LUCHA OBRERA EN AUSTRALIA.
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Wednesday, Nov. 23, 2005 at 6:13 AM
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Australia: El látigo de la
contrarrevolución. |
Los trabajadores se
movilizan contra los ataques del gobierno Howard |
Autor : Hal Roberts Fecha
: ( 22-Noviembre-2005 ) Categoria : Internacional
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l
martes 15 de noviembre Australia presenció las mayores
manifestaciones de trabajadores de su historia. El mitin más grandes
fue en Melbourne, donde aproximadamente 200.000 trabajadores pararon
la ciudad. Se celebraron mítines similares en todas las ciudades
importantes del país. El Consejo Australiano de Sindicatos calcula
que en la movilización estatal participaron más de 500.000 personas.
Muchas más no pudieron participar debido a las amenazas e
intimidación de los empresarios.
El movimiento iba
dirigido contra las leyes antiobreras draconianas que ha presentado
al parlamento el gobierno Howard. Las “reformas” de las relaciones
industriales representan un ataque frontal contra los derechos de
los trabajadores y sus familias. Cuatro millones de trabajadores
perderán su derecho a recurrir un despido injusto, los trabajadores
con salarios más bajos verán empeorar sus condiciones debido a la
reducción del salario mínimo y la abolición de las multas que
actualmente garantizan unas condiciones básicas mínimas para el
trabajo por turnos y nocturno.
Todas las condiciones
laborales están amenazadas por el ataque a la negociación colectiva
que es el punto de central de esta legislación. El epicentro de la
legislación es el llamado “Acuerdo Australiano del Puesto de
Trabajo”. Todos los nuevos trabajadores en una empresa tendrán que
firmar un acuerdo individual con sus empresarios y se enfrentarán al
despido si se niegan a firmar. Los sindicatos se enfrentarán a
multas duras si intentan ¡sugerir la representación sindical! Este
acuerdo es claramente la punta de la navaja, la clase dominante
australiana está intentando atomizar el poderoso movimiento obrero
australiano. Una prueba de qué significará esto para todos los
trabajadores australiano se puede ver en la larga disputa de Boeing.
(http://awu.net.au/national/campaigns/boeing).
Estos
ataques se intentan presentar bajo el manto de la “elección” y la
“flexibilidad”. A pesar de la relativa salud de la economía
australiana y el nivel históricamente bajo de desempleo (basado
parcialmente en la manipulación de las cifras de empleo mediante el
‘trabajo para el subsidio del desempleo’), el gobierno liberal dice
que estas “reformas” son necesarias para garantizar la salud de la
economía. Se han gastado cincuenta millones de dólares del dinero de
los contribuyentes en anunciar los cambios en los centros de trabajo
a una opinión pública australiana muy escéptica.
Lo
que realmente se escode detrás de estas pretensiones orwellianas es
que los liberales están preparándose para la próxima ronda. Una
economía basada en la producción de mercancías es particularmente
vulnerable a las fluctuaciones del mercado mundial y los
capitalistas australianos están esperando contenr a los sindicatos y
evitar una nueva oleada de lucha.
Otro amenazador
acontecimiento es la introducción de las leyes “anti-terroristas”,
que recuperan la ofensa medieval de la “sedición”. Si Howard
estuviera realmente preocupado con la protección del pueblo
australiano no se habría convertido en el perrito faldero de Bush en
el hemisferio sur. La realidad es que estas leyes tienen la
intención de acabar con la disidencia interna en lugar de luchar
contra el terrorismo internacional. El anterior primer ministro
liberal, Malcom Fraser (no conocido precisamente por ser amigo del
movimiento obrero), llegó a comentar que: “Estos son poderes cuya
naturaleza arbitraria y amplia, con ausencia de vigilancia judicial,
no podrían existir en ningún país democrático”.
La
respuesta de los trabajadores australianos a estas amenazas fueron
los magníficos mítines que se celebraron esta semana. La
característica más destacada de estos mítines fue su aplastante
carácter obrero. Abarrotados con banderas sindicales. En primera
línea el sindicato de trabajadores de la construcción, CFMEU, cuyo
sector es el que más riesgo corre con esta ley. A ellos se unieron
los de sanidad, profesores y trabajadores marítimos.
Esto contrastaba con los que se encontraban en el
estrado que hicieron todo lo posible para quitar importancia a la
naturaleza de clase de la movilización. El mitin comenzó con el
canto del himno nacional. Varios líderes eclesiásticos subieron al
estrado para mostrar su apoyo y los discursos hacían referencias
constantes a la naturaleza no australiana de la legislación. La
mayoría de los discursos fueron recibidos con un silencio educado.
Los gritos de la multitud quedaban reservados para los pioneros del
movimiento obrero australiano, que correctamente ven las “reformas”
como una amenaza a todos los avances conseguidos en sus años de
lucha. También recibió gritos entusiastas la viuda de un trabajador
de la construcción que señaló la amenaza calamitosa que representa
esta “reforma” para la seguridad en el puesto de trabajo.
Esta magnífica movilización fue sólo el principio. El
mayor peligro en este momento es que el movimiento pueda ser
descarrilado por la burocracia sindical. Mientras que es importante
garantizar que la dirección del Partido Laborista se mantiene firme
en su oposición a los cambios legislativos, los trabajadores no
pueden esperar a un próximo gobierno laborista. La vida de los
trabajadores está en juego. La base de los sindicatos presiona a la
dirección para que se oponga a la legislación con cualquier medio
necesario y que se prepare para que a partir de estas movilizaciones
se organice un día de huelga general.
Como Lenin y
Trotsky sabían muy bien, algunas veces el látigo de la revolución es
lo que despierta a la clase obrera. Después de años de retirada, el
poderoso movimiento obrero australiano ha comenzado a moverse.
Australia es un país rico en recursos naturales. Los trabajadores
venezolanos han comenzado a demostrarnos cómo la riqueza de un país
puede utilizarse para el beneficio de muchos y no el de unos pocos.
Sólo es cuestión de tiempo que la clase obrera australiana se una a
ellos.
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ACONTECIMIENTOS POLÌTICOS EN ISRAEL.
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Israel: El secretario general de los
sindicatos se convierte en el líder del Partido Laborista |
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Autor : Yossi
Schwartz Fecha : ( 22-Noviembre-2005 ) Categoria : Oriente
Medio
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(Este
artículo fue escrito días antes de la crisis parlamentaria, la
convocatoria adelantada a elecciones y la ruptura de Sharon con su
partido, el Likud.)
La semana pasada Tony Blair no
fue el único dirigente laborista que se enfrentó a una derrota. En
Israel, Simón Peres, el veterano dirigente laborista, perdió su
puesto de líder del Partido Laborista. En las elecciones a la
dirección laborista Amir Peretz consiguió el 42,35 por ciento de los
votos, mientras Simón Peres sólo consiguió el 39,96 por ciento y
Benjamín Ben Eliécer quedó tercero con el 16,82 por ciento.
¿A dónde llevará Amir Peretz al partido? Es demasiado
pronto para asegurar qué dirección emprenderá el nuevo líder del
Partido Laborista. Sin embargo, está claro que su victoria ha sido
una gran sorpresa para muchos y puede que incluso para él mismo. Su
victoria ha provocado un pequeño terremoto en todo el sistema
político israelí.
Como señalaba el periódico Haaretz
(11 de noviembre de 2005): “El Partido Laborista despertó ayer a una
mañana compleja. Para el 40 por ciento de sus militantes la mañana
fue el amanecer de un nuevo día. Un giro total, dramático e
histórico. Para los que votaron a Peretz el resultado de ayer era
como un respiro de vida en un cuerpo agonizante, un momento antes de
que se certificara la muerte”.
Una cosa es segura. Si
Simón Peres, Haim Ramon, Dalia Itzik y Ophir Pines-Paz hubieran
seguido al frente del Partido Laborista, habría seguido siendo el
segundo violín del gobierno de Ariel Sharon. En ese escenario Sharon
no tendría problema para mantenerse en el poder hasta noviembre de
2006 (cuando se deben celebrar las elecciones), y lo más probable es
que también hubiera continuado hasta noviembre de 2010 con el apoyo
de la vieja dirección laborista.
Con Peretz al timón
del laborismo, el escenario político en Israel está cambiando. Dados
sus antecedentes, por primera vez en años el país tendrá dos
partidos principales que no parecen almas gemelas sirviendo
abiertamente a la clase capitalista. Como decía el periódico Haaretz
(13 de noviembre de 2005):
“Peretz ha hecho una lista
de compromisos. Por ejemplo, en una entrevista concedida al Globes
el 10 de mayo, enumeró sus objetivos: aumentar el salario mínimo a
1.000 dólares, reducir la edad de jubilación a 60-65 años, aumento
de la parte del gobierno a los bonos subvencionados de los fondos de
pensiones, del 30 al 50 por ciento, creación de una pensión
obligatoria sobre todos los salarios, reconocimiento de los costos
de hipoteca y el interés para propósitos impositivos, cambio del
sistema de subvenciones al estado del bienestar”.
El
ala de derecha del Partido Laborista dirigida por Peres ha estado
siguiendo una política diametralmente opuesta a este programa e
incluso consideraba la posibilidad de dividir el partido. El martes
Peres, quien se negó a felicitar al nuevo líder, ha difundido la
noticia de que había decidido tomarse un respiro y suspender su
actividad política en el Partido Laborista. Sin embargo, sus
colaboradores no dudaron en decir que está considerando la formación
de un nuevo partido con Ariel Sharon, que estaría dirigido por este
último.
Debemos recordar que Ariel Sharon también
tiene sus propios problemas dentro del Likud. Recientemente derrotó
estrechamente a Netanyahu en las elecciones internas del partido,
también está amenazando con una escisión si pierde el control del
partido.
Sin emabrgo, la declaración de Simon Peres
antes de las elecciones es una cosa y que la lleve a la práctica es
otra. Antes de emprender medidas tan drásticas, el ala de derecha
del Partido Laborista querrá esperar y ver si pueden hacer “entrar
en razón” a Peretz.
Por otro lado tenemos al
Meretz-Yahad que está considerando entrar en el Partido Laborista y
también muchos de los pobres que han estado apoyando al populista
Likud y que es probable que ahora apoyen al Partido Laborista, con
esta nueva dirección.
La bolsa israelí y la moneda
local, el shekel, reaccionaron nerviosamente y cayeron levemente por
el miedo de los inversores a que el nuevo líder laborista pudiera
girar a la izquierda.
Simón Peres metió al Partido
Laborista en el gobierno de Sharon el pasado mes de enero, con el
pretexto de respaldar su retirada de Gaza, pero en realidad Peres
quería permanecer en la coalición hasta las próximas elecciones de
noviembre de 2006, e incluso más allá. Amir Peretz ha declarado que
los laboristas se retirarían con su dirección y que estaban
trabajando para conseguir que se adelantasen las elecciones hasta el
próximo mes de marzo o mayo.
Lo que está claro es que
Peretz no está actuando como el dirigente de un verdadero partido
socialista que quiere dirigir la lucha, sino como alguien que busca
un compromiso para que se recuperen sus enemigos de la conmoción que
han recibido con su elección como nuevo líder del Partido Laborista,
dando también tiempo a Sharon y Peres y la oportunidad de
reorganizarse.
En lugar de acusar a Peres de
deslealtad al partido por amenazar con una escisión y de este modo
romperlo, en lugar de anunciar su retirada del gobierno, sólo
amenaza con acciones. Peretz se reunión con el vicepresidente Simón
Peres el viernes, después de la reunión este declaró que “haría todo
lo posible para garantizar que el nuevo líder laborista le ayude a
tomar decisiones”.
No sólo esto, según Radio Israel,
en la primera reunión del partido con Peretz como nuevo líder, se
tomó la decisión de que la dirección del partido se reuniría en tres
semanas para decidir si se mantiene en el gobierno.
Consecuentemente, este miércoles, 16 de noviembre, el Partido
Laborista en el Knesset (parlamento) no apoyará la moción de no
confianza al gobierno. Esta no es la mejor forma para alguien que
pretende representar los intereses de los trabajadores. Calmar al
ala de derecha del partido no sirve para avanzar en los intereses de
los trabajadores.
El ala de derecha del Partido
Laborista, mayoritariamente ashkenazis de clase media, muchos de
ellos generales, representan los intereses no de los trabajadores y
los pobres, sino de la elite de clase media que está relacionada con
la clase capitalista. Sobre la superficie puede parecer una cuestión
de ashkenazis frente a judíos de origen norteafricano, pero sería
dejarse engañar por las apariencias. Es una cuestión de clase y no
de origen étnico.
¿Quién es Amir Peretz?
Amir Peretz nació en la ciudad marroquí de Bojar.
Su padre era el jefe de la comunidad judía y tenía una gasolinera.
La familia emigró a Israel en 1956. Se asentaron en la ciudad pobre
y subdesarrollada de Sderot, donde Peretz fue uno de los pocos que
se graduó en la escuela superior. A diferencia de los políticos
habituales de Israel, que son generales del ejército, sólo llegó al
rango de capitán, después resultó herido en la guerra de 1973 y se
convirtió en granjero. En 1983 se convirtió en alcalde de Sderot por
el Partido Laborista. En este cargo intentó mejorar el sistema
educativo de la ciudad.
En 1988 fue elegido
parlamentario. En 1994 Peretz unió sus fuerzas con Haim Ramon y se
convirtió en segundo de Ramon en la dirección del Histradut
(confederación sindical israelí). Ramon le encargó las empresas
económicas del Histradut, pero en lugar de nacionalización bajo el
control democrático de los trabajadores lo que hicieron fue
venderlas por unos pocos céntimos a capitalistas privados.
Peretz se convirtió en presidente del Histradut en
diciembre de 1995. Durante sus primeros años al frente del
Histradut, Peretz fue considerado como un militante. En aquella
época hubo muchas huelgas. Sin embargo, en los años recientes Peretz
ha moderado su posición y ha sido el responsable de paralizar muchas
huelgas.
Durante los años del anterior ministro de
economía Benjamín Netanyahu, a pesar de su retórica de izquierda,
colaboró bastante con el gobierno para llevar a cabo “reformas”
estructurales y económicas. Esto en realidad significó entregar la
economía israelí, conocida en el pasado por su economía estatal bajo
el control del Histradut y el estado, a unos pocos ricos que
gobiernan Israel.
En 1999 Peretz se fue del Partido
Laborista para formar su propio partido. Am Ehad (Una Nación). Am
Ehad consiguió dos escaños en el parlamento en las elecciones
generales de 1999 y tres en las de 2003. ¡Evidentemente estos
resultados no colmaban su ambición personal de convertirse en primer
ministro de Israel!
Como muchas de las reformas del
estado de bienestar fueron destruidas por la política del ministro
de economía Benjamín Netanyahu, Peretz se hizo muy popular entre la
clase obrera judía de Israel, por su oposición. Después decidió
utilizar al Partido Laborista como un vehículo hacia el poder y Am
Ehad se fusionó con el laborismo en el verano de 2004.
Después de la fusión, Peretz utilizó la dirección del
Partido Laborista como una plataforma para acabar con la coalición
con el Likud, dirigida por el primer ministro Sharon, y regresar a
la política socialdemócrata histórica del Partido Laborista y al
estado del bienestar.
El periódico Haaretz ha
demostrado cierta preocupación por el surgimiento de una figura como
Peretz al frente del Partido Laborista. En el mismo artículo citado
anteriormente y haciendo referencia a su programa decía lo
siguiente:
“Quizás no haga todo esto inmediatamente,
pero ¿puede alguien dudar de que podría implantar una gran parte de
sus compromisos específicos y otros dentro de un corto espacio de
tiempo cuando sea elegido primer ministro? Esto sería un terremoto
económico que cambiaría totalmente el panorama político.” Sin
embargo, después dice algo a la clase dominante israelí para ayudar
a calmar sus nervios:
“Dicen que Peretz es un
político sano, estable y práctico, que no habrá cambios ni alborotos
que se puedan escapar a su control ni dañar la economía y la
sociedad, se rodeará de políticos veteranos y expertos que
analizarán y le presentarán las implicaciones de aquellas decisiones
que mencionó en la entrevista”.
En otras palabras, se
rodeará de hombres que serán las mismas personas que deciden hoy la
política económica y que descartarán cualquier reforma significativa
que “dañe” la economía y lo empujarán a la derecha. El mismo
artículo continua diciendo:
“El programa de Peretz es
el producto de su desarrollo en los años sesenta y setenta,
apropiado para aquel período. Durante aquella época, la economía
nacional en gran parte era una operación independiente, donde era
posible actuar de acuerdo con consideraciones ideológicas e ignorar
en gran medida el mundo. En el siglo XXI, ninguna economía moderna
puede permitirse actuar de manera independiente de lo que está
ocurriendo en la mayor parte del mundo, donde las fuerzas
prevalecientes son la globalización, la competencia y la movilidad
de los medios de producción. Cualquier intento de actuar sin tener
en cuenta las fuerzas de mercado internas y externas provocarían una
retirada económica y esto llevaría a un daño social peor que el que
ha prometido reparar Peretz”.
Lo que les preocupa en
concreto son los vínculos de Peretz con los sindicatos. En realidad
dicen: “No menos preocupante que su compromiso ideológico es su
vínculo político con los sindicatos, en particular con los consejos
obreros. Sería iluso pensar que Peretz sería capaz de actuar
aisladamente de acuerdo con los intereses del estado, ignorando los
intereses y presiones de este poderoso sector”.
Qué
quieren decir con “intereses del estado” está bastante claro. Son
los intereses de los capitalistas israelíes que no quieren ninguna
interrupción de la política que actualmente se está aplicando en
Israel, recortes, recortes y más recortes del gasto público.
Recientemente dijo que a los dos años de haber
llegado al cargo “habría erradicado la pobreza infantil de Israel”.
Mientras que hace estas declaraciones, claramente populares entre
los trabajadores, también dice que está comprometido con la economía
de mercado. Aquí tenemos la contradicción subyacente de Peretz. Por
un lado ha prometido mucho a los trabajadores, pero por el otro dice
que respeta el capitalismo, porque eso es la “economía de mercado”.
Si se niega a ir más allá de los límites del capitalismo israelí,
entonces sufrirá grandes presiones. Esta es una prueba de cómo se
moverá cuando llegue al cargo.
De manera similar,
Peretz, sobre la cuestión de las relaciones árabes-judías, mantiene
una posición de “paloma”. Fue uno de los primeros miembros del
movimiento Paz Ahora. También, en los años ochenta, fue uno de los
miembros del grupo de ocho de parlamentarios laboristas, dirigido
por Yossi Beilin, que apoyó la idea de la solución de los dos
estados. Ha dicho que el conflicto sin resolver con los palestinos
es la razón del aumento de la desigualdad. Se ha opuesto a los
asentamientos en Cisjordania diciendo que esto absorbe fondos que
deberían ser utilizados para resolver estos problemas de
desigualdad.
Después de considerar todo esto, si se
quieren hacer comparaciones internacionales, es más parecido al
presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva que a Hugo Chávez en
Venezuela.
Aunque se pueden ver las contradicciones
de sus declaraciones, claramente su victoria refleja una creciente
polarización tanto dentro del Partido Laborista, donde ha surgido un
ala de derecha y otra de izquierda, como dentro de la sociedad
israelí en su conjunto, entre los que tienen y los que no. Podemos
esperar que bajo su dirección el Partido Laborista se parecerá más a
un partido socialdemócrata tradicional, apoyado por los trabajadores
y los pobres de Israel. No es casualidad que un hombre cuya base de
poder es el Histradut haya sustituido a la casta oficial tradicional
que dominaba el Partido Laborista. No sería la primera vez en la
historia que en un momento de crisis un Partido Laborista haya sido
salvado por un dirigente sindical. Peretz tiene más autoridad entre
los trabajadores que la vieja guardia laborista.
Los
marxistas no deben dar a Peretz un cheque en blanco, no se puede
presentar como un gran socialista. Deberíamos darle un apoyo crítico
en la medida que represente un paso a la izquierda. Deberíamos
apoyar cualquier movimiento real que sea para apoyar a los
trabajadores y los pobres. Deberíamos exigir dentro del movimiento
obrero israelí que cumpla su palabra y organice la lucha contra los
recortes, la privatización, etc., Deberíamos criticarlo siempre que
no avance en la causa de la clase obrera. Es posible que muchos
nuevos activistas se unan al Partido Laborista bajo esta nueva
dirección. Deberíamos estar en contacto con esta capa y tener una
actitud amistosa hacia los trabajadores que entren en el partido. En
la medida que no exista una verdadera alternativa incluso este
partido puede reflejar en un futuro las presiones de la lucha de
clases.
Debemos decir a estos nuevos activistas que
han confiado en Peretz y no en Peres, que exijan una dirección clara
a Peretz, para que se deshaga de una vez por todas de Peres y la
vieja guardia, que abandone el gobierno y luche por un gobierno
laborista que dé marcha atrás en la política antiobrera aplicada por
los recientes gobiernos. A menos que esto ocurra, y a pesar de las
palabras de la nueva dirección, el Partido Laborista volvería a
colaborar con los demás Sharon de este mundo que tanto sufrimiento
provocan a los trabajadores y los pobres.
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