Julio López
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PROKLA 6: EleCCiones y AbsTención, El insTinto de Clase del PreCariado y El TraBajo Negado
Por Colectivo Nuevo Proyecto Histórico - Friday, Oct. 21, 2005 at 7:17 PM
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► La burguesía sabe que hay niveles de salida (desintegración y sabotaje) y de voz (destrucción y organización) más allá de los cuales resulta imposible mantener la reproducción ampliada, que exista el “Capital-Parlamentarismo” como tal.

Colectivo Nuevo Proyecto Histórico

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Elecciones y Abstención:

El instinto de Clase del Precariado

y  El Trabajo Negado

 

 

PROKLA 6

PROblema de la Lucha de KLAses

(Primicia para Indymedia)

 

 

 

Coordenadas y rumbos:

 

1) ¿RIFLES Y BAYONETAS POR URNAS?: LA PARADOJA DEL SUFRAGIO DEL CAPITAL

 

2) EL AÑO QUE VIVIMOS EN PELIGRO: ELECCIONES EN SANTIAGO DEL ESTERO, CATAMARCA Y CORRIENTES: ¿CONTINUIDAD SILENCIOSA DEL QSVT?

 

3) LÓGICA DE LA ACCIÓN COLECTIVA: EL INSTINTO DE CLASE

 

4) LA INVENCIÓN DE LA DESOCUPACIÓN: EL TRABAJO NEGADO POR EL CAPITAL, TORTURA Y HUMILLORES

 

5) PEQUEÑA HISTORIA DEL DERECHO AL TRABAJO

 

6) PLUSTRABAJO Y TRABAJO NECESARIO: EL JEROGLÍFICO DEL CAPITAL

 

 

 

“Las Elecciones son esas cosas por la cual cierran los bares los domingos”

(Barny, Los Simpsons, 1ª temporada)

 

“A los conservadores les digo: ¿Cómo pudieron dejar de entender que el sufragio universal es el instrumento

para terminar todos los conflictos pacíficamente y para resolver todas las crisis?

¿Como pudieron dejar de entender que si el sufragio universal funciona en plenitud de su soberanía

la REVOLUCIÓN ya no es posible porque ya no puede intentarse?”

(M. Gambetta, político republicano francés, 1877)

 

“El carácter de las elecciones no depende de sus denominaciones

sino de sus fundamentos económicos,

de los vínculos económicos entre los miembros del electorado”

(K. Marx, 1865)

 

“Los esclavos asalariados modernos viven tan agobiados por la penuria y la miseria,

 que ‘no están para democracia burguesa’, ‘no están para política’”

(Lenin, 1918)

 

“La miseria engendra sufrimiento, también engendra crimen.

Si termina en el hospital, también conduce a la prisión.

Hace esclavos; hace a la mayoría de los ladrones, los asesinos, las prostitutas”

(Louis Blanc, 1850)

 

 

 

1) ¿RIFLES Y BAYONETAS POR URNAS?: LA PARADOJA DEL SUFRAGIO DEL CAPITAL:

 

Disparadores:

 

 

El sufragio del capital nació para combatir, domar y cooptar a la república social de las masas. El voto universal era un nuevo derecho, pero además significaba una restricción a la participación en política y a las formas de acción política, con sagacidad reconocieron los republicanos burgueses. Reprimía la participación a una forma pasiva, retardataria, decantada y relativamente inocua. La tensión entre lo social y lo político encarnaba la paradoja del sufragio del capital. EL sufragio del capital es la transustanción de la explotación económica en violencia de estado. Una sociedad desgarrada entre clases necesita instituciones simbólicas que no dispongan de poder efectivo (material) pero que realicen, en el sistema de poder, determinadas funciones sin las cuales el poder dominante podría hundirse. Para un método eficaz de poder es imprescindible que una parte de las oligarquías políticas y sociales sea activamente visible en el Parlamento (o sea: públicamente “controlable”); Que esté visiblemente elegida más o menos por el Pueblo (legitimada democráticamente para los actos del mandato) y sea visiblemente titular de poder (y en condiciones potencialmente posibles de hacer prevalecer deseos, intereses, moralmente obligatorios de los electores). SI esto no fuera así, la población no entraría en absoluto en el juego del “Capital-Parlamentarismo” y no consideraría el fetichismo del sufragio del capital como una expresión esencial de su libertad política.

Si el Parlamento no es el locus de la decisión (como lo demuestra hasta el cansancio Kirchner), ni el lugar del debate de ideas (como lo demuestra los diarios de sesiones); sí forma el lugar de paso y configuración de la paz social (y política). En una democracia posfordista correctamente entendida como normativa, la representación popular debe ser un centro secundario de poder, o no ser.

 

 

La primera elección nacional bajo el sistema de sufragio universal (sólo varones) se realizó en Francia en abril de 1848. La decisión del gobierno provisional luego de la revolución de febrero (retratada por Marx) se asoció, para cierta historiografía neoliberal y la tradición del jacobinismo político, a un hito histórico, a una gigantesca concesión que las masas le habían arrancado por la fuerza a la burguesía. Todos los franceses en edad de votar recibieron ese derecho cuando en todo el mundo burgués o no se votaba o se lo hacía según rango y riqueza (el peor de los mundos posibles eran los EE.UU. donde además se le sumaban restricciones chauvinistas y el esclavismo). Una visión desde el punto de vista autónomo de clase, el “Standpunkt” obrero del que hablaban los clásicos, sugiere una interpretación distinta, incluso si incluimos en él a protagonistas y actores de esa revolución. ¿Cómo el capital le concede ese derecho a la multitud turbulenta, armada, desordenada e impulsiva de Paris, que acababa de realizar su tercera revolución en dos generaciones? El capital entronizó sabiamente las elecciones representativas como la única forma legítima de expresión de intereses y opiniones. Efectivamente, el voto universal era un nuevo derecho, pero además significaba una restricción a la participación en política y a las formas de acción política, con sagacidad reconocieron los republicanos burgueses. Reprimía la participación a una forma pasiva, retardataria, decantada y relativamente inocua. EN la época los mismos proletarios y militantes la vivieron como una derrota. Existe en la Bibliothequè Nationale de Paris, en el Cabinet de Estampes, una bella imagen de 1848. En ella se sintetiza el ánimo oscuro de la multitud: un trabajador urbano, con su mono de trabajo y tiradores, descamisado, renuncia desconfiado a su rifle con bayoneta con su mano izquierda; simultáneamente con su mano derecha desganada deposita una papeleta electoral en una urna que reza: “Suffrage Universal”. Su mirada salvaje denota duda, escepticismo y remordimiento: la tensión entre lo social y lo político encarnaba la paradoja del sufragio del capital. El instinto de clase desconfiaba de este derecho “democrático-formal”. Como lo recordaba el político profesional Gambetta el sufragio era, además, un procedimiento para desactivar y contrarrestar las inclinaciones parisinas de desobediencia, sus impulsos constituyentes, su autonomía hacia la acción directa por el contrapeso electoral del conservadurismo de las provincias. Que el sufragio fue en su nacimiento un dispositivo de orden, una medida conservadora de facto, lo sugiere el resultado de las elecciones de abril de 1848 para la Constituyente y, lo que es más importante para entender la hiperactividad del gobierno de Kirchner, el sufragio permitía construir una legitimidad densa, una fuerza moral que la propia Constituyente opuso contra los insurgentes en junio de 1848. EL sufragio del capital es la transustanción de la explotación económica en violencia de estado. Para los revolucionarios de la época (de Blanqui a Marx) la implantación del sufragio era un antídoto contra la marea revolucionaria. El problema del voto no es que el resultado de la votación esté predeterminado (¡que lo está!) por la distribución del poder en la economía dentro de la sociedad, sino que el voto “capital-style”, priva de legitimidad y legalidad a otras formas políticas de participación (quizá las más importantes para los trabajadores), sean postpolíticas o sociales. Las formas que se excluyen y criminalizan, obviamente, son aquellas más eficaces y transformadoras. El sufragio del capital hecho institución madura, el “Capital-Parlamentarismo”, este estado de los partidos políticos, es el régimen del postfordismo, cuyo núcleo es la incapacidad de que intereses genuinos se filtran en la toma de decisiones. Órgano de dominio no significa centro del poder efectivo, sino, de modo más genérico, centro de una función social del poder, que puede desarrollarse asimismo en sujeto de facultades directas, pero representa en determinadas circunstancias una ficción o se deja caracterizar por un valor ficticio de posición. Una sociedad desgarrada entre clases necesita instituciones simbólicas que no dispongan de poder efectivo (material) pero que realicen, en el sistema de poder, determinadas funciones sin las cuales el poder dominante podría hundirse. Cuando el público se queja de la “impotencia” del pueblo llano frente a la representación por medio de elecciones, de la “impotencia” de la representación popular frente al despotismo del poder ejecutivo, de la “impotencia” frente al aparato burocrático-clientelístico de los partidos del sistema, olvida preguntarse si esta “impotencia” no es, justamente, el “elemento constitutivo” y garante del sistema de dominio, a cuyo fortalecimiento él mismo contribuye también mediante este olvido. Y es que la tendencia hacia el debilitamiento y neutralización del parlamento (anulación total del órgano legislativo) encuentra sus fronteras en las exigencias ideológicas del propio sistema de gobierno. Para un método eficaz de poder es imprescindible que una parte de las oligarquías políticas y sociales (incluida la izquierda folklórica) sea activamente visible en el Parlamento (o sea: públicamente “controlable”, accountability), esté visiblemente elegida más o menos por el Pueblo (legitimada democráticamente para los actos del mandato) y sea visiblemente titular de poder (y en condiciones potencialmente posibles de hacer prevalecer deseos, intereses, moralmente obligatorios de los electores). SI esto no fuera así, la población no entraría en absoluto en el juego del “Capital-Parlamentarismo” y no consideraría el fetichismo del sufragio del capital como una expresión esencial de su libertad política. Solamente, como decía Agnoli y Brückner, es esta presencia fantasmal de poder en el parlamento (¡y no el Poder del Parlamento!) lo que hace posible el cumplimiento de las tareas de legitimidad que le corresponden como órgano del poder burgués. El Congreso es un órgano de constitucionalización que hace aparecer las decisiones (ligadas al interés) como si fueran conformes a la constitución y les confiere, tanto ideológica como institucionalmente, la consagración de la decisión democrática “par excellence”. Si el Parlamento no es el locus de la decisión (como lo demuestra hasta el cansancio Kirchner), ni el lugar del debate de ideas (como lo demuestra los diarios de sesiones) sí forma el lugar de paso y configuración de la paz social (y política). El Parlamento (Congreso) ha representado históricamente, de menor a mayor, la “ficción” de la libertad popular realizada por medio del maravilloso sufragio del capital. Como señalaba el jurista burgués Kelsen: “De todos los elementos que limitan la libertad y, por lo tanto, la democracia, el Parlamento es tal vez el más importante”. El Parlamento, como sabemos todos, es una “máquina de registrar”, que reproduce pasivamente las decisiones que se toman en otro lado (empresas y poder ejecutivo). Pareto ya había apreciado para el capital el poder de ese órgano constitucional presuntamente sin función para la disciplina de las masas. El poder del Parlamento no es el poder del Pueblo. Y el sufragio del capital no es ningún arma eficaz en espera de un hábil estratega “rojo”. Lo lamentable es que la vieja izquierda crea que puede ser una arena de la lucha de clases al nivel estatal. Ignora que en una democracia posfordista correctamente entendida como normativa, la representación popular debe ser un centro secundario de poder, o no ser. El sufragio del capital nació para combatir, domar y cooptar a la república social de las masas. 

 

 

2) EL AÑO QUE VIVIMOS EN PELIGRO: ELECCIONES EN SANTIAGO DEL ESTERO, CATAMARCA Y CORRIENTES: ¿CONTINUIDAD SILENCIOSA DEL QSVT?:

 

Disparadores:

 

Las elecciones, los ciclos políticos del capital nos sirven como instrumento de emancipación. Es un indicador indirecto del grado de legitimidad de masas del “Capital-Parlamentarismo”, de la adhesión al ritual electoral y de la fortaleza o debilidad del Estado de Partidos. Anclado en una vieja ideología del fetiche parlamentario (en la falsa dialéctica democracia-dictadura) se presuponía que la abstención era patrimonio del lumpen-proletariado, de los sectores desclasados o, paradójicamente, de capas altamente politizadas y concientizadas de la derecha social. Paralelo al establecimiento del postfordismo, de la propia capacidad de autorreflexión de la nueva izquierda, este punto de vista demócrata-liberal ha comenzado a cambiar. La abstención electoral configura una discrepancia radical con el régimen político. Nada puede cambiar realmente gane quien gane las elecciones. Sabotaje activo. Es una suspensión en la creencia burguesa en el mito de la representación y el fetiche del mandato. En la teoría de la acción colectiva es una salida, un éxodo por sobre la voz, sobre la lealtad al sistema; subrayada por el sesgo obligatorio que tiene el sufragio en Argentina. Es una abstención no participante, que consiste precisamente en un no hacer, en un no votar, en violar la legalidad de manera consciente. El no votar ya implica la no expresión de preferencia alguna, incluso la plena conciencia de estar bloqueando al maquinaria institucional. Ya se han celebrado tres elecciones provinciales. En dos ha perdido el candidato del comisario, lección aprendida que se aplicó en Corrientes, donde “K”, se subió al caballo del que ganara en las encuestas. Santiago del Estero: La abstención fue récord: ignoraron el circo entre el PJ y la UCR casi un 40% de santiagueños. Podemos medir este sabotaje en la tendencia histórica: en el 2003 la abstención fue de un 34%. Catamarca: Si en el 2003 la abstención fue del 44% y el voto en blanco el 2,7%; ahora es del 56% y el blanco de 3,7%. Es decir: El nuevo gobierno sólo cuenta con la legitimidad del ¡Quince por ciento del padrón! Un boicot silencioso, espontáneo y sin organización. Corrientes: sólo un 10% es desocupado y un 10% resulta subocupado, lo que indica la aparición del trabajador pobre superexplotado. Kirchner apoyó al Frente de Todos, integrado por el PJ y la UCR, que impulsa el actual gobernador (Colombi), que lleva a Arturo -el primo- como candidato. La abstención fue enorme: sólo votaron un 69%. En todos estos casos puede verse una tendencia en el comportamiento electoral de las masas: 1) el “voto bronca” se trasvasa hacia la abstención lisa y llana. El 27 de febrero, en las elecciones a gobernador y legisladores provinciales de Santiago del Estero, votó solo el 65,8% del padrón; en Catamarca, el 6 de marzo, solo lo hizo el 65,8%; en julio, para la elección de constituyentes de Santiago del Estero, se presentó ¡Nada más que el 35,4%!, y en la elección a gobernador de Corrientes, el porcentaje de votantes se ubica en 69%. La multitud, la alianza silenciosa de trabajadores activos, precarios, trabajadores negados y nuevos pobres de la vieja clase media, está adoptando formas de acción de “salida” sobre la “voz”, boicoteando su lealtad al sistema.

 

 

Las elecciones, los ciclos políticos del capital nos sirven como instrumento de emancipación. ¿En qué sentido? Favorecen el recuento de votos de las fuerzas progresistas; nos informan con exactitud acerca de la fuerza del movimiento y la de los partidos adversarios, suministrándonos el mejor instrumento posible para calcular las proporciones de nuestra propaganda y de nuestras acciones. Además nos corporizan las conductas e instintos de clase de las masas, incluso aquellas más atrasadas o las que no tienen acceso a la propaganda del movimiento. Es un indicador indirecto del grado de legitimidad de masas del “Capital-Parlamentarismo”, de la adhesión al ritual electoral y de la fortaleza o debilidad del “Partei-Staat”. Los estudios electorales de la sociología burguesa identifican tradicionalmente la abstención con la ausencia del ejercicio del derecho de sufragio activo, es decir, con el no acudir a votar en un proceso electoral determinado. Anclado en una vieja ideología del fetiche parlamentario (en la falsa dialéctica democracia-dictadura) se presuponía que la abstención era patrimonio del lumpen-proletariado, de los sectores desclasados o, paradójicamente, de capas altamente politizadas y concientizadas de la derecha social. A partir del afianzamiento y maduración del “Capital-Parlamentarismo” (la llamada tercera ola de democratización en América Latina), paralelo al establecimiento del postfordismo, de la propia capacidad de autorreflexión de la nueva izquierda, este punto de vista demócrata-liberal a comenzado a cambiar. La abstención electoral ya no es percibida como un déficit de las masas, como una carencia de nichos precapitalistas, o virtudes de la clase media alta, sino como una discrepancia radical con el régimen político (o, incluso, con la democracia in toto: como sistema del capital), en los que no se desea participar de ninguna forma, en un desinterés por la política o en un convencimiento de que nada puede cambiar realmente gane quien gane las elecciones. Sabotaje activo. Es una suspensión en la creencia burguesa en el mito de la representación y el fetiche del mandato. En la teoría de la acción colectiva es una salida, un éxodo por sobre la voz, sobre la lealtad al sistema (medido incluso con el voto en blanco). Pero, en cualquier caso, sea voluntaria o técnica, la abstención electoral que acabamos de explicitar se caracteriza por la no participación en el proceso electoral, subrayada por el sesgo obligatorio que tiene legalmente en Argentina por ser una abstención no participante, que consiste precisamente en un no hacer, en un no votar, en violar la legalidad de manera consciente.

Sin embargo, la abstención electoral a la que nos hemos referido hasta aquí no agota las posibilidades abstencionistas de un potencial elector en un proceso electoral determinado. Abstenerse electoralmente no significa tan sólo no votar o no participar en las elecciones. También puede significar no expresar preferencia por ninguna de las opciones electorales concurrentes. Por supuesto, el no votar ya implica la no expresión de preferencia alguna, incluso la plena conciencia de estar bloqueando al maquinaria institucional. Pero, y aquí estaría el matiz diferencial importante, también es posible no expresar ninguna preferencia y, sin embargo, no dejar de participar en el proceso electoral (voz sobre salida), porque manifestar preferencia y votar no son ni acciones idénticas ni sinónimos. Se trata, que duda cabe, también de una abstención electoral, pero de una abstención distinta de la anterior y de otro orden, de una abstención participante, que nosotros denominamos abstención activa o leal. Este es un año electoral, previsible con sólo ver el histrionismo en acción de Kirchner, y ya se han celebrado tres elecciones provinciales en provincias de poca importancia económica y social. En dos ha perdido el candidato del comisario, lección aprendida que se aplicó en Corrientes donde “K” se subió al caballo del que ganara en las encuestas. Analicemos brevemente los resultados:

 

  • Santiago del Estero: es la primera provincia en realizar elecciones este año. Es parte de la zona más pobre de Argentina, con casi un 30% de hogares con NBI (Necesidades Básicas Insatisfechas). Esto quiere decir que el 70% no tiene cobertura médica, el 84% carece de agua potable, un 53% tiene piso de tierra en su hogar y el 93% no posee teléfono. Estaban habilitadas para votar 522.101 personas, para elegir gobernador y vice, además de 50 diputados provinciales. El 27 de febrero la UCR, encarnada en el Frente Cívico, venció al PJ en la carrera por la gobernación. Escrutados más del 28% de los votos, Zamora aventajaba al candidato justicialista Oscar Figueroa 46,5% a 39,8%. Por otro lado, si bien el Frente Cívico se impuso en las elecciones legislativas de la provincia, no logró tener quórum propio, al obtener sólo 24 de las 50 bancas disponibles, mientras que el PJ consiguió 21. Este distrito con una Legislatura unicameral y representación proporcional (D’Hont) por secciones electorales, con la novedad de que, para esta elección, se abandonó el sistema de lemas. En cuanto a la división político-electoral, cuenta con 27 departamentos. La abstención fue récord: ignoraron el circo entre el PJ y la UCR casi un 40% de santiagueños. Podemos medir este sabotaje en la tendencia histórica: en el 2003 la abstención fue de un 34%.

 

  • Catamarca: provincia pobre, con un 19% de hogares con NBI (datos no actualizados del 2001). El Frente Cívico y Social (FCyS), coalición encabezada por la UCR, venció el 6 de marzo al PJ en las elecciones de senadores y diputados provinciales. Escrutados el 98% de los votos, el FCyS obtuvo el 36,2%, seguido por el PJ con el 25,7%, y ubicándose el MAP (Saadismo) en tercer término con el 9,1%. La izquierda clásica, toda sumada, llegó a un 4%. El FCyS confirma su predominio político, al obtener 11 bancas de diputados (el 54% de la cámara) y 6 de senadores departamentales (el 62%), por lo que mantendrá su hegemonía. La participación electoral, con una asistencia del 44,5% se ubica en el nivel más bajo en la historia provincial desde que existe la democracia burguesa. Si en el 2003 la abstención fue del 44% y el voto en blanco el 2,7%; ahora es del 56% y el blanco de 3,7%. Es decir: de un padrón de 222.489, sólo asistieron a las urnas 97.216 catamarqueños. El nuevo gobierno sólo cuenta con la legitimidad de 35.192 votos o sea: ¡el 15% del padrón! Un boicot silencioso, espontáneo y sin organización.

 

  • Corrientes: provincia pobre, tiene (datos 2001) un 24% de hogares con NBI (Necesidades Básicas insatisfechas: sin cobertura médica, sin agua corriente en vivienda, con piso de tierra, sin teléfono), tiene un 44,7% de hogares pobres, un 53,5% de personas pobres y un 17,7% de hogares indigentes y un 21,7% de personas indigentes, perteneciendo a la Argentina del Cuarto Mundo. Pero esto es más dramático cuando se lo mide con la desocupación: sólo un 10% es desocupado y un 10% de subocupado, lo que indica la aparición del trabajador pobre superexplotado. Una idea: el 49% de los niños menores de 18 años es indigente. Botín de dinastías familiares y con récord de intervenciones federales (17) y allí fue donde murieron a manos de la Gendarmería dos trabajadores durante el gobierno de la Alianza. Es la única provincia que elige Gobernador, con una segunda vuelta que se realiza el 23 de octubre junto con la elección nacional. Kirchner apoyó al Frente de Todos, integrado por el PJ y la UCR, que impulsa el actual gobernador (Colombi), que lleva a Arturo –el primo- como candidato. El Frente de Todos (UCR-PJ) sacó e

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