Julio López
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Carta abierta a un joven compañero anticapitalista sobre anarquismo y comunismo...
Por MAR-Movimiento Anticapitalista Revolucionario - Tuesday, May. 17, 2005 at 12:49 AM
marxismo@marxismocontemporaneo.org

Anarquismo y comunismo, dictadura del proletariado, democracia burguesa y democracia proletaria; he aquí algunos de los interrogantes claves que justificadamente interesan a todo anticapitalista consciente. Recientemente, el reformismo dio su respuesta a ellos, viniendo a aconsejar, por boca del ideólogo estalinista Fernández Buey, a los jóvenes de hoy que quieren combatir el sistema, que se olvidaran de esas "viejas polémicas del pasado", "hoy ya superadas" entre anarquismo y comunismo. En este folleto, el Movimiento Anticapitalista Revolucionario (MAR) defiende todo lo contrario. Se sostiene que el conocimiento de la experiencia histórica de la lucha de clases y, en particular, para el caso, de los motivos reales que determinaron y determinan la separación entre el partido anarquista y el comunista, es absolutamente necesario, en nuestros días, para impulsar, en primer lugar, como se mere-ce, el combate unido del anticapitalismo -más allá de las diferencias ideológicas que puedan existir entre los anticapitalistas- por la destrucción del capitalismo y sus Estados. La ignorancia no favorece ni favorecerá jamás al anticapitalismo, sino que juega y jugará siempre en beneficio del mundo burgués y sus lacayos reformistas. La presente Carta abierta..., escrita por I. Rodas, proporciona a la vanguardia anticapitalista, de hoy y de mañana, armas eficaces para combatirla.

Apreciado compañero:

Antes que nada, te agradezco tus preguntas, puesto que considero de decisiva importancia para la suerte del movimiento revolucionario de mañana la clarificación, entre los anticapitalistas avanzados de nuestros días, de las cuestiones que planteas. Intentaré responder a ellas con la mayor concisión posible, pues, en realidad, pienso que si de algo pueden servir las líneas que siguen no es, desde luego, para dejar resueltos los temas cruciales que suscitas, sino para proporcionar elementos de reflexión y debate, prácticamente desconocidos, a jóvenes compañeros antisistema como tú, con vistas a animarles a que ellos mismos conozcan, de primera mano, la literatura revolucionaria histórica, y también contemporánea -que, asimismo, la hay-, que trata de las experiencias de lucha, a lo largo de su historia, de la clase explotada (algunas de las cuales citaremos aquí), conocimiento, de fondo, sin el cual no es posible, finalmente, sostener hasta las últimas consecuencias, revolucionarias, la lucha anticapitalista. 

Veamos lo primero que me preguntas... «¿Qué opinas tú -me dices-del anarquismo, tú que eres militante marxista?»

Desde luego, es muy difícil, por no decir, casi imposible, contestar a ello en unas pocas palabras. Pero lo que sí te diré, en primer lugar, es que es preciso constatar -me parece que estaremos de acuerdo en estoque, a día de la fecha, existe una grandísima ignorancia, en general, acerca del combate histórico librado por el proletariado, desde ya hace más de siglo y medio, por su propia revolución, destinada a enterrar, para siempre, al capitalismo, y, en particular, al respecto del tema que nos ocupa, sobre cuál fue el origen y ha sido el desarrollo históricos -en los hechos objetivos y no en la libre imaginación subjetiva de cada cual de la relación establecida entre anarquismo y comunismo.

No albergo la menor duda acerca de que la negligencia general que reina, para el caso en el anticapitalismo de hoy, hacia el conocimiento del pasado y la herencia de nuestro propio movimiento -el de la lucha secular de la clase explotada por su emancipación-, bien que, por parte de los compañeros anticapitalistas, obedece a su bisoñez y a su inevitable falta, todavía, de formación revolucionaria, es todo menos casual. Se integra plenamente, por el contrario, en la ideología que la clase dominante de la sociedad capitalista, la burguesía, impone al conjunto de los ciudadanos, en definitiva, en el modo de pensar (capitalista) imperante del que los explotadores se ayudan para tratar de despojar a los explotados de hoy de las lecciones revolucionarias inscritas, con sangre, a lo largo de la historia del capitalismo, por las anteriores generaciones proletarias. Déjame ponerte, apreciado compañero, un reciente ejemplo que muestra hasta qué punto esa ignorancia del pasado proletario y revolucionario es promovida interesadamente por los lacayos reformistas de izquierda de la burguesía... 

El 17.07.03 el conocido ideólogo del PCE estalinista Francisco Fernández Buey1 publicaba en Kaos en la Red -posteriormente, se publicaría en La Haine- un escrito, titulado «Sobre marxismo y anarquismo», en el que, formulando votos por un entendimiento actual entre ambos sobre la base de «ponerse de acuerdo sobre qué puede ser ahora una cultura alternativa», venía a responder, en el fondo, a las mismas cuestiones que tú planteas. Fernández Buey es un defensor público del «pensamiento crítico» antiglobalizador, un servidor consumado, en los hechos, tras su disfraz "marxista", del sometimiento de los explotados al Estado capitalista, en una palabra, un destacado criado reformista de izquierda del sistema.1 Pues bien, ¿cuál es el primer requisito, según este lugarteniente de izquierda del capitalismo, para «pensar en una política cultural alternativa»...? Ni más ni menos que darse cuenta de que ocuparse de «los motivos del desacuerdo que estuvieron en el origen del enfrentamiento histórico entre marxismo y anarquismo» «sólo tiene sentido desde el punto de vista historiográfico» -o lo que es lo mismo, para las tesis académicas-, en palabras claras, que no vale la pena que ningún activista social, que ningún anticapitalista "pierda el tiempo" conociendo esas razones, que, sin embargo -tal como demuestra palpablemente la situación del movimiento anticapitalista y las mis-mas preguntas por ti planteadas-, conservan, apreciado compañero, plena actualidad (si no fuera así, ¿por qué sigue existiendo esa separación entre anarquismo y comunismo...? ¿Y, por qué, cada vez más compañeros anticapitalistas jóvenes, como tú, indagan en ella...?).

Ni que decir tiene que la homilía reformista de Fernández Buey ("todos -anarquistas y "marxistas" (¡estalinistas!)-, asegura, hemos cometido "errores"; pero ahora se trata de perdonarlos y olvidarlos para unirnos en «grupos de afinidad» que promuevan la «pluralidad de ideas» «en lo social y en lo cultural», ¡esto es el respeto a la clase dominante, a la democracia capitalista, vale decir, el rechazo al anticapitalismo!) recibió los parabienes unánimes de las fuerzas vivas anarquistas y "marxistas" que dominan La Haine y, más en general, el medio antiglobalizador...

Pues bien, yo afirmo todo lo contrario de lo que dice ese servidor del capitalismo que es Fernández Buey, quien no tiene, por cierto, reparo, en su escrito -abusando del desconocimiento de tales hechos por la casi totalidad de los compañeros anticapitalistas de hoy- en justificar la represión sufrida, a manos de la República burguesa, por los obreros insurrectos de la Barcelona de 1937, sobre la base del pacto antifascista que efectivamente existía, por entonces, entre el PCE estalinista, a las órdenes de la policía política de Stalin, y no sólo la CNT, que participaba, junto con el estalinismo, destacadamente en el Gobierno presidido por el socialdemócrata Largo Caballero, sino incluso con los sectores más radicales del anarquismo, como Camillo Berneri, quien la víspera de su asesinato, a manos de los propios estalinistas, había homenajeado públicamente, a través de la Radio CNT-Barcelona, al dirigente estalinista italiano Antonio Gramsci, y se pronunciaba -en nombre de la «Unión antifascista», es decir de la unión de los proletarios con los republicanos burgueses, el estalinismo y la socialdemocracia, que los explotaban y asesinaban, por la espalda, en el frente y la retaguardia- contra las barricadas levantadas por los proletarios de Barcelona.2 Afirmo -contra ese interés de los reformistas en el perdón y el olvido del pasado- no sólo que los anticapitalistas de hoy tienen todo el derecho a conocer lo que sucedió antes de ellos, lo que hicieron sus hermanos, los proletarios revolucionarios de las precedentes generaciones, sino que, además, es precisamente en la comprensión de esos hechos, de ese pasado -de ahí que el reformismo quiera correr, a toda costa, un tupido velo sobre ellos-, donde se halla la clave con la que los anticapitalistas de nuestros días pueden entender quién es quién en el anticapitalismo y pseudoanticapitalismo actuales y, al hilo de ello, formarse como los revolucionarios conscientes de los que precisará la revolución proletaria de mañana. Para la cuestión, en concreto, que me preguntas, apreciado compañero -«¿Qué opinas tú del anarquismo, tú que eres militante marxista?»- debo decirte, pues, ante todo, que pienso que nada verdaderamente importante sucede, en la historia, por azar o por error. Tengo la certeza, por el contrario, de que toda realidad social es fruto (y, a la vez, desarrollo específicamente inédito) de la necesidad histórica y que, en ese mismo sentido, lo primero a entender, en mi opinión, sobre anarquismo y comunismo, es que si ambos partidos se separaron en el pasado y siguen irreductiblemente separados en el presente, ello ni se debió ni se debe a malentendido alguno, sino a razones históricas de peso que mantienen plenamente hoy, si cabe aún más reforzada, su vigencia; razones, en suma, hasta tal punto de actualidad, que empujan a los reformistas estalinistas, antiglobalizadores, a lo Fernández Buey, a dedicar, como hemos visto -con tal de tratar de ocultar esas razones a los anticapitalistas de nuestro tiempo-, buena parte de sus servicios al Estado capitalista, a predicar, el olvido de ellas. 

No hagamos caso, ni en esto ni en nada, a los señores reformistas y saquemos, pues, a la palestra, en contra de sus venenosos consejos, lo históricamente sucedido entre anarquismo y comunismo. Esto es lo primero que pienso -lo primero que puede pensar todo auténtico marxista-,apreciado compañero, sobre la cuestión que me planteas. Preguntémonos, pues, en común, ¿cuándo y por qué se separaron los caminos del comunismo y del anarquismo?... Y comprometámonos también, si te parece, a responder, también en común, a esta pregunta, sobre la base, única y exclusiva, de hechos objetivos, constatables y verificables fehacientemente, más allá de la opinión, del parecer subjetivo, de las interpretaciones que cada uno de nosotros, o quien sea, pueda tener sobre el asunto...

* * *

El primer hecho objetivo que creo que hay que tener en cuenta para comprender la base histórica de la separación entre anarquismo y comunismo es que cuando el proletariado se afirma, por primera vez en la historia, como la clase revolucionaria de la sociedad capitalista (en 1848, con el Manifiesto del Partido Comunista, redactado por Marx y Engels, y adoptado, como programa proletario para la revolución burguesa que estremeció Europa en 1848-49, por el primer partido comunista de la historia, la Liga de los Comunistas), por aquellas fechas no existe diferencia alguna entre comunismo y anarquismo por el simple y llano hecho de que el anarquismo no tiene aún, como tal, existencia en el movimiento revolucionario. Lo que quiero decir es que, por entonces, en aquella revolución, todo el movimiento avanzado, revolucionario, del proletariado se considera comunista y se reconoce en el objetivo de la revolución comunista, declarado, a voz en grito, por el Manifiesto del Partido Comunista, a saber, suprimir, «al mismo tiempo que esas relaciones de producción [capitalistas] las condiciones para la existencia del antagonismo de clase y de las clases en general»,3 hacer realidad, «derrocando, por la violencia, todo el orden social existente»,4 «una asociación en la que el libre desarrollo de cada cual será la condición del libre desarrollo de todos»,5 en una palabra, la sociedad sin clases. Esto es verdad hasta el punto de que la primera edición rusa del Manifiesto del Partido Comunista fue traducida por Bakunin -ya sabes, por el fundador histórico del anarquismo- a principios de la década de los años 1860, por un Bakunin que, hasta entonces, no tenía problema alguno en declararse, a los cuatro vientos, «fiel discípulo de Marx»...

 

Segundo hecho objetivo, de fácil comprobación, al igual que el anterior: cuando la I Internacional, la Primera Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT), fue fundada, en 1864, bajo la dirección de Marx y Engels, que redactaron su Manifiesto inaugural y sus Estatutos provisionales -esto sucedía década y media después del aplastamiento de la revolución burguesa anterior, y al calor del movimiento proletario que iba a culminar con la primera revolución de la clase explotada, la Comuna de París de 1871-aún el anarquismo seguía sin existir como tal. El que sería su primer jefe, Bakunin, formaba parte, todavía en 1867, de la dirección de la denominada Liga de la Paz y de la Libertad, la cual reunía, en Suiza -bajo objetivos pacifistas burgueses, como evidencia su nombre-, no sólo a republicanos burgueses y pequeñoburgueses, sino también a liberales partidarios de la reforma de las monarquías absolutas reinantes. Bakunin no abandonaría la Liga de la Paz y de la Libertad hasta 1868 -el primer partido obrero, que fue la I Internacional, ya llevaba, por entonces, cuatro largos años de recorrido, durante los cuales, trabajando en la orientación revolucionaria defendida por Marx y Engels, había sido capaz de hacer simultáneamente dos cosas fundamentales: organizar, como clase, al proletariado, independientemente de todas las fuerzas burguesas y pequeñoburguesas, por radicales que éstas fueran, y reunir, además, en esa organización común, sobre la base de la unidad de la lucha de la clase explotada contra el capitalismo y sus Estados, y más allá de las diferencias particulares de apreciación entre los explotados, a todas las corrientes proletarias; para la época, a todo el movimiento obrero.

Tercer hecho objetivo: cuando Bakunin, padre del anarquismo, rompe con la Liga (burguesa) de la Paz y la Libertad no lo hace sobre bases proletarias -anticapitalistas, diríamos hoy, es decir, sobre la base de la necesidad de destruir, de raíz, el capitalismo bajo cualquiera de sus variantes-, sino sobre la premisa pequeñoburguesa de la reivindicación de un mundo justo, basado, no en la abolición de la sociedad de clases, sino en «la igualación política, social y económica de las clases»... -suena al discurso demagógico democrático capitalista del Foro Social reformista de hoy ¿no es cierto?...-. La diferencia entre los dos objetivos; uno, proletario revolucionario -el de la abolición de las clases sociales-, y el otro, pequeñoburgués reformista -el de la igualdad entre las clases sociales, el cual implícita, necesariamente, que seguiría existiendo la sociedad de clases y deviene, asimismo, de forma inevitable, en una política reformista de perfeccionamiento democrático del capitalismo-, no escapó, en su momento, a la I Internacional, hasta el punto de que el Consejo General de ésta -en su respuesta del 9 de marzo de 1869, a la propuesta de integrarse, en ella, recibida por parte de la Alianza Internacional de la Democracia Socialista, constituida, por Bakunin, tras la derrota de sus tesis en el Congreso de la Liga de la Paz y la Libertad, reunido en Berna, en 1868-, declaró que «la igualación de las clases» «conduce a la armonía entre el capital y el trabajo, tan importunadamente predicada por los socialistas burgueses» y que «el gran objetivo de la Asociación Internacional de los Trabajadores no es la igualdad de las clases -contrasentido lógico de imposible realización- sino, por el contrario, la abolición de las clases, verdadero secreto del movimiento proletario».6 Sólo la posterior aceptación formal, por parte de la Alianza bakuninista, de la modificación de sus Estatutos en dicho sentido -do y de la disolución previa de sus secciones, para integrar a sus miembros, a título individual, en la Internacional, hizo que ésta, levantando el rechazo acordado en diciembre de 1868, admitiera a Bakunin y los suyos, finalmente, en las filas de la Asociación obrera que, recordémoslo, por entonces, seguía agrupando, en su seno, al conjunto de las fuerzas políticas proletarias...7

 

Cuarto hecho objetivo: cuando el anarquismo se afirma definitivamente como una corriente con una realidad histórica propia («Programa de la Fraternidad», adoptado, en secreto, en 1869, por la Alianza Internacional de la Democracia Socialista, para realizar su trabajo oculto de fracción dentro de la I Internacional) añade al ideal ya planteado -un mundo igualitario-, desarrollado explícitamente, en el citado programa, en el cuadro de la definición de la alianza bakuninista por una «revolución popular», esto es interclasista (vale decir, burguesa), la determinación de los medios que utilizará para luchar por él. Éstos, en el plano fundamental, son dos: oponerse a todo tipo de dictadura, incluso si es revolucionaria, y negarse, asimismo, a practicar todo tipo de unidad, o siquiera a tomar todo tipo de acuerdo con no importa qué otra fuerza política, incluso si esta última lucha por la destrucción del capitalismo. Así, el referido «Programa de la Fraternidad» -equivalente, para el anarquismo, pese a su amplísima ignorancia de él por parte de los anarquistas de nuestra época, a lo que es el Manifiesto del Partido Comunista para los comunista-, redactado personalmente por Bakunin, condena en taxativos términos, por cierto, nada "antiautoritarios" (bajo la amenaza de ser declarados públicamente «traidores» a esa misma y pequeñoburguesa «revolución popular» «por la igualdad» que se pretende), a todo aquel que concluya «alianzas», ni siquiera con «direcciones» «aunque tan sólo sea diferentes a la que le es impuesta [a la Alianza bakuninista] por su programa», a todo aquel que dé «la mano», «directamente» o indirectamente», aunque tan sólo sea «a los partidos revolucionarios»; a todo aquel, en suma, que «ose» defender «otro fin», «otra revolución» «diferente» a la citada «revolución popular», o aspire a seguir «otra dirección» «que no sea la suya [la de la Alianza, la del anarquismo]».8

 

Sobre la base de estos cuatro hechos objetivos, creo que podemos resumir fundadamente las diferencias esenciales que dieron origen al anarquismo, como fuerza separada del movimiento comunista en el que, hasta entonces, se reconocía unánimemente el partido proletario, en tres puntos:

  1. El objetivo del anarquismo es la igualdad; el del comunismo, la sociedad sin clases.

     

  2. El anarquismo está en contra de todo tipo de dictadura, incluso de la dictadura revolucionaria de los explotados sobre los explotadores; el comunismo, en cambio, reconoce a esta última -a la dictadura de la clase explotada sobre la clase explotador- como el único camino real para llegar a la sociedad sin clases.9

     

  3. El anarquismo no impulsa ni admite unidad alguna entre las diferentes fuerzas proletarias, mientras que la lucha por esta unidad es una característica congénita y permanente del comunismo.10

     

 

Ahora, la pregunta a hacernos conjuntamente es: estas diferencias, verdaderamente irreductibles, ya se ve, que hemos comprobado que die-ron origen a la separación entre anarquismo y comunismo, ¿siguen vigentes, o, por el contrario, hemos de dar la razón a Fernández Buey y demás compañía reformista cuando aseguran que «los motivos de fondo por los que chocaron Marx y Bakunin en la década de los setenta del siglo pasado11 hace mucho tiempo que quedaron superados»?12

Examinemos, para empezar, el primer punto de tales divergencias, esa aspiración natal del anarquismo a «la igualdad». ¿Sigue presente o no en las fuerzas anarquistas de hoy? No nos permitamos obtener una respuesta fácil, yendo, por ejemplo, a las más amplias organizaciones de masas del anarquismo, como son, en España, la CNT o, a un nivel más reducido, Cruz Negra Anarquista (CNA).13 En ellas, las cosas están más que claras. En su prensa, en sus escritos, en sus reuniones..., toda referencia explícita a la sociedad sin clases es fruto, o bien de un día de fiesta o de un exceso del orador. Lo suyo es otra cosa. Consiste en limitarse a criticar abiertamente la «desigualdad» del capitalismo y a quejarse de la falta de «democracia», a reivindicar la «igualdad» y la «libertad» del individuo, que no del conjunto de la clase trabajadora..., con apenas un matiz más radical que esas mismas reivindicaciones realizadas por los partidos oficiales de la izquierda capitalista, o por el Foro Social reformista dirigido por éstos. Busquemos, pues, la respuesta a nuestra pregunta en grupos anarquistas más interesantes, por ejemplo, en los que denominan «comunistas libertarios» y que, como su propio nombre indica, creen haber rescatado cosas positivas del comunismo. Cojo el primer ejemplo, a mano, del que dispongo, la Organización por el Comunismo Libertario (OCL). Su pequeñito programa titulado «¿Quiénes somos?»empieza afirmando:

La OCL somos una organización que luchamos por un mundo libre e igualitario, donde no exista la discriminación por cuestión de género, de raza, de opción sexual y el que no existan las clases sociales. 14

En buena lid, cabe preguntarse si la OCL, si el «comunismo libertario» luchan, de verdad, por una sociedad sin clases, ¿por qué siente, entonces, la necesidad de anteponer a ello la reivindicación de «un mundo libre e igualitario, donde no exista la discriminación [...]»?... ¿Es que, acaso, la sociedad sin clases no es ya, de por sí misma, ese nuevo mundo, basado en la liberación de sus cadenas de los explotados y oprimidos y, sobre esta base, de la totalidad de la humanidad?... La pregunta no parece ociosa porque, no en vano, la burguesía instauró su mundo, el capitalismo -¿por algo sería, ¿no?...-, bajo las consignas históricas de «Libertad, igualdad y fraternidad». ¿No debiera, acaso, el proletariado, hacer su revolución bajo sus propias banderas, cuanto más cuando esas engañosas «Libertad, igualdad y fraternidad» de las personas, del individuo, en realidad, del ciudadano (burgués), no encubren más (recordemos la «Declaración de los Derechos humanos», adoptada unánimemente por todas las potencias capitalistas, por la ONU) que la explotación y crímenes a los que se entrega la democracia burguesa contra la clase explotada?...

Una de dos: o estamos por la sociedad sin clases, por lo que Marx definió como el comunismo («¡De cada cual, según su capacidad: a cada cual, según sus necesidades!»)15 o estamos por un mundo «igualitario»,«justo», tal como reivindica, ayer y hoy, el anarquismo.16 Pero esa igualdad, esa justicia, ese derecho igual -al aplicar una medida iguala clases o individuos distintos y, por tanto, diferentes, desiguales-, no es más que el derecho burgués y supone la desigualdad real entre las cases y las personas. ¿Igualdad para todos?... ¿De qué le sirve la igualdad ante la ley al proletario cuando, ante un pleito, jamás podrá pagarse tan buen abogado como el burgués? ¿De qué le sirve, cuando aun y en el supuesto, verdaderamente impensable, de que pudiera pagárselo, o de que se lo pagaran, su cultura y, consiguientemente, su capacidad de hacerse entender en público, nunca podrá compararse, en general, con la del burgués? ¿De qué le sirven, en definitiva, sus derechos laborales cuando el patrón tiene, asimismo, el derecho a dejarle sin trabajo? ¿De qué le sirve la igualdad de derechos a la mujer trabajadora, cuando su situación material continúa siendo de dependencia del hombre, cuando la determinación social que esto comporta sigue haciendo recaer, sobre ella, incluso cuando trabaja asalariadamente, el grueso del peso de las labores domésticas y del cuidado de los hijos? Por lo demás, como también recordaba Marx, «unos individuos son superiores física o intelectualmente a otros y rinden, pues, en el mismo tiempo, más trabajo, o pueden trabajar más tiempo», «unos obreros están casados y otros no; unos tienen más hijos que otros, etc., etc.», de forma tal que,«para evitar todos estos inconvenientes, el derecho no tendría que ser igual, sino desigual».17

 

Ésta es la realidad: «la justicia», «la igualdad», «la libertad» han sido y son; sólo pueden ser, bandera de la burguesía, de la clase dominante de la sociedad capitalista, a la cual su privilegiada situación económica, labrada a costa del proletariado al que domina, le asegura que «un reparto justo de la riqueza» mantendrá ésta en sus manos, pues no cuestiona la explotación del trabajo asalariado mediante la que se procura sus beneficios; le asegura que un mundo «igualitario» seguirá siendo su mundo, el mundo capitalista, pues su dominio económico, social y cultural, que dicha igualdad no cuestiona, sobre la clase trabajadora, embrutecida por la explotación, así se lo garantiza; le asegura, en fin que «la libertad» será también, ante todo, su propia libertad para explotar ala clase oprimida. Esos ideales -«justicia», «igualdad», «libertad»- son, en suma, y sólo pueden ser, como ya hemos avanzado, los de la ideología democrática capitalista, que la burguesía utiliza hipócritamente, sin darles ya crédito en su propia práctica, para tratar de adormecer, por medio de su fracción reformista, la lucha de clase del proletariado; en definitiva, los ideales, utópicos y reaccionarios, en los que -de acuerdo con el individualismo en el que se desarrolla su vida de pequeño propietario- ha creído y cree, presa de su cretinismo reformista del sistema, la pequeña burguesía. No pueden constituir, en modo alguno, la bandera de la sociedad sin clases, del comunismo, por la simple razón, de que todos ellos definen un modo de producción, todavía socialmente de escasez -en realidad, el capitalismo en su primera etapa, donde florecía la pequeña propiedad, los pequeños propietarios-, en el que habría que velar por un reparto «justo» e «igualitario» de los productos, así como por «la libertad» (se supone, por tanto, que amenazada) de los individuos; en una palabra, esos ideales pertenecen, todavía, a la sociedad de clases. La sociedad sin clases, el comunismo, por el contrario, se basará-de la mano de un desarrollo de las fuerzas productivas sin precedentes, pero de cuya potencialidad ya da hoy a entrever la revolución productiva, en curso, del capitalismo-, en una abundancia y libre disposición tales de productos que harán inútil todo intento de acaparación de ellos, en una riqueza social, en todos los terrenos, de tal magnitud, que hará imposible toda explotación del hombre por el hombre, o lo que es lo mismo, la persistencia de las clases sociales y de toda la superestructura política de la sociedad de clases (los Estados, con su Justicia, su Ley y demás instituciones y fuerzas represivas...). En fin, en la sociedad sin clases, en el comunismo, no habrá «igualdad», esto es, derecho igual, por la sencilla razón de que, sobre la premisa económica de la abolición del trabajo asalariado y sobre la premisa política, derivada de la anterior, de la extinción del Estado -hecha realidad, asimismo, no de la noche a la mañana, sino al desaparecer, tras su definitiva derrota, política y militar, a escala de todo el planeta, el capitalismo y, con él, toda clase a reprimir-, «los hombres aprenderán a trabajar inmediatamente para la sociedad sin sujetarse a ninguna norma de derecho».18

 

¿Tiene actualidad, para la lucha anticapitalista de hoy -te preguntarás, compañero-, este punto sobre la í, que aquí ponemos, en cuanto a la filiación pequeñoburguesa de los ideales de «justicia», «igualdad» y «libertad», que ha levantado y levanta el anarquismo? Permite que te responda con un par de preguntas, para tu reflexión y la del resto de valiosos compañeros anticapitalistas que piensan como tú: ¿crees, creéis, que pueden considerarse como dos cosas separadas -independientes, una de otra-, el hecho de que quien defiende tales ideales de un mundo «justo», «igual» y «libre», o bien, al estilo del «comunismo libertario» (por ejemplo, la citada OCL...) integren declaradamente las filas del Foro Social reformista; o bien, al estilo de la CNT y del grueso del anarquismo, eludan el choque contra dicho foro y el reformismo, en general, dejándole hacer, mientras se niegan, en la teoría y en la práctica, en nombre del movimiento anarquista, a impulsar un verdadero movimiento anticapitalista capaz de unir a todos los antisistema? ¿No crees, no creéis que, ya sea desde dentro o desde fuera del foro reformista -tanto da, aquí, para el caso- esa reivindicación de un mundo «justo», «igual»y «libre» no puede desempeñar otro papel que el de cobertura de izquierda del mundo «más justo», «más igual» y «más libre», reivindicado abiertamente por todos los lacayos reformistas declarados del capitalismo?...

* * *

 

NOTAS

1 Si estás interesado en tener más elementos de juicio sobre el falso marxismo de este ideólogo estalinista, enemigo jurado de todo aquel que levante la bandera de la destrucción del Estado capitalista, te recomiendo la siguiente lectura, en la que se pone en la picota su rastrero reformismo, Ignacio Rodas: «La vigencia del Manifiesto a sus 150 años», en Karl Marx y Friedrich Engels, Manifiesto del Partido Comunista, Curso, Barcelona, 1998.

2 Más información sobre la insurrección obrera de mayo de 1937 en la Barcelona republicana y, en general, sobre el falso carácter revolucionario de la guerra civil de 1936-39 y del antifascismo, sobre cuya base se unieron, contra el proletariado, y por encima de sus propias disputas intestinas, todas las fuerzas radicales de la burguesía, en Los revolucionarios y la guerra de España, Curso, Barcelona, 2000.

3 Karl Marx y Friedrich Engels: Manifiesto del Partido Comunista..., p. 51.

4 Ib., 64.

5 Ib., p. 51.

6«El Consejo General al Comité Central de la Alianza Internacional de la Democracia Socialista», C. Marx, F. Engels: Obras escogidas, t. II, Progreso, URSS,

 

1974, p. 269.

7 Todo ese proceso de rechazo previo, admisión condicionada y, finalmente, expulsión, por fraccionalismo sectario y liquidacionismo pequeñoburgués, de la Alianza de Bakunin en la I Internacional, se halla recogido en la «Circular reservada del Consejo General de la Asociación Internacional de los Trabajadores» que, escrita por Marx y Engels y aprobada por la reunión del Consejo General de la AIT del 5 de marzo de 1872, fue difundida y, más tarde, publicada, en forma de folleto, por la misma Internacional, en Ginebra, ese mismo año de 1872, bajo el título Las pretendidas escisiones en la Internacional (ib., pp. 262-302). Sin conocer este documento, así como el conjunto de la lucha librada entre anarquismo y comunismo en el seno de la I Internacional, los anticapitalistas no podrán comprender las razones de fondo que motivaron la separación entre esos dos partidos y, por lo mismo -al como demuestra la falta absoluta de respuesta antisistema a la demagogia reformista de Fernández Buey- se hallarán indefensos ante las reaccionarias maniobras de reconciliación entre el anarquismo y el "comunismo" a las que se entrega, en interés propio y del orden capitalista mundial, el estalinismo.

8 Cf., sobre dicho primer programa anarquista y sus posteriores influencias, «El Partido de Marx, Engels y Lenin contra la "Fracción Abstencionista" de Amadeo Bordiga», Hilo Rojo núm. 13, julio-septiembre de 1996.

9 Por supuesto, hablo, aquí, y en el resto de la carta, del auténtico comunismo, pues los falsos marxistas, al estilo de los Fernández Buey, comparten plenamente con el anarquismo su oposición, "por principios", a toda dictadura -«incluso la del proletariado», no se cansan de decir-, ¡por el simple motivo de que, como buenos reformistas que son, defienden la democracia capitalista y ocultan la verdadera naturaleza de ésta: dictadura del capital!

Para comprobar que esto es así, que la lucha del comunismo por la unidad del proletariado no obedece a táctica alguna, sino que se trata de la línea estratégica y permanente, de fondo, de su acción histórica, basta con leer el inicio del capítulo II («Proletarios y comunistas») del Manifiesto del Partido Comunista. Dice así:

«¿Cuál es la posición de los comunistas con respecto a los proletarios en su conjunto?

»Los comunistas no forman un partido aparte, opuesto a los otros partidos obreros.

»No tienen intereses que los separen del conjunto del proletariado.

»No proclaman principios especiales [en la edición inglesa de 1888, aquí se lee «principios sectarios»] a los que quisieran amoldar el movimiento proletario.

»Los comunistas sólo se distinguen de los demás partidos proletarios en que, por una parte, en las diferentes luchas nacionales de los proletarios, destacan y hacen valer los intereses comunes a todo el proletariado, independientemente de la nacionalidad; y, por otra parte, en que, en las diferentes fases de desarrollo por las que pasa la lucha entre el proletariado y la burguesía, siempre representan los intereses del movimiento en su conjunto.

»Prácticamente, los comunistas son, pues, el sector más resuelto de los partidos obreros de todos los países, el sector que siempre impulsa adelante a los demás [en la edición inglesa de 1888, aquí se lee «el sector más avanzado»]; teóricamente, tienen, sobre el resto del proletariado, la ventaja de su clara visión de las condiciones, de la marcha y de los resultados generales del movimiento proletario» (Karl Marx y Friedrich Engels: Manifiesto del Partido Comunista..., p. 42).

Es suficiente -¿no te parece así, apreciado compañero?- comparar esta apuesta incondicional por la unidad del proletariado, realizada por el comunismo, con el sectario programa de Bakunin para empezar a comprender las razones de peso -impulsar en común, o negarse a hacerlo, el movimiento real del proletariado? que, más allá de cualquier discrepancia ideológica, separaron y separan al anarquismo del comunismo.

11 Nuestro respetado señor "marxista", sí que pertenece a un movimiento tan históricamente caduco, que ni siquiera ya sabe en qué siglo se halla...

12 Francisco Fernández Buey: «Sobre marxismo y anarquismo», Kaos en la Red, 17.07.03.

13 Otra lectura interesante que recomiendo vivamente a los anticapitalistas, el folleto del MAR A propósito de Cruz Negra Anarquista y su movimiento por presos… El reformismo no es sólo lo que reluce (http://groups.msn.com//Anticapitalistasrevolucionarios.com. Puede solicitarse un ejemplar impreso en maranticapital@hotmail.com)

14 Vendaval, núm. 3, noviembre-diciembre 2003, p. 2.

15 C. Marx: Glosas marginales al programa del Partido Obrero Alemán (Crítica del Programa de Gotha), C. Marx, F. Engels: Obras escogidas, t. III, Progreso, URSS, 1974, p. 15.

16 «Vivimos en un mundo donde la injusticia, la desigualdad y la miseria están en el orden del día. [...]

Los y las comunistas anarquistas nos encontramos entre quienes defendemos que la transformación total de las estructuras políticas, sociales y económicas es necesaria para garantizar la igualdad entre las personas» (Carlus Jové: «El mundo que queremos», Vendaval, núm. 2, verano 2003, pp., 4-5.

17 C. Marx: Glosas marginales al programa del Partido Obrero Alemán (Crítica del Programa de Gotha), C. Marx, F. Engels: Obras escogidas, t. III..., p. 15.

18 V. I. Lenin: El Estado y la revolución. La doctrina marxista del Estado y las tareas del proletariado en la revolución, Miguel Castellote, Madrid, 1976, p. 82.

 

 

 

 

 

 

 

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Carta abierta a un joven compañero anticapitalista... -3ª y última parte-
Por MAR-Movimiento Anticapitalista Revolucionario - Tuesday, May. 17, 2005 at 12:57 AM
marxismo@marxismocontemporaneo.org

* * *

Hemos visto, hasta ahora, dos de las diferencias fundamentales que han separado y separan al partido anarquista (esto es, al anarquismo organizado, cualitativamente diferente, claro está -dejémoslo sentado explícitamente, a fin de evitar confusiones-, de los compañeros anticapitalistas, esto es, con una práctica anticapitalista, de ideas anarquistas) del comunismo. Recordémoslas sumariamente: 1) el anarquismo ha luchado y lucha por el utópico y pequeñoburgués ideal de la igualdad; el comunismo, por la sociedad sin clases, 2) el anarquismo está en contra, por principio, de todo tipo de dictadura, incluso si es de los explotados sobre los explotadores; el comunismo, por el contrario, defiende, como tránsito imprescindible hacia la instauración de esa sociedad sin clases, la dictadura del proletariado, en tanto que único medio real de cumplir la que considera como primera tarea de toda auténtica revolución anticapitalista, a saber: destruir política y militarmente, hasta borrarlos del mapa, a todos y cada uno de los Estados capitalistas del planeta. Vamos a ocuparnos, ahora, de la tercera diferencia fundamental entre ambos partidos. Más arriba, la hemos definido ya en los siguientes términos: «El anarquismo no impulsa ni admite unidad alguna entre las diferentes fuerzas proletarias, mientras que la lucha por esta unidad es una característica congénita y permanente del comunismo».

Empecemos por certificar esto último, que la lucha por la unidad del conjunto del proletariado -esto es, por su combate unido, en defensa de los intereses de la clase explotada, más allá de las diferencias que, en un momento dado, puedan existir en las filas de ésta-, es, tal como hemos escrito, «una característica congénita y permanente del comunismo»...

La primera prueba fehaciente de ello la hemos aportado ya, al citar ese pasaje del Manifiesto del Partido Comunista donde se afirma que los comunistas «no forman un partido aparte, opuesto a los otros partidos obreros», «no tienen intereses que los separen del conjunto del proletariado» y «no proclaman principios especiales [sectarios] a los que quisieran amoldar el movimiento proletario». No se conoce, no existe -parece pertinente añadir- declaración alguna, en ese mismo sentido -reconocimiento de que existe un movimiento proletario más amplio que el propio partido-, por parte de no importa qué fuerza anarquista.

La segunda prueba histórica, asimismo concluyente, de que la lucha por la unidad anticapitalista del proletariado se halla inscrita en el código genético del comunismo, ha sido, asimismo, ya puesta en evidencia en este texto. La primera Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT) vista por la historia se hizo realidad, aglutinando, en una lucha unitaria contra el capitalismo y sus Estados, a la totalidad de las fuerzas proletarias de la época -¿puede defenderse seriamente que ello fuera fruto de la casualidad?...- bajo la dirección de los fundadores del Partido Comunista, Marx y Engels.

La tercera prueba histórica de que decir «comunismo» es decir «unidad de la clase proletaria» nos la proporciona, de forma imborrable, la Comuna de París de 1871. No sólo porque su insurrección proletaria revolucionaria fue sostenida incondicionalmente, mientras duró, con todos los medios a su alcance, por la I Internacional de Marx y Engels, sino también y, sobre todo, porque esta última -a través precisamente del Manifiesto del Consejo General de la Asociación Internacional de los Trabajadores, La guerra civil en Francia, redactado por Marx en abril mayo de 1871-, hizo suya la principal lección histórica de la Comuna, a saber, que «la clase obrera no puede limitarse simplemente a tomar posesión de la máquina del Estado [capitalista]», que no puede «servirse de ella para sus propios fines», 25 sino que, para llevar adelante su revolución, precisa, de todas formas, destruir, por completo, el Estado burgués, incluso si éste reviste la forma de una democrática república parlamentaria, y que, para llevar a cabo su tarea, no hay otro camino que la instauración, en la vía que conduce hacia la sociedad sin clases, de la propia dictadura revolucionaria del conjunto de los explotados -organizados, entre sí, democráticamente, esto es, por medio de la democracia proletaria que hace posible el ejercicio efectivo del poder por parte de las masas explotadas- sobre los explotadores.

La cuarta prueba histórica de esta esencia de lucha unida del proletariado para liberarse de sus cadenas de explotación que subyace, de arriba abajo, a la acción comunista fue aportada por la revolución rusa de 1917. No en vano, como es sabido, el partido defensor de la consigna «¡Todo el poder a los soviets!» -es decir, a esos organismos en los que se hallaban representados los obreros, campesinos y soldados rusos revolucionarios, de toda condición, y, a la vez, excluidos los explotadores y contrarrevolucionarios- fue el Partido bolchevique de Lenin, hasta el punto de que el primer Gobierno soviético, formado en noviembre de 1917, sobre la base de la insurrección revolucionaria que derrocó al Gobierno democrático capitalista, es un Gobierno integrado conjuntamente, a propuesta de Lenin, no sólo por los bolcheviques, sino por el partido anarquista ruso -denominado socialistas revolucionarios, o eseristas, de izquierda-, ampliamente preponderante, por entonces, entre los campesinos.

A estas pruebas históricas fundamentales podemos y debemos añadir otra, contemporánea, pero no menos significativa: la lucha actual que, públicamente -desafiando la ira y los ataques, de todo tipo, lanzados por el reformismo, anarquismo organizado incluido-, sostenemos los marxistas de hoy por la unidad, sin condiciones previas, del movimiento anticapitalista; lucha de la que da prueba fehaciente, no sólo el libro El movimiento anticapitalista y el Estado, en el que, además de trazarse el balance comunista del movimiento se da libre expresión y se defiende, frente al sistema, al resto del anticapitalismo, empezando, de forma destacada, por el tan vilipendiado públicamente y proscrito Black Bloc, 26 sino también el combate librado, desde su misma constitución, hace ahora dos años, del MAR -como movimiento anticapitalista revolucionario, no sometido a ningún programa ni partido comunistas, del que han formado, forman y formarán parte cuantos anticapitalistas de vanguardia no comunistas han estado, están y estén verdaderamente dispuestos a contraer un compromiso exigente de militancia para con el anticapitalismo-, lucha que ha sido y es presidida, como es conocido por todos y se ha materializado recientemente en la puesta en marcha con otros compañeros anticapitalistas de la Voz anticapitalista, por el impulso, en todo momento, de la constitución de la propia organización anticapitalista, independiente, tanto de todas las instituciones del Estado burgués como de no importa, en general, qué partido o fuerza política.

Pasemos revista, ahora, a la praxis del partido anarquista en cuanto a esta cuestión fundamental: la impulsión incondicional, o no, en todo momento, de la unidad de lucha de los explotados contra el capitalismo...Hemos podido comprobar (recuérdese lo escrito, por Bakunin, en el «Programa de la Fraternidad») que, ya natalmente, desde la misma formación del bakuninismo, antecesor del actual anarquismo, éste se pronunció, bajo pena de expulsión de sus filas, contra la unidad, contra «alianzas» -incluso con «los partidos revolucionarios»-, contra acuerdos, en definitiva, sean del tipo que sean, con todo aquel que osara defender «otro fin», «otra revolución» «diferente» a la «revolución popular» defendida por el anarquismo, con no importa quien aspirara a seguir «otra dirección» «que no sea la suya [la del anarquismo]». La historia posterior, así como nuestra contemporaneidad, aportan pruebas fundamentales para certificar que esto que, en su día, escribiera el fundador del anarquismo, Bakunin, lejos de ser ningún desvarío, obedece a una determinación esencial del partido anarquista, consistente en oponerse, por todos los medios a su alcance, a la unidad, en lucha, de los explotados.

Así, la primera gran prueba histórica del sectarismo y divisionismo, congénitos, para con el movimiento proletario, de los que es portador el partido anarquista, nos la proporcionó esa infiltración sectaria de Bakunin y los suyos en la I Internacional, cuyo resultado fue la ruptura de la unidad de todas las fuerzas clasistas que, bajo la dirección política del comunismo, se había mantenido, hasta entonces, en esa primera Asociación Internacional de los Trabajadores. La, anteriormente citada, Circular reservada del Consejo General de la Internacional, en la que éste daba cuenta, a todas las secciones del partido obrero, de esas maniobras de la Alianza bakuninista, que, entre otras cosas, habían saboteado, mediante la siembra del caos y la desorganización en las filas de los explotados, la insurrección revolucionaria del 30 de abril de 1871, en Lyon, con la que los obreros de la segunda ciudad de Francia trataron de unirse a la Comuna de París, 27 acaba con una líneas que no pueden por menos que evocarnos, a nosotros, los anticapitalistas de hoy, el vivo retrato del caos y la desorganización endémicos promovidos por el anarquismo en el actual anticapitalismo:

La anarquía: he aquí el gran caballo de batalla de su maestro Bakunin, que, de los sistemas socialistas, no ha tomado más que las etiquetas. Todos los socialistas entienden por anarquía lo siguiente: una vez conseguido el objetivo de la clase obrera -la abolición de las clases-, el poder del Estado, que sirve para mantener a la gran mayoría productora bajo el yugo de una minoría explotadora poco numerosa, desaparece y las funciones de gobierno se transforman en simples funciones administrativas. La Alianza [bakuninista] toma el rábano por las hojas. Proclama que la anarquía en las filas proletarias es el medio más infalible para romper la potente concentración de fuerzas sociales y políticas que los explotadores tienen en sus manos. Con este pretexto, pide a la Internacional, en el momento en que el viejo mundo trata de aplastarla, que sustituya su organización por la anarquía. La policía internacional no pide otra cosa para eternizar la república de Thiers, cubriéndola con el manto imperial.28

Con la mano en el corazón, ¿no creen, acaso, los propios compañeros anticapitalistas que hoy simpatizan con el anarquismo que éste sigue procediendo, en la actualidad, de igual manera que antes, no advierten que cuando precisamente el capitalismo trata de hacer desaparecer definitivamente al anticapitalismo, el anarquismo de nuestros días no hace más que colaborar objetivamente a ese propósito con la confusión y la división, con el caos y la desorganización («descentralización», «acción local», «movilización difusa»..., así llaman al aislamiento, frente al Estado capitalista, de cada colectivo anticapitalista, recluido en su propio rincón...) a los que arrastra a todo antisistema que le da crédito?...

La segunda gran prueba histórica de la oposición, devenida ya, para entonces, irreductible, que existe entre el anarquismo y la lucha unida de la clase explotada la proporcionó la revolución soviética rusa de 1917. Justamente cuando los Soviets, en los que el partido anarquista conservaba una importantísima representación, acababan de hacerse con el poder y luchaban por extender, sobre la base de la destrucción del Estado capitalista, su dictadura revolucionaria a toda Rusia; en esos instantes, cruciales para la revolución, en las que las tropas imperialistas del Ejercito alemán avanzaban, sin encontrar resistencia, hacia Petrogrado y amenazaban con aplastar militarmente la revolución proletaria, ¿qué hizo el partido anarquista con la excusa de la tregua forzada (Tratado de Paz de Brest-Litovsk) que la revolución se vio obligada a establecer, para ganar tiempo, en espera del estallido de la revolución proletaria internacional, con el enemigo, con el imperialismo alemán? Romper la coalición de Gobierno soviético y alzarse contra la decisión adoptada por el IV Congreso de los Soviets obreros, campesinos y soldados de toda Rusia -pese a la extrema democracia proletaria con que se había regido éste-29, pasando al terrorismo y a la lucha armada, contrarrevolucionarios, contra el régimen soviético, que culminaría, primero, en los atentados, del 30 de agosto de 1918, contra Lenin y otros dirigentes bolcheviques, y, más tarde, en los levantamientos, contra el poder de los Soviets -auspiciados y jaleados por toda la reacción mundial, desde los ejércitos blancos de los generales zaristas hasta las grandes potencias imperialistas- del líder campesino Majno, en Ucrania(1920-1921), y de los anarquistas de Kronstadt (1921). Si verdaderamente, tal como intentará justificarse más tarde, estas insurrecciones anarquistas no estaban dirigidas contra la unidad revolucionaria del proletariado, expresada en los soviets, sino únicamente contra el partido bolchevique, ¿por qué jamás ninguna de ellas inscribió en su bandera la lucha por un nuevo Congreso de los soviets obreros y campesinos de toda Rusia-..., ¿por qué, por el contrario, el primer acto efectivo del levantamiento anarquista de Kronstadt, en lugar de proclamar, con el ejemplo de los hechos, la defensa de esa democracia proletaria de los soviets, fue el encarcelamiento de los delegados bolcheviques del soviet local que habían sido elegidos por la propia población trabajadora de Kronstadt-...

La tercera gran prueba histórica de la determinación esencial del anarquismo contra la unidad del proletariado en lucha nos la proporciona la guerra civil española. A este respecto, en su artículo titulado «¿Qué es el comunismo libertario?», la citada OCL -sin duda alguna, la fracción que mejor habla de los soviets de entre todas las fracciones anarquistas, no en vano se define por el «comunismo libertario»- afirma que «lo que en Rusia se llamaron Soviets», en España, lo «representaron los sindicatos de la CNT y UGT».30 Esto supone una grosera falsificación, por partida doble, de lo que es la democracia proletaria que subyace a todo poder revolucionario de la clase explotada...

Es una falsificación, en primer lugar, por la evidente razón de que CNT y UGT eran y son precisamente eso, sindicatos -es decir, organizaciones susceptibles de agrupar, en el mejor de los casos, al conjunto de los proletarios que están vendiendo efectivamente, en un momento dado, su fuerza de trabajo (en realidad, los sindicatos sólo puede agrupar a los que la venden con continuidad y no, por ejemplo, a los precarios), y no al conjunto de la población proletaria, esto es, no sólo a la aristocracia proletaria que trabaja con contrato fijo y ciertas condiciones adquiridas (bajo la amenaza inmediata del despido, prácticamente sin indemnización -caso de todos los asalariados eventuales o precarios- no puede ni pensarse en una lucha sindical, ni siquiera en la afiliación al sindicato), sino también a los que no hallan trabajo o, por diversas razones, no lo buscan (gran parte de las mujeres proletarias, reducidas al desempeño de las tareas de mantenimiento cotidiano de la familia, los hijos de proletarios que estudian, los proletarios ya jubilados o impedidos para la producción, los desmoralizados y lanzados al arroyo...)-. Los sindicatos, pues, agrupan y sólo pueden agrupar tan sólo a una parte del proletariado (la masa de proletarios parados, sin ir más lejos, ha quedado siempre fuera de ellos...) que, además, desde siempre (recuérdese cómo la base social de la influencia del reformismo en el proletariado fueron históricamente y aún lo son los grandes sindicatos, como las Trade Unions inglesas o los sindicatos de la socialdemocracia alemana...), ha supuesto y supone -hoy en día, los trabajadores de los sindicatos o sindicables no son otros que los que restan de la vieja clase obrera, esto es, de los trabajadores fabriles que mantienen su empleo y ciertas condiciones de trabajo a las que ya no pueden acceder los jóvenes proletarios de la actualidad- la parte más conservadora de la clase explotada. En una palabra, los sindicatos no pueden constituir, en momento alguno, el órgano de poder revolucionario del conjunto del proletariado por la sencilla razón de que no son, a diferencia de los soviets, una expresión de éste en su totalidad; no son ni pueden ser, a diferencia de los soviets, la expresión general de la democracia proletaria.

Ahora bien, el fraude que representa presentar a los sindicatos como soviets se torna en abyecto crimen contra la clase explotada cuando resulta que esos sindicatos, puestos como ejemplo de la democracia proletaria soviética, son, ni más ni menos, que la UGT y la CNT, durante la guerra de España, esto es, aquellas organizaciones que, desde el mismísimo Gobierno de la república capitalista -la UGT manteniéndose en permanencia en éste, primero bajo la dirección del PSOE, acto seguido bajo la del PCE estalinista; la CNT gobernando durante el periodo de mayor resistencia proletaria, hasta cumplir, hasta las últimas consecuencias, con su criminal cometido de colaborar decisivamente en el aplastamiento definitivo de ésta a cargo del antifascismo, o lo que es lo mismo, en la defensa (conjunta con la burguesía republicana, la socialdemocracia, el estalinismo y el trotsquismo) de la democracia capitalista- condujeron al proletariado español al matadero del enfrentamiento reaccionario entre explotados que supuso tal guerra, a modo de prólogo, de la gran masacre imperialista mundial de 1939-45. 31

La cuarta gran prueba histórica del anclaje irreversible del anarquismo en el campo de la clase dominante nos la proporciona otro acontecimiento de esencial importancia, la Segunda Guerra Mundial imperialista, que, mediante la polarización reaccionaria de los proletarios entre, de un lado, el bloque democrático burgués-estalinista y, del otro, el bando fascista, hizo posible, sobre la base de cincuenta millones de cadáveres de trabajadores, el nuevo periodo de desarrollo explotador del capitalismo que le ha permitido alcanzar nuestros días. Si ya, con motivo del desencadenamiento, en 1914, de la Primera Guerra Mundial, una importantísima fracción del anarquismo -encabezada, por aquellas fechas, por el líder, por entonces, sin duda, más influyente de éste, el príncipe ruso Kropotkin- pasó, junto con la socialdemocracia (II Internacional) a la barricada capitalista, al pronunciarse a favor de las democracias burguesas aliadas y en contra de los Imperios centrales, en lugar de llamar, como hicieron todas las corrientes revolucionarias de entonces, a la lucha contra la guerra imperialista en su totalidad, empezando por organizar el derrotismo revolucionario contra la "propia" burguesía y el "propio" Estado capitalista, fuera éste democrático o no; durante la Segunda Guerra Mundial, siguiendo esa misma pauta y la del antecedente inmediato del apoyo al Frente Popular antifascista dirigido por el estalinismo, desplegado por la CNT-FAI en España, ni una sola de las organizaciones anarquistas existentes -¡ni una!- levantará su voz contra el engaño del antifascismo, sino que, por el contrario (la CNT-FAI incluida), abonarán, en España, mediante los maquis, y, a escala internacional, apoyando las resistencias militares democrático-burguesas a los fascismos alemán e italiano, cuando no abocando a los anarquistas a integrarse en ellas, la causa reaccionaria de las potencias democrático-capitalistas aliadas. ¡A esto condujo, en fin, al anarquismo, su indiferentismo "apolítico" y su sectarismo congénitos, a su sometimiento servil -en los hechos, bajo la dirección política de la URSS capitalista y reaccionaria de Stalin- a los intereses explotadores de las democracias capitalistas de turno!

 

La última demostración palpable de que aportar, por un lado, a la lucha por la unidad de la clase explotada en su combate contra el capitalismo y sus Estados, y desarrollar, por otro, la militancia anarquista organizada, son dos cosas absolutamente incompatibles, nos la proporciona, en nuestros días, la campaña sistemática del partido anarquista en España, a modo de ejemplo, de la CNT y del resto de fuerzas anarquistas conocidas, como la Cruz Negra Anarquista (CNA)- por la libertad de los presos anarquistas, que no anticapitalistas, tal como corrobora plenamente, sin necesidad de profundizar aquí más sobre ello,32 la realidad incontrovertible de que ninguna de las organizaciones ni de los colectivos ácratas -¡ni uno solo de entre ellos!- esté dispuesto o siquiera contemple la posibilidad de poner en pie una Plataforma Anticapitalista para defender de la represión a todos los anticapitalistas, sin distinción de ideologías.

* * *

Apreciado compañero:

Los presentes apuntes sobre anarquismo y comunismo -destinados, repitámoslo, una vez más, a propiciar la apertura, que no el cierre, de un debate y una reflexión anticapitalistas sobre la cuestión- llegan a término. Con toda sinceridad, creo que fundamentan las siguientes conclusiones:

1) Los objetivos -«la libertad», «la justicia», «la igualdad»- que subyacen a la reivindicación, por el anarquismo, de «un mundo nuevo», incluso cuando éste es explicitado como «una sociedad sin clases ni Estados», no han sido, ni son, ni pueden ser, aspiraciones del proletariado, sino que constituyen, por el contrario, históricamente, la bandera bajo la que el capitalismo -pasando por la revolución burguesa- ha construido su mundo explotador y, más en concreto, hoy en día, la bandera de la cretina protesta ciudadana pequeñoburguesa, que aún se aferra tratando, en vano, de que la rueda de la historia dé marcha atrás- a la preservación utópica y reaccionaria de una pretendida y caduca identidad individual (en realidad, afirmación distintiva reaccionaria de la no pertenencia del pequeñoburgués a la clase explotada), en el cuadro de su movilización por una sociedad capitalista «libre», «justa» e «igualitaria». En la auténtica sociedad sin clases -que verá la luz sobre la base previa, por este orden, primero, de la destrucción de todos los Estados capitalistas del planeta, a manos necesariamente de la dictadura revolucionaria de la clase explotada contra la clase explotadora, y, segundo, de un desarrollo sin precedentes de las fuerzas productivas hasta alcanzar, en todos los terrenos, una sociedad de abundancia que hará imposible, en adelante, toda explotación asalariada, o de cualquier otro tipo-, «la libertad» individual, por la que suspira el anarquismo, habrá dejado paso a la conciencia colectiva, en acción, de la necesidad del conjunto de la sociedad, mientras que «la justicia», a la que aspira, habrá, sencillamente, desaparecido del mapa de la mano de la extinción del último vestigio del Estado, y, por su parte, la idea del «mundo igualitario», que el anarquismo enarbola como fin, quedará para los estudios filosóficos de un mundo desigual, pero ya sin clases -la comunidad humana mundial de mañana- en el que cada uno, diferente al otro, recibirá según sus necesidades, diferentes a las de los demás y aportará según sus capacidades, asimismo, distintas y específicamente únicas.

2) En conformidad con esos objetivos pequeñoburgueses, que conforman inevitablemente todo programa anarquista, la praxis (unidad de teoría y práctica) histórica del anarquismo, ha conducido a éste -a través de su oposición congénita a la unidad en lucha de la clase explotada- a dar pasos tales como levantarse, en armas, contra los soviets proletarios ( revolución rusa); defender, desde el Gobierno, al Estado capitalista (guerra civil española) o participar en la movilización reaccionaria del proletariado a favor de las guerras imperialistas (primera y segunda guerras mundiales). La ausencia, en el seno del anarquismo, con motivo de esos crímenes perpetrados, en su nombre, contra la clase explotada, de una ruptura proletaria, revolucionaria, que ajustara cuentas a sus responsables corrobora definitivamente la total integración de éste en el flanco de extrema de izquierda del Estado capitalista, en tanto que última barricada de defensa, frente al asalto revolucionario de las masas proletarias, de la democracia burguesa, a la que sostiene críticamente con su "apoliticismo" y demagogia antiparlamentaria.

En suma, un partido (el anarquismo organizado) que no sólo alza unos lemas ajenos a la clase explotada y se opone sistemáticamente, por todos los medios a su alcance, a la unidad de la lucha de ésta, por encima de sus diferencias internas, contra la clase explotadora, sino que, a lo largo de la historia, ha encontrado fuerzas, dentro de sí, para levantarse en armas contra los soviets proletarios, pero no contra la república burguesa, ya no puede ser considerado como perteneciente al campo de los oprimidos.

Entiendo perfectamente, sin embargo, compañero, que el anticapitalismo de hoy, considerado en su conjunto, piense o, mejor dicho, sienta en clave anarquista. No puede ser de otro modo. En el mundo real, lo nuevo jamás nace inmaculado y no ha sucedido ni podía suceder de otra manera con el anticapitalismo de nuestros días. Su emergencia ha supuesto el primer aviso, a la luz, del futuro movimiento revolucionario que mañana sepultará, para siempre, a la sociedad capitalista. Pero la situación, en los países capitalistas desarrollados de nuestros días, aún dista de ser revolucionaria. La precariedad y el paro, la falta de una perspectiva de inserción social son ya -es cierto- realidades que sufre la joven generación de hoy de la clase explotada, y tales realidades han dado como fruto el anticapitalismo. Pero, mientras se prolongue la actual situación -mientras, al menos, no se desencadene la crisis económica catastrófica que, en cualquier caso, ya se anuncia en el horizonte- aún el descontento creado, entre los jóvenes proletarios, por esa precariedad, por ese paro, por esa alienación…, puede y podrá ser, si no mitigado, sí, como mínimo, disuelto en el conservadurismo general característico de un paisaje social, como el que todavía (¿mas por cuánto tiempo?…) se tiene en pie, gracias a las concesiones de las que aún gozan -bien que cada vez más en cuestión- tanto la pequeña burguesía como la capa superior del proletariado, la aristocracia trabajadora, hoy constituida, en las grandes potencias imperialistas, por el sector de asalariados que aún mantiene, con continuidad y cierta capacidad adquisitiva, el empleo. En tales coordenadas, es inevitable que el nuevo movimiento proletario, el anticapitalismo, adopte como modo de expresión la ideología más radical de la burguesía, el anarquismo; adopte, como espíritu, la rebeldía pequeñoburguesa, el individualismo. Únicamente la dureza del devenir social por el que, con todo, nos adentramos, forjará otro tipo de anticapitalistas, bien diferente al actual. Producirá anticapitalistas no tan sólo deseosos de organizarse fuera del reformismo, sino de enfrentar la salida a escena de ese nuevo anticapitalismo -despojado ya de la vieja ideología, esto es, de la influencia del anarquismo, rojo y cien por cien amante de la organización y provisto de una vanguardia absolutamente entregada a la militancia revolucionaria- es, tenlo por seguro, apreciado compañero, sólo cuestión de tiempo. El propio capitalismo obliga, con su bárbaro desarrollo, a ello.

«Llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones», afirmó, en su día, el líder anarquista Buenaventura Durruti. No hay por qué dudar de la sinceridad de sus palabras. Pero su muerte, en el frente republicano burgués de Madrid, a las órdenes de los comisarios políticos de Stalin, esto es, en la práctica, en defensa del viejo mundo capitalista, ejemplifica, mejor que cualquier otra cosa que aquí podamos añadir, que la revolución no se hace, no puede vencer sobre la base de sentimientos, sino que exige, para derrotar a su fenomenal enemigo, de una vanguardia proletaria armada con la ciencia revolucionaria, libre de los prejuicios de su tiempo. Así se formará, así se forma ya, la vanguardia del anticapitalismo revolucionario de mañana, emancipándose del prejuicio anarquista que atenaza al anticapitalismo de hoy.

¡Salud y anticapitalismo! 

I. Rodas1 de enero de 2004

 

NOTAS

25 C. Marx: La guerra civil en Francia. Manifiesto del Consejo General de la Asociación Internacional de los Trabajadores, C. Marx, F. Engels: Obras escogidas, t. II..., p. 230.

26 Ignacio Rodas: El movimiento anticapitalista y el Estado, Curso, Barcelona, 2001.

27 Cf., C. Marx y F. Engels: Las pretendidas escisiones en la Internacional. Circular reservada del Consejo General de la Asociación Internacional de los Trabajadores, C. Marx, F. Engels: Obras escogidas, t. II..., p. 300.

28 Ib., p. 302.

29 La democracia proletaria del, ya referido, IV Congreso Extraordinario de los Soviets, fue garantizada hasta el punto de que el informe inaugural, presentado por Lenin en nombre del Comité Ejecutivo Central de toda Rusia de los Soviets, proponiendo la ratificación del Tratado de paz, fue seguido por el coinforme realizado por B. D. Kamkov, por el grupo de los eseristas de izquierda, que se oponía a la ratificación. Asimismo, participaron y se expresaron libremente en el Congreso, los denominados «comunistas de izquierda», fracción del Partido Bolchevique, que, dirigida por destacados líderes de éste, como Bujarin, se oponía abiertamente a la firma del tratado (Cf., V. I, Lenin: O C, ..., t. 36, p. 609).

30 Carlus Jové: «¿Qué es el comunismo libertario?», el vendaval, núm. 1, abril-mayo 2003, p. 12. 31 Acerca de cómo, desde el inicio hasta el final de la reaccionaria guerra civil española -en la que fueron inmolados, en beneficio del capitalismo mundial (preparación de la Segunda Guerra Mundial imperialista) y, subsidiariamente, de los intereses de la burguesía española, tanto franquista como democrática, cerca de un millón de proletarios de ambos bandos, republicano y golpista-, la CNT colaboró, bajo la bandera engañosa del antifascismo, de forma insustituible, en la impulsión y el sostén de esa matanza fratricida entre los explotados, así como, en particular, sobre la criminal acción de los ministros anarquistas y de la CNT, en su totalidad, como organización, contra el levantamiento proletario de mayo de 1937 en Barcelona, cuyo cobarde aplastamiento, a manos de la República capitalista, valiéndose decisivamente de los dirigentes "antiautoritarios" anarquistas que continuaron encabezando y continúan, aún hoy en día, inspirando la CNT, marcó el fin de la resistencia a la guerra imperialista española y a la mundial en puertas, cf. el citado libro Los revolucionarios y la guerra de España...

32 Cf., al respecto, el folleto del MAR, ya referido, A propósito de Cruz Negra Anarquista y su movimiento propresos… El reformismo no es sólo lo que reluce (http://groups.msn.com//Anticapitalistasrevolucionarios.com), pero también el valiente editorial del Kolectivo Barricada Anticapitalista (KBA) -«Defendamos a los presos por sus actos, no por su ideología»- publicado en Voz anticapitalista núm. 3, enero de 2004 (www.galeon.com/vozanticapitalista).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Carta abierta a un joven compañero anticapitalista... -2ª parte-
Por MAR-Movimiento Anticapitalista Revolucionario - Tuesday, May. 17, 2005 at 1:02 AM
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* * *

Pasemos, ahora, a examinar el segundo punto fundamental de divergencia entre comunismo y anarquismo: «El anarquismo está en contra de todo tipo de dictadura, incluso de la dictadura revolucionaria de los explotados sobre los explotadores; el comunismo, en cambio, reconoce a esta última -a la dictadura de la clase explotada sobre la clase explotadora- como el único camino real para llegar a la sociedad sin clases»,así la hemos descrito. La vigencia actual de esta diferencia se halla fuera de toda duda: sólo hace falta comprobar cómo desde el anarquismo organizado -que nada tiene que ver, en realidad, sino todo lo contrario, con el anticapitalismo- hasta los compañeros anticapitalistas con ideas anarquistas, o influenciados por ellas, se utiliza profusamente, a modo de autodefinición, el término «antiautoritario».

 

El anticapitalismo, sin embargo, a través del desarrollo de su movimiento declarado por la destrucción del capitalismo, en el seno de las grandes democracias burguesas, ha dejado bien sentado que, en los hechos, ha hecho suya la realidad de que el capitalismo, bajo cualquiera de sus variantes -la democracia capitalista, incluida- no es más que la dictadura del capital, la dictadura -enmascarada, en el caso de las democracias por el régimen parlamentario- de la clase dominante de la sociedad, la burguesía. Valga empezar diciendo esto para separar el «antiautoritarismo», reformista, a cubierto del cual el grueso del partido anarquista obra, desde fuera de los parlamentos, contra toda movilización y organización propias de los explotados (destacadamente, hoy, el anticapitalismo) contra el Estado capitalista -ese mismo Estado burgués que es defendido, desde dentro mismo de los Parlamentos, por el resto de la izquierda capitalista-, de las ideas «antiautoritarias» que, como fruto de la actual inmadurez revolucionaria de la situación, abrigan la mayor parte de anticapitalistas, verdaderamente prestos a destruir el sistema. A este propósito de clarificación de la barricada burguesa en la que flagrantemente milita el anarquismo organizado como tal, a veces, los compañeros anticapitalistas revolucionarios del MAR hemos planteado el siguiente interrogante a compañeros anticapitalistas con ciertas ideas ácratas, sin encontrar, hasta la fecha, respuesta satisfactoria a nuestra pregunta, que, a su vez, compañero, te traslado: ¿por qué crees, por qué creéis-si la democracia capitalista es ciertamente la dictadura del capital, tal como demuestra fehacientemente la actuación y existencia fuera de la ley de no importa qué auténtico colectivo anticapitalista-, que la organización anarquista más importante, por ejemplo, en España, la CNT, se halla reconocida legalmente, sin mayores problemas, por el Estado capitalista? ¿Es, o no, ello un síntoma inequívoco, así lo pensamos nosotros, de que la CNT y, al menos, de entrada, todo el anarquismo dependiente de ella, forma parte del campo capitalista y no del de la clase explotada?

Pero vayamos más allá de la CNT... Debatiendo la cuestión entre verdaderos compañeros anticapitalistas la pregunta a hacerse es obvia: -es compatible el «antiautoritarismo» con la lucha anticapitalista para destruir el sistema, en consecuencia, con la lucha revolucionaria- Un revolucionario de cuerpo entero -el camarada de armas de Marx, Friedrich Engels, participante directo en la lucha política y militar de la revolución de 1848 y sostenedor, a la cabeza de la I Internacional, de la primera revolución proletaria de la historia, la Comuna de París, de 1871- respondía, a la cuestión, en los siguientes términos, tras la imborrable experiencia aportada por la cobarde masacre de los comunnards llevada acabo por la burguesía democrática francesa:

 

La autoridad y la autonomía son cosas relativas, cuyas esferas varían en las diferentes fases del desarrollo social. Si los autonomistas se limitasen a decir que la organización social del porvenir restringirá la autoridad hasta el límite estricto en que la hagan inevitable las condiciones de la producción, podríamos entendernos; pero, lejos de esto, permanecen ciegos para todos los hechos que hacen necesaria la cosa y arremeten con furor contra la palabra.

¿Por qué los antiautoritarios no se limitan a clamar contra la autoridad política, contra el Estado? Todos los socialistas están de acuerdo en que el Estado político, y con él la autoridad política, desaparecerán como consecuencia de la próxima revolución social, es decir, que las funciones públicas perderán su carácter político, trocándose en simples funciones administrativas, llamadas a velar por los verdaderos intereses sociales. Pero los antiautoritarios exigen que el Estado político autoritario sea abolido de un plumazo, aun antes de haber sido destruidas las condiciones sociales que lo hicieron nacer. Exigen que el primer acto de la revolución social sea la abolición de la autoridad. ¿No han visto nunca una revolución estos señores? Una revolución, es indudablemente, la cosa más autoritaria que existe; es el acto por medio del cual una parte de la población impone su voluntad a la otra parte por medio de fusiles, bayonetas y cañones, medios autoritarios si los hay; y el partido victorioso, si no quiere haber luchado en vano, tiene que mantener este dominio por medio del terror que sus armas inspiran a los reaccionarios. ¿La Comuna de París habría durado acaso un solo día, de no haber empleado esta autoridad de pueblo armado frente a los burgueses? ¿No podemos, por el contrario, reprocharle el no haberse servido lo bastante de ella?

Así pues, una de dos: o los antiautoritarios no saben lo que dicen, y en este caso no hacen más que sembrar la confusión; o lo saben, y en este caso traicionan al movimiento del proletariado. En uno y otro caso, sirven a la reacción.19

Nuestros compañeros, los anticapitalistas con ideas o simpatías «antiautoritarias», tienen más de lo primero que de lo segundo y, por eso mismo -a diferencia de los «antiautoritarios» aquí denunciados por    Engels- ni traicionan al movimiento ni siembran la confusión, pero sí que son víctimas de ésta. Desde luego -¿quién, sino un cretino demócrata pequeñoburgués podría negarlo?- que ni la Comuna, ni ninguna otra revolución proletaria (ninguna revolución, en realidad), habría podido, siquiera tener lugar, sin que las masas oprimidas ejercieran su autoridad revolucionaria contra los opresores y, en particular, contra la cabeza de la serpiente reaccionaria, el Estado de la clase dominante. Cuando los proletarios parisienses tomaron, al asalto, el París burgués; cuando los proletarios rusos hicieron suyo el Palacio de Invierno, donde se refugiaba el Gobierno capitalista, obraron, qué duda cabe, autoritariamente, muy autoritariamente, pero también -¿quién, sino un contrarrevolucionario podría negarlo?-revolucionariamente, muy revolucionariamente. Si no lo hubieran hecho así, si hubieran seguido los consejos de los «antiautoritarios» consecuentes, ¿no es cierto que ni tan sólo estaríamos hablando ahora de la existencia de tales revoluciones?, ¿no es cierto que, sin tales actos históricos de autoridad revolucionaria y muchos otros, más cotidianos, de autoridad proletaria de resistencia a los explotadores, no podríamos, siquiera, hablar de lucha de clases?...

 

¿Parecen ejemplos demasiado lejanos, demasiado históricos?...Tomemos otro, al alcance de todo anticapitalista. Cuando en julio de 2001, los mercenarios armados, a sueldo del Estado capitalista, asesinan al anticapitalista Carlo Giuliani y, acto seguido, todas las fuerzas reformistas antiglobalizadoras se conjuran para imponer el orden acallando a los anticapitalistas presentes, al Black Bloc, ¿no hubiera sido un millón de veces mejor, para el desarrollo del anticapitalismo, que el Black Bloc hubiera llevado adelante un acto de autoridad antisistema, chocando, con todas sus fuerzas, contra el servicio de orden reformista, que complementaba la tarea criminal iniciada por los carabinieri, que la retirada sin lucha, a la que -presos de su liquidadora ideología «antiautoritaria» y de sus declaradas ideas anarquistas, - fueron arrastrados estos compañeros, a costa de sentenciar la derrota, a escala mundial, por todo un largo tiempo, del anticapitalismo frente al Estado burgués y sus lacayos reformistas- ¡Por supuesto que sí, por supuesto que no puede sostenerse una auténtica lucha anticapitalista -¿acaso la práctica desaparición de escena, en la actualidad, del Black Bloc y del conjunto del anticapitalismo negro (esto es, del anticapitalismo influenciado declaradamente por el anarquismo), que nunca fue reformista, pero que nunca estuvo dispuesto a afrontar abiertamente el choque contra el reformismo, no lo demuestra?)- sin estar dispuesto a imponer, por todos los medios a su alcance, la autoridad clasista y finalmente, un día, revolucionaria, del anticapitalismo contra la autoridad explotadora y represora, reaccionaria, del capitalismo y sus servidores reformistas!

En el plano revolucionario, el asunto aún es más evidente si cabe. El capitalismo cuenta, claro está, con una ideología. Pero no se sostiene, en lo fundamental, gracias a ella. Ni siquiera basta para sostenerle la alienación y la competencia entre sí, a los que aboca, a los explotados, el trabajo asalariado. Si no fuera, porque, además de todo ello, el capitalismo cuenta con sus Estados, con esas máquinas de represión de la clase oprimida, en las que forman desde los destacamentos armados de la clase dominante -el ejército y la policía- hasta los destacamentos políticos de ésta -entre los que ocupan un lugar destacado los partidos, sindicatos y organizaciones reformistas-, pasando por los destacamentos jurídicos, periodísticos, etc., si no fuera por esos Estados, que imponen el monopolio de las armas para la clase dominante, la sociedad burguesa no podría tenerse en pie. Y bien, ¿puede pensar algún anticapitalista en su sano juicio, algún verdadero revolucionario, que, con el ascenso de la lucha de los explotados, con el ascenso de la revolución de mañana, esos mercenarios a sueldo -militares, policías, políticos, sindicalistas, magistrados y jueces, periodistas...- que componen el Estado burgués depondrán sus armas, abandonarán, por las buenas, su tarea reaccionaria de preservación del capitalismo? Y, en cuanto, a la clase capitalista en su conjunto, ¿debemos quizás contar los anticapitalistas, los revolucionarios con que estos señores explotadores se resignen, sin lucha, a perder sus criminales negocios, su opresor modo de vida? ¿No habrá que contar precisamente con todo lo contrario, con que cuanto más presente se hallen el anticapitalismo y la revolución más desesperadamente echará mano la clase dominante de su Estado para reprimir a los explotados que la amenazan?

 

Por supuesto que sí, por supuesto que debemos contar con esa resistencia contrarrevolucionaria y, por ello, desde el principio mismo, una verdadera revolución proletaria, digna de ese nombre, deberá ejercer -bajo pena, en caso contrario, de ser aplastada, de inmediato, por la contrarrevolución- con todo rigor, su autoridad revolucionaria contra la clase capitalista y sus Estados y deberá ejercerla, además, por todo un periodo, aquel que se extiende, desde el mismo estallido de la revolución hasta la derrota definitiva, política y militar, del capitalismo y sus Estados en todo el planeta. Me preguntas, estimado compañero, qué entendemos los marxistas por dictadura del proletariado. Pues bien, por dictadura del proletariado, los marxistas entendemos esto: la necesidad de imponer la autoridad revolucionaria contra la clase capitalista y sus Estados durante todo el tiempo en que, bajo la revolución, estos aún pervivan, o lo que es lo mismo, durante todo el tiempo que lleve pasar desde el capitalismo al comunismo. Lo que el anarquismo entiende, por su parte, por «antiautoritarismo», lo que supone su rechazo, por principio, de la dictadura del proletariado, también está claro. Basta con reparar, por poner sólo un ejemplo, cómo en la Barcelona del 20 de julio de 1936, en manos, tras la derrota de los militares golpistas, de los obreros armados, la CNT, encabezada por sus dirigentes más radicales -los Durruti, García Oliver, Abad de Santillán...- acabó entregando el poder, que tenía en sus manos, -¿cómo iban a ejercitar el poder ellos, si eran «antiautoritarios»?...- a la Generalitat burguesa de Companys y a la República capitalista española, al propio estalinismo que, más tarde, cuando la CNT (tras ir al Gobierno burgués y desarmar finalmente, desde él, a los proletarios insurrectos de la Barcelona republicana de mayo de 1937) ya no fue necesaria, se encargaría -ya se sabe, Roma no paga a los traidores- de deshacerse de la propia Confederación.

Con todo, ésta no es una discusión de ideas... La dictadura del proletariado -no vale la pena polemizar sobre etiquetas. Si algún anticapitalista prefiere llamarla de otro modo, que le llame así; lo importante es su contenido de autoridad revolucionaria para borrar del mapa al capitalismo y sus Estados- no fue ninguna invención de Marx y Engels, de los comunistas (de hecho la fórmula «dictadura del proletariado» no aparece en el Manifiesto del Partido Comunista, de 1848, el cual se limita a afirmar que «el proletariado, derrocando por la violencia a la burguesía, implanta su dominación»), 20 sino el régimen impuesto, en los hechos, para defenderse de sus enemigos, tanto por esa primera revolución proletaria que fue la Comuna de París de 1871 como por la revolución proletaria de nuestra época, desatada por el Octubre ruso de 1917.

 

Analizar cómo los proletarios parisienses organizaron su dictadura revolucionaria contra la burguesía y, cómo, en el mismo sentido, la hicieron realidad, más tarde, los proletarios rusos, nos permite clarificar la otra cuestión, de vital importancia, que has planteado, compañero, referente a si hay, o no hay, lugar, en la revolución -vale decir también, en el anticapitalismo- a otra democracia que no sea la capitalista, a una democracia proletaria, revolucionaria...

* * *

El 18 de marzo de 1871 los obreros parisienses se insurreccionaron, con éxito, contra la república parlamentaria (capitalista) y dieron respuesta, en la práctica, con la instauración de la Comuna, a la pregunta histórica planteada, ya desde 1848, al movimiento proletario -la misma que tú, compañero, expresas en tu carta-, a saber: cuál podía ser el régimen político concreto de la dictadura revolucionaria de la clase explotada contra los explotadores. Con París libre de burguesía, tras la huida de ésta y su Estado a Versalles -para ponerse bajo el amparo, de hecho, del ejército prusiano que rodeaba la ciudad-, se constituyó la Comuna, que estaba formada por los consejeros municipales, elegidos por sufragio universal, en los diversos distritos de la ciudad, en la práctica, casi en su totalidad -pues, por supuesto, los pocos contrarrevolucionarios que quedaron en la urbe, autoritariamente reprimidos por la Comuna, no disponían de voto-, por los obreros parisienses, armados, y, suplementariamente, por aquellos elementos pequeñoburgueses revolucionarios -entonces aún quedaban de ellos- que se sintieron arrastrados a secundar el levantamiento.

Contra la engañosa democracia burguesa, parlamentaria, que, en realidad, no era más que el encubrimiento del poder de la burguesía, la Comuna de París -sobre la base del desarme de la clase explotadora y el armamento de la explotada (el primer decreto de la Comuna fue para suprimir el ejército permanente y sustituirlo por el pueblo armado)- puso en pie, descifrando, por la fuerza de los hechos, la letra pequeña de lo que era la dictadura del proletariado, la autoridad revolucionaria, otra democracia, absolutamente diferente a la capitalista; una democracia obrera, proletaria, en la que no sólo se privaba del derecho a decidir a los explotadores y contrarrevolucionarios, sino que se hacía participar a todos los proletarios en la toma de decisiones y ejecución de las tareas resueltas por el nuevo Estado revolucionario. Como explicó la I Internacional, en el manifiesto póstumo de la Comuna, del 30 de mayo de 1871, redactado por Marx, «En vez de decidir una vez cada tres o seis años qué miembros de la clase dominante han de representar y aplastar al pueblo en el parlamento»21 los delegados «obreros o representantes reconocidos de la clase obrera», que «responsables», en todo momento, ante ésta, y «revocables», en permanencia, por ella, formaban la Comuna no constituían «un organismo parlamentario, sino una corporación de trabajo, ejecutiva y legislativa al mismo tiempo», determinada por los intereses del conjunto del proletariado y representativa de éste en su totalidad, por encima de sus propias diferencias internas.

 

Por esa misma línea avanzaría la siguiente revolución proletaria, con los soviets rusos constituidos espontáneamente, bajo la dirección del proletariado, por los obreros, los campesinos y los soldados. ¿En que radicó la fuerza de su autoridad revolucionaria, que le permitió tomar el poder y abrir el camino de la revolución proletaria internacional? Sin duda alguna, en que, en ellos, bajo un régimen de democracia proletaria, se hallaban simultáneamente ausentes los explotadores, privados del derecho a formar parte de los Soviets, y presentes, por el contrario, todos los partidos, las fuerzas y corrientes que se reclamaban del proletariado, desde el reformismo a los auténticos revolucionarios. Consideremos, para el caso, a modo ilustrativo, la filiación política de los delegados al I Congreso de los Soviets en el que el partido bolchevique, aún y estando en clarísima minoría, reclamó «¡Todo el poder para los Soviets!».22 Consideremos, siguiendo el ejemplo, la composición del II Congreso de los Soviets que finalmente hizo realidad ese poder23. Consideremos, incluso las composiciones -plurales en el cuadro de la democracia proletaria- del III y IV Congreso de los Soviets.24 ¿No expresa, quizás, las realidades de estos congresos que nos hallábamos ante un organismo revolucionario que representaba a la clase explotada en su totalidad?

Ésta es, pues, compañero -la de la Comuna de París, la de los Soviets rusos, la de los Consejos Obreros, que, bajo la influencia de los anteriores protagonizaron la escena de la Alemania revolucionaria de1918-1923 y otros países, como la Hungría de 1919...-, «la democracia no capitalista», «la democracia revolucionaria», «la democracia proletaria» que informa la dictadura del proletariado, que se halla en la base de toda autoridad verdaderamente revolucionaria y que nos ha sido legada a modo de experiencia histórico-universal, por las anteriores revoluciones proletarias. Su necesidad es evidente:

> Los intereses del proletariado son irreconciliables con los de la burguesía, proclamó, a los cuatro vientos, en nombre de toda la clase explotada, el Manifiesto del Partido Comunista de 1848...

> La emancipación de la clase trabajadora será obra de ella misma, señaló revolucionariamente, década y media más tarde, la I Internacional...

> Pero, para hacer efectiva dicha emancipación, el proletariado no puede limitarse, como lo demostraron, en la práctica, las anteriores revoluciones proletarias, a tomar en su poder el Estado burgués, debe destruirlo y, para hacerlo, precisa de imponer, a los explotadores, en contra de la dictadura del capital imperante, la propia dictadura de la clase explotada, la propia autoridad revolucionaria de los oprimidos. En una palabra precisa, de forma transitoria -en el camino efectivo hacia la sociedad sin clases, que sólo puede pasar por la previa derrota política y militar, en todo el planeta, de los Estados capitalistas existentes, hasta borrarlos de la faz de la Tierra-, de su propio Estado, el cual, precisamente por su naturaleza revolucionaria, no puede ser patrimonio de partido o sector alguno del proletariado, sino del conjunto de éste, de la totalidad de la clase explotada.

 

En una palabra, una auténtica revolución proletaria sólo puede ser fruto de la acción del conjunto de las masas explotadas y la dictadura revolucionaria que éstas están llamadas a imponer para aplastar la resistencia -política, militar y económica- de la clase capitalista no puede ser la dictadura de ningún partido ni de ninguna parte o fracción del proletariado, sino de la totalidad de éste. Si no es así, no hay revolución posible.

De acuerdo con ello, podemos entrever que la estructura y funcionamiento, en la próxima revolución, de esa dictadura, de esa autoridad, de ese Estado, de esa democracia (el contenido, aquí, de estos cuatro términos es absolutamente idéntico), proletarios revolucionarios, será simple. Sus líneas maestras nos han sido legadas, de forma incontestable, por la experiencia histórica aportada por las revoluciones proletarias anteriores:

> Los soviets se organizan sobre una base territorial, esto es, agrupando asambleariamente a todos los proletarios que participan en la revolución -exclusivamente a los proletarios, es decir, a toda la población dependiente, para subsistir, de vender su fuerza de trabajo-, sin excepción alguna, más allá de su ideología y filiación política, de una zona determinada, por ejemplo, de una gran manzana, de un distrito y de un barrio de una ciudad; de ésta, en su totalidad, con una doble tarea: ejercer, a todos los niveles, el poder de la clase explotada en su propio territorio y participar en la gestión general del Estado revolucionario mediante sus delegados, elegidos por las asambleas y revocables, en todo momento, por éstas.

> Los soviets, desde el de ámbito más reducido, hasta el que asume el Gobierno central del Estado revolucionario, se rigen, en su funcionamiento, por el régimen de la democracia proletaria, el cual supone la plena libertad de expresión y representación, en su seno, para todos los proletarios que los componen, así como la adopción de sus decisiones, en los diferentes ámbitos de su estructura, previo debate asambleario, , a través de mayorías que se comprometen a seguir respetando el derecho de expresión de las minorías, y de minorías comprometidas en la aplicación, en la práctica, de las decisiones tomadas mayoritariamente.

 

Con todo, esta democracia, aun y no siendo la democracia de los ricos, la democracia capitalista -esa que, en el mejor de los casos, concede a los explotados el derecho de decidir, cada cierto tiempo, qué fracción de la clase explotadora les gobernará-, todo y siendo la democracia de los explotados, no puede ser el objetivo de ningún verdadero anticapitalista revolucionario, pues, al fin y al cabo, esa democracia revolucionaria no deja de ser una forma de Estado y, por consiguiente, supone la aplicación organizada y sistemática de la violencia sobre los hombres, aunque, en este caso, esa violencia la ejerza la mayoría de la población (la clase explotada) sobre la minoría (la clase explotadora).

Por lo tanto, ese Estado, esa democracia proletaria, revolucionaria, no tiene otro destino que el extinguirse, una vez cumplido su propósito, que no es otro que el de aniquilar, en primer lugar, la fuerza política y militar organizada de la clase dominante, el Estado burgués, para acto seguido, pasar, mediante un gigantesco desarrollo de las fuerzas productivas, de acuerdo con las necesidades de la comunidad humana mundial, a abolir el trabajo asalariado y, con él, todo vestigio, o posible retorno, al capitalismo. Pero su carácter, necesariamente transitorio, no lo hace menos indispensable para llegar a establecer esa comunidad, esa sociedad sin clases, en la que ya ninguna democracia, ningún tipo de Estado, tendrán cabida por la sencilla razón de que una nueva generación de hombres y mujeres, educados ya fuera de toda explotación, de toda alienación, de todo egoísmo individualista, serán capaces de desplegar espontáneamente su actividad social, sin gobiernos ni represiones, porque antes toda una nueva generación, que ya no habrá sufrido el capitalismo, que ya habrá podido formarse en condiciones sociales libres y carentes de todo Estado, se habrá habituado a observar las reglas elementales de la convivencia social, sin necesidad de violencia o subordinación de ningún tipo.

En esto radica finalmente, en este terreno -el de la dictadura del proletariado; fórmula algebraica cuya solución aritmética concreta no es, ni puede ser otra, que la democracia revolucionaria de la clase explotada-, la diferencia irreconciliable que separó y separa al anarquismo del comunismo: en que el primero de ellos, el anarquismo -al igual, dicho sea de paso, que el fascismo, el cristianismo, el reformismo...- se mueve en un plano utópico, idealista, el de la creación, mediante la concienciación, política o religiosa, tanto da para el caso, de un «hombre nuevo», de un «hombre libre», en realidad, de un «superhombre» (léase al filósofo de cabecera del fascismo, Nietzsche y compárese la venida que proclama del «superhombre» con el advenimiento del «Yo, el único», proclamado por el padre filosófico del anarquismo Max Stirner...), como premisa del cambio, como condición previa de una revolución social que podría prescindir de golpe, milagrosamente, de todo Gobierno, de toda subordinación; ideal que no sirve, en los hechos, más que para postergar la auténtica revolución, mientras que el comunismo es la lucha para llevar esta revolución a cabo, con los únicos hombres, de carne y hueso, verdaderamente hoy existentes, con unas masas oprimidas, que, por muy explotadas y revolucionarias que lleguen a ser, jamás podrán, mientras el Estado capitalista siga en pie, empezar a emanciparse de las cadenas que les embrutecen y jamás podrán destruir ese Estado sin oponerle su propio Gobierno, su propia subordinación de unos a otros, en suma, su propia fuerza organizada.

* * *

NOTAS

19 Friedrich Engels: «De la autoridad», C. Marx, F. Engels: Obras escogidas, t. II..., p. 397.

20 Karl Marx y Friedrich Engels, Manifiesto del Partido Comunista..., p. 40.

21 C. Marx: La guerra civil en Francia. Manifiesto del Consejo General de la Asociación Internacional de los Trabajadores, C. Marx, F. Engels: Obras escogidas, t. II..., p. 235.

22 El I Congreso de los Soviets de Diputados Obreros y Soldados de toda Rusia sesionó desde el 3 al 24 de junio (16 de junio-7 de julio, según el calendario moderno) de 1917 en Petrogrado. Asistieron a él 1.090 delegados, que representaban a 305 organizaciones unidas de obreros, soldados y campesinos, 53 soviets distritales, regionales y provinciales, 21 organizaciones del Ejército situadas en el frente, otras 8 organizaciones militares de la retaguardia y 5 organizaciones de la marina (V. I, Lenin: Obras completas (O C), Progreso, URSS, 1985, t. 32, p. 521). Pese a que de todos esos delegados únicamente 105 eran bolcheviques, Lenin y su partido reclamaron, a lo largo de todo el Congreso, que todo el poder pasara a los Soviets:

«¿Pero es que hay algún país en Europa, pregunto yo, algún país burgués, democrático, republicano, en que exista algo parecido a estos Soviets? Necesariamente tendréis que contestar que no, que no lo hay. En ningún país existe, ni puede existir, una institución semejante, pues sólo cabe una de dos cosas: o bien un gobierno burgués con esos "planes" de reformas que aquí se esbozan y que han sido propuestas decenas de veces en todos los países, quedándose siempre sobre el papel, o bien esa institución que ahora se invoca, ese "gobierno" de nuevo tipo que ha sido creado por la revolución y del que sólo hay ejemplos en la historia de los más grandes ascensos revolucionarios, como en Francia en 1792 y en 1871 y en Rusia en 1905. Los Soviets son una institución que no existe en ninguno de los Estados burgueses parlamentarios de tipo corriente, ni puede coexistir con un gobierno burgués. Es el tipo nuevo y más democrático de Estado al que nosotros, en las resoluciones de nuestro Partido, dimos el nombre de república democrática proletario-campesina, en la que el poder perteneciera exclusivamente a los Soviets de Diputados Obreros y Soldados» (del discurso de Lenin en el congreso, pronunciado el 4 (17) de junio de 1917, ib., pp. 281-282).

23 El II Congreso de los Soviets de diputados obreros y soldados de toda Rusia se reunió en Petrogrado el 25-26 de octubre (7-8 de noviembre), simultáneamente a la insurrección revolucionaria que derrocó al Gobierno democrático burgués. Además de los diputados obreros y soldados, acudieron a él diputados campesinos de varios soviets distritales y provinciales. Según datos de la Comisión de Mandatos, en el momento de la inauguración estaban presentes 649 delegados. 390, de entre ellos, eran bolcheviques; 160 socialistas revolucionarios (eseristas), en su mayor parte, de izquierda (anarquistas); 72, mencheviques (esto es, reformistas declarados) y 14, mencheviques internacionalistas (es decir, reformistas críticos). Posteriormente, fueron llegando más delegados, en su mayor parte, campesinos miembros del partido anarquista ruso (eserismo de izquierda) (V. I, Lenin: O C, ..., t. 35, p. 458).

24 El III Congreso de los Soviets de diputados obreros, soldados y campesinos de toda Rusia se celebró en Petrogrado del 10 al 18 (23-31) de enero de 1918. Al comienzo de las sesiones se hallaban presentes 707 delegados, de los que 441 eran bolcheviques (ib., p. 494). Por su parte, el IV Congreso Extraordinario de los Soviets de toda Rusia, que fue convocado para decidir si debía ratificarse, o no, el Tratado de Paz de Brest-Litovsk -firmado, a la fuerza, por la Rusia revolucionaria para impedir la liquidación inmediata de la revolución bajo la bota militar del imperialismo alemán-, se reunió, en Moscú, del 14 al 16 de marzo de 1918, con la asistencia de 1.232 delegados; de entre ellos, 795 bolcheviques, 283 eseristas de izquierda, 25 eseristas del centro, 21 mencheviques y 11 mencheviques internacionalistas (ib., p. 609). Pese a que la ratificación del tratado de paz, propuesta por el Partido bolchevique, fue aprobada por una gran mayoría de los delegados (784 votaron a favor, 261 lo hicieron en contra y 115 se abstuvieron), una fracción de los diputados anarquistas que habían votado en contra, organizada en torno al partido eserista de izquierda, pasó acto seguido a la lucha armada terrorista contra los Soviets.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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nestor
Por no se lee pelotudo - Tuesday, May. 17, 2005 at 11:59 AM

no se lee.

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verdad revelada
Por gorvachot - Tuesday, May. 17, 2005 at 2:09 PM

"La obra de Ignacio Rodas se nos revela (respuesta al libro negro del comunismo), en primer lugar, como una implacable refutación científica, en toda la regla, fehacientemente verificable, de la acusación lanzada contra el comunismo"

che, se parece mucho a una religión, no les parece amigos marxistas contemporáneos?

esto es la posta, todo lo demás es absurdo, no?

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Incompleto y tendencioso
Por socialismo o barbarie - Tuesday, May. 17, 2005 at 2:35 PM

El MAR parece tomar como referencias del anarquismo únicamente a Bakunin, los eseristas de izquierda rusos, Makhno, los insurrectos de Kronstadt, la CNT española y algunos grupos actuales. Pero la historia del anarquismo es mucho más extensa y variada*. El MAR, por ejemplo, se saltea todo el periodo de la Segunda Internacional y el de la Tercera Internacional también.

La refutación del anarquismo por el lado de la crítica hacia el idealismo pequeñoburgués y su postura contraria a la dictadura del proletariado es aceptable. Pero en el resto del documento, el MAR quiere, a pesar de declarar lo contrario, explicar las diferencias entre marxismo y anarquismo en base a malentendidos y accionares de dirigentes.

El MAR parece afirmar que la razón de la existencia de los anarquistas es el desconocimiento teórico del marxismo. Esto no es cierto. El MAR cita las palabras del Manifiesto Comunista como evidencia de que los comunistas (a diferencia de los anarquistas) no son sectarios, pero no habla de lo que han hecho en la práctica muchos marxistas autotitulados.

La razón de existencia del anarquismo es histórica, y tiene su base en que las corrientes que se autotitularon marxistas (la socialdemocracia y el leninismo) no sostuvieron en los hechos la noción marxista de dictadura del proletariado ni la relación que debe haber entre comunistas y proletarios. De hecho el accionar de los bolcheviques vino a reforzar toda la prédica anti-autoritaria de Bakunin contra Marx. Si bien la crítica de Bakunin a Marx era la mayor de las veces poner en boca de Marx cosas que él no dijo, su crítica a la pretensión de unos intelectuales a dirigir el movimiento obrero y a lo que ello llevaría sí es correcta, y se vio confirmada en la práctica.

Y lo que sigue separando a los anticapitalistas en marxistas y anarquistas es, justamente, la reivindicación del leninismo por parte de la mayoría de los marxistas. Seguir reivindicando hoy cosas como la represión a Kronstadt** es como decirle a los anarquistas "seamos compañeros, únanse a nosotros porque somos los que tenemos la mejor teoría, pero si cuando yo gobierne vos no te sometés te fusilo".

Entonces, la aversión de los anarquistas hacia el marxismo no tiene su base en la "falta de comprensión" o en la "ideología pequeñoburguesa", sino que está basada en hechos históricos. No podemos hacernos los tontos ante toda la experiencia del siglo XX.

Por otra parte, el "sectarismo" y el "divisionismo" no pueden atribuírse alegremente a la "falta de comprensión del marxismo". La mayoría de las veces son el resultado lógico de la competencia entre diversos grupos para "ganar la dirección" de las masas.

Toda la actitud del MAR en este mensaje parece decir "mirá, nosotros siempre tuvimos la razón, el problema es que los anarquistas no entendieron el marxismo y otros marxistas degeneraron en oportunistas".

Mientras el leninismo siga siendo la manifestación hegemónica del marxismo, las diferencias con el anarquismo seguirán existiendo y no se resolverán recurriendo a Marx sin tener en cuenta lo que han hecho los marxistas desde entonces.


*Para el que quiera saber algo de la historia del anarquismo, puede leer esta obra: http://www.geocities.com/labrecha3/danielguerin.html En realidad es un libro, no encontré nada más reducido.
**No es aceptable de ninguna manera igualar a la experiencia bolchevique con la dictadura del proletariado tal como existió en la Comuna de París. Cuando el MAR analiza la actuación de los anarquistas durante la revolución rusa no aclara que la democracia soviética existió en Rusia durante muy poco tiempo (hasta principios de 1918). En los hechos el gobierno soviético era la dictadura del partido bolchevique, no la dictadura de los soviets. De manera que es falso que el alzamiento de Kronstadt haya sido un alzamiento contra los soviets. Fue un alzamiento POR el poder de los soviets y CONTRA el sustituísmo bolchevique.

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Igualmente falso
Por ^--^ - Tuesday, May. 17, 2005 at 3:34 PM

Decir que la sublevación de Kronstadt fue una sublevación contra el sustituísmo bolchevique y por los soviets no es menos falso que decir que fue una sublevación contra el poder soviético.
Sí fue una sublevación contra los bolcheviques, que levantaba la consigna de "soviets sin bolcheviques".
Pero es totalmente arbitrario decir que se trató de una sublevación por el poder de los soviets. Una sublevación de esas características no puede surgir de otra cosa que de los propios soviets, lo que no es el caso de la sublevación del fuerte de Kronstadt, por más que funcionaba allí un soviet.
La extinción de los consejos obreros (soviets) en la URSS no fue debida exclusivamente a la dictadura bolchevique, sino al intenso reflujo y desmoralización sufridos por la clase (de lo que incluso dan cuenta algunos historiadores anarquistas). De hecho, la mayor parte de la masa obrera se había vuelto al campo, y era más que habitual el robo de materiales de las fábricas, todo para poder comer y combatir el frío. La mortandad fue brutal entre los trabajadores. Y, al nivel político, decenas de miles de obreros fabriles que constituían la vanguardia obrera (bolchevique y no bolchevique), los que predicaban con el ejemplo e impulsaban al conjunto, debieron ir al frente de batalla o dedicarse a tareas de administración, dirección o contralor de los cuadros brugueses al servicio del régimen.
En este contexto, tampoco en Kronstadt se mantenía la mayoría del viejo elemento revolucionario, sino que prevalecía una masa de campesinos uniformados sin experiencia ni protagonismo en el proceso revolucionario precedente. Se trataba de un grupo que no compartía la penuria general de las masas rusas y su la consigna por el poder sovietico (sin bolcheviques) estaba lejos de tener correlato en las expectativas de la masa obrera y campesina de la URSS, hambrienta, desmoralizada y despolitizada.
Lo que los anarquistas quisieron llamar "la tercera ola revolucionaria" no existió y es un vergonzoso retroceso político de SoB pretender, sin base factual alguna, que tiene validez histórica insistir una vez más en ello.
Por último, decir que los marxistas leninistas "reivindican" la represión de Kronstadt es, cuando menos, una desmesura. La represión de las masas trabajadoras, aún cuando sea parcial e inevitable, no forma parte de las reivindicaciones bolcheviques. Simplemente nos hacemos cargo de nuestras acciones y responsabilidades.

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en que sentido se la reivindica
Por socialismo o barbarie - Tuesday, May. 17, 2005 at 3:55 PM

En el sentido de decir "fue justificada". Lo que implica decir que, en una situacion similar, volverían a reprimir.

Los demas argumentos son los mismos que dice Trotsky, por lo cual la represion a Kronstadt estaría justificada por los famosos "elementos pequeñoburgueses", agentes o funcionales de la contrarrevolución.

Por otra parte, el sustituísmo bolchevique no puede explicarse sólo por la situación adversa de Rusia, sino por la misma esencia del bolchevismo.

El bolchevismo demostró no ser un camino para la emancipación del proletariado, sino una estrategia para la toma del poder político por parte de un partido. Y la misión principal de un partido, una vez que llega al poder, es conservarlo.

Cosas como la militarización de los sindicatos y de las fábricas y la Cheka, no pueden explicarse por el reflujo de la clase obrera. La represión a Kronstadt tampoco.

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¡ Te destapaste, XORete !
Por Brutus - Tuesday, May. 17, 2005 at 9:28 PM

Si a proposito de Kronsdat vos asumis la masacre afirmando descaradamente que "nosotros los Trotskistas nos hacemos cargo de nuestras acciones y responsabilidades" quiere decir que sos un asesino y un cobarde hijo de puta capaz de jugar a control remoto con la vida de la gente, por ser anarkistas o tener opiniones distintas a las tuyas
Das asco, pestañita. Apestas fascismo.
Descuida por las victimas. Nadie se olvidara de tus palabras cuando llegue la hora de hacerte asumir "acciones y responsabilidades" contra-revolucionarias.

Bruta ira popular.

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Ignorantes!!!
Por Dany - Wednesday, May. 18, 2005 at 1:49 AM

Aunque el MAR quiere mostrarse como un ala radical del marxismo, anti-stalinista, en este documento demuestra que son exactamente lo mismo. Utilizan los mismos argumentos estupidos y falsos que utilizó el stalinismo para perseguir al anarquismo en la URSS.

¿Que los anarquistas queremos la igualdad y no la abolición de las clases? Entendemos que la igualdad solo puede darse a traves de la abolicion de las clases, idiotas!!! Antes de escribir sobre Bakunin, abran algún libro de él, leanlo y analisenlo detenidamente y dejen de repetir lo que han leido de Marx y Lenin sobre el anarquismo.

Bakunin proyecto la burocratización de la revoluciíon marxista, hablo de la burocracia roja 50 años antes de que existiera

¡Libertad sin Socialismo es privilegio e injusticia, Socialismo sin libertad es opresión y brutalidad!

¡Aguante Bakunin y el Anarquismo Revolucionario!
Como les jode que la historia le haya dado la razón al ruso.

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Pavadas
Por ^--^ - Wednesday, May. 18, 2005 at 10:04 AM

En una sitación enteramente igual, todo volvería a ser igual. No se trata de una reivindicación. Pero una situación no se repite nunca del todo, aunque más no sea por la conciencia que se tiene de ella. Por regla general los bolcheviques no se quedaron con que la represión fue la solución ideal y repetible ad libitum. Al contrario, ya Lenin decía que lo de Kronstadt fue una señal de alarma y condujo al bolchevismo a una reorientación general (la NEP). De ello se infiere de modo transparente que no hay tal reivindicación de la represión de la sublevación de Kronstadt, y que la solución a situaciones como la que expresó aquella sublevación pasa por hacer a tiempo lo que en ese entonces se hizo tarde (la historia no viene con reloj-calendario). Lo mismo se aplica a los leninistas actuales, y no la simple reivindicación de la represión, como vos decís con bastante superficialidad y mala leche.
Ahora, si querés ir al absurdo de que estuviéramos en la misma situación, en la misma posición de los bolcheviques, y no conociéramos el ulterior desarrollo de la URSS, es de creer que haríamos lo mismo. Pero eso tiene que ver con que lo que ocurre de un modo determinado, ocurre así porque todos los factores causales o decisivos existentes en ese momento hicieron que suceda finalmente de ese modo y no de otro. Si se reproducen absolutamente TODAS las condiciones (un absurdo, como ya dije) las cosas volverán a suceder del mismo modo.

Que Trotski haya usado determinados argumentos y datos, no los descalifica. En todo caso, descalificaría a Trotski que sus argumentos fueran erróneos o sus datos falsos, cosa que no sé que se haya demostrado jamás. ¡Y encima que la impugnación de un argumento por ser “trotskista” venga de alguien que adopta una de las primeras tesis de Trotski, como es la del “sustituísmo”!. ¿O esa tesis vale sólo porque después Trotski la criticó y la abandonó? Te estás volviendo irracional...
No se vé qué tiene de malo y ni siquiera de erróneo hablar de “elementos pequeño burgueses”, siempre que se trate de elementos efectivamente pequeño burgueses. Por norma general, los campesinos son elementos pequeño burgueses, pequeños propietarios y pequeños productores. Son, además, trabajadores (ni a mí ni a los bolcheviques se les hubiera pasado jamás por la cabeza negarlo). No es ningún misterio que las capas no proletarias eran la inmensa mayoría de la población trabajadora rusa. Entonces ¿qué tiene de inadecuado el análisis trotskista del elemento social que componía la masa de la tropa del fuerte de Kronstadt? A partir de la crisis política desatada por los reveses militares de Rusia, se fue formando una vanguardia de aquellas capas no proletarias, constituída centralmente por los soldados, y esa vanguardia del campesinado asimiló en cierto grado el programa del proletariado. No puede decirse lo mismo de quienes se incorporaron al ejército y la armada después del proceso revolucionario y en sustitución de quienes habían constituido la vanguardia en el momento de la revolución (si tanto te gusta hablar de “sustituísmo”, sé justo al considerar también esta sustitución). La distinción que estoy señalando no es moralizante, como vos pretendés, sino sociológica e histórica, empírica en resumen.
La tesis de que el bolchevismo sólo expresaría la estrategia de la toma del poder por un partido no resiste análisis. Porque, en definitiva ¿qué expresa la toma del poder por un partido? ¿O ahora resulta que los partidos son sujetos históricos con indepen-dencia de las clases? El retroceso intelectual que manifiesta esta apreciación tuya es colosal.Te darás cuenta que el que recae en viejos argumentos ya trillados sos vos, sin ninguna de las ventajas que tienen los “trillados” argumentos de Trotski.
Por último, no creo haber dicho que las medidas represivas asumidas por los bolcheviques estuvieran integralmente originadas en causas objetivas o fueran todas ellas inevitables (no podría hacer un examen tan exahustivo del tema ahora). Dije, más bien, que sólo fueron una parte de las causas que originaron la debacle de los consejos obreros, y estimo incluso que no fueron las causas principales. Es más, pienso que si los soviets hubieran conservado vitalidad, los bolcheviques no hubieran podido regimentarlos (y no les hubiera hecho falta, tampoco). La cadena causal es la inversa: los bolcheviques pudieron regimentar los soviets -y necesitaron hacerlo- precisamente PORQUE éstos habían perdido vitalidad (y expliqué algunas de las causas).
Me había olvidado de decir que, aunque es verdad que hubo agitación huelguística en Petrogrado y Moscú cuando la sublevación de Kronstadt, ésta no representaba ninguna insurgencia popular sino más bien una campaña de todos los partidos de oposición al bolchevismo (proscriptos en varios casos con razón). Por lo que podrás leer en mi post anterior (donde la referencia es Paul Avrich, un investigador anarquista), es fácil ver que, en las condiciones de deterioro y abandono del trabajo que reinaban, parar una fábrica no presentaba mayores dificultades: era algo que los agitadores de la oposición podían hacer sin necesidad de una firme adhesión popular ni nada semejante. Lo que los agitadores de la oposición no podían hacer, era reconstruir el régimen de los soviets y poner en marcha una economía socialista. Este es todo el quid de la cuestión.
El problema objetivamente planteado no pasaba por el “sustituísmo” bolchevique. Si ése hubiera sido todo el problema, sencilla-mente habría tenido lugar una revolución política de masas, donde los sustituídos, en tanto sujeto verdadero de la historia y la lucha de clases, se habrían desembarazado de los sustituístas. Pero no es por casualidad que no fue eso lo que sucedió. No había la menor base para ello, como señala Victor Serge -un inequívoco simpatizante de los anarquistas- en sus “Memorias de un revolucio-nario”.
Habiendo sido anarquista desde joven, y habiéndose distanciado de los bolcheviques tras haber adherido a la revolución, Serge fue claro en que, aún condenando a la burocracia y las medidas de excepción bolcheviques, para él no había ninguna perspectiva de una tercera ola revolucionaria exitosa, que sólo existían en la cabeza afiebrada (como siempre) de algunos agitadores anarquistas. El tipo estaba ahí, y habla de su experiencia cuando la vivió (terminó escapando malamente de la URSS). Juzgo que su testimonio es confiable porque, a diferencia de los agitadores bolcheviques y anarquistas (o eseristas, mencheviques, etc.), el mantuvo un lugar de relativa independencia con respecto a ambos bandos organizados, y a la vez contaba con elementos intelectuales y experiencia como para comprender lo que se desarrollaba antes sus ojos, además de acceder a fuentes confidenciales.

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No sé si te das cuenta
Por socialismo o barbarie - Wednesday, May. 18, 2005 at 12:19 PM

Pero una represión o se condena o se reivindica. NO HAY TÉRMINO MEDIO. Justificarla (y encima después de pasados más de 80 años) es reivindicarla, y eso habla más de una diferencia de principios que una diferencia de táctica. Ya no estamos hablando de lo que escribió éste o aquél, es un río de sangre (y no sangre burguesa, precisamente) lo que nos separa. Por lo tanto ante estos hechos no caben posturas ambiguas.


Es cierto que los datos o argumentos de Trotsky no pasan a ser falsos sólo porque él los use o deje de usarlos. Sin importar si Trotsky dice que el agua es húmeda o seca, el agua sigue siendo húmeda. Pero recordemos que Trotsky tuvo el papel de represor en esa revuelta, entonces tomar los datos y argumentos de Trotsky acríticamente, sin tener en cuenta su participación en los hechos, no es muy "dialéctico" que digamos.

Lo de los "elementos pequeñoburgueses" es un argumento para justificar lo injustificable. "Estaba bien reprimir porque eran pequeñoburgueses". La misma formulación me da nauseas. El hecho de justificar la represión hacia Kronstadt porque los insurreccionados no eran lo suficientemente proletarios (un motivo sociológico más que político) lo que demuestra es -además de un grado de alienación impresionante- una diferencia radical de lo que son la dictadura del proletariado y el comunismo. La misma presencia de este argumento en la defensa de la represión es muy ilustrativa de su ilegitimidad.

La represión hacia Kronstadt fue motivada por razones políticas. El principal argumento que esgrimen los defensores de la represión es que la insurrección de Kronstadt fue funcional o promovida por la contrarrevolución. Cualquier similitud con "funcional a la derecha" y "agentes de la CIA" no es casualidad.

La esencia del asunto es que los bolcheviques vieron una amenaza a su poder y como identificaban su dictadura con la revolución, reprimieron. El objetivo de todo partido político es llegar al poder. Y una vez en el poder, su objetivo es mantener el poder en sus manos. Para legitimar esto la burguesía utiliza su ideología, los bolcheviques (y los maoístas, y los castristas) también utilizaron la suya sólo que en forma teórica, en forma de "marxismo". Y, lamentablemente, el efecto de esa ideología perduda hasta nuestros días.


La crítica de Trotsky hacia el sustituísmo fue correcta porque se comprobó en los hechos. Trotsky después se vuelve leninista y abandona aquella tesis, pero eso no la invalida. Es la comprobación en la práctica lo que dice si las tesis son correctas o no, y yo interpreto que se comprobó en la práctica. En todo caso es eso lo que tenemos que discutir, en vez de psicologismos. Al final parece que lo que vos estás diciendo es "no vale, no vale, si no sos troskysta no uses argumentos de Trotsky".



"La tesis de que el bolchevismo sólo expresaría la estrategia de la toma del poder por un partido no resiste análisis."

En todo caso el análisis que invalida esta tesis no se basa en la historia real. Esta tesis FUE comprobada en la práctica en Rusia y es comprobada "en miniatura" en el proceder de los partidos de izquierda en los movimientos de masas.

El hecho de que el bolchevismo fuera un partido obrero y que las masas obreras lo siguieran no quiere decir que la distinción entre partido y clase desaparece. En los hechos (y si se desconocen los hechos, no hay "análisis" que resista) lo que terminó habiendo en Rusia fue una dictadura del partido bolchevique y no una dictadura del proletariado. Empecemos por admitir esto, sino no vamos a ningún lado. Centrar la atención en lo que dijo (o dejó de decir) Trotsky (o yo) es equivocado. Centremos la atención en lo que efectivamente pasó. ¿Hubo dictadura del proletariado o dictadura del partido? Primero quiero saber tu posición en este tema, sino es inútil seguir discutiendo. A menos que vos interpretes que la dictadura del proletariado sea posible a través de un partido político.



Es cierto -es obvio- que si los bolcheviques pudieron establecer su dictadura de partido contra las masas (tanto obreras como campesinas) es porque la clase obrera retrocedió en actividad y conciencia, y esto a su vez fue producto de razones de fuerza mayor (el contexto internacional, la guerra civil, el atraso industrial, etc.). Pero el problema principal no es que los bolcheviques se hayan visto obligados a sustituír a la clase obrera y a tomar medidas de excepción. El problema es que convirtieron la necesidad en una virtud, como bien dijo Rosa Luxemburgo. Hicieron de la excepción una norma. ¿Tengo que volver a repetir lo de la Cheka, la militarización de los sindicatos, la desmantelación de las organizaciones de fábrica y su remplazo por gerentes, la prohibición de fracciones dentro del partido (o sea, la dictadura del comité central)? El problema, entonces, es que los bolcheviques hicieron de su práctica una teoría de la construcción del socialismo, teoría que es tomada acríticamente por los leninistas actuales.


"El problema objetivamente planteado no pasaba por el “sustituísmo” bolchevique. Si ése hubiera sido todo el problema, sencilla-mente habría tenido lugar una revolución política de masas, donde los sustituídos, en tanto sujeto verdadero de la historia y la lucha de clases, se habrían desembarazado de los sustituístas."

No veo la razón por la que, habiendo tantos ejemplos en los que las masas no se sublevaron contra el sustituísmo de la burguesía y su Estado (ni siquiera cuando éste se expresaba en una dictadura militar), ves como cosa tan segura que las masas rusas se hubieran sublevado contra el gobierno bolchevique. Si las masas rusas no estaban en condiciones de sostener la democracia soviética, como dijiste antes, ¿cómo mierda van a estar en condiciones de sublevarse ante el gobierno bolchevique? En el stalinismo, que fue cien veces peor que la Rusia de Lenin y Trotsky, las masas rusas tampoco se sublevaron, no hicieron una (otra) revolución política.

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Rio de sangre de pato
Por ^--^ - Wednesday, May. 18, 2005 at 3:40 PM

No estoy de acuerdo. Justificar no es reivindicar. Fui claro, no quisimos un Kronstadt, y no quisimos la represión, simplemente las demás alternativas eran peores. Reivindicarlo sería -tomo tu expresión- hacer de necesidad virtud, o sostener que reprimir sublevaciones es algo que hay que hacer siempre, cuando lo que hay que hacer es evitar que se produzcan situaciones como la de Kronstadt, aplicando tácticas oportunas de negociación con las capas no proletarias. El tema es si siempre esto es posible. En Kronstadt para mí está claro que no lo era.
En todo caso eso y no otra cosa es lo que yo reivindico, y entiendo que vale también para los bolcheviques en general.
Plantear el asunto como si se tratara de ponerse de un lado u otro de una barricada es improcedente, porque se trata de un hecho consumado, y consumado hace mucho tiempo. No depende de mi toma de partido la vida o la muerte de los sublevados. Lo más gracioso es que, con tus nuevas tesis objetivistas, sos vos el que evade la exigencia de ponerte de uno u otro lado de la barricada en situaciones actuales, ya que sólo una vez consumados los acontecimientos queda establecido que habrían sido necesarios e inevitables, y que todas las condiciones estaban maduras y la oportunidad era la correcta.
Pero mientras los acontecimientos están en curso no se puede estar seguro de si llegó el momento “inevitable” de la revolución y el socialismo, y hay que jugársela. Es ahí, en medio de la incertidumbre de los acontecimientos en curso, donde hay que ponerse de uno u otro lado de la barricada. Los bolcheviques se jugaron a reprimir la sublevación de Kronstadt con todo el derecho que les dio habérsela jugado a la conquista del poder por los soviets (contra todos los que después fueron su oposición) y de haber derrocado al Zar y haber expropiado a la burguesía. Se ensuciaron las manos, como todos los que se juegan y no consideran errores teóricos las derrotas, ni consideran inevitables las frustraciones, pero tampoco los éxitos finales.
Podrías conminarme hoy a tomar partido a favor o en contra de algo que pasa hoy, no de algo que pasó hace más de 80 años. En todo caso, yo no estoy tomando partido por la represión de Kronstadt, sino a favor del bolchevismo, más allá de todo lo que le pueda criticar (no desde la sensiblería y el ultimatismo moralizante, sino desde el análisis histórico de los hechos históricos). Y sólo en virtud de mi toma de partido por el bolchevismo es que tomo posición contra la sublevación de Kronstadt, más allá de todas las contemplaciones que me merece el caso, y sin perjuicio de continuar investigando o discutiendo el tema. Vos, en cambio, tomás partido en contra de la represión a Kronstadt, sin que se sepa si también tomás partido a favor de la sublevación y sus consecuencias, y sin que se sepa qué responsabilidad estarías dispuesto a asumir por esas consecuencias, si hubieran sido todo lo contrarrevolucionarias que suponían los bolcheviques. En general, vos no asumís ninguna responsabilidad por nada.
Y más que contra la represión a Kronstadt tomás partido contra el bolchevismo, sin que se sepa a favor de qué tomarías partido. Es una posición demasiado cómoda para conminar a nadie a pronunciarse a todo o nada y a vida o muerte por algo que debe ser analizado como un hecho histórico y para extraer conclusiones más o menos positivas (es decir, todo lo contrario de lo que vos hacés, ya que tus únicas conclusiones son negativas -sobre lo que NO hay que hacer- y, por lo demás, nada habría que hacer si adoptamos tu tesis de que el comunismo es inevitable).
Lo que decís del “río de sangre” es una verdadera canallada que apela a la sensiblería allí donde faltan argumentos. En los hechos, la sangre que derramaron los opresores fue mucha más que la que derramaron los sublevados. Así que si fuera por la sangre, habría que tomar posición en contra de la sublevación, y mucho dudo que a los voluntarios que murieron asaltando Kronstadt les hiciera ninguna gracia que contabilices su sangre a favor de la causa opuesta a aquella por la que murieron.
Yo mismo he censurado, y vos lo sabés, la ligereza con que algunos dirigentes trotskistas cuentan muertos distantes o ajenos. Con todo, la sangre de los sublevados de Kronstadt es apenas una gota en el río de sangre de la revolución rusa y mejor ni compararla con los millones de campesinos que asesinó Stalin. Creo, y vos lo sabés, que prejuzgar algunas “inevitabilidades”, no en el pasado sino hacia el futuro, o no querer ponderar de antemano medidas para bloquear ciertas líneas de desarrollo como la que condujo al stalinismo, son errores imperdonables, inadmisibles, y quizás algo más que errores. Efectivamente creo que lo de Kronstadt, y el stalinismo mismo, no pudieron ser evitados. Pero creo que tienen que poder ser evitados y que deben buscarse respuestas y alternativas, y no rehuir buscarlas. Pero eso no tiene punto de relación con tu retirada total de las tensiones e incertidumbres de la lucha y de la historia, una historia que, mal que te pese, todavía -y estoy seguro de que por un tiempo más- se seguirá escribiendo con sangre.
En fin, si esto de la lucha y la incertidumbre es demasiado para vos, siempre podés dedicarte a otra cosa. Ya lo estás haciendo, al acogerte a la tesis de la inevitabilidad del comunismo y la inutilidad de construir una organización revolucionaria. Después de eso, solamente tenés que sentarte a esperar tranquilamente:: ya nos enteraremos de la madurez de las condiciones objetivas y subjetivas cuando el socialismo llegue ...inevitablemente! (esto es: cuando sea un hecho consumado). Con una teoría así realmente podés estar seguro de no equivocarte nunca. Lástima que le falta lo más importante en una teoría científica: poder hacer predicciones más o menos exactas. Y le falta otra cosa importante: contrastar sus enunciados con hechos que sucedieron, no con los que podrían suceder quién sabe cuándo. Naturalmente, con “comunistas” que piensen así, al capitalismo no le harán falta defensores.
En fin, aparte de lo dicho hasta aquí, tu post está bastante escaso, ya no de argumentos novedosos sino de argumentos a secas. Pensaba contestarte los pocos puntos políticos o históricos que daban para ser contestados, pero la actitud que mostrás en los primeros párrafos de tu último post me convencieron de que sería al pedo.

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paradójico?
Por gorvachot - Wednesday, May. 18, 2005 at 5:07 PM

"No estoy de acuerdo. Justificar no es reivindicar. Fui claro, no quisimos un Kronstadt, y no quisimos la represión, simplemente las demás alternativas eran peores"

todo dicho... no eches mas tierra a tu tumba discursiva!

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listo
Por socialismo o barbarie - Wednesday, May. 18, 2005 at 5:28 PM

"El gobierno obrero y campesino ha decretado que Kronstadt y los buques rebeldes deben someterse inmediatamente a la autoridad de la República Soviética.

Por tanto, ordeno a todos los que han levantado su mano contra la patria socialista, que depongan las armas de inmediato. Los recalcitrantes serán desarmados y entregados a las autoridades soviéticas. Los comisarios y otros representantes del gobierno que se encuentran detenidos, deben ser liberados en el acto. Sólo quienes se rindan incondicionalmente podrán contar con un acto de gracia de la República Soviética. Al mismo tiempo, doy órdenes para preparar la represión y el sometimiento de los amotinados por medio de las armas. Toda la responsabilidad por los perjuicios que pueda sufrir la población pacífica, recaerá sobre la cabeza de los amotinados contrarrevolucionarios.

Esta advertencia es la definitiva".

Trotski, Kamenev. "Ultimatum a Kronstadt", 5 marzo 1921


"Lo único que os tenemos que decir es ¡TODO EL PODER A LOS SOVIETS! ¡Quitad vuestra manos de este poder, vuestras manos teñidas de sangre de los mártires de la libertad que lucharon contra los guardias blancos, los propietarios y la burguesía!."

lzvestia de Kronstadt nº 6, 7 marzo 1921


Entre estas dos barricadas, elijo la de Kronstadt. Está demostrado, más de 80 años después, que la represión de Kronstadt fue la PEOR alternativa.

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Pah! qué fuerte lo tuyo!
Por ^--^ - Wednesday, May. 18, 2005 at 5:52 PM

Supongo que para vos es un gran golpe de efecto, pero el conocido ultimatum bolchevique a los sublevados es de rigor. ¿Qué querías que les manden a una fortaleza militar sublevada? ¿Flores?
La tuya sería legítima si fuera una elección real (es decir: de esas que no sos capaz de hacer, ya que no hace falta hacerlas).
El punto es ¿cuál es tu cálculo de lo que habría pasado si la sublevación no hubiera sido reprimida, y qué responsabilidad estás dispuesto a enfrentar por ello?
Si, como resultado de la rebelión, los bolcheviques hubieran sido proscriptos (no se entiende bien como, pero era una exigencia de la sublevación), si como consecuencia de ello hubiera aumentado la desorganización económica (dado que ya la había en alto grado y las masas no impulsaban una recomposición de los soviets, y vos te manifestaste de acuerdo conmigo sobre la falta de vitalidad de las masas en ese período), y si hubiera habido centenas de miles o millones de muertos por hambre y frío, y los blancos hubieran ocupado la URSS fusilando a todos los elementos vinculados a los soviets (incluyendo a muchos de los que protagonizaron la sublevación de Kronstadt) y quiténdole la tierra a un campesinado desprovisto del tan "compulsivo" ejército rojo ¿ahora estarías diciendo que la sublevación de Kronstadt fue la mejor opción? No lo creo. Simplemente te inclinás antes los hechos consumados. Si los hechos consumados hubieran sido otros, también te inclinarías ante ellos.
Es verdad que todo lo que hubiera pasado si Kronstadt no hubiera sido reprimida, no ocurrió (precisamente, porque fue reprimida). Pero si es por el carácter hipotético de estas consideraciones, no menos hipotético es tu apoyo a la rebelión de Kronstadt (¿o ya agarraste el fusil dispuesto a ingresar al tunel del tiempo?).
No obstante, los bolcheviques no podían dejar de plantear sus hipótesis sobre las consecuencias de reprimir y también sobre las de no reprimir. Por eso la suya sí fue una opción real y responsable, y la tuya es una elección falsa, ya que no necesita hacerse cargo de ninguna consecuencia.
Eso sí, donde hay que hacerse cargo de consecuencias inciertas de una acción, podés salir del paso mediante la inacción, ya que el comunismo es inevitable y es innecesario construir una organización revolucionaria.

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"que hubiera pasado si..."
Por socialismo o barbarie - Wednesday, May. 18, 2005 at 6:17 PM

No tiene sentido seguir la discusión por ese lado. Eso a lo único que conduce a que no se discuta qué pasó efectivamente.

Por más que te sigas enojando y ahora empieces con las chicanas mantengo lo que dije. Acordate que el que empezó la discusión sobre el tema de Kronstadt fuiste vos. Ya está bien claritas las dos posiciones sobre el tema Kronstadt.

La organización revolucionaria que hay que construír son los soviets, y a ellas corresponde todo el poder. Eso no impide un agrupamiento de los comunistas, pero no en la forma de partido político. Esa es la alternativa que yo presento a al bolchevismo.

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Xor justifica represiones
Por ^--^ - Wednesday, May. 18, 2005 at 10:35 PM

Guarda con este CHEKISTA de ^--^

Un verdadero XORete

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^--^, el centralista
Por Bakunin de trapo - Wednesday, May. 18, 2005 at 10:40 PM

http://www.geocities.com/labrecha3/danielguerin.html

Los anarquistas rusos más lúcidos no se dejaron engañar. En el apogeo del período libertario de Lenin, conjuraban ya a los trabajadores a ponerse en guardia. En su periódico Golos Trudá (La Voz del Trabajo), podían leerse, hacia fines de 1917 y principios de 1918, estas proféticas advertencias de Volin: "Una vez que hayan consolidado y legalizado su poder, los bolcheviques –que son socialistas, políticos y estatistas, es decir, hombres de acción centralistas y autoritarios– comenzarán a disponer de la vida del país y del pueblo con medios gubernativos y dictatoriales impuestos desde el centro (...). Vuestros soviets (...) se convertirán paulatinamente en simples instrumentos ejecutivos de la voluntad del gobierno central (...). Asistiremos a la erección de un aparato autoritario, político y estatal que actuará desde arriba y comenzará a aplastarlo todo con su mano de hierro (...). ¡Ay de quien no esté de acuerdo con el poder central!". "Todo el poder a los soviets pasará a ser, de hecho, la autoridad de los jefes del partido".

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La represión de la insurrección de Kronstadt y los errores bolcheviques
Por Leonardo Mir - Thursday, May. 19, 2005 at 1:57 AM
leonardomir@msn.com

Antes que nada me parece oportuno recordar los primeros párrafos de "Alarma por Kronstadt", escrito por León Trotsky el 15 de enero de 1938:



Un “Frente Popular” de delatores

La campaña sobre Kronstadt continúa con un vigor constante en ciertos círculos. Se podría pensar que la revuelta de Kronstadt no ocurrió hace 17 años [En este año 2005 se cumplen 84] sino ayer. Participan en la campaña con igual celo, bajo el mismo lema, anarquistas, mencheviques rusos, socialdemócratas de izquierda del Buró de Londres, individuos desatinados, el periódico de Miliukov y, ocasionalmente, la gran prensa capitalista. ¡Un “frente popular” de su misma calaña!
Ayer me tropecé con las siguientes líneas en un semanario mejicano que es a la vez católico, reaccionario y “democrático”: “Trotsky ordenó disparar sobre 1.500 (?) marineros de Kronstadt, los más puros entre todos. Su política cuando estaba en el poder no se diferenciaba en absoluto de la actual política de Stalin.” Como es sabido los anarquistas de izquierda deducen la misma conclusión. Cuando por primera vez respondí en la prensa brevemente las preguntas de Wendelin Thomas, miembro de la Comisión de investigación de Nueva York, el periódico menchevique ruso defendió inmediatamente a los marineros de Kronstadt y... a Wendelin Thomas ... El periódico de Miliukov se manifestó en la misma tónica. Los anarquistas me atacaron con mayor vigor aun. Todas estas autoridades alegan que mi respuesta era completamente inútil. Esta unanimidad es todavía más notable puesto que los anarquistas defienden, en el símbolo de Kronstadt, un genuino comunismo antiestatal; los mencheviques, en la época del levantamiento de Kronstadt defendieron abiertamente la restauración del capitalismo y Miliukov lo defiende aún ahora.
¿Cómo puede el levantamiento de Kronstadt causar tal disgusto en anarquistas, mencheviques, y contrarrevolucionarios “liberales” al mismo tiempo? La respuesta es simple: todos estos grupos están interesados en comprometer a la única corriente genuinamente revolucionaria, que nunca ha repudiado su bandera, nunca ha transigido con sus enemigos y representa sola el futuro. Por eso entre los delatores tardíos de mi “crimen” de Kronstadt hay tantos ex revolucionarios o semirrevolucionarios, gentes que perdieron su programa y sus principios y que consideran necesario desviar la atención de la degradación de la Segunda Internacional o la perfidia de los anarquistas españoles. Los stalinistas todavía no se pueden unir abiertamente a esta campaña sobre Kronstadt pero, por supuesto, se frotan las manos con placer porque los golpes están dirigidos contra el “trotskismo”, el marxismo revolucionario y la Cuarta Internacional.

La represión de la insurrección de Kronstadt y los errores leninistas

1. La represión

Con relación a la represión de la insurrección de Kronstadt, socialismo o barbarie reclama:

Pero una represión o se condena o se reivindica. NO HAY TÉRMINO MEDIO.

Bien. Reivindicar significa "reclamar un derecho", en este sentido yo creo que es reivindicable el derecho de los bolcheviques de haber reprimido la sublevación contrarrevolucionaria.

Justificarla (y encima después de pasados más de 80 años) es reivindicarla, y eso habla más de una diferencia de principios que una diferencia de táctica. Ya no estamos hablando de lo que escribió éste o aquél, es un río de sangre (y no sangre burguesa, precisamente) lo que nos separa. Por lo tanto ante estos hechos no caben posturas ambiguas.

La "sangre" que impulsó el levantamiento es sangre contrarrevolucionaria. Pero seamos más precisos: reivindicar el derecho de los bolcheviques a defender la revolución no significa igualar ese derecho con el derecho a derramar sangre de trabajadores al estilo burgués, es decir, como parte del negocio de explotación. Lo que se reivindica es el derecho a la legítima defensa de la revolución.


Es cierto que los datos o argumentos de Trotsky no pasan a ser falsos sólo porque él los use o deje de usarlos. Sin importar si Trotsky dice que el agua es húmeda o seca, el agua sigue siendo húmeda. Pero recordemos que Trotsky tuvo el papel de represor en esa revuelta, entonces tomar los datos y argumentos de Trotsky acríticamente, sin tener en cuenta su participación en los hechos, no es muy "dialéctico" que digamos.

La participación de Trotsky en esos hechos se circunscribió al envío del ultimátum de rendición. Posteriormente Trotsky reivindicó el derecho de los bolcheviques a defender la revolución aún mediante la utilización del lamentable recurso empleado, lamentable recurso mil veces preferible a entregar la revolución a los burgueses.


Lo de los "elementos pequeñoburgueses" es un argumento para justificar lo injustificable. "Estaba bien reprimir porque eran pequeñoburgueses". La misma formulación me da nauseas. El hecho de justificar la represión hacia Kronstadt porque los insurreccionados no eran lo suficientemente proletarios (un motivo sociológico más que político) lo que demuestra es -además de un grado de alienación impresionante- una diferencia radical de lo que son la dictadura del proletariado y el comunismo. La misma presencia de este argumento en la defensa de la represión es muy ilustrativa de su ilegitimidad.

No, tu alegato acá es equivocado. La represión no es reivindicable porque eran pequeñoburgueses. Hubiera sido igualmente reivindicable si los sublevados en contra de la revolución hubiesen sido proletarios, proletarios dirigidos -como fue de hecho dirigida la insurrección- por pequeñoburgueses contrarrevolucionarios.


La represión hacia Kronstadt fue motivada por razones políticas. El principal argumento que esgrimen los defensores de la represión es que la insurrección de Kronstadt fue funcional o promovida por la contrarrevolución. Cualquier similitud con "funcional a la derecha" y "agentes de la CIA" no es casualidad.

Tu argumentación para destruir el argumento en favor de la represión es meramente un recurso retórico, un juego de palabras vacío de contenido. "Si Pepito grita es porque no tiene razón, luego, todos los que gritan carecen de razón". Es un razonamiento que cumple hasta cierto punto con los postulados de la lógica formal, pero en cuanto llenamos de contenido las premisas que corresponden a los polos opuestos y contradictorios de la fórmula, el argumento se cae estrepitosamente. Los defensores de la represión lo hacían a nombre de la revolución obrera, los que usan la muletilla de "funcional a la derecha" defienden justamente lo contrario.


La esencia del asunto es que los bolcheviques vieron una amenaza a su poder y como identificaban su dictadura con la revolución, reprimieron. El objetivo de todo partido político es llegar al poder. Y una vez en el poder, su objetivo es mantener el poder en sus manos. Para legitimar esto la burguesía utiliza su ideología, los bolcheviques (y los maoístas, y los castristas) también utilizaron la suya sólo que en forma teórica, en forma de "marxismo". Y, lamentablemente, el efecto de esa ideología perdura hasta nuestros días.
 

Los bolcheviques percibieron acertadamente el peligro que entrañaba la insurrección impulsada por los pequeñoburgueses y actuaron en consecuencia.

Lo que parecés no comprender es el verdadero carácter de la sublevación y también demostrás no comprender el verdadero carácter del anarquismo; y, ante la necesidad de mantener un diálogo fraternal con los honestos luchadores anarquistas te sometés a las críticas infundadas que el anarquismo divulga sobre los hechos de Kronstadt.

 

2. Los errores

 

Yo creo que sin quererlo, adoptás una postura ecléctica, intentando rescatar lo mejor del anarquismo, que vos identificás con los hechos que rodearon a la sublevación y el rol que jugaron los anarquistas en ella. Probablemente te lleve a esta actitud tu temperamento crítico que intenta hallar los errores de los bolcheviques y del marxismo y creés hallarlos allí, como si esta fuera la demostración de los mismos.

Es verdad que los bolcheviques cometieron errores y algunos de ellos muy serios. Pero fueron precisamente eso, errores y no virtudes, por lo que no deberías inferir que esos errores son la sustancia del bolchevismo sino una desviación del mismo. Siguiendo hasta el final tu razonamiento se desemboca por último, en que el estalinismo es la consecuencia lógica del leninismo y del marxismo -y esa es una de las grandes falacias que divulga la burguesía para echar tierra a los ojos del proletariado y los trabajadores.

Que los errores bolcheviques hubieran contribuido al clima que rodeó a todo lo concerniente a Kronstadt, no elimina la cuestión principal, que es que la sublevación fue una medida política impulsada en contra de la revolución por los mismos que a poco de haberse tomado el poder, comenzaron a conspirar contra los comunistas. Los pequeñoburgueses anarquistas aprovecharon una situación que entrevieron favorable para atacar a la revolución, que no para profundizarla. Claro es que esta afirmación debe ser probada, como así mismo debería ser probado lo contrario. A este respecto es necesario conocer a fondo los hechos y a los participantes. El anarquismo es en parte lo que pintan los artículos que encabezan este post, y los que seguiré publicando. En cuanto a los hechos me remito al propio Trotsky y al G.P.M. -por ejemplo: http://www.nodo50.org/gpm/revpermanente/todo.pdf o este párrafo de otro documento:

Para comprender la función que los bolcheviques cumplieron con la IIIª Internacional desde su fundación hasta principios de 1921, es necesario volver al interior del territorio soviético y poner un momento la lupa sobre la lucha de clases en la Rusia soviética desde el final de la guerra civil. A raíz de la continuación de las requisas de cereal a los campesinos para el abastecimiento de las ciudades, se había venido incubando en la sociedad soviética una crisis social de magnitud. Mientras duró la guerra civil, los campesinos apoyaron la los revolucionarios para librarse de la opresión zarista y de la explotación de los terratenientes y usureros. Pero una vez desaparecida esa amenaza, se volvieron contra la política comunista de los bolcheviques. Todo el tiempo que la Comintern empleó para implementar la política del PCURS en el movimiento obrero del Occidente capitalista, los campesinos rusos se dedicaron a resistir la política del gobierno central, organizando destacamentos de guerrillas, ocupando ciudades y enfrentándose a los regimientos del Ejército Rojo. Entre las rebeliones más importantes cabe citar la de S. Antonov, un antiguo social-revolucionario y oficial del Ejército que, al frente de sus bandas de campesinos armados se hizo fuerte en algunas zonas de la región de Tambov. Como resultado de esta insurrección, Lenin se vio obligado a recibir a una delegación de campesinos y a ordenar el cese de las requisas forzosas. Esta creciente oposición al gobierno alcanzó su máximo grado de explosividad social a principios de 1921. El 20 de febrero estalló una huelga general en Petrogrado que continuó con la sublevación de la flota del Báltico anclada en Kronstadt, brutalmente reprimida. En Rusia imperaba la indignación general y una atroz penuria material en las ciudades a consecuencia de la rebelión campesina.

Resumiendo, no es adecuado pretender explicar Kronstadt  por los errores bolcheviques, por más que esos errores no estuvieron -ni mucho menos- por completo ajenos a los sucesos de esos años. Para mi modo de ver, los errores bolcheviques tuvieron una dimensión de poca envergadura por relación al resto de los factores intervinientes en todo el proceso. El papel jugado por los bolcheviques fue épico, lo cual no significa evadir la necesaria indagación acerca de los pasos dados en falso, con miras a no repetirlos en el futuro.




 

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Leo, no leíste nada
Por socialismo o barbarie - Thursday, May. 19, 2005 at 11:45 AM

El artículo de Trotsky lo leí hace tiempo y es un asco. Hace lo mismo que el stalinismo hizo contra él: una amalgama de las críticas por izquierda con las de derecha para presentar las críticas de izquierda como "funcionales a la derecha".

Todo ese texto está destinado a sostener el argumento típico de los represores: "fue lamentable pero necesario para no perderlo todo". Y todos los que no comprendan esa razón "científica" son, por supuesto, contrarrevolucionarios conscientes o inconscientes, y es legítimo reprimirlos.

Por eso no voy a perder el tiempo discutiéndolo punto por punto si primero no responden verdaderamente ante lo que estoy diciendo:

Los bolcheviques actuaron consecuentemente como partido político que monopolizó el poder del Estado y reprimió cuando éste fue desafiado. El fin de todo partido político es conquistar el poder político y, una vez conquistado, retenerlo. Los medios se subordinan a ese fin.

Es OBVIO que los bolcheviques iban a identificar su monopolio del poder estatal con la revolución. Todo partido político identifica su continuidad en el poder estatal con la continuidad del régimen social. "Yo o el caos", "Yo o la derrota". Esto es ideología burguesa pura, sólo que en el caso de los bolcheviques está encubierta por términos marxistas. Lo que "alarma" es que quienes dicen ser partidarios del fin de la explotación del hombre por el hombre no se den cuenta.

No tiene sentido seguir la polémica por el lado del carácter sociológico de los insurrectos de Kronstadt ni "lo que hubiera pasado si no era reprimida".

Una vez más, por las dudas:

La esencia del asunto es que los bolcheviques vieron una amenaza a su poder y como identificaban su dictadura con la revolución, reprimieron. El objetivo de todo partido político es llegar al poder. Y una vez en el poder, su objetivo es mantener el poder en sus manos.

ESTE es el argumento principal que explica la represión de Kronstadt. No hubo errores ni excesos. Los bolcheviques percibieron acertadamente el peligro que entrañaba la insurrección (PARA SU MONOPOLIO DEL PODER POLÍTICO) y actuaron en consecuencia.

El problema surge, entonces, cuando se identifica la conservación del poder político por los bolcheviques con la continuidad de la revolución.

Por favor, en vez de responder a cada párrafo por separado e insertar líneas y líneas de citas y hacer de esto algo insoportable respondan a este simple argumento.

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Una perlita
Por ^--^ - Thursday, May. 19, 2005 at 12:20 PM

Según SoB, no tendría ningún sentido seguir la discusión tomando en cuenta "lo que hubiera pasado si...", porque eso conduciría "a que no se discuta qué pasó efectivamente".
Nada de cierto hay en ello.
Por empezar, no se puede discutir lo que pasó efectivamente sin oponerle lo que podría haber pasado y, sobre todo, lo que debería haberse hecho de otro modo.
En verdad, eso mismo es lo que hace SoB, al decir que NO habría que haber reprimido la sublevación y que los comunistas debían tomar partido por la sublevación y contra los bolcheviques. La toma de posición de SoB no es menos "hipotética" que mi exigencia de considerar seriamente las consecuencias de tal o cual curso de acción.
Por lo demás, atenerse a "lo que efectivamente ocurrió" sin agregar ni quitar nada, conduce a lo contrario de lo que sostiene SoB, ya que "lo que efectivamente sucedió" es que los bolcheviques aplastaron la sublevación, que la sublevación no triunfó ni condujo a las masas trabajadoras de la URSS a un gobierno consejista renovado.
Es decir que lo único que se puede hacer con los hechos tales y cuales ocurrieron, si no se plantea hipótesis alternativas, es analizarlos como hechos históricos (que es lo que yo traté de hacer), y no "reivindicarlos" o tomar partido donde no hay abierto ningún curso de acción en el presente (que es lo que pretende SoB).
Contrariamente a lo que estima SoB, ninguna toma de posición real puede prescindir de considerar, y muy seriamente, "lo que sucederá si...". Ningún sujeto, y mucho menos un sujeto histórico, entra en acción si no es para que introducir concientemente un cambio en el estado de cosas, y ello requiere razonamientos hipotéticos, requiere un cálculo sobre las consecuencias esperables de la propia intervención. Que SoB pretenda negar esto -y si quiere que lo tome como una expresión de "enojo" de mi parte- sólo muestra hasta qué punto está reblandeciéndose su pensamiento.
Es sencillamente grotesca la pretensión de SoB de que a más de 80 años de la sublevación de Kronstadt "los hechos demuestran" que reprimir fue la peor opción. Se acercaría más a un argumento si SoB puntualizara CUALES son tales "hechos" y COMO "demuestran" lo que él pretende que demuestran.
A mi juicio, la sublevación de Kronstadt y su represión no demuestran en absoluto lo que SoB sugiere, y de hecho hicieron falta muchos más acontecimientos históricos para que el bolchevismo dejara de ser una referencia revolucionaria internacional -y no ilusoria sino real- para los obreros de todo el mundo. En lo que a mi propia toma de posición atañe, diré que, históricamente, a los ojos de los obreros del mundo, la represión de Kronstadt en sí misma no desvirtuó al bolchevismo como herramienta revolucionaria (y por eso, aún siendo un punto desagradable, no puede motivar por sí misma una reconsideración teórica general del bolchevismo). El que sí desvirtuó al bolchevismo como herramienta socialista revolucionaria, fue el stalinismo. Y eso sí es un hecho establecido: hoy por hoy el bolchevismo ha perdido el inmenso crédito que la revolución rusa le había otorgado entre los obreros de todo el mundo.
Y también es un hecho real, efectivo, que el movimiento trotskista, en el momento del derrumbe final de la burocracia stalinista, no pudo superar con sus propios recursos la destrucción (o la pudrición) stalinista del bolchevismo como herramienta revolucionaria, doctrinal y organizativa. Por qué ha sido así y qué se debe hacer con ello, es otra discusión.
Kronstadt, en cambio, sólo representa una desvirtuación de la lucha revolucionaria para los anarquistas, que tenían tomada de antemano posición contra los bolcheviques (es decir: para quienes, desde el vamos y por razones "doctrinarias", el bolchevismo mismo era una "desvirtuación" de la causa socialista). Pero los anarquistas no representaron ni representan nada más que a sí mismos, no dan ningún parámetro histórico ni de masas para juzgar acontecimientos sociales tan importantes como la revolución rusa y su ulterior degeneración.

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Algunas perlas más
Por ^--^ - Thursday, May. 19, 2005 at 1:22 PM

SoB se queja de que 1) Mir “no lo leyó” y 2) de que Mir repite más de lo mismo al presentar un texto bien conocido de Trotski sobre Kronstadt, que SoB dice conocer.
En verdad, el que parece no haber leído nada es SoB, ni lo que escribí yo, ni el tan conocido documento de Trotski. A su vez, el que repite más de lo mismo es el propio SoB, presentando por ejemplo los telegramas intercambiados entre Trotski y los sublevados, archiconocidos por su publicación en el libro de Archinoff, la fuente privilegiada de los anarquistas sobre el tema Kronstadt (otro lugar común que cansa es el libro de Volín sobre Makhno).
SoB se queja, también, de que nadie responde a su pregunta sobre si lo que implementaron los bolcheviques fue una dictadura del partido o de la clase. Pero esa “pregunta” no puede ser “respondida”, sino que debe ser CUESTIONADA. ¿Acaso las dictaduras de partidos no tienen contenido de clase? ¿Es posible, según SoB, que un partido represente solamente su propia vocación de poder y nada más que eso, como se desprende de los “argumentos” de SoB? De ninguna manera. Creo haberlo dicho, y si no lo dije lo digo ahora, que una dictadura de partido o camarilla, e incluso una dictadura personal (si la hubiera), representa siempre los intereses de una clase u otra clase, ode una alianza de clases, o arbitra entre los intereses de clases antagónicas en las que se apoya más o menos, alternativamente.
La pregunta entonces debe ser ¿Qué intereses de clase representaban los bolcheviques, más allá de su deseo de conservar el poder para sí?
SoB hace de toda esta cuestión sociológica e histórica un asunto de mera psicología: “los bolcheviques no podían verse de otro modo”, “los bolcheviques sentían amenazado su poder”, etc. Para mantener esa tónica psico-sensiblera, todo lo que SoB tiene para decir sobre el texto de Trotski es que “es un asco”.
Sin embargo, este enfoque psicologísta de SoB no lo conduce a ningún análisis de voluntades y conciencias allí donde sería crucial hacerlo, ya que para él “no tiene sentido” considerar las consecuencias eventuales de uno u otro curso de acción, consideraciones que los sujetos históricos están siempre obligados a hacer, y que los propios historiadores toman muy en cuenta a la hora de estudiar los hechos ocurridos.
Para SoB tampoco es necesario hacer un análisis sociológico del elemento predominante en la fortaleza de Kronstadt, y cualquier consideración sobre los intereses de clase expresados en la dominación de un partido, como ya se vio, tampoco merecen ser objeto de análisis por parte de SoB. El ya ha “tomado posición”, valientemente, sobre un hecho que no se integra en ningún curso de acción efectivo. Eso sí, allí donde hay que tomar posición, desde un lugar de sujeto comprometido, SoB sale del paso con la tesis evolucionista de la inevitabilidad del comunismo. Sus tomas de partido sólo tienen lugar allí donde son enteramente improcedentes, y están excluídas allí donde son imprescidibles.
Ninguna de las superficialidades de SoB merece ser puntualmente contestada. Más bien SoB debería mostrar que leyó las serias objeciones que se han hecho a los berrinchitos que trata de hacer pasar como argumentos, en una de sus más inconsistentes intervenciones en Indymedia desde que tengo memoria.

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ahora está bien clarito
Por socialismo o barbarie - Thursday, May. 19, 2005 at 2:20 PM

La interpretación de Xor de la dictadura del proletariado es la dictadura del partido. Como Xor no puede salir del esquema de la revolución burguesa, no cree que la revolución y la dictadura proletarias puedan prescindir de la dirección de un partido político. Y así como no pueden prescindir de un partido político, tampoco pueden prescindir de la policía, la burocracia, un ejército separado del pueblo, un servicio de inteligencia, etc.

Tal es así que habla de "gobierno consejista". La mentalidad de Xor está tan atrapada en la sociedad burguesa que él no concibe que la clase obrera pueda tomar el poder a menos que una "vanguardia revolucionaria" lo tome por ella y, encima, esa vanguardia sea tan virtuosa que lo ceda una vez tomado. Pero no en seguida che, primero hay que asegurarnos que los obreros no puedan estropear nada con su falta de conciencia.

Y claro, esa dictadura de partido "transitoria" tiene, debido a su carácter de vanguardia revolucionaria, la total legitimidad para tomar medidas en contra del pueblo. Ya que como el partido nuclea a lo más consciente todo lo que esté fuera de él es potencialmente revolucionario y cualquier desafío a su liderazgo debe ser suprimido.

Entonces la represión a Kronstadt, la militarización de los sindicatos, la Cheka, el restablecimiento de la pena de muerte, el reemplazo de los comité de fábrica por gerentes, la transformación de los soviets en apéndices del partido. Todo eso está justificado porque "la alternativa es peor". Y el que no lo entiende así y encima -¡blasfemia!- manifieste sentimientos adversos, es un pequeñoburgués timorato, un sentimentalista, un inconsistente, etc.

Acá se trata de una diferencia de objetivos. La posición de Xor es bien "consistente" (la bosta también es consistente, pero no deja de ser bosta) en el sentido de lo que él quiere es otro tipo de capitalismo. Yo quiero la dictadura del proletariado y el comunismo.

Queda ver cual es la posición de Leonardo Mir.

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La política como psicología y la sociedad como fantasía
Por ^--^ - Thursday, May. 19, 2005 at 3:43 PM

Para SoB aquí de lo único que se trata es de lo que “yo quiero”, de lo que “él quiere”, etc.
Con la excusa de que la dictadura del proletariado no debería (según un “deber ser” que SoB sacó no se sabe de qué galera) ser ejercida, no por ningún partido, sino sólo por los consejos obreros (debemos suponer que dentro de ellos tampoco "debe" haber partidos), deja sin contestar la cuestión de cómo es posible que un partido ejerza una dictadura que no se sostenga en los intereses de ninguna clase. Así, SoB habla de las supuestas limitaciones a priori de mi punto de vista sólo para eludir enfrentar las insuperables contradicciones del suyo.
SoB llega a decir que el gobierno bolchevique no habría sido más que "otro capitalismo". Mucho le costaría demostrar con hechos esa hipótesis, que ya ha sido planteada por distintos intelectuales a lo largo de más de medio siglo, sin alcanzar jamás la imprescindible consistencia que deben tener los enunciados científicos. De todos modos, hace ya varios posts que SoB decidió no tomarse la molestia de demostrar nada de lo que dice.
SoB está seguro, no se sabe bien por qué motivo, de que una “verdadera” dictadura del proletariado no puede ser ejercida por un partido, sino solamente por una organización soviética. ¿Hay algo de seriedad en este argumento? Veamos.
Por un lado, se ha podido constatar en la realidad histórica que los soviets sólo adoptan una estrategia de poder cuando adoptan la orientación de una de las fracciones políticas que intervienen en su seno. De hecho, existieron soviets que no dieron lugar a una dictadura proletaria sino a un régimen burgués constitucional, como fue el de la República de Weimar. ¿Cómo resuelve SoB este problema? No lo sabemos.
Podemos conjeturar que SoB simplemente sentenciará que ello ha ocurido porque las condiciones no estaban maduras, y el proletariado no estaba en condiciones de ponerse al frente de la sociedad, respuesta que cabe a cualquier circunstancia, especialmente si quien la profiere se mantiene al margen de la acción.
Entonces, para SoB, si una revolución derroca y expropia a la burguesía y colectiviza la producción y a la cabeza de dicha revolución hay un partido político, eso señala que las masas no están maduras porque se dejan dirigir por un partido (nótese que según SoB las masas no eligirían a un partido entre otros, en base a una experiencia contrastada, sino que simplemente se dejarían alienar a causa de su inmadurez, un argumento impalpable y casi metafísico). Pero, si las masas no hacen la revolución sino que se limitan a imponer alguna reforma popular al régimen capitalista, eso también es indicio de su falta de maduración histórica. O sea, cualesquiera sean los hechos, la "teoría" de SoB resultará correcta. No puede negarse que este proceder "teórico" tiene grandes ventajas, aproximadamente las mismas que tiene el robo sobre el trabajo honrado.
SoB, que está convencido de que el comunismo es inevitable, no nos sabe decir exactamente (y ni siquiera con algunas décadas de margen de error) cuándo estarían maduras todas las condiciones para que las masas tomen el poder, se dirijan a sí mismas y al conjunto social. SoB no repara en que el sólo hecho de hablar de una “dictadura” implica que la sociedad está dividida, que una parte oprime a otra, y que por lo tanto no podría obviar el empleo de una fuerza represiva y de la inteligencia. Solventa esta dificultad hablando de un ejército que no esté “separado del pueblo”, sin que pueda saberse qué sentido concreto tiene esto. Tendremos que suponer que, por ejemplo, si la dictadura proletaria necesita encontrar y encarcelar a un agente de la burguesía (¿o será que SoB los ha excluído de la realidad por decreto?), las masas deben estar siempre enteradas de todos los detalles de la labor policial. Si es así, debemos asumir que SoB está en condiciones de asegurarnos que ello de ningún modo facilitará la evasión al agente enemigo.
Un pensamiento tan edificante como el de SoB no contempla la posibilidad de que dentro de lo que él llama alegremente “las masas”, haya fracciones diferenciadas, mayorías y minorías, y hasta carneros y elementos descompuestos. ¡De ningún modo, ya que si así fuera ello significaría que las masas no habrían alcanzado la madurez!
Pero lo cierto es que si no hay unanimidad tiene que haber fracciones, y que si hay carneros y traidores, a alguien hay que “separar”. Para comprender esto basta echar una mirada sobre las masas reales.
Desde luego, SoB admite que, bajo la dominación capitalista de clase, las cosas se presentan de otro modo al que él imagina (¡tiene todo el derecho a imaginar!), pero todo -nos aclararía SoB- es una cuestión de maduración, y el momento adecuado llegará inevitablemente, aunque SoB no sabría decirnos exactamente cuándo será eso.
SoB me acusa, con razón, de aplicar a la revolución proletaria criterios semejantes a los aplicables a las revoluciones burguesas. Pero él también lo hace, desde que admite que una revolución proletaria daría lugar a una dictadura, a la dominación de una clase sobre otra. SoB no deja muy claro por qué dicha dictadura sí podría ser transitoria si no la ejerce un partido, y por qué no podría serlo cuando si la ejerza un partido. Si vamos al caso, bajo el capitalismo las dictaduras y las hegemonías partidistas son transitorias.
Como sea, SoB no explica en qué basa su propia idea de cómo tendría que ser una dictadura proletaria. Simplemente toma como premisa lo que constituye el punto de llegada: una sociedad sin facciones, homogénea, transparente y unánime, al menos en sus intereses materiales. De ese modo tiene garantizado que cuando esto se dé, se habrá dado. El único inconveniente de este modo de encarar el problema, es que no hay modo de ingresar a ese círculo conceptual cerrado desde la vulgar y repugnante realidad material, histórica.
La única solución 0para las dificultades que plantea la concepción de SoB, pasa por comprender que sólo se puede transitar de una sociedad opaca a sí misma, dividida no sólo en clases sino en fracciones de clases y en capas diversas (lo segundo y lo tercero es inseparable de lo primero), hacia una sociedad concientemente autogobernada y homogénea en lo que hace a las condiciones manteriales de existencia, por medio de un régimen de transición (he aquí el carácter transitorio de la dictadura, sea partidista, pluripartidista, o lo que SoB quiera) que emplee no los métodos ideales o los procedimientos que sólo pueden existir tras la realización completa del socialismo, sino aquellos que le proporcionan efectivamente las condiciones históricas en que el proceso revolucionario se inicia. En ese sentido, poría decirse que todo lo que comienza lo hace antes de su madurez, del mismo modo que nosotros, los seres humanos, alcanzamos la madurez mucho después de haber nacido.
Queda por decir que SoB cree eludir la inevitable tensión entre masas y vanguardia dand por supuesto, más o menos nebulosamente, que los consejos obreros no son una vanguardia. Se equivoca de pe a pa. No sólo los consejos obreros son una epxresión de vanguardia de los obreros, sino que esto es cien veces más cierto en relación con las masas, integradas por amplias capas no-obreras.
Al ignorar toda diferenciación entre vanguardia (los más dinámicos, los más lúcidos, etc.) y masas, es lógico que se ignore igualmente toda diferenciación en el seno de la vanguardia. En una palabra, lo que SoB ha eludido cuidadosamente, es la realidad material e histórica en todas sus determinaciones concretas, para imaginar un paraíso conceptual sin punto de contacto con la lucha de clases ni la historia reales.

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....
Por socialismo o barbarie - Thursday, May. 19, 2005 at 4:18 PM

El que quiera saber que piensa el consejismo sobre lo que es el socialismo, la relación entre masas y vanguardia, la dictadura del proletariado, la revolución, los consejos obreros y la relación entre los comunistas y la clase obrera, puede ir a http://www.geocities.com/comunistasdeconselhos donde se encuentran varios textos de Paul Mattick y Anton Pannekoek sobre esos temas.

Pretender que mi obligación es desarrollarlos todos acá para "poder hablar" es de una pedantería impresionante.

Obviamente, sí pienso que la dictadura del proletariado no sólo es posible sin la dictadura de un partido, sino que la dictadura de un partido es todo lo contrario a la dictadura del proletariado, como quedó demostrado en la historia.

Más claro imposible. Vos estás de acuerdo con la represión de Kronstadt y yo no. Vos estarías de acuerdo con la dictadura de un partido y yo no. Listo. No vamos a coincidir nunca asi que dejate de hinchar con tu actitud Inquisidor.

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una mentira
Por socialismo o barbarie - Thursday, May. 19, 2005 at 4:21 PM

"si una revolución derroca y expropia a la burguesía y colectiviza la producción"

La producción en Rusia jamás fue colectivizada en el sentido comunista. Fue nacionalizada, estatizada. O sea, colectivizada pero a nivel de la burocracia estatal. De manera que es falso hablar de socialismo, Estado obrero, etc. Esto es un capitalismo de Estado.

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Patético
Por ^--^ - Thursday, May. 19, 2005 at 4:46 PM

O sea, según vos la URSS era "capitalista" (de estado) porque no se parecía a tu idea del socialismo, no porque dominara una clase capitalista en un contexto social de producción para el intercambio mercantil.
Esa tesis fue arrasada tanto teórica como empíricamente, esto último por la restauración capitalista real, efectiva, del capitalismo en la ex-URSS.
En fin, vos que pretendés apegarte tanto a lo que efectivamente "ocurrió" terminás definiendo la realidad a partir de una idea que no existe en ninguna parte, en vez de explicar las ideas a partir de la realidad o de realizar las ideas.
Hasta acá tus argumentos y hechos pesan tanto como un pedo en una canasta, quizás un poco menos (aunque huelen peor). Fijate qué oportunidad te estoy brindando, con este último párrafo, para hacer interpretaciones psicológicas.
Sobre el consejismo, sería interesante que sostuvieras la misma actitud "realista", y te atuvieras al consejismo real, lo que realmente fue y lo que realmente hizo. O sea: nada.

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...
Por ... - Thursday, May. 19, 2005 at 5:13 PM

El leninismo-trotskismo, es una visión burguesa de la revolución, de arriba a abajo, estatista. Quiza los anarquistas y consejistas no hicieron nada hasta hoy, pero al menos tienen la oportunidad de demostrar que pueden ser viables para el hoy, sin embargo al leninismo lo enterro la historia, la cual demostro que la toma del poder politico por un partido es lo mas contrarrevolucionario que puede pasar. Con sus silogismos mataron la revolución "Nosotros somos lo mejor del proletariado, por lo tanto, lo que hagamos es revolucionario, si teopones a nosotros, eres enemigo de la revolución y te habremos de liquidar"

Afortunadamente, los movimientos de masas vienen rompiendo con el autoritarismo leninista y se organiza de abajo a arriba, con una buena dirección programatica revolucionaria, las cosas van a salir bien.

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Distingamos
Por ^--^ - Thursday, May. 19, 2005 at 5:44 PM

Los consejistas prácticamente no cumplieron ningún rol significativo en la historia del movimiento obrero. En todo caso, los comunistas de izquierda que oponían los consejos a la intervención electoral, fueron simplemente sectarios que no contribuyeron a ningún desarrollo. Igualmente, los propios consejos obreros, no cumplieron un rol constante en la historia. Como señalé, en Alemania aprobaron una constitución burguesa. La organización consejista como tal (y la partidista como tal) no expresa por sí misma un contenido de clase.

Los anarquistas sí cumplieron un rol en la historia del movimiento obrero, hasta que el ascenso del bolchevismo sumado a sus propias macanas los hizo desaparecer en todo el mundo.
Sobre el rol jugado por los anarquistas puede decirse que fue perjudicial para el movimiento obrero, de lo cual hay ejemplos palmarios en España, tanto en el siglo XIX como en el XX. No creo que valga la pena abundar porque son casos muy conocidos y que costaron su buena cantidad de muertos.

La actual inexistencia del consejismo se explica por su ausencia en la historia del movimiento obrero, la del anarquismo por su nefasta intervención en dicha historia.

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ideal de socialismo?
Por socialismo o barbarie - Thursday, May. 19, 2005 at 6:04 PM

En todo caso es la misma idea que tenía Marx.

Pero no me extraña que discrepemos en la caracterización de la URSS, ya que para vos el capitalismo es equivalente a una economía de mercado.

Entonces, con que la economía sea estatizada y planificada por una burocracia estatal, ya tenemos socialismo.

Esta es la misma idea de socialismo... de la socialdemocracia. La única diferencia del bolchevismo con la vieja socialdemocracia es que el bolchevismo tomó como método la revolución política y no el parlamentarismo. El bolchevismo llevó adelante el programa de la II Internacional.

"Estado obrero degenerado"...

Eso sí es patético.


Y tus comentarios sobre el consejismo... son los mismos que los de la burguesía hacia el comunismo.

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La diferencia entre los marxistas y los anarquistas
Por Lenin - Thursday, May. 19, 2005 at 11:24 PM

Lenin, en “El Estado y la Revolución”, cap. 6 punto 3.

La diferencia entre los marxistas y los anarquistas consiste en lo siguiente: 1) En que los primeros, proponiéndose como fin la destrucción completa del Estado,
reconocen que este fin sólo puede alcanzarse después que la revolución socialista haya destruido las clases, como resultado de la instauración del socialismo, que conduce a la extinción del Estado; mientras que los segundos quieren destruir completamente el Estado de la noche a la mañana, sin comprender las condiciones bajo las que puede lograrse esta destrucción. 2) En que ]os primeros reconocen la necesidad de que el proletariado, después de conquistar el Poder político, destruya completamente la vieja máquina del Estado, sustituyéndola por otra nueva, formada por la organización de los obreros armados, según el tipo de la Comuna; mientras que los segundos, abogando por la destrucción de la máquina del Estado, tienen una idea absolutamente confusa respecto al punto de con qué ha de sustituir esa máquina el proletariado y cómo éste ha de emplear el Poder revolucionario; los anarquistas niegan incluso el empleo del Poder estatal por el proletariado revolucionario, su dictadura revolucionaria. 3) En que los primeros exigen que el proletariado se prepare para la revolución utilizando el Estado moderno, mientras que los anarquistas niegan esto.

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La naturaleza de clase del anarquismo
Por extractado de fundaciòn Friedrich Engels (Esp - Thursday, May. 19, 2005 at 11:37 PM




La naturaleza de clase del anarquismo


El anarquismo y el marxismo tuvieron una influencia clarísima en la lucha de clases desde mediados del siglo XIX. Cualquier ideología que alcanza determinado eco e influencia refleja también (de una manera más o menos directa, más o menos consciente) los intereses de determinadas clases sociales. Establecer estas relaciones ayuda siempre a comprender la auténtica naturaleza de esas ideologías y situarlas en su contexto histórico.

El anarquismo proclama como objetivo alcanzar una sociedad en la que los individuos se relacionen libremente, según su propia voluntad. En el terreno económico esto se concreta en la defensa de una sociedad libre de productores que intercambian libremente las mercancías, asociándose libremente entre ellos.

A principios del siglo XIX, la gran masa social estaba compuesta por pequeños productores en el campo y en la ciudad. El individualismo anarquista tenía una base social en la que apoyarse. Los pequeños productores querían preservar esa libertad característica de la fase inicial del capitalismo frente al surgimiento de grandes fábricas, al creciente papel de la banca y la actuación del Estado al servicio de la gran burguesía.

De hecho, Proudhon, el precursor más inmediato del anarquismo, defendía una economía mercantil pero sin su desarrollo ulterior inevitable: la concentración del capital, la desaparición de la libre producción como efecto de la libre competencia, y la aparición del monopolio... es decir un capitalismo imposible. En el terreno político aspiraba a la disolución del poder central en pequeñas comunidades inspiradas en la época medieval.

Los anarquistas del siglo XIX denominaban al anarquismo como "la Idea". Aunque el radicalismo anarquista atrajo a sectores descontentos y oprimidos de la sociedad, los primeros activistas de la "Idea" no proclamaban la lucha de clases sino el humanismo. Refiriéndose al anarquismo en la Andalucía rural de finales del siglo XIX, Gerald Brenan en su libro El laberinto español relata lo siguiente: "La idea’, como se llamaba, era difundida por los pueblos por los ‘apóstoles’ anarquistas. En las gañanías de los cortijos, en las aldeas perdidas, a la luz del candil de aceite, los apóstoles hablaban de la libertad, la igualdad y la justicia a auditorios entusiasmados. Se formaban pequeños círculos en los pueblos y aldeas que creaban escuelas nocturnas en las cuales muchos campesinos aprendían a leer, se hacía propaganda antirreligiosa y se practicaba a menudo el vegetarianismo y la abstención del alcohol. (...) Pero la característica principal del anarquismo andaluz era su milenarismo ingenuo. Cada nuevo movimiento o huelga era considerado como la inmediata aparición de una nueva época de plenitud en la que todos —hasta la Guardia Civil y los terratenientes— serían libres y felices. Nadie sabía explicar cómo se conseguiría este objetivo: fuera del reparto de tierras (y ni siquiera esto en algunas zonas) y la quema de la iglesia parroquial, no existía ninguna propuesta positiva".

En las ciudades el movimiento anarquista de mediados del siglo XIX no actuó independientemente de los partidos políticos que aglutinaban a la pequeña burguesía radical. El experimento cantonalista fue aplastado por su falta de objetivos, así como todos los pueblos que, de una forma totalmente descoordinada con el pueblo de al lado, proclamaban el anarquismo. La Guardia Civil podía concentrar sus fuerzas a su antojo ante la carencia total de planes de los insurgentes.

La lucha contra la explotación sólo podía tener un carácter muy desestructurado y repleto de actos individuales de desesperación frente a la represión, con atentados a diversas autoridades políticas y militares. Paradójicamente las luchas de las masas acababan siendo rentabilizadas, pese a los anarquistas, por los partidos burgueses radicales federalistas. No es ninguna casualidad que el primero en traducir y difundir los textos de Proudhon en el Estado español fuera Pi i Margall, artífice del movimiento federalista pequeño burgués de finales del siglo XIX.

La característica fundamental de este periodo es que la clase obrera no había puesto su sello en los acontecimientos. La presencia del anarquismo en España, Italia y Rusia era debida precisamente a su atraso económico en comparación con los demás países capitalistas y la consecuente debilidad de la clase obrera.

La crisis del anarquismo de fin de siglo, más que por los efectos de la represión policial, era el reflejo de que la lucha se polarizaba cada vez más claramente entre la burguesía y la clase obrera.

La Internacional bakuninista celebró su último congreso en 1877. Después de esta fecha, una crisis en la industria relojera arruinó a las pequeñas empresas familiares de los Alpes suizos, cuyo espacio fue ocupado por la producción a gran escala en Ginebra. Eso era el fin del principal punto de apoyo social que tenían los bakuninistas en Europa y fue algo más que un hecho anecdótico o casual, era un indicio de los nuevos tiempos.

El misionerismo, el terrorismo individual, la búsqueda del ‘hombre natural’ mediante las escuelas racionalistas, la figura del bandolero revolucionario, las insurrecciones descoordinadas, el cantonalismo son fenómenos totalmente ligados a la etapa en la que la clase trabajadora no podía desplegar toda su capacidad de lucha —por su debilidad numérica e inexperiencia— ni su temple revolucionario, del que el marxismo no es más que su condensación teórica.

Por "la Idea", por la anarquía, dieron la vida miles de oprimidos. Pero el anarquismo, aunque coetáneo del marxismo, nació mirando hacia el pasado. Se sustentaba en clases sociales que, aunque oprimidas, iban a quedar relegadas a un segundo término en la medida en que la lucha de clases iba teniendo dos protagonistas cada vez más claros: la clase obrera y la burguesía. En cambio, cuando los postulados de Marx y Engels salieron a la luz, la clase obrera apenas había desplegado una pequeñísima parte de su peso social, su capacidad de lucha y su potencial para convertirse en el sostén de una nueva sociedad.



El surgimiento de la clase obrera

Dentro del régimen feudal se fueron desarrollando los primeros pasos de la economía capitalista. Con el florecimiento de la economía mercantil la burguesía fue escalando en la pirámide social. Las revoluciones burguesas, que fueron un enorme progreso para la humanidad, transfirieron el poder político, el control del Estado, a una clase que de hecho ya tenía el poder económico.

Con la clase obrera ocurre lo contrario. Conforme el capitalismo se desarrolla la riqueza se concentra cada vez más en manos de la burguesía. Los trabajadores no pueden vivir más que vendiendo su fuerza de trabajo a los capitalistas que detentan todos los medios de producción necesarios para el funcionamiento de la sociedad. No sólo eso, la burguesía, basándose en su riqueza, inunda a toda la sociedad de sus valores, su ideología... En cambio la única fuerza de la que dispone la clase obrera es la de su unidad consciente para la transformación de la sociedad.

La clase obrera, como otras en otros momentos históricos, es una clase oprimida, pero con propiedades específicas que le permiten acabar con la opresión capitalista.

El trabajo asalariado generalizado y la concentración de los obreros en empresas, superando los límites del pequeño taller, favorecen el desarrollo del sentimiento de solidaridad, de lucha colectiva, de que su trabajo es sólo una parte de una producción que es social, en la que participan otros trabajadores de otras fábricas y de otras ramas. Por eso en un trabajador difícilmente arraiga el sentido de propiedad sobre el instrumento de trabajo o sobre la fábrica. La enorme amplitud de los intercambios de mercancías entre las diferentes ramas, países, etc. obliga a los trabajadores a tener una visión más amplia del funcionamiento de la sociedad que un productor aislado en su parcela, por poner un ejemplo.

La clase obrera actúa de forma independiente frente a la burguesía porque es la única que puede adquirir conciencia de que la sociedad puede seguir funcionando sobre otras bases, prescindiendo de la burguesía. Potencialmente tiene la última palabra en el funcionamiento de la economía. Nada funcionaría sin el consentimiento de la clase trabajadora.

La clase trabajadora, en la que incluimos los trabajadores asalariados del campo, no es la única clase oprimida de la sociedad; también lo son los pequeños comerciantes, los campesinos pobres, las personas que ni siquiera tienen el privilegio de ser explotadas y que forman grandes bolsas de miseria en las grandes ciudades, etc. Pero ninguna de esas clases puede jugar un papel decisivo e independiente en la lucha por la transformación de la sociedad. Debido a las condiciones en que trabajan, viven y se relacionan, los trabajadores alcanzan un nivel de conciencia, de capacidad de organización y de lucha al que no llegan otras clases sociales. Evidentemente hay que entender que este proceso no es automático y que pasa por diferentes etapas.

El papel que atribuye el marxismo a la clase obrera no tiene por lo tanto nada de romántico; se basa en el análisis científico y en la experiencia. Naturalmente el carácter revolucionario de los trabajadores se revela cuando actúa realmente como clase, es decir colectivamente y organizadamente. La clase no es la mera suma de los individuos que la componen y no encontraremos todas las propiedades de la clase en cada uno de los individuos y en cualquier momento. Cuando la clase obrera actúa como clase se diluyen los intereses individuales, los sectores más decididos arrastran a los más indecisos, los más conscientes ayudan a los menos conscientes, etc.

La concepción del anarquismo acerca de la naturaleza del proletariado es muy imprecisa. Bakunin, por ejemplo, defendía que la clase más revolucionaria era el lumpemproletariado, porque "estando casi totalmente incontaminada por toda la civilización burguesa, lleva en su corazón, en sus aspiraciones, en todas las necesidades y las miserias de su situación colectivista, todos los gérmenes del socialismo futuro, y que es la única con suficiente poder hasta hoy en día para iniciar la Revolución Social y conducirla hasta el triunfo".

Mientras el marxismo ve en el desarrollo del proletariado, por todas las razones que hemos apuntado más arriba, una mejora de la correlación de fuerzas en la lucha contra el capitalismo, la concepción bakuninista se fijaba en los sectores de la sociedad más afectados por la descomposición social que implica el capitalismo, otorgando al lumpen un papel revolucionario que nunca podrá tener.

No falta en la actualidad quien vea en la clase obrera "contaminación burguesa" por el hecho de tener un coche, o un vídeo u otras pequeñas necesidades que pueden cubrirse con un salario. Es un factor que tienen en común tanto los reformistas como los grupos ultraizquierdistas y anarquistas. Unos pretenden justificar con esta idea la imposibilidad de luchar por transformar la sociedad y otros para lanzarse en busca de oprimidos "descontaminados" al margen de las relaciones de producción, a los que otorgan una capacidad revolucionaria "pura".



El papel de la organización

La clase trabajadora, desde su aparición en la escena de la historia hasta hoy día, también ha tenido un aprendizaje.

El primer paso de la clase trabajadora fue unirse en sindicatos para enfrentarse organizadamente a los patronos. Primero en el ámbito de cada empresa y luego a nivel de distintos sectores de la producción, hasta llegar a escala estatal.

Pero la experiencia demostró que la organización sindical, si bien era un paso fundamental, no era suficiente. Las mejoras salariales, la reducción de las horas de trabajo, las vacaciones..., ni eran ni son conquistas duraderas. Tarde o temprano, lo que la burguesía da en un momento determinado lo quita en otro en el que la correlación de fuerzas le es más favorable. Pronto quedó claro para la vanguardia del movimiento obrero, la necesidad de una lucha más global contra la burguesía. Para hacer las conquistas más permanentes, era necesario dar una perspectiva más general a la lucha económica y por mejoras inmediatas. También se hacía necesaria la lucha por derechos que no se podían arrancar fábrica a fábrica, como el derecho a reunión, manifestación, el derecho a la libre propagación de ideas... Era necesario hacer frente a las maniobras de la burguesía, a la utilización que ella hacía de las diferencias culturales y lingüísticas de los trabajadores, de las diferentes formas de Estado (democracia, dictadura, monarquías constitucionales, y demás), de la guerra, etc. En definitiva, era necesaria la participación de los trabajadores en la política como forma de alcanzar la plena libertad y emancipación de los oprimidos.

Igual que la organización en sindicatos, la participación en la vida política surgió como una necesidad de la lucha de la clase trabajadora. La clase obrera no podía quedar limitada a la actividad sindical mientras la burguesía actuaba en todos los frentes de la vida: político, ideológico, filosófico, cultural, etc... Indudablemente el éxito en el terreno de la lucha inmediata, sindical, está totalmente ligado a una lucha política e ideológica correcta, que sea capaz de animar, de hacer comprender los procesos generales.

De hecho la utilización del aparato represivo del Estado no es el único método, y en muchos periodos ni siquiera el más importante, que utiliza la burguesía para mantener su dominación. En muchas ocasiones a la burguesía le basta que cuaje la idea de que cambiar su sistema es imposible, de que es insustituible; le basta infundir al proletariado la sensación de que es impotente para hacer frente a un sistema aparentemente tan poderoso y de encabezar la lucha por otra sociedad.

El principal factor con el que juega la burguesía es la inconsciencia de la clase trabajadora de su propia fuerza.

El dominio ideológico es mucho más cómodo y seguro que la represión directa. La burguesía utiliza los más mínimos rasgos que diferencian a un sector de la clase obrera de otro para dividirles y echar una cortina de humo sobre la verdadera causa de todos los problemas que es la existencia del capitalismo. Utilizan las diferencias culturales, lingüísticas, incluso las diferentes condiciones laborales que ellos mismos han impulsado para intentar crear división.

Como reacción a la utilización combinada de todos estos factores, la clase obrera ha respondido con la única arma a su alcance: la fuerza de su unidad, primero en la lucha económica organizándose en sindicatos y luego en el terreno político e ideológico, creando partidos.

Evidentemente la participación de las masas en esos procesos no es automática ni simultánea.

La gran mayoría de los trabajadores no se organizan en sindicatos o participan en la vida política por inspiración teórica, sino por la conclusión que sacan de su experiencia cotidiana. Y cuando lo hacen tampoco abrazan directamente la idea de la revolución socialista o de la transformación radical de la sociedad. Un sector de los trabajadores y de los jóvenes sí lo hacen, pero a la inmensa mayoría de la gente le resulta más fácil aceptar la idea de un cambio gradual de la situación mediante la suma de pequeñas mejoras sucesivas, evitando así un cambio brusco, traumático. La idea de transformar la sociedad mediante pequeños cambios y reformas parece bastante más práctica que la revolución. Eso es muy normal, la mente también tiende hacia la línea de menor resistencia... hasta que la realidad se hace insoportable.

La conciencia humana no es un factor acelerador de los procesos históricos. Muy a pesar de lo que piensan los idealistas, que sitúan la evolución histórica a remolque de las ideas, los procesos se dan precisamente al revés. La conciencia tiene tendencia a adaptarse a la situación hasta límites insospechados. "Esto está mal, es cierto. Pero si siempre ha sido así, no es posible cambiarlo". Cuando la inmensa mayoría de los trabajadores y jóvenes deciden romper con esta rutina e intentan cambiar las cosas, no lo hacen por haber leído ni una línea de marxismo o anarquismo, entre otras cosas porque el capitalismo agota las energías de los trabajadores en largas horas de trabajo, hasta el punto de que lo último que se propone al llegar a casa por la noche es leer algo "de teoría". La conciencia siempre refleja con retraso los procesos que se dan en la base material de la sociedad.



¿Es mala la participación en política?

La política es un reflejo de la disputa entre las diferentes clases sociales por la hegemonía social, aunque normalmente esa disputa aparezca de forma muy distorsionada y diluida.

Es sólo cuando el enfrentamiento entre las clases es más abierto, por ejemplo durante una huelga general, cuando se hace inevitable un posicionamiento más claro por parte de todos los políticos, los partidos, los sindicatos, los intelectuales, los sociólogos y hasta de todos los que teóricamente abjuran de la política o de ‘los asuntos terrenales’, como los curas y los jueces.

La política de la burguesía es el conjunto de maniobras, ideas, tácticas, que utiliza para mantener su dominación. La política burguesa está hecha para confundir, dividir y desmoralizar a los trabajadores. ¿Cómo contrarrestar esta influencia?

Para los marxistas hay que participar en política defendiendo una auténtica política de clase, denunciando las maniobras y los engaños de la burguesía. Hay que defender y demostrar que existe un tipo de sociedad diferente que podemos construir, sin desempleo, sin miseria, con justicia y con igualdad. Hay que utilizar todas las formas posibles para que esas denuncias y alternativas lleguen al máximo número de trabajadores y jóvenes. Hay que agrupar a todos los sectores más conscientes de la clase obrera para que este trabajo sea más eficaz, para evitar la dispersión de fuerzas. Hay que participar en política, para que las ideas revolucionarias tengan una influencia masiva y se conviertan en una fuerza material.

La participación en la vida política ha sido considerada por parte de la clase trabajadora como una necesidad en la lucha contra la burguesía a lo largo de la historia. Lejos de ser una imposición ‘externa’ o ‘antinatural’ la creación de partidos políticos obreros, a finales del siglo XIX fue producto de una maduración interna de la clase obrera, de su capacidad de actuar como clase de una forma independiente, con fines propios y contrapuestos a los de la burguesía.

A la teoría anarquista le ocurre con la política lo mismo que con el poder o el Estado, es decir, le quita su carácter de clase, dando más importancia a la forma que al fondo. Ocurre lo mismo con los partidos, la centralización, la disciplina, las decisiones "desde arriba", los líderes, etc. No importa si proceden o están al servicio de la burguesía o del proletariado.

En sus inicios los ideólogos anarquistas proclamaban un odio furibundo contra la lucha sindical de los trabajadores. Desde su punto de vista, la lucha sindical por mejoras salariales era, por su propia naturaleza, el reconocimiento del sistema de explotación burgués en tanto que se reconocía la aceptación de un salario. Cualquier acto que no condujese inmediatamente a la huelga general revolucionaria contra el poder era conciliarse con ese mismo poder. El bandolero, el lumpen, la sociedad medieval con sus pequeños gremios de trabajadores autónomos eran la fuente de inspiración de los ideólogos anarquistas y no el sindicalismo obrero.

Esos planteamientos chocaban evidentemente con los trabajadores industriales e iban a contrapelo del propio desarrollo económico y social. El anarquismo si quería sobrevivir tenía que ganarse el apoyo del movimiento obrero y con ello dejar cada vez más atrás sus postulados originales.



Surgimiento del anarcosindicalismo

La persistencia del anarquismo en algunos países como España se explicaba menos por razones socioeconómicas —señaladas anteriormente— y cada vez más por motivos de tipo político. Los dirigentes de los partidos socialistas de la I Internacional y de la II Internacional giraron a la derecha abandonando el marxismo que originalmente les había inspirado. Adoptaron actitudes y políticas que provocaban un rechazo cada vez mayor entre los trabajadores. Muchos dirigentes socialistas apoyaron a la burguesía en los momentos decisivos, como en la I Guerra Mundial. Cayeron en el cretinismo parlamentario, abandonando la lucha de clases y renunciando definitivamente a la transformación socialista de la sociedad.

Ese fenómeno supuso un enorme balón de oxígeno para el anarquismo que, aun cayendo en políticas equivocadas, podía presentar a muchos de sus dirigentes libres de pasteleos con la burguesía. Esto se produjo en el caso del Estado español, que fue el último país en el que el anarquismo tuvo una influencia de masas.

Sin embargo en la medida en que el anarquismo tuvo un apoyo más masivo entre los trabajadores asalariados —y no en el productor individual, su clase ‘natural’— tuvo que desechar, más en la práctica que en el lenguaje, sus postulados originales.

Era insostenible estar en contra de la organización sindical cuando ésta resultaba ser la tendencia más natural y primaria de la clase obrera cuando empezaba a participar como clase. Los planteamientos anarquistas sufrieron un vuelco en un sentido: mientras que los bakuninistas, y en general los partidarios originarios de la "acción directa", rechazaban el sindicalismo porque aceptaba "pactos" con la burguesía y ninguna acción era revolucionaria si no tenía como objetivo inmediato la abolición del Estado, los anarcosindicalistas contraponían el sindicalismo, como una actividad legítima, a la actividad política, que permanecía en el campo de lo prohibido, por ‘autoritario’.

Pero la aceptación de la organización sindical de una forma abierta, esa concesión al campo del ‘autoritarismo’, no dejaba el anarquismo a salvo de sus contradicciones inherentes, sino que las agudizaba todavía más. En la medida en que el anarcosindicalismo pudo influir verdaderamente en la clase obrera sufría cada vez más sus presiones y también las de la burguesía. Conscientes de su enorme peso numérico, la no participación en las elecciones se hacía cada vez más incomprensible. Había que tomar posturas políticas frente a los acontecimientos nacionales e internacionales. El terrorismo individual y la lucha sindical sabía a poco a una clase que empezaba a sentir, intuitivamente, su peso específico en la sociedad.

La aversión a la participación en la política podía tener cierta aceptación sólo en la medida en que la clase obrera no podía jugar aún un papel decisivo; este rechazo tenía bases firmes mientras la política era percibida como una pelea por arriba, entre distintas facciones de la clase dominante —como así ocurrió desde mediados del siglo XIX hasta principios del siglo XX, con la sucesión pactada en el gobierno de conservadores y liberales— en la que los trabajadores, dispersos, sólo eran los invitados de piedra.



El anarquismo y la revolución española

El proceso revolucionario que sacudió el Estado español en los años 30 fue una prueba de fuego para todas las tendencias políticas del movimiento obrero, incluidos los anarquistas que tenían entonces una influencia masiva entre los trabajadores, a través de la CNT.

En este documento es imposible analizar a fondo las lecciones de la II República y la guerra civil española de los años 30, pero es muy ilustrativa la postura de la CNT en la cuestión electoral y la participación en el gobierno para el tema que estamos tratando.

La postura tradicional de la CNT era el abstencionismo electoral. Desde un punto de vista marxista, la transformación socialista de la sociedad nunca será obra del parlamento sino de la acción revolucionaria directa de las masas trabajadoras. Eso no significa que desde el punto de vista de la lucha en la calle, desde el punto de vista de las tareas prácticas de la clase obrera en su camino hacia la revolución, "dé igual" quién esté en el gobierno, ni que consideremos negativa "por principio" la participación de los trabajadores en unas elecciones.

Para ilustrar la idea anterior con un ejemplo, podemos remontarnos a la época del Bienio Negro. Las circunstancias concretas en las que se celebraron las elecciones de 1933 fueron de extrema polarización. Por un lado se presentaba la extrema derecha, ansiosa de ganar las elecciones para poder reforzar la ofensiva contra el movimiento obrero desde el gobierno y, por otro lado, el PSOE y otras fuerzas menores de la izquierda en aquel momento, como el PCE. Sin duda la política del PSOE desde 1931 había sido decepcionante para millones de trabajadores y campesinos pero, con todo, había una diferencia abismal con los enemigos directos y viscerales de la clase obrera, que eran los partidos encabezados por Gil Robles.

Sin embargo la CNT defendió activamente la abstención y el apoliticismo, hecho que tuvo su efecto en el movimiento obrero que era donde los anarquistas tenían influencia.

Pocos días antes de las elecciones Tierra y Libertad declaraba: "¡Trabajadores! ¡No votéis! El voto es la negación de vuestra personalidad. Volved la espalda al que os pida vuestro voto, es vuestro enemigo, quiere encumbrarse a costa de vuestra candidez. (...) Para nosotros todos son iguales, porque igualmente enemigos nuestros son todos los políticos. (...) Nuestros intereses son únicamente el trabajo, y éste lo defendemos sin necesidad del Parlamento. (...) Ni republicanos, ni monárquicos, ni comunistas, ni socialistas. (...) No os preocupe el triunfo de las derechas ni de las izquierdas en esta farsa. Aquí no hay más que derechas recalcitrantes. La única izquierda auténticamente revolucionaria es la CNT, y por serlo, no le interesa el Parlamento, que es un prostíbulo inmundo donde se juega con los intereses del país y de los ciudadanos".

La campaña abstencionista de la CNT no sirvió para plantear ninguna alternativa revolucionaria a los dirigentes del PSOE y no impidió la victoria de la CEDA y abrir paso al Bienio Negro, caracterizado por la feroz represión contra el movimiento obrero y campesino, así como la recuperación por parte de los ricos de muchas de las conquistas arrebatadas con la lucha en el periodo anterior.

La postura de la CNT causó enormes tensiones en el propio movimiento anarquista, y en general en el movimiento obrero, que se reflejaron en el cambio de postura en las elecciones de febrero de 1936. De una forma mucho más correcta que antes criticaron el programa del Frente Popular, pero no recomendaron la abstención. La probable liberación de los presos políticos anarquistas y de izquierdas encarcelados durante el Bienio Negro, si ganaba el Frente Popular, era una prueba práctica de que la participación electoral, en aquellos momentos, no entraba en contradicción en absoluto con las tareas de la Revolución. En un contexto de extrema polarización entre las clases, seguir defendiendo que daba igual la "derecha o la izquierda", o que "nosotros no necesitamos gobierno", hubiera sido un precipitado suicidio para el movimiento anarquista.

Diego Abad de Santillán, en su libro Por qué perdimos la guerra*, explicó cómo desde las primeras elecciones "las derechas se acercaron con medio millón de pesetas para que realizásemos la propaganda antielectoral de siempre". Efectivamente, el abstencionismo político de la CNT, lejos de ser una posición "apolítica", se encuadraba perfectamente en los objetivos políticos de la burguesía en aquellos momentos.

Poco después de las elecciones de febrero de 1936 la burguesía organizó el levantamiento militar del 18 de julio, que fue respondido por los trabajadores de forma heroica. Decenas de miles de obreros en todo el Estado asaltaron los cuarteles, sofocando el golpe en las principales ciudades, tomando el control de las empresas y en general de la vida del país. Como los marxistas explicaron en aquel periodo, y especialmente León Trotsky, la victoria contra el fascismo en la guerra estaba estrechamente vinculada al triunfo de la revolución socialista en el campo republicano. A pesar de que de hecho los trabajadores tenían el control de la situación los restos del Estado burgués aún no habían desaparecido. La política seguida por el Frente Popular, por los dirigentes del PSOE y del PCE, era la de "primero ganar la guerra y luego hacer la revolución". Todo su empeño se orientó a reconstruir el maltrecho Estado burgués y destruir los elementos de poder obrero que se habían creado en toda la zona republicana, especialmente en Catalunya.

Para esa reconstrucción era necesaria una legitimación por la izquierda que sólo podían ofrecer los dirigentes de la CNT, menos desgastados que los dirigentes del PSOE y del PCE. Salvo honrosas excepciones, como la de Buenaventura Durruti, los dirigentes de la CNT cayeron en la trampa, justo en el momento más decisivo. Ya en agosto de 1936 la CNT participa con el PNV, un partido declaradamente burgués y de derechas, en la Junta de Defensa Vasca, sin que esa ruptura con la línea anterior mereciera una explicación en la prensa anarquista. Después participa en el gobierno de la Generalitat en Catalunya, con los partidos de la burguesía catalana y finalmente participa en el gobierno central con cuatro ministros, en un momento en que los líderes estalinistas deciden pasar a la ofensiva y liquidar los órganos de poder obrero que todavía subsistían desde la insurrección del 19 de julio.

En esencia los dirigentes de la CNT habían abandonado la perspectiva de la revolución social (por utilizar un término del lenguaje anarquista) en el mismo momento en que ésta se estaba produciendo y más que nunca era necesaria una actitud firme y decidida en este sentido. ¡Todos las radicales frases contra "los gobiernos" no impidieron su participación en él precisamente cuando éste estaba suspendido en el aire por la propia acción de los trabajadores! ¡Precisamente cuando la preocupación fundamental de ese gobierno era aniquilar el poder de los trabajadores en la calle!

"La entrada de la CNT en el gobierno central es uno de los hechos más trascendentales que registra la historia política de nuestro país. De siempre, por principio y convicción, la CNT ha sido enemiga antiestatal y enemiga de toda forma de gobierno.

"Pero las circunstancias... han desfigurado la naturaleza del gobierno y del Estado español.

"El gobierno en la hora actual, como instrumento regulador de los órganos del Estado, ha dejado de ser una fuerza de opresión contra la clase trabajadora, así como el Estado no representa ya el organismo que separa a la sociedad en clases. Y ambos dejarán aún más de oprimir al pueblo con la intervención en ellos de elementos de la CNT"*. Así se expresaba Solidaridad Obrera, principal órgano anarcosindicalista, para justificar una política que en muy poco se diferenció del estalinismo y del reformismo.

Con la conformidad de los ministros de la CNT se aprobaron decretos que estipulaban la disolución de los comités obreros formados en centenares de ciudades y pueblos sustituyéndolos por la vieja administración burguesa. Asimismo se aprobó un decreto que suprimía los controles en las carreteras y en las entradas de los pueblos establecidos por esos comités transfiriendo sus funciones a las fuerzas al Ministerio de Gobernación.

Lo peor es que esta actitud por parte del gobierno no podía pillar por sorpresa a los dirigentes de la CNT. En un artículo escrito varios años después de la guerra, Federica Montseny, una de las principales dirigentes de la CNT y que participó como ministra en el gobierno afirmaba que "Sabía, sabíamos todos, que a pesar de que el gobierno no era, en aquellos momentos, gobierno, que el poder estaba en la calle, en manos de los combatientes y de los productores, el poder [gubernamental] volvería a coordinarse y a consolidarse y, lo que es más doloroso y terrible, con nuestra complicidad y con nuestra ayuda, devorando moralmente a muchos de nuestros hombres"**.

Estas palabras encierran el reconocimiento de la total bancarrota de los dirigentes anarquistas sometidos a la prueba de la revolución.

Es precisamente en los momentos de revolución y contrarrevolución, cuando las clases sociales actúan desplegando todas sus energías, cuando se revelan con más fuerza que nunca las tendencias ideológicas fundamentales, desapareciendo el envoltorio y los aspectos formales con los que se podían presentar en tiempos de relativa paz social. Así, en el conflicto real entre las fuerzas de la revolución y la contrarrevolución los postulados acerca del ‘Individuo’ y la ‘Autoridad’ quedaron relegados, cada vez más, a un cascarón vacío de contenido.

Pero tanto la política como la naturaleza aborrecen el vacío. Ese vacío sólo podía ser rellenado en aquel momento por el "realismo" tras el que se escondían los estalinistas y los reformistas, con su programa a favor de reconstruir el Estado burgués y no molestar a las potencias occidentales, o con una alternativa revolucionaria que defendiese consolidar el poder de los trabajadores sobre la base de los comités de obreros y soldados, su coordinación estatal y la defensa de un programa revolucionario que pasara por la expropiación de la propiedad capitalista, el control obrero de la producción y la extensión de la revolución a Europa y el norte de África. Lo que quedó claro en esos acontecimientos decisivos fue que el apoliticismo anarquista no sirvió ni para combatir al fascismo, ni para construir una alternativa revolucionaria al reformismo y al estalinismo.

Para el marxismo no se trata de analizar si la política es buena o mala en general. Lo único que se puede decir de la política en general es que si tú no vas a ella, ella viene a ti. En el campo de la acción, de la lucha de clases, el apoliticismo no existe más que como una variante reaccionaria de la política.


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diferencia entre leninistas y consejistas
Por socialismo o barbarie - Friday, May. 20, 2005 at 12:05 PM

1) Los leninistas todavía siguen con lo de "el proletariado se prepare para la revolución utilizando el Estado moderno", aplicando el criterio de la Rusia semifeudal sin experiencia democratico-burguesa a todos los paises capitalistas con decadas de democracia burguesa. Los consejistas decimos que la participacion del proletariado en las instituciones estatales (en las cuales incluimos a los sindicatos) no contribuye al desarrollo de la conciencia revolucionaria sino a seguir reforzando ilusiones en la democracia burguesa.*

2) Los primeros acuerdan de palabra en la destruccion del Estado burgues y la dictadura del proletariado (Estado-Comuna), pero donde quiera que tomaron el poder lo que hicieron fue preservar el Estado burgues pero pintandolo de rojo. Los segundos si estamos por la destruccion verdadera del Estado burgues lo que solo es posible mediante el gobierno de los consejos obreros, y no mediante el gobierno de un partido (que lleva a la reproduccion del Estado burgues).

3) Para los primeros la democracia obrera es secundaria, lo que importa es "el programa" (SU programa). Para los segundos, la democracia obrera ES el programa.

4) Los primeros se dividen en quienes identifican a la URSS, Europa del Este, Cuba y China como paises socialistas y quienes los denominan como "Estados obreros degenerados" o "deformados". Los segundos identificamos a todos esos paises como capitalismo de Estado, ya que la propiedad de los medios de produccion jamas pertenecio a los trabajadores, sino a la burocracia estatal. Esta caracterización es compartida solo por una minoría de los leninistas, que todavia no han sacado todas las conclusiones necesarias para ver la conexion entre el leninismo y el capitalismo de Estado.

5) Debido a esta caracterizacion, los primeros dicen que con la caida del Muro se "restauro" el capitalismo. Los segundos decimos que el capitalismo siempre estuvo presente en esos paises, y lo que se restauro fue la economia de mercado en remplazo de la economia estatalizada. Los primeros, durante la "guerra fria" abandonaron toda posicion de clase para apoyar critica o acriticamente, al "campo socialista". Los segundos no.

6) Los primeros creen que su diferencia con la socialdemocracia es abismal. Los consejistas decimos que el leninismo no es mas que la "socialdemocracia radicalizada", cuya unica diferencia con la vieja socialdemocracia ha sido en los metodos mas radicales que se propuso para llevar adelante su programa de capitalismo de Estado. Mientras la vieja socialdemocracia piensa que el camino es el parlamentarismo, el leninismo piensa que el camino es la revolucion politica, a la que identifican con la revolucion social.

7) Los primeros identifican a la socialdemocracia leninista (o a su tendencia dentro de este) con el marxismo. Para los segundos, tanto el leninismo como sus derivados son desviaciones del marxismo.

8) Los primeros han ideologizado el marxismo. Para los consejistas el marxismo es vivo o no es nada. ¡Marxismo hoy y mañana!

*Tanto el parlamentarismo como el sindicalismo pertenecen a una etapa historica perimida, la del capitalismo en ascenso. La actuacion en el parlamento y en las campañas electorales ya ha dejado de ser util como instrumento de denuncia o para conseguir reformas significativas para la clase obrera. Los sindicatos se han convertido en instrumentos del capital contra los trabajadores, a los cuales ya no es posible "recuperar". La mayoria de los leninistas promueven la participacion en los sindicatos y en el parlamento, situandose de esta manera en la retaguardia (o sea, a la derecha) de la vanguardia obrera y popular. De esta manera su propaganda y su accionar producen un efecto que, en vez de alentar al resto de movimiento obrero y popular hacia adelante, alienta lo mas conservador. Su interpretacion de la idea-fuerza "no aislar la vanguardia de las masas" es hacer retroceder a la vanguardia al nivel de las masas, en vez de alentar a las masas por el camino de la vanguardia. Esto resulta en actitudes totalmente reformistas como la denuncia de "infiltrados" ante toda accion directa de las masas (la Legislatura, las marchas de Cromañon) y la promocion de la idea reaccionaria de "recuperar el sindicato" en vez de reforzar la tendencia hacia las huelgas salvajes y la auto-organizacion de los trabajadores en asambleas autoconvocadas.

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Ideas en descomposición
Por ^--^ - Friday, May. 20, 2005 at 1:46 PM

SoB declara que su ideal de socialismo sería, según él, idéntico al de Marx. Esto lo dice el mismo tipo que, una semana atrás, dijo que el socialismo para Marx y los marxistas consecuentes (entre los que SoB cree contarse) no era un ideal, sino el estado hacia el cual marcha objetiva, realmente, la sociedad capitalista.
Es un curioso objetivismo el de SoB: el socialismo en principio sería objetivamente inevitable. Pero, si lo que ocurre objetivamente tras una revolución proletaria, que expropia a la burguesía y colectiviza la producción, no es del agrado de SoB, en ese caso la sociedad capitalista no ha marchado hacia el socialismo y se ha alejado del ideal de Marx.
De todos modos, yo jamás dije que la planificación estatal, burocratizada o no, sea por sí misma el socialismo. El socialismo supone un despegue de las condiciones heredadas del antiguo régimen social, con la consecuente pérdida de vigencia de la ley del valor. En términos generales, el socialismo supone un mayor desarrollo de las fuerzas productivas, la expansión de la nueva forma de organización de la economía a una escala que supera los estados nacionales y la propia extinción progresiva de aquellos estados.
Un estado obrero puede ejercer la planificación socialista, un estado obrero degenerado puede orientar burocráticamente dicha planificación hasta llevarla al colapso, pero en ninguno de ambos casos estamos en presencia de una sociedad socialista, al menos no en el sentido científico, marxista.
Por lo demás, para SoB el capitalismo no mantendría una relación necesaria con la producción para el mercado, ni con la dominación de una clase capitalista. Siendo así, no se sabe en qué consistiría el capitalismo para SoB, pero sin duda no en lo mismo que consistía para Marx, desde que toda la teoría marxista del valor -y el plusvalor y la plusvalía- gira en torno de la mercancía.
Ciertamente, hubo un consejista, Paul Mattik, que intentó argumentar lo del capitalismo de estado e incluso pretendió trazar una distinción casi metafísica entre las instancia de la producción y la de la circulación. Lo único que logró es hacer lo mismo que SoB de un modo más prolijo, más académico: hacer del marxismo un sistema exclusivamente ideal.
En fin, SoB pierde totalmente de vista que un capitalismo de estado sólo pone la planificación estatal al servicio del beneficio capitalista privado, y no consiste en expropiar compulsiva y totalmente a éste último, y eliminar enteramente la producción para el mercado.
Cierto es que los bolcheviques mantuvieron áreas de intercambio mercantil, especialmente en relación a la pequeña producción agraria. Pero, justamente, aquellas áreas estaban excluídas de la gestión estatal.
SoB ha comenzado a emitir frases sin sentido. Desvaría.

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para Xor Vader
Por socialismo o barbarie - Friday, May. 20, 2005 at 2:37 PM

Voy a responder a lo que cuenta, no a tus chicanas y amalgamas.

"Pero, si lo que ocurre objetivamente tras una revolución proletaria, que expropia a la burguesía y colectiviza la producción"

Yo ya te desmentí anteriormente esa afirmación. Primero, la revolución rusa no fue proletaria. Las clases que se movilizaron fueron el proletariado en alianza con (arrastrando a) el campesinado. El proletariado, a su vez, estuvo dirigido por el partido bolchevique. Y como los objetivos del partido bolchevique no pasaron de ser burgueses (socialdemocratas radicales, pero socialdemocratas al fin), la revolucion termino siendo burguesa. Lo que termino ocurriendo tras la revolucion de octubre lo demostro.

Entiendo que esto va a ser shockeante para vos y muy probablemente generará páginas y páginas de insultos, de afirmaciones como "SoB desvaría" (si desvario, ¿para que mierda me contestas?), pero que le vamos a hacer. Xor se atribuye el papel de Inquisidor y no puede dejar de "reprimir" a todo el que diga algo contrario al leninismo.


Segundo, la expropiacion a la burguesia fue un hecho real, pero la produccion no fue colectivizada en el sentido socialista. Fue nacionalizada (estatizada). Y, por lo tanto, fue colectivizada pero a nivel de la burocracia estatal. Para Xor, la expropiacion de la burguesia es automaticamente colectivizacion socialista, mas alla de si es llevada a cabo o no por los obreros.

Para Marx el socialismo (como fase inferior del comunismo) consiste en eliminar toda intermediacion entre los obreros y los medios de produccion. En los paises capitalistas corrientes, ese intermediario es la burguesia. En los paises como la URSS, ese intermediario fue la burocracia partidaria disfrazada como "estado obrero". Una planificacion que sea hecha por otro sujeto que los mismos obreros SIEMPRE es burocratica.

Xor (aunque no el solo) no ha sacado ninguna conclusion verdaderamente proletaria y marxista del regimen social existente en los paises "stalinistas". El solo concibe al capitalismo como propiedad burguesa de los medios de produccion y economia de mercado. Y al hacer esto, aunque no le guste, sí esta estableciendo un signo igual entre socialismo y propiedad estatal de los medios de produccion y planificacion centralizada.

Xor esta atado a la revolucion por etapas. Para Xor, la colectivizacion de los medios de produccion es algo que se logra luego de un proceso de estatizacion y planificacion centralizada (por el Estado, o sea el Partido) y la consiguiente "educacion" de los obreros por el Partido. Para Marx y los consejistas, la colectivizacion efectiva de los medios de produccion (sin ninguna clase de intermediario) es el primer paso de una revolucion verdaderamente proletaria. Las condiciones para la gestion de la produccion por los obreros esta en la formacion de los comites de empresa y su coordinacion: los consejos obreros. En Rusia, los bolcheviques disolvieron los comites de fabrica en los sindicatos (luego los militarizaron) y convirtieron a los soviets en apendices del Partido. Entonces, logicamente, la "planificacion socialista" solo puede ser llevada a cabo por el Estado. O sea, por el Partido.

Para Xor, que concibe este proceso en etapas que solo existen en su cabeza, la colectivizacion no puede llevarse a cabo de inmediato, entonces en la transicion del capitalismo al socialismo para Xor es obvio que seguira rigiendo la ley del valor, pues la propiedad de los medios de produccion seguira siendo privada (en relacion a los obreros) y por lo tanto seguira existiendo la forma mercantil de la riqueza y el salario.

Xor defiende este etapismo por las condiciones objetivas de la Rusia semifeudal, olvidandose de como cambio el mundo desde entonces, de la mundializacion de la relacion capital/trabajo, el aumento numerico del proletariado, y la superconcentracion de la propiedad y la riqueza.

Para Xor, una revolucion en Argentina tendria que ser un calco de la revolucion bolchevique pero retocando cositas por alli y por alla ("una politica mas inteligente hacia la pequeña burguesia"). Pero el modelo de partido a construir es el mismo. La dictadura del proletariado debe ser llevada adelante por un partido. Y la rebelion de cualquier sector de la poblacion trabajadora ante el dominio del partido debe ser reprimido.

De esta manera Xor, que se ufana de su perspectiva dialectica, ha convertido el marxismo en algo estatico y muerto, en una ideologia que reivindica la represion a Kronstadt, la militarizacion de sindicatos, la supresion del poder de los soviets, la dictadura de un partido sobre las masas y la relacion dirigentes/dirigidos. Claro, todo en nombre de la "ciencia". Entonces, todo lo que cuestione a eso, es idealista o anti-dialectico.

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Amalgamas, caries, extracciones, coronas, prótesis y tratamientos de conducto
Por ^--^ - Friday, May. 20, 2005 at 5:54 PM

SoB habla de mis presuntas “amalgamas” pero no tiene el menor empacho en amalgamar una suma de hechos heterogéneos acaecidos a lo largo de un período extenso, en una sola frase: “Lo que termino ocurriendo tras la revolucion de octubre demostró" ...que la revolución bolchevique fue burguesa!
En fin, el muchacho está convencido de que yo resultaré “shockeado” al confrontar con hechos e ideas que conozco desde hace años, sólo porque él mismo los conoció ayer y quedó impactado.
Como ya se ha vuelto costumbre en SoB, no hay asomo en él de demostraciones ni de definiciones precisas. Su “explicación” de por qué la colectivización “no habría sido socialista”, no sólo es incoherente, sino que ignora los hechos históricos.

Veamos primero los hechos.
Durante el primer período de la revolución bolchevique, la colectivización se hizo de modo autogestivo por fábrica, con escasa influencia del estado. El resultado, en un contexto de guerras civiles y boicots, fue que la producción se desorganizó atrozmente y hubo hambre y latrocinio. Esto no lo dice un bolchevique o un trotskista, sino un anarquista: Paul Avrich.
Como se vé, fueron condiciones reales, objetivas, y no algún doctrinarismo lo que fue determinando modificaciones en la política económica bolchevique.
Es falso que los bolcheviques hayan simplemente disuelto los comités de fábrica para imponer una planificación burocrática (lo que presupone además un motivo exclusivamente psicológico, ya que los bolcheviques sólo lo habrían hecho por ambición de poder y no por alguna causa objetiva, fuera de su voluntad). El hecho de fondo es que las masas se habían retraído por la miseria, la fatiga y la ausencia de sus activistas históricos, y los órganos de la democracia obrera estaban vacíos de vida real, sólo servían como caldo de cultivo a los militantes de todos los partidos que se habían opuesto a la toma del poder por los soviets, o a los desorganizadores (hacia los que las masas tampoco manifestaban ninguna adhesión más que la que incidentalmente coincidiera con su fatiga y desaliento).
En todo caso, la progresiva proscripción de esos partidos hay que considerarla en relación con las posiciones políticas de esos partidos y los hechos históricos concretos. Salvo que prefieras seguir con las amalgamas, mezclando todos los hechos y mezclando realidad y fantasía.
No estaría de más que, aparte de las sanatas de NPH, los juicios unilaterales de Paul Mattick cuando habla de lo que no domina ni conoce, y "Kronstadt" de Archinoff, SoB se tomara el trabajo de leer "Los anarquistas rusos" de Paul Avrich, "El año uno de la revolución rusa" o "Memorias de un revolucionario" de Victor Serge, que son fuentes anarquistas serias y documentadas, no panfletos agitativos como los textos de Archinoff o Volin, ni ejercicios de abstracción académica, como los de Paul Mattik, ni prácticas pseduo o semi literarias como las de NPH.

Ahora pasemos a las inconsistencias. SoB impugna que una planificación socialista pueda ser estatal, pero no nos dice cómo estima él mismo que debería ser. Lo primero que llama la atención es que SoB sostenga la necesidad de la dictadura proletaria pero impugne la del estado. Pero el estado es el instrumento político para ejercer la dictadura de una clase sobre otra. Si se admite la validez de la dictadura del proletariado, se está admitiendo la de alguna forma de estado, con las características represivas y burocráticas de cualquier estado. SoB no nos avisó cuándo renunció a la dictadura del proletariado, pero parece haberlo hecho.
Sería muy esclarecedor, por lo demás, que SoB nos explique exactamente en qué consistiría una gestión obrera de la producción sin ningún intermediario, entendiendo por intermediario -como hace SoB- al estado soviético.
Es igualmente un misterio qué quiere decir exactamente SoB con "llevar a cabo la colectivización de inmediato” (y después el tipo habla de cosas “que sólo existen en mi cabeza”). ¿Se referirá a una gestión de tipo cooperativista de las fábricas, sin planificación centralizada? Sería muy gracioso, porque si esa es la versión que SoB defiende del socialismo, de la fábrica para afuera tendríamos relaciones de mercado, burguesas. Tendríamos, ahí sí, capitalistas colectivos.
O quizás SoB se refiera a una planificación decidida colectivamente. ¡Pero esa es la idea bolchevique! Si no se realizó, no fue porque los bolcheviques estuvieran sedientos de poder (la explicación psicológica de SoB), sino porque el agotamiento y el reflujo de la propia clase obrera rusa por efecto de una suma de hechos bien conocidos por SoB, en conjunción con las condiciones políticas internacionales, abortaron la posibilidad de realizar la idea bolchevique de desenvolvimiento de la dictadura proletaria (ya presenté al principio de este post, y en posts anteriores, algunos hechos que indican la pérdida de vitalidad de las masas, algo que SoB mismo ha admitido).
Así que, programáticamente, la posición de los bolcheviques sobre la planificación socialista de la producción es que los soviets deben deliberar, votar y decidir prioridades económicas. ¿Eso excluye la necesidad de todo posible "intermediario" entre los obreros y la planificación económica? No.
Se necesitará un plantel de especialistas, de economistas, ingenieros, etc. Es sencillamente necio suponer que sólo por establecer su dictadura, su propia dominación estatal, una clase explotada se volverá con(o)ciente de aquello que nunca tuvo la oportunidad de conocer. SoB me acusa de creer que una planificación estatal, asentada sobre la expropiación de la clase capitalista, es “automáticamente” planificación socialista. En realidad, el único que hace suposiciones automáticas es él.
Ejercer su dictadura no vuelve automáticamente más sabia al la clase obrera en matemática, ni en economía, ni en ingeniería industrial, etc. (aunque quizás SoB opine que las condiciones para el socialismo sólo estarán maduras cuando toda la masa obrera maneje al dedillo los conocimientos científicos y técnicos que le permitan prescindir de todo "intermediario").
La dictadura proletaria sirve más bien para preparar las condiciones que permitan gradualmente al proletariado volverse conciente de aquellos mecanismos que ignora (no estaría de más que SoB recordara, ahora, el comentario risueño de Lenin sobre las sucesivas quiebras de las cajas obreras que resultaron de la negativa de los obreros a utilizar los servicios de especialistas, durante los primeros pasos de organización sindical de la clase).
Cierto es que hay una diferencia entre sea el proletariado quien instrumente a la burocracia, o que sea la burocracia la que instrumente al proletariado. Eso sí es una discusión concreta, pero las vaguedades de SoB no lo son. Como sea, un elemento intermediario -¿es necesario todavía insistir en ello?- no puede consolidar sus privilegios por sí sólo, necesita apoyarse en los intereses de una u otra clase social para sacar su tajada.
En fin, es igualmente falso que en Rusia la burocracia estatal haya nacido como burocracia partidista. Hay hechos conocidos que lo desmienten, como el reclutamiento de nuevos miembros organizado por Stalin, o como la incorporación al partido de elementos provenientes de burocracias preexistentes: funcionarios, militares, especialistas, etc. (y después este tipo, que declara que los hechos ocurridos durante 80 años demuestran lo que a él se le ocurre que demuestran, habla frescamente de mis presuntas "amalgamas").

Una nota aparte merece la disparatada definción que SoB hace de la burguesía, como una “intermediaria” (sic!) entre el proletariado y los medios de producción. Lo peor es que SoB lo presenta como si esa idea fuera de Marx. Sería más consecuente y honesto de su parte declarar que renuncia al legado de Marx. Animate, SoB. Respirá hondo y preguntante: ¿estoy listo para incorporarme a NPH?

SoB señala que yo concebiría al capitalismo “como propiedad burguesa de los medios de produccion y economia de mercado”. Según él, al limitar de tal modo mi concepción, yo confundiría la expropiación de la burguesia y la planificación estatal con el socialismo. Esto no es del todo exacto, pero puedo entender la idea.
En cambio, no puedo entender algo mucho más importante: si para SoB el capitalismo no es “la propiedad burguesa de los medios de produccion y la economia de mercado” ¿qué carajo es el capitalismo? Sea cual sea la contestación que dé SoB, y mal que le pese, no estará de acuerdo con la concepción marxista en la que pretende ampararse, ya que para Marx el capitalismo no era otra cosa que la propiedad capitalista de los medios de producción y la producción de mercancías para el intercambio y no para el consumo. Es esto lo primero que debería aclarar SoB, en vez de dar tantas vueltas, y encima sin respetar las elementales exigencias empíricas ni lógicas.
Sobre su fórmula según la cual bajo el régimen bolchevique habría existido la propiedad privada en relación a los obreros, SoB tendría que extraer todas las conclusiones. ¿Qué es la propiedad privada en relación a los obreros? La propiedad es privada cuando alguien se la apropia para sí, lo que no puede decirse de la burocracia, inhabilitada para comprar y vender las fábricas o los productos. El planteo de SoB no tiene pies ni cabeza, porque no hay modo de verificar efectivamente si los obreros como clase tienen o no la propiedad de los medios de producción, ya que esta es conjunta. La propiedad es la forma jurídica de un hecho económico, pero si económicamente la burocracia no puede comprar ni vender bienes ni medios de producción y sólo a título individual o de grupo particular los obreros podrían ejercer un derecho de propiedad discernible (que sería entonces propiedad privada y no social), queda claro que la relación entre la burocracia y la clase obrera no se instala en el campo económico (y jurídico) de la "popiedad", sino en el plano político. Naturalmente, si SoB quiere redefinir un sistema social de producción económica en términos de dominación política, podrá definir al capitalismo como lo que el capitalismo no es. En fin, todo esto está muy discutido y SoB no ha introducido ningún dato ni argumento nuevos. La propia restauración de la propiedad capitalista (un hecho de naturaleza económica y no sólo político) ha saldado hace tiempo este debate a favor de la interpretación trotskista de los hechos.
Otra cosa que me gustaría que SoB me explique es en qué consistiría una riqueza mercantil allí donde no hay intercambio de mercancías. SoB me da la impresión que daría alguien que dijera: Fulano está limitado por su concepción de que un cuchillo es un utensillo con mango y hoja, filo, etc., lo que le impide comprender que un cuchillo es otra cosa (sin aclarar, por supuesto, qué otra cosa sería un cuchillo). Seguramente esto me valdrá, de parte de SoB, más comentarios como el que acabo de parodiar, pero no veo que esté haciendo otra cosa que un juego de palabras bastante malo, sino hechos ni conceptos coherentes detrás.

Continúo con el análisis de las inconsistencias de SoB a propósito del carácter burgués o no de la revolución y del estado. SoB dice que la revolución bolchevique fue burguesa y que por eso el régimen que estableció fue capitalista. ¿Qué hay de cierto en ello?
La revolución bolchevique, naturalmente, fue burguesa en tanto y en cuanto debía alcanzar objetivos burgueses. Esta es una característica de todas aquellas naciones que no han experimentado una revolución burguesa triunfante. La nación rusa era una nación atrasada desde el punto de vista político y económico (especialmente en el campo), su modernización burguesa era una tarea pendiente. De hecho, los bolcheviques defendieron durante mucho tiempo -hasta pasado abril de 1917, para ser exactos- un programa democrático radical para Rusia (la famosa convocatoria a la Asamblea Constituyente, etc.) y cuando llegaron al poder aplicaron un programa burgués para el campo (un buen ejemplo de negociación con las capas no proletarias y sus expresiones políticas, como fue el eserismo de izquierda).
En términos generales habría que decir que en la Rusia de aquél entonces era necesario elevar el desarrollo de las fuerzas productivas como condición para efectuar una ulterior organización socialista de la economía.
Aunque los bolcheviques no lo habían comprendido aún enteramente, estaban frente a un problema lleno de paradojas, de contradicciones. El que sí comprendió esto desde el principio fue Trotski, que no era bolchevique. Trotski comprendió que la revolución rusa debía ser burguesa por sus tareas y socialista por su sujeto político. Con todo, la premisa de Trotski estaba dada por la conclusión extraída por Lenin, en su libro sobre el imperialismo, según la cual el capitalismo, a partir de la fase imperialista, no iría convirtiendo a las naciones atrasadas en desarrolladas, sino que mantendría una brecha creciente entre ellas. Es esta condición la que determina que en los países atrasados, más o menos oprimidos por potencias imperialistas, las taréas que en los países burgueses desarrollados correspondieron históricamente a las burguesías en ascenso, deben pasar a manos del proletariado, como caudillo político de las masas explotadas de la nación. Este diagnóstico y pronóstico demostró enteramente su validez en la revolución rusa.
Con esto estoy contestado, de un modo matizado, el punto de si la revolución rusa era burguesa. Sí, lo era, y no podía no haberlo sido. Pero ello no se sustenta sobre una concepción etapista, como disparata SoB, sino todo lo contrario. Una concepción etapista atribuiría la dirección de la revolución burguesa a la burguesía nacional correspondiente. No fue ése el planteo de Trotski (que, por lo demás, retomaba ideas expuestas por Marx en su circular de 1850, sobre lo cual habría que decir un par de cosas más, pero no es éste el momento para hacerlo).
Ahora bien, yo dije que la revolución era burguesa por sus tareas, pero socialista por su sujeto político. Es decir que era burguesa y socialista también. Pero falta contemplar que de esta doble condición se deriva el carácter PERMANENTE (o continuo) de la revolución, ya que al estar encabezada por la clase obrera procederá, naturalmente, a encarar las tareas socialistas. Por eso en la URSS coexistieron la planificación y el mercado, la gestión colectiva y la pequeña propiedad. Y por la subsistencia de todo un conjunto de condiciones objetivas burguesas es que persistía la necesidad de una forma estatal. ¿Qué opone SoB a estas circunstancias y condiciones históricamente determinadas? Una fórmula abstracta: si hay “intermediarios” entre la clase y la producción, no hay socialismo, si la planificación es estatal no es socialista, y cosas por el estilo, que no ha sabido explicarnos qué significan con exactitud, ni si guardan o pueden guardar alguna semejanza con alguna cosa real.

Para señalar cómo sería una versión algo más seria (aunque apenas más coherente) del planteo de SoB, diré que hace por lo menos 20 años vengo escuchando a sabihondos "discípulos" de Mattik sostener que, más allá de las convicciones e ilusiones bolcheviques, en Rusia se impuso lo que estaba objetivamente planteado: el pasaje al capitalismo. Así nomás: no hubo idas y vueltas, marchas y contramarchas, contradicciones ni luchas. Simplemente, el capitalismo se habría servido de los bolcheviques para cumplir sus propios objetivos.
Esta gente solía decir que, en realidad, se había tratado de un "proceso de acumulación", debiendo suponerse que la acumulación habría sido de capital (a este respecto no siempre eran demasiado explícitos, al estilo de los regulacionistas). Pero es claro que el capital y el capitalismo así entendidos tienen todas las características de una entelequia.

En fin, es casi un colmo que alguien que considera “etapista” un planteo que defiende la continuidad entre tareas burguesas y tareas socialistas, al mismo tiempo en que juzga que si el socialismo no tuvo lugar porque las propias masas no estaban maduras para dirigirse a sí mismas (es decir, que propone un límite tajante de todo o nada), me acuse de antidialéctico y de pensamiento estático.
Igualmente ridículo es que alguien que usa un criterio ideal para determinar si la expropiación de la burguesía y la planificación son o no “socialismo” (es decir, los juzga por lo alejados o próximos que estén a un ideal), me acuse de idealismo a mí.
Pero el colmo de la inconsistencia es que el empleo de un criterio ideal proceda de alguien que sostiene que el marxismo no es un ideal sino un estadio al que conduce el capitalismo, y además inevitablemente. Como sea, y salvando las distancias, el objetivismo evolucionista de SoB se encuentra ante el dilema que Hegel postuló al decir que todo lo real es racional y todo lo racional es real, ya que si el criterio válido es la objetividad, el hecho de llegar a ser, todo lo que ha sucedido es necesario y legítimo, pero si no se quiere legitimar todo lo existente, se debe apelar a una "razón" extraña a la realidad, subjetiva. La única salida para este dilema es hacer lo que SoB no hace en ningún momento: perseguir la racionalidad de los hechos reales, y la realidad histórica (o la historicidad real) de la razón. Como consecuencia de ello, las ¿ideas? de SoB se ¿desenvuelven? por fuera de la historia tanto como por fuera de la razón.
Debería ser él el primero en lamentarlo.

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Y bueh
Por ese - Friday, May. 20, 2005 at 9:36 PM

Reflexiones sobre el autonomismo
por Viva el enero autónomo boliviano Friday January 28, 2005 at 08:53 PM


La lucha del Comité Cívico Cruceño es la lucha de todos los autonomistas del mundo!

Por una latinoamérica balcanizada! Viva la autonomía! Santa Cruz Libre! Alto Perú independiente! Por una Patagonia convertida en Nación autónoma! Que cada fracción tenga derecho a negociar sola con las multinacionales! Basta de nacionalismos opresores, vivan los regionalismos liberadores! Aguante la región centro argentina! Vivan las ongs del primer mundo que apoyan nuestras aspiraciones libertarias!


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autonomias reaccionarias
por a Friday January 28, 2005 at 09:07 PM



no todo es lo mismo, amiguito.


México, Enero 23, 2005.- Hay autonomías, como las que piden los indígenas, que restructuran el territorio en función de las necesidades de su población y no de la ganancia de las trasnacionales o de las imposiciones del poder central y centralista. Ellas lo hacen mediante la expresión directa y democrática de quienes históricamente convirtieron un espacio en territorio. Pero hay otras que buscan asegurar los privilegios de los terratenientes y de las clases dominadoras locales, fragmentar el país en beneficio de minorías que tienen una renta de posición al disponer de un recurso que debe ser de todos y destruir, si les fuese posible, la base de la democracia, al oponerse a la solución social que tratan de construir las mayorías nacionales.

Tal fue el caso de la rebelión de Sao Paulo y de su virtual secesión del resto de Brasil en 1932, cuando sólo una guerra perdida por ese estado a manos de los demás mantuvo la unidad nacional y subordinó la oligarquía industrial-cafetalera a la política de los demás grupos capitalistas, y subordinó también las clases dominantes paulistas, apoyadas activamente por sectores estudiantiles y de las clases medias, a las necesidades del desarrollo nacional, que imponían una redistribución de los ingresos locales.

Tal es el caso ahora de la rebelión reaccionaria y autonómica de Santa Cruz, en Bolivia. En ella los terratenientes y los grandes comerciantes, con el apoyo de sus hijos estudiantes y de otros sectores urbanos, tratan de oponer su autorganización a la de los indígenas cocaleros de la zona y a la de la población indígena mayoritaria del Altiplano, de El Alto de La Paz, de los Yungas, de Cochabamba y las zonas mineras y campesinas pobres.

Santa Cruz ha sido un feudo de la fascista Falange Socialista Boliviana, del dictador Hugo Banzer, de la derecha del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) y de su último presidente, expulsado por el furor y la organización populares y refugiado en Estados Unidos, Gonzalo Sánchez de Lozada, el sirviente de la embajada gringa que ni siquiera hablaba bien el castellano porque se había formado en Estados Unidos. Santa Cruz dispone de una renta de posición debido a su riqueza agropecuaria, a su cercanía con Brasil y, sobre todo, a los yacimientos de petróleo y de gas que han remplazado el peso tradicional que tenía el hoy agotado estaño del Altiplano en la economía boliviana. La oligarquía cruceña quiere disponer de esas riquezas locales que dan la base, actualmente, para el funcionamiento de la economía nacional y permiten que el gobierno de La Paz trate de hacer concesiones económicas y sociales para atenuar la movilización popular.

Esa oligarquía, muy ligada al capital extranjero y a la embajada de Estados Unidos, quiere sobre todo cortarle las piernas a la movilización indígena local y nacional, que intenta reconstruir el país recuperando sus riquezas -que habían sido privatizadas-, su territorio, robado en la guerra del Pacífico, inspirada por el imperialismo inglés, y el poder que habían conquistado en 1952 con sus milicias obreras y campesinas armadas y con la Central Obrera Boliviana, después de la destrucción del ejército y de la estatización de las minas y la expropiación de los terratenientes para hacer una reforma agraria. Santa Cruz, para sus clases dominantes, debe ser con su autonomía un quiste en la región más rica del país y un enclave desde el cual ellas esperan establecer lazos privilegiados con las trasnacionales y las oligarquías argentina y brasileña, con las cuales muchas familias oligárquicas cruceñas están ligadas por lazos económicos y hasta de familia. La autonomía de Santa Cruz, en particular, intenta poner trabas a la estatización completa de los recursos petroleros y el gas y, en lo político, a la construcción de una Asamblea Constituyente donde los indígenas, que están afirmando sus poderes locales informales o formales (los municipios conquistados en las últimas elecciones), presenten otro proyecto de país.

Esta autonomía es, por consiguiente, reaccionaria, tal como lo es la que pretende en Italia la Liga del Norte, inventándose, como los cruceños, una bandera, un himno, tradiciones y empujando hacia la secesión del resto del país. Ella responde al debilitamiento del Estado nación por la mundialización dirigida por el capital financiero internacional, la cual refunda la geografía e impone un nuevo centralismo, el que une a las clases dominantes locales con la sede de las trasnacionales mayores, en Estados Unidos. Ella no tiene nada en común, salvo el nombre, con las juntas de buen gobierno o las acciones indígenas en pro de la autonomía en Guerrero, en Ecuador o Bolivia, y ni siquiera con las autonomías impuestas históricamente por las clases dominantes locales aprovechando la movilización y las viejas culturas populares en Córcega, Sicilia, Aosta, Galicia, Cataluña o Euskadi. El mismo nombre esconde otro contenido, pues la autonomía que reclama la oligarquía cruceña no da libertades e independencia sino que refuerza la dependencia de Santa Cruz y de Bolivia, dado que es alentada por la embajada de Estados Unidos. Ella forma parte de un golpe preventivo cuya víctima circunstancial es el gobierno del presidente Mesa pero cuyo objetivo central es la destrucción del poder que han ido adquiriendo las organizaciones indígenas y las masas populares. Una autonomía oligárquica en Santa Cruz llevaría a una guerra interna y, en los planes de la oligarquía, desembocaría en una dictadura militar contra los indígenas y los trabajadores en general, y daría un golpe al Mercosur. Por eso hay que impedirla.




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¿reflexiones?
por manupa Friday January 28, 2005 at 11:47 PM



para el/la provocador/a que dice reflexionar sobre el "autonomismo":

En primer lugar no se puede hablar de algo llamado "autonomismo", de la misma manera en que se habla de marxismo o de anarquismo, por citar solo dos "ismos".
"Definir la autonomía se escapa a nuestras posibilidades porque la autonomía tiene la fuerza de aquello que no logra ser nunca del todo, de lo que siempre se mueve y jamás termina (proceso continuo), jamás diremos "hasta aquí". La autonomía es algo indefinible y sin embargo existe y la vivimos, la olemos, la encarcelan, la reprimen" (1)
Por lo tanto no hay "autonomisno", sino luchas autónomas.
segundo, no veo nada de negativo en el hecho de que el pueblo mapuche esté luchando en la patagonia por su autonomía, contra los Estados argentino y chileno.
tercero, como bien se encarga de aclarar quien escribe más arriba, nada tienen que ver los autonomistas de San Cruz (Bolivia) con el EZLN, por citar un ejemplo.

(1) "¿Que es la autonomía?" Coordinadora de Lucha Autónoma de Madrid.
http://argentina.indymedia.org/news/2002/07/36191.php



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Objeciones
por Xor Saturday January 29, 2005 at 11:18 AM



Tiendo a estar de acuerdo con el segundo artículo, que coincide además con posiciones que yo ya he vertido antes aquí.
Pero (y para usar un "razonamiento" del que se han valido frecuentemente muchos "autónomos" en este mismo sitio) la necesidad de distinguir entre una "autonomía mala" (reaccionaria) y otra autonomía, que sería la "buena", es un indicio inequívoco de que el concepto de "autonomía" no representa ningún aporte teórico real, y oscurece más de lo que aclara.
El artículo que pretende defender la autonomía "buena" tiende a poner de relieve que lo que determina la naturaleza reaccionaria o revolucionaria de un planteo de autonomía es su contenido. Contenido de clase, y contenido programático. Pero entonces volvemos a lo que los autonomistas (mal que le pese al insustancial de "manupa") siempre han querido negar: la preeminencia del programa político y la predeterminación clasista de la organización revolucionaria. Pero resulta que el programa que asegura la delimitación clasista de la organización y sus objetivos siempre es un "apriori", esa teoría que -según Lenin- "viene desde afuera" y cuya impugnación es la clave de toda la doctrina (negativa) autónoma.
Por lo demás, la discusión sobre si el "autonomismo" existe como tal, es decir si hay una doctrina de la autonomía es, en sí misma, una discusión doctrinaria. Pero más allá de esta contradicción, el punto es que si hiciéramos caso de la idea de que la autonomía no asume ninguna teoría previa a la praxis, no hay modo de delimitar las autonomías "malas" de las "buenas". La única salida es establecer una delimitación teórica previa de las praxis cuyo contenido de clase y programático es revolucionaria o puede serlo. En la medida en que esto se hace, aún denegándolo, el autonomismo se postula como una doctrina más, con los efectos y virtudes que pueda tener cualquier doctrina y que deben probarse en el campo y con los modos que se prueba cualquier teoría científica. Pero, desde ya, lo que queda duramente puesto en tela de juicio es el valor de la inconsistente noción de "autonomía", inconsistencia que, de todas maneras, no responde únicamente a la evidencia pesentada más arriba, sino a aporías insolubles que presenta todo concepto que busque situarse en una posición central basándose en el principio del "autós", del "sí mismo". Pero esa es una discusión que no me interesa seguir desarrollando aquí, entre otras razones porque, a estas alturas, ya ha quedado perimida.


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¿conciencia?
por dudoso Saturday January 29, 2005 at 08:16 PM



Sabemos lo que no queremos en general y lo que queremos en particular...
Con ese nivel de conciencia el puntero del barrio te consigue lo que queres en particular siempre y cuando apoyes al sistema en general.
Lo que paso aqui con las asambleas cuando las cooptaron los punteros del gobierno


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Nuevo amigo de Dudoso
por Otro dudoso Saturday January 29, 2005 at 09:38 PM



Dudoso, no sólo me parte el alma leer esos artículos extensímos para decir nada, que todos los días me pregunto para qué carajo abro Indymedia, si lo único que logro es que me enfermen más (más de lo que me enferma Jorge Telerman, que es mi hijo de puta favorito, pelado puto infeliz).
Pero te digo algo, Dudoso: ¡Viva Indymedia! No estamos solos. Que se vayan todos. Que se vayan todos a la mismísima mierda. Empezando por Ibarra y Telerman (¿Telerman? mi madre, qué bajo hemos caído) y de a uno en fondo. Al carajo todos, dejen de robar, asesinos. Juanjo Alvarez... Amigos de Indymedia, mañana domingo nos vemos en Plaza Once.
Cromañon lo tienen que pagar.


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xor contra la autonomía
por post post Tuesday February 01, 2005 at 02:19 PM



xor, lo sabemos,
está contra la autonomía

insiste, cada vez que puede,
en la absoluta necesidad de
una teoría, una conciencia,
una dirección que
"viene desde afuera"

¿cuál es ese afuera?

los intelectuales pequeñoburgueses,
"clase" a la cual xor mismo afirma pertenecer

¿cuál es el adentro?

la clase obrera y demás clases explotadas
y oprimidas: todos aquellos que vivimos
de nuestro trabajo y resistimos
produciendo experiencias de
igualdad y libertad,
cooperación autónoma
y lucha contra el capital

xor quiere ser nuestro dirigente,
quiere ser un amo bueno,
que nos promete comunismo
al final del camino,
al final de la revolución
que él y su "clase" dirigirán
desde el partido

para terminar con el capitalismo,
dice xor, primero hay que cambiar
la obediencia a los patrones
por la obediencia a los dirigentes

(que, por supuesto, son dirigentes
porque son intelectuales, porque poseen
la ciencia de la revolución
que el proletariado es incapaz
de producir por sí misma)

tres generaciones después,
tendremos la sociedad de los productores libres

lambentablemente para xor,
son muchos los que luchan y
crean nuevas relaciones sociales
sin confundir comunismo
con aristocracia








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In/Out
por Xor Tuesday February 01, 2005 at 03:47 PM



Lo de la teoría "desde afuera" no fue más que una alusión a una muy famosa frase de Lenin. Creo que esa frase es bastante gráfica en el contexto en que Lenin la empleó, al plantear la necesidad de superar la lucha sindical -meramente económica- de la clase, introduciendo una comprensión política (es decir: teórica, científica, marxista) del lugar y el papel histórico de la clase obrera.
Por lo demás, la necesidad de una teoría que dé base científica a la lucha política, de una comprensión teórica que supere el inmediatismo, la ponen de relieve los hechos que fueron señalados con anterioridad a mi intervención y a los que ésta hacía referencia.
Más allá de la cita de Lenin, que mencioné precisamente porque es la "bete noire" de los autónomos (y, de hecho, así lo deja ver "post post" en su idem) si alguien aquí no cree que la distinción entre "adentro" y "afuera" sea rigurosa ni especialmente fructífera, ése soy yo. Más bien son los autónomos los que necesitan mantener esa distinción de un modo que combina la "mala abstracción" (metafísica) y la "mala empiria", para aludir ahora a la crítica marxiana a Hegel.
Dije por un lado "mala abstracción" porque la identidad de la clase no se construye en un orden tópico (en ese sentido, hablar de "lugar" esa una mala metáfora, y comportaría un cierto sociologismo naturalizante) sino en un orden estratégico, funcional podría decirse, aunque no en un sentido limitadamente capitalista sino en un sentido histórico más amplio.
La identidad de clase, si no se la entiende como una mera función económica (reducción sociologista, objetivizante) no puede reducirse a un "interior" (que a lo sumo daría cuenta de la "clase en sí", su condición objetiva, de objeto sociológico y no de sujeto histórico). Más bien conviene entenderla, superando su mera condición objetiva, como una orientación colectiva a fines sociales, políticos y, en definitiva, históricos, fines a los que es imposible aproximarse seriamente sin una herramienta científica de análisis.
Dije, por otro lado, "mala empiria", porque esta necesidad metafísica de establecer un "adentro" en cuyo seno podría identificarse el "sí mismo" del sujeto autónomo, "post post" no tiene más alternativa que dar por incluído, ya no sólo al teórico, sino al vulgar pequeño-burgués, apelando a ciertos malabares con la noción de "trabajo intelectual" y "el rol del conocimiento" en la determinación de la fuerza de trabajo (bla bla) y, por ende, en un aggiornamiento de la definición del proletariado (una vez más, sociologismo vs política).
Así, si los autónomos pueden recusar la teoría (y en particular, la teoría marxista) como exterior al "interior" de su "sujeto" autónomo, es porque ya han hipostasiado la teoría (la mala teoría, acrítica, pequeño-burguesa y, por ende, apologética de lo dado) en el interior de un concepto de "auto-nomía" construido por simple abstracción (mera negación de la hetero-nomía que regiría la sociedad burguesa). Todo ello, por supuesto, en nombre de una "praxis" entendida de un modo igualmente abstracto, porque de ningún modo un autónomo que se precie de tal, como "post post", admitiría que sus malabares conceptuales puedan ser de naturaleza teórica y superponerse "desde afuera" a la praxis autónoma. ¡Nada de eso!
El rabioso ataque de "post post" a todo elemento, real o discursivo, que ponga en evidencia la necesidad de la teoría como instancia relativamente diferenciada de la práctica inmediata (incluso para cualquier planteo que se pretenda "autónomo" en el sentido en que los autonomistas entienden el término) me hace pensar en la típica "denegación" freudiana.
Y lo mismo hace pensar su identificación -tan nietzcheana que resulta deleuziana- de la teoría científica con la voluntad de dominio. Como si, digamos, Niels Bohr se hubiera propuesto ser el emperador de los átomos, y no simplemente conocerlos más rigurosamente.
Voy a terminar pensando que, después de todo, los autónomos tienen algo que perder, y no precisamente sus cadenas.


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qué out!!!
por post post Wednesday February 02, 2005 at 12:45 AM



más que un poblema epistemológico,
se trata de un problema político:

xor piensa que no sólo es posible
sino deseable que
intelectualespequeñoburgueses
(algunos "empobrecidos" como
él se autodefine, otros no)
conformen un partido
que dirija al conjunto de los
explotados y oprimidos

ellos podrían, ellos sabrían hacerlo
ya que son intelectuales
y sólo ellos pueden producir
y luego introducir
la conciencia revolucionaria
en el proletariado

si así no fuese,
¿para qué un partido
como organización política
separada de los organismos
de masas?

en síntesis,
la propuesta de xor es cambiar
un patrón económico por un patrón político
pero seguir obedeciendo...

la supuesta ventaja es que
este patrón político nos propone al final del camino,
el reino de la libertad

y que, centralismo democrático mediante,
podemos reelegir a altamira una y otra vez




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post post, vos tampoco te presentes como puro
por socialismo o barbarie Wednesday February 02, 2005 at 10:40 AM



vos también sos un intelectual pequeñoburgués, pero te hacés el distraído sobre ese hecho.

Tu única diferencia con Xor es que en vez de ser marxista sos "posmo", pero los que son como vos también son un partido aunque no estén reunidos en la misma organización y estén en contra de la forma partido. Los que piensan como vos también tienen un programa aunque parte de su misma ideología sea renegar de los programas.

El autonomismo (o como quieran llamarse) es otra corriente anticapitalista más que se presenta "desde afuera" como alternativa a los oprimidos. NO FUE GENERADA POR LOS MISMOS OPRIMIDOS, asi que es tan "extraña" a ellos como el marxismo.

Yo acepto que exista el autonomismo, vos aceptá que existe el marxismo. Yo acepto que vos no estés de acuerdo con los marxistas en muchas cosas, ahora vos también tenés que aceptar que los marxistas no vamos a estar de acuerdo con vos en muchas cosas. Queremos una sociedad sin clases ni Estado, pero creemos en distintos métodos para llegar a ella. Cada cual tiene la fundamentación de por qué piensa que su método es el correcto y el otro es el equivocado.

Aprendamos eso primero, en vez de ir a invalidar al otro, porque tu respuesta a Xor parece la de uno de esos peronistas que dicen que el peronismo surgió espontáneamente de la misma gente, por lo tanto todo lo que no sea peronismo es "extranjero".

Aceptemos que hay distintas corrientes de pensamiento anticapitalistas. Que los oprimidos elijan el programa por el cual van a pelear y listo, no vengas con que los marxistas queremos "arriar" a las masas porque eso lo dice la derecha.


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Los explicadores
por a Wednesday February 02, 2005 at 11:08 AM



La forma partido es prisionera de las ideas educativas de la modernidad: maestro - alumni (sin luz) O sea la igualdad al final del camino, como objetivo y no como premisa. Es aristocratizante desde el momento en se ubica asimetricamente con respecto al conjunto y se piensa a si mismo como "vanguardia". Digamoslo, en terminos politicos para la forma partido somos todos ignorantes, alumnis. Como bien dice Ranciere "explicarle una cosa a alguien es, antes que nada, demostrarle que no puede comprenderla por si solo" Es demostrarle que es un ignorante. Los maestros explicadores de los partiditos cometen un acto concientemente embrutecedor.



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Caprichos
por Xor Wednesday February 02, 2005 at 12:25 PM



No veo por qué el partido revolucionario debería estar constituído por intelectuales pequeño-burgueses. Más bien es norma que la mayoría de su dirección esté constituída por trabajadores.
No veo por qué el partido revolucionario debe estar “separado” de las organismos de masas, salvo en el sentido de ser una organización diferenciada (pero no necesariamente separada, puede y debe actuar junto con o dentro de los organismos de masas, al menos cuando estos existen). Por lo demás, tampoco se entiende por qué el partido no puede concertirse él mismo en un organismo de masas. De hecho esto ha ocurrido en varios procesos revolucionarios. Y un dato real que seguramente a “post post” le producirá urticaria es que, históricamente, muchos de los organismos de masas que menciona (por ejemplo sindicatos) han sido impulsados o directamente organizados por los partidos de izquierda, revolucionarios o no.
Al mejor estilo de un individualista pequeño burgués, la gran preocupación de “post post” parece ser no estar obligado a “obedecer” a nada ni a nadie. Bueno, es su obsesión particular, y no voy a pretender curársela. Pero, más allá de las pequeñas obsesiones de “posti” el partido, como en general la teoría, debe cumplir la función de una herramienta, y no de un patrón. Carecer del tipo de herramientas señalado simplemente conduce a la falta de discriminación política, como la que hace de los autonomismos bolivianos una alternativa pro-imperialista.
También parece que “pos post” tiene una obsesión personal conmigo, que yo no atenderé salvo en aclarar que, mal que le pese a este muchacho, yo no soy militante (ni mucho menos dirigente) de ningún partido (lo que debería llamarlo a una reflexión y a una seria revisión de sus prejuicios). Ello sucede, además, por razones de configuración teórica de sus conceptos (como ya señalé en mi post anterior). Una diferencia entre bolcheviques y autónomos es que los primeros ponen condiciones militantes y programáticas a aquellos pequeños burgueses que incorporan, mientras que los segundos simplemente les abren las puertas de par en par, identificándolos con el nuevo proletariado post-fordista, en nombre del lugar que juega el trabajo intelectual en la producción capitalista actual, y toda esa sarta de chantadas (que, según “posti”, lo autorizan a sacarse el sambenito de “pequeño burgués” y ponérmelo a mí).
Por último no veo por qué el problema es político y no epistemológico (¿será porque “posti así lo ha sentenciado?). En mi opinión el problema es político y también epistemológico (y, en el caso de “posti”, diría que incluso psicológico).


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Los aplanadores
por Xr Wednesday February 02, 2005 at 12:40 PM



Bueno, sí, tenés razón: la educación es una situación asimétrica, así que debe ser eliminada.
Yo, en tu lugar, tomaría en cuenta que lo asimétrico es esta sociedad y, sin pretender naturalizar nada, diría que la asimetría en muchos casos puede ser parte de una condición natural.
Con todo, "asimetría" es una noción demasiado simplificadora para comprender el capitalismo, e igualmente, para comprender el rol que puede jugar uin partido revolucionario, ya que la supuesta asimetría sería lo que tiene en común con cualquier otro partido y con muchas formas que no son partidos. Es decir, es inespecífico (lo que, a esta altura, parece ser considerado una virtud por los autónomos, que gustan hacer sus críticas en masa, en general, valiéndose de generalizaciones asbtractas).
En mi opinión, el partido revolucionario debe tener algunos rasgos en común con el régimen que combate (porque no sale de la nada ni tampoco dirige sus golpes a la nada). Como alguna vez dijo Trotski, dos ejércitos deben tener alguna forma en común para poder combatirse el uno al otro. Y si bien yo diría que un ejército revolucionario no es igual a uno burgués y, además, para bolcheviques la lucha militar no juega el mismo rol en la lucha social que para la burguesía, es inevitable, en la medida en que te desenvolvés en el mundo real y no en el de la fantasía, compartir algunos rasgos de lo dado, por más que deseés cambiar esos rasgos en la medida en que hayas producido las condiciones materiales para cambiarlos (y no antes, como si tuvieras una barita mágica).
Esta también es una discusión científica, si querés: los marxistas tendemos a creer que el hombre socialista es producto de la revolución socialista y no a la inversa, del mismo modo que el ciudadano demócrata fue un producto de la revolución francesa y no su condición. Y pensamos así porque somos materialistas. Por eso, porque el cambio de conciencia de conjunto no puede darse sino después de la completa transformación social (y, por ende, de la convulsión revolucionaria) es necesaria la herramienta, salpicada con la sangre y el barro capitalistas, que es el partido.


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nabos
por aburrios Wednesday February 02, 2005 at 12:50 PM



Dejense de hablar al pedo, ninguno de los que escribe en esta polémica agarro nunca una pala (yo tampoco), los que visitamos indymedia somos todos pequebu. Y los que supuestamente laburan con el pensamiento son unos mediocres (autonomistas, troscos, etc). Solo reproducen y refritan lo que les cae desde Europa.


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´garra la pala que no muerde
por la rana rene Wednesday February 02, 2005 at 12:59 PM



pero...no entiendo : solo los cavadores de zanja son oprimidos y/o explotados? el resto de los asalariados vive en el reino de la felicidad y la abundancia?


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viva Euskadi
por por rojo Wednesday February 02, 2005 at 01:03 PM



Creo que esta bien fomentar las autonomias. me parece que criticar a todos los que piden autoniomia o independencia son de derecha o funcionales al capital transnacional es simplificar las cosas.
Estoy totalmente a favor de la lucha de pueblos independentista, y no soy de derecha.
Un caso especialmente renombrable de nacionalismo de izquierda es la izquierda de Euskadi, que no tiene nada de racista, sino todo lo contrario, y lucha por su independencia. sin pretenciones de oprimir otro pueblo.
El caso sSanta cruz, puede ser distinto, es racista. y al racismo hay que combatirlo,
cual es el problema de desestructurar los estados nacionales, si estos no sirven mas, Lo que se tenga que caer que se caiga, lo fuerte siempre sobrevive.
el tiempo lo dira



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A Rojo
por Xr Wednesday February 02, 2005 at 01:22 PM



Yo nunca dije que los planteos de autonomía sean todos reaccionarios.
Justamente, del hecho de que la autonomía exige su análisis en términos clasistas, se desprende que por sí misma no informa ningún contenido particular, ni revolucionario en sí mismo ni reaccionario en sí mismo. ¿Se entiende?



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hay que analizar cada caso
por rojo Wednesday February 02, 2005 at 01:54 PM



Hay que analizar cada caso, porque en general siempre un sector de la burguesia es la que lidera estos procesos, sino quien, dentro del capitalismo.
Es el caso vasco, pero no quiere decir que no existe un proceso genuino, y real en las bases sociales,
No se puede simplificar, porque sino caemos en la posicion patetica de la izquierda española, que con este argumento ataca a la izquierda vasca, y termina sentandose al lado de el partido popular, inclusive utilizando metodos de terrorismo de estado, como el GAL, y censurando totalmento todo lo que tenga que ver con la izquierda vasca.
no se puede negar la diversidad, cosa que generalmente no entiende la izquierda que toma a lenin a rajatablas, y creen que el centralismo democratico es para siempre, y no es asi, la historia lo demuestra.
creo que el imperialismo maneja los estados nacionales con la misma facilidad en todos lados,
y por ultimo Bolivia, es un estado creado, despues de la independencia, sobre base sociales muy eterogeneas, y que quiesieron ser tapadas, como en toda america, y ante la debilidad de los estados nacionales, de nuestra epoca, estas contradicciones estallan y nacen nuevas formas de identidad y de poder, y creo que eso es bueno, no podemos seguir analizando la realidad como si vivieramos en el siglo XX porque ya no estamos en el y los estados naciones, de ese tipo estan desapareciendo.
para discutir mas.....




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re: post post, vos tampoco te presentes como puro
por post post Wednesday February 02, 2005 at 04:03 PM



querido “socialismo o barbarie”:

> vos también sos un intelectual pequeñoburgués, pero te hacés el distraído sobre ese
> hecho.

¿me conocés personalmente,
sabés de qué trabajo o lo tuyo
es puro prejuicio?

yo soy un trabajador asalariado,
vivo de la fuerza de trabajo que vendo.

“pequeñoburgués empobrecido”
es una autodefinición de xor,
no lo conozco, pero le creo

> Tu única diferencia con Xor es que en vez de ser marxista sos "posmo", pero los que
> son como vos también son un partido aunque no estén reunidos en la misma
> organización y estén en contra de la forma partido. Los que piensan como vos
> también tienen un programa aunque parte de su misma ideología sea renegar de los
> programas.

otro error
por puro prejuicio

nunca dije no ser marxista

ahora ¿habrá algo más posmoderno
que intentar restaurar las formas
de la política revolucionaria
de principios del siglo pasado?

finalmente, plantear que puede haber
un programa que reniege de los programas
es como plantear que la consigna “prohibido prohibir”
es simplemente un tipo más de prohibicionismo

> El autonomismo (o como quieran llamarse) es otra corriente anticapitalista más que se
> presenta "desde afuera" como alternativa a los oprimidos. NO FUE GENERADA
> POR LOS MISMOS OPRIMIDOS, asi que es tan "extraña" a ellos como el marxismo.

si tenés información,
estaría bien que la compartas...

¿podrías contarnos dónde
y quiénes “generaron” a
la corriente autonomista?

> Yo acepto que exista el autonomismo, vos aceptá que existe el marxismo. Yo acepto
> que vos no estés de acuerdo con los marxistas en muchas cosas, ahora vos también
> tenés que aceptar que los marxistas no vamos a estar de acuerdo con vos en muchas
> cosas. Queremos una sociedad sin clases ni Estado, pero creemos en distintos métodos
> para llegar a ella. Cada cual tiene la fundamentación de por qué piensa que su método
> es el correcto y el otro es el equivocado.
> Aprendamos eso primero, en vez de ir a invalidar al otro, porque tu respuesta a Xor
> parece la de uno de esos peronistas que dicen que el peronismo surgió
> espontáneamente de la misma gente, por lo tanto todo lo que no sea peronismo es
> "extranjero".

varias cosas,
en primer lugar,
lo que yo no acepto es que exista el autonomismo,
más que como creación de los anti-autonomistas

lo que existe, más bien, son experiencias de lucha
y de invención de nuevas formas de lazo social
que deciden intentar “darse a sí mismas su propia ley”
y es ahí donde uno puede hablar de autonomía
como proceso, como proyecto y como tendencia

estas experiencias no reniegan de la teoría,
ni de los saberes producidos por otras luchas,
pero se las reapropian en formas singulares,
las recombinan con invenciones propias
de las maneras que consideran
más adecuadas para su desarrollo

entonces, ni pura generación espontánea
ni simple aplicación de un programa
elaborado exteriormente

el problema no está ahí,
la teoría puede venir desde cualquier lugar,
puede haber sido producida con fines
muy distintos, incluso antagónicos,
en condiciones espaciales o temporales
por completo diferentes

la cuestión es cómo todos esos saberes
y teorías son reapropiadas y recombinadas
de forma que permitan expandir y profundizar
una experiencia de emancipación

y es con ese fin que creo que hay que poner a trabajar
a toda la teoría marxista y también otras teorías no-marxistas
(porque, como todo marxista de relevancia sabía, con el marxismo sólo no alcanza)

> Aceptemos que hay distintas corrientes de pensamiento anticapitalistas. Que los
> oprimidos elijan el programa por el cual van a pelear y listo,

aceptemos todo eso.
pero aceptemos también
que los oprimidos tienen,
además de la capacidad de elegir
entre programas hechos,
la capacidad de inventar nuevos programas
y la capacidad de recombinar fragmentos
de elaboraciones pasadas con elementos innovadores

aceptemos que explotados y oprimidos
tenemos la capacidad de pensar y de crear
y no únicamente de elegir

> no vengas con que los
> marxistas queremos "arriar" a las masas porque eso lo dice la derecha.

nunca dije “arriar”
(y además, que algo lo diga “la derecha” no lo invalida automáticamente)

lo que yo planteo es una discusión
sobre el rol del partido revolucionario
como dirección de las masas



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re: caprichos
por post post Wednesday February 02, 2005 at 04:44 PM



Dijo Kautsky, "el socialismo y la lucha de clases surgen paralelamente, y no se deriva el uno de la otra... el portador de la ciencia no es el proletariado, sino la intelectualidad burguesa". Citado en ¿Qué hacer?, LTT, p149.

Dijo Lenin, "la doctrina teórica de la socialdemocracia ha surgido en Rusia independientemente en absoluto del ascenso espontáneo del movimiento obrero, ha surgido como resultado natural e inevitable del desarrollo de pensamiento entre los intelectuales revolucionarios socialistas". Ibid, p142.

Dijo Xor “No veo por qué el partido revolucionario debería estar constituído por intelectuales pequeño-burgueses. Más bien es norma que la mayoría de su dirección esté constituída por trabajadores.”

Es decir que en el planteo bolchevique lo que hace que un partido sea revolucionario y socialista, más allá de la cantidad de trabajadores en su dirección, es la presencia de los intelectuales. Son ellos los únicos que pueden darle un contenido socialista a la dirección de las luchas.

Separado o diferenciado, lo esencial es que el partido pueda dirigir a las masas.

Y es puro prejuicio la idea de que la creación de organismos de masas por parte de los partidos me produzca urticaria. De hecho admiro muchas experiencias de lucha y creación social que han sucedido dentro o desde estructuras partidarias. La “vida de partido” en las épocas en las que se trataba de una herramienta de lucha activa en la historia, era algo mucho más complejo, contradictorio e incluso múltiple de lo que son los partidos actuales.

Retomo esta frase porque me resulta interesante: “Al mejor estilo de un individualista pequeño burgués, la gran preocupación de “post post” parece ser no estar obligado a “obedecer” a nada ni a nadie.”

¿Así que ahora la emancipación, la oposición a la explotación, a los patrones (económicos y políticos), al Estado, es parte de un estilo “individualista” y “pequeñoburgués”?

Por otra parte, el mismo concepto de autonomía supone la existencia de leyes. La diferencia es que uno puede participar en la elaboración y transformación de esas leyes.

Y si planteaba que el problema era político y no epistemológico era porque yo también creo que una teoría, una táctica o un dispositivo organizativo deben tener función de herramienta. Ahora, ¿es esto compatible con postular que el partido debe dirigir las luchas?

Finalmente, cualquiera que lea de vez en cuando indymedia sabe que Xor aclara cada vez que puede que no milita en ningún partido. Hasta hace un tiempo aclaraba también que simpatizaba con el Partido Obrero. Pero se sabe de lo evanescente de las simpatías, así que tal vez las cosas hayan cambiado.

Lo cierto es que a la autodefinición “pequeñoburgués empobrecido” podemos agregar el gracioso calificativo de “bolchevique no-militante”.



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Post postrero
por Xor Wednesday February 02, 2005 at 11:04 PM



Sobre intelectuales, teoría y partido: Las citas que insertaste señalan que el marxismo, como teoría científica, resultó de la propia lógica de la evolución de la ciencia. Eso es verdad para el marxismo y para la ciencia en general. Si las teorías que vos manejás tienen pretensiones científicas, también respetan esa lógica. Pero de todos modos la observación de Lenin, como la de Kautsky, tiene un carácter general, desde que Marx mismo ponía lo concreto del objeto como condición y punto de partida de la teoría y, en ese sentido sí la clase es una causa y una condición de la cientificidad de la teoría (a mo modo de ver, a ello alude que una de las tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo fuera el socialismo francés).
Ahora bien, el proceso de análisis y determinación del conjunto de abstracciones que, una vez sintetizadas, dan lugar a la teoría como “concreto pensado”, constituye el proceso endo-teórico que Marx llamó “crítica de la economía política”. En cualquier caso, las referencias teóricas o intelectuales de los autónomos imitan a Marx en ese aspecto crítico emdo-teórico (Kurz es un ejemplo), aunque lo hagan mal o pobremente.
Ahora bien, de lo que aquí se trata es del papel de la teoría en lo relativo al partido, que no es lo mismo, (como trata de hacer creer todo el tiempo Posty) que el rol de los intelectuales en el partido.
La relación es sencilla: la teoría aporta la visión objetiva de la realidad, para permitir una intervención efectiva. Otra cuestión será si la teoría está o no en condiciones de analizar todo el campo objetivo que se necesita comprender. Pero en todo caso esa es la crítica que Posty deja en la abstracción, cuando sería la única crítica que valdría la pena concretar. Si, como decís, “el marxismo solo no alcanza”, lo que correspondería es que señales esas limitaciones bajo la forma problemática que es habitual en la ciencia, y planteés alternativas (y así sabríamos de qué estamos hablando). Pero sos puro pico.
En una intervención anterior Posty da a entender que las leyes teóricas deben ser elaboradas libremente por la militancia en general y no por los intelectuales en particular. Esta apreciación oscila entre la fantasía y el engaño. Veamos por qué.
Por un lado no está el alcance de cualquiera comprender y elaborar teoría, por más que los partidos de izquierda se propongan brindar preparación teórica a sus militantes y elevar su nivel intelectual. Esta es una verdad de carácter más general: el conocimiento científico exige años de preparación, lo que no significa que un trabajador manual esté incapacitado para la ciencia, sino que la sociedad capitalista le impide acceder a ella (a pesar de ser aquél -o por serlo- cuya posición efectiva en la sociedad garantiza una comprensión más objetiva, científica).
Esta situación no es algo que se pueda cambiar por un acto de voluntad o con bonitas palabras, al menos no en general (quizás sí para este trabajador manual o para aquel militante obrero, pero no en general como da a entender Posty).
Por otro lado, la idea de que las leyes teóricas han de ser elaboradas por toda la militancia (a la que habría que preguntarle si es eso lo que quiere, de lo que Posty se cuida muy bien) conduce a convertir la militancia en un campeonato de brainstorming y catarsis, como sabemos que ocurre con eventos como “enero autónomo”.
En ese contexto, lo cierto es que los intelectuales y los intelectualoides no ejercen menos influencia que en los tan detestados partidos, sino más, pero incontrolada ya que no existe criterio superior a la opinión individual y, en ese terreno ¿quién puede superar a nuestros neo-proletarios académicos?

Contrariamente a lo que Posty deduce (o más bien cree deducir) de las citas de Kaustky y Lenin, no es la presencia de intelectuales lo que hace socialista o revolucionario a un partido, sino la naturaleza de su programa, respaldado por el carácter científico de la teoría.
En honor a los hechos, mñas bien habría que decir que los intelectuales suelen tener un peso menor en los partidos de izquierda, lo cual no constituye, a mi modo de ver, motivo de vanagloria (como parecería pensar Posty). Es más, cuanto más cerca está un partido de izquierda de ejercer su dictadura contra las masas, más anti-intelectual se vuelve.
En lo que sí acierta Posty es que el partido revolucionario se postula -casi por definición, diría- como una dirección política para las masas. Lo que en cambio Posty no comprende de ninguna manera es que ser la dirección no es lo mismo que ser el amo.
Por lo general el partido no cuenta con ningún medio para hacer que las masas lo sigan allí donde no desean ir, sino que se presenta, más bien, como el medio idóneo para llevarlas a donde quieren llegar. Pero esto sólo una vez que su conciencia ha alcanzado el nivel pronosticado por la teoría. Es decir, una vez que la clase comrpende en los términos prácticos de la lucha, las implicaciones efectivas, sociales, políticas e históricas, de la teoría (ya que no, o no necesariamente, la teoría misma como un todo). Antes de que la clase alcance el grado crítico de conciencia política, el partido no tiene chance de convertirse en su dirección. Como se vé, el partido no cuenta con ninguna chance de convertirse en el amo, al menos no de antemano, al menos no como consecuencia de su postulación como dirección revolucionaria. Sí puede ocurrir como consecuencia de otros factores, en circunstancias completamente diferentes a las que aquí estamos consdierando, pero sobre eso tampoco Posty tiene para decir más que las viejas diatribas anarquistas.
Las organizaciones revolucionarias no imponen su liderazgo, si es que lo alcanzan, sino que se lo ganan a fuerza de acompañar la experiencia política de las masas, interpenetrándose con ellas, sufriendo sus derrotas y garantizando sus victorias, y cuando se ganan -si lo logran- ese lugar de liderazgo, lo hacen tras haber competido con otras alternativas que, por uno u otro motivo, se hayan mostrado ineficaces en lo relativo a la emancipación de los explotados. Es en este terreno, el de la lucha y la movilización sociales, y no en el terreno intelectual o teórico (como pretende el supuestamente no-intelectual Posty), donde las masas efectivamente eligen y determinan la vigencia y la validez de las teorías políticas. Así, el liderazgo del partido revolucionario no es algo impuesto a las masas, sino algo que las masas adoptan en condiciones que, éstas sí, imponen determinada elección histórica “a todo o nada”.
Lo dicho hasta aquí se corresponde al orden de los hechos históricamente comprobables, contrariamente a las vagas apreciaciones doctrinarias de Posty sobre “reapropiaciones en formas singulares”
de las teorías que pueden venir de cualquier parte, o “recombinaciones con invenciones propias de maneras que consideran más adecuadas para el desarrollo de las experiencias de emancipación”, o “invenciones de nuevas formas de lazo social que deciden intentar darse a sí mismas su propia ley” (todo ello, por supuesto, en el marco de las actuales relaciones sociales, con lo que uno se pregunta para qué habrá intentado durante tanto tiempo el movimiento obrero destruir al capitalismo, si basta con darse la propia ley dentro de la marco de nuevas formas inventadas de lazo social).
En resumen, Posty se ríe por igual en la fuerza real de las relaciones sociales capitalistas (ya que se puede establecer relaciones sociales comunistas al lado de ellas), de la lógica propia del desarrollo de la ciencia (ya que la validez científica de la teoría dejaría de depender de condiciones rigurosos cuyo dominio no es directamente accesible para quien se ha capacitado a tal efecto), y de la organización militante (que se converiría en un círculo de -entre comillas- reelaboración, reformulación, invención y -esta vez sin comillas- masturbación).
Así que cuando Posty retruca mi apreciación de que “al mejor estilo de un individualista pequeño burgués, la gran preocupación de “post post” parece ser no estar obligado a “obedecer” a nada ni a nadie”, con la pregunta retórica: “¿Así que ahora la emancipación, la oposición a la explotación, a los patrones (económicos y políticos), al Estado, es parte de un estilo “individualista” y “pequeñoburgués”?”, yo simplemente reformulo su pregunta: ¿Así que ahora el individualismo pequeñoburgués es emancipación y oposición a la explotación, a los patrones y el estado?

Posty pregunta si, en lo relativo al partido, no hay una contradicción entre el rol de herramienta y el rol de dirección. Yo diría que no necesariamente o que, en la medida en que esta contradicción se agudice, el partido fallaría en su cometido (o bien las masas obreras habrán equivocado la herramienta, si es que hay otra mejor disponible). Como sea, al planteo de Posty le falta dialéctica. Sería de provecho recordar cómo Lenin, a su regreso a Rusia tras la revolución de febrero, se apoyó en la base proletaria del partido bolchevique para combatir las posiciones conciliadoras de la mayoría de su dirección. Es un buen ejemplo de cómo una herramienta puede ser reformada por la clase en la medida en que ésta la considera como la herramienta que, dentro de los límites de una concepción clasista y revolucionaria, ha adoptado para cumplir una tarea histórica, como es dar lugar a la revolución socialista.
Si se piensa un poco, una herramienta orienta el trabajo y lo condiciona. Diría, incluso, que siempre (pero más aún en el caso del partido) la herramienta contribuye a “crear” al trabajador, define su identidad. La herramienta equivocada lleva a un callejón sin salida y, si es muy inadecuada, puede llevar a la degeneración de quien la adopte. El problema no está en si son compatibles o no las funciones de herramienta y dirección, sino en el concepto pobre que Posty tiene de ambos. La dirección no es el amo (ni podría serlo) ni la herramienta es el medio servil de un sujeto preexistente (es decir, un sujeto autónomo en el sentido metafísico). La herramienta construye su sujeto y orienta y condiciona su labor. Y la clase como sujeto se realiza en la adopción de una herramienta en cuya construcción física participa y mediante la cual se construye a sí misma como algo más que un objeto de relaciones sociales capitalistas, como un sujeto histórico capaz de sepultar al capitalismo y garantizar mediante su dictadura las condiciones para establecer un nuevo tipo de relaciones sociales.
En ese sentido, si es posible de algún modo la autonomía (concepto a mi juicio mistificador, pero puede emplearse el término) ésta sólo puede ser construida después del desarrollo de la revolución y no antes, bajo el imperio general de las relaciones sociales capitalistas. Es paradójico que alguien que acusa al bolchevismo de intentar "restaurar concepciones revolucionarias del siglo pasado" no sea ni por asomo conciente de que está intentando él mismo restaurar concepciones no tan revolucionarias y sí más perimidas y abiertamente decimonónicas.

No entiendo bien por qué Posty me dirige tantas alusiones personales. Señala, por ejemplo, que yo -cada vez que se me presenta ocasión, según él- declaro que no milito en el Partido Obrero. Yo diría que lo declaro en cada ocasión en que me dan motivo, y cuando sirve para disipar cortinas de humo que desvirtúan el debate. En cierto modo, Posty acaba de presentar una ocasión de esta clase, él sabrá por qué.
Pero, ya que lo pregunta (a su retorcida manera) puedo hacerle saber que sigo sin ser militante del Partido Obrero y sigo manteniendo por este partido una simpatía en todo caso mayor a la que puedo sentir por el resto de los partidos de izquierda, y creo contar con muy buenas razones para ello. Desde luego, tengo diferencias con el PO, y algunas incluso han salido a luz en Indymedia.
Creo, no obstante, que es un poco aventurado de parte de Posty llamarme “bolchevique no-militante”, ya que no me conoce ni conoce mis actividades. En todo caso, me parecería más adecuado que “bolchevique”, considerarme un defensor de las posiciones bolcheviques (o al menos algunas de ellas, no las conozco todas) en aquellos terrenos y ocasiones -militantes o no, eso depende de factores que no vienen al caso ahora- en que me es posible o fecundo intervenir.
Otra alusión personal apunta a que alguna vez identifiqué mi procedencia de clase al declarame un pequeño-burgués empobrecido, lo que parece hacerle mucha gracia a Posty. Está en su derecho, cada uno se divierte como puede.
Al que, en su momento, no le hacía gracia, era a mí, que hubiera preferido cien veces ser un pequeñoburgués asalariado como Posty a vivir en las condiciones en que tuve que hacerlo cuando hice -a pedido- la declaración que tanta gracia le hace. En un lapso relativamente breve -espero- tendré la buena fortuna de poder percibir un salario a cambio de tareas intelectuales y de asegurarme beneficios sociales de los que actualmente carezco. Dejaré de ser un pequeño burgués empobrecido y ¡por fin llegaré a ser un “proletario” como Posty!
Posty se escuda en que no lo conocemos, para hacerse pasar por un “proletario” de aquellos. Lo cierto es que evidencia una instrucción, de fuerte sesgo académico, que está por encima de los niveles habituales -o incluso probables- en la clase obrera. Pero no hay que olvidar que para Posty, la clase obrera incluye a elementos que ordinariamente se considera miembros de las capas medias. Mediante las semi-abstracciones y semi-simplificaciones que yo ya señalé en un post anterior, Posty consigue presentar como ya “interiores” a la clase obrera, a esos mismos intelectuales que Lenin, proponía introducir sólo bajo condiciones rigurosas de disciplina proletaria. Y después este muchacho nos habla de una vocación de dominación por parte de los intelectuales.
Por lo demás, está claro que percibir un salario no siempre es sinónimo de pertenencia a la clase obrera (o, en otros términos: vender la propia fuerza de trabajo cuando esta es "altamente calificada"). Los funcionarios ganan un salario. Muchas profesiones que hasta hace relativamente poco tiempo redituaban cuantiosos honorarios -médicos, odontólogos, etc.- y condiciones acomodadas (y en algunos casos todavía se da), hoy asumen regímenes asalariados (y vienen a ser, en ese sentido, pequeños burgueses venidos a menos, “empobrecidos”, aunque no tanto como lo fui yo, dicho sea de paso). Salario cobran los policías, los militares y los funcionarios. Salario cobran los gerentes de marketing y demás managers. Beatriz Sarlo, Rubén Dri, cualquier otro académico de prestigio o cualquier director de carrera, perciben un salario. Eso no basta para caracterizarlos como integrantes de la clase obrera, aún cuando sean trabajadores (por lo demás, el almacenero no recibe un salario y sin embargo es un trabajador). Y ni siquiera he tocado el rol de las vinculaciones familiares en la determinación de la pertenencia a una clase, como ha propuesto Paul Sweezy entre otros (ser la oveja negra “bohemia” de una familia burguesa, por ejemplo, no convierte a un vástago “descarriado” en proletario, etc.).
No voy a hacer aquí un anális detallado de la cuestión, pero señalo hechos que revelan el carácter difuso que asume, en relación a la forma salario (que además, como señaló Marx, es una forma muy anterior al capitalismo), la delimitación entre clases (acá también, nuestro charlatán autónomo podría proponernos soluciones para lo que quizás podría ser visto como una limitación de la teoría marxista, pero tampoco lo hace, sino que se limita a aprovechar en este caso las eventuales limitaciones y beneficiarse jugando con la ambigüedad de algunas formulaciones marxistas, aunque Marx supo hacer salvedades, por caso, sobre el “salario de administración”).
El resumen es ampliamente conocido: el capitalismo fue desmigajando a la vieja clase media (pequeño propietaria) y dio lugar a una nueva clase media, en gran medida asalariada.
Como contrapartida, amplias capas del proletariado, al día de hoy, no perciben un salario. Muchos, muchísimos trabajadores de procedencia proletaria no venden su fuerza de trabajo sino que, por caso, venden productos de su trabajo o perciben comisiones sobre ventas de baratijas, etc.
Lo que se desprende de lo dicho es que Posty, en vez de ir a los hechos, a las clases tales como existen en la realidad y la actualidad, se vale de palabras y conceptos abstraídos de las condiciones reales, para presentar a ciertos sectores de la clase media, a cierta "inteligentzia", y a él mismo en particular, como miembros de la clase obrera.
En contraste, al menos, yo no trato de engañar a nadie sobre mi procedencia social y, sin tantas apelaciones abstractas a la “practica” y a la “experiencia de emancipación”, trato de desarrollar las ideas en base a los hechos, y no de deformar los hechos para sacar lustre a ideas que, en definitiva, no tienen ninguna vida fuera del discurso de esta nueva versión del marxismo académico, que vienen a representar elementos como Posty.


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lo que se del autonomismo
por rojo Thursday February 03, 2005 at 12:20 AM



el autonomismo es una corriente politica, que se incia en italia en los 70, con toni negri a la cabeza, y que entre otras cosas es el movimiento donde se generaron las brigadas rojas.
Es un movimiento que provine del marxismo, es una rama mas del marxismo.
Es muy dificil de entender para los marxistas ortodoxos, o modernos, o estatistas, o como quieramos llamarlos el autonomismo, ya que ellos conciben a los intelectuales, caso trotski, lenin, el mismo Marx, como los constructores de leyes intocables. ellos no piensan, para que, si ya esta todo pensado.
los intelectuales que estan experimentando y buscando que la izquierda pueda seguir siendo revolucionaria, y buscan otros caminos, son descalificados, muchas veces sin tener una lectura profunda de sus textos.
Esta claro, que hay libros como imperio, que no necesariamente tienen que ser tomados como Biblias, pero que plantean problemas importantes a la izquierda revolucionaria.
otro libro muy importante, a mi entender; es gramatica de la multitud, de paolo Virno, que no coincide en todo con Negri, que plantea problemas como la multitud, en oposicion al pueblo, y nos hace pensar en nuevas formas de hacer politica.
las criticas de los partidos de izqauierda, y de algunos socialdemocratas como atilio boron, sobre este tema son bastante superficiales.
critican desde el dogmatismo, y le piden a negri y a otros que sean otros carlos marx, son criticas que no entienden a estos autores.
Otro tema central de esta corriente de pensamiento
es que no cree en la toma del estado, pero no como una cuestion de principios como el anarquismo, sino como una cuestion de metodos, o sea:
En la epoca de lenin, y trotski, tenia sentido luchar por el estado, porque era el lugar donde estaba el poder, todas las revoluciones del siglo XX, se orientan en este sentido.
Pero a partir de los 70, y mas fuertemente con la caida del muro y la globalizacion, el estado comienza a perder poder, mas alla de que disminuya o no su tamaño, o que sigan existiendo.
Creo que lo importante del autonomismo son los problemas que le plantea a la izquierda. que nos invita a pensar nuevas formas de revolucion posibles.
Los que no quieren cambiar, por que no necesitan cambiar, porque estan comodos en sus pequeñas estructuras de centralismo democratico, lo que no quieren es perder sus privilegios, las rentas partidarias.
no tenemos la verdad, como ustedes. Estan cristalizados en la modernidad, pegando trompadas a ciegas como tontos,
los invito a pensar...........


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veamos
por socialismo o barbarie Thursday February 03, 2005 at 12:58 AM



El partido revolucionario es la fusión entre el materialismo histórico y el movimiento obrero espontáneo. Por lo tanto, lo que hace a un partido revolucionario y socialista no es la cantidad de "intelectuales" ni la cantidad de "obreros" que haya en él, sino su programa y su consecuencia para aplicarlo.

El partido revolucionario socialista no es, por lo tanto, una organización de intelectuales pequeñoburgueses, sino de intelectuales socialistas, más allá de su origen de clase. Esto se encuentra en el ¿Qué hacer?.

Hay otras partes del ¿Qué hacer? que tienen un cariz distinto al que post post quiere presentar:

"Puesto que ni hablar se puede de una ideología independiente, elaborada por las propias masas obreras en el curso mismo de su movimiento*, el problema se plantea solamente así: ideología burguesa o ideología socialista.

(..)

* Esto no quiere decir, naturalmente, que los obreros no participen en esa elaboración. Pero no participan como obreros, sino como teóricos del socialismo, como los Proudhon y los Weitling; dicho con otras palabras, sólo participan en el momento y en la medida en que logran, en grado mayor o menor, dominar la ciencia de su siglo y hacerla avanzar. Y para que lo logren con mayor frecuencia, es necesario preocuparse lo más posible de elevar el nivel de conciencia de los obreros en general; es necesario que éstos no se encierren en el marco, artificialmente restringido, de las "publicaciones para obreros", sino que aprendan a asimilar más y más las publicaciones generales. Incluso sería más justo decir, en vez de "no se encierren", que "no sean encerrados", pues los obreros leen y quieren leer cuanto se escribe también para los intelectuales, y sólo ciertos intelectuales (de ínfima categoría) creen que "para los obreros" basta relatar lo que ocurre en las fábricas y repetir cosas conocidas desde hace ya mucho tiempo."
http://www.marxists.org/espanol/lenin/index.htm

Creo que con esto quedan bastante desmentidas las posiciones que intentan caricaturizar al bolchevismo como una dictadura de intelectuales sobre la masa obrera.

Además, si se contextualiza tanto el ¿Qué hacer? como la frase de Kautsky, nos daremos cuenta de que en esa época las masas obreras no tenían la educación a la que se puede acceder ahora. La educación pública, una necesidad del capitalismo para lograr una fuerza de trabajo algo más calificada, no estaba todavía muy difundida. La mayoría de los asalariados (que en ese momento era prácticamente lo mismo que decir la clase obrera, hoy no) no sabían leer ni escribir, mucho menos asimilar la teoría marxista. De hecho, ni Marx ni Engels fueron obreros, sino intelectuales de origen pequeñoburgués.

Ahora, ¿qué importa más? ¿La procedencia de clase o el programa? ¿Si son intelectuales revolucionarios, reformistas o reaccionarios?

Yo digo que importa más el programa que esos intelectuales defiendan, y estoy dispuesto a luchar al lado de todo aquél que se identifique con la causa del comunismo, sea obrero, burgués, clase media asalariada, artesano, campesino, etc.


Por último, no se me ocurre mejor analogía para justificar al partido revolucionario que la siguiente: ¿se puede ganar una guerra sin Estado Mayor? Yo creo que no.

Como dice Xor, no vivimos en el comunismo, vivimos en el capitalismo y existen diferencias entre las personas dadas por la división social de trabajo. Hay algunas con capacidad de liderazgo y otras no. Hay algunas con capacidad teórica y otras no. Hay algunas con capacidad militar y otras no. Hay algunas con capacidad propagandística y otras no. Hay algunas con capacidad organizadora y otras no. Todavía no hemos abolido la división del trabajo como para decir que no debe haber dirigentes ni dirigidos. Si queremos cambiar la realidad, lo primero que debemos hacer es reconocerla tal cual es y no como a nosotros nos gustaría.

Como dijo Lenin, no podemos trabajar con un material humano inventado por nosotros. Tenemos que trabajar con el material humano que nos deja el capitalismo. Y así como no podemos hacer la revolución sin la guerra de clases (lo cual también significa un "atraso" respecto al comunismo, porque queremos un mundo sin violencia) no podemos ir a esa guerra sin una dirección.


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muy soberbio lo de "rojo"
por socialismo o barbarie Thursday February 03, 2005 at 01:22 AM



primero te digo que con esa actitud será muy raro que puedas convencer a alguien, a menos que tu intención no haya sido esa sino de presentarte como superado y por encima de los "idiotas útiles de la izquierda tradicional".

segundo, ¿no te pusiste a pensar que quizás lo que ofrece el autonomismo NO NOS CONVENZA Y LISTO? Parece que si no sos autonomista y sos progre está todo bien, ahora si no sos autonomista y encima sos marxista, todo mal. El enemigo de ustedes parece ser el "marxismo ortodoxo" y no la ideología burguesa.

Hacete la idea de que muchas de tus propuestas no van a convencer a mucha gente (tanto de afuera como de adentro del activismo), sino te vas a pinchar.


"el estado comienza a perder poder, mas alla de que disminuya o no su tamaño"

El marxismo dice que el Estado es una herramienta de opresión de una clase hacia otra(s). En ese sentido, me parece que el Estado burgués no ha perdido para nada su poder (el cual es esencialmente represivo). Me parece ésta una afirmación voluntarista, orientada a encajar la realidad en los planteos de Negri tipo "el imperialismo ha desaparecido".

Pensemos por un momento si fuera cierto que el Estado burgués hubiera perdido poder (o sea, capacidad para reprimir). Esto sólo significaría que existe un poder popular que lo impide, lo cual indicaría que el pueblo está cerca de derrocar al régimen. Sin embargo, estamos muy lejos de eso, en cada enfrentamiento con la policía nos cagan a balazos, a palos y a gases, nos detienen a 40 y en la comisaría nos golpean y torturan.

Además, justo escogiste la década de los 70 para decir que el Estado burgués empieza a perder poder, cuando en esa década aniquilaron a gran parte de la vanguardia obrera y popular...


"las criticas de los partidos de izqauierda, y de algunos socialdemocratas como atilio boron, sobre este tema son bastante superficiales."

No creo que sea para nada superficial la crítica que le hacen a Negri de que la invasión a Iraq ha desmentido sus afirmaciones sobre la desaparición del imperialismo. Más bien creo que es una maniobra tuya (y no sólo tuya) para decir que toda crítica a Negri que provenga de los partidos de izquierda es superficial porque... viene de los partidos de izquierda.

En todo caso deberías hacer una afirmación más concreta y decir "esta crítica de tal partido en tal fecha es superficial".


Te invito a, como les gusta decir a ustedes, "re-pensar" tu actitud hacia los militantes de izquierda, que no sólo no viven de rentas sino que ofrecen gran parte de su tiempo libre (en muchos casos, el que les queda después del trabajo y el estudio) para luchar por otra sociedad. Porque si todos los militantes de izquierda no queremos cambiar, vivimos de rentas partidarias y tenemos privilegios (!), ¿para qué carajos te dirigís a nosotros?


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las tesis de la obediencia
por post post Thursday February 03, 2005 at 01:47 PM



xor afirma que:

01. el marxismo, como teoría científica, resultó de la propia lógica de la evolución de la ciencia.

02. de lo que aquí se trata es del papel de la teoría en lo relativo al partido

03. no está al alcance de cualquiera comprender y elaborar teoría

04. el conocimiento científico exige años de preparación, lo que no significa que un trabajador manual esté incapacitado para la ciencia, sino que la sociedad capitalista le impide acceder a ella

05. no es la presencia de intelectuales lo que hace socialista o revolucionario a un partido, sino la naturaleza de su programa, respaldado por el carácter científico de la teoría.

06. que el partido revolucionario se postula -casi por definición, diría- como una dirección política para las masas.

es decir que el parido, en tanto autopostulada dirección política para las masas tiene un pr

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Paréntesis, otra vez, sobre la "asamblea constituyente"
Por Leonardo Mir - Saturday, May. 21, 2005 at 1:30 AM
leonardomir@msn.com

Un paréntesis, retomando un poco el hilo... Quisiera hacer un comentario sobre este párrafo de ^--^:

La revolución bolchevique, naturalmente, fue burguesa en tanto y en cuanto debía alcanzar objetivos burgueses. Esta es una característica de todas aquellas naciones que no han experimentado una revolución burguesa triunfante. La nación rusa era una nación atrasada desde el punto de vista político y económico (especialmente en el campo), su modernización burguesa era una tarea pendiente. De hecho, los bolcheviques defendieron durante mucho tiempo -hasta pasado abril de 1917, para ser exactos- un programa democrático radical para Rusia (la famosa convocatoria a la Asamblea Constituyente, etc.) y cuando llegaron al poder aplicaron un programa burgués para el campo (un buen ejemplo de negociación con las capas no proletarias y sus expresiones políticas, como fue el eserismo de izquierda).
En términos generales habría que decir que en la Rusia de aquél entonces era necesario elevar el desarrollo de las fuerzas productivas como condición para efectuar una ulterior organización socialista de la economía.
Aunque los bolcheviques no lo habían comprendido aún enteramente, estaban frente a un problema lleno de paradojas, de contradicciones. El que sí comprendió esto desde el principio fue Trotski, que no era bolchevique. Trotski comprendió que la revolución rusa debía ser burguesa por sus tareas y socialista por su sujeto político. Con todo, la premisa de Trotski estaba dada por la conclusión extraída por Lenin, en su libro sobre el imperialismo, según la cual el capitalismo, a partir de la fase imperialista, no iría convirtiendo a las naciones atrasadas en desarrolladas, sino que mantendría una brecha creciente entre ellas. Es esta condición la que determina que [a partir de la fase imperialista] en los países atrasados , más o menos oprimidos por potencias imperialistas, las tareas que en los países burgueses desarrollados correspondieron históricamente a las burguesías en ascenso, deben pasar a manos del proletariado, como caudillo político de las masas explotadas de la nación.
 

Lo primero que debo decir es que estoy de acuerdo en general con las posiciones de Xor en la polémica que se generó con SoB, aunque -sobretodo- mantengo diferencias con respecto al tipo de estado establecido a posteriori de la revolución; concretamente, sostengo que la definición trotskysta de "estado obrero" es equivocada e inductora de errores subsecuentes a esa definición. (Este punto lo he tocado en otros lugares y no es el centro de lo que quiero señalar acá). El punto que quiero señalar acá es la consigna, tan cara al trotskysmo, de "asamblea constituyente". (E invito a Xor a explayarse al respecto)

 

La asamblea constituyente la he definido anteriormente como la consigna "comodín" de las corrientes trotskystas. ¿Qué podemos agregar a lo ya dicho? El párrafo trascripto más arriba de Xor creo que puede aportarnos algo al respecto.

 

Si, como dice Xor -en lo que estoy de acuerdo-,

1. "La revolución bolchevique, naturalmente, fue burguesa en tanto y en cuanto debía alcanzar objetivos burgueses", y si, debido a ello,

2. "los bolcheviques defendieron durante mucho tiempo -hasta pasado abril de 1917, para ser exactos- un programa democrático radical para Rusia (la famosa convocatoria a la Asamblea Constituyente"; pero,

3. "el capitalismo, a partir de la fase imperialista, no iría convirtiendo a las naciones atrasadas en desarrolladas, sino que mantendría una brecha creciente entre ellas", y

4. "en los países atrasados , más o menos oprimidos por potencias imperialistas, las tareas que en los países burgueses desarrollados correspondieron históricamente a las burguesías en ascenso, deben pasar a manos del proletariado",

y considerando, en consonancia con la idea anterior,

5. el abandono por los bolcheviques de la consigna  "asamblea constituyente" tras la toma del poder en 1917,

deberíamos extraer -en concordancia con la experiencia bolchevique-, la conclusión de que, si en aquel entonces esa consigna resultaba ya, a todas luces improcedente -es decir, el método para resolver la cuestión- , hoy, resulta total y absolutamente reaccionaria, dado que las tareas burguesas, en general ,ya han sido alcanzadas en todos los países del mundo, pero y sobretodo, por otro lado, el mecanismo que se pone en  marcha a través de una asamblea constituyente es contradictorio con la concreción de cualquier objetivo proletario, aunque -concedámoslo hipotéticamente- fuera este, un "resabio burgués" a realizar por el proletariado. En virtud de lo cual, dicha consigna debería ser desterrada del herramental revolucionario y condenada como una engañifa al servicio de la burguesía.


 

 

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Tareas cumplidas?
Por ^--^ - Saturday, May. 21, 2005 at 2:21 PM

Tu error fatal es juzgar que las tareas burguesas han sido cumplidas en todos los países del mundo.
No es así, y la mayor parte de los países del mundo no han desarrollado su infraestructura industrial sobre la base de la expansión de su mercado interno, ni sus clases capitalistas son realmente autónomas del capital financiero internacional, ni han estabilizado sus propios regímenes políticos democrático-burgueses (y la pseudo estabilidad democrática que se puede ver es claramente resultado de la dominación imperialista en esos países, no de que sus burguesías nacionales se hayan vuelto caudillos populares).
Por otra parte, en esta etapa de desarrollo (o de decadencia) del imperialismo, en los propios países centrales está produciéndose un retroceso en lo relativo a los logros históricos de la burguesía.
No se entiende cómo Mir puede acordar con que la brecha entre los países desarrollados y los atrasados es creciente y sostener que las tareas históricas burguesas se han cumplido en todos los países.
La mencionada brecha habla, justamente, de que los países de la periferia son instrumentados en función de la obtención de rentas extraordinarias y de sostén de las tasas de beneficio para las potencias imperialistas. Todo lo contrario de una autonomía nacional que ya es inalcanzable en términos burgueses, sólo puede realizarse si es superada por el carácter de una revolución con las características mixtas que ya expliqué más arriba (y que, en su punto crucial, es la lucha contra el imperialismo, la deuda externa, la presencia de tropas yankees, etc., algo netamente burgués desde el punto de vista del contenido).
Es en este contexto que se plantea la vigencia de la consigna por la asamblea constituyente.
De todos modos no tengo interés en volver a discutir sobre ella ahora. La entiendo de un modo flexible y, en última instancia, creo que es la consigna de transición que sirve para plantear una alternativa de poder. Creo que hay que darle un cierto sesgo y que hay que oponerlo al sesgo que le dan desde el campo enemigo (lo que es normal en las pulseadas políticas reales).
Pero en verdad no hago de esto una cuestión formal. Si a alguien se le ocurre una consigna transicional más convincente y eficaz (ya que la constituyente dista de ser "ideal") no tendré reparos en considerarla.
Lo que no puedo admitir es que simplemente se suprima toda consigna transicional o que ponga en el tapete la cuestión del poder desde la perspectiva de las masas (democrático-revolucionaria, diría), para oponerla al poder de la clase actualmente dominante.

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Me tragué una palabra
Por ^--^ - Saturday, May. 21, 2005 at 2:27 PM

Donde dice: "Todo lo contrario de una autonomía nacional que ya es inalcanzable en términos burgueses, sólo puede realizarse si es superada por el carácter de una revolución con las características mixtas que ya expliqué más arriba (y que, en su punto crucial, es la lucha contra el imperialismo, la deuda externa, la presencia de tropas yankees, etc., algo netamente burgués desde el punto de vista del contenido)."

Debe decir: "Todo lo contrario de una autonomía nacional que ya es inalcanzable en términos burgueses, sólo puede realizarse si es superada por el carácter PERMANENTE de una revolución con las características mixtas que ya expliqué más arriba (y que, en su punto crucial, es la lucha contra el imperialismo, la deuda externa, la presencia de tropas yankees, etc., algo netamente burgués desde el punto de vista del contenido)."

La palabra que me había tragado es la que está en mayúsculas en el segundo párrafo. Disculpas.

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Anarquismo y marxismo
Por G.P.M. - Saturday, May. 21, 2005 at 11:26 PM

Anarquismo y marxismo

En cuanto a si lo que persiguen los anarquistas es diferente de lo que pretenden los comunistas, en primer lugar deberíamos tener una noción clara de qué son y qué pretenden los anarquistas. Sociológicamente, todos ellos son descendientes directos del artesanado gremial de la época post-feudal, donde la libertad se confundía con la independencia individual de unos maestros artesanos respecto de los otros, y por un odio común hacia los burgueses que disolvieron en la dependencia salarial con el patrón capitalista su mundo de relaciones corporativas libres.

Los anarquistas son anticapitalistas, pero no son comunistas. Permanecen aferrados a la propiedad del artesano, del pequeño productor. A diferencia de los comunistas, para quienes la libertad individual pasa por la organización igualitaria y democrática de los productores asociados, los anarquistas conciben la libertad íntimamente vinculada a la propiedad individual. Se dividen en dos grandes categorías.

Por un lado están los individualistas, que se caracterizan por la consagración del concepto de individuo que en la producción decide por sí mismo, sin otra relación económico-social con los demás que la puramente mercantil, siendo radicalmente contrarios a toda autoridad Este tipo de anarquismo pretende prescindir, hasta donde sea posible de toda organización, tanto social como estatal, por considerarlas coactivas.

Por otro lado, están los anarco-socialistas -cuyas figuras más representativas fueron Kropotkin y Bakunin- coinciden con los individualistas en el rechazo a toda autoridad estatal, que consideraban artificial o contra natura, pero aceptan las organizaciones sociales como resultado de lo que consideran una tendencia natural o gregaria de los seres humanos al agrupamiento para la cooperación. Negando toda relación política coactiva, llegan al extremo de repudiar la democracia, esto es, la autoridad de las mayorías sobre las minorías, de ahí que el concepto marxista de "dictadura del proletariado", tanto como el de partido de clase para la acción política, les parezcan aberraciones humanas intolerables.

Esta última categoría, la de los anarco-socialistas ha sido la de mayor proyección social. Creen que los pequeños grupos entre individuos pueden ser organizados de tal modo que queden eliminados los antagonismos económicos por la tendencia natural a la cooperación, y que es posible extender el mismo principio de acción a territorios más amplios sin recurrir a ninguna clase de coacción. Esperaban realizar esto sustituyendo al Estado, organizado desde arriba, vaciándolo socialmente por gravitación de las masas laboriosas hacia el método de la "federación libre", mediante el cual las pequeñas unidades se agruparían naturalmente en función del bien común, uniéndose para formar la comuna local, y así sucesivamente hasta agruparse por sí mismas en territorios más o menos amplios para fines comunes más generales.

Estuvieron contra la idea marxista según la cual el capitalismo acabaría con los oficios e iría reduciendo la producción en pequeña escala a la mínima expresión social. Para Bakunin, al contrario de los marxistas, el resultado de la acción revolucionaria anticapitalista no está sujeta a determinadas condiciones económico-sociales, sino que es producto directo de la voluntad colectiva sin condicionamiento objetivo alguno. Así es como llegó a proponer que la transformación al anarquismo de la sociedad europea capitalista basada en la gran producción, se lleve a efecto por los pueblos ruso y eslavo dedicados a la agricultura y al pastoreo. Bakunin esperaba que los obreros del Occidente europeo apoyarían esa revolución basada en condiciones de vida de mayor penuria e incultura, que ellos ya habían superado de la mano de la burguesía. Otro tanto ocurriría al revés, si ese mismo proletariado industrial quisiera hacer la revolución en Europa sin ocupar una posición social predominante en la industria, capaz de hacer inmediatamente por los campesinos de ese continente, tanto o más de lo que la burguesía francesa fue capaz de hacer por los campesinos en tiempos de Napoleón Bonaparte. Kropotkin, por su parte, queriendo someter el irreversible desarrollo de la producción capitalista europea en gran escala al sueño de una sociedad compuesta por pequeños productores individuales, propuso desmantelar las grandes fábricas que proveían a los mercados de ultramar, para convertirlas en cooperativas de obreros, lo más pequeñas que permitiesen una producción eficiente. Y que todo esto se hiciese sin el recurso a la autoridad sobre la burguesía -que por mandato de la ley del valor ya tenía montado el tinglado de otra manera- sino por consenso social inspirado en la supuesta tendencia natural de los seres humanos genéricos a la cooperación en pequeña escala. Como si las clases no existieran.

Los anarquistas sacan las premisas de su acción de simples ideales de vida a los que tienden a ajustar la realidad. Los comunistas no tenemos ideales. Las premisas de nuestra acción transformadora están en la naturaleza de las cosas, en las contradicciones de las formas de vida vigentes que señalan la tendencia general de su movimiento hacia la resolución de esas contradicciones que culminan necesariamente en otra forma de vida superadora. Para nosotros se trata de comprender la tendencia objetiva del movimiento de la sociedad en cada etapa histórica y actuar políticamente en el mismo sentido de esa tendencia, de su necesaria resolución. La libertad del sujeto sin el referente de la necesidad histórica objetiva, es un solipsismo teológico, según el cual, las cosas del mundo son según mis ideas. Para los comunistas, la libertad, es el conocimiento de la necesidad objetiva, de lo necesario al margen de las apetencias personales o ideas preconcebidas. Sólo se es libre en tanto se descubre lo que tiende necesariamente a su realización y se actúa para preparar las condiciones que lo hacen posible:

<<Para nosotros, el comunismo no es un estado que debe implantarse, un ideal al que debe sujetarse la realidad. Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera el estado de cosas actual.>> K.Marx-F. Engels: "La Ideología alemana". 2)

Grupo de Propaganda Marxista (GPM)

 

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¡Todo el poder a los soviets! TODO
Por socialismo o barbarie - Sunday, May. 22, 2005 at 12:34 AM

Hace unos días Xor declaraba que no le veía sentido a defender al leninismo, pero hasta ahora lleva escritas cientas de líneas para responder a los "desvaríos" de un "pequeñoburgués timorato".

¿Cuál es el eje en el cual centra Xor toda su crítica hacia mí y hacia el consejismo? Es el dogma kautskysta-leninista en el cual la clase obrera, por sí misma, no puede constituírse en sujeto revolucionario. Y si la clase obrera no puede prescindir de un partido que la dirija para hacer la revolución, mucho menos puede prescindir de ese partido en la dictadura del proletariado (que, para Xor, es equivalente a la dictadura del "partido revolucionario").

Xor defiende este dogma con los argumentos más conservadores -que demuestran la estrechez de sus objetivos revolucionarios- resultando en:

-Su reivindicación del bolchevismo (y eso incluye a la represión de Kronstadt, la militarización de los sindicatos, la Cheka, y el resto de medidas anti-populares que la dictadura del partido bolchevique tomó contra las masas hasta su "stalinización")
-Su caracterización de la revolución rusa como proletaria
-Su caracterización de la URSS como "Estado obrero" (¡degenerado, por supuesto!)


Lo que Xor me pide en su mensaje son dos cosas:

1) Fundamentar la caracterización de capitalismo de Estado para las dictaduras totalitarias que los troskistas califican como "Estados obreros degenerados/deformados".

2) Como el proletariado puede llevar adelante su dictadura (incluyendo la planificación socialista de la economía) sin intermediarios (o sea, sin el Partido).


1) Para Xor, un Estado con policía, ejército y burocracia... ¡PUEDE SER OBRERO! ¿Cómo? Si surgió a través de una revolución política en la cual la burguesía fue expropiada y la economía es planificada centralizadamente.

En cambio los que tenemos una posición de clase respecto a esos regímenes los llamamos capitalismos de Estado, justamente porque en vez de destruír al Estado burgués lo pintan de rojo, y la economía no es manejada por la clase obrera sino por una burocracia (si esa burocracia es "buena" o "mala" no interesa, es lo mismo que hablar de burguesía "buena" o "mala").

En esos regímenes la propiedad de los medios de producción (MP), aunque no sea burguesa, sigue siendo privada para los obreros. El divorcio entre los productores y los MP es algo fundamental de toda sociedad clasista.

A diferencia de los capitalismos corrientes, la economía en esos capitalismos de Estado es planificada... por el Estado/Partido. Pero en los capitalismos de Estado la riqueza sigue adquiriendo un caracter mercantil y los MP siguen siendo privados para los obreros, pues han sido colectivizados sólo a nivel de la burocracia estatal.

¿Qué significa la forma mercantil de la riqueza? me pregunta Xor. Significa que el producto social sigue siendo distribuído según el valor de cambio. ¿Que no había intercambio mercantil en la URSS? Le recuerdo a Xor que los obreros de la URSS cobraban un salario. ¿Para qué mierda necesitaban un salario sino es para adquirir mercancías?

Pero Xor dice: "¡Los burócratas son sólo gerentes, no propietarios! ¡Los propietarios son los obreros! ¡La teoría del bonapartismo proletario lo dice así!" Esto podría ser gracioso si no fuera trágico. Xor nos dice los MP en el stalinismo pertenecían a los obreros, sólo que éstos no tenían control sobre la distribución del producto social. O sea, a los obreros de la URSS los cagaban explotando por 12 horas, les pagaban un salario de mierda, y los burócratas se hacían la gran vida con su plusvalía. Y, sin embargo, los obreros tenían el control sobre la producción y nunca se dieron cuenta. ¡Carajo! ¿Será esta la dialéctica?

Xor se asombra de mi concepcion de la burguesía como intermediaria entre los obreros y los medios de produccion (MP). ¿Se olvida acaso que la propiedad burguesa de los MP es una relacion social y no una cosa? Xor, que se las da de leído, tendría que repasar el concepto marxista de fetichismo (cuando una relación entre personas se observa como si fuera una cosa). Pero bueno, si Xor se niega a ver las diferencias entre las concepciones marxista y leninista del comunismo, la dictadura del proletariado, y la relación entre proletarios y comunistas...

La propiedad burguesa de los MP quiere decir que la relación entre los obreros y los medios de produccion está mediada por la burguesía. La relación física entre los obreros de una fábrica y las herramientas y maquinarias que usan todos los días está mediada por la relación social entre los obreros y la patronal. Los obreros sólo pueden relacionarse con los MP a través de la esclavitud asalariada.

La propiedad estatal de los MP es lo mismo pero entre los obreros y los MP se encuentra el Estado. En el caso del capitalismo común, el Estado es una burocracia que sirve a la burguesia. En el caso del capitalismo de Estado, el Estado es el Partido, que ha eliminado a la burguesía y se convierte él mismo en clase explotadora.

En ambos casos, el Estado desempeña el papel del patrón, ya que los obreros sólo se relacionan con los medios de producción a través de la relación salarial. En la URSS, en China, en Cuba, en todos los países capitalistas de Estado los obreros cobraban UN SALARIO por su trabajo. El hecho mismo de cobrar un salario indica que los obreros siguen sin ser los dueños de los MP, que sigue habiendo un patrón, un intermediaro entre ellos y los MP.

La "restauración capitalista" de la que habla el troskismo es simplemente la transformación de la propiedad "burocrática" en propiedad burguesa. Antes la burocracia poseía colectivamente los MP. Ahora la propiedad es de individuos de la ex-burocracia (devenidos en capitalistas) y capitalistas extranjeros.


2) Así como reivindico que la clase obrera puede, por sí misma, constituírse en sujeto revolucionario, también reivindico que la clase obrera puede ejercer su dictadura sin intermediarios. ¿Cómo? A través de los consejos obreros.

Los consejos obreros son órganos de poder que surgen de la auto-organización de la clase obrera por fuera de los sindicatos y el parlamentarismo. Su base son los comités de empresa o de fábrica. Los consejos obreros surgen de la coordinación de estos organismos. En cada huelga salvaje se forma un comité de huelga por afuera del sindicato, que suele manejarse de manera asamblearia (democracia obrera). La radicalización de la lucha de clases, que lleva a la extensión de las huelgas salvajes y a su carácter más político que económico, genera la coordinación de estos organismos. En Francia de 1871, la Comuna de París. En la Rusia de 1905 y 1917, los Soviets. En Alemania de 1918, los Consejos Obreros. En Italia de 1920, los Consejos de Turín. En España de 1937, la Comuna de Asturias. Y así muchos ejemplos, hasta llegar a las Coordinadoras Fabriles de Argentina en 1975.

La auto-constitución de estos organismos por la clase en todo el siglo XX da por tierra con el dogma de que la clase obrera por sí sola no pasa de la conciencia sindicalista. (Y esto se convierte en una frase cínica cuando son los mismos partidarios del bolchevismo los que siguen promoviendo la "recuperación" de los sindicatos).

Una de las diferencias principales entre bolchevismo y consejismo es el papel que juegan los consejos obreros tanto en la revolución como en la dictadura revolucionaria. Para el bolchevismo, los consejos obreros son el terreno donde el partido va a luchar contra otros por el liderazgo de las masas. Los consejos obreros son útiles sólo en la medida en que siguen al partido. Los consejos obreros son los medios por los cuales la "línea" del partido se hace carne.

En cambio para los consejistas, los consejos obreros son a la vez los organismos de poder político y de gestión de la economía. Esto desmiente la falsa disyuntiva que presenta Xor ("o planificación centralizada por el partido o autogestión/cooperativas"). Sólo a través de los consejos obreros es que los medios de producción son realmente colectivizados.

Para los leninistas, los consejos obreros son un medio para la dictadura del partido. Para los consejistas los consejos obreros son el medio por el cual los mismos obreros ejercen su dictadura. Los leninistas atribuyen al Partido muchas de las tareas que corresponden a los consejos obreros, de ahí su concepción sustitucionista que termina en la dictadura de partido.


Para seguir invalidando a la clase obrera y para justificar a la burocracia, Xor habla de los especialistas. Sobre este tema ya opine en el topic "Datos interesantes del mundo en que vivimos" (http://argentina.indymedia.org/news/2005/04/284432_comment.php). Xor se ve obligado a recurrir a argumentos conservadores (que en su concepción son "realistas" y "científicos", cuando no "dialécticos") para que en la dictadura del proletariado sigan primando relaciones sociales de la sociedad clasista como es la de dirigentes-dirigidos. La justificación de lo imprescindible de los especialistas es coherente con la defensa de Xor de lo imprescindible del partido revolucionario. Y con la dictadura de ese partido sobre la clase obrera.

Entonces dice cosas como "Ejercer su dictadura no vuelve automáticamente más sabia al la clase obrera en matemática, ni en economía, ni en ingeniería industrial". Xor le da a esta frase validez científica cuando NUNCA, NUNCA EN LA HISTORIA LA CLASE OBRERA EJERCIÓ SU DICTADURA. Sólo han habido experiencias fugaces y limitadas geográficamente que han fracasado por la falta de experiencia, organización y conciencia de la clase obrera (que los leninistas interpretan unilateralmente diciendo "faltó una dirección revolucionaria").

A Xor no se le pasa por la cabeza el profundo cambio en la subjetividad de la clase obrera una vez constituída en sujeto revolucionario y ejerciendo (sin intermediaros, sino directamente) su dictadura. La repercusión que esto tendría no sólo en las cabezas de muchos "especialistas" que aportarían libremente sus servicios a la revolución, sino en muchos obreros que tendrían ganas de estudiar, de formarse, de apropiarse del conocimiento científico y técnico que hasa ahora sólo ha aprovechado la burguesía. Todo esto se ha vislumbrado -repito, fugazmente- en las experiencias revolucionarias del siglo XX. Sólo que Xor, como únicamente se enfoca si esas experiencias tuvieron o no una dirección revolucionaria, no se fija en estas nimiedades, y conserva una visión estática de la clase obrera.

El problema de Xor es la estrechez de sus objetivos "revolucionarios". Para él la revolución sólo es política, no social. Esa es la razón principal, pero la razón secundaria es que como Xor toma como modelo a la revolución rusa (o sea, a la revolución burguesa), asume que la clase obrera argentina del siglo XXI tendría las mismas limitaciones que la clase obrera rusa de principios del siglo XX.

Es que para Xor el verdadero sujeto revolucionario no es el proletariado, sino el Partido.


Xor dice que la revolución rusa fue burguesa y socialista. Burguesa por sus objetivos y socialista por el sujeto que la encabezó. Yo digo que la revolución rusa fue enteramente burguesa porque el sujeto que la encabezó (el partido bolchevique) también fue burgués. El partido bolchevique (y no la clase obrera rusa) cumplió el papel que no cumplió la burguesía. El bolchevismo por sus objetivos y su práctica era (y sigue siendo) enteramente B-U-R-G-U-É-S, a lo sumo el ala radical de la socialdemocracia. La clase obrera rusa no tuvo la suficiente fortaleza numérica, material, intelectual y espiritual para tener otra dirección que los bolcheviques.


Xor dice:
"En fin, es igualmente falso que en Rusia la burocracia estatal haya nacido como burocracia partidista. Hay hechos conocidos que lo desmienten, como el reclutamiento de nuevos miembros organizado por Stalin, o como la incorporación al partido de elementos provenientes de burocracias preexistentes: funcionarios, militares, especialistas, etc. (y después este tipo, que declara que los hechos ocurridos durante 80 años demuestran lo que a él se le ocurre que demuestran, habla frescamente de mis presuntas "amalgamas"). "

O sea, para Xor el partido bolchevique no era una burocracia. Para Xor la burocracia empieza porque Stalin les abrio la puerta a unos amigos y les dijo "pasen, muchachos". Es que Xor no concibe a la dictadura de partido como algo burocrático. Entonces el problema no es la dictadura del partido, sino que el partido "se burocratizó".


Mi polémica no se basa en querer demostrar que los bolcheviques fueron "malos". El móvil de mi polémica es que los militantes de izquierda de hoy quieran hacer lo mismo que los bolcheviques, que tomen a los bolcheviques como modelo de lo que hay que hacer.

El problema no es tanto que los bolcheviques hayan reprimido en Kronstadt, militarizado los sindicatos, creado la Cheka, etc., sino que los militantes de izquierda reivindiquen todas esas medidas a más de 80 años (lo cual quiere decir "si nosotros llegáramos al poder, haríamos lo mismo").


Xor, las cosas están bien claras: no tenemos los mismos objetivos. Mi objetivo es la auto-liberación de la clase obrera y su dictadura a través de los consejos obreros que ella misma creará. Tu objetivo es que la clase obrera se someta a la dirección de un partido y que ese partido ejerza su dictadura sobre ella una vez derrocada la burguesía. Mi objetivo es terminar con la tiranía, el tuyo es cambiar de tiranos.

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?
Por ^--^ - Sunday, May. 22, 2005 at 12:55 AM

¿A eso llamás una discusión?
Naaaaa

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Castillos en el aire
Por ^--^ - Sunday, May. 22, 2005 at 11:03 AM

Es sorprendente cómo SoB necesita desfigurar aquellas posiciones que critica, e igualmente sorprendente es cómo convierte los conceptos y argumentos en una especie de papilla, como si, al igual que una persona que perdió los dientes, no pudiera procesar nada sólido.
SoB se pregunta si un estado (sic) con policía, ejército y burocracia puede ser obrero.
La pregunta no tiene sentido: un estado sin ejército, policía ni burocracia (esto último entendido no en el sentido peyorativo, sino en el sentido del personal que cumple funciones administrativas, etc.) no es un estado de ninguna clase. Justamente, la necesidad de la existencia de un estado es eso, la necesidad de policía, ejército, burocracia, etc.
La necesidad de la existencia de un estado, a su vez, deriva de la existencia de una sociedad dividida en clases, donde unas clases deben someter políticamente a otras, mediante el ejército, la policía y la burocracia. En todo caso, la naturaleza del estado la determina a los intereses de qué clase representan la policía, el ejército y la burocracia. A través de qué mecanismos se verifica la representación de los intereses de clase, es algo que puede variar, pero de ningún modo está descartado que sean los consejos obreros los que rijan el desempeño del ejército, la policía y la burocracia.
En el caso ruso, históricamente, los grupos armados dependían de soviets o de los partidos, aparte de las formaciones militares procedentes del propio ejército zarista, siendo estos últimos los más nutridos y los decisivos desde el punto de vista militar estricto. Es decir que en los hechos nunca jamás hubo, ni en Rusia ni en ninguna parte, una congruencia absoluta entre las masas y el armamento, siempre hubo una diferenciación, y ello no por la voluntad particular de nadie sino por causas materiales, objetivas, históricas. En la práctica, los propios soviets concedían una representación proporcionalmente más alta a los soldados que a los obreros, y para los obreros fue toda una cuestión de diplomacia y cintura ganarse la voluntad de los soldados. Señalo apenas estos hechos para bajar a tierra las divagaciones de SoB sobre los soviets, que no pasa de ser una idealización al margen de la historia real.

SoB me acusa de rechazar que las masas puedan “por sí mismas” tomar el poder, organizar la producción y gestionar el estado. Eso es falso. Yo creo que las masas sí pueden hacer esas tres cosas, y por eso atiendo a las circunstancias históricas en las que efectivamente lo hicieron. En todo caso el problema lo tiene SoB, que disocia a las masas de sus expresiones de vanguardia. Las masas sí han tomado el poder, allí donde se han dotado de una dirección que expresa esa voluntad política de tomar el poder. Donde no lo han hecho, como en Alemania, las masas no han tomado el poder, incluso contando con consejos obreros de gran envergadura. Si a SoB le interesa tanto lo que las masas pueden o no pueden hacer, que se fije bajo qué condiciones y mediante qué procedimientos hicieron lo que hicieron, en vez de construir recetas “consejistas” que ni por asomo coinciden con ningún hecho histórico.

SoB divaga, una vez más, sobre la organización ideal que, con exclusión de cualquier otra (a eso llamo yo un dogma), expresaría un gobierno de “las masas mismas”.Serían los soviets basados en consejos de fábrica. Creyendo necesario ilustrar la realidad de estas ideas, SoB menciona, además del ejemplo ruso del 17, los ejemplos alemán del 18 e italiano del 19, y otros que por sus relativos aislamiento o inmadurez no merecen ser considerados ahora.
Lo primero que hay que señalar es que de todos aquellos ejemplos, sólo en el caso ruso las masas derrocaron a la burguesía, en 1917. Hay que decir, además, que lo hicieron antes del surgimiento de los soviets. En 1917, a diferencia de 1905, los soviets fueron convocados desde arriba después de la caída del Zar, aunque las masas los hayan convertido inmediatamente en órganos vivos. Pero, para ser justos con el contraste, hay que recordar que en 1905 no furon pocos los que sostenían que los soviets eran un congreso autónomo obrero y no un organismo de la clase para conquistar el poder derrocando a la burguesía (a eso algunos ideólogos lo llamaban “autogobierno obrero”, tesis que seguramente sonará bien a los oídos de SoB y algunos autónomos, pero que dejaba incólume al verdadero gobierno burgués).
En Alemania y Turín las cosas fueron bien diferentes a Rusia del 17, ya que la rebelión de las masas no logró tirar al gobierno ni expropiar a la clase capitalista. En Alemania los consejos obreros, en ausencia de un partido bolchevique fuerte, terminó votando la constitución burguesa de Weimar y luego autodisolviéndose. No sé si SoB considerará esta resolución una expresión de las potencialidades intrínsecas de las “masas mismas”, yo sigo pensando que es una cuestión de orientación política o, en otros términos, de dirección. El caso italiano da un ejemplo semejante, pero más limitado: una ola huelguística da lugar a la formación de comités de fábrica que, al no encontrar dirección, se queda en el camino, sin llegar a exceder los límites de algunos centros urbanos industriales. Todos estos ejemplos enseñan exactamente lo contrario de lo que SoB pretende: que la cuestión de la dirección política es crucial para que los consejos obreros se conviertan en una alternativa de poder frente al estado capitalista.
Los balbucéos de SoB sobre el vínculo entre comités de fábrica y soviets no tienen relación con la realidad, especialmente en el caso ruso. Este tipo está tan pegado de una receta ideal y de una idealización de “las masas”, que prácticamente no puede ver ni una sola cosa tal como ella es. En Rusia los consejos de fábrica tenían una relación más inmediata que los soviets con la vanguardia obrera real y, por consiguiente, se habían colocado a la izquierda de los soviets. En los comités de fábrica predominaban los bolcheviques (como un muchos soviets de base) mientras en los soviets lo hacían los mencheviques y eseristas. Hasta tal punto fue así que Lenin llegó a pensar en plantear la insurrección contra el gobierno provisional desde los comités de fábrica.
Hay que decir, además, que los soviets no pueden -ni tienen por qué- basarse en los comités de fábrica, ya que sólo una parte del proletariado -y apenas una minoría de las masas- puede organizarse en ellos. Salvo que se pretenda estrechar la base de los soviets, a lo que yo más bien me opondría: la base soviética debe ser siempre lo más amplia posible.
SoB parece no recordar que los soviets, y lo mismo vale para la mayoría de las formaciones militares (heredadas directamente del zarismo) que respondían a estos, apoyaron al gobierno provisional cuando los mencheviques y eseristas eran mayoría en ellos. Y no sólo eso: proscribieron y arrestaron valiéndose del ejército, a los bolcheviques (los que planteaban que los soviets debían tomar el poder). ¿Qué nos enseña esto? Que en el interior las organizaciones obreras y de masas también se expresan los intereses de las clases enemigas, por vía de los partidos anti-revolucionarios. Al contrario de lo que fantasea SoB, no hay una barrera determinable con criterios estrechamente organizativos, entre el movimiento que representa la subjetividad revolucionaria de las masas y la presión ejercida en dirección contraria por la burguesía sobre la conciencia política de las propias masas. Por eso la existencia de partidos, y la lucha de éstos por influir en la conciencia de los explotados, es parte integral y fundamental del ascenso revolucionario de las masas, y no un factor alienante y superpuesto al movimiento “espontáneo” de las masas (consideradas como un sujeto metafísicamente autónomo).
Como se vé, la idea que SoB dibuja de los soviets, los comités de fábrica, las masas entendidas al margen de sus expresiones partidarias, etc., no se compadecen en los más mínimo de los hechos históricos reales.
SoB sencillamente asume como premisa que, por principio (a eso llamo yo dogmatismo), masas y partido son elementos opuestos e inconcliables. Pero la verdad histórica es que fueron los distintos partidos socialistas los que ofrecieron distintas alternativas políticas a las masas, los que décadas antes de la revolución rusa los impulsaron en sus primeros pasos organizativos, y que esos mismos partidos llegaron a ser organizaciones de masas y sus hombres eran natural y orgánicamente elegidos por las masas para encabezar sus organizaciones. Como SoB sabe esto, o lo barrunta, ya está empezando a tomar distancia de cualquier organización obrera que no se atenga a su ideal “consejista” (es decir: que exista). De hecho, en estos últimos tiempos se ha pronunciado contra la validez de las organizaciones sindicales (independientemente de si están burocratizadas o no), y ya no sólo la de los partidos. Cuantas más piezas dentales pierde el intelecto de SoB, mayor es su necesidad de convertirlo todo en papilla.

SoB me acusa, también, de no comprender el salto en la subjetividad de las masas que representa la conformación de consejos obreros. Esto es falso, en por lo menos dos sentidos. Ya señalé cómo, en circunstancias históricas conocidas, el salto en la conciencia de las masas que alumbraron consejos obreros evidenció limitaciones ciertas, desde que no las llevó a derrocar a la burguesía y tomar el poder, ya sea por la falta de extensión política del movimiento (Turín), o por la falta de profundidad política del mismo (Alemania). Sobre hechos como estos, seguramente SoB saldría del paso diciendo que eso sólo prueba que las masas no estaban maduras. Más papilla: que no quede ni un trozo, ni un grumo siquiera, de materias tan duras como el papel desorientador que jugó el partido socialista, y la ausencia de un partido comunista maduro. Mientras SoB pontifica sobre los saltos en la subjetividad de sus masas ideales, las masas reales lo desmienten a cada paso, allí donde la burguesía se mantuvo en el poder y allí donde fue derrocada por -diría SoB- “direcciones que no son las masas mismas”. La “inmadurez” de las masas (que SoB combina tan inconsistente como descaradamente con su propia idealización de las capacidades de las masas) se verificaría, así, en todos los casos históricos conocidos. Mirando para otro lado, SoB se guarda el salto en la subjetividad de las masas en un lugar que, suponemos, ha de ser su bolsillo.

Pero la acusación que SoB me hace sobre mi presunta incomprensión del salto en la subjetividad de las masas, es igualmente falsa en otro aspecto. Yo soy perfectamente conciente de que no sólo la conformación de soviets sino cualquier ascenso revolucionario eleva la conciencia política y la autoconciencia social de las masas e impulsa nuevos saltos en su subjetividad. Pero también tomo en cuenta un par de cosas más. La primera es que esos saltos deben verificarse en hechos políticos relevantes y no sólo en formas de organización (fetichismo organizativo que yo considero dogmático), y que esos hechos políticos relevantes necesariamente se vinculan con la influencia de tal o cual partido en el seno de las organizaciones de masas. El segundo ítem a tener en cuenta es que, así como hay saltos hacia adelante, también hay saltos hacia atrás.
Y esto nos lleva a una tercera apreciación: siendo hetérogeneas las masas, igualmente lo es su subjetividad, tanto en lo relativo a la extensión temporal como a la espacial. Es por eso mismo que las masas construyen organizaciones, tanto partidistas como frentistas. Mal que le pese a SoB, la propia heterogeneidad de las masas hace que nunca, jamás, exista un órgano que las abarque enteramente, y mucho menos que las represente de modo unánime (de hecho, las masas NO son jamás entera y monolíticamente unánimes). Es por ello que la propia organización soviética es también una expresión de vanguardia, relativamente diferencida, y un órgano de dirección de masas. Los soviets no son simplemente “las masas mismas”.
En realidad, hay masas y masas, cosa que SoB bien podría haber aprendido de las concentraciones pequeñoburguesas encabezadas por Blumberg (no sé si en este caso SoB también se opondrá al empleo de la expresión “pequeñoburgués”, que él juzga un subterfugio para ejercer el “substituísmo” de “las masas mismas”, y proceder salvajemente a su injustificada represión, bla bla). Como hay masas y masas, hay organizaciones de masas y organizaciones de masas. Los soviets eran organizaciones de frente único de masas, pero los sindicatos también lo son (o pueden serlo). Los comités de fábrica eran organizaciones de masas a escala menor. Los propios partidos de izquierda eran organizaciones de masas, y muy importantes. Y, ya que SoB habla de la subjetividad de las masas ¿quién estaba en mejores condicions de estimar dicha subjetividad que el partido político que había enraizado más profundamete en ellas (al menos en el proletariado petersburgués)? Quizás SoB respondería que esa estimación debe correr por cuenta de las masas mismas. Si así fuera, no tendría mayor sentido hablar de salto (¿salto desde dónde hasta dónde?) pero, aún admitiéndolo, encontraríamos que las masas que no eran bolcheviques eran mencheviques, eseristas, etc. Es decir que el “salto en la subjetividad de las masas” tomaría la forma concreta del salto del menchevismo y el populismo al bolchevismo. Para medir el “salto” no existe un criterio de unanimidad, sino de mayorías y minorías diferenciadas, y la necesidad de las primeras de imponerse sobre las segundas, aún en el seno de la organización soviética (neecsidad de las masas que fue desoída por mencheviques y eseristas, que se retiraron de los soviets cuando estos, con mayoría bolchevique, reclamaron todo el poder para sí). Pretender hablar de la subjetividad de las masas con independencia de la vida y la lucha de las facciones políticas (partidistas) que se desenvuelven en el seno de las propias masas, es apenas un pedo mental que naufraga miserablemente ante el embate de la historia tal como efectivamente tuvo lugar.

Claro que no se puede reducir todo lo que se mueve en la subjetividad de las masas a su militancia en tal o cual fracción política. De hecho, no debe olvidarse que estamos considerando exclusivamente a una parte de las masas, la que se aglutina en torno a los soviets. Obsérvese que para la Constituyente votaron unos cuantos millones más de rusos que para los soviets de toda Rusia, pero aún así hubo una gran masa que no votó (al menos si mis cálculos y mi memoria no fallan, los veintipico millones que votaron para la constituyente no pasarían de ser el 20 o 25% de los habitantes de Rusia). Pero aún considerando el número de votantes para los soviets de toda Rusia, era mucho menor el número de quienes participaban efectiva y cotidianamente en los soviets que, además, eran una organización estratificada (y no hay que olvidar las ya mencionadas desproporciones en la representación de soldados y campesinos en ella, al menos durante el período ascendente de la revolución). ¿Qué demuestra esto? La vanidad de pretender establecer una distinción tajante entre masas y vanguardia, o de pretender que exista un sujeto homogéno llamado “las masas mismas”, al menor fuera de la imaginación de SoB y un par de extraviados más.
La diferenciación en el seno de las masas incluye la diferenciación entre fracciones políticas, que no es un factor trivial sino un factor necesario y activo mediante el que se procesa el famoso “salto en la subjetividad” de las masas.

Desde que las masas abarcan un espectro muy amplio y diferenciado, y desde que los paroxismos históricos suponen una concentración excepcional de los esfuerzos de las masas en una misma dirección, es natural que después de la convulsión revolucionaria el amplio espectro conformado por las masas tienda, en mayor o menor medida, al relajamiento y la dispersión. Al igual que los sujetos individuales, y aún en mayor medida, los sujetos coletivos no pueden sostener esfuerzos extremos indefinidamente duraderos. Cuánto más real es esto tratándose no de un sujeto político único, sino de un conglomerado social heterogéneo en vías a convertirse en sujeto de su propia historia. Sólo un pensamiento mágico, propio de la infancia o de la senilidad extrema, puede creer que el salto en la subjetividad de las masas puede tener su culminación en condiciones de miseria económica y atraso social.
Es, precisamente, a causa de la alternacia entre flujos y reflujos, entre auges y depresiones del movimiento de las masas, que se impone a las propias masas la necesidad de establecer organismos más estables y homogéneos que ellas mismas, cuyo sesgo está determinado por cuál fracción de las masas la orienta. Esquemáticamente se dice que en una revolución socialista que tenga lugar en un país atrasado, el proletariado debe hegemonizar a las masas campesinas, no proletarias, etc. Pero en realidad debe haber una amplia cadena de eslabones en la constitución de esta hegemonía (en el sentido gramsciano, digamos). Las capas más pobres o semiproletarias del campesinado deben influir sobre las demás, lo mismo vale para las clases medias urbanas (aunque en Rusia más bien hubo confrontación entre el proletariado y las capas medias, e incluso la aristocracia obrera) y, en última instancia, la facción del proletariado que mantiene la línea del poder soviético debe influir hegemónicamente sobre aquellas fracciones políticas menos decididas (las que aún apoyaban al menchevismo y al eserismo, que NO querían el poder irrestricto de los soviets, sino una forma de poder “compartida” con la burguesía).
Pero en ninguna parte está escrito que la tensión a la que se puedan ver expuestas las masas no supere su capacidad de reconstitución, y es bajo esas condiciones que se plantea la posibilidad, y quizás la necesidad, de lo que SoB llama el “sustuísmo”. Así planteada la cuestión, de modo concreto, todo lo que se puede discutir es si, ante un reflujo de las masas agotadas por las guerras imperialista y civil y el bloqueo económico, hambrientas, desmoralizadas, diezmadas y políticamente decapitadas, es válido o no, o hasta qué punto lo es, mantener el régimen que planifica la producción económica y mantiene sometida a la burguesía. Pero tampoco esta discusión puede darse en abstracto, hay que hacer un análisis de las condiciones y de las consecuencias que podría desencadenar uno u otro curso de acción.
Considerado esto, yo creo que entre renunciar al poder bajo las circunstancias del momento, y mantenerse en el mismo, los bolcheviques optaron por la alternativa menos perjudicial de conjunto, no en términos de moralina, sino en función de impedir una mayor desorganización económica (que hubiera conducido a la hambruna y la mortandad en masa), de impedir que los terratenientes zaristas volvieran a expropiar a los pequeños campesinos (fusilándolos también en masa), e impedir que la burguesía recuperara el control de las fábricas, lo que hubiera extendido la desmoralización al proletariado del mundo entero.

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otra vez
Por socialismo o barbarie - Sunday, May. 22, 2005 at 2:00 PM

No vale la pena seguir la discusión (que Xor, pese a sus chicanas, se siente obligado a seguir) porque estamos por distintos objetivos.

Xor admite que su objetivo es un "Estado obrero" con policía, ejército y burocracia.

¿Y como justifica esta monstruosidad? Haciéndo pasar sus objetivos por "científicos" y "realistas". Y todo lo que esté a su izquierda, como "divagues".

¿Que más puedo yo discutir con él? Es obvio que él va a seguir defendiendo la dictadura de partido y discutiendo la caracterización de capitalismo de Estado porque en su esencia, sus objetivos no son muy distintos a los del stalinismo.

Obviamente, ¿cuál fue la conclusión que sacó Xor de las experiencias soviéticas fuera de Rusia? "Faltó un partido bolchevique". ¡El tipo no puede salir de su lógica circular!

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Sobre razonamientos circulares y cuadraturas del círculo
Por ^--^ - Sunday, May. 22, 2005 at 3:11 PM

Circular es tu lógica, que toma como premisa aquello a lo que habría que llegar lógicamente (e históricamente).
Tu método de "argumentación" consiste en adoptar un dogma moral, un ideal de socialismo que define axiomáticamente cómo debieran ser las cosas y, hecho esto, "demostrar" que un conjunto de hechos históricos... no resultaron idénticos a ese ideal!. O sea que tu razonamiento no sólo es circular, es un círculo cerrado a la experiencia histórica.

Según decís, mi razonamiento sería "circular" porque insisto en la importancia crucial del partido y de los partidos en general. No sé cómo podés ver circularidad en un razonamiento que señala cómo consecuencias históricas distintas mantienen una relación significativa con la presencia o ausencia de un partido revolucionario. Por otra parte ignorás que tu sagrado dogma de la organización consejista se asoció históricamente a resultados muy diferentes en Rusia y en Alemania (justamente, porque los partidos políticos no influyeron en aquellos consejos de la misma manera que en Rusia).
Por otra parte, yo no me centro sólo en la "falta" de partido como causa explicativa, sino en la presencia de otros partidos, atiendo a causas objetivas de diversa índole, e incluyo estimaciones acerca de la propia condición subjetiva de las masas, que sufre fluctuaciones por causa de los demás factores.

Al contrario, circular es un razonamiento que se vé obligado a explicar toda la diversidad de los acontecimientos por la "inmadurez de las masas" o de las condiciones o -alternativamente y sin reparar en la contradicción-, explica no sólo lo sucedido sino lo no sucedido por no haber respetado la idea pura y santa del socialismo según su profeta consejista SoB.

Es abusivo decir que mi objetivo es un estado obrero con policía, ejécito y burocracia.
Más justo sería decir que, de tomar los obreros el poder, espero que lo defiendan de la reacción burguesa con SU ejército, su policía y defiendan SU administración contra los boicotistas y desorganizadores.
Pero no es que este sea, sencillamente, MI objetivo. A decir verdad, en el corto plazo me conformaría con bastante menos: un partido obrero fuerte y con correcta conciencia de sus obligaciones y posibilidades; un frente único de la izquierda, los trabajadores y los luchadores, etc.
Si lo llevamos a una escala más amplia, estoy a favor de la construcción de órganos de doble poder o de poder sin más, pero cuento con que esto no será factible ni fructícfero sin partido revolucionario. Tampoco creo que tenerlo como obetjivo baste para que surjan tales órganos, depende fundamentalmente del desarrollo de la crisis política y económica del régimen capitalista.

No obstante, eso tampoco es mi objetivo último. Simplemente es un medio para alcanzar otro objetivo más ambicioso. Claro que para vos este punto no existe porque, lejos de considerar seriamente toda dialéctica medios/fines, confundís medios con fines, objetivos mediatos con inmediatos, etc.
Yo, como cualquier socialista, tengo por objetivo la edificación socialista de la sociedad a escala internacional, la total desaparación de las clases sociales como producto del desarrollo de las fuerzas productivas alcanzado bajo el liderazgo político y social de la clase obrera, y la disolución de todos los estados nacionales.

Algo que había dejado sin contestar.
Es falso que en la URSS predominara en intercambio de las mercancías y que la función del salario simplemente fuera pagar la fuerza de trabajo.

Por empezar, con el salario no alcanzaba para un carajo. En segundo lugar, todo el mundo sabe que había un racionamiento espantoso, y si no lo sabías empezá a estudiar porque no se puede hablar tanto en el aire.
Vos que te querés tan antifetichista, y que decís comprender que salario y capital son relaciones sociales, bien podrías comprender que una retribución monetaria puede expresar relaciones sociales diversas. Yo personalmente no caigo en el doctrinarismo pueril (o senil) de exigir la abolición de la moneda el día después de la revolución. Eso sólo serviría para hacer de la economía un caos (y creo que todos los economistas marxistas serios acordarán conmigo).
En realidad, el salario paga la fuerza de trabajo en tanto mercancía, sólo en un contexto donde el capitalista compra el resto de los componentes del capital, y vende luego sus productos como mercancías; en un contexto en el que el capitalista puede llegar a quebrar, y verse llevado a vender su maquinaria si no logra afirmarse en el mercado, o comprar más si progresa en él, etc..
Así funciona la ley capitalista del valor, incluso en capitalismos donde el estado juega un rol importante. Pero nada semejante a ello ocurría en la URSS, y tu mención de ciertos rasgos que ésta heredó del capitalismo zarista hablan más en favor de mi tesis que de la tuya. Un poco más abajo explico por qué.

Yo ya señalé que hubo áreas de intercambio mercantil, más o menos acotadas, pero el mercado urbano era fundamentalmante mercado negro, y eso llevaba a muchos trabajadores hambrientos a robar para poder comprar clandestinamente en él. Se robaba el cuero de las cintas transportadoras para hacer zapatos (lo que paralizaba la producción, cuando no lo hacía la falta de materias primas o repuestos), se robaba la madera de todos lados para hacer fuego. Las casas se quedaron sin muebles.
En fin, lo que importa es que las áreas de intercambio mercantil (mayormente la producción agraria) no eran las de gestión estatal (mayormente la producción industrial), aunque se trataba de mantener el intercambio mercantil dentro de ciertas pautas determinadas por la planificación, planificación que a su vez debía tomar como premisas materiales las condiciones reales de la economía, heredada del capitalismo.

Lo que de ningún modo conseguís entender es que, junto con un determinado grado de desarrollo (y de retraso) de las fuerzas productivas, el gobierno obrero heredó también una proporción establecida entre las ramas de la producción, y todo ello es expresivo de la ley capitalista del valor.
En ese sentido, y sin que el trabajo en sí necesite ser una mercancía para ello, ni que exista la burguesía como clase, ni ninguna de las zonceras que vos decís, la ley capitalista del valor mantiene vigencia hasta que se logra una reorganización drástica del conjunto económico y un igualmente drástico salto en el desarrollo de las fuerzas productivas.

No sé exactamente cómo creerás vos que pueden ser las cosas, pero la ley del valor no deja de regir por decreto, independientemente de lo que imagenes sobre saltos en la subjetividad de las masas y bla bla bla.
Justamente, porque después de la revolución siguen rigiendo factores capitalistas (sin contar con la presión internacional, política y militar, pero más que nada económica, del mundo capitalista) es que hacen falta un estado y un conjunto de medidas de gobierno que comparten ciertas características del cualquier sociedad dividida en clases, que además, son las MISMAS clases del régimen capitalista, aunque en una relación invertida.
Si la planificación socialista puede avanzar, las clases tenderán a disolverse, si no es así, tendremos una formación de características, híbridas, transicional progresiva o regresiva, en la que se constatará una distribución diferencial, injusta, del trabajo y el producto sociales.

En fin, creo que fui claro. Me gustaría que dejes de desfigurar las tesis que defiendo y los objetivos que postulo, y que te atengas honestamente a lo que realmente digo, sin recortarlo, amalgamarlo ni desfigurarlo. Igualmente deseable sería que muestres algún grado de respeto por los hechos.
Saludos.

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XOR tenia el humor bien escondido
Por Brutus - Sunday, May. 22, 2005 at 3:32 PM

"seria deseable que muestres un grado de respeto por los hechos".
Ay Ay Ay, pestañita

Comprendo tu piadosa moderacion "SoB", atribuyéndole facultades "circulares"al delirante esto de los misteriosos simbolitos revolucionarios.
¡Pero si vive en una cajita de fosforos, loco!, Chata y cuadrada por donde la mires. Adentro siempre le falta o le sobra un palito.
Chau, sigan discutiendo la cantidad "aproximada" de fosforos.

Salutux Brutux

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¿SoB o no SoB?
Por John Salvo - Sunday, May. 22, 2005 at 10:58 PM

Este SoB, ¿será el mismo que antes militaba en el PO?
¿Es el mismo muchacho que nos recomendaba leer los insufribles textos neoestalinistias de Sexta Tesis?
¿No lo habrán secuestrado y alguien estará usurpando su
nick?


Y si se trata del mismo SoB... ¿Cuál será su próximo amor? ¿Caerá en las huestes anarquistas? ¿Inventará una nueva teoría revolucionaria?


¿En donde acabará el derrotero de SoB?
Y, ¿cuál será su próximo nick?

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Cortàla flaco y aporta ideas
Por Panopticon - Sunday, May. 22, 2005 at 11:30 PM

El personaje "Juan Salvo" murio hace mucho tiempo. Al latir paulatino de sus intervenciones se nota que va madurando.
Solamente los idiotas como vos no cambian de opinion.
Sus observaciones mas recientes contienen ademas una acertada critica del Leninismo que -de ser sincera- nunca dejara de tener consecuencias positivas en la implementacion de una estrategia politica alternativa al capitalismo, tanto como en la resignificacion misma del proyecto socialista.

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Lo nuevo!
Por New Nick! - Sunday, May. 22, 2005 at 11:36 PM

Juan Salvo murió hace mucho tiempo,

SoB agoniza...

Surge...

¡Panopticon!

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