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Torturas/ ¿Qué hay detrás de las denuncias del New York Times y el Washington Post?
Por Lectura Recomendada - Wednesday, Nov. 23, 2005 at 7:58 PM

Manipulación y guerra por el poder

Las nuevas estrategia de la prensa imperial
¿QUE HAY DETRAS DE LAS DENUNCIAS DEL NEW YORK TIMES Y WASHINGTON POST?

(IAR-Noticias) 23-Nov-05
http://www.iarnoticias.com/

Por rodrigo Guevara/ rodrigoguevara (at) iarnoticias.com

Desde que, por razones editoriales y comerciales, se hicieron marcadamente "anti-Bush" durante la campaña electoral estadounidense, los diarios norteamericanos New York Times y Washington Post tienen "percepciones diferentes", y descubren hechos de la realidad que antes no eran sujetos de atención en su política editorial. Por ejemplo Irak.

Antes de sumarse -junto a CNN y otras cadenas norteamericanas- a la campaña de Kerry y de los demócratas, en las elecciones pasadas, el New York Times y el Washington Post no sabían que existía la ocupación militar de Irak, o, mejor dicho, sólo conocían la llamada "guerra de Irak" contra el "dictador Saddam Hussein" contada por el Pentágono.

Hay que recordar, de paso, que estos dos diarios fueron los difusores principales de las campañas de acción psicológica lanzadas desde las oficinas de inteligencia del Pentágono y de la Casa Blanca, desde donde los halcones y el lobby judío de Cheney planificaban las invasiones con el general Tommy Frank.

Sus reporteros, como se recordará, durante las invasiones a Irak y Afganistán viajaron con las tropas invasoras para destacar, antes que nada, la visión de los oficiales y soldados norteamericanos sobre los países invadidos.

Paradojalmente, y en las antípodas de sus posiciones históricas habituales (servir de voceros oficiales de las invasiones) The New York Times y The Washington Post se convirtieron en líderes de las denuncias contra la "guerra".

Sus páginas y portadas se llenaron de denuncias contra las torturas, contra las "mentiras" usadas para invadir, contra el "CIA-gate", y contra todo lo que respirara la palabra "Bush".

Y también como paradoja, la falsa izquierda y el "progresismo" internacional convirtieron a estos dos medios (representantes genuinos del imperialismo norteamericano invasor) en una especie de biblia de cabecera de la "objetividad periodística".

Lo curioso, y para destacar, es que tanto The New York Times, The Washington Post o el resto de las cadenas que hoy "filtran" noticias no oficiales sobre Irak, pertenecen todos al establishment de poder imperial estadounidense.

Esto quiere decir que, por distintas redes y vasos comunicantes financieros, son empresas mediáticas asociadas a las mismas corporaciones transnacionales que se benefician con el saqueo capitalista de la conquista militar de Irak.

LA FAMILIA MEDIATICA IMPERIAL

The New York Times, junto con The Washington Post y The Wall Street Journal, forman la trilogía más influyente de la comunicación periodística estadounidense.

Son la crema de la crema entre los voceros del poderoso patriciado financiero neoyorquino que, junto con las petroleras y las armamentistas, se beneficia con la tajada del león de las invasiones militares de conquista lanzadas alternativamente por republicanos o por demócratas que controlan eventualmente la Casa Blanca.

Dow Jones, editora de The Wall Street Journal, (DJ.N), New York Times Co. (NYT.N), y Washington Post Co. (WHI.N) tienen mucho en común.

Una familia, relacionada con los fundadores del periódico insignia, controla a cada una de estas empresas.

En el caso del New York Times, se trata de los Sulzberger. Adolph Ochs, que compró el matutino neoyorquino en 1896, pasó el mando a la familia de su hija Iphigene Ochs-Sulzberger.

Los Sulzberger son dueños de otros 33 medios escritos y 7 radios y del NYT News Service, que transmite vía cable a 500 Medios.

Según sus biógrafos, el perfil de familia judía inmigrante de los Sulzberger, aunque ciudadanos estadounidenses desde muchas generaciones, originó que los Sulzberger no quisieran que The New York Times fuera visto como un "periódico judío".

No obstante, y más allá del New York Times, más del 90% de la industria cultural y mediática estadounidense esta controlada por los judíos, al igual que la banca de Nueva York.

Sus líneas editoriales van desde el sionismo halcón de ultraderecha (tipo lobby judío de Washington) al "sionismo progresista" marcadamente identificado en el New York Times.

The NYTimes está en manos de Arthur Sulzberger Jr. Y su editor general es Joseph Lelyveld.

Otros influyentes son Paul Krugman, y los columnistas William Safire, Tom Friedman y Kenneth Pollack.

La editora de The Wall Street Journal, Dow Jones, es controlada desde principios del siglo pasado por la familia Bancroft. Los Bancrogt son los herederos de Clarence Walker Barron, que en 1921 fundó el semanario financiero Barron´s.

Por su parte, la familia Graham controla The Washington Post Co. El conocido inversor Warren Buffett (un gurú del mundo financiero y uno de los hombres más ricos del mundo) forma parte del consejo de administración de Washington Post.

El Washington Post publica Newsweek, también bajo el liderazgo de la familia Meyer Graham. También posee el International Herald Tribune. Por su parte, Wall St. Journal, cuenta con otros 24 diarios, y cuyo ejecutivo es Peter R. Kann.

La empresa Dow Jones, que edita The Wall Street Journal, factura 1,500 millones de dólares al año, aproximadamente un 50% más que la facturación del Grupo Prisa (PRS.MC), y publica el diario económico de mayor tirada en el mundo (1.8 millones diarios).

New York Times, Washington Post y Dow Jones han tenido conversaciones informales sobre una posible fusión. En especial, ha habido contactos entre Dow Jones y el New York Times, según reveló la revista The New Yorker.

El principal objetivo de Arthur Sulzberger Jr., el máximo ejecutivo de The New York Times Co., es hacer de The New York Times una marca global que se extienda tanto geográficamente como funcionalmente (televisión por cable, Internet, libros y hasta equipos de beisbol).

The New York Times tiene una edición nacional, pero por su circulación y, sobre todo, influencia sigue siendo un periódico de la Costa Este y, especialmente de la Ciudad de Nueva York.

Para aumentar la influencia de su marca, The New York Times adquirió a finales del año pasado el 50% que aún no tenía de The International Herald Tribune a The Washington Post Co.

Muchos analistas estiman que el nombre de la prestigiosa cabecera con sede en París pronto pasará a ser The New York Times International. La compañía también posee algunas estaciones de televisión.

Asimismo, la empresa neoyorquina también está incursionando en Televisión por cable donde está asociada con el Discovery Channel. Además, es propietaria de varios periódicos entre los que se destaca el Boston Globe.

Con más de 15 millones de usuarios registrados, The New York Times ahora apuesta por introducir en su nodo de Internet un mayor numero de servicios de banda ancha, por los que, eventualmente, podría exigir un pago a los usuarios y aumentar los ingresos provenientes de los anunciantes.

Como se verá, no puede decirse que estos consorcios imperialistas mediáticos diversificados pertenezcan a la "prensa alternativa", de izquierda o algo que se le parezca.

Sin embargo, los medios alternativos y la falsa izquierda, citan a New York Times, The Washington Post y The Wall Street Journal, como fuentes creíbles, y publican sin ningún análisis o comentario, lo que difunden esos máximos exponentes de la prensa del imperialismo norteamericano.

LA GUERRA MEDIATICA POR EL PODER

¿Y porqué esa súbita fiebre editorial "crítica" a la política militar de EEUU en Irak? ¿Porqué New York Times y Washignton Post denuncian todos los días las torturas y las lacras de la invasión militar? ¿Porqué se han convertido en difusores de los muertos y heridos que esconde el Pentágono?

¿Porque después de propalar la campaña de acción psicológica de la CIA para justificar la invasión a Irak, se convirtieron en los máximos difusores de las "mentiras" de la CIA? ¿Porqué esa obstinación con el "CIA-gate", el "Katrina-gate", o cualquier denuncia que inventen contra Bush y los halcones?

¿Acaso el Post, el Times y el resto de las cadenas imperialistas norteamericanas se han vuelto "antiimperialistas?

Observar un detalle:
El Post, el Times y el resto de las cadenas norteamericanas que critican las torturas, el uso de armas químicas, etc, no critican la ocupación militar como un hecho genocida de conquista imperial capitalista, sino que la critican porque Bush y los halcones la hicieron mal y "mintieron" para justificarla.

Esto quiere decir que, si Bush y los halcones no hubieran mentido, la invasión capitalista a Irak para saquear su petróleo y apoderarse de su economía hubiera sido correcta y legítima.

Es una cuestión de forma y no de contenido, no importa la ilegitimidad de un país que invade a otro violando su soberanía, asesinando impunemente a su pueblo, sino lo que importa es que se mintió, y luego se torturó para hacerlo.

A este argumento ridículo, planteado por la prensa imperial norteamericana "anti-Bush", se prenden alegremente la falsa izquierda y el "progresismo" internacional que se conmueven con las torturas, se "indignan" con las "mentiras" de la CIA, pero se olvidan hoy de recordar que Irak fue invadido a sangre y fuego, y que EEUU y sus transnacionales mataron a más de 100.000 iraquíes para apoderarse de su petróleo y de su economía.

Se suman así a la estrategia editorial de la prensa norteamericana "anti-Bush" cuyo objetivo es depositar exclusivamente en Bush y en los halcones la responsabilidad de la invasión y masacre militar, deslindando toda responsabilidad del capitalismo norteamericano (principal beneficiario económico) que impulsó la ocupación a través de sus lobbistas en el Pentágono y la Casa Blanca.

Esta estrategia oculta el hecho central del fenómeno Irak que no son las torturas ni las "mentiras" de Bush, sino que el país permanece ocupado y sujeto a una política de rapiña capitalista, de la cual Bush y los halcones fueron los ejecutores, pero los principales beneficiarios se encuentran en Wall Street y entre los accionistas del New York Times y el Washington Post.

LA ESTRATEGIA DEL "ANTI-BUSH"

¿Y porqué tanta saña persecutoria de los más poderosos medios estadounidenses con los halcones y la administración republicana de Bush?

Sencillamente, porque The New York Times y las otras cadenas, después de apostar al proyecto perdedor de Kerry, siguen asociados a una parte del establishment norteamericano que quiere remplazar a Bush y a los halcones en el control de los negocios de la Casa Blanca.

Tradicionalmente estos dos diarios, los más influyentes del mundo capitalista, realizan sus operaciones mediáticas para el Pentágono y la CIA a través de sus llamadas "fuentes anónimas", mediante las cuales vehiculizan información manipuladora orientada con objetivos políticos o militares.

En los capítulos previos a la invasión de Irak, cuando todavía Rumsfeld y el general Frank estaban planificando el bombardeo a Bagdad, The New York Times y The Washington Post saturaron sus páginas y editoriales con "información" sobre los arsenales nucleares y químicos de Saddam Hussein, provista por "fuentes anónimas" (de la CIA y el Pentágono).

Luego, cuando empezaron a jugar para los intereses "anti-Bush" del establishment de poder demócrata, giraron el ángulo editorial y comenzaron a "informar" sobre las "investigaciones" que demostraban que Bush y los halcones habían "mentido al pueblo norteamericano sobre las ADM de Saddam".

Para tener en claro la cuestión: ni The New York Times, el Post o el resto de las cadenas que jugaron para Kerry, son "anticapitalistas", "antiimperialistas", o "antinorteamericanos", son "anti-Bush".

No pertenecen a la prensa alternativa, ni a la prensa de izquierda, ni a la prensa independiente, son medios del Imperio norteamericano que juegan una interna de poder en contra de Bush y su administración dentro de la política imperial estadounidense.

Y esto viene a cuento porque, una parte importante de la intelectualidad y de los medios llamados "progresistas", citan a The New York Times, vocero del capitalismo financiero salvaje neoyorquino, como una maravilla editorial de "objetividad" cuyas fuentes resultan incuestionables.

Elevar a The New York Times o The Washington Post a la categoría de "fuente creíble", significa ignorar el rol que cumplieron estos diarios en la historia siniestra del imperialismo norteamericano que se valió de ellos para justificar sus guerras depredadoras por el planeta, incluida la de Irak.

Tanto The New York Times como The Washington Post, históricamente han servido de polea de transmisión de la CIA y del Pentágono en las campañas mediáticas orientadas a preparar el terreno para las invasiones militares norteamericanas, más allá que sus ejecutores fueran republicanos o demócratas.

Esta misma prensa imperial que hoy condena las "torturas" de Bush legitimó y fue cómplice (junto con la ONU y la OTAN) del criminal bombardeo y ocupación de Yugoslavia ejecutado por la administración del demócrata Bill Clinton en la década del noventa.

Hay que recordar que el demócrata Clinton (tenido como alternativa "progresista y democrática" a Bush por la falsa izquierda y los "progres") combinó el discurso "demócrata" con una feroz política de invasión y conquista orientada al apoderamiento de los ex mercados socialistas de Europa del Este tras la caida de la URSS.

El demócrata Clinton asesinó a tanta o más gente que Bush, y sin embargo la prensa imperialista lo presenta hoy como un inofensivo play boy, o como un moderno cruzado (algo cholulo) de la democracia americana ocupado en escribir libros para chicos o presentar sus memorias con un éxito editorial millonario.

Los demócratas de la era Clinton fueron los inventores de los bombardeos "quirúrgicos", término con el que se definió el uso intensivo de misiles y bombas "inteligentes" dirigidos por sistema láser, con el que se inició la era de la supremacía de los ataques aéreos como método de conquista militar, cuyo módulo experimental fue Yugoslavia.

Durante la gestión de Clinton comenzaron las primeras operaciones encubiertas de la CIA para asesinar o derrocar a Saddam Hussein, utilizando a los mismos funcionarios títeres que hoy gobiernan para Bush en Irak, y que entonces se presentaban en Londres y en Washington como la "oposición a Saddam en el exilio".

Tras la aprobación en 1998 por el Congreso de EEUU de la denominada Acta de Liberación de Irak, la Administración Clinton se dedicó a "fabricar" una oposición al ex líder iraquí, con el propósito de destituirlo o de legitimar una invasión militar y un cambio de régimen interno en el país.

Samuel Berger, junto con el secretario de Defensa, William Kohen, fueron firmes impulsores y lobbistas tanto del grupo terrorista de Iyav Allawi (ex primer ministro de Irak) como el de Amhed Chalabi, quienes consiguieron cuantiosos recursos del Pentágono y de la CIA para asesinar a Saddam Hussein y preparar el terreno para la invasión militar.

Refiriéndose a la guerra de Yugoslavia, James Petras escribía: "Samuel Berger, asesor de Clinton, ha justificado la intervención en la política interna de Yugoslavia. Cuando le preguntaron si los ataques establecían un precedente para futuras intervenciones en guerras civiles, Berger contestó: «Dependerá de si están en juego o no los intereses de Estados Unidos, así como sus principios». Este reconocimiento por parte de Berger de que los «intereses de Estados Unidos» (que ahora incluyen los de las multinacionales norteamericanas y las alianzas militares, entre otros) son predominantes, significa que Washington rechaza la independencia y la soberanía de todos los países. La doctrina de Clinton ha vuelto a interpretar el mundo de acuerdo al pasado colonial: Washington tiene el derecho de atacar cualquier país cuya política se oponga a sus objetivos imperiales".

Los parecidos con Bush y Rumsfeld, son meras casualidades.

LA CAMPAÑA CON LAS TORTURAS

The New York Times, como lo hizo durante toda la campaña electoral estadounidense, está embarcado -junto a The Washington Post- en una estrategia mediática contra la política militar de la administración Bush en Irak.

Esa campaña comenzó oficialmente en el mes de mayo pasado, cuando empezaron a filtrar las primeras "noticias" sobre los cadáveres de soldados norteamericanos abatidos en Irak ocultados por el Pentágono.

Posteriormente, y en una nueva fase de la campaña mediática contra Bush y los halcones, sirvieron de vehículo de difusión para las fotografías de los "torturados iraquíes" provistas por un sector de la CIA y de la inteligencia norteamericana que jugaba -y sigue jugando- para los intereses demócratas y la campaña de Kerry.

Y un detalle para tener en cuenta: los verdaderos presos torturados por los norteamericanos en Irak, o en cualquier lugar, jamás van salir en fotografías difundidas por The New York Times o por el resto de las cadenas estadounidenses.
Así como tampoco van salir los niños, mujeres y ancianos masacrados por los bombardeos en Faluya o en otras ciudades de Irak.

Las fotografías que fueron difundidas por estos consorcios mediáticos, fueron, en su gran mayoría, trucadas, actuadas, o simplemente servían como medio de acción coercitiva psicológica para sacar información a otros detenidos, que luego fueron publicadas como si fuesen reales.

Los programas de torturas diseñados y ejecutados por la CIA y el Pentágono existen tanto en Irak como en el resto de los centros de detenciones secretos como existieron siempre, y sin que Washington Post o New York Times los denunciasen.

Las torturas ejercidas por vías de tormento físico extremo -así coinciden todos los expertos- nunca fueron históricamente filmadas por la CIA, ya que habitualmente terminaban con la vida del torturado.

Las fotografías difundidas por New York Times y Washington Post, fueron, en su mayoría, simulacros de torturas cuyas imágenes son exhibidas ante familiares u otros prisioneros para sacar información por vía coercitiva.

En cuanto a la campaña con los muertos norteamericanos en Irak, cuyo objetivo persigue crear el "Sindrme Vietnam" en EEUU, el equipo de campaña de Kerry, tenía previsto, en el último tramo, dos semanas anteriores a los comicios, instalar a los muertos norteamericanos en Irak en el centro del debate electoral entre Bush y Kerry.

Así como Bush tenía al "ataque terrorista de Al Qaeda" como carta de triunfo electoral, Kerry (ayudado por New York Times, Washington Post y el resto de las cadenas) tenía al "síndrome Vietnam" y a los soldados norteamericanos muertos en Irak, como elementos resolutorios para una victoria en los comicios.

Ese fue el motivo por el cual The New York Times publicó en su portada, tres semanas antes de las elecciones, las fotos de los soldados muertos en Irak, sacada por agentes de inteligencia de archivos confidenciales.

Por razones de dinámica de la campaña de Kerry, el operativo con los "mil muertos de Irak" quedó postergado y a la espera de mejor oportunidad.

Si ganaba Kerry, lo archivaban, y si triunfaba Bush, volverían, en algún momento, al ataque con el "síndrome Vietnam" difundiendo cifras de muertos, heridos, o mutilados, ocultadas por el Pentágono y la Casa Blanca.

En este punto se situaba la política editorial de The New York Times cuando difundió un primer "documento secreto" de los marines en donde se advertía que los rebeldes de Faluya y del triángulo suní podrían recuperarse y propinar nuevas bajas al ejército estadounidense
.
Con este documento The New York Times le estaba diciendo a la opinión pública norteamericana: "la política militar de Bush en Irak es un fracaso, y van seguir muriendo más soldados norteamericanos".

EJEMPLO DE MANIPULACION CON EL "SINDROME VIETNAM"

Durante la campaña electoral estadounidense del año pasado, todavía en el marco de una estrategia sutil, el diario neoyorquino volvió a publicar información (esta vez una crónica) sobre el comportamiento y reacción de los marines que en Faluya se enfrentaron a los rebeldes suníes en una batalla de guerrilla urbana.

Esta crónica, como argumento principal, trata de demostrar que los marines se enfrentan en Irak a una "guerra que no conocen", en donde los planteos de combate casi "cara a cara" son sanguinarios y producen muchos más muertos entre los soldados estadounidenses que en las batallas convencionales.

En la misma se refiere que un corresponsal del diario The New York Times acompañó a un batallón de marines estadounidenses en esa ciudad sunita iraquí, y calificó la experiencia como "un salto a otro tipo de combate".

Relata que desde los primeros disparos que recibieron los "marines" los combates parecían "absolutamente extraordinarios y, por momentos, casi irreales".

En otro tramo el corresponsal consigna que para la actual generación de soldados norteamericanos esta guerra, en la que prácticamente se le ven los ojos al contrincante, marca la experiencia de enfrentar a una guerrilla que se defiende casa por casa.

En su crónica el periodista del Time relata una experiencia con los 150 efectivos de la compañía Bravo, que en ocho días sufrió 36 bajas, incluidos seis muertos.

Eso significa que los miembros de la unidad tenían aproximadamente una posibilidad entre cuatro de resultar heridos o morir en menos de una semana, subraya el periodista.

"Lo que se podía oler, ver y sentir en la batalla era tan antiguo como la guerra misma y tan nuevo como los últimos sistemas de armas del Pentágono", señala el corresponsal del Times.

Además de mostrarle a la sociedad norteamericana el "horror" en el que están envueltos sus soldados en Irak, la crónica del Times punza nuevamente en el flanco más débil de la administración Bush: los muertos norteamericanos que se siguen multiplicando en Irak.

Tomando como ejemplo la cifra de bajas proporcionada por el Pentágono, el periodista del Times señala en la crónica el resultante en víctimas estadounidenses de esos combates:"El precio para los norteamericanos hasta el momento: 51 muertos y 425 heridos, cifra que puede incrementarse, excede el de cualquier batalla en la guerra de Iraq", puntualiza el corresponsal del Times.

En este último párrafo de la crónica tenemos el mensaje principal que quiso transmitir The New York Times a la sociedad norteamericana: los muertos en Irak se siguen incrementado y pueden superan a los de la guerra de Vietnam.

Esta pieza de la acción psicológica mediática moderna fue publicada como un "hallazgo periodístico" y una demostración de la veta "crítica" y "objetiva" de The New York Times, por toda la prensa del mundo.

Un ejemplo claro de que el "síndrome Vietnam", que este diario, el Washington Post y el resto de las cadenas "anti-Bush" están piloteando y preparando, puede tener efectos devastadores para Bush dentro y fuera de Estados Unidos.

De esta manera, y como efecto de la manipulación mediática con el "síndrome Vietnam", el actor principal de la tragedia iraquí, su "víctima" principal, pasa a ser el propio soldado invasor norteamericano, y no los 100.000 muertos iraquíes víctimas del genocidio militar imperialista del capitalismo estadounidense.

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