Julio López
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Es necesario poner en pie un nuevo proyecto de izquierda
Por @/mst - Saturday, Nov. 26, 2005 at 12:04 AM

La izquierda de conjunto saco mas de un millón de votos en las elecciones. Esta votación, aunque menor a la del 2001 donde se había logrado alcanzar el millón y medio, refleja que en los últimos años la izquierda se ha ganado un espacio importante en la sociedad. Sin embargo, su división en varias listas provocó una fuerte dispersión del voto, evitando que surgiera como una alternativa. Por el contrario, aparece debilitada ante el movimiento de masas y retrocede cualitativamente en su representación parlamentaria. Esto nos plantea la necesidad de desarrollar un profundo debate sobre las causas que han llevado a esta situación y también sobre cuáles pueden ser los caminos para revertirlas.


Alternativa Socialista - MST
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por Alejandro Bodart

Las distintas listas de izquierda que se conformaron reflejan la existencia de diferentes proyectos políticos. Uno de ellos, el de Zamora, que en las elecciones del 2001 y del 2003 se erigió como la figura más representativa recibió un golpe demoledor que hizo que no pudiera reelegirse. Posiblemente este sea el fin de este proyecto personalista y funcional al discurso oficial contra el resto de la izquierda, demostrando las limitaciones políticas del autonomismo y las contradicciones insalvables entre la propaganda horizontalista y las prácticas autoritarias y burocráticas que estas corrientes terminan ejerciendo.
En las elecciones también se expresó un proyecto oportunista dirigido a conformar una nueva variante de centroizquierda, impulsado por el Encuentro de Rosario, donde confluyen desde el PS y la CTA hasta sectores de la UCR. A este espacio se sumó el PC, provocando la ruptura de Izquierda Unida, que se había transformado en los últimos años en la principal expresión de izquierda a nivel nacional, contribuyendo en gran medida a que no surgiera un polo de las elecciones.
Otro proyecto, sectario y autoproclama-torio, es el que encarna el PO y que tiene otras expresiones en fuerzas menores de la izquierda. El PO, demostrando su sectarismo y la miopía política de su dirección, pese a haber salido muy mal parado en los principales distritos del país, ha salido a autoproclamarse a partir del resultado que tuvo en Salta y porque debido a la ruptura de IU se acercó, todavía sin alcanzarnos, a los votos de las listas que impulsamos desde el MST.
Nosotros, junto a otros grupos y personalidades defendimos un proyecto opuesto al sectarismo y el oportunismo. Al servicio del mismo dimos una primer batalla por la continuidad de IU y desde allí ampliar la unidad a nuevos sectores, lo que incluyo el llamado hasta último momento al PO y al resto de la izquierda. Lamentablemente no tuvimos éxito. Pudo más la decisión del PC, aún a costa de su debacle electoral y la pérdida de base militante, de atarse a un nuevo proyecto de centroizquierda. Y el sectarismo del PO que rechazo cada una de las propuestas que le hicimos. En este camino conformamos UNITE, con sectores que se habían acercado a IU y venían de hacer la experiencia con variantes como el ARI o el Zamorismo, personalidades que rompieron en su momento con el peronismo u otras expresiones políticas como el juecismo en Córdoba y una gran cantidad de compañeros independientes y simpatizantes de IU. Sin embargo, esto no nos alcanzó para evitar la dispersión, retener nacionalmente la votación de IU y salir como una alternativa. Tampoco para renovar las bancas que habíamos logrado en el 2001en Capital y provincia de Buenos Aires. Esta realidad no ha hecho mas que reafirmarnos en la necesidad de intentar avanzar en la construcción de un nuevo proyecto de izquierda.

¿Es posible construir un gran movimiento entre distintas corrientes y personalidades de izquierda?

Nos proponemos testear la posibilidad de avanzar en la construcción de un gran movimiento o partido donde puedan confluir distintas corrientes, grupos, personalidades y compañeros independientes en la perspectiva de superar la debilidad de las distintas organizaciones de izquierda y poner en pie una alternativa que se plantee influenciar sectores de masas. El balance de las elecciones plantea la necesidad de impulsar con mas fuerza este debate. Hay experiencias internacionales a tomar en cuenta, como la que están desarrollando en Brasil los compañeros del P-Sol.
El debate que es preciso hacer no se agota en la necesidad de lograr la unidad electoral de la izquierda. Se trata de avanzar en la discusión sobre si es posible construir una nueva fuerza de izquierda amplia y unitaria para intervenir todos los días en las luchas políticas y sociales. En base a un programa revolucionario y formas de funcionamiento que permitan la libertad de tendencias sin debilitar la necesaria unidad en la acción. Para insertarse territorialmente, actuar sindicalmente en los gremios, entre los desocupados, en el movimiento estudiantil, de derechos humanos, etc. Y desde ya también electoralmente, impulsando la unidad con otros sectores de izquierda. Este debate, para que pueda avanzar, necesariamente tiene que contener una evaluación crítica sobre las distintas experiencias que hemos protagonizado desde la izquierda en los últimos 20 años.
Con varios de los sectores que conformamos UNITE hemos comenzado a diseñar una agenda común para abordar todos estos temas. También hemos comenzado a discutir con el grupo Praxis, que tienen propuestas que apuntan a las mismas inquietudes que las nuestras. Hemos percibido que hay interés en abrir este debate por parte de muchos compañeros que provienen del viejo MAS y nos proponemos buscar canales comunes para poder llevarlo a cabo. Quisiéramos sumar al mismo a los sectores que se han alejado del PC a partir del giro a la derecha que decidió impulsar su dirección. A dirigentes y luchadores que están al frente de procesos muy importantes como el cuerpo de delegados del Subte. El grupo que encabeza el compañero Federico Strzelecki en Córdoba. Otros que vienen de romper con el PJ, la UCR y distintas variantes de centroizquierda o que se han decepcionado con el curso que fue tomando Zamora y AyL. Y muchos que forman parte de la cultura de izquierda pero actualmente no se encuentran organizados en ninguna corriente. Nos proponemos seguir debatiendo también con la minoría de nuestro partido, ya que la posibilidad de avanzar lealmente en una experiencia de este tipo, permitiría dar una respuesta positiva a las inquietudes de un sector de la vanguardia que ven con preocupación la posibilidad de una ruptura. Y desde ya, pese a las diferencias políticas y estratégicas que tenemos con otras organizaciones de izquierda, creemos que seria muy importante que participen de este debate con sus opiniones.
Estamos convencidos que si logramos avanzar aunque sea unos pequeños pasos en este camino en los próximos meses, estos tendrán una importancia cualitativa de cara a las grandes tareas que estarán planteadas en nuestro país. Ya que comenzaremos a responder a una de las necesidades mas apremiantes: la de ir dando pasos en conformar una herramienta política unitaria y de izquierda que rompa la dinámica de dispersión de los últimos años, que se plantee ganar influencia en sectores de masas y prepararse para disputar el poder, dejando de ser meramente una expresión testimonial.

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El país y las elecciones
Por @/mst - Saturday, Nov. 26, 2005 at 12:31 AM



Alternativa Socialista - MST
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Votos al gobierno sin cheque en blanco


Ganó Kirchner y perdió el PJ, la UCR siguió en picada y no surgió una alternativa nacional de recambio ni desde la derecha ni la centroizquierda. Pese a lograr más de un millón de votos a nivel nacional, la izquierda tampoco emergió como un polo de referencia por su dispersión. El gobierno tratará de usar el triunfo para aplicar el ajuste pendiente. Pasadas las elecciones, la crisis política que abrió el argentinazo no está resuelta y los problemas de los trabajadores y el pueblo tampoco. Por eso seguirán los reclamos en las calles y también la gran tarea pendiente de construir un nuevo proyecto de izquierda que se postule como alternativa.

La primera lectura que tenemos que hacer es que el gobierno se alzó con un triunfo electoral. Tuvo un peso determinante la victoria de Cristina K. sobre el duhaldismo bonaerense y el apoyo de K. a distintas variantes provinciales. Las expectativas en K. obraron como argamasa para “unir” el rompecabezas de un PJ feudalizado y de otros sectores aliados circunstanciales, incluso radicales. Pese a perder en el segundo y cuarto distritos del país –Capital y Santa Fe- el gobierno sale fortalecido.

¿Por qué se produjo este respaldo a Kirchner?

La relativa recuperación económica, después de la depresión recesiva en la que se sumió el país desde el 98, es la base material sobre la que Kirchner construyó un doble discurso que todavía despierta expectativas en sectores de la población.
Es evidente que obró a su favor el superávit fiscal acumulado y la percepción popular de que hay plata en el país. En la balanza de la gente, con el recuerdo fresco aún de la peor de las crisis que nos hundió en la miseria, pesó más la sensación de que algo está mejor y ello favoreció electoralmente al gobierno. La gente arrancó, lucha mediante, una porción del crecimiento económico traducida en aumentos salariales y la “reactivación” permitió que haya un poco más de trabajo.
Con una poderosa maquinaria publicitaria, Kirchner se presentó como renovador de la vieja política, enfrentando al duhaldismo y denostando al viejo PJ y deplegando un doble discurso teñido de centroizquierda, criticando al FMI y atribuyéndose victorias populares como la nulidad de las leyes de impunidad. Pidiendo el voto al “pingüino que está solo” para no volver a lo de antes. Si bien la victoria electoral del gobierno fue clara, cabe señalar que del 40% de votos que se le atribuye realmente lo votó un 26,08 del padrón, o sea poco más de 2 de cada diez argentinos.
Este respaldo electoral no significa un cheque en blanco. Casi al mismo tiempo que la prensa adicta canta loas al triunfo kir-chnerista, no deja de señalar casi unánimemente esta definición. La apatía e indiferencia y la ausencia de demostraciones multitudinarias, muestran que no se votó con entusiasmo. Porque la gente que asume que “está un poco mejor” en términos relativos, no percibe tampoco un verdadero cambio de fondo. Porque K. gana sobre la base de reventar al viejo PJ que lo sostuvo cuando asumió en el 2003 y está por verse si logra vertebrar una nueva estructura política, ya que tras la careta de lo nuevo, se apoyó en mucho de lo viejo, como viejos intendentes y punteros bonaerenses o gobernadores como Solá, Obeid, De la Sota, Romero, Maza y en la burocracia de la CGT. Porque, para ganar las elecciones, fue postergando medidas de ajuste comprometidas con el FMI. Para seguir pagando la deuda, tendrá que recortar los presupuestos sociales de salud y educación, subir las tarifas renegociando con las privatizadas, contener el salario en una perspectiva inflacionaria y un sinnúmero de problemas no resueltos que los analistas señalan como el lado oscuro del triunfo del domingo. En esa perspectiva, seguirán las luchas y los reclamos obreros y populares y al calor de los mismos, la realidad irá disipando las expectativas que posibilitaron su triunfo y desnudando los límites del doble discurso. Los conflictos del Teatro Colón, ferroviarios, del subte y las tercerizadas, son expresiones de lo que vendrá. La alfombra de lujo que le pone al genocida Bush, con una Mar del Plata militarizada, es la primera muestra de lo que viene desde arriba. Su triunfo no lo festeja en las barriadas populares, sino en una cumbre con los poderosos del imperio.

La crisis del régimen no se soluciona

Una resultante fundamental del argentinazo ha sido la bancarrota del bipartidismo. La UCR dejó de ser una alternativa de gobierno y el PJ pasó a ser una federación de partidos provinciales corroído por la crisis y profundas divisiones internas.
Por eso en estas elecciones se hundió el duhaldismo y el viejo PJ, perdió Menem en La Rioja y casi no existió su “Frente Popular” con Rodríguez Saa. Por eso siguió retrocediendo la UCR, que perdió en Catamarca y Río Negro (histórico bastión) y perdió votos en Bs. As.
Por eso los sectores dominantes están tratando de instaurar un nuevo régimen bipartidista. Como ya ven imposible la resurrección de sus dos viejos partidos, se ilusionan con poder reciclarlos y conformar dos nuevas fuerzas políticas, una de centroderecha y otra de centroizquierda, para volver a contener a un movimiento de masas que ya no les responde como antes. Por eso, también en el análisis de estas elecciones, se ha dedicado mucho espacio a ver cómo queda el complicado “mapa político” y cómo impactaron las mismas en los intentos por vertebrar esos proyectos de recomposición del régimen. Sin embargo, también la conclusión de los analistas es que, si bien el triunfo kirchnerista puede darles algo de aire para usarlo en esta ingeniería, detrás de la nube triunfalista no se avisora que estos proyectos avancen.
Varios se postularon como referentes para aglutinar un polo de centro derecha.. López Murphy fracasó alegremente. Lo mismo Duhalde y un sector del viejo PJ que recibieron una paliza. Sólo Macri –con un triunfo favorecido por la división de los votos de la centroizquierda entre Bielsa y Carrió y también por el derrumbe de Ibarra y su desastrosa gestión-, apareció como ganador en la Capital, aunque con un retroceso en votos. Y Sobisch en Neuquén. Difícilmente confluyan. La razón no está en la disputa de liderazgos, sino en que no hay espacio nacional para una variante de ese signo en la Argentina pos 2001.
Por el lado de la centroizquierda, tampoco emergió un proyecto dinámico. El ARI se estancó y Carrió mostró sus límites: perdió en la Capital y no emergió como referente nacional. No terminó de diferenciarse del gobierno, que es el que capitaliza el discurso de centroizquierda. Binner, que ganó en Santa Fe aliado al radicalismo y, distorsionadamente expresa la ruptura con años de dominio del PJ, por ahora es un fenómeno local. Y su posición conciliadora frente a Kirchner y el pésimo debut de sus socios del Encuentro Amplio- en Capital y Bs. As., los centros políticos del país, limita que arranque con fuerza este proyecto. Obviamente es Kirchner quien va a intentar avanzar como referente. Pero, todos lo señalan, está lejos de este objetivo y mucho más de la pretensión de refundar un nuevo movimiento histórico. Cuenta con el inmenso problema de que lo hace apoyado en otra parte del viejo PJ y un abanico heterogéneo que puede desarmarse apenas caiga su popularidad.
La gran debilidad de todos estos proyectos, que preocupa a la burguesía ya que no queda garantizada ninguna alternancia con capacidad de gobierno, es que no pueden solucionar ningún problema estructural de los trabajadores y el pueblo. La crisis estructural del capitalismo argentino y el sometimiento del país al imperialismo no les deja margen alguno para hacer concesiones. Por el contrario, en la medida que los problemas se agraven y el propio K. intente usar el aval de los votos para avanzar en las exigencias del FMI, van a crecer no sólo más las luchas sino la necesidad de una nueva alternativa.
Es de destacar que en estas elecciones un 29% no fue a votar, otra expresión de la continuidad de la crisis del régimen. Aunque el rechazo activo, expresado en voto bronca (nulo o en blanco), fue del 9%, una cifra sensiblemente menor a la del 21% registrado en el 2001.

Los resultados de la izquierda

Los escribas de la prensa del sistema, se apresuraron a reflejar un “fracaso electoral” de la izquierda. Tratando de alimentar la percepción colectiva de una mala elección de la izquierda debida a que no surgió una referencia a escala nacional y a la pérdida de la mayoría de los cargos parlamentarios conquistados en el Congreso y las legislaturas de Bs. As. y Capital. Todo ello abre lógicos interrogantes entre los luchadores. ¿Se cerró el espacio para la izquierda? ¿Por qué no se expresó electoralmente con un masivo voto a la izquierda el creciente proceso de luchas, la bronca popular contra lo viejo y el peso que la izquierda ha venido ganando en el terreno sindical y social desde el argentinazo?
En primer lugar, debemos analizar las cifras. La izquierda en sus distintas variantes, sumó cerca de 1.100.000 votos, frente a 1.200.000 del ARI y 1.300.000 de todas las variantes de centroderecha sumadas. Si bien no se alcanzó el millón y medio que la izquierda sacó en los albores de la rebelión del 2001, se obtuvieron resultados similares a los del 2003. Lo cual explica que sigue existiendo un importante espacio electoral para la izquierda, aún en medio de la tracción de votos hacia el kirchnerismo.
En segundo lugar, es evidente que no se tradujo en votos la fuerza que la izquierda posee en el movimiento social. Su explicación fundamental es objetiva. Tiene que ver con el clima electoral más general que analizamos más arriba, que motorizó el triunfo del kirchnerismo, que canalizó parte de la ruptura con el PJ y los viejos partidos. No hubo un giro a la derecha, pero tampoco se expresó un giro a la izquierda como en el 2001.
Pero también tiene una explicación clara en la dispersión de las fuerzas de izquierda y en la política oportunista y sectaria de gran parte de sus variantes que impidieron la constitución de un amplio frente de izquierda. Ello impidió que una franja de trabajadores y sectores populares que buscaba una nueva alternativa mirando hacia la izquierda, terminara dejando su voto en Kirchner o alguna variante de centroizquierda. Es importante profundizar en un debate abierto a los luchadores, en las razones que lo impidieron, ya que tenemos que tener una visión crítica de un problema de vida o muerte que hay que encarar.

Por qué la izquierda no fue un polo

En A.S. Nro. 397 (6/4/05) decíamos “Sería un error negar los avances de la izquierda (en los procesos de movilización y reorganización de trabajadores, desocupados y juventud). Sin embargo debemos preguntarnos por qué, pese a ello, la izquierda no ha logrado transformarse en una alternativa… de no mediar un cambio puede plantear incluso la posibilidad de un retroceso electoral en octubre”.
“Existen causas objetivas…. reflejo de las cuales K. ha logrado confundir con su doble discurso… pero la unidad está ausente a la hora de levantar una propuesta política y viene siendo una gran debilidad que no hemos sabido superar”.
Una gran responsabilidad de no desarrollar el proceso iniciado en los albores del argentinazo, fue Zamora que fue visto como un referente de la izquierda. Su negativa a encabezar un llamado a conformar un amplio movimiento unitario de la izquierda y los luchadores, hizo perder una oportunidad. Su sectarismo acérrimo, sumado a su no postulación y a priorizar un proyecto personal e incluso renegar de la izquierda, hizo que se fuera desdibujando. Por ello, fue uno de los grandes castigados en estas elecciones. Pasó de haber logrado 3 diputados nacionales y 8 legisladores a ganar sólo un diputado porteño.
La otra gran responsabilidad sin lugar a dudas la tiene el Partido Comunista y la decisión política de su dirección de romper Izquierda Unida para conformar el Encuentro Amplio, abandonando el programa de izquierda al servicio de un proyecto de centroizquierda. Izquierda Unida había logrado transformarse en la referencia nacional de izquierda más importante, logrando varios cargos legislativos en 2001 y 2003. El nuevo armado del PC con el PS y el PI, logró un pobrísimo resultado, uno de los más bajos entre la izquierda. Pero sin dudas, lo más grave fue que, alentado por sus socios del encuentro de Rosario, trabajó para evitar que desde la conquista que significaba IU se lograra conformar un frente más amplio, como bregamos incansablemente desde el MST y las fuerzas que conformamos UNITE. La ausencia de IU ayudó a que no se visualice a la izquierda como alternativa. Ese camino equivocado sectario y oportunista a la vez, produjo la reacción de militantes y sectores enteros que se negaron a avalar el nuevo engendro como el PC de Avellaneda e incluso muchos abandonaron las filas de su partido.
Un tercer responsable, es el Partido Obrero que se negó sistemáticamente a toda unidad, siguiendo su tradicional sectarismo. Su miopía política es tal que, a la hora del balance, lejos de toda visión crítica sobre la votación de la izquierda y el marco más general, cae en una fiebre autoproclamatoria con titulares tales como “generalizada votación a los piqueteros”, para cocinarse en su propia salsa. Y hasta tergiversa la realidad para presentarse como los ganadores en la izquierda. Se conforma con muy poco y, una vez más, está lejos de las necesidades de los trabajadores y el pueblo y sus reclamos de unidad y termina otra vez siendo funcional al régimen al fomentar la dispersión.
La pelea que dimos por la mayor unidad desde el MST y en la que confluimos con sectores los sectores con los que conformamos UNITE/Nueva Izquierda, fue un paso adelante y una siembra a futuro al servicio de un nuevo proyecto. Al calor de una gran campaña con mucho esfuerzo y pocos recursos, logramos instalar nuestra propuesta y lograr una franja de simpatía muy importante. Pese a los votos logrados en las barriadas obreras y populares, estuvimos lejos de cubrir nuestras expectativas. Y no alcanzó para renovar la banca de Patricia y meter nuevos diputados y legisladores. Sabíamos que era una pelea difícil, por las razones objetivas expuestas, pero también porque no se logró una mayor unidad de los luchadores y la izquierda por la que peleamos hasta el último momento.
Una gran tarea que tenemos por delante es impulsar las luchas que los trabajadores, los desocupados y el pueblo desarrollarán contra las políticas pro FMI de Kirchner, al servicio de las cuales va a tratar de utilizar su victoria electoral.
La otra tarea prioritaria, es continuar esta pelea por construir una nueva izquierda, confluyendo con más sectores, para que cuando se agote el verso kirchnerista, la existencia de un fuerte polo de izquierda sea una realidad.

Guillermo Pacagnini


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La lucha de clases y los proyectos en la izquierda
Por PTS - Saturday, Nov. 26, 2005 at 1:29 AM

Se ha abierto un importante debate en la izquierda sobre el rumbo a seguir. Hasta el oficialista Página/12 dedicó un extenso artículo en el que se detiene en la ubicación de las cuatro fuerzas más importantes, el PC, el MST, el PO y nuestro partido, el PTS. El interés de Página/12 responde a que, aunque en el terreno electoral hubo un claro retroceso de las fuerzas que tenían representación parlamentaria y la elección muestra de conjunto marginalidad con respecto a las masas de trabajadores y el pueblo donde priman las expectativas en Kirchner; sin embargo, la izquierda tiene influencia y destacados representantes entre los luchadores conscientes del movimiento obrero que protagonizan conflictos salariales y procesos de reorganización sindical que preocupan al gobierno, así como en amplios sectores del movimiento estudiantil y el movimiento militante de los piqueteros. Por ello, la propaganda oficial repite el latiguillo de la “debilidad y dispersión de la izquierda” combinándolo con ataques macartistas, para intentar mellar el peso social de las luchas.

Llamamos a la unidad de la izquierda para enfrentar esta campaña reaccionaria y, al mismo tiempo, en estas páginas abrimos el debate sobre qué debemos hacer desde la izquierda obrera y socialista para profundizar los lazos con los trabajadores.



Existe una desgraciada coincidencia entre el análisis de Página/12 y el de la mayoría de las fuerzas de izquierda. Ambos miden su influencia en torno a la cantidad de votos como único rasero y proponen soluciones únicamente en términos de alianzas electorales. Mientras el PC continúa su derrotero hacia la centroizquierda burguesa, el MST propone profundizar la unidad con figuras electorales como Mario Cafiero y ex zamoristas, y la dirección del PO, que viene de insistir en un “frente cien por ciento de izquierda” con el PC (¡!) ha logrado ver, en la magra votación a la izquierda, un crecimiento electoral de su partido (¡!). En cambio, como refleja el propio diario, “Bajo el lema “qué revolución y qué partido necesitamos”, el secretariado nacional del PTS se plantea la “construcción de un verdadero partido de trabajadores revolucionario” y de “carácter leninista” porque “con la lucha reivindicativa no alcanza”. (Página/12, 14-11-05), en referencia al documento presentado en La Verdad Obrera Nº175.
Claro que no nos es indiferente la cantidad de votos porque, aunque muy distorsionadamente, significan un “recuento globular” de fuerzas. Sumar los votos obtenidos por la totalidad de las fórmulas de la izquierda (alrededor del medio millón de votantes) es útil para mostrar el piso de la influencia política de las ideas anticapitalistas y socialistas, es decir que no se parte de cero. Pero a la vez, comparado con el movimiento de las grandes masas que depositaron amplias expectativas en Kirchner y en segundo término a opciones de centroizquierda, esta influencia es muy escasa, incluso en las grandes concentraciones urbanas y de trabajadores más importantes, la Capital, los principales cordones de la provincia de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, que son las que definen el curso de la vida política nacional. Dentro de este marco de confianza reformista de las masas que llevó a una baja elección de la izquierda, hubo un retroceso cualitativo de las fuerzas que contaban con representación parlamentaria o aspiraban a ello en lo inmediato. Esto no se puede ocultar con malabarismos políticos, como PO que se regodea de haber obtenido legisladores locales en Salta y un constituyente en El Bolsón, cuando lo decisivo es la floja elección de Altamira en la Capital donde la crisis del régimen es fenomenal y en el gran Buenos Aires, donde tiene el peso de su corriente en el movimiento piquetero. Los que pusieron el acento en las expectativas parlamentaristas (PO llamó a votar “para luchar desde el Congreso” y el MST pidió el voto a “la izquierda que puede entrar”) fracasaron en el objetivo. No fue sólo un error de pronóstico sino que, como ya dijimos en nuestra declaración política días después de las elecciones: "Negaron con ese discurso democratizante los principios elementales del leninismo que sólo considera la lucha parlamentaria como una tribuna para desarrollar la movilización extraparlamentaria de las masas”.
Luego de las elecciones, las ilusiones reformistas imperantes parecen influir en las direcciones de la izquierda que, lamentablemente, insisten en el mismo rumbo.

Una idea más vieja que el PSOL

Luego de la ruptura de Izquierda Unida y de su propia fractura interna, el MST (cabría hablar de los MSTs) nos da lecciones de unidad desde Página/12. “Queremos una nueva izquierda que salga del esquema de los dos proyectos existentes: el sectario y autoproclamativo del PO y el PTS; y el oportunista que se corre al centro abandonando el proyecto de izquierda como el PC (...) La idea es aprender a convivir con las divergencias en un proyecto común”.
El mal resultado electoral y haber sido desairados por el PC, lejos de servir para corregir la orientación, ha llevado al MST (a los MSTs) más hacia la derecha. Retrucaron a la definitiva ida del PC hacia la centroizquierda, con su propia “centroizquierdización”, encumbrando a Mario Cafiero de candidato a senador. Y ahora, después de haberse aliado al PC por más de 15 años en IU, los dos MSTs proponen profundizar la unidad conciliadora con figuras reformistas con Mario Cafiero, unos manteniendo la actual alianza Unite, y los otros no ya sólo en un frente sino en un mismo partido1.
Este último proyecto de uno de los MST, se inspira en un experimento que se está haciendo en Brasil: el P-SOL (Partido Socialismo y Libertad). Allí, a partir del alejamiento del PT de la senadora Heloisa Helena, se formó este agrupamiento de distintos sectores del PT descontentos con el gobierno de Lula. Claro que en Brasil esta política, al provenir de disidentes de un partido de masas como el PT con lazos orgánicos con millones de trabajadores, merece ser discutido; pero poco tiene que ver con el escenario de ficción que intentan montar junto a Mario Cafiero que viene de un estrepitoso fracaso electoral. Pero aunque no debamos tomar muy en serio las aventuras políticas de la dirección del MST, sí debemos debatir contra una idea nociva para los trabajadores.
Una de las fundadoras del PSOL brasilero, la diputada Luciana Genro proveniente de la misma corriente del MST argentino, nos aclara que “Dentro del partido, tenemos sectores que se declaran revolucionarios y otros que se declaran reformistas. Creo que la dicotomía planteada para la izquierda, en el momento, no es esa (...) debemos construir una trinchera de resistencia en el campo partidario y en el campo sindical, aglutinando la izquierda socialista que no se rindió, sean reformistas o revolucionarios (...)”2
Proclamar un partido con reformistas “que no se rinden” (entendemos que se refiere a que no se rinden de ser reformistas) es toda una definición. Bajo el disfraz de “lo nuevo” y la “libertad de tendencias”, se presenta la vieja fórmula mediante la cual se pretende unir en un mismo partido a reformistas y revolucionarios. Esta “suma” se hace siempre en detrimento de los últimos y a favor de los primeros. Veamos. El mismo PT de Brasil, una vez que el aparato dirigente se desembarazó de la presión que significaban los obreros de los sindicatos de la CUT y pasó a estar dominado exclusivamente por los parlamentarios y burócratas, no era otra cosa que un arco iris de tendencias. Algunas abiertamente reformistas como la mayoritaria encabezada por el propio Lula y otras que se proclamaban revolucionarias. El curso del PT entraña una lección para todos los militantes socialistas. Por su peso obrero de masas, los revolucionarios podían estar un tiempo allí (no 20 años...) para ganar la mayoría obrera o separarse de su dirección para construir un partido revolucionario con los que hicieran la experiencia con los dirigentes reformistas. Eso no sucedió. Los reformistas se impusieron y, aunque mantuvieron el nombre de PT, se aliaron cada vez más a empresarios (ante la claudicación de los ahora disidentes) hasta llegar al gobierno con el actual vicepresidente Alencar, para administrar los negocios capitalistas y subordinarse al FMI como pocos. Cuando Lula llegó al gobierno, este tipo de “partido de trabajadores” fue exaltado por el MST argentino, coincidiendo en ello con el PC en IU y con toda la centroizquierda nacional.
En Brasil, ahora que Lula los ha defraudado impulsan el PSOL ya sin la influencia de masas del PT, y ni siquiera con la elemental delimitación de clase que portaba su nombre. En Argentina, ahora que el PC se fue definitivamente con la centroizquierda (tal y como lo había anunciado siempre desde IU), unos llaman a conformar un partido del tipo del PSOL, pero en miniatura, otros quieren mantener Unite con la misma lógica de IU, pero degradada, ya no con el PC sino con algunos ex-zamoristas, y grupos muy menores y disímiles entre sí. ¿Qué los une?
Si nos atenemos al modelo copiado por el MST que comenta Página/12, hay que señalar que desde el inicio del PSOL de Brasil los disidentes del PT dejaron en claro su objetivo: su consigna fundacional fue “Una esperanza otra vez, Heloísa 2006”. Era junio de 2004 y faltaban todavía dos años para las elecciones presidenciales de Brasil (¡!). Así, la “libertad de tendencias” que proclaman es un fraude. Porque lo que “manda” a la hora de decidir la política, son las figuras parlamentarias y candidatos que sean “la esperanza” en el calendario electoral. Pero si Heloisa Helena les significa “la esperanza” de conquistar una fracción parlamentaria en Brasil, lograr eso aquí con Mario Cafiero, si nos atenemos a los resultados obtenidos, sería casi “el milagro”. Lo importante es que, en última instancia, el “proyecto común” que unificaría a las diversas tendencias es... ocupar bancas en el congreso o lugares en los ministerios. Mientras tanto, en pos de este ‘objetivo superior’ tienen toda “la libertad” de tener posiciones divergentes e incluso acciones encontradas en los conflictos de clase que, claro está, son problemas “secundarios”, que “nos dividen”, propio de “sectarios”. En los partidos tipo el PSOL, la democracia interna es reemplazada por la imposición de la política de los reformistas sobre los militantes revolucionarios y los trabajadores que confíen en ellos.

Nuestro proyecto revolucionario

El debate en la izquierda no puede pasar por cómo se consiguen diputados o concejales en el 2007, como discuten los políticos del régimen o cualquier arribista en busca de algún cargo. Hay que poner la discusión en otra “longitud de onda”. Más allá de las expectativas actuales en el gobierno, la política de Kirchner chocará con las aspiraciones de los trabajadores (aunque no sabemos con qué ritmos, que dependerán en buena medida de si se frena el actual crecimiento económico). Pero es un hecho en la vida política nacional la presencia obrera que, mediante una sostenida oleada de huelgas por el salario y las condiciones de trabajo, ha sido lo verdaderamente nuevo en el último año.
En estos conflictos, distintos compañeros de la izquierda, entre ellos de nuestro partido así como nuevos activistas independientes, tuvieron roles destacados (aunque esto se expresa más en los gremios de servicios porque la mayoría de la izquierda, a diferencia del PTS, se ha retirado del movimiento obrero en general y del industrial en particular, para centrarse los últimos cinco años en la construcción de colaterales piqueteras). La propaganda gubernamental sobre “la debilidad y dispersión de la izquierda”, que se combina con ataques macartistas y persecuciones, tiene el sentido de condenar aún más al aislamiento a los movimientos piqueteros y buscar debilitar las luchas que encabezan los nuevos dirigentes de oposición a su desprestigiada burocracia sindical.
Nuestra propuesta de unidad de acción a la izquierda y las organizaciones combativas es aunar fuerzas contra la campaña reaccionaria de Kirchner contra la izquierda y los luchadores, en defensa de los delegados perseguidos por las patronales y la burocracia sindical, y por impulsar la coordinación y el apoyo a las luchas y procesos de reorganización obrera independiente.
Porque se está fogueando un nuevo sindicalismo con posiciones antipatronales y antiburocráticas que se empieza a organizar en las empresas y lugares de trabajo, y abarca a todos los estratos de la clase trabajadora, no sólo a los sindicalizados sino que además se empiezan a poner en movimiento las energías de sectores jóvenes contratados y precarizados sin experiencia sindical ni política, pero también sin el peso de la tradición conservadora del peronismo. Aunque en menor escala, ha comenzado un proceso de politización de una franja del movimiento estudiantil que se mostró en las movilizaciones y tomas de facultades en apoyo a la huelga docente universitaria.
Nuestra apuesta, aunque no depende de la voluntad de los revolucionarios, es que esas luchas y procesos de reorganización autónoma de los trabajadores se extiendan y peguen un salto en calidad para que hagan la experiencia con el peronismo y Kirchner, y pasen del estadío reivindicativo actual al enfrentamiento político abierto con el gobierno que reabra la situación planteada con las jornadas revolucionarias del 2001.
Visto a cuatro años de ese hito histórico, podríamos decir, que esas jornadas fueron expropiadas por este gobierno con la demagogia que alimentó fuertes ilusiones reformistas en las masas, aunque no hay que olvidarse de la irremplazable ayuda que tuvo Kirchner en el PJ bonaerense encabezado por Duhalde y en la burocracia sindical que contuvo la intervención de la clase obrera. Pero el discurso demagógico tiene límites porque viene con las manos vacías, y la fractura del PJ abrió una grieta en la principal contención del régimen burgués, lo que podrá significar un hándicap para los trabajadores y el pueblo, a condición de preparar una dirección política que esté a la altura de las circunstancias si se presentan nuevas oportunidades revolucionarias.
Ello no se logra de la noche a la mañana. Para poder desplegar toda la audacia en los momentos decisivos, es necesaria toda la paciencia y persistencia para ganar firmes posiciones en las situaciones preparatorias como la actual. Para esa apuesta estratégica, hay que evitar, desde hoy, la recaída en el viejo sindicalismo corporativo que tienen muchos ex militantes de la izquierda partidaria que ocupan puestos sindicales. El sindicalismo es otra variante del reformismo, es decir del pensamiento burgués en el movimiento obrero, tanto como el electoralismo. Hay que promover sin ningún sectarismo el agrupamiento independiente y democrático de la vanguardia obrera para enfrentar a las patronales, la burocracia sindical y el gobierno, como empezamos a hacerlo en el Encuentro Obrero Nacional del 2 de abril, pero que no se continuó a pesar de nuestra insistencia. Hay que huir de la autoproclamación complaciente de corrientes que, como el Partido Obrero, se niegan a este tipo de coordinación con democracia obrera porque al mismo tiempo se emblocan con sectores de la burocracia sindical como en Foetra, o no son consecuentes en la práctica de la democracia de las asambleas de base cuando son parte de las dirigencias que firman acuerdos inconsultos con el gobierno, como en la huelga universitaria de CONADU. Hay que explicar pacientemente a los jóvenes trabajadores que están haciendo sus primeras experiencias que la lucha reivindicativa y la organización sindical no alcanzan; ayudar a formar obreros conscientes que levanten las demandas de todas las clases explotadas y oprimidas que estallan como en el motín de Haedo y ante las que el sindicalismo cierra los ojos; y apostar a construir con ellos y con los estudiantes marxistas un verdadero partido de trabajadores revolucionario.

Para debatir esta perspectiva, durante el mes de diciembre en cada local y regional del PTS realizaremos plenarios con nuestros militantes y simpatizantes, a partir de los cuales se abrirá un periodo de debate interno hacia el IX Congreso del PTS que se realizará en abril del año próximo.
Con la campaña de suscripciones a La Verdad Obrera que hemos iniciado proponemos a nuestros simpatizantes, lectores y amigos construir juntos, con este periódico militante, una amplia red de organización política y extender su influencia en las principales fábricas, empresas, colegios y facultades del país, para insertarse cada vez más profundamente en la clase trabajadora y abrir paso a la construcción de ese partido revolucionario. Para impulsar desde estas páginas el internacionalismo militante difundiendo las lecciones de las luchas y experiencias de la clase obrera de todo el mundo. Para promover la apertura de nuevas Casas de Cultura y Política Socialista en las barriadas obreras. Para difundir las ideas marxistas como venimos haciendo desde el Instituto de Pensamiento Socialista “Karl Marx”, que ha realizado más de treinta seminarios con varios de los principales intelectuales socialistas de nuestro país para cientos de compañeros que aprenden el marxismo como álgebra de la revolución, una tarea decisiva para enfrentar la persistente campaña ideológica de la burguesía mundial que desde la caída del Muro de Berlín ha logrado sacar de la conciencia obrera el horizonte de la revolución y el socialismo.
Las alquimias electorales o los personajes mediáticos pueden obtener algún éxito efímero pero, como ha mostrado la debacle de Zamora, no sirven para construir ninguna herramienta sólida, que pueda realmente enfrentar a los capitalistas y su régimen.

1 En el Congreso del MAS de 1990, algunos viejos dirigentes propusieron un “partido único de la izquierda” con el PC, es decir con una corriente abiertamente reformista, el stalinismo, justo en momentos en que estaba siendo jaqueado por movilizaciones de masas en el Este de Europa. Dada la situación, la propuesta no prosperó y solo se mantuvo IU como una “táctica”... de quince años.
2 Entrevista a Luciana Genro del MES en “Correo de la Ciudadanía”, junio/2004.

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