Julio López
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El Frente Popular abrió las puertas a Franco
Por trosko - Tuesday, Jan. 10, 2006 at 10:21 PM

Por primera vez en la historia, los anarquistas tuvieron la posibilidad de aplicar sus teorías, en gran escala. En la región decisiva y mas industrializada de España, Cataluña, gozaban de una autoridad sin igual y tenían el apoyo incondicional de la aplastante mayoría del proletariado. La justicia de una teoría, así como la eficacia de un remedio, se verifica con la experiencia. ¿Qué ha quedado de las teorías de Bakunin, Kropotkin, Malatesta, después de la experiencia española? Nosotros, marxistas, hemos demostrado desde hace décadas el carácter pequeñoburgués y limitado de las concepciones anarquistas.

Mieczyslaw Bortenstein (1907-1942), conocido también como M. Casanova, hijo de una familia judia de Varsovia, ingreso a la Juventud Comunista polaca a los 16 años. Después de haber sido arrestado, escapo primero a Bélgica y luega a Francia, en donde ingresó a la JC francesa en 1927. En 1930 recibió una condena de tres años por propagandista y fue devuelto a Bélgica, pero volvió ilegalmente a Francia en 1932 y se integró al Partido Comunista, del cual fue expulsado en 1934. Desde entonces militó en las filas trotskistas, empezando con la Ligue Communiste Internationaliste de Francia.

En julio de 1936 partió hacia España, tomando el pseudónimo de M. Casanova. En España sirvió en la milicia de la CNT y luego en una fábrica de material de guerra, a la vez que ayudaba con la edición del periódico La Voz Leninista, órgano del grupo Bolchevique-Leninista español. En marzo de 1939 fue detenido en Marsella mientras intentaba abordar un barco hacia México. Tras estar internado en campos de concetración en Vernet (Ariège), “Les Milles”, y Drancy (Seine), el 19 de agosto de 1942 fue deportado rumbo a Auschwitz.

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http://www.marxists.org/espanol/bortenstein/1939/frente/index.htm

Introducción del Autor
I.- El trágico éxodo
II.- Por qué Barcelona ha sido entregada sin combate
III.- ¿Y la CNT?
IV.- El ejercito republicano y sus contradicciones
V.- El factor ideológico en la Guerra Civil
VI.- ¿Se podía desagregar el ejercito franquista?
VII.- Una vez más la técnica
VIII.- La industria de guerra
IX.- ¿Qué pasó el 19 de julio?
X.- ¿Ha habido una revolución proletaria en españa?
XI.- Los acontecimientos de mayo de 1937
XII.- La economía del Frente Popular
XIII.- El abastecimiento
XIV.- El orden Republicano
XV.- La retirada de los voluntarios
XVI.- La ideología republicana
XVII.- El POUM
XVIII.- Los anarquistas de izquierda y los "buscadores de dios" a la luz de la experienca española
XIX.- La IV internacional en la Revolución Española
XX.- El pronunciamiento de Miaja-Casado
XXI.- ¿Podía hacerce otra cosa?
Preparamos el desquite

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INTRODUCCIÓN

El proletariado sufre una nueva derrota. Franco se ha apoderado de Cataluña. Más de dos años y medio de luchas sangrientas, de sacrificios innumerables del proletariado español, ¡y todo para acabar con una nueva victoria de la reacción!
* * *

El carácter improvisado y un poco desordenado de este trabajo se debe a las condiciones de su nacimiento. Pero, si bien carece de carácter sistemático, expresa las necesidades más candentes de la hora actual.
Después de mi regreso a Francia, los camaradas me han preguntado. Me han pedido que explicara las razones de la catástrofe. ¿Por qué Barcelona fue entregada sin combate? ¿Por qué los obreros catalanes, que han dado tantas pruebas de heroísmo, no han replicado al fascismo? ¿Cuál era la actitud de las organizaciones proletarias en el momento crítico? etc... Lo que más extrañaba a mis interrogadores era la extrema facilidad del avance fascista, el hecho de que Franco no encontrara resistencia en este proletariado que había realizado el 19 de julio.
Tenía que explicar, sobre la base de mi experiencia, lo que acababa de pasar. Tenía que informar de los hechos. Expliqué cómo las posiciones estratégicas de primera importancia fueron abandonadas sin combate, los planes de defensa entregados al enemigo por el estado mayor traidor, cómo fue saboteada la industria de guerra, la economía desorganizada, los mejores militantes obreros asesinados, los espías fascistas protegidos por la policía "republicana", en suma, cómo la lucha revolucionaria del proletariado contra el fascismo fue traicionada y cómo España fue entregada a Franco.
Mis informes, mis análisis, todo conducía a una sola y misma fuente: la política criminal del Frente Popular. Sólo la revolución proletaria podía derrotar al fascismo. Ahora bien, toda la política de los dirigentes republicanas, socialistas, comunistas y anarquistas, tendía a destruir la energía revolucionaria del proletariado. "Primero ganar la guerra, después hacer la revolución", esta fórmula reaccionaria mataba la revolución para matar seguidamente la guerra. Se tenía la esperanza de ganar así el apoyo de la burguesía, llamada democrática, de Francia e Inglaterra. En nombre de esta política se abandonó todo, se fue de capitulación en capitulación, se traicionó todo, se desmoralizó al proletariado, se aplastó en primer lugar al POUM, después a los anarquistas, se provocaron las sangrientas jornadas de Barcelona, hasta culminar ahora en el pronunciamiento profranquista de Miaja-Casado, dirigido contra las comunistas que, durante estos treinta meses, han preparado las condiciones de su propio aplastamiento
La cadena ininterrumpida de crímenes del Frente Popular conduce al fascismo.
Los jefes republicanos, socialistas, anarquistas, todos han colaborado en preparar esta catástrofe. Pero los grandes artífices de la derrota y del crimen contra el proletariado fueron, indiscutiblemente, los stalinistas. Pusieron al servicio de una política contrarrevolucionaria la autoridad de que gozaban, a causa de la bandera de la Revolución de Octubre, que han robado y arrastran por el fango.
Sin embargo, es difícil imaginar condiciones objetivas más favorables para la revolución proletaria que las que existían en España.

* * *

Los obreros del mundo entero deben sacar lecciones de esta trágica experiencia. No son ni el socialismo ni el marxismo los que han fallado en España, sino aquellos que los han traicionado cobardemente. La sociedad actual se encuentra ante una trágica alternativa: hacia atrás, es decir, conservar el capitalismo, que sólo puede evolucionar hacia las formas más bárbaras, o hacia adelante, hacia el socialismo. Querer conservar la democracia burguesa es una ilusión estúpida. El fascismo o la revolución proletaria, este es el dilema para el proletariado internacional.
El primer deber de la vanguardia revolucionaria es esclarecer la situación real a los obreros, decir la verdad.
El proletariado va de derrotas en derrotas, pero a pesar de ello hay progresos. En Alemania, en 1933, el proletariado, dirigido por los socialdemócratas y los comunistas, lo cedió todo al fascismo sin combate. En Austria, en 1934, el proletariado de Viena fue el primero en dar la señal de resistencia. El eco de esta resistencia fue la gloriosa Comuna de Asturias. En España, el proletariado, a pesar de la criminal política del Frente Popular, ha sabido resistir cerca de tres años. A los obreros de otros países corresponderá el honor de poder, no sólo resistir, sino vencer al fascismo y hacer triunfar la revolución proletaria. Pero, para vencer, el proletariado debe forjar el arma de lucha: el partido revolucionario y la Internacional Revolucionaria, la Cuarta.

* * *

Este trabajo no tiene la pretensión de responder a todas las cuestiones, siquiera las más urgentes, planteadas por la trágica experiencia. Si el autor de estas líneas ha arrojado un poco de luz y ha facilitado la comprensión de los problemas de la guerra civil española, tendrá el sentimiento de que su trabajo no ha sido en vano.


M. CASANOVA*
Perpignan, 16 de marzo de 1939

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l. - EL TRÁGICO ÉXODO

¿Cómo has podido pasar?, preguntamos.
¡Ah! ¡Sí! No era en absoluto fácil, y no se parecía en nada a un viaje de placer, responde nuestro amigo; a quien, a pesar de la fatiga, no le falta el buen humor.
Nos cuenta sus pintorescas aventuras y añade: "La frontera francesa está custodiada por los gendarmes y los senegaleses, que ignoran el francés. Ni siquiera se dejaba pasar a los franceses si no iban provistos de un pasaporte regular. En cuanto a los españoles, se dejaba pasar a las mujeres, niños y heridos, durante algunas horas del día. Los otros eran rechazados sin piedad".
Nuestro camarada, que ha hecho el centenar de kilómetros que le separaban de la frontera, en parte en autostop, en parte a pie, añade: "El espectáculo que he visto en las carreteras que llevaban hasta la frontera era horrible. Este éxodo precipitado de mujeres, a veces encintas, de niños, de heridos, a veces con una pierna amputada, tratando en vano de parar un coche, de heridos que se evacuaban rápidamente de los hospitales en los lugares amenazados por el avance fascista, ¡este éxodo, a pie, de hombres, mujeres y niños agotados, era un espectáculo que nos hacía estremecer! Y sin embargo uno no se emociona fácilmente después de todo lo que hemos visto en España. Evidentemente, la salida fue efectuada en otras condiciones por los señores ministros, diputados, burócratas, altos funcionarios, etc., que ya circulaban desde el lunes 23 de enero (tres días antes de la entrada de Franco en Barcelona) en lujosos coches en dirección a Cerbere y Le Perthus. Contemplando en la carretera estos dos medios de locomoción, teníamos también una demostración tangible de la división de clases en el seno del Frente Popular: los burgueses de izquierda y los burócratas aburguesados, de un Lado, circulaban en hermosas limusinas o, en el peor de los casos, en pequeños Citroën; del otro lado los obreros, los campesinos y con ellos los militantes de base, que iban a pie. Asistíamos a trágicas escenas de despedida entre aquellos que partían y aquellos que, por lazos familiares, estaban obligados a quedarse, a momentos de duda, a decisiones rápidas y precipitadas, y todo bajo la continua amenaza de la aviación fascista que bombardeaba constantemente la carretera e incluso a veces la ametrallaba. A veces era necesario pararse en el camino, esconderse en una cuneta, tumbarse en la carretera o buscar un refugio en un campo vecino, pasar noches en blanco, sin tener ninguna información sobre la situación del frente ni sobre la rapidez del avance fascista, todo en medio de un pánico general, de una confusión y desorganización sin precedentes. No había prensa desde el martes (24 de enero, dos días antes de la caída de Barcelona. N. Del A.), la radio no funcionaba y hemos vivido asta el último momento con la esperanza de una resistencia firme a los fascistas. Comprenderás nuestra desorientación del último momento"
El relato de nuestro camarada, del que sólo damos algunos extractos, nos emociona, nos sumerge en la tristeza, pensando en esta tragedia del proletariado español, y nos conmueve la suerte de todas estas víctimas de la "no-intervención". Este enternecimiento se extiende, en algunos momentos, incluso a nuestro interlocutor, que ha vivido la tragedia de nuestros hermanos de España. Visiblemente molesto por este enternecimiento, nuestro camarada añade, con fuerza:
¡Oh! ¡No vuelvo "desilusionado" de España! Regresan desamparados y "desilusionados", por ejemplo, los voluntarios estalinistas, que partieron con ideas falsas, que no comprendían el sentido de los acontecimientos, y que la dirección comunista ha mantenido en la ignorancia. En cuanto a nuestra organización internacional y nuestra sección española, previeron correctamente las consecuencias trágicas de la criminal política del Frente Popular que abría las puertas a Franco.
La tragedia española es un crimen más, a cuenta de la burocracia estalinista, que ha aplastado al movimiento revolucionario, asesinado a sus mejores combatientes, desmoralizado al heroico proletariado de ese país, por su rastrera política de servilismo hacia el capitalismo internacional, llamado "democrático". Pero este crimen es una lección, pagada cara, es verdad, de la que sacarán provecho los obreros de otros países, en primer lugar el proletariado francés.

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II.- POR QUÉ BARCELONA HA SIDO ENTREGADA SIN COMBATE

-Precisamente -decimos- los obreros franceses se han sorprendido al conocer la toma de Barcelona, cuando las autoridades militares anunciaban una resistencia a muerte.
-Comprendo vuestra sorpresa, fue también la mía. Todos nosotros, los ex-voluntarios que esperábamos nuestro repatriamiento, y también todos los militantes estábamos trágicamente asombrados por la facilidad con que proseguía el avance fascista hacia Barcelona. Ciertamente, no nos hacíamos ilusiones, y nos dábamos perfecta cuenta de lo trágico de la situación, pero esperábamos, pese a ello, una resistencia encarnizada delante de Barcelona, y teníamos, en el fondo, la esperanza de que la heroica Barcelona sería un segundo Madrid. Mientras una posición no está tomada por el enemigo, un revolucionario no tiene el derecho a darla por perdida. En un artículo: "Podemos evitar la derrota", escrito cinco días antes de la toma de Barcelona, y que desgraciadamente no os ha llegado, yo desarrollaba el plan de acción y el plan de salvación de Barcelona y de la revolución. Definía más o menos así las opiniones y las consignas de los camaradas españoles: "Barcelona -decía yo- puede ser salvada. La región más industrial de España, la provincia de Barcelona, con sus ciudadelas industriales de Manresa, Sabadell, Tarrasa, no está aún en manos de los fascistas. No lo estará. Es necesario fortificar Barcelona y transformarla en una fortaleza intomable. Para los trabajos de fortificación, no faltan en Barcelona los especuladores y los emboscados. ¡Es hora de que manejen las palas! "Resistir", esta es la consigna de nuestro Munis encerrado, bajo la crapulosa acusación de asesinato, desde hace un año, en la Modelo, Cárcel del Estado, y últimamente en Montjuich. Resistir, como resistía García Moreno. Pero nuestra consigna "Resistir" se diferencia de la de Negrín. Para poder resistir es necesario que la clase obrera levante la cabeza, que retome confianza en sí misma, que constituya sus Comités de Salvación de la Revolución y sus organismos independientes del poder estatal burgués, como el 19 de julio de 1936, pero para ir más lejos". Tal era -continúa nuestro interlocutor- el estado de ánimo de nuestros camaradas españoles, algunos días antes de la toma de Barcelona.
Ciertamente, la situación era crítica. Los fascistas avanzaban, en ocasiones de 15 a 20 kilómetros por día. Las posiciones estratégicas de importancia capital eran sistemáticamente entregadas casi sin combate, como las fortificaciones construidas durante ocho meses alrededor de Balaguer, las del Segre, la importante posición de Borjas Blancas, cuya toma por los fascistas ha permitido su marcha hacia el mar, el cerco de Tarragona y, en el último momento, la cadena de montañas alrededor de Igualada, cuya toma abría ya la vía hacia Barcelona. Asistíamos a la repetición de la catástrofe del mes de marzo en el frente de Aragón; pero a una escala aún mayor: las traiciones en el alto mando, el paso al enemigo con los planes de defensa y también el paso de cuerpos enteros de carabineros a los fascistas. Pero quedaba Barcelona. Al lado del mar, estaban aún los montes de Garraf que podían constituir una línea de resistencia. En cuanto a las carreteras centrales que conducen a Barcelona, una que viene de Villafranca del Penedés y otra de Igualada, uniéndose a una veintena de kilómetros de Barcelona, atraviesan un llano. Pero, aun en caso de acercamiento de los fascistas hasta la ciudad, quedaban todavía las montañas que rodean la capital catalana. Barcelona está rodeada por Montjuich y el Tibidabo. Se podían fortificar estas colinas, y hacer de ellas una línea de defensa en las puertas mismas de la ciudad.
-¿No se decía, sin embargo, que Barcelona era, desde el punto de vista estratégico, indefendible? -interrumpimos.
-Es una patraña. Es cierto que se puede defender más fácilmente Barcelona desde delante de la cadena de montañas próximas a Igualada, o cerca de los montes de Garraf, que en las mismas puertas de la ciudad. Pero es más defendible que Madrid, por ejemplo. Ni la indiscutible superioridad de armamento de los fascistas (resultado de la pasividad del proletariado internacional adormecido por la política del Frente Popular), ni razones estratégicas son suficientes para explicar la caída de Barcelona, y sobre todo su caída rápida y sin combate. Los fascistas han entrado en Barcelona después de un corto encuentro en Hospitalet (barrio de Barcelona en dirección al mar).
¿Entonces?
-Pues simplemente que la estrategia y la técnica militar están subordinadas a la política, sobre todo en una guerra civil.
Barcelona ha sido entregada porque no había nadie para defenderla, nadie o casi nadie que estuviera dispuesto a dar su vida para defenderla contra Franco. He aquí la triste realidad
No hablemos del gobierno, del siniestro "Gobierno de la victoria". La noche del lunes, tres días antes de 1a entrada de Franco, se reunió. El comunicado leído por el ministro comunista de agricultura, Uribe, informaba sobre las decisiones anunciadas oficialmente, y sobre las medidas decididas:
1 ) Establecer el estado de guerra en lo que quedaba de la España gubernamental, es decir, intentar amordazar al proletariado (aunque, en realidad, era impotente para esto)
2) Continuar residiendo en Barcelona. Esta es la declaración oficial.
-¿Y la realidad?
-¿La realidad? A1 mismo tiempo que anunciaban esta declaración, los señores ministros tenían ya sus maletas hechas; los muebles y una cantidad sorprendente de colchones estaban ya cargados en los camiones, y empezaba, el mismo día, el éxodo aristocrático en los Rolls Royce e Hispano-Suiza.
Presas del pánico, los señores ministros quisieron hacer un llamamiento a los obreros cenetistas de Barcelona, para que derramasen una vez más su generosa sangre y salvasen la situación, pero sobre todo su situación personal en peligro. Estos señores se imaginaban que se puede repetir misma operación un número indefinido de veces. El proletariado, según ellos, debe estar encadenado en tiempos normales, debe respetar la ley burguesa, puede ser continuamente estafado, ver a sus militantes maltratados, etc... . En el momento de peligro, se puede aflojar un poco la cadena y permitirle morir generosamente en defensa del Gobierno legítimo y la república democrática. El proletariado, según el esquema de estos señores, aprovecha la gran ocasión que se le ofrece, va a las barricadas, ofrece algunas decenas de millares de los suyos, salva la situación. El peligro fascista pasa. Se puede volver a apretar la cadena, y de nuevo estafarle como antes. He aquí el esquema. Es ciertamente ingenioso, pero la misma operación sólo sale bien un número limitado de veces.
Presos, pues, de pánico, los ministros han convocado urgentemente a García Oliver para que se ponga a la cabeza de seis divisiones confederadas y dirija las operaciones.
-¡Pero García Oliver no es un militar! señalamos.
-No quiero relatar los "servicios" que ha rendido al proletariado español durante las jornadas de mayo de 1937 en Barcelona (nuestro camarada sonríe irónicamente), pero, en cualquier caso, es sobre todo un orador en mítines. Pero representaba a la CNT y sobre todo a la FAI, y los ministros pensaban que convocarlo era convocar también a las decenas de millares de militantes de la CNT. Pero los obreros de Barcelona estaban desmoralizados. Se acordaban de las jornadas de mayo de 1937. Para comprender la tragedia del 26 de enero de 1939 es necesario remitirse a aquellas del 3-6 de mayo de 1937. Entre estas dos fechas hay un lazo lógico. Matando a la revolución se ha matado la guerra antifascista.
Los stalinistas provocaron, organizaron, los acontecimientos de mayo de 1937, es decir procedieron al desarme del proletariado, a la destrucción de sus organismos de lucha, a los asesinatos de militantes obreros, etc. Instauraron un régimen de terror contra el proletariado. Todo ello estaba justificado por la política de Frente Popular: es decir, "primero ganar la guerra" y para ello ganar el apoyo de Francia e Inglaterra. El resultado es visible ahora. No se ha ganado la amistad de los burgueses de Francia e Inglaterra, pero, entretanto, se ha hastiado y desmoralizado al proletariado español, sobre todo al catalán. Este era el camino más corto para perder la guerra.
Los obreros de Barcelona se daban cuenta ciertamente de que Franco representaba lo peor y, a pesar de que su confianza en Negrín fuera muy reducida, deseaban la derrota de los fascistas y la victoria de los ejércitos republicanos, pero ya no tenían una participación activa en la lucha. Desde mayo de 1937 ya no se sentían los dueños. Por otra parte, ya no lo eran.
Se les decía varias veces al día que no se luchaba por su liberación social ¡Dios nos preserve de tales ideas trotskistas! ), sino simplemente por la vuelta a la República democrática, que ya ha engendrado el levantamiento fascista. Esto no favorecía el espíritu de sacrificio ni el entusiasmo por la guerra, sino que, al contrario, estaba en el origen de la indiferencia.
-Sin embargo, Madrid, en condiciones más difíciles, se defendió y en el mes de noviembre de 1936 respondió victoriosamente al avance de Franco. Y los fascistas estaban a las puertas de la capital.
-Conozco la canción -responde Casanova. Los catalanes son, al parecer, unos cobardes; y los madrileños, heroicos y caballerescos. Es una explicación, pero no tiene ningún fundamento. Evidentemente, ha sido lanzada sobre todo por los comunistas, que pretenden realzarse de este modo: la mayoría del proletariado de Barcelona es anarquista, y en Madrid son los comunistas los que dominan. Los obreros catalanes han mostrado, sin embargo, de lo que son capaces, el 19 de julio. En veinticuatro horas, aplastaron en embrión la rebelión de los militares. Si hubieran hecho igual los obreros de toda España, los fascistas ya estarían expulsados de toda la Península Ibérica. Barcelona ha demostrado también de lo que era capaz cuando, en apenas pocos días, dio doscientos mil voluntarios y cuando envió las famosas "tribus", dirigidas por Durruti, Ortiz, Domingo Ascaso, Rovira, etc., en el curso de la primera semana que siguió al 19 de julio.
Se ha hecho todo lo posible por romper la combatividad y el entusiasmo de los obreros catalanes. El Frente Popular, sobre todo los comunistas, han hecho cuanto han podido por desmoralizar a los obreros de Barcelona y llevarlos hacia la indiferencia. Desgraciadamente lo han conseguido.
Por otra parte, la gloriosa epopeya de Madrid data de noviembre de 1936 y de los primeros meses de 1937 y no de enero de 1939. En el mes de noviembre de 1936, el espíritu revolucionario dominaba todavía en toda la España antifascista. En aquella época los comités obreros, dirigidos por José Díaz y Comorera, tenían más que decir que el Gobierno republicano y "legítimo". La radio de Madrid cantaba "la Internacional" y "Los Hijos del Pueblo", y no, como en 1939, cantos patrióticos. Ondeaban al viento las banderas rojas, y negras y rojas. Después fueron reemplazadas por la tricolor. (No se trata evidentemente de la bandera, sino de lo que reflejaba.)
Los obreros de Barcelona no estaban impacientes por dar su vida por la bandera tricolor y el gobierno de Negrín que aborrecían. Por otra parte no sabemos cómo resistirá Madrid en 1939. ¿Sabrá repetir la epopeya de noviembre de 1936? Lo dudo.
-Sin embargo, los obreros de base, los obreros revolucionarios de Barcelona, no podían no darse cuenta de la inminencia del peligro. Sabían lo que les esperaba en caso de victoria de Franco: la ruina de todas sus esperanzas. ¡Se ha insistido tantas veces sobre el carácter espontáneo de las luchas del proletariado español, sobre todo el catalán, en su mayoría anarquista! ¿Por qué los obreros de Barcelona no han actuado contra la voluntad de los jefes?
-Mirad, "la espontaneidad" de los obreros catalanes tiene límites, pese a su temperamento impulsivo. Se ha hecho todo lo posible por romper su ímpetu y su combatividad. Se les predicaba la calma, la paciencia y la confianza en los jefes del Frente Popular y del gobierno y, sobre todo, se les llenaba de ilusiones en lo que concierne a las intenciones de la burguesía inglesa y en especial francesa. Se decía siempre a los obreros que "en el último momento, Inglaterra y sobre todo Francia intervendrían y no permitirían que los fascistas alemanes e italianos se instalaran en los Pirineos, ya que luchamos por la seguridad de los imperios democráticos"
El último grito de la prudencia de los escribanos y oradores del Frente Popular era recordar, en los periódicos y en los mítines, a Chamberlain y Daladier sus deberes imperialistas... que debían preservar a la clase obrera española del fascismo. Estas ilusiones, o mejor, estas criminales mentiras, eran propagadas sobre todo en las situaciones particularmente criticas. Entonces, se engrosaban desmesuradamente las tensiones diplomáticas entre los dos "ejes", se presentaba la situación internacional como si la guerra entre democracias y fascismos estuviera a punto de estallar, y como si la escuadra inglesa y el ejército francés fueran a intervenir de un momento a otro. Lo más grave era que se obstinaban con todas sus fuerzas en cerrar los ojos al proletariado, y lo lograron.
Algunos ejemplos para ilustrar la miopía de los "realistas" jefes del Frente Popular. Hace algunas semanas se decía en Barcelona que habían llegado centenares de aviones y de carros de combate franceses. Se decía esto sólo para elevar la moral. Otro ejemplo. Apenas hace algunos días, antes de la caída de Barcelona, un camarada extranjero, anarquista de izquierda, bien situado, me afirmó, pidiéndome guardar secreto (era el medio empleado normalmente para propagar las noticias), que varias divisiones francesas habían pasado los Pirineos y venían en nuestra ayuda. Había oído esto a un miembro del Comité regional, o incluso Nacional, que las había visto pasar (a las divisiones francesas) por la frontera.
En la Edad Media los ascetas y los santos en éxtasis veían a la Santa Virgen y a veces incluso oían su voz. Para ello, es verdad, se mortificaban. Los jefes del Frente Popular, sin mortificación ni éxtasis, llegaban a ver las divisiones francesas acudiendo en su ayuda.
Desgraciadamente, estas leyendas criminales encontraban eco y desarmaban al proletariado. Lenin decía que las verdades, incluso duras, deben decirse al proletariado para educarle; pero ¿no sería también él un trotskista?
-Pero sé más concreto. El partido comunista, a pesar de su política, debía saber qué peligro le amenazaba. Se trataba también de su piel. ¿Qué ha hecho por la defensa de Barcelona?
-Repetía, evidentemente: ¡No pasarán! pero hacía todo con una obstinación y una elocuencia dignas de mejor causa, era: "Todos alrededor del Gobierno de la Victoria de Negrín". Del gobierno... que hacía, o mejor hacía hacer, las maletas. Así pues, toda iniciativa independiente, todo intento, por tímido que fuera, de constituir organismos independientes del proletariado, los únicos que podían devolverle la confianza, era calificado de trotskismo y de fascismo.

"Frente Rojo", órgano del partido comunista, publicó el martes, es cierto, un llamamiento titulado: "¡Todo el mundo a las barricadas! ¡Como el 19 de Julio!" Pero las barricadas se han quedado en las columnas del periódico. Estos héroes del PSUC sólo fueron capaces de subir a las barricadas una vez. Fue en el mes de mayo de 1937, contra los obreros de Barcelona, para echarles de la Central Telefónica, propiedad sagrada del capitalismo americano, y para ayudar a la policía burguesa a ametrallar a los obreros.
Es verdad que si lo lograron fue porque la CNT o, para ser más precisos, la dirección de la CNT, les dejó hacer.

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III. - ¿Y LA CNT?

-Haces bien en hablar de la CNT. El obrero de Barcelona es, en su aplastante mayoría, anarquista. No comprendemos por qué no ha reaccionado, o por lo menos intentado reaccionar, para salvar Barcelona. Sin embargo ha dado héroes que son el orgullo del proletariado internacional como Durruti, Ascaso... ¿Qué ha hecho la CNT en el momento trágico?
-La CNT es un capítulo aparte. Ciertamente, Durruti, Ascaso y miles de héroes anónimos quedarán grabados para siempre, como la Comuna de París, en el corazón del proletariado; pero en cuanto a la política de estos "antipolíticos" y "antiestatales", quiero decir, en cuanto a la política de la dirección de la CNT, ha sido claramente reformista, pequeñoburguesa y objetivamente criminal para el proletariado y la revolución. Puede ilustrar a los obreros del mundo entero (en este momento de desconcierto ideológico general, en el que las ideas anarquistas pueden tener una cierta audiencia entre los desorientados) sobre el valor de la teoría, pero sobre todo de la práctica, anarquista. Este trabajo crítico, que sólo los marxistas consecuentes pueden hacer, se hará. Harán falta folletos, tal vez libros.
En el pasado, quiero decir en 1936 y 1937, estos antiestatales abolían e incluso a veces quemaban el dinero en los pequeños pueblos de Aragón, donde se instauraba el comunismo libertario y el reino del amor y de la fraternidad, pero nunca se les ocurrió la idea de poner la mano encima de los grandes bancos. Sin embargo -añade maliciosamente nuestro camarada Casanova- la filial del Banco de España en Barcelona se encontraba frente al Comité Regional de la CNT, sede del estado mayor anarquista, pero los jefes "antiestatales" andaban de puntillas ante la alta finanza[1].
Consideraban como pecado mortal hablar de Estado Obrero, de la constitución y extensión de los comités, pero trabajaban, por el contrario, mientras seguían hablando de la anarquía, con orden y con método en la reconstitución del Estado burgués[2]. En el mes de mayo de 1937, entregaron a los obreros de Barcelona a la contrarrevolución estalinoburguesa. Algunas semanas después, la burguesía, no teniendo ya necesidad de ellos y sintiéndose suficientemente fuerte, los despidió.
Un año después, en el mes de abril de 1938, en el momento del peligro (la ruptura del frente de Aragón) se les ofreció en el segundo ministerio de Negrín la cartera, decorativa y sin importancia, de Instrucción Pública, que aceptaron con un ansia nada anárquica. La burguesía sabe que tiene delante de ella animales domesticados y bien amaestrados. Consiguientemente, la CNT, e incluso la FAI, han encubierto toda la política de regresión social del gobierno de Negrín. Los 13 puntos de Negrín[3], los decretos reaccionarios de disolución de los organismos proletarios, todo esto ha sido encubierto por la CNT y la FAI. Por lo demás, la distinción siquiera formal entre el lenguaje francamente chauvinista y reformista de los stalinistas y socialistas, y el lenguaje revolucionario en las palabras de la CNT, distinción que existía durante el primer año de la revolución, desapareció durante el año 1938. La prensa fue "gleichgeschaltet" (puesta a raya). Así, "Solidaridad Obrera", órgano central de la CNT, presentaba el conflicto entre la Bolsa de Londres y la de Berlín como un conflicto ideológico entre las democracias y las dictaduras, diariamente elogiaba al apóstol de la paz, el representante del imperialismo yankee, Roosevelt; explicaba, naturalmente, que la seguridad de los Imperios exigía la intervención en España, y daba lecciones de patriotismo a Chamberlain y Daladier.
Durante muchos meses -continúa nuestro camarada Casanova- el Comité Regional de la CNT estuvo desorientado y no supo qué consigna dar. Por fin la encontró en el mes de noviembre.
-¿Cuál? preguntamos a nuestro amigo, que sabe despertar nuestra curiosidad.
-Hela aquí: hay que dar un puesto de consejero en la Generalitat de Cataluña a la CNT. La honestidad, la justicia y, sobre todo, el idealismo de los hombres limpios luchando siempre "contra las sucias maniobras de los políticos", exigía la reparación de la injusticia flagrante cometida tras mayo de 1937, cuando a los representantes de la CNT se les dio en las narices con las puertas de la Generalidad de Cataluña. Por lo demás, el Comité Regional reclamaba un ministerio, leíamos en la "Soli", no por los bajos motivos que caracterizan a los políticos, por ejemplo alcanzar un objetivo político o tal vez gozar simplemente de una cartera, sino por razones ideales... Todavía en el último momento, la CNT y la FAI podían salvar la situación, sí, ellas podían, y en cualquier caso podían y debían tratar de salvarla, insiste con fuerza Casanova. Ni siquiera lo han intentado. Para ello, evidentemente debían romper con la política que conducía al abismo y que se llama Frente Popular.
Precisemos. Había en Barcelona, hace todavía quince días, a pesar de la acción desmoralizadora de la política de Negrín-Comorera[4], muchos miles de obreros, sobre todo jóvenes, dispuestos todavía a ir a las barricadas y a morir, si hacía falta, por la Revolución. Estaban prestos a alistarse en los batallones de las Juventudes Libertarias, pero no tenían ninguna confianza en el mando republicano que, en la primera ocasión, se pasaba del lado del enemigo. Los llamamientos de los organismos oficiales no encontraban ningún eco. En las fabricas, por ejemplo, hacía falta usar múltiples medios de coerción a fin de descubrir a los falsos "imprescindibles". Se llamaba así a los obreros o especialistas que, a causa de su valor técnico, estaban exentos del servicio militar[5].
Un ejemplo. El Comité Nacional de las Juventudes Libertarias, que estaba en la línea del Comité Nacional de la CNT, viendo que los jóvenes afiliados a las Juventudes Libertarias sólo se alistaban en un número muy pequeño en los batallones oficiales del Ejército Popular, tiene publicado un comunicado bastante característico. En este comunicado, el Comité Nacional asegura a los jóvenes miembros de las Juventudes Libertarias que pueden alistarse sin temor en los batallones de voluntarios mixtos del gobierno, pues el Comité Nacional tiene un representante en el Comité de Organización. Esta "seguridad" no convencía a los jóvenes, que esperaban en vano la voz que les inspirase confianza.
La dirección de la CNT, en suma, ha dejado a sus miembros en el último momento sin consignas y sin plan de acción. Así, el jueves por la noche, el 26 de enero, el mismo día de la entrada de los fascistas en Barcelona, yo estaba en un pequeño pueblo cerca de Gerona. Fui a ver al comité local, "Junta" de la CNT. Los camaradas no tenían ninguna ligazón con el centro, no sabían siquiera donde se encontraba, y me pedían consejos.


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[1] Abolir el dinero en los pueblecitos de Aragón y conservar el Banco de España es algo que nos recuerda mucho la fábula de Krylov "El curioso". El curioso, tras visitar el parque zoológico, cuenta lo que ha podido contemplar. Habla de insectos del tamaño de una aguja, pero no se ha fijado en el elefante. (N.d.A.)
[2] La lectura de los folletos de los ex ministros de la CNT en el gobierno Largo Caballero, editadas Por el Comité Nacional de la CNT, en los que los ministros cuentan sus hazañas, es, a este respecto, muy instructiva, y la recomendamos. (N.d.A.)
[3] Los 13 puntos de Negrín son el programa de restablecimiento de una república burguesa. (N.d.A.)
[4] Joan Comorera fue secretario General del PSUC, y principal ejecutor de su política contra los "excesos revolucionarios" de los obreros catalanes, que culminó en los sucesos de Mayo de 1937. Tras la Guerra Civil volvió clandestinamente a Cataluña e hizo romper al PSUC con el PCE -aunque no con Moscú- y tomar un camino propio. Citado con un representante del PCE, fue detenido por la policía de Franco. Murió en prisión.
[5] En una de las fábricas de munición más importantes de Barcelona, llamada Fábrica "A", era necesario, para el enrolamiento de voluntarios, que el Comité de fábrica cerrara las puertas, porque los obreros huían (N.d.A.)


(...)


XVIII.- LOS ANARQUISTAS DE IZQUIERDA Y LOS "BUSCADORES DE DIOS" A LA LUZ DE LA EXPERIENCIA ESPAÑOLA

La política de la dirección de la CNT (Confederación Nacional del Trabajo), anarco-sindicalista, y de la FAI (Federación Anarquista Ibérica) no es analizada en detalle en el presente trabajo. Sin embargo, el lector podrá hacerse una idea general de la política anarquista en España a la luz los hechos relatados en el capitulo: "Y la CNT", y también a la luz de otros hechos citados en otros capítulos.
Por primera vez en la historia, los anarquistas tuvieron la posibilidad de aplicar sus teorías, en gran escala. En la región decisiva y mas industrializada de España, Cataluña, gozaban de una autoridad sin igual y tenían el apoyo incondicional de la aplastante mayoría del proletariado. La justicia de una teoría, así como la eficacia de un remedio, se verifica con la experiencia.
¿Qué ha quedado de las teorías de Bakunin, Kropotkin, Malatesta, después de la experiencia española? Nosotros, marxistas, hemos demostrado desde hace décadas el carácter pequeñoburgués y limitado de las concepciones anarquistas. Nuestros maestros Marx, Engels, Lenin, Plejanov , por no citar mas que estos, han refutado en sus trabajos teóricos las concepciones anarquistas no sólo desde el punto de vista doctrinal, sino utilizando también la experiencia viva de la lucha de clases. Sin embargo, la guerra civil en España, que constituyó para el anarquismo una prueba ideológica, proporciona una nueva ocasión de explicar su inconsistencia ideológica.
La tesis fundamental del anarquismo, que lo separa del bolchevismo, es la tesis sobre la posibilidad de pasar sin el periodo transitorio de la dictadura del proletariado a la anarquía, es decir, a la supresión inmediata del Estado y de su aparato de opresión.
¿qué queda de esta concepción después de los treinta y un meses de guerra civil en España. Por primera vez hemos asistido a la experiencia curiosa e inesperada del anarquismo ministerial. Es como si alguien dijese un crápula honesto o un idiota listo. Los antiestatales se transformaron en ministros, los lanzadores de bombas en jefes de la policía, los terroristas en alcaides, y, durante esta transformación, los García Oliver y Federica Montseny tuvieron ocasión de demostrar la naturaleza profundamente reformista de la dirección de la CNT que frenaba a las masas tanto como los austromarxistas.
¿Cómo justificaba la dirección de la CNT su evolución? Casi de la misma forma que los demás dirigentes del Frente Popular. En principio, como veis, están por la anarquía, pero entretanto salvaban al Estado burgués, igual como Thorez esta en principio por la lucha de clases, pero mientras propaga la unión de la nación francesa, es decir la unión de los burgueses y de los proletarios franceses. En principio son partidarios entusiastas del anticolonialismo, pero entre tanto, durante esos treinta trágicos meses, estaban ebrios.
Los ideólogos anarquistas afirmaban, sin embargo, que los principios seguían a salvo y en perfecto estado, porque había intervenido un factor imprevisto y "nuevo": la guerra y la intervención extranjera. ¡Como si en este mundo se pudiese liberar al proletariado en cualquier país sin una guerra y sin una intervención extranjera!.
Pero dejemos a un lado a los anarquistas ministrables que no se dan cuenta de lo ridículo de su situación. Aunque sea en forma somera, sus cuentas han sido saldadas a lo largo de este trabajo.
Existen sin embargo, en España y en todo el mundo, grupos anarquistas de oposición, que condenan la política de la dirección de Ia CNT y de la FAI, y juzgan en términos severos las traiciones de García Oliver y otros anarquistas ministrables. En un lenguaje a veces violento y apasionado, estigmatizan el reformismo, la lenidad de los comités de dirección anarquistas, pero ven el origen del mal en la no aplicación de la verdadera doctrina anarquista y en el hecho de que Ia CNT y ,la FAI han empezado a hacer "política" tal como la hacen desde siempre los marxistas. La CNT y la FAI, según ellos, seguían siendo revolucionarios hasta el 19 de julio. Mientras permanecían en el terreno de la acción directa y de la lucha económica, todo iba bien. Pero el mal ha empezado cuando los dirigentes de la CNT indiciaron sus compromisos con los otros partidos políticos. De compromiso en compromiso, los dirigentes anarquistas rodaron hacia el reformismo. Por ejemplo, según ciertos apasionados dirigentes de las Juventudes Libertarias, el primer error fue ya la creación de las organizaciones estatales como el Comité de Milicias Antifascistas. Era ya una obligación, era ya el Estado en potencia. No vale la pena hacer una revolución cuyo objetivo sea precisamente suprimir el Estado si el primer día de la revolución se comienza a construir un nuevo aparato estatal. Y los Comités de Defensa en los que los anarquistas debían colaborar y por consiguiente efectuar compromisos con otros "políticos", ¿no fueron el inicio del deslizamiento de la CNT y de la FAI hacia esta misma "podredumbre política"? Había que dejar libre curso a la iniciativa del pueblo, no debía romperse esa espléndida espontaneidad del 19 de julio. Ese día, el pueblo, sin armas, ¿no destrozó en 24 horas en Barcelona el levantamiento de los militares? ¿No se lanzó a pecho descubierto contra el fuego de las ametralladoras? Y el pueblo venció. Había que persistir en esta vía. No perder la confianza en el pueblo. Cuando se ha rozado la política, ¡se está perdido!, (al igual que los judíos o los mahometanos se vuelven impuros si comen carne de cerdo, los anarquistas perdieron su pureza tras tocar la política). Esta fatal evolución de los luchadores anarquistas en tranquilos ministros ¿no es una demostración de lo que le espera a cualquiera cuando empieza a hacer "política"? La política es el arte de engañar a los demás. Siempre lo hemos dicho. ¿Es necesaria una nueva prueba de que la anarquía tiene razón?
Encontramos este razonamiento en varias revistas y fotos anarquistas, como "Ideas", que predican el retorno al anarquismo doctrinal puro. Refleja el estado de ánimo de los jóvenes anarquistas y también de algunos veteranos, se critican la actitud de los dirigentes reformistas de la CNT. Como ejemplo, podemos citar entre otras la critica efectuada por el anarquista americano Schapiro.
Para ilustrar mejor este razonamiento de los anarquistas, citaré las palabras que escuché en Barcelona de una anarquista culta y entregada a la causa.
En abril de 1937, cuando los consejeros anarquistas en la Generalitat aprobaron los decretos sobre la reorganización del orden interno en el sentido burgués[1], mi simpática anarquista estaba indignada: estaba sorprendida de la lenidad del Comité Regional, que no hacia pesar suficientemente su fuerza durante las crisis ministeriales de la Generalitat y que no sabia imponer un presidente cenetista en el Consejo de la Generalitat. La CNT debía tener, según ella, más carteras. Es verdad que diciendo esto, no estaba muy "a la izquierda". Pero un cuarto de hora después su izquierdismo y su "pureza" eran mas fuertes que el deseo de ver todas las Consejerías ocupadas por los anarquistas. Decía: "Ahora soy mas anarquista que nunca: ¡Cuando se empieza a hacer política y a ocupar cargos públicos se ha caído muy bajo! ¡Se ha de ser intransigente!"
Dieciocho meses mas tarde discutí con la misma anarquista en Barcelona. Su tendencia opositora, de anarquista de izquierda, se había acentuado. Esa revolucionaria íntegra acababa por lo demás de salir de una cárcel privada de la "Cheka", acusada de espionaje.
En respuesta a mi argumentación contestaba: "Vosotros los trotskistas osáis hablar del fracaso del anarquismo en base a la experiencia ministerial de García Oliver y Federica Montseny. !Con la misma razón podemos hablar nosotros del fracaso del marxismo basándonos en las experiencias de Blum, Negrín, Stalin o José Díaz! Decís que el marxismo verdadero no ha sido aplicado en el curso de la revolución española; pues bien, ¡el anarquismo verdadero tampoco lo ha sido!"
Todo esto es muy bonito, muy conmovedor cuando se escucha de anarquistas jóvenes y apasionados; los argumentos parecen sólidos a primera vista, pero en realidad sólo son un castillo de naipes: basta tocarlo con un dedo y se cae. El razonamiento de los anarquistas de izquierda carece de un pequeño detalle: lo positivo.

Cuando nosotros, marxistas consecuentes, es decir partidarios de la IV Internacional, hacemos una critica de la política stalinista, reformista y anarquista (en el fondo era la misma política, Frente Popular) no nos contentamos con refutar, sino que señalamos el camino a seguir. Indicamos los métodos revolucionarios que pueden conducir al proletariado a la victoria. Estos métodos no los hemos inventado. Sólo expresamos la experiencia de la lucha de clases del proletariado internacional. Señalamos el ejemplo de la victoriosa revolución de octubre de 1917, señalamos este gigantesco paso adelante de la humanidad, el mayor que haya conocido la historia, aunque fuese seguido de una momentánea reacción stalinista. Decimos a los obreros: no sigáis la política de Frente Popular. Porque os conduce al abismo. Seguid el camino de Lenin y Trotsky a escala mundial, y os llevará a la victoria mundial, es decir la liberación de la humanidad del capitalismo. Y no nos contentamos con exponer esta idea general, indicamos al proletariado en cada situación concreta el paso táctico, el camino a seguir. Decíamos: cuando García Oliver pronuncio su discurso "Alto el fuego", el 4 de mayo de 1937, un discurso calcado del de Thorez "Es necesario saber terminar las huelgas", traicionó a los obreros de Barcelona. Pero al mismo tiempo añadimos: el deber de la dirección revolucionaria durante las jornadas de mayo era el de responder a la provocación stalinista burguesa con la toma del poder por el proletariado, que sólo tras haber establecido su dictadura podía llevar a cabo con éxito la guerra contra el fascismo. A los procedimientos del Frente Popular nosotros oponemos en cada terreno, ya sea el problema militar, económico o de otra índole, los métodos revolucionarios cuya eficacia esta. verificada por la experiencia.
En vano buscaremos en los escritos críticos de los anarquistas de izquierda lo positivo, es decir, el camino que debía seguirse según los opositores. No la encontraremos por la sencilla razón de que no pueden hallarse sobre la base de las concepciones anarquistas.
La espontaneidad del 19 de julio, era realmente hermosa: ¡La iniciativa del pueblo, su heroísmo incomparable! Era una jornada grande e inolvidable para el proletariado, pero era una jornada, es decir, duró veinticuatro horas. Y una vez pasadas esas veinticuatro horas, el proletariado debe continuar luchando, pues es imposible derrocar al régimen capitalista en un día ni en una semana. La clase obrera debe no solamente continuar luchando, sino organizar su lucha. Y cuando se pasa a la organización, cuando se ponen las manos en la masa, uno se ensucia enseguida. Se comienza a actuar y a adquirir responsabilidades, sobre todo en un período revolucionario, pues ya no es posible conformarse con hacer criticas al régimen capitalista: se empieza a hacer política. Es inevitable. Pero hay que hacer política revolucionaria.
Terminada victoriosamente la gran jornada revolucionaria, se retiran las barricadas, pero los combatientes de las barricadas que han escapado a las balas se encuentran al día siguiente en las calles, y después en las fabricas. Para conservar sus victorias, deben formar organismos de defensa, juntas, comites. Y en estos comites, deben entrar necesariamente no sólo los obreros más avanzados, sino también los que están atrasados, imbuidos de mentalidad pequeñoburguesa. En estos comites los revolucionarios deben estar junto a los reformistas y los oportunistas, sobre todo cuando éstos últimos tienen influencia en el proletariado. Deben llegar a compromisos. Pero es preciso que lleguen a compromisos revolucionarios, es decir, a compromisos que favorezcan la lucha del proletariado, y no compromisos podridos que favorecen al enemigo, como los que han concluido los antiestatales García Oliver y Federica Montseny. Los anarquistas de izquierda harían bien en releer "La enfermedad infantil del comunismo" de Lenin. Harían bien, sobre todo, en asimilar las lecciones de esta obra marxista. Ello les evitaría caer en divagaciones y les enseñaría el realismo revolucionario.
La revolución es 1a lucha por el poder. Esta lucha toma una forma aguda y sangrienta. El poder pasa de las manos de una fracción a las de otra, más revolucionaria o más moderada, de un modo distinto al mecanismo de la transferencia del poder de los conservadores a los laboristas en el régimen constitucional y parlamentario ingles.
Todo se apoya en el filo de la navaja: Los dueños de ayer transforman en prisioneros, y viceversa. Lenin decía que durante el periodo revolucionario, las cárceles son las antesalas de los ministerios ¡y de ahí deducía la necesidad del terror rojo!

Cuando los Mozos de Escuadra me pusieron en libertad, después de los hechos de mayo, me decían : "Hasta la vista" y añadían: "Hasta pronto, tal vez cambiaremos los papeles". En un periodo revolucionario el problema se plantea siempre: nosotros o vosotros.
Durante las jornadas de julio, y de un modo mas agudo todavía durante las jornadas de mayo, el problema del poder se planteaba para la CNT y la FAI. Tomar el poder o dejarlo a los otros: es decir, a la burguesía de izquierda y a los fascistas y a los stalinistas. No había escapatoria. Durante los primeros meses que siguieron al 19 de julio, la dirección de la CNT cerraba obstinadamente los ojos para no ver la realidad. La realidad, en Cataluña, era el hecho de que dominaba toda la vida del país, poseía las armas, y podía adueñarse del poder casi sin un disparo. Pero los dirigentes la CNT decían: nosotros solamente nos ocupamos de la economía, de los sindicatos y de las fabricas. El poder solo puede interesar a los Apolíticos. Dejó pasar así la primera oportunidad, la mas propicia. En septiembre en Cataluña, en noviembre en Madrid, los anarquistas, que repetían la idea de que un poder de los comités obreros era demasiado "estatista", comenzaron a trabajar en la reconstrucción del estado burgués. En el mes de mayo de 1937, la cuestión del poder se planteó nuevamente para la CNT, pero de forma aún más aguda que en julio. Los stalinistas habían pasado al ataque para desarmar a la CNT. Esta ultima debía tomar el poder o dimitir. Eligió la segunda vía.
¿Qué debía hacer la CNT según los anarquistas de izquierda? La mayor parte de los anarquistas de izquierda permanecen mudos y no responden a esta pregunta clave. Algunos de los oposicionistas llegan a la idea de la dictadura cenetista. Pero dicha idea es expresada de manera imprecisa. Al plantearla se acercan evidentemente a nuestros puntos de vista. Pero, ¿qué queda entonces del anarquismo?.
El único grupo oposicionista en el seno de la CNT que expresó ideas claras, sobre todo durante las jornadas de mayo, son los "Amigos de Durruti". Y se pronunciaron por una Junta Revolucionaria que debía tomar el poder, apoyándose en los comites y en los sindicatos. Desgraciadamente, los "Amigos de Durruti" se quedaron a mitad de camino en su crítica. Esperamos que en el futuro sabrán deducir las lecciones de esa trágica experiencia.
Si nos hemos detenido sobre las ideas de los anarquistas de izquierda, es porque sus ideas reflejan el sentimiento de la base de la CNT. Ahora bien, el futuro del movimiento obrero español depende en gran medida de la evolución de la base revolucionaria de la CNT y la FAI hacia posiciones revolucionarias, o sea hacia las posiciones de la IV Internacional.
Después de haber pasado revista a las ideas de los anarquistas de izquierda, deseamos detenernos en todos aquellos que, a escala internacional, han roto con el stalinismo pero que combaten sin embargo los métodos bolcheviques. Hemos analizado la política del POUM y hemos señalado lo que la distingue de la nuestra. No vamos por supuesto a discutir con los diferentes grupos "trotskistas-antitrotskistas". del tipo de Oehler, etc. Estos grupos no tienen por lo general ideas que oponernos, sino rencores personales: no se ha apreciado como se merecía su valor como dirigentes del movimiento obrero, se les ha subestimado... Por lo demás, parece ser que Trotsky no sabe tratar a los hombres. Critican nuestros "métodos de organización". Sin embargo, en lugar de criticarlos, harían mejor viniendo con nosotros para mejorarlos. Estamos dispuestos a aprender, pero no tenemos tiempo que perder...

A escala internacional se perfilaba, sin embargo, desde hace diez años, una tendencia de los "buscadores de dios". Llamamos así a todos aquellos que han condenado el stalinismo pero creen que el origen del stalinismo se encontraba ya en el bolchevismo. Condenan no solo los métodos stalinistas, sino también su contrario, los métodos leninistas. Dicen que nuestro análisis de los errores stalinistas es superficial. No llegamos, según parece, a la raíz del mal y nos detenemos solamente en sus consecuencias lógicas. Es el mismo Lenin, el que, según estos nuevos antibolcheviques, ha comenzado la contrarrevolucion en Rusia y ha preparado el camino a Stalin. Es necesario pues revisar no sólo el stalinismo, sino también el bolchevismo. Es preciso revisarlo todo. Algunos van incluso más lejos y afirman que las raíces del mal se encuentran ya en varios errores de la misma concepción marxista. Entre los ideólogos de esta concepción "stalinismo igual a bolchevismo" podemos citar a Boris Souvarine[2] que, dicho sea de paso, ha terminado en el "Figaro". Pero no todos han tomado el camino del viejo periódico del gran perfumista francés[3].
Existen en todo el mundo varios miles de revolucionarios honestos que se hallan en una confusión ideológica sin precedentes. Ven adónde conduce el stalinismo, por el que sienten una repugnancia profunda y justificada. Pero después de haber rechazado el stalinismo, han comenzado a dudar de todo, del bolchevismo y del marxismo. Y buscan desde hace diez años nuevos métodos revolucionarios superiores al bolchevismo e incluso al marxismo. Algunos de ellos intentan extraer argumentos en contra del bolchevismo y de Lenin, en Rosa Luxemburgo[4]. Se apoyan en las divergencias entre Lenin y Rosa sobre cuestiones de organización, y también en las críticas hechas por Rosa a los métodos bolcheviques en su folleto "La Revolución Rusa". Estas ideas fueron expresadas en Francia por el grupo "Spartacus" que edita la revista "Masses" y en otros países por grupos similares. Estos antibolcheviques quieren sacar de Rosa Lucemburgo argumentos contra la idea de una organización centralizada a la manera leninista. Combaten por consiguiente a la IV Internacional, que se apoya sobre las concepciones leninistas. Rechazando el bolchevismo, buscan nuevos métodos revolucionarios e incluso nuevos métodos de pensamiento, considerando, por ejemplo, que la dialéctica marxista se presta a demasiadas interpretaciones arbitrarias. No sabiendo a qué santo encomendarse, buscan un nuevo dios. Cuando hemos empleado para ellos ese termino que Lenin utilizaba contra el empirocriticismo y contra Lunacharski, no lo hemos empleado en el sentido peyorativo o por necesidades de la polémica. Los "buscadores de dios" son siempre una realidad en los periodos de confusión ideológica que siguen a las catástrofes. Y la caída de la ideología del Comintern ¿no es una. catástrofe? Por lo demás es muy inteligente y noble verificar, querer profundizar las cosas, llevar lo mas lejos posible el análisis y sobre todo buscar. Pero lo que es mas difícil es encontrar.
No tenemos la intención en este trabajo de responder a todas las objeciones de los buscadores y de los revisionistas, que pueden, por lo demás, tener razón en algunas de sus criticas. No tenemos la pretensión de resolver aquí el problema de los pecados originales del bolchevismo, ni siquiera la de analizarlo a fondo. Deseamos solamente demostrar, a la luz de la trágica experiencia, que los "buscadores" y los revisionistas tiran el agua de la bañera con el niño dentro, mezclan la paja con el grano, y no han encontrado mejores métodos de estrategia revolucionaria ni nuevos métodos de pensamiento, y que durante la revolución española las ideas bolcheviques, que ellos critican precisamente como nefastas, han recibido una nueva confirmación.

l. La idea bolchevique sobre la necesidad de un partido revolucionario centralizado, de un partido de vanguardia del proletariado, ha sido confirmada una vez mas en la revolución española. Las condiciones objetivas para una revolución proletaria existían en España, como lo demostramos aquí. Sin embargo, se fue de desastre en desastre. Las ilusiones de ciertos revisionistas y de viejos sindicalistas de que organizaciones amplias, que engloban al conjunto del proletariado, como los sindicatos, son suficientes y pueden reemplazar al partido, deben ser rechazadas tras la experiencia de 1936-1939. Los sindicatos han jugado un gran papel en la revolución española. Por otra parte, todos los obreros españoles se hallaban sindicados después de julio. Los sindicatos supieron realizar una gran labor en el terreno económico. No supieron organizar al conjunto, ni resolver el problema del poder.
Un partido revolucionario, con su democracia interna, pero también con su centralización y su disciplina, es necesario si queremos evitar nuevas catástrofes en el futuro. El Partido Comunista era un partido disciplinado, pero su disciplina estaba al servicio de una política contrarrevolucionaria. Sin embargo, de ello no se desprende en absoluto que un partido centralizado y disciplinado sea inútil, sino precisamente lo contrario: sin partido disciplinado, no hay revolución victoriosa.
2. La espontaneidad de las masas no basta. Existía en España. Gracias a ella asistimos al heroico 19 de julio y a las jornadas de mayo. Pero ello no puede bastar para organizar la revolución: es necesario un partido. A1 afirmarlo, no discutimos con aquella a la que Lenin llamaba "el águila de la revolución", sino contra quienes intentan extraer de sus concepciones argumentos para echar zancadillas e impedir la construcción de la IV Internacional.
La espontaneidad de las masas conduce a la centralización. Su combatividad a la creación de patrullas de control y milicias a las que es preciso centralizar dentro del marco de la dictadura del proletariado. La colectivización espontánea plantea la necesidad de una centralización, de un plan económico para el conjunto del país. Para no desaparecer, las colectivizaciones deben incorporarse a los marcos de a economía socializada, es decir de una economía de período de transición.
3. El empleo de la violencia es inevitable en una revolución, no solamente violencia contra los fascistas y los enemigos declarados del proletariado, sino también, en una cierta etapa del desarrollo revolucionario, contra las corrientes reformistas y conciliadoras dentro de la clase obrera.
Todo el problema consiste en esto: ¿en qué sentido es empleada? ¿A qué fines políticos sirve? Los stalinistas empleaban también la violencia, pero al servicio de una política contrarrevolucionaria que se orientaba con la burguesía democrática, Chamberlain y el Papa. Pero si en lugar de dirección de la CNT hubiesen existido no estos charlatanes anarcoministros, sino jacobinos proletarios, esa dirección debía emplear en mayo la violencia revolucionaria para desbaratar la provocación stalinista, que representaba la influencia de la burguesía, las tendencias reaccionarias de Comorera, que frenaban la revolución.
¿Los bolcheviques fueron en Rusia demasiado lejos en el camino de la violencia revolucionaria contra los mencheviques? Es posible, pero eso estaba condicionado por sus dificultades. Se puede discutir sobre sus errores en este terreno. El periodo leninista de la revolución rusa, 1917-1923, no es una edad de oro. Aceptamos muchas criticas y aceptaremos muchas mas. Pero lo que si es seguro es que los revolucionarios se verán obligados, en el terreno del empleo de la violencia revolucionaria, a aprender de Lenin y Trotsky, más que a rechazarlos. Incluso en el seno del proletariado la democracia tiene sus límites. Estos límites deben ser determinados por las necesidades de la lucha revolucionaria.
4. El método materialista y dialéctico, es decir, el método marxista de investigación, es el único que nos permite orientarnos a la luz de la experiencia española. Carecer de él es como tener una venda en los ojos. Los stalinistas pretenden utilizar la "dialéctica" para demostrar que lo blanco es negro y que el Papa es amigo del proletariado. Pero ello no significa que el método dialéctico no responda a la realidad: pues no tiene nada que ver con los malabarismos stalinistas, sino que nos permite comprender los conflictos de intereses que se hallan en la base de todas las luchas ideológicas. Nos permite analizar las razones y la falsa utilización que de ellas hacen los malabaristas stalinistas. En la base de la "dialéctica stalinista", ese malabarismo que oscila entre la mística idealista y la estafa sin escrúpulos, están los intereses de la casta burocrática.
El retorno de la ciencia a la alquimia, del marxismo al idealismo ciego de los anarquistas, por ejemplo, es imposible para el proletariado.
5. "Pero ¿vuestra dictadura y vuestros métodos no llevan fatalmente al Thermidor? Después de Lenin, Stalin: ¿No os desanima el ejemplo de Rusia?"
No aceptar la dictadura del proletariado con todas sus consecuencias, a saber: el partido centralizado, el terror rojo, la violencia contra el reformismo, es no aceptar la revolución. Es el comunismo libertario... en el cielo, y el Frente Popular en la realidad, y el mantenimiento de la democracia burguesa que conduce al fascismo. El proletariado es una clase que debe cumplir su misión histórica y liberar a la humanidad de las cadenas del capitalismo.
Thermidor no es el resultado del terror ni de la dictadura. La forma en que surge es la resultante de la dictadura; pero el Thermidor surgió a la superficie cuando las condiciones objetivas no permitieron que la revolución siguiera avanzando. El Thermidor ruso es el resultado de terribles derrotas del proletariado internacional y del aislamiento de la revolución rusa. La revolución española victoriosa podía haber sido un golpe tal vez mortal para el Thermidor ruso, es decir, el régimen de Stalin. La próxima revolución socialista en los países capitalistas empujará a los obreros rusos a terminar con la pesadilla stalinista.
El peligro de degeneración en un país aislado, en caso derrotas a escala internacional, existe evidentemente. Pero ello no es motivo para cruzarnos de brazos. Abandonar la idea de la dictadura, es decir, abandonar la revolución porque puede luego degenerar, es como abandonar la alegría porque puede ir seguida de tristeza, y la vida, de muerte.
Pero la humanidad sigue hacia adelante, aunque con pausas que pueden durar decenas de años. El proletariado es una clase capaz de superar todos los Thermidores, todas las derrotas pasajeras, y de reventar el absceso stalinista. Liberará a la humanidad.



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[1] Estos decretos sobre el orden público no pudieron aplicarse hasta después de Mayo de 1937. Para aplicarlos, había que desarmar al proletariado de Barcelona (N. de A.)
[2] B. Souvarine fue uno de los fundadores del Partido Comunista Francés, que se alineó en los años 20 con las tesis de la oposición de Izquierda. Posteriormente rompió con el marxismo.
[3] René Coty, propietario del periódico "Le Figaro", y político conservador, era un poderoso industrial perfumista (N. de E.)
[4] Rosa Luxemburgo. Dirigente del partido Socialista polaco y del Alemán, con el que rompió por su posición socialpatriota durante la I Guerra Mundial. Fundadora junto con K . Liebknecht del grupo espartaquista, se adhirió a la Internacional Comunista, aunque discutiendo algunas cuestiones con el Partido Bolchevique. Fue asesinada en 1918 por la policía de los Socialdemócratas Ebert y Noske


http://www.marxists.org/espanol/bortenstein/1939/frente/index.htm


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LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA.
Por EL MILITANTE - Tuesday, Jan. 10, 2006 at 10:37 PM






Revolución y Contrarrevolución en España (1)



Juan Ignacio Ramos


"No se ha ido que le hemos barrido, no se ha marchao que le hemos echao "Esta canción popular que corría de boca en boca en Madrid reflejaba el ambiente desbordante que se vivía entre la población de la capital tras el abandono de Alfonso XIII. La Monarquía, odiada por las masas, identificada con lo peor de la sociedad, caía como una manzana podrida. Todos los intentos por salvarla fueron inútiles. Las maniobras de última hora de los políticos burgueses, de aristócratas que se agarraban desesperadamente a las faldas del régimen alfonsino para no ser barridos por la oleada que se avecinaba, no sirvieron de nada ante los acontecimientos. Alfonso XIII fue obligado a abandonar la corona e iniciar el camino del exilio. Las masas habían irrumpido en la escena de la historia dispuestas a exigir su parte, tras décadas, por no decir siglos, de postración y humillación. El movimiento general de la clase obrera y de los campesinos, que se tradujo en el frente electoral en el triunfo arrollador de las candidaturas republicanas en las elecciones municipales del 12 de Abril de 1931, obligó a la burguesía a emprender un viraje político para evitar que el movimiento de abajo transformara la estructura del poder en la sociedad.

La camisa vieja de la monarquía era un estorbo para la burguesía, amenazada por el movimiento de los obreros y los campesinos; por tanto, la alternativa republicana permitía a los capitalistas, que habían sostenido la monarquía, abrazar una solución que permitiese una salida digna en aquel momento:"El gobierno provisional republicano", explica Manuel Tuñón de Lara, "preocupado hasta la exageración por las formas del derecho y el mantenimiento de las esencias liberales, fijó el reconocimiento de la libertad de conciencia y culto, del derecho sindical y del derecho de propiedad como piezas esenciales, así como el sometimiento de los actos gubernamentales a las cortes constituyentes...España se encontraba en el umbral de un régimen de democracia liberal, mantenedor del orden social basado en la propiedad privada de los medios de producción y circulación, es decir, lo que suele llamarse un régimen de Democracia Burguesa.."(1).Si detrás de la proclamación de la República, la burguesía veía la posibilidad de obtener una prórroga para seguir manteniendo con firmeza el timón en los asuntos fundamentales del país en el Estado, en el ejército, en la economía, para las masas la República y con ella la obtención de conquistas y derechos democráticos tenía una significación muy distinta. En la imaginación de millones se instaló la convicción de que la República traería reforma agraria, buenos salarios, fin del poder de la Iglesia, derecho de autodeterminación… los acontecimientos posteriores constituyeron una escuela decisiva para que las esperanzas de la población se transformaran en decepción y desencanto. La experiencia del gobierno de coalición republicano-socialista y el avance del fascismo en Europa fueron decisivos para que el proletariado español fuese sacando conclusiones revolucionarias.

La decadencia del régimen monárquico

La historia de España hasta 1931 había estado caracterizada por siglos de continua, lenta e inexorable decadencia, marcada por periódicas y aisladas sublevaciones campesinas y un asfixiante control de todas las esferas del poder por parte de la monarquía y los terratenientes, que habían llevado al país a ocupar el lugar de cola del desarrollo capitalista en Europa.La burguesía española, a diferencia de la francesa e inglesa, entró tarde en la escena de la historia: débil e incapaz de poner su sello dirigente en el desarrollo de la sociedad, desde el principio unió su interés al de los viejos poderes establecidos.Incapaz de llevar a cabo un movimiento como el de la burguesía en Francia o Gran Bretaña, su dependencia frente al estado monárquico, con intereses económicos que la ligaban a las viejas clases nobiliarias con las que compartían los beneficios de la propiedad terrateniente, hizo que su nervio revolucionario siempre fuese muy limitado. En toda la historia del siglo XIX el papel de la burguesía en la escena política se redujo a la búsqueda permanente de acuerdos y coaliciones con las viejas clases del pasado feudal.En el período de florecimiento capitalista en el Estado español de 1895 a 1916, zonas como Catalunya, Madrid, Euskadi o Asturias, vivieron un desarrollo industrial importante, pero lejos de enfrentarse al dominio de la Monarquía y la nobleza terrateniente, la burguesía fortaleció sus lazos de unión con ellos.La compra de grandes extensiones de tierra, de títulos de nobleza y los matrimonios con la aristocracia fueron la práctica común de los burgueses, y nuevos lazos de unión se forjaron en negocios comunes. La alta burguesía financiera que empezaba a despegar en Euskadi o la burguesía industrial de Catalunya, adquirieron posiciones en el gobierno central, sustentando las formas antidemocráticas del viejo régimen que tan bien les servían para explotar sus negocios.La guerra mundial jugó un papel beneficioso para la burguesía española que se aprovechó del colapso económico en Europa, para abastecer los mercados internacionales. Pero la lluvia de oro que llenó los bolsillos de los capitalistas españoles no fue utilizada para mejorar la base tecnológica del aparato productivo, y desarrollar nuevas y mejores ramas de la producción. Esos inmensos beneficios fueron a sumar las cuentas corrientes abultadas y una parte importante de ellos se dedicaron a actividades especulativas y compra de tierras.El fin de la Guerra Mundial provocó graves dificultades en la economía, y un resurgimiento de la lucha de clases en todo el Estado.El desarrollo de nuevos centros y regiones industriales creó una nueva correlación de fuerzas, y favoreció la aparición de un proletariado joven y dinámico que pronto empezó a jugar un importante papel.La tensión social, el fortalecimiento de la clase obrera y de sus organizaciones, los acontecimientos internacionales y, por encima de todo, la revolución rusa que inspiró a millones de obreros, se combinaron para estallar en la huelga general revolucionaria del verano de 1917, que pese a ser derrotada puso de manifiesto el potencial revolucionario de la clase trabajadora.La caída sustancial de la tasa de ganancias producto de la pérdida de los mercados exteriores tras la recuperación económica de Europa, el auge de la lucha del proletariado, animado por los beneficios empresariales de la guerra y por la revolución rusa, empujaron a la burguesía a apoyar la salida militar de la Dictadura de Primo de Rivera.La dictadura intentó proteger los intereses de los grandes capitales burgueses, acentuando el proteccionismo, y estableciendo una reglamentación económica rígida y de altos aranceles.La dictadura aspiraba al establecimiento de un régimen corporativo, similar al existente en la Italia mussoliniana. Sin embargo, y a pesar de la colaboración que obtuvo del PSOE y la UGT, que llegó a participar en los comités paritarios compuestos por vocales patronales y obreros, y presididos por un delegado del gobierno, la dictadura tuvo que hacer frente a movimientos huelguísticos importantes, que tocaron sectores vitales de la producción.Finalmente Primo de Rivera se enfrentó a la crisis económica con apoyos muy debilitados. La burguesía no estaba dispuesta a dejarse arrastrar por un camino que no presagiaba nada bueno. La dictadura cayó sola, sin revolución. "Esta primera etapa", escribía Trotsky, "es el resultado de las dolencias de la vieja sociedad y no de las fuerzas revolucionarias de una sociedad nueva... El régimen de la dictadura que ya no se justificaba, a ojos de las clases burguesas, por la necesidad de aplastar de inmediato a las masas revolucionarias, representaba al mismo tiempo, un obstáculo para las necesidades de la burguesía en los terrenos económico, financiero, político y cultural. Pero la burguesía ha eludido la lucha hasta el final: ha permitido que la dictadura se pudriera y cayera como una fruta madura".La Monarquía, decisivamente comprometida con la dictadura, estaba herida de muerte. Para las masas su destino estaba ligado a la suerte de ésta. Alfonso XIII no era un personaje menos odiado que Primo de Rivera y a pesar de todo, la burguesía intentaba una y otra vez rescatar el papel de la Monarquía hasta que comprendió, por la fuerza de los hechos, que esto era imposible.

Hacia el 14 de Abril

El fin de la dictadura militar y la crisis del régimen no impidió que las altas finanzas, el gran capital empresarial y los grandes terratenientes siguieran intentando prolongar la vida de la monarquía. Sin embargo, se hacía evidente que el régimen desprestigiado era incapaz de contener el deseo de la población de liberarse de él.Como ocurre siempre en la Revolución, el movimiento empezó a expresarse con escisiones en las capas dirigentes. En las filas de la burguesía las divergencias sobre el rumbo de los acontecimientos crecía día a día. El refuerzo de los republicanos con líderes provenientes del campo monárquico, era una expresión evidente de esas divisiones.Este fenómeno no es nuevo. Durante la Revolución Rusa de febrero de 1917, muchos de los políticos más venales y comprometidos con el zarismo, observando el colapso del régimen y el empuje de las masas, no dudaron en abrazar el nuevo régimen republicano para salvar el pellejo y seguir manteniendo __o intentarlo__ el poder en sus manos.Así, los acontecimientos se fueron desarrollando con rapidez en beneficio del cambio de régimen.Berenguer, jefe del cuarto militar de Alfonso XIII, fue encargado de salvar la monarquía y de paso a la oligarquía. En el mes de febrero de 1930 el nuevo gobierno militar estaba conformado con representantes de la aristocracia, el clero y el ejército. Pero esta prolongación formal de la vida del régimen, no ocultó su crisis terminal. Para muchos burgueses era obvio que la garantía del orden social era un régimen en apariencia democrático, y esto no era una baza secundaria si se trataba de calmar a las masas y lograr cierta estabilidad política. Así viejos prohombres, granados en el servilismo a la monarquía y en la represión del movimiento obrero y campesino, mandaron la chaqueta monárquica al basurero y se pusieron la republicana. Gente como Miguel Maura, o el ex ministro monárquico Niceto Alcalá Zamora juraron su adhesión a la república. Otros muchos siguieron su camino.El gobierno de Berenguer, moviéndose en un terreno poco seguro, intentaba patéticamente gestos "conciliadores", procediendo a un indulto limitado, o anunciando su intención de convocar elecciones legislativas. Pero entre bastidores, el ejército, con el general Mola la cabeza, mantenía levantada la garrota desde la Dirección General de Seguridad.Para desgracia de la reacción, el movimiento de oposición que se nutría del descontento creciente de los obreros y afectaba por contagio a la pequeña burguesía y los estudiantes crecía día a día. A pesar de que las condiciones para organizar una lucha seria y consecuente contra la Monarquía por parte de las organizaciones obreras, especialmente el PSOE y la UGT, estaban maduras, las vacilaciones y la política colaboracionista de sus dirigentes, permitió a los líderes de la pequeña burguesía republicana hacerse con el protagonismo del momento y asumir la iniciativa.Los sindicatos de UGT y la CNT participaban en gran número de huelgas pero sus direcciones no tenían una visión clara de los acontecimientos.Los líderes anarcosindicalistas, imbuidos de prejuicios antipolíticos, actuaron de forma similar, en la práctica, a los líderes socialistas que difundían la colaboración con los republicanos. Para los teóricos del PSOE la tarea central del movimiento consistía en aupar al poder a las fuerzas republicanas para acabar con los vestigios de la sociedad feudal y liquidar políticamente la Monarquía, estableciendo un régimen parlamentario y constitucional. La cuestión del poder de las fábricas o la tierra quedaba en segundo término.Las ilusiones de los líderes socialistas en la revolución burguesa democrática eran tantas que la alianza con los partidos republicanos burgueses se profundizó. Así, la tarde del 17 de julio de 1930, en el Círculo Republicano de San Sebastián se dieron cita los principales dirigentes del republicanismo junto a Indalecio Prieto y Fernández de los Ríos en representación "oficiosa" del PSOE. El objetivo de la reunión era trazar un plan de acción para proclamar la República y constituir provisionalmente un gobierno que pudiese asumir el mando de la situación. Siguiendo la tradición de los pronunciamientos militares, el movimiento para los republicanos debería contar con la participación activa de los mandos militares afines a la causa "republicana".También se estableció un Comité Ejecutivo con Alcalá Zamora, Miguel Maura, Indalecio Prieto, Manuel Azaña, y otros para la organización de la acción.En cualquier caso el movimiento obrero, como ocurrió en numerosas ocasiones a lo largo de la historia cuando se trataba de acciones organizadas por la burguesía para luchar contra el poder monárquico, no pasaba de tener un papel auxiliar. Los líderes de UGT y PSOE, incluso de CNT se limitaron a obedecer las decisiones de ese Comité Ejecutivo sin proponer ninguna acción independiente.Aún así las huelgas generales crecían en cantidad y calidad, en Barcelona, San Sebastián, Galicia, Cádiz, Málaga, Gra-nada, Asturias, Vizcaya.Mientras en el mitin del 28 de octubre en la plaza de toros de las Ventas de Madrid, que congregó a una enorme multitud para escuchar a los líderes republicanos, Manuel Azaña defendió explícitamente, "una república burguesa y parlamentaria tan radical como los republicanos radicales podamos conseguir que sea". ¡Toda una declaración de principios !La crisis del gobierno era evidente y su autoridad hacía aguas. El movimiento obrero continuaba su combate particular en numerosas huelgas económicas que rápidamente adquirieron un contenido político militante contra la Monarquía. Las reivindicaciones democráticas tomaban enorme fuerza en las filas del proletariado que ansiaba un cambio de régimen político para que sus penosas condiciones de vida también cambiaran.El Comité Ejecutivo salido del Pacto de San Sebastián y transformado en el mes de octubre en Gobierno Provisional de la República, fijó la fecha del alzamiento contra la Monarquía para el 15 de diciembre. Sin embargo, la falta de determinación, de coordinación, la au-sencia de una ofensiva obrera en las ciudades, provocó que el plan fracasara después del levantamiento militar de Jaca.A pesar de todo, la podredumbre del Régimen era de tal magnitud que salvo la represión contra los militares alzados, que enconó y crispó aún más el ánimo de la población, fue incapaz de controlar la situación.En una búsqueda desesperada de una salida, Berenguer propuso a comienzos de 1931 la celebración de elecciones legislativas, pero su propuesta obtuvo el rechazo no sólo del movimiento obrero sino de los líderes republicanos y de los sectores más perspicaces de la burguesía que no estaban dispuestos a prolongar la agonía del régimen, corriendo el riesgo de una explosión por abajo.La "dictablanda" de Berenguer, como popular y correctamente se calificó su gobierno, entró en crisis definitiva . El Rey, acosado, intentó remontar la situación con un gobierno urdido por el Conde de Romanones, gran terrateniente y plutócrata. El nuevo gobierno presidido por el almirante Aznar sólo escribió el epitafio de la odiada Monarquía.La agitación estudiantil se extendió con continuas huelgas universitarias que eran reprimidas con dureza por la policía y la guardia civil mandadas por Mola. Otro tanto ocurría en el seno del movimiento obrero. La confraternización y la unidad de los obreros y los estudiantes en la calle reflejaba la enorme tensión revolucionaria que había alcanzado la situación.El Régimen se encontraba suspendido en el aire apoyado únicamente en el aparato represivo y enfrentado al movimiento de la clase trabajadora, de los estudiantes y de la pequeña burguesía urbana. Los sectores más inteligentes de la burguesía comprendían que el final de la monarquía era cuestión de muy poco.El gobierno acosado intentó ganar tiempo convocando para el 12 de abril elecciones municipales, con la esperanza de contener el movimiento de la oposición y lograr el apoyo de los sectores republicanos al establecimiento de una Monarquía Constitucional. Pero ya era tarde. Sin embargo, las ansias de acabar de una vez por todas con la monarquía, de alcanzar las libertades democráticas contagiaban a toda la sociedad. El pacto de un partido obrero como el PSOE con los republicanos no hacía más que estimular el mito de la República. Incluso la CNT afectada por esta situación, no pudo impedir que miles de militantes votaran a las candidaturas de la conjunción republicano-socialista.A pesar del fraude electoral y la intervención de los caciques monárquicos en las zonas rurales más atrasadas, el triunfo de las candidaturas republicano-socialistas fue masivo en las grandes ciudades.El delirio de las masas se desató en las principales capitales y ciudades del país, donde la República fue proclamada en los ayuntamientos. En Barcelona Luis Companys, elegido concejal, proclamó la República desde el balcón del Ayuntamiento. En Madrid, las masas se habían echado a las calles y el 14 de abril abarrotaron las arterias centrales de la ciudad. Miles de obreros venidos de todos los rincones llenaban la Plaza Mayor, la Puerta del Sol, todo el centro de Madrid.Finalmente, el gobierno provisional republicano entró en la sede de Gobernación y a las ocho y media de la noche, Alcalá Zamora proclamó la República. Un cuarto de hora después, por la puerta trasera del Palacio Real que da al Campo del Moro, Alfonso XIII salía en automóvil, acompañado por el Duque de Miranda camino del destierro.La primera fase de la revolución española había culminado con la caída de la Monarquía. El nuevo régimen republicano tenía ante sí la tarea de transformar el país, crear una base democrática al débil capitalismo español y modernizar sus estructuras económicas.Sin embargo la burguesía española que tanto luchó por prolongar la vida de la monarquía, aceptó a regañadientes la llegada de la República, y desde el comienzo intentó transformar la situación en su propio beneficio.

La revolución por etapas

Los dirigentes del PSOE y la UGT que conformaban en 1931 las organizaciones obreras más importantes seguían al dictado las viejas fórmulas de la socialdemocracia en la revolución democrática.Para Indalecio Prieto, Besteiro e incluso Largo Caballero, la naturaleza del movimiento revolucionario que acabó con la monarquía era burguesa. La burguesía tendría la oportunidad de llevar a cabo las transformaciones democráticas que en Inglaterra, Francia o Alemania se habían llevado hacía mucho tiempo.La reforma agraria con la destrucción de la vieja propiedad terrateniente, herencia del legado feudal, y la creación de una clase de pequeños propietarios agrícolas, que fuese la espina dorsal del régimen en el campo. La separación de la Iglesia y el Estado, estableciendo el carácter laico y aconfesional de la República y terminando con el poder económico e ideológico del clero.El desarrollo de un capitalismo avanzado que pudiese competir en el mercado mundial, creando un tejido industrial diversificado y completado con una red de transportes avanzada.La resolución de la cuestión nacional, concediendo la autonomía necesaria a Catalunya, Euskadi y Galicia, para neutralizar las tendencias independentistas, integrando al nacionalismo en la tarea de la construcción de un estado moderno.La creación de un cuerpo jurídico que velara por las libertades democráticas, de reunión, expresión y organización, sin las cuales era imposible dar al régimen su apariencia democrática.Tales eran entre otras las tareas que según los dirigentes del movimiento socialista debía asumir la burguesía republicana. Las realizaciones socialistas sólo podrían acometerse después de la consolidación del régimen democrático. La revolución democrático burguesa antecedía a la revolución socialista, por eso el proletariado y su dirección debían permanecer como fiel aliado de la burguesía en su lucha por modernizar el país.El esquema de la revolución por etapas que constituía el enfoque teórico de los líderes socialistas españoles, no era más que una copia de la política del menchevismo ruso, o de los líderes de la socialdemocracia alemana, de los Ebert, los Schiedmann y Noske que aplastaron la revolución espartaquista de 1918.Y este mismo programa político que fue combatido a sangre y fuego por el bolchevismo ruso en octubre de 1917, fue después utilizado a fondo por el estalinismo para descarrilar definitivamente la revolución española.Con la proclamación de la república, las masas esperaban derechos democráticos reales, pero no solo eso. Las aspiraciones de millones de hombres y mujeres oprimidos y postrados durante decenios y que ahora habían intervenido directamente en los acontecimientos, no podían ser satisfechos sólo con discursos y declaraciones. La República, exigían los obreros y campesinos, debía suponer un cambio sustancial en sus vidas.Sin embargo, estos deseos de cambio chocaron una y otra vez con los intereses de clase de la burguesía: cualquier reforma, cualquier concesión mínima a las masas, afectaba a los intereses de la clase dominante, a sus beneficios y por tanto a su posición. La burguesía española estaba dispuesta a tolerar las formas democráticas sólo en la medida que sirviesen para defender sus intereses de una forma más eficaz y frenar el empuje de las masas. Si eso no se lograba y la democracia se convertía en un obstáculo, la burguesía no dudaría en encontrar otro camino para mantenerse en el poder. Pero, ¿quién constituía la clase dominante en el Estado español?Una leyenda política, inspirada por el estalinismo para justificar su papel en la Revolución, especialmente después del triunfo del Frente Popular en febrero de 1936, intenta establecer una diferenciación entre la gran burguesía ligada a la oligarquía financiera y los terratenientes, y una burguesía nacional democrática interesada en la modernización del país, pero una división de este tipo no encontraba una justificación material, ni histórica.La burguesía española se había formado sobre la base de un capitalismo débil, atrasado y dependiente de los monopolios extranjeros. Si queremos establecer alguna comparación, la burguesía española y la rusa compartían muchos rasgos: nunca fueron una clase revolucionaria.Sus tímidos intentos por jugar un papel independiente de las clases ligadas al antiguo régimen nobiliario, fracasaron rotundamente. La clase dominante española estaba integrada y formada por la burguesía comercial e industrial del norte y este español, la burguesía agraria y ganadera, y los terratenientes. Era una clase vinculada a la monarquía por intereses comunes. De hecho las representantes del capital financiero y de la industria siempre compartieron con los grandes propietarios de tierra el poder político en el gobierno monárquico.Este desarrollo de la burguesía como clase, se explica por el carácter desigual del capitalismo español que como en Rusia tuvo un carácter peculiar.Mientras en el campo, se localizaban millones de jornales y la gran propiedad terrateniente, herencia del pasado feudal, era dominante, existían auténticas concentraciones proletarias en Euskadi, Catalunya o Asturias.

Terratenientes y burgueses

El 70% de la población se encontraba en el medio rural, la mayoría en condiciones penosas, con hambrunas periódicas entre cosecha y cosecha. Dos tercios de la tierra estaban en manos de grandes y medianos propietarios. En la mitad sur el 75% de la población tenía el 4,7% de la tierra mientras el 2% poseía el 70%. Los que las explotaban, pues el 38% de la tierra cultivable permanecía sin cultivar, lo hacían con mano de obra jornalera, con sueldos de miseria de dos o tres pesetas diarias. En el mejor de los casos los jornaleros de Andalucía y Extremadura estaban en paro de 90 a 150 días al año(2).La posición de la agricultura en la economía nacional era decisiva. Aportaba el 50% de la renta nacional y constituía 2/3 de las exportaciones. Los métodos de explotación eran muy primitivos y la existencia de una gran población jornalera hacía que los terratenientes obviasen la introducción de maquinaria moderna.Las exportaciones agrícolas tuvieron un período de expansión entre 1914-1918, coincidiendo con la I Guerra Mundial, sin embargo, la situación se convirtió en su contrario al final de la guerra por la recuperación de las economías europeas, a lo que se sumó la competencia de las exportaciones agrícolas provenientes de Latinoamérica.La pequeña propiedad agraria de menos de 10 hectáreas de superficie, alcanzaba las 8.014.715 de hectáreas; las medias y grandes fincas de más de 100 hectáreas, ocupaban casi 10 millones de hectáreas. Incluso estos datos tomados del catastro de 1931 no pueden ocultar la realidad en el centro, sur y oeste de la península donde más de 2 millones de jornaleros malvivían en condiciones de extrema explotación.La burguesía no tenía intereses contrapuestos a los del terrateniente, por el hecho de que el burgués y el terrateniente en la mayoría de las ocasiones eran el mismo individuo. El Conde de Roma-nones, era uno de los grandes terratenientes de España, cuyas propiedades se extendían por Guadalajara y toda Castilla la Mancha, pero además era concesionario de la producción de mercurio, principal accionista de las minas del Rif, de Peñarroya, de los ferrocarriles, ligados a los capitales franceses, presidente de la SA de Fibras Artificiales. Como él, había centenares de individuos que poseían la mayoría de la riqueza del país.Esta era la composición de la clase dominante. ¿Dónde estaba la burguesía nacional progresista? Sencillamente no existía, algo que quedó claro en el levantamiento fascista del 18 de julio, armado, financiado y organizado por los capitalistas para defender su poder y su propiedad.El capital industrial y financiero estaba muy concentrado. Las grandes familias, no más de 100, poseían la parte fundamental de la propiedad agraria, industrial y bancaria. Por otra parte el capital extranjero había penetrado profundamente en la economía española y dominaba incluso sectores productivos y de las comunicaciones, de carácter estratégico para el desarrollo del país.



El clero y el ejército

La clase dominante contaba con el clero y el ejército, la espada espiritual y la real que tan buenos servicios jugaba en beneficio de la reacción.En 1931, según datos obtenidos de una encuesta elaborada por el gobierno componían el clero 35.000 sacerdotes, 36.569 frailes y 8.396 monjas que habitaban en 2.919 conventos y 763 monasterios. Pero estos datos eran en realidad muy incompletos puesto que 7 diócesis de las 55 existentes se negaron a elaborar la encuesta. Las cifras podrían rondar los 80.000-90.000 miembros del clero secular y regular en 1931. Sin embargo, el número de personas que se englobaba en la calificación profesional de "culto y clero" dentro del censo general de población de 1930 era de 136.181.El mantenimiento de este auténtico ejército de sotanas, consumía una parte muy importante de la plusvalía extraída a la clase obrera y a los jornaleros. El presupuesto de la Iglesia Católica ascendía en 1930 a 52 millones de pesetas, y sus miembros más destacados vivían en condiciones de lujo insultante. El Cardenal Segura tenía una renta anual de 40.000 pesetas; el de Madrid-Alcalá, 27.000; los obispos disponían de sueldos que oscilaban entre 20 y 22.000 pesetas al año. La Iglesia era un auténtico poder económico, y actuaba como tal en el mantenimiento del orden social.Según datos del Ministerio de Justicia de 1931, la Iglesia poseía 11.921 fincas rurales (era la primera terrateniente del país), 7.828 urbanas y 4.192 censos. El valor declarado de dichas fincas y bienes era de 76 millones de pesetas y su valor comprobado de 85 millones __pero los peritos encargados del catastro lo evaluaron en 129 millones__. A esto hay que añadir los patronatos eclesiásticos dependientes de la corona (cuyo capital representaba 667 millones), y los títulos de renta al 3% concedidos a la Iglesia como "compensación" por la desamortización del siglo anterior.Pero había más. En lo referido a las congregaciones religiosas, la única estadística hecha en 1931 que se refería tan sólo a la provincia de Madrid, dio un valor de 54 millones en fincas urbanas y 112 millones en las rurales.Quién puede dudar que la Iglesia representaba para millones de hombres y mujeres el poder que los condenaba a una existencia miserable. La furia de la población contra el poder eclesiástico, contra el terrateniente y el burgués tenía su plena justificación en estas cifras.El brazo armado de la burguesía, el Ejército, estaba formado por 198 generales, 16.926 jefes y oficiales, y 105.000 soldados de tropa.Los oficiales seleccionados cuidadosamente de los medios burgueses y monárquicos jugaban un papel protagonista en los acontecimientos políticos. "En el país del particularismo y del separatismo", escribía Trotsky, "el ejército ha adquirido, por la fuerza de las cosas, una importancia enorme como fuerza de centralización y se ha convertido, no sólo en el punto de apoyo de la monarquía, sino también en el conductor del descontento de todas las fracciones de la clase dominante y ante todo, de su propia clase: la oficialidad…"(3).Este era el cuadro de la burguesía española. Cabía pues preguntarse qué reforma de importancia en beneficio de una población sometida podía realizarse sin atacar el poder de los grandes empresarios, los terratenientes, la Iglesia o el Ejército. La respuesta la dieron los propios acontecimientos.La perspectiva de los dirigentes reformistas del PSOE y la UGT de que las tareas de "modernizar la sociedad", es decir, mejorar las condiciones de vida de las masas, estaban al margen de la lucha por el socialismo, resultaron falsas de principio a fin.La burguesía no podía acometer las tareas de la revolución democrática por la sencilla razón de que eso hubiese significado acabar con la estructura social, económica y política que era la fuente de sus ingresos, privilegios y poder. Las tareas de la revolución democrática sólo podían ser llevadas a cabo por la clase obrera en una lucha irreconciliable contra la burguesía. Pero para alcanzar y mantener esas reformas el proletariado tendría que llevar a cabo medidas socialistas: sin expropiar a los grandes terratenientes, a los grandes bancos y consorcios empresariales, a los monopolios extranjeros, y poner la economía bajo control de los trabajadores para su planificación democrática, era impensable esperar cambios substanciales. Las tareas democráticas y las socialistas se ligaban y se interrelacionaban, igual que en Rusia en 1917.Esta es la explicación del fracaso constante de la pequeña burguesía republicana y sus líderes políticos en su política reformista. Sin más programa que las libertades políticas, los republicanos no tenían ninguna intención de cambiar el orden social, ni la estructura económica. Toda la práctica posterior demostró de forma evidente que Azaña, Lerroux, Alcalá Zamora y todo el resto de dirigentes republicanos, temían más la acción independiente del proletariado y la revolución social que cualquier otra cosa. En todos y cada uno de los terrenos clave de la política y la economía capitularon ante las exigencias de la burguesía.

La política fracasada del gobierno Republicano-Socialista

Las elecciones a Cortes Constituyentes fueron convocadas el 28 de junio de 1931 y si bien tenía enormes fallos antidemocráticos: la mujer no votaba, el derecho al voto sólo lo podían ejercer los varones mayores de 23 años, los resultados electorales constataron un triunfo arrollador de las candidaturas republicano socialista. El despertar de las masas a la vida pública se tradujo en el terreno electoral con la ratificación de los dirigentes que les prometieron el cambio(4).La derecha se afianzó especialmente en las provincias agrarias de Castilla y Navarra; de hecho los tradicionalistas carlistas del norte establecieron, nada más proclamarse la República, sus planes de armamento dirigidos por el general Orgaz y el banquero Urquijo.El Gobierno de la Conjunción que contaba con la participación del PSOE, tenía ante sí una enorme responsabilidad, pero todos sus intentos reformistas se transformaron en escaramuzas parlamentarias. Incapaces de acabar con el poder de la burguesía, el freno decisivo a la modernización del país, se enfrentaron al movimiento de los trabajadores y especialmente a los jornaleros que no se conformaron con los debates parlamentarios: su sed de tierra no podía esperar.La agitación obrera en favor de la jornada de 8 horas, de incrementar salarios, de subsidio de paro y de reformas agrarias se extendió formidablemente. El 1º de Mayo puso de manifiesto esta nueva correlación de fuerzas. En Madrid más de 100.000 personas desfilaron encabezadas por los ministros y dirigentes socialistas.Una de las asignaturas pendientes y urgentes del nuevo gobierno era democratizar el ejército y depurarlo de elementos reaccionarios. La única forma de lograrlo era destituir a toda la casta de oficiales y sustituirlos por otros reclutados entre la tropa, y elegidos por los soldados. Las academias militares debían depurarse también a través del control por parte de los sindicatos obreros para garantizar la formación democrática de sus mandos.Al cabo de varios meses, Azaña no hizo nada por emprender la depuración del ejército, todo lo más se limitó a una "proposición de caballeros", favoreciendo el retiro de aquellos mandos que no querían jurar fidelidad a la República, pero con la garantía de que seguirían percibiendo la totalidad de su sueldo.Muchos oficiales aprovecharon la oportunidad para conseguir un retiro dorado, pero muchos otros, reaccionarios de la peor especie, estamparon su firma de servicio a la República y continuaron en sus puestos: "Un fiel colaborador del general Franco ha dicho refiriéndose a aquel momento: ‘muchos le preguntaban si debía solicitar el retiro. Franco les respondió: ¡No! Mucho más útiles a España seréis dentro del ejército’"(5).Pero por otro lado, el proyecto de Constitución que ratificaba el carácter burgués de la República, presentaba un escollo para la derecha más reaccionaria, el referido a la extinción del presupuesto de culto y clero, y el límite que se imponía a la Iglesia sobre su control omnipresente de la enseñanza. Este aspecto fue la señal que utilizaron reaccionarios "republicanos", como Alcalá Zamora, Presidente del Gobierno y Miguel Maura para dimitir.Hecho que no impidió que después de la ratificación de la Constitución en el parlamento el 9 de diciembre, fuese elegido como el primer Presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora con 362 votos de un total de 410.

Reforma Agraria

El odio de las masas a los símbolos de su opresión quedó patente en la reacción que hubo durante las primeras semanas posteriores a la proclamación de la República con la quema de conventos.El gobierno republicano, que lanzó a la guardia civil contra los trabajadores anticlericales había reflexionado. Miguel Maura, el ministro de Gobernación, llamó a los jefes de la Guardia Civil para: "garantizarles que se habían acabado las claudicaciones de autoridad". Las huelgas generales se extendían: Pasajes, huelga minera en Asturias, en Málaga, Granada, en Telefónica (todas entre mayo y junio).Pero donde el gobierno republicano chocó con un obstáculo insalvable fue en la Reforma Agraria.Los jornaleros españoles tenían una gran tradición de luchas contra la propiedad terrateniente. Precisamente en esta cuestión, la burguesía española siempre había revelado su carácter contrarrevolucionario: nunca levantó la bandera de la Reforma Agraria de forma consecuente, y cuando los obreros agrícolas se lanzaban periódicamente a ocupar tierras, la burguesía lejos de encabezar las aspiraciones del campesinado contra el viejo latifundio, se unía a la nobleza y la Monarquía en la represión del movimiento jornalero.La explicación de esta actitud contrarrevolucionaria ya la hemos dado antes: terratenientes y burgueses eran lo mismo, tenían intereses comunes, privilegios comunes y compartían un mismo poder político.La sed de tierras del campesinado por el contrario no podía esperar, y las ocupaciones se sucedían. En Andalucía, Extremadura, Castilla-León, Rioja. Mu-chas de estas ocupaciones terminaron con una represión sangrienta.Mientras el gobierno debatía con lentitud exasperante el proyecto de reforma agraria en el Parlamento, la presión de los acontecimientos, y la sublevación de Sanjurjo en Sevilla, en agosto de 1932, aplastada por la huelga general de los obreros sevillanos, provocó la aceleración del debate y la promulgación final de un proyecto que no afectaba a la gran propiedad terrateniente.La ley establecía un Instituto de Reforma Agraria encargado de realizar el censo de tierras sujetas a expropiación, eso sí, mediante el pago de indemnización que tenía además por base la declaración hecha por sus propietarios.Los créditos para la Reforma Agraria procederían del Banco Agrario Nacional con un capital inicial de 50 millones de pesetas, pero cuya administración dependía no de los jornaleros ni sus organizaciones, sino de representantes del Banco de España, el Banco Hipotecario, del Cuerpo Superior Bancario, del Banco Exterior de España, es decir del gran capital financiero ligado a los terratenientes(6). La reforma agraria se dejaba en manos de los terratenientes y la banca. Así entendía el gobierno republicano burgués su política reformista.El proyecto además, obviaba el problema de los minifundios, que obligaban a una vida miserable a más de un millón y medio de familias campesinas en Castilla la Vieja, Galicia, y otras zonas. Tampoco abordaba el problema de los arrendamientos que esclavizaba a los pequeños campesinos a las tierras del amo.El fracaso más palpable de este proyecto es que en fecha del 31 de diciembre de 1933, el Instituto de Reforma Agraria, había distribuido 110.956 hectáreas. Si comparamos este dato con las 11.168 fincas de más de 250 hectáreas que ocupaban una extensión de más de 6.892.000 hectáreas se puede afirmar que los terratenientes seguían controlando el campo a su antojo.Sólo 100 nobles disponían de un total de 577.146 hectáreas, y esas propiedades, dos años después continuaban intactas(7).El proyecto de reforma agraria favoreció la hostilidad de los jornaleros frente al gobierno de la República. Las ocupaciones y la lucha contra el latifundio se extendió.Como ya hemos explicado, ante tal concentración de tierras en manos de terratenientes, la única reforma agraria posible pasaba por la expropiación forzosa de los latifundios sin indemnización, y para promover el desarrollo de la agricultura debía acometer también la expropiación de la banca para proveer de créditos sin interés a las explotaciones cooperativas campesinas cara a la modernización del utillaje y la producción.Nada de esto se hizo, y los jornaleros instintivamente buscaban en la acción directa la solución a sus problemas. La conciencia revolucionaria y colectivista era impulsada por el propio gobierno.

Los derechos democráticos

En otros terrenos la actitud del gobierno republicano-socialista pasó de sus proclamas reformistas a la ejecución de medidas contrarreformistas.Ante el incremento del número de huelgas y ocupaciones de fincas, el gobierno aprobó la ley de defensa de la República que entre otras lindezas planteaba la prohibición de difundir noticias que perturbaran el orden público y la buena reputación, denigrar las instituciones públicas, rehusar irracionalmente a trabajar y promover huelgas. Bajo el paraguas de esta ley, los mandos de la Guardia Civil, se emplearon a fondo en la represión, especialmente en el campo.En lo referido a la Iglesia si la constitución aseguraba formalmente la separación de la Iglesia y del Estado, lo que acabó con las subvenciones directas, el control del que siguió disfrutando sobre la educación le garantizó un buen nivel de ingresos. Aunque se acordó la expulsión de la Iglesia de los colegios en un "plan de larga duración" y la disolución en 1932 de la orden de los jesuitas, se les concedió todas las oportunidades para transferir la mayor parte de sus bienes a particulares y otras órdenes.En lo que se refiere a la cuestión nacional y las posesiones coloniales, el Gobierno de Conjunción concedió a Catalunya una autonomía muy restringida y para Euskadi se negó a conceder el estatuto de autonomía basándose en el carácter "reaccionario" del nacionalismo vasco.El gobierno republicano-socialista que no concedió el derecho de autodeterminación a las nacionalidades históricas, siguió gobernando las colonias como antes había hecho la Monarquía. En Marruecos su posición imperialista enfrentaba a la República al movimiento independentista.La pequeña burguesía republicana y sus aliados socialistas no fueron capaces de llevar a cabo ni una sola tarea de la revolución democrática. Capitularon ante el poder de la burguesía, el clero y el terrateniente y se enfrentaron precisamente con la clase que les había instalado en el gobierno: los trabajadores y los jornaleros.La polarización creciente se transformaba en continuos choques entre los huelguistas obreros y los jornaleros con la Guardia Civil.En este contexto la reacción agazapada ante los primeros empujes de las masas, empezó a levantar cabeza, primero con el intento de golpe de estado de Sanjurjo, después en el parlamento cuando los monárquicos y católicos se atrevieron a utilizar demagógicamente la represión contra los obreros y los campesinos, especialmente el asesinato de 20 jornaleros, por la Guardia Civil en Casas Viejas (Cádiz), para atacar al gobierno.El proletariado y sus organizacionesEl movimiento socialista, PSOE, UGT y Juventudes Socialistas, constituían el destacamento más importante de la clase obrera española.Los procesos generales en la sociedad se reflejaban constantemente en el partido. La frustración del proletariado y de miles de campesinos con la política diseñada por los dirigentes socialistas en el gobierno, alimentó el descontento. En octubre de 1932 durante la celebración del XIII Congreso del PSOE, se manifestó en el intento de romper la coalición gubernamental. La oposición sin embargo no era lo suficientemente clara y firme: necesitaba de acontecimientos.A pesar de todo, las líneas del enfrentamiento y los actores que lo protagonizaron se dibujaron en ese período; Largo Caballero empezó a emerger como el líder del ala de izquierdas, mientras que Besteiro y Prieto se consolidaron como los garantes de las posiciones reformistas en el partido y en el sindicato.El PSOE contaba con unos 80.000 afiliados y la UGT con más de un millón, de los que 400.000 pertenecían a la FTT.En el anarquismo, la CNT superaba el millón doscientos mil afiliados, y su política de hostilidad hacia el gobierno de coalición, se desarrolló inmediatamente. La agitación campesina y el enfrentamiento permanente con el gobierno republicano alimentaron las tendencias hacia el apoliticismo, dando alas a los sectores faístas que defendían la acción directa más radical.

El desarrollo del Partido Comunista

La Revolución Rusa de Octubre tuvo una influencia extraordinaria en las filas de la clase obrera y del campesinado del Estado español. Al igual que en toda Europa, la formación del primer estado obrero de la historia, animó la lucha de los trabajadores y sacudió a sus organizaciones posicionándolas inmediatamente ante los acontecimientos rusos.En la CNT surgieron corrientes de apoyo que se concretaron con la adhesión temporal de la central anarcosindicalista a la III Internacional. Pero fue precisamente en las filas del PSOE donde el apoyo a la Revolución de Octubre y al programa del marxismo revolucionario levantado por el bolchevismo, fue mayor.El PCE surgió de las filas del movimiento socialista, PSOE y JJSS, en un proceso similar al de otros partidos comunistas de Europa.Los obreros y los jóvenes socialistas más avanzados contemplaban cómo to-das las ideas por las que habían luchado, ellos y la generación anterior, triunfaban en Rusia gracias a la dirección del bolchevismo. Esto supuso una atracción colosal para ellos. Las corrientes procomunistas agruparon a la flor y nata de los militantes del movimiento socialista. A pesar de todas las dificultades, pronto se desarrollaron las bases que darían lugar al Partido Comunista.De manera tortuosa después de dos escisiones que dieron lugar primero, al Partido Comunista Español y más tarde al Partido Comunista Obrero Español, el movimiento procomunista se unificó definitivamente el 15 de marzo de 1922(8).El desarrollo del PCE está íntimamente vinculado a la vida de la III Internacional, surgida en 1919 como el instrumento de la revolución internacional.El PCE, a pesar de no rebasar en militancia al PSOE, contó con un apoyo considerable en zonas industriales claves como Vizcaya, Asturias y áreas jornaleras de Andalucía, en la provincia de Córdoba y Sevilla.Todas las condiciones para el crecimiento del Partido Comunista eran favorables. Sin embargo, su desarrollo y fortalecimiento se vio obstaculizado por la escasez de cuadros preparados y especialmente por las consecuencias de la política de la III Internacional estalinizada.Bajo la dictadura de Primo de Rivera el PCE recibió los golpes de la represión que mermarían constantemente su dirección y su capacidad de acción. En aquel momento el aislamiento del partido, obligado a la actividad clandestina, contrastaba con la permisibilidad de la que gozaba el PSOE, obtenida a costa de las concesiones realizadas a la dictadura. En cualquier caso el desarrollo del PCE sólo podía provenir de una intervención paciente en los acontecimientos, orientando su acción especialmente a la base del movimiento socialista, de donde debía y podía reclutar los mejores obreros que se encontraban bajo la influencia de los dirigentes reformistas del PSOE. La formación de cuadros, la conquista de posiciones en el movimiento sindical, la defensa del Frente Único contra la dictadura, tenían que ser las tareas centrales del partido. Esta es precisamente la orientación que Lenin aconsejaba a los jóvenes Partidos Comunistas de la III Internacional.

La III Internacional

La muerte de Lenin en 1924, y el aislamiento del Estado obrero ruso, tras el fracaso de la Revolución Alemana en 1919 y 1923, la Guerra Civil que acabó con las energía y la vida de miles de los mejores comunistas rusos en los frentes de batalla, la desmovilización de cinco millones de hombres del ejército rojo; todos estos elementos unidos al atraso material y el empobrecimiento de las industrias y la agricultura soviética, crearon las condiciones materiales para el surgimiento de una casta burocrática en el seno del partido y la III Internacional.Engels escribió en el Anti-Dühring: "…cuando desaparezcan al mismo tiempo el dominio de las clases y la lucha por la existencia individual engendrada por la anarquía actual de la producción, los choques y los excesos que nacen de esa lucha, ya no habrá nada que reprimir y la necesidad de una fuerza especial de represión no se hará sentir en el Estado…".Sin embargo, en la Rusia Soviética de 1924, la lucha por la existencia individual era todavía una penosa realidad. La nacionalización de los medios de producción no suprimió automáticamente la lucha por la existencia individual. En aquellas condiciones el Estado obrero en Rusia no podía conceder todavía a cada uno lo necesario y se veía obligado a incitar a todo el mundo a que se produjese lo más posible. Después de un período de sacrificios colosales, de esperanzas e ilusiones en el triunfo revolucionario europeo, el péndulo giró, y el reflejo de la actividad de la clase obrera rusa, el agotamiento de sus fuerzas, favoreció la conformación de un aparato burocrático: "la joven burocracia formada primitivamente para servir al proletariado, se sintió el árbitro entre las clases y adquirió una autonomía creciente". (León Trotsky, La Revolución Traicionada).Una nueva generación de militantes se unió a otra más vieja que soportaba las presiones del atraso social. Las filas del Partido Comunista Ruso nutrían la de los funcionarios que fueron despegándose de forma creciente de las masas y apoyadas en su posición se aprovechaban de las escasas ventajas materiales. Las dificultades externas e internas alimentaban este proceso, donde la confianza en la victoria revolucionaria iba sustituyéndose por la adaptación a la nueva situación. La naciente burocracia pronto cristalizó su programa político.

El socialismo en un solo país

"Mientras nuestra república soviética siga siendo una isla en el conjunto del mundo capitalista, sería una fantasía, una utopía ridícula, pensar en nuestra total independencia económica y en la desaparición de todo el peligro". (Lenin, Discurso en la reunión de secretarios de cédula en Moscú).Así se expresaba Lenin en 1918, y añadía: "ustedes saben bien, hasta qué punto el capital es una fuerza internacional, hasta qué punto las fábricas, las empresas y los comercios capitalistas más superpotentes están vinculados entre sí en todo el mundo, y por consiguiente, por qué es imposible batir al capitalismo en una sola parte. Se trata de una fuerza internacional, y para batirla definitivamente es necesaria la acción común de los obreros a escala internacional. Y desde que combatimos contra los gobiernos republicanos burgueses en Rusia en 1917, desde que conquistamos el poder de los soviets en noviembre de 1917, nunca dejamos de mostrar a los obreros que la tarea esencial, la condición fundamental de nuestra victoria residía en la extensión de la Revolución cuando menos en algunos países avanzados" (Lenin, Discurso en el VIII Congreso de los soviets de Rusia, el subrayado es nuestro).La posición internacionalista de Lenin, no podía ser mas tajante. Lenin y los bolcheviques, nunca albergaron la mínima ilusión en la construcción nacional del socialismo. Su posición internacionalista partía precisamente de una consideración del capitalismo como sistema mundial. Pero esta posición internacional de la revolución, fue sustituida por Stalin y otros dirigentes, por la política estrecha, nacionalista y antimarxista del "socialismo en un solo país", que se adaptaba perfectamente como cobertura ideológica a las necesidades materiales de la naciente burocracia."¿Qué significa la posibilidad del triunfo del socialismo en un solo país? Significa la posibilidad de resolver las contradicciones entre el proletariado y el campesino con las fuerzas internas de nuestro país, contando con las simpatías y el apoyo de los proletariados de los demás países, pero sin que previamente triunfe la revolución proletaria en otros países". (Stalin, Cuestiones del leninismo).La posición de Stalin negaba todas las ideas, toda la política defendida por Lenin, Trotsky y otros viejos dirigentes comunistas, pero se adaptaba, servía perfectamente a los intereses burocráticos de la nueva casta de funcionarios. Con la nueva teoría, ya no se trata de apoyar a la clase obrera mundial, de estimular la acción revolucionaria de los obreros europeos, americanos o de cualquier rincón del planeta. El objetivo, por el contrario, es no molestar, no interferir en la "construcción burocrática" del socialismo en Rusia.El dominio de la burocracia estalinista dentro del partido no fue inmediato. Fortalecidos por el fracaso revolucionario en occidente, apoyados en el reflujo de las masas rusas sometidas a condiciones extremas, Stalin y la burocracia libraron una lucha intensa por separar, expulsar, y más tarde aniquilar a cientos de miles de comunistas que se oponían firmemente al nuevo rumbo político. Stalin libró una "guerra civil unilateral" contra el sector leninista del partido. Todos los viejos camaradas de armas de Lenin fueron depurados, encarcelados y, la mayor parte, fusilados. En 1939, del viejo Comité Central del Partido Bolchevique que protagonizó la revolución de Octubre, sólo tres permanecían vivos: Stalin, Kollontai y Trotsky; éste último sería asesinado el 20 de agosto de 1940 por Ramón Mercader, miembro de la policía política estalinista (GPU).Esta depuración se extendió al conjunto de la Internacional Comunista, que se trasformó, hasta su liquidación final en 1943, en una sucursal de la política y los intereses inmediatos de la burocracia rusa.La política de Stalin, caracterizada por continuos zigzags en los que se pasaba de la posición más ultraizquierdistas a la colaboración de clases, y la política reformista más extrema, respondía a las necesidades de mantener los privilegios materiales, los ingresos y el prestigio de la casta burocrática y evitar como luego analizaremos, el triunfo de la revolución socialista, que podía inspirar a los obreros rusos y amenazar el poder burocrático.El proceso de degeneración política del Partido Comunista Ruso, se manifestó de inmediato en la III Internacional y en sus secciones nacionales. Obvia-mente el Partido Comunista Español no fue una excepción.Tras el V Congreso de la IC celebrado del 17 de junio al 8 de julio de 1924, y especialmente el VI Congreso de 1928, los nuevos dirigentes de la Internacional abandonarían las posiciones anteriores elaboradas por Lenin sobre el frente único, y apoyándose en el fracaso de la insurrección revolucionaria de octubre de 1923 en Alemania, establecieron un giro ultraizquierdista a su política.En el contexto de estabilización temporal del capitalismo en Europa y de ascenso del fascismo, los dirigentes de la IC elaboraron la famosa doctrina del socialfascismo: "El fascismo y la socialdemocracia son dos aspectos de un solo y mismo instrumento de la dictadura del gran capital".Los militantes comunistas habían resistido abnegadamente la represión de la dictadura de Primo de Rivera. Sin embargo, todos sus sacrificios, los encarcelamientos sufridos, el exilio de muchos cuadros, eran malogrados por las consecuencias de la postura ultraizquierdista de la Internacional Comunista. Esto explica que hacia 1925 el PCE no contara con más de 300 militantes.Aunque en 1927 el PCE aumentó sensiblemente sus efectivos con el ingreso colectivo de la mayor parte de la CNT sevillana, con gran implantación entre la clase obrera de la provincia, la incomprensión política del movimiento popular que se estaba destacando contra la monarquía, la política ultraizquierdista del socialfascismo, la postura escisionista de los dirigentes del PCE en la UGT y la CNT, con la construcción de los Sindicatos Rojos, les conducía inevitablemente a su separación de las masas. La desorientación que sufría la dirección del PCE respecto a la naturaleza de los acontecimientos tuvo su expresión más acabada durante las jornadas que culminaron en la proclamación de la República.Cuando los trabajadores, por fin, habían logrado acabar con la monarquía y la conquista de los derechos democráticos despertaba grandes ilusiones entre las masas populares, los dirigentes de la IC consideraban la llegada de la República como un hecho sin apenas significado, impulsando a los dirigentes del PCE a lanzarse a la agitación pública contra la República y a favor de los Soviets. Esta política separó a los militantes comunistas de la masa de la clase trabajadora.

Europa en crisis

El final de la primera guerra imperialista (1914-1918), no sólo abrió un período revolucionario en el continente europeo, también significó un nuevo reparto del mundo, el surgimiento de nuevas aspiraciones imperialistas y más opresión para los pueblos del viejo continente y las colonias.El Tratado de Versalles que establecía las condiciones en que Alemania tenía que pagar las reparaciones económicas a las potencias vencedoras, fue un nuevo ejercicio de saqueo de los imperialistas franceses, británicos y americanos: más de 6.000 millones de libras esterlinas, que tendrían que salir del duro trabajo de los obreros y campesinos alemanes.A pesar de todo, la paz imperialista de Versalles no resolvió ninguno de los problemas fundamentales del capitalismo mundial.Aunque la burguesía europea se apoyó en la masiva destrucción de fuerzas productivas provocadas por la guerra y el fracaso revolucionario europeo después de octubre para desarrollar la economía y revitalizar temporalmente la situación, todas las contradicciones de la sociedad rebrotaron rápidamente. La recuperación económica de 1925-1929, presentaba elementos de mucha incertidumbre. El crecimiento de la producción europea hasta 1925 mantuvo un ritmo regular, pero no aumentó en relación a los niveles de la preguerra. Europa se encontró pronto en una situación de debilidad creciente en el mercado mundial frente a EEUU y Japón, desarrollaron una potente industria de bienes de equipo y consumo con tasas de productividad muy elevadas. En 1929, EEUU exportaba tres veces más automóviles particulares y vehículos comerciales que Gran Bretaña, Francia, Alemania o Italia juntos. Ese mismo año las exportaciones de maquinaria americana eran dos veces y media superiores a las de 1913.La lucha por el mercado mundial se agudizó forzando los enfrentamientos interimperialistas. Como en la actualidad, el problema surgía del obstáculo que para el desarrollo de las fuerzas productivas, suponía la propiedad privada de los medios de producción y la camisa de fuerza del Estado nacional.Los capitalistas franceses e ingleses, intentaban superar las limitaciones del mercado mundial, explotando con dureza a sus colonias africanas y asiáticas, y exigiendo a Alemania hasta el último marco de las indemnizaciones fijadas en Versalles. Sin embargo, todo esto era insuficiente para competir frente a EEUU y Japón.En 1929 los mercados estaban saturados por una enorme producción que no encontraba salida. A la crisis de sobreproducción se sumó otro fenómeno característico del capitalismo imperialista: el dominio del capital financiero sobre la economía real. En EEUU la especulación no dejaba de aumentar a un ritmo muy superior al de la producción industrial y agrícola, donde gracias al crédito, la economía americana, como Marx explicó, traspasó sus límites naturales. Cuando se produjo la recesión de la economía real norteamericana como consecuencia de la sobreproducción mundial, provocó una auténtica explosión del entramado bursátil. Entre septiembre y octubre de 1929 cerca de 30 millones de acciones afluyeron al mercado a bajo precio; en pocos días las cotizaciones perdieron 43 puntos, acabando con las ganancias de todo el año. Todo el sistema bancario se hundió arrastrando a la producción: en 1929 quebraron 542 bancos, en 1930, 1.354 y en 1931, 2.298. Para hacer frente a la situación, los bancos norteamericanos repatriaron capitales de Europa, provocando el colapso del sistema crediticio en Austria y Alemania, que dependían de esos capitales. Toda la economía europea se vio violentamente sacudida.La producción industrial de las potencias capitalistas se desplomó: en 1932 era un 38% menos que en 1929. Entre 1919 y 1932 los precios de las materias primas en el mercado mundial descendieron más de la mitad. En 1932 el comercio mundial de productos manufacturados era sólo un 60% del de 1929.Frente al colapso económico, las burguesías nacionales reaccionaron reduciendo drásticamente los créditos al exterior, con medidas proteccionistas y devaluaciones competitivas de las monedas para favorecer las exportaciones en una lucha sin cuartel por los mercados exteriores. Pero estas medidas profundizaron aún más la crisis abriendo un nuevo período de paro masivo, inflación y empobrecimiento del campo que agudizó la lucha de clases.

El avance del fascismo

Los años 30 constituyeron un período de lucha revolucionaria de la clase obrera, cuando país tras país, el capitalismo se tambaleó por el movimiento decidido de los trabajadores.Sin embargo, las aspiraciones socialistas del proletariado europeo no encontraron su medida en las direcciones socialdemócratas y estalinistas.En Alemania la situación económica era desesperada. Al saqueo al que fue sometida por las potencias vencedoras de la I Guerra Mundial, se unió los efectos de la depresión económica. El paro aumentó de manera explosiva, __en 1933 se alcanzaban los 7 millones de desempleados__; se desató la hiperinflación, el campesinado se arruinaba…En estas condiciones, la profundidad de la crisis decidió a los capitalistas a rechazar cualquier reivindicación económica de los trabajadores, en la medida que amenazaba su tasa de beneficios. La lucha por la apropiación de la plusvalía, por el máximo beneficio, entraba en contradicción para los capitalistas alemanes con el respeto a las conquistas del proletariado, incluidas las libertades democráticas.En el terreno político, el régimen parlamentario de la República de Weimar se resquebrajaba, pero las organizaciones obreras, el SPD (Partido Socialdemócrata Alemán), y el KPD (Partido Comunista), que contaban con una enorme fuerza carecían de un programa y una orientación marxista.La dirección socialdemócrata, principal sustento del régimen burgués, no podía frenar al movimiento obrero, ni resolver la profunda crisis social. Esto daba enormes oportunidades al KPD.Pero el Partido Comunista Alemán, también sufrió las consecuencias de la degeneración burocrática de la URSS y la estalinización de la IC, que en su VI Congreso de 1928, ratificó la política ultraizquierdista del "socialfascismo". Los dirigentes del KPD bajo la dirección de Stalin, se negaron a realizar una política de frente único para frenar el avance del nazismo; renunciaron a combatir al partido nazi con los métodos de la Revolución Socialista, y su política sectaria centrada en ataques permanentes a la socialdemocracia, que todavía contaba con el apoyo de millones de obreros honestos, confundió a la clase trabajadora, y fortaleció la influencia de los líderes socialdemócratas. Los dirigentes estalinistas fueron incapaces de orientarse en los acontecimientos porque no comprendían la auténtica naturaleza del fascismo.

Una amenaza para el movimiento obrero

La posición del estalinismo ante el fascismo fue cambiando según se desarrollaron los acontecimientos. Para los dirigentes oficiales de la IC en 1928, fascismo y socialdemocracia eran las dos caras de la dictadura del capital. En 1935, tras el abandono de la política del socialfascismo y la definición de la nueva táctica frente populista, el fascismo que era una forma particular de reacción de un sector de la burguesía imperialista, podía ser combatido por el acuerdo de las "fuerzas democráticas", de todas las clases sociales interesadas en frenar a este sector de la burguesía y defender la "democracia".En una pirueta de 180 grados, los estalinistas sustituyeron la táctica del socialfascismo por la colaboración de clases con la burguesía "democrática" para frenar y combatir al fascismo.Si adoptamos un punto de vista marxista, el fascismo en esencia era la respuesta política del capital industrial y financiero europeo, ante el peligro de la revolución y el colapso de la sociedad burguesa.Ninguna clase dominante abandona la escena de la historia voluntariamente, sin una lucha intensa. La burguesía europea era consciente de que las formas democráticas (la democracia parlamentaria) suponían un modo de dominación más eficaz, más aceptable para las masas que otras donde el carácter de clase de la dominación se hacía más evidente. Mientras las "libertades democráticas" no entren en contradicción con la propiedad burguesa de los bancos, la industria y la tierra pueden ser perfectamente toleradas.En la práctica la ficción "democrática" juega un papel especialmente útil para la dominación de la burguesía sobre la sociedad. La situación se transforma en su contrario cuando la sociedad burguesa entra en crisis debido a las contradicciones insalvables del capitalismo. Las formas democráticas son un obstáculo para los burgueses en su lucha permanente por el máximo beneficio. Tolerar sindicatos, partidos obreros, huelgas, manifestaciones, es decir, los elementos del poder obrero en la sociedad capitalista, se vuelve una carga insoportable.Esta y no otra era la situación de Europa y en concreto de Alemania. En medio de la crisis económica y la polarización social creciente, la pequeña burguesía alemana que podía ser ganada para la causa del proletariado si sus organizaciones hubieran defendido un programa revolucionario, giró violentamente a la derecha. En una sociedad en descomposición, los nazis consiguieron una influencia decisiva entre las masas pequeño-burguesas, sectores atrasados de la clase obrera y entre las legiones del lumpemproletariado que poblaban las ciudades.En 1932, el Partido Nazi superó los 13 millones de votos, pero

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e
Por e - Wednesday, Jan. 11, 2006 at 12:16 AM

"Primero ganar la guerra, después hacer la revolución"

te parece anarquista?

anarquistas fueron quienes bancaron las milicias, quienes rechazaron armas en mano el intento de disciplinamiento en un ejército popular

fueron quienes expropiaron las fábricas cuando el gobierno "popular" decía que había que respetar la propiedad privada

el apoyo de altos mandos de la cnt al camino equivocado, habla de la burocratización de la misma y el abandono de las ideas revolucionarias (que seguían frescas y vivas en la base, dónde ardía el fuego de la revolución), no de un error en esas ideas

lo mismo que la revolución rusa...

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Los anarquistas de izquierda y los "buscadores de dios" a la luz de la experienc
Por Casanova - Wednesday, Jan. 11, 2006 at 8:20 AM

XVIII. - Los anarquistas de izquierda y los "buscadores de dios" a la luz de la experienca española

(...)

Existen sin embargo, en España y en todo el mundo, grupos anarquistas de oposición, que condenan la política de la dirección de Ia CNT y de la FAI, y juzgan en términos severos las traiciones de García Oliver y otros anarquistas ministrables. En un lenguaje a veces violento y apasionado, estigmatizan el reformismo, la lenidad de los comités de dirección anarquistas, pero ven el origen del mal en la no aplicación de la verdadera doctrina anarquista y en el hecho de que Ia CNT y ,la FAI han empezado a hacer "política" tal como la hacen desde siempre los marxistas. La CNT y la FAI, según ellos, seguían siendo revolucionarios hasta el 19 de julio. Mientras permanecían en el terreno de la acción directa y de la lucha económica, todo iba bien. Pero el mal ha empezado cuando los dirigentes de la CNT indiciaron sus compromisos con los otros partidos políticos. De compromiso en compromiso, los dirigentes anarquistas rodaron hacia el reformismo. Por ejemplo, según ciertos apasionados dirigentes de las Juventudes Libertarias, el primer error fue ya la creación de las organizaciones estatales como el Comité de Milicias Antifascistas. Era ya una obligación, era ya el Estado en potencia. No vale la pena hacer una revolución cuyo objetivo sea precisamente suprimir el Estado si el primer día de la revolución se comienza a construir un nuevo aparato estatal. Y los Comités de Defensa en los que los anarquistas debían colaborar y por consiguiente efectuar compromisos con otros "políticos", ¿no fueron el inicio del deslizamiento de la CNT y de la FAI hacia esta misma "podredumbre política"? Había que dejar libre curso a la iniciativa del pueblo, no debía romperse esa espléndida espontaneidad del 19 de julio. Ese día, el pueblo, sin armas, ¿no destrozó en 24 horas en Barcelona el levantamiento de los militares? ¿No se lanzó a pecho descubierto contra el fuego de las ametralladoras? Y el pueblo venció. Había que persistir en esta vía. No perder la confianza en el pueblo. Cuando se ha rozado la política, ¡se está perdido!, (al igual que los judíos o los mahometanos se vuelven impuros si comen carne de cerdo, los anarquistas perdieron su pureza tras tocar la política). Esta fatal evolución de los luchadores anarquistas en tranquilos ministros ¿no es una demostración de lo que le espera a cualquiera cuando empieza a hacer "política"? La política es el arte de engañar a los demás. Siempre lo hemos dicho. ¿Es necesaria una nueva prueba de que la anarquía tiene razón?
Encontramos este razonamiento en varias revistas y fotos anarquistas, como "Ideas", que predican el retorno al anarquismo doctrinal puro. Refleja el estado de ánimo de los jóvenes anarquistas y también de algunos veteranos, se critican la actitud de los dirigentes reformistas de la CNT. Como ejemplo, podemos citar entre otras la critica efectuada por el anarquista americano Schapiro.
Para ilustrar mejor este razonamiento de los anarquistas, citaré las palabras que escuché en Barcelona de una anarquista culta y entregada a la causa.
En abril de 1937, cuando los consejeros anarquistas en la Generalitat aprobaron los decretos sobre la reorganización del orden interno en el sentido burgués[1], mi simpática anarquista estaba indignada: estaba sorprendida de la lenidad del Comité Regional, que no hacia pesar suficientemente su fuerza durante las crisis ministeriales de la Generalitat y que no sabia imponer un presidente cenetista en el Consejo de la Generalitat. La CNT debía tener, según ella, más carteras. Es verdad que diciendo esto, no estaba muy "a la izquierda". Pero un cuarto de hora después su izquierdismo y su "pureza" eran mas fuertes que el deseo de ver todas las Consejerías ocupadas por los anarquistas. Decía: "Ahora soy mas anarquista que nunca: ¡Cuando se empieza a hacer política y a ocupar cargos públicos se ha caído muy bajo! ¡Se ha de ser intransigente!"
Dieciocho meses mas tarde discutí con la misma anarquista en Barcelona. Su tendencia opositora, de anarquista de izquierda, se había acentuado. Esa revolucionaria íntegra acababa por lo demás de salir de una cárcel privada de la "Cheka", acusada de espionaje.
En respuesta a mi argumentación contestaba: "Vosotros los trotskistas osáis hablar del fracaso del anarquismo en base a la experiencia ministerial de García Oliver y Federica Montseny. !Con la misma razón podemos hablar nosotros del fracaso del marxismo basándonos en las experiencias de Blum, Negrín, Stalin o José Díaz! Decís que el marxismo verdadero no ha sido aplicado en el curso de la revolución española; pues bien, ¡el anarquismo verdadero tampoco lo ha sido!"
Todo esto es muy bonito, muy conmovedor cuando se escucha de anarquistas jóvenes y apasionados; los argumentos parecen sólidos a primera vista, pero en realidad sólo son un castillo de naipes: basta tocarlo con un dedo y se cae. El razonamiento de los anarquistas de izquierda carece de un pequeño detalle: lo positivo.

Cuando nosotros, marxistas consecuentes, es decir partidarios de la IV Internacional, hacemos una critica de la política stalinista, reformista y anarquista (en el fondo era la misma política, Frente Popular) no nos contentamos con refutar, sino que señalamos el camino a seguir. Indicamos los métodos revolucionarios que pueden conducir al proletariado a la victoria. Estos métodos no los hemos inventado. Sólo expresamos la experiencia de la lucha de clases del proletariado internacional. Señalamos el ejemplo de la victoriosa revolución de octubre de 1917, señalamos este gigantesco paso adelante de la humanidad, el mayor que haya conocido la historia, aunque fuese seguido de una momentánea reacción stalinista. Decimos a los obreros: no sigáis la política de Frente Popular. Porque os conduce al abismo. Seguid el camino de Lenin y Trotsky a escala mundial, y os llevará a la victoria mundial, es decir la liberación de la humanidad del capitalismo. Y no nos contentamos con exponer esta idea general, indicamos al proletariado en cada situación concreta el paso táctico, el camino a seguir. Decíamos: cuando García Oliver pronuncio su discurso "Alto el fuego", el 4 de mayo de 1937, un discurso calcado del de Thorez "Es necesario saber terminar las huelgas", traicionó a los obreros de Barcelona. Pero al mismo tiempo añadimos: el deber de la dirección revolucionaria durante las jornadas de mayo era el de responder a la provocación stalinista burguesa con la toma del poder por el proletariado, que sólo tras haber establecido su dictadura podía llevar a cabo con éxito la guerra contra el fascismo. A los procedimientos del Frente Popular nosotros oponemos en cada terreno, ya sea el problema militar, económico o de otra índole, los métodos revolucionarios cuya eficacia esta. verificada por la experiencia.
En vano buscaremos en los escritos críticos de los anarquistas de izquierda lo positivo, es decir, el camino que debía seguirse según los opositores. No la encontraremos por la sencilla razón de que no pueden hallarse sobre la base de las concepciones anarquistas.
La espontaneidad del 19 de julio, era realmente hermosa: ¡La iniciativa del pueblo, su heroísmo incomparable! Era una jornada grande e inolvidable para el proletariado, pero era una jornada, es decir, duró veinticuatro horas. Y una vez pasadas esas veinticuatro horas, el proletariado debe continuar luchando, pues es imposible derrocar al régimen capitalista en un día ni en una semana. La clase obrera debe no solamente continuar luchando, sino organizar su lucha. Y cuando se pasa a la organización, cuando se ponen las manos en la masa, uno se ensucia enseguida. Se comienza a actuar y a adquirir responsabilidades, sobre todo en un período revolucionario, pues ya no es posible conformarse con hacer criticas al régimen capitalista: se empieza a hacer política. Es inevitable. Pero hay que hacer política revolucionaria.
Terminada victoriosamente la gran jornada revolucionaria, se retiran las barricadas, pero los combatientes de las barricadas que han escapado a las balas se encuentran al día siguiente en las calles, y después en las fabricas. Para conservar sus victorias, deben formar organismos de defensa, juntas, comites. Y en estos comites, deben entrar necesariamente no sólo los obreros más avanzados, sino también los que están atrasados, imbuidos de mentalidad pequeñoburguesa. En estos comites los revolucionarios deben estar junto a los reformistas y los oportunistas, sobre todo cuando éstos últimos tienen influencia en el proletariado. Deben llegar a compromisos. Pero es preciso que lleguen a compromisos revolucionarios, es decir, a compromisos que favorezcan la lucha del proletariado, y no compromisos podridos que favorecen al enemigo, como los que han concluido los antiestatales García Oliver y Federica Montseny. Los anarquistas de izquierda harían bien en releer "La enfermedad infantil del comunismo" de Lenin. Harían bien, sobre todo, en asimilar las lecciones de esta obra marxista. Ello les evitaría caer en divagaciones y les enseñaría el realismo revolucionario.
La revolución es 1a lucha por el poder. Esta lucha toma una forma aguda y sangrienta. El poder pasa de las manos de una fracción a las de otra, más revolucionaria o más moderada, de un modo distinto al mecanismo de la transferencia del poder de los conservadores a los laboristas en el régimen constitucional y parlamentario ingles.
Todo se apoya en el filo de la navaja: Los dueños de ayer transforman en prisioneros, y viceversa. Lenin decía que durante el periodo revolucionario, las cárceles son las antesalas de los ministerios ¡y de ahí deducía la necesidad del terror rojo!

Cuando los Mozos de Escuadra me pusieron en libertad, después de los hechos de mayo, me decían : "Hasta la vista" y añadían: "Hasta pronto, tal vez cambiaremos los papeles". En un periodo revolucionario el problema se plantea siempre: nosotros o vosotros.
Durante las jornadas de julio, y de un modo mas agudo todavía durante las jornadas de mayo, el problema del poder se planteaba para la CNT y la FAI. Tomar el poder o dejarlo a los otros: es decir, a la burguesía de izquierda y a los fascistas y a los stalinistas. No había escapatoria. Durante los primeros meses que siguieron al 19 de julio, la dirección de la CNT cerraba obstinadamente los ojos para no ver la realidad. La realidad, en Cataluña, era el hecho de que dominaba toda la vida del país, poseía las armas, y podía adueñarse del poder casi sin un disparo. Pero los dirigentes la CNT decían: nosotros solamente nos ocupamos de la economía, de los sindicatos y de las fabricas. El poder solo puede interesar a los Apolíticos. Dejó pasar así la primera oportunidad, la mas propicia. En septiembre en Cataluña, en noviembre en Madrid, los anarquistas, que repetían la idea de que un poder de los comités obreros era demasiado "estatista", comenzaron a trabajar en la reconstrucción del estado burgués. En el mes de mayo de 1937, la cuestión del poder se planteó nuevamente para la CNT, pero de forma aún más aguda que en julio. Los stalinistas habían pasado al ataque para desarmar a la CNT. Esta ultima debía tomar el poder o dimitir. Eligió la segunda vía.
¿Qué debía hacer la CNT según los anarquistas de izquierda? La mayor parte de los anarquistas de izquierda permanecen mudos y no responden a esta pregunta clave. Algunos de los oposicionistas llegan a la idea de la dictadura cenetista. Pero dicha idea es expresada de manera imprecisa. Al plantearla se acercan evidentemente a nuestros puntos de vista. Pero, ¿qué queda entonces del anarquismo?.
El único grupo oposicionista en el seno de la CNT que expresó ideas claras, sobre todo durante las jornadas de mayo, son los "Amigos de Durruti". Y se pronunciaron por una Junta Revolucionaria que debía tomar el poder, apoyándose en los comites y en los sindicatos. Desgraciadamente, los "Amigos de Durruti" se quedaron a mitad de camino en su crítica. Esperamos que en el futuro sabrán deducir las lecciones de esa trágica experiencia.
Si nos hemos detenido sobre las ideas de los anarquistas de izquierda, es porque sus ideas reflejan el sentimiento de la base de la CNT. Ahora bien, el futuro del movimiento obrero español depende en gran medida de la evolución de la base revolucionaria de la CNT y la FAI hacia posiciones revolucionarias, o sea hacia las posiciones de la IV Internacional.
Después de haber pasado revista a las ideas de los anarquistas de izquierda, deseamos detenernos en todos aquellos que, a escala internacional, han roto con el stalinismo pero que combaten sin embargo los métodos bolcheviques. Hemos analizado la política del POUM y hemos señalado lo que la distingue de la nuestra. No vamos por supuesto a discutir con los diferentes grupos "trotskistas-antitrotskistas". del tipo de Oehler, etc. Estos grupos no tienen por lo general ideas que oponernos, sino rencores personales: no se ha apreciado como se merecía su valor como dirigentes del movimiento obrero, se les ha subestimado... Por lo demás, parece ser que Trotsky no sabe tratar a los hombres. Critican nuestros "métodos de organización". Sin embargo, en lugar de criticarlos, harían mejor viniendo con nosotros para mejorarlos. Estamos dispuestos a aprender, pero no tenemos tiempo que perder...

A escala internacional se perfilaba, sin embargo, desde hace diez años, una tendencia de los "buscadores de dios". Llamamos así a todos aquellos que han condenado el stalinismo pero creen que el origen del stalinismo se encontraba ya en el bolchevismo. Condenan no solo los métodos stalinistas, sino también su contrario, los métodos leninistas. Dicen que nuestro análisis de los errores stalinistas es superficial. No llegamos, según parece, a la raíz del mal y nos detenemos solamente en sus consecuencias lógicas. Es el mismo Lenin, el que, según estos nuevos antibolcheviques, ha comenzado la contrarrevolucion en Rusia y ha preparado el camino a Stalin. Es necesario pues revisar no sólo el stalinismo, sino también el bolchevismo. Es preciso revisarlo todo. Algunos van incluso más lejos y afirman que las raíces del mal se encuentran ya en varios errores de la misma concepción marxista. Entre los ideólogos de esta concepción "stalinismo igual a bolchevismo" podemos citar a Boris Souvarine[2] que, dicho sea de paso, ha terminado en el "Figaro". Pero no todos han tomado el camino del viejo periódico del gran perfumista francés[3].
Existen en todo el mundo varios miles de revolucionarios honestos que se hallan en una confusión ideológica sin precedentes. Ven adónde conduce el stalinismo, por el que sienten una repugnancia profunda y justificada. Pero después de haber rechazado el stalinismo, han comenzado a dudar de todo, del bolchevismo y del marxismo. Y buscan desde hace diez años nuevos métodos revolucionarios superiores al bolchevismo e incluso al marxismo. Algunos de ellos intentan extraer argumentos en contra del bolchevismo y de Lenin, en Rosa Luxemburgo[4]. Se apoyan en las divergencias entre Lenin y Rosa sobre cuestiones de organización, y también en las críticas hechas por Rosa a los métodos bolcheviques en su folleto "La Revolución Rusa". Estas ideas fueron expresadas en Francia por el grupo "Spartacus" que edita la revista "Masses" y en otros países por grupos similares. Estos antibolcheviques quieren sacar de Rosa Lucemburgo argumentos contra la idea de una organización centralizada a la manera leninista. Combaten por consiguiente a la IV Internacional, que se apoya sobre las concepciones leninistas. Rechazando el bolchevismo, buscan nuevos métodos revolucionarios e incluso nuevos métodos de pensamiento, considerando, por ejemplo, que la dialéctica marxista se presta a demasiadas interpretaciones arbitrarias. No sabiendo a qué santo encomendarse, buscan un nuevo dios. Cuando hemos empleado para ellos ese termino que Lenin utilizaba contra el empirocriticismo y contra Lunacharski, no lo hemos empleado en el sentido peyorativo o por necesidades de la polémica. Los "buscadores de dios" son siempre una realidad en los periodos de confusión ideológica que siguen a las catástrofes. Y la caída de la ideología del Comintern ¿no es una. catástrofe? Por lo demás es muy inteligente y noble verificar, querer profundizar las cosas, llevar lo mas lejos posible el análisis y sobre todo buscar. Pero lo que es mas difícil es encontrar.
No tenemos la intención en este trabajo de responder a todas las objeciones de los buscadores y de los revisionistas, que pueden, por lo demás, tener razón en algunas de sus criticas. No tenemos la pretensión de resolver aquí el problema de los pecados originales del bolchevismo, ni siquiera la de analizarlo a fondo. Deseamos solamente demostrar, a la luz de la trágica experiencia, que los "buscadores" y los revisionistas tiran el agua de la bañera con el niño dentro, mezclan la paja con el grano, y no han encontrado mejores métodos de estrategia revolucionaria ni nuevos métodos de pensamiento, y que durante la revolución española las ideas bolcheviques, que ellos critican precisamente como nefastas, han recibido una nueva confirmación.

l. La idea bolchevique sobre la necesidad de un partido revolucionario centralizado, de un partido de vanguardia del proletariado, ha sido confirmada una vez mas en la revolución española. Las condiciones objetivas para una revolución proletaria existían en España, como lo demostramos aquí. Sin embargo, se fue de desastre en desastre. Las ilusiones de ciertos revisionistas y de viejos sindicalistas de que organizaciones amplias, que engloban al conjunto del proletariado, como los sindicatos, son suficientes y pueden reemplazar al partido, deben ser rechazadas tras la experiencia de 1936-1939. Los sindicatos han jugado un gran papel en la revolución española. Por otra parte, todos los obreros españoles se hallaban sindicados después de julio. Los sindicatos supieron realizar una gran labor en el terreno económico. No supieron organizar al conjunto, ni resolver el problema del poder.
Un partido revolucionario, con su democracia interna, pero también con su centralización y su disciplina, es necesario si queremos evitar nuevas catástrofes en el futuro. El Partido Comunista era un partido disciplinado, pero su disciplina estaba al servicio de una política contrarrevolucionaria. Sin embargo, de ello no se desprende en absoluto que un partido centralizado y disciplinado sea inútil, sino precisamente lo contrario: sin partido disciplinado, no hay revolución victoriosa.
2. La espontaneidad de las masas no basta. Existía en España. Gracias a ella asistimos al heroico 19 de julio y a las jornadas de mayo. Pero ello no puede bastar para organizar la revolución: es necesario un partido. A1 afirmarlo, no discutimos con aquella a la que Lenin llamaba "el águila de la revolución", sino contra quienes intentan extraer de sus concepciones argumentos para echar zancadillas e impedir la construcción de la IV Internacional.
La espontaneidad de las masas conduce a la centralización. Su combatividad a la creación de patrullas de control y milicias a las que es preciso centralizar dentro del marco de la dictadura del proletariado. La colectivización espontánea plantea la necesidad de una centralización, de un plan económico para el conjunto del país. Para no desaparecer, las colectivizaciones deben incorporarse a los marcos de a economía socializada, es decir de una economía de período de transición.
3. El empleo de la violencia es inevitable en una revolución, no solamente violencia contra los fascistas y los enemigos declarados del proletariado, sino también, en una cierta etapa del desarrollo revolucionario, contra las corrientes reformistas y conciliadoras dentro de la clase obrera.
Todo el problema consiste en esto: ¿en qué sentido es empleada? ¿A qué fines políticos sirve? Los stalinistas empleaban también la violencia, pero al servicio de una política contrarrevolucionaria que se orientaba con la burguesía democrática, Chamberlain y el Papa. Pero si en lugar de dirección de la CNT hubiesen existido no estos charlatanes anarcoministros, sino jacobinos proletarios, esa dirección debía emplear en mayo la violencia revolucionaria para desbaratar la provocación stalinista, que representaba la influencia de la burguesía, las tendencias reaccionarias de Comorera, que frenaban la revolución.
¿Los bolcheviques fueron en Rusia demasiado lejos en el camino de la violencia revolucionaria contra los mencheviques? Es posible, pero eso estaba condicionado por sus dificultades. Se puede discutir sobre sus errores en este terreno. El periodo leninista de la revolución rusa, 1917-1923, no es una edad de oro. Aceptamos muchas criticas y aceptaremos muchas mas. Pero lo que si es seguro es que los revolucionarios se verán obligados, en el terreno del empleo de la violencia revolucionaria, a aprender de Lenin y Trotsky, más que a rechazarlos. Incluso en el seno del proletariado la democracia tiene sus límites. Estos límites deben ser determinados por las necesidades de la lucha revolucionaria.
4. El método materialista y dialéctico, es decir, el método marxista de investigación, es el único que nos permite orientarnos a la luz de la experiencia española. Carecer de él es como tener una venda en los ojos. Los stalinistas pretenden utilizar la "dialéctica" para demostrar que lo blanco es negro y que el Papa es amigo del proletariado. Pero ello no significa que el método dialéctico no responda a la realidad: pues no tiene nada que ver con los malabarismos stalinistas, sino que nos permite comprender los conflictos de intereses que se hallan en la base de todas las luchas ideológicas. Nos permite analizar las razones y la falsa utilización que de ellas hacen los malabaristas stalinistas. En la base de la "dialéctica stalinista", ese malabarismo que oscila entre la mística idealista y la estafa sin escrúpulos, están los intereses de la casta burocrática.
El retorno de la ciencia a la alquimia, del marxismo al idealismo ciego de los anarquistas, por ejemplo, es imposible para el proletariado.
5. "Pero ¿vuestra dictadura y vuestros métodos no llevan fatalmente al Thermidor? Después de Lenin, Stalin: ¿No os desanima el ejemplo de Rusia?"
No aceptar la dictadura del proletariado con todas sus consecuencias, a saber: el partido centralizado, el terror rojo, la violencia contra el reformismo, es no aceptar la revolución. Es el comunismo libertario... en el cielo, y el Frente Popular en la realidad, y el mantenimiento de la democracia burguesa que conduce al fascismo. El proletariado es una clase que debe cumplir su misión histórica y liberar a la humanidad de las cadenas del capitalismo.
Thermidor no es el resultado del terror ni de la dictadura. La forma en que surge es la resultante de la dictadura; pero el Thermidor surgió a la superficie cuando las condiciones objetivas no permitieron que la revolución siguiera avanzando. El Thermidor ruso es el resultado de terribles derrotas del proletariado internacional y del aislamiento de la revolución rusa. La revolución española victoriosa podía haber sido un golpe tal vez mortal para el Thermidor ruso, es decir, el régimen de Stalin. La próxima revolución socialista en los países capitalistas empujará a los obreros rusos a terminar con la pesadilla stalinista.
El peligro de degeneración en un país aislado, en caso derrotas a escala internacional, existe evidentemente. Pero ello no es motivo para cruzarnos de brazos. Abandonar la idea de la dictadura, es decir, abandonar la revolución porque puede luego degenerar, es como abandonar la alegría porque puede ir seguida de tristeza, y la vida, de muerte.
Pero la humanidad sigue hacia adelante, aunque con pausas que pueden durar decenas de años. El proletariado es una clase capaz de superar todos los Thermidores, todas las derrotas pasajeras, y de reventar el absceso stalinista. Liberará a la humanidad.

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Por e - Wednesday, Jan. 11, 2006 at 6:40 PM

querés algo positivo? escucha a durruti cabeza de fotocopiadora!

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la crítica bolchevique es puro caradurismo
Por comunista antibolchevike - Thursday, Jan. 12, 2006 at 2:43 PM

únicamente está destinada a decir "si nosotros hubiéramos sido la dirección, hubiéramos ganado".

Sí, la CNT fue un factor de la contrarrevolución. Pero esto no es un punto a favor del bolchevismo ni mucho menos. Quiere decir que toda política de jefe, sea bajo ideales "marxistas" o "anarquistas", lleva al fracaso y a la "traición" (como lo ven los que siempre quieren zanjar la cuestión asignando culpas en individuos en vez de criticar las prácticas y las ideas que llevaron a que esos individuos estuvieran en una posición de poder).

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