Julio López
está desaparecido
hace 6402 días
versión para imprimir - envía este articulo por e-mail

Ver este artículo sin comentarios

Documentos. En defensa del marxismo
Por colmillo rojo - Sunday, Nov. 06, 2005 at 3:18 PM

Seguimos con la recopilación de documentos. Hasta ahora tenmos 2. La idea es discutir con testimonios y de esta manera llevar un debate científico sobre las traiciones en la izquierda y dar una salida en forma conjunta y por la positiva.

Aquí van los dos documentos ojalá aparescan mas y también lo s vamos a llevar a españa

Documento 1


El PC y el 24 de marzo de 1976.
"LOS COMUNISTAS Y LA NUEVA SITUACIÓN ARGENTINA"
DECLARACIÓN DEL P.C.
Ayer, 24 de Marzo, las F.F.A.A. depusieron a la presidenta María E. Martínez, reemplazándola por una Junta Militar integrada por los comandantes de las tres armas. No fue un suceso inesperado. La situación había llegado a un límite extremo “que agravia a la Nación y compromete su futuro”, como dice en uno de los comunicados de las F.F.A.A.
Cargan por esta situación, inmensa responsabilidad el lopezrreguismo reaccionario y su protectora María E. Martínez, que habían pisoteado el programa por el cual había votado el pueblo en 1973, y que en la etapa anterior había empezado, aunque con timidez e inconsecuencias, a realizarce. Comparten la responsabilidad jerarcas sindicales que sofocaron al movimiento obrero.
La movilización de tropas del 24 de Marzo había sido precedida de una intensa campaña que reclamaba “rectificar el rumbo”. Efectivamente, era necesario y urgente cambiar el rumbo pero no en la dirección indicada por La Prensa y Clarín, por APECE (ex ACIEL de infausta memoria), el MID frigerista, Alsogaray y Manrique; la alianza del poder del dinero con políticos inescrupulosos sin respaldo popular.
En víspera de los dramáticos sucesos del 24, bandas fascistas impunes asolaron con sus crímenes el país. La muerte rondaba las calles y caminos, fabricas, universidades, hospitales; penetraba en la intimidad de los hogares. Nunca se había visto en nuestro país nada tan cruel.
El P.C. siempre se pronunció contra los golpes de estado. La experiencia indica que desde 1930 los golpes de estado tuvieron por objeto defender el latifundio improductivo y aumentar el grado de dependencia del país. Esta vez, ¿se romperá esa nefasta tradición?
El P.C. esta convencido de que no ha sido el golpe de estado del 24 el método mas idóneo para resolver la profunda crisis política y económica, cultural y moral. Pero estamos ante una nueva realidad. Estamos ante el caso de juzgar los hechos como ellos son. Nos atendremos a los hechos y a nuestra forma de juzgarlos; su confrontación con las palabras y promesas.
Los actores de los sucesos del 24 expusieron en sus primeros documentos sus objetivos, que podríamos resumir de la siguiente manera:
“...Fidelidad a la democracia representativa con justicia social; revitalización de las instituciones constitucionales; reafirmación del papel del control del Estado sobre aquellas ramas de la economía que hacen al desarrollo y a la defensa nacional, defensa de la capacidad de decisión nacional...”.
El P.C., aunque no comparte todos los puntos de vista expresados en los documentos oficiales, no podría estar en desacuerdo con tales enunciados, pues coinciden con puntos de su programa, que se propone el desarrollo con independencia económica; la seguridad con capacidad nacional de decisión, soberanía y justicia social. No se concibe la seguridad a la brasileña, la que MAC NAMARA propuso a los países latinoamericanos. El triste ejemplo de Brasil; es elocuente: allí se logro la “seguridad” con injusticia social, con asesinatos y presos, con dependencia y agresividad exterior. Este camino no puede dar apariencia de fuerza a una nación intrínsecamente débil, podrida por dentro.
Subrayamos este concepto porque no se puede ignorar la aspiración estadounidense y su socio, la cúpula brasileña, a dominar la Cuenca del Plata, controlar la pampa húmeda, la costa sudatlántica y la Antártida; no se puede ignorar su apetito de petróleo de la plataforma submarina, de uranio y de otras riquezas nacionales. ¡ Es inconcebible la sola idea de la Argentina factoría !. Entre los objetivos expuestos por la Junta Militar está el de combatir la corrupción que pudre donde penetra; y en nuestro país ha penetrado hondo en ciertos medios. Nada tan necesario. El P.C. advierte empero el peligro de que se poden las ramas y se deje el tronco, se ataquen las consecuencias y no las causas, se quede en la superficie sin llegar a la fuente. Así se podrá castigar a un corrompido o a muchos corrompidos; pero no a erradicar la corrupción; la fuente es el cáncer del latifundio y de los monopolios internacionales.
También expuso su propósito de poner fin a la subversión. Es conocido el punto de vista del P.C. sobre las actividades de la supuesta ultraizquierda, que siempre repudió. La guerrilla se combate, sobre todo, suprimiendo las causas sociales que la generan, como se reconoce en documentos militares. Pero, ¿ se sobreentiende también investigar y castigar con el máximo rigor a las bandas hasta ahora impunes de criminales fascistas ?. De no ser así, además de defraudar la expectativa popular, quedaría flotando el peligro de la guerra civil. El P.C. considera que es un serio error suspender la actividad de los Partidos Políticos. Los Partidos Políticos democráticos pueden y deben, en esta nueva situación, contribuir sólidamente a encontrar las mejores soluciones, a encauzar el proceso por vía constitucional respetando los derechos del hombre y del ciudadano, sobre todo la libertad de expresión.
La opinión publica espera sean puestos en libertad todos los presos sin causas ni proceso y sea abolida la pena de muerte. La lucha por la multipartidaria ha sido un gran aporte a las soluciones nacionales. Y el hecho que se hayan podido plasmar, aunque aun de manera inconclusa, es alta expresión de la madurez política. Si la multipartidaria no pudo todavía jugar su papel es porque surgió al borde del abismo. Lo que no invalida su enorme significación política.
El P.C. considera auspicioso que la Junta Militar haya desechado una solución “Pinochetista”. Sin embargo, nadie tiene derecho a desarmarse. En el seno de las F.F.A.A. y fuera de ellas se esconden también pinochetistas. El enemigo interno y externo está en acecho. Los imperialistas y fascistas sueñan con el pinochetazo, con un baño de sangre.
Buenos Aires, 25 de marzo de 1976



Documento 2
El secretario general del Partido Comunista Revolucionario, Otto Vargas, ha faltado a la verdad en relación a la historia reciente del país y las posiciones de los partidos de izquierda ante el golpe de 1976. Sobre estos temas ha calumniado a nuestro Partido durante una conferencia organizada por el PCR de Capital Federal con motivo del mes de su prensa. El texto fue publicado en su periódico Hoy nº 1010, del 21 de abril de 2004, y por eso nos vemos en la necesidad de replicar lo allí afirmado.

1) Vanguardia Comunista sí fue parte de la vanguardia antigolpista.
En su charla, Vargas acusó a “muchas fuerzas de izquierda que en 1976 colaboraron con el golpe”. Bajo esa consideración general, pasó a hacer imputaciones a varios partidos políticos. El capítulo referido a VC fue el más extenso de todos y entre otras cosas afirmaba: “Y terminaba llamando, Vanguardia Comunista, pocos días antes del golpe, a “aislar el gobierno, arrancar la renuncia de Isabel Perón y la convocatoria inmediata a elecciones y como tarea inmediata trabajar en dirección a un nuevo 27 de junio” (se refiere a la gran movilización obrera que en junio de 1975 obligó a salir del país a López Rega, nota de Hoy)” (Hoy nº 1010, 21/04/04).
La verdad histórica es que Vanguardia Comunista luchó en los años previos al golpe de Estado contra el reaccionario gobierno de Isabel Perón y José López Rega (el mismo que apoyó el PCR). La razón de nuestra oposición fue que ese gobierno abría paso al golpe de estado fascista y proimperialista. Lo facilitaba enormemente mediante la aplicación de planes económicos antipopulares como los de los ministros Celestino Rodrigo y Emilio Mondelli, más la represión antipopular, el accionar fascista de la Triple A y el “Operativo Independencia” del Ejército del general Acdel Vilas en Tucumán.
Pero la lucha popular de la que VC formaba parte nunca perdió de vista que la batalla estratégica y decisiva se libraría contra el golpismo oligárquico y proimperialista. Por eso los documentos del II Congreso de VC, que Vargas cita mal, planteaban claramente: “Los comunistas (marxista-leninistas) llamamos a todos los patriotas y demócratas a reivindicar la voluntad popular como única autoridad para juzgar y condenar al gobierno, oponerse a todo golpe de Estado resistiéndolo por las vías necesarias. Que trabajadores, campesinos, estudiantes, sectores patrióticos de las Fuerzas Armadas se pronuncien de inmediato contra cualquier proyecto golpista. En caso de golpe, Parar el país, Ocupar fábricas, barrios, campos y Luchar por todos los medios posibles” (Resoluciones del II Congreso del PC (m-l) ex Vanguardia Comunista), Temas Revolucionarios nº 4, febrero-marzo de 1976.
Naturalmente que una posición antigolpista no se puede evaluar sólo por una declaración o volante sino a la luz de la práctica concreta de una organización. Y la nuestra dio sobradas pruebas antigolpistas llevando a las masas populares la postura de “En caso de golpe: Parar, Ocupar y Luchar”. Eso fue lo que propusimos en las asambleas obreras de Smata de Córdoba, Rigolleau de Berazategui, Tensa de Zona Norte de Buenos Aires, Ferroviarios de Villa María, Coordinadoras Obreras Zonales del gran Buenos Aires, Mesa de Gremios en Lucha de Córdoba, frigorífico Swift de Rosario, metalúrgicos de Villa Constitución, Astilleros Río Santiago, las asambleas estudiantiles, etc.
El golpe no pudo ser frenado ante el peso adverso del período previo del gobierno peronista de Isabel y López Rega y por la violentísima irrupción unificada de las Fuerzas Armadas y la totalidad de las clases dominantes. Pero de todos modos ese 24 de marzo hubo paros y abandonos de tareas en fábricas que tuvieron mucho que ver con la labor antigolpista encarada durante todo 1975 por VC. Varios de los camaradas que habían estado al frente de esa agitación fueron secuestrados y asesinados, como Jorge Weisz del ingenio Ledesma (quien ya había sido detenido por la derecha peronista que gobernaba Jujuy), Víctor Hugo Paciaroni de Ferroviarios de Villa María, Luis Moriña de Mendoza, Víctor Voloch de la secretaría sindical del Partido y muchos otros camaradas.
Otto Vargas falsea la verdad histórica y el rol combativo y antigolpista de nuestro Partido. También ofende la memoria de esos camaradas y tantos otros luchadores antigolpistas que dieron su vida enfrentando al fascismo.

2) El PCR fue furgón de cola del lopezrreguismo.
Aunque Vargas quiere hacer creer a su público que el PCR fue la mejor avanzada antigolpista, la verdad es que caracterizó mal al gobierno de Isabel Perón, erró en cuanto a las fuerzas de la resistencia y valoró equivocadamente el sentido del golpe. Sobre el cuartelazo, afirmó: “Este golpe tuvo algo nuevo. Fue el papel hegemónico que jugó en él un nuevo imperialismo, el socialimperialismo soviético” (Editorial de Hoy nº 652, 19 de marzo de 1997).
El PCR estimó que Isabel Perón encabezaba un gobierno popular, representante de la burguesía nacional que por fin se habría sacado de encima la hegemonía del “socialimperialismo ruso”. Por eso lo caracterizó antes -y sigue repitiendo ahora- que ese era un gobierno tercermundista y patriótico, y aún hoy pone énfasis en algunas leyes laborales de ese tiempo y la argentinización de bocas de expendio de Shell y Esso, algo que el pueblo minimizó como nacionalización de “las mangueras” (no del petróleo ni las refinadoras). El Comité Central del PCR escribió: “el gobierno de Isabel Perón representaba en general los intereses de la burguesía nacional tercermundista. Este gobierno tomó medidas, que aunque reformistas tenían un carácter antiimperialista y antiterrateniente” (Editorial de Hoy nº 602, 20/03/1996).
En verdad ese gobierno se sometió a los dictados del FMI y aumentó la pobreza generalizada del pueblo, atacando el salario y a los sindicatos combativos como la UOM de Villa Constitución. Todo ese pueblo santafesino fue acusado de protagonizar un “complot subversivo” y en consecuencia fue ocupado por la Policía Federal y fuerzas de seguridad, con un saldo de muchos detenidos y desaparecidos. Al mismo tiempo violentó al movimiento de masas mediante el terrorismo fascista de la Triple A que llegó a asesinar a más de mil personas antes del 24 de marzo de 1976. La figura más emblemática fue el ministro de Bienestar Social, López Rega, que el PCR defendió por “tercermundista”.
Tenemos pruebas de ese apoyo del PCR al “Brujo”, que enumeramos someramente:
-El PCR se quedó en Plaza de Mayo el 1 de mayo de 1974 cuando la Juventud Peronista, Montoneros y fuerzas de izquierda, entre ellos nuestro Partido, se retiraban del lugar luego que el general Perón atacara de “imberbes”, “estúpidos” e “infiltrados” a los jóvenes que tanto habían hecho por su retorno al poder. Dicho sea de paso, Vargas falsifica la consigna central de estos jóvenes en su conflicto con Perón. El lema de ese día fue: “¿Qué pasa general, está lleno de gorilas el gobierno popular?”. Esos “gorilas” eran el propio López Rega, los cabecillas de la matanza de Ezeiza, la decisión de ubicar como jefes de la Policía Federal a los comisarios Villar y Margaride, etc.
-El PCR saboteó la gran movilización obrera del 27 de junio de 1975, que tiró abajo el tope a las paritarias que querían imponer Isabel Perón, las grandes patronales y el FMI. Esa lucha también determinó la caída del “Brujo” y forzó su salida del país. Fue una gran victoria táctica del pueblo, la más cercana posibilidad de impedir o frustrar el golpe de Estado en ciernes. Es muy importante recalcar que el PCR la boicoteó con la consigna de que se trataba de “una asonada prosoviética” convocada por los “prosoviéticos” Casildo Herreras y Lorenzo Miguel de la CGT y 62 Organizaciones. En rigor, aunque convocaron muchos gremios, el motor de esa movilización de masas fueron las Coordinadoras Obreras Zonales a las que el PCR rechazaba. Al ponerse en contra de la movilización obrera queda claro que ese partido no tuvo un rol antigolpista en todo el período previo. ¿Qué otra acción de masas pudo frustrar el golpe en ese entonces?. Ninguna. La del 27/6/75 fue la última gran oportunidad de hacerlo y el PCR estuvo activo en la vereda de enfrente.
-El PCR puso su acento en derribar a José Ber Geldbard y no al “Brujo”. Por eso en agosto de 1974 lanzó un paro por tiempo indeterminado en el SMATA cordobés justificado por ellos como que “damos un topetazo más y lo bajamos al ruso Gelbard”. No hace falta ser muy listo para darse cuenta que López Rega estaba muy contento con que el PCR pusiera ese blanco principal. El tenía el mismo enemigo.
-En los días previos a las elecciones en Misiones, en 1975, donde por supuesto el PCR votaba al Partido Justicialista (nosotros al Partido Auténtico, finalmente ilegalizado), el dirigente nacional del PCR, Jacobo Perelman reconoció que su partido había coincidido con López Rega porque era “tercermundista”. Idéntica explicación daban los dirigentes del PCR en el gremio SMATA de Córdoba (fuentes: Mendiolaza, miembro de ese partido y de la Comisión Interna de Santa Isabel en ese momento, Jorge Pérez, de la Lista Naranja; Roberto Nájera, miembro de la CD del SMATA Córdoba).
Por todo eso Otto Vargas debería sacarle las comillas a su frase irónica de la charla del mes de prensa que estamos replicando. Dijo allí “Todo esto es ocultado y nosotros seríamos ´lopezrreguistas´, somos los ´lopezrreguistas´ que defendimos el gobierno de Isabel Perón”. Sí, fueron los lopezrreguistas –sin comillas- que defendieron a Isabel y López Rega.
Por supuesto que hubo organizaciones políticas y político-militares del campo popular que no vieron el peligro de golpe o directamente tuvieron simpatía con los generales Jorge R. Videla y Roberto E. Viola a los que luego caracterizaron como “democráticos” y hasta “nacionalistas”. Este fue el caso de la dirección del Partido Comunista de Arnedo Alvarez, Athos Fava, Orestes Ghioldi, Fernando Nadra, Jorge Pereyra y Patricio Echegaray.
Eso es cierto y lamentable pero sólo referido a la cúpula del PC. Tan cierto como que el PCR se limitó a la “defensa incondicional de la señora Isabel Perón”, sin ningún plan antigolpista. Vargas dependió de lo que hiciera su defendida y especuló hasta último momento con la posibilidad de que ese gobierno capitulador entregara armas al pueblo. Es verdad que el “gorilismo” ha sido una gravísima enfermedad de la izquierda argentina. Pero el seguidismo a lo peor del peronismo gran burgués también es un lastre histórico de la izquierda. Sobre todo cuando este sector gran burgués del PJ busca derrotar al pueblo mediante la represión y quiere sobrevivir a un golpe cumpliendo buena parte del programa de los golpistas.
El programa y sentido del 24 de marzo era claramente oligárquico y proyanqui. Lo afirmó el II Congreso de nuestro Partido: “El imperialismo yanqui, los sectores oligárquicos asociados a él y los ultrarreaccionarios que los siguen tienen el propósito de restaurar su paraíso perdido de la época de Onganía. Si bien no abandonan sus esfuerzos encaminados a arrancar nuevas concesiones del gobierno, han elegido el golpe de Estado como forma principal de recuperar el poder pleno. Un golpe de Estado encaminado a ahogar en sangre a la revolución. El imperialismo yanqui prepara en la Argentina un pinochetazo por diez” (Resolución Política Nacional, número citado de Temas Revolucionarios, pág. 11 y 12). Que el lector juzgue la falsificación de Otto Vargas cuando imputa a VC –sin citar la fuente- de calificar a la dictadura videlista de ser representante de “terratenientes independientistas” supuestamente continuadores de la “Representación de los Hacendados” de Mariano Moreno.

3) Vargas no es marxista-leninista.
Quien hace seguidismo de la gran burguesía reaccionaria una y otra vez, y no hace autocrítica, no es marxista. El secretario general del PCR confirma ese aserto porque –además de incurrir en esa desviación- no entiende que el alma viva del leninismo es el análisis concreto de situaciones concretas.
En su mencionada charla arremetió contra nuestro Partido: “Vanguardia Comunista, que realizó su segundo congreso en febrero-marzo del ’76, dijo que el gobierno peronista era “la expresión de la gran burguesía”, “la evolución de la política argentina hizo que de sus contradicciones principales pasara a primer plano la que enfrenta a la gran burguesía con las masas populares, la agudización de esta contradicción colocó en segundo plano la contradicción entre los intereses nacionales y el imperialismo yanqui y las contradicciones que enfrentan los distintos grupos de la oligarquía y las potencias imperialistas, las dos superpotencias en particular, en su disputa por el dominio del país. Ésta fue una posición que influenció a muchas fuerzas de izquierda teóricamente, dentro de nuestro Partido la sustentaban Carlos Altamirano, Beatriz Sarlo. Vanguardia Comunista posteriormente teorizó que la dictadura de Videla-Viola expresaba a los terratenientes argentinos que nunca habían sido proimperialistas, como lo demostraría la Representación de los Hacendados de Moreno, la posición nacionalista de Martínez de Hoz en el Siglo XIX, etc., y que el de Videla “no era un gobierno al servicio de un imperialismo, sino de terratenientes independentistas” (Hoy nº 1010, 21/4/04).
Sin embargo, en las resoluciones del II Congreso de nuestro Partido, que Vargas cita parcialmente, está explicada la razón por la que entre 1974 y 1975 el gobierno de la gran burguesía de Isabel Perón se había interpuesto en la lucha del pueblo contra el imperialismo yanqui y debía ser removido para poder batir a éste.
Allí razonábamos que “la concentración del batallar popular contra la gran burguesía, sobre todo contra su gobierno, no es producto de que las masas populares hayan dejado de considerar al imperialismo, en particular el norteamericano, como el enemigo principal de su gran empresa liberadora. Muestra que en las actuales condiciones, la forma principal de lucha contra el imperialismo yanqui es la lucha contra la conciliación y las concesiones que la gran burguesía le realiza. Una prueba de que las masas populares, sobre todo el proletariado, no han perdido la orientación nacional liberadora de su lucha es que no han dejado de pronunciarse contra los planes golpistas restauradores del imperialismo yanqui” (Resoluciones del II Congreso del PC (m-l) ex Vanguardia Comunista), página 8, Temas Revolucionarios nº 4, febrero-marzo de 1976).
La historia de un partido de la clase obrera está llena de giros tácticos según quién sea el enemigo principal de cada coyuntura. Los comunistas chinos y Mao Tsé tung pelearon desde 1927 en adelante contra el reaccionario Kuomintang y Chiang Kai Shek, como blancos centrales. Y no por eso dejaron de proponer un frente único antijaponés, en los años ´30, luego de producida la la invasión de su país por los imperialistas nipones.
En 1964-1966 en Argentina las fuerzas obreras y populares se oponían al gobierno de Arturo Illia sin por eso servir al golpismo de los “azules” de los generales Juan Carlos Onganía y Alejandro A. Lanusse. Quienes sí hicieron golpismo fueron los jerarcas de la CGT vandorista.
Yendo a otro ejemplo más reciente. Hasta el 2 de abril de 1982 la contradicción principal oponía al pueblo argentino con la dictadura militar, pero durante algo más de 70 días ese lugar fue ocupado por la lucha contra el imperialismo inglés, durante la guerra de Malvinas. Tras eso volvió a primer plano la pulseada con la dictadura militar, sumándose el cargo de haber capitulado en las islas.
¿Qué tiene entonces de extraño que nuestro Partido pusiera el acento en 1974 y 1975 en derrotar al gobierno isabelino para poder acumular fuerzas y enfrentar inmediatamente a la restauración golpista proyanqui?.
El PCR no tenía esa complejidad táctica porque se limitó a secundar al sector dominante peronista que ya en junio de 1973, en Ezeiza, había producido una masacre contra el pueblo y la juventud, y el posterior el golpe de Estado de julio contra Cámpora-Solano Lima. Y siguió brindando su apoyo a ese gobierno que giraba más a la derecha con Raúl Lastiri, el propio Perón y luego irremediablemente con Isabel y López Rega, hasta el final.
Vargas reconoce que el gobierno peronista, incluso el del general Perón, estaba dominado por los prosoviéticos: “y desde el primer momento del gobierno de Perón (de Cámpora primero y de Perón después) comprendimos que era un gobierno que aunque tenía un líder de las masas populares que era Perón, estaba hegemonizado por las fuerzas prosoviéticas” (Hoy nº 1010, citado).

4) El PCR justificó la Triple A.
La visión errónea del PCR sobre el tipo de país y de revolución pendiente lo ha llevado a enormes desviaciones del marxismo, por lo general oportunistas de derecha y de seguidismo a las camarillas más reaccionarias dentro del peronismo. Su caracterización habla de un país semicolonial donde el enemigo es la oligarquía terrateniente, la gran burguesía intermediaria o compradora y el imperialismo. Vargas ubicó al “socialimperialismo ruso” y no al imperialismo yanqui, como la potencia imperial dominante en Argentina, desde el frondicismo de 1959 hasta nuestros días con Néstor Kirchner, con el intervalo de Menem (que habría tenido el costado positivo de desbancar a los rusos, presuntos enemigos principales del pueblo argentino…).
En esa teoría de sociedad semicolonial prácticamente toda la burguesía industrial es “nacional” y merece el apoyo del partido del proletariado, justificado con citas unilaterales de los textos de Mao Tsé tung. Si el grueso de la exportación de cereales es comprado por la URSS, como sucedió durante cierto tramo de los ´80, entonces Moscú era el imperialismo dominante. Sobre todo si al interior del país, desde el gobierno de Arturo Frondici en adelante, el poder político estaba en manos de los “socialimperialistas rusos” como groseramente sostenía el PCR.
Para enfrentar a ese enemigo, ese partido se buscó cada aliado que metía miedo. Por ejemplo, llegó en parte a justificar la aparición de la fascista Triple A en estos términos: “Y al no poder subordinar al peronismo, particularmente a Isabel Perón, las fuerzas prosoviéticas pasaron a ser las más activas fuerzas golpistas. Miles de jóvenes que querían cambios revolucionarios fueron instrumentados por el sector golpista prosoviético que al mismo tiempo operaba en las Fuerzas Armadas con el violovidelismo y otras corrientes. Se intensificó el accionar terrorista con atentados que fueron abiertamente provocativos. Las organizacions en que cristalizó el agrupamiento de la pequeño burguesía radicalizada tuvieron una línea equivocada que los llevó a cometer graves errores políticos y estratégicos. Frente al accionar terrorista, un sector del peronismo impulsó la línea de enfrentar aparato contra aparato y se creó, en vida de Perón, la ´Triple A” para la represión parapolicial ´antisubversiva´. Aparecieron luego otras organizaciones ´anticomunistas´ dirigidas por fuerzas golpistas y de los servicios, algunas llamadas también como ´Triple A´ que desataron una ola de asesinatos a dirigentes obreros y populares, dirigentes peronistas reconocidos por su defensa del gobierno constitucional y hacia militantes de nuestro Partido a partir de nuestra posición antigolpista” (Resolución sobre Programa, págs. 38 y 39, 9º Congreso del PCR, Rosario, 11-13/08/2000, la negrita es nuestra).
Aquí queda plasmada la “comprensión” de Otto Vargas y la dirigencia del PCR hacia el gobierno de la la “burguesía nacional tercermundista” de Perón e Isabel Perón. Estos habrían creado una “auténtica” Triple A para defenderse del previo ataque del “terrorismo subversivo” promovido por los golpistas. Los prosoviéticos golpistas habrían creado luego otras “Triple A” para matar gente y desprestigiar al gobierno. ¡Y después Vargas quiere hacernos creer que no fueron lopezrreguistas!. ¡Si veinticinco años después, el 9º Congreso del PCR seguía justificando en cierto grado la aparición de la Triple A!.
Nuestro Partido en cambio se unió con las bases obreras y populares del peronismo. Lo hicimos con el sector obrero donde militaba Felipe Vallese en los ´60, con quien trabajó unitariamente el sector fundador de Vanguardia Comunista. Lo hicimos con los compañeros de la CGT de los Argentinos en 1968, con los del Peronismo de Base en Sitrac-Sitram, con los de JP y Montoneros (el 25 de mayo de 1973, en las puertas del penal de Villa Devoto donde reclamábamos la libertad de los presos políticos, fue asesinado un militante nuestro, Carlos Sfeir, y otro de la JP, Oscar Horacio Lisak), con los compañeros de JP y Montoneros el 1 de mayo de 1974, con los del Partido Auténtico para las elecciones en Misiones de 1975, con los trabajadores y el pueblo en general en la jornada contra López Rega el 27 de junio de 1975, etc.
En la plaza de Mayo, el de mayo de 1974, hubo disímiles actitudes ante el conflicto entre el general Perón-Isabel Perón-López Rega, de un lado, y la tendencia revolucionaria del peronismo, del otro. Allí se abrió un foso entre VC y el PCR porque elegimos trincheras opuestas. La idea de René Salamanca, de 1973, de formar un partido unificado de los marxista-leninista-maoístas en base a las dos organizaciones y que gozó de simpatía de nuestra parte en ese momento, ya nunca más pudo ser.

5) Las peores calumnias del PCR.
Llama la atención el ataque de Otto Vargas contra nuestro Partido a propósito del golpe de 1976 pues nos dedica más centimetraje que a otras organizaciones que sí apoyaron a Videla, como el PC. Quizás una parte de la explicación radique en que, como admitió el orador de esa conferencia, “(la de VC) fue una posición que influenció a muchas fuerzas de izquierda teóricamente, dentro de nuestro Partido la sustentaban Carlos Altamirano, Beatriz Sarlo”. El hombre quiere cobrarse mal el brutal aislamiento político en que cayó el PCR por su política lopezrreguista de los años ´70 continuada posteriormente en alianzas con otros sectores anticomunistas del justicialismo, siempre listos para condenar al “socialimperialismo soviético” y los “terroristas subversivos”.
De allí se entienden las falsificaciones de Vargas contra Vanguardia Comunista (actual Partido de la Liberación). Su actitud no es nueva. Recordemos la barbaridad que escribió hace unos años en una de las peores infamias de su carrera política, al acusarnos de haber querido asesinar a dirigentes del PCR durante la dictadura. Sí, leyó bien, compañero lector. En un libro de preguntas y respuestas que lleva su firma se lee: “En Vanguardia Comunista siempre hubieron ´dos almas´ en relación a este tema. Una que pugnó por estudiar, asimilar e integrar el maoísmo a la revolución argentina, y otra que luchó contra esto. El primer sector siempre tuvo una actitud unitaria hacia nosotros. Quiero destacar en él, en particular, a Roberto Cristina, hoy detenido desaparecido. En el otro sector hubieron quienes llegaron a planificar incluso el asesinato de algunos dirigentes del PCR en plena dictadura, como nos enteramos después. Nunca supimos por qué nos tenían tan poca simpatía y la vida demostró que siempre tuvieron más odio hacia nosotros que contra los revisionistas del PCA” (Otto Vargas, “¿Ha muerto el comunismo?”, página 168).
Una cosa es que no hayamos tenido ninguna simpatía por las posturas lopezrreguistas e isabelinas, lo cual fue público y notorio. Y otra cosa es la difamación de Vargas, que nunca dio una prueba al respecto (lo seguimos desafiando a que lo haga). Yo soy miembro del Comité Central del Partido desde 1974 hasta la actualidad y me consta que la suya es una mentira que no tiene ni pies ni cabeza. Fue publicada por Vargas recién en 1990, cuando ya habían transcurrido 12 años desde la desaparición de Roberto Cristina a manos de la dictadura militar. El no podía defenderse. Lo defendemos nosotros porque estábamos con él en el Comité Central y continuamos con los camaradas del PL su legado político en la misma organización.
Además de la calumnia, Vargas quiso meter cizaña al interior del Partido y hacerse el simpático con Roberto Cristina. También en esto miente. Damos como prueba lo que pensaba el secretario general de VC al incluir en la resolución política del II Congreso esta referencia al PCR. Criticando que este partido había quedado a contramano de las masas, incluso de las masas peronistas, por sabotear la movilización del 27 de junio de 1975, Roberto sostuvo: “El estrepitoso fracaso del puñado de estafadores políticos que comanda el autodenominado “Partido Comunista Revolucionario” que dijeron unirse a las masas peronistas haciendo la apología de Isabel, López Rega, Rodrigo y otros elementos similares, demuestra que se coloca a contramano de las masas aquél que se opone al pujante proceso de descarte del peronismo” (Resolución citada II Congreso, pág. 9).
Como se puede apreciar, si VC tenía “dos almas” como miente Vargas, la de Roberto Cristina no era precisamente la más caricativa ni indulgente con la dirigencia del PCR. El oportunismo de Vargas hacia nuestro camarada no resiste otra prueba. Roberto fue quien legó al partido la caracterización de que Argentina es un país capitalista dependiente, lo que choca por el vértice con la teoría del PCR sobre la existencia de una semicolonia. Cada vez que toca este tema, Vargas sostiene que la del “capitalismo dependiente” es una “teoría revisionista”, que “se elaboró en el instituto de ciencias de Leningrado del KGB” (Hoy nº 1010, pág. 4).
Por eso, de esas dos teorías contrapuestas, surge que Roberto Cristina preparó a nuestro Partido para luchar por la revolución nacional, democrática y popular contra los monopolios nacionales y extranjeros, sobre todo el imperialismo yanqui. En tanto Vargas –haciendo honor a las enseñanzas de Victorio Codovilla (PC) de quien fue su “delfín” hasta 1968- llama a enfrentar a los terratenientes, la burguesía intermediaria y el imperialismo, sobre todo el “socialimperialismo ruso” (hoy sería imperialismo ruso a secas). Las diferencias son evidentes.
Vargas no sólo calumnió a nuestra organización y su dirigente histórico. Al resto de las fuerzas revolucionarias de los ´70 las tildó de mero instrumento del golpismo, lo cual así dicho, globalmente, era una enormidad o falsedad. Más importante aún, faltó el respeto a las luchas de esos compañeros de la Generación del ´70 que se atrevieron a luchar por el poder. Leamos lo que dijo el secretario del PCR respecto a PRT-ERP, Montoneros, FAR, FAP, FAL, etc, así como de Mario R. Santucho, Rodolfo Walsh, Benito Urteaga, Raúl Yaguer, Marcos Osatinsky, Norma Arrostito y tantos otros militantes populares de esas organizaciones. En un reportaje a 20 años del golpe (prorruso según su delirante caracterización), le preguntaron: “¿Y cuál fue la posición que tomaron los demás partidos de izquierda (ante el golpe)?”. La respuesta de Otto Vargas fue: “En general las fuerzas de izquierda al igual que pasó en 1930, igual que pasó en 1955, fueron los cuzcos garroneros de los golpistas. ¿Viste cuando se va a cazar pumas que se llevan cuzcos garroneros que enloquecen a los leones para que el cazador tranquilo le pueda meter un balazo en la cabeza?. Bueno, así jugaron los partidos de izquierda a través del terrorismo urbano y a través de una agitación que ponía en el centro del blanco al gobierno de Isabel Perón” (Suplemento de Nueva Izquierda nº 136, marzo de 1996).

6) La del PCR, una historia muy seleccionada.
En la conferencia de abril último, Vargas ensalza la historia del PCR como supuesto partido del proletariado y de su periódico “Hoy” como registro histórico donde está la verdad. A lo largo de nuestra refutación hemos dado pruebas de que eso no es cierto. Desafiamos a que el PCR reimprima el ejemplar de Nueva Hora referido a la jornada anti-lopezrreguista del 27 de junio de 1975 para que se vea si ellos participaron de la movida, como dicen ahora, o si la sabotearon por considerarla una “asonada prosoviética”.
El manejo interesado de su historia los lleva a contar grandes hazañas que por lo general, como en la conferencia de abril último, se interrumpen con el fin de la dictadura militar. ¿Por qué no sigue Otto Vargas con el hilo del relato después del ´76?.
Podría haber explicado el eufórico apoyo que brindó el PCR a la candidatura a gobernador de Buenos Aires del anticomunista Herminio Iglesias en 1983. Este fue reporteado a una página y media bajo el revelador título de “Ni capitalismo soviético ni capitalismo yanqui” (Hoy nº 18, 19 de octubre de 1983).
También podría haber hecho autocrítica de sus posiciones anticubanas aún avanzado el año 1984, como las volcadas en un artículo condenatorio de Silvio Rodríguez y Pablo Milanés titulado “Te lo dice un cubano, ¿te lo dice un amigo?”. Allí critican “la estafa ideológica y la mentira encerradas en los temas de Silvio Rodríguez” y lo acusan de apologista del “cubano transformado en invasor no en liberador de los pueblos”, etc.
Y finalmente tendrían que haber dado una explicación de su subordinación al entreguista Carlos Menem en la fundación del FREJUPO y el apoyo a su gobierno neoliberal hasta fines de 1990. En el libro mencionado “¿Ha caído el comunismo?” se puede ver la foto de Otto Vargas, en nombre del PTP-PCR, en la reunión de “presidentes de los partidos integrantes del Frejupo (Frente Justicialista de Unidad Popular) con el presidente de la Nación, doctor Carlos Saúl Menem, Casa Rosada, 26 de febrero de 1990)”.
“FREJUPAZO, Ahora no bajar la guardia” era el título enorme de la tapa de Hoy nº 267, del 17 de mayo de 1989. Allí se ufanaban de que “de los partidos aliados al PJ, el PTP y el PCR hicieron la campaña más amplia”. Sin desperdicio fue la crónica del FREJUPAZO en Capital Federal: “La candidata a diputada por el PTP en el Frejupo, Clelia Iscaro, recorrió el trayecto en el Menemóvil. Al pasar éste por Plaza Once, donde aguardaba un contingente del PTP con sus carteles, Menem saludó con el puño en alto”.
La dirección del PCR estuvo con el gobierno de Menem hasta fines de 1990, “tragando sapos” como los siguientes: que Menem entregara al monopolio Bunge & Born la cartera de Economía mediante los ministros de Economía Miguel Roig y Miguel Rapanelli; que Menem dictara el primer indulto a los genocidas como el general Menéndez en octubre de 1989, etc. De estas traiciones Vargas tendrá que dar cuenta ante su propia militancia, dentro de la cual hay mucha gente honesta y valiosa que no conoce esta parte de la historia porque sus dirigentes se la tergiversaron.
En un pasaje de su conferencia sobre el rol de la prensa partidaria, Vargas aseguró que “si aquí se quiere saber verdaderamente lo que pasó en los últimos treinta y pico de años de política argentina, hay que leer la colección del Nueva Hora (y Hoy)”. A la luz de algunas cosas que hemos señalado y otras que nos guardamos para seguir polemizando en otra oportunidad, surge que ese consejo suyo es bastante inmodesto. Una cosa es la colección de Nueva Hora desde 1968 hasta 1974, en una época rescatable con aciertos y errores donde prevalecieron los primeros. Y otra cosa es el tramo 1974 hasta nuestros días, donde se invierten claramente los porcentajes de aciertos y errores a favor de éstos últimos.
Eso no hace más que reflejar, en negro sobre blanco en el papel (y en su página de internet), que el PCR dejó de tener una orientación marxista-leninista a partir de 1974. Perdió progresivamente sus atributos revolucionarios aún cuando mantenga un buen número de dirigentes y militantes combativos y clasistas. Su secretario general fue el gran responsable, no el único, de semejante vuelco oportunista.

SERGIO ORTIZ
Secretario General del Partido de la Liberación (ex Vanguardia Comunista).

agrega un comentario


PC, PCR, PL y Sergio Ortiz , todos stalinistas que ensucian el nombre del socialismo
Por y aparte son burocratas !!! - Monday, Nov. 07, 2005 at 12:30 AM

Se pelean entre stalinistas, dan risa!!!!, todos defensores algunos con matices como el PCR del regimen chino, pero todos coincidiendo con el regimen cubano de partido único y pensamiento único.

Ensucian el nombre del socialismo y siguen defendiendo la degeneracion burocrática y represiva bajo el stalinismo en la vieja ex-URSS y los regimenes policiacos del este.

Todos estas corrientes stalinistas ensuciaron y ensucian el nombre del socialismo, y por ende fueron parte de la tergiversacion de la más amplia democracia obrera que existía en todos los niveles, bajo el regimen leninista de los soviets del Partido Bolchevique de Lenin y Trotsky

agrega un comentario


agregamos el de zemskov
Por colmillorojo - Thursday, Nov. 10, 2005 at 8:25 PM
colmillorojo@hotmail.com

Documento 3
Entrevista con Viktor Zemskov, historiador ruso Todos los muertos de Stalin Rafael PochLa Vanguardia. España, 3 de junio. MOSCÚ.- La guerra fría concluyó hace una década y ya es hora de que la propaganda dé paso a la historia, y la suposición al documento. Hace diez años que en Rusia se sabe que Stalin y su régimen mataron mucho menos de lo que se ha dicho. Que haya que quitarle un cero a la cifra de represaliados, en millones, no cambia absolutamente ninguna conclusión, ni altera los adjetivos. Simplemente, la capacidad de horrorizarse no debería estar reñida con la seriedad. Encuentro al historiador Viktor Zemskov en el Instituto de Historia de la Academia de Ciencias rusa. En 1989, cumpliendo una directiva del Politburó de Mijail Gorbachov, la Academia de Ciencias, encargó a Zemskov aclarar un gran enredo; las dimensiones reales de la represión estalinista. Hasta entonces, el tema había estado en manos de quienes el profesor Moshe Lewin, uno de los mayores especialistas occidentales en historia de la URSS define como, "personas con una fértil imaginación". En esa categoría se incluyen muchos "Cold warriors", cruzados de la "guerra fría". Algunos de ellos siguen hoy con el reloj parado. Zemskov, un hombre humilde y discreto, tuvo, por primera vez, acceso a uno de los sectores más secretos de los archivos del Ministerio del Interior (Mvd-Mgb) y de la policía de estado (Ogpu-Nkvd) de Stalin. Allí se encontró con una documentación pormenorizada y exhaustiva de la máquina represora de Stalin; el Gulag, las cárceles, la estadística de fusilados, deportados, etc. Resultó que el estado y sus matarifes llevaban las cuentas de sus crímenes y fechorías con el rigor de un esmerado y pedante oficinista. Hace casi diez años que los documentos de estos archivos han hablado, pero Zemskov y sus conclusiones siguen siendo desconocidos. "A mi no me invitan a hablar por televisión", dice sin el menor atisbo de falsa modestia. Esta es la primera entrevista de Zemskov a un medio de prensa extranjero, porque nadie se había interesado por el testimonio del hombre que alteró las cifras, no la esencia, de uno de los grandes dramas del siglo XX. En el momento culminante de la represión estalinista, el "gran terror" de 1937-1938 en la URSS se practicaron 2,5 millones de detenciones, y entre 1921 y 1953 se fusiló por motivos políticos a 800.000 personas. La cifra es tan impresionante que, a su lado, poco importa que hasta ahora se hablara de 20 millones de detenciones o de 7 millones de fusilados. - ¿Existen cifras exactas sobre la represión estalinista? - El criterio "represión" puede interpretarse de diferentes formas. Yo me limito a la "represión política", es decir a los incriminados según el artículo 58 del código penal ("actividad contrarrevolucionaria y otros crímenes graves contra el estado"), que fueron condenados a muerte o a otras penas. Entre 1921 y 1953, pertenecen a este grupo unos 4 millones de personas. De ellos, cerca de 800.000 fueron condenados a fusilamiento. Además, suponemos que alrededor de 600.000 murieron en presidio, por lo que las muertes políticas fueron 1,4 millones. - ¿Incluye ésta cifra de 4 millones, de ellos 1,4 muertos, a los "kulaks" (campesinos acomodados), los pueblos deportados, etc? - Los "kulaks" se dividían en tres categorías. Una es la de los detenidos y juzgados como delincuentes políticos. Estos sí que entran en nuestra estadística. Otra es la de los apresados y enviados a regiones del norte, y otra la de aquellos que simplemente eran expulsados de los pueblos y se buscaban la vida en las fábricas. Los dos últimos grupos, los más numerosos, no entran en nuestra estadística, de manera que entre los 4 millones el grupo de los "kulaks" es pequeño. - ¿Por qué no los incluyen?. ¿Acaso el destierro al Norte y la deportación no son represión? - Si, pero no eran juzgados. Sólo se les deportaba y se les confiscaba sus propiedades. Hay motivo para un debate... - ¿O sea que si no está formalizado jurídicamente, todo eso no es represión? - Es la única manera de distinguir a los represaliados políticos del sufrimiento general. Consideramos que a partir de 1918, cuando empieza la expropiación de los terratenientes, de los capitalistas, del clero, eran represaliados quienes eran detenidos por la VCHK (la policía de estado), aunque, incluso si no eran detenidos, todos estos grupos perdieron todas sus propiedades. Con los "kulaks" aplicamos el mismo criterio; los represaliados eran los detenidos, mientras que los deportados eran simplemente víctimas de las transformaciones socio-económicas, crueles e igualitaristas. Esa circunstancia puede aplicarse a la mayoría de la población de la URSS, pues, de una u otra forma, la gente sufrió; se pasaba hambre, se vivía mal, etc. - Efectivamente, pero el concepto "represión" debe abrirse a otras víctimas de castigo terrorista, que frecuentemente sufrieron una enorme mortandad. Por ejemplo, los estudios más convincentes señalan que entre 1,1 y 1,2 millones de familias "kulaks" fueron destruidas en la colectivización, ¿cuántos miembros de ese colectivo de 5,5 a 6 millones de almas murieron? - La cifra aún no se ha establecido. En la bibliografía se dan cifras absurdas de 6 a 10 millones de muertos, entre ellos de 3 a 7 millones en Ucrania. Pero gracias a la estadística demográfica sabemos que en 1932 en Ucrania nacieron 782.000 y murieron 668.000, mientras que en 1933 nacieron 359.000 y murieron 1,3 millones, Estas cifras incluyen mortalidad natural, pero está claro que la primera causa de muerte esos años fue el hambre. - Los nacionalistas ucranianos consideran eso un genocidio nacional contra ucranianos, ¿está de acuerdo? - No, porque esa misma situación se dio entre la población del Cáucaso del Norte, la región del Volga y Kazajstán, donde hubo hambrunas. Había que cumplir el plan confiscando parte de la cosecha, pero como, a causa de la sequía, no se alcanzaba lo necesario, confiscaron toda la cosecha. El estado cometió un crimen contra todos los campesinos, independientemente de su nacionalidad. - Catorce nacionalidades de la URSS fueron deportadas por completo y 48 parcialmente. Sólo entre las etnias del Cáucaso se deportó a 650.000 personas en tres operaciones militares, vigiladas por un ejército de 100.000 hombres, sin contar 19.000 soldados del NKVD. ¿Qué se sabe de esa mortandad? - En la propia operación de deportación no fue muy elevada. En el caso de los tártaros de Crimea, por ejemplo, murieron dos o tres personas en cada convoy ferroviario, en general ancianos. En total 191 personas. Pero al llegar a su destino, en Uzbequistán, murieron por decenas de miles. En los primeros años de destierro la mortalidad superó con creces a la natalidad. Sobre los chechenos, no se sabe con exactitud, pero por el camino tampoco murieron mucho, en cambio en su destino, sí. - ¿Por qué la franja temporal 1921-1953?. ¿Acaso concluyó la represión después de 1953? - Entre 1937 y 1953 la represión era mortífera. En su periodo más cruel, 1937-1938, fueron condenadas más de un millón trescientas mil personas de las que casi 700.000 fueron fusiladas. En 1951 fueron condenados casi 55.000, y en 1952, 29.000... Veamos ahora 1958, con Stalin ya muerto: los condenados fueron menos de 2000, entre ellos 69 personas a fusilamiento. Es decir, el volumen de la represión se redujo veinte veces en comparación con los primeros años cincuenta, y en centenares comparado con los años 30. A partir de Jrushov ya no hay una escala extraordinaria. - ¿Que le parecen las cifras sobre represión y mortandad en la URSS barajadas durante la guerra fría? - De lo que se trataba era de desacreditar al adversario. La sovietología occidental afirmaba que 50 o 60 millones habían sido víctimas de la represión, la colectivización, el hambre, etc. En 1976 Solzhenitsyn dijo que entre 1917 y 1959 en la URSS habían muerto 110 millones de personas. Es difícil comentar éstas tonterías. La realidad es que la población del país fue aumentando por encima del 1%, superando el crecimiento demográfico de Inglaterra o Francia. En 1926 la URSS tenía 147 millones de habitante, en 1937 162 millones, y en 1939 170,5 millones. Los censos son fiables, y sus cifras son incompatibles con matanzas de decenas de millones. - ¿Cómo reaccionaron a sus cifras? - Lev Razgón, un conocido literato, polemizó conmigo. Defendía que en 1939 había más de 9 millones de presos en los campos, cuando los archivos evidenciaban 2 millones. Se basaba en impresiones, pero tenía acceso a la televisión, donde a mi no me invitaban. Mas tarde comprendieron que yo tenía razón y se callaron. - ¿Y en Occidente? - El líder era Robert Conquest, cuyas cifras de represaliados y muertos quintuplican la evidencia documental. En general, la reacción de los historiadores fue de reconocimiento. Hoy ya son mis cifras las que se barajan en las universidades. - ¿Hasta qué punto son exactos los archivos del Gulag, del NKVD, etc., a los que usted accedió por primera vez gracias a Gorbachov? - La estadística del Gulag es considerada por nuestros historiadores como una de las mejores. - ¿O sea, que los dirigentes conocían exactamente las dimensiones de su represión y de sus fusilamientos? - Sí. Informaban regularmente a Stalin. Un solo caso de un preso desaparecido en un naufragio o fugado, genera todo un dossier de documentos y correspondencia. - ¿Se conoce algo sobre cómo argumentaba Stalin y su entorno éstas matanzas y violencias? - Creo que de lo que se trataba era de deshacerse de la gente que no cuadraba con el proyecto comunista de futuro, asi como de aquellos que tenían un gran instinto de preservación, aunque formalmente no fueran culpables de nada. Era una medida preventiva. Mólotov le dijo una frase reveladora al periodista Felix Chuyev; "no esperábamos a que nos traicionaran, nosotros tomábamos la iniciativa y nos anticipábamos a ellos". - ¿Qué piensa como historiador? ¿Hasta qué punto es única la historia rusa desde el punto de vista de la gran mortandad política? - Con respecto a la historia de Inglaterra del XVII, la Francia del XVIII y la Alemania del XIX, lo de Rusia es único en el sentido de que eso ocurrió en el siglo XX, cuando ya existía una economía compleja e integrada que se hundió con la revolución. Cuando H. G. Wells vino a Rusia en 1920, contempló un salvajismo total; se desmontaban las vías férreas, no había electricidad y todo se hundía, la gente moría de frío y hambre. Y antes de eso, aunque Rusia era periferia europea, había sido un país civilizado. Es decir, que cuanto más civilizado es un país, tanto menos deseable es la revolución, por las terribles consecuencias que ésta tiene. - ¿Quiere decir, que la modernidad, en lo que tiene de capacidad de matar, es lo que hace más temible a Stalin que a Gengis Kan? - Sí. - ¿Tiene algo que ver el comunismo, la ideología, con todo esto? ¿Hasta qué punto tiene sentido para alguien que cree en Dios estudiar las víctimas de la Iglesia Católica masacradas en nombre de Dios? - Tiene sentido porque no se puede creer en Dios de una forma absoluta, sino concreta. Todos aquellos desgraciados que quemaban en la hoguera, morían por creer de una forma "torcida", equivocada, diferente a la disciplina del Papa de Roma. ¿La ideología? Se construía una nueva sociedad y se necesitaba un hombre nuevo para el futuro comunista. Los que mataron en 1937 eran los irrecuperables. Se mataba a los superfluos. - ¿Se puede acusar a Cristo por la inquisición, o a Marx por Stalin? - Marx hizo su teoría para Europa, no para Rusia y menos aun para China. La represión no es posible en cualquier régimen comunista, sino sólo allí donde hay un fuerte y cruel despotismo, como en la Rusia de Stalin o en la China de Mao. Una represión como aquella ya no fue posible con Jrushov, Brezhnev o Deng Xiao Ping. - ¿Qué pensó al entrar por primera vez en los archivos secretos del Gulag y constatar que las cifras de la represión eran mucho mas bajas de lo que todos creían y decían? - Al principio me asombré. Luego comprendí rápidamente que en Occidente se habían engañado mucho al respecto, pese a lo cual, todas las conclusiones acerca del carácter terrorista del régimen, por la represión a la que sometió a la gente, mantenían toda su vigencia. Sobre todo para que nada de eso vuelva a repetirse.

agrega un comentario


Sobre las traiciones de stalin y la disulución de la internacional
Por colmillo rojo - Sunday, Nov. 13, 2005 at 5:34 PM

Un documento de Foster, en History of the three Internationals, p. 483. Muestra como Stalin es un traidor mucho antes y cuando al fin disuelve la internacional

Dice Stalin:-Se disuelve la internacional porque;

A-Desenmascara la calumnia de los hitlerianos en el sentido que Moscu al parecer se propone intervenir en la vida de las demas naciones y "bolchevizarlas". Ahora se ha puesto fin a ese embuste.

B-Desenmascara la calumnia de los adversarios del comunismo en el seno del movimiento obrero en el sentido que los partidos comunistas de diferentes paises no están actuando al parecer en interés del pueblo sino por órdenes exteriores. Ahora también se ha puesto fin a esa calumnia

C-Facilita la labor de los patriotas en los paises que aman la libertad para unir a las fuerzas progresivas de sus respectivos paises, prescindiendo de su partido o fe religiosa, en un solo campo de liberación nacional-para desarrollar la lucha contra el facismo.

D-Facilita la labor de los patriotas de todos los paises para unir a todos los pueblos que aman la libertad en un solo campo internacional para el combate contra la amenaza de dominación mundial del hitlerismo, despejando así el camino a la futura organización del compañerismo de las naciones basado en la igualdad.

agrega un comentario


Este documento est{a rebueno
Por colmillorojo@hotmail.com - Tuesday, Nov. 15, 2005 at 7:59 PM
colmillorojo@hotmail.com

CARTA ABIERTA A LOS COMUNISTAS ARGENTINOS
Por Militantes Comunistas - Tuesday, Nov. 15, 2005 at 12:47 AM
militantescomunistas@yahoo.com.ar

Las razones del giro a la derecha del PC y los deberes de la militancia

Noviembre de 2005


CARTA ABIERTA A LOS COMUNISTAS


Compañeros:

Esta carta está dirigida a la militancia comunista y a la izquierda en general. En ella queremos fijar claramente cuál es nuestra posición respecto de lo que consideramos un giro a la derecha en la línea del Partido Comunista Argentino, que se ve nítidamente expresado en las construcciones encaradas, El Encuentro de Rosario y su correlato electoral, el Encuentro Amplio. Muchos compañeros nos critican el hecho de que lo hagamos públicamente; sin embargo, nosotros creemos que así debe ser, porque es lo mas honesto y cristalino: pensamos de determinada manera y lo decimos. Pero, por sobre todas las cosas, porque es la única forma de romper el cerco a la comunicación entre todos los camaradas armado por la “orga” partidaria, que concentra la información y sólo da a conocer lo que cree conveniente para el desarrollo de sus ideas y políticas. Mucho luchamos para poder expresarnos como para ahora autocensurarnos en aras de respetar la “organicidad”, organicidad que todos sabemos que dentro del partido no existe, que cuando se habla de ella se habla de obedecer los mandatos cupulares. Es decir: la Dirección reclama organicidad sólo cuando sirve a sus intereses; cuando orgánicamente se intenta dar un debate hacia sus posiciones, es la Dirección misma la que arrasa con todo concepto de organicidad. Ejemplos sobran al respecto (podemos decir que no se vio el apego a la “organicidad” cuando apoyaron y asistieron política y hasta financieramente a “La Toma de Dock Sud”, a cuya inauguración asistieron cuando ya sabían que eso era un antro de corrupción -por denuncias de los compañeros de los municipios del Regional Sur y por la decisión del Regional Sur del MTL de separarlos de la organización-, donde se les cobraba “comisiones” a los que recibían planes, se vendía mercadería que estaba destinada para los más desposeídos de nuestra sociedad y hasta se le exigían favores sexuales a las compañeras a cambio de no bajarles el plan de $150. Allí hubo y hay implicados “compañeros” que son recibidos como tales en el edificio del Comité Central). En definitiva, resulta tristemente irónico que justamente esta dirección nacional –que está a punto de cumplir veinte años de permanencia-, que surgió precisamente como abrumadora expresión de la militancia para terminar con la obediencia debida, sea ahora la que pretenda instaurarla definitivamente dentro del partido. Veinte años después, de aquellos militantes que pelearon por un giro en el Partido, pocos quedan: pero está firme la burocracia, la que pergeña políticas únicamente para mantenerse en sus sillones. Prueba de ello son los sólo seismil (6000) afiliados y muchos menos militantes en todo el país, cifra dramática para una organización que alguna vez aspiró a contar con 200.000 camaradas.
No tenemos, entonces, otra forma de hacerles llegar nuestras posiciones, las que sin soberbia creemos deben ser tenidas en cuenta, en un partido donde su Dirección tomó como métodos para evitar el disenso, el ocultamiento, la mentira y la descalificación a los compañeros; que para los que no se encuadran utiliza el apriete -como todos pudimos ver en el 23 Congreso (sirvan como ejemplo el hecho de que no titubearon en encerrar en una pieza a los congresales de la Provincia de Buenos Aires para intimarlos a votar en contra de lo resuelto en la Conferencia provincial respecto al Congreso de la FJC; o la “presión” que ejercieron miembros del CC saliente sobre una compañera congresal de San Juan para que no presentara en el plenario una propuesta de votar nominalmente a los miembros del entonces futuro Comité Central; o el haber decidido ignorar el mayoritario temor de la militancia de avanzar hacia una construcción de alternativa al estilo del Frente Grande, o las voces discordantes con la posición de la burocracia respecto al “fracaso del capitalismo” y la composición del “sujeto pueblo” como sujeto revolucionario expresados en la más que mediocre “tesis” presentada por aquella)-; la sanción, como la aplicada a la FEDE de Avellaneda (toda su militancia, no un sector como tergiversa la nota de sanción firmada por los Secretarios de la FJC y del PC de la pcia de BS.AS., Lucas Boyanovsky y Jorge Floridia, respectivamente, a los que no les tembló el pulso para separar de la organización a chicos que tenían entre dos años y tres meses de militancia, sólo por expresar lo que pensaban), la invitación a formar otro partido como a los compañeros de Lanús, por parte de la dirección de ese municipio, cerrando la posibilidad de cualquier debate
Han transformado entonces al Partido en una máquina de impedir o diluir los debates en todas sus instancias, donde en lugar de dejar espacio para la expresión de la militancia se cercenan los tiempos en favor de extensísimos informes de los “iluminados” burócratas, que funcionan claramente como bajadas de línea de los que “saben”, (erigidos, ellos sí, en “sujetos”, infalibles e intocables) sobre los compañeros de base a los que sólo les queda escuchar y acatar (considerados por aquellos como simples piezas sobre un tablero de ajedrez, es decir, sus “objetos”). Vaya como ejemplo el último campamento de la Fede, donde impidieron el disenso, direccionando las discusiones y el debate. Nos preguntamos: ¿tendrán miedo a otro 16 Congreso?
Como vemos, una de las banderas fundamentales del tan mentado Viraje del ’86, el fin del verticalismo, ha sido arriada y enterrada por quienes encabezaron su izamiento.
Otro de los aspectos fundamentales de aquel Viraje fue el fin de la línea reformista del Frente Democrático Nacional, para dar lugar a otra que hacía hincapié en la unidad de las izquierdas, con centralidad en la clase obrera. Se concluía que la burguesía “nacional” ya no podía ejercer ningún papel en el desarrollo de las fuerzas productivas de manera autónoma al imperialismo.
Muchos de nosotros tenemos largos años de militancia y tomamos el 16 Congreso como bisagra en la historia del partido, que dejaba atrás décadas de seguimiento a las políticas de la burguesía, políticas a las que el PC está volviendo con la conducción echegarista. No queremos volver al partido que marchó del brazo de la oligarquía en la Unión Democrática, auspiciada por le Embajada de EE.UU.; no queremos el partido que caracterizó al Che como un pequeñoburgués aventurero; no queremos el partido de la Convergencia Cívico-Militar, el que decía que Videla era el general de la democracia, mientras acá todos los días desaparecían compañeros; no queremos volver al partido que ordenó votar a Luder, Herminio Iglesias, Rucauf y toda la mafia del PJ ; no queremos el partido que se ilusionó con el Frente Grande, como también se ilusionó con el triunfo del PT en Brasil y se ilusiona con el Frente Amplio en Uruguay, gobiernos que están aplicando las políticas neoliberales que combatimos. Recordando la intervención de Néstor Kohan, publicada en los Cuadernos Marxistas, nº 10, de octubre de 2000, nos decía al final…”Una energía militante que –humildemente, creemos nosotros- muchas veces se malgastó, se dilapidó, se fragmentó y se dispersó por culpa de una cultura política (no sólo por una línea política equivocada…) que guiaba a la dirección oficial del Partido Comunista argentino. Una dirección que tiene la responsabilidad histórica de haber traicionado (utilizamos este término a propósito) no solo la energía, la abnegación y el entusiasmo de varias generaciones de militantes sino también de la memoria de los desaparecidos comunistas al haber apoyado el régimen militar genocida que los secuestró y los asesinó. Nos parece, por eso, comenzar a revisar a fondo ese pasado, -donde se inscribe el pensamiento militante de Ernesto Giudici, pero no solo él- se torna imprescindible para plantear hoy y también mañana la lucha por el socialismo en Argentina, en América latina y en el mundo. Ese es quizás uno de los mejores homenajes que les podríamos hacer a nuestros compañeros desaparecidos”.
La historia se repite. Están camino de volver a ser furgón de cola de los proyectos de la burguesía, con la excusa de que con los “troscos” nunca pudimos construir nada. Nos preguntamos: ¿con quienes construimos IU?, herramienta electoral que permitió que el pueblo tuviera una referencia de izquierda y puso las bancas obtenidas al servicio de las luchas, logrando las 6 horas del subte, 14 leyes de expropiación de empresas que pasaron a manos de sus trabajadores, la nulidad de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, etc., mientras nuestros aliados de hoy (no olvidemos que el PS aportó funcionarios a las dictaduras de turno en nuestro país) andaban y andan de la mano de la UCR, de Menem, del Frepaso. ¿Con quiénes construimos las listas antiburocráticas del subte, ferroviarios, docentes, bancarios: con los compañeros de la izquierda o con la CTA de De Gennaro?; ¿con quiénes recuperamos los centros de estudiantes, con los “troscos” o con el MNR, brazo universitario del PS; ¿con quiénes formamos el Bloque Piquetero y la ANT, experiencia “amplia” y plural de los que luchan (nos preguntamos: ¿la tan mentada “amplitud con profundidad” pregonada por la burocracia no llega hasta allí?)?; ¿con quiénes luchamos en las calles?; ¿dónde estaban nuestros nuevos aliados el 19 y 20 de diciembre del 2001, el 26 de junio de 2002, dónde estaban durante el menemismo, durante la Alianza?. No, ellos no estaban, estaban los compañeros de izquierda, con los que ahora dicen que nunca podríamos construir nada: ¡mentira!. La verdad es que la burocracia, posicionada como la derecha del Partido junto con el movimiento cooperativo, decidió construir otra cosa, un frente de Centro-Izquierda, una pata más del sistema, en el que por supuesto los que somos de izquierda no tenemos cabida ni queremos estar.
Hacia dónde va el partido queda claramente explicitado en la editorial de “Nuestra Propuesta” N° 749, del 27/10, donde dice textualmente: “La victoria del candidato socialista en Santa Fe, tercer distrito electoral del país, abre las posibilidades de generar un agrupamiento opositor alternativo dada la pertenencia del dirigente al Encuentro Nacional por la Soberanía”. Oculta decir que en ese distrito el PS fue aliado con la UCR; ¿o es que acaso el partido piensa sumarse a ese frente? Oculta decir que el candidato fue Hermes Binner, que su posición con respecto al gobierno de Kirchner es ambigua, dejando las puertas abiertas a un entendimiento; ¿será que el partido piensa sumarse al esquema bipartidista pergeñado desde el gobierno donde sólo piensa en una Centro-Derecha y una Centro-Izquierda? Oculta decir que es el mismo Hermes Binner repudiado por toda la militancia en el Encuentro de Ferro, a tal punto que no pudo terminar de hablar,(para ser defendido luego por Lozano y De Gennaro, partícipes de la dirección autoproclamada del Encuentro de Rosario, que en sus resoluciones desoyó la expresión de la voluntad de la militancia, demostrando en ellas ya no sólo lo posibilista de ese espacio, sino su verticalismo a ultranza); sólo esto marca el desprecio que tiene la cúpula partidaria por la opinión de las bases, ya que en lugar de sumarse al repudio, ahora lo visualiza como un referente de una nueva alternativa.
No se es comunista por decirlo, por llevar el nombre y la bandera, ni siquiera por tener el carnet; se es comunista por las ideas y una práctica consecuente, y una actitud de vida coherente con las mismas. Estos principios para nosotros son irrenunciables; decimos blanco y hacemos blanco.
Vemos, no sin dolor, que no hay espacio para un proyecto revolucionario dentro del PC bajo esta Dirección. Hoy la lucha de clases dentro de la organización ha sido ganada claramente por la derecha partidaria, encabezada por la burocracia echegarista, cuya línea de pensamiento está nítidamente hegemonizada por el Movimiento Cooperativo (con el mediático Carlos Heller a la cabeza). Aquél es un factor fundamental en el giro a la derecha. El Partido ideó esta herramienta para acercar a las capas medias hacia concepciones proletarias, pero la realidad indica que ocurrió exactamente lo contrario: el Movimiento Cooperativo, con su dinámica y poder económico, llevó al Partido de las narices hacia posturas cada vez más socialdemócratas, centristas, posibilistas, oportunistas y colaboracionistas de clases. Tan claro es esto que cuando el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos a mediados de este año presentó en Parque Norte su “Propuesta de gobierno”, donde se gastan alabanzas hacia el Canje de Deuda de Kirchner-Lavagna, se propone extender la quita que se le practicó a los bonistas particulares a los organismos de crédito internacional (FMI, BM, BID, lo cual reconoce una Deuda ilegítima, ilegal, fraudulenta, inmoral y que ya pagamos varias veces), y se admite la participación de capitales mixtos en las empresas públicas y la necesidad de inversiones extranjeras para el desarrollo del país, ese discurso fue adoptado inmediatamente por Echegaray y el resto de la burocracia, y se extendió al Encuentro Amplio. Como prueba de este cambio de discurso recomendamos la lectura del programa del IMFC, la nota a P.Echegaray publicada por Página/12 el 19/10/2005 (donde dice textualmente que la deuda “debe ser investigada” y “mientras tanto” “suspender” los pagos) o rever el desenvolvimiento de Echegaray-Basteiro en el programa de Grondona del 18-9-05 donde el primero dice que está de acuerdo con la necesidad del ingreso de capitales extranjeros. Con el liderazgo político de quienes dirigen un banco (“la banca solidaria”) que en el 2001 no titubeó en quedarse con los ahorros de la gente, tal como lo hicieron el Citi o el Boston.
Todo este relajamiento ideológico melló también la ética revolucionaria de la organización. Esto se vio reflejado sobre todo en el trabajo del partido hacia el movimiento de desocupados, donde, en su herramienta, el MTL, a través de la cual se repartían las dádivas del Estado hacia los sectores más desposeídos, se generaron innumerables casos de corrupción (como el ya mencionado de la Toma de Dock Sud), mientras los burócratas hacían la vista gorda a cambio de una supuesta “acumulación”, que en realidad significaba el mantenimiento pago de una estructura que terminaba siendo afín a los intereses corporativos de aquéllos. La salida del Beto Ibarra, el escandaloso manejo de los planes en beneficio de unos pocos, son apenas muestras que sirven para comprobar nuestros dichos. Se ha tolerado y fomentado el clientelismo punteril, lo que constituye finalmente la pejotización de una organización que alguna vez soñó con ser revolucionaria.
No vamos a acompañar este cambio, que significa la liquidación ideológica del Partido. Sabemos que la burocracia está tomando medidas (como las que antes enumeramos), contra los que nos oponemos a ella. Tratarán de ignorarnos (como en la Cumbre de los Pueblos, donde ni siquiera nos avisaron para ir junto a nuestros compañeros, cuando pagaron micros a otras organizaciones del campo popular, práctica rastrera instrumentada por la mesa política del comité provincial, la que armó las listas de quiénes debían ir), de ningunearnos, de separarnos, de desacreditarnos: y eso aunque no robamos, no negociamos mercadería ni los propios planes sociales, no intentamos corromper ni nos corrompimos, ni miramos para otro lado y sí denunciamos todo este tipo de hechos: sólo nos atrevimos a enfrentar a los que han destruido la esencia revolucionaria del Partido. Pero nadie nos va a quitar nuestra identidad comunista: donde vayamos y construyamos –porque lo vamos a seguir haciendo- seremos el auténtico Partido Comunista, con sus tradiciones, sus conmemoraciones, su historia de sacrificio militante en pos del socialismo, aquél de Lenin, el del espíritu revolucionario de Octubre del ‘17: a la burocracia sólo le queda el sello, una cáscara vacía de contenido.
Por eso convocamos a la militancia a oponerse a esta traición a la clase y a la ideología, a refundar el Partido. Para construir la verdadera herramienta que liberará a nuestro pueblo de toda explotación. No queremos una nueva división en la izquierda, pero no podemos compartir el mismo espacio con quienes han cometido semejantes atropellos a la ética y el democratismo revolucionarios, es decir, con los burócratas, a los que sería un imperdonable error considerarlos como parte de la izquierda



Sobre la Unidad de la Izquierda y el Campo Popular

Si pensamos que para cambiar la sociedad de raíz debemos construir referencialidad y legitimidad ante el pueblo, esas que nos permitan a la vez generar el poder popular necesario para lograr aquellos cambios, resulta imprescindible replantearse profundamente el desenvolvimiento de las organizaciones –políticas y sociales- de la izquierda: es evidente que la dispersión es funcional al interés y al poder de los explotadores; es decir, al sistema capitalista.
La unidad, entonces, no es una condición suficiente, pero sí absolutamente necesaria.
Por eso creemos fundamental comenzar urgentemente a transitar un camino de convergencia, un espacio de verdadera unidad, donde se debata firme pero fraternalmente y donde, como premisa, se levante la bandera de la no división, sin vanguardismos autoproclamados, ni iluminados dueños de la verdad (y ojo, que esto nos cabe a todos, desde las prácticas sectarias hasta los amplísimos posibilismos). Una especie de Congreso de la Izquierda.
Lo que está bien en claro es la incapacidad que todos hemos tenido hasta ahora para conformarnos en alternativa para la clase trabajadora y el pueblo.
Debemos encarar el futuro, sobre todo, con humildad, porque debemos construir sobre tierra arrasada.
Con humildad precisamente, llamamos a la reflexión a todos los compañeros para comenzar en unidad a verdaderamente edificar la herramienta que nos de la posibilidad de un cambio revolucionario para nuestro pueblo.

Saludos revolucionarios

Hasta la Victoria Siempre


Militantes comunistas de Avellaneda, Lanús y Malvinas Argentinas


- Gustavo Robles
- Laura Canosa
- Fernando Sacarelo
- Beatriz Poliscszuk
- Alejandro Blandi
- Maximiliano Robles Canosa
- Yanina Robles Canosa
- Carlos Sacarelo
- Jorge Fernandez
- Graciela Perez
- Horacio Perez
- Marcelo Campos
- Walter Zamudio
- Alfredo D’Achary
- Marina D’Achary
- Marina Claudia González
- Gabriel López
- Marta Tessini
- Jorge Garbino
- Claudio Rojo
- Norma Salguero
- Yamila Aguilar
- Angel Paván
- José Manuel Oroña
- Juan Solís
- David D’Andrea
- Cristian Ruiz


enviar comentarios y adhesiones a: militantescomunistas@yahoo.com.ar

página web en construcción: http://ar.geocities.com/militantescomunistas


agrega un comentario


opinion
Por jose luis gorbach - Thursday, Nov. 24, 2005 at 7:17 PM
el_capito10@yahoo.com.ar

En mi opinion pienso que todos ustedes son unos mentirosos ,que es el comunismo?,como si fuera algo bueno ,ensima siguen algo que desaparecio y que demostro su ineficacia,por favor no mientan mas por favor

agrega un comentario


opinion
Por jose luis gorbach - Thursday, Nov. 24, 2005 at 7:18 PM
el_capito10@yahoo.com.ar

En mi opinion pienso que todos ustedes son unos mentirosos ,que es el comunismo?,como si fuera algo bueno ,ensima siguen algo que desaparecio y que demostro su ineficacia,por favor no mientan mas por favor

agrega un comentario


SOBRE pETROGRADO
Por PCT - Thursday, Mar. 30, 2006 at 3:53 PM

La historia del soviet (consejo) de los diputados obreros de San Petersburgo es la historia de cincuenta jornadas. Desde el 13 de octubre de 1905 en que se celebró la sesión fundacional hasta el 3 de diciembre en que fue disuelto por la tropas gubernamentales.

¿Cómo pudo lograr en tan poco tiempo una posición indiscutible no sólo en la historia del proletariado ruso sino incluso en la de la revolución rusa?

El consejo organizaba a las masas, dirigía las huelgas políticas y las manifestaciones, armaba a los obreros...

Otras organizaciones habían hecho lo mismo antes que él, lo hacían al mismo tiempo y continuarían haciéndolo tras su disolución. Pero la diferencia consistía en que el consejo era, o al menos aspiraba a ser, un órgano de poder. El proletariado, y la prensa reaccionaria, denominaban al consejo "gobierno obrero", y es que de hecho el consejo representaba realmente un embrión de gobierno revolucionario. El consejo ejercía el poder allí donde ya se encontraba en sus manos y luchaba por él allí donde aún residía en manos del Estado militar-policiaco. Antes del consejo ya existían organizaciones revolucionarias proletarias, en su mayor parte socialdemócratas. Pero se trataba de organizaciones que evolucionaban en su seno y cuya lucha tenía como objetivo intentar conquistar influencia entre las masas. El consejo en sí era la organización del proletariado y su objetivo la lucha por el poder revolucionario.

Al mismo tiempo el consejo era la expresión organizada de la voluntad de clase del proletariado. En la lucha por el poder aplicaba los métodos que implica el hecho de que el proletariado es una clase: su papel en la producción, su masa, su homogeneidad social. Además vinculaba la lucha por el poder a la dirección inmediata de toda actividad social autónoma de las masas obreras; a menudo incluso se encargaba de arbitrar en los conflictos entre los representantes individuales del capital y del trabajo.

Pero aunque condujo a la victoria diversas huelgas y medió con éxito en diversos conflictos entre obreros y patronos, no fue porque existiera expresamente para estos cometidos. Al contrario, allí donde existía un sindicato potente éste se mostraba tan dispuesto como el consejo para dirigir la lucha sindical; la intervención del consejo sólo tenía importancia en función de la autoridad universal de que gozaba. Una autoridad que se debía al hecho de cumplir con sus tareas fundamentales, las tareas de la revolución, que iban mucho más allá de los límites de cada oficio y de cada ciudad y conferían al proletariado como clase un lugar entre las primeras filas de combatientes.

El instrumento principal del consejo fue la huelga política de masas. Una huelga de este tipo tiene la virtud de desorganizar el poder del Estado. Y cuanto más grande es la "anarquía" que produce, más cerca está la huelga de lograr sus objetivos. Pero esto sólo es cierto si a esta anarquía se llega por medios no anarquistas. La clase que día tras día hace funcionar el aparato de producción y al mismo tiempo la maquinaria del poder, la clase que cesando de trabajar en bloque no solo paraliza la industria sino todo el aparato estatal, debe estar suficientemente organizada para no convertirse en la primera víctima de la anarquía que ha originado. Cuanto en mayor medida estrangula la huelga la organización estatal existente, en mayor medida debe asumir la organización de la huelga las funciones del Estado.

El consejo de los diputados obreros proclamó la libertad de prensa. Organizó patrullas de calle para garantizar la seguridad de los ciudadanos. Dominaba casi por completo el correo, el telégrafo y los ferrocarriles. Intentó instaurar la jornada de ocho horas con carácter obligatorio. Paralizando mediante la huelga al Estado absolutista, introdujo su propio orden democrático en la vida de las clases trabajadoras de la ciudad.



--------------------------------------------------------------------------------


II

Tras el 9 de enero de 1905, la revolución demostró que predominaba en la cabeza de las masas obreras. El 14 de junio demostró, con la rebelión del acorazado "Potemkin Tavvitchesky", que podía convertirse en una fuerza material. Con la huelga de octubre demostró que podía desorganizar, paralizar y poner de rodillas al enemigo. Y haciendo surgir por todas partes los consejos obreros, mostró que era capaz de crear una forma de poder. Ahora bien, un poder revolucionario no puede apoyarse más que sobre una fuerza revolucionaria activa. El desarrollo de la revolución rusa puso de manifiesto que excepto el proletariado, ninguna clase social está dispuesta o es susceptible de apoyar el poder revolucionario. El primer acto de la revolución fue la lucha que opuso el proletariado a la monarquía en la calle. La primera victoria seria de la revolución se logró mediante una verdadera herramienta de clase del proletariado, la huelga política. Y el primer órgano embrionario de poder revolucionario fue un órgano de representación del proletariado. En la historia rusa moderna, el consejo es la primera forma de poder democrático. El consejo representa el poder organizado de la masa misma sobre cada una de sus partes. Constituye la verdadera democracia no especulada, sin dos cámaras, sin burocracia profesional, en la que los electores tienen derecho a revocar a sus representantes cuando lo estimen oportuno. El consejo dirige sin intermediarios, mediante sus miembros, diputados obreros electos, todas las manifestaciones sociales del proletariado en su conjunto y de sus diferentes sectores, organiza sus acciones de masa, le proporciona sus consignas y su bandera. Esta dirección organizada de la masas autónomas ha visto por primera vez la luz en suelo ruso.

El absolutismo dominaba a las masas pero no las dirigía. Creaba de forma mecánico un marco externo para la actividad de las masas y obligaba a pasar por él a los elementos díscolos de la nación. El ejército era la única masa que dirigía el absolutismo. Pero incluso en él dirigir no era otra cosa que mandar. Amontonando a los elementos que componían el ejército, el absolutismo anulaba en ellos todo vínculo moral. Lo substituía por la igualdad de las condiciones físicas y sometía su voluntad a la hipnosis embrutecedora del cuartel. Pero ahora, incluso la dirección de esta masa atomizada e hipnotizada escapa cada vez más de la influencia del absolutismo.

El liberalismo, por su parte, carecía de suficiente fuerza entre nosotros para dar órdenes a las masas y no tenía suficiente iniciativa para guiarlas. Cuando las masas hacían una aparición pública, y aunque ésta le reforzara directamente, reaccionaba como ante un fenómeno natural henchido de peligros, como un terremoto o una erupción volcánica.

El proletariado entró en el terreno de la revolución como una masa autónoma, con una total independencia política frente al liberalismo burgués.

"El consejo era la organización de clase de los obreros" -y ahí residía la fuente de su potencia en la lucha. Sucumbió en el primer periodo de su existencia, no podía ser de otra forma, no porque las masas urbanas lo abandonasen sino porque generalmente la revolución en las ciudades está reducida a unos límites. Las razones de su caída hay que buscarlas en la pasividad del campo y la inercia de los elementos campesinos del ejército. Su posición política entre la población urbana fue tan sólida como se podía desear.

El censo de 1897 arrojaba una población "activa" de cerca de 820.000 personas en San Petersburgo de los que unos 433.000 eran obreros y empleados domésticos. Es decir, el proletariado constituía el 53% de la ciudad. Si hubiéramos incluido a la población no activa la cifra hubiera sido un poco inferior (50,8%), ya que la mayoría de proletarios carecía de familia. En cualquier caso el proletariado constituía más de la mitad de la población petersburuesa.

El consejo de diputados obreros no era el representante oficial del casi medio millón de personas que formaban la población obrera de la capital. Organizaba a cerca de 200.000, en la mayoría obreros que trabajaban en la industria, y aunque su influencia política, directa e indirecta, era muy amplia, sectores importantes del proletariado (obreros de la construcción, criados, jornaleros, carreteros) quedaron casi por completo fuera de su radio de acción.

Sin embargo no cabe la menor duda de que el consejo expresaba los intereses de esta masa proletaria "en su conjunto". Si, en las fábricas, existían también elementos reaccionarios todo el mundo veía como su número disminuía no solo día tras día sino de hora en hora. Entre las masas proletarias de San Petersburgo sólo podía haber partidarios del dominio político del consejo, no enemigos. La única excepción eran los criados privilegiados, los criados de los lacayos cubiertos de condecoraciones de la alta burocracia, los cocheros de los ministros, de los especuladores de la Bolsa y de las cocottes, todos conservadores y monárquicos de profesión.

Entre la intelectualidad, tan numerosa en San Petersburgo, el consejo tenía más amigos que enemigos. Miles de estudiantes reconocían la dirección política del consejo y apoyaban sus iniciativas.

La intelectualidad diplomada y asalariada estaba por completo de su lado, salvo los elementos que se habían dejado llevar irremediablemente por la inercia. El apoyo activo que recibió la huelga de correos y telégrafos también atrajo la atención de las capas inferiores del funcionariado hacia el consejo. Todos los explotados de la ciudad, la gente honesta, quienes conservaban alguna energía, se sentían, instintiva o conscientemente, atraídos por el consejo.

¿Quienes se oponían a él? Los representantes del bandolerismo capitalista, los especuladores de la Bolsa que juegan con el alza de los precios, los patronos, los negociantes y los exportadores para quienes la huelga representaba pérdidas, los proveedores del hampa de cuello blanco, la banda del consejo municipal petersburgués, esa mafia de propietarios inmobiliarios, la alta burocracia, las cocottes mantenidas a costa de los presupuestos del Estado, los dignatarios, personajes públicos generosamente pagados, los partidarios de "Novoye Vremya", el departamento de policía, y, en general, todo lo que había de rapaz, grosero, disipado y condenado a desaparecer. Entre el ejército del consejo y sus enemigos habían también elementos políticamente indiferentes, dubitativos o inseguros. Los sectores más atrasados de la pequeña burguesía, que aún se mantenían al margen de la política, no tuvieron tiempo para observar suficientemente al consejo e interesarse por él. Pero por la naturaleza de sus propios intereses se encontraban más próximos al consejo que al antiguo poder.

Los políticos profesionales que había entre la intelectualidad, los periodistas radicales que no saben lo que quieren, los demócratas roídos por el escepticismo, proferían gruñidos condescendientes hacia el consejo, enumeraban sus errores y, en general, dejaban entender que en el caso de que ellos hubieran estado a la cabeza de esta institución hubieran conseguido la felicidad eterna para el proletariado. Pensemos que la total impotencia de estos señores les excusa.

En todo caso, el consejo era efectivamente el órgano de la mayoría significativa de la población. Sus enemigos en la capital no hubieran representado peligro alguno para su poder político si no hubieran encontrado la protección del absolutismo, aún bien vivo, que a su vez se apoyaba en los elementos atrasados de un ejército compuesto de campesinos. "La debilidad del consejo no era inherente a él" sino "la debilidad de una revolución puramente urbana". Esos cincuenta días representaron el período de mayor vigor de la revolución y el consejo fue su instrumento en la lucha por el poder. El carácter de clase del consejo vino determinado por la rigurosa división en clases de la población urbana y la profunda antinomia política entre el proletariado y la burguesía capitalista -incluso en el marco históricamente limitado de la lucha contra el absolutismo. Tras la huelga de octubre, la burguesía capitalista frenó abierta y conscientemente la revolución, la pequeña burguesía se reveló demasiado insignificante como para poder jugar un papel autónomo. El proletariado fue el jefe incontestable de la revolución urbana y "su" organización de clase fue su instrumento en la lucha por el poder.



--------------------------------------------------------------------------------


III

Cuanto más desmoralizado estaba el gobierno, más fuerte se sentía el consejo. Conforme aumentaba la desorientación e incapacidad del antiguo poder del Estado, aumentaba la atracción del consejo sobre las masas no proletarias.

La huelga política de masas (general) era el principal instrumento con que contaba el consejo. Uniendo a todos los sectores del proletariado por un vínculo revolucionario directo y manteniendo la energía de los obreros de todas las empresas gracias a la autoridad y fuerza de la clase, el consejo podía paralizar toda la vida económica del país. Pues aunque los medios de producción y transporte seguían siendo propiedad privada de los capitalistas, y en parte del Estado, y el poder estatal seguía estando en manos de la burocracia, el consejo "disponía" de los medios de producción y transporte nacionales, al menos en la medida en que se trataba de "paralizar" la vida económica y política regular. Precisamente fue su capacidad, demostrada con hechos, para organizar la vida económica y sumir en la anarquía los asuntos oficiales del Estado lo que hizo del consejo lo que fue. En estas condiciones hubiera sido la más desesperada de las utopias el buscar un medio de hacer coexistir el consejo y el antiguo gobierno. Y sin embargo, si se quiere resumir el verdadero fondo de todas las objeciones que se han manifestado contra la táctica del consejo se apreciará que todas parten de una misma y quimérica idea: tras octubre, y apoyándose en todas las conquistas arrancadas al absolutismo, el consejo hubiera debido preocuparse por organizar a las masas y abstenerse de cualquier otra iniciativa agresiva.

Ahora bien, ¿en qué consistió la victoria de octubre?

Aunque el proletariado tenga derecho a reclamar todo el mérito histórico de la victoria, ello no impide a su partido apreciar lúcidamente los resultados obtenidos.

No cabe duda alguna que tras el asalto de octubre el absolutismo abandonó la partida. Pero propiamente hablando no había perdido la batalla, solamente había evitado el enfrentamiento. No hizo tentativa sería alguna para oponer su ejército campesino a las ciudades en rebelión. Claro que no se abstuvo por razones humanitarias, sino porque había perdido todo rastro de coraje y el dominio de sí mismo. Los elementos liberales de la burocracia, que esperaban pacientemente su turno, cobraron ventaja y cuando la huelga empezó a dar muestras de agotamiento publicaron el manifiesto del 17 de octubre, la abdicación de principios del absolutismo. Pero toda la organización material del poder, la jerarquía funcionarial, la policía, la justicia, el ejército, seguían siendo como antes propiedad personal de la monarquía. ¿En estas condiciones que táctica debía y podía seguir el consejo?

Su fuerza estribaba en el hecho de que apoyándose en el proletariado productivo era capaz de privar al absolutismo de la posibilidad de utilizar el aparato material del poder. Desde este punto de vista la actuación del consejo significaba la organización de la "anarquía". Si continuaba existiendo y desarrollándose ello significaba el incremento de la "anarquía". La coexistencia permanente era imposible. El futuro conflicto ya estaba inscrito en la semi-victoria de octubre, su base material.

¿Qué podía pues hacer el consejo? ¿Debía fingir que no había previsto la ineluctabilidad del conflicto? ¿Debía aparentar haber organizado a las masas para festejar un régimen constitucional? ¿Quién le habría creído? ¡Por supuesto que ni el absolutismo ni las masas obreras!

Mas tarde, el ejemplo de la duma nos demostró cuan mezquina defensa representa una corrección superficial, una forma vacía de lealtad, en la lucha contra el absolutismo. Para prestarse a una táctica de hipocresía constitucional hubiera sido preciso que el consejo hubiera estado hecho de otra pasta. Pero incluso en el caso de que hubiera sido así, ¿qué habría sucedido? Lo mismo que más tarde le sucedió a la duma. El consejo no podía hacer más que "reconocer que el enfrentamiento directo era inevitable" a corto plazo y no disponía de otra táctica que no fuera el "prepararse para la insurrección".

¿Y en qué podían consistir estos preparativos sino en extender y consolidar los atributos del consejo que le permitían paralizar el poder del Estado y constituían su fuerza? Evidentemente, los esfuerzos -inscritos en su naturaleza- que el consejo hacía para consolidar y extender su poder, aceleraban inevitablemente el conflicto.

El consejo cuidó -cada vez más- de extender su influencia entre el ejército y el campesinado. En noviembre llamó a los obreros a mostrar activamente su solidaridad fraternal con un ejército que estaba empezando a despertar de su letargo. No haberlo hecho hubiera sido no preocuparse de acrecentar sus fuerzas. Hacerlo correctamente era ir al encuentro del conflicto.

¿Hubiera habido, por casualidad, una tercera vía? ¿Acaso hubiera tenido que apelar a la pretendida "razón de Estado" del gobierno? ¿Hubiera podido, hubiera debido observar la frontera que separa los derechos del pueblo de los privilegios de la monarquía y detenerse ante este límite sagrado? Pero, ¿quién hubiera garantizado que la monarquía no traspasaría ese límite? ¿Quién hubiera sido el encargado de preparar la paz, o al menos un armisticio provisional, entre los dos adversarios? ¿El liberalismo? Una se sus comisiones propuso el 18 de octubre al conde Witte, como signo de reconciliación con el pueblo, retirar las tropas de la ciudad.

"Vale más quedarse sin electricidad ni agua que sin tropas", respondió el ministro.

Es del todo evidente que el gobierno no tenía intención alguna de deponer las armas. ¿Qué posibilidades tenía pues el consejo? O bien apartarse y dejar todos los asuntos en manos de la cámara conciliadora, la futura Duma del Imperio -lo que en verdad ansiaba el liberalismo. O bien tenía que prepararse para defender con las armas en la mano todo lo que había conquistado en octubre y, si fuera posible, organizar nuevos asaltos. Ciertamente ahora tenemos la completa evidencia de que la cámara conciliadora se ha convertido en escenario de un nuevo conflicto revolucionario. Por lo tanto, el rol objetivo de la duma no hizo más que confirmar la justeza de la hipótesis mediante la que el proletariado dedujo su táctica. Pero no es necesario llegar tan lejos. Es legítimo preguntarse: ¿qué es lo que podía y debía garantizar la reunión de esta "cámara conciliadora" que no podía conciliar a nadie? ¿Otra vez la razón de Estado de la monarquía? ¿O una solemne promesa por su parte? ¿O la palabra de honor del conde Witte? ¿O las procesiones de la nobleza rural a Peterhof por la puerta de servicio? ¿O las advertencias de Mendelssohn? O bien el famoso "curso natural de las cosas" por el que el liberalismo se descarga de todos su problemas desde que la historia le confía su solución a su iniciativa, a su energía, a su razón.



--------------------------------------------------------------------------------


IV

Si se reconoce -y es imposible no hacerlo- que tras la semi-victoria de octubre las cosas se presentaban como acabamos de decir, aún debe uno preguntarse si el consejo se preparó como debía para este conflicto inevitable. A este respecto, la prensa burguesa democrática ha lanzado diversas acusaciones que desgraciadamente han tenido algún eco en la prensa del partido.

Si les damos crédito, el principal fallo del consejo y de los partidos revolucionarios consistió en agitar mucho y organizar poco. Por ello no pudo rechazarse con suficiente fuerza el asalto contrarrevolucionario. Pero nosotros no comprendemos bien qué tipo de organización tienen en mente estos acusadores.

El consejo organizaba alrededor de 200.000 obreros. Todas las fábricas tenían su centro organizativo: el colegio de diputados de la fábrica. Todos los barrios el suyo: la asamblea de los diputados de distrito. Y, finalmente, el conjunto del proletariado petersburgués tenía el suyo: el consejo. Se trataba de una vasta organización, libre, influyente y dotada de iniciativa. Se desplegó simultáneamente una intensa actividad para fundar sindicatos, que aspiraban vivamente a unirse. Disponían de un órgano coordinador: el buró central de los sindicatos. A partir de la delegación de las diversas empresas, el consejo mismo asumía la representación de las organizaciones de ramo. En su último período de existencia estaban representados dieciséis sindicatos.

Naturalmente, se le puede reprochar al consejo el haber organizado tan solo doscientos mil obreros y no cuatrocientos o quinientos mil. Se les puede reprochar al consejo y a la socialdemocracia no haber organizado más que dieciséis, y no treinta o cuarenta, sindicatos o no haber organizado a todo el proletariado en estas uniones. ¡Pero hay que tener en cuenta que para toda esta tarea la historia no concedió mas que "cincuenta días"! La socialdemocracia hizo mucho, pero no podía hacer milagros.

¿Fue acertado el trabajo de organización interna del partido? ¿No dejó pasar estos cincuenta días sin aprovecharlos bien? En la medida en que se trataba de armar a cientos de miles de obreros en el plazo más breve posible, el partido no podía hacer nada mejor que empeñar todas sus fuerzas para organizar y consolidar el consejo. Al fin y al cabo el consejo era íntegramente "su" trabajo. En lo tocante a su propia organización, al partido se le presentaban dos opciones: la vía conspirativa y la abierta. En nuestras filas, nadie con dos dedos de frente dudaba que el asalto de la contrarrevolución contra las organizaciones obreras abiertas era inevitable. Sin embargo, en unos momentos en que la vida política de las masas era intensa y abierta hubiera sido una completa estupidez dirigir toda la organización del partido en la clandestinidad. Para que el trabajo de agitación prosperase era indispensable que el partido saliera a la luz pública por medio de secciones y clubes socialdemócratas. Pero era evidente que estas organizaciones sufrirían en diciembre la misma suerte que el consejo de los diputados obreros, la federación campesina y todas las demás uniones sindicales, con las federaciones de ferroviarios, correos y telégrafos a la cabeza. Diciembre deriva de octubre como la conclusión de la hipótesis. El resultado de diciembre se explica naturalmente porque en ese momento del desarrollo revolucionario la reacción era mecánicamente más fuerte que la revolución. El liberalismo, está claro, estima que en todas las circunstancias se debe suplir la falta de fuerzas con unos pies ligeros. Para él, la táctica realmente valerosa, madura, reflexiva y adaptada consiste en desertar en el momento decisivo. Claro que puede hacerlo porque tiene la inmensa ventaja de tener esos pies ligeros, ya que no carga con la confianza de las masas ni es responsable ante ellas. Pero si la socialdemocracia o el consejo hubieran cedido sin luchar en diciembre, habrían despojado de contenido no sólo la manifestación de noviembre sino todos los esfuerzos derrochados y la victoria lograda en octubre. Hubiera significado, junto a la derrota material producto de la relación de fuerzas, la derrota moral producto de la traición que era la deserción.

Hemos dicho que diciembre era consecuencia directa e inevitable de octubre. Desde este punto de vista, las divergencias de opinión en la apreciación de la huelga de noviembre y de la lucha por la jornada de ocho horas tienen una importancia secundaria. Actualmente, cuando se observa retrospectivamente la actuación del consejo, la lucha por la jornada de ocho horas suscita cierto número de opiniones divergentes. No se trata cuestionar el hecho de la huelga de noviembre, pero ciertos socialdemócratas influyentes han puesto en duda su oportunidad. Por nuestra parte afirmamos lo siguiente: si la huelga de noviembre fue un error, si la instauración de la jornada de ocho horas por la fuerza fue otro mayor -opiniones que no compartimos en absoluto-, fueron dos errores de menor importancia. No modificaron la situación política, pues no fueron estos dos errores los que originaron la oposición entre el poder que se apoya en los soldados y el que lo hace en los obreros. Con o sin errores, el conflicto de diciembre estaba inscrito ya en esta situación contradictoria. La derrota de diciembre estaba prefigurada en la correlación de fuerzas. Más al sur, en los países bálticos, en el Cáucaso, no hubo ni huelga de noviembre ni instauración forzosa de la jornada de ocho horas. Y sin embargo las cosas sucedieron igual en todas partes y en diciembre se produjo el conflicto y la derrota.


--------------------------------------------------------------------------------


V

Puesto que no se pueden encontrar las razones de la derrota en la táctica seguida, ¿acaso estarían en la "composición" del consejo? Se ha dicho que el pecado original del consejo era su carácter de clase. Para convertirse en órgano de la revolución nacional, se dice, era preciso que el consejo ampliara su base y estuvieran representadas en él "todas" las capas sociales. Ello hubiera consolidado la influencia del consejo y reforzado su poder.

¿Es eso cierto?

La fuerza del consejo provenía del papel que juega el proletariado en la economía capitalista. La tarea del consejo no consistía en transformarse en una parodia de Parlamento, sino en crear las condiciones del parlamentarismo. Tampoco tenía que organizar la representación equitativa de los intereses de los diferentes grupos sociales, sino organizar la lucha revolucionaria del proletariado. Su principal arma era la huelga política de masas, un método privativo de la clase de los obreros asalariados, del proletariado. La unidad de clase eliminaba las fricciones internas en el consejo y le confería la capacidad de iniciativa revolucionaria.

¿De qué forma se podía ampliar la composición del consejo? Se hubiera podido admitir a los representantes de profesiones liberales. Aunque no hubieran aportado nada al consejo podemos suponer que no le habrían molestado demasiado. Es inútil añadir que eso no hubiera cambiado para nada la fisonomía de clase del consejo.

¿Qué otros grupos sociales podrían haber estado representados? ¿El congreso de loa "zemstvos"? ¿El comercio y la industria?

El congreso de los "zemstvos" se reunió en Moscú en noviembre para deliberar sobre la cuestión de las negociaciones con el ministerio del conde Witte, pero no se le ocurrió plantearse la cuestión de las negociaciones con el consejo obrero.

Durante las sesiones del congreso estalló la insurrección de Sebastopol, lo que inmediatamente desplazó hacia la derecha a los representantes de los zemstvos . Miliukov tuvo que serenar al congreso con un discurso que decía en substancia que, a Dios gracias, la insurrección ya había sido aplastada. ¿Cómo hubieran podido llevar a cabo una acción revolucionaria común estos señores y los diputados obreros que saludaron a los insurrectos de Sebastopol? Uno de los dogmas, medio sincero, medio hipócrita, del liberalismo es la exigencia de que el ejército se mantenga al margen de la política. El consejo, por su parte, desplegó una intensa actividad para conducir al ejército a la política revolucionaria. ¿Sobre qué bases se podía haber llegado a una acción común en este terreno? ¿Qué hubieran podido aportar estos señores a la actividad del consejo excepto una oposición sistemática, debates inacabables y la desmoralización interna? ¿Qué hubieran podido aportarnos, aparte de advertencias y consejos como los que abundaban en la prensa liberal? Es muy posible que los cadetes y los octubristas tuvieran a su disposición la verdadera "razón de Estado", pero eso no implicaba que el consejo hubiera de transformarse en un club de debate político y educación mutua -era preciso que fuera un órgano de "lucha", y lo fue.

Mientras que, para el consejo, la huelga general era la única condición previa para la insurrección, donde los elementos no proletarios podían encontrar su sitio junto a los obreros, y mientras el consejo pedía a todos los grupos revolucionarios que prepararan con él la huelga directa e inmediatamente, el liberalismo burgués veía en la huelga política, de la que no podía formar parte activa, un método de lucha que había perdido toda eficacia y exigía la parte del león en la dirección de una lucha cuyo peso recaía exclusivamente sobre el proletariado.

¿Qué es lo que podían añadir a la potencia del consejo los representantes del liberalismo y la democracia burgueses? ¿Cómo hubieran podido enriquecer sus métodos de lucha? Basta con recordar el papel que jugaron en octubre, en noviembre, en diciembre, o con recordar la resistencia que opusieron estos elementos a la disolución de su duma, para comprender que el consejo podía y debía seguir siendo una organización de clase, es decir, una organización de lucha. Algunos diputados burgueses podían aumentar su importancia "numérica", pero eran absolutamente incapaces de incrementar su "potencia".


--------------------------------------------------------------------------------


VI

La tarea central de la revolución es la lucha por el poder. Estas cincuentas jornadas y su sangrienta conclusión no sólo han mostrado que en Rusia las ciudades constituyen una base demasiado estrecha para esta lucha, sino que, en los límites de la revolución urbana, una organización local no puede asumir la dirección del proletariado. La batalla del proletariado en nombre de tareas "nacionales" exigía una "organización de clase de envergadura nacional". El consejo de Petersburgo era una organización local. Pero la necesidad de una organización central era tal que, de buen grado o no, tuvo que asumir las funciones. Desde esta perspectiva hizo todo lo que pudo, pero siguió siendo ante todo el consejo de diputados de "Petersburgo". Ya en la época del primer consejo se manifestó claramente la necesidad de un congreso obrero panruso, que inevitablemente habría supuesto la fundación de un órgano central. La derrota de diciembre impidió que esta tarea llegara a buen puerto. Quedó como un legado de estos cincuenta días. La idea del consejo echó raíces en la mente de los obreros, al igual que la necesidad previa de la irrupción revolucionaria de las masas. La experiencia demostró que el consejo no estaba adaptado ni era posible en todas las circunstancias. La organización del consejo significa objetivamente que surge la posibilidad de desorganizar al gobierno, significa la organización de la "anarquía", por lo tanto la condición necesaria para un conflicto revolucionario. Si un período de calma chicha en la revolución y triunfo desmesurado de la reacción excluye la posibilidad de un órgano de masas público, elegido, influyente, no cabe duda alguna que el próximo asalto de la revolución significará la constitución de consejos obreros por doquier. El consejo obrero panruso, organizado por la unión de todos los obreros del país, asumirá la dirección de las organizaciones locales elegidas por el proletariado. Claro que lo esencial no es el nombre ni los detalles de las organizaciones, sino su actividad: la dirección democrática y centralizada del proletariado en la lucha para poner el poder en manos del pueblo. La historia no se repite jamás, y el nuevo consejo no tendrá que pasar otra vez por los mismos acontecimientos de estos cincuenta días, sino que de este período podrá extraer un programa de acción completo. Y este programa está perfectamente claro: cooperación revolucionaria con el ejército, el campesinado y las capas populares de la población urbana.; abolición del absolutismo; destrucción de su organización material: en parte cambio radical, en parte disolución inmediata del ejército, disolución del aparato policial burocrático; jornada de ocho horas; armamento de la población, sobre todo del proletariado; transformación de los ayuntamientos en órganos de auto-administración de las ciudades; fundación de consejos de diputados campesinos como órganos de la revolución agraria; organización de elecciones a la Asamblea constituyente y campaña electoral en base a un programa determinado de trabajos de la representación popular.

Un plan de este tipo es más fácil de formular que de poner en práctica. Pero, si la revolución debe vencer, el proletariado ruso se verá obligado a seguir precisamente este programa. Desplegará una actividad revolucionaria como jamás ha visto el mundo. La historia de estos cincuenta días no será entonces más que una página menor en el gran libro de la lucha y victoria del proletariado.



--------------------------------------------------------------------------------

Escrito: 1906
Primera Edición: Neue Zeit. 1907
Digitalización: Germinal
Fuente: T.O.T.A.L [*]
Esta Edición: Marxists Internet Archive, 2000

--------------------------------------------------------------------------------


* Texto inédito en francés [y español], traducido del alemán a partir de un artículo publicado en la Neue Zeit en 1907 [Título ruso: "Sovet i revolyutsiya: Pyat desyat dnei"], transcrito para la web por T.O.T.A.L a partir de una versión francesa de Gérard Billy. Ciertos párrafos de este artículo figuran también en el capítulo "Conclusiones" de la obra "1905". Dicho capítulo es un análisis más completo.


agrega un comentario