Julio López
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Zapatismo: nueva política y viejas lecciones
Por reenvío la fogata - Monday, Dec. 26, 2005 at 6:52 AM

Casi doce años han pasado desde la insurrección indígena y campesina en Chiapas y muchas cosas han cambiado. Nuevas prácticas y viejas discusiones se entremezclan. Debates teóricos y ejemplos concretos se desprenden de la gesta del EZLN en la Selva Lacandona. "Es que el planteamiento político zapatista es un erizo. Por donde lo agarres te espina", explica Marcos. En este artículo la intención es aportar una mirada sobre ese erizo con forma de rebelión popular que sacudió al mundo desde 1994, y también marcar las últimas noticias que llegan desde las montañas del sureste mexicano.


La rebelión del erizo


Hugo Montero
Revista Sudestada
La Fogata

1. La bruma, de madrugada, los ve pasar. Los conoce. Sigilosos, rápidos, miles, surcan las fronteras de la bruma. Son sombras que llegan de la selva. Un ejército de sombras sin rostro, sin voz, elude el cerco húmedo de la madrugada. Y van armados. En el límite exacto entre un pasado de conquista y saqueo y un futuro que ya no los espera; en el umbral del silencio interminable y el tronar de las balas, que ya llega, un ejército de sombras rompe la bruma y busca las luces de las ciudades, allá abajo. Atrás, la selva, quinientos años de miseria y explotación. Adelante, un país que hace mucho eligió olvidarlos. Ni siquiera los desprecia ya: apenas los ignora.

Ese puñado de sombras no tiene voz, pero tiene nombre: se hace llamar Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), y en ese nombre surge como un estigma el fantasma de Emiliano Zapata. Qué curioso: un fantasma es bandera que empuñan miles de sombras. Sombras que no tienen rostro, pero son miles: son tzotziles, tzeltales, choles, tojolabales, mames, zoques, jalatecas, y también mestizos. Son la sangre de esa tierra pobre, son sombras sin futuro. No hay lugar para ellos en el selecto banquete del poder, en el negocio de las corporaciones que los hipócritas bautizan con el eufemismo de Tratado de Libre Comercio de América del Norte, o NAFTA.

Allá van, a su cita con la historia. La bruma, de madrugada, los ve pasar. ¿No saben, acaso, que la historia ha terminado? ¿Ignoran su destino inexorable de mártires? ¿Es que nadie les comunicó que el poder no los ve, no los oye, que a nadie le importan?

En la madrugada del primer día de 1994, el estado de Chiapas (que en lengua tapetchia, significa cerro de la batalla), el más pobre de toda la geografía mexicana, estalla a los ojos del mundo. Allí, en ese ignoto rincón del planeta, una insurrección indígena y campesina, comandanda por una guerrilla armada, toma por asalto siete cabeceras municipales (San Cristóbal de las Casas, Las Margaritas, Altamirano, Oxhuc, Huixtán, Chanal y Ocosingo) de ese suroriental estado, difunde su proclama y le declara la guerra al gobierno federal y a su ejército.

La noticia llueve en los teletipos como gigantesca paradoja: el mismo día, el gobierno del Partido Revolucionario Institucional (PRI), encabezado por Carlos Salinas de Gortari, festeja el ingreso de México al NAFTA, el acuerdo que habría de llevar a ese país al primer mundo en un viaje sin escalas. El mismo día, muy lejos de los brindis por la integración comercial con Estados Unidos y Canadá, desde las entrañas profundas de la tierra, brota el símbolo del fracaso capitalista y neoliberal: son hombres y mujeres, son indígenas y campesinos, son sombras y sangre de esa tierra. Son, todos, un erizo de enormes proporciones, que incomoda, que molesta, que no entiende lo relevante del negocio con el vecino del norte. Son un erizo que espina al PRI con la figura de Zapata como símbolo, que denuncia sus turbios acuerdos, que se propone luchar para existir. No tienen voz, pero escriben: "Nosotros, hombres y mujeres íntegros y libres, estamos conscientes de que la guerra que declaramos es una medida última pero justa. Los dictadores están aplicando una guerra genocida no declarada contra nuestros pueblos desde hace muchos años, por lo que pedimos tu participación decidida apoyando este plan del pueblo mexicano que lucha por trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz. Declaramos que no dejaremos de pelear hasta lograr el cumplimiento de estas demandas básicas de nuestro pueblo formando un gobierno de nuestro país libre y democrático" ( 1).

El EZLN, en ese primer comunicado, intima a "los otro poderes de la Nación" a deponer al dictador Salinas, llama a "avanzar hacia la capital del país venciendo al ejército federal mexicano, protegiendo en su avance liberador a la población civil y permitiendo a los pueblos liberados elegir, libre y democráticamente, a sus propias autoridades administrativas" y se prepara para la guerra.

Ahora es tiempo de balas y de fuego.

2. De todas las puertas que en materia teórica fue abriendo a su paso el zapatismo en todos estos años, detengamos nuestra curiosidad en dos de ellas. Otra vez aquí, la metáfora del erizo vuelve a presentarse. Un erizo que huye de la prisión de las definiciones categóricas, que espina ante la amenaza del primer determinismo y que elude con habilidad las redes del dogma. Las puertas en cuestión son, a su vez, umbrales de viejas discusiones, hoy renovadas por los hechos: hablamos, en primer lugar, del problema del poder y, en segundo, de la figura abstracta del "sujeto revolucionario".

Uno de los alfiles ideológicos que caracterizó desde un principio al zapatismo fue la negación de la toma del poder como objetivo político. Al decir de Marcos: "Nuestro quehacer político no es tomar el poder. No es tomar el poder por las armas, pero tampoco por la vía electoral o por otra vía. (...) En nuestra propuesta política, nosotros decimos que lo que hay que hacer es subvertir la relación de poder, entre otras cosas porque el centro del poder ya no está en los estados nacionales. De nada sirve, pues, conquistar el poder. Un gobierno puede ser de izquierda, de derecha, de centro, y finalmente, no podrá tomar las decisiones fundamentales" ( 2).

Aquí, en esta definición tajante (para todos aquellos que afirman que la "indefinición" y la "ambigüedad" del EZLN es su principal fortaleza), el erizo se yergue en todo su potencial. Espina a los dogmáticos supuestamente marxistas, que se apresuran en minimizar la insurrección chiapaneca a partir del discurso de su portavoz (aunque no hay nada menos marxista que caracterizar la identidad de un movimiento según la mirada discursiva -siempre estratégica- que asumen los protagonistas de sí mismos y con la cual eligen presentarse públicamente). Espina también, a su modo, a la confusa "nueva izquierda", nacida al calor de los movimientos anti-globalización, que, desesperada en su afán por forzar una teoría que permita definir lo heterogéneo de sus prácticas y sus actores, otorga a las palabras de Marcos la medida perfecta para los pliegues de su bandera supuestamente "superadora" y, mejor aún, "moderna". Los dogmáticos se apresuran a terminar la discusión: "¿No se proponen tomar el poder? Ah, entonces son reformistas". Los modernos en cambio, niegan la vieja dicotomía entre reforma o revolución, claro, y plantean que el poder corrompe, que empuja a los movimientos liberadores al callejón del totalitarismo, y utilizan para ello a las experiencias frustradas del viejo campo socialista como ejemplo.

En principio, negar la existencia de la dualidad entre un proyecto reformista y otro revolucionario no sólo representa un absurdo, si no que, principalmente, tiene por objeto desvanecer del debate, con claridad, una de esas dos opciones (la revolucionaria, claro) en virtud de toda una larga lista de sandeces posmodernas que nos cansamos ya de escuchar en todos estos años y que podríamos sintetizar bajo el concepto del "posibilismo". Desde esta mirada, como no hay oposición posible al poder constituido, todo lo "posible" se reduce a la búsqueda de reformas dentro del sistema capitalista, y todo aquello que propugne una modalidad radical de cambio pertenece a la mentira del pasado. A la derrota.

No es por la arquitectura de sus formas que el zapatismo asume un lugar en la contienda histórica entre reforma y revolución, si no por la relación dialéctica entre los hechos concretos (primero como fuerza militar liberadora y, después, como fuerza política negociadora y, a la vez, constructiva) y el contexto histórico en el que se desarrollaron.

Por eso, y más allá del discurso, incluso más allá de la línea política desarrollada por su dirección, el papel jugado por el EZLN desde 1994 merece revisarse a partir de esa relación entre hechos y contexto.

Con respecto al problema del poder, el zapatismo lo resuelve con una variante: no se busca cambiar un poder por otro, si no la eliminación de todo tipo de relaciones de poder. "Nosotros no proponemos un modelo económico determinado. Digamos que la propuesta zapatista tiene más que ver con el sentido ético de la política que con una propuesta de gobierno que finalmente es la que presentaría un partido político. El zapatismo se separa de los movimientos revolucionarios tradicionales. No queremos el poder. Queremos que se respete la igualdad y, a la vez, la diferencia" (3), señala Marcos.

Ahora bien, de todas las preguntas que surgen a partir de este concepto-objetivo defendido por el EZLN, una de ellas se impone (y no es nueva): ¿Es posible la viabilidad del cambio propuesto por el zapatismo dentro del sistema capitalista? Otras se desprenden de la anterior: ¿Es posible la educación, la salud, el trabajo, la justicia, la tierra y la libertad en un sistema que apuesta a la explotación como forma de subsistencia, a la exclusión como precio a pagar, a la impunidad como práctica cotidiana, al hambre y a la ignorancia como herramienta de sumisión? ¿La renuncia a la lucha por el poder no infiere que el poder permanezca en manos de los mismos que explotan, saquean y matan en México y en cada rincón del mundo? ¿Desestimar la lucha política con el Estado como objetivo no es resignarse a esperar un gesto de buena voluntad (digamos, reformas) de los asesinos, de los comerciantes, de los poderosos? ¿Sostener una suerte de implosión social que contemple una profunda transformación revolucionaria es factible sin un gobierno revolucionario?

Ahí están las preguntas que va dejando por el sendero el zapatismo, y son muchas más. Ahí está el erizo, siempre espinando las respuestas, huyendo de las soluciones rápidas y, de paso, caminando su propia historia.

3. Los doce días que demoró en dictarse el alto el fuego cambiaron la historia mexicana. La respuesta del gobierno del PRI fue un intento por aniquilar el foco insurreccional con toda la celeridad posible, llegando incluso a bombardear la zona. Sin embargo, el costo era muy alto: el levantamiento armado había surgido en el peor (mejor) momento posible. La inminencia de la puesta en marcha del NAFTA, el período preelectoral con la amenaza de un nuevo fraude en el horizonte y una gravísima crisis interna en el PRI que, semanas después, provocaría el asesinato del candidato presidencial, Luis Colosio, y más tarde el del secretario general del partido, José Ruiz Massieu.

Con el gobierno atado de manos, la respuesta del pueblo mexicano fue exigir un alto el fuego y exigirse, también, escuchar por primera vez las voces de los que nunca tuvieron voz. Los ojos de México se abrieron, por primera vez en mucho tiempo, al problema indígena. Y, finalmente, la respuesta del EZLN también fue otra, sorpresiva: tuvo que disponerse a negociar sus reclamos por la presión de la sociedad. "Nosotros pensábamos que el pueblo o no nos iba a hacer caso o se iba a sumar a nosotros para pelear. Pero no reacciona de ninguna de las dos maneras. Resulta que toda esa gente, que eran miles (...), no quería alzarse con nosotros, pero tampoco querían que peleáramos, y tampoco querían que nos aniquilaran. Querían que dialogáramos. Eso rompe todo nuestro esquema y acaba por definir al zapatismo" ( 4), señala Marcos. Es decir, la actitud del resto de la sociedad mexicana obliga al zapatismo a repensar toda su estrategia, lo obliga a proponer un diálogo con el gobierno y le niega su voluntad de avanzar militarmente hacia la capital.

La historia de las negociaciones con el PRI puede calificarse como el relato de un fracaso anunciado. Jamás el gobierno federal, pese a las reuniones interminables y a los frágiles acuerdos alcanzados, respetará la voluntad de los alzados. Y mientras tanto, mientras lava su imagen represiva y se muestra ante el mundo como un gobierno que apuesta al diálogo, dispone una constante y sanguinaria guerra de baja intensidad contra los focos de resistencia del EZLN. Fuerzas paramilitares cumplen su papel en connivencia con el ejército y hostigan los campamentos zapatistas, violando las normas de la negociación, en busca de la reanudación formal de las hostilidades.

"El momento militar ya se dio, ahora es el momento de la política, y en eso estamos", aseguraba Marcos. Era el tiempo de la palabra para el EZLN, que comenzará entonces a desplegar todo su arsenal metafórico en cada documento público, a abrir sus brazos a la curiosidad internacional (solidaridad que le permitió un resguardo ante la amenaza del fin de la tregua) y a disponer de los medios de comunicación con una habilidad innegable: generando impactos cada tanto, amparándose en el silencio otras veces, y proponiendo llamamientos para diversos encuentros con la Selva Lacandona como escenario.

Era el momento de la palabra como arma y de la consolidación política del movimiento como referencia para todo México.

4. Hablábamos al principio de dos puertas. En una, el problema del poder. En la otra, el debate acerca del "sujeto revolucionario". Ambas puertas fueron abiertas por el EZLN a su paso y representan la matriz del pensamiento ideológico del movimiento, primero armado, ahora político. El tema del sujeto generó innumerables lecturas en todo el continente, muchas de ellas extrañamente lejanas a la propuesta de los pueblos de Chiapas, y otras con un rasgo de oportunismo innegable. "El sistema actual desdibuja la pertenencia de clase en cuanto a transformación histórica y surge el ciudadano o eso que llamamos sociedad civil. Es un actor social que no tiene una militancia política definida. Ese sería el actor de cambio más importante si se inclina hacia el cambio progresista, porque lo haría desde la fuerza del convencimiento y la razón" ( 5), señala Marcos. Es decir que en primer lugar, el zapatismo establece como sujeto de cambio real un actor social que está "afuera" de su propio movimiento: la sociedad civil (a quien, por ejemplo, uno podría atribuirle el mérito de haber dejado atrás 70 años de gobierno del PRI pero, también, la dudosa virtud de haber elegido enfáticamente el camino de la derecha más neoliberal de todo México, en las elecciones que dieron ganador a Vicente Fox años atrás). En segundo lugar, el planteo desvanece completamente el concepto de movimiento obrero como sujeto y, por continuidad, el de proletariado industrial como vanguardia. Para el zapatismo, el sujeto es más amplio.

Ana Esther Ceceña, investigadora y directora de la revista Chiapas, ofrece una síntesis donde se avizora una confusión: "El sujeto revolucionario, el portador de la resistencia cotidiana y callada que se visibiliza en 1994, es muy distinto al de las expectativas trazadas por las teorías políticas dominantes. Su lugar no es la fábrica sino las profundidades sociales. Su nombre no es proletario sino ser humano; su carácter no es el de explotado sino el de excluido. Su lenguaje es metafórico, su condición indígena, su convicción democrática, su ser, colectivo" ( 6).

Se desprenden de aquí dos discusiones. La primera de ellas es la más curiosa. El zapatismo se niega como vanguardia y se niega como modelo a seguir, pero se reconoce como parte de la sociedad civil, como actor social de cambio. "De una u otra forma la sociedad deja de depositar en un representante, el gobierno, y asume la responsabilidad del gobierno. En palabras subversivas: la sociedad civil toma el gobierno, toma el poder y lo deposita en alguien. Pero le advierte a ese alguien que si no sirve, se va", propone Marcos. Es decir, en ningún momento define al indígena como vanguardia, ni al excluido, ni al marginal; sino que lo menciona como parte de un ámbito mayor: la sociedad civil. Sin embargo, para parte de la izquierda y de buenas a primeras, el nuevo sujeto es el "étnico". "En parte la crisis de la izquierda en todo el mundo proviene de la confusión sobre el sujeto histórico de cambio, agotado, deconstruido el proletariado industrial como sujeto. Y con vosotros aparece ‘el sujeto étnico’, el indígena, el doble perdedor. Es como un retorno a encontrar la denuncia del desorden a partir de lo más inmediato y de lo más obvio y no como hubiera hecho un revolucionario tradicional aplicando un esquema de lucha de clases" ( 7), acota el escritor español Manuel Vázquez Montalbán durante una de sus entrevistas con el subcomandante.

Mientras el EZLN intenta abrir el juego, distinguirse por su amplitud, con la sociedad civil como protagonista, parte de la "nueva izquierda" que defiende al zapatismo se preocupa por lo inverso, por cerrar el escenario. Esa mirada, sumada a tantas que depositaron en los marginales el rol protagónico como sujeto exclusivo, que forzaron la teoría para que representara a aquellos sectores más dinámicos de la sociedad en su momento (en México, los indígenas, pero más por aquí, los desocupados), demuestra que cada uno hizo lo que quiso con el discurso zapatista, menos entenderlo. En Argentina fue muy curioso el fenómeno, por caso: parte de la izquierda se preocupó por montarse sobre el movimiento de desocupados mientras, al mismo tiempo, lo separaba del movimiento obrero en general y le adjudicaba, casi por decreto, su papel como "nuevo sujeto revolucionario". Cuando el Estado consiguió cooptar el movimiento a través del manejo de planes sociales y contribuyó a su fragmentación, la misma izquierda eligió mirar para otro lado, ignorando ahora a su "nuevo sujeto".

La segunda discusión tiene que ver con la lectura supuestamente crítica, superadora, del marxismo en este punto: "Así, la diversidad de los explotados, y más de los dominados, obliga a repensar sobre las vanguardias, sobre el carácter privilegiado de los obreros industriales y sobre la pertinencia de los revolucionarios que reproduzca las jerarquías y las relaciones estamentarias propias de la organización capitalista. Oponer al poder capitalista organizado la dictadura del proletariado es reproducir las normas sociales en un sentido inverso bastante dudoso" ( 8), escribe Ceceña. Los cambios en el mundo del trabajo han sido muchos, pero ninguno de ellos niega la dualidad central que propone el marxismo como conflicto permanente: la de explotadores (quienes tienen los medios de producción en su poder), y explotados (los que no, y por eso venden su fuerza de trabajo). La idea del movimiento obrero como sujeto y el proletariado industrial como vanguardia no es el capricho teórico de algún viejo ortodoxo, es el fruto de décadas de evolución de un universo de ideas que uno puede compartir o no, pero nunca desvirtuar su fortaleza, más allá de los malos usos que se hicieron de esas ideas en el pasado: la capacidad de la clase trabajadora como protagonista no tiene que ver con su nueva composición (ni mucho menos con el supuesto posmoderno de su "desaparición"): se trata, ni más ni menos, de la única clase en condiciones de dañar al sistema por ser la fuente de sus ganancias. Así de simple. En cuanto a que las "jerarquías y las relaciones estamentarias" de los movimientos revolucionarios son reflejo de la organización capitalista, o bien esta noción se basa en los (muchos) ejemplos de desviación histórica del marxismo en la práctica, o bien se ignora el concepto leninista, por ejemplo, de la organización revolucionaria que nada tiene ver con la del sistema que busca reemplazar. Por último, pensar que la dictadura del proletariado es "reproducir las normas sociales en un sentido inverso" no parece ya una relectura seria del marxismo, sino un firme desprecio por las ideas y una ignorancia absoluta sin más objetivos que desvirtuar la verdad (sin necesidad aparente) y negar una concepción del pensamiento porque ahora "todo ha cambiado".

Estas nuevas miradas teóricas que tomaron al zapatismo como bandera, confirman que, a veces, el oportunismo y la confusión pueden generar una serie de posturas ciertamente disparatadas que nada (o poco) tienen que ver con las del movimiento que supuestamente las sostiene.

De todas formas, y más allá de las diferentes formas de caracterizar la realidad y las posibilidades de cambio; hay detrás del zapatismo una fuerza que impone respeto y define posiciones: se trata de un grito de supervivencia, un "no podemos desaparecer y para existir, tenemos que luchar". Y en ese grito rebelde, todas las fuerzas son una sola. "No va a existir nunca un mundo homogéneo, hay que respetar el derecho a la diferencia y el excluido reclama: o cuentan con nosotros con nuestros derechos o cuentan con nosotros como incordio, dando la lata, raspando, haciendo ruido en la aparente armonía del nuevo orden internacional", establece Marcos. Y la gesta del EZLN es esa: la del erizo que despierta de su sueño de miseria e injusticia y espina para todos lados, por izquierda y por derecha. El erizo que se impone por la verdad de sus reclamos, por la fortaleza de sus convicciones, por la valentía de sus actos. Pero también genera debates, abre viejas discusiones, nos espina con su ejemplo y nos obliga a redefinir ideas, a crecer, a asumir nuevas formas. En definitiva, a observar con respeto y admiración una lucha única en el continente y a aprovechar viejas lecciones para comprender cada momento histórico.

5. Luego del fracaso del período negociador del EZLN con el gobierno de turno, que tuvo su epicentro en la larga y multitudinaria marcha que culminó en el Zócalo del DF en los primeros meses de 2001, el zapatismo modificó, una vez más, su estrategia. A partir de entonces, se avanzó en la autonomía política en aquellas zonas controladas por el EZLN, lo que derivó en la creación de las Juntas del Buen Gobierno y el nacimiento de los cinco "Caracoles" (en La Realidad, Morelia, La Garrucha, Roberto Barrios y Oventik), a partir de 2003. Para los zapatistas, los "Caracoles", además de ser espacios de encuentro político y cultural, tienen como función ser "puertas para entrarse a las comunidades y para que las comunidades salgan; como ventanas para vernos dentro y para que veamos fuera; como bocinas para sacar lejos nuestra palabra y para escuchar la del que lejos está. Pero sobre todo, para recordarnos que debemos velar y estar pendientes de la cabalidad de los mundos que pueblan el mundo" ( 9).

En ese esfuerzo por consolidar la fuerza autónoma en cada región, por mejorar la situación cotidiana de las comunidades y, también, para mostrar que es posible otra forma de hacer política; es que el zapatismo llega al presente. Un presente teñido por la furia preelectoral, con una agenda periodística que ya no tiene al problema indígena en su portada, si no más bien relegado ante la expansión del narcotráfico y los conflictos fronterizos con Estados Unidos. En este contexto es que el EZLN anunció el "alerta rojo" del mes pasado, y llamó a todas las comunidades a una consulta popular para definir los pasos a seguir políticamente. El resultado de ese período de debate fue la definición de la táctica electoral (La otra campaña, ver recuadro), el anuncio de conformar "otra cosa" como fuerza política (como ambiguamente se comunicó, advirtiendo que en un futuro se darían más detalles), y la más reciente disolución del Frente Zapatista de Liberación Nacional (FZLN), una (muy) heterogénea organización "política, civil y pacífica" compuesta por simpatizantes del EZLN que, entre sus principios, se proponía no luchar por el poder. En un comunicado reciente, la comandancia general del EZLN reconoce errores en el FZLN ("Hubo, es cierto quienes usaron al FZLN y su cercanía con el EZLN para provecho propio, para lastimar a otros, para aislarse y aislarnos, para tomar fuerza en rivalidades personales y pugnas inútiles", señalan), y convoca a una nueva etapa en ese marco: "Ahora haremos con aquellas personas que con la actitud y el trabajo demuestren que así lo quieren, un nueva organización política zapatista, civil y pacífica, anticapitalista y de izquierda, que no luche por el poder y que se empeñe en construir una nueva forma de hacer política" ( 10), detallan.

Con la tormenta preelectoral como telón de fondo y luego de un largo paréntesis de silencio, la comandancia zapatista ha regresado. Su voz hoy es el espejo por el que se asoman millones de voluntades en todo el mundo, y sus actos serán una experiencia histórica que debe enriquecer la lucha de los pueblos rebeldes. Una experiencia que comenzó mezclada en la bruma, de madrugada, en un rincón olvidado del estado más pobre. Un ejército de sombras avanzando, rumbo a su cita con la historia, desde las montañas del sureste mexicano.

(1) EZLN, "Primera declaración de la Selva Lacandona", enero de 1994.

(2) Ignacio Ramonet, "Haremos política sin el glamour del pasamontañas", revista Tres Puntos, marzo de 2001.

(3) Manuel Vázquez Montalbán, "Marcos: el señor de los espejos", Punto de lectura, 2001.

(4) Le Bot, Y., "Subcomandante Marcos. El sueño zapatista", Plaza y Janés, 1997.

(5) Ibídem 3.

(6) Ana Esther Ceceña, "Líneas centrales del discurso zapatista", CLACSO, 2001.

(7) Ibídem 3.

(8) Ibídem 6.0

(9) Gloria Muñoz Ramírez, "20 y 10 el fuego y la palabra", La Jornada ediciones, 2003.

(10) EZLN, "Comienza el zapatismo civil nueva etapa...", La Jornada, 23/11/05.

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un erizo o un fracaso es el EZLN?
Por una reflexion - Monday, Dec. 26, 2005 at 8:18 AM


hasta el NAFTA paso en Mexico y destruyo todas las economias regionales con las consecuencias de mas desocupaciom , flexibilizacion laboral , pudo hacer algo el EZLN para detener el NAFTA o el EZLN es un movimiento testimonial en la Selva Lacandona en defensa de las reinvindicaciones y los reclamos de los pueblos originarios.

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Por Federico - Monday, Dec. 26, 2005 at 1:29 PM

te pregunto: ¿hizo mucho el PO, el PTS, por poner un ejemplo, en argentina para detener el Mercosur o el ALCA?
Por otro lado y con total honestidad aun cuando el EZLN no es de mi mayor estima, no creo que hayan sido pobres sus logros. Practicamente sin recursos y con pocos militantes se transformo en el movimiento con mayor proyeccion internacional; todos los presidentes mexicanos desde el 94 hasta hoy se han tenido que sentar en la mesa con el EZLN; ¿ha logrado algo de esto la izquierda argentina?, nuestro pais debe ser uno de los pocos donde los gobiernos no necesitan generar ningun tipo de concenso con la izquierda.
Por otro lado culpar, acusar, o lo que sea a un movimiento de izquierda por no poder frenar el NAFTA es algo ridiculo; ya que ningun movimiento tiene esa capacidad hoy en dia, tampoco lo tiene la izquierda tradicional, cuyo nivel de influencia esta muy por debajo de esta izquierda que critican por debil. Conviene aclarar que el giro de la sexta no es un giro a posiciones tradicionales, en primer lugar yo me preguntaria si existe realmente un giro porque estas ideas marcos las sustuvo del principio (Marcos tiene una formacion Althusseriana y Gramsciana). En segundo lugar, para ver que esto no es un retorno, lo que la sexta dice no es que se incoporaran obreros al EZLN, sino que el EZLN se incorporara a redes autonomistas para luchar en conjunto con otras organizaciones autonomistas...es decir cada uno con sus reivindicaciones pero a diferencia de antes sabiendo que solo colectivamente se logran, sin que ello signifique subsumir un reclamo a los otros; precisamente es esta centralidad la que cuestiona el ezln. La izquierda, en cierta medida, tiene serias dificultades para aceptar diversidad en sus movimientos, cualquier problema particular es "rechazado" o subsumido, como si una revolucion obrera garantizara la liberacion sexual, la igualdad de respeto a todas las culturas etc. Hay un recorte puramente unilateral, que lleva a poner centralidad a la lucha obrera. ¿Acaso deberemos inscribir las luchas de los indigenas como luchas obreras?..se dira que "no hacen a la historia" o "son una anecdota"; cuando en realidad "su" historia, la historia de estos indigenas y su explotacion es mas vieja que la separacion "real" del obrero de sus medios de produccion... bueno, esta centralidad es la que el EZLN pone en parentesis.
me parece que la vision del autonomismo que tienen muchos en indymedia es puro prejuicio, sobre todo no puedo entender esa mania de ligarlo tanto a Marcos.
En otro post leia comparaciones con el anarquismo, y incluso uno decia que el autonomismo era "protohistorico"; cuando precisamente lo que hacen autores como Paolo Virno es repensar dentro del marxismo el concepto de lucha, poder y clase, desde los avances del capitalismo, es decir estan pensando en funcion del postfordismo.
El problema es que el leninismo (con todo el respeto que merece) se ha pegado tanto al marxismo que parece que cuestionar los principios leninistas sobre las formas de organizacion y accion revolucionaria fuese cuestionar a Marx. En realidad en ningun punto de la teoria autonomista existe cuestionamiento alguno al Marxismo en lo teorico; en todo caso lo que se hace es priviligiar un tipo de Marx, por lo general uno menos "hegeliano".
Muchos señalan tambien como problematico ese enigmatico (y hasta vacio) concepto de "multitud", lo tildan de antimarxista, liberalismo encubierto; en realidad para ser sinceros el concepto de multitud no tiene nada que ver con el liberalismo y aparece (aunque ) dos veces en Marx (como general intelect y como Demos), pero ademas no todo el autonomismo apoya este concepto, y esto es fundamental; tal es asi que algunos hablan simplemente de Proletariado tal como lo hacia Marx en el manifiesto y otros de Neoproletariado con el fin de incorporar a ciertos sectores "nuevos", del postfordismo (incluida la masa de trabajadores desocupados).
En general las criticas que leo al autonomismo en este foro ni siquiera son criticas, no dicen mas que "uds no sirven para nada", "miren a marcos", "lumpenes" etc...pero no hay una critica teorica nunca.
Yo respeto al autonomismo como respeto a todas las demas corrientes de izquierda, me parece que hay muchisimo para aprender de cada una de ellas, y que no conviene nunca cerrarse, aunque esta en cada uno hacer una critica a cada una de esas ramas...

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dijo federico que...
Por el pibe - Monday, Dec. 26, 2005 at 2:15 PM

"me parece que la vision del autonomismo que tienen muchos en indymedia es puro prejuicio"

Frente a lo cual te diría que tiene que ver que es menos un prejuicio que un juicio, producto de la experiencia de ver cómo muchos de los que se reivindican como autonomistas en Argentina, en particular en la Capital Federal (cuando no, estos porteños) son personas con actitudes de temor y desprecio a cualquier tipo de construcción política real, al trabajo de base (o al trabajo a secas), que rechazan cualquier acción política que no sea pintar stencils o ir disfrazado a una marcha, en fin, unos frívolos del carajo.

Que para sustentarse en algo dicen que tienen mucho que ver con el zapatismo. Siendo los zapatistas en Chiapas justamente una organización guerrillera con trabajo real, de base, en organizaciones indígenas, con miles de militantes, con consejos y dirección, y que están construyendo junto con organizaciones de todo México la Sexta, que es un movimiento político de izquierdas que busca modificar profundamente la realidad de su patria ("patria" es exactamente la palabra que usan los zapatistas, no país, no nación: "salvar la patria mexicana").

Como dice Federico, yo tampoco entiendo esa manía de ligar ciertos "autonomismos" al zapatismo. La realidad es que en Argentina sobra el "autotontismo" -la mayoría estudia en sociales y vive en el centro de Capital- y faltan más militantes y organizaciones que construyan con y desde los movimientos, como el EZLN.

Así que de prejuicio, nada. Hay mucha gilada, frivolidad, pose, y hay nuestra reacción a eso.

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..
Por Federico - Monday, Dec. 26, 2005 at 2:50 PM

Yo no creo que todos los autonomistas argentinos sean asi, hay gente que esta con las fabricas recuperadas, que estuvieron en el movimiento de las asambleas de barrio, etc.
Respecto al EZLN yo soy bastante critico de los zapatistas, o lo era, porque ahora estoy esperando a ver que pasa con esta Sexta..me parece que le pegaron en una cosa, como ellos dijeron y con otras palabras, o se avanza o se cae... Lo que muchos de aca decian de que el EZLN era puro palabrerio, un movimiento absolutamente romantico, que era un monton de pequeños proyectos inutiles, etc, es en parte cierto, y depende de esta sexta que el EZLN salga de eso o continue como una moda...parece que hay un reconocimiento del problema, y un intento por avanzar, ahora hay que ver que pasa.

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cuanto conservadurismo en el post de el pibe
Por ... - Monday, Dec. 26, 2005 at 3:20 PM

discriminacion al que no encaja dentro de la cultura militante, adoración del trabajo por el trabajo mismo... que mierda de revolucion pueden hacer personas tan conservadoras y autoritarias?

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Una cosa es cierta: hay internas en el autonomismo también, por lo que se ve
Por soy marxista y de izquierda - Monday, Dec. 26, 2005 at 6:02 PM

es falso casi ningun gobierno mexicano se sento con el EZLN para negociar. FOX seguro que no. Los llamo a negociar FOX, en terminos que el EZLN ni por asomo quiso aceptarlas.

es cierto una cosa del EZLN a los militantes porteños de estencil y tremperas hay un abismo.

Pero lo mas importante es que EZLN, es una guerrilla romantica, utopica, ni se le parece por ejemplo en nada a las FARC y al ELN de Colombia, que hace años que estan en Colombia, y que estan insertadas en gran parte de Colombia y se plantean el poder politico, despues si negocian mal y son burocraticos es otra cosa y nos llevaria a otra discusion, pero el fondo es que es?' el EZLN?? y que hizo hasta ahora?? y que hara?? y que busca?? y si no esta pasando por una profunda crisis interna, donde, me parece, que se esta planteando, algo que sobrepasa el propio entramado teorico del autonomismo y se plantea debates que se empiezan a colocar mas en las cercanias del marxismo y en la construccion de izquierdas y de alternativas

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...
Por m0d - Monday, Dec. 26, 2005 at 10:20 PM

En el autonimismo no hay internas por que no hay partido, si hay distintas miradas, postura y maneras de construccion.

El zapatismo esta en una etapa de restructuracion, no se ha quedado en lo poco (que no es poco) que se ha logrado hasta el momento.

Espero algun dia ver a nuestra izquierda, y sobre todo a su brazo piquetero poder realizar una autocritica y restructurarse.

Saludos

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Por Federico - Monday, Dec. 26, 2005 at 10:27 PM

Igual, hay algunos partidos autonomistas, pero son muy chicos...el mas conocido aca es Autodeterminacion y Libertad de Zamora; pero tengo entendido que hay otro partido autonomista con el PC dentro del Encuentro Amplio, no recuerdo su nombre; Tambien esta Poder Autonomo. Estos dos partidos surgieron de las separaciones de AyL.

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Ronda de Pensamiento Autónomo
Por m0d - Monday, Dec. 26, 2005 at 11:05 PM

Nos encontraremos entre el jueves 12 y el domingo 15 de enero próximo. El jueves en horas de la tarde registración, acampe, guitarreada autogestionada, comida y sueño reparador de los viajes, viernes y sábado de trabajo, domingo de cierre, despedida, canto y promesas. Será en las mismas instalaciones de Tucuy Paj (La Tablada) que el año pasado. Comida, arreglo y limpieza del lugar comunitarios, carpas, bolsas de dormir, abstinencia de alcohol tolerante con la buena convivencia.

El financiamiento del encuentro se hará con el aporte de los que participamos. Este año estamos más limitados aun; será sumamente difícil sufragar gastos de viaje.

No estimulamos esta vez la preparación de talleres temáticos. Pensamos que la multiplicidad de talleres propicia la fragmentación del espacio y de las relaciones. Proponemos varios encuentros, dividirnos en subgrupos, en subtemas, volver a reunirnos a la tarde. Conversaciones extendidas tanto como sea necesario. Espacios de conocimiento, reconocimiento de personas, de grupos, de esfuerzos. Lugar de articulaciones posibles.

Pensamos como ejes de discusión para estos encuentros:
* De enero a enero. Los cambios en (del) movimiento


Algunos y algunas no nos vemos las caras de un Enero Autónomo a otro. Sin embargo intuimos que seguimos construyendo - de manera cómplice aunque sin saberlo- caminos alternativos a la autopista central del sistema. Aunque sabiendo que "los caminos de la autonomía no son los que yo esperaba", proponemos en este eje reflexionar el estado general de los senderos que vamos construyendo.

* El cambio social pensado en (el) movimiento


La idea de cambio social suele enhebrar muchas de las prácticas en que nos hayamos involucrados. Sin embargo ésta resuena de maneras distintas en cada movimiento. Proponemos en este eje hacer una inteligencia colectiva de aquello que nos une y de aquello que se nos presenta como diferencia en la construcción del cambio social.

* Piedras estatales en el camino de la autonomía


En estos tiempos en que el camino de la autonomía se hace cuesta arriba, no faltan quienes ofrecen supuestos atajos para aliviar la subida. Los vientos populistas arrojan patrocinios, subsidios, becas y herramientas generando divisiones en los movimientos que intentan construir su propio camino.

Proponemos en este eje pensar los obstáculos que se nos presentan cuando los dispositivos institucionales se inmiscuyen en los movimientos.

* Preguntando caminamos por Latinoamérica
* La sexta declaración de la selva lacandona


Los tiempos latinoamericanos distan de estar tranquilos. Mucho se habló en esta última parte del año de nuestra región y de las inquietudes que ésta representa para Estados Unidos. Las planas de los diarios se llenan de nombres de presidentes pero mucho se calla de los movimientos y sus iniciativas autónomas. Proponemos en este eje construir una mirada desde abajo y a la izquierda -como gustan decir los zapatistas- de la situación latinoamericana.

Podrán irse organizando los distintos colectivos/individualidades en torno a estos ejes y a lo que estos ejes provoquen. Seguramente habrá, además de todas estas seriedades, espacio para la murga, para el mural, para el canto, para el teatro, podrá ser en las noches, cuando lo propongan.

Ronda de Pensamiento Autónomo
Buenos Aires / Argentina

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Tiene razón Federico en un punto
Por Panopticon - Monday, Dec. 26, 2005 at 11:15 PM

Si la izquierda se cierra (o se encierra en sus posturas doctrinales absolutas) a sus fuerzas se le achica el espacio de intervención en la sociedad.
El sistema puede entonces expandirse a su antojo ocupando sin rivales la totalitad del espacio político y simbólico realmente existente.
La cuestión sigue siendo la misma de siempre. ¿Cómo definir un rumbo colectivo sin que el sentido común llame a construir una gran familia de izquierda?.
O por lo menos el que la totalidad de las fuerzas en lucha por la igualdad se sienten alrrededor de una mesa para planear juntos el perfil mínimo de un gobierno de la razón (social, colectiva).

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