BUSH : LAS MANOS FUERA DE CUBA Y VENEZUELA !!!!!!!
Por EL MILITANTE -
Tuesday, Nov. 08, 2005 at 8:30 PM
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MANOS FUERA DE CUBA Y VENEZUELA |
Defender la
revolución, luchar por el socialismo |
Autor : Miriam
Municio Fecha : ( 01-Noviembre-2005 ) Categoria : Campaña
Internacional "Manos Fuera de Venezuela"
|
s (…)
inadmisible sacrificar a la especie humana invocando de manera
demencial la vigencia de un modelo socioeconómico con una galopante
capacidad destructiva. Es suicida insistir en diseminarlo e
imponerlo como remedio infalible para los males de los cuales es,
precisamente, el principal causante. Hugo Chávez ante la 60ª
Asamblea General de la ONU, 15 de septiembre de 2005
Esta cita es un pequeño extracto de la
intervención de Hugo Chávez en la última Asamblea General de
Naciones Unidas, el pasado 15 de septiembre, en Nueva York. Aunque
los ecos de su discurso han dado la vuelta al mundo, probablemente
no sea ésta la parte más divulgada. Sin embargo, sí es una de las
más contundentes y precisas a la hora de evaluar, diagnosticar y
señalar responsables de la situación en la que se encuentra el
mundo. Es una frase que simboliza con claridad la razón por la que
Venezuela sigue dentro de los países del llamado “eje del mal” para
el imperialismo norteamericano. El capitalismo no puede ofrecer más
que empeoramiento de las condiciones de vida y de trabajo,
degradación social, barbarie o miseria a millones de personas. No es
tremendismo, ni demagogia barata, como los ideólogos al servicio del
capitalismo argumentarán, sino la dura y cruda realidad. Si hasta
ahora esto era perceptible cuando hablábamos de los llamados países
del tercer mundo, hoy esa realidad se extiende rápidamente al
“privilegiado” primer mundo. No hay más que echar un vistazo a los
efectos del Katrina para comprobar sobre qué cimientos está
construida la principal potencia capitalista del mundo.
Odio y mentiras de la reacción
Desde que en 1998 Chávez ganó las elecciones con
más del 56% de los votos la burguesía venezolana, de la mano del
imperialismo norteamericano, no ha descansado en su intento de
derrocarlo. Tras unos primeros instantes de confusión, en el que
albergaron la esperanza de meter a Chávez en el redil mediante la
adulación y los elogios a esa “figura novedosa” se pasó rápidamente
a la preparación de soluciones más expeditivas, especialmente el
golpe de estado en 2002 y el paro petrolero en 2002/03 (que causó
pérdidas por 14 mil millones de dólares a la economía venezolana).
También probaron la “vía democrática” con el revocatorio en verano
de 2004, y el hecho es que todo lo que han puesto en práctica ha
fracasado estrepitosamente. En todo ese proceso el principal
protagonista han sido las masas venezolanas, que han despertado a la
acción y a la vida política, convirtiendo a Venezuela en la punta de
lanza de la revolución mundial. Ha sido su acción la que desbarató,
en los momentos decisivos, todos los intentos de la reacción de
descarrilar la revolución. La oposición a Chávez y al proceso
revolucionario está muy debilitada y dividida, pero esto no
significa que no sigan adelante en su empeño de derrocarlo. El
imperialismo sigue con los planes de intervención militar en el
país, como el recientemente denunciado plan Balboa e, incluso, de
magnicidio. El imperialismo y, por supuesto, la burguesía
española han tratado de ocultar la revolución venezolana y
tergiversar ante los trabajadores el carácter real de los
acontecimientos que se viven en aquel país. Uno de los argumentos
preferidos en esa campaña de desprestigio es el del “populismo”,
como si Chávez fuese un gran cacique que mediante unas pocas migajas
compra el voto de los pobres ignorantes. La realidad es que en
Venezuela se está desarrollando un plan de reformas con medidas de
gran trascendencia política y en beneficio de la inmensa mayoría de
la población, de los trabajadores, campesinos y oprimidos, y que ha
llevado a Chávez a enfrentarse irremediablemente con los poderosos.
Así de simple es la explicación del apoyo que tiene Chávez, superior
al 70%, después de seis años de gobierno.
Expropiación de empresas y latifundios
Hay hechos concretos para las masas venezolanas.
En año y medio 1.406.000 venezolanos han aprendido a leer y
escribir, prácticamente se ha desterrado el analfabetismo de un
población cercana a los 25 millones de personas, tres millones de
pobres se han incorporado a la educación primaria, secundaria y
universitaria, 17 millones (casi el 70% de la población), por
primera vez en su vida, reciben asistencia médica gratuita,
1.700.000 toneladas de alimentos se reparten a precios baratos entre
12 millones personas, de las que un millón lo reciben,
temporalmente, de forma gratuita. En enero de 2005 se tomaron
medidas para profundizar la reforma agraria. El Instituto Nacional
de Tierras ha intervenido más de 600.000 hectáreas para que sean
entregadas con concesiones estatales a campesinos y su objetivo para
este año es el recuperar un millón de hectáreas para entregarlas a
campesinos y cooperativistas. Este mínimo avance (se calculan las
tierras ociosas en unos 24 millones de hectáreas) ha puesto de uñas
a los terratenientes venezolanos —que se dedican a financiar a
bandas de mercenarios para asesinar a los activistas campesinos, en
una lista que alcanza ya los 180 asesinatos—, como no podía ser de
otra manera en un país en el que el 75% de la tierra productiva está
controlada por menos del 5% de los terratenientes. Chávez, en el Aló
Presidente nº 234 hablaba de que “el latifundio es uno de los más
poderosos obstáculos para el desarrollo del país y mientras exista
es imposible echar las bases del progreso nacional”. A la vez hacía
un llamamiento a los campesinos para movilizarse en defensa de estas
medidas contra los latifundistas. También ha habido
expropiaciones de empresas privadas abandonadas o cerradas por el
empresario de turno y puestas a funcionar bajo control obrero, como
en el caso de Venepal o Inveval. Durante el mes de julio de 2005,
Chávez anunció que más de 1000 empresas cerradas o paralizadas
estaban siendo investigadas, “así como no podemos permitir tierras
productivas ociosas, no podemos permitirlo con las empresas”. Frente
al boicot empresarial la ministra de Trabajo apelaba a los
trabajadores llamando “a los sindicatos y a los trabajadores y ex
trabajadores de estas empresas a recuperarlas. Sólo con la fuerza de
los trabajadores podremos derrotar a este enemigo interno que es la
dependencia y que nos aleja de nuestro objetivos en la lucha contra
la propiedad”. Ahora, el sindicato bolivariano, la Unión Nacional de
Trabajadores (UNT), ha anunciado que tomará 800 empresas que están
paralizadas en Venezuela, entre ellas las multinacionales Parmalat y
Heinz. Como explicaba una de las dirigentes de la UNT, en el diario
El Universal, “ante los ataques del neoliberalismo y del
capitalismo, nosotros utilizaremos los mecanismos de los
trabajadores, y ahora acompañados por las comunidades vamos a ocupar
esas empresas”. A finales de septiembre se han expropiado
instalaciones de la empresa Polar (alimentación), una de las más
importantes en Venezuela, en el Estado de Barinas; además, el 26 de
septiembre la Asamblea Nacional declaró de utilidad pública y
social, requisito previo necesario para proceder a la expropiación,
varias empresas más. A esto hay que añadir el anuncio de Chávez de
reformar el concepto de “propiedad privada” que aparece en la
Constitución Bolivariana aprobada en el 2000.
El
socialismo, la única vía
“En los primeros años de
nuestro gobierno hubo la ilusión de que podíamos estar bien con Dios
y con el diablo. Alguna gente que se me acercó y que hasta cierto
punto me rodeó en este palacio llegó con un discurso de ‘no hay que
buscar conflictos, hay que buscar consensos’. Me dejé llevar por esa
línea en los primeros años. Eran los días de mis reuniones con
Clinton y con altos empresarios estadounidenses (…)”, así de
gráficamente explicaba Chávez, en una entrevista concedida en julio
a la revista chilena Punto Final, su propia evolución. Lo cierto es
que cuando llega al gobierno lo hace con un programa de reformas
democráticas; por entonces, ni mucho menos se cuestionaba el
capitalismo. Sin embargo, las primeras reformas que plantea Chávez
fueron suficientes para ganarse el odio del imperialismo y de la
burguesía venezolana, que veían como sus privilegios podían verse en
peligro. Cualquier mínima reforma en beneficio de las masas pobres
choca con los intereses de la burguesía, que nunca va aceptar —como
hemos visto— un gobierno como el de Chávez sin rechistar. Pero,
también fue suficiente para generar unas enormes expectativas de
cambio entre los trabajadores y el pueblo venezolano, que inició un
proceso de participación y movilización que no ha parado a día de
hoy, en defensa de sus derechos, de su dignidad y de quien encarna
todo eso, la figura de Chávez. Nuevamente, la revolución
venezolana se encuentra en un momento clave. La burguesía y su
propiedad privada han mostrado a lo largo de este proceso qué pueden
dar a las masas pobres: empresas cerradas, despidos de trabajadores,
tierras que se pudren sin ser utilizadas, fuga de capitales, golpes
de estado, etc. Es decir, boicot al proceso revolucionario que se
vive en Venezuela, chantaje para mantener sus privilegios y
prebendas. Sin embargo, en los últimos meses también se está
demostrando, en la práctica, algo muy importante: no son necesarios
los capitalistas para que las empresas se pongan a producir, ni para
trabajar la tierra, ni para hacer funcionar la sociedad. Los
trabajadores han dado un paso al frente, ocupando y poniendo a
funcionar varias de esas empresas sin necesidad de sus patronos, e
incentivando el proceso de expropiaciones por parte del gobierno.
Este es el camino: romper, definitivamente, con el capitalismo.
A esta conclusión han llegado millones de trabajadores y
campesinos en Venezuela, el propio Chávez —a diferencia de los
sectores reformistas del gobierno y de la dirección del movimiento
bolivariano, que miran con preocupación cada avance de la
revolución— habla abiertamente de la necesidad del socialismo:
“Golpe el 2002, paro patronal, sabotaje petrolero, contragolpe,
discusiones y lecturas. Llegué a la conclusión (…) que el único
camino para salir de la pobreza es el socialismo”. “Cuando ves
reverdecer los campos, es el momento de abonar para que broten las
sementeras. A este rebrote popular y democrático hay que darle
sustancia ideológica. ¿Y cuál es? Yo respondo, desde mi conciencia
política, que es la vía socialista”. Pero realmente para que la
revolución venezolana sea socialista hay que completarla, sólo así
se podrá seguir ampliando su base social y fortaleciéndola frente a
las agresiones capitalistas. Y para ello, las palancas fundamentales
de la economía no pueden seguir en manos de los capitalistas.
Mientras ellos tengan estos recursos en sus manos la revolución
estará en peligro. Hay que expropiar y nacionalizar los latifundios,
la banca, las grandes industrias y monopolios y ponerlos bajo el
control democrático de los trabajadores, de esta manera se podría
planificar la economía, poner todos los recursos disponibles, toda
la riqueza generada al servicio de las necesidades sociales. La
revolución también necesita vencer y derrotar la resistencia que
existe dentro del aparato estatal, formado y diseñado para servir al
capitalismo. Hay “resto del viejo estado infiltrados en el nuevo
Estado que está naciendo” en palabras de Chávez. Es un
escándalo, por poner un ejemplo, que el mismo Banco Central de
Venezuela se negase a dar fondos al gobierno para los planes
sociales. Hay que sustituir la vieja estructura estatal por un
sistema basado en la participación y el control por parte de los
trabajadores y las masas populares, que actúe en todos los ámbitos
de la administración y de la economía, evitando así los privilegios,
el boicot y la corrupción, que son una lacra para el proceso
revolucionario.
Lecciones de la
revolución cubana
Analizar cómo se
desarrolló la revolución cubana es muy ilustrativo. Tras el
derrocamiento de la dictadura de Batista y la toma del poder por la
guerrilla, en enero de 1959, la existencia de la propiedad privada,
del capitalismo, se reveló como un obstáculo para poder resolver los
problemas de las masas y alcanzar la ansiada soberanía nacional.
Para poder avanzar, incluso para poder sobrevivir, la revolución
tuvo que poner en marcha un cambio radical en las relaciones de
propiedad: se expropió y nacionalizó la economía. Todo este proceso,
que culminó en mayo de 1961 con la abolición del capitalismo en la
isla, no estuvo exento de crisis y dificultades, agravado por el
hecho de que la dirección de la guerrilla no tenía un programa claro
sobre el rumbo que debía tomar la revolución. Pero el triunfo
definitivo de la revolución cubana frente al todopoderoso
imperialismo norteamericano, y su consolidación a lo largo de
décadas a pesar de todas las dificultades y agresiones a las que ha
sido sometido el pueblo cubano, tiene sus raíces precisamente en que
la revolución cubana se desarrolló en líneas socialistas. Esto es lo
que dio una base material a Cuba para resistir. Se mejoraron las
condiciones de vida y de trabajo de las masas, se erradicó el
analfabetismo, se desarrolló la educación, la cultura,… y eso fue
clave para consolidar y ampliar la base social de la revolución y
cerrar el paso a la contrarrevolución. La superioridad de la
economía planificada permitió tremendos avances respecto a los
países capitalistas del resto de Centroamérica e, incluso, de los
países más desarrollados de América del Sur, como Brasil o
Argentina.
Alianza Cuba-Venezuela: por
una federación socialista
La propaganda de la
reacción no ha dejado de agitar en torno al “filocomunismo” de
Chávez y a la maligna alianza entre Venezuela y Cuba. Sí, es cierto,
la colaboración entre ambos gobiernos se ha ido acentuando. ¿Cuál es
el problema? Cuba recibe 80.000 barriles de petróleo venezolano
diarios a precios especiales, siendo una ayuda importante para la
economía cubana. Gracias a ello, por primera desde hace 15 años ha
podido poner en marcha planes sociales importantes, como por ejemplo
la construcción de 500.000 viviendas en los próximos cinco años. En
abril de este año firmaron un acuerdo por el que, entre otras cosas,
Cuba formaría a 55.000 profesionales de la salud venezolanos, se
construirán miles de consultorios sanitarios, se operará
gratuitamente a 80.000 enfermos de la vista sin recursos (iniciativa
que ampliarán al resto de pobres en América Latina y EEUU). En otros
terrenos, la colaboración significará que los barcos petroleros
venezolanos serán reparados en Cuba (y no en EEUU), Cuba comprará
412 millones de dólares en productos venezolanos, lo que a su vez
servirá para la creación de 100.000 puestos de trabajo en Venezuela;
además, se profundizará en la creación de empresas mixtas
(Venezuela-Cuba) en la siderurgia, níquel, ferrocarriles, transporte
marítimo, sector agrícola… Ésta, en parte, es la respuesta al
bloqueo económico impuesto a Cuba por EEUU y cuyo impacto directo en
la economía cubana se calcula en más de 82.000 millones de dólares y
afecta a todos los sectores. Si la producción cubana tuviera acceso
al 25% de las importaciones de cobalto que realiza EEUU anualmente,
se ingresarían 66 millones de dólares en Cuba para los programas
sociales, educacionales y sanitarios. El boicot en la siderurgia
impide, entre otras cosas, construir 180.000 viviendas rurales o más
de 30.000 de prefabricado que beneficiarían a 120.000 personas. De
no existir el bloqueo EEUU podría comprarle a La Habana más de
30.000 toneladas de níquel, lo que representaría unos 500 millones
de dólares. Así de concretos son los efectos del bloqueo económico.
Pero incluso un hipotético fin del bloqueo no sería una solución
definitiva. Una Cuba inmersa en el mercado capitalista mundial no
puede resistir indefinidamente. Por eso la revolución venezolana ha
irrumpido como un soplo de aire fresco para el pueblo cubano. Los
acuerdos entre Cuba y Venezuela son sólo una pequeña muestra de lo
que podría significar para la población mundial el triunfo de la
revolución socialista en Venezuela y el establecimiento de una
Federación Socialista de ambos países, basada en relaciones
económicas de igualdad y no de opresión imperialista. Esta
Federación sería el embrión de una Federación Socialista en toda
Latinoamérica y se convertiría en el mejor antídoto contra las
tendencias procapitalistas que llevan años desarrollándose en la
isla y que amenazan las conquistas de la revolución. Esta es la
razón de tanta rabia hacia la alianza entre Chávez y Cuba y que se
reflejan en editoriales como la de El País, del 7 de octubre, cuando
alerta sobre “las especiales relaciones con la Cuba castrista”,
insiste con indignación en que Chávez “lanza soflamas para agitar la
región”, y se desespera por la “falta de una oposición organizada”.
En el fondo está reconociendo la bancarrota del capitalismo ya que
esas “soflamas” son recogidas y aplaudidas con cada vez mayor
entusiasmo por los trabajadores y oprimidos, no sólo en
Latinoamérica sino en el mundo capitalista desarrollado, incluso en
EEUU, como pudimos ver en la visita que realizó Chávez al Bronx,
donde fue recibido con el grito de: “Chávez sí, Bush no”. Lo que
preocupa a estos señores es que después de mucho tiempo, nuevamente,
hay un referente para las masas pobres y los trabajadores en todo el
continente americano. Mientras todos los gobiernos títeres impuestos
o apoyados por el imperialismo norteamericano de la zona, que están
llevando a cabo las recetas del FMI se están enfrentando a protestas
sociales cada vez más radicalizadas y en algunos casos se han
convertido en insurrecciones que han terminado con gobiernos
(Bolivia, Ecuador, Colombia…), Chávez no sólo “hace soflamas” sino
que va en serio. Gobierna para los pobres y se enfrenta a los
poderosos, hace llamamientos a luchar a todos los pueblos
latinoamericanos conjuntamente contra sus opresores, reflejando
intuitivamente una idea fundamental, el socialismo no puede triunfar
en un solo país. Los acontecimientos en Venezuela son una
demostración de la validez de las ideas del marxismo en el siglo
XXI, frente a todos los escépticos que durante años han negado el
papel de la clase obrera y la perspectiva de la revolución. Es deber
de todo trabajador y joven apoyar la revolución venezolana luchando
conscientemente por construir una corriente marxista revolucionaria
en Venezuela, en el Estado español y en todo el planeta.
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