MOVILIZARSE CONTRA LA REACCIÒN EN VENEZUELA.
Por EL MILITANTE -
Thursday, Dec. 01, 2005 at 9:02 PM
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El imperialismo y la contrarrevolución
intentan una “guarimba electoral” |
¡Respondamos
movilizándonos masivamente y organizando Unidades de Batalla en
Defensa de la Revolución! |
Autor : Comité Ejecutivo de
la Corriente Marxista Revolucionaria Fecha : ( 01-Diciembre-2005
) Categoria : Venezuela
|
a
retirada de los principales partidos opositores (AD, COPEI y –tras
varias horas de división interna e incertidumbre- finalmente también
de Primero Justicia) de las elecciones legislativas del 4 de
diciembre forma parte de un nuevo intento por parte del imperialismo
de deslegitimar la victoria arrolladora de los candidatos
bolivarianos que se prevé para este domingo y de iniciar una nueva
ofensiva desestabilizadora contra la revolución venezolana.
La excusa para no concurrir a las elecciones no puede
ser más absurda. Varios partidos de oposición exigieron la retirada
de las máquinas captahuellas utilizadas desde el referéndum
del 15 de agosto con el objetivo de evitar que una persona pueda
votar dos veces, una vieja costumbre de algunos de esos partidos
“democráticos” de oposición, a quienes parecía gustar tanto la
democracia que a menudo no podían resistirse a ofrecer a sus
militantes y simpatizantes la posibilidad de votar no una sino
varias veces.
“Guarimba electoral”
El argumento opositor era que en la memoria de
estas máquinas captahuellas podían rastrearse los datos del
votante. El máximo rector del Consejo Nacional Electoral (CNE),
Jorge Rodríguez, demostró que esta posibilidad desde un punto de
vista técnico era muy remota, exigiría el acuerdo (francamente
difícil de mantener en secreto) de un montón de personas e
instituciones, incluidas varias empresas y monopolios de las
comunicaciones nada sospechosos de ser chavistas, y exigía, por si
todo esto fuera poco, una inversión astronómica. Pese a todo, el CNE
decidió finalmente retirar las máquinas tal y como pedía la
oposición para quitar a ésta cualquier excusa. Pero los dirigentes
de AD primero y del partido socialcristiano COPEI después anunciaron
que, aunque se había cumplido la condición que exigían para
participar, igualmente no concurrirían a la contienda electoral.
Primero Justicia, que se convertía entonces en el
principal partido de oposición, ha decidido –tras una discusión de
más de siete horas entre sus dirigentes que sugiere importantes
divisiones internas- seguirlos en el boicot a las elecciones con el
argumento de que como los otros se habían retirado “no había
condiciones para defender los resultados que alcanzasen (!?)”. Los
dirigentes de otros partidos opositores como La Causa R, MAS, Un
Solo Pueblo y Un Nuevo Tiempo (principal partido opositor en el
Estado Zulia) anunciaron el mantenimiento de sus candidaturas aunque
no sería descartable que en las próximas horas siguiesen el mismo
camino.
En realidad estas divisiones y vacilaciones
representan un reconocimiento por parte de todos los dirigentes
opositores de su debilidad. A pesar de que los dirigentes de AD han
llamado a tomar las calles, las declaraciones de los dirigentes de
Primero Justicia y otros partidos son ilustrativas de su falta de
capacidad para movilizar siquiera a una parte de su reducida base
social. Sectores de la oposición contrarrevolucionaria están
intentando utilizar las protestas que se dieron en Mérida contra el
asesinato de un trabajador o la muerte ayer mismo de un joven en el
Estado Trujillo para generar acciones violentas y reeditar una nueva
“guarimba” (oleada de altercados y desórdenes callejeros) como la
que organizaron a finales de febrero de 2004. Sin embargo, ya
entonces su táctica fracasó y fue derrotada por la respuesta
popular. En este caso, los datos de que disponemos en el momento de
redactar este artículo es que no han conseguido ni de lejos una
movilización como aquella, que ya de por sí era un retroceso
importante respecto a movilizaciones contrarrevolucionarias
anteriores.
Organizar Unidades de Batalla en
defensa de la Revolución
A pesar de todo ello,
las bases del movimiento revolucionario (al mismo tiempo que
evitamos caer en provocaciones fascistas) debemos movilizarnos y dar
una respuesta masiva y organizada a esta nueva maniobra
contrarrevolucionaria. Varios dirigentes bolivarianos han llamado a
mantenerse alerta y movilizarse para defender las elecciones y el
proceso revolucionario ante cualquier contingencia que pueda
producirse. Esto es correcto. La contrarrevolución es débil en
comparación con el apoyo social y la fuerza que tiene la revolución
pero para que esa superioridad que tenemos se manifieste es
necesario que pongamos nuestra fuerza en movimiento y no nos
quedemos en casa esperando a ver si el llamamiento de los dirigentes
adecos y copeyanos a tomar la calle es seguido por alguien. La mejor
manera de que nadie lo siga y esta nueva maniobra sea el fin de
estos y otros grupos corruptos y contrarrevolucionarios como PJ, PV
entre otros es que nos organicemos y nos movilicemos masivamente,
tal y como hemos hecho en otras ocasiones semejantes.
Debemos acudir masivamente a la marcha ya convocada
por el presidente de la actual AN, Nicolás Maduro, para el jueves a
las 2:00 pm que partirá de la Palaza Morelos hacia la AN y, como ha
dicho el propio Presidente Chávez, acudir masivamente a votar el 4
de Diciembre. La marea roja debe barrer una vez más cualquier
ilusión que pueda abrigar la contrarrevolución burguesa y el
imperialismo de quebrar la voluntad de la clase obrera venezolana y
los sectores populares de que esta revolución siga avanzando y lo
haga en dirección al Socialismo. Pero no basta con acudir a las
movilizaciones a las que se nos convoque, debemos organizarnos en
los centros de trabajo, estudio y en los barrios y responder a
cualquier posible tentativa desestabilizadora de la
contrarrevolución con la movilización masiva.
Dirigentes de la UNT como Marcela Máspero han
anunciado que harán público un llamado a participar en las
movilizaciones que se convoquen contra esta nueva maniobra
desestabilizadora y a mantenerse vigilantes ante cualquier intento
desestabilizador garantizando el funcionamiento de todos los
servicios básicos. En nuestra opinión, una propuesta que la central
sindical clasista debería asumir es la de llamar a los distintos
sindicatos que la componen a celebrar asambleas en todos los centros
de trabajo y conformar en los mismos Unidades de Batalla en defensa
de la Revolución. Estas podrían conformarse mediante la elección de
delegados removibles en cualquier momento en cada taller, área de
producción, etc. y asumir como tarea la de impedir cualquier acto de
sabotaje económico o intento de paralizar la producción que pueda
intentar la contrarrevolución. No olvidemos que el partido que ha
empezado esta maniobra desestabilizadora, AD, es el que controla la
dirección de la CTV que, aunque enormemente debilitada, sigue
teniendo posiciones burocráticas y vínculos con la patronal en
distintas empresas y sectores y particularmente en la educación o la
salud que podría intentar utilizar.
Otra tarea de
estas Unidades de Batalla o Comités de Defensa de la Revolución debe
ser la de coordinarse a nivel local, regional y nacional y velar,
junto a todos los demás sectores y fuerzas revolucionarias, de este
modo por la defensa del proceso revolucionario en todas las zonas y
centros de trabajo del país y organizar una participación
protagónica y masiva de la clase obrera como tal en la lucha contra
cualquier tentativa contrarrevolucionaria si esta se produjese.
Estas mismas Unidades de Batalla o Comités en Defensa
de la Revolución y las elecciones del próximo 4 de diciembre
deberían organizarse en todos los barrios, centros de estudio y en
los propios cuarteles para evitar cualquier intento desestabilizador
o intervencionista por parte del imperialismo y la
contrarrevolución. Estos organismos unitarios de lucha deberían
mantenerse mientras dure la contingencia y luego deberían
desarrollarse como Unidades de Batalla por el Socialismo que sirvan
para organizar en cada centro de trabajo, barrio, etc. la lucha por
profundizar la revolución y construir un genuino modelo socialista.
El boicot electoral y la desesperación de la
contrarrevolución
La oposición, que había
decidido inicialmente concurrir unida a las elecciones, anunció en
el momento de hacerlo que su objetivo era lograr al menos 57
diputados y evitar así que los candidatos de los diferentes partidos
que apoyan al Presidente Chávez pudiesen lograr los dos tercios de
la Asamblea Nacional que permiten poder reformar la Constitución de
la República Bolivariana de Venezuela y poder aprobar toda una serie
de leyes en el sentido de profundizar la revolución. Sin embargo,
incluso los sondeos opositores menos pesimistas, pronosticaban una
debacle electoral sin precedentes en la historia. Según varios de
ellos, toda la oposición unida no alcanzaría ni 30 escaños, es decir
menos del 20% de la nueva Asamblea. Esta es una de las causas de su
decisión de boicotear las elecciones. Pero no la única.
Estas elecciones son un preámbulo de las
Presidenciales de 2006 en las que todas las encuestas prevén una
victoria aplastante de Hugo Chávez. Tanto la victoria bolivariana
del 4 de diciembre como, especialmente, una victoria aplastante de
Chávez en las próximas presidenciales no sólo darían un nuevo golpe
al imperialismo estadounidense y a la contrarrevolución venezolana
sino que reforzarían aún más el prestigio internacional creciente de
Chávez y de la Revolución Bolivariana.
El
imperialismo está cada vez más preocupado por la profundización de
la revolución venezolana y por el discurso socialista de Chávez y
algunas de las medidas en ese sentido que éste ha tomado:
expropiación de varias empresas, anuncio de seguir profundizando esa
vía a través de la cogestión revolucionaria y la creación de las
llamadas Empresas de Producción Social (EPS), etc. A pesar de
que muchas de estas medidas todavía están por definir totalmente y
hay contradicciones en su aplicación, los estrategas de la
contrarrevolución y del imperialismo entienden perfectamente que el
proceso revolucionario venezolano, con pasos adelante y atrás, sigue
evolucionando hacia la izquierda y el discurso y propuestas del
presidente Chávez en lugar de moderarse -como esperaba un sector de
los estrategas del imperialismo tras la victoria de Chávez en el
referéndum del 15 de agosto- sigue radicalizándose y estimulando la
movilización y radicalización de las propias masas.
Algunos aspirantes a diputados chavistas han
anunciado propuestas a presentar en la nueva Asamblea Nacional como
la de modificar el nombre de República Bolivariana de Venezuela por
el de República Bolivariana Socialista de Venezuela o la de incluir
en la constitución la definición de un amplio sector de la economía
como de propiedad colectiva o social. Aunque existe un sector de
dirigentes bolivarianos que también teme este giro a la izquierda e
intenta frenar y descafeinar cualquier medida
anticapitalista, los imperialistas y muchos capitalistas parecen
pensar (y en esto no se equivocan) que estas medidas y discursos
socialistas animan aún más las expectativas, movilización y
participación de las masas y esto puede hacer que en no mucho tiempo
lleguen mucho más lejos.
El imperialismo
estadounidense teme la extensión de la revolución
Otro aspecto muy preocupante para el imperialismo
es que Chávez ya no se destaca únicamente como un líder de las masas
explotadas en Venezuela sino que se ha convertido en el principal
referente de lucha contra el imperialismo y por la transformación
revolucionaria de la sociedad para millones de jóvenes, trabajadores
y campesinos en toda América Latina y en general en el mundo entero.
Recientemente, un antiguo candidato a la Presidencia de Venezuela
por el partido socialcristiano COPEI decía en un programa de TV que
“al principio Chávez y su revolución bolivariana pudieron ser
considerados por EEUU como una curiosidad tropical pero ahora se han
convertido en un peligro y una amenaza a su poder que deben
eliminar”.
El apoyo a Chávez en Venezuela sigue
creciendo y ahora, además, han visto su éxito en Mar del Plata y su
apoyo creciente en América Latina. Por si fuera poco la acogida de
miles de trabajadores y jóvenes en España, Francia e Italia, o la
simpatía entre los propios trabajadores y explotados de los Estados
Unidos que despiertan sus declaraciones y medidas como la
distribución a precios populares de gas a los sectores más humildes
a través de la red de distribución que posee la petrolera estatal
venezolana PDVSA en los EEUU (CITGO), los ha convencido de que
tienen que intentar volver a pasar a la ofensiva e intentar una
nueva campaña de desestabilización y calumnias contra la revolución
que prepare el terreno para una futura intervención más o menos
directa contra la revolución venezolana.
Esta es la
principal razón de que la administración Bush haya auspiciado una
nueva ofensiva y empujen a sus títeres en Venezuela a retirarse de
las elecciones. Todo indica que esta retirada ha provocado fuertes
divisiones internas dentro de la propia oposición venezolana. Los
primeros en anunciarla fueron los adecos, precisamente el partido
opositor que contaba con más candidatos en las listas unificadas y
con más escaños en la actual AN. AD es un partido que se basa en le
clientelismo y el electoralismo desde hace mucho tiempo y hasta
ahora había sido precisamente uno de los sectores de la oposición
más partidarios de no romper la baraja electoral. Su postura de
anunciar su retirada y poner ante un hecho consumado a otros
partidos opositores como COPEI (que está prácticamente destruido y
no juega otro papel que el de hacer bulto en la oposición) y sobre
todo PJ, además de demostrar su debilidad y su convencimiento de que
la derrota iba a ser superior incluso a lo previsto parecen
confirmar que un sector del imperialismo (o al menos una parte de
ese sector) que hasta ahora había optado por intentar bajar la
tensión y el enfrentamiento con Chávez ha decidido -por todas las
razones comentadas- volver a radicalizar su campaña contra Chávez y
contra la revolución.
La actitud de la OEA, negándose
a actuar como mediador ante los partidos opositores (tal y como
plantearon algunos sectores del gobierno venezolano) para que
volviesen a la contienda electoral y estimulando con esa actitud a
estos, sugiere la presencia de la mano del imperialismo
estadounidense y su presión con el fin de intentar lanzar una nueva
campaña internacional cuestionando la existencia de democracia en
Venezuela y repitiendo todas las mentiras y manipulaciones que en
otros momentos ya se han difundido contra la Revolución Bolivariana
Tras la histórica victoria de Chávez en el referéndum
del 15 de agosto, un sector importante del imperialismo decidió
reconocer el resultado y sustituir la ofensiva abierta para intentar
derrocar a éste por una táctica más a medio plazo que combina la
negociación, la presión diplomática y el uso del enorme poder
económico que todavía tienen los capitalistas y las transnacionales
en Venezuela para ir saboteando la solución a los problemas
económicos de las masas obreras, campesinas y populares y desgastar
y minar de este modo el apoyo a la revolución. La razón de ese
cambio de táctica era que comprendían que no tenían las condiciones
en aquel momento para lanzar una ofensiva contrarrevolucionaria
abierta que les permitiese tener una excusa para intervenir.
Entonces decíamos que mientras la correlación de
fuerzas no lo permitiese (o el miedo a perder totalmente el control
de la situación no los obligase a ello), tendrían que seguir
apostando por esa táctica de modo preferente, si bien combinándola
con nuevas maniobras desestabilizadoras, injerencias, actos de
sabotaje, etc.
En estos momentos, la correlación de
fuerzas sigue siendo enormemente favorable a la revolución. Los
deseos de las masas de seguir avanzando y construir el Socialismo,
luego de abierto el debate por parte del Presidente y a pesar de las
propias contradicciones que pueda tener el planteamiento, son
mayores que nunca; la clase obrera está en ascenso y está asumiendo
un papel cada vez más importante en la lucha por el Socialismo con
el debate sobre la cogestión revolucionaria y el control obrero.
Pero al mismo tiempo, a medida que la situación se les complica, la
revolución sigue avanzando y se acerca la temida perspectiva de la
reelección de Chávez -combinada con la radicalización de la
revolución- la inquietud crece en las filas del imperialismo y la
clase dominante.
Un sector del imperialismo y la
contrarrevolución burguesa ha apostado, según todo indica, por
romper la baraja y pasar a la ofensiva. En estos momentos es
demasiado pronto todavía para saber si este giro táctico es
compartido por todos los sectores decisivos del imperialismo o si
responde a un intento de los sectores más ultra de éste (liderados
por el actual gobierno estadounidense) que desesperados y
preocupados por los factores que analizamos anteriormente
(radicalización de la revolución hacia la izquierda, fortalecimiento
del apoyo a Chávez dentro y fuera de Venezuela, etc.) busca poner a
todos los demás sectores ante una política de hechos consumados y
reforzar una campaña más agresiva contra la revolución en la
perspectiva de crear las condiciones lo antes posible para una nueva
desestabilización y, probablemente, intervención. En todo caso, es
evidente que esta estrategia existe desde hace tiempo y que el
imperialismo y la burguesía harán todo lo posible para intentar
derrotar la revolución. Pero una cosa es lo que quieren hacer y otra
lo que pueden hacer. El imperialismo no es todopoderoso y si algo
demuestra la historia de la revolución bolivariana es que puede ser
derrotado.
La mejor defensa: acelerar la construcción
del Socialismo mediante la expropiación de los capitalistas y la
creación de un Estado obrero basado en asambleas revolucionarias
Si lograsen reunir fuerza y puntos de apoyo
suficientes en al aparto estatal para intentar un magnicidio o un
golpe (o una combinación de ambos, es decir, un golpe con la excusa
del magnicidio) intentarán cortar el actual ascenso revolucionario
violentamente en cuanto puedan, aprovechando esta nueva maniobra o
durante los próximos meses, antes de la reelección del Presidente
Chávez. Pero no es en absoluto seguro que lo consigan. En todo caso,
tal como lo ha dicho el propio Presidente, si en un determinado
momento consiguiesen eliminar físicamente a cualquier líder
revolucionario, debemos estar preparados para responder y que la
revolución siga hasta el final.
Si nuestra
movilización y su debilidad actual no les permiten llevar a cabo sus
planes contrarrevolucionarios e intervencionistas antes de la
reelección lo seguirán intentando. Intentarán minar cualquier medida
a favor de los trabajadores y los sectores populares, trancar el
desarrollo económico y la resolución a los graves problemas de las
masas (déficit habitacional, desempleo, pobreza, etc.), sabotear la
cogestión o el desarrollo de las anunciadas Empresas de
Producción Social, con el fin de cambiar la actual correlación
de fuerzas, desfavorable para ellos, y tener mejores condiciones
para lanzar su ofensiva.
Los contrarrevolucionarios
burgueses cuentan con armas poderosas y numerosas todavía para poder
organizar su lucha: siguen controlando los bancos privados,
monopolios como la Polar, CANTV, y otros, muchas empresas de
construcción, transporte, etc. Siguen teniendo una buena parte de la
tierra y también controlan, o se apoyan, en sectores burocráticos
que existen en el aparato del estado que, aunque en descomposición y
recorrido por profundas contradicciones de clase, no ha sido
sustituido por una nueva institucionalidad revolucionaria basada en
comités elegidos y revocables en todo momento por asambleas
revolucionarias de los trabajadores y los sectores populares.
Mientras no demos el paso decisivo de construir un
Estado revolucionario y expropiar los principales medios de
producción para ponerlas en manos de los trabajadores y puestas a
funcionar bajo una planificación democrática de la economía, el
riesgo de que el Estado y el poder económico en manos de los
capitalistas sean utilizados para, en lugar de avanzar en la
solución de los problemas de las masas, sabotear y derrotar el
proceso revolucionario seguirán estando presentes. Si los discursos
y propuestas revolucionarias se mantienen y profundizan pero los
problemas de las masas no encuentran una rápida y drástica solución,
la oposición contrarrevolucionaria arreciará en su discurso
antisocialista e intentará presentar al Socialismo, al
“intervencionismo del gobierno”, a la revolución y a Chávez como los
responsables de los problemas económicos que la incapacidad misma
del sistema capitalista y su sabotaje de la economía generan.
Sin embargo, nuestra fuerza es mucho mayor y podemos
derrotar estos planes y cualquier nueva ofensiva
contrarrevolucionaria de manera definitiva. Para ello en nuestra
opinión es imprescindible sustituir el actual Estado por un nuevo
Estado obrero, revolucionario, basado en esos comités elegibles y
revocables en todo momento, por asambleas revolucionarias de los
trabajadores y los sectores populares que antes comentábamos (el
desarrollo de Unidades de batalla o Comités en defensa de la
revolución sería, además de una respuesta a cualquier
desestabilización, un paso en esa dirección). Junto a ello, es
imprescindible expropiar los principales medios de producción (los
bancos, monopolios y latifundios) y ponerlos bajo control de los
trabajadores y las comunidades como paso imprescindible para hacer
posible la planificación de la economía en función de las
necesidades sociales.
Los socialistas debemos luchar
hoy mismo contra la guarimba electoral que intentan los
contrarrevolucionarios ante su más que previsible debacle electoral
pero esta lucha no va separada de la lucha por completar la
revolución con el Socialismo sino que sólo puede plantearse
exitosamente como parte de ella.
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