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mientras ellos siguen pensando en octubre
Por pendejo - Thursday, Apr. 28, 2005 at 7:26 PM

El gobierno, las patronales y los jerarcas trabajan para derrotar la oleada de luchas, manteniendo salarios de pobreza que garanticen las superganancias de los de arriba. Los trabajadores y el pueblo luchan por salarios, planes y jubilaciones que cubran la canasta familiar, y recuperar la salud y la educacion publica



1. El camino De las rebeliones
El tercer Ecuadorazo derrocó al gobierno de Lucio Gutiérrez. El nuevo presidente, Palacio, y su ministro de Economía, asumieron formulando declaraciones en favor de medidas populares y antiyanquis.
La rebelión ecuatoriana puso en evidencia la crisis de hegemonía que latía en el país. Los de arriba no pudieron seguir sosteniendo a su gobierno; y los de abajo, no pueden, todavía, imponer el suyo, pero se mantienen movilizados para impedir que todo quede en un simple recambio.
El nuevo presidente está sentado sobre un país en llamas. La crisis sigue abierta.
La rebelión ecuatoriana volvió a comprobar que los pueblos latinoamericanos y del Tercer Mundo no están dispuestos a soportar la opresión imperialista y oligárquica, y enfrentan la prepotencia de los imperialistas y las oligarquías, y a los gobiernos renegados como el de Gutiérrez. Alentados por la heroica lucha del pueblo iraquí, hoy Ecuador sigue los pasos que hace semanas dio el pueblo de Ucrania y el de Kirguizistán.



Brasas encendidas
En América Latina, el Caracazo, a inicio de los años 90, abrió el camino que llevó al proceso revolucionario de Chávez. Meses después, el Santiagueñazo en nuestro país abrió el proceso de auge de masas que llevó al Argentinazo. Las puebladas ya barrieron a tres presidentes en Ecuador, uno en Bolivia y otro en Paraguay.

El Ecuadorazo es una advertencia para los gobiernos de la región que se someten a los dictados del imperialismo y los terratenientes. Por eso Toledo, Mesa, Lula y Kirchner se muestran quejosos del Ecuadorazo.
En la Argentina, junto a las grandes luchas obreras y populares, las elecciones en Santiago del Estero y Catamarca mostraron que el grito: “¡Que se vayan todos!”, que sonó en Quito, sigue latiendo en pueblos y ciudades de la Argentina, y en las calles de la Capital Federal con la lucha de la juventud y los familiares de las víctimas de Cromañón y en el rechazo, con el voto bronca a los candidatos del sistema.




2 La pulseada salarial

Las luchas de los trabajadores ocupados por aumentos de salarios, los desocupados por el de sus planes sociales, y los jubilados por mayores ingresos golpean la viga maestra de la política del gobierno de Kirchner. El gobierno aplica su doble discurso, y los trabajadores lo van calando.
El gobierno acusa a los conflictos salariales de provocar inflación. Es falso. En los dos últimos años la producción nacional creció un 18%, bordeando el nivel previo a la crisis económica. Si ese crecimiento hubiese ido a los trabajadores, los salarios se habrían duplicado. Con la política del gobierno, la mayor parte de ese crecimiento es para pagar a los acreedores externos y engordar las ganancias de los de arriba (ver pág. 5).
El gobierno habla contra el FMI, pero le sigue pagando puntualmente, y negocia un acuerdo, “aunque sea de seis meses”, para llegar a las elecciones.
El gobierno habla contra los bonistas que se quedaron afuera del “megacanje”, pero ya está negociando con ellos (ver La Nación, 24/4).


Aislar y reprimir
El gobierno ya decidió su política de “mano dura” contra los conflictos sociales.
Lo intentó con los trabajadores de Lafsa, reprimiéndolos y encarcelándolos. Pero fracasó por la inmediata solidaridad de los desocupados, que llevaron a los compañeros de Lafsa a la cabeza de la movilización de más de 30.000 personas. Aníbal Fernández atacó: “No podemos aceptar que estas teóricas solidaridades hagan del país una joda”.
Una “joda” es que el gobierno hable contra la inflación, mientras usa el aumento de $ 400 millones en la recaudación del IVA (impuesto que paga el pueblo) para comprar dólares provocando más inflación, en lugar de eliminar el IVA en los productos de consumo popular.
Fracasada la “mano dura” directa con Lafsa, el gobierno se dio la política de aislar primero para golpear después. Es la que aplica a los hospitales Garrahan y Ramos Mejía: desató una asquerosa campaña de calumnias en las que llegan a culpar a los trabajadores de la salud por cada muerte por enfermedad que ocurre en esos hospitales. Y el Ministerio de Trabajo distribuye en la prensa planillas falsas de salarios de los hospitales.


Una pulseada dura
La pulseada salarial de los trabajadores del Garrahan y el Ramos Mejía se ha convertido en una batalla nacional, como fueron las de telefónicos, el subte y los docentes de Santa Fe y Salta.
Es una pulseada dura. De los gremios que trabajan en los hospitales, Andrés Rodríguez, de UPCN, pasó de ultramenemista a empleado kirchnerista, posando en las fotos de la nueva dirección del PJ de la Capital Federal. Genta y Datarmini de Sutecba, han sido denunciados por enviar provocadores y matones.
Por su parte, la dirección conciliadora de ATE no ha convocado a un paro general, y condiciona su apoyo a “no poner en riesgo su personería”, considerando “aceptable” la oferta a los trabajadores del Garrahan de $ 300, de los que solo $ 30 irían al básico. Pero el eje de la política salarial del gobierno es mantener básicos de pobreza, negociando sumas “no remunerativas” para dividir las luchas e impedir que los aumentos conquistados lleguen a todos los trabajadores del gremio y a los jubilados.
Los trabajadores se rebelan contra la política kirchnerista de salarios básicos de pobreza, con la mayor parte del sueldo en negro y la mitad de los trabajadores totalmente en negro. Y esa rebelión salarial también estalla en las provincias, con básicos de indigencia, para cumplir con la Ley de Responsabilidad Fiscal y los acuerdos con el FMI.
La pulseada es muy clara: el gobierno, las patronales y los jerarcas, trabajan unidos para mantener los salarios de indigencia o de pobreza que pudieron imponer durante la crisis económica, para obtener así superganancias; y la oleada de luchas salariales, por aumento de los planes sociales, las jubilaciones y las pensiones, expresa la decisión de las masas trabajadoras de pelear una tajada del crecimiento de la economía para mejorar sus condiciones de vida, de acuerdo a la canasta familiar que hoy supera los $ 1.700.


La oleada salarial
El “famoso” superávit presupuestario del gobierno, no es más que el resultado de la política de congelación de salarios y contratación en negro en la administración pública, y de un presupuesto que llevó al colapso a la salud y la educación. Por eso la lucha de enfermeros, médicos, docentes y estudiantes es expresión de la voluntad de la clase obrera y el pueblo de recuperar las conquistas perdidas durante la crisis económica (y más en general); perdidas por las políticas “neoliberales” o “neodesarrollistas” desde la dictadura a hoy.

Por eso, la lucha del Garrahan y el Ramos Mejía, se ha extendido al Gutiérrez, el Alvarez, junto a asambleas en varios hospitales. Y la lucha de los docentes y estudiantes, que conquistó el comedor en La Plata, el ingreso irrestricto en Comahue y en La Plata, se expresa ahora en la jornada de lucha convocada por la FUA y Conadu para el 27.
Es también expresión de esa voluntad, la unidad alcanzada por las organizaciones fundamentales del movimiento de desocupados en el plan de lucha que tuvo su segunda jornada con masivas movilizaciones y cortes de ruta el 19.


Lucha y recuperación sindical
Kirchner se presenta como un “renovador de la política”; pero a la hora de la verdad, se ha constituido en el principal garante de la supervivencia de cuanto jerarca sindical traidor hay en el movimiento obrero. Así se vio en las principales empresas de la alimentación, y ahora en los frigoríficos y seccionales ferroviarias: el gobierno salva a jerarcas como Daer, Peretti o Pedraza legalizando fraudes o proscribiendo listas opositoras. O promueve a Andrés Rodríguez y Santamaría como “dirigentes kirchneristas”.
Pero en esta oleada, las luchas salariales desbordan a los jerarcas traidores, y también pasan por encima de los conciliadores. Los trabajadores avanzan en la recuperación de sus cuerpos de delegados y comisiones internas, y se organizan en “autoconvocados” desde abajo.
Esta oleada de lucha, unidad y recuperación sindical, tiene un punto de encuentro en la convocatoria a un acto unitario el 1° de Mayo, Día Internacional de los Trabajadores, en Plaza de Mayo y en muchas otras plazas del país, en las que participarán las organizaciones obreras en lucha y recuperadas, junto a las de los desocupados y mayores. Son las que confluyeron en el Encuentro de Trabajadores el 2 de abril, y se movilizaron con marchas y paros solidarios (como el del subte).
Cuando la lucha obrera recupera la solidaridad de clase –ese principio proletario que al gobierno le parece “una joda”– se siente que las llamas de Ecuador están presentes en las brasas del Argentinazo. Hay una clase y un pueblo que busca cauces y va por más.

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