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Bush no cede ante el cambio climático
Por La Vanguardia (Barcelona) - Wednesday, Jul. 06, 2005 at 11:34 AM
http://www.lavanguardia.es/web/20050706/51188516691.html

Blair propone doblar la ayuda a África pero otros miembros del G-8 se resisten

Los líderes del G-8 han antepuesto sus intereses nacionales a la solidaridad ante la cumbre que empieza hoy en Gleneagles (Escocia). En un clima de expectativas reducidas, Tony Blair se conforma con una hoja de ruta sin compromisos concretos sobre calentamiento global, y el anuncio de un miniplan Marshall para África.


RAFAEL RAMOS - 06/07/2005
Corresponsal DUNBLANE

La guerra de los mundos -el primero y el tercero- llega hoy a Escocia de la mano de los líderes del G-8. La cumbre de Gleneagles plantea en toda su crudeza las prioridades diferentes de países ricos y pobres en cuestiones tan cruciales como proteccionismo comercial, subsidios agrícolas, medio ambiente, deber moral de las compañías farmacéuticas, explotación de recursos, deuda externa, venta de armas y la mejor manera de canalizar la ayuda a África.

Los gobiernos de las potencias industrializadas, amparados en sus complejos aparatos de comunicación, se preparan para anunciar el viernes al mundo acuerdos de alcance histórico sobre la condonación de la deuda a un grupo de 18 países subsaharianos e iberoamericanos, y una hoja de ruta para afrontar el problema del calentamiento de la atmósfera. El comunicado final, elaborado ya en más de sus tres cuartas partes, será recibido sin embargo con mucho más escepticismo en Malaui y Malabo que en Washington y Londres.

Con Bush atrincherado en la defensa del lobby energético de Estados Unidos, y Chirac en el de los agricultores franceses, y Blair en el de la industria armamentista británica, y todos ellos en el de las grandes corporaciones occidentales, cualquier avance en la reunión de Gleneagles será más a ritmo de caracol que de gacela. Tras la presión popular y mediática generada por los conciertos y manifestaciones del Live 8, el objetivo común es evitar que la cumbre sea calificada de fracaso.

El gol más fácil, que los líderes del G-8 se han servido a sí mismos en bandeja, consiste en proclamar a los cuatro vientos "el perdón del ciento por ciento de la deuda externa de los 18 países más pobres". Pero, tal y como denunciaron ayer varias ONG, en realidad el gesto es menos generoso de lo que parece y va acompañado de estrictas condiciones. La condonación que se va a anunciar pasado mañana se refiere tan sólo al dinero adeudado a los organismos financieros internacionales (FMI, Banco Mundial y Banco Africano de Desarrollo), y no a bancos privados. Además, los 40 millardos del monto de la operación son tan sólo una pequeña parte de los 296 millardos que debe el continente, y únicamente reducen su pasivo en un 16%. Desde 1970, África ha recibido 540 millardos de dólares en créditos, y pagado 550 millardos en intereses y capital.

El Gobierno británico pretende "doblar la ayuda a África" con un paquete de 50 millardos de dólares anuales, que en realidad es una décima parte de lo que Occidente gasta en subsidios a sus agricultores (cerrando así mercados al Tercer Mundo), o el coste de 25 días en la guerra de Iraq. Y tanto Estados Unidos como Alemania e Italia se están haciendo los remolones.

El calentamiento global es para África una amenaza todavía mayor que para Europa y Norteamérica, por su contribución a exacerbar las sequías, reducir las cosechas y propagar nuevas enfermedades. Pero aunque los líderes se tirarán flores a sí mismos por los importantes progresos acordados, los objetivos no son excesivamente ambiciosos: que Bush acepte un consenso científico sobre la existencia del problema, poner énfasis en el desarrollo de tecnologías verdes (coches de propulsión de hidrógeno, aislamiento del dióxido de carbono, centrales nucleares), y conseguir que China y las potencias emergentes se incorporen a la lucha medioambiental. Pero ni hablar de que Washington ratifique Kioto (la industria del carbón es importante en estados bisagra como West Virginia, Pennsylvania y Ohio), o que acepte límites a la emisión de gases de efecto invernadero.

La guerra de los mundos ha llegado a Escocia, pero de una manera distinta a como la recreó Orson Wells. Un mundo -el tercero- quiere comercio justo, inversiones generosas, el control de sus propios recursos y préstamos sin tener que renunciar a la independecia económica y política. Otro mundo -el primero- quiere parecer generoso tras la bandera del rock and roll, pero en el fondo pretende que las grandes corporaciones muevan los hilos en África como la Compañía de las Indias lo hizo en Oriente, y la American Tobacco en Iberoamérica. Aunque con un rostro humano y mejores relaciones públicas.

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