Julio López
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llamada a una solidaridad internacional contra la represion de los migrantes en Europa
Por CSPCL/Paris - Sunday, Oct. 30, 2005 at 2:25 PM
cspcl@altern.org

Debido a lo que se pasa actualmente en Europa, la represion generalizada en contra de los sin papeles y migrantes, el comite de solidaridad con los pueblos de chiapas en lucha de Paris, Francia escribo un texto para llamar a protestaciones y solidaridades inter-continentales

“Mientras Estados Unidos acoge una migración “de calidad”, desde hace años, nosotros aceptamos recibir en nuestro país aquellos que nadie más quiere en el mundo”.
Nicolas Sarkozy, Ministro del Interior de Francia,
durante una allocución pronunciada el 29 de septiembre 2005
en la Isla de La Reunión, territorio francés en Ultramar.



13 de septiembre: El señor Liangbo Pan, chino, residente en Francia desde 1999, tiene el triste privilegio de ser el numero 12 850 en la lista de extranjeros expulsados desde enero del 2005, gracias a la diligencia de los servicios del ministerio del Interior. En su retorno forzado a Shanghai –en donde fue encarcelado durante 15 días por las autoridades chinas por haber salido ilegalmente del país- deja atrás una esposa, que no habla francés y dos hijos escolarizados en escuelas parisinas. La menor, de 5 años nacida en Francia goza de la nacionalidad francesa en virtud del derecho del suelo.

El 18 de septiembre, Firdaous y Waël Mekhelleche, de 7 y 3 años de edad han sido brutalmente separados de sus padres de origen argelina. Su madre fue detenida cuando se presentó en uno de los numerosos centros de retención en donde los extranjeros sin papeles esperan ser deportados del país, para llevar el pasaporte de su marido, arrestado el día anterior en una redada policiaca.

Desde el 9 de agosto, día en que se enteraron de que sus dos hermanas menores de 10 y 12 años habían sido arrestadas en el centro en donde disfrutaban sus vacaciones, Rachel y Jonathan, de 15 y 14 años respectivamente, originarios de la Republica Democrática del Congo, se encuentran en fuga. Tomaron esta decisión para retrasar la deportación de su madre, cuya petición de asilo fue rechazada por la Oficina de Protección de Refugiados y Apátridas. Escondidos y protegidos por personas solidarias, han escapado de las garras de la policía, hasta la fecha.

A finales de agosto, Guy Effeye, alumno colegial de 19 años, originario de Camerún recibió su orden de expulsión. Tras 32 días de detención, fue conducido al avión. En el aeropuerto, sus amigos, profesores y vecinos que manifiestaban para impedir su salida, fueron repelidos por la policía con gases lacrimógenos. La mobilización de algunos pasajeros, que se negaron a sentarse y a viajar con un hombre esposado, impidió finalmente la salida del avión. Al día siguiente, Guy fue juzgado por insubordinación.. Sin embargo, la magnitud de la movilización llevó el juez a prorrogar su derecho de estancia en territorio francés, hasta el final del año escolar, dándole, según sus propias palabras “una segunda oportunidad”. Cabe preguntarse cuál habrá sido la “primera oportunidad” que Guy no supo aprovechar.

Los ejemplos aquí relatados son tan sólo los más emblemáticos de una situación que si bien no es novedosa, conoce desde hace dos meses, una fulgurante aceleración. Pero además la ofensiva en contra de los extranjeros residentes en Francia, se manifiesta a través de expulsiones y redadas, cuyas características traen recuerdos de uno de los periodos más siniestros de la historia.

Así en el transcurso del verano, una serie de incendios provocó la muerte de no menos de 54 personas. Las víctimas eran en su mayoría residentes africanos cuyas condiciones de alojamiento provisorio se habían hecho relativamente duraderas. Los que esperaban de las autoridades una respuesta a la altura de la desesperación de los sobrevivientes se llevaron tamaña sorpresa. La reacción, en efecto, brindó la oportunidad de legitimar la ejecución de un “plan limpieza” de gran magnitud en inmuebles que hasta el momento habían escapado a la especulación que caracteriza el mercado de la vivienda en París y sus alrededores. Irónicamente, uno de los primeros operativos, se dio en la calle de la Fraternidad, una de las palabras que junto a la de “Libertad” e “Igualdad” adorna la fachada de todos los edificios de la República. Fue el día de inicio del año escolar, que bajo la mirada de los vecinos estupefactos, un grupo de enardecidos policías llegó a derribar puertas y a sacar a patadas hombres, mujeres, ancianos.... y niños que se alistaban para su primer día de clases.

Desde entonces, se repite casi a diario el mismo escenario. Con lujo de violencia se expulsa a quienes “hay que salvar del peligro”, repentinamente considerado como inminente, “de arder en llamas en inmuebles insalubres”. De beneficiarias de un techo precario, por el cual en no pocos casos, los habitantes pagaban alquileres elevados, decenas de familias pasaron al estatus de “asistidos”, atendidos bajo carpas tendidas de emergencia en los parques de la capital.
Tal presentación de los acontecimientos no se puede considerar como mera demostración de cinismo. De alguna manera se trata de hacer comprender a la población “normal”, el caracter marginal de la población migrante. No son trabajadores que pagan impuestos e incluso rentas para ser mal alojados, no son, en fin, sujetos de derecho, sino “parias” problemáticos e irresponsables que hay que proteger de sí mismos.

Mientras tanto, Europa extiende sus fronteras hacia el Norte de África. Ciudades marroquíes se ven transformadas en centros turísticos en los cuales la buena sociedad francesa viene a despilfarrar recursos tan vitales como el agua para llenar sus piscinas o regar sus campos de golf. Hasta los paisajes están siendo privatizados. De la esplendida palmera de Marrakech, apenas unas palmas peladas sobreviven entre los altos muros de las lujosas mansiones en donde la élite llega a veranear.
Invadida por un rancio perfume colonialista, la sociedad politico mediatica se justifica llamando a los que migran del Norte al Sur, pioneros, inversionistas o actores del desarrollo mientras que los que vienen en sentido contrario no merecen otro calificativo que el de “flujo” de invasores.

Recurrir a semejante imagen no es casual. Revivir el temor al “foraneo que viene a despojarnos de lo nuestro” se revela un método eficaz –y harto probado- en un periodo de crisis en que el desempleo asedia a un numero creciente de la población de Europa. Señalar al migrante como culpable, sirve para desviar la atención de los verdaderos responsables de las politicas liberales que provocan recortes masivos de empleos y una sensible degradación de las condiciones de trabajo.

En esa misma lógica que consiste a estigmatizar al “otro”, “el choque de las civilizaciones” teorizado por Samuel Hungtington, se escenifica en televisión y en horario estelar. En alguna occasión es el propio ministro del Interior quien se encarga de presentar el show en el cual los cuerpos de élite de la policía desenmascaran presuntos “grupos islamistas” escondidos en los suburbios, calificados como “difíciles” de las grandes urbes. En estos tiempos en que la sociedad requiere ser protegida a cualquier costo del asedio al cual está siendo sometida, basta sospechar de la “intención de delinquir” para accionar la máquina represiva sin necesidad de comprobar que tal hecho está efectivavente por darse.

En esta coyuntura, no puede pasar desapercibido que la llamada “cooperación internacional entre policías” tiende siempre más a derivar hacia una política de delocalización –ahora de la tortura y la represión- que las autollamadas democracias ya ensayaron en el ámbito comercial y económico.
Así como Estados Unidos maquila los interrogatorios a probados verdugos en Egipto o Jordania, Libia negocia los favores de la Unión Europea prestando sus cárceles para la detención de miles de africanos candidatos al exilio. Y finalmente, el drama que se juega actualmente en el Sahara marroquí, no es más que una manera de encargar a terceros la tarea de evacuar indeseables y así evitar el desagradable espectáculo de trapos ensangrentados flotando en los alambres de púas que coronan los muros de la fortaleza europea.

En este contexto que se puede calificar de guerra desatada en contra de una categoría especifica de personas (los migrantes y los pobres), el hecho de que las instancias judiciales españolas se declaren competentes para instruir asuntos relacionados con crimenes contra la humanidad en cualquier parte del mundo, no debería ser más que motivo de risa si no tuviera un trasfondo tan trágico.
Pero ya las aparencias no engañan y los signos que estamos advirtiendo no dejan lugar a duda acerca de la verdadera cara de aquellos regímenes que en aras de la “necesidad de proteger la democracia” se deslizan hacia el restablecimiento de un ordén fascista.

Sí, los bárbaros son aquellos que promueven políticas colonialistas, saquean países y economías para luego tener la osadía de afirmar que la desgracia de los migrantes –sobrevivientes de tal devastación- es imputable solamente a los traficantes que lucran con ellos o que la pobreza de los países del Sur se debe principalmente a la corrupción de sus dirigentes.
Bárbaros son los que quieren que miremos sin parpadear los cadáveres de migrantes flotando en las cercanías de las costas de Italia, Grecia o Canarias, que consideremos como una fatalidad el espectáculo de los cuerpos asfixiados, amontonados en camiones blindados para cruzar fronteras.... ¿Cuanto falta para que nos pidan que enseñemos a nuestros niños a voltear la cara cuando sus compañeros de otro color serán sacados maniatados de las escuelas?

Ante la amenaza perceptible de alcanzar el punto de no retorno en que lo insoportable se vuelve normalidad están reanudándose mecanismos activos de resistencia y redes de solidaridad que incluyen ya no sólamente luchadores experimentados o organizaciones comprometidas con la solidaridad, sino también ciudadanos recién sensibilizados, porque hoy son sus vecinos o los amigos de sus hijos, las víctimas de una injusticia que nunca creyeron que pudiera ocurrir en el marco de un sistema que se enorgullece de ser el guardián de valores éticos y demócraticos. Pero por más que crezca la indignación, sentimos que ya no damos abasto para enfrentar solos tan intolerable situación.

Por eso, nos parece urgente y necesario hacer un llamado internacional e invitar a personas y organizaciones solidarias a denunciar ante todas las representaciones correspondientes, la cacería humana que se ha desatado en nuestros países, el uso selectivo del terror que hoy se está volviendo cotidiano y la criminalización que prefiguran el regreso de formas de control de nuestras sociedades “altamente desarrolladas” por fuerzas oscuras que no queremos volver a ver jamás.

Confiamos en que escogerán las formas de protesta que les parezcan más convenientes, pero en todo caso, no nos sentiremos defraudados, si reciben con abucheos y proyectiles blandos – preferiblemente en estado de descomposición- a cualquier funcionario europeo que llegase a sus tierras a dar “lecciones de democracia”. No nos dejen solos frente a la inmensa tarea de derribar los muros de la carcel Europa en donde los aparatos represivos intentan mantener encerrados nuestros cuerpos y calladas nuestras conciencias.


Por tierra, por desierto y por mar, por la Humanidad, ahora!

Paris, Francia, octubre de 2005

Comité de Solidaridad con los Pueblos de Chiapas en Lucha.


Se puede encontrar mucho mas informacion (en frances) sobre las luchas
contra la expulsion de los sin papeles en Francia en los sitios internet
http://pajol.eu.org y http://www.educationsansfrontieres.org

Hay luchas en curso contra la repression y la muerte de inmigrantes en la
frontera Marrueco/Espana, con noticias en el sitio http://estrecho.indymedia.org

Con los pequenos medios de nutro collectivo, podemos tambien dar a las

personas y colectivos que los quieren mas informacion y/o contactos en Francia sobre este dramatica situacion.

nuestro contacto es cspcl@altern.org y nuestro sitio internet :
http://www.cspcl.ouvaton.org


Es urgente hacer puentes entre nuestras luchas y las opresiones que todos
vivimos.

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