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¿Para quienes marcha bien la economìa argentina?.
Por EL MILITANTE - Sunday, Oct. 23, 2005 at 12:42 PM

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El Militante nº 16
La economía va bien... pero ¿para quién?
Autor : Aníbal Montoya
Fecha : ( 10-Octubre-2005 )
Categoria : Argentina

A

juzgar por los datos estadísticos, la economía argentina parece ir viento en popa: crecimiento de la riqueza nacional, cifras históricas en la producción agrícola, las exportaciones y en los ingresos del Estado, e incluso aumento del empleo y de los salarios.

¿Por qué remontó la economía?

Es verdad que en los últimos 3 años el valor de la producción (el PBI) creció un 24%, igualando el valor de la producción conseguida en 1998 (antes de la crisis). Varios factores explican esto. Entre 1998-2002 el PBI retrocedió justamente un 24%, de ahí que sin necesidad de hacer grandes inversiones, simplemente poniendo a producir la capacidad ociosa que dejó la crisis en las empresas, se pudo recomponer el nivel de producción de 7 años atrás. El aumento de los precios de las materias primas y agropecuarias como consecuencia del aumento de la demanda exterior también estimuló el aumento de la producción y del valor de las exportaciones (39.000 millones de dólares se espera este año, un registro histórico). Pero la razón fundamental fue la sobreexplotación de la clase obrera llevando hasta el límite la presión sobre los músculos y los nervios de los trabajadores, haciéndolos producir más, en jornadas más largas y con salarios reales menores. Además, el aumento de los precios de las mercaderías (inflación), con nuestros salarios estancados o reducidos, provocó un trasvase salvaje de los ingresos de los asalariados y del pueblo pobre hacia las ganancias de los empresarios, dueños de estas mercaderías.

¿Quién gana y quién pierde?

Por el lado empresario sus ganancias se incrementaron en promedio un 50% más cada año. Y ¿cuál es la realidad del lado de los trabajadores y del resto de las capas pobres de la sociedad? Casi la mitad de los trabajadores están “en negro” (47,5%), el desempleo “oficial” está en el 16%, y la pobreza golpea al 40% de la población del país (15 millones de personas).

Oficialmente, los precios aumentaron un 61,3% entre 2001 y 2005, y los salarios un 25,4% (datos del INDEC), reduciéndose el poder adquisitivo de los trabajadores según estas cifras en más de un 35%. El salario promedio actual es de $720. Para mantener el poder adquisitivo que teníamos en el 2001 debería ser de $927, igualmente insuficiente para cubrir nuestras necesidades básicas.

La realidad es la siguiente: en 7 años Argentina no aumentó el valor de su producción ni un centavo. Pero la clase obrera hoy es más pobre, recibe un salario real menor, sufre una mayor explotación, y padece más desocupación. En cambio, los ricos, los patrones, incrementaron sus ganancias a niveles siderales, ganando $43.000 millones más que en el 2001, un monto equivalente al 8,7% del PBI según el Ministerio de Trabajo (Página 12, 22 de septiembre).

Gasto público e inflación

Los fabulosos ingresos del Estado ($110.000 millones), vía impuestos, proporcionan un sobrante anual (superávit fiscal), descontados los gastos estatales, de más de $20.000 millones, que deberían servir para aumentar el bienestar social.

La realidad es que este superávit se destina íntegramente a pagar la deuda pública (deuda del Estado contraída durante años con los bancos, con el FMI, etc. para absorber deudas privadas de empresas, y negociados de funcionarios y gobiernos corruptos).

Un informe del Ministerio de Economía (Clarín, 22 de agosto) reconoce que el gasto público permaneció estancado en estos 7 años, en torno a un 14%-15% del PBI. Pero mientras que se redujo la cantidad destinada a la Seguridad Social (jubilaciones y otras prestaciones sociales), de un 6,3% al 4,9% del PBI, aumentaron en la misma proporción las subvenciones y subsidios estatales a los empresarios quienes, además, redujeron sus aportes patronales a la Seguridad Social de un 4,75% a un mero 3,07% del PBI, según este informe.

A pesar del extraordinario aumento de las ganancias empresariales, el Gobierno está preocupado porque el actual nivel de inversiones privadas no alcanza para sostener el crecimiento económico, lo que demuestra el parasitismo de la clase dominante que prefiere mantener gran parte de sus ganancias en cuentas fuera del país (más de 100.000 millones de dólares). Y el dinero destinado a la obra pública no alcanza para revertir esta situación.

El aumento de los precios es un fantasma que acosa a las familias obreras. Ello se debe en parte al chantaje de los productores de alimentos que exportan la mayor parte de la producción al extranjero a precios caros y nos obligan a pagar aquí lo mismo si queremos ejercer nuestro derecho a consumir. Por otro lado, los empresarios están trasladando a los precios las subas de tarifas del gas y la electricidad que les impusieron en el último año las empresas de servicios privatizadas, subas que se extenderán al conjunto de la población el próximo año como ya acordaron con el Gobierno tras la renegociación de sus contratos.

Frente a una previsión oficial de la inflación del 11% en el 2006, el ministro Lavagna declaró que su principal objetivo será preservar la estabilidad de los precios “oponiéndose a la indexación generalizada de los salarios” (Clarín, 17 de septiembre). Vemos así conformada la “Santa Alianza” del gobierno y de los empresarios contra los trabajadores.

Contra ella, los trabajadores y demás sectores oprimidos debemos oponer nuestra propia “alianza”, en el terreno político y sindical, para revertir esta situación a la que nos condena la explotación capitalista.

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