Julio López
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Paul Mattick: El Partido y la Clase Obrera
Por todo el poder a los soviets - Monday, Jul. 18, 2005 at 5:41 PM
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Círculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques

El Partido y la Clase Obrera

Paul Mattick


Nuestra costumbre de omitir los nombres ha llevado a una equivocación. El artículo, «Partido y Clase Obrera», que después de haber aparecido en Correspondencia Consejista, fue reimpreso por la APCF y discutido en Solidarity (Nºs. 34-36) por Frank Maitland, fue escrito por Anton Pannekoek. Este último no está en la actualidad en posición de responder a la crítica de Maitland. Siendo en cierta manera responsable de los contenidos de Correspondencia Consejista, yo intentaré contestar a algunas de las cuestiones de Maitland.


[ I ]

Los problemas planteados no pueden abordarse de una manera abstracta ni en términos generales, sino únicamente de modo específico con respecto a las situaciones históricas concretas. Cuando Pannekoek decía que la "creencia en los partidos" es la razón principal de la impotencia de la clase obrera, hablaba de los partidos tal como han existido efectivamente. Es evidente que estos no han servido a la clase obrera, ni han sido una herramienta para acabar con la dominación de clase. En Rusia el partido se convirtió en una nueva institución dominante y explotadora. En Europa occidental, los partidos han sido abolidos por el fascismo y se han demostrado así incapaces tanto de emancipar a los obreros como de elevarse ellos mismos a posiciones de poder. (Los partidos fascistas no pueden considerarse como instrumentos diseñados para acabar con la explotación del trabajo). En América, los partidos no han servido a los obreros, sino a los capitalistas. Los partidos han cumplido toda clase de funciones, pero ninguno conectó con las necesidades reales de los trabajadores.

Maitland no cuestiona estos hechos. Como los cristianos que rechazan la crítica con el argumento de que la cristiandad nunca ha sido probada en serio, Maitland argumenta que "el problema no es partido sí o partido no, sino qué tipo de partido". Aun cuando es verdad que hasta ahora todos los partidos han fracasado, él piensa que eso no demuestra que un nuevo partido, su "concepción del partido", fracasará también. Está claro que una "concepción de un partido" no puede fracasar simplemente porque los partidos reales hayan fracasado. Pero entonces las "concepciones" no importan. El partido del que él habla no existe. Sus argumentos tienen que ser demostrados en la práctica; pero no hay tal práctica. Todos los partidos que han funcionado hasta ahora partieron de la concepción de Maitland de lo que un partido debe ser. Esto no les impidió violar esta concepción a lo largo de su historia.

El partido que "Lenín se esforzó en crear", por ejemplo, y el partido que él creó efectivamente eran dos cosas diferentes, porque Lenín y su partido eran sólo partes de la historia; no podrían forzar la historia según sus propias "concepciones". Hay otras fuerzas en la sociedad además de las concepciones que forman los acontecimientos. Maitland puede tener razón al decir que la "debacle actual de la Comintern no demuestra que la concepción de Lenin del partido fuese incorrecta", pero la debacle ciertamente demuestra que, independientemente de su concepción, el partido fue de hecho "incorrecto" si es medido según las ideas de Maitland y las necesidades de la clase obrera internacional.

El partido, sostiene Maitland, "es una creación histórica, que no puede ser arrojada a un lado". Desafortunadamente, eso era cierto en el pasado. La historia también ha mostrado, sin embargo, que los partidos no eran lo que se suponía que eran. Son la creación histórica del capitalismo liberal y dentro de esta escena particular han servido --durante un tiempo-- a las necesidades de los obreros, pero sólo incidentalmente. Estaban principalmente involucrados en la formación del grupo de interés y de la influencia social del partido. Se convirtieron en instituciones capitalistas, participando en la explotación del trabajo y luchando con otros grupos capitalistas por el control de las posiciones de poder. Debido a las condiciones de la crisis general, la concentración del capital y la centralización del poder político, el aparato del Estado se convirtió en el centro de poder social más importante. Un partido que conseguía el control del Estado --legalmente o ilegalmente-- podría transformarse en una nueva clase dominante. Esto es lo que los partidos hicieron o intentaron hacer. Dondequiera que el partido tuvo éxito, no sirvió a los obreros. Ocurrió justamente lo contrario: los obreros sirvieron al partido. El capitalismo, también, es una "creación histórica". Si el "partido no puede ser arrojado a un lado porque es una creación histórica", como va Maitland a abolir el capitalismo ahora que es idéntico al Estado unipartidista? En la realidad, los dos deben ser "arrojados a un lado"; acabar con el capitalismo hoy implica ponerle fin al partido.


[ II ]

Para Maitland "el partido debe ser el aparato material para integrar a la minoría consciente y a la masa inconsciente". La masa es "inconsciente", sin embargo, por la misma razón que es impotente. La minoría "consciente" no podría alterar una situación sin cambiar la otra. No puede llevar la "conciencia" a las masas a menos que les proporcione poder. Si la conciencia y el poder dependen del partido, toda la cuestión de la lucha de clases asume un carácter religioso. Si la gente que constituye el partido son "buenas" personas, su voluntad dará a las masas poder y conciencia; si son "malas" personas, rehusarán tanto a lo uno como a lo otro. Aquí no hay ninguna cuestión de "integración", sino sólo una cuestión de "ética". De este modo, habremos de confiar no sólo en concepciones abstractas acerca de lo que un partido debe ser, sino también en la buena voluntad de los hombres. En resumen, debemos confiar en nuestros dirigentes. Lo que los partidos pueden dar, sin embargo, también pueden llevárselo. Bajo las condiciones tal y como son, la "conciencia" de la minoría o es un sin sentido, o está relacionada con una posición de poder en la sociedad. Aumentar la "conciencia" es así aumentar el poder del grupo que la incorpora. De allí no surge ninguna "integración" entre "dirigentes" y "dirigidos"; en su lugar, el vacío existente entre ellos se ensancha continuamente. El grupo consciente defiende su posición como grupo consciente; sólo puede defender esta posición contra la masa "inconsciente". La "integración" de la minoría consciente y de la masa inconsciente es sólo una descripción agradable a los oídos de la explotación de los muchos por los pocos.

El hecho de que Maitland vea el partido como el "instrumento material" que coordina el pensamiento y la acción revela que su mente está aún en el pasado. Por eso defiende el partido del futuro. El aparato material (las reuniones, los periódicos, los libros, el cine, la radio, etc.) del que habla ha dejado entretanto de estar a la disposición de tales partidos como Maitland tiene en mente. La fase de desarrollo capitalista en la que los partidos podrían crecer como cualquier otra ocupación de negocios y utilizar los instrumentos de propaganda para su propia ventaja ha acabado. En la sociedad actual, el desarrollo de las organizaciones obreras no puede seguir ya los caminos tradicionales. Un partido que "desarrolla la conciencia de clase en las masas" ya no puede surgir. Los medios de propaganda están centralizados y al servicio exclusivo de la clase o del partido dominantes. No pueden ser utilizados para derribarlos. Si los obreros no son capaces de desarrollar métodos de lucha más allá del control de los grupos dominantes, no podrán emanciparse a sí mismos. Un partido no es ningún arma contra las clases dominantes; ni siquiera existen en las sociedades fascistas. Contra el poder actual de la asociación Capital-Estado-Partido solamente ayudará la "acción consciente del conjunto de la masa de la gente". Mientras tanto esa masa siga siendo "inconsciente", mientras tanto necesite el "cerebro" de un partido, esta masa seguirá siendo impotente, pues ese "cerebro" no se desarrollará.


[ III ]

Con todo, no hay razón para la desesperación. Podemos plantear otra cuestión: ¿cuál es esta "conciencia" que los partidos tienen supuestamente que llevar a los obreros? ¿Y cuál es esa "inconsciencia" que demanda el apoyo de las masas por parte de un "cerebro" separado --por el partido--? ¿Es ese tipo de conciencia que encontramos en los partidos realmente necesaria para cambiar la sociedad? Lo que ha sido hasta ahora realmente peligroso para las masas y sus necesidades es precisamente esa "conciencia" que prevalece en las organizaciones de partido. La "conciencia" de la que Maitland habla, tal como es experimentada en la práctica, no tiene nada que ver con una "conciencia" necesaria para rebelarse contra el presente, y para organizar una nueva sociedad. La carencia de esa clase de conciencia que es sustentada por los partidos no es ninguna carencia en absoluto en lo que respecta a las necesidades prácticas de la clase obrera.

La tarea de los obreros es esencialmente simple. Consiste en reconocer que todos los grupos dominantes previamente existentes han impedido el desarrollo de unas producción y distribución sociales verdaderas; en reconocer la necesidad de suprimir la producción y la distribución en tanto determinadas por el beneficio y las necesidades de poder de grupos especiales en la sociedad que controlan los medios de producción y las demás fuentes sociales de poder. La producción tiene que ser cambiada de modo que pueda servir a las necesidades reales de la gente; tiene que convertirse en una producción para el consumo. Cuando estas cosas se reconocen, los obreros tienen que actuar sobre ellas para realizar sus necesidades y deseos. Poca filosofía, sociología, economía y ciencia política se necesitan para reconocer esas simples cosas y para actuar sobre el reconocimiento. La lucha de clases efectiva es aquí decisiva y determinante. Pero en el campo práctico de las actividades revolucionarias y sociales la minoría "consciente" no está mejor informada que la mayoría "inconsciente". Más bien ciertamente lo contrario. Esto se ha probado en todas las luchas revolucionarias efectivas. Cualquier organización de fábrica, además, estará mejor capacitada que un partido exterior para organizar su producción. Hay suficiente inteligencia sin partido en el mundo para coordinar la producción y la distribución sociales sin la ayuda o la interferencia de partidos especializados en campos ideológicos.

El partido es un elemento extraño en la producción social justo como la clase capitalista era un tercer factor innecesario respecto a los dos que se necesitan para la administración de la vida social: los medios de producción y el trabajo. El hecho de que los partidos participen en las luchas de clases indica que esas luchas no tienden a una meta socialista. El socialismo no significa finalmente nada más que la eliminación de ese tercer factor que está entre los medios de producción y el trabajo. La "conciencia" desarrollada por los partidos es la "conciencia" de un grupo explotador luchando por la posesión del poder social. Si hubiera de propagar una "conciencia socialista" tendría antes de nada que suprimir el concepto de partido y los partidos mismos.

La "conciencia" para rebelarse contra y cambiar la sociedad no se desarrolla mediante la "propaganda" de minorías conscientes, sino mediante la propaganda real y directa de los acontecimientos. El creciente caos social pone en peligro la vida habitual de mayores y mayores masas de personas y cambia sus ideologías. Mientras tanto minorías operen como grupos separados dentro de la masa, la masa no es revolucionaria, pero tampoco lo es la minoría. Sus "concepciones revolucionarias" pueden servir aún solamente a funciones capitalistas. Si las masas devienen revolucionarias, la distinción entre la minoría consciente y la mayoría inconsciente desaparece, y también la función capitalista de la aparentemente "revolucionaria conciencia" de la minoría. La división entre una minoría consciente y una mayoría inconsciente es ella misma histórica. Es del mismo orden que la división entre obreros y patronos.

Así como la diferencia entre obreros y patronos tiende a desaparecer en la estela de las condiciones de crisis insolubles y en el proceso de nivelación social relacionado con esto, así la distinción entre la minoría consciente y la masa inconsciente también desaparecerá. Donde no desaparezca tendremos una sociedad fascista.


[ IV ]

La "integración" sólo puede significar ayudar a suprimir la distinción entre la minoría consciente y la masa inconsciente. Dentro de las clases y dentro de la sociedad seguirán existiendo las diferencias entre las personas. Algunas serán más enérgicas que otras, algunas más hábiles que otras, etc. Seguirá existiendo una división del trabajo. Que estas diferencias reales cristalicen en diferencias entre capital y trabajo, en diferencias entre partido y masa, es debido meramente a relaciones de producción específicas históricamente condicionadas, al modo de producción capitalista. Debe ponerse fin a esta distinción en lo que respecta a la actividad social para poder poner fin al capitalismo. Si uno ve la necesidad de "integración", tiene que abordar el problema de una manera totalmente diferente a la de Maitland. La "integración" tiene que proceder no de arriba a abajo --en donde el partido lleva la conciencia a la masa-- sino de abajo a arriba, donde la clase guarda toda su inteligencia y energía para sí, y no la aísla, y de este modo capitaliza, en organizaciones separadas.

La producción es social. Todas las personas, cualquier cosa que sean o hagan, son, en una sociedad socialmente determinada, igualmente importantes. Se requiere su integración real, no la "integración ideológica" a través de la relación tradicional partido-masa. Pero esta integración real, la solidaridad humana que es necesaria para poner fin a la miseria del mundo, debe ser fomentada ahora. Ella sólo puede desarrollarse destruyendo las fuerzas que operan en su contra. La solidaridad de clase y las acciones de clase no pueden surgir con, sino sólo contra, los intereses de los grupos y del partido.


(Agosto-Septiembre de 1941)

Traducido y publicado digitalmente por el
Grupo de Comunistas de Conselhos da Galiza (Estado espanhol)
http://www.geocities.com/comunistasdeconselhos
praxis-viva@mixmail.com

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