Julio López
está desaparecido
hace 6401 días
versión para imprimir - envía este articulo por e-mail

Ver este artículo sin comentarios

En Cba Inty Raymi
Por muchomaiz ((( i ))) - Monday, Jun. 20, 2005 at 11:54 AM

INTI RAYMI -FIESTA DEL SOL.

En la cosmovisión de los pueblos originarios, el solsticio de invierno ( desde 21 al 24 de junio, según las regiones) significa la iniciación de un nuevo ciclo; determinado por el ciclo lunar, el cual controla: la naturaleza, el tiempo, las lluvias, el hombre, la mujer, la vida animal y vegetal.
Este 21 de junio con el regreso del sol, en Córdoba los pueblos originarios nos encontramos para celebrar el comienzo de un nuevo año…


Lugar: Plaza Roberto Cisneros ( 9 de julio y Arturo Orgaz)
Hora: desde 10 hs de la mañana.

AGRUPACIÒN PUEBLOS ORIGINARIOS.
Pueblosoriginarios@yahoo.com.ar

agrega un comentario


Qhapaj Raymi o Navidad? ¿Inti Raymi o San Juan?
Por muchomaiz - Monday, Jun. 20, 2005 at 12:01 PM

Por la recuperación de nuestros valores de identidad, cultura y religiosidad.

Tras la violenta invasión europea a nuestro continente Abya-Yala se sucedieron una serie de cambios impuestos por la fuerza sobre nuestros pueblos tanto a nivel cultural, político, religioso, económico, militar, jurídico, etc. Estos cambios se dieron de diferentes maneras y procesos, desde las más sutiles hasta las más abruptas y turbulentas. Sin duda que una que una de ellas se dió en el plano religioso cuyos representantes mediante la Santa Inquisición justificaron sus crímenes de lesa religiosidad produciendo la colonización espiritual de nuestros antepasados.

La expansión de la religiosidad occidental tomó la forma de sectas a medida que los concflictos internos en la iglesia católica y el caos cristiano oficiales se iban agudizando irremediablemente. En este proceso es en el que se inscriben por ejemplo la suplantación descarada de nuestras festividades, rituales y ceremonias religiosas, con otros nombres relacionados con la religion dominante, con otros elementos ceremoniales, con otros conceptos y visiones del mundo, y tratando de adecuar y hacer coincidir de modo sutil las fechas más importantes de las festividades andinas en nombre de un supuesto sincretismo religioso.

Y de esta híbrida mezcla emergieron nuevos rituales, nueva simbología, nuevas creencias, etc. que a decir verdad no son mas que grotescas caricaturas de nuestras verdaderas tradiciones espirituales y religiosas, las mismas que en su mayoría son practicadas por la iglesia católica sobre la población criollo-mestiza principalmente en los centros urbano-citadinos en donde mas influencia tuvo la invasión.

Sin embargo de todo esto, conforme pasaba el tiempo y de acuerdo a la tradición y transmision oral andina, constatamos que en infinidad de nuestras comunidades originarias aun conservamos intacto la semilla pura de nuestra religiosidad, presta a echar nuevamente las raíces, a germinar y brotar como el maíz de la tierra. Esto en el propósito de mostrar lo que esencialmente representa para nuestro mundo andino el porqué de nuestra fe, de nuestra esperanza y de nuestro júbilo.

En nuestros sagrados Andes existen cuatro momentos importantes en el ciclo vital del maíz como referencia esencial, los que científicamente establecidos constituyen determinados puntos en el tiempo llamados equinoccios y solsticios, durante el lapso de un año, tiempo en el que nuestro planeta gira dando una vuelta entera alrededor del sol.

Entre estos solsticios se distinguen nuestras celebraciones del Inti Raymi y del Qhapaj Raymi, festividades que nuestros antepasados solían celebrar el 21 de Junio y el 21 de Diciembre de cada año, fechas en las cuales el sol alcanza su máxima distancia en su alejamiento del centro equinoccial de la tierra, llamado también el Inti-ñan o Inti-guatana, lo que significa la ceremonia de protección del Padre Sol, el Tata Inti, a fin de evitar que esta deidad suprema se aleje extremadamente de nuestro planeta y, contrariamente, permita la germinación y maduración de los frutos que nacen de nuestra Madre Tierra, la Pachamama, otra de nuestras divinidades supremas.

Nuestros sabios Amawtas y Achachilas de los Andes nos enseñaron a venerar la Madre Tierra, porque ella constituye fuente inagotable de vida, que nos provee de alimentos, nos provee de medios para protegernos de los desastres naturales, nos provee del placer de convivir con nuestros congéneres, con la madre naturaleza y con los otros seres vivientes que habitan nuestro planeta.

Conforme a la naturaleza de nuestra cosmovisión, el equinoccio de septiembre simboliza la época de la siembra, tiempo en el que la tierra muestra su máxima pureza y fertilidad, tiempo en el que ella se muestra desnuda, virgen, con su color y aroma inconfundible, lista para recibir la semilla. Es la festividad del Q’uya Raymi, dedicada al agradecimiento a la tierra y al mismo tiempo a la veneración de la feminidad (mujer), porque es ella quien entrega la vida al universo. Esta celebración ha sido superpuesta con la llamada fiesta de la Virgen María por parte de la invasion europea.

Con el transcurrir de los días, las semanas y los meses, la semilla sembrada es alimentada y protegida constantemente por su madre, la tierra, y en sus entrañas, esta semillita sufre una transformación grandiosa, el de la transición de la muerte a la vida, la semilla se transforma y pasa a ser una planta viva, es el momento en que celebramos el renacer de la muerte a la vida, hoy comunmente celebrado como el día de los difuntos.

Entonces ya cuando el tierra en su desplazamiento sitúa al sol en su extremo derecho, o geográficamente hablando hacia el polo sur, se produce un otro solsticio, el 21 de diciembre. Para este tiempo, la semilla ha brotado del vientre de su madre, ahora ya es una planta, pequeñita y llena de vida. Los ojos de nuestros abuelos y abuelas expresan nítidamente el júbilo que sienten por su hermosura, su bondad, su fortaleza.

A este momento y visión los sabios y Amawtas lo llamaron Inti Qhapaj Raymi, pues la influencia del sol, sumado a la de todo el cosmos renueva la vida a través de las semillas plantadas en el vientre virgen de la Tierra. Estas tiernas plantitas se comparan a la llegada del niño esperado, y que luego es arrullado en los brazos de sus padres. Como nuestros niños, juguetones, sonrientes y alegres, las pequeñas plantas llegan a poblar la Tierra y ellas darán fruto, seguridad y bienestar a la siguiente generación.

El ritual del Qhapaj Raymi o la gran fiesta de la nueva vida, ancestralmente se la celebraba con mayor majestuosidad que en los tiempos actuales. Pues como se trataba de una festividad dedicada a la continuación de la vida, estaba explícitamente dedicada a las nuevas generaciones, a los niños y jóvenes, que luego del gran ritual pasaban a formar parte viva, activa y sujetos de la sociedad en sí.

Cuenta la tradición oral, que los mayores engalanaban a las futuras generaciones con obsequios celebrando el ritual de la dotación simbólica a los recién nacidos, de prendas de vestir, los valores más preciados, los útiles y herramientas más esenciales para que ellos sean los continuadores de su compromiso natural adquirido en la vida y que los irían trasmitiendo de generación en generación. Este acto de ofrenda a los menores, se traducía en base al compromiso y la participación recíproca de todos los integrantes de la comunidad.

Tal era la magnificencia de nuestras fiestas, que los invasores venidos de occidente a través de la imposición de símbolos y creencias, tuvieron que buscar modos para reemplazarlas con algo que también tuviera gran peso y esplendor material y espiritual conforme a lo que acontecía en este tiempo. Y esta imposición fue suplantando nuestras festividades.

Por ejemplo la Fiesta del Inti Raymi que se celebra cada 21 de Junio fué maliciosamente yuxtapuesta por la fiesta católica llamada San Juan, una muestra clara de esta intención es que por ejemplo las tradicionales danzas y formas musicales que se bailaban en esa fiesta en la región de Imbabura, fueron denominados "San Juanitos", a fin de demostrar que eran ritmos dedicados a la fiesta San Juan.

Igual hicieron con la fiesta del Qhapaj Raymi, que lo celebramos el 21 de Diciembre. Pretendieron convercernos de que esta celebración era la misma a la que ellos denominaban la fiesta de la Pascua de Navidad, dedicada al nacimiento del niño Jesus considerado por ellos redentor de la humanidad, y que se la debía efectuar los días 24 y 25 de Diciembre. Igualmente los cánticos y danzas tradicionales de la época llamadas Ch’untunkis fueron denominados Villancicos de Navidad.

Así, bajo el nombre de sincretismo religioso se pretende yuxtaponer valores religiosos traídos de occidente. En la actualidad estas festividades son difundidas profusamente desde El Vaticano, hecho que es muy bién recibido por el mundo capitalista para estimular el florecimiento de la sociedad de consumo.

Este gigantesco proceso de usurpación y suplantación de símbolos y rituales originarios ha ocasionado la pérdida de la identidad de grandes grupos de hermanos y hermanas durante estas más de 5 centurias. En este tiempo del Pachakuti, estamos retomando el camino de la recuperación, estamos re-emprendiendo la senda de la emanciapción espiritual, estamos pasando de la reflexión a la acción, a la defensa de nuestras vidas y la de todos los seres que habitan la tierra. Estamos emprendiendo el proceso de sanación del cosmos y la tierra.
(Consejo Andino de Naciones Originarios)

agrega un comentario


Wiñoy Tripantu / "Año Nuevo Mapuche".
Por muchomaiz - Monday, Jun. 20, 2005 at 12:10 PM

Por Pedro CARIMAN

Pero lo correcto es Wiñoy Tripantu o We Tripantu?- inquirió el joven y autodenominado werken en un precario, aunque entendible, mapunzugun a Doña Carmen Lemunao, anciana y respetada Pillañ Kuse de la comunidad Chiwkvjiwiñ, una de las tantas ubicadas al sur de la actual provincia del Neuquén. Era la primavera de 1991 y la reunión tenía lugar en la ciudad de Junín de los Andes, donde un grupo de mujeres y varones de las organizaciones mapuche presentes, buscaba los fundamentos político-culturales desde los cuales proyectar su movimiento en el Este del Wallmapu. La pregunta en cuestión buscaba una conclusión para la conversación que hacía ya un rato se desarrollaba: determinar la forma correcta de llamar en la lengua de la tierra, lo que en castilla comenzaba a conocerse como "Año Nuevo Mapuche".

Mientras en Gulumapu se difundían las primeras propuestas que demandaban formas de autonomía política como soluciones de fondo al conflicto histórico entre los mapuche y el Estado chileno, en Puelmapu reuniones como las de esa primavera eran parte de los primeros aprestos para el lanzamiento de demandas similares ante el Estado argentino. Demandas que se harían públicas al año siguiente, con la campaña de los contrafestejos del V Centenario del llamado "Descubrimiento de América". El objetivo de fondo era dejar atrás la imagen de "paisanos indígenas" dispersos en el inmenso espacio de Pampa y Patagonia, y hacer emerger en su lugar la de un Pueblo articulado en torno a una conciencia histórica, que -con las certezas que dan los momentos fundacionales- se podía asumir sin duda alguna como nación y demandar derechos político-territoriales en esa condición.

Así se discutieron y decidieron temas y formas que se suponían eran las correctas, para afirmar la posibilidad real de constituir una fuerza político-cultural representativa, que se extendiera a lo largo y ancho del Puelmapu. Pero mientras los temas en efecto confluían hacia la configuración de una conciencia nacionalitaria de signo moderno, la forma de tratarlos y la selección discursiva se realizaba bajo formulas supuestamente originarias o ancestrales. Es así como se daba el nombre de Trawvn a reuniones mapuche donde, sin embargo, ya estaban decididas de antemano las resoluciones políticas a tomar.

Hubo discusiones, sí. Pero a la vez fueron también impuestas y direccionadas según la necesidad de homogeneización que exigía el proyecto de carácter "nacional" que se impulsaba. No obstante esto, la inmensidad territorial de Puelmapu y su extrema diversidad de situaciones específicas que vive la población mapuche contemporánea en cada uno de sus rincones, terminó imponiéndose. A poco más de una década de aquellos sucesos, la necesidad legítima de articular una conciencia mapuche nacionalitaria a lo largo y ancho de Puelmapu, mostró lo ineficaz que para ello resultaba una política de imposición ante la abrumadora diversidad mapuche interna, que se vuelve adversa si no se crean los ámbitos de discusión donde esta pueda libremente expresarse.

La conciencia ha crecido porque, ya se dijo, los temas discutidos fortalecían el carácter nacionalitario de la demanda mapuche. Sin embargo, la realidad nos muestra hoy a diferentes organizaciones y comunidades que poca o ninguna vinculación tienen con otras, que coexisten en el mismo ámbito provincial y ni qué decir de aquellas que están más allá de él. En no pocos casos la relación es de competencia por la representatividad de unos y otros. Así, desarticulada en tanto Pueblo, es la batalla que se libra contra los nuevos y viejos "estancieros", que ocupan y explotan el territorio mapuche del Este, sean los miembros de la tradicional Sociedad Rural o los más nuevos que se esconden tras siglas como Repsol YPF, las mineras, las subsidiarias locales de Benetton o la avanzada institucional de los Estados provinciales, tal como ocurre con la municipalización de Villa Pehuenia y el llamado a elecciones en esta localidad con mayoría de población mapuche, donde casi con seguridad habrá un gobierno no-mapuche.

Paradójicamente y por grave que nos parezcan cada uno de los conflictos que enfrenta nuestro Pueblo en el presente, ninguno de ellos ha tenido la fuerza de convocatoria que sí tienen algunas de las instituciones ancestrales que se imponen, atraviesan y subordinan la heterogeneidad mapuche del presente, para mostrarla y mostrarnos como jamás lo ha logrado ninguna organización moderna existente. Es decir, como un solo Pueblo. El Wiñoy Tripantu, We Tripantu, Wvzal Tripantu, Pvrapagaw, en fin, la idea y conocimiento del Nuevo Año en el Territorio Mapuche, más allá de sus diferentes formas de nombrarlas, tiene en común la suficiente fuerza de hacer que en un mismo momento y en todo su territorio, el conjunto de la población mapuche actúe de forma societal. Es decir, como una sociedad articulada a lo largo y ancho ya no solo de Puelmapu, sino también de Gulumapu.

Así, en los días que van entre el 21 y 24 de cada mes de junio el Wallmapu, desde Buenos Aires y Santiago al sur, en cada ciudad y comunidad rural, encuentra a los mapuche actuando como un Pueblo por encima de diferencias internas, así como de leyes, fronteras e imposiciones externas. Se trata, quizás, del único momento en que el sueño del país mapuche y la conciencia nacionalitaria se aproximan casi hasta fundirse en la realidad que queremos construir cada uno de nosotros. El resto de los días del “año” mapuche nos encuentra en los proyectos locales y personales que poca articulación tienen muchas veces con el de otros hermanos.

Grande es el desafío que tenemos por delante, para actuar en cada coyuntura trascendente como un solo cuerpo político-social, tal como sí sucederá otra vez en el Wiñoy Tripantu que se avecina. Que esta actitud se traslade a otros aconteceres de la vida mapuche no depende, sin embargo, solo de actos de fe ni de buena voluntad. Más bien dependerá del acto conciente que cada hermano/na pensante realice, al poner por delante de sus proyectos personales y locales, la necesidad de construir una conciencia nacionalitaria mapuche, con la convicción de que esto tiene la misma, y tal vez mayor, relevancia, que la lucha que se libra contra las transnacionales y las instituciones estatales que violan a diario nuestros derechos como pueblo.

En el primer Wiñoy Tripantu que a este periódico mapuche le toca vivir en medio de los pequeños triunfos y los dolientes reveses por los que nuestro pueblo transita a ambos lados de nuestra cordillera, queremos reivindicar a esa institución ancestral mapuche que tiene plena vigencia y nos ayuda a proyectarnos al futuro, como grupo humano en torno a una demanda nacionalitaria. No obstante, somos muy conscientes de que para que esto último efectivamente ocurra, precisamos de espacios propios para intercambiar y debatir ideas y proyectos, en un marco de respeto, franqueza y libertad según lo exigen los tiempos que vivimos. Reiteramos entonces en este inicio de Año Nuevo en el Territorio Mapuche que nuestras páginas están abiertas a todos y cada uno de los hermanos/as dispuestos a asumir este compromiso
Extraido del periodico Mapuche Azkintuwe
Nº 7 - Junio de 2004



agrega un comentario