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Mendigando humanidad
Por Mariano Cabrero Bárcena - Sunday, Oct. 16, 2005 at 1:07 PM
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Pasan los años, pasan los siglos...Poco o nada vamos aprendiendo. Las pesronas mayores nos sobran, y cuando más, ni caso las hecemos. Nos estamos deshuamnizando a pasos agigantados. ¡ Mala cosecha la que estamos sembrando !

Mendigando humanidad




Era tarde y tenía mucha prisa. Había casi nadie por la calle ; sólo un hombre sentado sobre las escaleras de un portal, quien me dijo:«Tiene cinco minutos». Paré mis pasos, preguntándole:«¿Le ocurre algo?».Me miró fijamente a los ojos, mientras sostenía en sus labios un cigarrillo apagado, diciéndome:«¿Me da fuego?». Yo no fumo, le contesté.
¿Quién sería aquel personaje? Vestía ropas cansadas por el tiempo, sin afeitar, y tendría sobre setenta y pocos años. Volviendo sobre lo andado, le dije”: Tome, tome...cien pesetas». No pido limosna... y nunca la he pedido, me contestó. Para enmendar mi anterior error, continué diciéndole: «¿Quiere tomar un vino?». Al pronto, respondió:«Poco bebo y cuando lo hago me lo pago yo».
En mi cabeza pululaban mil y una preguntas, y le inquirí:«¿Qué desea entonces?». Al momento, contestó:«¡Hablar!, hace más de un siglo que no hablo con nadie». Le sonsaqué si tenía familia y contestó que tenía tres hijos y cuatro nietos.«Más vale no hablar de... ; y, con la vejez, pierde uno hasta los buenos amigos», concluyó diciendo.
He leído poco y me han contado algunas cosas sobre los ancianos. Allí se encontraba una de esas criaturas solitarias, un semejante que sólo solicitaba «hablar»...y una cerilla, que no se la pude dar. Verdaderamente era alguien que estaba mendigando humanidad; bueno... , sí era realmente un ser que se hallaba solo.
Me arrepentí después de no haber estado más tiempo con él- ahora que está de moda no arrepentirse de nada(ni los políticos cuando mienten o se equivocan, ni los economistas cuando yerran en sus pronósticos, etc.)- , con su soledad y sus miedos, su aislamiento..., que será el que uno tendrá a pocos años vista, si la sociedad en la que estamos inmersos no cambia sus costumbres deshumanizadas.
Cuando viejos comienzan nuestras grandes limitaciones físicas e intelectuales y entonces el afecto, la comprensión, el cariño ...suplen unas y otras. El último recorrido de mi corta o larga vida la veo más lleavadero dentro de la convivencia familiar y no aislado en tristes residencias que, aunque bien atendidas y limpias, son paredes muertas de mi propia soledad. Hay un proverbio chino que dice:<< De jóvenes somos hombres, de viejos niños>>.Pues bien, cuidemos a los niños.


La Coruña,16 de octubre de 2005



Fdo. : Mariano Cabrero Bárcena

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