Julio López
está desaparecido
hace 6428 días
versión para imprimir - envía este articulo por e-mail

Salen a la luz cartas inéditas de Juan Domingo Perón
Por Hoy LP - Sunday, Dec. 18, 2005 at 11:41 AM

Forman parte de un archivo personal que perteneció al abogado platense Pedro Michelini, amigo y apoderado del fundador del justicialismo. Los documentos permiten conocer las impresiones de Perón acerca de la situación que se vivía en el país durante gran parte de su exilio en Madrid. Aportan varios detalles hasta ahora desconocidos sobre su vida personal.

“Yo estoy sobre el bien y sobre el mal, casi desencarnado. Ninguna otra ambición puedo tener, porque el que ha pasado por lo que yo he pasado, tiene colmado su cupo vital. Ahora sólo aspiro a una cosa: prestar un servicio a la Patria en la forma que sea y, dentro de ella, al peronismo, que es el único hijo que dejaré al morir”.


Con esta frase, Juan Domingo Perón finalizó una de las numerosas cartas confidenciales inéditas a las que tuvo acceso Hoy en forma exclusiva, y que se encuentran en el archivo de la viuda de Pedro Michelini, que fue amigo y apoderado personal del fundador del Movimiento Nacional Justicialista. Se trata de una misiva escrita el 18 de febrero de 1966, donde se relatan algunas impresiones del líder exiliado sobre la lucha interna que padecía el justicialismo por aquellos años.


Michelini fue un importante dirigente peronista de La Plata y murió el año pasado. Su esposa, Ana María, atesora con gran cuidado su archivo personal, donde está guardada la correspondencia entre Perón y su marido, entre los años 1962 y 1971, antes del regreso del líder popular a nuestro país. También se conserva una serie de fotos, donde se lo puede ver, a quien fue tres veces Presidente de la Argentina, en su residencia de Puerta de Hierro (España), y en diversos actos sociales. Por ejemplo, en el archivo se encuentra una imagen anterior al derrocamiento de 1955, que fue obsequiada por el propio Perón a Michelini, donde aparecen el General y Eva Duarte (Evita), cuando asistieron a un bautismo realizado en una iglesia platense: ambos oficiaron de padrinos (ver aparte).


A partir de estas cartas, se puede reconstruir gran parte de los acontecimientos de la historia argentina y contar con las impresiones de Perón. Asimismo, aparecen infinidad de recomendaciones y lineamientos que el entonces ex presidente exiliado daba a sus seguidores, en momentos en los que su partido estaba proscripto de la vida política argentina. Por ejemplo, en una de las cartas, Perón anticipa el fracaso de la autodenominada “Revolución Argentina”, que en 1966 encabezó el general Juan Carlos Onganía y que desalojó del poder a Arturo Illia. En la misiva, fechada el 8 de julio de ese mismo año, el líder dice a Michelini: “Alvaro Alsogaray maneja las finanzas y la economía no puede llegar a otro resultado”.


En una carta posterior, el “Viejo”, como le decían en esos años, hace referencia al cristianismo. Afirma: “Deberemos considerar que estamos metidos en un mundo occidental cristiano, que evidentemente está en plena decadencia, en el que todo es simulación y es mentira, mientras que de Oriente avanza otro mundo con valores reales y no simulados. La única salvación de Occidente está precisamente en desencadenar la revolución que nos salve de esa decadencia a cualquier costo” (fechada el 9 de septiembre del ‘66).


El archivo personal de Michelini no sólo conserva correspondencia epistolar dirigida a él; también hay cartas con recomendaciones y directivas para diferentes dirigentes sindicales y políticos. Por ejemplo: en una a Raimundo Ongaro, quien fue líder de la CGT de los Argentinos (CGTA), y que estaba enfrentado con Augusto Vandor, gremialista de la UOM, Perón sostiene: “Usted es el primer dirigente contemporáneo que puede conseguir la masa hasta ahora inactiva y perezosa, y ello es debido a sus valores espirituales. Persista sin desmayos en ello y realizará lo que los peronistas venimos anhelando desde hace ya más de doce años” (fechada el 27 de junio del ‘68).


En varias cartas aparecen referencias directas a las negociaciones que, desde el exilio, el ex presidente mantenía con diversos referentes del radicalismo. Así es como, en una de ellas, Perón deja entrever la posibilidad de conformar un frente con la UCR para enfrentar a la dictadura. Señala: “... no se trata sino de unirse para desmontar a la dictadura, poco interesa quién es más o quién es menos” (fechada el 6 de noviembre del ‘67).


En otra de las cartas, fechada el 12 de septiembre de 1969, el General le escribe a su apoderado y hombre de confianza sobre el ex presidente radical Arturo Illia. “He visto las declaraciones del viejito cretino de Illia que, con una cara dura sin igual, dice que si yo no regreso al país es porque estoy muy cómodo en Madrid. Repitiendo lo que dijo cuando estaba en el gobierno y que me movió a retornar en diciembre de 1964, cuando precisamente él me hizo detener en Río de Janeiro por pedido especial al gobierno de su congénere el macaco Mariscal de marras”, sostiene.


Agrega: “Ahora tiene el tupé de decir semejante estupidez, cuando todos saben que permitió el laudo británico en la cuestión de límites con Chile con la condición de que no me dejaran pasar por allí, y que ocasionó una declaración de Frei en ese sentido. Este viejito cretino no tiene compostura”.


Sus últimos deseos


Michelini acompañó a Perón desde que ocupó la primera presidencia hasta su muerte, dice a Hoy su esposa Ana María. En uno de sus libros, titulado Anecdotario de Perón y publicado en 1995, el abogado cuenta cuáles fueron los pensamientos del líder del justicialismo en sus últimas horas.


“Poco es el tiempo que queda. Quisiera poder cerrar mis ojos con tranquilidad, pero imagino que, diariamente, aumentarán las angustias ante el acoso de quienes ya festejan mi desaparición, y hacen planes para repartirse lo que puedo dejar. Quisiera que, al morir, mis restos fueran depositados en algún lugar de esa abandonada tierra patagónica, donde disfruté años de mi niñez. Quizá, desde ese lugar adonde no llegan tantos que esconden tras su supuesta lealtad, toda la falsedad, bajo la luz de las estrellas, en esas noches frías, pueda hallar la tranquilidad que todo guerrero ansía”.





Un hombre de confianza


Desde el momento en que el general Juan Domingo Perón le propuso ser su apoderado personal, el abogado platense Pedro Michelini nunca imaginó el grado de confianza que el General iba a depositar en su persona, y que se refleja claramente en todas las cartas.


El pasado 14 de diciembre, se cumplió un año de la desaparición física de Pedro Michelini. Sin embargo, su vida y obra es recordada por sus seres queridos y todos aquellos que tuvieron la oportunidad de conocerlo.


Michelini nació el 29 de junio de 1924, y se recibió de abogado en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) en 1950. A los pocos años obtuvo el doctorado en Derecho Internacional Público de la UBA. Fue Asesor Letrado de la secretaría de Prensa de la Presidencia de la Nación hasta 1955. Su actuación jurídica y social fue extensa. Fue asesor letrado de varios gremios, como así también del Partido Justicialista de la Provincia de Buenos Aires y de la Nación. Además, fue interventor del Partido Justicialista en las provincias de San Juan, Chubut y Formosa. Fue director del periódico político Huella, del semanario Retorno y del diario Mayoría.


También escribió cinco libros: Perón, develando incógnitas; El 17 de octubre de 1945; Anecdotario de Perón (Tomos 1 y 2), y Congreso Internacional de Filosofía. El 10 de octubre de 2001, fue declarado Ciudadano Ilustre por el Concejo Deliberante platense.





“Ando a los saltos y todo se me ha atrasado”


En las cartas que Perón le enviaba en forma permanente a su apoderado, el abogado Pedro Michelini, desde Puerta de Hierro (en Madrid), no sólo le escribía para dar directivas desde el exilio; también le contaba sobre varios aspectos de su vida personal.


En una misiva, de su puño y letra, el líder justicialista le comenta sobre su estado físico tras una operación de próstata a la que fue sometido. “... no puedo quejarme porque me repongo aceleradamente y, según parece, esto rejuvenece, por lo menos es lo que dicen los médicos y los que me ven. ¡No sé si será para conformarme!”, afirma con humor (fechada el 15 de abril de 1964).


En otra, del 6 de noviembre de 1967, escribe a Michelini: “Comienzo pidiéndole disculpas por no haberle acusado recibo y contestado sus anteriores pero, abrumado por el trabajo y las constantes visitas, resolví tomarme unas vacaciones en Francia donde también tenía otras cosas que hacer y, siguiendo el ejemplo de los españoles, que no perdonan las vacaciones aunque suelen estar de fiesta todo el año, me las piqué”.


“Al regreso me encontré con una parva de cartas y con una legión de visitantes. Desde entonces ando a los saltos y todo se me ha atrasado. Usted comprenderá entonces el porqué de mi silencio”.





La boda del General


En 1995, el abogado Pedro Michelini dio a conocer uno de los cinco libros que escribió sobre el líder del justicialismo. En el Anecdotario de Perón, el apoderado cuenta cómo fue la boda del General con Eva Duarte.


Según Michelini, la pareja había establecido como fecha de matrimonio el 29 de septiembre de 1945. Pero la noticia se filtró y la boda, que debía ser austera y sin público, estuvo colmada por una multitud de curiosos que se acercó hasta la iglesia de la Asunción de la Santísima Virgen, también conocida como San Francisco, ubicada en 12 entre 68 y 69 de nuestra ciudad.


Los contrayentes llegaron de Buenos Aires acompañados por Juana Ibarguren, madre de Evita, y el coronel Domingo Mercante. Sin embargo, la boda no se pudo concretar porque al General le incomodó la masiva concurrencia, y se dirigió a la Casa de Gobierno platense.


El franciscano Fray Pedro, que programó el enlace, le propuso a Perón cambiar la fecha. Así fue como, finalmente, los novios se casaron el 10 de diciembre de 1945, en secreto y sin público. “Fray Pedro no se lo había comunicado ni a su párroco”, afirma Michelini en el libro.


En su obra, el apoderado de Perón también publica una fotografía en la que aclara que, si bien siempre fue conocida como una foto de la boda, no lo es: “... según Fray Pedro no había gente en la ceremonia y las estaciones del Vía Crucis que se observan en la foto no son las existentes en su iglesia. La foto es de un bautismo celebrado en otra iglesia y en el que Perón y Eva oficiaban de padrinos”, concluye .

agrega un comentario