"El reino de la libertad
sólo comienza sólo donde termina el trabajo determinado por la
necesidad y las consideraciones
mundanas" |
(Marx) |
El arte es importante para las personas, siempre ha sido
así, desde las primeras sociedades humanas, cuando el arte estaba
indisolublemente unido a la magia ¾ los primeros
intentos primitivos de hombres y mujeres de comprender y controlar el
mundo que les rodeaba¾ . Y aunque parezca que el
arte en la sociedad actual no juega ese papel central, realmente no es
así.
La Biblia dice: "el hombre no vive sólo de pan".
Aunque para la mayoría de las personas no es evidente la importancia que
tiene el arte, si lo es cuando intentamos imaginar el mundo sin arte, es
decir, un mundo sin color, sin música, sin fantasía o imaginación. Un
mundo así sería completamente insoportable, porque sería un mundo inhumano
y el actual mundo alienado del capitalismo ya de por sí es bastante
inhumano. Las condiciones en las que vivimos y trabajamos ya son bastante
insoportables. Millones de personas encuentran consuelo en la música, el
baile y se implican emocionalmente en el cine, con las estrellas
cinematográficas y las series de televisión. Todas estas cosas son una
expresión del arte, otra cosa distinta es que sea bueno o malo.
El arte pone un elemento de color a un mundo incoloro.
Lleva un rayo de esperanza a las vidas sin sentido. El arte en todas sus
formas nos hace abrir los ojos, aunque sea sólo por un momento fugaz, ante
nuestra monótona existencia cotidiana, nos hace sentir que hay algo más en
la vida, que podemos ser mejores de lo que somos, que las relaciones entre
las personas pueden ser humanas, que el mundo puede ser un lugar mejor. El
arte es el sueño colectivo de la humanidad, la expresión del sentimiento
arraigado de que nuestras vidas no deberían ser así y que deberíamos
luchar por algo diferente.
Desde el principio el arte tuvo un carácter social. Las
maravillosas pinturas rupestres de Francia y España, fueron pintadas en
las zonas más profundas e inaccesibles de las cuevas. No era una simple
decoración, formaban parte de un ritual destinado a fines muy prácticos,
conseguir el control de los bisontes, ciervos y caballos salvajes cazados
para comer. La danza y las canciones tenían el mismo propósito.
El desarrollo de la división del trabajo, hace que la
base productiva de la sociedad de un gran paso adelante, pero al mismo
tiempo, las conquistas de la humanidad son su perdición. La separación de
los diferentes aspectos de la producción, culmina en la división del
trabajo mental y manual, la condición previa para la separación de la
humanidad en clases, con todo lo que implica para la humanidad. Durante
los últimos diez milenios, el precio a pagar por el asombroso progreso
social y económico, ha sido la alienación forzosa de la mayoría de la raza
humana de los frutos de su trabajo, y al mismo tiempo, la exclusión
forzosa de la mayoría de hombres y mujeres del mundo de la cultura.
Engels explica que en cualquier sociedad donde el arte,
la ciencia y el gobierno son el monopolio de unos pocos, esa minoría
utilizará y abusará de su posición para sus propios intereses. Esa es la
base real de toda sociedad de clases, y será siempre así, mientras la
mayoría de la humanidad tenga que trabajar largas horas para obtener las
necesidades básicas para vivir. Aristóteles señaló hace tiempo, que el
hombre comienza a filosofar cuando sus necesidades para vivir estén
satisfechas. La creación de una clase ociosa gracias a la esclavitud, creó
las bases materiales para el desarrollo del arte, la ciencia y la
tecnología. Pero estas conquistas ocultaron la cara oscura de la historia
humana: la exclusión de millones de hombres y mujeres de los beneficios de
la cultura. La tarea del socialismo es poner fin a este terrible crimen
contra la humanidad y abrir la puerta a una nueva y gloriosa página en el
desarrollo humano.
El materialismo histórico
No es posible comprender el desarrollo del arte desde un
punto de vista biológico, psicológico o genético. Una de las diferencias
fundamentales entre los humanos y las otras especies es precisamente la
importancia de la cultura, que no es inherente, sino que se aprende,
principalmente a través del lenguaje. El lenguaje es lo que nos hace ser
lo que somos. Pero como explica Engels en su obra maestra, El papel del
trabajo en la transformación del mono al hombre, fue la mano la que
creó el cerebro, y no viceversa. La humanidad se desarrolló a través del
trabajo y la producción de herramientas, y esto es una actividad social,
no individual. El desarrollo de la cultura, a su vez, depende claramente
del desarrollo de lo que los marxistas llaman las fuerzas productivas. No
es un fenómeno biológico sino social.
No se requiere una gran dosis de inteligencia para
comprender que las ideas, opiniones y concepciones de las personas (la
conciencia) cambian con cada nuevo cambio de las condiciones materiales de
vida. Se dice que los humanos se distinguen de los animales por la
religión. Por eso, también se puede decir que los humanos difieren de los
otros animales por tener el arte, la literatura, la ciencia o la
filosofía. Sin embargo, es evidente que hombres y mujeres comienzan a
desarrollar estas diferencias sólo cuando empiezan a fabricar herramientas
y comienzan a liberarse de la dependencia de las fuerzas de la naturaleza.
Esta es la base del materialismo histórico, el método marxista de
interpretar la historia. El marxismo explica que la viabilidad de
cualquier sistema socioeconómico, en última instancia depende del
desarrollo de las fuerzas productivas. Pero Marx y Engels nunca dijeron
que el desarrollo humano se puede reducir sólo a economía. La relación
entre la "base" económica y la "superestructura" ideológica no es sencilla
y directa, sino que es dialéctica y contradictoria.
En una carta a Paul Ernst escrita el 5 de junio de 1899,
Engels insiste contra la interpretación dogmática del materialismo
histórico: "En la medida que tratas la cuestión de forma materialista,
en primer lugar debo decir que el método materialista se vuelve en su
contrario, si no se toma como una guía de principios de la investigación
histórica sino como un modelo prediseñado según se conformen los hechos de
la historia los intereses de cada uno".
De la misma forma que las leyes que rigen el desarrollo
social, derivan de un estudio riguroso de los hechos, lo mismo ocurre con
el arte. Cualquier intento de arrojar luz sobre el desarrollo del arte, la
literatura y la música, debe proceder del resultado de un estudio objetivo
de la materia. Este estudio está fuera del alcance de este artículo, ya
que requeriría varios volúmenes. Basta decir que el análisis marxista de
la relación entre la cultura y el desarrollo económico no tiene nada en
común con el determinismo económico vulgar, como se puede comprobar en el
siguiente extracto de la correspondencia de Marx y Engels:
"Respecto a las esferas de la ideología que se elevan por
encima del aire, la religión, la filosofía, etc., todas tienen una
existencia prehistórica, se pueden encontrar vestigios de su existencia en
todo período histórico, y hoy los llamaríamos bobadas. Estas concepciones
equivocadas de la naturaleza, del ser humano, de los espíritus, fuerzas
mágicas, etc., tienen durante la mayor parte de su existencia una base
económica negativa; pero este escaso desarrollo económico del período
prehistórico, en parte estaba condicionado e incluso provocado por
concepciones de la naturaleza equivocadas. Incluso aunque la necesidad
económica era la principal fuerza motriz del progresivo conocimiento de la
naturaleza y se convierte en algo más, seguramente sería una pedantería
intentar encontrar causas económicas en todos esos disparates primitivos.
La historia de la ciencia es la historia del intento de superar estos
disparates o su sustitución por algo nuevo y menos absurdo. Las personas
que se ocupan de esta tarea, pertenecen a su vez a esferas especiales de
la división del trabajo y se presentan para trabajar en un terreno
independiente. Y forman un grupo independiente dentro de la división
social del trabajo; realizan sus predicciones, incluso sus errores, e
influyen en el desarrollo de la sociedad, incluso en el desarrollo
económico. Aunque al mismo tiempo, están bajo la influencia dominante del
desarrollo económico". (Marx y Engels. Selected Correspondence.
Pp. 482-3).
Más tarde podemos leer: "Pero la filosofía de cada
época, puesto que es una esfera definida en la división del trabajo,
presupone la existencia de determinado material intelectual heredado de
sus predecesores, y que es su punto de partida. Por eso los países
económicamente atrasados también pueden estar subordinados en la
filosofía". (Ibíd. P. 483).
Las mismas observaciones se pueden aplicar al arte y la
literatura. Sus raíces se remontan a la más remota antigüedad. Las
escuelas de arte cambian constantemente y estos grandes cambios reflejan
en gran medida el cambio de la sociedad, y sus raíces más profundas se
pueden encontrar en los cambios del modo de producción y sus
correspondientes relaciones de clase, con toda la miríada de
manifestaciones legales, políticas, religiosas, filosóficas y estéticas.
Sin embargo, la relación entre estos elementos está lejos de ser sencilla.
Es compleja y contradictoria e implica muchos aspectos diferentes. En
palabras de Marx, sería una pedantería intentar establecer un
vínculo entre el arte y la economía, que en el mejor de los casos, es
indirecto y enrevesado. El arte, como la religión, hunde sus raíces en la
prehistoria. Las ideas, estilos, escuelas de arte pueden sobrevivir en la
mente de los hombres mucho tiempo después de la desaparición del contexto
socioeconómico concreto en el que surgen. La mente humana, después de
todo, se caracteriza por su innato conservadurismo. Las ideas que hace
tiempo perdieron su raison d’être, permanecen testarudamente
atrincheradas en la psique humana y continúan jugando un papel, incluso un
papel determinante en el desarrollo humano. Esto es más evidente en la
religión, pero también se aplica al reino del arte y la literatura.
El arte tiene sus propias leyes inherentes de desarrollo,
y son estudiadas por un campo específico de investigación. El desarrollo
social y económico afecta al desarrollo del arte de una forma importante.
Pero no se pueden reducir de una forma mecánica. El estudio de la historia
del arte hay que hacerlo de una forma empírica, extrayendo las leyes
inherentes que determinan su desarrollo. Sólo de esta forma, puede salir a
la luz la verdadera relación entre arte y sociedad.
El desarrollo del arte, la literatura y la filosofía no
refleja directamente la línea general de desarrollo de la sociedad y las
fuerzas productivas. El ascenso y caída de las fuerzas productivas
encuentra su expresión en la mente de hombres y mujeres de una forma
contradictoria. Cuando un orden socioeconómico entra en su fase de
declive, se refleja en una crisis de los valores, la moralidad y la
religión. Con frecuencia esta viene acompañada por una tendencia general a
la introversión que, en determinas circunstancias, pude dar lugar a la
aparición de nuevas tendencias filosóficas y artísticas. Trotsky hace
referencia a esto en su brillante artículo, La curva de desarrollo
capitalista. Y también lo menciona Marx en en uno de sus primeros
trabajos, Los manuscritos económicos y filosóficos de 1844 donde
escribe: "Con relación al arte, es de sobra conocido que algunos de sus
momentos culminantes no corresponden con el desarrollo general de la
sociedad; ni con su subestructura material".
¿Es el artista un individuo libre?
"El ser social determina la conciencia", esa es la gran
contribución de Marx y Engels al entendimiento de la historia humana. Sin
embargo, la forma en que se produce esta determinación no es sencilla. Por
ejemplo, sería completamente absurdo intentar extraer las leyes que rigen
el desarrollo del arte y la literatura, directamente del desarrollo de las
fuerzas productivas. Intentar esto necesariamente produciría un aborto.
Como hemos visto, el desarrollo del arte, la música y la literatura hay
que estudiarlo con sus propias leyes internas de desarrollo, lo que
constituye una rama específica de investigación, separada de la economía,
la política o la sociología. Estas últimas nos proporcionan una
comprensión de los cambios socioeconómicos generales que conforman y
determinan la naturaleza general y la psicología del período en el cual se
desarrollan todas las ramas de la cultura humana, el clima de los tiempos
que ¾ aunque inconscientemente¾ , condiciona poderosamente el arte y la literatura.
El hecho de que el artista o el escritor individual no sea consciente de
esta influencia e incluso las niegue, es algo irrelevante. El artista vive
en la sociedad y está influenciado por ella, como el resto de hombre y
mujeres.
La debilidad principal de la estética burguesa es que
rechaza a priori las influencias sociales que conforman el
desarrollo del arte. De esta forma, reducen el desarrollo del arte a algo
esencialmente personal ¾ un fenómeno
psicológico¾ . Este subjetivismo es
característico del actual enfoque burgués de todas las ramas de las
ciencias sociales: filosofía, economía y sociología. En realidad, la idea
de que el arte puede estar fuera y por encima de la sociedad es una
contradicción. Aunque el arte, la literatura y la música tienen sus
propias leyes de desarrollo, y que no se pueden reducir a economía o
sociología, no están separadas de la sociedad por una muralla china El
arte es una forma de comunicación, aunque muy peculiar. A pesar de todos
los prejuicios sobre la comunicación del artista solitario consigo mismo,
en la práctica, ningún artista pinta un cuadro con la intención de no ser
visto, y ningún escritor escribe una novela o un poema sólo para su
consumo personal. Y en tanto el arte y la literatura actúan como un medio
de comunicación, tienen que decir algo. El arte vincula lo particular a lo
universal. Los personajes de una novela deben ser concretos, para ser
creíbles tienen que parecerse a los hombres y mujeres reales. Pero esto no
es suficiente. Para que estos personajes nos interesen deben significar
algo más.
La idea de que el intelectual o el artista es "libre",
procede de un malentendido o error filosófico. La llamada libertad nunca
ha existido, excepto en la filosofía idealista y en la religión (que
básicamente es la misma cosa). Leibnitz, el gran filósofo alemán, dijo una
vez que si la aguja magnética pudiera pensar, entonces estaría convencida
de que señalaba al norte por su propia y libre elección. Freud hace tiempo
acabó con la noción de que el pensamiento y las acciones humanas eran
libres. Estudios más recientes sobre el funcionamiento del cerebro han
terminado con el mito de la libre voluntad. Todas nuestras acciones están
condicionadas, aunque no sea de una forma consciente. Las obras
intelectuales están condicionadas fundamentalmente, por el medio ambiente
social y cultural en el cual se forma la mente de hombres y mujeres.
El origen de una escuela artísticas o literaria, su
ascenso y caída, permanecerá como un secreto en la medida que se estudie
aislada del ambiente que rodea al artista o escritor, y que afecta a su
forma de pensar de una forma decisiva. A su vez es imposible comprender la
psicología general de un período determinado, aislada de los factores
sociales e históricos. Todas las tendencias se ven afectadas decisivamente
por el desarrollo de las fuerzas productivas, por la lucha entre las
clases y grupos sociales relacionados con ellas, por todo el cuerpo legal,
religioso y moral, y por las tendencias filosóficas que fluyen de todo
esto.
La creatividad artística representa una rama especial de
la conciencia humana, con sus propias características distintivas y
modelos de desarrollo. Descubrir las leyes internas del desarrollo del
arte, la literatura y la música, es tarea de una rama particular de
estudio, la estética y la historia del arte. Sin embargo, esta conciencia
artística no es la cosa en sí, y en última instancia, también debe
formar parte de la conciencia general de la sociedad. En realidad, si esto
no fuera así, el artista sería incapaz de comunicarse con sus seguidores.
El arte de un período determinado resuena en el alma de hombres y mujeres
sólo porque refleja sus sentimientos más interiores, sus aspiraciones y
estado de ánimo. El arte de un período es tan radicalmente diferente al de
otros períodos porque surge en un ambiente social completamente
diferente.
La sociedad se divide en clases antagónicas. Esto
inevitablemente produce conflictos ideológicos, que reflejan los intereses
de diferentes clases. El entrecruce complicado de ideas, corrientes y
tendencias filosóficas, morales, religiosas y políticas, ejerce un
poderoso efecto sobre el pensamiento de la época. De esta forma, cada
época tiene sus propias ideas culturales y estéticas inherentes, que no
coinciden con las de otras épocas. Los modelos artísticos de una época
nunca pueden ser satisfactoriamente repetidos en otra época, que se
encuentre bajo el dominio de clases diferentes con una psicología y
sentido de la estética completamente diferentes.
En la historia del arte aunque determinados tipos de arte
mueren y desaparecen, dejan tras de sí un residuo y una tradición que
condiciona a la siguiente generación de artistas. El arte no comienza de
nuevo con cada generación. Cada período descansa sobre los hombros de
anteriores generaciones. La forma en que una escuela de arte, música o
literatura se relaciona con otra puede ser positiva o negativa. Aquí
tenemos un buen ejemplo de la ley dialéctica de la oposición de
contrarios. Una nueva escuela de arte puede repetir o copiar antiguos
modelos o, todo lo contrario, rechazarlos y desarrollar nuevas formas.
Pero incluso en este acto de rechazo, la nueva escuela estará condicionada
por la vieja. Con frecuencia ocurre que, en la búsqueda de algo nuevo, el
artista retornará a las formas anteriores. Estilos que aparentemente se
extinguen después vuelven a reaparecer, como ocurrió en el Renacimiento
europeo que redescubrió el arte de la antigua Grecia, o los artistas de la
Revolución Francesa que redescubrieron el clasicismo. Más cercano a
nuestros tiempos, los primeros experimentos cubistas de Picaso, reflejan
la influencia del arte tribal africano, o los ritmos de África fueron
llevados a América hace cientos de años por los esclavos negros, después
serían la base del jazz moderno y la música pop.
El partidismo en la literatura
"No soy adversario de la poesía de tendencia como
tal.", escribía Engels, "El padre de la tragedia, Esquilo, y el
padre de la comedia, Asitófanes, fueron los dos vigorosamente poetas de
tendencia, lo mismo que Dante y Cervantes, y lo que hay de mejor en La
intriga y el amor, de Schiller, es que se trata del primer drama
político alemán de tendencia. Los rusos y los noruegos modernos, que
escriben novelas excelentes, son todos poetas de tendencia. Más creo que
la tendencia debe surgir de la situación y de la acción en sí mismas, sin
que esté explícitamente formulada, y el poeta no está obligado a dar hecha
al lector la solución histórica futura de los conflictos sociales que
describe". (Marx y Engels. Sobre arte y literatura. Madrid.
Editorial ciencia nueva. 1968. p. 180)
No hay nada tan comprometido como el arte. En muchos
casos, los artistas y escritores se implican apasionadamente en el
contenido de su arte. Esto se aplica sobre todo al mayor de los artes,
relacionado con las grandes preguntas acerca de la vida y la muerte, que
mueven la vida y los pensamientos de millones de personas. Engels advertía
contra la transformación del arte en algo simplemente folletinesco. Una
obra de arte puede contener un gran mensaje, pero no debe ser algo
impuesto desde fuera. Debe emanar de forma natural del propio contenido.
La gran novela de Lev Tolstoi, Anna Karenina, denuncia el trato de
las mujeres en la sociedad, también contiene una crítica aguda de la
desalmada naturaleza de la burocracia zarista y la sociedad servil. El
mensaje no viene impuesto desde fuera o colocado arbitrariamente al final
del libro. Emerge con una fuerza extraordinaria de la propia narrativa.
Además, los personajes de Tolstoi no son simples figuras, son hombres y
mujeres reales que nos impactan como si fueran de carne y hueso, y al
mismo tiempo son personajes típicos que representan a tipos individuales
muy concretos.
Esto es arte comprometido. También existe lo que
podríamos llamar arte didáctico, que intenta comunicar un mensaje y
"educarnos". Esto lo podemos encontrar en los peores ejemplos del realismo
socialista. Este tipo de arte casi siempre fracasa, porque el arte no es
una herramienta adecuada para ese propósito. Para eso ya tenemos la
política y la filosofía. Y por último, existe la propaganda. La propaganda
no está considerada un arte, en el mejor de los casos se la podría
considerar una forma inferior de arte. Incluso aquí puede haber
excepciones. El mejor arte cartelístico de este siglo, fue el que surgió
inmediatamente después de la Revolución Rusa, el derivado de la escuela
constructivista rusa. En general, la propaganda principalmente va
destinada a comunicar un mensaje completamente externo a la forma de arte
utilizada. Aquí el elemento de expresión artística es algo secundario. Es
una pinza conveniente para colgar un mensaje.
También es absurdo juzgar el arte desde el punto de vista
de una disciplina intelectual completamente diferente, como es la
psicología o la política, de la misma forma que no juzgaríamos a un físico
nuclear desde el punto de vista de la sociología o psicología. Una obra
filosófica puede estar escrita en un buen estilo literario; puede que nos
provoque la risa o el llanto. Pero esa no es su función primaria. La
filosofía en primer lugar apela al intelecto; el arte y la literatura
apelan sobre todo a nuestras emociones.
Plejánov, en una polémica con Tolstoi insistía en que el
arte no sólo apela a las emociones sino también a la mente. En un sentido
amplio es correcto pero falta un detalle. Debemos preguntarnos lo
siguiente: ¿qué es esencial en el arte y la literatura y qué no es
esencial? Es verdad que algunas obras literarias, fundamentalmente las más
grandes, apelan también a la mente y contienen ideas filosóficas
profundas. La tragedia shakesperiana es el mejor ejemplo. Pero no se debe
juzgar el arte desde el punto de vista filosófico, ni la filosofía desde
el punto de vista del arte. Un buen filósofo puede tener un estilo pobre.
Un escritor con mal estilo es sólo un mal escritor, nada más, pero puede
tener unas ideas filosóficas correctas. Y si tuvieramos que juzgar el arte
y la literatura por su "corrección política", tendríamos poco donde
elegir. A la literatura y al arte, hay que juzgarlos por sus propias leyes
y su esencia inherente, y no por consideraciones externas que quedan fuera
del alcance del propio arte.
¿Significa esto que el artista y el escritor están
liberados de la carga onerosa del pensamiento? ¿O qué están fuera del
espacio y tiempo y que sus conceptos emanan libremente de su imaginación
independiente? De ninguna manera los artistas pueden estar por encima de
la sociedad. Están consciente o inconscientemente moldeados por las
tendencias generales de la sociedad. En la sociedad clasista esto
significa que están bajo la influencia de una u otra clase. La influencia
tampoco es directa, no necesariamente el artista o escritor que adopta una
posición conservadora o incluso reaccionaria, tiene que producir arte
malo. Uno de los escritores favoritos de Marx era el gran escritor
realista francés, Balzac. Su Comedia humana contiene una
descripción detallada de la sociedad francesa de principios del siglo XIX,
y en concreto, contiene un retrato minucioso del ascenso de una nueva
clase social ¾ la burguesía francesa¾ . Políticamente, las simpatías de Balzac se
encontraban con los antiguos nobles franceses, en ese sentido era
conservador. Pero era tan grande su genio artístico, describió tan bien
este proceso, que fue más allá de su propia posición. Como escribe
Engels:
"Que Balzac se haya visto forzado a contrariar sus
propias simpatías de clase y sus prejuicios políticos, que haya
visto la ineluctabilidad del fin de sus aristócratas queridos y que
los haya descrito como no merecedores de mejor suerte". (Ibíd. P.
196)
Los escritos de Trotsky sobre arte y literatura
De todos los grandes pensadores marxistas, Trotsky fue el
que mostró un interés más vivo por el arte, incluido el arte moderno. Sus
obras sobre el tema incluyen Cultura y socialismo, Arte y
revolución, y sobre todo su libro Literatura y Revolución.
Todas estas obras fueron escritas después de la revolución, aunque sus
escritos sobre arte y literatura se remontan a mucho antes. De joven
escribió artículos sobre Ibsen y Gogol. Antes de la Primera Guerra Mundial
escribió mucho sobre las últimas tendencias de arte, como por ejemplo el
impresionismo:
"El naturalismo trasciende a sí mismo para convertirse
en impresionismo, que no renunciaba en absoluto a su fidelidad a la
naturaleza y a su verdad, todo lo contrario, precisamente en nombre de
esta verdad, de sus eternas formas cambiantes, reivindicaba libertad para
la verdad de la percepción subjetiva. Mientras el viejo estilo académico
decía ‘aquí están las reglas (o imágenes) según las cuales se debe
representar la naturaleza’, el naturalismo decía, ‘aquí está la
naturaleza’, después el impresionismo decía, ‘así es cómo yo veo la
naturaleza’. Pero este ‘yo’ del impresionismo es una personalidad nueva en
circunstancias nuevas, con un sistema nervioso nuevo, con ojos nuevos, una
persona moderna, y lo que pinta es modernismo, no pintura de moda,
sino algo moderno, contemporáneo, que emana de una percepción
contemporánea" (Culture and Revolution in the Thought of
Leon Trotsky. Revolutionary History, vol. 7. nº 2. Porcupine Press.
Londres 1999. p. 102. En la edición inglesa)
Esto es lo que escribió sobre la escultura de Rodin:
"La escultura clásica reproducía el cuerpo humano en un estado de paz
armoniosa. La escultura renacentista dominaba el arte del movimiento. Pero
Miguel Angel utilizó el movimiento para expresar más gráficamente la
armonía del cuerpo. Por otro lado, Rodín, hizo del propio movimiento la
materia de la escultura. En Miguel Angel el cuerpo crea por sí mismo su
propio movimiento individual, mientras en Rodín ocurre todo lo contrario,
el movimiento se encuentra por sí mismo". (Ibíd. P. 80).
En los años treinta mostró un gran interés por el
surrealismo, en él detectaba un elemento revolucionario. En general,
Trotsky comprendía la necesidad de la completa libertad del artista: la
libertad de experimentar con nuevas formas e ideas, la libertad de luchar
contra la rutina sofocante y el conservadurismo. En 1913 escribía: "El
modernismo en pintura, que fue acusado por los representantes de la
antigua piedad académica de maliciosa invesorimilitud y falso
amaneramiento era, en realidad, una protesta contra el viejo estilo que
había sobrevivido a sí mismo y se había convertido en un poso".
(Ibíd)
El poeta francés, Guillaume Apollinaire escribió en 1908:
"No se puede cargar para siempre con el cuerpo de tu padre. Hay que
dejarlo en compañía de los otros muertos. Hay que recordarlo y lamentarlo,
hablar de él con admiración. Y al convertirnos en padres, debemos esperar
que nuestros hijos no carguen eternamente con nuestro cadáver (...) La
verdad siempre será nueva". Esto es exactamente lo que pensaba
Trotsky. Mientras defendía el derecho a la libertad del artista, Trotsky
siempre se opuso al esnobismo en el arte que encubre su pobreza detrás de
un velo de misticismo: "... la autoevaluación mística por encima del
mundo, significa en realidad, reconciliarse con lo que existe, con toda su
fealdad". Este arte "se arrastra en la suciedad, contra todo lo que
es real, verdadero, en otras palabras, contra la humanidad, contra sus
futuras victorias, contra el gran mañana de la humanidad". (Ibíd. p.
59)
Trotsky intentó establecer puentes de contacto entre el
artista y el movimiento revolucionario, intentó convencer a los artistas y
escritores que para liberarse, el arte debía ser revolucionario, debía
luchar por la emancipación de toda la humanidad. Por eso, la estéril
noción (y vacía) del "arte por el bien del arte" juega un papel negativo.
La separación del arte de la vida ha alcanzado tal extremo, que está
piediendo a gritos la solución de esta contradicción. Pero esta
contradicción no se puede resolver dentro de los estrechos límites del
arte, sino sólo a través de la lucha de hombres y mujeres para transformar
la sociedad.
En 1908, Trotsky escribía estas proféticas líneas:
"Veis, visitar las exposiciones de arte es un acto violento que
perpetramos sobre nosotros mismos. Esta forma de experimentar el placer
artístico expresa el terrible barbarismo capitalista [...] Tomemos un
paisaje, ¿qué es? Un pedazo de naturaleza, amputada arbitrariamente,
colgado en una pared. Entre estos elementos, la naturaleza, el lienzo, el
marco y la pared, existe una relación simplemente mecánica: el cuadro no
puede ser infinito, por tradición y consideraciones prácticas le han
condenado a ser un cuadrado. No se debe doblar ni torcer, está enmarcado y
para que no yazca en el suelo, las personas clavan un clavo en la pared,
fijado a un cordón y cuelgan el cuadro de su cuerda. Después, cuando todas
las paredes están cubiertas de cuadros, algunas veces colocados en dos o
tres filas, lo llaman galería de arte o exposición. Y después tenemos que
verlo todo de una vez: paisajes, escenas de género, marcos, cuerdas y
clavos...
Pero lo que yo quiero, es que la pintura renuncie a su
absolutismo y restablecer su vínculo orgánico con la arquitectura y la
escultura, del cual hace mucho tiempo se ha independizado. Esta separación
no se produce por casualidad ¡oh no!. Desde ese momento, la pintura ha
emprendido un camino muy largo e instructivo. Ha conquistado el paisaje y
ha desarrollado una técnica asombrosa. Pero... Yo quiero pinturas que
estén relacionadas por cuerdas, sino por significado artístico, a las
paredes o a una cúpula, adecuadas para un edificio o el carácter de una
habitación... y no colgadas como un sombrero en un perchero. Las galerías
de arte, esos campos de concentración de colores y belleza, son como algo
monstruoso a nuestra realidad cotidiana incolora y fea". (Culture
and Revolution in the Thought of Leon Trotsky, pág. 67-8)
La emancipación de la humanidad sólo se puede conseguir
por medios revolucionarios. En 1917 los trabajadores y campesinos de Rusia
llevaron adelante la primera revolución socialista de la historia, bajo la
dirección de Lenin y Trotsky.
El arte y Octubre
La Revolución de Octubre fue el acontecimiento más
liberador de la historia humana. Mientras el papel dirigente lo jugaba la
clase obrera, la revolución atrajo a sus filas a lo más activo y
progresista de la sociedad rusa. Los mejores representantes de los
intelectuales lucharon hombro a hombro con las masas. El aire estaba
impregnado de un espíritu completamente nuevo que galvanizaba y
electrificaba. Existía la suficiente inspiración para el escritor y el
artista. Cuando todo se ha dicho y hecho, ninguna obra de arte puede
expresar adecuadamente la épica y el drama de la revolución y la lucha de
miles de hombres y mujeres normales por su emancipación social. La vida en
sí misma, cuando alcanza cotas tan elevadas, es infinitamente más rica que
el arte. Pero estos acontecimientos electrizantes desepertaban el deseo de
expresar las emociones y eso es lo que imprimió al arte un carácter tan
especial.
En contraste con la monotonía y conformidad que
caracterizó al realismo socialista estalinista, el arte que surgió
de Octubre estaba impregnado de un espíritu de libertad. Las revoluciones
son siempre muy locuaces. Las masas, obligadas durante mucho tiempo a
guardar silencio, de repente encuentran su voz. Se produce una oleada de
discursos, oradores callejeros, cuestionamiento y discusión en todas
partes: en las calles, fábricas, barracones del ejército... De repente, la
sociedad adquiere vida. Este nuevo espíritu de libertad y experimentación,
inevitablemente encuentra su reflejo en el arte y la literatura. La
revolución pone el arte al alcance de las masas. Se nacionalizó las
mayores colecciones de arte, como la galería Tretyakovsky y las
colecciones de Sergei Shchukin e Ivan Morozov.
En el primer aniversario de la Revolución, la actriz y
activista social, María Andreyeva, pronunció las siguientes palabras:
"La Revolución de Octubre es el acontecimiento más grande de la
historia de la humanidad. Es la victoria del proletariado, es un gozo y la
fe firme en su triunfo final. Pero la batalla no ha terminado. Nuestra
sangre y la de los que nos siguen, su fiesta, aparece ante nosotros y por
lo tanto debemos ser serios y austeros. Después de todo, todavía hay
proletariado y todavía existe el capital..." Grandes poetas como
Alexander Blok ¾ el famoso simbolista¾ , cantaban alabanzas a la revolución en The
Twelve y The Sythians. Blok tenía una comprensión bastante
primitiva de la revolución, pero el deseo del pequeño burgués de
identificarse con la revolución era saludable y progresista.
Eran años tormentosos que exigían un tipo concreto de
poesía, no la dedicada al amor y la rosas, sino la poesía de acero que
llama a los hombres y mujeres a la batalla. El arte y la literatura de
Octubre reflejan perfectamente este ambiente. Es una poesía heroica, no
para una minoría, sino para las masas que libraban una lucha titánica a
vida o muerte.
Al igual que los poetas y escritores, los artistas de la
revolución produjeron obras de alta calidad y de una extraordinaria
variedad de estilos, con frecuencia impactantes por su originalidad, pero
el tema central de todas era la lucha revolucionaria. Alexander Blok
escribía: "todavía somos esclavos de nuestro mundo anterior: la
violación de la propia tradición es parte de esa misma tradición...".
Algunos de estos "simpatizantes", pronto se desanimaron debido a los
apuros de la vida soviética y se marcharon al extranjero. Otros se
volvieron hostiles. El poeta Gumilyov se pasó a los Blancos (el había
pronosticado su propia muerte en un poema titulado Rabochii, "el
obrero"). Pero la mayoría de los artistas y escritores de primera línea,
simpatizaban y estaban entusiasmados con la revolución, como ocurrió con
los poetas Wordsworth y Shelley.
Una galaxia de artistas
La revolución dotaba al artista de material en
abundancia. En palabras de Maiakovsky, "de una vez por todas se pintará
de color la vida monótona". Una galaxia de artistas surgieron al calor
de la revolución: Marx Chagall, Larionov, Tatlin, Malevich, Boris
Kustodiev, Kuzma Petrov Vodkin, Isaac Brodsky, Vladimir Lebedev, Mitrofan
Grekov, Sergei Konionov, Matvei Mantzer y artistas femeninas como Vera
Mukhina.
Después de Octubre la gente comenzó a participar en las
nuevas formas de arte callejero: manifestaciones de masas y actuaciones
callejeras. Este fenómeno reproducía la experiencia de las festividades de
masas de la Revolución Francesa. El propio Lenin mostró un vivo interés en
todas las formas artísticas que implicaban a las masas, incluida la
"propaganda monumental". Lenin discutía con Lunacharsky la idea de erigir
monumentos a los grandes revolucionarios del pasado. También demostró una
gran preocupación para ayudar en todo lo que necesitaban a los
artistas.
Diderot decía que la musa de la escultura era "silenciosa
y esquiva". Pero los monumentos de la revolución era todo menos eso. Entre
los nuevos monumentos tenemos obras la escultura de Victor Sinaisky de
Lassale, el Stepan Razin de Konionkiv y su Hombre, y el monumento torre
imaginativo e impresionante de Tatlin a la Tercera Internacional, que
nunca se construyó y que sólo existe en madera y alambre. Pretendía que
fuera una gigantesca torre de cristal y metal que empequeñeciera al
rascacielos más alto del mundo. Aquí tenemos una expresión gráfica del
inconquistable espíritu internacionalista de Octubre. Mijail Guerman
escribe:
"El arte llevaba una existencia febril. En abril de 1919,
artistas de escuelas y tendencias muy diferentes ¾ desde los Vagabundos (miembros de la Sociedad de
Exposiciones de Arte Ambulante) a grupo Arte del Mundo¾ organizaron una gran exposición en el Palacio de
Invierno. Se expusieron más de tres mil obras. A principios del otoño de
1917, el Soviet de Obreros y Soldados hizo el siguiente llamamiento:
‘Ciudadanos, nuestros antiguos maestros se han ido, dejando tras nosotros
un gran legado. Ahora éste pertenece al pueblo. Ciudadanos, cuidemos este
legado, todos estos cuadros, estatuas y edificios. Ellos encarnan la
fortaleza espiritual de nuestros antepasados". (Art of the October
Revolution. Mijail Guerman. p. 17. En la edición inglesa).
"El póster estimulaba el pensamiento, expresaba la
indignación, bullía de entusiasmo, provocaba risa, respondía al instante a
los acontecimientos y comunicaba si retraso las noticias. Los posters se
sacaban por la noche, para empapelar las calles a la mañana siguiente. Aún
sabiendo que la vida del poster sería de solo un día, con los años, han
perdurado en la historia del arte. Han perdurado no sólo como testigos de
los grandes acontecimientos, sino también por su gran y rigurosa
perfección". (Ibíd. p. 76).
Era el arte que tenía algo que decir. "Tan pronto
como llegaban los telegramas (y los periódicos todavía no estaban
impresos), los poetas y periodistas inmediatamente abordaban los ‘temas’
¾ una pieza mordaz de sátira o una línea de
verso. Por la noche, los artistas se divertían en el suelo sobre las
grandes hojas de papel, y por la mañana, a menudo antes de que aparecieran
los primeros periódicos, se podían ver posters satíricos colgados en las
ventanas y en los lugares donde se reunía la gente: centros de agitación,
estaciones, mercados etc., Los posters era enormes, tres metros de
longitud, coloreados y siempre atraín a todo el que pasaba a su lado. La
primera ‘sección de posters’, con Cheremnykh a la cabeza, abrió sedes en
Petersburgo, Kharlov, Rostov-on-Don, Baku y en otras pequeñas
ciudades...". (Op. Cit. p. 36).
Estos posters tienen el derecho a ser considerados
auténtico arte. Si es pop art, entonces es su categoría mas
elevada. Los posters tenían forma verdaderamente artística, los de
Maiakovsky, Dmitri Moor, Mijail Cheremnykh y muchos más, muchos de sus
nombres se han perdido, aunque su arte sobrevive. El teatro también
alcanzó nuevas cotas con la obra de genios como Meyerhold y Maikavovsky.
Estos escritores y artistas tenían un ansia insaciable por todo lo nuevo,
sed de innovación que igualmente reflejaba el espíritu de estos tiempos
tan inspiradores. A veces esta tendencia padecía de excesos, pero ¿en qué
revolución no se producen excesos? Fue un período de extremos, que
reflejaba la naturaleza de la época, como escribía Mijail Guerman: "Es
más fácil reconocer los polos opuestos, por ejemplo, el arte ‘figurativo’
y el ‘no figurativo’, en este período en el arte no había lugar para el
‘término medio’. El arte indiferente era arte alienado".
Este período también dio novelas notables, como
Chapayev de Dimitri Furmanov, que fue comisario político con los
célebres partisanos de Chapayev, Isaak Babel y su Cavallería roja,
una de las mejores obras en prosa de la Rusia soviética de los años
veinte. Pero la contrarrevolución estalinista acabó con todo este
maravilloso potencial.
Trotsky y Cultura Proletaria
"La cultura proletaria debe ser el desarrollo lógico del
conocimiento que la humanidad ha adquirido bajo el yugo de la sociedad
capitalista, de los terratenientes y burócratas". (Lenin)
El Partido Bolchevique con Lenin y Trotsky, garantizó la
máxima libertad de expresión artística, mientras intentaba ganar a los
escritores y artistas al lado del comunismo. Esta tradición duró unos
cuantos años después de la muerte de Lenin. El 1 de julio de 1925, el
Comité Central aprobó una resolución sobre la política del partido hacia
la literatura, que entre otras cosas decía: "’La crítica comunista debe
prohibir cualquier señal dominante. Esta medida será profundamente
educativa sólo si ésta se realiza sobre la base de su superioridad
ideológica. Hay que prohibir totalmente, cualquier creencia comunista
pretenciosa y la autosatisfacción. Hay que aprender...’. Además, el
partido se declara a favor de la libre emulación de escuelas literarias,
‘cualquier otra decisión necesariamente sería burocrática’. El partido se
niega a apoyar cualquier grupo que pueda convertirse en un monopolio de
los derechos de publicación. ‘Otorgar tal monopolio incluso por sus ideas
a la literatura más proletaria, sería acabar con toda la literatura’.
Además proclama la necesidad de ‘poner fin a toda la arbitrariedad,
incompetencia e interferencia administrativa en la literatura’. Al mismo
tiempo, el partido pide a los escritores que rompan con los prejuicios
aristocráticos y pongan a disposición de las masas las adquisiciones de
los grandes maestros". (Citado por Victor Serge en Littérature et
Révolution. pp. 50-1. En la edición francesa).
Pero aceptar la libertad no significa mantener una
postura abstencionista con relación a tendencias perjudiciales y teorías
equivocadas, como la cultura proletaria, contra la que Trotsky
polemizó en Literatura y Revolución.
La idea del "arte proletario" no surge en Rusia sino en
Francia, en 1913 Marcel Martinet publicó el artículo titulado L’Art
Proletarien en la revista L’Effort Libre. Antes de él, el
anarquista Claude Albert ya había inventado el término "arte proletario".
Los orígenes de este concepto se encuentran no en el marxismo, sino
en el anarquismo, y adolece de las características confusas y burdas del
pensamiento anarquista en general. El revolucionismo primitivo que
defiende que la clase obrera debe destruir todos los vestigios de la vieja
sociedad de clases, puede que apele a la mente inmadura, pero carece de
cualquier base científica real. Trotsky explica que para transformar la
sociedad es necesario que la clase obrera primero, domine todo el
conocimiento, el arte, la ciencia y las tareas administrativas de la vieja
sociedad, para asimilarla minuciosamente para después superarla y
sobrepasarla.
Martinet toma como punto de partida la célebre frase de
Marx: "La emancipación de los trabajadores debe ser obra de los propios
trabajadores". Pero estas palabras de Marx ¾
profundamente correctas¾ , no implica que la
clase obrera en su lucha por el socialismo tenga que prescindir de las
armas culturales de las que se ha apropiado la burguesía. Marx y Engels
(¿es necesario explicarlo?) no eran miembros de la clase obrera, procedían
de la intelligentsia burguesa. Rompieron con su clase y adoptaron
el punto de vista del proletariado. Sus escritos penetraron en la esencia
del sistema capitalista y la naturaleza de la explotación de la clase
obrera. Para ello, se basaron en la filosofía, la economía clásica inglesa
y el socialismo utópico francés. Es verdad que el socialismo se basa en la
creatividad revolucionaria de la clase obrera, que puede, y hace milagros.
Pero incluso el mayor de los milagros del proletariado nunca habría
producido los tres volúmenes de El Capital.
Con el disfraz de adorar al proletariado, los anarquistas
en realidad sólo despliegan un desprecio pequeño burgués hacia el
proletariado. Niegan su capacidad de comprender las ideas y teorías
"complicadas". La actitud ridícula que vincula la ignorancia a una medalla
"proletaria", no tiene nada en común con la verdadera mentalidad
proletaria o con el marxismo, que se basa en los elementos más avanzados
de la clase ¾ no en los más atrasados¾ . Después de todo, la clase obrera tiene su cara y su
cruz. Pero sólo con apelar a los prejuicios más atrasados de la clase,
nunca será una ayuda para alcanzar el nivel necesario para cumplir las
tareas planteadas por la historia.
El movimiento cultura proletaria surgió en los
difíciles años de la Guerra Civil. Después de 1920, estas organizaciones
llegaron a tener 400.000 miembros. Publicaban quince periódicos
diferentes. En cierto sentido, era algo positivo, pero en general padecían
la inmadurez que caracterizaba a muchos aspectos del pensamiento de la
época. Después de Octubre, la mente estaba abierta a nuevas ideas.
Predominaba un espíritu de experimentación. Pero no todos los experimentos
terminaron en éxito. Mezclada con un puñado de especulaciones
maravillosas, coexistía una gran cantidad de escoria. Era una necesidad
separar ambas. Pero para determinar qué era verdaderamente valioso, y
establecer un criterio artístico nuevo en consonancia con la nueva
realidad social y cultural surgida de la revolución, era necesaria la
experiencia y el debate libre. La idea de que el arte y la literatura
podían ser algo forzado y disciplinado, era totalmente ajena al joven
estado obrero con su espíritu de democracia revolucionaria. Lenin, y en
particular Trotsky, intentaron convencer con ideas, pero nunca se les pasó
por la mente que el partido se impusiese por al fuerza o la coerción.
Rusia en la época de la revolución era un país
analfabeto. La gran mayoría de la población eran campesinos, la mayoría no
sabían leer ni escribir. Incluso entre los trabajadores de la ciudad la
tasa de analfabetismo era del treinta por ciento. Los Bolcheviques
dedicaron sus principales esfuerzos a tareas básicas, acabar con el
analfabetismo y el atraso. La estridente propaganda de los miembros de
cultura proletaria (Proletkult), quienes exigían la ruptura radical
con el pasado y la creación de una cultura "proletaria" completamente
nueva, que tuviese poco o nada en común con el pasado burgués, no era nada
beneficiosa e introducía confusión allí donde era necesaria la
claridad.
La figura más destacada de cultura proletaria fue
Bogdanov, el antiguo bolchevique ultraizquierdista que rompió con Lenin
después de la derrota de la revolución de 1905, no sólo por cuestiones
políticas, sino también por cuestiones filosóficas. La postura de Lenin
era idéntica a la de Trotsky: la clase obrera debe asimilar todo lo bueno
de la cultura burguesa para alcanzar la tarea de la transformación de la
sociedad en líneas socialistas. En este camino, surgiría una nueva cultura
socialista. Pero en ese momento, el proletariado ya habría dejado de
existir como clase. Por lo tanto, la teoría de la cultura proletaria
carecía de cualquier base científica real.
Trotsky, con su estilo brillante utiliza la dialéctica,
lleva a los artistas soviéticos y escritores a su propio terreno y les
responde con su propio lenguaje. De esta forma, consolidó la autoridad de
los bolcheviques y la Revolución de Octubre, y ayudó a atraer a los
mejores artistas y escritores a la causa revolucionaria. La bravuconería y
la intimidación burocrática no tenían cabida, y menos la violencia
administrativa.
El estalinismo y el arte
"El ser social determina la conciencia". Estas
palabras son el ABC del materialismo histórico. En general, el mundo de la
cultura permanecerá siempre como un libro cerrado con siete llaves para la
mayoría de hombres y mujeres obligados a pasar largas horas en condiciones
insoportables para obtener las necesidades cotidianas. En el calor de la
revolución, e inmediatamente después, los trabajadores de Rusia se
encontraban demasiado absortos en las tareas urgentes de ganar la guerra y
la supervivencia física, como para prestar atención a las cuestiones
culturales.
El aislamiento de la revolución en unas condiciones
espantosas de atraso creó por dificultades excepcionales. Muchos
trabajadores huían de las ciudades para obtener comida para poder vivir.
Victor Shklovsky escribe: "La ciudad [Petrogrado], estaba vacía. Las
calles se habían vuelto tan anchas que parecía como si un río de adoquines
estuviera chapoteando a los lados de las casas". Pero después añadía:
"La ciudad vivía. Ardiendo con la bandera roja de la revolución".
(The art of October. P. 21). Con la introducción de la NEP, la
revolución disfrutó de un corto respiro que permitió prestar mayor interés
a cosas como el arte y la literatura. Pero ya había comenzado el proceso
de degeneración burocrática.
Los artistas revolucionarios que emergieron de Octubre se
basaron en una tradición muy rica. Había influencias de los cubistas
franceses y futuristas italianos, simbolistas, futuristas,
constructivistas, Proletkult y una miríada de otras escuelas compitiendo
unas con otras en una desconcertante variedad artística. Incuso antes de
la Revolución Rusa ya existía un semillero de creación artística,
experimento y vanguardismo. Artistas rusos pre-revolucionarios como
Valentín Serov, Mijail Vrubel y Victor Borisov-Musatov, que ya habían
experimentado con nuevas formas artísticas, son los que pavimentaron el
camino. Los artistas soviéticos estaban motivados por la búsqueda de la
verdad y aunque los resultados con frecuencia fueron desiguales, en todos
ellos había honestidad e integridad. Sólo en los últimos años se le ha
prestado la atención debida a este período artístico tan destacado, tanto
en Rusia como en Occidente.
La creación de la AARR (Asociación de Artistas
Revolucionarios de Rusia) fue el primer acto de la burocracia de
"establecer el orden", es decir, ejercer su control sobre los artistas y
escritores de la República Soviética. El burócrata soviético, conservador
y carente de imaginación, tanto en el arte como en el resto de materias,
miraba con disgusto y sospecha las nuevas escuelas experimentales de
pintura y escritura. La idea del "socialismo en un solo país" fue sólo la
expresión teórica de esta reacción pequeño burguesa contra
Octubre.
El realismo socialista era el arte de la
burocracia. Los cuadros de "heroicos trabajadores" y granjeros felices,
todos realizados en un estilo representativo tradicional. Ernst Fischer,
el conocido marxista austriaco y crítico de arte, describió el realismo
socialista como "el acuerdo del escritor o el artista con los
objetivos de la clase obrera y el emergente mundo socialista". Pero
esta descripción está muy alejada de la realidad. Sobra decir que a los
trabajadores soviéticos nunca se les consultó sobre la doctrina oficial
del arte. Este arte no era realista ni socialita. No reflejaba la realidad
cotidiana de la Unión Soviética, era sólo una utopía descafeinada de los
sueños y engaños de la burocracia estalinista.
El bolchevismo y el estalinismo eran mutuamente
excluyentes. De la misma forma que Stalin tuvo que asesinar a todos los
viejos bolcheviques para consolidar el poder de una burocracia
privilegiada, en la esfera del arte, la música y la literatura, la
contrarrevolución estalinista no dejó ninguna piedra de las conquistas
artísticas de la Revolución de Octubre. El principal sello intelectual del
burócrata es el filisteísmo conservador, la estrechez nacional, la
ausencia total de imaginación, la aversión a la innovación y la
experimentación, y la tendencia hacia el conformismo y el control. Después
de todo, la rutina conservadora es el principio que guía a toda
burocracia. Las leyes y regulaciones ocupan el lugar de la iniciativa
revolucionaria, el rutinismo del aparato sustituye la libertad del
innovador. La Revolución sucumbe a la reacción, el filisteo sustituye al
rebelde. El suicidio de Maikavosky en 1930 es un claro ejemplo, su suicido
ponía un epitafio en la tumba del arte revolucionario.
Con Stalin, el arte y la literatura servían a los
intereses de la casta burocrática dominante, como ocurría en los otros
aspectos de la vida. El totalitarismo y la burocracia representan la
muerte del arte. Los nazis prohibieron trabajar a determinados artistas y
calificaban su obra de "arte degenerado". En Munich se pudo visitar una
exposición de este arte, y preentaba al arte abstracto y constructivista
como la "locura total de esta degeneración". En la Rusia estalinista,
aunque la burocracia no tuvo éxito en destruir la economía nacionalizada y
planificada ¾ la conquista socioeconómica
fundamental de Octubre¾ , el régimen democrático
de poder obrero establecido por Lenin y Trotsky en 1917 fue sustituido por
una caricatura horrible, que frustró el desarrollo del arte y la
literatura soviética. La burocracia, con su parasitismo, conformismo y
papeleo, mina todo el pensamiento y acción creativa. Esta es la antítesis
de las tradiciones democráticas de Octubre, no tiene nada que ver con el
socialismo.
Las bases de clase de la cultura
La caída de la URSS ha obligado a muchas personas a
reconsiderar sus antiguas posiciones. Naturalmente, la burguesía se ha
aprovechado de la confusión y ha lanzado una ofensiva ideológica sin
precedentes contra las ideas del socialismo. Pero el sistema capitalista
sufre una crisis profunda que afecta a todos los aspectos de la
cultura.
La cultura de la sociedad clasista tiene una base de
clase. Marx y Engels explicaron que las ideas dominantes de cada época son
las ideas de la clase dominante. En La ideología alemana podemos
leer: "En cada época, las ideas de la clase dominante son las ideas
dominantes, por ejemplo, la clase que es la fuerza material
dominante de la sociedad, al mismo tiempo, es su fuerza
intelectual dominante. La clase que tiene a su disposición
los medios materiales de producción, somete a las ideas de aquellos que
carecen de los medios mentales de producción". (Marx y Engels. La
ideología alemana. p. 70. En la edición inglesa).
La clase capitalista controla las escuelas, las
universidades, las editoriales, las iglesias, la industria publicitaria,
las librerías, los estudios de grabación, las grandes compañías de discos,
los puntos de venta, los teatros, salas de conciertos, la radio, el cine y
la televisión. Paga los salarios de los escritores, editores de periódicos
y artistas, decide quién trabajará y quién no. Detrás de la máscara
hipócrita de la democracia formal, los gobernantes de la sociedad ejercen
una dictadura de hierro ¾ la dictadura de la
riqueza¾ .
Para la clase capitalista, el arte es otra fuente más de
beneficio, como el resto de los sectores de producción. Además, es un
sector particularmente lucrativo. Una pintura puede conseguir millones de
dólares en el mercado del arte en Londres. La mayoría de estas obras de
arte pertenecen a la herencia inapreciable de la humanidad, y
posteriormente son encerradas en una cámara acorazada o enterrada en una
colección privada de algún avaro rico que sólo quiere recrearse con sus
posesiones. El arte es otra mercancía. Su valor está determinado por la
cantidad de trabajo socialmente necesario gastado en su producción (y se
sabe que una obra de arte puede costar mucho tiempo elaborarla), pero su
precio, al final estará determinado en el mercado por las leyes de la
oferta y la demanda.
Una pintura de Rubens o Velazquez se reduce al mismo
valor que el azúcar o el petróleo. Sólo la fiebre especulativa que lleva a
la burguesía a buscar mercancías que no sólo conserven su valor, sino que
lo incrementen, les lleva a convertirse en algo fuera de lo normal. Muchas
de las obras de arte por las que es pagan fortunas, son obra de artistas
que vivieron en la más absoluta pobreza. En cuanto al comprador, él o ella
puede ser un experto en arte o un completo ignorante, puede buscar gran
placer estético o serle completamente indiferente. Lo que adoran no es la
obra de arte, sino su valor abstracto.
El capital es hostil al arte. Se enfrenta a él como a una
fuerza ajena que quiere dominar y oprimir, y llega a convertirlo en todo
tipo de expresiones grotescas. En este terreno yermo, el arte y la
expresión artística nunca podrán florecer, nunca podrán alcanzar su
verdadera talla (humana).
Este dominio y opresión siembra entre los artistas un
espíritu de rebelión y protesta, no sólo de esa gran mayoría poco
privilegiada que lucha para hacer oir su voz, sino también entre algunos
(una minoría) que han conseguido triunfar pero que no han olvidado de
donde vienen y no han vendido aún su alma al diablo. Esta protesta puede
tomar muchas formas. Desde la protesta anarquista de los Sex Pistols
("Dios salve a la reina, el régimen fascista"), a letras
revolucionarias más conscientes como las de John Lennon, probablemente el
mejor representante de esta tendencia que estaba girando hacia el marxismo
revolucionario cuando fue trágicamente asesinado, aparentemente por un
individuo trastornado.
Los grandes monopolios que controlan nuestras vidas
pueden tolerar la protesta dentro de determinados límites. Incluso les
puede ser útil como una válvula de escape inofensiva, que permite a los
jóvenes "soltar vapor", mientras preservan el dominio de los explotadores.
Ellos tienen miles de formas de corromper y sobornar a los jóvenes, igual
que compran a los parlamentarios. A menudo incorporan al artista o músico
de éxito al mundo de los ricos y famosos, entonces éste rebajará el tono
de la protesta, "maduran con la edad", en pocas palabras, se unen a las
filas de los explotadores. Cuando alguna persona se resiste, se les
excluye, se le cierran las puertas que antes le abrían para caer en el
fracaso y el olvido.
Todavía continua la protesta de los artistas y músicos
contra el capitalismo y los valores del mercado. Un reciente artículo en
Business Week decía que muchos jóvenes músicos en EEUU protestaban
contra el control asfixiante que los grandes monopolios ejercían sobre el
mundo de la música y que les impide tener acceso a las compañías de
grabación.
Esta es otra señal de que el capitalismo, especialmente
en su fase moderna monopolista y senil, es antagónico al arte, y que los
mejores y más conscientes artistas entran en conflicto con él. En
determinado momento comprenderán que sus problemas no tienen solución
dentro del marco de la sociedad capitalista, que su alienación es sólo una
manifestación particular de la alienación general de la clase obrera bajo
el capitalismo y que, para conseguir el derrocamiento del orden existente,
es necesario unirse a la lucha de la clase obrera.
El arte no tiene futuro en el capitalismo
El arte ha jugado el papel más humano en la sociedad
humana, prácticamente desde el surgimiento de nuestra especie. Este papel
no sólo continuará sino que mejorará bajo el socialismo, cuando el arte
pierda su carácter elitista y especial, para convertrise en una posesión
de todos.
Bajo el capitalismo, el trabajador no es considerado un
ser humano con necesidades y gustos humanos. Para la burguesía, él es una
simple abstracción: una "mano fabril", un "factor de producción" o un
"consumidor". Es el equivalente moderno al esclavo que en tiempos romanos
era considerado un instrumentum vocale ¾
una herramienta con voz¾ . Al trabajador se le
enseña a estar satisfecho con su suerte, a aceptar una mala casa, comer
comida basura, vivir en casas públicas feas, escuchar mala música o leer
periódicos malísimos. No sólo eso, sino que debe amar todas estas cosas y
creer que no hay nada mejor en la vida. Durante algún tiempo, tiene éxito
esta táctica parecida al lavado de cerebro. También existieron esclavos
romanos y siervos rusos que aprendieron a amar sus cadenas. Pero tarde o
temprano, los esclavos quieren romper sus cadenas ¾ no sólo las físicas, también las mentales¾ . Empienzan a comprender que están condenados a una
existencia menos que humana, y eligen la vida del hombre y mujer libres.
En cada huelga podemos ver los elementos de esta rebelión. Y la revolución
es como una huelga en la que toda la sociedad se revela contra el
propietario de esclavos.
Marx describe la alienación que niega una existencia
humana a la mayoría de la sociedad:
"El economista convierte al obrero en un ser insensible y
carente de necesidades, exactamente de la misma manera que la actividad
del obrero en pura abstracción de toda actividad. Pero todo este
lujo del obrero se presenta inadmisible para él, y todo lo que
rebasa de los límites de la más abstracta necesidad, ya sea el deleite
pasivo o la viva manifestación de actividad, le parece lujo. En virtud de
ello la Economía política, eta ciencia de la riqueza, es, a la vez,
ciencia de la renuncia a sí mismo, de la privación, del ahorro, y
llega efectivamente a enseñar al hombre a ahorrar inluso la
necesidad de airen fresco o de movimiento físico.
Esta ciencia acerca de la milagrosa industria es, al propio tiempo,
ciencia del ascetismo, y su auténtico ideal es el avaro
asceta, pero dedicado a la usura, el esclavo asceta,
pero productor. Su ideal moral es el obrero que deposita
en la caja de ahorros una parte de su salario, y ha hallado incluso para
este su ideal preferico un arte servil que necesita: en el teatro
se ofrecian espectáculos en este espíritu. Por eso la Economía política,
pese a todo su aspecto profano y voluptuoso, es efectivamente una ciencia
moral, la más moral de las ciencias. Su tesis fundamental es la renuncia a
sí mismo, la renuncia a la vida y a todas las necesidades humanas. Cuanto
menos comes y bebes, cuanto menos libros compras, cuanto menos vas al
teatro, a bailes, al cabaret, cuanto menos piensas, amas, te ocupas de la
teoría, cantas, dibujas, esgrimes, etc., más ahorras, se vuelve
mayor tu tesoro, al que no corrompe ni la polilla ni el gusano,
tu capital". (Carlos Marx. Manuscritos económicos y
filosóficos de 1844. Moscú. Editorial Progreso. 1988. p.
97)
En una sociedad clasista, el arte está diseñado para
excluir a las masas, relegarlas a una existencia empobrecida, no sólo en
el sentido material, también en el espiritual. El arte comercial que se
reduce el mínimo común denominador, es con frecuencia una droga soporífera
útil, destinada a mantener a las masa en un estado de contenimiento,
mientras que al mismo tiempo enriquece a un puñado de capitalistas. Al
reducir al mínimo el nivel artístico de la sociedad, y alienar cada vez
más el "arte serio" de la realidad social, el capitalismo garantiza la
degeneración y pauperización del arte. En esta atmósfera enrarecida, donde
el arte tiene que alimentarse igual que las vacas o pollos granjas se
alimentan de cadáveres de otros animales y desarrollan un cerebro enfermo,
el arte cada vez es más estéril, vació y carente de significado, tanto,
que incluso los artistas empiezan también a sentir la decadencia y cada
vez están más inquietos y descontentos. Pero su descontento, no les puede
llevar a ninguna parte si no lo vinculan con la lucha por una forma
alternativa de sociedad, en la que el arte encuentre el camino de vuelta a
la humanidad. La solución a los problemas de arte no se encuentra en el
arte, sino en la sociedad.
El apartheid espiritual que excluye a las masas de la
cultura, y el empobrecimiento de la cultura, son dos caras de la misma
moneda: las manifestaciones de la alienación que el capitalismo impone a
la raza humana. La extrema división entre el trabajo mental y manual
aparta a la mayoría de la humanidad de la cultura que se preenta ante los
trabajadores como el monopolio de unos pocos privilegiados. Mientras
continue existiendo este monopolio, la sociedad estará dividida por un
abismo. La tarea del socialismo es salvar este abismo y derribar la
muralla china que separa el trabajo manual del mental, garantizar que
todos tengan libre acceso a la cultura, y abrir esa gran reserva de
talento y potencial creativo que lleva tanto tiempo bloqueada.
Como explicó Marx en uno de sus primeros trabajos:
"Únicamente merced a la riqueza del ser humano desplegada objetivamente
se desarrolla y, en parte, se genera por primera vez la riqueza de la
facultad subjetiva de esntir del hombre: el oído musical, el ojo
que siente la belleza de la forma, en resumidas cuentas, los
sentidos capaces de causar el deleite humano y de afirmarse como
fuerzas esenciales humanas. Puesto que no sólo los cinco sentidos
exteriores, sino igualmente los llamados sentidos espirituales, prácticos
(voluntad, amor, etc.,), en una palabra, el sentido humano, la
humanidad de los sentidos, surgen sólo merced a la existencia del
correspondiente objeto, merced a la naturaleza humanizada.
La formación de los cinco sentidos exteriores es obra de toda la
historia universal precedente. El sentido que es presa de la burda
necesidad práctica no posee más que un sentido limitado. Para el
hombre que siente hambre no existe forma humana de alimento, sino sólo su
ser abstracto como alimento: éste podría tener con el mismo éxito la más
burda forma, y resulta imposible decir qué diferencia hay entre esta
ingerencia del alimento de su ingerencia por un animal. Agobiado
por las preocupaciones y la necesidad, el hombre no es sensible al
más hermoso espectáculo; el traficante en minerales no ve más que el valor
mercantil, y no la belleza y la naturaleza peculiar del mineral; no tiene
sentido mineralógico. Por lo tanto, es necesaria la objetivación de la
esencia humana ¾ tanto en aspecto teórico como en
el práctico¾ para que, por una parte, se
humanicen los sentidos del hombre y, por otra, se cree el sentido
humano de acuerdo con toda riqueza de la esencia humana y
natural". (Ibíd. p. 89-90)
Hoy, a pesar de la llamada libertad de prensa, el tan
cacareado sello de la democracia burguesa, los pocos periódicos diarios
que existen están controlados férreamente por un puñado de
multimillonarios y su contenido fundamentalmente es basura. Se dice que
los grandes negocios "dan al público lo que éste quiere". En realidad, el
Capital da al público lo que él piensa que quiere. Una dieta continua de
sexo, deporte y escándalos, con una dosis mínima de política y cultura,
ingeniosamente confeccionada para las necesidades de los banqueros y
capitalistas. Es el equivalente moderno del "pan y circo". Pero incluso en
la sociedad esclavista, el circo por sí solo nunca fue suficiente para
mantener a las masas en una situación de estupor obediente. Esa es la
única función de la llamada cultura popular. La situación de la televisión
es igual. Aquí tenemos un lamentable espectáculo de bancarrota cultural y
moral. Pobreza de ideas, completa ausencia de originalidad y contenido,
capaz de producir en una mente mínimente cultiva sólo una sensación de
tedio. Es un insulto para las personas inteligentes.
En su juventud revolucionaria, la burguesía jugó un papel
progresista al empujar los horizontes de la cultura humana. En su período
de decadencia senil, la burguesía está comprometida con la destrucción de
la cultura. Carece de horizontes, de filosofía o de visión de futuro. Todo
su razón de ser se centra en conseguir dinero. Es como si la burguesía
hubiera sufrido una regresión colectiva a la primera etapa de la
acumulación primitiva de capital.
La nueva guerra universal de "reducción de gastos"
implica que los gobiernos reducen todos aquellos elementos que nos
proporcionan una existencia semi - humana y que fueron arrebatados
doloramente a la clase dominante del pasado. Las escuelas, salas de
conciertos, teatros, bibliotecas, todos padecen los recortes. Nos recuerda
a la célebre frase de Goering: "Cuando escucho la palabra ‘cultura’, busco
mi pistola".
Sólo cuando la sociedad acabe con el completo dominio del
dinero, el interés y el beneficio, comenzará a crear las condiciones
materiales necesarias para la conquista de la verdadera libertad y el
libre desarrollo de los seres humanos. El arte y la ciencia para
desarrollarse necesitan libertad. Eso significa que son completamente
incompatibles con cualquier dictadura, incluida la del dinero.
La revolución: locomotora de la historia
La revolución actua como la locomotora de la historia.
Esta observación de León Trotsky se aplica no sólo al desarrollo de las
fuerzas productivas, también a la cultura en su sentido más general. La
Reforma no sólo dio lugar a la democracia moderna, también al
florecimiento cultural. Lutero inventó en la práctica la lengua alemana
moderna, fue autor de numerosos poemas, que debido a la naturaleza del
período, adquirieron forma de himnos, entre los cuales está el famoso
Ein Feste Burg, que Engels describe como la Marsellesa de la Edad
Media. La sublime poesía de Milton en Inglaterra, no sólo reflejaba la
guerra entre Cielo e Infierno, también la guerra revolucionaria entre los
puritanos y los monárquicos. La Revolución Inglesa promovió mucha
literatura popular, las obras más destacadas son las de Gerald Winstanely.
Después en el siglo XVIII, la Ilustración pavimentaría el camino de la
Revolución Francesa.
Hoy en día, a los críticos burgueses de Octubre les gusta
presentar a los Bolcheviques como monstruos sedientos de sangre,
dispuestos a la destrucción de todos los valores de la civilización
humana. Intentan identificar el arte de la Revolución con el arte del
"realismo socialista" característico de la burocracia estalinista. Esta
comparación tiene la misma validez que la comparación entre el régimen
político totalitarista del estalinismo y la democracia obrera del régimen
de Lenin y Trotsky.
Los años inmediatos a Octubre liberaron todo el potencial
creativo del pueblo ruso, no sólo de la clase obrera, también de las
mejores capas de la intelligentsia, aunque una capa no se adaptó e
incluso adoptó una postura hostil. El conservadurismo es innato a la mente
humana y no sólo se aplica los "mortales normales". La historia del arte y
la literatura también está llena de filisteos. La rutina también existe en
el arte y la literatura. Durante la guerra civil inglesa también surgieron
poetas con talento partidarios del rey Carlos. Pero lo verdaderamente
destacable fue la explosión de talento artístico que acompañó a la
revolución bolchevique.
La Revolución fue una fuente de inspiración para toda una
generación de escritores, artistas y compositores. Nombres como Larynov,
Meyerhold, Shostakovith, Maikavosky, forman parte de una galaxia de
talento no visto antes o después en el siglo XX. Además, la revolución
provocó sed de conocimiento y cultura entre las masas que habían estado
tanto tiempo presas de la sociedad clasista. Los trabajadores y soldados
escuchaban con atención la poesía de Maiakovsky, empezaban a descubrir una
nueva dimensión de la vida y de su propia personalidad individual.
El mismo proceso se puede observar en todas las
revoluciones. La irrupción de las masas en la escena de la historia, su
intervención activa en política, supone una ruptura profunda con la vida
"normal". Los hombres y mujeres normalmente se sienten satisfechos con su
destino individual en manos de otros, ese ejército de expertos:
parlamentarios, concejales, economistas y burócratas que se supone saben
mejor cómo funciona la sociedad. Esta es la esencia de la revolución. La
primera manifestación de este deseo es conocer, y se produce una explosión
de información, sobre todo con la multiplicación de periódicos. En la
primera revolución rusa de 1905-6, aumentó espectacularmente la
circulación de periódicos, sobre todo prensa revolucionaria y progresista.
El arte, la ciencia y el gobierno, que siempre habían permaceido como un
libro cerrado con siete llaves para las masas, de repente se abre ante
ellas. La manifestación más típica de una revolución es precisamente esta
sed de conocer y comprender, y también de el sentir, sentir por sí
mismos como seres humanos, no como esclavos o animales. Aquí es donde el
arte se fusiona con la revolución, se convierte en su corazón y su alma.
En España en los años revolucionarios entre 1931 y 1937, Madrid y
Barcelona tenían 18 y 16 periódicos diarios respectivamente. La poesía de
Machado, Lorca y Miguel Hernández era devorada por hombres y mujeres, la
mayoría carecían incluso de la educación básica.
¡Hacia un Octubre mundial!
La revolución socialista es diferente a cualquier otra
revolución en la historia. Supone una ruptura completa con el pasado, una
transformación radical de las relaciones de propiedad, y por lo tanto, de
la conciencia de períodos anteriores. "No es de extrañar que",
escribían Marx y Engels, "su desarrollo implique la ruptura más radical
con las ideas tradicionales".
El desarrollo del capitalismo crea el mercado mundial. El
aplastante dominio del mercado mundial es el hecho más importante de la
época en que vivimos. En el período actual, el capitalismo ha conseguido
unificar todo el mundo bajo su dominio. Nunca en la historia del mundo, la
humanidad ha tenido la perspectiva tan fantástica para su desarrollo. Las
conquistas de la industria, la ciencia y la tecnología han puesto las
bases materiales para una sociedad humana nueva y más elevada, basada en
el desarrollo planificado y armonioso de las fuerzas productivas a escala
mundial. Pero al mismo tiempo, la anarquía capitalista y el saqueo del
planeta por un puñado de monopolios con casi poder ilimitado, pone un gran
signo de interrogación sobre el futuro de la raza humana.
La eliminación de todas las fronteras en el camino de la
comunicación humana crea a su vez las condiciones para el
internacionalismo cultural. La estrechez de miras nacional hace esto
imposible. Vemos los inicios de la cultura, la literatura, el arte y la
música mundial. Este es el punto de partida de una nueva etapa del
desarrollo humano. Pero bajo el capitalismo es inevitable que tenga un
carácter unilateral y distorsionado. Aparece como el dominio de una
cultura que subordina todo lo demás a sí misma. La "americanización" de la
cultura se presenta como una plaga que supone la muerte de las culturas
nacionales, la comercialización y el empobrecimiento cultural. Pero la
"cultura americana" no se limita a la Coca Cola y el MacDonald. También
hay cosas como los ordenadores e Internet, cosas que en potencia nos
proporciona los instrumentos para revolucionar la civilización humana. Los
marxistas no somos "anti americanos", como tampoco somos anti rusos, anti
franceses o anti chinos. Luchamos contra el capitalismo y el
imperialismo, y por el socialismo y el internacionalismo.
El capitalismo destruye la cultura nacional de la misma
forma que acaba con las barreras comerciales que se interponen en su
dominio universal. El verdadero internacionalismo ¾ el internacionalismo socialista¾ no significa el dominio y la opresión de las pequeñas
naciones por las grandes. Significa un orden internacional armonioso
basado en un plan común de producción que disponga los vastos recursos del
planeta en interés de todos. En este orden mundial, cada nación
contribuiría con todos sus recursos al bien general ¾ no sólo recursos económicos, también humanos y
culturales¾ . En cada nación ¾ incluso en la más pequeña¾ ,
hay riqueza y talento y potencial cultural y artístico. La forma de
desarrollar este potencial, no es con una mentalidad nacionalista,
aislándose del resto del mundo, sino con la unión de lo particular a lo
general, con la contribución de la cultura de cada pueblo al conocimiento
humano general, y de esta forma enriquecer a toda la humanidad.
La condición previa para el progreso de la humanidad es
la lucha por la transformación socialista de la sociedad a escala mundial.
Y los artistas y escritores pueden jugar un papel importante en esta
lucha. En vísperas de la Segunda Guerra Mundial, cuando la humanidad
libraba una lucha a vida o muerte en cada continente, Trotsky encontró
tiempo para escribir un manifiesto en colaboración con el famoso
surrealista Andre Breton, en él defendían la completa libertad del arte.
El manifiesto, que tenía el objetivo de conseguir la adhesión de los
artistas y escritores progresistas de la época a la causa del socialismo
internacional, era una declaración de guerra contra el totalitarismo
fascista y estalinista. En parte gracias a su iniciativa, en 1939 ¾ en vísperas de la guerra¾ ,
se formó el FIARI (Federación Internacional del Arte Revolucionario
Independiente), aunque pronto colapsaría. Este hecho demuestra la enorme
importancia que Trotsky daba al papel de los artistas y escritores en la
lucha revolucionaria para transformar la sociedad.
El camino de la revolución socialista estará pavimentado
por la lucha para defender las conquistas del arte y la cultura contra la
amenaza impuesta por la decadencia y degeneración del capitalismo. El arte
debe oponerse al yugo de la tiranía en todas su formas, no sólo a la
policía con su porra y esposas, no sólo al burócrata desalmado con su
libro de leyes en la mano, y no sólo al policía espiritual de la Iglesia,
sino también a la dictadura del Capital que es la madre y el padre de
todas las formas de opresión, tanto material como espiritual. El
verdadero arte es revolucionario por naturaleza.
El anarquista Kropotkin escribió una famoso libro
titulado La conquista del pan. Pero la conquista del pan, aunque
necesaria, es sólo un primer paso. Una economía socialista planificada,
bajo el control y administración democrática de la clase obrera,
proporcionará los medios necesarios para eliminar la pobreza, elevar el
nivel de vida y la cultura a un punto en que hombres y mujeres ya no
tendrán que preocuparse por lo material. Eso liberará a la humanidad de la
obsesión de las cosas materiales, el producto de la lucha animal por la
existencia, y por consiguiente, les permitirá dedicarse a una existencia
verdaderamente humana.
Los avances de la ciencia y la tecnología son tales que:
si fueran utilizadas racionalmente en una economía planificada, la jornada
laboral se reduciría a su mínima expresión. Por primera vez, la mayoría de
hombres y mujeres tendrían acceso al mundo de la cultura, el arte y la
ciencia, y así liberarán el enorme potencial de progreso humano. La
conquista del planeta, que bajo el reino de la anarquía capitalista ha
llevado a la degradación del medio ambiente, volverá a tener proporciones
humanas, consiguiendo que el planeta vuelve a ser un lugar agradable para
vivir.
La perspectiva es el desarrollo humano ilimitado, y el
arte encontrará nuevas e infinitas posibilidades. Trotsky se preguntó una
vez: ¿cuántos Aristóteles están cuidando cerdos?, y añadía: ¿cuántos
porqueros están sentados en tronos?. Cuando la humanidad pueda desarrollar
todo su potencial, no habrá escasez de leonardos, beethovens o einsteins.
El arte, la música y la literatura florecerán como nunca antes. Y por
último, el socialismo verá la perfección del mayor de los artes: el arte
de la vida misma. Como Trotsky señala en Literatura y revolución:
"La más pesada es la ciega fuerza elemental suspendida
sobre las relaciones económicas... pero también la ahuyentará por medio de
la organización socialista de la economía. Así se hará posible una
transformación radical de la vida de la familia. En lo más recóndito y
sombrío del yo inconsciente duerme definitivamente la naturaleza del
hombre mismo. ¿No resulta claro que los mayores esfuerzos del pensamiento
investigador y de la iniciativa productora se dirigirán allí? No cesará el
género humano de arrastrarse ante Dios, los reyes y el capital, para luego
capitular ante las sombrías leyes de la herencia y la ciega selección
sexual. El hombre liberado querrá alcanzar un equilibrio mayor en el
trabajo de sus órganos; y un desarrollo y aprovechamiento más regular de
sus tejidos, para desterrar de este modo el temor a la muerte dentro de os
límites de una conveniente reacción del organismo contra el peligro;
porque no puede caber duda de que la extraordinaria desarmonía anatómica y
fisiológica del hombre, la extraordinaria desigualdad del desarrollo y del
desgaste de los órganos y tenidos, son la causa de la forma enfermiza,
histérica, que el temor a la muerte infunde al instinto vital, turbando al
raciocinio y alimentando las humillantes fantasías acerca del más
allá.
El hombre procurará ser dueño de sus propios
sentimientos, elevar sus instintos hasta la cúspide de su conciencia
haciéndolos completamente diáfanos, hilos conductores de su voluntad que
conduzcan al umbral de su conciencia, para llegar por ellos a un grado
socio – biológico más elevado o, si se prefiere, a hacer de él un
superhombre.
Difícil es predecir hasta qué grado del dominio sobre sí
mismo llegará en el porvenir, como tampoco es fácil adivinar los niveles
de su técnica. La edificación social y la autoeducación psicofísica serán
dos aspectos del mismo proceso. Las artes: el arte del a palabra, el
escénico, las artes representativas, la música, la arquitectura, darán a
esta evolución su forma óptima.
Para decirlo mejor: el proceso de la edificación de la
cultura y de la autoeducación del hombre comunita desarrollará hasta el
máximun de su fuerza todos los elementos vitales de las artes en la
actualidad. El hombre será incomparablemente más fuerte, más prudente e
inteligente y más refinado. Su cuerpo se hará más armónico, sus
movimientos más rítmicos y su voz más musical; las forams de su modo de
ser adquirirán una representatividad dinámica. El término medio del
intelecto humano se elevará hasta el nivel de un Aristóteles, de un Goethe
y de un Marx. Sobre esas cumbres se elevarán otras nuevas". (León
Trotsky. Literatura y revolución. Buenos Aires. Editorial El
Yunque. 1974. pp. 160-1).
20 diciembre 2000