UN HÉROE LENINISTA DE NUESTRO TIEMPO En memoria de Valery Sablin: la verdadera historia del
Octubre Rojo
"Confia en que la historia
juzgará los acontecimientos y que nunca tendrás que avergonzarte de lo que
hizo tu padre. De ninguna manera te conviertas en una de esas personas que
critican pero no llevan hasta el final sus acciones. Esas personas son
hipócritas -- débiles-- , inútiles que no tienen la fuerza para
reconciliar sus creencias con sus actos. Te deseo valor. Mantente firme en
la creencia de que la vida es maravillosa. Se positivo y confía en que la
revolución siempre triunfará". (extracto de la última
carta que Valery Sablin dirigió a su hijo poco antes de su
ejecución).
El jueves 7 de septiembre, el
Canal 4 de televisión emitió un programa fascinante que formaba parte de
una serie de documentales dedicados a la historia secreta, el título era:
El motín: la verdadera historia del --. Este extraordinario
documental nos enseña por primera vez la verdadera historia en la que se
basaba la película A la caza del -- (1990), una versión
cinematográfica de la novela homónina de Tom Clancy publicada en 1984. En
ella se relata la historia de Marko Ramius, capitán de un submarino ruso
que se apoderó de la nave para desertar, y que realiza un viaje épico a
través del Atlántico. La historia estaba inspirada en acontecimientos
reales.
El autor se inspiró en el motín
encabezado por Valery Sablin a bordo del barco de guerra Sentry (en
ruso Storozhevoy) en noviembre de 1975. En su libro explica:
"Existe un precedente auténtico para esta novela. El 8 de noviembre de
1975, el Storozhevoy, una fragata soviética de mísiles de clase Krivak, y
que intentaba navegar desde Riga (Letonia), a la isla sueca de Gotland. El
oficial político de abordo, Valery Sablin, encabezó un motín de los
soldados rasos. Sablin y otras 26 peresonas fueron juzgadas y
ejecutadas". Sin embargo, el gobierno soviético ocultó la verdadera
historia del -- y por fin ahora ha salido a la luz.
Hasta el fin de la guerra fría,
el servicio de inteligencia occidental creía que la tripulación quería
desertar, y en esta historia se basó el libro de Clancy y la película.
Pero en los últimos días de la Unión Soviética salieron a la luz nuevas
pruebas que son las que revela el programa de Canal 4 y demuestran que el
relato de Clancy es incorrecto. El objetivo del Sentry no era
desertar a occidente, era imposible porque el líder del motín -- Valery
Sablin-- , estaba comprometido con la causa del comunismo. Su intención no
era huir a occidente, sino provocar una revolución política en la URSS con
el objetivo de derrocar a la burocracia estalinista y restaurar un
auténtico régimen de democracia leninista soviética. Como se dice en el
programa: "Era un ferviente partidario del comunismo, Sablin procedía
de Leningrado (ahora San Petersburgo). La memoria del acorazado Potemkin
-- amotinado durante la revolución de 1905-- y del crucero Aurora -- que
encendió la mecha de la revolución de 1917-- , le sirvieron de inspiración
y esperaba que su motín fuera la chispa de una nueva rebelión en
Leningrado, y por fin terminar la incompleta revolución
rusa".
La historia verdadera siempre es
más rica, extraordinaria y conmovedora que los mejores relatos de ficción.
Y no cabe ninguna duda de que esta historia servirá de inspiración para
los jóvenes y trabajadores de Rusia y del mundo entero. Este maravilloso
documental tiene que llegar a la mayor audiencia posible.
¿Quién era Valery
Sablin?
Valery Mikhailovich Sablin era
hijo y nieto de oficiales de la marina, a los dieciseis años siguió los
pasos familiares y se alistó en la academia naval Frunze. Con sus
antecedentes familiares era normal que desde muy pequeño sintiera un
profundo amor por el mar y la armada, un profundo sentido del deber, la
disciplina militar y el patriotismo soviético. Pero Sablin no era sólo un
militar, ante todo era un comunista y un hijo de la Revolución de Octubre.
Esto sería lo que daría un significado interno a su vida y a sus
actos.
Valery se educó en la base naval
entre los hijos de los oficiales. Tenía un gran sentido de la moralidad,
como relataba Boris Sablin -- uno de sus hermanos-- , "era incapaz de
mentir". Detestaba la hipocresía en todas sus formas. También era incapaz
de presenciar un acto de injusticia y guardar silencio. Desde su más
tierna infancia soñaba con navegar. En 1955 -- con sólo 16 años-- , Valery
fue aceptado en la elitista academia militar de Frunze (Leningrado), donde
se convirtió en un estudiante modelo. Incluso entonces, ya era un
ferviente comunista, y fue elegido responsable de la organización
comunista juvenil. En la escuela era conocido, probablemente en broma,
como "la conciencia de la clase". De alguna manera era diferente e incluso
sus compañeros llegaron a comprender donde residía esa diferencia. Uno de
sus compañeros recuerda: "Todos fuimos educados para creer en la ética
socialista y comunista. Todos creíamos en ella. Pero Valery era tan
íntegro que quería poner estas ideas en práctica".
Estas líneas son reveladoras y
demuestran una verdad importante de la Unión Soviética. El régimen
burocrático que se aupó al poder tras la muerte de Lenin, sobre todo se
caracterizaba por la hipocresía. Las personas juraban lealtad al comunismo
y a las ideas de Lenin, pero en la práctica todo el sistema era la
negación de los ideales democráticos e igualitarios de la Revolución de
Octubre. Cerraban los ojos a las desigualdades y a la corrupción, y
actuaban como si estas cosas no existieran. Pero esta contradicción entre
la teoría y la práctica, entre las palabras y los hechos, era algo ajeno a
la naturaleza de Valery Sablin. Desde el principio de su vida consciente,
se reveló con cada fibra de su ser contra esta situación. Y su vida estuvo
caracterizada por la sinceridad y la audacia. Valery no quería sólo
pronunciar bonitos discursos sobre el comunismo, quería vivir bajo el
comunismo, "poner estas ideas en
práctica"
A la muerte de Stalin en 1953
siguió la era de Kruschev, que marcó un punto de inflexión en la URSS. La
muerte del tirano abrió las compuertas del descontento en Rusia. La
burocracia, con un nuevo líder -- Nikita Kruschev-- , intentaba llevar
adelante reformas desde arriba para evitar una revolución desde abajo.
Pero Kruschev nunca tuvo la intención de eliminar el poder y los
privilegios de la casta dominante, de los millones de funcionarios
parásitos del estado, del partido y las fuerzas armadas, quienes
gobernaban en nombre de la clase obrera y que como explicó Trotsky, en
realidad era un tumor parasitario en el seno del estado obrero.
Valery dio su primer paso
político a los 20 años de edad, escribió una carta al presidente Kruschev
y en ella denunciaba las desigualdades sociales que desfiguraban el
"socialismo" soviético. No hay duda de que fue un acto arriesgado y
valoroso, le podría haber costado su carrera o incluso algo peor. A las
autoridades, como era de esperar la carta no les gustó en absoluto, y
respondieron con una dura reprimenda y retrasaron su graduación. Una
prueba más de la capacidad y tenacidad personal de Sablin, es que a pesar
de este revés, consiguió terminar los estudios y graduarse con todos los
honores en la academia militar.
En 1964 sustituyeron a Kruschev,
para el nuevo régimen una de las primeras prioridades era la expansión de
la armada soviética y alcanzar a EEUU. La armada se convirtió en el
orgullo y la joya del nuevo líder -- Leonidas Breznev-- , pero este
sentimiento estaba lejos de ser mutuo. El historiador naval, Nikolai
Cherkashin, dice que: "la dirección geriátrica del Kremlin en el Politburó
con Breznev a la cabeza, nunca dirigieron el país hacia la prospetridad, y
nunca les importó el comunismo en el que creía Sablin".
Cinco años después ofrecieron a
Sablin el mando de un destructor, sin duda un premio extraordinario para
un oficial de sólo 30 años de edad. Para sorpresa y consternación de su
familia Valery rechazó la oferta y optó por completar sus estudios en la
academia política Lenin, una institución de elite abierta sólo a los
oficiales del ejército. El amor de Valery Sablin por la armada ocupaba el
segundo lugar después de su devoción por la causa de la Revolución de
Octubre y la clase obrera. El rechazo de la oferta hecha por la Comisión
naval al principió conmocionó a su familia, pero su hermano Boris, mucho
más tarde comprendería la razón. Su hermano quería comprender como
funcionaba el sistema desde dentro. Para poder acabar con la bestia en
primer lugar era necesario comprender su naturaleza.
Con firme determinación se
sumergió en el estudio de los clásicos del marximo: día y noche, estudiaba
las obras de Marx, Engels y Lenin, quería comprender la revolución. Pero
al joven oficial de marina le atormentaba una duda interior, allá donde
mirase sólo veía privilegios, desigualdad y corrupción, algo abominable
para un auténtico comunista. Pronto decidiría actuar para cambiar el
sistema. Cómo pudo suceder que la Revolución de Octubre, que había luchado
para acabar con la desigualdad y la opresión de clase, para aupar a la
clase obrera al poder, hubiera finalizado en una caricatura monstruosa, un
régimen totalitario burocrático que no tenía nada en común con los ideales
democráticos descritos por Lenin en El estado y la
revolución.
En la academia, para su
consternación Sablin comprobó la existencia de límites que estaban fuera
de su alcance. Sabía que Trotsky fue uno de los principales dirigentes de
la Revolución de Octubre junto con Lenin. También sabía que después de la
muerte de Lenin, Trotsky había luchado contra la burocracia estalinista, a
favor de la democracia obrera y el internacionalismo proletario. Pero
¿dónde podía conseguir los escritos de Trotsky y del resto de dirigentes
de la Oposición? Él creía que al unirse a la elitista escuela del partido,
podría tener acceso a los archivos secretos. Pero sus esperanzas fueron en
vano.
Sablin confió a su hermano el
desencanto que le había producido comprobar que este lugar existiera
también la censura. La educación política que se impartía en esta elitista
institución era tan burda como la línea oficial del partido enseñada en
las escuelas.
Incluso sin tener acceso a los
escritos de Trotsky, Valery llegó a sus propias conclusiones. La casta
privilegiada de burócratas que dominaban el país, nunca dejarían el poder
sin presentar resistencia. Sablin estudió cuidadosamente El estado y la
revolución y comprendió que "la armadura del estado y el partido era
tan tupida que ni los golpes directos la aplastaría", y llegó a la
conclusión de que "era necesario destruir desde dentro la máquina". Los
sobrecogedores acontecimientos de noviembre de 1975 darían pleno
significado a estas palabras.
La armada siempre ha sido el
sector más revolucionario de las fuerzas armadas. Este hecho está
directamente relacionado a la composición más proletaria de los marineros,
en su mayoría procedían del proletariado industrial. Las tradiciones
revolucionarias de los marineros se pudieron ver tanto en 1905, en el
célebre motín del acorazado Potemkin como en 1917, cuando los marineros de
Kronstadt formaron la columna vertebral de las fuerzas bolcheviques en la
revolución y la guerra civil. Valery Sablin conocía perfectamente esta
historia, las tradiciones revolucionarias de Rusia y el destacado papel de
los marineros.
El Sentry era uno de los
barcos de guerra más modernos de la flota soviética. Sablin se unió a este
submarino de caza en 1973, como segundo de abordo a su capitán, Anatoly
Putorny. Sablin también era el oficial político del barco: responsable a
fin de cuentas de la KGB -- la temida policía secreta-- , estaba a cargo
de dar los informes políticos, mantener la moral y evitar las desviaciones
de la línea oficial del partido. Su propio "desvío" le llevaría tres años
después a la muerte.
Los preparativos de la
rebelión
Como oficial político, Sablin
estaba obligado a pronunciar conferencias regulares sobre el marxismo
leninismo -- más bien la caricatura estalinista del marxismo leninismo-- ,
hechas a la medida para cumplir las necesidades de la burocracia.
Normalmente a estas conferencias asistían los hombres con una actitud de
aburrimiento e indiferencia, pero las de Sablin eran diferentes. Se
apartaba de los textos recomendados por el partido y se dedicaba a otros
temas, en particular a las revoluciones de 1905 y de Octubre, y a las
ideas del auténtico leninismo. Incluso los enemigos de Sablin admitían que
era una persona muy bien educada e informada.
En sus conferencias, a menudo
relataba la larga tradición de la armada en la revolución, en especial el
motín del acorazado Potemkin. La armada acababa de celebrar el setenta
aniversario de este famoso acontecimiento y el tema estaba fresco en la
mente de los hombres. Según Nilokai Chekashin "Sablin continuaba las
tradiciones revolucionarias bolcheviques, estaba empapado en estas
tradiciones. Sus cálculos eran sencillos, mantener la fe en las
tradiciones revolucionarias del acorazado Potemkin".
Antes de que Sablin pudiera poner
en práctica su plan, tenía que encontrar colaboradores. Eligió a Alexander
(Sasha) Shein, un joven proletario con aspecto franco y sincero, un típico
muzhik ruso, que como el mismo admite, era un "poco rebelde". Este
marinero de veinte años de edad, era el ayudante de Sablin en la
preparación de sus conferencias. Durante el motín Sasha Shein se convirtió
en el segundo de Sablin. "Aquellos cursos políticos era una
completa burla", Sasha se expresa con la franqueza característic del
proletario, "eramos conscientes de que había poca sinceridad y que todo
eran apariencias". Estas palabras expresan gráficamente la actitud de los
trabajadores soviéticos hacia el "comunismo" oficial. El aspecto más
intolerable era precisamente la falta de sinceridad -- la hipocresía que
impregnaba todos los aspectos de la vida cotidiana y la envenenaba como
una plaga contagiosa-- .
Bajo el capitalismo, los
trabajadores aceptan la existencia de los ricos y los pobres como algo
natural e inevitable. Puede que no te guste pero tienes que aceptarlo como
la consecuencia lógica del sistema de mercado. Pero ¿cuál es la
justificación posible ante la monstruosa desigualdad de un sistema que se
llamaba "socialista" y que alardeaba de construir el "comunismo", una
sociedad sin clases, la forma más elevada de la civilización humana? Para
cualquier persona consciente la contradicción entre las palabras y los
hechos en la Unión Soviética era algo insoportable. Y es precisamente este
sentido de injusticia lo que yace en el corazón del motín del
Sentry.
"Le dije a Sablin: ¿para qué
sirve si todo es una fachada?", recuerda Shein, "si hay una guerra, ¿quien
va a defender la patria con toda esta retórica sin sentido?" Este cinismo
estaba muy extendido en la URSS. Lo único insólito en las palabras de
Sablin es que expresara ante su oficial superior con esta franqueza.
Normalmente, el oficial político era la figura más temida del barco: un
confidente del partido y miembro del KGB, alguien que te espía y te
mantiene bajo control. Pero los hombres pronto descubrieron que este
oficial político era algo diferente. Sablin pronto se ganó si respeto. "La
tripulación tenía un concepto muy elevado de él. Un oficial político en el
que podían confiar", recuerda Victor Borodai, un guardiamarina del
Sentry. Para el gusto de su superior, las relaciones de Sablin con
los marineros eran muy estrechas. Le adviertieron que cambiara de método,
pero todos los avisos cayeron en odios sordos. Sablin seguía su propio
orden del día. Las conferencias de Sablin tenían un objetivo muy serio:
preparar el corazón y la mente de la tripulación para la rebelión. Varios
marineros se sintieron atraidos por este extraño "comisario" que
despertaba un sentimiento de respeto y devoción.
El 8 de noviembre de 1975, el
Sentry llegó al puerto báltico de Riga (Letonia), para tomar parte
en la ceremonia militar que conmemoraba el aniversario de la revolución
rusa, Sablin decidió aprovechar la oportunidad que se le presentaba,
coincidiendo con la fecha más simbólica del calendario soviético, comenzó
a poner en práctica sus planes.
Esa noche Sablin decidió actuar.
En primer lugar llamó a Sasha Shein a la sala de conferencias y le hizo
una pregunta inesperada: "¿Estás dispuesto a trabajar para la KGB?". La
reacción de Shein fue una mezcla de rabia y desencanto. Después de todo lo
que este hombre le había enseñado, ahora intentaba reclutarle para la
policía secreta, como un espia, ¡un vulgar informador del KGB! La reacción
instintiva de Shein fue expresar su malestar, pero fue interrumpido por
una voz tranquilizadora: "Espera Sasha, calmate, no te enfades. Te estaba
poniendo a prueba. Sientate, debemos hablar en serio".
El plan de Sablin era
increíblemente audaz. Explicó a Sasha que la burocracia había traiciondo a
la Revolución de Octubre y al pueblo soviético; el régimen de privilegios
y desigualdades no tenía nada en común con las ideas de Lenin y el Partido
Bolchevique, y la única salida era una nueva Revolución de Octubre. La
clase obrera soviética tenía una tradición revolucionaria y con una
dirección audaz, los trabajadores responderían. En tres días quería tomar
el control del Sentry y zarpar hacia Leningrado. Una vez allí
emitiría una proclama por radio dirigida al pueblo de la Unión Soviética
para que se levantara contra la camarilla del Kremlin e implantar un
auténtico régimen de democracia soviética.
El motín del Sentry
El 8 de noviembre, informaron al
capitán Putorny que los hombres estaban bebiendo a bordo. Putorny decidió
resolver él mismo el incidente. Al bajar le inmovilizadon, Sablin reunió a
la tripulación y les proyectó El acorazado Potemkin, la inspiradora
película de Eisenstein que relata el motín naval de 1905 en Odessa.
Mientras se proyectaba la película muda, Sablin explicó su plan, y exhortó
a los oficiales a que le apoyaran. Los oficiales estaban divididos, ocho a
favor y ocho en contra. La situación era más clara entre los marineros
normales, la triplación reunida por Alexander Shein estaba unánimente a
favor.
Sablin reunió a los oficiales e
intentó convencerles. En este momento no sabía si alguien le apoyaría, el
arresto del capitán les había asustado. La mitad de los oficiales del
barco -- aquellos hombres sinceros y decentes que ponían su conciencia
antes que sus intereses personales-- apoyaron esta propuesta. Los otros,
como el oficial médico Oleg Sadikov, la rechazaron directamente. Sadikov
era un especimen típico del arribista soviético y un servil oportunista,
apenas pudo reprimir una sonrisa cínica y de desprecio cuando Sablin
exponía sus planes revolucionarios. Concretamente fue mordaz en la última
referencia a Leningrado como "la cuna de la revolución". Para este tipo de
filisteos todas las perspectivas revolucionarias son una "locura",
"utopía" y "poco prácticas". La sabidurá de estos listos, se reduce a la
filosofía del pelotilleo son como los esclavos que aprenden a amar sus
cadenas. Estas personas son la negación de todo el progreso humano. Ellos
existen en todos los países en cada período histórico. Si los Sablin de
este mundo representan la cara de la humanidad, los sadikovs representan
sólo su trasero.
Impasible, Sablin exigió una
votación. Aquí vemos el papel crucial de la dirección. Sin un partido ni
aparato detrás de él, sólo con su determinación, vitalidad revolucionaria
y fortaleza de carácter, los atrrastró tras de sí. El voto a favor de la
rebelión transformó completamente el ambiente entre los hombres. En el
transcurso de esta lucha, como en todas las luchas, la moral de los
combatientes experimenta constantes alzas y bajas. Esa es la naturaleza de
las cosas. Las nociticas de que la multitud habían votado masivamente a
favor de la rebelión y que al menos, la mitad de los oficiales habían
decidido apoyarles tuvo un efecto inmediato y electrificante: "A partir de
ese momento se extendió el entusiasmo", recuerda Shein con una sonrisa
irónica, "el espiritu de todo el mundo estaba elevado. Pensábamos que nos
convertiríamos en heroes".
Se puede decir que en el plan de
Sablin existía cierto elemento de ingenuidad. Y con la sabiduría que te
dan los acontecimientos pasados, también se puede decir que estaba
prácticamente condenado al fracaso. Pero sería injusto y parcial porque
Sablin no era un utópico. Aunque su plan era arriesgado, se basaba en una
comprensión sobría de la situación. Era evidente el descontento existente
entre las masas con el régimen burocrático. Pocos años había estallado la
insurrección de los trabajadores de Novocherkassk, reprimida brutalmente
por el régimen. El entusiasmo con que la tripulación e incluso un gran
sector de los oficiales recibieron la propuesta de Sablin, demuestra que
comprendía el ambiente de las masas. Para que la insurrección tuviera
éxito, era necesaria la unidad en la lucha de los marineros y los
trabajadores. Sablin lo comprendía perfectamente, y por eso quería ir a
Leningrado y una vez allí dirigerse a la población civil.
Todo habría sido más facil con la
existencia de un auténtico partido leninista. ¿Pero en donde Sablin
encontraría este partido? Su experiencia personal en el "Partido Comunista
de la Unión Soviética", bastó para convencerle de que no era un partido
comunista, sino un arma más del estado burocrático, un club de lacayos y
arribistas. No es casualidad que no apelara al partido "comunista", sino
directamente a la clase obrera de la URSS. El estado totalitario, con sus
millones de espías y provocadores extendía sus tentáculos en cada fábrica,
universidad y barracón. Sablin consiguió llegar tan lejos porque asumió
que él, in oficial político, era uno de los perros guardianes del régimen.
Su posición le daba la oportunidad de organizar y preparar un plan
secreto, probablemente se refería a esto cuando decía que el régimen
tendría que ser destruido desde dentro.
¿Tendría que haber esperado a la
creación de una organización leninista clandestina entre los marineros y
depués vincularla con los trabajadores en las fábricas? En abstracto quizá
sí. Pero Sablin conocía bien las enormes dificultades a las que se
enfrentaba su empresa. En cualquier momento podría ser traicionado al KGB.
Y tenía en sus manos una oportunidad única para actuar. Sablin no era un
loco, calculó los riesgos y su fracaso le costó la vida. Pero este acto de
heroismo personal es infinitamente superior a esas sonrisas de desprecio
de los fariseos que sencillamente quieren salvar su pellejo y que nunca
mueven un dedo por la causa del pueblo soviético.
La reacción de la tripulación fue
muy significativa. Trotsky decía que las fuerzas armadas son siempre un
reflejo fiel de las tendencias existentes en el seno de la sociedad. La
base de la armada, en su mayoría jóvenes de la clase obrera, era un fiel
reflejo del ambiente de la clase obrera soviética en ese momento. Los
mismos dirigentes que pronunciaban bonitos discursos sobre la
"construcción del comunismo" en la URSS, vivían como príncipes y
millonarios, mientras que las condiciones de vida de la gran mayoría de
los ciudadanos soviéticos eran mucho peóres.
La existencia de estas
desigualdades sociales cada vez mayores, recordaba que la Unión Soviética
no se dirigía al socialismo, todo lo contrario, se alejaba de él. Los
acontecimientos posteriores han confirmado este hecho. La misma burocracia
parasitaria que hablaba hipócritamente en nombre del "socialismo" y el
"comunismo" después presidió la destrucción de la economía planificada de
la URSS. La única forma de haberlo evitado, hubiera sido derrocando a la
burocracia, a través de una revolución política que restaurara el poder de
la clase obrera. Y esto es lo que Sablin intentaba hacer.
Que una revolución política
contra la burocracia era posible, se demuestra en los acontecimientos que
aquí se describen. El hecho de que un gran sector de los oficiales del
Sentry se pasaran al lado de la rebelión, es un síntoma de enorme
importancia. Demuestra en miniatura el proceso que se habría desarrollado
en la URSS una vez la clase obrera hubiera dado un paso al frente. La
burocracia -- como dijimos los marxistas-- , se habrían dividido por la
mitad y un sector se habría pasado al lado del proletariado. Tampoco es
sorprendente que un sector de los oficiales se negara a apoyar la
rebelión. Como en toda huelga siempre hay algunos esquiroles, pero lo más
increíble es que entre los marineros no existiera ningún esquirol, y que
sólo un puñado de oficiales -- los elementos más cobardes y
despreciables-- se opusiera activamente a la rebelión.
Estos elementos jugaron un papel
pernicioso y delataron la rebelión a las autoridades. Antes de que el
Sentry pudiera abandonar Riga, un joven oficial saltó del barco
para dar la voz de alarma, al principio este hecho creó alguna vacilación,
pero Sablin decidió seguir adelante, y lo más significativo era la firme
actitud de los marineros normales, la mayoría adolescentes, que insistían
en continuar con la rebelión: "Hemos empezado esto; debemos terminarlo".
El submarino zarpó de Riga a la una de la madrugada del 9 de noviembre, y
se dirigió a Leningrado.
Antes de dejar Riga, Valery
escribió una carta a su esposa, en ella explicaba por qué había decidido
arriesgarlo todo. Sablin tenía esposa e hijo, era un oficial naval, nacido
en el seno de una familia privilegiada soviética y con una carrera
brillante por delante. Pero Sablin era un revolucionario y no dudó en
arriesgar su carrera militar, familia, libertad y su vida por la causa en
la que creía.
"¿Por qué hago esto? El amor a la
vida. Y no en el sentido que le da la burguesía acomodada, sino una vida
alegre y verdadera que sirva de inspiración y de alegría a todas las
personas honradas. Estoy convendio que en nuestra nación, como ocurrió
hace 58 años -- en 1917-- , aderá la conciencia revolucionaria y
conseguirá que el comunismo reine en nuestra sociedad".
¡Qué espíritu tan grandioso se
desprende de estas líneas! Que contraste con la mezquindad, cobardía y
maldad de los cínicos profesionales tipo Sadikov.
Oleg Maksimenko -- un marinero--
, recuerda que antes de zarpar existía una atmósfera extraña y a bordo
reinaba el silencio. Un momento similar a la extrema tensión que existe
justo antes de que un atleta entre en acción. Al oir la alarma que
anunciaba la salida, de repente se liberó toda la energía: "Corríamos de
un lado a otro como lunáticos", recuerda Maksimenko, "Estaba confuso",
recuerda el radioperador, "¿Qué estábamos haciendo? Me sentía como un
ciego abandonado a merced de un campo de minas". Pero pronto esta
confusión se transformó el regocijo de unos hombres dispuestos a liberarse
del yugo de la esclavitud para elevarse a la categoría de seres humanos
libres. Maksimenko recuerda: "El barco ganaba velocidad y este sentimiento
de incertidumbre era cada vez más aplastante. Existía un sentimiento de
libertad, el corazón estaba acelerado". En las siguientes seis horas
surgieron entre la tripulación todo tipo de sentimientos contradictorios,
reflejaban el ascenso y la caida de sus temores y esperanzas.
Los peligros a los que se
enfrentarían pronto fueron evidentes: "Miré y vi aparecer en el puerto un
barco", recuerda Maksimenko, "Pensé que nos iba a cerrar el camino. El
Sentry giró bruscamente a la derecha y casi me tira por la borda;
creo que viramos 45 grados. Y el barco continuaba siguiéndonos. Después,
de repente giró a la izquierda". La tripulación respiró de nuevo, el
Sentry había partido hacia Riga.
Sablin escribió el discurso que
iba a dirigir al pueblo de Rusia, pero en lugar de esperar la llegada a
Leningrado, se transmitió poco después de abandonar Riga. Nada más dejar
el puerto, Sablin ordenó emitir el discurso en una longitud de onda que
pudiera ser captado por los ciudadanos normales. Cada una de las líneas
del discurso estaba impregnada de ardor revolucionario:
"Me dirijo a aquellos que llevan
nuestro pasado revolucionario en el corazón, a aquellos que piensan
crítica y no cínicamente sobre nuestro presente y el futuro de nuestro
pueblo. Nuestro acto es puramente político. Los auténticos traidores a la
patria serán aquellos que intenten detenernos. En el caso de un ataque
militar sobre nuestro país, lo defenderemos con lealtad. Pero ahora
tenemos otro objetivo: levantar la voz de la verdad".
Pero Sablin desconnocía que el
operador no se había atrevido a emitir el texto en abierto, y lo había
enviado en un código sólo comprensible para los superiores de Sablin en la
jerarquía naval. De esta forma silenciaron la voz de Sablin y nunca
alcanzó la audiencia de la clase obrera.
El Kremlin
contraataca
La reacción inicial de las
autoridades en Riga fue de incredulidad. Tardaron en reaccionar,
probablemente fruto de la resaca después de las celebraciones del día
anterior. Pero pronto se dieron cuenta de que estaba ocurriendo algo
serio. Un oficial de alta graduación indignado decía: "nunca ha ocurrido
nada similar. Han tomado un barco y se niegan a tratar con nosotros, sólo
con Moscú. Este hecho tiene que ser manejado por un comisario". Sablin
recibió órdenes directas del Comandante en jefe de la armada: "Pare el
barco y regrese inmediatamente al puerto". Sablin se negó y el
Sentry siguió navegando.
En mitad de la noche despertaron
al lider soviético -- Leónidas Breznev-- , y le informaron de la
situación. El Politburó al completo seguía de cerca la rebelión. No es
difícil imaginar el ambiente que reinaba entre los hombres del Kremlin.
¿Era una deserción? o ¿ el principio de una rebelión? A las 4 de la
madrugada el capitan de la flota del Báltico recibió órdenes de movilizar
todos sus barcos, tenía órdenes directas de Breznev, tenía que encontrar
el Sentry y detenerlo o hundirlo.
Se envió a trece barcos costeros
fuertemente armados a la caza del Sentry. El 9 de noviembre al
amanecer, el comandante tenía la orden de detenerlo o hundirlo, pero
dudaba de las intenciones de los amotinados, ¿se dirigían a Leningrado o
el barco intentaba huir a Suecia? Leningrado está a 300 millas al noreste
de Riga, por mar la ruta es el doble de larga. El golfo de Riga es
infranqueable por el norte, se encuentra cerrado por las islas estonias de
Saaremaa y Hiiumaa. Un barco que quiera ir a Leningrado desde Riga, tiene
que dirigirse al oeste, hacia Gotland, después al noroeste, hacia
Estocolmo, y después girar al este al golfo de Finlandia. No hay forma de
saber si un barco se dirige a Leningrado o Suecia hasta que llega al
Báltico donde se separan las dos rutas.
Un guarda costa localizó el
Sentry al amanecer; el barco parecía dirigirse a Estocolmo. El KGB
mandó un mensaje por radio al barco con la intención de dividir a los
rebeldes: si detenían inmediatamente el barco y liberaban al comandante,
todos serían perdonados. Es natural que en este momento surgiese alguna
duda entre los amotinados, pero otros permacieron firmes y fue determinate
para decidir el resultado. El Sentry continuó navegando, envió un
mensaje al guardacostas que comenzaba con estas palabras: "¡Compañeros!,
no somos traidores a la Patria. No nos dirigimos al extranjero". Perplejos
ante este mensaje, los perseguidores dudaron. Y justo en ese momento,
aparecieron los aviones soviéticos.
La aviación de la flota del
Báltico tenía órdenes si era necesario de hundir el Sentry. Un
escuadrón sobrevoló el barco y desplegó los mísiles. El comandante
pronunció la orden fatal: "¡Preparados para disparar!". Se produjo una
breve pausa, al darse cuenta de las implicaciones psicológicas de sus
palabras, el comandante preguntó al pilóto si había comprendido la orden:
"Orden comprendida", esta fue la lacónica respuesta del jefe de escuadrón.
Después de un minuto que parecía una eternidad, y después otro minuto,
ante el comandate apareció la cruda realidad, los aviones pasaban de largo
sobre el barco sin disparar los mísiles.
Los pilotos se negaron a disparar
sobre sus camaradas. Parecía que el motín se iba a extender. El hecho de
que los pilotos se negaran a disparar y desafiaran la orden directa de su
comandante, debió de enviar un escalofrío que recorió la espina dorsal de
los maestros del Kremlin. El pánico estalló. El estado mayor aumentó la
presión para que se actuara inmediatemente contra los rebeldes. Los gritos
y las maldiciones se extendían por las ondas. El ministro de defensa,
Grechko, estaba furioso: "¿Qué está ocurriendo?" chilló por el teléfono:
"¡Cumplan inmediatamente la orden!".
Enviaron un segundo grupo de
aviones, con pilotos diferentes a los que se convenció para que
obedecieran las órdenes de atacar el Sentry. Finalmente el temor a
sus oficiales y la obedicencia militar ciega superó las reticencias
naturales de los pilotos a disparar sobre uno de sus barcos: "Cuando
aparecieron los aviones, todo cambió", recuerda uno de los amotinados, "si
no nos deteníamos nos bombardearían". Aparecieron dos cazas, a bordo
del Sentry nadie decía una palabra; los hombres miraban fijamente
al cielo y esperaban. Entonces se escuchó el ruido de las armas. Durante
un breve momento, algunos triuplantes pensaron que se trataba de un ataque
de la OTAN. Entonces vieron caer una bomba al agua delante de ellos. Se
escuchó un ruido estrepitoso y el casco crujió. El barco se sacudió y
comenzó a dar vueltas. Entonces comprendieron que todo había
terminado.
Los cazas habían lanzado bombas
en las partes delantera y trasera del barco. La situación ahora era
desesperada. Con el barco dañado la resolución de los hombres se
resquebrajó. Algunos de la tripulación abrieron la escotilla y liberaron
al capital Putorny, éste tomó una pistola corrió hacia el puente y disparó
a Sablin que en ese momento estaba desarmado y no presentó ninguna
resistencia, le hirió en una pierna. Después el capitan corrió a la
orilla, con voz ronca y casi irreconocible gritó: "alto el fuego, ya tengo
el control del barco". Menos de seis horas después de la salida de Riga,
el motín había terminado. A las seis de la mañana el Sentry fue
ocupado por paracaidistas y hombres del KGB. Leningrado todavía se
encontraba a 400 millas.
Llegaron los paracaidistas con
armas automáticas, cuando abordaron el barco entre los recién llegados
había algunos con una vestimenta clara, el KGB tenía ya el control.
Pusieron a los rebeldes contra la pared y estuvieron así desde las siete
de la mañana a las seis de la tarde. Los guardias que los custodiaban
tenían órdenes de disparar al menor movimiento. La relación que se creó
entre los amotinados y sus guardianes fue muy significativa. En ese
momento estaban custodiados por soldados rasos, al regresar a Riga un
oficial le preguntó a Sasha lo que estaba en la mente de todos: "¿Por qué
lo habéis hecho? Has roto tu juramento". Y Shein respondió con toda
naturalidad: "Mira como vivimos. ¿Qué clase de vida es esta? ¿Realmente
crees que las personas tienen que vivir así? Esto es una gran mentira". El
oficial no respondió, pero Shein estaba convencido de que simpatizaba con
él.
En Riga el KGB comenzó la
investigación. Arrestaron a toda la tripulación del Sentry,
includios los que se opusieron al motin. Todos tenían la orden de guardar
silencio. En Riga ya se hablaba del "segundo Potemkin", y representaba un
peligro mortal para el régimen. Las autoridades no querían que las
noticias de la rebelión se extendieran y por lo tanto ante la opinión
pública la presentaron como un intento de deserción a Occidente. Los
detenidos mientras esperaban ansiosamente noticias de su destino,
mantuvieron una actitud desafiante y valerosa. Uno de los marineros -- un
chico de Siberia-- para tranquilizarles bromeaba con que un viaje a
Siberia no sería tan malo, como paisaje era sensacional.
A Sablin, Shein y a otros catorce
marineros se les envió a la famosa prisión moscovita de Lefortovo. A
Sablin le asignaron uno de los interrogadores más experimentados del KGB.
Los hombres del Kremlin estaban decididos a descubrir que se escondía
detrás de la rebelión. ¿Existía alguna organización? ¿Quién la dirigía?
Sasha Shein era un verdadero revolucionario, cuando le preguntaron qué
papel jugó en la rebelión, respondió con valentía que él había jugado un
papel activo desde el principio.
Para intentar dividir a los
rebeldes, separaron a los marineros normales de los "cabecillas". Al puro
estilo de la Inquisición, el KGB les invitó a escribir todo lo que
recordaban de los acontecimientos acaecidos en el Sentry. Los
carceleros les dijeron: "tomaros todo el tiempo que queráis, incluso
meses". Durante cuatro largos meses mantuvieron aislados a los jóvenes
reclutas -- de diecinueve o veinte años de edad-- , sin contacto con el
exterior y sin la medor idea del castigo que les esperaba. Finalmente les
llevaron ante un tribunal especial formado por oficiales de mayor
graduación. El tribunal estaba diseñado para intimidarles e
impresionarles: "más admirantes y generales de los que podías
contar".
Uno a uno, llevaron al estrado a
los jóvenes marineros y les interrogaron. No eran marxistas con
experiencia, sólo eran jóvenes trabajadores. Derrotados y aislados, sin
perspectivas, la mayoría declaró no saber nada. Uno de los marineros
comentó: "no lo volveré a intentarlo jamás". El alto mando parecía
encontrar esta sintuación asombrosa, y sonreían, la visión de una sonrisa
en los labios de los generales hizo que los reclutas se relajasen. "Véis,
se están riendo. Eso significa que son seres humanos. Saben que todos
somos muy jóvenes y que probablemetne nos olvidaremos". Pero el olvido no
era una palabra que perteneciera al vocabulario de la burocracia
estalinista. Estos marineros -- jóvenes normales perteneciente a la clase
obrera-- aún eran jóvenes inexpertos e ingenuos. Nunca habían leído la
frase de Shakespeare: "Hay puñales en las sonrisas de los
hombres".
Sablin aún andaba con muletas el
primer día de su interrogatorio. Pronto convenció a sus interrogadores de
que la deserción no era parte de su plan. Pero el KGB nunca admitió la
verdad. Que oficiales de la alta graducación se volvieran contra el
sistema era algo desconocido para ellos. El juicio de Sablin y Shein duró
nueve meses, en este período interrogaron a Sablin todos los días. Sólo
cuando sus torturadores estuvieron convencidos de que detrás de la
rebelión no existía ninguna organización, que todo fue obra de un hombre,
decidieron castigar a los principales cabecillas: Sablin y Shein. Los
otros fueron liberados -- aunque posteriormente represaliados por el
régimen y marcados para el resto de sus vidas-- . Pero a Valery Sablin le
reservaron el castigo mayor.
La literatura no podría haber
inventado un escenario más dramático para el juicio. Sablin se dirigió al
"juicio", grabado en cámara, con un heroismo ejemplar. Cuando Sasha Shein
al final se encontró cara a cara con su antiguo camarada, recuerda que
Sablin "me miró con su mirada penetrante, como si mirara en el fondo de mi
alma. Fue como si me preguntara: ¿Todavía estás luchando o te has
rendido?". A Sablin le declararon culpable de traición a la patria. Pero
el régimen todavía guardaba una terrible sorpresa para este enemigo
indómito y desafiante. Aunque este crimen normalmente estaba condenado con
quince años de prisión, la intención del Kremlin era otra. Un enemigo tan
peligroso no podía seguir vivo, y fue una decisión personal de Breznev
llevarle ante un escuadrón de fusilamiento. Los jueces del régimen lo
único que hicieron fue repetir un veredicto que ya estaba decidido por
adelantado, todo el juicio fue una farsa.
Tan pronto como se leyó la
sentencia un escalofrío recorrió la sala del juzgado. Sablin lo supo hasta
el último minuto. Ni los investigadores conocían las órdenes del Kremlin.
Los jueces leyeron la sentencia y apresuradamente recogieron sus appales y
salieron de la sala. Sablin les miró fijamente y parecía decirles: "¿Qué
pensáis que estáis haciendo?", con esa mirada fija a los judas
profesionales de la burocracia, se escabulleron del juzgado. Los días de
cárcel e interrogatorios habían agotado a Valery, para no desplomarse tuvo
que apoyarse sobre un guardia. A Shein le sentenciaron a ocho años de
prisión. Esta fue la última vez que vió a Valery Sablin.
Sablin fue ejecutado pocas
semanas después del juicio, pero a sus familiares no se les informó hasta
ocho meses después. Les informó un oficial local del KGB, uno de esos
típicos profesionales, cínicos que existen en todo régimen -- democrático
o fascista, burgués o "socialista"-- y que están deseos de llevar adelante
las tareas más sucias con tal de mantener sus carreras y cargos. Esta
criatura del régimen, con su radiante sonrisa y discurso aprendido, pronto
acabó con las últimas esperanzas: ¿Por qué no informaron a la familia?
Porque no se la invitó. En su lugar les dijeron, "puesto que no han
solicitado en su momento las posesiones personales, después de seis meses
fueron destruidas, includias las cartas y manuscritos. Así que no tienen
motivos para quejarse". Todo se ha hecho "según la ley".
Sablin está enterrado en algún
lugar desconocido. Al día de hoy nadie sabe donde está su cuerpo. Su
familia sólo puede honrar su memoria en un monumento dedicado a los
prisioneros políticos.
Un héroe de nuestro
tiempo
La burocracia consiguió aplastar
una rebelión peligrosa. Pero no bastaba con la derrota de los
revolucionarios, era necesario borrar cualquier rastro de ellos y
ennegrecer su memoria. Así que inventaron la calumnia de que la
tripulación del Sentry quería desertar a Occicente. Durante los
siguientes quince años, cubrieron de suciedad la memoria de Sablin. El
régimen preparó una tapadera, Valery Sablin -- ese comunista convencido y
patriota soviético-- , fue etiquetado de desertor y traidor a la Unión
Soviética. Los auténticos hechos salieron a la luz después de 1990, en los
últimos días de agonía del régimen corrupto y degenerado que minó y acabó
con la Unión Soviética desde dentro.
Nikolai Cherkashin explica la
razón por la cual el régimen presentó la rebelión como una deserción: "Lo
que convenía a las autoridades era presentar a Sablin como un renegado, un
desertor, alguien que quería irse a Occidente por razones económicas. Era
una teoría conveniente porque cambiaba reducía el significado de este
acontecimiento, no fue un motin, ni una revuelta, sólo una vulgar acción
criminal".
Ahora en Rusia se conoce la
historia de Sablin. En 1996 se pidió la rehabilitación pública de Sablin.
El año siguiente, Sablin apareció en una serie de documentales How it
was. En Occidente el libro A la caza del -- de Tom Clancy, el
desertor en la ficción, Marko Ramius, interpretado en la película por Sean
Connery, alcanzó una enorme popularidad. Pero Valery Sablin, con su fe en
la fictoria de la revolución, todavía está olvidado.
La tripulación que siguió a
Sablin recibió distintos castigos, aunque ninguno fue encarcelado. "La
maquinaria estatal nos enterrará, las "ruedas de la justicia" -- en
realidad injustas-- nos aplastarán, incluso a los oficiales a pesar de la
antigüedad". En las palabras del radioperador del Sentry, "Nuestras
carreras arruinadas, todos perdimos los empleos, nuestro amor al mar,
nuestra pasión por defender la patria, todo acabó. La máquina nos arruinó
la vida". Y a pesar de todo, la memoria de la rebelión todavía evoca
sentimientos de orgullo. Veintecinco años después de estos importantes
acontecimientos, los supervivientes de la tripulación se reunen para
conmemorar el motin. No hay ningún rastro de remordimiento, ni disculpas o
excusas. "Estamos orgullosos de lo que hicimos". ¿Y Sablin? "Fue un héroe
debería haber recibido una medalla". Al final del documental Sasha Shein
honra a su antiguo camarada: "Toda sociedad necesita espíritus nobles, sin
ellos, ninguna sociedad puede avanzar. Sablin era esa clase de espíritu
noble".
El documental del Canal 4 es un
documento maravilloso. Obviamente tiene sus debilidades, no está escrito
por marxistas y por lo tanto carece de una comprensión real del
significado político de los acontecimientos. Todo se trata desde
fundamentalmente con un interés humano, es válido dentro de ciertos
límites, pero no es suficiente. Si Sablin hubiera vivido para verlo sin
duda estaría agradecido, pero sería muy crítico con las conclusiones del
programa que presentan el motin del Sentry como un hecho heroico,
pero un episodio sentenciado y sin esperanzas -- una curiosidad
histórica-- , como el mismo Sablin: "Incluso después de su muerte",
concluye el documental, "Sablin es un enigma: una comunista leal que se
atrevió a levantarse contra el estado".
Pero para cualquier persona que
esté al corriente de la historia de la URSS, aquí no hay ningún enigma.
Sablin no era un individuo aislado como se presenta en el documental.
Pertenece a esa galería de héroes del movimiento revolucionario ruso que
luchó y murió por recuperar las tradiciones de octubre y que entró a vida
o muerte para luchar contra la burocracia estalinista. Los hombres y
mujeres que comenzaron esta lucha fueron los militantes de la Oposición de
Izquierdas de Trotsky en los años veinte, y que murieron en los campos de
concentración de Stalin y en los calabozos de la GPU-KGB.
Tampoco Sablin fue el único
ejemplo de comunistas de alta graduación dispuestos a luchar contra la
tiranía estalinista y defender una política leninista. Incluso en las
filas de la GPU de Stalin existían esta clase de personas, comunistas
abnegados dispuestos a dar su vida por la revolución. En 1937, Ignace
Reiss, un oficial de alto rango de la GPU se manifestó abiertamente como
seguidor de Trotsky, defendía una revolución políticia contra Stalin -- el
sepulturero de la Revolución de Octubre-- , al igual que Valery Sablin, la
burocracia asesinó a Ignace Reiss. Por cada uno de estos heroes cuyo
nombre conocemos, existen otros cientos o miles que no tienen nombre ni
tumba.
En los días previos a su
ejecución, en la oscuridad de la noche y al al borde del abismo, los
carceleros permitieron a Sablin escribir una carta a su único hijo. Esas
fueron las últimas palabras que Valery Sablin dirigió al mundo antes de
que fuera silenciado para siempre. Estas palabras, llenas optimismo y
confianza en el futuro de la humanidad, son su última voluntad. Aún suenan
como una llamada para las futuras generaciones:
"Confia en que la historia
juzgará los acontecimientos y que nunca tendrás que avergonzarte de lo que
hizo tu padre. De ninguna manera te conviertas en una de esas personas que
critican pero no llevan hasta el final sus acciones. Esas personas son
hipócritas -- débiles-- , inútiles que no tienen la fuerza para
reconciliar sus creencias con sus actos. Te deseo valor. Mantente firme en
la creencia de que la vida es maravillosa. Se positivo y confía en que la
revolución siempre triunfará".
Hoy, cuando un régimen aún más
monstruoso ha sustituido al régimen estalinista de la URSS, la opresión
que sufren las masas en Rusia es mil veces peor que en 1975. Pero dejando
a un lado este sufrimiento, un nuevo espíritu ha comenzado a brotar: un
espíritu de rebelión contra el orden existente que toma como punto de
referencia las gloriosas tradiciones revolucionarias del pasado de Rusia.
Junto con los númerosos héroes revolucionarios de 1905 y 1917, las nuevas
generaciones de jóvenes y trabajadores encontrarán su inspiración en la
vida y obra de Valery Sablin, ese héroe y martir de la clase obrera rusa y
el socialismo internacional.
Los traidores del comunismo
intentarán destruir su memoria dispersando sus cenizas al viento y
ennegreciendo su nombre con mentiras y suciedad. Ahora las mismas personas
que se atreven a juzgar a un valiente y sincero defensor de las
tradiciones de octubre han destruido la URSS y se han vendido al
capitalismo. Sobre los hombros de la nueva generación de los trabajadores
rusos, soldados y jóvenes recae la tarea de acabar el trabajo comenzado
hace veinticinco años por Valery Sablin y sus camaradas. Dejemos que la
nueva generación limpie la suciedad y venere la memoria de un hombre que
dio su vida por la mayor causa de todas: la causa de la revolución
socialista.
Alan Woods 12/9/00
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