ESPAÑA ANTE UN MOMENTO CRÌTICO.
Por EL MILITANTE -
Wednesday, Dec. 07, 2005 at 11:03 PM
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España en un momento crítico |
Editorial de la
Corriente Marxista El Militante (España) |
Autor : El Militante
(España) Fecha : ( 04-Diciembre-2005 ) Categoria : Europa
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debate entorno al Estatut de Catalunya y la Ley Orgánica de
Educación (LOE) están actuando de catalizadores de un cambio en la
coyuntura política. Las concesiones que el gobierno está haciendo a
la patronal de la enseñanza concertada católica (FERE) y a la
Episcopal, las recientes encuestas electorales que indican una
disminución de la diferencia en intención de voto entre el PSOE y el
PP y los síntomas cada vez más claros de que Zapatero se siente
tentado de cambiar su base de apoyo parlamentario, sustituyendo a IU
y a ERC por CiU, están marcando un punto de inflexión importante en
la situación. Se percibe un escoramiento a la derecha del gobierno y
la intención de camuflarlo con el ruido histérico y reaccionario
propagado por el PP.
La victoria del PSOE, y en
general de la izquierda, en las elecciones generales del 14 de marzo
de 2004, vino determinada por un intenso y prolongado proceso de
movilizaciones contra el PP. Fue esa corriente de participación, fue
ese reencuentro de los trabajadores y de la juventud con sus propias
fuerzas, el elemento decisivo que derrotó al gobierno de Aznar.
Desde entonces, el PP ha protagonizado una campaña de histerismo
reaccionario que no tiene precedentes desde los años 30,
exceptuando, claro está, la campaña ultraderechista de Fuerza Nueva
de Blas Piñar en la llamada Transición. Uno de los argumentos más
divulgados por la pandilla de Aznar es que el PSOE está en el
gobierno “por casualidad” y por sus inconfesables concesiones a los
“amigos de ETA” y a los “comunistas”. Y es posible que algunos
incluso se lo crean. Las mentalidades policiales, muy poco capaces
de detectar las corrientes sociales y políticas de fondo, siempre
tienden a explicarlo todo mediante oscuras conspiraciones. Pero
fueron procesos de fondo, acumulados durante años, nada casuales,
los que explicaron la rebelión social provocada por la actitud del
PP en relación al Prestige, a la guerra de Irak y también frente a
los brutales atentados de Al Qaeda.
Así, el PSOE se
encontró el gobierno aupado por la movilización social protagonizada
por los trabajadores y la juventud. Probablemente a muchos de sus
dirigentes los resultados electorales les cogieron desprevenidos y
qué duda cabe que más de uno percibió los inconvenientes de ganar al
PP “en caliente”, en vez de hacerlo mediante una rutinaria “sucesión
democrática” de partidos en el poder. Es más, la victoria de la
izquierda, en un contexto de enorme polarización política a
izquierda y derecha, puso en evidencia que la clave para derrotar al
PP no estaba, como defendía Bono y otros dirigentes del PSOE, en la
búsqueda del “voto de centro”.
El calor proveniente
desde abajo obligó a una determinada alianza parlamentaria, basada
fundamentalmente en IU y ERC. Las elecciones catalanas celebradas un
año antes fueron un anticipo de ese pacto de gobierno de facto. Es
importante recordar que la composición del parlamento catalán
permitía, y permite, la formación de una Generalitat sobre distintas
alianzas y durante un tiempo no se llegó a descartar un gobierno
CiU-ERC, o incluso PSC-CiU. El hecho de que finalmente se optara por
el tripartito de izquierdas también tiene que ver con el ambiente
social del momento. El coste de una alianza con la derecha de CiU
era demasiado alto tanto para el PSC como para ERC, aunque sus
dirigentes la llegaron a barajar como una posibilidad seria.
Así, las condiciones para aplicar una política de
izquierdas, entendida como una política de cambios sustanciales en
materia de vivienda, sanidad, educación, derechos democráticos,
estaban dadas: en primer lugar la demostrada predisposición a la
lucha de los trabajadores y de la juventud, en la que se podía
apoyar el gobierno del PSOE para hacer frente a las presiones y a la
resistencia de la derecha, y en segundo lugar una mayoría absoluta
de parlamentarios elegidos por partidos de izquierdas. Las excusas
para no emprender una política radicalmente distinta a la del PP
eran muy endebles.
Fue esa combinación de factores lo
que empujó al gobierno a tomar toda una serie de medidas que
marcaron los primeros momentos de la legislatura, significativamente
la retirada de las tropas de Irak y la derogación de la LOCE, la mal
llamada “ley de calidad” del PP. El impacto de esas decisiones,
producto de la presión desde abajo, dejaron en un segundo plano
otras medidas que indicaron muy rápidamente que en aspectos
determinantes como la política presupuestaria y económica el nuevo
gobierno estaba siguiendo el mismo camino que el anterior. Sin
embargo, el paso del tiempo ha ido acumulando tensiones y
contradicciones tremendas que llevan al momento crítico de la actual
coyuntura. En primer lugar se han visto algunos síntomas de la
rapidez con la que los trabajadores pueden lanzarse a la lucha para
exigir sus demandas. La que más calado ha tenido fue la huelga
minera que estalló en octubre y que supuso un verdadero desafío a
las direcciones sindicales. También hemos visto las magníficas
manifestaciones de los trabajadores de SEAT en Barcelona contra los
despidos y los ataques salariales, un conflicto que aún no se ha
cerrado. Las manifestaciones estudiantiles convocadas por el
Sindicato de Estudiantes el día 8 de noviembre, exigiendo una ley
educativa verdaderamente de izquierdas tuvieron también un eco
importante, revelando que es perfectamente posible salir a la calle
sin hacer el caldo gordo a la derecha, al contrario, enfrentándose
directamente a ella y exigiendo al gobierno un giro a la izquierda.
En segundo lugar, y en sentido contrario, se están incrementando las
presiones de la burguesía para que se emprendan de una vez
contrarreformas como la laboral, el incremento de la edad de
jubilación y reducción de impuestos, todas anunciadas, pero sólo
anunciadas. Las dificultades del gobierno en ese aspecto son
notorias. Su plan inicial era aprobar una contrarreforma laboral con
el apoyo de los sindicatos, pero brutalidad de las medidas
propuestas tanto por la patronal como por el propio gobierno, hacen
que la perspectiva de un acuerdo sea remota en estos momentos. Como
dijo recientemente el diputado de CiU Duran-Lleida este gobierno ha
sido el más lento desde la caída de la dictadura en empezar a
emprender reformas serias, se sobreentiende que favorables a los
capitalistas. Y en tercer lugar, en el plano político, la larga e
intensa campaña reaccionaria del PP alcanza su máximo grado de
efervescencia en el debate sobre el Estatut y la LOE.
Al calor de la rancia manifestación encabezada por
los obispos el 12 de octubre el gobierno da la muestra más vistosa
hasta el momento, más sonora, de estar en disposición de ceder a las
presiones de la derecha, como efectivamente ha hecho. Ya se había
producido algunos síntomas poco antes: cuando los demagogos del PP
pegan un puñetazo sobre la mesa diciendo que España “está siendo
invadida por los inmigrantes” en Melilla el gobierno reacciona
temeroso expulsando inmediatamente a seres humanos totalmente
indefensos y desesperados; cuando Zapatero se las veía felices con
un Estatut que se suponía modelo de consenso el PP vuelve a pegar
otro puñetazo sobre la mesa provocando un verdadero pánico y
guirigay en la dirección del PSOE; y ya en la cumbre de su ofensiva
contra el gobierno la derecha convoca una manifestación en Madrid
contra la LOE, la reforma con más implicaciones sociales de todas
cuanto ha emprendido hasta ahora el gobierno, una vez más se muestra
sumiso, yendo más lejos que nunca en hacer concesiones a los
sectores más reaccionarios de la sociedad. El artículo que dedicó el
periódico financiero Cinco Días a las negociaciones en la Comisión
de Educación del Congreso fue bastante elocuente: “El PSOE pacta con
CiU más dinero para la enseñanza concertada”. Más prebendas para los
empresarios de la enseñanza, incremento de los ratios de alumnos por
clase, desaparición en la práctica de la obligatoriedad de la
enseñanza hasta los 16 años, incremento de las cribas académicas,
son algunas de las “mejoras” a la ley. Hay que decirlo con claridad:
se concretó una vergonzosa claudicación del gobierno a los sectores
más reaccionarios de la sociedad. El hecho de que el PP no haya
cesado en su histeria no cambia para nada esa valoración, a esas
alturas es ya una obviedad que la pandilla de Rajoy se opone a la
ley no por su contenido sino para desgastar al gobierno. Tampoco
cambia nada que la dirección de Izquierda Unida valore positivamente
esos cambios. En vez de “empujar el gobierno hacia la izquierda” los
dirigentes de IU están jugando el triste papel de dar un barniz de
izquierdas a lo que está siendo una clamorosa claudicación a las
presiones de la derecha. Y lo más triste es ese favor que IU está
prestando al gobierno se produce en el mismo momento en que este
último anuncia que va prescindir de sus servicios en el futuro,
porque cambia de socios.
Precisamente, poco después
de pactarse un escoramiento aún más a la derecha de la LOE sale a la
luz la oferta de CiU de convertirse en el sustento parlamentario del
gobierno para garantizar así la necesaria “estabilidad”.
“Convergència i Unió es un factor de moderación, serenidad y
eficacia en la política española como lo demuestra su reciente apoyo
a la Ley Orgánica de Educación", declaró Artur Mas. “La LOE y los
Presupuestos deberían ser el comienzo de una implicación más intensa
de CiU en la gobernabilidad de España, como lo hizo con gobiernos de
Felipe González y de José María Aznar” (El País, 2/12/2005). El
líder de CiU comentó que si el PSOE hubiera optado por apoyarse en
los nacionalistas catalanes y no en Esquerra ahora el ambiente
político sería otro, mucho menos crispado, "porque el PP y ERC, al
ocupar los extremos, se retroalimentan".
En realidad
el giro del PP a la extrema derecha tiene causas más profundas que
las declaraciones o los gestos que haya podido hacer Carod-Rovira.
En todo caso, lo que queda muy claro es que esa mano tendida de CiU
“para garantizar la estabilidad” es una oportunidad clara para que
el gobierno se desprenda de las incomodidades que tuvo que asumir
por el contexto político en el que ganó las elecciones. La oferta de
CiU tiene una clara correspondencia al menos sectores importantes de
la dirección del PSOE y del gobierno. Recientemente, Alfonso Guerra
decía en una entrevista a El País (20-11-2005): “Hay que tirar del
PP hacia una posición común y no empujarlo hacia una posición
radical”.
Así, la “crispación” y la ofensiva
reaccionaria del PP habría que combatirla con un giro hacia la
moderación y a ganar apoyo en las “capas medias”, el “centro”, etc.
Es la vieja concepción que ha llevado al PSOE de derrota en derrota
en el terreno electoral hasta las pasadas elecciones, cuando el
factor movilización pudo compensar la apatía en el electorado de la
izquierda, expresado por una altísima abstención y provocado por un
discurso hueco y la falta de un programa claro de transformaciones
sociales por parte de sus dirigentes.
Las concesiones
hechas a la derecha en relación a la LOU, capitaneadas por
Rubalcaba, ex miembro de los gobiernos de Felipe Gonzáles y actual
portavoz del grupo parlamentario socialista, parecen constituir el
estreno de esa nueva orientación del gobierno. Lo más paradójico es
que ese giro a la derecha se practica paralelamente al anuncio hecho
a bombo y platillo por parte de Zapatero de pasar a la “ofensiva”
contra el PP. ¿Pero cómo se puede lanzar una “ofensiva” contra el PP
haciendo más concesiones a la derecha?
Ese
contrasentido parece tener una explicación en una interpretación
completamente equivocada de las últimas encuestas electorales en las
que la distancia entre el PSOE y el PP está bajo mínimos, y en
algunas el PP gana. Según José Blanco, el secretario de organización
del PSOE, el “mal momento” del PSOE se debe a la política de
crispación del PP. Pero eso no es verdad. La política de crispación
del PP entorno al Estatut o a la LOE ha servido para mantener en
tensión su propia base electoral, un “caladero de votos” que no se
ha ido del PSOE porque jamás lo ha tenido. El problema está en que
los trabajadores, los votantes tradicionales de la izquierda, están
perdiendo la ilusión en que el gobierno vaya a tomar medidas que
cambien a mejor sus condiciones de vida y de trabajo. ¿Qué mensaje
se transmite a la base social de la izquierda cuando se pacta una
reforma educativa con la derecha, cuando uno de los motores de la
lucha contra el PP fue, precisamente, la lucha contra la LOCE? ¿Qué
perciben los trabajadores cuando se anuncia una reforma laboral que,
por lo que se conoce hasta el momento es un ataque brutal contra los
trabajadores? Podríamos seguir con las mismas preguntas en relación
a al anuncio de que se quiere aprobar una ley de memoria histórica
“de acuerdo con el PP”, es decir, con los herederos del franquismo o
a la anunciada reducción del impuesto de Sociedades, que redunda en
beneficio de los capitalistas. Mientras tanto la vivienda sigue
subiendo de precios, la precariedad y los accidentes laborales son
una triste realidad sin que se vislumbre ningún tipo de cambio en el
futuro. Las jornadas de trabajo son agotadoras, el salario no llega
a fin de mes.
Y efectivamente, si sobre ese panorama
se abre un debate sobre un Estatut que tiene como trasfondo la
disputa del pastel presupuestario entre la burguesía centralista y
la burguesía catalana, que no supone ningún paso adelante en
derechos democráticos ni sociales, que incluso tiene elementos muy
conservadores como en el terreno educativo… ¿cómo no va haber
confusión en el electorado tradicional de la izquierda?
Las claves del “momento delicado” por el que está
pasando el gobierno no hay que buscarlo en la ofensiva de la
derecha, sino en el hecho de que esa ofensiva no es contestada con
una política que ilusione a la base social de la izquierda,
objetivamente muchísimo más amplia que la derecha. ¿Pero cómo se va
a movilizar desde el gobierno a su propia base de apoyo si la tesis
fundamental del gobierno es que en las “grandes cuestiones” se
debería llegar a un acuerdo con el PP? ¿Entonces para qué existen
los partidos de izquierdas? ¿Para las cuestiones sin trascendencia?
Si el gobierno piensa emprender una “ofensiva” contra
la derecha pertrechado de la temible arma del consenso en todos los
temas fundamentales va a fracasar totalmente.
Pensar
que se puede hacer frente a la derecha con esa orientación es una
ingenuidad o un engaño abierto. Efectivamente el PP tiene una crisis
larvada en su seno, pero la debilidad mostrada por el gobierno en el
último periodo, unido a la progresiva pérdida de ilusiones en que
éste vaya a impulsar un cambio profundo en el terreno social, es lo
que está cicatrizando o aplazando esa división en la derecha. La
derecha está envalentonada por la perspectiva de éxito a corto plazo
y cada concesión y muestra de debilidad del gobierno alimenta aún
más esa expectativa. Bajo su punto de vista la crispación
“funciona”.
No es un problema de “comunicación” del
gobierno el que le ha llevado a ese “momento delicado”. Otro de los
ejes de la ofensiva del gobierno parece ser que va ser explicar lo
bien que va la economía. Pero eso mismo indica lo alejado que está
el gobierno de la realidad cotidiana de los trabajadores.
Recientemente, el secretario de Estado de Economía, David Vegara,
calificó el dato de desempleo-el mejor, según el INE, desde 1979- de
"histórico y extraordinario", y subrayó que por primera vez desde
que España entró a formar parte de la UE, la tasa de paro española
se sitúa por debajo de la media europea, (El Mundo, 31/10/2005). Sin
embargo, en el barómetro del CIS correspondiente al mes de octubre,
a la pregunta de “cuáles son los tres problemas que a Ud.,
personalmente, le afectan más” el 31,5 % responde “el paro”; “los
problemas de índole económica” es la segunda preocupación más
importante, mencionada por el 25,2% de los encuestados. Sigue la
vivienda, con un 19,2%. Curiosamente, “los nacionalismos” es una
preocupación apuntada tan solo por el 1,0% de los encuestados y el
“terrorismo internacional” un 0,1%. Hay que tener en cuenta que la
encuesta se hizo en plena campaña de histerismo contra el Estatut y
que la lucha contra el “terrorismo internacional” es una bandera muy
identificada con Aznar, Bush y compañía.
En el mismo
barómetro del CIS, a la pregunta, “¿cómo calificaría la actuación
política que está teniendo el PP en la oposición?”, el 36% responde
“regular”, el 24,6% “mala” y el 16,3 “muy mala”. Es decir que el 77%
la considera negativa en diferentes grados.
Esos
datos van en sintonía con las encuestas, que más que apuntar a una
subida de la intención de voto al PP, indican una caída del voto al
PSOE. El editorial de El País del 19 de noviembre, un medio nada
sospechoso de contaminación marxista en sus análisis, en referencia
a la encuesta sobre intención de voto publicadas por el CIS señala
lo siguiente: “el principal mensaje de la encuesta es que el grupo
de votantes que le dio la victoria [al gobierno] en el último minuto
vuelve a estar desmovilizado”. Todo eso debería hacer reflexionar
mejor al gobierno y a la dirección del PSOE respecto a cual es el
verdadero origen de su “momento delicado”. Joaquín Estefanía,
redactor de El País, en un artículo publicado el 28 de noviembre,
comentaba que “el gobierno de Rodríguez Zapatero no necesitaría de
empujones tan excesivos para salir de la Moncloa [en referencia a la
línea adoptada por el PP], acomplejado como está por temas como el
de la educación, en el que no se atreve a pedir el apoyo de sus
votantes”. (¡!).
En realidad “el momento delicado”
del PSOE revela su gran contradicción: haber sido aupado por un gran
movimiento de los trabajadores y de la juventud y al mismo tiempo
querer poner en marcha los planes que exigen los empresarios y
capitalistas. El “momento delicado” del gobierno PSOE revela, en
realidad, el “momento delicado” de la socialdemocracia en la época
del capitalismo decadente, donde lo que es fundamental y decisivo
para los grandes capitalistas entre en contradicción con lo que es
elemental para una vida digna para la inmensa mayoría de la
sociedad. Esa disyuntiva se está expresando en crisis todos los
grandes partidos socialdemócratas de Europa, significativamente en
Alemania, donde se han producidos escisiones por la izquierda en el
SPD, que sigue con enfrentamientos, y en Francia, donde el partido
se ha mostrado dividido por la mitad en temas tan importantes como
la cuestión europea. En Gran Bretaña, Blair tiene cada vez más
dificultades para acallar una creciente oposición interna en el PL y
en los sindicatos a su política liberal. En Portugal el gobierno de
la izquierda está afrontando una fuerte oposición de los
trabajadores a una política de ajustes típica de la derecha.
Lo dijimos antes y lo volvemos a repetir. El gobierno
del PSOE será un gobierno fuerte sólo si se basa en la gran fuerza
que lo aupó al poder: el movimiento de los trabajadores y de la
juventud, para ello es necesario un cambio brusco de política, que
sólo puede apuntar en dirección a una ruptura con los límites
impuestos por el capitalismo. Será un gobierno débil y vulnerable a
las maniobras de la derecha si sigue en la línea actual.
En estos momentos el gobierno está pilotando un giro
a la derecha que no estará exento de turbulencias. Si los dirigentes
de IU, CCOO y UGT exigieran firmemente un giro hacia la izquierda
los efectos en el PSOE serían más que probables, y no digamos en su
base de apoyo electoral. Recientemente la CEOE se ha quejado del
retraso en la aplicación de la reforma laboral por las divisiones
que hay en el gobierno. Probablemente sea una apreciación correcta.
La reforma de la educación se ha convertido en la
primer paso serio que el gobierno ha emprendido hacia una nueva
etapa, pensando en nuevos socios. Es el momento de dar una
advertencia y recordar a los dirigentes del PSOE gracias a quien
están donde están. El Sindicato de Estudiantes ha convocado huelga
general de estudiantes y manifestaciones en todo el Estado el 14 de
diciembre para exigir al gobierno que no ceda a las presiones de los
obispos y de los empresarios de la privada. El sindicato de
profesores STES y la CGT han convocado también jornada de lucha para
ese día. En algunas comunidades como en Asturias las movilizaciones
también están convocadas por IU y por CCOO. Ese es el ejemplo que se
deberían seguir las direcciones de IU, CCOO, UGT y CEAPA en todo el
Estado. Es necesario que esa poderosa fuerza que barrió a la derecha
del gobierno emerja ahora para exigir una política genuinamente
socialista en beneficio de la inmensa mayoría de la sociedad.
Madrid, 02 de diciembre de 2005
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