Julio López
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La construcción de la indiferencia
Por Candela - Wednesday, May. 11, 2005 at 11:21 PM
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La indiferencia humana hacia nuestros semejantes. Como la sociedad nos moldea para "acostumbrarnos" a no mirar, a no observar, a ni siquiera sentir el dolor ajeno. La indiferencia está realmente matando al hombre.

La construcción de la indiferencia

Caminando distraída, mirando rostros sin pensar demasiado en ellos. De pronto observé unos bultos oscuros envueltos en arapos. Los vi entre cartones, latas, botellas, también entre restos infames de lo que fue la comida.
Me detuve a observar, advertí que era la única en hacerlo. Mucha gente pasaba y a nadie parecía extrañar, incomodar, siquiera llamara la atención esa imagen de degradación.
Apresurados, simulaban no ver la verdad, no veían lo que estaba ahí clamando horror.
¿Cómo pasar inadvertidos frente al espectáculo de tan inhumana elocuencia?
¿Cómo no dar alguna muestra de conmoción o de espanto?
Los bultos se movieron. Eran hombres, mujeres, niños y perros. Ellos me miraron, ¿qué es lo que estaba mirando? Ellos no eran un espectáculo. No parecían acostumbrados a que la gente los observara. Sentí vergüenza........
El horror acecha a cada paso en la cuidad, donde miles de personas tienen como morada la calle, el piso desconfortable de veredas malolientes, cuerpos que están ahí como parte de un paisaje que al parecer no produce espanto, en los miles de caminantes que los rodean, que con frecuencia pasan por encima de ellos sin saber sin son cadáveres o son seres vivos.
Nunca dejé de preguntarme el porqué de cierta incapacidad de los "otros" de erizarme ante tal degradación.
La indiferencia, verdadera o fingida, es casi naturalizada. Multitudes de transeúntes pasan al lado de esos semejantes y "nada", como si no existieran. Al recelo de los comienzos sucedió el acostumbramiento, y con él, la indiferencia.
Una elemental reflexión sugiere que la sensibilidad es modelada y selectiva. Parece que algo nos empuja a enfocar la atención o desenfocarla selectivamente. De pronto descubrimos que no somos insensibles, que aún sentimos y nos conmovemos. Pero descubrimos también que hay imágenes que ya no nos conmueven y de pronto venimos a saber que somos indiferentes al horror humano. No desechamos la contemplación de horror, damos vuelta la cara al horror que nos acecha en la vereda, en la plaza hecha morada de decenas de personas.
Una sociedad concreta que nos moldea para la indiferencia, el distanciamiento, para no detenernos a pensar, a interrogarnos sobre el fundamento de ese horror.
No observar ese horror, percibirlo, no sentirlo en la propia carne es congruente con el no interrogarse sobre sus fundamentos. Es saber que hemos sido moldeados para dar nuestra humilde contribución al afianzamiento de un estado de cosas que algún día puede llevarnos a esa terrible situación de moradores sin morada, de objetos que están ahí, y no suscitan más que la indiferencia.
"La indiferencia es una construcción social, no un atributo inmanente a una supuesta condición humana".

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