Alemania en la encrucijada.
Por EL MILITANTE -
Sunday, Sep. 25, 2005 at 9:40 AM
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Después de las elecciones |
¿Hacia dónde va
Alemania? |
Autor : Hans-Gerd
Öfinger Fecha : ( 23-Septiembre-2005 ) Categoria : Europa
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Ahí
estás”, suspiraba un desencantado y frustrado comentarista en la
editorial del Frankfurter Allgemeine, el principal periódico burgués
alemán. En nombre de su clase, este periodista burgués deplora el
caos provocado por la aventura de elecciones anticipadas del
canciller Schröder. En este juego desesperado, Schröder pidió al
presidente de la república federal que disolviera el parlamento para
fortalecer la estabilidad política necesaria para continuar con su
política de “reformas” (léase contrarreformas). Al final, su
coalición el domingo fue derrotada. Al mismo tiempo, el editorial
reprende al presidente (un burgués demócrata cristiano) Horst
Köhloer por su evidente error de cálculo. A pesar de todas las dudas
legales debido a las restricciones que impone la constitución
alemana, Köhler evidentemente disolvió el parlamento y preparó al
camino para las elecciones porque de esta manera pensaba que
ayudaría a su partido a conseguir un triunfo electoral. Alemania
sufre el mayor período de inestabilidad desde la posguerra. Como ya
dijimos hace dos días, los dos grandes partidos, socialdemócratas
(SPD) y demócrata cristianos (CDU/CSU) han perdido un considerable
número de votos. La situación actual es consecuencia de una campaña
electoral muy polarizada por parte de ambos bandos y que ha hecho
que ninguno pueda conseguir la mayoría electoral necesaria. La clase
dominante había preparado todo para un ataque frontal contra la
clase obrera una vez que sus partidos estuviesen en el poder
(CDU/CSU y FDP). Por otro lado, Schröder y la dirección
socialdemócratas han perdido cada vez más el contacto con la dura
realidad de la población, y también calcularon mal a la hora de
adelantar las elecciones, pensaban que con esta maniobra impedirían
el crecimiento de otras fuerzas de izquierda. Los dirigentes del PDS
(principalmente en el este) y del WASG (principalmente en
occidente), una escisión por la izquierda de militantes del SPD y
sindicalistas, reconocieron que sólo han podido conseguir los
resultados conseguidos gracias a su unidad. Se presentaron juntos y
ganaron. De este modo, su representación de la izquierda en el
parlamento ha pasado de 2 a 54 escaños. Este resurgimiento de la
izquierda es histórico y pone de nuevo una mayoría de izquierdas en
el parlamento. Su porcentaje de voto del 8,7 por ciento en todo el
país eclipsa el 4 o 5 por ciento que el PDS había conseguido en el
pasado y el 5,3 por ciento que recibió el antiguo Partido Comunista
Alemán (KPD) en las elecciones de 1949 al Bundestag. Aunque los
políticos burgueses y los socialdemócratas hicieron todo lo posible
para desacreditar al Partido de la Izquierda y su nuevo líder, Oskar
Lafontaine, con una campaña de calumnias y mentiras, el partido
consiguió avanzar en todos los frentes, en el este y en el oeste. Su
grupo parlamentario incluye varios dirigentes sindicales muy
conocidos e incluso destacados dirigentes del SPD como Oskar
Lafontaine o Ulrich Maurer. El análisis de las elecciones indica
que el Partido de la Izquierda ganó más de un millón de votos del
campo de los “no votantes”, es decir, personas que en las últimas
elecciones no se molestaron en ir a votar, y otro millón de votos
arrancados sobre todo al SPD. El voto del Partido de la Izquierda ha
jugado un papel decisivo a la hora de impedir una mayoría de
derechas. Además, tanto el SPD como los Verdes hicieron una
campaña relativamente de izquierdas, prometiendo mantener el
equilibrio social y defender los intereses de los trabajadores
normales, las elecciones reflejan un giro a la izquierda en la
política alemana. Mientras que la CDU/CSU y el FDP representan un
voto combinado de 21,2 millones, el “campo” representado por el SPD,
Verdes y Partido de la Izquierda es considerablemente más fuerte,
representando en total más de 24 millones de votantes. Al mismo
tiempo que se celebraba el fracaso de una victoria thatcherista del
CDU/CSU y FDP, los dirigentes del SPD insistían, antes y después de
las elecciones, en que nunca mantendrían conversaciones con los
representantes del Partido de la Izquierda, y menos aún cooperar con
ellos. Esta política de presentar al Partido de la Izquierda como
“extremista” y “populista” sólo sirve para fortalecerle aún más, por
ahora parece que ellos tampoco tienen la tentación de unirse a un
gobierno reformista ni participar en el contra-reformismo.
Aunque hay mucha confusión y especulación sobre posibles
coaliciones y alianzas de gobierno, la clase dominante tarde o
temprano presionará más a sus representantes para que consigan algún
tipo de coalición. Los portavoces de las dos grandes asociaciones
empresariales han planteado dos opciones posibles que están
considerando en serio. Por un lado, una coalición de los demócrata
cristianos, liberales y verdes, que es una posibilidad teórica.
Aunque hay diferencias en cuestiones como la ecología y los derechos
de las mujeres, los Verdes habían aceptado previamente las premisas
neoliberales y muchos de sus dirigentes estarían dispuestos a
acuerdos con la CDU/CSU para mantener sus empleos bien pagados. Pero
después de su fraseología de izquierdas durante la campaña electoral
y ataques a los partidos de derecha, formar parte de este tipo de
coalición podría provocarles muchos problemas con su base y crear
una escisión. Por otro lado, dado el enorme oportunismo del
aparato del SPD, no se puede excluir que el SPD participara en una
“gran coalición” con los demócrata cristianos. La derecha del SPD
estaría dispuesta a tragar con todo a cambio de mantener sus
posiciones en el gobierno y la ilusión del poder. Para calmar a la
base podrían decir que formar un bloque con los demócrata cristianos
es la mejor forma de impedir que los liberales, que mantienen la
línea más dura contra los sindicatos, lleguen al poder y apliquen su
programa. Pero para conseguir esta gran coalición sería
necesario que los dos partidos encontraran una excusa para
deshacerse de sus líderes, Gerhard Schröder y Angela Merkel, porque
los dos han perdido las elecciones y su testarudez a la hora de
conseguir la chancillería podría ser un obstáculo para un futuro
gobierno. Sea cual sea el gobierno que se forme, se encontrará
con una enorme presión de las grandes empresas para que inicie
rápidamente sus ataques contra la clase obrera. El actual nivel de
endeudamiento provocará una nueva ronda de recortes del gasto
público. Esto inflamará aún más la protesta. La posible gran
coalición también está polarizando el movimiento sindical. Mientras
que los elementos más moderados que dominan las ejecutivas de
algunos sindicatos buscarán llegar a un acuerdo con ese gobierno y
de este modo impedir un enfrentamiento, el presidente del IG Metall,
Jürgen Peters, se ha mostrado abiertamente a favor de un gobierno
del SPD, los Verdes y el Partido de la Izquierda, criticando además
la negativa del SPD a considerar esta opción. Esto es significativo
porque Peters, como otros dirigentes sindicales, todavía tiene el
carné del SPD, además muchos dirigentes sindicales han apoyado o
pedido el voto al Partido de la Izquierda. Peters dice que el SPD,
los Verdes y el Partido de la Izquierda son los “aliados naturales”
y que en el país hay “una mayoría de izquierdas”. En cualquier
caso, este es el principio de un nuevo período de inestabilidad en
Alemania. Los viejos y buenos días de milagro económico se han ido
para siempre. La población se enfrentará con la dura realidad del
capitalismo y buscará una salida.
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