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Ficciones y luchas de nuestra historia
Por Mauricio Castaldo - Tuesday, Jun. 21, 2005 at 2:20 PM
mauriciocastaldo@yahoo.com (Casilla de correo válida) MARIA GRANDE-ENTRE RIOS

Es hora de hacer un revisionismo histórico militante, autonomista, subalterno, postcolonial y postoccidental.

LAS GRANDES LUCHAS Y LAS GRANDES FICCIONES
DE NUESTRA HISTORIA


“Al cambiar la base económica, se transforma más o menos
rápidamente toda la inmensa superestructura erigida sobre
ella. Cuando se estudian estas transformaciones, hay que
distinguir siempre entre los cambios materiales ocurridos
entre las condiciones económicas de producción, que pueden
apreciarse con la exactitud propia de las ciencias naturales, y
las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas,
en una palabra, las formas ideológicas en que los hombres
adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo…”
KARL MARX
Prefacio (1859) a la
Contribución a la Crítica de la Economía Política


“En las sociedades de clases, la historia forma parte de los
instrumentos por medio de los cuales la clase dirigente
mantiene su poder. El aparato del estado trata de controlar
el pasado, al nivel de la política práctica y al nivel del la
ideología, a la vez. El estado, el poder, organizan el tiempo
pasado y conforman su imagen en función de sus intereses
políticos e ideológicos.”
JEAN CHESNEAUX
¿Hacemos tabla rasa del pasado?. A propósito de la
Historia y de los historiadores, 1978.



“(La historia de la Argentina) es la historia de un país que se
devoró a sí mismo, que no terminó todavía su guerra de
organización nacional…”
DARDO NOFAL
Clarín, Ñ, 17/7/2004.-








-LAS FICCIONES DE NUESTRA HISTORIA-

“Quizás el objetivo más importante de nuestros días
es descubrir lo que somos, pero para rechazarlo.”
MICHEL FOUCAULT

“Los legados coloniales son variados. No sólo porque hubo muchos
colonialismos e imperialismos superpuestos a ellos, sino porque las
localizaciones geográficas donde operan los distintos colonialismos
varían. Ahora bien, una vez que se consideran los legados coloniales
(es decir, el imaginario colonial en el presente que mantiene
contradicciones no resueltas en el pasado), nos damos cuenta que tales
legados coloniales son un espacio de acumulación de furia que no se
articula teóricamente, porque la teoría ha estado siempre del lado
civilizador de los legados coloniales, nunca del lado de la fuerza
dividida entre la civilización y la barbarie.”
WALTER MIGNOLO
ESPACIOS GEOGRAFICOS Y LOCALIZACIONES EPISTEMOLOGICAS:
LA RATIO ENTRE LA LOCALIZACIÓN GEOGRAFICA Y
LA SUBALTERNIZACIÓN DE CONOCIMIENTOS

“Uno es lo que hace con lo que hicieron de él”
JEAN PAUL SARTRE

1) La de la “civilización occidental y cristiana”. La madre de todas las ficciones ideológicas eurocentristas (feudo-capitalistas) hasta el día de hoy. Allí nacen los racismos, las inquisiciones, las escolásticas culturales, los fascismos, los mesianismos y las esperanzas ingenuas en líderes salvadores. Colonización es configuración ideológica general de nuestro “sentido común” (categoría gramsciana). No estamos en contra del cristianismo ni de niguna religión: estamos en contra de la escolástica y de la inquisición. Gramsci explicó, muy claramente, que “los elementos principales del sentido común son suministrados por las religiones y por esto la relación entre el sentido común y la religión es mucho más íntima que la relación entre el sentido común y los sistemas filosóficos de los intelectuales. Pero también hay que hacer distinciones críticas en lo que concierne a la religión. Toda religión, incluso la católica (y especialmente la católica, por sus esfuerzos para parecer unitaria “superficialmente”, para no escindirse en iglesias nacionales y en estratificaciones sociales) es, en realidad, una multiplicidad de religiones distintas y a menudo contradictorias: hay un catolicismo de los campesinos, un catolicismo de los pequeños burgueses y de los obreros de la ciudad, un catolicismo de las mujeres y un catolicismo de los intelectuales, abigarrado e inconexo a la vez. Pero en el sentido común no sólo influyen las formas más toscas y menos elaboradas de estos diversos catolicismos, actualmente existentes: han influido y son componentes del actual sentido común las religiones precedentes y las formas anteriores del catolicismo actual, los movimientos heréticos populares, las supersticiones científicas ligadas a las religiones del pasado, etc. En el sentido común predominan los elementos “realistas”, materialistas, es decir, el producto inmediato de las sensaciones elementales, lo cual no está en contradicción ni mucho menos con el elemento religioso; pero estos elementos son “supersticiosos”, acríticos” (ANTONIO GRAMSCI, La política y el estado moderno –selección de textos-, Barcelona, Planeta-De Agostini, 1993, p.10). Por lo demás, ¿Era “barbarie” la organización social de los guaraníes, basada en la combinación de propiedad individual (abambaé) y propiedad colectiva (tupambaé)?.
2) La del “Río de la Plata” y la de la “Argentina”, la Tierra de la Plata. En esta segunda gran ficción colonial nace el mito (la ideología) del país rico, se consolida nuestra condición periférica y se desarrolla nuestra degeneración geoeconómica y geopolítica regional (se afirma la dictadura del puerto de Buenos Aires y del latifundio, etc).
3) La ficción de la “independencia nacional y sudamericana”. Una ficción montada sobre otra. No hay independencia nacional, porque la lucha y declaración fue Sudamericana. Y no hay independencia real, porque para librarse de los imperialismos se necesitaba y se necesita un frente de unidad popular latinoamericana que no ha existido, porque Bolívar, Artigas, Touissant L’Overture, Tupac Amaru, Mariátegui, el Che y otros han sido traicionados por los que ya sabemos y por todos nosotros. Se necesitaba unidad política subcontinental y políticas de desarrollo económico y social auténtico, pero la Patria Grande bolivariana y la reforma agraria artiguista todavía son un sueño.
4) La ficción de la “república federal (y representativa)” y de la historiografía “nacional y popular”. Si este país es federal y republicano, si el revisionismo nac y pop es revolucionario y antagonista, y si Urquiza y Rosas son considerados federalistas, yo soy Agustín Tosco o Rodolfo Walsh. Lo nac y pop es populismo ideológico, y sobre la estrechez histórico-política y las confusiones que nos provoca el populismo (que tenemos metido hasta la médula y debemos exorcisar), Lenin, Gramsci, Trotsky, y tantos otros, han escrito y desarrollado páginas lúcidas y brillantes que ameritan ser leídas o releídas. Sus textos están esperando por nosotros en la web. Lo nac y pop es, en el fondo e indiscutiblemente, burgués, procapitalista y conservador. Lo nacional fue inventado por Mitre y lo popular fue agregado por Perón, para que los obreros no tengan conciencia antagonista de clase. Los dos querían mantener “a raya” a la clase trabajadora.
5) La ficción del “país rico” enganchada idiotamente con la del “granero del mundo”: ficciones malditas generadas por la oligarquía terrateniente agroexportadora. Argentina no es un país rico; es un país con algunos ricos. Argentina –su clase dominante- vendía granos y carnes al mercado capitalista mundial, pero nunca fue el granero del mundo. Esto era una trampa para bobos. Esta era y es el discurso hegemónico que moldea una ideología de la espera –la de esperar que las cosas ya van a mejorar, que ya se van a acomodar solas-. La ideología de la espera es un aspecto de la ideología escolástica de la salvación. Y algunos –y muchos- defienden hoy a la soja. ¿Quién escribirá hoy el Informe Bialet Massé?.
6) La ficción ideológica racista y criminal de la oposición sarmientina entre “civilización” y “barbarie” y la estrechez, nunca bien discutida, de la educación liberal decimonónica. El discurso de “civilización o barbarie” es la fase ideológica superior del eurocentrismo criollo. Toda la gran riqueza cultural de nuestros pueblos ha sido producida por esos bárbaros subalternos: el indio, el negro, el gaucho, el obrero, el pobre. Seguiremos tomando mate (maati significa calabaza) mientras se sigan escribiendo cada vez más tesis contra Sarmiento y su facundo. La oposición entre rosistas (“! Viva la Santa Federación, Mueran los salvajes unitarios ¡”) y sarmientinos (“civilización o barbarie”) es una interna del poder, una interna política e ideológica del bloque histórico dominante. Aún más: las diferencias posteriores entre Sarmiento y José Hernández no son tantas, porque el Martín Fierro es un gaucho “civilizado”. El Martín Fierro es una síntesis –compleja, abierta y contradictoria- de la hegemonía ideológica eurocéntrica. Los tres discursos son variantes ideológicas de la misma matriz cultural y política eurocentrista -feudocapitalista- Los que queremos federalismo auténtico, pluralismo cultural y emancipación social estamos afuera de esa disputa. Nunca se terminará la guerra si no se definen bien los bandos. Por lo demás, la oposición “civilización o barbarie”, bajo distintas formas, sigue diviendo y destrozando a las multitudes argentinas. Argentina no ha sido un crisol de razas, sino un crisol de racismos.
7) La ficción cívico-radical del “que se rompa pero no se doble”. La centenariamente fracasada línea ideológico-práctica de la UCR. Se rompieron y se quebraron –desde Yrigoyen y Alvear contra los obreros de la Patagonia Rebelde a De la Rúa, Cavallo y Montiel- el pueblo, los trabajadores, el Estado y el propio partido radical, pero nunca se dobló el modelo oligárquico agroexportador. Nunca se dobló el feudocapitalismo dependiente argentino. El objetivo –martinfierrista- está cumplido: nunca se dobló el sentido de su causa. Descansen en paz.
8) La ficción alienante e inmovilista de la discusión peronismo-antiperonismo. El peronismo es la versión contemporánea del martinfierrismo, del conservadurismo popular práctico e inteligente. Y según el viejo vizcacha del pejotismo, Antonio Cafiero, "Perón citaba de memoria el Martín Fierro para resolver discusiones políticas”. Es una notable prueba empírica de nuestra tesis histórica. Por su parte, la Unión Democrática –en sus distintas formas- llevaba pancartas con la figura de Sarmiento a sus actos políticos. No estamos ni con el martinfierrismo obrero, ni con la estadolatría nacional burocratista, ni con el neosarmientismo gorila. El abrazo Perón-Balbín y el Pacto de Olivos entre Menem y Alfonsín son muestras acabadas de esta ficción histórica absurda y reaccionaria. Estamos en la lucha por la autonomía social y por la liberación política, social y cultural de la clase trabajadora. Creemos que el concepto sociopolítico de gorilismo debe definirse desde la perspectiva de un socialismo pluricultural realmente antagonista, realmente socialista. Por lo demás, si un militar golpista es el primer trabajador, estamos todos jodidos.
9) La ficción de los “militares patriotas” que pusieron “orden”. Esta es la primer gran ficción neoliberal. La “Doctrina de la Seguridad Nazional” es la forma contemporánea, reciente, la síntesis brutal de la gran inquisición feudocapitalista eurocéntrica. En el discurso de la lucha de la “civilización occidental y cristiana” contra la “barbarie subversiva”, podemos observar con rabia y con tristeza, que la vieja matriz ideológica superestructural está intacta. La historia se repite, pero peor que lo anticipado por Marx en “El 18 brumario”: aquí la historia parece repetirse siempre como tragedia. O, como lo señala Borges –a veces tan liberal, a veces un anarcopacifista, pero siempre irónico y brillante-, aquí parece que el tiempo circula y que somos del mismo tiempo que el tiempo. “Yo afirmo –sin remilgado temor ni novelero amor de la paradoja, dice Borges en “Palermo de Buenos Aires”, un texto de su libro “Evaristo Carriego”- que solamente los países nuevos tienen pasado; es decir, recuerdo autobiográfico de él, es decir, tienen historia viva. Si el tiempo es sucesión, debemos reconocer, que donde densidad mayor hay de hechos, más tiempo corre y que el más caudaloso es el de este inconsecuente lado del mundo. La conquista y colonización de estos reinos –cuatro fortines temerosos de barro prendidos en la costa y vigilados por el pendiente horizonte, arco disparador de malones- fueron de tan efímera operación que un abuelo mío, en 1872, pudo comandar la última batalla de importancia contra los indios, realizando, después de la mitad del siglo diecinueve, obra conquistadora del dieciséis. Sin embargo, ¿a qué traer destinos ya muertos? Yo no he sentido el liviano tiempo en Granada, a la sombra de torres cientos de veces más antiguas que las higueras, y sí en Pampa y Triunvirato: insípido lugar de tejas anglizantes ahora, de hornos humosos de ladrillos hace tres años, de potreros caóticos hace cinco. El tiempo –emoción europea de hombres numerosos de días, y como su vindicación y corona- es de más imprudente circulación en estas repúblicas. Los jóvenes, a su pesar lo sienten. Aquí somos del mismo tiempo que el tiempo, somos hermanos de él” (JORGE LUIS BORGES, 1930, Evaristo Carriego, Madrid, Alianza Editorial, 1998, pp. 19-20).
10) La ficción de la democracia ingenua. La gran ficción del radicalismo liberal refundada en el discurso de Alfonsín de que “con la democracia se come, se cura y se educa”. Es la gran ficción ideológica de la democracia liberal-representativa que hace rato que está podrida y muerta. Es la camisa de fuerza de un país supercolonizado y dependiente. Es la garantía política socialdemócrata, sin ningún respaldo, del capitalismo periférico.La democracia liberal-representativa debe dar paso a la democracia absoluta, a la democracia participativa, a la democracia popular, a la democracia de las multitudes.
11) La ficción del “libre comercio” y de la “mano (invisible) de Dios”. Es la ficción ideológica que profundizó el menemismo. Es la gran ficción hipócrita del modelo neoliberal. Es la ideología que sustenta la nueva división internacional del trabajo en la transición global al capitalismo postfordista, postmoderno. Es la política de africanización laboral de las periferias para deslocalizar la producción capitalista multinacional. Es la ficción de la “mano invisible” del mercado que traería progreso y equidad social; pero es una ficción de la “mano invisible” que se combina, o recombina, con la vieja idea escolástica de que Dios proveerá y con la idea futbolera de que hay una “mano de Dios” que nos llevará a la gloria.
12) La espectacular ficción de los medios de comunicación. La mayoría abrumadora de los argentinos cree en los medios. Todos los días asiste a las liturgias mediáticas. Recibir la información a través de los medios masivos se ha transformado en una religión. Es la religión capitalista postmoderna. Los medios son la continuación de la política por otros medios. El capital justifica los medios. La máquina comunicativa (Negri-Hardt), la sociedad del espectáculo (Guy Debord) nos controla, nos entretiene y nos envuelve. Hay un modo de producción de la realidad del que, parece, que nos cuesta dejar de ser parte. Debemos reconstruir nuestros fines para superar la trampa de los medios.
13) La ficción del “sentido común”, que engloba e incluye concretamente a todas las otras ficciones. Hay una visión metafísica, idealista, abstracta, antihistórica, ideológica y reaccionaria del sentido común. Como decía Gramsci, el sentido común –vital, pero caótico y hegemonizado- debe dar paso, en la lucha, al buen sentido político y social. Gramsci no consideró al sentido común como innatamente progresista, sino que lo vió como “una disgregada colección de sentimientos, ideales, mitos, supersticiones, etc, en la cual “uno puede encontrar cualquier cosa que le guste”, ya sea conservadora o reformista, reaccionaria o revolucionaria” (CARL BOGGS, El marxismo de Gramsci, México, Premiá Editores, 1978, p.64). Nuestro sentido común, tan general como plural, está poblado de ficciones que se recombinan dinámicamente entre sí y con nuestros deseos, necesidades, experiencias y prácticas; ficciones ideológicas que impiden la autonomía, la emancipación y el desarrollo social alternativo. Debemos hacer, tal como lo propusieron Deleuze y Guattari, un esquizoanálisis histórico de nuestro sentido común; no para cerrarlo “racionalmente”, sino para abrirlo de otra manera. La disgregación pasiva, contradictoria, enfermante y conservadora debe dar lugar a una pluralidad abierta, pero potente, activa, democrática y conscientemente antagónica. Debemos hacer, sin pausa, sin miedos y sin vueltas, un esquizoanálisis radicalizado, antiedípico, postoccidentalista, liberador y revolucionario.-


UN RESUMEN POETICO:

“Europa fue la cuna del capitalismo y al niño ése, en la cuna, lo alimentaron con oro y plata del Perú, de México, Bolivia, Millones de indios americanos tuvieron que morir para engordar al niño, que creció vigoroso, desarrolló lenguas, artes, ciencias, modos de amar y de vivir, más dimensiones de lo humano.
¿Quién dijo que la cultura no tiene olor?
Paso por Roma, por París, bellísimas. En vía del Corso y Bulmish huelo de pronto a taino devorado por perros andaluces, a orejas de ona mutilado, a azteca deshaciéndose en el lago de Tenochtitlán, a inquita roto en Potosí, a querandí, araucano, congo, carabalí, esclavizados, masacrados.
No olés a viejo Europa.
Olés a doble humanidad, la que asesina, la que es asesinada.
Pasaron siglos y la belleza de los vencidos pudre tu frente todavía”.

JUAN GELMAN
Exilio, XXV
Roma, 14-9-80
















-LAS GRANDES LUCHAS DE NUESTRA HISTORIA-


“La teoría materialista del cambio de las circunstancias y de
la educación olvida que las circunstancias las hacen cambiar
los hombres y que el educador necesita, a su vez, ser
educado… La coincidencia del cambio de las circunstancias
con el de la actividad humana o cambio de los hombres mismos,
sólo puede concebirse y entenderse racionalmente como
práctica revolucionaria”
KARL MARX
Tesis 3 sobre Feuerbach, 1845.

“También nosotros hemos considerado en primer lugar
el desarrollo capitalista, y sólo después las luchas obreras.
Esto es un error. Es necesario invertir el problema, cambiar
el signo, y recomenzar; y el comienzo es la lucha de la
clase obrera… El desarrollo capitalista se halla subordinado
a las luchas obreras, viene tras ellas”.
MARIO TRONTI
Obreros y Capital, 1966.-

“El punto débil de la cadena imperialista está allí dónde la
clase trabajadora es más fuerte”
MARIO TRONTI
Lenin en Inglaterra, 1964.-


1-EL CICLO DE LUCHAS QUE PRODUCEN LA INDEPENDENCIA SUDAMERICANA (Fines del Siglo XVIII y primer cuarto del Siglo XIX). No fueron las ideas liberales de algunos iluminados de la ciudad-puerto las que produjeron la independencia sudamericana, ni mucho menos la caída automática del imperialismo europeo, fueron las distintas luchas populares y revolucionarias que, acumulándose en el tiempo, conquistaron la liberación política. Al contrario, el liberalismo real –elitista y conservador- junto el feudo-federalismo también conservador del tipo rosista o moderado tipo urquicista, fue el que nos condenó a la dependencia y a la pobreza estructural. Fueron las luchas indígenas encabezadas por Tupac Amarú desde 1780, fueron los negros de Touissant L´Overture en 1804, fueron todos los indios, gauchos y negros que sirvieron como soldados de la causa sudamericana. Fueron los negros, que desaparecieron de nuestra región dando la vida por su liberación y por la de la América del Sur. Fueron los gauchos guerrilleros de Güemes y todos los otros gauchos. Fue la experiencia de lucha popular –de la guerra del pueblo, como dirá Nguyen Giap en la Vietnam de los ’60 y los ‘70- lograda en la resistencia a las invasiones inglesas en 1806 y 1807. Fue guerra popular de liberación la que condujeron Belgrano –quién organizó el Exodo Jujeño- y San Martín –quien acompañado por todo el pueblo de Cuyo, organizó el Ejército de los Andes y luego se abrazó con Bolívar en Guayaquil-. Fue Artigas, liderando el éxodo oriental y echando las bases de un federalismo latinoamericanista y revolucionario. Se nos podrán escapar algunas cosas, pero dos cosas son seguras: la lucha por nuestra independencia fue (y será) una lucha sudamericana (lo nacional no existía: existió después para testimoniar y sostener la dependencia); y la conquista de la independencia política fue obra de las clases subalternas que dieron su sangre y de los pueblos de las provincias organizados. Si los logros terminan siendo mayoritariamente formales es porque las luchas populares no se unieron y articularon a fondo para consolidar un proyecto contrahegemónico. Demás está decir que, las líneas hegemónicas y divisionistas atravesaron y atraviesan permanentemente a los sectores populares. A pesar de todo, son siempre las luchas las que provocan los cambios históricos, y son ellas las que sirven de base para los ulteriores proyectos políticos de emancipación. Hay que educar y vivir en y para la lucha política y social. Sólo un mayor grado de politización nos llevará al camino profundo de la liberación.
2) EL CICLO DE LUCHAS MONTONERAS FEDERALES QUE PRODUCEN LA ORGANIZACION FORMAL DEL ESTADO NACIONAL (Siglo XIX). Fueron las luchas federalistas –potentes, limitadas y contradictorias al mismo tiempo- de los Artigas, los Ramírez y la República de Entre Ríos –y si se quiere, de los Estanislao López y los Dorrego-, y posteriormente de los López Jordán, Felipe Varela y Chacho Peñaloza –caudillos que no dudaron en solidarizarse activamente con la resistencia paraguaya comandada por Francisco Solano López-, las que conquistaron el nivel (limitado) de autonomías provinciales que existió y que hoy está reducido al mínimo, pero está. Fueron esas luchas las que conquistaron la idea de una República y una Constitución en 1853. Fueron las resistencias políticas federales las que llevaron a Rosas a defender la soberanía nacional en el combate de la Vuelta de Obligado, de 1845. Fueron las montoneras las que obligaron a la oligarquía dominante a unificar sus intereses, completando la organización formal del Estado Nacional. Insistimos con nuestra tesis histórico-política: si los logros son formales y no “reales” o sustanciales es porque la potencia de las luchas no pudo llegar al máximo de un proyecto político contrahegemónico global; pero si hay alguna conquista, ésta se debe a la fuerza de las luchas ofensivas o resistentes. Eso sí, está claro que el proyecto político artiguista es la base para fundamentar un revisionismo histórico integral de nuestro devenir nacional y regional, es la base para una nueva epistemología historicista postcolonial y postoccidental.
3) EL CICLO DE LAS LUCHAS POR LA DEMOCRACIA Y LOS DERECHOS SOCIALES (Finales del Siglo XIX y principios del Siglo XX). Obviamente, que la conquista de la democracia (formal) basada en el sufragio (semi) universal (1912) se produjo gracias a las fuertes luchas políticas, ideológicas y sociales que comienzan a fines del siglo diecinueve. Citamos aquí las revoluciones radicales (desde 1890), las potentes luchas de los anarquistas, los socialistas, la huelga de inquilinos (1907), el Grito de Alcorta y la fundación de Federación Agraria Argentina (1912), sin olvidar la Reforma Universitaria de 1918, encabezada por Deodoro Roca. No sólo se inició así la historia –larga y complicada- de la democratización institucional, sino que surgieron las ideas del socialismo marxista, del comunismo anarquista, el sindicalismo, la F.O.R.A (Federación Obrera Regional Argentina), el cooperativismo y el mutualismo. Cuando comamos facturas tipo “cañoncitos” o “bolas de fraile” recordemos siempre que esto es un legado de la cultura política anarquista –de la resistencia creativa de esos obreros históricos- frente a los abusos del militarismo y de la jerarquía eclesiástica. Pero también sepamos que el líder socialista, Juan B. Justo, fue el primer traductor al castellano de El Capital, de Marx, pero apoyó la “conquista del desierto” –el genocidio indígena- que realizó la oligarquía terrateniente. Prestar atención de nuevo a las limitaciones y contradicciones ideológicas de los proyectos políticos subalternos.
4) EL CICLO DE LUCHAS QUE CONQUISTAN UN ESTADO BENEFACTOR (Años ’30 y ’40 del Siglo XX). El Estado Benefactor y la política peronista son respuestas a las luchas obreras e intelectuales contra la oligarquía, contra el ajuste, contra el imperialismo británico, contra el fascismo español en la guerra civil y contra la guerra mundial. El Coronel Perón fue Secretario de Trabajo de un golpe militar, que en 1943, se proponía frenar al frente popular local que se estaba armando, frenar a las izquierdas políticas y sindicales, adoctrinar a la nueva masa obrera que emigraba del campo a las ciudades y alinear a la Argentina con el Eje Nazi-fascista. Pero los derechos sociales no fueron inventados por el peronismo: por si no está claro, la resistencia obrera anarquista y socialista en la Patagonia Rebelde, por ejemplo, no tuvo nada de gorila, ni mucho menos de populista. Osvaldo Bayer, entre otros, nos ha invitado –en este sentido- a recuperar políticamente nuestra memoria histórica. La CGT fue creada –por el sindicalismo reformista de izquierda- hacia 1930, época en que Perón hacía su primera participación en un golpe militar, esa vez contra Yrigoyen. El antiimperialismo antibritánico fue potenciado por la F.O.R.J.A (Fuerza Orientadora Radical de la Joven Argentina) en su lucha contra la miseria cultural de la década infame. Perón no inventó nada: articuló y controló, en clave populista, las luchas de la época. Por lo demás: el 17 de Octubre no lo buscó Perón. Fue un acontecimiento histórico producido por el movimiento obrero laborista de Cipriano Reyes y Luis Gay, entre otros (posteriormente eliminados políticamente por Perón). Y si el Estado Benefactor se sostenía, era gracias a las luchas antagonistas de la clase obrera, dentro (John William Cooke, Eva Perón, etc) y fuera del peronismo. Para finalizar este capítulo, debemos recordar algo que tal vez nadie recuerda: el Che Guevara se formó en esta época (nació en 1928) y no precisamente con las ideas del peronismo. Ya veterano –y después de ver gobernar al peronismo-, Scalabrini Ortiz le escribió a Hernández Arregui: “ ¿no le parece, Arregui, que deberíamos fundar un Partido Comunista Nacional?”.
5) LAS GRANDES LUCHAS ANTIIMPERIALISTAS Y POR EL SOCIALISMO, DE LOS ’60 y los ’70. El Cordobazo (1969) y la CGT Argentinos. La fuerza de las luchas y el nivel de debate ideológico-político alcanzó su pico máximo en los ’70. Para destacar: José Aricó y los Cuadernos de Pasado y Presente; la Rosa Blindada, los hermanos Viñas y la revista Contorno, Héctor P. Agosti y Juan José Hernández Arregui; Agustín Tosco, Silvio Frondizi, el Padre Carlos Mujica y Rodolfo Walsh. El fracaso –tal vez habría que desterrar la palabra derrota- se debió a las limitaciones antes señaladas, y especialmente a las limitaciones y contradicciones del peronismo mayoritario. Pero fracaso no es derrota, si uno ha sido parte consciente de una lucha anticapitalista. Porque la potencia de esas luchas revolucionarias obligó a la reacción máxima de la derecha, obligó a un ajuste neoliberal, antiindustrial-antiobrero que ha llevado al capitalismo periférico a su peor crisis estructural. La crisis estructural es también una crisis de la democracia liberal y una crisis terminal de los partidos tradicionales. Todo por culpa del propio ajuste neoliberal aplicado por el capitalismo dependiente contra sí mismo, para frenar al movimiento revolucionario. Las luchas a fondo hicieron quebrar al capitalismo semiindustrial dependiente, al Estado nacional burocrático y a las organizaciones políticas y sindicales tradicionales. Eso sí, la crisis no licuó automáticamente a la representación tradicional: allí estuvo también la resistencia social de los ’80 y los ’90.
6) LA RESISTENCIA SOCIAL CONTRA EL NEOLIBERALISMO. Las micro y macroresistencias de los ’80 y los ’90 desembocaron, junto a la crisis capitalista del corralito, en el Argentinazo del 19 y 20 de Diciembre de 2001. Allí estuvieron siempre las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, allí estuvieron –a su manera- CTERA (con la Marcha Blanca y la Carpa Blanca) y CTA (fundada contra el menemismo). Allí estuvieron la Corriente Clasista, los piqueteros y la izquierda social. Las limitaciones ideológicas y políticas han impedido la puesta en marcha de un proyecto contrahegemónico auténtico, pero el bloque dominante está hecho pedazos y el paradigma neoliberal han entrado en su crisis más profunda. Si el campo popular no se articula y no se mueve, el modelo neoliberal se reciclará -en clave neopopulista o en clave neopolicial-. Moverse es concretar el movimiento político, social y cultural lanzado por la CTA, es organizar y participar en la autonomía social y el frente de unidad popular, en la unión popular latinoamericana y el movimiento altermundialista de la multitud global.
La memoria de las grandes luchas y la autocrítica militante nos han llevado a desarrollar nuevas experiencias de horizontalismo político y social. La consulta popular del Frenapo, las Asambleas democráticas, el movimiento de fábricas recuperadas sin patrones, las nuevas teorías filosóficas y pedagógicas, democráticas y basistas, etc. No podemos dejar de lado la tarea del CE.D.IN.C.I (Centro de Información de la Cultura de las Izquierdas en Argentina) de Horacio Tarcus y la Universidad de las Madres. Pero tal vez la autocrítica ideológica mayoritaria ha sido excesiva, derrotista. Tal vez la memoria histórica no haya sido clara y no esté completa. Tal vez las alternativas que presentamos sean cortas y estrechas. Falta una buena síntesis plural histórica y política, para que tengamos en claro nuestros objetivos, nuestra política y nuestro camino de lucha en la era de transición compleja del capitalismo industrial al capitalismo postfordista, postmoderno.
Hagámosla, en la militancia.-


Prof. Mauricio Castaldo
Delegado gremial AGMER
mauriciocastaldo@yahoo.com
María Grande, Entre Ríos, 29/7/2004


UN RESUMEN MAGISTRAL:

“Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe comenzar de nuevo, separadas de las luchas anteriores, la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia aparece así como una propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas.”
RODOLFO WALSH






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