Bolivia,clave de la revoluciòn latinoamericana
Por EL MILITANTE -
Wednesday, May. 25, 2005 at 11:22 PM
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Bolivia: Nueva oleada revolucionaria
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Autor : Jorge Martín Fecha
: ( 25-Mayo-2005 ) Categoria : Bolivia
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lunes 16 de mayo comenzó una nueva oleada de movilizaciones de los
trabajadores y campesinos bolivianos que está planteando cada vez
más la cuestión del poder.
La aprobación de la nueva
Ley de Hidrocarburos fue la chispa que inició esta última ronda de
huelgas, bloqueos de carreteras, marchas y manifestaciones de masas.
La insurrección revolucionaria que derrocó al gobierno de Sánchez
Lozada en octubre de 2003 no se resolvió decisivamente a favor de
los trabajadores y campesinos, sus principales reivindicaciones (la
nacionalización del gas y los recursos petroleros del país que ahora
están en manos de las multinacionales) quedaron sin resolver. Desde
entonces, el nuevo presidente Mesa ha intentado maniobrar entre los
poderosos intereses de las multinacionales y las masas radicalizadas
de trabajadores y campesinos. El problema que es que los intereses
de ambos no se pueden reconciliar. Hace un mes, Mesa hizo una
dramática aparición en la televisión nacional donde reveló la
verdadera situación. Explicó que “las multinacionales están
gobernando el país” y, por lo tanto, no se puede aprobar ninguna ley
de hidrocarburos que les satisfaga. Básicamente estaba diciendo que
si ellos no me quieren, dimitiré y entonces tendréis que tratar con
la asamblea nacional que es aún más reaccionaria que yo. Era un
intento desesperado de desmovilizar a los trabajadores y campesinos
para quedarse en el poder. Un truco bonapartista clásico que parecía
funcionar, pero sólo durante unas cuantas semanas.
La
ley de hidrocarburos aprobada por Mesa, aumenta los impuestos a las
empresas multinacionales, dejando las regalías al mismo nivel, pero
no cumple la reivindicación acordada en el referéndum de hace un
año: el 50% de las regalías sobre el gas y la extracción petrolera.
Esta fue la propuesta hecha por Mesa y apoyada por Evo Morales, el
dirigente del Movimiento hacia el Socialismo (MAS), que tiene su
principal base de apoyo entre los cocaleros de las regiones de
Chapare. La propuesta en realidad era un intento de calmar la
reivindicación de nacionalización procedente de la Central Obrera
Boliviana (COB) y de las organizaciones obreras de El Alto, la
ciudad obrera situada a las afueras de La Paz y que jugó un papel
clave en la insurrección de octubre de 2003. Las preguntas que se
hicieron en el referéndum se plantearon de tal manera que obligaban
a la población a votar por esa opción y por eso las organizaciones
obreras lo denominaron “tramparéndum”.
Pero incluso
este compromiso de imponer el 50% de las regalías a las
multinacionales era demasiado para ellas y dejaron claro que no lo
aceptarán. Y como dijo Mesa, ¡son ellas las que gobiernan el país!
En realidad, durante el proceso de discusión de la ley en la
asamblea nacional, las multinacionales (y la embajada
estadounidense) dejaron clara su posición, para ellas era
inaceptable cualquier modificación sustancial de los contratos
enormemente favorables que consiguieron con el anterior gobierno de
Lozada. Pero esos contratos eran tan escandalosos (permitiendo a las
multinacionales vender gas por debajo de los precios del mercado y
después vendérselo a Bolivia a precios superiores a los del mercado
mundial) que todos fueron declarados nulos por el Tribunal
Constitucional, tampoco han sido ratificados por el parlamento.
Durante un año y medio de tira y afloja entre las
multinacionales, la asamblea nacional (dominada por los partidos que
apoyaban al gobierno de Sánchez Lozada) y Mesa, el movimiento de
masas ha continuado sin resolverse. Ahora ha llegado el momento de
la decisión.
La ley que finalmente fue aprobada por
la asamblea nacional, es una versión aún más edulcorada de la que se
aprobó en el referéndum y que fue apoyada por Mesa y la dirección
del MAS. Para intentar distanciarse de esta ley, él ya sabía que era
muy impopular, el presidente Mesa se negó a firmarla el 17 de mayo y
la devolvió al parlamento, pero sin ninguna enmienda. El presidente
del parlamento, Hormando Vaca Díez, finalmente asumió la
responsabilidad y la firmó.
Mientras tanto, había
comenzado ya una nueva oleada de huelgas y manifestaciones. El lunes
16 de mayo una manifestación de masas con más de 100.000 personas,
principalmente procedentes de El Alto, se reunía a las afueras del
parlamento exigiendo la dimisión de Mesa. Las consignas principales
eran: “Mesa traidor, queremos tu dimisión”, “El parlamento es un
nido de ladrones y debería ser cerrado”. El día después en un pleno
ampliado de la Confederación Regional de Obreros de El Alto (COR),
se decidió convocar huelga general indefinida en El Alto y luchar
por la nacionalización de los hidrocarburos. El sentimiento era que
para que esta lucha saliera victoriosa “había que cerrar el
parlamento burgués” y forzar la dimisión de Mesa.
A
los pocos días otros sectores se unieron a la lucha. El sindicato de
profesores de La Paz convocó huelga indefinida y el sindicato de
campesinos comenzó a organizar bloqueos de carretera en todo el
país. También el lunes 16 el congreso nacional del sindicato de
mineros (FSTMB) decidió suspender sus sesiones y unirse a la
movilización. Cientos de mineros armados con cartuchos de dinamita
llegaron a la capital La Paz un par de días después y están
participando en las manifestaciones y enfrentamientos con la
policía. Al mismo tiempo, el MAS organizó una marcha de miles de
campesinos desde Cochabamba a la capital, a 190 kilómetros de
distancia. Los vendedores callejeros de la Paz y los trabajadores
del transporte, los estudiantes de la Universidad Pública de El
Alto, uno tras otro todos los sectores se fueron uniendo al
movimiento.
El 23 de mayo y el cabildo abierto
El 23 de mayo se celebraron en La Paz varias
manifestaciones de masas y muchos de los participantes se
congregaron en la plaza San Francisco, allí se declaró el cabildo
abierto (éste es una reunión abierta de masas en una localidad para
deliberar sobre los problemas de la población). Este cabildo había
sido convocado por el MAS para discutir la estrategia y las
reivindicaciones del movimiento. Cuando sus columnas de la marcha de
campesinos pasaron por El Alto, en su camino hacia La Paz, fueron
recibidos por los trabajadores, vecinos y estudiantes en lucha que
gritaban: “Ni 30 ni 50, nacionalización”, rechazando de este modo
tanto la propuesta de Mesa como la de Morales. La mayoría de los
campesinos del MAS hicieron suya la consigna y se unieron a los
cánticos. La reunión de masas discutió las reivindicaciones del
movimiento y la estrategia para conseguirlas. Desde hacía días
estaba claro que la posición moderada de los dirigentes del MAS como
Evo Morales, que piden el 50% de las regalías, no tenían demasiado
apoyo entre la base del MAS que formaba la marcha de 190 kilómetros.
Ahora la reivindicación principal del movimiento es la
nacionalización.
Dirigiéndose a la reunión de masas,
el dirigente de la COB dejó claro que “no queremos a Hormando ni a
Mesa, queremos un gobierno popular”. Esto está en la línea de las
resoluciones de la Central Obrera Regional de El Alto (COR) que
defiende claramente “una lucha nacional unida, militante y no
negociable hasta que el pueblo tome el poder, expulsado a las
transnacionales del petróleo y su gobierno traidor de Carlos Mesa, y
a todo el parlamento formado por los lacayos de las transnacionales,
y la organización de asambleas populares para tomar el poder”. La
declaración, aprobada en el plenario ampliado de la COR de El Alto
el 17 de mayo, acaba con las siguientes reivindicaciones: “Viva la
nacionalización de los hidrocarburos! ¡Viva el pueblo alteño
valeroso y combativo! ¡Abajo el parlamento y su gobierno! ¡Viva el
gobierno del pueblo de obreros y campesinos! ¡ El Alto de pie, nunca
de rodillas!”
El enfrentamiento entre intereses de
clase contrarios y en conflicto en Bolivia se ha planteado de una
forma clara y es comprendido por decenas de miles de trabajadores y
campesinos: por un lado las multinacionales, la oligarquía local,
Mesa, el gobierno y el parlamento, y por el otro lado, los
trabajadores, los campesinos y los pobres de Bolivia. Se han
planteado claramente la cuestión de quién gobierno el país.
Evo Morales, que representa al sector más moderado de
la dirección del movimiento intentó defender su posición del 50% de
las regalías, pero fue abucheado por la multitud y terminó haciendo
un llamamiento a Mesa para que utilice el ejército y la policía para
recuperar los campos de gas y petróleo. Esto, que él intentó pasar
como unas reivindicaciones radicales, en realidad no significan
nada, porque ante los ojos de las masas ya está claro que el
gobierno Mesa ha traicionado las expectativas creadas en octubre de
2003 y nunca se posicionará decisivamente contra las
multinacionales. El movimiento de trabajadores y campesinos está
amenazando con ocupar las instalaciones de petróleo y gas. Evo
Morales ha tenido que admitir en los últimos días que “hemos sido
superados” por la base.
Evo Morales también defendía
que Mesa convocara una asamblea constituyente. El argumento de
Morales es que en lugar de derrocar a Mesa y al parlamento (que han
demostrado de qué parte están con relación a las multinacionales) se
deberían preservar estas instituciones y presionarlas para que
convoquen una asamblea constituyente. También existe división con
relación a esta reivindicación porque las organizaciones obreras han
defendido la disolución del parlamento y la convocatoria de una
asamblea constituyente. El tema de la asamblea constituyente ya fue
planteado con mucha fuerza durante la insurrección de octubre. En
realidad, es defendida principalmente por los dirigentes del MAS y
apoyada entusiastamente por el Banco Mundial y la oligarquía como
una manera de desviar la atención de las masas. Incluso EEUU, a
través del USAID ha establecido lo que llaman Oficinas de
Iniciativas de Transición en Bolivia. En menos de un año han gastado
más de 4 millones de dólares, principalmente en El Alto, intentando
sobornar a los sectores más radicales del movimiento (en Venezuela
también se estableció una OIT que fue utilizada por a oposición para
el cierre empresarial de diciembre de 2002). No es sorprendente que
podamos leer en uno de sus informes: “La OTI espera aumentar la
atención en la asamblea constituyente”. Cuando se enfrente a la
pérdida del poder, la clase dominante no dudará en convocar una
asamblea constituyente en la medida que el poder de los capitalistas
y las multinacionales siga inalterable.
La
reivindicación de una asamblea popular tiene un carácter
revolucionario más claro y está enraizada en la historia
revolucionaria de Bolivia. En 1971 se convocó una asamblea popular a
iniciativa de la COB en un período de auge revolucionario. La idea
era desarrollar un organismo que sustituyera a las desacreditadas
instituciones burguesas y que se convirtiera en un genuino organismo
de poder obrero. En aquel momento se creó una situación de doble
poder pero, desgraciadamente, no se resolvió en favor de la clase
obrera y terminó con la dictadura militar de Banzer. Mientras, un
sector grande de los mineros ya estaba luchando con la policía para
conseguir acceder a la plaza donde se sitúa el parlamento para poder
cerrarlo.
La toma del poder
Al
final del cabildo el ambiente de las masas de trabajadores y
campesinos allí presentes (mayoritariamente seguidores del MAS) eran
tan radical y estaban tan enfadados que incluso los dirigentes del
MAS tuvieron que pronunciar un discurso combativo. Ramón Loayza,
parlamentario del MAS y dirigente de una de las secciones del
sindicato campesino, dio a Mesa una fecha tope: “Le estamos dando
cuatro días para la convocatoria de la asamblea constituyente, si no
tomaremos el poder”.
Está claro por lo tanto que la
cuestión del poder se ha planteado a quemarropa. Sin embargo, parece
que, como en anteriores ocasiones, los dirigentes sindicales como
Solares, Zubieta, de la Cruz y otros, que están más en contacto con
la base de los trabajadores, que están articulando de una manera más
precisa sus reivindicaciones, realmente no tienen un programa
elaborado claro para resolver esta situación. En octubre de 2003 se
desarrolló una situación similar. Las masas de trabajadores,
campesinos y mineros armados rodearon el edificio del parlamento,
plantearon la cuestión de un gobierno de trabajadores y campesinos,
bloquearon las principales autopistas de todo el país y consiguieron
echar al gobierno de Lozada. Sin embargo, cuando Mesa
(vicepresidente de Lozada) llegó y prometió cumplir todas las
reivindicaciones del movimiento, los mismos dirigentes sindicales
que habían estado defendiendo un gobierno de trabajadores y
campesinos se quedaron paralizados y permitieron el juramento de
Mesa.
Las instituciones democráticas capitalistas en
Bolivia están ya muy desacreditadas, pero si las masas no ofrecen
una alternativa entonces no pueden realmente elegir. En octubre de
2003 ya estaban presentes los elementos de poder obrero,
particularmente en El Alto, donde la Federación de Juntas Vecinales
(FEJUVE) y la COR de El Alto, se organizaron de una forma soviética.
Las reuniones de masas en todos los barrios organizaban todos los
aspectos de la vida cotidiana, desde la distribución de comida,
cuidado de los niños y ancianos, la defensa de la comunidad, etc., y
elegían a los representantes para las asambleas de El Ato. Si este
sistema se hubiera trasladado a todo el país, a nivel local,
regional y nacional, y culminado en una asamblea revolucionaria de
representantes de los trabajadores, los campesinos, los pobres y sus
organizaciones, entonces habría dado una alternativa a la
organización del estado capitalista. Cuando la cuestión del poder se
plantea de una manera tan profunda es necesario responder a la
cuestión crucial, “¿si acabamos con el parlamento burgués con qué lo
sustituiremos?”
Contraofensiva reaccionaria
Obviamente, enfrentada a una situación crítica
como la que se está desarrollando en Bolviia, la clase dominante no
se va a quedar con los brazos cruzados. Una de sus principales
estrategias es la “carta de la autonomía regional” que están jugando
en algunas regiones como Santa Cruz y Tarija. La clase dominante
boliviana siempre ha intentando utilizar las divisiones entre el
Altiplano y los llanos del país para desviar la atención de la lucha
de clases. El razonamiento de la oligarquía reaccionaria en Santa
Cruz y otras regiones es el siguiente: “tenemos los recursos
naturales, si conseguimos librarnos de estos agitadores
revolucionarios de las montañas andinas, entonces todo nos irá
bien”. En medio de la preparación de esta nueva oleada de
movilizaciones, la oligarquía, a través de los llamados Comités
Cívicos, ha declarado que convocará unilateralmente referéndum de
“autonomía” el 12 de agosto, independientemente de si los aprueba o
no el parlamento nacional.
Obviamente se trata de una
táctica que está favorecida por las multinacionales que calculan que
después podrán conseguir mejores condiciones de los gobiernos
regionales autónomos de Santa Cruz y otras regiones. La oligarquía
en estas regiones occidentales se siente también más fuerte y está
preparándose armando escuadrones similares a las bandas
paramilitares fascistas que atacan al movimiento obrero y campesino
en “sus” regiones. Si hicieran un movimiento decisivo en dirección a
la autonomía e incluso la separación, esto significaría una guerra
civil, no sólo en líneas regionales, si no en líneas de clase, ya
que el movimiento obrero y campesino de Santa Cruz, Tarija, etc., ya
ha dejado claro que se opone firmemente a este tipo de intentos. Es
más probable que en el momento actual estén utilizando la presión
por la autonomía para conseguir mejores condiciones de negociación
en el parlamento nacional. Vaca Díez, el presidente del parlamento,
ha estado defendiendo que alguien pueda sustituir a Mesa y
“restaurar el orden”.
Al mismo tiempo, estas tácticas
de un sector de la oligarquía amenazan con dividir por la mitad al
ejército. El alto mando del ejército boliviano ha dejado claro está
en contra de cualquier división del país y considera estos
referéndum “ilegales” de “autonomía” como una amenaza para la unidad
de Bolivia. El país está lleno de rumores sobre un golpe de estado y
las fuerzas armadas y la policía están en “estado de máxima alerta”.
El intento de utilizar al ejército contra los
manifestantes, como en octubre de 2003, podría tener el efecto
contrario y radicalizar aún más el movimiento, como ocurrió durante
el octubre rojo.
Divisiones dentro del ejército
También hay rumores sobre un sector de los
oficiales del ejército que no están contentos con que los recursos
naturales del país sean vendidos a las multinacionales y que podrían
formar parte de un movimiento nacionalista dentro del ejército.
Parece ser que ya existe un movimiento de oficiales del ejército
descontentos llamado “obispos negros”. En el pleno ampliado de la
COR en El Alto se discutió esta cuestión, Solares en el cabildo
abierto del lunes dijo que si había un oficial del ejército honesto
preparado para tomar el poder él lo apoyaría. Cuando Evo Morales le
dijo que eso significaría una dictadura militar y que por lo tanto
Solares se convertiría en un paramilitar, los dirigentes sindicales
respondieron con el ejemplo de Chávez en Venezuela (un amigo
político cercano de Evo Morales). En la reunión de la COR en El Alto
alguien dijo: “necesitamos otro Juan José Torres”. Torres era un
oficial del ejército que llegó al poder en 1970 durante la crisis
revolucionaria e intentó satisfacer al movimiento de masas adoptando
algunas medidas radicales, pero al mismo tiempo fue totalmente
incapaz de resolver las causas raíces de los problemas que están,
como ocurre ahora, en la existencia misma del sistema capitalista.
Fue derrocado en julio de 1971 por un golpe militar de derechas
encabezado por Banzer. Los dirigentes obreros habían confiado en sus
discursos radicales prometiendo armas a los trabajadores y no
hicieron ningún preparativo alternativo. En el momento de la verdad,
el golpe les encontró desarmados y fueron aplastados. Un examen
rápido de la historia boliviana revelaría que los oficiales
militares nacionalistas de izquierdas en el poder nunca han sido
capaces de solucionar los problemas de los trabajadores y campesinos
y que el apoyo que les han dado las organizaciones obreras siempre
han terminado en desastre.
Sin embargo, está claro
que si se plantea la cuestión del poder, entonces también se debe
tratar el tema de las fuerzas armadas. Solares tenía razón al decir
en la reunión de El Alto que “necesitamos dividir las fuerzas
armadas”, pero la forma de hacerlo es organizando un fuerte
movimiento revolucionario fuera que pueda ofrecer a los soldados e
incluso oficiales una alternativa seria. El ejército, por su propia
naturaleza, al ser una fuerza militar jerárquica no es fácil de
romper. Sólo se dividiría si se enfrenta a un movimiento
revolucionario serio que ofrezca una salida clara. La historia de
Bolivia está llena de ejemplos de esto. En 1952 los mineros
derrotaron y destruyeron al ejército, crearon milicias de
trabajadores y campesinos armados. Incluso más recientemente, en
febrero de 2003, un motín de la policía fue una parte clave de la
insurrección. En octubre del mismo año, la policía permitió a
decenas de miles de mineros y trabajadores, armados con dinamita y
gritando “guerra civil”, avanzar hacia el parlamento y muchos
oficiales de la policía incluso saludaron a las enojadas masas con
el puño cerrado. También hubo oficiales aislados que en ese momento
se negaron a disparar a la población de El Alto. Estas son
indicaciones claras de que el ejército y la policía no son algo
monolítico y pueden dividirse en líneas de clase.
En
el pleno ampliado de la COR en El Alto ya se tomaron algunas medidas
relacionadas con la autodefensa armada de los trabajadores y se
acordó “organizar y conformar de manera secreta, piquetes armados
con flechas, palos y otros de autodefensa en las diferentes zonas,
sectores y regiones para proteger la integridad de los
trabajadores”. El martes 24 de mayo, cuando los trabajadores de El
Alto fueron al Aeropuerto Internacional para cerrarlo, se
enfrentaron con el ejército que protegía las instalaciones. Los
dirigentes de la COR de El Alto, correctamente, se dirigieron a los
soldados e hicieron un llamamiento para que se unieran a la lucha
del pueblo.
Pero sería un error sustituir una
estrategia seria para la construcción de asambleas y comités
revolucionarios, uniéndolos a nivel nacional, por la esperanza de
que un “oficial nacionalista honesto” aparezca y resuelva el
problema. El ejemplo más reciente de Ecuador ilustra esto muy bien.
Enfrentados a un movimiento revolucionario de masas, en enero de
2000 un sector de los jóvenes oficiales, dirigidos por Lucio
Gutiérrez, se pusieron al lado de las masas de campesinos y
trabajadores y les ayudaron a tomar el poder. Sin embargo, sin un
plan claro de qué hacer con el poder se lo devolvieron a las manos
de la clase dominante. Cuando más tarde Lucio fue elegido presidente
con el apoyo de los trabajadores y los campesinos, giró bruscamente
a la derecha y se convirtió en el instrumento de la intervención
estadounidense en el país. Nada puede sustituir a los organismos
democráticos revolucionarios de los trabajadores y los campesinos.
Aprender las lecciones del pasado revolucionario
de Bolivia
Los trabajadores y los campesinos de
Bolivia han demostrado una y otra vez en los últimos años su
voluntad revolucionaria para transformar de una manera fundamental
su vida. A través de su propia experiencia en la lucha se han dado
cuenta de que esta “democracia” de las multinacionales y la
oligarquía no puede resolver sus problemas básicos de empleo,
comida, tierra, etc., Saben que deben sustituirla por algo mejor, un
sistema que responda a los intereses de la mayoría, los
trabajadores, los mineros, los campesinos, la mayoría indígena, los
oprimidos en general. Una y otra vez se han movilizado, han muerto
para conseguirlo. Estas oportunidades se han desperdiciado por la
ausencia de una dirección revolucionaria con un programa alternativo
claro. Esto lo dijo claramente la reunión nacional ampliada de la
COB un día después del derrocamiento de Lozada en octubre de 2003.
Es difícil decir exactamente cómo se desarrollará
este movimiento en los próximos días. El martes 24 hubo de nuevo
marchas de masas en la capital con decenas de miles de campesinos,
mineros, profesores, trabajadores de El Alto y vecinos de los
barrios del sur de la capital enfrentándose a la policía e intentado
llegar al parlamento. En La Paz se unieron a los ya presentes 10.000
campesinos de la Federación Departamental Unida de Trabajadores
Campesinos. El líder del sindicato campesino, Gualberto Choque dejó
claro que “no se trata de hacer discursos o tener reuniones, vamos a
tomar el palacio presidencial” (fuente: Narconews). Al mismo tiempo,
las huelgas y las marchas se extendían a otras ciudades importantes
como Potosí y Cochabamba. El movimiento parece estar en ascenso y
creciendo en fuerza y alcance. Las decenas de miles de mineros,
trabajadores y campesinos que han llegado a La Paz no han llegado
sólo a manifestarse, ellos quieren resolver el conflicto y no serán
convencidos fácilmente para que regresen sin una solución. El
escenario está preparado para una importante batalla de clase.
La clase dominante utilizará todo su arsenal de
trucos: represión, regionalismo, soluciones constitucionales que no
resuelven nada. La palabra final no se ha dicho. Las masas
intentarán de nuevo avanzar y empujarán a sus dirigentes a la
izquierda o los sustituirán por dirigentes que estén más a tono con
sus reivindicaciones y sentimientos. La victoria sólo puede llegar
si en este proceso los militantes más avanzados y conscientes de la
COB, la FEJUVE, las COR regionales, el sindicato campesinos y el
MAS, consiguen construir una organización que avance firmemente en
la idea de que los campesinos y los trabajadores tomen el poder y
creen las instituciones (asambleas y comités revolucionarios)
necesarias para hacer eso. Las masas no pueden estar en estado de
movilización permanente y el peligro es que si la crisis boliviana
no se resuelve decisivamente a favor de los trabajadores y los
campesinos, en algún momento pueden aparecer el cansancio, el
desencanto y la desilusión, primero entre las capas menos avanzadas
y después entre los activistas. En ese momento la clase dominante
pasará a la contraofensiva y para aplastar el movimiento
revolucionario de las masas no tendrá otra opción que el
establecimiento de una dictadura militar violenta. La rica historia
revolucionaria de Bolivia está llena de estos ejemplos. La
vanguardia del movimiento actual debe estudiar estos ejemplos y
sacar las conclusiones necesarias.
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Aqui contruimos la Nueva Bolivia, mantenemos la unidad nacional sin afectar ni bloquear a los demas.
Lamentablemente yo ya no creo en politicos, sindicaleros, ni periodistas que se llenan la boca de palabras de "soluciones magicas" de intrigas y mentiras para llamar la atencion y no solucionan NADA.
Como Cruceño de padre Paceño y madre Orureña soy boliviano, un boliviano de la Nueva Bolivia que sabe que por su propio esfuerzo puede mejorar y que en esta tierra Cruceña existen las oportunidades, sin travas, ni bloqueos, ni represiones para lograr el sueño de lograr una Bolivia mejor para nuestros hijos.