BOLIVIA ENFRENTA NUEVA OLEADA REVOLUCIONARIA
Por EL MILITANTE -
Friday, May. 27, 2005 at 1:12 PM
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Bolivia se enfrenta a una nueva oleada
revolucionaria |
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Autor : Jorge Martín Fecha
: ( 26-Mayo-2005 ) Categoria : Bolivia
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lunes 16 de mayo comenzó una nueva oleada de movilizaciones de los
trabajadores y campesinos bolivianos que está planteando cada vez
más la cuestión del poder.
La aprobación de la nueva
Ley de Hidrocarburos fue la chispa que inició esta última ronda de
huelgas, bloqueos de carreteras, marchas y manifestaciones de masas.
La insurrección revolucionaria que derrocó al gobierno de Sánchez
Lozada en octubre de 2003 no se resolvió decisivamente a favor de
los trabajadores y campesinos, sus principales reivindicaciones (la
nacionalización del gas y los recursos petroleros del país que están
en manos de las multinacionales) quedaron sin resolver. Desde
entonces, el presidente Mesa ha intentado maniobrar entre los
poderosos intereses de las multinacionales y las masas radicalizadas
de trabajadores y campesinos. El problema que es que los intereses
de ambos no se pueden conciliar.
Hace un mes, Mesa
hizo una dramática aparición en la televisión nacional donde reveló
la verdadera situación. Explicó que “las multinacionales están
gobernando el país” y, por lo tanto, no se puede aprobar ninguna ley
de hidrocarburos que les satisfaga. Básicamente estaba diciendo que
si ellos no me quieren, dimitiré y entonces tendrán que tratar con
la asamblea nacional que es aún más reaccionaria que yo. Era un
intento desesperado de desmovilizar a los trabajadores y campesinos
para quedarse en el poder. Un truco bonapartista clásico que pareció
funcionar, pero sólo durante unas cuantas semanas.
La
ley de hidrocarburos aprobada por Mesa, aumenta los impuestos a las
empresas multinacionales, dejando las regalías al mismo nivel, pero
no cumple la reivindicación acordada en el referéndum de hace un
año: el 50% de las regalías sobre el gas y la extracción petrolera.
Esta fue la propuesta hecha por Mesa y apoyada por Evo Morales, el
dirigente del Movimiento al Socialismo (MAS), que tiene su principal
base de apoyo entre los cocaleros de las regiones de Chapare. La
propuesta en realidad era un intento de calmar las reivindicaciones
de nacionalización procedentes de la Central Obrera Boliviana (COB)
y de las organizaciones obreras de El Alto, la ciudad obrera situada
en las afueras de La Paz y que jugó un papel clave en la
insurrección de octubre de 2003. Las preguntas que se hicieron en el
referéndum se plantearon de tal manera que obligaban a la población
a votar por esa opción y por eso las organizaciones obreras lo
denominaron “tramparéndum”.
Pero incluso este
compromiso de imponer el 50% de las regalías a las multinacionales
era demasiado para ellas y dejaron claro que no lo aceptarán. Y como
dijo Mesa, ¡son ellas las que gobiernan el país! En realidad,
durante el proceso de discusión de la ley en la asamblea nacional,
las multinacionales (y la embajada estadounidense) dejaron clara su
posición, para ellas era inaceptable cualquier modificación
sustancial de los contratos enormemente favorables que consiguieron
con el anterior gobierno de Lozada. Pero esos contratos eran tan
escandalosos (permitiendo a las multinacionales comprar gas por
debajo de los precios del mercado y después vendérselo a Bolivia a
precios superiores a los del mercado mundial) que todos fueron
declarados nulos por el Tribunal Constitucional, y tampoco han sido
ratificados por el parlamento.
Durante un año y medio
de tira y afloja entre las multinacionales, la asamblea nacional
(dominada por los partidos que apoyaban al gobierno de Sánchez
Lozada) y Mesa, el movimiento de masas ha continuado sin resolverse.
Ahora ha llegado el momento de la decisión.
La ley
que finalmente fue aprobada por la asamblea nacional, es una versión
aún más edulcorada de la que se aprobó en el referéndum y que fue
apoyada por Mesa y la dirección del MAS. Para intentar distanciarse
de esta ley, él ya sabía que era muy impopular, el presidente Mesa
se negó a firmarla el 17 de mayo y la devolvió al parlamento, pero
sin ninguna enmienda. El presidente del parlamento, Hormando Vaca
Díez, finalmente asumió la responsabilidad y la firmó.
Mientras tanto, había comenzado ya una nueva oleada
de huelgas y manifestaciones. El lunes 16 de mayo una manifestación
de masas con más de 100.000 personas, principalmente procedentes de
El Alto, se reunía en las afueras del parlamento exigiendo la
dimisión de Mesa. Las consignas principales eran: “Mesa traidor,
queremos tu dimisión”, “El parlamento es un nido de ladrones y
debería ser cerrado”. El día después en un pleno ampliado de la
Confederación Regional de Obreros de El Alto (COR), se decidió
convocar huelga general indefinida en El Alto y luchar por la
nacionalización de los hidrocarburos. El sentimiento era que para
que esta lucha saliera victoriosa “había que cerrar el parlamento
burgués” y forzar la dimisión de Mesa.
A los pocos
días otros sectores se unieron a la lucha. El sindicato de
profesores de La Paz convocó huelga indefinida y el sindicato de
campesinos comenzó a organizar bloqueos de carretera en todo el
país. También el lunes 16 la federación nacional de sindicatos
mineros (FSTMB) decidió suspender sus sesiones y unirse a la
movilización. Cientos de mineros armados con cartuchos de dinamita
llegaron a la capital La Paz un par de días después y están
participando en las manifestaciones y enfrentamientos con la
policía. Al mismo tiempo, el MAS organizó una marcha de miles de
campesinos desde Cochabamba a la capital, distante 190 kilómetros.
Los vendedores callejeros de La Paz y los trabajadores del
transporte, los estudiantes de la Universidad Pública de El Alto,
uno tras otro todos los sectores se fueron uniendo al movimiento.
El 23 de mayo y el cabildo abierto
El 23 de mayo se celebraron en La Paz varias
manifestaciones de masas y muchos de los participantes se
congregaron en la plaza San Francisco, allí se declaró el inicio del
cabildo abierto (éste es una reunión abierta de masas en una
localidad para deliberar sobre los problemas de la población). Este
cabildo había sido convocado por el MAS para discutir la estrategia
y las reivindicaciones del movimiento. Cuando las columnas de la
marcha de campesinos pasaron por El Alto, en su camino hacia La Paz,
fueron recibidos por los trabajadores, vecinos y estudiantes en
lucha que gritaban: “Ni 30 ni 50, nacionalización”, rechazando de
este modo tanto la propuesta de Mesa como la de Morales. La mayoría
de los campesinos del MAS hicieron suya la consigna y se unieron a
los cánticos. La reunión de masas discutió las reivindicaciones del
movimiento y la estrategia para conseguirlas. Desde hacía días
estaba claro que la posición moderada de los dirigentes del MAS como
Evo Morales, que piden el 50% de las regalías, no tenían demasiado
apoyo en la base del MAS que formaba parte de la marcha de 190
kilómetros. Ahora la reivindicación principal del movimiento es la
nacionalización.
Dirigiéndose a la reunión de masas,
el dirigente de la COB dejó claro que “no queremos a Hormando ni a
Mesa, queremos un gobierno popular”. Esto está en la línea de las
resoluciones de la Central Obrera Regional de El Alto (COR) que
defiende claramente “una lucha nacional unida, militante y no
negociable hasta que el pueblo tome el poder, expulsado a las
transnacionales del petróleo y su gobierno traidor de Carlos Mesa, y
a todo el parlamento formado por los lacayos de las transnacionales,
y la organización de asambleas populares para tomar el poder”. La
declaración, aprobada en el plenario ampliado de la COR de El Alto
el 17 de mayo, acaba con las siguientes reivindicaciones: “Viva la
nacionalización de los hidrocarburos! ¡Viva el pueblo alteño
valeroso y combativo! ¡Abajo el parlamento y su gobierno! ¡Viva el
gobierno del pueblo de obreros y campesinos! ¡ El Alto de pie, nunca
de rodillas!”
El enfrentamiento entre intereses de
clase contrarios y en conflicto en Bolivia se ha planteado de una
forma clara y es comprendido por decenas de miles de trabajadores y
campesinos: por un lado las multinacionales, la oligarquía local,
Mesa, el gobierno y el parlamento, y por el otro lado, los
trabajadores, los campesinos y los pobres de Bolivia. Se han
planteado claramente la cuestión de quién gobierna el país.
Evo Morales, que representa al sector más moderado de
la dirección del movimiento intentó defender su posición del 50% de
las regalías, pero fue abucheado por la multitud y terminó haciendo
un llamamiento a Mesa para que utilice el ejército y la policía para
recuperar los campos de gas y petróleo. Esto, que él intentó hacer
pasar como reivindicaciones radicales, en realidad no significan
nada, porque ante los ojos de las masas ya está claro que el
gobierno de Mesa ha traicionado las expectativas creadas en octubre
de 2003 y nunca se posicionará decisivamente contra las
multinacionales. El movimiento de trabajadores y campesinos está
amenazando con ocupar las instalaciones de petróleo y gas. Evo
Morales ha tenido que admitir en los últimos días que “hemos sido
superados” por la base.
Evo Morales también defendía
que Mesa convocara una asamblea constituyente. El argumento de
Morales es que en lugar de derrocar a Mesa y al parlamento (que han
demostrado de qué parte están con relación a las multinacionales) se
deberían preservar estas instituciones y presionarlas para que
convoquen una asamblea constituyente. También existe división con
relación a esta reivindicación porque las organizaciones obreras han
defendido la disolución del parlamento y la convocatoria de una
asamblea constituyente.
El tema de la asamblea
constituyente ya fue planteado con mucha fuerza durante la
insurrección de octubre. En realidad, es defendida principalmente
por los dirigentes del MAS y apoyada entusiastamente por el Banco
Mundial y la oligarquía como una manera de desviar la atención de
las masas. Incluso EEUU, a través del USAID ha establecido lo que
llaman Oficinas de Iniciativas de Transición en Bolivia. En menos de
un año han gastado más de 4 millones de dólares, principalmente en
El Alto, intentando sobornar a los sectores más radicales del
movimiento (en Venezuela también se estableció una OIT que fue
utilizada por a oposición para el cierre empresarial de diciembre de
2002). No es sorprendente que podamos leer en uno de sus informes:
“La OIT espera aumentar la atención en la asamblea constituyente”.
Cuando se enfrente a la pérdida del poder, la clase dominante no
dudará en convocar una asamblea constituyente en la medida que el
poder de los capitalistas y las multinacionales siga inalterable.
La reivindicación de una asamblea popular tiene un
carácter revolucionario más claro y está enraizada en la historia
revolucionaria de Bolivia. En 1971 se convocó una asamblea popular a
iniciativa de la COB en un período de auge revolucionario. La idea
era desarrollar un organismo que sustituyera a las desacreditadas
instituciones burguesas y que se convirtiera en un genuino organismo
de poder obrero. En aquel momento se creó una situación de doble
poder pero, desgraciadamente, no se resolvió en favor de la clase
obrera y terminó con la dictadura militar de Banzer. Mientras, un
sector grande de los mineros ya estaba luchando con la policía para
conseguir acceder a la plaza donde se sitúa el parlamento para poder
cerrarlo.
La toma del poder
Al
final del cabildo el ambiente de las masas de trabajadores y
campesinos allí presentes (mayoritariamente seguidores del MAS) eran
tan radical y estaban tan enfadados que incluso los dirigentes del
MAS tuvieron que pronunciar un discurso combativo. Ramón Loayza,
parlamentario del MAS y dirigente de una de las secciones del
sindicato campesino, dio a Mesa una fecha tope: “Le estamos dando
cuatro días para la convocatoria de la asamblea constituyente, si
no, tomaremos el poder”.
Está claro por lo tanto que
la cuestión del poder se ha planteado a quemarropa. Sin embargo,
parece que, como en anteriores ocasiones, los dirigentes sindicales
como Solares, Zubieta, de la Cruz y otros, que están más en contacto
con la base de los trabajadores, y que están articulando de una
manera más precisa sus reivindicaciones, realmente no tienen un
programa elaborado claro para resolver esta situación. En octubre de
2003 se desarrolló una situación similar. Las masas de trabajadores,
campesinos y mineros armados rodearon el edificio del parlamento,
plantearon la cuestión de un gobierno de trabajadores y campesinos,
bloquearon las principales autopistas de todo el país y consiguieron
echar al gobierno de Lozada. Sin embargo, cuando Mesa
(vicepresidente de Lozada) llegó y prometió cumplir todas las
reivindicaciones del movimiento, los mismos dirigentes sindicales
que habían estado defendiendo un gobierno de trabajadores y
campesinos se quedaron paralizados y permitieron el juramento de
Mesa.
Las instituciones democráticas capitalistas en
Bolivia están ya muy desacreditadas, pero si las masas no encuentran
una alternativa entonces no pueden realmente elegir. En octubre de
2003 ya estaban presentes los elementos de poder obrero,
particularmente en El Alto, donde la Federación de Juntas Vecinales
(FEJUVE) y la COR de El Alto se organizaron de una forma soviética.
Las reuniones de masas en todos los barrios organizaban todos los
aspectos de la vida cotidiana, desde la distribución de comida,
cuidado de los niños y ancianos, la defensa de la comunidad, etc., y
elegían a los representantes para las asambleas de El Ato. Si este
sistema se hubiera trasladado a todo el país, a nivel local,
regional y nacional, y culminado en una asamblea revolucionaria de
representantes de los trabajadores, los campesinos, los pobres y sus
organizaciones, entonces habría dado una alternativa a la
organización del estado capitalista. Cuando la cuestión del poder se
plantea de una manera tan profunda es necesario responder a la
cuestión crucial, “¿si acabamos con el parlamento burgués con qué lo
sustituiremos?”
Contraofensiva reaccionaria
Obviamente, enfrentada a una situación crítica
como la que se está desarrollando en Bolivia, la clase dominante no
se va a quedar con los brazos cruzados. Una de sus principales
estrategias es la “carta de la autonomía regional” que están jugando
en algunas regiones como Santa Cruz y Tarija. La clase dominante
boliviana siempre ha intentando utilizar las divisiones entre el
Altiplano y los llanos del país para desviar la atención de la lucha
de clases. El razonamiento de la oligarquía reaccionaria en Santa
Cruz y otras regiones es el siguiente: “tenemos los recursos
naturales, si conseguimos librarnos de estos agitadores
revolucionarios de las montañas andinas, entonces todo nos irá
bien”. En medio de la preparación de esta nueva oleada de
movilizaciones, la oligarquía, a través de los llamados Comités
Cívicos, ha declarado que convocará unilateralmente un referéndum de
“autonomía” el 12 de agosto, independientemente de si los aprueba o
no el parlamento nacional.
Obviamente se trata de una
táctica que está favorecida por las multinacionales que calculan que
después podrán conseguir mejores condiciones de los gobiernos
regionales autónomos de Santa Cruz y otras regiones. La oligarquía
en estas regiones occidentales se siente también más fuerte y está
preparándose, armando escuadrones similares a las bandas
paramilitares fascistas que atacan al movimiento obrero y campesino
en “sus” regiones. Si hicieran un movimiento decisivo en dirección a
la autonomía e incluso la separación, esto significaría una guerra
civil, no sólo en líneas regionales, si no en líneas de clase, ya
que el movimiento obrero y campesino de Santa Cruz, Tarija, etc., ya
ha dejado claro que se opone firmemente a este tipo de intentos. Es
más probable que en el momento actual estén utilizando la presión
por la autonomía para conseguir mejores condiciones de negociación
en el parlamento nacional. Vaca Díez, presidente del parlamento, ha
estado defendiendo que alguien pueda sustituir a Mesa y “restaurar
el orden”.
Al mismo tiempo, estas tácticas de un
sector de la oligarquía amenazan con dividir por la mitad al
ejército. El alto mando del ejército boliviano ha dejado claro que
está en contra de cualquier división del país y considera estos
referéndum “ilegales” de “autonomía” como una amenaza para la unidad
de Bolivia. El país está lleno de rumores sobre un golpe de estado y
las fuerzas armadas y la policía están en “estado de máxima alerta”.
El intento de utilizar al ejército contra los
manifestantes, como en octubre de 2003, podría tener el efecto
contrario y radicalizar aún más el movimiento, como ocurrió durante
el octubre rojo.
Divisiones dentro del ejército
También hay rumores sobre un sector de los
oficiales del ejército que no están contentos con que los recursos
naturales del país sean vendidos a las multinacionales y que podrían
formar parte de un movimiento nacionalista dentro del ejército.
Parece ser que ya existe un movimiento de oficiales del ejército
descontentos, llamado “obispos negros”.
En el pleno
ampliado de la COR en El Alto se discutió esta cuestión, Solares en
el cabildo abierto del lunes dijo que si había un oficial del
ejército honesto preparado para tomar el poder él lo apoyaría.
Cuando Evo Morales le dijo que eso significaría una dictadura
militar y que por lo tanto Solares se convertiría en un paramilitar,
los dirigentes sindicales respondieron con el ejemplo de Chávez en
Venezuela (un amigo político cercano de Evo Morales).
En la reunión de la COR en El Alto alguien dijo:
“necesitamos otro Juan José Torres”. Torres fue un oficial del
ejército que llegó al poder en 1970 durante la crisis revolucionaria
e intentó satisfacer al movimiento de masas adoptando algunas
medidas radicales, pero al mismo tiempo fue totalmente incapaz de
resolver las causas raíces de los problemas que están, como ocurre
ahora, en la existencia misma del sistema capitalista. Fue derrocado
en julio de 1971 por un golpe militar de derecha encabezado por
Banzer. Los dirigentes obreros habían confiado en sus discursos
radicales prometiendo armas a los trabajadores y no hicieron ningún
preparativo alternativo. En el momento de la verdad, el golpe los
encontró desarmados y fueron aplastados. Un examen rápido de la
historia boliviana revelaría que los oficiales militares
nacionalistas de izquierda en el poder nunca han sido capaces de
solucionar los problemas de los trabajadores y campesinos y que el
apoyo que les han dado las organizaciones obreras siempre han
terminado en desastres.
Sin embargo, está claro que
si se plantea la cuestión del poder, entonces también se debe tratar
el tema de las fuerzas armadas. Solares tenía razón al decir en la
reunión de El Alto que “necesitamos dividir las fuerzas armadas”,
pero la forma de hacerlo es organizando un fuerte movimiento
revolucionario fuera que pueda ofrecer a los soldados e incluso
oficiales una alternativa seria. El ejército, por su propia
naturaleza, al ser una fuerza militar jerárquica no es fácil de
romper. Sólo se dividiría si se enfrenta a un movimiento
revolucionario serio que ofrezca una salida clara. La historia de
Bolivia está llena de ejemplos de esto. En 1952 los mineros
derrotaron y destruyeron al ejército, crearon milicias de
trabajadores y campesinos armados. Incluso más recientemente, en
febrero de 2003, un motín de la policía fue una parte clave de la
insurrección. En octubre del mismo año, la policía permitió a
decenas de miles de mineros y trabajadores, armados con dinamita y
gritando “guerra civil”, avanzar hacia el parlamento y muchos
oficiales de la policía incluso saludaron a las enojadas masas con
el puño cerrado. También hubo oficiales aislados que en ese momento
se negaron a disparar a la población de El Alto. Estas son
indicaciones claras de que el ejército y la policía no son algo
monolítico y pueden dividirse en líneas de clase.
En
el pleno ampliado de la COR en El Alto ya se tomaron algunas medidas
relacionadas con la autodefensa armada de los trabajadores y se
acordó “organizar y conformar de manera secreta, piquetes armados
con flechas, palos y otros elementos de autodefensa en las
diferentes zonas, sectores y regiones para proteger la integridad de
los trabajadores”. El martes 24 de mayo, cuando los trabajadores de
El Alto fueron al Aeropuerto Internacional para cerrarlo, se
enfrentaron con el ejército que protegía las instalaciones. Los
dirigentes de la COR de El Alto, correctamente, se dirigieron a los
soldados e hicieron un llamamiento para que se unieran a la lucha
del pueblo.
Pero sería un error sustituir una
estrategia seria para la construcción de asambleas y comités
revolucionarios, uniéndolos a nivel nacional, por la esperanza de
que un “oficial nacionalista honesto” aparezca y resuelva el
problema. El ejemplo más reciente de Ecuador ilustra esto muy bien.
Enfrentados a un movimiento revolucionario de masas, en enero de
2000 un sector de los jóvenes oficiales, dirigidos por Lucio
Gutiérrez, se pusieron al lado de las masas de campesinos y
trabajadores y los ayudaron a tomar el poder. Sin embargo, sin un
plan claro de qué hacer con el poder se lo devolvieron a las manos
de la clase dominante. Cuando más tarde Lucio fue elegido presidente
con el apoyo de los trabajadores y los campesinos, giró bruscamente
a la derecha y se convirtió en el instrumento de la intervención
estadounidense en el país. Nada puede sustituir a los organismos
democráticos revolucionarios de los trabajadores y los campesinos.
Aprender las lecciones del pasado revolucionario
de Bolivia
Los trabajadores y los campesinos de
Bolivia han demostrado una y otra vez en los últimos años su
voluntad revolucionaria para transformar de una manera fundamental
su vida. A través de su propia experiencia en la lucha se han dado
cuenta de que esta “democracia” de las multinacionales y la
oligarquía no puede resolver sus problemas básicos de empleo,
comida, tierra, etc., Saben que deben sustituirla por algo mejor, un
sistema que responda a los intereses de la mayoría, los
trabajadores, los mineros, los campesinos, la mayoría indígena, los
oprimidos en general. Una y otra vez se han movilizado, cientos han
dado su vida para conseguirlo. Estas oportunidades se han
desperdiciado por la ausencia de una dirección revolucionaria con un
programa alternativo claro. Esto lo dijo claramente la reunión
nacional ampliada de la COB un día después del derrocamiento de
Lozada en octubre de 2003.
Es difícil decir
exactamente cómo se desarrollará este movimiento en los próximos
días. El martes 24 hubo de nuevo marchas de masas en la capital con
decenas de miles de campesinos, mineros, profesores, trabajadores de
El Alto y vecinos de los barrios del sur de la capital enfrentándose
a la policía e intentado llegar al parlamento. En La Paz se unieron
a los ya presentes 10.000 campesinos de la Federación Departamental
Unida de Trabajadores Campesinos. El líder del sindicato campesino,
Gualberto Choque dejó claro que “no se trata de hacer discursos o
tener reuniones, vamos a tomar el palacio presidencial” (fuente:
Narconews). Al mismo tiempo, las huelgas y las marchas se extendían
a otras ciudades importantes como Potosí y Cochabamba. El movimiento
parece estar en ascenso y creciendo en fuerza y alcance. Las decenas
de miles de mineros, trabajadores y campesinos que han llegado a La
Paz no han llegado sólo a manifestarse, ellos quieren resolver el
conflicto y no serán convencidos fácilmente para que regresen sin
una solución. El escenario está preparado para una importante
batalla de clase.
La clase dominante utilizará todo
su arsenal de trucos: represión, regionalismo, soluciones
constitucionales que no resuelven nada. La palabra final no se ha
dicho. Las masas intentarán de nuevo avanzar y empujarán a sus
dirigentes a la izquierda o los sustituirán por dirigentes que estén
más a tono con sus reivindicaciones y sentimientos. La victoria sólo
puede llegar si en este proceso los militantes más avanzados y
conscientes de la COB, la FEJUVE, las COR regionales, el sindicato
campesinos y el MAS, consiguen construir una organización que avance
firmemente en la idea de que los campesinos y los trabajadores tomen
el poder y creen las instituciones (asambleas y comités
revolucionarios) necesarias para hacer eso.
Las masas
no pueden estar en estado de movilización permanente y el peligro es
que si la crisis boliviana no se resuelve decisivamente a favor de
los trabajadores y los campesinos, en algún momento pueden aparecer
el cansancio, el desencanto y la desilusión, primero entre las capas
menos avanzadas y después entre los activistas. En ese momento la
clase dominante pasará a la contraofensiva y para aplastar el
movimiento revolucionario de las masas no tendrá otra opción que el
establecimiento de una dictadura militar violenta. La rica historia
revolucionaria de Bolivia está llena de ejemplos. La vanguardia del
movimiento actual debe estudiar esos ejemplos y sacar las
conclusiones necesarias.
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Diletantismo
Por Kona -
Friday, May. 27, 2005 at 2:06 PM
quehuama2004@yahoo.com.ar xxx Aguado S/N
Es hora de actuar no de opinar.
La ausencia de una direccion revolucionaria que es la raiz de los p`roblemas, no se soluciona con discursos varatos.
Bolivia historicamente a sido el espejo en el que tenemos que mirarnos. Las masas pasan por la izquierda de las "izquierdillas" latinoamericanas y mundiales, y la rpoblematica de la direccion politica revolucionaria, dialecticamente esta relacionada con una teoria y una praxis.
Logicamente, algun papel a jugado el trotskysmo Boliviano en el acontecer historico del altiplano (no ablo del trotskymo exprtado de argentina, que da lastima), y es en este terreno que debemos apuntar nuestras criticas, para saber si estamos siendo honestos politicamente y saber a donde estamos apuntando la critica o la autocritica.
Les guste o no a los comentaristas de la lucha de clases, el POR boliviano a estado presente en la lucha , desde el año 1937.
¿Cual ha sido su papel en la actual coyuntura?
VIVA LA REVOLUCION DE OBREROS, CAMPESINO E INDIGENAS EN BOLIVIA !!!!!