Julio López
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"El rock nunca va a ser igual: faltan 194 pibes"
Por reenvío lavaca.org - Friday, Aug. 26, 2005 at 10:15 AM

Música, shows, medios, política, Cromañón, los chicos, el fascismo, Ibarra, Chabán, la corrupción y la hipocresía en el rock, el dolor, la muerte, la vida y el futuro. Gabriel Tete Iglesias, bajista de La Renga, cuenta a lavaca cómo percibe la banda estos tiempos, y el día en el que estuvo en Cromañón escuchando a Callejeros con sus hijos de 7, 5 y 2 años.

Charla con Tete Iglesias, de La Renga





En la puerta de la sala de ensayos, que alguna vez fue la que usaron Los Redonditos de Ricota, en pleno Almagro, hay un letrero que dice: “No entrar cuando la banda está sonando”. Un trazo sobre la ene obliga a releerlo así: “No entrar cuando la banda está soñando”.
Hay una bandera enorme de La Renga en una de las paredes de ese PH medio destartalado, la cueva donde el grupo se reúne para componer, para ensayar y para ejercer un oficio en el que se han convertido en especialistas: estar juntos, desde hace casi 18 años. Hay una vieja cocina, con heladeras para gaseosas y cervezas. Hay un metegol que sigue siendo un recreo entre ensayo y ensayo, entre sueño y sueño.
Por una escalera estrecha se llega hasta un pequeño altillo reconvertido en sala con computadoras. Ese es el lugar elegido para que fluya con tranquilidad la charla entre lavaca y La Renga (cuyo nombre proviene, según las crónicas, de que siempre andaban rengueando, solía faltarles algo: un músico, una canción, un equipo, un billete. Se confirma que a veces la carencia termina siendo la potencia).



Con una cerveza en la mano, Gabriel Iglesias, Tete, el bajista que le aporta una vibración volcánica a los shows de la banda, está calmo: sólo balancea suavemente la silla como una hamaca hasta apoyar el respaldo contra la pared. Pero también se le percibe la tensión natural de saber que los temas de la conversación no son de los sencillos. Más de una vez se toma meditando la parte trenzada de su barba, sea que se hable de música, de política, de shows, de los medios, de Cromañón y el rock, de los chicos, del fascismo, de Ibarra, Chabán, de la noche que el propio Tete estuvo con sus hijos en Cromañón escuchando a Callejeros, del dolor, la muerte, la vida y el futuro.

Algunos datos boca a boca



La noche de año nuevo de 1988 es la que oficialmente marca el nacimiento del grupo al que terminarían llamando La Renga, y que nunca dejó de caminar. Aquella vez, cuentan las crónicas, intentaron desperezar una fiesta de año nuevo en una calle de Mataderos, que se había puesto un tanto deprimente. Lograron hacer bailar hasta a los árboles.
Poco a poco, boca a boca, la cosa empezó a funcionar. Gabriel Iglesias y su hermano Jorge, o Tete y Tanque como ya son más conocidos, pudieron dejar el trabajo en la fábrica de bujías, que les trastornaba el ánimo, el sueño, y la posibilidad de hacer música. Ensayar hasta las cinco para fabricar bujías a las siete no es excesivamente armónico.
Gustavo Chizzo Nápoli abandonó, por su parte, el metier de plomero. Ha sostenido públicamente que no es menor que haya gente en el mundo capaz de decir, a esta altura, “el baño de casa me lo hizo Chizzo”.



La historia los encontró siempre en lugares donde supieron leer una realidad conflictiva: recitales denunciando la muerte de Walter Bulacio (detenido junto a otros 72 jóvenes tras un recital de Los Redonditos de Ricota en Obras Sanitarias, en 1991, y finalmente asesinado por la policía), conciertos para Madres de Plaza de Mayo, más tarde shows en los que aparecían las imágenes de los piqueteros asesinados Darío Santillán y Maximiliano Kostecki, e imágenes de mierda de perro mezcladas con los rostros de Carlos Menem, Fernando De la Rúa y Domingo Cavallo.
O el apoyo que siempre mostraron hacia los movimientos sociales como las asambleas (en cualquiera de las derivaciones que tuvieron luego del 2001) o los movimientos de desocupados, entre otros.
Todo sin poses. No hacen alarde de sus ideas o de sus preferencias, y sus canciones no son proclamas. El público los toma como una referencia con respecto a tres cuestiones claves: la música, la actitud, y la honestidad.



La Renga rompe varias doctrinas matemáticas: es un trío con cinco integrantes (hay que sumar a Gabriel Chiflo Sánchez y Manuel Manu Varela, vientos en ambos casos), que incluye además a más de 30 personas.
Un gran equipo alrededor de una banda, que se amplía aún más cuando, sin mediar anuncio alguno en los medios convencionales, sin pegar un afiche ni gastar un centavo en publicidad, reúne a 60.000 personas o más en cualquier gran estadio de fútbol para sus recitales.
No lo logran sólo ahora, donde la página de internet es un disparador de las noticias del grupo, sino también en los 90: el secreto ha sido el boca a boca, un pacto silencioso que de una semana para la otra puede convocar multitudes.
(Todo un desafío a la lógica mediática sobre lo “exitoso” y lo marginal. La Renga figura como algo casi externo a la cultura y al espectáculo, y se consideran centrales eventos ínfimos, efímeros y superficiales, siempre que se produzcan en salas alfombradas, o aparezcan en los suplementos de los diarios).
Tienen su página web dividida en dos partes, la de información del propio grupo, y la de sus seguidores, conocidos como Los mismos de siempre. En los recitales distribuyen una publicación: El precipicio.
El conjunto no concede notas a los medios convencionales, y sus integrantes todavía despotrican por las tergiversaciones a las que fueron sometidos las pocas veces que cedieron a la tentación de hacerlo.
En cambio aceptan conversar, aunque también muy de vez en cuando, con medios a los que definen como “independientes en serio”.
Con esa consideración, Tete hamaca levemente su silla, y escucha la primera consulta de lavaca.

Lo que no tiene nombre

-¿Cómo pensar el rock después de Cromañón?
-Cromañón nos tocó muy de cerca por una cuestión personal. Somos muy amigos de Callejeros, muchos de los chicos que trabajan con nosotros trabajan con ellos también, sonidistas, iluminadores, asistentes. Son chicos sobrevivientes. Ya la palabra significa mucho: tienen que seguir viviendo con esa carga. Trabajan con nosotros, y son amigos nuestros. Es un tiempo raro. Después de Cromañón era muy difícil volver a tocar. Teníamos toda una gira para el verano, que suspendimos. La hicimos recién en abril. Eran compromisos adquiridos previamente, que había que cumplir.
Fue una gira que si bien terminó feliz, tenía una carga extra. Todo lo que hacemos a partir de este año es raro. Estás pensando en cosas en las que no pensabas.
Y en el rock eso es raro. La Renga se basaba más en el instinto, en la cosa primitiva. En que las cosas fluyan. Y ahora hay que ocuparse de cosas que antes ni pensábamos. Eso a nivel de organización. Pero la historia más grossa, lo que más nos jodió es la historia moral. El daño que nos hizo moralmente.
-Pensaron en cosas que no se imaginaban, ¿qué cosas?
-Yo creo que sería imposible tomar medidas de seguridad ante tanta gente. Por más que venga un tipo de la municipalidad y me diga: tenés que poner tanto acá de seguridad, tanto allá... ( Hace un gesto que intenta reproducir lo inevitable) Qué sé yo: las cosas pasan. Es muy difícil... Hay una energía... Por suerte en los recitales de La Renga hay una energía muy positiva, que va para adelante y quiere generar cosas a partir de ese momento. Nosotros eso lo vivimos, estamos tranquilos y sabemos que no va a pasar nada. Pero el que lo ve de afuera...
Nosotros escuchamos noticias, y hablan sobre el rock, y sobre cómo ellos se creen que se hacen las cosas. Ellos ( Tete señala hacia fuera: “ellos” es una mezcla de periodistas, y opinadores ajenos al planeta rockero) se creen que hacer un recital de rock es lo mismo que hacer una obra de teatro, que es un espectáculo igual, que se manejan los mismos códigos. Pero no. Por suerte el rock está muy alejado de eso y se viven las cosas de otra manera.
-¿De qué modo?
-Desde que empezamos, organizamos nuestros propios recitales. Organizamos recitales para 50 o 100 personas en los comienzos. Y ahora organizamos un Vélez. Y lo hacemos de la misma manera. Con los mismos que cuando empezamos. A partir de ahí, la organización es muy de amigos. No se basa en una empresa, en órdenes. No se dan órdenes en el rock. Cada uno hace lo que tiene que hacer, y listo.
-Sin órdenes ¿El rock no es jerárquico?
-No, en el caso nuestro no. El que mejor puede hacer las cosas las hace.
-¿Eso puede haber fallado en Cromañón?
-No sé cómo se mide esto. Lo que quiero decir es: a nosotros nos podría haber pasado, tranquilamente, lo que le pasó a Callejeros.
-¿Por qué?
-Fue algo que se fue de las manos. ( Tete mueve las manos, como señalando algo que no quiere tocar) Fue una energía que se trabajó ahí, que ocurrió ahí. Y dio eso. Muy loco.
-¿Pero qué energía? ¿Las condiciones del lugar?
-No, lo que digo es que nos podía haber pasado a nosotros, o a cualquier grupo. Podría haber pasado en cualquier discoteca o bailanta. Era mucha gente en un lugar, y se dieron un montón de cosas que no se tenían que dar, y fue una desgracia. Una tragedia.
-Los padres, los familiares, los amigos, lo nombran de otra manera: masacre.
-Lo escuché. Y entiendo profundamente a los que dicen eso, sobre todo a los padres. No me puedo imaginar ese dolor. Debe ser único. Solamente una persona que perdió a un hijo puede saber qué es. Si se muerte tu padres sos huérfano. Si se muere tu pareja sos viudo. Pero que se muera un hijo no tiene nombre. Así que lo que sienten los padres es único, y no me atrevería a decirles nada.
-Pero no lo dicen solo los padres.
-Yo insisto: entiendo totalmente lo que dicen, y no tengo nada que discutir.
-¿En qué cambia el rock a partir de ese momento?
-El rock nunca va a ser igual: faltan 194 pibes. Nada es igual, porque no van a estar ellos. Eso es fundamental. Porque eso cambió todo.
-Hablábamos de las cosas que todo esto les obligó a repensar...
-Más que repensar, tratamos de hacer hincapié en detalles a los que antes no les dábamos tanta importancia. Pero no creo que sea una cuestión de seguridad, porque lo que pasó es algo que se fue de las manos. Estamos haciendo un montón de cosas que antes no hacíamos porque lo exigen la municipalidad, o un montón de entes que se encargan de pedirte cosas, medidas. No sé si son leyes, o normas. Si alguien prende una bengala hay que parar de tocar. En el recital en Vélez lo hicimos. Uno prendió una bengala. Paramos de tocar. Pero dijimos: nos cagamos en las normas, pero no prendan bengalas por respeto a los pibes de Cromañón, a los pibes que no están. Fue la única vez. La gente venía siendo muy respetuosa de eso en los recitales que hicimos en el interior.

La oportunidad y el virus

-Muchos chicos en las asambleas que se hacen a partir de Cromañón, empezaron a poner el acento no en la seguridad que les impongan de afuera, sino en el cuidado que pueden ejercer ellos mismos.
-Nosotros lo notamos. En los recitales se ve mucho. De todos los de este año, esa sola vez, en Vélez, uno prendió la bengala. Nosotros también cumplimos mejor con los horarios, pero además los chicos vienen temprano, todo se hace con onda. Son pautas que te dejan ver que los chicos se están cuidando.
-¿Qué está representando el rock, hoy?
-El rock para nosotros es alegría, enseñanza, es nuestra forma de vida. Vivimos para el rock. Lo que decimos en las canciones es lo que hacemos. Todas nuestras vidas están involucradas y fogueadas por el rock. Mi señora toca en un conjunto, mis hijos escuchan todo el día, yo toco con mi hermano. Chizzo es el padrino de mi hijo. Es nuestra vida.
-¿Y los chicos?
-Son nuestros amigos. Los más chicos podrían ser nuestros sobrinos, o hermanos menores. Tenemos una relación muy familiar con ellos, nos comunicamos mucho. Si bien no damos notas, salvo con medios independientes como ustedes, no salimos en las revistas ni nada de eso, siempre buscamos la oportunidad para comunicarnos. Puede ser por la página, o por El Precipicio, la revista que hacemos y damos en los recitales. Ahí contamos lo que pasa, lo que sentimos. No aparecemos en las revistas porque no tenemos ganas. Nosotros creemos que el contacto directo nos sirve a los dos: a los chicos como público y a nosotros. Y lo que decimos llega sin intermediarios.
-¿Y cómo perciben a esta generación? ¿Qué sienten que están viviendo y pensando los chicos?
-Hay de todo, Pero yo los veo bien. Hay una cabeza copada, como que quieren un cambio, un futuro. Pero bueno, vivimos en un país donde te cortan las piernas cada diez minutos. Te bajan. Te pegan de todos lados. Eso es como que los amedrenta. Pero son fuertes. Yo creo mucho en esta generación. Perdimos una gran oportunidad con el 19 y 20 de diciembre.
-¿Por qué?
-Aquel momento pensé que no iba a ser una agazapada de los políticos, como fue, sino que iba a ser un cambio generacional de políticos y demás. Si bien por ahí no fue una oportunidad que perdimos: tal vez fue un juego político y yo me la creí.
-Pero ¿qué opinás? ¿Fue una oportunidad o juego político? ¿O un aprendizaje nuevo?
-Con el tiempo el sistema es el que está ganando. Volvieron los mismos. Yo creo mucho en las asambleas, en cualquier ámbito. Es fundamental entender que la política empieza desde una familia, el barrio, el parque, y de ahí, seguir creando. Me parece que la asamblea es la forma de hacer política. Pero el sistema de los partidos se metió y pudrió a la mayoría de las asambleas. Fue un virus.

Qué es “compromiso”

-¿El rock tiene algo de asamblea?
-A nosotros nos encantaría. Pero como nosotros no piensa nadie. El rock tiene la parte artística, y el arte quizás es más individualista. Cada banda tiene sus pormenores, sus cosas. Si bien hay mucha gente que se quiere juntar y hacer cosas… es difícil eso. Siempre hay alguno que busca un rédito. Nosotros nos juntamos, pero claro, empezamos muy de abajo. Entonces, supongamos: faltan lugares para tocar después de Cromañón. Tenemos un escenario en Vélez, abrimos las puertas temprano y organizamos un festival. Invitamos a todas las bandas que no tenían lugar para tocar, y tocaron. Hicimos un festival de la nada. No necesitamos invitar a gente importante ni nada, sino que le dimos el lugar a la gente que realmente lo necesita.
-El rock de abajo, o lo que los medios y otros rockeros llaman el rock chabón.
-Bueno, eso es como un logo despectivo de la prensa. Dentro del rock es despectivo.
-Muchos chicos se definen como un rock de barrio, en contraposición a un rock farandulesco, de limusina, y los ven a ustedes como referentes.
-Bueno, el rock es muy amplio. Para nosotros el rock es compromiso. Es la manera que tienen los jóvenes de expresarse. Y es un canal que está ahí a disposición de los chicos. Si bien hay bandas como la nuestra que hacen un rock comprometido, hay otras bandas que solamente tocan. En el caso nuestro pensamos que le rock tiene que estar comprometido con la situación que está viviendo el público que te viene a ver.
-¿Qué significa “compromiso”?
-Compromiso es que si bien no es literal todo lo que decís en las canciones, la idea es que muestre que es lo que pasa en el país en el momento que estás tocando.
-Un compromiso con la época.
-Sí, y con lo que le pasa a los chicos.
-¿Y qué sienten ustedes que es lo que le pasa a los jóvenes?
-Están los que no tienen laburo, los que quieren estudiar y no pueden, los que pueden estudiar y no estudian. La adolescencia es una edad muy dolorosa. Nosotros estamos siempre queriendo… no sé si tirar una historia. Contamos nuestra historia, sin querer ponernos como ejemplo para nada. Hay algo que a nosotros mismos nos sorprende a veces: la unión de la banda. Somos como 30 personas que empezamos casi hace 20 años. Es un equipo de laburo que tratamos de mantener. Esa unión es algo que nosotros hablamos mucho con los chicos, y queremos brindar ese mensaje: el de unirse. Juntándose se pueden hacer cosas muy copadas.
-¿Qué actitud les parece que prevalece en los jóvenes ¿la de pelear, la de resignarse?
-Te decía antes que hay de todo. Pero generalizando, yo creo mucho en los chicos. Se están juntando. Desde ir a ver a La Renga, hacer una banda de rock, hacer teatro, hacer lo que fuere. A nosotros nos llena de alegría cuando los chicos se juntan para hacer algo. Tiene que ver con que ellos lo canalizaron así, pero tiene que ver con cosas que sentimos nosotros y ellos tuvieron la onda de hacerlo. Por ejemplo muchos de los que nos vienen a ver se juntan en los recitales y por la página de internet, y con volantes piden alimentos para llevar a los comedores. No tiene que ver con la banda, es una iniciativa de ellos. Muchos se conocen y se organizan para hacer un merendero, un comedor o una banda de rock. Y todo a partir de conocerse en el recital.
-Conocerse o reunirse, en sí mismo, no significa tanto. Puede ser para algo interesante, o para algo destructivo.
-Y bueno, las bandas de pibes funcionan de acuerdo a la realidad que están viviendo. Pero yo desconfío mucho de todas las organizaciones violentas, con un código medio fascista. Son políticos.
-¿En la sociedad ven algún rasgo fascista? Hay reacciones ente indiferentes y agresivas con los chicos de Cromañón, o contra los secundarios que reclaman.
-A partir de Cromañón la derecha, los fascistas, tomaron la cuestión, tienen una excusa, un motivo. Los noticieros lamentablemente los ve gente que desconoce muchas cosas y ahí les tiran mucha información… y está Blumberg, que es lamentable. ( Juan Carlos Blumberg a partir del secuestro y muerte de su hijo Axel en 2004 encabezó una campaña reclamando mayor represión policial en general, y endurecimiento de las leyes contra los menores en particular). Pero qué sé yo, los de derecha la verdad es que no tienen argumentos: no existen.

Ibarra, Chabán y Callejeros

-Si el rock es una de las formas de expresión de la juventud, lo opuesto es el miedo, justamente, a que los chicos se expresen.
-Pero siempre le tuvieron miedo a la juventud. El sistema, si no puede con vos, trata de destruirte. Y acá la derecha está tratando de pisarle la cabeza a la juventud, con un poco más de fuerza, agarrándose de lo que pasó. Pero es histórico: a la juventud en general, y a la del rock, siempre la quisieron pisar.
-Algunos chicos del ambiente rockero opinan que el rock es contestatario y la cumbia es establishment.
-Mirá, pienso que se subestima a los chicos que van a los boliches de cumbia. Porque ahí también digo: no tiene nada que ver la música. Los chicos son chicos, como todos que tienen los mismos problemas.
-¿Cómo te enteraste de Cromañón, cuáles fueron tus sensaciones?
-Nos enteramos al minuto. Como te dije antes, muchos amigos trabajaban ese día con Callejeros. Son sobrevivientes. Nosotros llegamos a los diez minutos.
-¿Qué viste?
-La salida, una desorganización total... a veces me causa gracia que mucha gente se queja de que no hay prevención, pero yo no sé si está tan bueno estar preparado para prevenir esas cosas. Esas cosas, en realidad, no tienen que pasar. Pero era todo muy loco, mucha gene corriendo. Padres. Mucha amargura. Mucha tristeza. Había un olor en la calle. Una neblina. Estaba todo mal.
-¿Y vos?
-No tengo muchas imágenes. Estaba muy loco. No entendía nada, no lo podía creer. Estaba muy en shock y traté de ayudar en lo que podía. Tengo la imagen de que había una onda rara. Onda desgracia.
-¿Encontraste a tus amigos?
-Por suerte encontramos a todos.
-¿Y Callejeros?
-Estuve ahí el mismo día con ellos. Pero no se podía ver, no se podía nada. Eramos todos zombies. Una locura. Una pesadilla.
-Si a cualquiera le pudo haber pasado, ¿ustedes creen que Callejeros es víctima de lo que pasó?
-( Se acaricia nuevamente la trenza de su barba mientras piensa muy bien qué palabras usar) Sí. Pero es un momento muy difícil. Porque a pesar de que ellos perdieron familiares, amigos, los padres están reclamando por sus hijos y hay muchos que los hacen responsables a ellos. O sea que es muy difícil hablar. Yo tengo una amistad, pero es muy difícil poder saber qué necesita cada persona para sentirse… yo pienso que nada va a ser igual, porque esos pibes no están. Cambió todo.
-Pero concretamente: hay padres, familiares, que responsabilizan –además de a Ibarra y a Chabán- a Callejeros.
-Y yo los entiendo. Entiendo a todas las partes. Pero hoy por hoy, los padres, los políticos, necesitan una cabeza. Y la están buscando. Es difícil de creer que lo que voy a decir ocurra: pero ojalá que los responsables se hagan cargo.
-¿A ustedes qué les resulta definir como responsabilidad principal? En las marchas se habla de Ibarra y Chabán.
-Sí, lo de Ibarra me parece lamentable. No sé si directamente es su responsabilidad. Pero él ocupa un lugar donde se tiene que hacer cargo de lo que pasa en la ciudad. Y es muy triste verlo siempre tratando de decir que hay una conspiración en su contra. Y tratando de hacer culpables a otros. Yo pienso que se tiene que hacer cargo, y dejarse de hinchar las pelotas.
-¿Y Chabán?
-Es complicado, es complicado. Nunca tocamos en Cromañón porque nunca nos pareció un lugar donde podíamos tocar.
-La Renga tiene demasiada convocatoria para un lugar así.
-Pero no lo digo por eso. El año pasado tocamos en Cemento que es mucho más chico. Hacíamos fechas sorpresa. Pero no nos gustaba el lugar en sí. No sabíamos todos los problemas que tenía, la media sombra y demás, pero no nos transmitía onda para tocar: muchas columnas, qué sé yo. No nos gustó.

Con los bebés en Cromañón

-¿Tenían alguna intuición con respecto a la falta de seguridad del lugar?
-No, si yo fui a ver a Callejeros a Cromañón, unos meses antes, con mis hijos.
-¿Qué edad tienen?
-Siete, cuatro y dos.
-¿Y qué sentiste después, el 30 de diciembre?
-Yo no me siento un irresponsable por haberlos llevado.
-Es el mensaje que les disparan a los padres que llevaron chiquitos: irresponsables.
-Amo a mis hijos más que a nada en el mundo y los llevo a los lugares que sé que son los más seguros. No me siento irresponsable. Eso de acusar a los padres me parece una pelotudez total. Si bien los noticieros hablan, para nosotros es muy común ver a los padres con sus hijos en los recitales nuestros o de otras bandas. Hay gente que no lo puede entender, ¿cómo alguien va a llevar a su bebé?
-Vos lo hiciste ¿El de dos años es varón?
-Nena. Para nosotros es más que común. Pero no sólo yo. El público nuestro incluye a montones de padres que creen en la cultura del rock, lo que significa, y le quieren mostrar a los chicos lo que les gusta. Compartirlo. Como hay padres que llevan a los chicos a la cancha a ver fútbol, otros los quieren hacer jugadores, qué sé yo. Mi vida es así, mi vida es el rock.
-No vas a la cancha.
-No voy. Y ni en pedo los llevaría a una cancha.
-¿Pensaste que te pudo haber pasado a vos, a tus hijos?
-Sí, lo pensé, pero también creo mucho en esta historia de la energía. El 30 de diciembre se dieron muchas cosas que no se tenían que dar. Fue… no sé cómo decirte. Yo no estaba porque no tenía que estar. Si bien hay responsables, y los problemas de seguridad existen, ahí se tocó mil veces, hubo un montón de bandas, y nunca pasó nada.
-¿Han estado con los padres o con los familiares de las víctimas?
-Compartimos con algunos padres de chicos que fallecieron, que nos vinieron a hablar. ( Tete levanta su barba, y de debajo de la remera saca una medalla que tiene forma de púa de guitarra; se acerca para mostrarla sin quitársela del cuello). Mirá, uno de los padres sin ir más lejos me regaló la púa que usaba el hijo. Le decían El Terco. Tocaba la guitarra en una banda y en Vélez se acercó el papá, y nos trajo la guitarra para que toquemos un tema con la guitarra del hijo.
-¿Y hablaron algo de Cromañón?
-En este caso, hablo más de otras cosas, de todas las alegrías que tuvo el Terco. Nunca se dio de hablar de lo otro.
-¿Piensan que va a haber justicia?
-Es difícil lo de la justicia, más en estos casos, y más todavía en la Argentina. No. No creo que la justicia pueda conformar a todas las víctimas. Es imposible. Pero bueno, los que ganan plata porque su trabajo es por los votos de la gente, esos pienso que tienen que pagar con todo el peso de la ley, ya sea Ibarra o el que fuere.
-Con relación a Chabán, hay una tendencia de muchos grupos a defenderlo. Los padres lo quieren ver condenado. ¿Qué opinás?
-Y…. Qué se yo. El tipo fue irresponsable. Pero de irresponsable a responsable, es todo lo contrario, pero significa mucho más en este caso. No sé, va a ser my difícil poder juzgar a una persona que… es difícil la palabra responsable para mí. Me suena raro en este caso. Pero bueno, lamentablemente era la casa de él: y la gente se murió en la casa de él.

La clave para sobrevivir

-Mencionabas el fascismo que ataca a los jóvenes. ¿Qué defensas te parece que tienen los chicos frente a eso? ¿Cuál es la clave para sobrevivir?
-Me parece que juntarse es crear. Si bien la palabra asamblea suena muy política, o centro de estudiante suena a muy político, para mí la cosa es juntarse y empezar con los problemas comunes. Los problemas del barrio: el que no tiene para comer, el que tiene tal o cual situación. Y solucionar cosas al alcance del grupo ese. Y así, de ahí en más, ir creciendo.
-Desde abajo.
-Yo pienso que sí. Políticamente necesitamos una reorganización total. No creo absolutamente en ningún político conocido.
-Estás planteando la búsqueda de una cosa nueva.
-( Repasando las páginas de Sin Patrón, el libro sobre cooperativas de trabajadores que ocuparon, rescataron y pusieron en marcha empresas hundidas por las patronales) Esto de las fábricas recuperadas, por ejemplo, me rompe la cabeza. Porque son asambleas, para retomar el trabajo.
-¿Eso es política?
-Más bien. Eso es la política realmente. Yo no me considero muy capacitado, pero la política es algo muy apasionante. Cualquier acto de juntarse y pensar, y no ser individualista, es ser político. Al crear un grupo para hacer algo, ya estás haciendo política. Y bueno, los que tienen esa pasta, esa esencia son políticos. Pero lo que uno quiere es que la palabra política sea una palabra importante. Y no como esto que creó la corrupción. Pero ojo, porque la corrupción también es una política para alejar a la gente de la política. Es el neoliberalismo, como le dicen: con tanta corrupción la gente no cree en nada, se hacen individualistas, y dicen “ah, yo en el lugar de él haría lo mismo”, “mirá al que afana, yo también afanaría”. La gente descree de todo, se encierra en la casa, le tiene miedo a todo el mundo, los medios de información te avasallan con la inseguridad, y terminás solo en tu casa. No tiene que ser así. Hay que juntarse.
-¿Qué opinan sobre los medios?
-Trabajan para los sponsors. Hay revistas que tienen propaganda el Gobierno de la Ciudad, y entonces no hablan de Ibarra, para taparlo. Hay diarios que les perdonaron deudas increíbles después del corralito y hablan a favor de Kirchner. Entonces, se manejan por el esponsoreo, según quién les pague. Todos, todos los medios son así. Excepto los independientes.
-¿Fuiste a la marchas por Cromañón?
-Tengo mi sentimiento con ellos. Pero no quiero ir, que vengan a pedirme autógrafos, y que se pierda lo que uno está sintiendo.
-Allí cantan “ni la bengala, ni el rocanrol, a los chicos los mató la corrupción”.
-Me parece que es parte de lo que pasó, pero no es el fondo del problema.
-¿Cuál sería el fondo?
-Que todos somos culpables. La corrupción lamentablemente está enquistada en los argentinos, a todos los niveles. Y el rock también tiene su corrupción.
-¿Qué pensás del tema de las bengalas?
-Nadie era consciente de que podía pasar algo así. Yo escucho cada cosa: no quiero hablar de nadie en especial. Pero hay bandas de las que ni quiero mencionar, pero que me suenan muy hipócritas hablando de lo de las bengalas, diciendo que ellos nunca las usaron. Eso también es corrupción. Yo reconozco que cuando tocamos había muchísimas bengalas. Nunca tuvimos problemas graves para hacer hincapié en eso, nunca tuvimos mucha gente lastimada. Para los chicos era una libertad que se daban, y era parte del momento que se estaba viviendo. Qué sé yo: fue. Creo que nunca más se va a prender una bengala en un recital salvo alguna excepción. Pero va a quedar en la historia que era algo que los chicos sentían como una participación más allá de bailar, gritar. Y nada más. A los chicos les gustaba.
-¿Y a ustedes?
-A nosotros nos parecía raro. Si bien no tuvimos problemas, sabíamos que era peligroso, conflictivo. Las entraban a escondidas. Por más que hacíamos cacheos las pasaban, ya ni sabés de qué manera. Hay un horario de los recitales donde todo es muy rápido. Los primeros se cachean bien, los del medio más o menos y los últimos… se dan muchas cosas para que el cacheo no sea como tiene que ser.
-¿Por qué ocurre esa cuestión de las bandas hipócritas? ¿Parte del negocio?
-Muchos salieron a colgar a Callejeros y a las bengalas. En sus festivales se permitían montones de bengalas, y después se convirtieron en ortivas. A mí me dolió mucho, incluso de bandas y personas que no esperaba que hicieran algo así. No tengo idea porqué lo hicieron. No sé si los benefició en algo, o se creyeron damnificados por lo que pasó. Me llama la atención.
-Este rock como expresión. ¿Puede entrar en una etapa de renovación, de decadencia o quedar idéntico? ¿Cuál puede ser la tendencia?
-No percibí una tendencia nueva. Nuestros recitales de La Renga se viven de la misma manera. Lo fundamental es que no están estos chicos. Los pibes que murieron: ese es el cambio más grande. Los otros cambios, las normas de seguridad, por ejemplo, no sé si van a influir en lo que le pasa al rock, que va a mantener esa especie de clandestinidad, porque si no va ser parte del otro rock, que tiene más que ver con la farándula.
-Hablabas de cómo a los chicos les pegan, les cortan las piernas. ¿Cómo pensás que serán las cosas para tus hijos cuando sean adolescentes?
-Ellos viven todo en medio del rock. Pero yo quiero que sean buenas personas, socialmente, comprometidos, solidarios, responsables. No me pasa eso de querer que sea boxeador, jugador, músico. Quiero que sea buena persona.
-Al decir que políticamente hace falta una reorganización total, ¿en qué estás pensando?
-Juntarse en asambleas, crear espacios, lugares. Y si no hay, inventarlos. Si no hay lugares para que una banda toque, buscar clubes, plazas, esto hablando en el rock. En todas las áreas es lo mismo: buscar la manera de ir haciendo lo que te proponés hacer. Juntarte con la gente que quiere cambiar. Y cambiar cosas que estén en tu mano cambiar.
-Menos discursos, y más acción sobre la realidad que me rodea.
-Claro. Ir a las cosas concretas. Proponerte cosas, y hacerlas.
-Tete: van a contestarte que en realidad eso no funciona. Que hay que pelear para tomar el poder y después cambiar las cosas desde arriba, no desde abajo y ahora, como planteás vos.
-Pero eso no funcionó. Lo veo muy difícil, muy utópico. Para mí lo único que vale es pensar ese asunto al revés. Hay que cambiar desde abajo.



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