Julio López
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CUANDO LA VIOLENCIA NO ES REVOLUCIONARIA
Por reenvío agencia walsh - Monday, Nov. 21, 2005 at 9:55 AM

Hechos tales como los sucedidos en la estación de Haedo o las acciones desarrolladas durante la presencia de Bush en Argentina, tanto en Mar del Plata como en Buenos Aires, nos sugieren algunas preguntas. ¿Fueron las masas consciente y organizadas las que atacaron las vallas y negocios ó sólo fue un sector que reclama para si el papel de “vanguardia”?. ¿Nuestro pueblo necesita mentores que le enseñe el uso de la violencia o lo que no encuentra en sus barrios cotidianamente son medios para expresarse unitariamente y decidir, a partir de esa unidad, cuando aplicar la violencia revolucionaria?. ¿Estos actos son: expresión de la lucha de clases; acciones aisladas que no llegan a ese estadío de confrontación; ó sólo son brotes extemporáneos en una sociedad que la ha superado?.



por Carlos Antón


Haedo
Primero fueron los usuarios del tren, hartos de ser maltratados los que al bajar de una formación que ya venía con un vagón incendiándose se enfrentaron con la policía en la estación de Haedo. En este primer choque los usuarios obligan a retirarse a los eros que venían a sofocar el incendio, a continuación lo mismo sucede con la dotación de un patrullero, mientras el vehículo era incendiado. Luego, la mayoría de los usuarios se fueron dispersando, pero en la estación quedaron alrededor de 200 personas, en su mayoría jóvenes. Este grupo al que se le atribuye el incendio del resto de los vagones, son los que luego avanzarían hacia el centro comercial de la estación, saqueando varios locales y destruyendo algunos.
Para el gobierno fue una acción vandálica, organizada y dirigida por activistas de izquierda. El ministro del Interior, Aníbal Fernández expresó: «Le digo que fueron grupos armados para un hecho armado. ¿Quién lo pergeñó? Lo pergeñaron sindicalistas y Quebracho, y tenemos detenidas a 87 personas. ¿Y sabe qué? No son ninguno de los vecinos».
Un jefe policial declaró que, en medio del fuego, apareció gente del MTP con pasamontañas en la cara y pegó panfletos. El ministro de seguridad bonaerense, León Arslanian ratificó la presencia de dos personas vestidas con chalecos negros con esas iniciales.
Por su parte la burocracia de la Fraternidad y la Unión Ferroviaria apuntaron a grupos de izquierda y se hicieron eco de la denuncia de Aníbal Fernández a dos dirigentes sindicales opositores. El secretario general de La Fraternidad, Omar Maturano afirmó: «Fueron activistas de izquierda que iban rumbo a Mar del Plata y aprovecharon la situación para hacer lo que hicieron».
La empresa TBA, mantuvo un discurso calcado al de las burocracias sindicales, el vocero de TBA, Gustavo Gago aseguró que los responsables de los ataques fueron «activistas que se dirigían a Mar del Plata a la Cumbre de las Américas».
Los medios de comunicación no podían dejar de expresar posteriormente, que la explosión de bronca tuvo su origen en las pésimas condiciones de los trenes, en el mal trato que reciben los usuarios, y en las ganancias que todos saben que tiene la empresa. Aún así en los días siguientes, los multimedios del sistema al referirse a estos hechos, justificaban la bronca de los usuarios, pero continuaban afirmando el papel que supuestamente habían tenido los activistas de izquierda.
El secretario de Seguridad de la Municipalidad de Morón, insospechado de pertenecer a una agrupación de izquierda, afirmó en un reportaje a El Diario de Morón: “Yo no vi gente con la cara tapada, no vi gente con palos excepto los que eran los pedazos de barrera que habían roto, no vi un nivel de organización”. Las afirmaciones del funcionario, anticiparon algo que los jueces no han podido probar y es que haya existido activismo organizando la pueblada.
Sencillamente porque en Haedo sucedió otra cosa.

La pobreza desmesurada engendra la violencia desmesurada
En los trenes que vienen cada día a la Capital Federal, además de trabajadores también vienen una importante cantidad de sectores marginalizados, muchos de ellos jóvenes. Estos aunque no se conocen entre sí, tienen lazos comunes. Son hijos de desocupados y desocupados ellos. A diferencia de otras épocas de la Argentina, estos jóvenes no tienen como referentes de vida a un padre o madre obreros, en la actualidad, muchos de sus mayores son: cartoneros y los jóvenes no quieren ese futuro para si. Viven en barrios socialmente fragmentados, bajo el imperio de la droga y el control mafioso de distintas bandas que interactúan con la policía. Esta a su vez, los usa como mano de obra barata en el tráfico de droga, en robos, que son una fuente más de recaudación para las cajas de la institución. Cuando estos jóvenes dejan de ser útiles para la policía, sea porque quieren salir del circuito o porque escapan a su tutelaje, aparecen muertos en enfrentamientos que nunca son tales. En este ambiente, esos muchachos comienzan a crear condiciones básicas de organización para sobrevivir, adquieren un odio feroz a la policía, a la que consideran su enemiga principal y llegado el caso combaten contra ella. Cuando salen de sus barrios, salen jugados, cada noche que vuelven es un día más que sobrevivieron.
Algunos de ellos -que van a la Capital Federal a “lo que salga”- estaban en ese tren que se detuvo en Haedo. Y actuaron dentro de su lógica, se enfrentaron con la policía, atacaron comercios, se llevaron lo que podían llevarse y quemaron algo a su paso.
La prensa de la burguesía, el gobierno, no pueden entender las causas de esa explosión de ira. No entienden, porque para ellos, los pobres no existen, sólo son estadísticas. Para el “Sr. burgués”, no existen. El Sr. burgués pasa con su auto último o al lado de un cartonero y esquiva un objeto, no una persona. Para el Sr. burgués encerrado, en su torre de cristal, en su country o en el despacho gubernamental, los pobres son cosas, a los que ni siquiera se les reconoce el derecho de existir. Y aunque las estadísticas afirmen que hay un 13,5 por ciento de indigentes, es decir 5,5 millones de personas, el Sr. burgués no se entera. En todo caso sólo son estadísticas. Sin embargo esos 5,5 millones, están emperrados en vivir.
Estos jóvenes, cuya rebelión no tiene objetivo político, no conocen de cifras, pero pueden ver en televisión cómo los ricos aumentan sus riquezas mientras ellos se empobrecen día a día.
Hay una situación social que este gobierno, las clases ntes y su prensa no pueden reconocer públicamente; y es que no pueden controlar a una gran parte de la población. La situación de los sectores marginalizados, excede su política asistencialista. Hay sectores sociales a los que no pueden llegar.
La prensa, los pobladores de Haedo, diversos sectores criticaron a la policía porque no actuó a tiempo, esta a su vez dio distintas excusas para justificar su lentitud. Sin embargo es probable que haya existido una orden, emanada desde algún despacho importante, para que la policía se retire. Ese día, una represión policial sobre estos sectores, por la dinámica que podía adquirir un enfrentamiento así, no era improbable que terminara con muertos. A dos días del inicio de la IV Cumbre de las Américas era un costo que el gobierno no estaba dispuesto a afrontar. Contra el amañado discurso oficial, queda claro que no hubo nada planificado por ningún partido de izquierda. En todo caso si detrás de algún grupo, hubo en algún momento algún puntero asusándolos es mejor que el ministro del Interior mire hacia el gran perdedor de las últimas elecciones en la provincia Buenos Aires y antiguo compinche en argumentos de esta naturaleza como los que se usaron en la masacre del Puente Pueyrredón.
La riqueza desmesurada engendra la pobreza desmesurada y esta la violencia desmesurada. Esto sucede a diario en cualquier metrópoli capitalista; tanto en Buenos Aires como en París.

Las manifestaciones anti Bush
El país de Haedo al que arriba Bush, nos muestra una sociedad fracturada, con su clase trabajadora en las mismas condiciones, sin unidad social y menos aún unidad política; carente de organizaciones políticas autónomas y con gran fragmentación entre los sectores denominados de “izquierda”. En tanto los sectores ntes intentan instaurar en la conciencia de las masas oprimidas que las alternativas son: depender de la dádiva gubernamental o resignarse a vivir en forma más miserable aún.
A esta Argentina llegó George W. Bush, el ícono por excelencia de lo que significa la barbarie capitalista, el imperialismo, el Estado opresor. En esta Argentina se desarrolló la IV Cumbre de las Américas, que terminó con las acciones contra los Mc Donald, bancos, etc, en Mar del Plata y en Buenos Aires; lo mismo que el intento de derribar las vallas frente a la embajada de Estados Unidos también en Buenos Aires.
Algunos sectores expresamos, cuando comenzó meses atrás la campaña anti Bush, que se debía convocar a la más amplia unidad en repudio a su presencia. Debíamos centrar nuestra propaganda y nuestra agitación en un solo punto: No a Bush en Argentina. Transformar el sentimiento anti yanqui que hay en nuestro pueblo -ampliamente extendido entre la población, pero no siempre identificado con una conciencia antiimperialista- en una acción que lo expresara en todo el territorio de nuestro país.
Estaba claro, que esa convocatoria no iba a tener el eco esperado teniendo en cuenta el nivel de atraso político que hay en amplias capas de la población, como en los mismos partidos de izquierda. Bush en Argentina, nos ofrecía un punto de apoyo para poder avanzar hacia la unidad social de amplísimos sectores de la población. Se podía poner en marcha la bronca y las frustraciones contenidas con un objetivo de construcción política a largo plazo, donde los millones de excluidos volvieran a ser los protagonistas y artífices de la historia.
Eso no se logró. Múltiples factores confluyeron para que esto no sucediera: la política sectaria de muchas organizaciones populares y de izquierda, el papel electoralista que jugaron otras en las últimas elecciones y la subordinación de algunas organizaciones denominadas “populares” a la política del gobierno nacional.
Paralelamente el gobierno, hizo lo suyo. No iba a permitir que la IV Cumbre de las Américas fracasara por las movilizaciones populares. Apelaron a todo: la cooptación política, enviando un cañonazo de dinero hacia algunos sectores puntuales para comprar voluntades, llenar de policías y fuerzas de seguridad los puentes y avenidas, entre otras medidas.
El efecto buscado era separar al activismo del grueso de la población.
Lo lograron.
Las manifestaciones en Mar del Plata, Buenos Aires y las principales ciudades del país, sólo convocaron al activismo; sumando los movilizados de las distintas ciudades apenas se habrá llegado a las 100 mil personas. En tanto, el hombre y la mujer común quedaron afuera del repudio al genocida visitante. En todo caso, lo habrán puteado frente a su televisor.
Ahora Bush se fue. También pasaron las elecciones, sin embargo las calamidades sociales continúan. Y continúa la desarticulación de los trabajadores como vanguardia de la sociedad.

Estado y violencia
El capitalismo no puede existir sin aplicar la violencia. Su existencia conlleva la violencia. Esto es así bajo la dictadura más feroz o en la democracia más representativa. Sin embargo en la democracia burguesa existe un constante movimiento de vaivén que va de la cooptación a la represión del movimiento popular y viceversa. Por eso el actual gobierno del presidente Kirchner, aún cuando está lejos de asemejarse a la dictadura encabezada por Jorge Rafael Videla, también debe usar -dentro de los márgenes que le impone la democracia burguesa- la maquinaria coercitiva, para sostener su política. Medidas tales como la judicialización de las protestas sociales, la saturación policial de puentes, avenidas, etc., el mal denominado “gatillo fácil” y las distintas acciones represivas directas ya sea por parte de los organismos de seguridad nacionales o provinciales, son usadas paralelamente y en concomitancia con el asistencialismo punteril a los sectores marginalizados y la cooptación política y económica a sectores otroras pertenecientes al campo popular.
El papel del Estado en una sociedad de clases, está lejos de ser el instrumento de paz que anida en la concepción de la burguesía. Al respecto Lenin señala, en su obra El Estado y la Revolución: “Según Marx, el Estado es un órgano de ción de clase, un órgano de opresión de una clase sobre otra, es la creación del “orden” que legaliza y afianza esta opresión amortiguando los choques entre clases”. Son las contradicciones antagónicas entre las clases que hace necesario que exista, lo que Federico Engels describe como una: “fuerza pública especial [...] y que no está formada sólo por hombres armados, sino también por aditamentos materiales: las cárceles y las instituciones coercitivas de todo género”(1) . La fuerza pública especial es el Estado y los “hombres armados”, son la policía, ejército, guardiacárceles, gendarmería, etc. En otro pasaje de la misma obra de Engels éste afirma: “Como el Estado nació de la necesidad de refrenar los antagonismos de clase y como, al mismo tiempo, nació en medio del conflicto entre estas clases, es, por regla general el Estado de la clase más poderosa, de la clase económicamente nte, que con la ayuda de él se transforma en la clase políticamente nte, adquiriendo con ello nuevos medios para la represión y la explotación de la clase oprimida”. Y afirma Engels: “en la república democrática la riqueza ejerce su poder indirectamente pero de un modo tanto más seguro”.
Sin lugar a dudas, ésta es la realidad que hoy se vive en nuestros países, con los agravantes que la sociedad del siglo XXI suma a las descripciones de aquellas de Europa de fines del siglo XIX y principios del XX. Actualmente, éste Estado es más violento, porque las contradicciones son más antagónicas. Ahora no sólo existe un carácter irreconciliable entre las dos clases fundamentales de la sociedad, además la sociedad capitalista arroja continuamente a la marginación a millones de seres humanos.
El desarrollo futuro de esta confrontación de clases, más allá del gusto particular de los sectores de la burguesía traerá aparejado hechos de violencia. “No será por el camino de la persuasión que los emperadores de estos tiempos, vayan a acoger nuestras demandas y nuestras aspiraciones de justicia y equidad en este mundo” (2). Afirmaba Fidel, pero recalcaba además: “[...]hacen falta las ideas que preparen a los pueblos del futuro, pero luchando desde hoy. Desde hoy, hay que ir formando conciencia, diríamos nuevas conciencias. No es que hoy el mundo carezca de conciencia, pero una época tan nueva y tan compleja como esta requiere más que nunca de principios y requiere mucha más conciencia”. A siete años de estas afirmaciones de Fidel, la acción imperialista en el planeta demuestra que los “emperadores de estos tiempos” se aferran más y más a su poder militar para acentuar su ción. En tanto hacia el interior de nuestros países los “hombres armados” y el poder del dinero, a los que aludía Engels se encargan de aumentar el control interno. En tanto los sectores más explotados de la población, están fracturado o todavía tienen algunas expectativas en los partidos reformistas o referentes directos del capital.

Lucha de clases y conciencia política
Lejos de haberse extinguido, la lucha de clases existirá mientras exista la sociedad de clases. Sin embargo es necesario remarcar que no toda lucha social es lucha de clases. A partir del Manifiesto Comunista se instalan dos principios: el proletariado forja su conciencia en la lucha y la lucha de clases es lucha política.
Las distintas acciones espontaneas del pueblo, las luchas económicas o reivindicativas aún no son lucha de clase, aunque pueden transformase en un puente hacia ella. ¿Cuándo son un puente?. Entre otras cosas –no la única por supuesto- cuando contribuyen a elevar la conciencia de la masa de la población al plano político.
Marx afirma en Miseria de la Filosofía que frente al capital la masa de la población es una clase en si, pero todavía no es clase para si. Este paso de clase en si a clase para si se produce cuando los trabajadores entran en el terreno de la lucha de clases, en la lucha política.
Pero avanzar hacia la conciencia política no es acto individual, personal, tampoco es una receta que se encuentra en un libro o a la vuelta de la esquina. La conciencia política -aún cuando cada individuo la adquiere, si se quiere, para si- es un hecho colectivo que se adquiere en la lucha.
En la etapa actual de nuestro país –y en la mayoría de los países del planeta- el tránsito de la conciencia en sí a la conciencia política es parte de lo que Fidel denominó “la batalla de ideas”.
Mientras para la clase nte mantener la creencia de que la actual estructura de la sociedad es parte de un orden natural, para los explotados y oprimidos, para el futuro de la humanidad, -incluso como supervivencia de la especie- es necesario cambiar desde la raíz esa estructura. La disputa en la que estamos embarcados –en nuestro país- no es la disputa por el poder, que hoy detenta la burguesía. Sino la disputa por la conciencia de las masas explotadas y oprimidas. Es urgente que estos sectores de nuestro pueblo accedan a esa conciencia política anticapitalista que los enfrente con el capital y les permita avanzar hacia la sociedad nueva. Sin embargo, es imprescindible, construir los puentes prácticos mediante los cuales los explotados puedan pasar de su experiencia actual, más o menos reformista, más o menos esperanzada en algún referente de los partidos del capital a la plena conciencia de que sólo con organizaciones autónomas podrán acabar con el capitalismo. Y esta tarea no se logra sólo con la osadía de algunos sectores de la izquierda o gracias a la claridad teórica de otros.

Cuando la violencia no es revolucionaria
Las actividades de las organizaciones, que en el último tiempo apelan a la acción directa contra los locales de algunas empresas subsidiarias de multinacionales, pueden contar con algún grado de simpatía de sectores de la población. Sin embargo, está lejos de existir una disposición de los explotados a la confrontación abierta de clases.
La fractura de las capas más pobres y oprimidas de la sociedad, la falta de unidad social y política en el proletariado, la inexistencia absoluta de organizaciones de masas independientes a la que nos referimos más arriba, nos impone una primer pregunta ¿en qué ayuda al avance en la conciencia y la organización de las masas, las acciones contra los bancos, los Mc Donald, cabinas telefónicas, o comercios marplatenses?. Si la tarea de la militancia social, política, revolucionaria, es avanzar hacia esa imprescindible unidad social y política de las masas, como primer paso en la emancipación de las mayorías populares. Si en ese camino está planteada la disputa por la conciencia del pueblo frente a los capitalistas que imponen la suya. Entonces ahora nos preguntamos si las acciones a las que nos referimos suman o restan. A nuestro juicio: restan
Nuestro pueblo ha recorrido un largo camino de puebladas. La resistencia a los abusos del poder están arraigados en su memoria colectiva. Algunas de esas puebladas han sido pacíficas como las Marchas del Silencio en Catamarca, que pusieron coto al poder omnímodo de los Saadi-; otras violentas como en Santiago del Estero, a principio de los ´90; luchas de trabajadores desocupados, como las que comenzaron en Cutral-Co y continúan hasta hoy, más acá las respuestas al corralito y la represión del 20 de diciembre de 2001. La última la de Haedo a la que nos referíamos más arriba.
El pueblo pobre -y el no tan pobre también- vive rodeado de la violencia, los explotados y los oprimidos conocen cómo aplicar la violencia, en ese sentido no necesitan entrenadores.
El Estado y la policía supieron aprovechar nuestras debilidades políticas, dejaron, tanto en Haedo como en Buenos Aires y Mar del Plata, que los sectores que atacaron las vidrieras, quedaran solos y aislados, para luego actuar. El Estado ni siquiera tuvo que afrontar el costo político de las vidrieras rotas. En Mar del Plata, los presidentes todavía no terminaban de subir a sus aviones cuando ya estaban repuestos los vidrios rotos. Y los mismos vecinos que vivaron la manifestación, fueron los que la putearon más tarde y son los que ahora se encuentran agradecidícimos por la eficiencia y prontitud con la que actuó el intendente marplatense. En síntesis esa acción, lejos de hacerle un favor al desarrollo político de las masas sólo logró algunos puntos para el kirchnerismo y sus aliados.
Por eso se puede afirmar que los compañeros se equivocan en su accionar.
Y esta diferencia hay que expresarla en el punto exacto en la que es: diferencias entre compañeros que luchamos para cambiar la sociedad. Reconocemos la abnegación y honestidad militante que entregan a su trabajo, pero así como reconocemos esto, también debemos tener la honestidad de hacer la crítica cuando consideramos que su accionar va en contra de la organización del pueblo. Por esa razón estamos lejos de afirmar como han hecho algunos sectores, otrora pertenecientes al tan meneado campo popular y hoy devenidos en amanuenses del gobierno, que esas acciones son producto de inadaptados.
A diferencia de los reformistas o los pequeños burgueses reaccionarios, la afirmación que hacemos más arriba de que las acciones directas realizadas: restan, no se basa en condenar la violencia de las mismas como un auto de fe.
No cabe duda que un sistema que se sostiene en base a la violencia, caerá violentamente. La diferencia reside en si esa violencia la aplica el pueblo y sus organizaciones de vanguardia o si por el contrario lo hacen grupos blanquistas o putchistas aislados de ellas.
No se niega que cualquiera de las organizaciones que se critica en este material, desarrollan trabajos importantes en las barriadas del Gran Buenos Aires, sin embargo, aun así su visión continúa siendo sectaria.
De todas maneras a la par que se hace esta crítica reclamamos:
· Desprocesamiento de todos los luchadores sociales y políticos.
· Libertad a los presos políticos.
· Juicio y castigo a los policías y funcionarios involucrados en casos de gatillo fácil.
· Basta de persecuciones a los luchadores sociales y políticos, a los trabajadores y a los distintos sectores de nuestro pueblo.
Y nos sumamos a todas las campañas que expresen el derecho de los explotados y oprimidos a luchar por su libertad y bienestar.
Varios años antes que la III Internacional acuñara y desarrollara en su II Congreso, el concepto de Frente Único, para unir políticamente a la clase trabajadora, Marx y Engels escribían en el Manifiesto Comunista, algo que vale para todos los luchadores sociales y políticos que aspiramos a cambiar este sistema:
”Los comunistas no forman un partido aparte de los demás partidos obreros.
No tienen intereses propios que se distingan de los intereses generales del proletariado.
No profesan principios especiales con los que aspiren a ar el movimiento proletario.
Los comunistas no se distinguen de los demás partidos proletarios mas que en esto: en que destacan y reivindican siempre, en todos y cada una de las acciones nacionales proletarias, los intereses comunes y peculiares de todo el proletariado, independientemente de su nacionalidad, y en que, cualquiera que sea la etapa histórica en que se mueva la lucha entre el proletariado y la burguesía, mantienen siempre el interés del movimiento enfocado en su conjunto”.


1 El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado- F. Engels- Citado por Lenin en el Estado y la Revolución.
2 Fidel Castro- Discurso en la clausura del Evento Internacional Economía 98- La Habana- 3 de julio 1998

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no se lee ni se entiende
Por uno - Monday, Nov. 21, 2005 at 10:06 AM

no se lee ni se entiende bien el articulo
pero mas o menos se puede captar la esencia
les pregunto a los que lo postearon:
ustedes vieron lo q paso en corea cuando fue bush?
tiene alguna relacion el desarrollo de las socialdemocracias, el freno de las luchas que estos gobiernos imponen y una especie de ola esperanzadora q los medios se encargan de crear, con que el desarrollo de la violencia sea solo usado por un grupo minoritario?
alguien puede llegar a pensar q la cta, pc, venceremos, barrios de rodillas y otros son "el pueblo"?
alguien vio a los trabajadores del subte haciendo retroceder a la infanteria a pedrazo limpio?, alguien vio la represi0on de este año como subio con respecto a la anterior?
alguien habla de que gabriel roser del MUP hace 1 año y medio q esta preso??
que pasa muchachos? nos vamos a cagar entre nosotros??vamos a dejar q los medios nos dividan entre duros y no duros
dejemosnos de joder
que los compañeros han dado muestras de lucha y no son ninguna vanguardia de nada sino organizacones q deciden aplicar la violencia como metodo de lucha(en este tipo de casos)
si nos vendemos entre nosotros estamos verdaderamente jodidos
todos a la marcha del miercoles a las 15.00 en congreso contra la persecucion politica y la represion

arriba los q luchan!

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aclaremos
Por yo - Monday, Nov. 21, 2005 at 12:17 PM

estaria bueno que separaras a los que fueron a romper kioskitos de los que fueron con blancos fijos cmo el citybank o mcdonalds. una cosa es los que decian "son burgueses" y rompian un almacen y otra distinta es la que se defendio de la represion como dbe ser. en todo caso, si haamos del antiimperialismo del pueblo argentino, me parece que los que fueron a los mcdonalds y lugares estan bien, y que los otros que rompian por romper son servicios del estado, porque peor prensa que un tipo que s edice antiimperialista rompiendo un koskito no hay. pero separemos las cosas, porque no es lo mismo, n eran los mismos grupos. no confundamos .

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estoy deacuerdo
Por uno - Monday, Nov. 21, 2005 at 1:48 PM

soy el del primer comentario y adhiero al segundo del cumpa(se me escapo la aclaracion pero vale la pena)

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para empezar
Por marcelo - Monday, Nov. 21, 2005 at 4:03 PM

como primer punto, juntar lo de aedo con lo de mar del plata es lo que propone el gobierno para deslegitimar. Argumentar sobre esa propuesta ya hecha, es tarea de los lameculos

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bien Uno
Por F. - Monday, Nov. 21, 2005 at 4:04 PM

Muy de acuerdo.

Igual, lo que se desprende de quién escribió el artículo bastante poco claro y enredado es lo siguiente:
poblada contra Menem: bien
poblada contra K (mismos motivos): mal
apoyo a Chávez: bien
repudio a Bush: mal

con eso los sectores K resuelven todo como un catecismo, no puede hacerse exactamente lo mismo por los mismos motivos contra un "compañero" de... DERECHA!!!!!

A lo que hemos llegado...

Ah, y "Uno" pone el dedo en la llaga cuando habla de no mandar al frente compañeros (estos sí COMPAÑEROS), cosa que mucho forritos están desarrollando como especialización

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EL MTP VIVE¡¡¡
Por sargento rubio - Monday, Nov. 21, 2005 at 6:01 PM
pablocamats@hotmail.com 02478-15-440958 saavedra 298

el MTP estuvo en los hechos de HAEDO y lo hizo para protestar contra nuestros verdaderos enemigos:los burgueses imperialistas.es necesario decir que no tenemos absolutamente nada que ver con los que fueron a MC DONALD´S ya que no tenemos los mismos metodos de lucha que ellos y no tenemos ninguna clase de vinculacion con ellos.¡¡¡¡A VENCER O MORIR POR LA ARGENTINA¡¡¡.MTP.

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crítica
Por comunista antibolchevike - Monday, Nov. 21, 2005 at 8:15 PM
cica_web@yahoo.com

La medida de cuan revolucionaria es una accion violenta no puede ser lo mal o bien que salgan parados los activistas sindicales o los partidos de izquierda, sino si tal acción contribuyó a aumentar el nivel de autoactividad de l@s explotad@s como clase. La revolución no es un asunto de partido o de los activistas, es un asunto de las mismas masas de explotados y oprimidos.


Bajo el subtítulo "La pobreza desmesurada engendra la violencia desmesurada" me da la apariencia de que el autor quiere "disculpar" a l@s que explotaron de bronca en Haedo como diciendo "son pobres y marginados". Es casi el mismo discurso de los intelectuales progres sólo que agregándole la cuestión de la estructura social y con la aclaración extra de que "no hubo nada planificado por ningún partido de izquierda".

O sea, en vez de hallar la manera en que estas explosiones espontáneas crezcan en extensión, intensidad y conciencia (lo cual implica DEFENDERLAS ABIERTAMENTE, en vez de tratar de explicarlas para que la clase media bien pensante las "entienda"), lo único que pretender hacer el autor es señalar que esas explosiones carecen de programa (no son revolucionarias porque no están subordinadas a una "dirección revolucionaria" con un "programa revolucionario") y, para que la izquierda no quede mal ante "la gente", aclarar que no tuvieron nada que ver con ella. Igual que muchos partidos y personalidades de izquierda deben estar haciendo hoy mismo en Francia.


Bajo el subtítulo "Las manifestaciones anti Bush" hay una lamentación de que debido a "la política sectaria de muchas organizaciones populares y de izquierda, el papel electoralista que jugaron otras en las últimas elecciones y la subordinación de algunas organizaciones denominadas “populares” a la política del gobierno nacional" no se pudo aprovechar la venida de Bush y su repudio como atajo a la concienciación de l@s trabajadores/as.

Esto ya de por sí expresa un punto de vista estrechamente "político" del proceso de desarrollo de conciencia revolucionaria en las masas, donde a través de tácticas de jefe que requieren de una visión y viveza especial puede convertirse a las masas no revolucionarias en revolucionarias (lo que se identifica, en las mentes de estas personas, con el crecimiento numérico de la izquierda y/o de organizaciones que se reclaman revolucionarias).

En suma: podríamos haber aprovechado la venida de Bush para organizar algo que nos hubiera dejado en mejor posición a las organizaciones populares y de izquierda, pero no lo hicimos.


Después en "Estado y violencia", se analiza el Estado desde la vulgarización de Engels en "El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado" que Lenin hace suya en "El Estado y la Revolución": el Estado como un instrumento o maquinaria que puede ser usado por una clase o por otra, y no el Estado como RELACIÓN SOCIAL MEDIADA POR INSTITUCIONES, donde unos pocos monopolizan el poder político y la violencia para sostener la actual formación económico-social y los demás son oprimidos.

Este punto de vista sobre el Estado es la causa y la consecuencia de prácticas autoritarias y de una concepción capitalista de Estado del socialismo. Porque lleva a pensar que si el partido revolucionario (o la clase entera, en versiones más "democráticas" del leninismo) toma el poder del Estado se asegura el tránsito hacia el socialismo. ¿Y en qué se resume toda la práctica de la izquierda? A la misma que la de todo partido político: tomar el poder del Estado. Y para lograrlo, debe conseguir que gran parte de la población asuma su programa y su ideología. ¿Qué tiene que ver esto con la autoemancipación de l@s explotad@s? Nada, porque el bolchevismo no es más que un camino para reemplazar a unos tiranos por otros, a pintar la sociedad de clases (la esclavitud asalariada, las cárceles, los manicomios, la escuela, la policía, la burocracia y el ejército) de color rojo.

Si bien la posibilidad de que la izquierda tome hoy o en los años por venir el poder del Estado es prácticamente nula, el sistema agradece sus servicios recuperadores: seguir difundiendo ideología y prácticas alienantes en l@s explotad@s.


Luego, en "Lucha de clases y conciencia política" se confirma lo que dije antes, el autor expresa un punto de vista estrechamente político sobre el desarrollo de la conciencia revolucionaria en las masas. Reduce a la lucha de clases a la lucha política (entre partidos) y dice que, en la sociedad de clases, hay luchas sociales que no son lucha de clases (Katrina de chanes). Para el autor, pareciera que las únicas luchas sociales que clasifican como luchas de clases son las que califican como luchas políticas, las que pueden ser dirigidas por un partido político.

"La disputa en la que estamos embarcados –en nuestro país- no es la disputa por el poder, que hoy detenta la burguesía. Sino la disputa por la conciencia de las masas explotadas y oprimidas."

Más allá de lo discutible de que en nuestro país el poder lo detente la burguesía (como si el capitalismo no fuera ya un sistema mundial donde cada país no es una isla gobernada por su propia burguesía, y donde los límites y la soberanía del Estado-nación y del mercado nacional se van desdibujando mediante la mundialización del capital y la supremacía del capital financiero sobre el capital industrial y comercial), lo que expresa este párrafo es la creencia (coherente con todo el escrito) de que las masas explotadas y oprimidas no pueden acabar con el capitalismo por ellas mismas, sino que "nosotr@s" (l@s especialistas en la revolución) debemos competir contra "la burguesía" por la conciencia de estas masas. O las dirige la burguesía o las dirigimos nosotr@s. O nuestra ideología o la ideología de la burguesía. O nuestro programa, elaborado independientemente de las masas, o el de la burguesía. Las masas explotadas y oprimidas son expectadoras, el terreno donde se disputa la supremacía de l@s revolucionari@s y la burguesía. En otras palabras, son un rebaño y l@s revolucionari@s somos pretendientes de pastores que debemos competir contra los pastores actuales.

Y es desde este punto de vista kautskysta-leninista donde la política revolucionaria se convierte en una serie de batallas donde dos poderes (uno, el de l@s de arriba, el otro, el de l@s que quieren estar arriba) se disputan las mentes de las masas explotadas y oprimidas, que cada tanto estallan de bronca producto de la miseria y la injusticia, pero como lo hacen sin un programa revolucionario, no son revolucionarias y hasta son funcionales a la reacción.

Entonces, el dilema para la izquierda no sería cómo ayudar a que las mismas masas explotadas y oprimidas rompan con la alienación y sus formas ideológicas, sino cómo encontrar la "política" correcta (entendida como combinación de organización, propaganda y agitación) para construir puentes entre la práctica y conciencia reformista corriente de las masas y una práctica y conciencia "revolucionaria" (que, por supuesto, sólo lo es si al frente del movimiento se encuentra el "partido revolucionario").

La izquierda no concibe movimiento de l@s explotad@s que no pueda subordinar, y por eso identifica el crecimiento de conciencia revolucionaria con conciencia política, lo que a su vez identifica con el crecimiento de la misma izquierda y sus estructuras. Y por lo tanto, tiene que cuestionar todo lo que escapa fuera de su órbita como no revolucionario, más allá de si lo es o no.

En realidad, lo que debemos concluir de los análisis de la izquierda cuando entiende así la realidad es que ella misma no es más que la izquierda del capital, un camino a la recuperación de los sectores de masas que tienden a radicalizarse cuando el capitalismo demuestra su creciente incapacidad para satisfacer las necesidades básicas de sus esclav@s.


En el parágrafo "Cuando la violencia no es revolucionaria" el autor plantea una pregunta correcta:

"¿en qué ayuda al avance en la conciencia y la organización de las masas, las acciones contra los bancos, los Mc Donald, cabinas telefónicas, o comercios marplatenses?"

Pero, como dije en el primer punto, el criterio del autor para definir si esas acciones suman o restan no es, justamente, el avance en la conciencia y la organización de las masas, sino el crecimiento de la izquierda (para la izquierda, estas dos cosas son lo mismo).

La queja es, en definitiva, que la izquierda asuma el costo político de la violencia espontánea de Haedo. El mensaje es: todo estallido espontáneo que no sea oportuno según nuestro criterio es funcional a la reacción. Ese es el núcleo de este artículo: toda explosión de violencia no puede ser revolucionaria a menos que tenga un programa y una dirección revolucionarias.

La izquierda del capital, con su afán por regimentar y uniformizar todo movimiento de l@s explotad@s, sólo puede conducir a una práctica reformista. Lo mismo sus análisis y conclusiones.

Con suerte, l@s explotad@s mism@s encontraremos como clase el camino correcto a la revolución, y cada reacción espontánea siempre tendrá más valor que una acción dirigida y hegemonizada por una "dirección revolucionaria". De lo que se trata para aquell@s explotad@s que, por una u otra razón, hemos llegado a una práctica y conciencia anticapitalista y por lo tanto antiautoritaria, no es regimentar lo espontáneo con la creencia errónea propia del leninismo que dice "lo espontáneo es la forma embrionaria de lo consciente", sino contribuir, justamente, a que lo espontáneo sea cada vez más consciente.

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Sin la clase obrera organizada....
Por Bronstein - Monday, Nov. 21, 2005 at 10:45 PM

Cualquier acto espontaneo aun mayor que el de diciembre de 2001 sera aplastado y aniquilado por las fuerzas armadas capitalistas.

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