MÀS SOBRE LA INSURRECCIÒN JUVENIL EN FRANCIA.
Por EL MILITANTE -
Thursday, Nov. 10, 2005 at 7:58 PM
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Los suburbios de las principales
ciudades de Francia convertidos en campos de batalla |
Una insurrección de
la juventud oprimida y marginada |
Autor : Greg Oxley Fecha :
( 10-Noviembre-2005 ) Categoria : Europa
|
as
revueltas en Francia han continuado creciendo durante los últimos
días. Se han extendido a más de 200 barrios. Miles de coches se han
quemado, se han asaltado cientos de oficinas y tiendas. La CRS
(Compagnie Républicaine de Sécurité, fuerzas antidisturbios) y la
policía están sobrepasadas, desmoralizadas y agotadas por esta
experiencia. Los suburbios de las principales ciudades de Francia se
han convertido en campos de batalla.
La causa
inmediata de esta rebelión fue la muerte de dos jóvenes que huyendo
de otra redada policial se refugiaron en una central eléctrica. Más
allá de este trágico incidente, el alcance y el extraordinario vigor
de este movimiento sólo se puede explicar por los efectos del
desempleo, la pobreza, la discriminación social y racial, acumulada
durante décadas. También es una reacción al cinismo de esa clase
parasitaria y corrupta que se sienta en la cumbre del “orden
republicano”, y que diariamente muestra su desprecio por la “chusma
de los suburbios” y cuya mentalidad reaccionaria está perfectamente
representada en el lenguaje provocador, desdeñoso y agresivo de
Nicolás Sarkozy.
No se han escatimado esfuerzos para
estigmatizar las revueltas y ocultar las verdaderas razones
subyacentes tras esta furia. Los alborotadores se supone que son
patoteros, criminales e incluso idiotas manipulados por jefes de
bandas. En realidad no tienen nada que ver con eso. Lo que está
ocurriendo es una insurrección de la juventud, no de los jóvenes
iluminados, sino de los oprimidos, los más pisoteados y los jóvenes
más desesperados. ¿La burguesía está conmocionada por sus métodos?
¿Estos jóvenes no son lo suficientemente “civilizados”? Si se quiere
encontrar la explicación a sus métodos rudos (según los gustos de la
burguesía) se encuentra en el hecho de que la mayoría ha crecido en
la miseria, ¡por no mencionar la brutalidad policial!
¿Alguno de estos jóvenes no ha sido víctima de la
pobreza o la discriminación? Es lógico que estén llenos de odio. Sin
embargo, contrariamente a lo que han escuchado con frecuencia, el
odio no siempre es una cosa negativa. El odio puede ser una poderosa
palanca de la emancipación humana cuando va dirigido contra la
injusticia de este demoníaco sistema.
Desde el punto
de vista de los militantes comunistas y sindicalitas, se puede decir
mucho de los métodos utilizados por estos jóvenes. No son los
métodos del movimiento obrero. No podemos aprobar la destrucción de
escuelas, guarderías, empresas o incluso vehículos. Pero estas
actividades están en la naturaleza de este tipo de movilización.
Antes del surgimiento de las primeras organizaciones sindicales en
el siglo XIX hubo muchos casos de trabajadores desesperados
destruyendo fábricas y máquinas, o atacando indiscriminadamente la
propiedad. Pero los jóvenes de los que estamos hablando no conocen
el mundo laboral, incluso muchos de sus padres están excluidos de
él. En muchos de los barrios la tasa de desempleo está próxima al 40
por ciento. Entre los propios jóvenes muchos desaprueban estas
acciones, pero a diferencia de los trabajadores que tienen
organizaciones y la autoridad para tomar decisiones colectivas,
estos jóvenes no tienen ninguna organización que los detenga o
controle.
Pero la actitud del gobierno y los medios
de comunicación hacia esta destrucción es totalmente hipócrita.
Derraman lágrimas de cocodrilo. Comprendemos perfectamente la rabia
de los trabajadores y las familias que están sufriendo debido a esta
destrucción. Estos trabajadores y sus familias no tienen nada que
ver con las causas sociales de estas revueltas. Ellos también son
víctimas del capitalismo. Pero es necesario decir una cosa: incluso
aunque estas revueltas continuasen durante otros doce meses, no
conseguirían destruir tantas empresas, empleos o servicios públicos
como los que ha destruido el vandalismo de los otros hooligans,
vestidos con traje y corbata, que pertenecen a la MEDEF (patronal) y
la UMP (Unión del Movimiento Popular).
Villepin y
Chirac han pedido la restauración del “orden”. De Villiers también
ha defendido el orden e incluso ha recomendado el envío del ejército
para sofocar la rebelión. ¿Pero de qué tipo de “orden” hablan? Es el
orden de una república que está corrompida hasta la médula, basada
en la estafa y la corrupción. Es un orden donde un pequeño número de
grandes capitalistas someten a toda la sociedad a su sed de
beneficios y poder. Es un orden donde los jóvenes supuestamente
deben aceptar pasivamente su suerte, donde los trabajadores deben
estar sometidos a las leyes del mercado, donde los ricos son más
ricos mientras la pobreza y la precariedad se generalizan. La
hostilidad implacable de Sarkozy hacia los “suburbios”, presentados
alegremente como un terreno abonado para el fundamentalismo
islámico, para los criminales e incluso los terroristas, es sólo la
otra cara de su hostilidad hacia los trabajadores de SCNM (Société
Nationale Marítime Corse Méditerranée), la RTM o cualquier grupo de
trabajadores que intenta luchar contra las privatizaciones y la
regresión social.
Esta rebelión se enlaza con la que
se está preparando dentro de la clase obrera francesa. Es un desafío
al movimiento sindical, a los partidos socialista y comunista, que
no deben ignorar este movimiento tan importante. Si nos hacen elegir
entre estos jóvenes valientes, combativos y desafiantes, pese a sus
errores debidos a su inexperiencia política y su falta de
organización, y los duros representantes del capitalismo que han
enviado a la CRS contra ellos, no tenemos problema en decidir de qué
lado estamos.
Cuando François Hollande (un dirigente
del Partido Socialista Francés) se niega a pedir la dimisión de
Sarkozy, con el pretexto de que no quieren alentar las revueltas, lo
único que consigue es dar ánimo a Sarkozy. Pero la dimisión de
Sarkozy no es suficiente. Debemos exigir la dimisión de todo el
gobierno, es decir, la convocatoria inmediata de elecciones
parlamentarias.
Los jóvenes no necesitan discursos
moralizantes, sino un programa de acción audaz y revolucionario, que
se oponga implacablemente al capitalismo. Las revueltas “ciegas”
como la que estamos presenciando no sólo son el resultado directo
del callejón sin salida del capitalismo, también son fruto de quince
años de fracaso de los gobiernos de izquierda, desde 1981, en los
cuales los representantes del PSF y el PCF se contentaron con
aprobar algunas reformas menores pero que no cambiaron en nada el
carácter rapaz y reaccionario del capitalismo. El último gobierno de
la izquierda incluso puso en práctica un programa de privatizaciones
a gran escala, que Chirac, Raffarin y de Villepin simplemente han
continuado desde 2002.
Hoy, nuestra tarea como
comunistas es explicar pacientemente a cada joven, trabajador,
desempleado y pensionista, que el capitalismo significa regresión
social permanente, que no se puede revertir esta tendencia mientas
los bancos y las grandes empresas sigan bajo el control de los
capitalistas. Debemos extender nuestras manos en solidaridad a estos
jóvenes en rebelión, explicarles que ninguna revuelta de este tipo,
no importa lo grande y extendida que sea, será capaz de resolver sus
problemas. Debemos invitarlos a organizarse con nosotros, a preparar
consciente y seriamente la lucha para derrocar al capitalismo.
Los representantes del capitalismo suministrarán las
porras, el gas lacrimógeno y las esposas necesarias para el
“restablecimiento del orden”. Pero no pueden resolver ninguno de
estos problemas que afectan a estos jóvenes. En realidad, estas
revueltas terminarán. Pero las causas permanecerán. Ente los jóvenes
que hoy hacen frente a la brutalidad de la CRS, encontraremos un
gran número de luchadores por la causa del socialismo, en la medida
que les hablemos con un lenguaje que puedan entender, un lenguaje
revolucionario.
En última instancia, lo que se está
preparando es una revolución. El sistema capitalista es
absolutamente incapaz de satisfacer las necesidades de estas
personas. Su existencia es incompatible con las conquistas sociales
del pasado. Sus representantes atacan a la clase obrera, los
desocupados y los pensionistas. El desempleo, la incertidumbre y la
miseria irán en aumento. Mientras Villepin habla de aliviar el
“sufrimiento” de la juventud, su gobierno y la MEDEF están lanzando
un nuevo ataque contra el subsidio por desempleo. La revuelta en los
suburbios franceses es una expresión concreta de las profundas
tensiones que existen en el seno de la sociedad francesa. Estas
revueltas son una prueba más -junto con muchos otros factores- de
que Francia ha entrado en una época de profunda inestabilidad
social, en el curso de la cual los trabajadores de este país se
enfrentarán al desafío de poner fin al capitalismo.
París, 8 de noviembre de 2005
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