Julio López
está desaparecido
hace 6428 días
versión para imprimir - envía este articulo por e-mail

Ver este artículo sin comentarios

Panorama Político: La cara lo dice todo
Por Revista En Marcha 222 Corriente Patria Libre - Monday, Apr. 25, 2005 at 7:27 PM

Panorama Político La cara lo dice todo



Luego del resultado exitoso del canje de deuda, el FMI vuelve a la carga exigiendo que el gobierno argentino reabra las negociaciones para los bonistas que quedaron fuera de la operación. Por otra parte, la presión de los grandes grupos formadores de precios para provocar una escalada inflacionaria, se mantiene a pesar de la derrota política de Shell y Esso que debieron retroceder luego de la pulseada con el gobierno y la mayoría de la población que acompañó el boicot a esas petroleras.
Pero sin dudas el tema que ocupa buena parte de la agenda política nacional es la persistencia y profundización de la disputa por la resolución del tema electoral en la importante provincia de Buenos Aires. Es allí donde se define buena parte del futuro de los próximos años y sin embargo los multimedios de prensa difunden interesadamente la noticia como una mera "disputa de poder".


Mientras las encuestas de opinión pública continúan reafirmando que la imagen presidencial y la gestión de la administración Kirchner cuentan con el respaldo de la gran mayoría de los argentinos, y la propia realidad demuestra que efectivamente ello es así, los grandes medios de ¿información?, respondiendo a los mismos intereses que condujeron al país al neoliberalismo y a la crisis que estalló en diciembre de 2001, insisten en mostrar y amplificar una realidad fabricada a medida de los opositores al proceso de transformación en marcha.
Al iniciarse el proceso del canje de deuda, e incluso encontrándose éste en pleno desarrollo, los "analistas" y "periodistas económicos" de toda laya, recomendaban pagar la deuda del modo que el FMI reclamaba. Nos insistían con el viejo discurso de que no cumplir con esas exigencias nos arrastraría a la marginalidad internacional y el aislamiento. Sin embargo, al mantenerse firme la postura de efectuar una quita histórica de la deuda externa, en magnitudes nunca alcanzadas en la historia del planeta, esos mismos "comunicadores" se vieron en la obligación de reconocer el éxito de la negociación.
Del mismo modo, alientan el temor de la población agitando el fantasma de la hiperinflación, y ponen el acento, emparentando su discurso con el de los economistas más retrógrados y ortodoxamente liberales, en que son los aumentos de salarios otorgados por el gobierno y el incremento del consumo, los causantes de los aumentos de precios. En vez de levantar su voz para criticar las maniobras como las planteadas por Shell y Esso, que al disponer en su momento un aumento de los combustibles, persiguieron provocar una escalada inflacionaria en cascada, se suman al coro de los Macri, Carrió, Menem, López Murphy y compañía, haciendo incapié en que el problema principal es lo "imprudente" de boicotear la compra a quienes aumentan precios.
Afortunadamente, el tiro en estas cuestiones les viene saliendo por la culata, y tanto en el tema canje de deuda, como en el boicot a las petroleras, debieron recoger piola y aceptar el veredicto de la realidad.

Modelos en pugna

Sin dudas el tema de mayor importancia actual y hacia el futuro del país, es la disputa política en la provincia de Buenos Aires. En esto también se percibe una operatoria destinada a salvaguardar los intereses económicos y corporativos del viejo modelo.
No sólo son los dirigentes de todo el arco opositor sino los mismos comunicadores quienes insisten en la idea que la disputa Kirchner-Solá-Duhalde, es una mera "disputa de poder o de cargos"; y que la confrontación de fondo entre un viejo modelo económico y de hacer política -que se resiste a morir- y la propuesta encabezada por el Presidente, que se abre paso a pesar de las resistencias, define en buena medida la posibilidad que Argentina tenga un futuro digno.
Plantean un debate central para el país como apenas una interna del Partido Justicialista, e intentan poner en un mismo casillero a Kirchner y Duhalde (también a Cristina y Chiche), como si todo esto se tratara de intereses personales o por cargos. Evitan así el verdadero debate de fondo y fomentan la idea que todo esto es más de lo mismo.
Al igual que respecto del canje y el tema Shell, finalmente deberán "hocicar", mostrando las cosas tal cual son. La debilidad manifiesta del duhaldismo en su intento de "alambrar" la provincia, lo obliga a negociar cada vez en peores condiciones, llegando incluso a tener que "soportar" la rebelión en la propia granja que le ha significado la arremetida de Solá y de una significativa cantidad de intendentes y dirigentes, que ven las posibles candidaturas del duhaldismo como un verdadero salvavidas de plomo.
En los meses que se avecinan se tensará la cuerda más de lo conocido hasta el momento, por lo cual, quienes apostamos al fortalecimiento de la transversalidad kirchnerista deberemos redoblar esfuerzos por instalar con organización los mejores hombres y mujeres en la pelea electoral.
Las fuerzas que respaldamos el proceso abierto en Argentina por el Presidente, nos sumamos plenamente a impulsar la candidatura de Cristina Fernandez de Kirchner en Buenos Aires; y en cada provincia, cada ciudad y cada rincón del país, apostaremos a fortalecer el camino político que en definitiva termine por derrotar el pasado.

agrega un comentario


para entender un poco mas
Por un lector - Monday, Apr. 25, 2005 at 9:56 PM

ARGENTINA: NUEVA REESTRUCTURACION DE LA DEUDA
Eduardo Lucita
28/2/2005)
El pasado viernes 24 de febrero a las 18.15 hs., sesenta minutos después del cierre de Wall Street, se cerró el canje de la deuda externa pública , luego de 38 meses, el país puso fin al 'default' mas importante de la historia.
Efectivamente, Argentina logró, como antes lo había hecho con el Plan Brady (1992) y el Megacanje (2001), una nueva reestructuración. Si en las oportunidades anteriores lo fue por el total esta vez ha sido solo por la parte en cesación de pagos, 81.800 millones de dólares sobre un total de 181.000 millones. (1)

La quita lograda, unos 40.000 millones de dólares -considerada la mayor quita respecto de otras experiencias de países entrados a default, como Ecuador o Rusia- es del orden del 50% en términos nominales y supera levemente el 65% si se calcula el 'valor presente' de la misma (2). En cualquier caso son porcentajes inferiores al inamovible 75% que señalara el presidente Kirchner como resultado de una negociación que calificó como digna y soberana en defensa de la Nación.

No obstante que los acreedores consideran esta quita excesiva y lesiva para sus intereses, aproximadamente un 75% de ellos ha ingresado al canje de bonos masivamente.

La razón de este comportamiento hay que buscarla en las condiciones de los nuevos bonos: garantizan una tasa de interés del 10 al 11% anual en dólares, dos veces y media la tasa de interés internacional; buena parte de la nueva deuda es en pesos argentinos ajustables por la inflación. Teniendo en cuenta que estamos en un tipo de cambio casi fijo con tendencia a la baja, esto significa que en términos de dólares la deuda crecerá en beneficio de los tenedores de los nuevos bonos; por otra parte hay bonos que tienen una cláusula ligada al crecimiento de la economía local, lo que se supone continuará al menos por los próximos dos o tres años.

El más que comprensible entusiasmo de los fondos de inversión internacionales -hicieron subir la cotización de los bonos en default a 35 dólares por cada 100 de deuda- se puede constatar en algunas de las declaraciones de importantes operadores que reprodujeron los diarios argentinos en el curso de la semana: '.. Argentina es hoy por hoy el centro de los negocios'; 'Las oportunidades de ganancias son enormes en la Argentina'; '..puede haber ganancias superiores al 20%'; 'Wall Street siempre hace plata con Argentina: cuando el país colocó bonos, cuando hizo default, ahora con la reestructuración'.

Acompañando estas confesiones la Bolsa local fue eufórica, acumuló ganancias por 18.8% desde que se lanzó la propuesta (14/1/05) y casi un 5% este último día de la semana.

Esta euforia parece transmitirse también al gobierno argentino que ve 'normalizarse' la situación luego de '.. la mejor negociación más exitosa de la historia del mundo' según el presidente Kirchner.

Sin embargo, ¿de que normalización se trata? Veamos:

La nueva deuda consolidada (3) asciende ahora a 141.000 millones de dólares lo que significa alrededor del 85% del PBI, cuando antes de la devaluación esta relación era del 57%.

Los nuevos bonos, producto de la reestructuración de la deuda, promedian los 27 años de plazo, aunque algunos llegan a los 42, lo que significa un positivo alargamiento de los vencimientos ya que la carga se distribuye en mas tiempo, y los nuevos intereses siendo mucho mas altos que los actuales del mercado internacional son mas bajos que los anteriores, otro aspecto positivo a computar.

Sin embargo los compromisos contraídos para hacer frente a los vencimientos de los servicios de la deuda son de una envergadura tal que constituyen una verdadera hipoteca para las próximas generaciones. Hipoteca con pagos por 62.000 millones de dólares en los próximos cinco años, con fuerte incidencia en los tres primeros (4).

Es sobre la base de esta hipoteca que el país se obliga a mantener superávits fiscales mínimos del orden del 3% de su PBI por muchos años para adelante. El vicepresidente Scioli a la salida de su entrevista con su par norteamericano declaró a la prensa '.. ha comprendido que el país se compromete a hacer grandes esfuerzos por los próximos 30 años'.

La decisión política que implica este compromiso es de una envergadura similar a la que se tomó en 1956 para ingresar como miembro pleno del Fondo Monetario Internacional (FMI), significa perpetuar la política de ajuste estructural de los últimos años y afianzar el modelo exportador-primarizador de la economía argentina.

El extraordinario superávit fiscal del año 2004, y del previsto para el 2005, es resultado de recursos extraordinarios provenientes de las retenciones a las exportaciones de granos y petróleo y del impuesto al cheque (ambos definidos como distorsivos por el BM y el FMI) pero sobre todo de un ajuste en los gastos del orden del 20% respecto del 2001, que ya eran insuficientes de por sí. (5)

El ajuste es de tal magnitud que el superávit del 3.9% comprometido para pagos al exterior en el año en curso -conviene recordar que el 3% también era definido como inamovible-es superior a la suma de las partidas presupuestarias destinadas a Salud, Educación, Vivienda y Agua potable. Por cada peso que se utiliza para pagar deuda, sólo 0.75 centavos son destinados para servicios esenciales para la comunidad.

Sin embargo no obstante la magnitud del superávit previsto para los próximos años solo alcanza para afrontar una parte de los pagos, para el resto Argentina tiene que buscar financiamiento, ya sea en el mercado internacional -renuente por ahora- o en el mercado interno, lo que significará nuevos negocios para el sector financiero local. Esto implica que la exitosa negociación no rompe con el mecanismo perverso del endeudamiento: tomar fondos, pagar servicios, refinanciar el capital, incrementar el endeudamiento y así continuamente. Esto fue enfáticamente señalado en distintas oportunidades por el titular del FMI: 'Argentina debe normalizar su situación rápidamente para poder volver a tomar crédito'.

La llamada normalización de la economía se limita entonces a las relaciones con el exterior, a que la reestructuración de la deuda aporte un escenario de previsibilidad para el flujo de fondos. En primera prioridad garantizando la transferencia ordenada de recursos al exterior, luego la búsqueda de capitales para las refinanciaciones y finalmente la mas que necesaria y dificultosa inversión productiva. El tiempo dirá como se desenvuelven estas variables.

Esta 'negociación exitosa' es resultado de una decisión política previa que comparten todos los economistas del régimen, sean estos de tendencia neoliberal, progresista y centroizquierda o heterodoxos como los del gobierno: la deuda hay que pagarla.

Ingresar en la discusión sobre los términos de la negociación, si hubiera sido posible un porcentaje mayor de aceptación, si los intereses de los bonos podrían ser más bajos, si hay acreedores privilegiados, si la quita hubiera podido ser más alta, etc. etc. no hace mas que convalidar esa decisión política.

Por el contrario desde Economistas de Izquierda (EDI) siempre hemos sostenido soluciones alternativas: el repudio de la deuda, el no pago, una moratoria unilateral, declaración de deuda odiosa; la suspensión de los pagos o cualquier variante que permitiera una auditoria real y efectiva de la deuda, la discriminación de sus orígenes y el monto real de la misma frente a lo ya pagado, etc. El fallo del juez Ballesteros a propósito de una denuncia hecha por el ciudadano argentino Alejandro Olmos en 1982, habilitaba para estas decisiones.

Los 38 meses continuados del default más importante de la historia, sin que el país fuera bloqueado o aislado; sin que se cerraran los mercados para nuestras exportaciones -por el contrario batiendo récords-, sin que la economía colapsara -por el contrario creciendo a tasas muy superiores a las del conjunto de la economía latinoamericana-, sin que se concretaran las amenazas de enjuiciamiento de los fondos buitres -ahora se conoce que las demandas legales de terceros a los Estados van a vía muerta- son una muestra de que los augurios y temores de los neoliberales y las amenazas del FMI y los acreedores no sólo eran infundados sino falsos, destinados a amedrentar a una clase dirigente, que mas allá de la retórica discursiva, es por demás endeble y timorata.

La decisión de 'honrar la deuda' da por resultado un país hipotecado por generaciones, donde se expande la pobreza y se concentra cada vez más la riqueza.

* Las cifras son provisorias y estimadas ya que la información es muy fragmentada y hasta contradictoria. Recién en la semana próxima se conocerán datos oficiales.

Notas:
1) La cifra de 81.800 millones de dólares está en discusión, trepa a 102.600 si se computan los intereses vencidos, y es de 96.000 para el CGBA (Comité Global de Bonos Argentinos).
2) Valor Presente es el nuevo valor que se obtiene descontando en el tiempo y a una determinada tasa, los montos a pagar.
3) Esto es, la que estaba en default más la que se seguía pagando normalmente. Desde la declaración de default el país pagó cerca de 10.000 millones de dólares. Si la aceptación al canje llegara al 80% la deuda total bajaría a 137.000 millones de dólares, un 80% del PBI.
4) Transferencias de recursos en millones de dólares en los próximos años
2005 13.500
2006 14.900
2007 13.500
2008 9.200
2009 11.400
5) Ismael Bermúdez en diario Clarín de 14/11/04 hace un exhaustivo análisis de los superávits necesarios y cita un estudio del Centro de Estudios Bonaerenses que demuestra que '..el excedente fiscal no se explica por la mejora en la recaudación, que en términos constantes es inferior a la de la década del '90, sino por la reducción de gastos, que en valores constantes es inferior a la de 2001'.

* Eduardo Lucita es integrante del colectivo EDI- Economistas de Izquierda y Director de la Revista Cuadernos del Sur.

La inflación del modelo

Claudio Katz
EDI

El rebrote actual de la inflación es consecuencia del propio modelo exportador que impulsa el gobierno. En condiciones de alta concentración oligopólica y continuada desindustrialización, este esquema amenaza la continuidad del crecimiento y agrava el empobrecimiento.

Algunos funcionarios minimizan el problema recordando que un aumento de los precios del 8 al 15% anual es irrelevante en comparación a la carestía de los años 80 o a la hiperinflación de los 90. Pero en la actualidad, cada punto de inflación sin compensación salarial agrega 125.000 nuevos pobres a un infierno de miseria que no existía en esa época.

El incremento promedio del 4% de los precios minoristas durante el primer trimestre incluyó una suba del 5,9% de la canasta de alimentos, que afecta directamente a los desamparados. Si el repunte inflacionario no tiene contrapesos en aumentos de sueldos y subvenciones a los desempleados, medio millón de pobres se agregarán al 40% de la población que no cubre sus necesidades básicas. Existe un segmento fronterizo de 9% de cuasipobres que recaerá en la miseria si persiste la carestía.

La inflación tiene numerosas raíces en un país con precios históricamente tan descontrolados. Pero el resurgimiento actual no obedece a las distintas hipótesis que manejan los funcionarios del gobierno.

EL FANTASMA DE LOS SALARIOS.

Lavagna ha retomado el viejo diagnóstico patronal de la inflación por salarios para culpabilizar a los trabajadores por la carestía. Por eso intenta eliminar los aumentos por decreto y quiere condicionar la recuperación de los sueldos a incrementos de la productividad, negociados con cada sector empresario. Presenta este mensaje como un acto de protección hacia los pobres, recordando que “en la carrera contra los precios siempre pierden los salarios”. Pero no menciona que los capitalistas necesitan el auxilio de sus ministros para ganar este puja.

Si la inflación dependiera del salario, el derrumbe actual de los sueldos debería mantener planchado a los precios. Son los capitalistas y no los trabajadores quiénes manejan esta variable, introduciendo remarcaciones frente a una suba de los sueldos. Avalar este traslado como una reacción natural presupone asumir la visión de los empresarios, porque el salario constituye un costo sólo para ellos. Para los trabajadores es un ingreso que disminuye en términos reales cuándo hay inflación.

Atribuir en la actualidad la inflación al costo salarial es completamente absurdo, porque esta variable se ubica en un 20 o 30% por debajo del nivel vigente antes de la devaluación. Los capitalistas han logrado un ahorro que solo difiere según la rama, el destino de los bienes y la productividad de cada firma. Todos los empresarios lucran con el retroceso de los salarios reales que en promedio se ubican un 13% por debajo de diciembre del 2001. Esta pérdida es menor entre los trabajadores del sector privado formal, pero se eleva al 28 % entre los empleados públicos y al 26% entre los informales.

Por su parte Kirchner se orienta a aceptar un “nivel moderado de inflación”, como si esta perspectiva fuera indolora. Una carestía perdurable sería particularmente dramática para los desocupados y la mitad de la población asalariada que se encuentra contratada en empleos de pobreza. Para ellos cualquier suba de precios significa enfermedad, desnutrición y embrutecimiento.

EL FRENO DE LA DEMANDA

Otros funcionarios como Redrado diagnostican que la inflación resurgió porque en los últimos meses el consumo crece por encima de la inversión. Pero un repunte de este tipo debería ser transitorio y quedar acotado a los productos adquiridos por los sectores altos ingresos. Explicaría los aumentos de ciertos servicios, pero no la suba generalizada que en el último año afectó al 96% de las mercancías.

En el contexto de ingresos polarizados que caracteriza a la Argentina es falso sugerir que la demanda global infla los precios. Con la reactivación de los últimos años la torta se agrandó en comparación al desplome precedentes, pero también se ampliaron las porciones que deglute la minoría. La brecha entre el 10 % más rico y más pobre pasó de 24,25 veces (mayo 2003) a 27,81 veces (diciembre 2003) y luego a 28,94 veces (mayo 2004). Los privilegiados recobraron su nivel de hiperconsumo, pero la mitad del país carga con la cruz del subconsumo.

Los economistas más ortodoxos del gobierno que temen el recalentamiento de la demanda intentarán ajustar el torniquete monetario (subejecución del gasto, recorte de la emisión, incremento de tasas de interés), mientras refuerzan el apretón fiscal sobre la clase media.

Pero estas medidas tienen limitada efectividad en el marco de inédita austeridad que impuso Kirchner. Cualquier sugerencia monetarista de inflación por emisión es un despiste completo en la actualidad. Con el gasto estatal en un piso sin precedentes, la impresión de billetes no amplifica la escalada de los precios. Lo que reina es el dogma del superávit fiscal y el circulante se mantiene contraído por la baja monetización que legó el colapso bancario.

CONCERTACIONES FALLIDAS.

Otro sector del gobierno más cercano al presidente considera que la inflación se origina en las remarcaciones que disponen las 200 empresas formadoras de precios. Por eso los funcionarios intentaron negociar un acuerdo para frenar la escalada, pero sin lograr ningún resultado. Ahora discuten con las mismas empresas el lanzamiento de una “canasta social” de alimentos básicos. Nadie sabe porqué funcionaría esta segunda variante luego del fracaso de la primera concertación. La nueva canasta permitiría disimular los aumentos ya aplicados y seguramente incluirá bienes de baja de calidad. Podría además servirle a Lavagna -siempre irritado con los guarismos del Indec- para construir alguna estadística paralela.

Para actuar efectivamente sobre los formadores de precios habría que utilizar ante todo las leyes de abastecimiento y emergencia que fueron sancionadas en épocas de alta inflación y que contemplan multas, clausuras y decomisos de mercaderías. Pero el presidente ni siquiera menciona esta posibilidad porque acepta de antemano el chantaje del desabastecimiento. Mientras por un lado recurre a una negociación heterodoxa con las cúpulas empresarias, por otra parte exalta la vigencia neoliberal de los precios libres.

En medio de tantas idas y vueltas, Kirchner presentó la anulación de una suba de combustibles como un éxito de su campaña contra los abusadores. Pero en realidad ese incremento fue eliminado cuándo apareció una concesión oficial a las petroleras (importar gas oil sin impuestos). Además, la rebaja es completamente irrelevante en comparación a la renta que obtienen las compañías por la diferencia entre costos y precio de venta locales de los combustibles.

Después de ese episodio el presidente igualmente tiende a sustituir el escrache individual de los remarcadores por un vago llamado a “comprarle a los que no aumenten”. Convoca a los consumidores a hacer lo obvio, imaginando que al cabo de una jornada laboral agotadora la población dispone de tiempo y energías para comparar las cotizaciones de cada comercio. Dada la concentración oligopólica de muchos precios esa recorrida resultará bastante inútil. La soberanía del consumidor es un mito particularmente absurdo en los sectores controlados por dos o tres empresas, como lácteos, gaseosas, cigarrillos, envases, cemento o higiene.

Es indudable que la inflación actual contiene un fuerte componente de inducción oligopólica, especialmente en combustibles y alimentos. Para preservar su rentabilidad cercana al 30% anual -que supera al mejor momento de la convertibilidad- las grandes compañías ajustan precios ante cualquier asomo de mayores costos.

Un ingrediente central de este impulso son los aumentos de tarifas que ya dispuso el gobierno, como por ejemplo la suba del 53% de la energía eléctrica mayorista desde enero del 2004. Qué los futuros incrementos excluyan o no a los usuarios particulares no será muy relevante. Basta que afecte a los industriales o comerciantes para que lo sufran todos los consumidores.

La inflación actual que plasman los formadores de precios se encuentra igualmente contrapesada por la competencia que opone a los propios monopolios. Lo que gravita más sobre la escalada de precios son las tensiones que emergen del propio modelo.

LAS EXPORTACIONES Y LA DEUDA

El principal motor de la inflación actual –en un contexto de competencia monopólica- es el modelo exportador de bajos salarios. Este esquema reaviva el viejo mecanismo de adaptación de los precios internos al ascenso de las cotizaciones (o el volumen) de las agroexportaciones. Cómo el empresario puede colocar el mismo producto fuera del país -obteniendo mayor lucro- traslada ese adicional al mercado local.

Este alineamiento –que históricamente socavó la estabilidad de los precios en la Argentina- opera con plenitud desde la devaluación. Por eso en los últimos tres años la carne subió entre 113% y 150% y el aceite de maíz trepó 339%. Para contrarrestar este desestabilizador encarecimiento se aplican las retenciones. Pero con presiones, fraudes fiscales y prédicas neoliberales, las grandes empresas han logrado atenuar la incidencia de este impuesto.

La carestía actual es un efecto demorado de la devaluación. La baja traslación a los precios que siguió al fin de la convertibilidad (y que tanto enorgullece a Lavagna) se está diluyendo. La brecha entre la devaluación (200%) y el aumento de los precios mayoristas (100%) y minoristas (55%) tiende a cerrarse con la reactivación que sucedió al colapso deflacionario de 1998-2001.

El propio gobierno apuntala la inflación por exportaciones al sostener la cotización del dólar. Busca evitar la revaluación del peso, que deriva del reingreso de capitales y de las expectativas en nuevos negocios. Cómo, además, el dólar tiende a devaluarse a escala internacional, el costo de este sostenimiento es cada vez mayor. Si la compra oficial de divisas cruza cierto límite el impacto sobre los precios será más significativo.

Pero el gobierno debe convivir con este escenario, porque depende del cobro de las retenciones para mantener el superávit fiscal que destina al pago de la deuda. No puede rehuir las derivaciones inflacionarias que tanto fastidian al presidente. El canje de los títulos ha introducido otro factor autónomo de inflación, al dejar nominado en pesos indexables la mitad del nuevo pasivo. Por cada punto de incremento de los pecios la deuda trepa 1500 millones de pesos. Este tipo de desembolsos se financiaron en el pasado con emisión y alimentaron el círculo vicioso de endeudamiento inflacionario.

EL AHOGO ESTRUCTURAL.

La inflación actual también proviene en cierta medida de la baja oferta industrial. Este determinante estructural sobrevuela el esquema actual de crecimiento con reducida inversión. Aunque la producción industrial ya recuperó el nivel de 1998, la inversión se mantiene un 20% por debajo de ese año y sólo en el 2004 retomó un signo positivo. Por efecto de la depresión y el default, los aportes de capital externo para proyectos productivos de largo plazo no repuntan y los capitalistas locales destinan por ahora el grueso de sus fondos a especular con inmuebles, acciones y bonos.

La inflación estructural actual es consecuencia de una primarización acumulativa. El extendido cementerio fabril continúa pesando sobre el conjunto de la economía. La recuperación solo eliminó la capacidad ociosa de las plantas ya existentes, pero no revierte el completo abandono de la gran producción (locomotoras, motocompresoras). Incluso la elaboración local de bienes muy elementales (biromes, bujías, tubos fluorescentes o cepillos de dientes) continúa postergada. Por eso solo un tercio de la escasa inversión se destina bienes de capital, mientras los acuerdos de comercio exterior con Brasil o China convalidan la demolición industrial. El país ha quedado convertido en un proveedor excluyente de materias primas.

La ausencia de inversión pública por la prioridad del superávit fiscal refuerza la desindustrialización y la consiguiente inflación estructural. Cómo ocurrió en los 90 el gobierno apuesta todas sus fichas al resurgimiento de la inversión privada. Pero mientras espera se agrava un estrangulamiento de la oferta, que en algunos sectores como la energía ya conspiran contra la continuidad de la reactivación.

CONTRADICCIONES Y ALTERNATIVAS.

El gobierno está atrapado por los efectos de la inflación que motoriza su propio modelo. Desearía eliminarla, pero no puede taladrar los cimientos de su obra. La inflación ha sido imprevista, pero no es ajena al curso elegido desde la devaluación. Nadie puede en este caso achacarle culpas a la convertibilidad o a la herencia menemista.

Los economistas del “Plan Fénix” sostienen que una “inflación tolerable” resultaría beneficiosa si permite evitar el enfriamiento de la economía. Pero se olvidan de agregar que esta conveniencia excluye a todos los trabajadores, desempleados e integrantes de la clase media. Promueven el sostenimiento del dólar alto con el mismo entusiasmo que auspiciaron la devaluación. Como se compatibiliza este “tipo de cambio real competitivo” con la redistribución del ingreso -que también promueven- es un misterio insondable.

El gobierno difunde el temor a la inflación para rechazar las demandas salariales y restaurar un clima de emergencia, que no se condice con los índices de crecimiento, ni con las enormes ganancias empresarias. Recurre al auxilio de la burocracia sindical para contrarrestar los reclamos de los asalariados y afirma que no hay espacio para reconquistar inmediatamente los derechos arrebatados a los trabajadores.

Pero la inflación no es un mal inexorable, ni se elimina con nuevos ajustes. Existen alternativas no contractivas, ni empobrecedoras de política antiinflacionaria. Aplicando las leyes que están vigentes se podría sancionar a los responsables de la carestía, recurriendo a la movilización popular si aparece el desabastecimiento. Congelar primero y revisar después todas las tarifas permitiría anular un factor de incentivo directo del ascenso de los precios.

Pero cortar las raíces del impulso inflacionario exige además revertir la prioridad asignada a las exportaciones en desmedro del consumo popular. El punto de partida es desvincular los precios locales de sus cotizaciones internacionales y para ese fin las retenciones son insuficientes por su limitada eficacia en la regulación de los precios. Aquí se requiere la intervención estatal directa para la fijación de ciertos precios estratégicos en función de los costos internos, especialmente en el área de los combustibles.

Como la inflación no se origina en el aumento del consumo masivo es completamente contraproducente enfriar la demanda popular. Un modelo antiinflacionario debería actuar en dirección opuesta, incentivando la recomposición del poder adquisitivo y aumentando simultáneamente la provisión de los productos prioritarios. La inflación estructural se corrige reindustrializando con el sostén de la inversión pública.

Pero esta política de obra pública y aumento de salarios es incompatible con el pago de la deuda. Esta hipoteca es el gran obstáculo para implementar medidas de protección del bolsillo popular. El fraudulento pasivo apuntala el modelo exportador, ahoga el gasto social e impide actuar contra el rebrote de los precios. Después del canje apareció la inflación, para recordar que los efectos de la deuda no desaparecieron con el fin del default.

16-4-05
* Economista, profesor de la UBA, investigador del Conicet. Miembro del EDI (Economistas de Izquierda).

La pesca política en Argentina

Hugo Alberto de Pedro

“La falsa historia es origen de la falsa política”
Juan Bautista Alberdi

En Argentina mientras el “sistema” sigue insistiendo en tapar la realidad, la que se nos impone diariamente en un país hambreado y sin ningún rumbo conocido o cierto, los políticos aumentan la velocidad de sus “embarcaciones” para llegar –con los pocas reservas morales que poseen– a las elecciones legislativas de octubre próximo.

Cualquiera que recorra el “espinel” político encontrará que hay muy pocos cambios en los nombres y en los procederes de quienes ocupan los espacios de poder desde fines del año 2001. Días aquellos que las mayorías reclamábamos ¡Que se vayan todos!. Se quedaron todos y se ocultaron detrás de gobernaciones, senadurías, diputaciones y otros cargos públicos rentados.

En los tres años y medio que transcurrieron desde el vuelo final del gobierno de la Alianza –o de lo que de ella quedaba– ha sido el justicialismo quien tomó el centro de la cuestión política, y del Estado también, para manejar los destinos de la Patria a su gusto. Con un hegemonismo sobre la discusión de los temas nacionales que como “boyas” marcan el lugar asignado a la puja de las ideas y los ideales.

Inventó, primero el partido de poder, un Gobierno de transición que tomó decisiones de fondo en materia económica y financiera. Inventó, segundo, un candidato a presidente de la Nación que se quedo con el poder con un escaso caudal electoral. Inventó, tercero, un halo progresista en él, que por ser meramente discursivo se choca con la realidad y los hechos. Todos “aparejos” imprescindibles para aumentar un poder que día a día vemos presentarse como más omnipotente.

La muerte súbita del radicalismo junto a la incapacidad política del resto de los partidos y movimientos –desde la izquierda a la derecha– permitió que la acción parlamentaria se haya convertido en un apéndice de la ejecutiva quien tira de la “tanza” hasta límites alarmantes.

El Gobierno Nacional con excelentes rendimientos en sus constantes campañas proselitistas mediáticas ha logrado instalar la sensación de la eficiencia, y eficacia también, que los encuestadores abonados se preocupan de reafirmar todas las semanas. Asimismo persigue el fin de mostrarse como alejado de cualquier tipo de corrupción cuando sabemos que tiene la “caña” siempre preparada y bien dispuesta para incurrir en ella.

Sin embargo la realidad que todos vemos y padecemos es muy diferente a lo que indican los índices con que se vanaglorian los funcionarios, para los cuales los habitantes de este sur americano se han convertido en porcentajes, gráficos de barras o de tortas –éstas sólo algunos se las quedan y se las comen–. Un “cordel” que utilizan al máximo para la proyección política kirchnerista sin mayor análisis de la realidad.

Aprovechándose de un espectacular balance comercial exterior cuyas ganancias quedan en manos de una pequeña cantidad de transnacionales; de una recaudación impositiva ubicada en lo más alto en la historia nacional; de un sistema de retenciones a las exportaciones que provoca la lógica acumulación de reservas y de un proceso inflacionario que dejo maltrecho el poder adquisitivo popular, el Gobierno nos ha colocado frente a un autotitulado plebiscito de su gestión según los propios dichos presidenciales. Desde los cuales se excita el “funcionariato” y el “legislariato” que ya tienen sus “reeles” bien aceitados.

Los discursos del poder, falsos y mendaces como siempre han sido, son elevados al rango de tratados doctrinarios sobre los cuales nos quieren hacer creer que se está diseñando y forjando una Argentina para las próximas décadas. La verdad es que siguen manejando la coyuntura que se les presenta favorable por lo antes mencionado. Todos advertimos que son meras decisiones cortoplacistas que no tienen otra finalidad de que “ellos” lleguen a las elecciones con la tranquilidad de mostrarlos como exitosos e irreemplazables. Nadie duda de la idea de perpetuarse en el poder y con el poder.

Cuando preguntamos cuáles han sido los cambios operados en la distribución del ingreso, en el reparto de las riquezas y la mejora en el nivel de vida de la población más castigada por el neoliberalismo aplicado –el de ayer, hoy y mañana– todos se hacen los distraídos y vuelven a sacar sus bastardas estadísticas. Acciones éstas histéricas propias de quienes esquivan la verdad y la realidad. O sea, acciones mentirosas e irreales.

Las próximas elecciones para elegir senadores y diputados nacionales se han convertido en una puja pejotista que ocupa el centro de la escena hasta asfixiarnos con las rencillas simuladas entre quienes fueron y son lo mismo, y que además, tuvieron compromiso, identificación y pertenencia con el menemismo. Solamente se pueden esconder, o tratar de hacerlo, detrás de algunas griterías verborragicas siempre y cuando las cámaras y los micrófonos estén convenientemente registrándolos.

La “línea” política debe ser revisada convenientemente por los ciudadanos antes de concurrir a votar obligatoriamente. Hay que revisar cada “anzuelo”, cada “palangre”, para comprobar que son los mismos que otrora. Provienen de la misma “caja de pesca” y lo que es más alarmante es que algunas y algunos ni siquiera son sacados del agua representativa, de esta democracia que nos enrostran a cada momento. No les importa terminar sus mandatos para los cuales han sido elegidas y elegidos porque saben que son imprescindiblemente necesarias y necesarios como “señuelos”.

Es probable que al momento de armar las listas de candidatos las “cucharitas” sean convenientemente acondicionadas y que se vengan con los discursos de la unidad partidaria. Cooptarán los espacios ubicados en lo alto de las listas sábanas sin la más mínima participación de los afiliados para así saltar primero como las “moscas” en el fango de la politiquería.

En fin, nada nos hace pensar que los temas de fondo sean abordados por los candidatos de cara a la ciudadanía. Podrán con seguridad llenar estadios, contratar micros, dar asuetos en las administraciones públicas municipales, entregar prontamente ayudas económicas, comestibles y viviendas, llenar las pantallas de televisión con largas horas de actos y discursos, etcétera para la nueva incursión “pesqueril”.

Una buena “carnada” siempre es conveniente para la pesca cuando ahí está disciplinado el “cardumen” ciudadano, elemento necesario de la democracia representativa.

20 de abril del 2005


agrega un comentario


muerte a K y a quienes lo apoyen
Por patria libre=PJ - Tuesday, Apr. 26, 2005 at 6:06 AM

dan asco hijos de puta

agrega un comentario