Bolivia al rojo vivo.
Por EL MILITANTE -
Friday, Jun. 03, 2005 at 1:27 PM
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Bolivia "en tres y dos" |
La crisis
revolucionaria alcanza su punto álgido |
Autor : Jorge Martín Fecha
: ( 01-Junio-2005 ) Categoria : Bolivia
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martes 31 de mayo toda una serie de marchas y manifestaciones con
decenas de miles de personas rodearon el parlamento boliviano. En la
tercera semana de protestas, manifestaciones y bloqueos de
carreteras, 100.000 trabajadores, mineros, campesinos, la población
de El Alto, profesores, etc., desahogaron su furia en el centro de
La Paz.
Era el día en que supuestamente el parlamento
reanudaría sus sesiones. Las masas de trabajadores y campesinos no
llegaron allí sólo para presionar a los parlamentarios, sino más
bien para garantizar el cumplimiento de su principal reivindicación:
la nacionalización de los hidrocarburos bolivianos.
La actual oleada revolucionaria de Bolivia comenzó
hace cuatro semanas cuando el parlamento aprobó la Ley de
Hidrocarburos que aumentaba las regalías y los impuestos. Esta ley
era demasiado para las multinacionales y muy poco para el movimiento
de masas de trabajadores y campesinos, un movimiento que lleva
luchando por la nacionalización desde octubre de 2003.
En aquel momento consiguieron derrocar al presidente,
Sánchez de Lozada, pero como los líderes del movimiento no tenían
una alternativa clara, Lozada fue sustituido por el vicepresidente
Mesa. Durante el último año y medio Mesa ha estado intentando
maniobrar, por un lado, entre los intereses de la oligarquía y las
multinacionales y, por el otro, con la formidable presión del
movimiento de masas. La Ley de Hidrocarburos aprobada a principios
de mayo era el reconocimiento de la impotencia e incapacidad de
reconciliar estos intereses irreconciliables.
Incluso
los dirigentes del MAS, que habían sido el principal punto de apoyo
del gobierno Mesa, fueron obligados por miles de campesinos a
convocar manifestaciones y una marcha a la capital, La Paz, a 190
kilómetros de distancia. El 23 de mayo la marcha de campesinos llegó
a La Paz y se unió a la población de El Alto (que lleva en huelga
indefinida desde entonces), a los mineros (que cancelaron su
congreso para unirse a la protesta), a los profesores urbanos y
rurales (también en huelga), a los estudiantes de la Universidad de
El Alto y a otros sectores.
El líder del MAS, Ramón
Loayza, tuvo que admitir que habían sido “superados por las bases” y
dio al parlamento cuatro días para nacionalizar las reservas de gas
natural y convocar la asamblea constituyente. Si no se hacía esto
amenazó con que “cerraremos el parlamento”.
Por otro
lado, la oligarquía amenazó a Mesa diciendo que ellos declararían
una “autonomía” unilateral en las regiones orientales del país
(Tarija, Santa Cruz, etc.,). Calculan que con esto podrán llegar a
sus propios acuerdos separados con las multinacionales para la
explotación de las reservas de gas, localizadas principalmente en
estas regiones.
Suspendido en el aire, con la
oposición del movimiento de masas de trabajadores y campesinos, y de
los principales representantes de la clase dominante, Mesa ha
intentado en los últimos días apelar al ejército. En un discurso
ante las fuerzas armadas defendió su derecho a no someterse a los
tribunales civiles con relación a los trabajadores y campesinos
asesinados en las insurrecciones de febrero y octubre de 2003.
También recordó a todos que el presidente tiene el derecho de
utilizar el ejército.
Pero incluso dentro del
ejército la situación para Mesa no está clara. La semana pasada dos
oficiales de alta graduación hicieron una declaración pública
pidiendo la dimisión de Mesa, la nacionalización del gas natural y
la formación de un “gobierno del pueblo”. Esta situación de empate
entre las clases, donde el poder real está en las calles, se pudo
ver gráficamente en los acontecimientos del 31 de mayo.
El parlamento se suponía que debía empezar la sesión
al mediodía. Pocos parlamentarios llegaron al edificio
parlamentario. Los parlamentarios de Santa Cruz y otras regiones
orientales se negaron a asistir a la sesión si no había un acuerdo
previo que reconociera los referéndum de “autonomía” que han
convocado para el 12 de agosto. El presidente del parlamento, Vaca
Díez, alineado firmemente con los intereses de la clase dominante y
propuesto por algunos como un sustituto del cada vez más débil Mesa,
fue sólo unos minutos, después se fue y no regresó.
Mientras tanto, los dirigentes del MAS acusaron a la
fracción de derechas del parlamento de intentar organizar un golpe
de estado con Vaca Díez a la cabeza. Evo Morales siempre ha jugado
la carta de conseguir el poder dentro de los límites de la
desacreditada democracia capitalista y ha mostrado entusiasmo por
conseguir un parlamento llamado asamblea constituyente.
La realidad es que esto es algo que Mesa está
dispuesto a conceder, como una forma de desmovilizar a un sector
importante de los manifestantes. Si el parlamento aprueba una ley
convocando la asamblea constituyente, Morales y los dirigentes del
MAS inmediatamente pedirían a sus seguidores que regresaran a casa.
Mesa estaría cómodo con este resultado porque desmovilizaría el
movimiento de masas (o eso cree) sin tener que dar ninguna concesión
a la principal reivindicación de las masas: la nacionalización de
los hidrocarburos.
Ayer Evo Morales llegó incluso a
garantizar personalmente la seguridad de todos los parlamentarios
que quisieran participar en la sesión. En un intento de cuadrar el
círculo, intentó convencer a la oligarquía de que la convocatoria de
la asamblea constituyente no contradice los deseos de la autonomía
regional. En realidad, para las masas de campesinos que todavía
siguen a los dirigentes del MAS (y muchos de ellos están ahora más a
la izquierda que la dirección), si la asamblea constituyente
significa algo es precisamente la nacionalización del gas, el poder
en manos del pueblo, es decir, de los trabajadores y los campesinos.
Para los oligarcas orientales “autonomía” significa control de los
recursos del gas para podérselos vender a las multinacionales. ¿Cómo
se pueden reconciliar estos dos intereses opuestos entre sí?
Mientras que las masas de trabajadores y campesinos
rodean el parlamento para intentar cerrarlo, Evo Morales y los
dirigentes del MAS intentan apuntalar el desacreditado parlamento
capitalista, ¡cuando ni siquiera la propia clase dominante está muy
entusiasmada con él!
Jaime Solares, dirigente de la
Central Obrera Boliviana (COB), amenazó con que si el parlamento no
aprueba la nacionalización del gas, entonces “quemaremos el
parlamento”. Al final la sesión parlamentaria terminó por la noche,
muy tarde, con sólo 66 de los 157 parlamentarios presentes. No
fueron capaces de llegar a un acuerdo en nada.
Mesa
en realidad está suspendido en el aire. Acusó al líder de la COB,
Jaime Solares, y a uno de los dirigentes de la Confederación Obrera
Regional de El Alto, Roberto de la Cruz, de subversión y sedición
para derrocar al gobierno, pero fue totalmente incapaz de
detenerlos. En este momento concreto es poco probable que pueda
utilizar el ejército contra las masas porque, como ocurrió en
octubre de 2003, esto radicalizaría aún más el movimiento y
precipitaría su caída (aparte de que no está claro que el ejército
cumpliera sus órdenes).
El poder real está en
realidad en manos de las masas de trabajadores y campesinos en las
calles. Incluso el parlamento burgués sólo puede reunirse con el
permiso de las masas que lo rodean. El problema principal ahora,
como en octubre de 2003, no es la fuerza del movimiento de masas
(que crece con la extensión por todo el país de la huelga general y
los bloqueos de carreteras) o su disposición a luchar. El único
factor ausente es la dirección con una estrategia clara de cómo
tomar el poder.
En octubre de 2003 los mineros, los
trabajadores y los campesinos rodearon el parlamento y derribaron el
gobierno. Pero sus dirigentes (Solares y Quispe en aquella época) no
sabían cual era el siguiente paso, ni tenían una idea clara de lo
que sustituiría al parlamento burgués, al final el poder se les fue
de las manos y regresó a Mesa. La oportunidad se perdió.
Ahora las masas han pasado por la experiencia del
gobierno Mesa. Sectores importantes del movimiento (trabajadores,
sindicalistas, la población de El Alto) ya han dejado claro que
están luchando por un “gobierno de obreros y campesinos”. Incluso
estos, principalmente los campesinos dirigidos por el MAS que apoyan
la convocatoria de una asamblea constituyente la ven como una forma
de gobierno de los campesinos y los trabajadores, donde ellos
tomarán las decisiones.
La cuestión crucial es ¿cuál
es el siguiente paso para el movimiento obrero? La consigna
principal debería ser la convocatoria de una Asamblea Popular
Revolucionaria, formada por representantes elegidos en todos los
sindicatos, organizaciones campesinas, organizaciones vecinales,
etc., y esta asamblea tomaría el poder en sus manos. Esta es la
única estrategia que puede ofrecer una salida en este momento
concreto.
El capitalismo boliviano está en tal
situación de crisis que un gobierno democrático burgués normal no
puede ya contener el movimiento revolucionario de las masas. O los
campesinos y los trabajadores toman el poder en sus manos o la clase
dominante utilizará uno u otro truco para retomar el poder y
aplastar el movimiento de la forma más brutal.
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