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LOS IDUS DE ABRIL (EDITORIAL DE NUESTRA BANDERA)
Por Gustavo Espinoza M. - Thursday, Jan. 19, 2006 at 6:11 PM
redaccion@nuestra-bandera.com

"Voten por quien quieran, pero luchen sólo por objetivos nobles" parece aconsejar el editorial más reciente de Nuestra Bandera, la publicación de izquierda más constante en el Perú, en vìspera de cumplir cuatro años al servicio de los trabajadores.

LOS IDUS DE ABRIL

“Del suelo sabemos que se levantan las cosechas y los árboles, se levantan los animales que corren por los campos o vuelan sobre ellos, se levantan los hombres y sus esperanzas. También del suelo puede levantarse un libro, como una espiga de trigo, o una flor brava. O un ave. O una bandera”

José Saramago

Concluyó el plazo para la inscripción de las fórmulas presidenciales para los comicios y a la usanza de los romanos que hablaban de los Idus de Marzo, podemos nosotros aludir a los Idus de abril, que llegarán inexorablemente. Se anotaron en el partidor 24 “planchas” que disputarán el favor del electorado en comicios que, sin embargo, no despiertan mayor entusiasmo. Si el principal signo de la contienda es la apatía, a ella se suma la confusión ciudadana. Ambas se explican por la masiva despolitización imperante y por la insensata dispersión que muestran fuerzas que debieran estar naturalmente unidas y que pagarán muy cara su estrechez de miras y su sectarismo. De sus escombros, sin embargo, se levantará la Izquierda.

El 9 de febrero los partidos y fuerzas registrados en el JNE -y otras que, sin registro, se sumaron a reconocidas- presentarán sus listas congresales, con lo cual el escenario electoral se nutrirá de un total de 3,263 postulantes que aspirarán a sólo 120 puestos parlamentarios más una cuota adicional al Parlamento Andino. El carnaval de sesenta días que se iniciará en esa fecha, no tiene precedente en el país.

Nuestra Bandera, que no es un Partido ni aspira a serlo, y que no intervendrá, ni ha buscado intervenir en los comicios previstos; se siente, sin embargo, en el deber de dar su opinión por respeto a la ciudadanía y a los lectores que miran con creciente interés la orientación y la línea que desde estas páginas, hemos venido desarrollando desde hace 47 meses en forma consecutiva.

Se nos ha preguntado múltiples veces, en efecto, por quién vamos a votar, a quién daremos nuestro respaldo, por cuál de las numerosas propuestas nos inclinamos. A esas preguntas buscamos responder en estas líneas.

El acto del sufragio constituye un asunto personal y de conciencia. No creemos tener derecho alguno para decirle a otras personas por quién deben votar. Respetamos firmemente le voluntad de cada ciudadano porque somos conscientes que la decisión de las ánforas corresponde a cada quién. Los Partidos pueden tener derecho a recomendar a sus afiliados el sentido de su voto, pero no es esa nuestra situación, de manera que también nos inhibiremos de ejercer esa práctica. Dicho de otro modo, no nos identificamos con personas que no tienen más interés que arribar a puestos en la función pública, sino con principios y con posiciones que corresponden a nuestra manera de ver el país y sus problemas.

Para nosotros -lo hemos dicho antes- la batalla en ciernes no es, electoral, sino política. Y pudo -y debió- enfrentarse políticamente. No fue ese el gesto de la Izquierda oficial que, con muy pocas excepciones, no se atrevió nunca a hacer un balance crítico y autocrítico de su división, entre 1990 y 1995; que optó por la sumisión y el silencio en los años del fujimorismo, y por la pasividad y el conformismo en los tiempos de Paniagua y Toledo. Esa Izquierda “descubrió” la extraordinaria importancia de la unidad cuando los comicios de 1995, volvió a interesarse por ella en el 2000 y ahora, cuando se convocaron a las elecciones actuales; pero en el ínterin miró de soslayo el escenario y no le importó el destino ni la suerte de los trabajadores y el pueblo. La costumbre de hablar de unidad cada cinco años en procura de usarla para obtener cupos parlamentarios no responde ciertamente a los intereses de las grandes mayorías, genera fundadas desconfianzas y hace que se vea con frustración y pena la ausencia de alternativas procedentes del campo popular. En este marco, el conocido “cuando no se sabe a dónde va, cualquier camino parece bueno”, es la divisa de ciertos “dirigentes” que transitan extraviados, pero contentos, en procura de alguna nada sonora.

La carencia de alternativa válida será sin duda usada por candidatos que, sin ser de Izquierda, han logrado captar un respaldo significativo en el seno de las masas a partir de un lenguaje radical y contestatario. Con posiciones de corte nacionalista y aún racista, obtendrán apoyo en una ciudadanía hastiada de la Clase Dominante y de un sistema de opresión y de miseria que envilece todo. Ese voto, que bien puede ser aluvional no garantiza nada, pero despierta simpatía. No obstante, llenará de interrogantes la perspectiva del país.

Es claro que las fuerzas empeñadas en perpetuar el sistema vigente aspiran otra vez a pescar en río revuelto. Pero tampoco muestran la más elemental cohesión. Dispersas y encontradas, se lanzan con desesperación en procura de obtener el respaldo público a una gestión que preservará los intereses del Gran Capital y de los Monopolios. Hoy buscan el apoyo de Washington y aseguran al Banco Mundial y al Fondo Monetario acatamiento, servilismo y sumisión sin que nadie, en la “prensa grande” llame a eso “presión exterior” o “injerencia de los asuntos internos” de nuestro país

Algunas de esas fórmulas han sido calificadas con acierto e ironía por la población. “La Plancha de la Banca” se ha dicho por la que lidera Lourdes Flores, y “la fórmula del Frontón” por la que encabeza Alan García. Y es que ambas asocian la extraña mezcla de dinero y crimen que suele caracterizar a los depositarios del Poder en el Perú de los últimos 30 años. Desde Morales Bermúdez, hasta Alejandro Toledo, con una u otras variantes, el capital financiero -en efecto- se ha dado el lujo de imponer sus recetas para castigar al pueblo y descargar el peso de la crisis sobre los hombros de las grandes mayorías nacionales.

Ahora hay que enfrentarlas y derrotarlas en la lucha abierta, en el accionar de las masas, en el debate público y en la confrontación de ideas. Para eso el programa popular resulta indispensable, pero también la actividad metódica, consistente y tenaz de las fuerzas empeñadas en el cambio. Eso pasa, ciertamente por la renovación de las cúpulas partidistas que hoy han mostrado ineptitud, estrechez de miras, ambición, hegemonismo y afán electorero. Después del 9 de abril deben funcionar los resortes internos de los partidos y procesar las modificaciones indispensables que abran paso a la renovación política que no podrá asentarse en cálculos cortoplacistas ni en afanes subalternos.

Contribuiremos, sin duda, a ese proceso y desde él, a levantar desde el suelo la organización del pueblo y sus banderas, ayudando en las tareas de la unidad, la organización de las masas, la elevación de la conciencia política de los peruanos y el combate resuelto por la defensa de las más legítimas demandas populares.

Afirmando ese camino, en lo que resta de este periodo hay que poner énfasis en las banderas populares: la lucha contra el TLC y sus repercusiones, el combate al modelo neoliberal vigente, la defensa del patrimonio nacional y los recursos básicos, combate abierto contra la corrupción y la guerra sucia, sanción ejemplar a los violadores de los derechos humanos y a responsables de los latrocinios y los crímenes consumados contra el país, respeto a las libertades públicas, fortalecimiento del proceso democrático, la participación ciudadana y la descentralización y regionalización efectivas, la protección a la seguridad pública, el fin del régimen de privilegios para los poderosos, la reforma de la educación y la salud, la restitución inmediata de los derechos laborales conculcados, la solidaridad con Cuba y el proceso liberador latinoamericano, y otras exigencias que están escrita en la plataforma combativa de los trabajadores. Nosotros, desde Nuestra Bandera, es decir, desde Marx y de Mariátegui, continuaremos en la brega. (fin)











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