versión para imprimir - envía este articulo por e-mail |
Ver este artículo sin comentarios
UN REVOLUCIONARIO EJEMPLAR.
Por EL MILITANTE -
Saturday, Dec. 31, 2005 at 12:37 PM
elmilitante_argentina@yahoo.com.ar
Ernesto
Ché Guevara: Vida y lucha de un revolucionario
Escrito por Miguel Campos 25.09.2005 La burguesía no puede ocultar su figura pero
intenta presentar al Che como una figura decorativa, sin ningún significado
político en la sociedad actual. Para los jóvenes y trabajadores debe ser una
oportunidad de conocer mejor y debatir las ideas de este revolucionario, sus
aciertos y sus errores, y sacar conclusiones con el fin de aplicarlas a la
lucha por transformar la sociedad hoy. Este artículo se propone contribuir a
este objetivo. El Che nació en 1928
en la ciudad argentina de Rosario. Su padre era constructor y arquitecto y su
madre poseía tierras. Varios viajes por América y su actividad como médico lo
pondrán en estrecho contacto con las tremendas injusticias que vive el
continente. Solamente un dato: sobre un conjunto de 19 países, un promedio
del 1,74% de propietarios poseen el 64,9% de la propiedad mientras el 72,6%
poseen el 3,74%. La revolución
latinoamericana Durante los años 50 y
60 serán muchos los jóvenes estudiantes e intelectuales latinoamericanos de
origen burgués y pequeñoburgués que, impresionados por la miseria de las
masas, radicalizados por el enorme atraso y dependencia del imperialismo de
sus países e influidos por las luchas obreras y campesinas en ascenso buscan
una salida revolucionaria a la situación. La trayectoria
política y personal del Che hay que situarla en su contexto histórico y para
ello es necesario analizar el papel que jugaron entonces las distintas clases
sociales y tendencias políticas, especialmente en América Latina. Las burguesías
latinoamericanas, debido a su desarrollo tardío, establecieron desde el
principio una relación de dependencia económica con los países capitalistas
avanzados. El imperialismo, primero con la ocupación militar directa y luego
con sus bancos y multinacionales moldearon en estos países una economía poco
desarrollada, especializada sobre todo en la exportación de materias primas y
mercancías poco elaboradas y de bajo precio, destinadas a las industrias
europeas y luego también norteamericanas. Ese desarrollo
peculiar se tradujo en que las burguesías nacionales fueron incapaces de
jugar el mismo papel revolucionario que las burguesías europeas en su
momento. Por ejemplo, una de
las tareas clásicas de la revolución burguesa es la reforma agraria y la
eliminación radical de las relaciones de tipo feudal en el campo; medidas que
favorecieron el desarrollo comercial e industrial. En los países
latinoamericanos, en cambio, una buena parte de los capitalistas y banqueros
son también grandes propietarios de latifundios o tienen su dinero invertido
en la ganadería, etc., y por tanto son enemigos acérrimos de la reforma
agraria. Eso no significa que,
en determinados momentos, sobre todo en aquellos países en los que la
economía alcanza un cierto desarrollo, no puedan existir fricciones entre la
burguesía nacional y el imperialismo en la disputa por el “pastel”. Pero en todo caso
estos enfrentamientos no cambian las relaciones de dependencia ni el hecho de
que, para hacer frente a un movimiento obrero cada vez más poderoso, la
burguesía nacional y el imperialismo actuaran en total sintonía, mediante la
represión y las dictaduras. La burguesía nacional
era incapaz de jugar un papel progresista. Unicamente el proletariado urbano,
ganándose como aliados a los campesinos y demás sectores oprimidos —pequeña
burguesía urbana y rural, semiproletarios, etc.— tenía la fuerza, el interés
y la capacidad suficiente para eliminar las reminiscencias feudales y la
opresión imperialista. Sólo rompiendo con el sistema capitalista,
nacionalizando todos los recursos del país bajo el control de los
trabajadores, y extendiendo la revolución a nivel internacional, es como las
tareas democráticas se podían realizar y mantener plenamente. Con estas ideas
habían dirigido Lenin y Trotsky la Revolución Rusa y eran la base de la
estrategia y programa de la Tercera Internacional, pero el desarrollo del
estalinismo supuso su abandono. En su lugar Stalin planteará la teoría según
la cual la única revolución posible en estos países es la
democrática-nacional y en ella el partido obrero debe apoyar a la llamada
burguesía nacional progresista, que en realidad no existía. Según esa teoría,
sólo después de que esta burguesía progresista, apoyada por los trabajadores,
realice la reforma agraria y la liberación del imperialismo, sólo tras una
etapa de desarrollo del capitalismo nacional, podría producirse una
revolución nacional. Los efectos del
estalinismo Los partidos comunistas
latinoamericanos, avalados por su vinculación a la revolución rusa y el
ejemplo de lucha y heroísmo de sus militantes en la fábricas y en el campo,
estaban ganando posiciones (especialmente en el movimiento obrero) y habían
logrado convertirse en un punto de referencia para la lucha revolucionaria.
Pero la estrategia impuesta por Moscú arrastrará a sus dirigentes a apoyar y
participar en gobiernos y movimientos burgueses en diferentes países. Un dato
poco conocido, y puede parecer sorprendente, es que la dirección estalinista
del PC cubano participó con dos ministros en el gobierno burgués de Batista
(el dictador que derrocarán Fidel y el Che) en 1942, e, incluso más tarde,
cuando estos lanzan la guerrilla, serán atacados con todo tipo de
acusaciones; el propio Raúl Castro fue expulsado del Partido por oponerse a
esta política. El resultado es que,
a pesar de la honradez y combatividad innegables de los militantes
comunistas, los partidos se ven debilitados. Numerosas oportunidades
revolucionarias son desaprovechadas y en algunos casos los mismos gobiernos
burgueses apoyados por el PC responden con la ilegalización del partido y la
persecución brutal contra sus militantes. La ausencia de una
política genuinamente marxista empujará a los sectores más radicalizados de
los obreros, campesinos y jóvenes de América Latina a buscar un atajo hacia
la revolución en la lucha de guerrillas en el campo. El Che desempeñará un
papel fundamental en la elaboración de la estrategia guerrillera. Lucha de guerrillas El debate sobre qué
métodos emplear y qué estrategia seguir para llegar al poder es uno de los
más difíciles y que ha ocasionado más polémicas entre todos los grandes
revolucionarios. Marx y Engels, frente
a los anarquistas, habían insistido una y otra vez en que, por su papel en la
producción capitalista, la clase obrera es la única que puede desarrollar
unos métodos de lucha colectivos (huelgas, manifestaciones de masas,
asambleas, elegibilidad y revocabilidad de representantes sometidos a ellas…)
y una conciencia socialista. Los soviets, o
consejos obreros, surgen del carácter colectivo de la lucha obrera contra la
reacción burguesa, como comités de huelga amplios nacidos del propio
proletariado que coordinan y extienden la lucha revolucionaria y garantizan
que toda la clase participa conscientemente en ella, y acaban extendiéndose
al campo, a los cuarteles… Tras la toma del poder, de forma natural se
convierten en el nuevo Estado obrero. De esa manera los soviets, o los
consejos obreros, son el instrumento que garantiza que el poder central está
sometido en todo momento al control de las masas, son la esencia de la
democracia obrera. Sin duda, para la
victoria de la revolución, es vital ganar el apoyo del campesinado, fomentar
la insurrección campesina y la lucha de guerrillas. Pero en palabras de Lenin
“el partido del proletariado no puede nunca considerar la guerra de
guerrillas como el único o incluso el principal método de lucha. Este método
debe subordinarse a otros”. Ese criterio fue aplicado por los bolcheviques
incluso en el caso de la revolución rusa, país en el que el campesinado era
la inmensa mayoría de la población y la clase obrera urbana representaba tan
sólo un 10%. El estalinismo rompió
completamente con la estrategia, los métodos y las ideas Lenin y Trotsky. El Movimiento 26 de
Julio Ante el vacío
existente, por los errores de los dirigentes de los partidos y sindicatos de
clase, los revolucionarios latinoamericanos buscan, de un modo instintivo,
una salida. Muchos optan por la vía de un enfrentamiento directo de una
vanguardia armada de revolucionarios contra el Estado, que estimule a los
campesinos, y extienda el foco guerrillero hasta convertirlo en una
insurrección y la toma del poder. En Cuba, la dictadura
de Batista estaba en total descomposición. El apoyo al movimiento guerrillero
crecía y el gobierno tenía problemas incluso entre los soldados y oficiales,
que huían o se pasaban a la guerrilla. Pero ante la posibilidad de un golpe
de Estado de los altos oficiales tras la huida del dictador, y debido a la
debilidad del ejército guerrillero para garantizar por sí mismo la victoria,
Fidel se ve en la necesidad de hacer una llamada a la huelga general. La
respuesta de los trabajadores, que durante una semana paralizan La Habana,
muestra la enorme capacidad de lucha del proletariado cubano y será el factor
decisivo que hace caer al régimen. La guerrilla en el
poder La guerrilla que tras
dos años de heroica lucha contra el ejército de Batista goza de una autoridad
y apoyo enormes, toma el poder. Su primera propuesta es un gobierno de
coalición de todos los partidos democráticos para emprender la
democratización del régimen. En realidad, las
ideas iniciales del Movimiento 26 de Julio fundado, entre otros, por Fidel y
el Che no eran un programa socialista acabado. De hecho, el objetivo inicial
proclamado por el Movimiento es derrocar al dictador y volver a la
Constitución cubana de 1940. Esto significaba una democracia burguesa con
reformas democráticas y mejoras sociales amplias. Fidel, ya en el poder,
intenta tranquilizar a la asociación de banqueros pidiéndoles su colaboración
para modernizar la economía y prometiéndoles que no tenía “ninguna intención
de nacionalizar ninguna industria”. Sus ideas revolucionarias se irán
modificando y radicalizando sobre la marcha, bajo la presión de los
acontecimientos. Para poder cumplir su programa revolucionario deberán
enfrentarse al sabotaje de la burguesía y del imperialismo y profundizar la
revolución nacionalizando las palancas fundamentales de la economía. Una vez la guerrilla
ha tomado el poder, Fidel y Che, adoptan medidas de tipo socialista como la
nacionalización de los sectores básicos de la economía. Empiezan por las
azucareras, seguirán las empresas relacionadas con el petróleo y finalmente
todas las industrias básicas. Esas medidas no eran parte de un plan
preconcebido sino que venían dictadas por la necesidad de hacer frente al
colapso económico del débil capitalismo cubano, de hacer una realidad la
reforma agraria y las mejoras sociales. Esto era una
confirmación brillante de la teoría de la revolución permanente de León
Trotsky, según la cual el desarrollo específico del capitalismo en los países
atrasados hacía que la revolución democrática y la socialista se fusionaran,
con la peculiaridad de que en este caso no era la clase obrera industrial
quien dirigía el proceso sino la guerrilla campesina en su nombre. El régimen
de economía nacionalizada y planificada resultante ha supuesto, desde todos
los puntos de vista, una conquista enorme para el pueblo cubano. La industria
creció un 50% entre 1959 y 1965, el analfabetismo, el hambre y numerosas
enfermedades que asolaban a las masas han sido erradicadas. El número de
médicos por habitante en Cuba es de los más altos del mundo y la tasa de
mortalidad de niños sólo es menor en USA y Canadá en el hemisferio
occidental. Estos avances dan una idea de la magnitud de la conquista que han
supuesto la revolución cubana y la economía planificada y son los que
explican el mantenimiento hasta hoy del régimen revolucionario cubano a pesar
del criminal bloqueo y hostigamiento del imperialismo. Para cualquier
revolucionario que quiera merecer ese nombre defender estas conquistas (tanto
contra el bloqueo imperialista USA como frente al intento restablecer el
capitalismo en la isla) es un deber irrenunciable. Al mismo tiempo es
necesario comprender que el destino de la revolución cubana se decidirá
finalmente a escala internacional. Sólo la extensión de la revolución a otros
países puede garantizar, a largo plazo, el mantenimiento de las conquistas
revolucionarias y que éstas avancen hacia el socialismo. El Che y la extensión
de la revolución De hecho, los
primeros años de la revolución cubana estarán marcados por tensiones muy
importantes entre un sector de los dirigentes cubanos encabezados por el Che,
que defienden la extensión de la revolución al resto de Latinoamérica, y la
cada vez mas degenerada burocracia rusa que ve con temor esta posibilidad ya
que serviría de ejemplo a todo el mundo y podría dar lugar al surgimiento de
un Estado obrero sano, algo que podría impulsar la lucha de los trabajadores
rusos por recuperar el control del estado y amenazaría sus privilegios. Los choques entre el
Che y la burocracia rusa, por éste y otros motivos, irán en aumento. Che
Guevara, a cargo del Ministerio de Industria, denuncia en el Segundo
Seminario Económico Afroasiático (Argel, 1965) la falta de solidaridad de la
URSS y sus satélites europeos con los países subdesarrollados e incluso habla
de complicidad con el imperialismo: “¿Cómo se puede hablar de recíproca
utilidad cuando se venden al precio del mercado mundial las materias primas
que cuestan sudor y sangre y padecimientos a los países atrasados y se
compran a los precios del mercado mundial las máquinas (…). Los países
socialistas tienen el deber moral de poner fin a su tácita complicidad con
los países occidentales explotadores”. En la Segunda
Declaración de La Habana y otros documentos y discursos el Che critica el
freno a la extensión de la revolución. “La misión de los partidos comunistas
es estar a la vanguardia de la revolución pero lamentablemente ocurre que, en
casi toda Latinoamérica, están a la retaguardia” (Entrevista con Eduardo
Galeano en 1964, Entrevistas y artículos, Ed. del Chanchito, 1988). En Bolivia Sus contactos con la
miseria y explotación de las masas en África, Asia y América lo reafirman en
estos planteamientos y según denuncian varios colaboradores suyos esto
aumenta los choques con la URSS y otro sector de la dirección cubana. Según
el escritor Jorge Castañeda, Raúl Castro llega a acusarlo de “trotskista” por
su defensa de la extensión de la revolución. El Che, tras apoyar al
guerrillero venezolano Douglas Bravo enfrentado al PC oficial controlado por
Moscú, volverá a tomar las armas e intentará extender la revolución
reeditando el foco guerrillero en el Congo y Bolivia. El principal problema
con el que se encontrará para el éxito de este objetivo correcto es que no se
basará en el poderoso proletariado latinoamericano que ya había protagonizado
numerosas experiencias revolucionarias, luchando dentro del movimiento obrero
para arrancar a éste de la influencia de las paralizadoras políticas
reformistas. Piensa el Che que la voluntad y lucha heroica de la vanguardia
revolucionaria basada en el campo será suficiente para la victoria, es más,
consideraba este camino más factible, especialmente en situaciones de
represión: “Los movimientos obreros deben hacerse clandestinos, sin armas, en
la ilegalidad y arrostrando peligros enormes; no es tan difícil la situación
en campo abierto, apoyados los habitantes por la guerrilla armada y en
lugares donde las fuerzas represivas no pueden llegar” (E. Guevara,
Principios generales de la lucha guerrillera). Su intento boliviano
no será apoyado, en la práctica, por la URSS e incluso encontrará su
oposición y la de los dirigentes estalinistas del PC boliviano. Su secretario
general, Monge, por una ironía de la historia, es hoy uno de esos antiguos
burócratas de la URSS que se han convertido en florecientes empresarios en la
Rusia mafiosa de Yeltsin. El plan de extender el foco guerrillero desde las
montañas basándose en el campesinado impedirá al Che ganar apoyo para sus
ideas entre el importante movimiento obrero boliviano que, reducido al papel
de espectador, sigue bajo la dirección de los dirigentes estalinistas y
reformistas sin que nadie le ofrezca una alternativa revolucionaria. La
guerrilla guevarista queda practicamente abandonada a su suerte y sufre un
infierno. Sólo el heroismo de sus miembros permite resistir por un tiempo,
pero finalmente son aplastados. Años después la clase obrera boliviana
protagonizará un gigantesco movimiento revolucionario, demostrando así su
potencial, pero sin un partido que se halle enraizado y forjado en las
fábricas que le ofrezca una dirección revolucionaria, será derrotada. En realidad, empujado
por sus intenciones de extender la revolución y por su coraje de
revolucionario (y desesperado ante la falta de alternativas), el Che y sus
seguidores caían en el error voluntarista de intentar hacer con su sacrificio
y el de sus camaradas revolucionarios lo que sólo el proletariado como clase
podía realizar. En la situación desesperada de Bolivia, esto acabaría
costándole su propia vida. Una de las
consecuencias de la lucha de guerrillas, concebida como método fundamental
para tomar el poder y no subordinada a la lucha masiva del movimiento obrero
tal como lo concebían Marx, Lenin y Trotsky, es que, por muy heroicas que
sean sus acciones militares, renuncia a la lucha dentro del movimiento obrero
por arrancar a éste de la influencia de sus dirigentes reformistas que lo
siguen llevando a nuevas derrotas. Los obreros no pueden participar en los
ataques en la selva, ataques a posiciones militares, toma de pueblos, etc.
Podrán simpatizar durante un tiempo con la guerrilla, pero, relegados a un
papel secundario se convierten en espectadores pasivos o en el mejor de los
casos en un recurso auxiliar de la guerrilla. El resultado es una guerra de
desgaste entre los revolucionarios de la guerrilla y el ejército regular
burgués en la que ningún bando consigue imponerse pero que acaba sangrando
las filas de los revolucionarios e incluso sembrando el cansancio y la
desesperación entre sectores de las masas. Los procesos que hemos visto en
Guatemala, El Salvador, Perú…, son ejemplos de esto. En realidad, los casos
en los que la guerrilla consigue la victoria (Cuba, Vietnam, Nicaragua) son
más la excepción que la norma, su victoria se produce al coincidir con
situaciones de descomposición extrema del capitalismo y movilizaciones
obreras que, aúnque sin dirección, debilitan al estado burgués y allanan el
camino a los guerrilleros. La revolución,
aislada Incluso en los casos
en los que los guerrilleros llegan al poder la separación de la clase obrera
urbana a la que obliga la lucha militar permanente en la selva o las montañas
tendrá un efecto en el tipo de estado resultante de este proceso. Al no haber sido
dirigida la revolución por la clase obrera sino realizada por la guerrilla
con el apoyo de ésta, los mecanismos del control obrero no han surgido
durante el propio proceso revolucionario de forma natural creados por las
masas. El estado burgués es destruido, pero cuando los guerrilleros llegan al
poder falta una alternativa revolucionaria, surgida de la propia clase obrera
y sometida a su control. El movimiento obrero juega el papel de fuerza
auxiliar de la guerrilla y no al revés. No existen soviets que garanticen que
el proletariado ejerce el poder. El aparato estatal burgués es sustituido por
el aparato militar-revolucionario de la guerrilla. El propio Che lo considera
en un escrito suyo contra el burocratismo (Extra de la revista Resumen
Latinoamericano, Documento Che Guevara): “El ‘guerrillerismo’ repetía la
experiencia de la lucha armada de las sierras y los campos de Cuba en las
distintas organizaciones administrativas y de masas (…)La forma de resolver
los problemas concretos estaba sujeta al libre arbitrio de cada uno de los
dirigentes (…)”. Marx explicaba que el
intento de edificar un estado obrero sólo puede ser resultado de la
conciencia y actuación unida como clase del proletariado, no puede
improvisarse por una vanguardia de revolucionarios, por muy abnegados y
militantes que sean. Las condiciones de comandos guerrilleros en lucha
permanente contra el Estado crean toda una serie de hábitos: sustitución del
debate en asambleas de masas por la toma de decisiones por cada jefe
guerrillero en su ámbito de actuación, órdenes de arriba a abajo —mucho mas
operativas en el combate militar—, las decisiones deben tomarse en círculos
reducidos, rápidamente y a menudo en secreto… Como explica Carlos Franqui,
dirigente de la guerrilla junto a Fidel y el Che: “Estudiábamos un libro del
Che, Los fundamentos del leninismo de Stalin. Nosotros tres habíamos tenido una
discusión muy seria. El Che lo defendía y yo lo atacaba. La opinión de Fidel
fue lapidaria: ‘Una revolución para no dividirse y ser derrotada necesita un
jefe. Vale más un mal jefe que veinte jefes buenos’” (Diario de la revolución
cubana). El Che explicaba que los dirigentes del Movimiento 26 de Julio antes
de tomar el poder sólo se habían reunido dos veces para debatir y unificar
posturas. Si la dirección de la
revolución está en manos de la clase obrera, la guerrilla es un método mas de
lucha revolucionaria que, como explicaba Lenin, se “subordina” a las
asambleas en las fábricas, barrios obreros y pueblos, y a los soviets de
representantes elegibles y revocables elegidos por estas y puede contribuir
poderosamente al éxito de la revolución. Si estos mecanismos de control
creados por las propias masas no existen, los hábitos antes mencionados
pueden expresarse en la dirección del Estado. Los Comités de
Defensa de la Revolución, impulsados por el gobierno revolucionario cubano,
tienen una positiva participación en cuestiones locales y parciales pero no
es suficiente, no son soviets creados por las masas con capacidad de control
y decisión sobre el poder central. Frente a los congresos anuales que bajo la
insistencia de Lenin realizaban los bolcheviques, incluso durante la guerra
civil, la guerrilla cubana se transforma en el nuevo Partido Comunista en
1965 pero durante 30 años sólo celebrará cuatro congresos. La administración
de todas las funciones de las empresas recae en directores industriales que
tampoco estarán bajo el control de los trabajadores sino que son designados y
controlados por los Ministerios directamente. No se contempla ningún
mecanismo de elegibilidad y revocabilidad de los cargos. El factor decisivo
para aplacar estas tendencias es el aislamiento o la extensión de la
revolución. El Che intuye en
parte este riesgo: “Como contra medida se empezaron a organizar los fuertes
aparatos burocráticos que caracterizan esta primera época de construcción de
nuestro estado socialista, pero el bandazo fue demasiado grande y toda una
serie de organismos entre los que se incluye el Ministerio de Industria,
iniciaron una política de centralización operativa, frenando exageradamente
la iniciativa de los administradores” (E. Guevara, Op. cit.). Pero no saca
las conclusiones necesarias de ello. En particular se resiste a aceptar que
el aislamiento de la revolución pueda tener efectos negativos sobre el estado
obrero. “El aislamiento puede provocar muchas cosas. Por ejemplo, que nos
equivoquemos en la forma de apreciar la situación política en Brasil, pero
distorsiones en la marcha de la revolución, no” (Entrevista con Galeano,
op.cit.). Él confía en que la voluntad revolucionaria de los ex guerrilleros,
la fuerza de las ideas (lo que llama “el motor ideológico”) evitarán
cualquier riesgo de burocratización. Sin embargo, como
explicaban Marx, Lenin y Trotsky, con todo lo importantes que son las ideas,
lo que acaba decidiendo, en última instancia, son las condiciones materiales
de vida de las masas. La victoria de la revolución era el primer paso en la
transición hacia el socialismo. La victoria de éste sólo es posible si la
economía se desarrolla a un nivel superior al del capitalismo mas avanzado,
eliminando la escasez, la lucha por la supervivencia y las diferencias
económicas y sociales que son engendradas por esa escasez. El aislamiento de
la revolución, máxime en un país atrasado, provoca la lucha por la
supervivencia, diferencias sociales, pérdida de confianza y desmoralización
de sectores de las masas, competencia del entorno capitalista, mercado negro…
Estas tendencias no podrán combatirse por la voluntad de ningún jefe
revolucionario por más honrado y revolucionario que sea y minarán la
participación de las masas. Lenin tras la toma del poder en Rusia explicaba
que “…pereceremos si no sabemos sostenernos hasta que encontremos el poderoso
apoyo de los obreros sublevados de otros países (…) la victoria definitiva
del socialismo en un sólo país es imposible” (Obras Completas, Vol. 36). El legado del Che,
hoy El aplazamiento de la
revolución en Latinoamérica y en los países avanzados y el intento de
construir el socialismo en un solo país llevará al agravamiento de estas
tendencias y a una aceptación cada vez mayor del gobierno cubano a las
políticas de Moscú. Tras la muerte del Che, Fidel apoyará la entrada de los
tanques rusos en Praga en 1968, la represión en Polonia (y más recientemente
contra el movimiento de Tiananmen en China) y compartirá la política de la
URSS en el Chile de Allende o la Nicaragua sandinista, que presionaba a estos
dirigentes contra el avance de la revolución hacia economías nacionalizadas y
planificadas, lo que hubiera sido un paso adelante enorme. El resultado del
aislamiento prolongado en medio del cerco capitalista con todas estas
tendencias desarrollándose es un Estado pero deformado burocráticamente. Esto
no es un pequeño detalle sino que puede tener consecuencias dramáticas y
minar la confianza y moral de las masas y su apoyo a la economía planificada.
La contrarrevolución capitalista en la URSS, Europa del Este y China son un
ejemplo de la catástrofe que sería una victoria del imperialismo y el
capitalismo en Cuba. Hoy, es más necesario que nunca seguir luchando por la
defensa de la Cuba revolucionaria, contra cualquier intento de restaurar el
capitalismo, por una revolución política con la que los trabajadores
recuperen el control del estado y la revolución mundial que rompa el cerco
capitalista y permita construir el socialismo internacionalmente. Hoy, a 30 años de la
caída en combate del Che Guevara, su legado revolucionario está mas vivo que
nunca. La revolución latinoamericana y mundial siguen pendientes y la mejor
manera de contribuir a ellas es aprender, del ejemplo de lucha, heroísmo y
honestidad revolucionarias de este gran revolucionario, pero mas todavía de
sus errores. Las huelgas y luchas masivas en toda Latinoamérica, así como en
el resto del mundo, muestran la necesidad de dotar a los sindicatos y
partidos obreros de masas de un programa y estrategia marxistas que frente a
la aceptación resignada del capitalismo, levanten la bandera de la revolución
mundial y dirijan a los jóvenes, trabajadores y campesinos hacia la sociedad
sin clases por la que el Che y millones de hombres y mujeres han dado su
vida.
Memorioso
Por ramon mercader -
Saturday, Dec. 31, 2005 at 1:18 PM
trosky_mejunas@yahoo.com.ar
MUY BUEN COMENTARIO
LASTIMA QUE SE OLVIDARON DE CITAR TEXTUALMENTE AL COMANDANTE CHE GUEVARA
CUANDO CARACTERIZA A TROSKY Y A SUS SEGUIDORES ( O SEA USTEDES) COMO FORROS DEL IMPERIALISMO YANKEE
VOLVE STALIN !!!! TE PERDONAMOS
A ramon mercader
Por Pao -
Saturday, Dec. 31, 2005 at 5:41 PM
Felicitaciones por tan inteligente comentario que ayuda a reflexionar y a construir poder desde abajo.
EXCLENTE
Por DaniSS -
Saturday, Dec. 31, 2005 at 6:16 PM
LA VERDAD EXCELENTE ESTE ARTÍCULO. CONTIENE MUCHA VERDAD Y MUCHO RESPETO.
YA LO DIJO J.P SARTRE, ERNESTO ES EL SER HUMANO MÁS COMPLETO DE NUESTRO TIEMPO. BASICAMENTE UN MAESTRO Y UN GRAN EJEMPLO.
*Cuéntame otra vez esa historia tan bonita de aquel guerrillero loco que mataron en Bolivia, y cuyo fusíl ya nadie se atrevió a tomar de nuevo y cómo desde aquel día todo parece más feo *