La imaginaciòn al poder.
Por EL MILITANTE -
Sunday, Sep. 25, 2005 at 9:38 AM
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Manifiesto del Surrealismo - Miseria de
la Cultura |
Adaptación libre
basada en la relación necesaria del surrealismo con la 4ª
Internacional |
Autor : Fernando Buen Abad
Domínguez Fecha : ( 23-Septiembre-2005 ) Categoria : Teoría
|
o
pueden pretender que nos traguemos con gusto el desagradable pastel
de carne humana que nos sirven. No pueden exigir que nuestra
nariz temblorosa aspire con entusiasmo el hedor a cadáver.
No pueden esperar que confundamos con heroísmo el
embotamiento y la insensibilidad que cada día se revelan
más funestos. Tendrán que admitir que hemos reaccionado
de forma muy comedida, incluso conmovedora. Los panfletos
más penetrantes no han alcanzado a arrojar suficiente desprecio y
sarcasmo sobre la hipocresía generalizada.
Hugo Ball
Declaración Universal de
los Derechos humanos Artículo 27 1. Toda persona
tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la
comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso
científico y en los beneficios que de él resulten. 2. Toda
persona tiene derecho a la protección de los intereses morales y
materiales que le correspondan por razón de las producciones
científicas, literarias o artísticas de que sea autora.
El surrealismo es una realidad.
Interrumpimos esta misa de difuntos para hacer
sonar 13 campanadas de beligerancia que cambien la suerte de la
Cultura, la Poesía, el Arte y la libertad de expresión toda:
1) Pretendemos combatir, sin dogmas, con autocrítica
permanente, cuanto pensamiento y obra suministra la enfermedad y
decadencia del capitalismo que, en su crisis, devastará a los que
estén distraídos, desinformados y desorganizados. 2) La palabra
Surrealismo está unida a la Revolución Permanente para luchar contra
toda burocracia aun camuflada de "demócrata", "progre" o
"humanista". 3) Nada, o poco, tenemos que ver con el "arte".
Pero seremos, en caso necesario, muy capaces de servirnos de él, lo
mismo que todos. 4) No haremos una maquinaria de expresión más
"fácil", "linda", "divertida", tampoco una metafísica de la poesía.
Haremos un arma, literalmente, para la liberación total del espíritu
y de todo lo que pueda oponérsele. 5) Estamos completamente
decididos a hacer la Revolución. Eso quiere decir contribuir con la
revolución de los obreros y los campesinos. 6) Lanzamos contra
la burguesía esta advertencia beligerante. Que ponga atención en
cada uno de sus pasos porque no se librará de nosotros. 7) No
hay un sólo medio de acción que no queramos emplear. Eso incluye el
amor, la poesía, la palabra y los puños. 8) Somos enemigos a
muerte de la muerte. Mejor la vida, pero no humillados, no
hambrientos, no ignorantes, no explotados. 9) Tenemos derechos
revolucionarios plenos para defendernos de los intereses bancarios,
la plusvalía, las burocracias, los monopolios, las "buenas
conciencias", los redentores, las sectas y los represores. 10)
Denunciamos la barbarie que nos acorrala con sus noticieros,
préstamos internacionales usureros, decretos presidenciales, rebajas
salariales… Denunciamos el genocidio en los hospitales sin
medicamentos, sin gasas, sin platos, sin solidaridad. Denunciamos la
miseria en las escuelas públicas, las universidades públicas, los
institutos de investigación. Denunciamos el crimen organizado en los
recibos de teléfono, luz, agua, gas… Denunciamos a una sociedad que
convierte en puentes de muerte lo que deberían ser puentes de
libertad. 11) Con la alquimia de la revolución, y su poesía,
transformaremos toda nuestra furia en alegría, humor, amor y lucha
para darles su merecido mientras tomamos lo que merecemos.
Salvaremos sólo lo que es salvable. 12) Queda el tiempo
necesario. Y eso no es mucho. 13) La humanidad es rea de la
miseria, entre otras cosas, porque estamos desorganizados.
¿Exageramos?
Hace falta unidad
para debatir y construir abiertamente sin excluir los paradigmas que
faltaron en muchas discusiones, pensar en conjunto, incluir lo que
antes no pudimos, por ignorancia, prejuicio o atraso. ¿Será esta la
hora?
Veremos : La realidad no es cosa del otro
mundo. "Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a
su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos,
sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran
directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La
tradición de todas las generaciones muertas oprime como una
pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan
dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a
crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es
precisamente cuando conjuran temerosos en su exilio los espíritus
del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su
ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje
prestado, representar la nueva escena de la historia universal".
(Marx El 18 brumario de Luis Bonaparte).
Considerando:
Que a estas
alturas la vida se ha vuelto amasijo de cadáveres equilibristas bajo
graznidos de revólveres. Que nos taladran las angustias aun cuando
muchos resisten y luchan. Que cuando estemos del todo muertos no
tendremos honores en los supermercados. Que la miseria es estanque
de muerte que secuestra al cielo con su modorra de camposanto. Que
la miseria anuncia sus deseos de violencia más obscenos. Que tiembla
la tierra. Que sobre la mesa de esta historia la bestia nos da por
muertos y se prepara para la autopsia. Que ha sido muy costoso. Que
hay que tomar el cielo por asalto.
Considerando:
Que a estas horas la revolución abre sus cajones
llenos de pájaros tiernos. Que prepara su garganta y su voz de
tempestad para insuflarnos bullicios de insurrección bien pensada.
Que chapotea la revolución en todas nuestras palabras.
Considerando:
Que esta sociedad
enferma produce enfermos, hambre y angustia para la dama y el
caballero, para el bolsillo, para billetera… Que la angustia nos
enloquece. Que nos condenan al patíbulo del silencio. Que se nos va
la vida.
Considerando:
Que
estamos hartos del hambre, del desempleo, de la vejez solitaria y
náufraga, de la niñez desvencijada, del futuro ciego, del pasado
amnésico. Que el capitalismo es una fábrica esquizofrénica de
angustias y odio. Que estamos desesperados de rabia. Que no podemos
entrar y salir de la noche, sin rabia, hasta para las cosas más
pequeñas. Que hay que convertir la rabia tóxica en lucha militante y
transformadora, como derecho y acción obligatoria.
Considerando:
Que el
capitalismo es una noche sucia, noche de estertores, noche sorda
cuya mano es veneno bandolero de ojos pétreos. Que la burguesía es
un tiradero de huesos rotos y perlas machacadas, que hunde sus
cuchillos televisivos en las cuencas de los ojos. Que hay fondos
monetarios hambrientos como lagartos en esta noche a destiempo con
sus dientes clavados como penurias. Que nos bañan con sus chorros de
tinta periodística y su farándula de despojos. Que pagamos su orgía.
Que la barbarie está de fiesta.
Considerando:
Que no tragaremos más odio. Que jamás tendremos
sosiego si seguimos así. Que cambiaremos el rencor por justicia
contra los templos de la "familia", la "patria" y el fanatismo…
mercados de sensiblería sórdida con dioses institucionales. Que éste
mundo en decadencia acelerada sólo perdurará santificando al crimen.
Que habrá que cambiarlo todo con luz inmensa, sueños grandes, luchas
enormes. Que urgen más brisas, más luchas rebeldes, más almas y
también más fuerzas para reunir al viento, para zarandear el trapo
de las banderas dormidas y levantar como soles nuestros brazos
entumidos. Que debemos organizarnos. Que debemos levantar la
revolución.
¿Cómo derrumbaremos esta miseria?
Pongamos nuestras manos sobre las piedras que estallarán contra los
cristales de la farsa. Pongamos nuestras manos a que levanten las
vidas y las casas nuevas para que las mismas piedras nos hagan
nuevos.
Este documento es exclusivo de todos.
Declaramos:
Que allí donde
otros proponen "reformas" nosotros no pretendemos otra cosa que
proponer una guerra revolucionaria. Que la vida hoy consiste también
en arder en guerras contra la miseria. Que no concebimos la vida
separada de nuestras guerras. Que es necesario terminar con el
espíritu blandengue. Que hay que comenzar una guerra nueva armados
con poesía que trasforme a los hombres, los enamore y sea una puerta
abierta que nos conduzca donde no hemos llegado… una puerta para
entrar a la vida verdadera. Al cielo que nos pertenece. Queremos
transformar este circo decadente en realidad fértil que sea para el
corazón y los sentidos esa sacudida amorosa y concreta que acompaña
a toda verdadera Revolución. Esto es una fórmula poética, una
pócima. Giro del espíritu que se vuelve sobre sí resuelto a aplastar
desesperadamente todas sus trabas. Y, llegado el caso, con
verdaderos martillos.
Declaramos:
Que la poesía debe ser primero ética que
estética, que debe ser ciencia, técnica, artesanía, ancha e
irreductible, un arma, una forma superior de lucha con sus
imágenes... una "álgebra profunda". Un producto de cierto trabajo no
alienado purificado y purificante... una alquimia del ser liberado.
Trabajo que no es mejor o peor que otros, que no es beneficiario de
"iluminaciones" o privilegios de especie o clase. Trabajo de
exteriorización humana en que las formas vibran emocionalmente
electrizadas. Poesía que no está sólo en las formas. Poesía que
comienza en las ideas para la libertad, que es capaz de transformar
la vida... cambiar al mundo. El poeta necesario debe ser primero
revolucionario. ¿Por qué no?
Declaramos:
Que un poeta deberá ser militante de la libertad
o será nada. Un poeta deberá ser investigador fantástico de la
Imagen, rebelde en la práctica. Será un trabajador, obrero de la
destrucción y la construcción dispuesto a transformar cuanto
diagnóstico y pronóstico dicte la dialéctica del intelecto y la
realidad para hacerse caminos a la libertad... cuanto antes.
Militante que habrá de valerse de cuantos medios tenga al alcance
para movilizar todos los ejércitos emocionales hacia el triunfo
final de la humanidad en contra de todas las opresiones. Poeta
militante transformador, revolucionario que expande e inaugura
visiones y conciencia con el deber social de la creación que
individualmente practica para regocijo suyo y de una humanidad sin
clases, sin estado, sin propiedad privada. Poesía militante en la
ciencia, la educación, la tecnología, la pintura, danza, cine,
video, literatura... poesía de vivir y compartir la vida. Poesía
magnética que encienda todas las máquinas amorosas, poesía para la
resolución de los problemas en la vida práctica. ¿Será pedir mucho
que todos nuestros poemas giren por la palabra Revolución. Por una
Revolución que impulse para salir de los marcos desesperantes de la
vida miserable, la debilidad y la impotencia? Saldrá de ahí.
Declaramos:
Que nacerá una
revolución armada también con poesía para liberar a la humanidad de
todo aquello que la hace prisionera en los límites de sus más
elementales necesidades. Una revolución que siendo poesía en sí y
poesía para sí hallará poetas militantes amantes de la vida.
Revolución poética que gozará la vida por todos los poros como una
música organizadora contraria a lo arbitrario, la estupidez y la
gratuidad. Y si logramos algunas imágenes bellas esas serán las de
la Revolución (no las de una secta, no las de una imposición
dogmática, no las de una burocracia) que les da su valor y sentido
(y por sentido hay que entender no lo que quieren decir sólo de una
manera lúcida y clara sino su razón de ser... poética, emocional y
amorosa) Será precisamente poesía donde toma parte otra especie de
música intelectual desde el fondo del corazón. No se trata de tirar
imágenes, como se tira el anzuelo, al azar. Será la historia vuelta
conciencia en imágenes necesarias, imágenes exigentes y en acción.
Organizarse no es amontonarse.
ANTECEDIENTES
Esto es un
llamado a los artistas, intelectuales, investigadores,
preguntadores, estudiadores y enseñadores, que sueñan y trabajan por
transformar el mundo, a unirse en un frente único mundial por la
construcción de una revolución también poética permanente.
Aparece en un momento en que el imperialismo neo-nazi
avanza, los gobiernos aplican políticas de superexplotación en todas
partes. Las dos tercias partes del mundo son colonias. Los rebeldes
sobreviven perseguidos, calumniados, encarcelados, o exiliados. Hoy
más que nunca es importante agruparnos contra las amenazas y los
enemigos: la prostitución imperialista del "mercado global", la
guerra ideológica en los misiles y en los mass media, la persecución
de los lebreles neoliberales en fábricas, aulas, oficinas, calles...
realidad donde el arte, la ciencia, la creación, la inteligencia
podrían servir a la Revolución con independencia y libertad
relativas, contra toda imposición.
Organizarnos
incluso para ganar espacios en la formación poética y política
individual y social, hacia la transformación y resignificación del
concepto poesía y su práctica rumbo a la liberación definitiva de la
poesía de las connotaciones literarias que la restringen a menudo.
Tarea que logrará identificar la poesía en la ciencia como en las
artes, en el arado como en el microscopio. Tarea para quebrar todo
exclusivismo de la poesía. Tarea y lucha que desde un campo
específico busca ampliarse y tejerse con la lucha totalizante contra
la explotación. Tarea y lucha en el campo técnico y en el campo
ideológico. La poesía debe ser hecha por todos.
Nuestra beligerancia poética y revolucionaria abreva
la certeza de lo mejor, la certeza de que es posible cambiar al
mundo sobre la base de un plan mundial construido por el espíritu de
una humanidad dispuesta a sacudirse la explotación, organizada de
una vez por todas. Certeza del salto cualitativo que la conciencia
da, dialécticamente, hacia un estadio superior, certeza que se
moviliza desde, y hacia, programas del dicho al hecho. La certeza de
Trotsky y Bretón, certeza de poesía como estrategia de vida que
escampa horizontes, revela territorios, expande el deseo. Poesía
siempre sin ataduras.
Esa poesía revolucionaria no es
poesía fabricada para el culto de la vanidad salivosa. No es
engendro vomitado a destajo en trances de prostitución o cursilería
negociables. No es palabrería santificada entre genitales
insatisfechos ni resurrección de calenturas patrioteras. No
retruécanos para esclavizar amoríos eyaculatorios de caballeros o
niñas sensibleros, se llamen como se llamen, publiquen lo que
publiquen o se premien como se premien.
La devoción
por la poesía revolucionaria se profesa en categorías rigurosas. La
ética como estética del futuro, la libertad como sentido central, lo
maravilloso como conquista dialéctica... es decir poesía necesaria,
la poesía arma-herramienta de lucha y liberación capaz de iluminar
con sus fulgores las zonas más intrincadas del la vida, de los
universos interiores y exteriores, luz multidireccional, luz
centrífuga y centrípeta hacedora de formas nuevas, venidas de la
materia, del tiempo y el movimiento en la producción emocional de
todos, la magnificencia misma de la humanidad estremecida con poesía
para la poesía revolucionaria. Luz de metralla escalofriante, luz de
repetición y turbulencia que agita corazones y espasmos. La belleza
convulsiva. Luz magnética que atrae magnificencias al terreno de los
hechos. Poesía lumínica que transforme al mundo... que transforme la
vida.
El FMI tiene los más bajos intereses.
Sabemos que hay riesgos como nunca en las
circunstancias presentes. Es imposible revitalizar el mundo en que
vivimos, es inútil aferrarse a él, es preciso atreverse a cambiarlo
desde sus logros mejores. Y eso tiene costos que son hoy por hoy
ineludibles. La revolución poética conducirá a la humanidad a sus
fuentes verdaderas. Pondrá a trabajar incluso los miedos todos en la
construcción solidaria del futuro. Una vez que hayamos asumido un
estado de visión semejante ya no será posible, como antes, confundir
la mentira con la verdad. Habremos visto lo que poesía y revolución
son juntas, de dónde proceden y ya no habrá dudas.
No
consideramos a la poesía revolucionaria como un medio para acceder a
un mundo "ideal", "perfecto" dogma de sectarios, sino para salir de
uno falso. A condición de pensar una revolución poética permanente
nos proponemos una revolución aplicable a todos los estados del
espíritu, a todos los géneros de la actividad humana, a todos los
estados del mundo, a todos los hechos de moral establecida, a todos
los órdenes del espíritu. Esta revolución apunta a una
transformación general de los valores, apunta a la ruptura y la
descalificación de la lógica explotadora a la que perseguiremos
hasta la extirpación de todos sus reductos .
Apunta a
la reclasificación espontánea de las cosas según un orden más
profundo y más preciso e imposible de dilucidar mediante la razón de
la miseria. Apunta a un orden, organización, sensible e inteligente.
Entre el mundo burgués y nosotros, la ruptura está claramente
establecida. Nosotros no hablamos de hacernos comprender bajo las
maneras ordinarias, hablamos de explorar lenguajes nuevos no
exclusivos ni excluyentes, con el filo de nuestra obstinación
revolucionaria encarnizada, para que conmocionemos,
desequilibraremos el pensamiento hegemónico. Y, sin negar los
mejores logros, avanzar desde donde estamos.
Nada
legitima la pretensión de fijar para la poesía definiciones
terminales. Su límite se fija contradictoriamente entre la necesidad
filosófica de ensayar proposiciones y la "naturaleza" de un
fenómeno, en muchos sentidos, inaprensible, indeterminable,
misterioso y complejo hasta nuestros días. Ya hay una tradición
larga, hija del ensayo y el error, que ha intentado establecer
plataformas, puntos de observación, miradores... armados con
telescopios metodológicos, ideológicos y científicos variopintos. La
suma de las partes sigue lejos del todo para tranquilidad de muchos
y desesperación de otros. Desiguales y combinadas. Verdades
profundas que saben lo que aprende a saber la poesía revolucionaria.
"La mano que maneja la pluma vale tanto como la que
conduce el arado" Arthur RIMBAUD
No nos cabe la menor
duda de que esta revolución poética se opone a la continuidad
absoluta de la miseria que, entre otras calamidades, frena toda
forma de desarrollo. No nos cabe la menor duda de que estamos contra
la muerte impuesta impunemente por la decisión de los patrones y sus
intereses. Estamos hablando de terminar con la propiedad privada y
el Estado, con la miseria, el hambre, la ignorancia y la enfermedad.
Terminar con la usurpación de las fuerzas y talentos expresivos y su
sometimiento a la dictadura del "rating"… se camuflen como se
camuflen. Terminar con la destrucción de las fuerzas productivas,
del espíritu, del intelecto. Contra la muerte.
Unidad no es uniformidad.
En
nuestros días es necesario sembrar la poesía revolucionaria por
todas partes, impulsar términos nuevos hasta que el espíritu alcance
la idea absoluta de la necesidad revolucionaria, en el sístole y el
diástole, donde se pondrá en marcha la unidad, no uniforme, de todas
las categorías poéticas. Esta revolución debe ser hecha por todos,
no por uno, lo mejor es agruparse, no amontonarse, pero no para
hacer triunfar pequeños intereses individuales, sino para cambiar la
vida, las estructuras sociales y la realidad del individuo. En la
revolución poética, la realidad exterior no es indiferente ni
distinta a la interior.
Uno sabe que la conciencia
revolucionaria se adquiere gracias al contacto con muchas
experiencias concretas, que no es la conciencia la que hace a la
realidad sino la realidad la que hace a la conciencia, y que así es
como el desdoblamiento de la personalidad poética y el de la
personalidad militante se efectúan simultáneamente. En este sentido
es necesaria una revolución total de las armas obreras y una
revolución sobre nuestra concepción de ellas .
No
serán los poetas quienes hagan la revolución, serán los obreros y
los campesinos organizados bajo un programa en el que no estará
ausente una táctica y estrategia poéticas aportadas por
revolucionarios poetas llamados a sumarse en la lucha como un
guerrero más, bajo crítica y autocrítica permanente, acompañante de
los protagonistas y protagonista a su vez.
"Puede
afirmarse sin exageración que jamás la civilización humana estuvo
amenazada por tantos peligros como lo está hoy. Los vándalos con
la ayuda de sus medios bárbaros, es decir, harto precarios,
destruyeron la civilización antigua en un limitado rincón de Europa.
Actualmente es la civilización mundial completa, en la unidad de su
destino histórico, la que se tambalea bajo amenaza de unas fuerzas
reaccionarias armadas con toda la técnica moderna. No sólo pensamos
en la guerra que se avecina. Ya, desde ahora, en tiempos de paz,
la situación de la ciencia y del arte se ha vuelto absolutamente
intolerable". Manifiesto por un Arte Revolucionario e
Independiente.
Cualquier parecido con las
coincidencias es pura realidad
Para hablar de la
Cultura no hay que ponerse solemnes… hay que ponerse beligerantes.
La Cultura es una de las tantas formas que tiene la vida para
expresarse. Es una producción humana, vital y compleja que anida lo
que somos, cómo estamos, que sentimos, gozamos y padecemos. No es
una pose, no un desplante. En la Cultura está escrita nuestra
realidad, para gusto o disgusto, para bien o para mal. La Cultura no
es un "Dios" extra terrestre afincado en limbos o palacios desde los
cuales ilumina a unos cuantos elegidos. La Cultura es una producción
humana concreta y determinada socialmente que se impulsa desde
nuestras necesidades humanas más profundas y se produce (y
reproduce) en las condiciones objetivas de nuestra existencia
mundial, regional, local, individual y viceversa. Y la Cultura ha
sido secuestrada por el capitalismo.
Cuanto debería
servirnos para impulsar el desarrollo humano es usado para frenarlo
y someternos. Los grandes logros convertidos en armas para el
atraso. La Cultura secuestrada para detener su desarrollo… nuestro
desarrollo. A estas alturas de su crisis el capitalismo que supo
desarrollar formas de Cultura importantísimas para su beneficio es
hoy por hoy obstáculo para cualquier forma de desarrollo incluido el
Cultural. El problema de la Cultura es también un problema de clase.
Nada de lo que le pasa a la Cultura es distinto a lo que le pasa a
las sociedades en su totalidad. Es Cultura la producción artesanal y
es Cultura la producción industrial, es Cultura la producción para
la panza y es Cultura la producción para el espíritu. La Cultura es
producción y fuerza de producción. Es decir la Cultura es trabajo.
Trabajo sometido a las mismas calamidades y contradicciones a que es
sometida toda forma del trabajo. Incluida la explotación, incluida
la marginación, incluida la ignorancia, la miseria y la usurpación.
A las más importantes conquistas Culturales de la
humanidad también ha ocurrido el saqueo, la malversación y el robo
para beneficio de unos cuantos y la explotación de la mayoría.
Muchos de los mejores logros de las ciencias y las artes viven
secuestrados bajo el imperio de comerciantes que hacen pasar por
logro moral su habilidad impune para beneficiarse con lo que en
realidad es propiedad humana colectiva: la producción del saber… la
Cultura. Maquinarias, medicamentos, tecnología, medios de
comunicación, pinturas, esculturas, lenguajes… una arsenal de
conquistas humanas al servicio de un sector o clase que con
violencia administrada (Cultura bélica) saquea y destruye las
fuerzas productivas de la Cultura a diestra y siniestra.
No soñemos una política Cultural plena en una
sociedad enferma. Soñemos la transformación de la sociedad, y además
la transformación de su Cultura.
Nuestro método
particular es totalizador. Nuestro método totalizador es particular.
Hay en el concepto Cultura una vocación
aglutinante que comprende casi a la totalidad de las actividades
humanas derivadas del trabajo e impulsadas por él. La ensalada de
definiciones que se ha producido alrededor del concepto Cultura no
alcanza para agotarlo. Ni por su definición ni por su función. En
todos los casos lo que hemos conocido hasta hoy como Cultura
constituye una producción fetichizada, desigual y combinada, plagada
por contradicciones de clase que (aun con logros extraordinarios)
está lejos de contribuir efectivamente a la liberación definitiva de
toda forma de explotación. Muchas veces ha sido todo lo contrario.
No se puede (o debe) pensar la Cultura al margen del
estado que guarda objetivamente el desarrollo de las fuerzas
productivas. Ella misma lo es. Cultura es todo lo que produce el
trabajo, alienado o no . No se debe pensar el trabajo (incluido el
de la Cultura) sin los trabajadores, sus circunstancias, las
calamidades que los marcan y las potencialidades liberadoras
posibles. Para eso hay que confrontar críticamente a los
nacionalismos cerrados, localismos, regionalismos, chauvinismos e
individualismos que se agazapan tras ciertas "buenas voluntades" que
quieren crear y difundir Cultura bajo un modo de producción
vertical, sectaria, iluminista y enciclopédica. Detrás de muchos
discursos pro-Cultura, pro-identidad… hay componentes reaccionarios,
conservadores y burgueses que se oponen a otra producción cultural
animada esta vez por un proyecto revolucionario.
Ya
hemos visto que a la Cultura se la usa como Caballo de Troya . En
las escuelas, los espectáculos, los círculos intelectuales y
científicos… para desembarcar ejércitos ideológicos y doctrinas
domesticadoras que "elevan" al espíritu de los pueblos y lo alejan
de esos de hábitos "ignorantes" que afean el decorado burgués. Ya
hemos visto, bajo todas sus variantes, el ataque modelizador de
conductas que se visten con lentejuelas "cultas" para esconder
discursos donde sólo los valores dominantes tienen cabida. Ya hemos
visto el circo oligárquico de los empresarios que ven en la Cultura
ese toque de "gran estilo" que hace pasar por "culto" cualquier
ardid para llenar teatros, hoteles, aviones… destinos turísticos. Ya
hemos visto lo que las burocracias son capaces de hacer con la
Cultura para hermosear, con dadivas tramposas, el ejercicio de su
poder y de sus presupuestos. Desde el capitalismo hasta el
stalinismo.
No hay tesis coherente sobre Cultura, si
se omiten las condiciones concretas donde se produce y de quienes la
producen. Aunque en la concepción burguesa de Cultura se den cita
enunciados con apariencia pluralista, democrática e incluso
"revolucionaria"… es necesario establecer que en una sociedad
dividida en clases el debate sobre la Cultura es ineludiblemente un
debate de clase. La Cultura no es un acontecer abstracto que puede
despegarse de las condiciones concretas y las necesidades
colectivas. No son (aunque lo crean) los artistas, los científicos
ni los intelectuales dueños o hacedores únicos de la Cultura . Lo
que hasta hoy conocemos como Cultura sigue siendo forma prehistórica
que reproduce ampliadamente, en hechos, la conciencia (ideología)
hegemónica. La Cultura sólo se desarrollará sobre sus mejores
conquistas, dialéctica y colectivamente, cuando la sociedad logre su
emancipación definitiva. Y permanezca armada para defenderse.
Mientras tanto los logros impulsados desde las ciencias, artes o
tecnologías, hasta hoy privilegio de pocos, son sólo índices de un
grado importantísimo pero parcial del desarrollo humano total. Si un
programa político de Cultura no se pone por eje modificar semejante
encrucijada, simplemente es extensión de lo mismo que ya nos ha
mostrado su incapacidad para impulsar el desarrollo de las fuerzas
productivas bajo un plan distinto, que sea hecho desde una humanidad
en sí y para sí.
En general el esmero, detalle,
pulcritud y palabrería con que se elaboran los planes y plataformas
Culturales desde los gobiernos al servicio de la burguesía, son
púlpitos para un clientelismo disfrazado de erudición que extorsiona
a los pueblos con la jugarreta de un saber burocrático concentrado
en su vanidad de poder . No les faltan especialistas, títulos ni
argumentos de clase, son impecables en la logística de las prebendas
y canonjías. Son suficientemente escolásticos y eclécticos, y, sobre
todo, son eficientemente demagógicos. Rinden informes detallados,
hacen pasar por riqueza Cultural una red miserable de
auto-proclamaciones llenas de aplausos para un rey tuerto que gusta
de tragar ojos de súbditos. Algunos ganan premios internacionales.
Muchos intelectuales hoy convertidos en sepultureros
de utopías, proclaman sin rubor el paraíso terrenal de las economías
de mercado y festejan la libre competencia mercantil de la Cultura.
El discurso neoliberal que apetece gobiernos "ahorrativos" y
"esbeltos", mantiene en la más vergonzosa miseria a la producción
Cultural que no le es funcional incluyendo a la educación.
Terrorismo oficialista de la ignorancia. Los yuppies intelectuales
aplauden.
Somos testigos, protagonistas y víctimas de
una guerra ideológica virulenta empeñada en imponer los valores
éticos, estéticos y morales burgueses más nocivos y aberrantes.
Padecemos el gran embrollo de las reorganizaciones mercantiles
trasnacionales que, en sus rebatingas, se esmeran para adoctrinar a
las sociedades con moralejas empiriocriticistas, pragmatistas y
tecnocráticas. Se asesina al espíritu rebelde, sus creaciones,
enseñanzas y comunicaciones a cambio de criterios post modernos
neoliberales que entienden al Estado como hobby gerencial.
En América Latina los recortes presupuestales más
violentos son en materia de gasto social, Cultura y educación salud.
Recursos fiscales malversados.
Existe una escalada
terrorista gubernamental empeñada en devastar el trabajo intelectual
y artístico populares, desde la investigación
científico-tecnológica, hasta los salarios de los docentes. Hay cada
vez menos recursos económicos asignados para equipar escuelas,
universidades, institutos y museos si no son complacientes con el
aplauso a la indiferencia y al saqueo. Se publican sólo libros de
autores conniventes con el sistema, se crean sólo centros Culturales
para desplantes individualistas y mafias intelectuales y se
fortalece cierta satanización ideológica que tilda de aburrido todo
lo que es, invoca y sostiene críticas. Los niños, adolescentes,
jóvenes y adultos escriben y leen menos y peor.
Hoy
domina la idea de que todo proyecto Cultural debe ser "rentable" y
se lo somete a leyes de comercialización desleales. Hay que ver los
estragos ocasionados por la televisión, la radio, el cine y los
medios impresos burgueses. Específicamente por ese modo de producir
mensajes domesticadores para el consumismo como filosofía central de
toda razón de existir en cualquier ámbito y concepto. Hay que ver la
vulgaridad, mediocridad, tergiversación y manipulación impunes de
las industrias massmediáticas y el "cuarto poder" que se cree
propietario de la opinión pública. Cultura de la miseria.
Retrato de una Cultura occidental judeocristiana en
crisis que declina en paralelo con la crisis general del
capitalismo. Cada cambio Cultural del estado burgués, cada ajuste,
es maquillaje disimulador de estertores agónicos. Crisis que se
convierte en arremetidas calculadas para precipitar el
domesticamiento grupal con proyectos cada vez más represivos. La
Cultura se ha convertido en herramienta de seguridad nacional en una
guerra ideológica de intensidad variable que se regula según los
imperativos de control de conciencias más urgentes y caros al
régimen de explotación.
Es impensable una
transformación Cultural sin una transformación social profunda. Es
necesario un programa de transición Cultural atado a un programa de
transición general que tenga por ejes principales la lucha
antiimperialista y la destrucción del capitalismo. La emergencia de
una Cultura nueva supone la emergencia de condiciones sociales
concretas donde estén saldadas primero las deudas históricas en
materia de alimentación, hábitat y salud... Eso sólo es posible con
una revolución obrera y campesina.
En todos sus
significados la producción de una Cultura no alienada supone la
existencia del trabajo no alienado y la posibilidad de participar
libremente en cada momento. Supone un pie de igualdad en las
condiciones de producción Cultural, un acceso irrestricto a las
herramientas de producción y la construcción de espacios, medios y
modos para la exhibición libre de las propuestas y logros. Pero
especialmente supone conciencia de las necesidades Culturales puesta
en programas legitimados colectivamente para una praxis no sectaria,
no iluminista y no burocrática de la creación y recreación de la
Cultura.
En circunstancias así, la división del
trabajo Cultural debe desaparecer y debe desaparecer todo halo
fetichista. Un trabajador de las artes, las ciencias o la educación
es un trabajador más, igual que todos, sus posibilidades de
desarrollo están determinadas por el desarrollo de todos y sus
producciones, incluso con las peculiaridades más innovadoras,
deberían ser contribución al desarrollo general de los seres humanos
liberados de la explotación.
Arte no es lo mismo
que Poesía.
Los poetas, pintores, músicos,
teatristas, vídeastas, intelectuales, bailarines… no son más dueños
ni más hacedores de Cultura que los obreros, los panaderos, los
electricistas... La idea de creación Cultural restringida a
inteligentes o genios reproduce la separación clasista de la
sociedad y la fetichiza. Los talentos individuales, que son
innegables, deben explicar históricamente a qué intereses sirven.
Estamos sometidos a un modo de producción Cultural
oligarca y burocrática porque estamos desorganizados. Hay vicios no
poco esnobistas en muchos productores de Cultura envenenados de
vanidad que impiden su autoconciencia de trabajadores necesitados de
una organización política para una lucha emancipatoria. Se trata de
una soberbia indvidualista paralizante y repelente a la crítica y la
autocrítica. ¿Podrá cambiarse?
Nuestras armas no son
distintas a las armas comunes en función revolucionaria. Es decir,
el arma no es una representación simbólica de lo que la lucha y el
mundo son, sino herramienta de destrucción-construcción bajo la
brújula de un programa revolucionario. Tatuado en las armas. Con la
poética engendrada por la revolución toda arma es además relato de
la gesta gracias a necesidades conscientes y a una imaginación
colectiva no alienada. No son panfletos, no son pose y falacia. Las
armas de la poesía revolucionaria son relato de una teoría y
práctica transformadoras que recuerdan siempre sus objetivos como un
reloj histórico que apunta, con sus manecillas, la hora del triunfo.
Nuestra revolución poética es violenta e
intransigente, de ruptura, de grandes y aguerridos gritos que
pronuncian un "no" un "ya basta" un "que se vayan todos" un
"proletarios del mundo uníos". Nuestra beligerancia surrealista es
vanguardia del espíritu, de la sensibilidad, de la poesía.
Comunismo, comuna pues, para congregarse, unirse, participar,
comunicarse… es insurrección, revolución, revolver, perturbar y,
sobre todo, construir. Revolución permanente.
Esta
idea de revolución unida a la poesía no es otra cosa que la poesía
al servicio de la revolución. En el corazón de la revolución reposa
el amor, la poesía, lo maravilloso. La vida no es un fluir lineal
predestinado, fluye en estallidos hacia fuera gracias al amor con su
erotismo, por eso los modos más elevados de comunicación deben ser
acción y reflexión en el pensamiento poético revolucionario. La
revolución, el acto de amor y el acto de poesía no son
incompatibles. La comprensión de esta premisa complementa toda
nuestra táctica y estrategia… mostrar al amor como una ceremonia (un
lenguaje) que no se realiza a espaldas de la sociedad y que es una
necesidad primordial para una vida que se dignifique en y con la
lucha. Lucha en primera y última instancia con amor revolucionario
en un mundo en transición hacia un amor revolucionario permanente.
El amor es en nuestra definición guerrera, reconocimiento de la
revolución en la persona amada, es la libertad, es ceremonia,
purificación y piedra de fundación: el misterio de la persona libre.
La poesía se hace en el lecho como el amor. Sus sábanas deshechas
son la aurora de las cosas. La poesía se hace en los bosques y en
las fábricas, en las escuelas y en los límites. Debe tener todo el
espacio que necesite.
Para preguntar por la hora de
la revolución la humanidad debe preguntar por sí. Entonces otro
mundo puede nacer de la contradicción entre lo que vivimos y cómo
queremos, debemos, merecemos vivir. Puede nacer una revolución ahí
donde la conciencia se disponga a evitar toda caída en la miseria
del mundo. Eso será también poética revolucionaria que, de la teoría
a la práctica, y viceversa, contribuya, objetiva y subjetivamente,
en la destrucción del imperio burgués y al ascenso del espíritu
libre, hacia una humanidad plena. También la poesía, que es
necesidad y realización humana, ha sido sometida a las calamidades a
que se somete toda propiedad colectiva. Manoseada, denigrada y
secuestrada para beneficio de un plan perverso fundado en destruir
la fuerza emocional de la humanidad. Se hace pasar por poesía la
payasada burguesa que produce adornos para la explotación. La idea
burguesa de "poesía" con que se envenena al mundo, es "poesía"
decorativa, masturbatoria o mercantil. Desplante de corrupción
ideológica para desesperanzar al mundo. Aniquilamiento del
entusiasmo dispuesto, con todos los recursos posibles, para decretar
el fin de la historia y la muerte de las utopías. Pero la poesía
está en otra parte. La poesía es revolución y la revolución es
poesía.
Todos los instructivos ideológicos burgueses
que se esmeran en embellecer la propiedad privada, la familia, las
instituciones militares y el devenir de gobiernos ávidos de
violencia rentable, se suponen dueños de las conciencias donde
depositan sus deyecciones estéticas… su proyecto esclavista. Suponen
que pueden hacerlo impunemente, que pueden hacerlo mesiánicamente y
que uno deberá agradecerles eternamente eternidad. (Siempre y cuando
agradecimiento signifique plusvalía de algún género ).
Se hace pasar por poesía la basura decorativa de
artistas dedicados a disfrazar estéticamente la miseria, y cuyo
contacto con la realidad social, se reduce a mover la cola y hacen
gracejetas al patrón que compra obras. Unos hacen monerías para
ganarse becas o presupuestos y otros las hacen porque no les queda
más remedio, algunos viven amargados por la humillación. Se hace
pasar por poesía el idealismo solipsista más enfurecidamente
nihilista y la obscenidad más impunemente disfrazada de arte. Se
hace pasar por poéticas las farándulas de los comerciantes mass
mediáticos. La burguesía no produce su "poesía" por ocio. Nadie
financia producciones poéticas inocentemente. La poesía burguesa es
parte de un arsenal de guerra ideológica, puesto a fabricar jabones
para lavar la sangre derramada por una civilización (globalización)
que no encuentra dónde esconder los muertos que ha producido.
La poesía será revolucionaria o será nada.
¿Esto supone negarle la poesía y la poética a
toda obra no revolucionaria? No. Supone cuestionarla, interpelarla,
llamarla a rendir cuentas sin inquisidores dogmáticos. A rendir
cuentas con la historia, con la lógica y la dialéctica. Con su lugar
exacto en la lucha y su definición verdadera entre las verdades
necesarias. Supone una interrogación sobre su ser poesía y sobre lo
que entiende por poesía. Supone que la revolución y la poesía no son
propiedad privada de alguien o algo. Que nadie tiene la "clave
maestra" de semejante ser. Que no se puede o no se debe ser
indiferente o ajeno a la poesía ni en los partidos, ni en los
programas. Estos (y todos) si quieren la revolución deben
construirla organizados. Porque no la tienen dada.
No
la tienen ni en un santuario sideral extraterrestre ni en una secta
mística desde donde son iluminados. No es táctica inútil la
convocatoria por consignas, tareas y anhelos. En sí la idea de
poesía revolucionaria contiene un programa permanente que debe ser
hecho por todos. La poesía misma. Hay que sembrar un debate donde
sea posible interrogar que tan poesía es eso que, en plena barbarie
imperial, conocemos como poesía en los momentos en que la conocemos.
Y si en última instancia probara ser la poesía del atraso, convendrá
impugnarla y preguntar por su desarrollo hombro a hombro con las
luchas revolucionarias.
Seguramente lo que no avance
con la revolución terminará disecado en alguna vitrina de la
historia, acaso como testimonio de lo que hubo de morir para que
naciera lo nuevo. Y la poesía no está exenta de semejante
dialéctica. Hubo quizá gérmenes revolucionarios en toda obra que se
propuso impulsar el desarrollo humano. Probablemente estuvo presente
en todo salto cualitativo que implicó avance. Pero muchas afluentes
revolucionarias en la cultura quedaron paralizadas, por razones
endógenas y exógenas, de manera desigual y combinada, hasta el punto
de impedir el desarrollo de sí y desde sí. Lo revolucionario cesó de
serlo incluso en la poesía hasta romper con sus términos esenciales
y cancelar incluso su definición. ¿Es posible la poesía en la obra
no revolucionaria? ¿Cómo, formalmente, conceptualmente,
metafísicamente? ¿Es sólo problema de definición? ¿Es poco el
problema? Es también problema de praxis. Por ahora nadie tiene las
respuestas individualmente. Oponerse a esa parálisis del desarrollo
es un deseo y una necesidad históricos y transicionales que nos toca
estudiar y afinar para ensayar a toda costa una reflexión, discusión
y construcción colectiva urgentes .
Una poesía
revolucionaria debe elevarse exponencialmente sobre el nivel de vida
actual, de la cultura media y del tiempo libertado para asociarse a
la construcción del comunismo. Esto incluye a la burguesía y a lo
que de ella quede. Elevarse no significa desprenderse de la realidad
social, enajenarse, ni olvidarse. Implica la comprensión de una
humanidad nueva, de las leyes de su desarrollo, y la comprensión de
todas las antinomias y contradicciones de la sociedad clasista y de
la división social del trabajo. Implica poner toda capacidad de
abstracción al servicio dialéctico de la concreción y viceversa. "No
veo, en realidad, muy que les pese a algunos revolucionarios de
espíritu limitado, por qué es que habríamos de abstenernos de
levantar, siempre que los encaremos desde el mismo punto de vista
que ellos encaran la Revolución -y nosotros también-, los problemas
del amor, del sueño, de la locura, del arte y de la religión.[...]
nuestro [destino] es dar, como damos, totalmente, sin reservas,
nuestra adhesión al principio del materialismo histórico…"
"Transformar el mundo, dijo Marx; cambiar la vida,
dijo Rimbaud: éstas dos consignas son, para nosotros, una sola."
Poesía de vida.
Poesía
estremecimiento y palpitación devenida de la práctica toda, en el
hacer del mundo una procuraduría permanente del estado poético. La
felicidad misma. El desarrollo de la poesía es desigual y combinado.
El punto donde deben encontrarse el trabajo poético y el trabajo
político es la lucha revolucionaria. La diferencia entre el hacer
político y el hacer poético revolucionarios, aun con su
independencia relativa, es apenas una diferencia de grado.
En cualquier caso las diferencias tienen un polo de
atracción importantísimo que pide en el hacer político una
sensibilidad de artista y en el hacer poético disciplina militante.
Nuestra voz bien puede ser la voz del otro que cohabita bajo el
techo doméstico de la miseria desaforada. Nuestra voz bien puede
tener armonía distinta, para que se oiga entre el bramido de las
bestias, para que sobre ella se balanceen las esperanzas más
fértiles y nuevas. No hay, pues, poesía sin ideología como no hay
clase social sin producción cultural. Y estamos en guerra. La poesía
es expresión del grado de desarrollo social y particular, material y
espiritual, de sus productores... su clase. Y es el marco teórico
con su práctica lo que fija, para el concepto poesía, como para todo
concepto, sus definiciones. No existe la poesía por la poesía misma.
Importa mucho hacer y pensar la poesía como
práctica... acción revolucionaria, trabajo, expresión de la lucha de
clases y también como arma. La poesía contra la barbarie. Se acepte
o no.
Unidad como salto cualitativo
Cada uno es libre de decir y escribir lo que le
agrade, afirmaba Lenin en 1905, la libertad de prensa y de palabra
debe ser completa. Tomemos el derecho de llevar adelante, tanto en
literatura como en arte, en ciencia, en educación, en agricultura y
en carpintería… la investigación de nuevos medios de expresión, como
derecho de la humanidad de continuar profundizando el problema
humano de la libertad y renunciar a juzgar la calidad de una obra
por la actual vastedad de su público. Opongámonos a cualquier
tentativa de limitación del campo de observación y de acción que la
humanidad aspire a crear intelectualmente para atender sus
necesidades cambiantes.
Logremos un acuerdo sobre las
condiciones que, desde un punto de vista revolucionario poético
faculte al arte, a la ciencia… a la poesía toda, a participar en la
lucha emancipadora, permaneciendo enteramente libres, en su dominio
específico. Sin que libertad implique indiferencia, sin que libertad
suponga falta de solidaridad con la lucha obrera y campesina.
Acordemos luchar contra quienes consienten que el arte, la ciencia y
el pensamiento todo, sean sometidos a disciplinas incompatibles con
sus medios, ratifiquemos nuestra voluntad deliberada de atenernos a
la fórmula: toda la libertad en arte.
Coincidamos en
que bajo las condiciones actuales de genocidio, en todas sus formas,
la tarea suprema del arte, la ciencia y el pensamiento es participar
conciente y activamente en la preparación de la revolución.
Acordemos que ni científicos, ni intelectuales, ni aristas pueden
servir a la lucha emancipadora a no ser que estén subjetivamente
penetrados por la necesidad revolucionaria organizada, social e
individual, que traduzca el sentido y drama de la revolución en sus
nervios para que procure libremente dar una encarnación artística,
científica, etc. a su mundo interior y exterior.
Coincidamos en no someternos a burocracia o secta
alguna. En no aceptar la felicidad por etapas o en un solo país. No
esperemos de la burguesía y del estalinismo nada que no sea
execrable. Coincidamos en que es necesario organizarnos, que si la
organización es, en lo posible, expresión de avance, nuestra
situación es francamente atrasada, poco inteligente y acaso
miserable. Aunque nos cueste a muchos será necesario someter a
crítica atenta ciertos pensamientos nuestros que nos impiden luchar
juntos. ¿Queremos, podremos?
Seremos capaces de
encontrar la poesía Revolucionaria si trabamos un conflicto
universal contra la lógica de la miseria. Si nos oponemos a cuanto
reduce la poesía revolucionaria a un marco literario o decorativo.
Si reunimos fuerzas de sobra para dar fin a toda farsa siniestra, a
esta pulsión burguesa delirante y enloquecida que nos explota, a
este circo de bestias asesinas. Todo está aún por hacer, lo estará
siempre. No hay obra acabada. No se admiten compromisos dubitativos.
La historia de la humanidad renacerá de la noche bajo el pico de una
cigüeña tartamuda. Es nuestra realidad.
Ataremos el
viento a los cabellos de la poesía revolucionaria y al plan de los
obreros en una batalla de arco iris extremo donde se apoye todo pie
para montar estrellas. Batalla arco iris en las entrañas del cielo
que tomaremos por asalto con el engranaje perfecto de pétalos a
caballo galopando la risa de Marx, de Lenin, de León y de Federico.
Esa será, pues, la dirección flexible del corazón
lámpara en el pecho melodioso de la historia que viaja ondulante
para vestirnos de cielo sin desmayo y con las llamas de poesía que
ilumine la bóveda aeronauta.
Quizá para eso debamos
podar nuestras pretensiones hasta el límite de las posibilidades
actuales, y sea necesario afinar métodos, hacia una producción
poética dispuesta a admitir su provisionalidad, aventura y
problematicidad contemporáneas. Poesía conciente de sus
determinaciones histórico culturales. Es decir una poesía
revolucionaria como luz que busca el ojo hasta que lo encuentra,
como balbuceo que busca su lengua astronómica y la encuentra, como
luz de idioma magnético.
La poesía revolucionaria
pastará ensimismada sobre las voces obreras nuevas. Algún día, lo
sabremos sin secretos, saldrá un arco iris como un tranvía, haciendo
el amor y del amor saldrá una selva, una flecha, una liebre, una
cinta, una catarata, una mirada nueva hoy escondida al fondo del
ojo.
Cuantos se impongan la misión de construir un
pensar y hacer poesía revolucionaria lucharán contra los sacerdotes
de la "inteligencia" burguesa, y apuntarán, contra todas las
miserias, las armas del marxismo de largo alcance. "Combatimos
contra la indiferencia poética, la limitación del arte, la
investigación erudita y la especulación pura, bajo todas sus formas,
y no queremos tener nada en común con los que pretenden debilitar el
espíritu, sean de poca o de mucha importancia". A excepción de raros
individuos (...) todos convivimos tranquilamente con nuestras
múltiples ignorancias (...) Hasta que alguna necesidad concreta no
nos obliga a profundizar en nuestros conocimientos, dejamos
tranquilamente que las cosas sigan tal como están. A eso se opone la
poesía revolucionaria. A esta hora la poesía revolucionaria
construye la dictadura de su luz.
Y nos urge
organizarnos. Es necesario que se sepa, es necesario que alguien lo
diga con voz de mariposa milenaria, profeta de constelaciones,
mientras bailamos sobre el azar de la vida y empezamos los años y
los siglos nuevos como cascada épica sobre el cielo. Después de
tantos siglos y más siglos andará por la tierra la poesía
revolucionaria con miríadas de frases proféticas que se convertirán
en constelaciones. Como una ruta hacia el horizonte de la revolución
ahora luciérnaga-volcán del futuro donde los astros crujirán las
entrañas y el cielo cruzará la garganta del poeta que lo toma por
asalto.
Esta es una lucha de los inconscientes
(también).
La razón de los inconscientes.
Desafiaremos al silencio incluso con blasfemias y
gritos hasta que caiga el rayo ansiado de esa alquimia de poesía
revolucionaria que nos llevará al otro lado de la periferia
consciente e inconsciente… Sonora como el fuego de una orquesta de
sirenas. Como cuna de todas las lenguas nuevas de donde salga una
flecha contra la barbarie higiénica, limpia, entre ruinas de humanos
en los mercados plantados de preceptos. Poesía revolucionaria para
escuchar la elocuencia de las estrellas y la oratoria del árbol, del
alma y la luna almendra. Poesía protesta en gritos oceánicos y araño
al destino de los miserables. El eco de voz que hace tronar el caos.
Mientras los astros y las olas tengan algo que decir
será por boca de la poesía revolucionaria que hablará a los hombres
como procesión de instintos que asciende en pos de la verdad a la
hora de vivir la libertad como instinto contagioso de campanas con
pies de arroyo.
Lo posible, mientras tanto sigue
siendo extenso y desafiante. También lo imposible. A estas horas el
sol tantea el último rincón donde se guarda la poesía
revolucionaria. Y nace una selva mágica y sube un canto de mil
barcos que llegan. Es hora de despertar en todas partes un sueño que
saca al hombre de la tierra para que tome el cielo por asalto. Y
lance pájaros con esperanza al amanecer de la bóveda como amor y
paciencia de la poesía revolucionaria con que nos frotamos las manos
y reímos, nos lavamos los ojos y jugamos. Cada tiempo tendrá
insinuación distinta. Todo es posible en este mirar sencillo los
subterráneos de la vida, nada será lo mismo. Esta poesía
revolucionaria teje ya las noches y las mañanas para que el paisaje
se llene de locuras frescas y el trigo vaya y venga de la tierra al
cielo, del cielo al mar, buscando las cosquillas de las espigas.
Se trata del estado superior de las imágenes... su
"álgebra profunda". Su realización purificada y purificante... la
alquimia materialista del ser dialéctico. Por causa de heridas que
nos atan las alas, la magia poética lima los barrotes y hurta la
llave de los sueños encerrados bajo una certeza de raíces en cielo
rebelde que no huye de nuestros mares íntimos. La poesía como
estrategia de la vida, producción humana monumental que escampa
horizontes, revela territorios, expande el deseo. Podemos creerlo,
la poesía revolucionaria tiene el mismo poder que los ojos de la
amada. Hace pensar en el comienzo del mundo que sigue su órbita
concienzudamente.
Los verdaderos poemas
revolucionarios son incendios cósmicos como el amanecer. Se propagan
e iluminan sus consumaciones con estremecimientos de placer o de
agonía. Huyen de lo sublime externo. Hablan una lengua de corazones
bajo las leyes del sol entre nubes comunicantes y colchones de
neblina intermitente.
Las llamas de la poesía
revolucionaria ven las montañas, los ríos, las selvas, el mar, los
barcos, las flores y los caracoles. La noche y el día, eje en que se
juntan el gran poeta y su caballo, que come alpiste, calientan su
garganta con claros de luna.
Por cada gota de poesía
revolucionaria la montaña hará suspiros que conocen los secretos de
la noche, los martillos y los monederos falsos. Aquél que bebe el
vaso caliente de la poesía revolucionaria conoce la ruta de la
fatiga, la estela hirviente que dejan los almacenes de recuerdos.
La poesía revolucionaria es semejante a una red
parpadeante de aerolitos sin testigo, se levanta en el corazón y
baja los párpados para hacerse la noche del reposo agrícola. Es
cazadora de pájaros sin corazón. Está quizá al extremo de la canción
próxima y será como cascada en libertad y rica como línea
ecuatorial.
Todas las cobardías, las abdicaciones,
las traiciones que quepa imaginar no lograrán impedir la erupción
descomunal de la poesía revolucionaria. Por eso la fidelidad
inquebrantable a las obligaciones que impone exige interés por el
riesgo. La poesía revolucionaria vivirá incluso cuando no quede ni
uno de aquellos que fueron los primeros en percatarse de sus
promesas. Es demasiado tarde ya para que la semilla no germine
infinitamente en el campo humano, pese al miedo y a las restantes
variedades de hierbas de insensatez que aspiran a dominarlo todo. Si
deseamos librarnos de la apatía ante la miseria hay que encuadrar la
experiencia de la poesía revolucionaria en todos los frentes donde
se libre una lucha real contra la ignorancia. Cada época padece de
un mal concreto y la época actual padece de un imperialismo agudo.
La dictadura del espíritu.
No
hay tiempo que perder, para hablar de la poesía revolucionaria, como
un agricultor que sale de los cruzamientos de la espera, urge una
sinceridad nueva contra la miseria.
No hay tiempo que
perder, todo esto como la letra cae al medio de pájaros anónimos que
cantan como el rubí en el cerebro de las mariposas.
No hay tiempo que perder, el buque tiene los días
contados, se abren las estrellas con sus banderas que estallan de
semillas y alguien aprieta los pedales del viento, pasa el rebaño de
estrellas en olas nuevas de materia desnuda. La revolución no viene
de tan lejos a pesar del odio petrificado como un sombrero.
No hay tiempo que perder, nos hablan los horizontes
aun imprecisos con su boca de selva montaña y noche. La lengua traza
arpegios sobre el camino. Darse prisa, darse prisa. Están listas las
semillas y esperan una orden para florecer por su escalera
proletaria antes del viaje al cielo. La poesía revolucionaria hace
temblar a la licantropía con sus garras viento.
No
hay tiempo que perder, conocemos el camino sin límites obediente al
instinto de los sentidos. En el tapiz del cielo se juega nuestra
suerte y urge tomarlo por asalto
Un cortejo de horas
golpea el futuro, se juega el alma, la suerte vuela todas las
mañanas con los ojos llenos de fusiles refugio del cielo.
La poesía revolucionaria tiene los pies atados a su
estrella propia que plantará continentes sobre los mares. Lo
aprovechable, sólo lo aprovechable para la vida, que preparan los
obreros con sus astros sonrientes color mundo y carne. Catarata
libertad y río lleno de corazón sobre la tierra pájaro celeste tras
los barcos magnéticos de las palabras que tienen sombra de astros.
Poemas que tengan fuego de rayos e incendien donde caigan, que no se
congelen en la lengua, poesía con imanes para el alma de luz y
cascadas lujosas. La poesía revolucionaria será música de espíritu,
cítara, plantada en el cuerpo que estallará en luminarias dentro del
sueño. Poesía revolucionaria mojada en mares no nacidos como un
combate de estrellas y veleros que parten a distribuir el alma
rebelde por el mundo.
Verdaderamente no se puede
jugar con la poesía. La función de la poesía revolucionaria consiste
en organizar de manera diferente ideas e intuiciones que tenemos
medio esbozadas, hacernos ver mejor, hacernos ver "a través de",
ponernos en sintonía con nosotros mismos, y con todo lo que nos
rodea para organizarnos mejor, luchar mejor, buscar lo mejor en cada
acción humana. Las anotaciones personales y los subrayados desde el
primer momento deben tener una proyección hacia el futuro, de cara a
la revolución. Cuanto más importante es el problema y más densa la
problemática de clase, tanto más necesaria la poesía revolucionaria.
Hay que trabajar sobre la poesía con la poesía para la revolución en
caliente, desde una concepción de clase.
El meteoro
de la militancia cruza por el cielo como aviador de estrellas
cuidado por la aurora como aeronauta y estrella errante que los ojos
han visto entre los pájaros. Ante la guerra sin cuartel, debajo de
las luces y las ropas colgadas, la tierra y su cielo cantan en las
ramas del cerebro la clave del campo inexplorado. Hay un espacio
despoblado que es preciso poblar con poesía revolucionaria, con
semillas abiertas, juegos y aerolitos de violín que nos traen el
recuerdo del horizonte nuestro.
La imaginación al
poder. El poder a la imaginación.
Si nos armamos
con la poesía revolucionaria y la vivimos plenamente, desde el
interior, aprenderemos a orientarnos en estos mundos. Las preguntas
fundamentales no provocarán en nosotros el reflejo feo de hojear
mentalmente el pasado, para "volver a ver" la página en la que está
todo explicado, sino, más bien, el reflejo de "situarnos" con la
imaginación concreta en una revolución plena, en una solución
impregnada de amor geológico, y después al "mirar a nuestro
alrededor", describiremos que vemos una humanidad para sí.
Todos los lenguajes son un instrumento, no un fin.
Sin poesía puede suceder que, si sólo sabemos los lenguajes, nada
tengamos que decir. Hay que estudiar los lenguajes todos mientras se
estudian otras cosas, no en lugar de estudiar. La poesía
revolucionaria se baña en algún piano donde brotan las palabras como
recuerdo de música en el silencio. Nadie impedirá que La poesía
revolucionaria se clave en la eternidad para alumbramos con fuego la
suerte. Y con nuestra carne florezca donde el aliento se corta para
hinchar las campanas de todas las estrellas sobre los ríos
desbordados como hoguera imperativa con olor de pasión que invadirá
al orbe del futuro.
La poesía revolucionaria se ocupa
y se ocupará constantemente, ante todo, de reproducir este momento
ideal en que el hombre, presa de una emoción particular, queda
súbitamente a la merced de algo «más fuerte que él» que le lanza,
pese a ciertas limitaciones de su realidad, hacia los ámbitos de la
revolución permanente. Al salto magnifico de lo cuantitativo y lo
cualitativo hacia su desarrollo en contra de todo lo que lo frena.
Lúcido y alerta, sale, después, a enfrentar un paso nuevo. Lo más
importante radica en que es ineludible semejante experiencia, plena
de emoción, que no dejará de expresar su campanilleo misterioso, ya
que, efectivamente, la humanidad comienza a auto-pertenecerse.
La poesía revolucionaria tiene un mirar de vértigos.
Alborada que borda certezas sobre el cielo que tomará por asalto y
del que todos tomaremos tinta sin nombre. Poesía lengua de obra y
lucha que hablaremos para siempre vertiginosos. Belleza convulsiva
que abrirá para siempre esta caja de mil fondos llamada humanidad.
Deberíamos re-inventar, con poesía revolucionaria y a
partir de sus logros máximos, las obras todas dadas hace siglos. La
hora de la poesía revolucionaria es también una hora de
transformación de nuestras necesidades en rompecabezas bastante más
refinados. Los conjuntos naturales de objetos y de fenómenos,
tocados por la poesía revolucionaria, ya no coinciden con nuestros
pensamientos ordinarios. La realidad impone problemas nuevos, exige
luchas nuevas y estrategias nuevas. Dejemos de esquivar, levantemos
la poesía revolucionara contra la vida miserable a que nos condenan
a vivir. Levantemos unidos la poesía revolucionaria como ejército de
luz, contra las emboscadas. Al lado (o detrás) de millones de
obreros que levantan al cielo sus banderas de aurora, la única
esperanza, la última esperanza contra el hambre eterna y el
descorazonamiento, contra la angustia que cuelga de los pechos.
Contra las alucinaciones de la angustia tantos siglos acumulada como
lágrima inmensa. Contra la muerte infiltrada de rapsodias
burócratas, infiltrada de pianos tenues y banderas camaleónicas con
transfusiones eléctricas de pesadilla y fatalidad en nombre de un
idiota.
Démonos la unidad, no uniforme, como flor de
manos en acción y muchedumbres de aullidos rebeldes. Para que los
mundos galopen en órbitas sin angustia. Para que se rompan los
candados del cerebro y un huracán de poesía arrastre la podredumbre.
Para que resuene otro violín gutural acompañando al piano de la
revolución. Para que otra voz embrujadora traiga su gramática
olorosa y triunfal como tempestad ardiente en nuestros cráneos.
Frente único es lo único que hay al frente.
"Cada palabra que se pronuncia aquí dice al
menos esta única cosa: que esta humillante época no ha
podido ganarse nuestro respeto" (H. Ball).
No hay
métodos rápidos ni técnicas milagreras para Unidad ni para la poesía
Revolucionaria. El poeta revolucionario debe saber que toda oficina,
toda fábrica tiene su buena cuota de ritualistas obsesivos, de
sádicos, de petulantes... El especial sadismo de la burguesía
sabihonda a costa del ignorante tiene una larga historia, densa y
amarga... Durante siglos, los profesores, los preceptores, los
maestros de música y de canto eran, entre otros, en realidad,
sirvientes... ¿Y hoy? ¿Dónde estamos parados? ¿Qué nos une? ¿Quién
fabrica nuestra incapacidad organizativa, de unidad, de lucha,
juntos… no revueltos?
La poesía revolucionaria está
aquí ¿Se escucha? Está detrás del ruido siniestro en los pechos
cerrados. Abrirá la puerta del alma con un suspiro de huracán.
¿Acudiremos?
No se aceptan sectarios.
Estrictamente prohibida la entrada a todo
sectarismo. Y la tarea primera sigue siendo contribuir, sin dogmas,
con la organización revolucionaria como un telescopio que apunta la
cola de un cometa infatigable. No hay puerta de salida sin la
revolución y sin su poesía. La unidad producirá grietas al fondo del
infortunio, del tiempo y de nosotros mismos… por ahí se filtrará, a
través de todos los espacios y todas las edades, el viento de la
revolución que se enredará en la voz contra esta noche fría de gruta
en huesos de miseria. ¿Eso es poco? Desorganizados somos como un
barco que se hunde y apaga sus luces en las aguas de la impotencia,
mientras, los perros burócratas ladran a las horas que se nos
mueren.
Acordemos la unidad porque muchos siguen
haciendo pasar por "poesía" una impostura decorativa de "artistas"
dedicados a disfrazar, estéticamente, la miseria. Mueven la cola,
hacen gracejetas al patrón que saca cheques para comprarles,
rentarles, exhibirles sus obras. Siguen haciendo pasar por "poesía"
el idealismo solipsista, más enfurecidamente nihilista.
Coincidamos en unirnos en un Frente Mundial
revolucionario con lugar para disentir y construir. Frente que sea
frente y no espaldas de algo o alguien. Frente que no nos diluya,
que no nos corporativice. Frente para no dejar de ser lo que
pensamos y somos y para dejar de serlo sólo si lo deseamos y
acordamos. Frente para ganar, no para que nos ganen. Frente para
acompañar la revolución obrera y campesina, no para ilustrarla ni
usufructuarla. Frente para la unidad no para la uniformidad. Frente
confiable, no rentable.
Coincidamos, porque es
posible, para lo inmediato y lo mediato. Para lo de hoy y lo de
siempre. Por lo legal y por lo legítimo. Por la esperanza y por la
panza. Por la dignidad y por la espontaneidad. Por el humor y por el
amor. Por el salario y por el ideario.
El caso es que
una buen día quizá cuando el cansancio y la rabia nos antesalen a la
noche, antes de caer dormidos, percibiremos nítidamente articulada,
hasta el punto de que resulte imposible cambiar ni un solo elemento,
la imagen de una revolución plena, no ajena al sonido de nuestra
voz, de cualquier voz, como una frase nueva que llegará hasta
nosotros sin llevar en sí el menor rastro de distancia y que, según
ciertas revelaciones de la conciencia, nos ocupará el resto de la
vida. Esa frase, la frase revolucionaria, parecerá, en un
insistente, casi atrevida como el cristal. Aparecerá como un
lenguaje nuevo de guerra poética, que no podrá entenderse más que
hundiendo sus raíces en el humus revolucionario de los obreros y los
campesinos para nacer como una planta nueva siempre. Grabemos
rápidamente tal frase en la memoria, y, cuando nos dispongamos a
pasar a otro asunto, el carácter orgánico de la frase retendrá
nuestra atención. Y entonces poblaremos su vientre con una
militancia nueva que se prolongará en la sangre a la que
responderemos sobre el surco de un arado de luz y ojos enaltecidos.
En el examen de la historia no sólo hay que saber,
sino que hay que saber de una cierta manera poética. Tiemblen
farsantes, uno conoce muy bien sus estrategias. Estamos en pie de
guerra con nuestro cielo lleno de estrellas que esperan convertirse
en poesía revolucionaria, con salpicaduras de astro que sopla sobre
el pecho montañas a altura de los deseos. El entusiasmo intacto.
Vivitos y coleando. Nos daremos la vida, desde esta muerte que nos
dan y contra ella, si juntamos todas las frases revolucionarias, si
las organizamos, aquí y allá, para tomar el cielo por asalto, hoy
cercado con balas.
"No será el miedo a la locura lo
que nos obligue a bajar las banderas de la imaginación"
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argentina.elmilitante.org
EXCELENTE
Por Juani -
Monday, Sep. 26, 2005 at 7:03 PM
Hermoso texto