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Persecución Política en Haití
Por Proyecto Para Difundir Información de Haití - Friday, Jul. 08, 2005 at 11:37 AM
simonen26@yahoo.com

El Representante Especial y Jefe de la Misión de Naciones Unidas en Haití Juan Gabriel Valdés habló por las emisoras de radio haitianas el 11 de Junio declarando que él había vivido en Chile durante la dictadura de Pinochet y que "comparado con esa experiencia, no hay persecución política en Haití." Las palabras de Valdés también representan un cambio en la política de la ONU hacia Haití después de un aparente período de reconocimiento de una realidad cotidiana de represión contra las bases de apoyo del partido Lavalas.

Proyecto para Difundir Información sobre Haití
Traducción por El Colectivo de Traductores en Solidaridad con Haití

Simon Fitzgerald
Veronica Muñoz
Maria Paula Diamanti
Ricardo Armador
Rebeca Moreno y
Gladys Guzman

12 de junio de 2005

"No hay persecución política en Haití"

El Representante Especial y Jefe de la Misión de Naciones Unidas en Haití Juan Gabriel Valdés habló por las emisoras de radio haitianas el 11 de Junio declarando que él había vivido en Chile durante la dictadura de Pinochet y que "comparado con esa experiencia, no hay persecución política en Haití." Aunque este comentario fue difundido por toda la capital haitiana, resulta bastante ridículo que los grandes medios de comunicación internacionales lo hayan ignorado. Lo más preocupante es que los comentarios emitidos por Valdés reflejan las ideas de la tradicional élite económica y política de Haití. Esta misma élite ha estado luchando para evitar cualquier posibilidad de reconciliación nacional y para excluir de las próximas elecciones al partido Lavalas del presidente Aristide. Al mismo tiempo, las palabras de Valdés también representan un cambio en la política de la ONU hacia Haití después de un aparente período de reconocimiento de una realidad cotidiana de represión contra las bases de apoyo del partido Lavalas.

Por un tiempo corto existió la esperanza de que la ONU tomara en serio el deber de frenar el odio rabioso de la élite haitiana hacia el Lavalas y así se ocupara del problema de las violaciones de derechos humanos cometidas por la policía haitiana. El comandante de las fuerzas armadas de la ONU en Haití, el brasileño Teniente General Augusto Heleno Ribeiro, protestó después del 28 de febrero cuando la policía disparó contra una manifestación pacífica de las bases de apoyo del presidente Jean-Bertrand Aristide derrocado. Según la Prensa Asociada (AP) Ribero dijo el 1 de Marzo que "los asesinatos por la policía han envenenado el clima político que las fuerzas de paz han estado intentando mejorar por dos meses." Ribero continuó diciendo: "pero como policía fue allá y mató a seis personas el viernes... ahora estamos siendo recibidos por los lugareños con una actitud sumamente distinta." El propio Valdés dijo al Herald de Miami el 4 de marzo que "No podemos tolerar ejecuciones... No podemos tolerar el tiroteo descontrolado No toleraremos abusos de los derechos humanos." Según el Herald, Valdés prometió que "la fuerza de paz de la ONU intervendrá - y usará la fuerza si es necesario - cada vez que la policía haitiana ataque a civiles desarmados."

Después de los asesinatos policíacos del 28 de febrero, la ONU prohibió que la policía haitiana ofreciera seguridad durante las manifestaciones de la semana siguiente. Esta política no duró mucho tiempo y el Ministro Provisional de Justicia Bernard Gousse afirmó que las reglas que la ONU impuso sobre la policía eran ilegales y violaban los derechos del estado haitiano. Entones la ONU debió ceder ante la presión del gobierno haitiano y permitió que la policía siguiera matando civiles durante otra manifestación el 27 de abril. Sin embargo, este último ataque provocó otra reacción de las organizaciones de derechos humanos y, finalmente, obligó que el Secretario General de la ONU Kofi Annan reconociera las demandas de tales organizaciones y ordenara una investigación oficial. Al mismo tiempo, el gobierno del Gerard Latortue, instalado en los Estados Unidos, descartó las alegaciones y las declaraciones de Ribera, Valdés, y Annan, a pesar de que un video emitido por un canal haitiano de televisión fue prueba contundente de que hubo un ataque sin provocación contra los manifestantes del 27 de abril. Este video también muestra que los policías haitianos colocaron armas en los cadáveres de los muertos para justificar el uso de la violencia policíaca.

Según los datos suministrados, Valdez preguntó a Leslie Voltaire, un ex-oficial de la administración de Arisitide antes del golpe de estado, sobre la existencia de este video. Según Voltaire, Valdés no sabía que las imágenes del video habían sido difundidas por la televisión local varias veces. Voltaire dijo "No sabía siquiera que existe tal canal." Desde entonces, Valdés y la ONU no han hecho caso alguno a la evidencia de los asesinatos ilegales por parte de la policía, ni tampoco han empezado una investigación para explicarlos.

En consecuencia, la falta de acción concreta por la parte de la ONU para hacer responsable a la policía de los crímenes cometidos simplemente le mostró a la sociedad haitiana que la impunidad policíaca será tolerada. Es precisamente este mensaje de impunidad el que preparó el contexto para la reciente ola de secuestros y violencia que asola Puerto Príncipe. También, este hecho le confirmó a la base de apoyo de Lavalas la complicidad de la ONU en los asesinatos, especialmente después de que las fuerzas armadas de la ONU colaboraron con la policía en las varias incursiones fatales contra los barrios pobres de la capital.

Ante la ausencia de una policía responsable, lo aberrante es la actitud de la ONU hacia la policía y su silencio de la organización internacional frente a la cantidad de violaciones de derechos humanos por parte de la policía. El 27 de Mayo, la élite haitiana proveyó esta justificación en un discurso del Presidente de la Cámara de Comercio e Industria, el Dr. Reginald Boulos. Durante esta reunión entre la comunidad empresarial y el jefe de la policía haitiana Leon Charles, Boulos exigió al Gerard Latortue y su gobierno que permitieran que la comunidad empresarial formara sus propias empresas privadas de seguridad con armas automáticas. Esto obviamente fue un pedido por la legalización de milicias privadas para matar a los que Boulos y otros en su entorno han llamado "los bandidos de Lavalas."

Boulos también sugirió que el régimen de Latortue permite que las empresas no paguen sus impuestos por un mes y que usaran este dinero para comprar armas más poderosas en el mercado internacional. Estos comentarios tienen dos propósitos fundamentales. Por un lado, ellos presionan a la ONU con la imagen de milicias privadas, cuyo propósito es matar las bases de apoyo de Lavalas con el permiso del gobierno, pero, por otro lado, también ofrecen un pretexto para que el gobierno de George Bush quite el bloqueo que ha existido por los últimos 14 años, en contra de la venta de armas al estado haitiano. "Si no nos permiten hacer esto, entonces tomamos la iniciativa y lo hacemos de igual modo," amenazó Boulos.

Después de los comunicados de Boulos, el jefe de la policía Leon Charles se dirigió a los líderes negociantes. Como consecuencia, Charles politizó el asunto de la violencia y la inseguridad más todavía llamándolo una "guerra contra guerrilleros urbanos" quienes están determinados de desestabilizar al gobierno haitiano. Sin decir "Lavalas," Charles usó la palabra clave que ha venido a describir al partido político de Aristide entre las élites tradicionales de Haití, "bandidos."

En los días posteriores al 27 de mayo, otros miembros de la élite negociante en Haití comenzaron a criticar a la ONU por no actuar con bastante fuerza contra los "bandidos," exigiendo que la organización tomara una acción más severa. El industrial y virulento adversario de Aristide, Charles Henry Baker, acusó por la radio a las fuerzas de la ONU de proveer protección a los "bandidos." Baker manifestó en Radio Metropole: "Ayer por la mañana, cuando vi las fuerzas de MINUSTAH [la misión de estabilización de las Naciones Unidas en Haití] en la Calle Aeropuerto, me dije que estábamos en grandes aprietos. Porque la presencia de las tropas de MINUSTAH es, digo yo, una forma de protección para los bandidos armados y nada más. De veras, los bandidos están trabajando en estos lugares. Con respecto a la policía [pausas] y con respecto a las tropas de MINUSTAH, una vez que oyen disparos, simplemente entren en sus tanques buscando protección y ahí no hacen nada. Mientras los bandidos hacen lo que quieren hacer."

La campaña de presión contra el pobre dirigida por la élite haitiana logra un momento crítico cuando la ONU y la policía haitiana inician una gran ofensiva en contra del barrio Cite Soleil en la mañana del 31 de Mayo. Según los residentes del barrio, la ONU y la policía entraron en la vecindad y comenzaron a disparar indiscriminadamente en la calle y a las casas sin que hubiera una provocación. Elie Theodore estaba huyendo de los disparos cuando recibió una herida de bala en la parte posterior de la cabeza. El no murió inmediatamente, sino que agonizo en dolor mientras se desangraba en la calle. Solange Emitide huía hacia su casa y se escondió debajo de la cama cuando dos balas la alcanzaron por la espalda. Solange pudo gatear hasta la fachada de su casa donde murió en un lago de su propio sangre. Niños aterrorizados huían de las escuelas para regresar a sus casas en medio de columnas de humo mientras que las balas de armas automáticas alcanzaban tanques de propano para cocinar y quemaron varios edificios en el barrio. Ninguno de estos sucesos fue mencionado en las estaciones de radio o en subsecuentes reportajes de la prensa internacional. Lo que sí atrajo la atención del publico fue la publicación de un ataque por un hombre armado sin identificación en el mercado Marche Te Bouef a las afueras de Cite Soleil. Varias personas murieron incineradas en el mercado después que el mismo hombre armado, según reportajes, tirara cócteles Molotov encendiendo toda la estructura en fuego.

Al día siguiente la élite haitiana hizo resonar en la prensa internacional, la acusación de que la ya infame banda los "bandidos de Lavalas," ataco nuevamente. La retórica que llama por una acción militar por parte de la ONU contra los barrios pobres intensifica en la prensa haitiana mientras que la prensa oportunamente olvida las acusaciones de abusos a los derechos humanos por parte de la policía Haitiana.

Esto ocurre irónicamente el mismo día que el Padre Gerard Jean-Juste conduce el entierro de Sanel Joseph en Cite Soleil. Después de otra manifestación pacífica de Lavalas el 18 de Mayo, la policía haitiana disparo en contra de Joseph cuando él estaba caminando hacia su casa. Durante el sermón el padre Jean-Juste declaró que "Sanel murió defendiendo la constitución haitiana. Él creía en la ley, pero la ley ha traicionado a los pobres y a aquellos que defienden la justicia. ¡Hoy no hay justicia en Haití!"

El 3 de Junio la policía haitiana comenzó cuatro días de operaciones contra la población del barrio de Bel Air. A periodistas que entraron en el barrio les fue señalado grandes charcos de sangre donde las victimas, según se informo, fueron acribilladas a bala sin previo aviso. Los residentes indicaron que más que 30 personas murieron durante el asalto policiaco y que más que 12 casas, según reportajes, fueron quemadas totalmente. Observadores de derechos humanos han descrito esto como una política de "quemar tierra" usada por la policía haitiana. Los residentes también reportaron que no podían huir de los disparos indiscriminados de la policía sin chocar con los puestos de control de las fuerzas de ONU que rodeaban el área. Muchas personas se quejaron de los arrestos arbitrarios en contra de parientes por parte de las fuerzas de ONU que estaban colaborando con la policía haitiana cuando los vecinos trataban de escapar de los disparos.

El apoyo de la ONU en las incursiones y muertes en Bel Air eran solo una herramienta para apaciguar a la élite haitiana, pero aparentemente no fue suficiente incentivo para asegurar la cooperación de la élite con los planes de los políticos estadounidenses. La editorial del domingo 5 de Junio en The Washington Post reporta que "La embajada de los Estados Unidos en Haití ha recomendado el envío de una pequeña fuerza de soldados de la infantería de marina para asegurar las elecciones programadas para octubre y noviembre." Michel Brunache, el jefe del consejo de ministros en Haití respondió el 6 de Junio a la Prensa Asociada que "Esperamos que el gobierno estadounidense siga rápidamente con cualquiera de sus planes porque la situación es muy grave y mil marinos pueden hacer una diferencia."


El gobierno estadounidense también acaba de anunciar sus planes de suspender el embargo de armas contra Haití, impuesto desde hace catorce años. Durante una ceremonia en la que la embajada estadounidense donó equipos con valor de $2,6 millones de dólares a la policía haitiana, el embajador estadounidense James B. Foley declaró: "Esas armas son un elemento muy importante en cuanto a la capacidad de la policía haitiana de garantizar la seguridad." A fin de enfatizar la política estadounidense de seguir militarizando a la policía haitiana, el Secretario de Estado Adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental, Roger Noriega, llegó a Haití ese mismo día. Repitiendo las críticas de la élite haitiana, Noriega dijo ante la prensa internacional: "Para nosotros es importantísimo que la ONU [Organización de Naciones Unidas] tome las medidas necesarias para realizar su mandato." Sin reflexionar sobre la mortandad en Bel Air antes de su llegada, Noriega agregó: "Urge que responda [la ONU] a la oleada de violencia y a la inseguridad para poder asegurar a la gente haitiana que está a salvo."

Supuestamente, la comunidad internacional y los equipos militares de la ONU están en Haití para preparar las nuevas elecciones y "restaurar la democracia." Pero dada la enorme tragedia humana que el golpe de estado contra Aristide provocó, el único proceso que queda para legitimar la carnicería son nuevas elecciones. La ONU es rehén de la élite ultra-reaccionaria de Haití y de la política exterior de los EE.UU. que dicta que nuevas elecciones sólo podrían ser convocadas si la fuerza militar y más armas de fuego lograsen eliminar la violencia. En la actualidad, resulta inconveniente cualquier intento de analizar las causas subyacentes de la violencia en Haití, porque ello supone reconocer la represión política contra Lavalas. Ello supone confesar que la policía haitiana se ha servido de una carta blanca para asesinar con impunidad a manifestantes pacíficos. Ello supone reconocer la detención de los prisioneros políticos de Lavalas en cárceles haitianas sin que se dieran a conocer los cargos. Ello supone admitir que el partido político más grande de Haití tiene todo el derecho de no participar en las nuevas elecciones. Ello supone admitir que Juan Gabriel Valdés está mintiendo y, en realidad, sabe bien lo que dice al decir: "no hay persecución política en Haití."

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Este artículo es el primer trabajo de un colectivo de traductores en solidaridad con el pueblo de Haití. Si usted es bilingüe, o quiere ayudar a corregir nuestro trabajo, por favor mandame un email.

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haiti
Por xyz - Friday, Jul. 08, 2005 at 10:48 PM

haiti es la primada de america. Es la primera republica latinoamericana, unica rebelion de esclavos exitosa en occidente. Sus sufrimientos son los nuestros, los mios. El esplendor de Haiti resurgira. De desiertos forjara vergeles idilicos. Sus acosadores beberan la amargura de la derrota y el desprecio, la verguenza de saberse basura.
exito magistral pueblo haitiense!

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