Julio López
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BOSQUES TRANSGENICOS: UN TERRIBLE ESCENARIO
Por Sudestada - Wednesday, Sep. 21, 2005 at 12:11 AM
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LOS ÁRBOLES MODIFICADOS GENÉTICAMENTE CON FINES INDUSTRIALES. Arboles transgénicos en el Sur - Arboles transgénicos en el Norte

EL ESCENARIO DE LOS ÁRBOLES TRANSGÉNICOS


• La resistencia es fértil: protestas contra los árboles transgénicos
• Las corporaciones forestales y la investigación sobre árboles transgénicos
• Legislación internacional y árboles transgénicos
• Árboles genéticamente modificados y calentamiento global
• ¿Tiene el Banco Mundial una posición sobre los árboles transgénicos?
• Polen de plantaciones de pinos ya genera problemas. ¿Y si además fueran pinos transgénicos?


LA RESISTENCIA ES FERTIL: protestas contra los árboles transgénicos

Los científicos forestales que trabajan en árboles transgénicos a menudo mencionan el número de ensayos de campo de árboles transgénicos en el mundo como prueba de que la tecnología está siendo cada vez más aceptada. En realidad, lo opuesto es lo cierto. A medida que aumenta el número de experimentos también aumenta la fuerza de la resistencia contra los árboles transgénicos.

Gran parte de la atención que dedican los medios a las protestas contra los árboles transgénicos se centra en un puñado de acciones realizadas por pequeños grupos de activistas que se autodenominan con nombres como Reclama las semillas (Reclaim the Seeds) o los Duendes Genéticos (Genetix Goblins). En los últimos seis años, 12 ensayos de campo con árboles transgénicos fueron destruidos en Gran Bretaña, Canadá y los EE.UU. En este último país, el Frente de Liberación de la Tierra (Earth Liberation Front) ha incendiado oficinas y laboratorios de investigación.

Las respuestas de la industria y los científicos frente a la destrucción de los ensayos con transgénicos y la propiedad, se concentran en el daño causado y presentan a quienes protestan como vándalos irresponsables e ignorantes. Sus respuestas tienden, predeciblemente, a restarle importancia a los riesgos a los que representan sus investigaciones para la población y su ambiente.

En 1999, en Inglaterra, 152 álamos transgénicos de la estación de investigación de la compañía de agroquímicos Zeneca en Jealot’s Hill fueron talados por activistas. El vocero de Zeneca, Nigel Poole, apareció prácticamente con lágrimas en los ojos. “Arrancaron la corteza de los árboles. Estas pobres criaturas están sufriendo una muerte lenta”, declaró al periódico The Times. Aparentemente, Poole se olvidó de que Zeneca plantó los árboles para transformarlos en astillas, para luego hervirlos y extraerles la pulpa para transformarlos en papel.

Cuando algunos de los ensayos de campo con transgénicos fueron destruidos en 2001, Steven Strauss de la Universidad del Estado de Oregon trató de reasegurar al público que “todo ha sido considerado altamente seguro. Esta gente que lo señala como peligroso carece de experticia y está desinformada”

“Los muchachos violentos no entienden la ciencia”, dijo Strauss a Associated Press.

Muchas personas y organizaciones participan de otros tipos de actividades en contra de los árboles transgénicos. Las protestas han tomado diversas formas, entre las que se incluyen la colocación de pancartas, conferencias de prensa, reuniones, cartas a los periódicos, peticiones, artículos, campañas para persuadir a las compañías de que no compren productos de árboles transgénicos, investigaciones de las compañías e instituciones involucradas, y campañas a favor de zonas libres de organismos genéticamente modificados.

Probablemente, la primera alianza de ONGs creada con el objetivo de oponerse a los árboles transgénicos fue la Coalición por Bosques libres de la Ingeniería Genética (GE Free Forests Coalition - GEFF), formada en Gran Bretaña en abril de 1999. Tres meses después, la GEFF organizó una manifestación en la conferencia sobre Biotecnología Forestal en el año 1999 de la Unión Internacional de Organizaciones de Investigación Forestal (IUFRO) que tuvo lugar en Oxford.

Steven Strauss comentó: “los científicos que estaban en la conferencia se rascaban la cabeza y se preguntaban cómo era posible que la ciencia y la ‘sociedad’ pudieran estar tan enfrentados en Europa”. Mientras tanto, la gente común se preguntaba cuánto tiempo han debido pasar los científicos encerrados en sus laboratorios para sorprenderse de que la modificación genética sea un tema polémico.

La resistencia a los árboles transgénicos sigue creciendo. En los EE.UU., alrededor de 80 ONGs han firmado una declaración titulada: “Una visión común para transformar la industria del papel”. La “Visión Común” emergió en una reunión mantenida en noviembre de 2000 por más de 50 ONGs que trabajan sobre los temas del papel, la contaminación y los bosques. Incluye una demanda a la industria del papel: “detengan la introducción de fibra de papel proveniente de organismos genéticamente modificados, en particular de árboles y plantas transgénicas con genes insertados de otras especies de animales y plantas.”

Varios países han impuesto prohibiciones totales o moratorias sobre los OGM, incluidos Argelia, Nueva Zelanda, Perú, El Salvador y Australia (excepto Queensland y el Territorio del Norte). Además, varias regiones de Europa y tres condados de los EE.UU. han votado prohibiciones a los OGM. Tailandia ha prohibido 49 plantas transgénicas.

Alrededor del mundo, las organizaciones ambientales y de justicia social están haciendo campaña a favor de una legislación que prohíba los OGM en sus países, provincias, estados, ciudades y condados. En todo el mundo han aparecido zonas libres de OGM, incluso en los EE.UU.. En noviembre de 2004, el Condado de Marin, al norte de San Francisco, se unió a los Condados californianos de Mendocino y Trinity al prohibir los OGM.

En diciembre de 2003, la provincia austríaca de Kärnten aprobó una ley que establece que los OGM no pueden plantarse a menos de tres kilómetros de áreas naturales y culturales que merezcan ser protegidas. Aproximadamente el 20 por ciento de las tierras de Kärnten se cultivan orgánicamente. Basándose en el argumento de que la agricultura orgánica merece ser protegida, en la práctica las autoridades no otorgarán permisos para cultivar transgénicos.

En Gran Bretaña, 14 millones de personas viven en áreas donde se aplica la política “libre de transgénicos”. Doce condados han aprobado resoluciones declarándose “libres de transgénicos”, sumándose a más de 30 ciudades, distritos y autoridades de parques nacionales. En Francia, más de 1.250 alcaldes han declarado a sus ciudades “libres de transgénicos”. Amigos de la Tierra-Europa está llevando adelante una campaña de por una Europa libre de OGM, dirigida a apoyar a las regiones para que avancen a ser “libres de transgénicos” (por más información visite http://www.foeeurope.org/GMOs/gmofree )

Quienes se oponen a los árboles transgénicos se están interconectando con las organizaciones en todo el mundo: con redes que se han enfrentado a la propagación de los cultivos de OGM en sus países, con organizaciones que trabajan sobre el cambio climático, con activistas anti-globalización, con activistas por los derechos humanos y los pueblos indígenas, con comunidades y organizaciones locales que resisten las plantaciones industriales de árboles y otras formas de forestación industrial. ¡La resistencia a los árboles transgénicos está creciendo!
Por Chris Lang



LAS CORPORACIONES FORESTALES Y LA INVESTIGACION sobre árboles transgénicos

Los árboles transgénicos no son resultado de la evolución. Son producto de decisiones tomadas a niveles institucionales y empresariales para lograr su desarrollo y expansión. Empresas, instituciones de investigación y universidades trabajan en estrecha colaboración en torno al tema. Las empresas financian a los departamentos de investigación universitarios, e influyen sobre qué tipo de investigación se realiza.

Si bien hay numerosos actores trabajando en árboles transgénicos, algunos son claramente más importantes que otros. La mayor parte de la investigación se realiza en un número relativamente pequeño de países, entre los cuales los más prominentes son EE.UU., Canadá, Japón, Nueva Zelanda, Australia, Chile, Reino Unido y China.

Algunas de las principales corporaciones forestales están directamente involucradas en esta investigación. Por ejemplo, en 1999, tres gigantes compañías forestales (International Paper, Westvaco y Fletcher Challenge) conformaron junto con Monsanto una joint venture llamada ArborGen, que se convirtió en la mayor empresa de árboles transgénicos del mundo. Monsanto se retiró de ArborGen seis meses después de su formación. En enero de 2000, Genesis Research and Development, la mayor compañía de biotecnología de Nueva Zelanda, se unió a la joint-venture. Genesis y Fletcher Challenge habían estado trabajado en conjunto durante 5 años en eucaliptos, álamos y pinos transgénicos resistentes a los herbicidas. En 2001, Rubicon (una compañía neozelandesa) compró las operaciones en biotecnología de Fletcher Challenge y se hizo cargo de sus compromisos con ArborGen. Desde entonces, Westvaco se fusionó con Mead Paper Company para formar Meadwestvaco. En abril de 2003, Genesis presentó una nueva subsidiaria dedicada a la ciencia botánica, Agrigenesis Biosciences, que ocupa el lugar de Genesis en ArborGen.

ArborGen tiene actualmente 51 ensayos de campo con árboles transgénicos (álamos, eucaliptos, pinos y liquidambar (Liquidambar styraciflua)) en los EE.UU.. Los científicos de ArborGen han manipulado genéticamente a los árboles para que tengan menos lignina, que crezcan más rápido y derecho, que sean estériles o que aumente su resistencia a las enfermedades o herbicidas.

Otra importante compañía involucrada con los árboles transgénicos es Horizon2 –con sede en Nueva Zelanda- conformada en marzo de 2003 por la fusión de Carter Holt Harvey Forest Genetics y Trees and Technology de Rubicon. Carter Holt Harvey es una firma maderera de Nueva Zelanda, 50 % de propiedad de International Paper.

GenFor, una compañía con sede en Chile, es una joint venture entre la Fundación Chile (centro de pensamiento tecnológico chileno) y Cellfor (Canadá). La compañía fue financiada parcialmente por la Agencia Chilena de Desarrollo Económico y ha establecido acuerdos de investigación con los gigantes chilenos de la industria forestal Arauco y Mininco. Las compañías suministran a GenFor sus mejores especímenes, GenFor proporciona la tecnología para “mejorarlos” y obtiene el derecho a comercializar los resultados de la investigación.

El principal tema de investigación de GenFor es el pino radiata transgénico, que constituye hasta un 80 por ciento de las plantaciones de Chile. Los investigadores de GenFor aspiran a crear un pino transgénico resistente a la polilla del brote (Ryacionia buoliana) de origen europeo, una plaga que afecta seriamente toda el área de plantación de pino radiata del país (1,5 millones de hectáreas).

Cellfor, socio en GenFor, ha iniciado varios proyectos de colaboración con una serie de universidades, incluidas Oxford, Purdue, British Columbia, Alberta y Victoria. Cellfor ha trabajado también con el Instituto de Agrobiología Molecular de Singapur y SweTree Genomics de Suecia.

Además de su investigación sobre pino radiata transgénico resistente a los insectos, GenFor está trabajando para aumentar el nivel de celulosa y para reducir la cantidad de lignina en el pino radiata y el pino “loblolly” (Pinus taeda).

En los EE.UU., muchas compañías de pulpa y papel, incluidas Weyerhaeuser, International Paper, MacMillan Blodel, Aracruz Cellulose y Potlatch Corporation han financiado investigaciones de un programa de la Universidad del Estado de Oregon sobre genoma de árboles, biotecnología y crianza (Tree Genomics, Biotechnology, and Breeding Programme), que está trabajando en árboles transgénicos buscando promover la tolerancia a los herbicidas, la esterilidad, la resistencia a los hongos y a los insectos y la disminución del contenido de lignina.

Algunas compañías forestales también realizan sus propias investigaciones. Tal es el caso de Aracruz Cellulose en Brasil y las compañías japonesas Oji Paper y Nippon Paper Industries

Aracruz, el primer productor mundial de pulpa blanqueada de eucalipto producida en sus enormes plantaciones en Brasil, está realizando actualmente una investigación de laboratorio sobre árboles transgénicos pero, según los oficiales de la compañía, todavía no está llevando a cabo ensayos de campo ni plantaciones comerciales.

Nippon Paper, el mayor fabricante de papel de Japón, ha desarrollado un árbol de eucalipto transgénico que tolera la sal. También está trabajando sobre álamos transgénicos que serían resistentes a los ambientes contaminados. En 1995, Nippon firmó un acuerdo con Zeneca para trabajar en la modificación de la lignina de los árboles para pulpa, y en 2001 ya había desarrollado un árbol de eucalipto transgénico que producía un 20 por ciento menos de lignina, un 10 por ciento más de celulosa y 5 por ciento más de pulpa que los árboles de eucalipto no transgénicos.

Oji Paper es una de las más grandes compañías de pulpa y papel del mundo. La compañía tiene un activo programa de investigación sobre árboles transgénicos. Los científicos de Oji Paper están trabajando en árboles transgénicos con menos lignina, que puedan tolerar los suelos salobres y eucaliptos transgénicos que puedan crecer en suelos ácidos.

Los ejemplos presentados en este artículo ilustran la participación de las compañías forestales en la ingeniería genética de árboles. Su interés es poder plantar árboles en cualquier tipo de ambiente y asegurar que crezcan rápido; quieren que la madera de las plantaciones se adapte a sus procesos industriales (por ejemplo: menos lignina para la producción de pulpa); quieren que los monocultivos sean resistentes a los insectos y tolerantes a los herbicidas y quieren que sean estériles. En resumen, su objetivo es manipular la naturaleza para adaptarla a sus objetivos económicos de largo plazo, sin importar las incertidumbres y los riesgos que esto implica.


LEGISLACION INTERNACIONAL y árboles transgénicos

A pesar de los riesgos que presenta la modificación genética de árboles, no existe ninguna legislación internacional en relación específica al tema de los árboles transgénicos. En cambio, sí hay legislación referida a las semillas y los cultivos de alimentos transgénicos, que no necesariamente cubre los problemas que presentan las plantas transgénicas de larga vida como los árboles.

En la actualidad, el derecho internacional que cubre los organismos genéticamente modificados o transgénicos (OGMs) concentra su atención en los asuntos relacionados con el comercio. Hay dos instituciones que establecen normas en relación al comercio internacional de OGMs: el Convenio sobre Diversidad Biológica (CDB) y la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Los países miembro del CDB adoptaron el Protocolo de Cartagena sobre Bioseguridad en enero de 2000. Este Protocolo establece reglas para los movimientos transfronterizos de OGMs y se basa en el principio precautorio.

Aunque los tres mayores exportadores de OGMs (EE.UU., Canadá y Argentina) no han ratificado el Protocolo de Cartagena, éste reconoce el derecho de un gobierno de prohibir las importaciones de OGMs cuando no existe información suficiente disponible para realizar una evaluación de los riesgos. La carga de la prueba en cuanto a la seguridad del material transgénico corresponde entonces al país que lo exporta.

Sin embargo, en el marco de la OMC, los gobiernos pueden ser penalizados por establecer una ley, tal el caso de la prohibición de OGMs, que de acuerdo a las reglas de la OMC constituya una barrera para el comercio internacional.

La OMC también tiene un Acuerdo sobre la Aplicación de Medidas Sanitarias y Fitosanitarias (Acuerdo MSF) que cubre la seguridad alimentaria y las regulaciones sobre salud animal y vegetal. Al establecer las leyes nacionales para cumplir con el Acuerdo MSF, los gobiernos deben evaluar los riesgos implícitos, en vez de utilizar el principio precautorio.

Mariam Mayet, directora del Centro Africano de Bioseguridad en Sudáfrica, señala que el Protocolo de Cartagena no específica la cuestión sobre si éste tiene precedencia sobre las reglas de la OMC, declarando que ambas normativas deben “apoyarse mutuamente”.

El hecho de que ambas legislaciones no se apoyan mutuamente quedó en evidencia en mayo de 2003 cuando los EEUU, Canadá y Argentina presentaron una queja ante la OMC por la legislación de la Unión Europea sobre alimentos transgénicos.

Tewolde Egziabher, Director general de la Autoridad de Protección Ambiental en Etiopía, fue uno de los arquitectos del Protocolo de Cartagena. En respuesta a la queja de los EE.UU. en la OMC, escribió, “nosotros en los países africanos, que hemos peleado duramente y durante mucho tiempo por el acuerdo y la ratificación de Protocolo de Bioseguridad, sentimos que las acciones de los EE.UU. tienen el propósito de enviarnos un mensaje fuerte y agresivo: que si elegimos implementar el Protocolo y rechazar la importación de alimentos transgénicos, es posible que también nosotros tengamos que enfrentar una disputa en la OMC. No podemos dejar de ver las acciones de los EE.UU. como un golpe preventivo al Protocolo de Bioseguridad y a los intereses de los países en desarrollo”.

Los científicos forestales tienen claro que la contaminación genética a partir de las plantaciones de árboles transgénicos es inevitable. “Los genes eventualmente escaparán” tal como lo expresa Steven Strauss de la Universidad del Estado de Oregon.

Además de los riesgos ecológicos que implica, la posibilidad de que los árboles transgénicos se crucen con sus parientes silvestres, dando como resultado árboles transgénicos silvestres con genes patentados y creciendo fuera de las plantaciones, genera una serie de interrogantes legales. ¿Tendrá la compañía propietaria de la patente del gen, derechos de propiedad (o cualquier otro derecho) sobre cualquier árbol que contenga el gen? ¿Podrán descubrir los dueños de bosques que los árboles en sus tierras pertenecen en realidad a International Paper o a Meadwestvaco porque contienen genes patentados por esas compañías?

¿Quién será responsable si se demuestra que la contaminación genética ha dañado los árboles de los bosques? ¿Será el administrador de la plantación, la compañía que vendió las plántulas de árboles transgénicos, la compañía que desarrolló el árbol transgénico usando el gen patentado? ¿o será el propietario de la patente del gen?

¿Cómo se determinará el “daño” a los árboles de los bosques? ¿Quién decidirá qué constituye daño? Los árboles y los bosques son sagrados para ciertas culturas, y aunque superficialmente pueda parecer que no se ha hecho daño alguno, cambiar la constitución genética de los árboles silvestres puede ser considerado vandalismo genético.

El polen de los árboles puede viajar distancias enormes. Las semillas pueden ser (y son) contrabandeadas fácilmente a través de las fronteras. Ninguna legislación en el mundo puede evitar que esto ocurra. Si los árboles transgénicos se convirtieran en maleza y comenzaran a invadir los ecosistemas de bosque como resultado de las semillas contrabandeadas ¿quién sería responsable?

En mayo de 2004, la Suprema Corte de Canadá determinó que Monsanto tenía derecho a demandar a los granjeros cuyos cultivos contuvieran genes patentados por Monsanto. Pat Mooney, director del Grupo ETC (Action Group on Erosion, Technology and Concentration), explica las implicancias de este fallo: “ahora pueden decir que sus derechos se extienden a todo aquello que contenga sus genes, sea planta, animal o humano. En el marco de esta sentencia, la contaminación genética en expansión parece haber sido reconocida como una estrategia viable para la propiedad corporativa”.


ÁRBOLES TRANSGENICOS y CALENTAMIENTO GLOBAL


El 22 de octubre de 2004, Rusia ratificó el Protocolo de Kioto, el acuerdo internacional creado para comenzar a atender el problema del calentamiento global. La ratificación del Protocolo por parte de Rusia le da al acuerdo un nivel de participación entre los países con mayor responsabilidad en las emisiones de carbono del mundo, lo suficientemente alto como para entrar en vigor, aún sin incluir el 25% de las emisiones anuales globales de carbono del mundo que producen los Estados Unidos.

A solo días del anuncio de Rusia, el comercio del carbono se triplicó en Europa. Se espera que el mercado del carbono sea el mayor de la historia, con cifras que proyectan llegar a US$ 60 mil millones para 2008. El mercado del carbono está incluido como parte del Protocolo de Kioto. Se creó para permitirle a las corporaciones comprar el derecho a seguir emitiendo dióxido de carbono mientras dan a entender que se ocupan del calentamiento global, ciertamente un producto básico (commodity) muy rentable. Los créditos de carbono se compran a países o corporaciones que han reducido de alguna manera sus emisiones de carbono – por ejemplo reconvirtiendo una planta alimentada a carbón a gas natural, o plantando árboles que absorban las emisiones de carbono.

El pasado diciembre en Milán, Italia, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que supervisa el Protocolo de Kioto, acordó que las plantaciones industriales de árboles creadas para absorber emisiones de carbono podrían utilizar árboles genéticamente modificados. Probablemente, estas plantaciones se establezcan mayoritariamente en el Sur, con subsidios del Banco Mundial, para neutralizar las emisiones del Norte industrial.

Este acuerdo de las Naciones Unidas conjuntamente con los subsidios del Banco Mundial proporciona enormes incentivos para el avance de la tecnología de árboles transgénicos, a través de la creación de este lucrativo mercado del carbono. Mientras tanto, el Protocolo de Kioto no contiene ninguna disposición que proteja efectivamente a los bosques existentes que absorben carbono.

Los científicos argumentan que los árboles pueden ser genéticamente modificados para secuestrar aún más carbono del que ya secuestran y así mejorar la capacidad de las plantaciones para neutralizar el carbono industrial. Lamentablemente, el plan deja pendiente una serie de dificultades.

En primer lugar, está el problema de dónde se ubicarán estas plantaciones. Estudios realizados en la Universidad de Duke en EE.UU. concluyen que cuando los árboles están sujetos a una mayor cantidad de carbono en el aire, solo incrementan su capacidad de almacenaje de carbono si los suelos son ricos en nitrógeno. Los árboles en suelos pobres no incrementaron su capacidad de almacenaje de carbono. Esto significa que las plantaciones desarrolladas específicamente para almacenar carbono deberán ubicarse en suelos fértiles. En una conferencia de la Universidad de Duke, los científicos sugirieron que se podría ubicar las plantaciones en tierras agrícolas abandonadas. Pero esto suscita la pregunta ¿dónde existen todas estas tierras agrícolas fértiles abandonadas?. Deben de estar en algún lugar que se mantiene muy bien secreto. Pues no, en realidad, las plantaciones se van a concentrar en el Sur, donde probablemente desplazarán a las comunidades, ya sea porque se apropiarán directamente de sus tierras agrícolas para establecerse allí, o mediante el madereo de los bosques y su reemplazo, trayendo consigo todos los impactos que las acompañan –desde la pérdida de agua dulce y biodiversidad hasta la contaminación con químicos tóxicos.

Pero las plantaciones para almacenar carbono presentan problemas adicionales, entre los que se encuentra la protección de las plantaciones de cualquier actividad que libere carbono –como la tala o el fuego. Algunos han sugerido que las plantaciones para sumideros de carbono deberían transformarse en “zonas de exclusión humana”, en las cuales se prohíba toda actividad humana –un hecho que seguramente conlleve al desplazamiento de las comunidades que habitan los bosques.

Los problemas arriba mencionados son inherentes a cualquier plantación para sumidero de carbono, sea genéticamente modificada o no. La inclusión de árboles transgénicos en estas plantaciones, sin embargo, genera un nivel de problemas completamente nuevo.

Además de los árboles modificados para obtener una mayor absorción de carbono, los científicos están modificando árboles para que sean resistentes a los insectos y los herbicidas, crezcan más rápido y sean estériles.

Las plantaciones de monocultivo de árboles que requieren de nutrientes en forma intensiva drenan rápidamente la napa freática y agotan el suelo. Los árboles transgénicos para crecer aún más rápido exacerbarán el problema. Imágenes satelitales de los años ochenta revelan que vastas extensiones de tierra donde una vez había bosques, se han convertido en plantaciones de árboles. La Agencia de Protección Ambiental de los EE.UU. y el Instituto para los Recursos Mundiales (World Resources Institute) han descubierto que estas plantaciones secuestran apenas 1/4 por ciento del carbono que secuestraban sus predecesores, los bosques. Este proceso de conversión de bosques a plantaciones contribuye grandemente al calentamiento global al liberar el carbono almacenado en los boques, eliminando la capacidad natural de esos bosques de regular el clima de la Tierra, a la vez que los reemplaza con plantaciones que almacenan una proporción drásticamente menor de carbono.

La industria afirma que los árboles genéticamente modificados para tener las características mencionadas más arriba serán estériles –evitando así la contaminación. Los investigadores estudiando la esterilidad han admitido, no obstante, que es improbable lograr un 100% de esterilidad garantizada en los árboles, debido a que éstos pueden vivir durante cientos de años y tener genomas más largos aún que el humano. Además, se ha documentado que el polen de los árboles llega a viajar 600 km o más. Es probable que el polen de un árbol transgénico contamine vastas extensiones de bosques con una amplia variedad de efectos destructivos, destruyendo el delicado equilibrio ecológico de estos bosques y causando un aumento de la mortalidad de las especies del bosque –además de emisiones adicionales de CO2 de efecto invernadero.

Las plantaciones de árboles transgénicos no tienen lugar en las prácticas de manejo sustentable de los bosques que los mantienen saludables. Ciertamente no tienen lugar en la lucha por detener el calentamiento global. Las propuestas de proyectos de las Naciones Unidas y el Banco Mundial –como las plantaciones de árboles transgénicos- permiten a las corporaciones seguir contaminando y magnificando el calentamiento global, a expensas, en forma desproporcionada, de los pueblos y los ecosistemas del Sur.

-GJEP tiene una campaña global para detener los árboles genéticamente modificados. Para participar, puede ponerse en contacto en info@globaljusticeecology.org http://www.globaljusticeecology.org o escribir a GJEP, PO Box 412, Hinesburg, VT 05461 USA

Por: Anne Petermann, Global Justice Ecology Project



¿TIENE EL BANCO MUNDIAL UNA POSICION SOBRE LOS ARBOLES TRANSGENICOS ?

Tal vez sea ingenuo de mi parte, pero realmente creía el Banco Mundial tendría una posición sobre los árboles transgénicos. El primer ensayo de campo con árboles transgénicos fue en 1988. Seguramente, pensé, 16 años es tiempo suficiente como para que a los expertos en políticas del Banco se les haya ocurrido algo. Cuando apareció la novísima política forestal del Banco hace dos años, fue a continuación de un “proceso consultivo con las partes interesadas” que estuvo “apoyado por profusos estudios analíticos, técnicos y económicos, algunos encomendados por el Banco Mundial y otros por instituciones independientes y ONGs, sobre una amplia variedad de temas”, según el Banco. Seguramente la nueva política tendría algo que decir sobre los árboles transgénicos.

Bueno, no. La Política Forestal del Banco Mundial no hace mención alguna a los árboles transgénicos. Tampoco la Estrategia Forestal del Banco Mundial, un informe de 99 páginas (más apéndices), que según el Banco “proporciona una guía pormenorizada sobre las diferentes acciones que deben considerarse en diferentes circunstancias”.

La Política Forestal del Banco sí establece que el Banco sólo financiará plantaciones que sean “ecológicamente apropiadas, socialmente beneficiosas y económicamente viables”. Esto, en un mundo justo y honesto, excluiría a cualquier plantación de árboles transgénicos, ya que éstas no son ni “ecológicamente adecuadas” ni “socialmente beneficiosas”. Pero algunos de los expertos del Banco Mundial tienen ideas bastante extrañas sobre qué es “apropiado” y “beneficioso” para las comunidades rurales que viven a miles de kilómetros de Washington DC.

El Banco Mundial, a través de su Unidad Financiera de Carbono, está entusiasmado en financiar proyectos de carbono, entre los que se incluyen las plantaciones de árboles como sumideros de carbono. Desde diciembre de 2003, el Protocolo de Kioto admite a las plantaciones de árboles transgénicos como sumideros de carbono a ser incluidos bajo el Mecanismo de Desarrollo Limpio. Hasta ahora no se han establecido plantaciones de árboles transgénicos como sumideros de carbono, pero los científicos del Laboratorio Nacional de Oak Ridge, por ejemplo, están trabajando en la producción de árboles transgénicos que almacenen carbono.

Tenía la curiosidad por saber si esto significaba que el Banco Mundial podría estar financiando los sumideros de carbono de árboles transgénicos en el futuro, así que el 21 de julio de 2004 escribí a Jason Steele de la Unidad Financiera de Carbono del Banco Mundial planteándole algunas preguntas sobre los árboles transgénicos. Una semana después me dijo que “todavía estaba tratando” de encontrar las respuestas.

Un par de meses después, todavía sin noticias, pensé que debía refrescarle la memoria. Le escribí nuevamente, explicando que estaba trabajando en un artículo, que la fecha límite era mediados de noviembre y que me gustaría tener una respuesta oficial. Steele respondió inmediatamente pero solo para transferirme a la Oficial Principal de Comunicaciones de la Unidad Financiera de Carbono, Anita Gordon.

Le hice a Anita Gordon las mismas preguntas que le había hecho a Jason Steele dos meses antes. Gordon también respondió inmediatamente, pero solo para pasarme con el Especialista encargado de las relaciones con las partes interesadas de la Unidad Financiera de Carbono, Charles Cormier.

Me encontré con Charles Cormier en junio de 2004 en la Carbon Expo organizada por el Banco Mundial en Colonia, Alemania. Le pedí una entrevista en relación a Plantar, un proyecto de plantación industrial de árboles en Brasil que financia el Fondo Prototipo de Carbono (FPC) del Banco Mundial. En términos del volumen de emisiones de carbono que se supone ahorrará el proyecto, Plantar es por lejos el proyecto más grande en los libros del FPC. Cormier rechazó mi solicitud de entrevista. “No sé nada sobre Plantar” dijo.

El contrato del FPC con Plantar requiere que Plantar obtenga el certificado de buen manejo del Consejo de Manejo Forestal (FSC por sus siglas en inglés). Si el FSC, por cualquier razón, retira la certificación, el FPC detendrá los pagos a Plantar. Las normas del FSC establecen que “se prohibirá el uso de los organismos genéticamente modificados”. Así que, al menos en el caso de Plantar, el Banco Mundial no financiará plantaciones transgénicas.

“Charles Cormier responderá su consulta”, me prometió Anita Gordon en setiembre. Todavía no he tenido noticias suyas. Quizás no debería estar muy sorprendido.

Revisé la página de “Quién es quién” del sitio web del Banco Mundial sobre Bosques y Forestación y le escribí a los 18 integrantes del staff del Banco que aparecen en la página para preguntarles sobre la política del Banco Mundial sobre árboles transgénicos. Inclusive cliqueé sobre un pequeño botón y envié un e-mail al “Servicio de Consulta” del Banco. El sitio web del Banco describe a estas personas como “expertos y especialistas”. Deberían, al menos en teoría, conocer la posición del Banco sobre temas forestales de importancia como los árboles transgénicos. Pero, aparte de cuatro respuestas automáticas de “fuera de la oficina”, no he sabido nada de ninguno de ellos.

Para el registro, aquí están cuatro de las preguntas que me gustaría que alguien del Banco Mundial contestara:

1. ¿Tiene el Banco Mundial algún tipo de directivas para financiar proyectos que incluyan árboles transgénicos?

2. En una hoja de preguntas y respuestas de su nueva política forestal, el Banco Mundial declara que “la estrategia no compromete al Banco con ninguna de esas actividades [i.e. forestación para el secuestro de carbono y comercio de carbono] a menos que estén específicamente permitidas por el Mecanismo de Desarrollo Limpio o los mecanismos de Implementación Conjunta del Protocolo de Kioto…”. Dado que los árboles transgénicos están incluidos en el Protocolo de Kioto ¿esto significa que el Banco puede financiar plantaciones de árboles transgénicos como sumideros de carbono?

3. ¿Tiene el Fondo Prototipo de Carbono (o cualquier otro mecanismo de financiación del carbono del Banco Mundial) algún tipo de directivas para financiar proyectos que incluyan árboles transgénicos? Si es así, por favor detalle.

4. Si existen documentos del Banco Mundial que aclaren la posición del Banco sobre los árboles transgénicos ¿sería tan amable de enviarme copias?

Estoy seguro de que no puedo ser el único al que le gustaría saber las respuestas a estas preguntas. Así que si alguien del Banco Mundial está leyendo este artículo, estaría encantado de recibir noticias suyas.

Por: Chris Lang, correo electrónico: chrislang@t-online.de



POLEN DE PLANTACIONES DE PINOS YA GENERA PROBLEMAS
¿Y si además fueran pinos transgénicos?

La polinización de los vegetales se realiza de distintas maneras. Una de ellas es por medio de las abejas, las mariposas, los picaflores y los murciélagos. Otro tipo de polinización es realizado por el viento en las plantas que tienen las células reproductoras en flores sin cobertura, al desnudo. Esto sucede, por ejemplo, en las coníferas (por ejemplo, en los pinos). Para que la fecundación sea efectiva, estos árboles producen enorme cantidad de polen que el viento arrastra y distribuye, pasándolo de planta en planta y abarcando largas distancias.

El polen suele producir reacciones en las personas alérgicas, tales como conjuntivitis, rinitis, asma y malestar general. Los síntomas de irritación y secreción acuosa de los ojos y la nariz anuncian la llegada de la primavera porque por lo general aparecen cuando las mucosas entran en contacto con el polen ambiental transportado por el viento. La rinitis alérgica estacional (también conocida como fiebre del heno) es padecida por 1 de cada 6 habitantes del mundo industrializado.

Si bien el polen de pino ha sido considerado como de bajo grado de sensibilidad, los volúmenes que hay en la época de la polinización suelen ser muy altos. A esto se suma que en un estudio llevado a cabo con polen del Pinus radiata, muy abundante en la atmósfera de Nueva Zelanda, se han encontrado proteínas alergénicas y se ha probado reactividad cruzada con el polen de una especie de gramínea (Lolium perenne). Recientemente, otros autores han encontrado un fuerte aumento de la alergenicidad de este polen por el efecto de la contaminación del aire.

Por otra parte, el incremento de los niveles de dióxido de carbono asociados con el calentamiento de la atmósfera terrestre podría provocar un aumento en la incidencia de las alergias. Los investigadores han asegurado que en una atmósfera con el doble de dióxido de carbono que la actual, se producirá un 61 por ciento más de polen.

En este escenario se introducen dos factores que aumentan aún más el problema: las plantaciones de pinos a gran escala y el proyecto de convertirlas, además, en plantaciones de pinos transgénicos.

En cuanto a las plantaciones de monocultivos de pinos en gran escala, se induce que el fenómeno relatado de la polinización se incrementa podría decirse que de manera exponencial. En Chile, por ejemplo, la superficie cubierta por pinos es superior al millón y medio de hectáreas. No es difícil imaginar lo que pueden ser las nubes de polen de una cantidad tan inmensa de árboles de la misma especie, generalmente contiguos en gigantescas superficies. Los testimonios de vecinos de la Comunidad Lumaco, en la Comuna Traiguén, IX Región, acusaban que “en octubre, el polen de los pinos deja todo el campo amarillo. Aparecen problemas de salud. La huerta queda toda cubierta de amarillo y hay que regar las hojas de las plantas para que puedan sobrevivir”. “(...) en el fondo nadie sabía lo que ocurría con el polen del pino. Puede que nos esté
perjudicando. Escuchamos hablar de contaminación de cómo tiene que estar el agua
para poder consumirla, pero al final uno consume lo que tiene nomás”. Hasta la prensa registró en agosto del año pasado el fenómeno de una “lluvia amarilla”, una capa de polvillo amarillo verdoso que cubrió acercas, calles y automóviles y que resultó ser polen de pino.

Otro tanto ocurre en Japón, donde en 1950 se instauró una política de promoción de plantaciones de prácticamente una sola especie de conífera de rápido crecimiento (Cryptomeria japonica), que hace dos años llegaban a abarcar 10 millones de hectáreas. Ahora, cada primavera, se abate sobre Japón una nube de polen que deja a uno de cada 6 habitantes afectado de alergia. En 10 años, la proporción de la población afectada por esta causa aumentó en Tokio de 7% a 20% (ver Boletín 60 del WRM).

Por otro lado, en lo que se refiere a la manipulación genética de variedades vegetales, ha habido indicios comprobados que señalan posibles casos de alergia al polen del maíz transgénico. En julio de 2003, en Mindanao, en la región sur de Filipinas, varias personas de la población rural que habita en las cercanías de una plantación de maíz transgénico Bt (manipulado para exudar la toxina Bacillus turingensis) sufrieron episodios de fiebre, dolor de cabeza, náuseas, trastornos respiratorios e intestinales, debilidad general y problemas en la piel. La situación coincidió con la época de floración del maíz transgénico de la zona y persistió durante varias semanas, lo que llevó a que el Centro de Acción Social procurara la ayuda de diversas organizaciones y ONGs locales, como Searice y Masipag, para tratar de identificar la causa de los síntomas y buscar una solución.

El Director del Instituto Noruego de Ecología Genética, Dr. Terje Traavik, realizó pruebas sanguíneas e hizo un seguimiento del caso. Traavik manifestó que los anticuerpos presentes en sangre demostraban que las personas afectadas habían estado expuestas a la toxina Bt durante los últimos meses. Es decir que las pruebas de sangre indicaron que los síntomas eran el resultado de haber inhalado polen de maíz mutado.

Haciendo una extrapolación dictada por el sentido común y la prudencia cabe preguntarse ¿qué pasaría si a los trastornos ya problemáticos del polen “en masa” producto de las plantaciones comerciales de coníferas se le agrega la incertidumbre y el riesgo de los posibles efectos desconocidos que traería el polen transgénico de pinos manipulados genéticamente con fines exclusivamente comerciales? ¿Acaso no es otro elemento para decir rotundamente NO a los árboles transgénicos?

Artículo elaborado en base a información obtenida de: testimonios recogidos por Ricardo Carrere en un viaje por la IX Region de Chile, Comuna Traiguén, Comunidad Lumaco, en junio de 2004; “Preliminary Results of Study Show Immunological Reaction to Bt Toxin”, Gentech-news 91, http://www.blauen-institut.ch/Tx/tM/tm_nov/tm0913.html ; “La invasión de las plantaciones forestales en Chile”, José Araya Cornejo, Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales,

- P.S. El estudio del WRM y ATI, realizado por el investigador Chris Lang (“Genetically Modified Trees: the ultimate threat to forests"), será publicado en ingles y español y estará muy pronto disponible en la página web del WRM (http://www.wrm.org.uy/publicaciones/inicio.html) y en la página de ATI (http://www.foei.org/esp/publications/index.html). También estará disponible en formato impreso en ambos idiomas en las oficinas del WRM y ATI. Una vez prontas las ediciones correspondientes, lo comunicaremos a todos nuestros lectores.

-Informe publicado en el Boletin del WRM - N° 88 - Noviembre 2004

Màs informaciòn en:
Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales
Montevideo - Uruguay - tel:  598 2 413 2989 / fax: 598 2 410 0985 - wrm@wrm.org.uy

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