, cuando la situación económica mundial hacía posibles esos tipos de gobierno (y, de hecho, fueron los únicos capaces de mantener el dominio de la burguesía).

6. Es en este sentido que diagnostico que ya no son posibles las reformas sociales. Yo no estoy diciendo que no sean posibles los aumentos salariales o de subsidios por medio de la lucha, estoy diciendo que no son posibles las reformas sociales del tipo nacionalización de sectores clave de la economía, plan de obras públicas, reforma agraria, salario indexado a la canasta familiar, reducción masiva de la jornada laboral, etc. De eso hablo cuando digo reformas sociales.

7. Es por ello que hoy para que una lucha reivindicativa tenga éxito debe enmarcarse dentro la lucha política contra la patronal en su conjunto (lo cual no quiere decir lucha por el poder, ahí me equivoqué). Así fue encarada la lucha de los obreros de Metrovías, y así se está encarando la de los aeronáuticos y la de los docentes de Salta.

8. Por esta situación -y no por "discursos rojos"- la división entre programa de máxima y programa de mínima no juega hoy un papel revolucionario y tampoco las tácticas que se desprendan de ella.

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Centrar la discución
Por Leonardo Mir - Thursday, Apr. 21, 2005 at 8:06 PM
leonardomir@msn.com

ACLARACIONES INICIALES

 

Aunque S o B no lo perciba, su pensamiento tiene un alto grado de afinidad con muchos de los lugares comunes del pensamiento trotskista. Esto no es ni una acusación ni un insulto, es simplemente una caracterización. Cuando me refiero a "S o B y a los trostskistas", entonces, sencillamente estoy polemizando con tus posiciones -S o B- pero también, y al mismo tiempo, con las posiciones de los trotskistas,  creo que esto no puede en principio ser objetado.

 

Eso por un lado. Por otro lado cabe hacer una segunda observación metodológica más importante que la primera. Si bien podría decirse que "todo está relacionado con todo" es muy difícil llevar adelante una discusión por este medio si en vez de centrarnos en un eje se introducen toda una serie de cuestiones las cuales de por sí podrían dar lugar a largas polémicas. Como ejemplo de lo que estoy diciendo, S o B introduce toda una serie de cuestiones, como ser el desarrollo de un conflicto particular como el de AGR-Clarín, concepciones sobre el imperialismo (burguesía argentina “filial” del imperialismo), desarrollo del capitalismo desde la primera guerra mundial, perspectivas mundiales de la economía capitalista, en fin, una variedad de temas importantísimos pero cuya introducción en este contexto obstaculiza la clarificación acerca de la cuestión central que estamos intentando dilucidar. Retornemos entonces a ella.

 

SOBRE LAS COORDINADORAS SINDICALES

 

Comencé mi intervención sobre el tema, poniendo en cuestión la idea -en este caso expresada por el PTS, pero sostenida por todo el arco trotskista, y también por S o B- de que no es posible obtener reivindicaciones de ninguna naturaleza sin diferenciarse simultáneamente del gobierno y si no se plantea la salida socialista. Ese el eje que propongo discutir acá.

 

S o B -en su primera intervención- plantea la cuestión del siguiente modo, diciendo que mi planteo,

es coherente con la división entre programa mínimo y programa máximo. Siendo:
Programa mínimo=reivindicaciones y reformas
y
Programa máximo=el socialismo

y asegura que esa división fue válida en otro contexto pero ya no lo es hoy. Entonces de allí deriva las siguientes conclusiones,

hoy cada lucha reivindicativa está conectada con la lucha de los trabajadores por el poder, y esto implica la lucha por la conciencia y la unidad de clase, imposible de conseguir mientras no se tome una posición de clase respecto al gobierno. Por eso la delimitación del gobierno (o sea, de la expresión política de la patronal en su conjunto) es clave para la lucha sindical. Por eso la unidad de los trabajadores en base a un "programa mínimo" es funcional a la burguesía.

Obsérvese la coherencia ideológica entre este párrafo citado en extenso y la afirmación inicial. Y agrega enseguida,

Las luchas corporativas y dentro de la legalidad sindical tienen pocas chances de ganar

y aunque luego relativiza en parte sus afirmaciones, sin embargo repite la misma idea

para que los trabajadores triunfen en la lucha reivindicativa es necesaria su unidad de clase, y esa unidad no puede darse sin la delimitación con el gobierno burgués [Subr. mío.]

Yo creo que las posiciones están lo suficientemente claras, y que mi cuestionamiento inicial al trotskismo en general -y a S o B, al PTS y al PO, en particular- si bien no es aceptado por S o B, tampoco él presenta hechos que me contradigan. Los hechos son que los trabajadores, nos guste o no nos guste, salen constantemente a la pelea por reivindicaciones que tienen, repito, nos guste o nos guste, un carácter decididamente reformista. Además de que a mí particularmente me parece extraordinario que los trabajadores salgan a pelear por tener una vida más digna y por poner freno a la explotación del capital, logrando en muchos casos sus objetivos, ¿cómo podríamos  llamar si no "reformistas" a estas luchas por reivindicaciones que no ponen en cuestión al sistema capitalista de explotación del trabajo ajeno?

 

Concedamos a S o B -y también a muchos otros compañeros trotskistas y honestos como lo es el propio S o B- que la calificación de "reformista" posee un matiz despectivo y hasta insultante en los medios de izquierda. Lo que ocurre es que suele asociarse ese concepto al de la "conciliación de clases", y a la negativa a poner los pies fuera del plato del sistema, por parte de los conciliadores.

Pero en realidad, los únicos luchadores "consecuentemente reformistas" hoy día somos -o, mejor dicho, deberíamos ser- los izquierdistas, los trotskistas y los marxistas. Convengamos en que los burócratas sindicales hace ya mucho que han dejado de luchar por reformas, a menos que se vean obligados a hacerlo para no ser arrojados de sus sillones, y aún así, siempre están "prestos" a traicionar a los trabajadores.

 

LA IMPORTANCIA DE LA LUCHA REFORMISTA

 

Cuando hablamos de lucha reformista no estamos aplicando un calificativo peyorativo, es simplemente una descripción.

Sin lugar a dudas, S o B compartirá conmigo que ambos estamos a favor de que nuestros compañeros vivan lo mejor posible, aún incluso antes de que podamos hacer la revolución. O acaso, ¿es éste un objetivo despreciable? ¿Qué opinarán los compañeros salteños, los de subterráneos, los del Hospital Garraham, etc.? ¿Para ellos será lo mismo que les dieran o no los aumentos? ¿Es igual la vida de los trabajadores del subte antes y después del aumento o antes y después de las seis horas?

Es decir, lucha reformista es la lucha por toda mejora en las condiciones de vida de los trabajadores dentro del sistema capitalista, y no sólo por una cuestión que podríamos considerar humanitaria, sino también, por una sencilla razón política, porque estamos convencidos de que mejores condiciones de vida, fortalecen al proletariado. Y cuando las necesidades más apremiantes pasan por las cuestiones más urgentes y vitales, se vuelve más difícil plantear y pensar en objetivos de más largo plazo. Otro tanto podríamos decir del tema de la desocupación, que ya lo hemos tratado en varias oportunidades. Para nadie es un misterio, cómo debilita las fuerzas del proletariado altos niveles de desempleo, lo mismo que el trabajo en negro, el trabajo precarizado, extenuante, etc., etc. Entonces, deseamos y luchamos porque los trabajadores vivan lo mejor posible dentro del sistema, por razones humanitarias y políticas.

 

Pero además, existe otra razón importante por la cual acompañamos y favorecemos las luchas reformistas, sencillamente, porque con toda justicia los propios trabajadores las llevan adelante. La izquierda, despreciando en definitiva la lucha por reivindicaciones meramente económicas, se distancia de los propios compañeros de trabajo, cayendo en un marcado sectarismo y en posiciones inentendibles para el común de los mortales. Todo lo cual, lleva a la izquierda a un creciente distanciamiento del conjunto de la clase, empujándola a la marginación. Los compañeros de izquierda, en lugar de ser vistos en sus lugares de trabajo, justamente como eso, como compañeros, como iguales, son vistos como “marcianos”, que hablan un idioma y hacen planteos impracticables y muy lejanos de las necesidades concretas que tienen los laburantes. Se consuma así, un crimen político.

 

Nosotros planteamos una política completamente distinta, partimos de los que es, para desde allí pelear por lo que queremos que sea. Acompañamos las luchas reivindicativas económicas, reformistas –¡sí reformistas!-, de nuestros compañeros al mismo tiempo que en la medidas que sea posible, planteamos la perspectiva de más largo plazo. Pero en ningún momento menospreciamos la lucha por reformas, luchamos codo a codo con la clase trabajadora, en los lugares de trabajo, para que triunfen los conflictos concretos que llevan adelante, nos importa, y mucho, que ganen -¡y a veces ganamos!-; no lo consideramos una maniobra táctica, efectivamente queremos que triunfen las luchas de carácter reformistas que desarrollan los trabajadores. E insisto, en la medida que sea posible, planteamos la perspectiva socialista, ubicamos esa lucha, dentro del contexto más general de la lucha por socialismo, pero sin menoscabar un ápice la importancia de las luchas parciales.

 

Encarada la lucha de ésta forma, nuestros compañeros de trabajo, no nos van a ver como “extraterrestres”, luchamos por lo que ellos mismo luchan, queremos tanto como ellos que triunfen, pero ellos deben saber que para nosotros es en algún sentido insuficiente esa lucha, que para nosotros la solución de fondo pasa por la lucha por el socialismo, pero no por ello dejamos de ser los más aguerridos luchadores en el combate cotidiano por reformas parciales.

 

En síntesis, si me he sabido explicar, se entenderá porque para mí, la forma en que encaran la lucha los partidos de izquierda, en especial los trotskistas, le ha inflingido un enorme daño a la causa del socialismo. Hemos quedado en alguna medida, reducidos a los “loquitos” que piden cosas imposibles, delirantes y alejadas de las necesidades cotidianas de los trabajadores. Esa política no ha servido, en la mayoría de los casos, ni a la lucha concreta, económica, de nuestra clase, ni a al fortalecimiento de los propios partidos de izquierda, y mucho menos, al socialismo, en definitiva, un desastre.

 

S o B acierta cuando dice,

Hoy las luchas obreras necesitan el apoyo de otros sectores de la clase. La burguesía buscará activar las luchas por separado, para que no se den al mismo tiempo y así poder concentrar todo su poder sobre cada una de ellas, para derrotarla.

Por eso, precisamente, es que el requisito de definición política contra el gobierno y por el socialismo es ciertamente criticable; es un sectarismo que conduce a la derrota a los trabajadores, que necesitan el apoyo de la mayor cantidad posible de trabajadores, no sólo de los que estén en contra del gobierno o de los pocos que adscriben a la lucha por el socialismo. Los izquierdistas debemos bregar por unir a los trabajadores para descargar todo nuestro poder en forma concentrada. Entiéndase que para salir a pelear por aumento de salarios no es un requisito indispensable saber siquiera quienes fueron Marx o Lenin, ni tampoco es necesario que los trabajadores se hayan defraudado completamente con el gobernante de turno, al cual, muchas veces los compañeros, en el mismo momento que están peleando contra la patronal, depositan toda o parte de su confianza; y esto sucede incluso, hasta cuando ¡el propio gobierno es la patronal!

 

Los aumentos salariales o por subsidios, son lucha reformista, y esta lucha reformista es posible ganarla. Los izquierdistas tenemos la obligación y la tarea de clarificar los objetivos de las luchas, señalando sus limitaciones y ayudando al desarrollo de una vanguardia política. Para esto debemos basarnos en la realidad y en el materialismo dialéctico, mediante una tarea de crítica al dogmatismo y a toda la metodología que directamente o indirectamente sirve al conciliacionismo y por su intermedio a la burguesía. Pero a la vez siendo los campeones en estas luchas por elevar nuestras condiciones de vida y fortalecernos frente al capital.

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

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hablando de la metodología
Por socialismo o barbarie - Friday, Apr. 22, 2005 at 3:44 AM

Si me gasté en reescribir mi posición de una manera prolija y más fundamentada no es para que le sigas respondiendo a la primera versión que -yo mismo lo aclaré- tiene errores.

Además, no podés aislar la posición que sostengo sobre la lucha sindical del análisis que hago de la situación mundial y nacional. Sino es muy fácil caricaturizarla. La parte no puede entenderse aislada del todo. Las tácticas no pueden discutirse al margen del contexto en el que se aplican.

Todo tu mensaje está dedicado a demostrar que las luchas reivindicativas son reformistas y que los revolucionarios debemos apoyarlas, cosa que yo nunca puse en cuestión.

Insinuás que yo exijo una definición revolucionaria (anticapitalista) para la lucha reivindicativa, lo cual es una falacia. La delimitación del gobierno y la burocracia, si bien es una posición de clase, no llega a ser una posición revolucionaria. No es lo mismo delimitarse de Kirchner que estar por el socialismo.

Por favor, te pido que respondas al último comentario que mandé (el de los 8 puntos) que es donde mejor aparece mi posición. El comentario anterior a ese tenía errores -es la tercera vez que lo digo- y además no estaba totalmente fundamentado.

Y si te preocupa responder a todo eso por ahorrar escritura, fijate que por "centrarte en un solo eje" y encima con premisas falsas escribiste un montón de renglones que no responden a lo que yo planteo.

Espero que no respondas este mensaje, cuya única finalidad es pedirte que le respondas al de los 8 puntos.

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Uf
Por ^--^ - Friday, Apr. 22, 2005 at 11:14 AM

S o B:

Si bien tus intervenciones -a mi criterio- vienen mejorando mucho, creo que no encontrás el ángulo con Mir.
Mir, ya desde el principio, parte de una caracterización de la situación mundial y local que ló conduce a defender posiciones reformistas. Y, más en profundidad, viene de una crítica empirista, obtusa -y, para colmo, desde el desconocimiento- del nucleo duro de la teoría marxista.
Su distinción maniquéa (cavernícola, en realidad) entre programa mínimo y programa máximo (o lucha reivindicativa y política socialista revolucionaria, etc) es uno de los tantos efectos de los puntos de partida que adoptó.
Para mí es claro que alguien con la más elemental voluntad revolucionaria se habría dado cuenta en algún punto de que, por sus efectos, la causa está mal concebida.
En términos generales, podría caracterizarse que Mir ingresó en una veta irremediablemente antitrotskista que expresa, en el fondo, un método y un sentido de la acción decididamente antidialéctico.
En sus intervenciones, cada vez los datos aparecen más fijados como objetividades puras y cada vez los elementos del análisis y de la acción aparecen más aisladas los unos de los otros. Ello se hace aún más evidente en la tajante separación de instancias (económica y política, presente y futuro, etc.) que postula sistemáticamente Mir.
En su modo de "debate" Mir juega a los "detalles" -que tampoco visualiza fielmente, pero eso no es lo que importa- precisamente porque erradicó una perspectiva política general unificadora y activa para las luchas prácticas.
Pienso que es desde este ángulo que debe ser criticado, y creo que lo contrario es facilitar una especie de sucesión de fárragos latosos que no le aclaran nada a nadie y terminan dejando de lado la verdadera diferencia estratégico-política de fondo.

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Por Ale - Friday, Apr. 22, 2005 at 4:49 PM

Estoy de acuerdo con Mir en la distincion entre programa imediato y programa a futuro, aunque no estoy de acuerdo con que esten aislados uno de otro.
Una lucha salarial es en el fondo anticapitalista, porque pone en tela de juicio la libertad del patron para establecer los salarios. Es decir, la proyeccion de las luchas salariales en el plano de la ideologia, si no es desviado por el parlamentarismo, nacionalismo, etc. es el socialismo en si mismo.
Lo que quiero decir es que, en mi opinion, el programa a futuro es la proyeccion magnificada del programa inmediato. Como decia alguno (creo que Bakunin), la conciencia del obrero se adquiere en la huelga. Y el hecho de que cualquier persona se movilice por sus intereses, lo confronta de por si -y no porque este escrito en ninguna teoria, si no porque simplemente ocurre- con el sistema todo. Por lo tanto, la movilizacion actua como un elemento concientizador, y en ella es donde los trabajadores ven quien los apoya y quien no , es decir, el proletariado argentino se independizara del seudo-reformismo peronista cuando vea que sus dirigentes hacen lo posible por apagar el fuego de la revuelta.
El primer paso a mi enteder es la movilizacion, sin delimitaciones en la teoria, pero si en la practica (es decir, cuando los burocratas o el gobierno vengan a frenar la lucha, la izquierda tiene que agitar para mantenerla hasta la victoria).
Por lo tanto, creo que la unica delimitacion que tiene sentido en el campo popular es, como dijo Mir, entre democraticos y manijeros. El resto es acumulacion de experiencia y propaganda.
Salud.

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coincido con Ale
Por socialismo o barbarie - Friday, Apr. 22, 2005 at 6:21 PM

La existencia social determina la conciencia, por lo tanto un trabajador en huelga está mucho más cerca de adquirir una conciencia anticapitalista (aunque no sea intelectual) que uno que no está en huelga.

El problema es que hoy es necesaria una delimitación del gobierno para realizar una política independiente de la burocracia sindical que "traiciona" (después explico las comillas) las luchas.

Es cierto que las bases pueden obligar a sus jefes a luchar aunque ellos no quieran. Pero eso es una cosa y otra cosa es armar un frente político-sindical de los que luchan que deje abierta las puertas para los burócratas. No por razones de principio, sino por razones tácticas, fundamentadas en el análisis mundial y nacional que hice más arriba.

Porque la "burocracia sindical" ya no es -como decía Marx- "los agentes de la burguesía en el movimiento obrero", sino que es una parte imprescindible del poder burgués, tan importante para la burguesía como la policía o los políticos. Los burócratas hace tiempo que dejaron de ser "traidores".

El problema es que Mir está juzgando la acción del troskismo en la lucha sindical no por el análisis concreto de como el troskismo se desenvuelve en los conflictos concretos, sino desde una crítica abstracta: la inclusión de la definición antigubernamental como condición para un frente político-sindical.

Mir piensa que hay grandes masas de obreros que se lanzarían a la lucha si la izquierda no "forzara" una definición antigubernamental. Mir piensa que la definición antigubernamental que propone la izquierda para un agrupamiento político-sindical peca de izquierdista y evita una alianza con amplios sectores de trabajadores con disposición a la lucha pero con ilusiones en el gobierno.

Mir no ve que en las luchas concretas de hoy, los obreros tienen como enemigo al gobierno, y que eso, si bien no los convierte en anticapitalistas, hace tambalear seriamente sus ilusiones. Me arriesgaría a decir que, entre los sectores obreros que encabezan las luchas y están dispuestos a salir de la lucha corporativa, hay muy pocos compañeros que aun tengan ilusiones en Kirchner.

La mayoría de los trabajadores con ilusiones en Kirchner se encuentran entre los sectores que no están a la vanguardia de las luchas, y no es casual. Y sino, que alguien me diga qué sectores obreros combativos y antiburocráticos son kirchneristas.

Esto no quiere decir que la vanguardia obrera de hoy sea anticapitalista, pero tampoco es kirchnerista. Ni ahí.

Por eso la definición antigubernamental no es un capricho, sino una necesidad para oficializar algo que ya se da de hecho en la actual vanguardia obrera: la posición de clase frente al gobierno y la burocracia.

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error
Por Ale - Friday, Apr. 22, 2005 at 8:27 PM

Los docentes de salta eran kirchneristas hasta que reprimieron la hulega y kirchner no hizo nada.

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y si...
Por socialismo o barbarie - Friday, Apr. 22, 2005 at 8:54 PM

El gobierno se pone en contra de cualquier trabajador que luche por su salario, de manera que ya la misma lucha por el salario termina derribando las ilusiones kirchneristas.

En algunos lados pasa más rápido que en otros. En Salta había un changüí para que la ilusión durara un poco más, con la excusa de "no es el gobierno nacional, sino el provincial". Pero todo tiene sus límites.

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cortito
Por Leonardo Mir - Friday, Apr. 22, 2005 at 9:45 PM
leonardomir@msn.com

Si como S o B dice: "El gobierno se pone en contra de cualquier trabajador que luche por su salario, de manera que ya la misma lucha por el salario termina derribando las ilusiones kirchneristas", ¿para qué anteponer el requisito "antigubernamental" si no es requisito para la lucha y si cuando los trabajadores luchan "la misma lucha termina derribando las ilusiones" en el gobierno?



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Plebiscitos, Editorial de El Aromo n° 18, Abril de 2005
Por RAZÓN Y REVOLUCIÓN, Organización Cultural - - Friday, Apr. 22, 2005 at 9:54 PM


El Aromo n° 18, Abril de 2005

Editorial

Plebiscitos

Por Leonardo Grande
Editor Responsable


A casi dos años de gobierno Su Excelencia, el presidente Kirchner, se siente fuerte. Eso es un hecho fácil de comprobar. Surgido de unas elecciones "apuradas" por el plan de lucha de la 2ª ANT y sus cortes de accesos totales del 26 de junio de 2002, el presidente que asumió con menos votos que Illía, en medio de la feroz represión de Brukman de abril de ese año y gracias al abandono de su principal competidor, se siente fuerte. Que los embates de las masas del Argentinazo se han aplacado lo demuestra el caso Ibarra, que después del clamor popular y la crisis política más importante de la ciudad en mucho tiempo, ningún miembro de su personal ha sido procesado por Cromañón y todavía se da el lujo de levantar el miserable plebiscito que convocó para salvar la ropa. Si el principal aliado de Kirchner sobrevive después de la tormenta, el segundo, Felipe Solá, se da el lujo de enfrentar al primer aparato político del país, el duhaldista, y seguir vivito y coleando.
La “gobernabilidad”, o sea, la capacidad del régimen burgués de sostenerse políticamente, más allá de los ataques de las masas y de sus propios enemigos dentro de la clase dominante, se ha sostenido firme, en el país del Argentinazo, ni más ni menos. Eso explica la alegría del kirchnerismo ante el caso Southern Winds. Un escándalo bien menemista (que siembra la sospecha de un gobierno subsidiando al narcotráfico y preparando el terreno para la entrega de las rutas de cabotaje nacionales a empresas más “confiables”, como American Airlines, dueña de LanChile) no ha causado mayores tensiones en el gabinete. Otra vez, en el país del Argentinazo... A tal punto de estabilidad política hemos llegado que la “oposición” burguesa, López Murphy, Macri, Carrió, Sosbich, se “permite”, luego de una larga tregua, lanzarse con todo a la crítica feroz del presidente. Los mismos que garantizaron la gobernabilidad desde el 2003 hasta hoy, evitando repetir los efectos indeseados del complot político duhaldista en diciembre del 2001, salen a disputar el escenario utilizando cualquier polémica superficial que ande por ahí. Y hay varias.
Porque Su Excelencia se siente tan fuerte como para bravuconear contra las petroleras, el FMI e incluso el Vaticano, en el momento más sensible de su historia, la del recambio papal. Que son meros gestos publicitarios lo sabe ya cualquier habitante de la Argentina con algo de memoria reciente. Quién puede creer que la Iglesia Católica sufre por la reprimenda simbólica a un obispo bocón. Algo que ya vimos en pequeño con el caso Ferrari en diciembre: aparentes cruzadas laicas que sólo sirven para engatusar al progresismo porteño e, incluso, a más de un partido revolucionario. Nada más. Y nada menos. Con sólo estos gestos Su Excelencia ha logrado lo que todo presidente burgués soñó después de Alfonsín: el apoyo inquebrantable (a cambio de nada) de Hebe de Bonafini, Estela de Carlotto y muchos influyentes organismos de Derechos Humanos. Y todavía más, guapeadas de cartón pintado como el “boicot” a la Shell y muchos millones de pesos oficiales le han dado algo mejor que sacar al movimiento piquetero de la calle, como le exigía la experimentada burguesía conservadora de La Nación. Se ha dado un movimiento piquetero propio y bien disciplinado, en las calles. Lo de D'Elía es casi nada al lado del magnífico puesto en el Ministerio de Acción Social de Ceballos, aquel dirigente de Barrios de Pie que supiera enfrentarse en el 2002 a la corruptela y las mafias de la CTA-FTV y fuera la ilusión durante dos años del “quiebre” del reducto de De Gennaro tan esperado por la ANT...
Como Su Excelencia se siente fuerte políticamente se lanza al camino de la audacia: dictamina un plebiscito a sus dos años de gestión en las elecciones legislativas de octubre próximo. No importa que le aconsejen prudencia, que Cromañón está muy fresco todavía, que tropezamos en Santiago y en Catamarca o que hay un cierto polvo blanco revoloteando su aura. Se anima por todo lo que dijimos y, sobre todo, porque el cierre del default, el “exitoso y antiimperialista” canje de la deuda, era el paso que le faltaba a la recuperación económica de la burguesía nacional. Kirchner cree haber desarmado la famosa bomba de la que nos hablaba Duhalde los viernes por la noche.
Sin embargo, el mismo suelo en que pisa tan fuerte es el que le depara los peores pronósticos. Este es el año en que los argentinos podremos observar el alcance de las contradicciones entre el movimiento de la economía real y la política. El canje ha sido una farsa, la inflación despertó, los precios de la soja van en caída y el endeudamiento ha reanudado su marcha. En el contexto del movimiento obrero ocupado que se moviliza por la recuperación salarial. Los límites de una reconstrucción económica endeble parecen comenzar a asomar sus uñas en el año que Su Excelencia a elegido para buscar el apoyo electoral que en las presidenciales del 2003 estuvo lejos, muy lejos, de obtener. El movimiento de esta contradicción medirá el tiempo que dure la experiencia kirchnerista. Queda por ver, entonces, si en octubre próximo no es la realidad profunda de la economía la que plebiscita a Kirchner, y no al revés.


http://www.razonyrevolucion.org.ar

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Algunos comentarios a los comentarios
Por Leonardo Mir - Saturday, Apr. 23, 2005 at 12:05 AM
leonardomir@msn.com

Ale, con su aceptación en distinguir programa "inmediato" (o "mínimo") y programa "a futuro" (o máximo) entiendo que concuerda centralmente con la crítica que hago acerca de la cuestión de las coordinadoras, y más en general, acerca de la actuación con características sectarias, de una parte de la vanguardia; pero agrega que no está de acuerdo con que aquellos programas estén "aislados uno de otro". Como fundamentación de esto, establece la relación entre una lucha salarial (programa mínimo o inmediato) y su trasfondo anticapitalista, ya que, afirma, la lucha salarial "pone en tela de juicio la libertad del patrón para establecer los salarios". Al respecto, creo que efectivamente, de alguna manera, en el fondo, cualquier lucha salarial, cualquier lucha reivindicativa, podría decirse que en un sentido pone en cuestionamiento al sistema establecido. Pero dicho así, puede dar la falsa idea de que entre un hecho y el otro no existieran todo tipo de mediaciones. Tanto es así, que, por ejemplo,  podríamos afirmar que el nacimiento de un individuo ya nos evoca su muerte; sin embargo también hay que reconocer que lo más "jugoso" del asunto, está entre el nacimiento del individuo y su muerte. Más aún, deberíamos reconocer que entre ambos hechos existe una unidad pero también existe una oposición y un conjunto espeso de mediaciones. Finalmente, aquella evocación queda reducida a la nada fuera de la que puede establecerse desde un punto de visto extremadamente general.

Además, en todo caso, la lucha salarial en verdad no pone tanto en tela de juicio la libertad del patrón individual -quien debe ceñirse en buena medida al precio de mercado de la fuerza laboral-, como que pone en tela de juicio los abusos del patrón, que, claro, son una consecuencia de la lógica del capitalismo y de la imperiosa necesidad del capital por autovalorizarse y reproducirse, y, debido a la competencia de los otros capitales, se ve en la necesidad de atacar a los trabajadores y a sus condiciones de vida. Pero de todo esto, lo que le importa al trabajador cuando se ve impelido a salir a luchar, es el ver reducido el valor de su salario, sin por ello poner en cuestión ni por un instante el poder de su patrón de dirigir la producción y a él mismo -al obrero- como factor inmerso en la  producción y subsumido al capital. Más aún, requiere del patrón que éste le siga comprando su fuerza de trabajo, sólo que, a un precio más elevado. Una vez obtenido su objetivo, cuando lo consigue, el trabajador común vuelve a la normalidad, si es que en oportunidad de la lucha su conciencia no ha logrado establecer conclusiones más profundas de las que tenía antes de entrar en la misma.

En suma, no se trata de postrarse ante los objetivos mínimos, inmediatos o reivindicativos reformistas -utilizando este término en el sentido de que se trata de objetivos que no cuestionan en lo inmediato al sistema, que son objetivos a cumplirse bajo el sistema capitalista-, y que la lucha política es más que necesaria, imprescindible; pero creo que no podemos diluir la crítica a una forma de actuación de características sectarias, a través de igualar diferentes aspectos de la realidad que tienen sus particularidades propias. La lucha sindical no puede superponerse sin más, a la lucha política. En todo caso, pueden combinarse, pero evitando confundir la una con la otra, por los motivos ya expuestos más arriba.

La proyección de la que habla Ale, considero que es correcta siempre y cuando no se caiga en aquella confusión. Efectivamente, la movilización actúa como un elemento concientizador, o mejor dicho, proporciona una situación apta para que se produzca la concientización. Lo que no debe hacerse de ninguna manera es pretender que se exhiba un certificado de conciencia anticapitalista, antigubernamental y socialista como requisito previo para aliarse en una coordinadora de las luchas. Eso es lo que se llama comúnmente "poner el carro delante del caballo".

El primer paso, en efecto, es la movilización, "sin delimitaciones en la teoría", así es como mejor enfrentaremos a la burocracia y al gobierno cuando intenten torcer y  frenar la lucha, que la izquierda tiene que agitar para mantenerla hasta la victoria. El principio que debemos tener presente en la lucha sindical no es el de la independencia política de clase, sino el de la independencia sindical, del estado, de las patronales y de los partidos políticos.

Insisto en remarcar una cuestión. Por el planteo de lucha sindical por objetivos reformistas, quiero significar que los izquierdistas debemos participar en las luchas de los trabajadores con la firme convicción de que se puede ganar, de que se pueden obtener mejoras o frenos a la explotación, de que no luchamos simplemente para hacer política, ni mucho menos para que nos voten en las elecciones. Lo que estoy criticando es la concepción que sostiene que no es posible obtener nada dentro del sistema capitalista, y además, en vez de decírselo de frente a los trabajadores, se les oculta, y no se lucha codo a codo con los compañeros partiendo de sus necesidades y de su nivel de conciencia, sino que se pretende llevarlos rápidamente al programa del partido revolucionario, salteándose las cuestiones concretas, descreyendo de la posibilidad de la lucha sindical con el argumento de que los sindicatos son parte del estado. La izquierda debe llevar adelante la lucha sindical batallando por desarrollar la democracia sindical, lo que implica también a veces saber perder votaciones ante el conjunto de los trabajadores, pero solo mediante la democracia sindical podemos enfrentar con firmeza y con posibilidades a la patronal y a los burócratas. La lucha sindical si está bien llevada no solo puede aminorar las condiciones de la explotación, sino que fortalece a la clase obrera, brindando también mejores condiciones para el desarrollo político de la clase.
 

La burocracia y las burguesías nacionales hace mucho que dejaron de ser reformistas dado que las condiciones en que se dieron esas reformas ya son parte de la historia. Pero de ese aserto no se desprende la conclusión de que ya no hay lugar para las reformas. Claro que no es posible -concuerdo con S o B- ni progresivo luchar por nacionalizaciones, por planes de obras públicas, reformas agrarias, salario indexado a la canasta familiar, reducción masiva de la jornada laboral, etc., etc., eso sería desviar al movimiento hacia objetivos que no le son propios o que son impracticables dentro del capitalismo. Pero sí pueden y deben llevarse adelante luchas reivindicativas - reformistas- por el salario y contra la precariedad. La burocracia y las patronales son acérrimas opositoras a estas luchas reformistas pero se permiten coquetear con las otras arriba mencionadas. ¿Porqué? Porque la burocracia más que reformista es en verdad, conciliadora; y la patronal, por que sabe que esas ideas son en el fondo inofensivas y logran con este cuento sumir a las masas en la confusión y en una seudo movilización. 

La unidad de la clase trabajadora es estratégica para frenar la explotación y para disputarle a la burocracia la dirección del movimiento obrero, y el logro de esa unidad no se obtendrá ni mediante una ideología reformista ni mediante una ideología sectaria. De lo que se trata es de aplicar el materialismo dialéctico a la realidad, ejerciendo una amplia crítica sobre el accionar de las corrientes de izquierda para no repetir errores del pasado.

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Respuesta a S o B
Por Leonardo Mir - Saturday, Apr. 23, 2005 at 1:22 AM
leonardomir@msn.com

Acerca de los "8 puntos de S o B" los he subdivido en otros 16, y diré que acuerdo en general con los siguientes:

 

1. Cada lucha salarial de los obreros ocupados o cada lucha por subsidios y comida de los obreros desocupados encuentra enfrente suyo a la patronal en su conjunto, representada en el gobierno, los medios de comunicación, la burocracia sindical, etc. En suma: el conjunto del poder burgués.

2. Las luchas aisladas de los trabajadores tienen muy pocas posibilidades de triunfar sin apoyo de otros sectores de la clase.

 

3. Las luchas encaradas de manera corporativa están destinadas a perder.

4. La burguesía se ve obligada a enfrentar encarnizadamente cada lucha reivindicativa por la caída mundial de la tasa de ganancia.


5.  La relación capital/trabajo se ha extendido a todo el planeta e impregna todos los aspectos de nuestra vida social.

 

6.  La tarea que las "burguesías nacionales" de los países atrasados no han completado (el desarrollo del capitalismo y la eliminación de relaciones sociales feudales) ya han sido llevadas a cabo por la exportación de capitales.

 

7. Conforme ha aumentado la concentración y centralización del capital ha aumentado la proletarización de las masas en todo el mundo.

 

8. La tendencia de la economía no es hacia una nuevo boom similar al de posguerra (1945-1970).

 

 

 

Tengo reservas o discrepo o no tengo una opinión formada respecto a los siguientes:

 

9. El capitalismo está en decadencia histórica como modo de producción desde la Primera Guerra Mundial.

 

Podría decir que estoy de acuerdo con que el capitalismo en muchos aspectos sumió a la humanidad en la decadencia a partir de esa fecha. Pero sus efectos decadentes y sus efectos progresivos se extienden a su vez, hacia atrás y hacia adelante de esas fechas. Si lo que se quiere señalar es que la tendencia al derrumbe del sistema capitalista es franca e irreversible no estoy de acuerdo. Creo que la tendencia es eso, una inclinación, una orientación, una posibilidad, una base, pero no más que eso. Creo que al capitalismo si no se lo hace caer no se cae por más tendencia al derrumbe que lleve. Entonces el concepto de decadencia histórica tiene su límite allí, en la necesidad de empujarlo violentamente para que de decadente pase a ser un cadáver. Mientras tanto, con todas sus contradicciones y con los extremos sociales que crea, el capitalismo se ríe de los que lo llaman decadente.

 

10.  La dominación típica establecida por el imperialismo ya no es la colonial sino la financiera.

 

Yo creo que la dominación del imperialismo es por sobre cualquier otra caracterización, típica, es decir, que la contradicción fundamental sigue siendo capital/trabajo. La supuesta preponderancia del capital financiero por sobre el capital productivo es un mito "progresista" que pretende establecer el eje principal, en vez de en la contradicción capital/trabajo, entre norte/sur, capital financiero/capital productivo, países desarrollados/países no desarrollados. Todas esas cuestiones existen, son reales, pero se hallan por entero subordinadas y relativizadas por la contradicción principal, capital/trabajo.

11. La crisis económica abierta desde el 2000 después del breve boom de la "era Clinton" todavía no se ha saldado, pero seguramente lo hará con una tasa de ganancia menor a las anteriores.

 

Acá me abstengo en parte de opinar, solo decir que, en la Argentina, sí que ha existido una inflexión, un cierre de la crisis. Por supuesto que luego, más adelante sobrevendrá otra crisis. Pero creo que debemos alejarnos de la ideología de las "crisis permanentes", inacabables, sin solución de continuidad, que se desprenden en gran parte de la "decadencia histórica" a la cual no se le fijan límites precisos.

 

12 No es posible volver al "50/50" entre capital y trabajo a menos que haya una masiva destrucción de fuerzas productivas producto de una Tercera Guerra Mundial (que ya se empieza a vislumbrar en las confrontaciones inter-imperialistas, por ahora limitadas a saldarse en invasiones como la de Iraq).
 

En efecto, no es posible volver al 50/50 mientras perdure el  capitalismo. Vos en cambio planteás que sí sería posible si mediara una gran destrucción de fuerzas productivas. En cuanto a que ya se empieza a vislumbrar tal Tercera Guerra Mundial, creo que la misma, contradictoriamente, su posibilidad se ve alejada gracias al propio capitalismo globalizado que limita en parte la naturaleza geográfica de la competencia capitalista.


13. Por estas razones -y no por voluntarismo- toda ideología reformista (nacionalismo, socialdemocracia) es hoy mucho más reaccionaria y anti-obrera que antes, y esa es la razón por la que los gobiernos "progres" o "nac&pop" de hoy son sólo una copia mediocre (nacionalistas de palabra y pro-imperialistas en los hechos) de lo que fueron los gobiernos nacionalistas y socialdemócratas del siglo pasado, cuando la situación económica mundial hacía posibles esos tipos de gobierno (y, de hecho, fueron los únicos capaces de mantener el dominio de la burguesía).

 

Como vos bien decís, los gobiernos "progre" o "nac&pop" de hoy son sólo una copia mediocre de sus antecesores reformistas del pasado, en verdad, solo les queda apenas una parte del discurso y de la retórica reformista, hace rato que la situación mundial les hizo modificar su estrategia. Pero eso no implica que el movimiento obrero deba dejar de luchar por reformas o que esa lucha del movimiento obrero por reformas sea ineludiblemente una lucha estéril o conciliadora. Por el contrario, las mismas razones que alejaron a las burguesías y a la burocracia de la posibilidad de llevar adelante el reformismo obligan a los trabajadores a defenderse de los ataques despiadados de las patronales y de sus gobiernos. El abandono del reformismo por parte de las patronales y sus gobiernos refuerza la necesidad de salir a pelear por defenderse de la explotación y la precarización.

14. Es en este sentido que diagnostico que ya no son posibles las reformas sociales. Yo no estoy diciendo que no sean posibles los aumentos salariales o de subsidios por medio de la lucha, estoy diciendo que no son posibles las reformas sociales del tipo nacionalización de sectores clave de la economía, plan de obras públicas, reforma agraria, salario indexado a la canasta familiar, reducción masiva de la jornada laboral, etc. De eso hablo cuando digo reformas sociales.

 

Aquí estamos aparentemente ante un problema semántico, pero en la práctica, las corrientes trotskistas actúan como si no creyeran en verdad en que son posibles los aumentos salariales o de subsidios, y motorizan las luchas con objetivos partidistas, tratando de llevar agua para su molino en vez de hacerlo en serio para que las luchas triunfen. Dan la impresión de que prefieren ganar a un grupo de compañeros que de ganar las luchas, ponen "el carro delante del caballo", y todo esto no es producto de la mala intención sino la consecuencia lógica de una concepción política equivocada y que ya ha fracasado repetidas veces.

15. Es por ello que hoy para que una lucha reivindicativa tenga éxito debe enmarcarse dentro la lucha política contra la patronal en su conjunto (lo cual no quiere decir lucha por el poder). Así fue encarada la lucha de los obreros de Metrovías, y así se está encarando la de los aeronáuticos y la de los docentes de Salta.

 

Estoy de acuerdo en que las luchas es preciso extenderlas y rodearlas de solidaridad, y que hay que alejarlas de las conciliaciones obligatorias con que intenta el estado patronal, y de la curia y de la burocracia. Todo eso está muy bien, y también está muy bien que antes, después y durante las luchas, intentemos convencer a los compañeros de nuestras ideas, de señalarles que nuestras luchas, dentro del sistema, son, con todo, insuficientes. Pero lo que no debemos hacer es plantear requisitos previos para luchar y para unirnos entre los trabajadores en la lucha (otra cosa es políticamente).

16. Por esta situación  la división entre programa de máxima y programa de mínima no juega hoy un papel revolucionario y tampoco las tácticas que se desprendan de ella.

 

Si con división entre programa de máxima y programa de mínima lo que se querés  decir es que lo que hay que hacer es llevar adelante el programa trotskista, el programa de transición, en vez de atender a las cuestiones que estoy intentando someter a crítica, me parece un dogmatismo que no lleva a ningún lado. Lo que estoy señalando es que las corrientes trotskistas confunden las tareas sindicales con las políticas o, si querés, no desarrollan una verdadera política sindical, y descreen de la posibilidad de obtener conquistas del programa mínimo, sosteniendo que cualquier reivindicación plantea desde ya y hace necesario el socialismo, y todas las reivindicaciones que los trabajadores levantan, todas las luchas que emprenden son solo un peldaño para el desarrollo del partido revolucionario, como decía antes, se pone "el carro (el partido) delante del caballo", que así no puede avanzar. La estrategia trotskista hace naufragar los intentos del proletariado por organizarse.

 

 

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respuestas
Por socialismo o barbarie - Saturday, Apr. 23, 2005 at 11:22 PM

Primero al "cortito":

No es lo mismo un conflicto sindical que armar un frente político-sindical.

Sería totalmente sectario, dentro de cada sindicato, exigir una definición antigubernamental como condición de ir a la lucha. Pero esa definición está totalmente justificada cuando se habla no ya de la lucha salarial en un solo sindicato, sino de su coordinación por la vanguardia obrera en su conjunto. La cantidad influye en la calidad.


Ahora al "largo":

Me alegro de que hayas respondido a la formulación que te pedí y que coincidimos en los primeros 8 puntos.

Sobre el punto 9:

Estoy de acuerdo, eso es lo que quise decir.

Sobre el punto 10:

Lo que quise decir es que hoy el imperialismo domina típicamente no a través de invasiones y ocupaciones, sino a través de medios económicos (la "deuda externa", los organismos internacionales, los préstamos, etc.). No niego que, en un futuro donde los conflictos inter-imperialistas se agraven, tal vez la dominación colonial vuelva a ser la típica, pero no lo es en este momento.

Sobre el punto 11:

Coincido con lo de no hacer un fetiche de las crisis para sustentar posiciones exitistas. Pero más allá de si la crisis del 2000 se cerró o no, ¿coincidís en que se cerrará con una tasa de ganancia menor a la anterior? ¿O ves que estamos en los comienzos de un boom?

Sobre el punto 12:

Con que coincidamos que no es posible volver al 50/50 está bien.

Sobre el punto 13:

Estoy de acuerdo con lo que decís y hasta ahora no sé de donde sacás que yo estoy en contra de la lucha reivindicativa.

Sobre el punto 14:

Sobre lo que decís acá, no me consta. Al menos, no me consta en los ejemplos que conozco. De hecho, creo que las corrientes troskistas han tenido una influencia muy positiva en las luchas salariales, ya que son las únicas fuerzas dentro de los sindicatos que -hoy por hoy- defienden la independencia de clase.

Sobre el punto 15:

Como respondí en "cortito". Una cosa es la lucha en un solo gremio (donde sí sería sectario plantear una delimitación del gobierno como condición) y otra cosa es cuando se quiere armar un frente político-sindical para que la vanguardia obrera coordine las luchas.

En este último caso la delimitación de la patronal en su conjunto (incluyendo al gobierno y la burocracia) es esencial, porque ya no se trata de una lucha sindical, sino de una lucha político-sindical.

Sobre el punto 16:

Primero, no propongo una aplicación del "programa de transición" de 1938.

Segundo, creo que en el punto anterior he respondido tu inquietud. Me parece que tu crítica parte no del análisis concreto de las acciones del troskismo en cada conflicto salarial concreto, sino que extendés la crítica que hacés al planteo de delimitación gubernamental a las luchas salariales por separado.

Por lo que yo sé, en las luchas salariales el troskismo no plantea una delimitación del gobierno como condición para la lucha. A menos que, por la situación política y la conciencia de los compañeros en ese sindicato, exista un ambiente propicio para esa definción (entonces ahí sería muy doctrinario desaprovechar esa oportunidad).

Pero otra cosa es la lucha salarial por separado y otra cosa es cuando se plantea un frente político-sindical. En ese último caso la delimitación antigubernamental es esencial.


Ahora, ¿que pasaría si se concretara un frente político-sindical que se defina como anti-gubernamental? ¿Eso quiere decir que de ahí en adelante cada lucha sindical tendría que definirse como anti-gubernamental? No.

Porque los que participan de ese frente no son los sindicatos en masa, sino algunos delegados de esos sindicatos, delegados con conciencia de clase, en su mayoría.

La definición anti-gubernamental es para asegurar la independencia de clase del frente, crucial no sólo para las luchas reivindicativas sino para el objetivo histórico de la clase obrera.

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Coordinar las luchas interviniendo sin sectarismos
Por Leonardo Mir - Monday, Apr. 25, 2005 at 12:18 AM
leonardomir@msn.com

Uno de los puntos de controversia en relación a las coordinadoras en particular, y a la intervención en la lucha de clases en general, parece ser el de la premisa de una delimitación con el gobierno como clave o requisito para la lucha sindical. Este punto parece estar articulado con esta otra idea: la de que "una lucha salarial es en el fondo anticapitalista". Ya intenté explicar más arriba, que si bien como idea general esta última idea posee cierto grado de validez, en el plano más concreto de la realidad pierde su sustento, y, como fundamento para la acción resulta inapropiada.

 

Una coordinadora debería intentar coordinar lo que existe. Esto, que parece una verdad de Perogrullo, es dejado de lado por S o B con el recurso de aceptar que lo que sí es válido para los docentes de Salta, no lo sería para una coordinadora "político-sindical". Precisamente, de lo que se trata no es de poner en pie una coordinadora político-sindical sino de una simple coordinadora sindical, es decir, una coordinación de las luchas sindicales que se vienen desarrollando desde fines del año pasado;  se trata de partir de lo que es y de trabajar por lo que se quiere, no se pueden saltear o mezclar las tareas. Y lo que menos necesitan la clase obrera y los trabajadores es una coordinadora político-sindical-antigubernamental-para -las-elecciones-de-octubre, que es a lo que lleva naturalmente aquella confusión.

 

En la visión de S o B -que en esta cuestión es la del trotskismo y la del morenismo- "toda lucha de los trabajadores contra el capital, aun si empieza como reivindicativa, pone en riesgo el programa del imperialismo" y "cada lucha reivindicativa está conectada con la lucha de los trabajadores por el poder y esto implica la lucha por la conciencia y la unidad de clase, imposible de conseguir mientras no se tome una posición de clase respecto al gobierno. Por eso la delimitación del gobierno [] es clave para la lucha sindical". Aquí se ve la unidad ideológica entre aquella premisa de delimitación, con el fatalismo de ver en "la proyección de las luchas salariales [] el socialismo en si mismo".

 

S o B dice: "Por lo que yo sé, en las luchas salariales el trotskismo no plantea una delimitación del gobierno como condición para la lucha", pero a renglón seguido escribe: "[una] cosa es la lucha salarial por separado y otra cosa es cuando se plantea un frente político-sindical. En ese último caso la delimitación antigubernamental es esencial." Al margen de lo que ya expliqué acerca de que lo que se necesita es coordinar lo que existe, y no un frente político-sindical, ¿en dónde reside la esencia de la delimitación defendida por S o B?, él mismo lo explica a continuación:

¿que pasaría si se concretara un frente político-sindical que se defina como anti-gubernamental? ¿Eso quiere decir que de ahí en adelante cada lucha sindical tendría que definirse como anti-gubernamental? No.
Porque los que participan de ese frente no son los sindicatos en masa, sino algunos delegados de esos sindicatos, delegados con conciencia de clase, en su mayoría.
La definición anti-gubernamental es para asegurar la independencia de clase del frente, crucial no sólo para las luchas reivindicativas sino para el objetivo histórico de la clase obrera.

Una y otra vez, la idea que preside toda la estructura ideológica es la misma, es una visión que no encastra tanto en la realidad como en los deseos. Hay un salto, una ausencia, un fervor revolucionario que sería muy útil si estuviera más consustanciado con el materialismo histórico y dialéctico.

No se trata de "qué pasaría si se concretara un frente político-sindical", sino que se trata de coordinar las luchas. Tan sencillo como eso. Pero ese objetivo, tan práctico, tan actual, tan necesario, se va a ver frustrado una vez más, si lo que prima en las discusiones y en la práctica de la vanguardia, son, en esta coyuntura, los frentes político-sindicales o los frentes político-sindicales-electorales. Afortunadamente hasta ahora el debate por las elecciones no ha logrado desplazar a los intentos de los trabajadores por coordinar las luchas, pero, ¡cuánto podrían ayudar en la etapa en curso las fuerzas militantes de las organizaciones trotskistas si se volcaran de pleno a esta necesaria coordinación, actuando codo a codo con el resto de los trabajadores, sin planteamientos que se interpongan con esta necesidad!

 

 


 

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está bien, Leonardo...
Por socialismo o barbarie - Monday, Apr. 25, 2005 at 10:46 AM

La realidad dirá que es lo correcto y que no.

Yo ya dí mis argumentos sobre la invalidez de la división entre programa mínimo y programa máximo. Extrañamente coincidimos sobre muchos aspectos de la realidad mundial y sobre la decadencia histórica del capitalismo pero a mí me parece que vos no sacás de ello las conclusiones necesarias.

Al proponer un frente sindical en vez de político-sindical estás proponiendo un frente basado en un programa mínimo.

Te digo, ese programa mínimo te lo acepta Moyano, De Gennaro y cualquier otro burócrata. Es más, te van a decir -y con razón- que hacer un frente sindical aparte de las centrales sindicales es sectario y fraccional.

No tiene sentido hacer un frente de los luchadores obreros de hoy si ese frente no es cualitativamente distinto en su programa al de la burocracia. Para eso, no hagamos ningún frente y listo, disolvamos todas las tendencias antiburocráticas en los sindicatos (porque, al ser antigubernamentales, son sectarias) y dejemos la lucha económica en un estanque aparte de la lucha política.

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S o B no hace una politica trostkista, ni es morenista!!!
Por socialismo o muerte - Monday, Apr. 25, 2005 at 4:16 PM

S o B es un sectario y no utiliza en sus análisis la herramienta conceptual mas perfeccionada por el marxismo : la ley de desarrollo desigual y combinado.

hay que huirle como la peste todo tipo de análisis que provenga de invertir el proceso, fijando primero la estrategia o definiéndose por lo que piensa o quiere la vanguardia,e imaginando luego un seudo análisis para justificar dicha estrategia.

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burocratas
Por memoria - Tuesday, Apr. 26, 2005 at 10:19 AM

Tenes razon sob,el programa minimo lo firma cualquier burocrata,es por eso que el trotskismo en vez de hacer la revolucion-saben lo que es eso?- le chuparon las bolas a cualquier burocrata podrido que anda y anduvo por ahi.
Muchachos,el dia que dejen de hablar y hacerse la paja intelectual hablamos.

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