EL TESTAMENTO POLÌTICO DE TROTSKY.
Por EL MILITANTE -
Saturday, May. 28, 2005 at 2:38 PM
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El Militante nº 10
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Testamento Político de Trotsky |
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Autor : León Trotsky Fecha
: ( 27-Febrero-1940 ) Categoria : Historia
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presión arterial (que sigue aumentando) engaña a los que me rodean
sobre mi estado de salud real. Me siento activo y en condiciones de
trabajar, pero evidentemente se acerca el desenlace. Estas líneas se
publicarán después de mi muerte.
No necesito refutar
una vez más las calumnias estúpidas y viles de Stalin y sus agentes;
en mi honor revolucionario no hay ni una sola mancha. Nunca entré,
directa ni indirectamente, en acuerdos ni negociaciones ocultas con
los enemigos de la clase obrera. Miles de adversarios de Stalin
fueron víctimas de acusaciones igualmente falsas.
Las
nuevas generaciones revolucionarias rehabilitarán su honor político
y tratarán como se lo merecen a los verdugos del Kremlin. Agradezco
calurosamente a los amigos que me siguieron siendo leales en las
horas difíciles de mi vida. No nombro a ninguno en especial porque
no puedo nombrarlos a todos.
Sin embargo, creo que se
justifica hacer una excepción con mi compañera, Natalia Ivanova
Sedova. El destino me otorgó, además de la felicidad de ser un
luchador por la causa del socialismo, la felicidad de ser su esposo.
Durante los casi 40 años que vivimos juntos ella fue siempre una
fuente inextinguible de amor, bondad y ternura. Soportó grandes
sufrimientos, especialmente en la última etapa de nuestras vidas.
Pero en algo me reconforta el hecho de que también conoció días
felices.
Fui un revolucionario durante mis cuarenta y
tres años de vida consciente y durante cuarenta y dos luché bajo las
banderas del marxismo. Si tuviera que comenzar todo de nuevo
trataría, por supuesto, de evitar tal o cual error, pero en lo
fundamental el curso de mi vida sería el mismo. Moriré siendo un
revolucionario proletario, un marxista, un materialista dialéctico
y, en consecuencia, un ateo irreconciliable. Mi fe en el futuro
comunista de la humanidad no es hoy menos ardiente, aunque sí más
firme, que en los días de mi juventud.
Natasha se
acerca a la ventana y la abre desde el patio para que entre más aire
en mi habitación. Puedo ver la brillante franja de pasto verde que
se extiende tras el muro, arriba el cielo claro y azul, y el sol
brilla en todas partes. La vida es hermosa. Que las futuras
generaciones la libren de todo mal, opresión y violencia y la
disfruten plenamente.
Coyoacán (México), 27 de
febrero de 1940
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