Julio López
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UN HÉROE LENINISTA DE NUESTRO TIEMPO.
Por EL MILITANTE - Sunday, Jan. 29, 2006 at 12:56 PM

UN HÉROE LENINISTA DE NUESTRO TIEMPO
En memoria de Valery Sablin: la verdadera historia del Octubre Rojo

"Confia en que la historia juzgará los acontecimientos y que nunca tendrás que avergonzarte de lo que hizo tu padre. De ninguna manera te conviertas en una de esas personas que critican pero no llevan hasta el final sus acciones. Esas personas son hipócritas -- débiles-- , inútiles que no tienen la fuerza para reconciliar sus creencias con sus actos. Te deseo valor. Mantente firme en la creencia de que la vida es maravillosa. Se positivo y confía en que la revolución siempre triunfará".
(extracto de la última carta que Valery Sablin dirigió a su hijo poco antes de su ejecución).

El jueves 7 de septiembre, el Canal 4 de televisión emitió un programa fascinante que formaba parte de una serie de documentales dedicados a la historia secreta, el título era: El motín: la verdadera historia del --. Este extraordinario documental nos enseña por primera vez la verdadera historia en la que se basaba la película A la caza del -- (1990), una versión cinematográfica de la novela homónina de Tom Clancy publicada en 1984. En ella se relata la historia de Marko Ramius, capitán de un submarino ruso que se apoderó de la nave para desertar, y que realiza un viaje épico a través del Atlántico. La historia estaba inspirada en acontecimientos reales.

El autor se inspiró en el motín encabezado por Valery Sablin a bordo del barco de guerra Sentry (en ruso Storozhevoy) en noviembre de 1975. En su libro explica: "Existe un precedente auténtico para esta novela. El 8 de noviembre de 1975, el Storozhevoy, una fragata soviética de mísiles de clase Krivak, y que intentaba navegar desde Riga (Letonia), a la isla sueca de Gotland. El oficial político de abordo, Valery Sablin, encabezó un motín de los soldados rasos. Sablin y otras 26 peresonas fueron juzgadas y ejecutadas". Sin embargo, el gobierno soviético ocultó la verdadera historia del -- y por fin ahora ha salido a la luz.

Hasta el fin de la guerra fría, el servicio de inteligencia occidental creía que la tripulación quería desertar, y en esta historia se basó el libro de Clancy y la película. Pero en los últimos días de la Unión Soviética salieron a la luz nuevas pruebas que son las que revela el programa de Canal 4 y demuestran que el relato de Clancy es incorrecto. El objetivo del Sentry no era desertar a occidente, era imposible porque el líder del motín -- Valery Sablin-- , estaba comprometido con la causa del comunismo. Su intención no era huir a occidente, sino provocar una revolución política en la URSS con el objetivo de derrocar a la burocracia estalinista y restaurar un auténtico régimen de democracia leninista soviética. Como se dice en el programa: "Era un ferviente partidario del comunismo, Sablin procedía de Leningrado (ahora San Petersburgo). La memoria del acorazado Potemkin -- amotinado durante la revolución de 1905-- y del crucero Aurora -- que encendió la mecha de la revolución de 1917-- , le sirvieron de inspiración y esperaba que su motín fuera la chispa de una nueva rebelión en Leningrado, y por fin terminar la incompleta revolución rusa".

La historia verdadera siempre es más rica, extraordinaria y conmovedora que los mejores relatos de ficción. Y no cabe ninguna duda de que esta historia servirá de inspiración para los jóvenes y trabajadores de Rusia y del mundo entero. Este maravilloso documental tiene que llegar a la mayor audiencia posible.

¿Quién era Valery Sablin?

Valery Mikhailovich Sablin era hijo y nieto de oficiales de la marina, a los dieciseis años siguió los pasos familiares y se alistó en la academia naval Frunze. Con sus antecedentes familiares era normal que desde muy pequeño sintiera un profundo amor por el mar y la armada, un profundo sentido del deber, la disciplina militar y el patriotismo soviético. Pero Sablin no era sólo un militar, ante todo era un comunista y un hijo de la Revolución de Octubre. Esto sería lo que daría un significado interno a su vida y a sus actos.

Valery se educó en la base naval entre los hijos de los oficiales. Tenía un gran sentido de la moralidad, como relataba Boris Sablin -- uno de sus hermanos-- , "era incapaz de mentir". Detestaba la hipocresía en todas sus formas. También era incapaz de presenciar un acto de injusticia y guardar silencio. Desde su más tierna infancia soñaba con navegar. En 1955 -- con sólo 16 años-- , Valery fue aceptado en la elitista academia militar de Frunze (Leningrado), donde se convirtió en un estudiante modelo. Incluso entonces, ya era un ferviente comunista, y fue elegido responsable de la organización comunista juvenil. En la escuela era conocido, probablemente en broma, como "la conciencia de la clase". De alguna manera era diferente e incluso sus compañeros llegaron a comprender donde residía esa diferencia. Uno de sus compañeros recuerda: "Todos fuimos educados para creer en la ética socialista y comunista. Todos creíamos en ella. Pero Valery era tan íntegro que quería poner estas ideas en práctica".

Estas líneas son reveladoras y demuestran una verdad importante de la Unión Soviética. El régimen burocrático que se aupó al poder tras la muerte de Lenin, sobre todo se caracterizaba por la hipocresía. Las personas juraban lealtad al comunismo y a las ideas de Lenin, pero en la práctica todo el sistema era la negación de los ideales democráticos e igualitarios de la Revolución de Octubre. Cerraban los ojos a las desigualdades y a la corrupción, y actuaban como si estas cosas no existieran. Pero esta contradicción entre la teoría y la práctica, entre las palabras y los hechos, era algo ajeno a la naturaleza de Valery Sablin. Desde el principio de su vida consciente, se reveló con cada fibra de su ser contra esta situación. Y su vida estuvo caracterizada por la sinceridad y la audacia. Valery no quería sólo pronunciar bonitos discursos sobre el comunismo, quería vivir bajo el comunismo, "poner estas ideas en práctica"

A la muerte de Stalin en 1953 siguió la era de Kruschev, que marcó un punto de inflexión en la URSS. La muerte del tirano abrió las compuertas del descontento en Rusia. La burocracia, con un nuevo líder -- Nikita Kruschev-- , intentaba llevar adelante reformas desde arriba para evitar una revolución desde abajo. Pero Kruschev nunca tuvo la intención de eliminar el poder y los privilegios de la casta dominante, de los millones de funcionarios parásitos del estado, del partido y las fuerzas armadas, quienes gobernaban en nombre de la clase obrera y que como explicó Trotsky, en realidad era un tumor parasitario en el seno del estado obrero.

Valery dio su primer paso político a los 20 años de edad, escribió una carta al presidente Kruschev y en ella denunciaba las desigualdades sociales que desfiguraban el "socialismo" soviético. No hay duda de que fue un acto arriesgado y valoroso, le podría haber costado su carrera o incluso algo peor. A las autoridades, como era de esperar la carta no les gustó en absoluto, y respondieron con una dura reprimenda y retrasaron su graduación. Una prueba más de la capacidad y tenacidad personal de Sablin, es que a pesar de este revés, consiguió terminar los estudios y graduarse con todos los honores en la academia militar.

En 1964 sustituyeron a Kruschev, para el nuevo régimen una de las primeras prioridades era la expansión de la armada soviética y alcanzar a EEUU. La armada se convirtió en el orgullo y la joya del nuevo líder -- Leonidas Breznev-- , pero este sentimiento estaba lejos de ser mutuo. El historiador naval, Nikolai Cherkashin, dice que: "la dirección geriátrica del Kremlin en el Politburó con Breznev a la cabeza, nunca dirigieron el país hacia la prospetridad, y nunca les importó el comunismo en el que creía Sablin".

Cinco años después ofrecieron a Sablin el mando de un destructor, sin duda un premio extraordinario para un oficial de sólo 30 años de edad. Para sorpresa y consternación de su familia Valery rechazó la oferta y optó por completar sus estudios en la academia política Lenin, una institución de elite abierta sólo a los oficiales del ejército. El amor de Valery Sablin por la armada ocupaba el segundo lugar después de su devoción por la causa de la Revolución de Octubre y la clase obrera. El rechazo de la oferta hecha por la Comisión naval al principió conmocionó a su familia, pero su hermano Boris, mucho más tarde comprendería la razón. Su hermano quería comprender como funcionaba el sistema desde dentro. Para poder acabar con la bestia en primer lugar era necesario comprender su naturaleza.

Con firme determinación se sumergió en el estudio de los clásicos del marximo: día y noche, estudiaba las obras de Marx, Engels y Lenin, quería comprender la revolución. Pero al joven oficial de marina le atormentaba una duda interior, allá donde mirase sólo veía privilegios, desigualdad y corrupción, algo abominable para un auténtico comunista. Pronto decidiría actuar para cambiar el sistema. Cómo pudo suceder que la Revolución de Octubre, que había luchado para acabar con la desigualdad y la opresión de clase, para aupar a la clase obrera al poder, hubiera finalizado en una caricatura monstruosa, un régimen totalitario burocrático que no tenía nada en común con los ideales democráticos descritos por Lenin en El estado y la revolución.

En la academia, para su consternación Sablin comprobó la existencia de límites que estaban fuera de su alcance. Sabía que Trotsky fue uno de los principales dirigentes de la Revolución de Octubre junto con Lenin. También sabía que después de la muerte de Lenin, Trotsky había luchado contra la burocracia estalinista, a favor de la democracia obrera y el internacionalismo proletario. Pero ¿dónde podía conseguir los escritos de Trotsky y del resto de dirigentes de la Oposición? Él creía que al unirse a la elitista escuela del partido, podría tener acceso a los archivos secretos. Pero sus esperanzas fueron en vano.

Sablin confió a su hermano el desencanto que le había producido comprobar que este lugar existiera también la censura. La educación política que se impartía en esta elitista institución era tan burda como la línea oficial del partido enseñada en las escuelas.

Incluso sin tener acceso a los escritos de Trotsky, Valery llegó a sus propias conclusiones. La casta privilegiada de burócratas que dominaban el país, nunca dejarían el poder sin presentar resistencia. Sablin estudió cuidadosamente El estado y la revolución y comprendió que "la armadura del estado y el partido era tan tupida que ni los golpes directos la aplastaría", y llegó a la conclusión de que "era necesario destruir desde dentro la máquina". Los sobrecogedores acontecimientos de noviembre de 1975 darían pleno significado a estas palabras.

La armada siempre ha sido el sector más revolucionario de las fuerzas armadas. Este hecho está directamente relacionado a la composición más proletaria de los marineros, en su mayoría procedían del proletariado industrial. Las tradiciones revolucionarias de los marineros se pudieron ver tanto en 1905, en el célebre motín del acorazado Potemkin como en 1917, cuando los marineros de Kronstadt formaron la columna vertebral de las fuerzas bolcheviques en la revolución y la guerra civil. Valery Sablin conocía perfectamente esta historia, las tradiciones revolucionarias de Rusia y el destacado papel de los marineros.

El Sentry era uno de los barcos de guerra más modernos de la flota soviética. Sablin se unió a este submarino de caza en 1973, como segundo de abordo a su capitán, Anatoly Putorny. Sablin también era el oficial político del barco: responsable a fin de cuentas de la KGB -- la temida policía secreta-- , estaba a cargo de dar los informes políticos, mantener la moral y evitar las desviaciones de la línea oficial del partido. Su propio "desvío" le llevaría tres años después a la muerte.

Los preparativos de la rebelión

Como oficial político, Sablin estaba obligado a pronunciar conferencias regulares sobre el marxismo leninismo -- más bien la caricatura estalinista del marxismo leninismo-- , hechas a la medida para cumplir las necesidades de la burocracia. Normalmente a estas conferencias asistían los hombres con una actitud de aburrimiento e indiferencia, pero las de Sablin eran diferentes. Se apartaba de los textos recomendados por el partido y se dedicaba a otros temas, en particular a las revoluciones de 1905 y de Octubre, y a las ideas del auténtico leninismo. Incluso los enemigos de Sablin admitían que era una persona muy bien educada e informada.

En sus conferencias, a menudo relataba la larga tradición de la armada en la revolución, en especial el motín del acorazado Potemkin. La armada acababa de celebrar el setenta aniversario de este famoso acontecimiento y el tema estaba fresco en la mente de los hombres. Según Nilokai Chekashin "Sablin continuaba las tradiciones revolucionarias bolcheviques, estaba empapado en estas tradiciones. Sus cálculos eran sencillos, mantener la fe en las tradiciones revolucionarias del acorazado Potemkin".

Antes de que Sablin pudiera poner en práctica su plan, tenía que encontrar colaboradores. Eligió a Alexander (Sasha) Shein, un joven proletario con aspecto franco y sincero, un típico muzhik ruso, que como el mismo admite, era un "poco rebelde". Este marinero de veinte años de edad, era el ayudante de Sablin en la preparación de sus conferencias. Durante el motín Sasha Shein se convirtió en el segundo de Sablin. "Aquellos cursos políticos era una completa burla", Sasha se expresa con la franqueza característic del proletario, "eramos conscientes de que había poca sinceridad y que todo eran apariencias". Estas palabras expresan gráficamente la actitud de los trabajadores soviéticos hacia el "comunismo" oficial. El aspecto más intolerable era precisamente la falta de sinceridad -- la hipocresía que impregnaba todos los aspectos de la vida cotidiana y la envenenaba como una plaga contagiosa-- .

Bajo el capitalismo, los trabajadores aceptan la existencia de los ricos y los pobres como algo natural e inevitable. Puede que no te guste pero tienes que aceptarlo como la consecuencia lógica del sistema de mercado. Pero ¿cuál es la justificación posible ante la monstruosa desigualdad de un sistema que se llamaba "socialista" y que alardeaba de construir el "comunismo", una sociedad sin clases, la forma más elevada de la civilización humana? Para cualquier persona consciente la contradicción entre las palabras y los hechos en la Unión Soviética era algo insoportable. Y es precisamente este sentido de injusticia lo que yace en el corazón del motín del Sentry.

"Le dije a Sablin: ¿para qué sirve si todo es una fachada?", recuerda Shein, "si hay una guerra, ¿quien va a defender la patria con toda esta retórica sin sentido?" Este cinismo estaba muy extendido en la URSS. Lo único insólito en las palabras de Sablin es que expresara ante su oficial superior con esta franqueza. Normalmente, el oficial político era la figura más temida del barco: un confidente del partido y miembro del KGB, alguien que te espía y te mantiene bajo control. Pero los hombres pronto descubrieron que este oficial político era algo diferente. Sablin pronto se ganó si respeto. "La tripulación tenía un concepto muy elevado de él. Un oficial político en el que podían confiar", recuerda Victor Borodai, un guardiamarina del Sentry. Para el gusto de su superior, las relaciones de Sablin con los marineros eran muy estrechas. Le adviertieron que cambiara de método, pero todos los avisos cayeron en odios sordos. Sablin seguía su propio orden del día. Las conferencias de Sablin tenían un objetivo muy serio: preparar el corazón y la mente de la tripulación para la rebelión. Varios marineros se sintieron atraidos por este extraño "comisario" que despertaba un sentimiento de respeto y devoción.

El 8 de noviembre de 1975, el Sentry llegó al puerto báltico de Riga (Letonia), para tomar parte en la ceremonia militar que conmemoraba el aniversario de la revolución rusa, Sablin decidió aprovechar la oportunidad que se le presentaba, coincidiendo con la fecha más simbólica del calendario soviético, comenzó a poner en práctica sus planes.

Esa noche Sablin decidió actuar. En primer lugar llamó a Sasha Shein a la sala de conferencias y le hizo una pregunta inesperada: "¿Estás dispuesto a trabajar para la KGB?". La reacción de Shein fue una mezcla de rabia y desencanto. Después de todo lo que este hombre le había enseñado, ahora intentaba reclutarle para la policía secreta, como un espia, ¡un vulgar informador del KGB! La reacción instintiva de Shein fue expresar su malestar, pero fue interrumpido por una voz tranquilizadora: "Espera Sasha, calmate, no te enfades. Te estaba poniendo a prueba. Sientate, debemos hablar en serio".

El plan de Sablin era increíblemente audaz. Explicó a Sasha que la burocracia había traiciondo a la Revolución de Octubre y al pueblo soviético; el régimen de privilegios y desigualdades no tenía nada en común con las ideas de Lenin y el Partido Bolchevique, y la única salida era una nueva Revolución de Octubre. La clase obrera soviética tenía una tradición revolucionaria y con una dirección audaz, los trabajadores responderían. En tres días quería tomar el control del Sentry y zarpar hacia Leningrado. Una vez allí emitiría una proclama por radio dirigida al pueblo de la Unión Soviética para que se levantara contra la camarilla del Kremlin e implantar un auténtico régimen de democracia soviética.

El motín del Sentry

El 8 de noviembre, informaron al capitán Putorny que los hombres estaban bebiendo a bordo. Putorny decidió resolver él mismo el incidente. Al bajar le inmovilizadon, Sablin reunió a la tripulación y les proyectó El acorazado Potemkin, la inspiradora película de Eisenstein que relata el motín naval de 1905 en Odessa. Mientras se proyectaba la película muda, Sablin explicó su plan, y exhortó a los oficiales a que le apoyaran. Los oficiales estaban divididos, ocho a favor y ocho en contra. La situación era más clara entre los marineros normales, la triplación reunida por Alexander Shein estaba unánimente a favor.

Sablin reunió a los oficiales e intentó convencerles. En este momento no sabía si alguien le apoyaría, el arresto del capitán les había asustado. La mitad de los oficiales del barco -- aquellos hombres sinceros y decentes que ponían su conciencia antes que sus intereses personales-- apoyaron esta propuesta. Los otros, como el oficial médico Oleg Sadikov, la rechazaron directamente. Sadikov era un especimen típico del arribista soviético y un servil oportunista, apenas pudo reprimir una sonrisa cínica y de desprecio cuando Sablin exponía sus planes revolucionarios. Concretamente fue mordaz en la última referencia a Leningrado como "la cuna de la revolución". Para este tipo de filisteos todas las perspectivas revolucionarias son una "locura", "utopía" y "poco prácticas". La sabidurá de estos listos, se reduce a la filosofía del pelotilleo son como los esclavos que aprenden a amar sus cadenas. Estas personas son la negación de todo el progreso humano. Ellos existen en todos los países en cada período histórico. Si los Sablin de este mundo representan la cara de la humanidad, los sadikovs representan sólo su trasero.

Impasible, Sablin exigió una votación. Aquí vemos el papel crucial de la dirección. Sin un partido ni aparato detrás de él, sólo con su determinación, vitalidad revolucionaria y fortaleza de carácter, los atrrastró tras de sí. El voto a favor de la rebelión transformó completamente el ambiente entre los hombres. En el transcurso de esta lucha, como en todas las luchas, la moral de los combatientes experimenta constantes alzas y bajas. Esa es la naturaleza de las cosas. Las nociticas de que la multitud habían votado masivamente a favor de la rebelión y que al menos, la mitad de los oficiales habían decidido apoyarles tuvo un efecto inmediato y electrificante: "A partir de ese momento se extendió el entusiasmo", recuerda Shein con una sonrisa irónica, "el espiritu de todo el mundo estaba elevado. Pensábamos que nos convertiríamos en heroes".

Se puede decir que en el plan de Sablin existía cierto elemento de ingenuidad. Y con la sabiduría que te dan los acontecimientos pasados, también se puede decir que estaba prácticamente condenado al fracaso. Pero sería injusto y parcial porque Sablin no era un utópico. Aunque su plan era arriesgado, se basaba en una comprensión sobría de la situación. Era evidente el descontento existente entre las masas con el régimen burocrático. Pocos años había estallado la insurrección de los trabajadores de Novocherkassk, reprimida brutalmente por el régimen. El entusiasmo con que la tripulación e incluso un gran sector de los oficiales recibieron la propuesta de Sablin, demuestra que comprendía el ambiente de las masas. Para que la insurrección tuviera éxito, era necesaria la unidad en la lucha de los marineros y los trabajadores. Sablin lo comprendía perfectamente, y por eso quería ir a Leningrado y una vez allí dirigerse a la población civil.

Todo habría sido más facil con la existencia de un auténtico partido leninista. ¿Pero en donde Sablin encontraría este partido? Su experiencia personal en el "Partido Comunista de la Unión Soviética", bastó para convencerle de que no era un partido comunista, sino un arma más del estado burocrático, un club de lacayos y arribistas. No es casualidad que no apelara al partido "comunista", sino directamente a la clase obrera de la URSS. El estado totalitario, con sus millones de espías y provocadores extendía sus tentáculos en cada fábrica, universidad y barracón. Sablin consiguió llegar tan lejos porque asumió que él, in oficial político, era uno de los perros guardianes del régimen. Su posición le daba la oportunidad de organizar y preparar un plan secreto, probablemente se refería a esto cuando decía que el régimen tendría que ser destruido desde dentro.

¿Tendría que haber esperado a la creación de una organización leninista clandestina entre los marineros y depués vincularla con los trabajadores en las fábricas? En abstracto quizá sí. Pero Sablin conocía bien las enormes dificultades a las que se enfrentaba su empresa. En cualquier momento podría ser traicionado al KGB. Y tenía en sus manos una oportunidad única para actuar. Sablin no era un loco, calculó los riesgos y su fracaso le costó la vida. Pero este acto de heroismo personal es infinitamente superior a esas sonrisas de desprecio de los fariseos que sencillamente quieren salvar su pellejo y que nunca mueven un dedo por la causa del pueblo soviético.

La reacción de la tripulación fue muy significativa. Trotsky decía que las fuerzas armadas son siempre un reflejo fiel de las tendencias existentes en el seno de la sociedad. La base de la armada, en su mayoría jóvenes de la clase obrera, era un fiel reflejo del ambiente de la clase obrera soviética en ese momento. Los mismos dirigentes que pronunciaban bonitos discursos sobre la "construcción del comunismo" en la URSS, vivían como príncipes y millonarios, mientras que las condiciones de vida de la gran mayoría de los ciudadanos soviéticos eran mucho peóres.

La existencia de estas desigualdades sociales cada vez mayores, recordaba que la Unión Soviética no se dirigía al socialismo, todo lo contrario, se alejaba de él. Los acontecimientos posteriores han confirmado este hecho. La misma burocracia parasitaria que hablaba hipócritamente en nombre del "socialismo" y el "comunismo" después presidió la destrucción de la economía planificada de la URSS. La única forma de haberlo evitado, hubiera sido derrocando a la burocracia, a través de una revolución política que restaurara el poder de la clase obrera. Y esto es lo que Sablin intentaba hacer.

Que una revolución política contra la burocracia era posible, se demuestra en los acontecimientos que aquí se describen. El hecho de que un gran sector de los oficiales del Sentry se pasaran al lado de la rebelión, es un síntoma de enorme importancia. Demuestra en miniatura el proceso que se habría desarrollado en la URSS una vez la clase obrera hubiera dado un paso al frente. La burocracia -- como dijimos los marxistas-- , se habrían dividido por la mitad y un sector se habría pasado al lado del proletariado. Tampoco es sorprendente que un sector de los oficiales se negara a apoyar la rebelión. Como en toda huelga siempre hay algunos esquiroles, pero lo más increíble es que entre los marineros no existiera ningún esquirol, y que sólo un puñado de oficiales -- los elementos más cobardes y despreciables-- se opusiera activamente a la rebelión.

Estos elementos jugaron un papel pernicioso y delataron la rebelión a las autoridades. Antes de que el Sentry pudiera abandonar Riga, un joven oficial saltó del barco para dar la voz de alarma, al principio este hecho creó alguna vacilación, pero Sablin decidió seguir adelante, y lo más significativo era la firme actitud de los marineros normales, la mayoría adolescentes, que insistían en continuar con la rebelión: "Hemos empezado esto; debemos terminarlo". El submarino zarpó de Riga a la una de la madrugada del 9 de noviembre, y se dirigió a Leningrado.

Antes de dejar Riga, Valery escribió una carta a su esposa, en ella explicaba por qué había decidido arriesgarlo todo. Sablin tenía esposa e hijo, era un oficial naval, nacido en el seno de una familia privilegiada soviética y con una carrera brillante por delante. Pero Sablin era un revolucionario y no dudó en arriesgar su carrera militar, familia, libertad y su vida por la causa en la que creía.

"¿Por qué hago esto? El amor a la vida. Y no en el sentido que le da la burguesía acomodada, sino una vida alegre y verdadera que sirva de inspiración y de alegría a todas las personas honradas. Estoy convendio que en nuestra nación, como ocurrió hace 58 años -- en 1917-- , aderá la conciencia revolucionaria y conseguirá que el comunismo reine en nuestra sociedad".

¡Qué espíritu tan grandioso se desprende de estas líneas! Que contraste con la mezquindad, cobardía y maldad de los cínicos profesionales tipo Sadikov.

Oleg Maksimenko -- un marinero-- , recuerda que antes de zarpar existía una atmósfera extraña y a bordo reinaba el silencio. Un momento similar a la extrema tensión que existe justo antes de que un atleta entre en acción. Al oir la alarma que anunciaba la salida, de repente se liberó toda la energía: "Corríamos de un lado a otro como lunáticos", recuerda Maksimenko, "Estaba confuso", recuerda el radioperador, "¿Qué estábamos haciendo? Me sentía como un ciego abandonado a merced de un campo de minas". Pero pronto esta confusión se transformó el regocijo de unos hombres dispuestos a liberarse del yugo de la esclavitud para elevarse a la categoría de seres humanos libres. Maksimenko recuerda: "El barco ganaba velocidad y este sentimiento de incertidumbre era cada vez más aplastante. Existía un sentimiento de libertad, el corazón estaba acelerado". En las siguientes seis horas surgieron entre la tripulación todo tipo de sentimientos contradictorios, reflejaban el ascenso y la caida de sus temores y esperanzas.

Los peligros a los que se enfrentarían pronto fueron evidentes: "Miré y vi aparecer en el puerto un barco", recuerda Maksimenko, "Pensé que nos iba a cerrar el camino. El Sentry giró bruscamente a la derecha y casi me tira por la borda; creo que viramos 45 grados. Y el barco continuaba siguiéndonos. Después, de repente giró a la izquierda". La tripulación respiró de nuevo, el Sentry había partido hacia Riga.

Sablin escribió el discurso que iba a dirigir al pueblo de Rusia, pero en lugar de esperar la llegada a Leningrado, se transmitió poco después de abandonar Riga. Nada más dejar el puerto, Sablin ordenó emitir el discurso en una longitud de onda que pudiera ser captado por los ciudadanos normales. Cada una de las líneas del discurso estaba impregnada de ardor revolucionario:

"Me dirijo a aquellos que llevan nuestro pasado revolucionario en el corazón, a aquellos que piensan crítica y no cínicamente sobre nuestro presente y el futuro de nuestro pueblo. Nuestro acto es puramente político. Los auténticos traidores a la patria serán aquellos que intenten detenernos. En el caso de un ataque militar sobre nuestro país, lo defenderemos con lealtad. Pero ahora tenemos otro objetivo: levantar la voz de la verdad".

Pero Sablin desconnocía que el operador no se había atrevido a emitir el texto en abierto, y lo había enviado en un código sólo comprensible para los superiores de Sablin en la jerarquía naval. De esta forma silenciaron la voz de Sablin y nunca alcanzó la audiencia de la clase obrera.

El Kremlin contraataca

La reacción inicial de las autoridades en Riga fue de incredulidad. Tardaron en reaccionar, probablemente fruto de la resaca después de las celebraciones del día anterior. Pero pronto se dieron cuenta de que estaba ocurriendo algo serio. Un oficial de alta graduación indignado decía: "nunca ha ocurrido nada similar. Han tomado un barco y se niegan a tratar con nosotros, sólo con Moscú. Este hecho tiene que ser manejado por un comisario". Sablin recibió órdenes directas del Comandante en jefe de la armada: "Pare el barco y regrese inmediatamente al puerto". Sablin se negó y el Sentry siguió navegando.

En mitad de la noche despertaron al lider soviético -- Leónidas Breznev-- , y le informaron de la situación. El Politburó al completo seguía de cerca la rebelión. No es difícil imaginar el ambiente que reinaba entre los hombres del Kremlin. ¿Era una deserción? o ¿ el principio de una rebelión? A las 4 de la madrugada el capitan de la flota del Báltico recibió órdenes de movilizar todos sus barcos, tenía órdenes directas de Breznev, tenía que encontrar el Sentry y detenerlo o hundirlo.

Se envió a trece barcos costeros fuertemente armados a la caza del Sentry. El 9 de noviembre al amanecer, el comandante tenía la orden de detenerlo o hundirlo, pero dudaba de las intenciones de los amotinados, ¿se dirigían a Leningrado o el barco intentaba huir a Suecia? Leningrado está a 300 millas al noreste de Riga, por mar la ruta es el doble de larga. El golfo de Riga es infranqueable por el norte, se encuentra cerrado por las islas estonias de Saaremaa y Hiiumaa. Un barco que quiera ir a Leningrado desde Riga, tiene que dirigirse al oeste, hacia Gotland, después al noroeste, hacia Estocolmo, y después girar al este al golfo de Finlandia. No hay forma de saber si un barco se dirige a Leningrado o Suecia hasta que llega al Báltico donde se separan las dos rutas.

Un guarda costa localizó el Sentry al amanecer; el barco parecía dirigirse a Estocolmo. El KGB mandó un mensaje por radio al barco con la intención de dividir a los rebeldes: si detenían inmediatamente el barco y liberaban al comandante, todos serían perdonados. Es natural que en este momento surgiese alguna duda entre los amotinados, pero otros permacieron firmes y fue determinate para decidir el resultado. El Sentry continuó navegando, envió un mensaje al guardacostas que comenzaba con estas palabras: "¡Compañeros!, no somos traidores a la Patria. No nos dirigimos al extranjero". Perplejos ante este mensaje, los perseguidores dudaron. Y justo en ese momento, aparecieron los aviones soviéticos.

La aviación de la flota del Báltico tenía órdenes si era necesario de hundir el Sentry. Un escuadrón sobrevoló el barco y desplegó los mísiles. El comandante pronunció la orden fatal: "¡Preparados para disparar!". Se produjo una breve pausa, al darse cuenta de las implicaciones psicológicas de sus palabras, el comandante preguntó al pilóto si había comprendido la orden: "Orden comprendida", esta fue la lacónica respuesta del jefe de escuadrón. Después de un minuto que parecía una eternidad, y después otro minuto, ante el comandate apareció la cruda realidad, los aviones pasaban de largo sobre el barco sin disparar los mísiles.

Los pilotos se negaron a disparar sobre sus camaradas. Parecía que el motín se iba a extender. El hecho de que los pilotos se negaran a disparar y desafiaran la orden directa de su comandante, debió de enviar un escalofrío que recorió la espina dorsal de los maestros del Kremlin. El pánico estalló. El estado mayor aumentó la presión para que se actuara inmediatemente contra los rebeldes. Los gritos y las maldiciones se extendían por las ondas. El ministro de defensa, Grechko, estaba furioso: "¿Qué está ocurriendo?" chilló por el teléfono: "¡Cumplan inmediatamente la orden!".

Enviaron un segundo grupo de aviones, con pilotos diferentes a los que se convenció para que obedecieran las órdenes de atacar el Sentry. Finalmente el temor a sus oficiales y la obedicencia militar ciega superó las reticencias naturales de los pilotos a disparar sobre uno de sus barcos: "Cuando aparecieron los aviones, todo cambió", recuerda uno de los amotinados, "si no nos deteníamos nos bombardearían". Aparecieron dos cazas, a bordo del Sentry nadie decía una palabra; los hombres miraban fijamente al cielo y esperaban. Entonces se escuchó el ruido de las armas. Durante un breve momento, algunos triuplantes pensaron que se trataba de un ataque de la OTAN. Entonces vieron caer una bomba al agua delante de ellos. Se escuchó un ruido estrepitoso y el casco crujió. El barco se sacudió y comenzó a dar vueltas. Entonces comprendieron que todo había terminado.

Los cazas habían lanzado bombas en las partes delantera y trasera del barco. La situación ahora era desesperada. Con el barco dañado la resolución de los hombres se resquebrajó. Algunos de la tripulación abrieron la escotilla y liberaron al capital Putorny, éste tomó una pistola corrió hacia el puente y disparó a Sablin que en ese momento estaba desarmado y no presentó ninguna resistencia, le hirió en una pierna. Después el capitan corrió a la orilla, con voz ronca y casi irreconocible gritó: "alto el fuego, ya tengo el control del barco". Menos de seis horas después de la salida de Riga, el motín había terminado. A las seis de la mañana el Sentry fue ocupado por paracaidistas y hombres del KGB. Leningrado todavía se encontraba a 400 millas.

Llegaron los paracaidistas con armas automáticas, cuando abordaron el barco entre los recién llegados había algunos con una vestimenta clara, el KGB tenía ya el control. Pusieron a los rebeldes contra la pared y estuvieron así desde las siete de la mañana a las seis de la tarde. Los guardias que los custodiaban tenían órdenes de disparar al menor movimiento. La relación que se creó entre los amotinados y sus guardianes fue muy significativa. En ese momento estaban custodiados por soldados rasos, al regresar a Riga un oficial le preguntó a Sasha lo que estaba en la mente de todos: "¿Por qué lo habéis hecho? Has roto tu juramento". Y Shein respondió con toda naturalidad: "Mira como vivimos. ¿Qué clase de vida es esta? ¿Realmente crees que las personas tienen que vivir así? Esto es una gran mentira". El oficial no respondió, pero Shein estaba convencido de que simpatizaba con él.

En Riga el KGB comenzó la investigación. Arrestaron a toda la tripulación del Sentry, includios los que se opusieron al motin. Todos tenían la orden de guardar silencio. En Riga ya se hablaba del "segundo Potemkin", y representaba un peligro mortal para el régimen. Las autoridades no querían que las noticias de la rebelión se extendieran y por lo tanto ante la opinión pública la presentaron como un intento de deserción a Occidente. Los detenidos mientras esperaban ansiosamente noticias de su destino, mantuvieron una actitud desafiante y valerosa. Uno de los marineros -- un chico de Siberia-- para tranquilizarles bromeaba con que un viaje a Siberia no sería tan malo, como paisaje era sensacional.

A Sablin, Shein y a otros catorce marineros se les envió a la famosa prisión moscovita de Lefortovo. A Sablin le asignaron uno de los interrogadores más experimentados del KGB. Los hombres del Kremlin estaban decididos a descubrir que se escondía detrás de la rebelión. ¿Existía alguna organización? ¿Quién la dirigía? Sasha Shein era un verdadero revolucionario, cuando le preguntaron qué papel jugó en la rebelión, respondió con valentía que él había jugado un papel activo desde el principio.

Para intentar dividir a los rebeldes, separaron a los marineros normales de los "cabecillas". Al puro estilo de la Inquisición, el KGB les invitó a escribir todo lo que recordaban de los acontecimientos acaecidos en el Sentry. Los carceleros les dijeron: "tomaros todo el tiempo que queráis, incluso meses". Durante cuatro largos meses mantuvieron aislados a los jóvenes reclutas -- de diecinueve o veinte años de edad-- , sin contacto con el exterior y sin la medor idea del castigo que les esperaba. Finalmente les llevaron ante un tribunal especial formado por oficiales de mayor graduación. El tribunal estaba diseñado para intimidarles e impresionarles: "más admirantes y generales de los que podías contar".

Uno a uno, llevaron al estrado a los jóvenes marineros y les interrogaron. No eran marxistas con experiencia, sólo eran jóvenes trabajadores. Derrotados y aislados, sin perspectivas, la mayoría declaró no saber nada. Uno de los marineros comentó: "no lo volveré a intentarlo jamás". El alto mando parecía encontrar esta sintuación asombrosa, y sonreían, la visión de una sonrisa en los labios de los generales hizo que los reclutas se relajasen. "Véis, se están riendo. Eso significa que son seres humanos. Saben que todos somos muy jóvenes y que probablemetne nos olvidaremos". Pero el olvido no era una palabra que perteneciera al vocabulario de la burocracia estalinista. Estos marineros -- jóvenes normales perteneciente a la clase obrera-- aún eran jóvenes inexpertos e ingenuos. Nunca habían leído la frase de Shakespeare: "Hay puñales en las sonrisas de los hombres".

Sablin aún andaba con muletas el primer día de su interrogatorio. Pronto convenció a sus interrogadores de que la deserción no era parte de su plan. Pero el KGB nunca admitió la verdad. Que oficiales de la alta graducación se volvieran contra el sistema era algo desconocido para ellos. El juicio de Sablin y Shein duró nueve meses, en este período interrogaron a Sablin todos los días. Sólo cuando sus torturadores estuvieron convencidos de que detrás de la rebelión no existía ninguna organización, que todo fue obra de un hombre, decidieron castigar a los principales cabecillas: Sablin y Shein. Los otros fueron liberados -- aunque posteriormente represaliados por el régimen y marcados para el resto de sus vidas-- . Pero a Valery Sablin le reservaron el castigo mayor.

La literatura no podría haber inventado un escenario más dramático para el juicio. Sablin se dirigió al "juicio", grabado en cámara, con un heroismo ejemplar. Cuando Sasha Shein al final se encontró cara a cara con su antiguo camarada, recuerda que Sablin "me miró con su mirada penetrante, como si mirara en el fondo de mi alma. Fue como si me preguntara: ¿Todavía estás luchando o te has rendido?". A Sablin le declararon culpable de traición a la patria. Pero el régimen todavía guardaba una terrible sorpresa para este enemigo indómito y desafiante. Aunque este crimen normalmente estaba condenado con quince años de prisión, la intención del Kremlin era otra. Un enemigo tan peligroso no podía seguir vivo, y fue una decisión personal de Breznev llevarle ante un escuadrón de fusilamiento. Los jueces del régimen lo único que hicieron fue repetir un veredicto que ya estaba decidido por adelantado, todo el juicio fue una farsa.

Tan pronto como se leyó la sentencia un escalofrío recorrió la sala del juzgado. Sablin lo supo hasta el último minuto. Ni los investigadores conocían las órdenes del Kremlin. Los jueces leyeron la sentencia y apresuradamente recogieron sus appales y salieron de la sala. Sablin les miró fijamente y parecía decirles: "¿Qué pensáis que estáis haciendo?", con esa mirada fija a los judas profesionales de la burocracia, se escabulleron del juzgado. Los días de cárcel e interrogatorios habían agotado a Valery, para no desplomarse tuvo que apoyarse sobre un guardia. A Shein le sentenciaron a ocho años de prisión. Esta fue la última vez que vió a Valery Sablin.

Sablin fue ejecutado pocas semanas después del juicio, pero a sus familiares no se les informó hasta ocho meses después. Les informó un oficial local del KGB, uno de esos típicos profesionales, cínicos que existen en todo régimen -- democrático o fascista, burgués o "socialista"-- y que están deseos de llevar adelante las tareas más sucias con tal de mantener sus carreras y cargos. Esta criatura del régimen, con su radiante sonrisa y discurso aprendido, pronto acabó con las últimas esperanzas: ¿Por qué no informaron a la familia? Porque no se la invitó. En su lugar les dijeron, "puesto que no han solicitado en su momento las posesiones personales, después de seis meses fueron destruidas, includias las cartas y manuscritos. Así que no tienen motivos para quejarse". Todo se ha hecho "según la ley".

Sablin está enterrado en algún lugar desconocido. Al día de hoy nadie sabe donde está su cuerpo. Su familia sólo puede honrar su memoria en un monumento dedicado a los prisioneros políticos.

Un héroe de nuestro tiempo

La burocracia consiguió aplastar una rebelión peligrosa. Pero no bastaba con la derrota de los revolucionarios, era necesario borrar cualquier rastro de ellos y ennegrecer su memoria. Así que inventaron la calumnia de que la tripulación del Sentry quería desertar a Occicente. Durante los siguientes quince años, cubrieron de suciedad la memoria de Sablin. El régimen preparó una tapadera, Valery Sablin -- ese comunista convencido y patriota soviético-- , fue etiquetado de desertor y traidor a la Unión Soviética. Los auténticos hechos salieron a la luz después de 1990, en los últimos días de agonía del régimen corrupto y degenerado que minó y acabó con la Unión Soviética desde dentro.

Nikolai Cherkashin explica la razón por la cual el régimen presentó la rebelión como una deserción: "Lo que convenía a las autoridades era presentar a Sablin como un renegado, un desertor, alguien que quería irse a Occidente por razones económicas. Era una teoría conveniente porque cambiaba reducía el significado de este acontecimiento, no fue un motin, ni una revuelta, sólo una vulgar acción criminal".

Ahora en Rusia se conoce la historia de Sablin. En 1996 se pidió la rehabilitación pública de Sablin. El año siguiente, Sablin apareció en una serie de documentales How it was. En Occidente el libro A la caza del -- de Tom Clancy, el desertor en la ficción, Marko Ramius, interpretado en la película por Sean Connery, alcanzó una enorme popularidad. Pero Valery Sablin, con su fe en la fictoria de la revolución, todavía está olvidado.

La tripulación que siguió a Sablin recibió distintos castigos, aunque ninguno fue encarcelado. "La maquinaria estatal nos enterrará, las "ruedas de la justicia" -- en realidad injustas-- nos aplastarán, incluso a los oficiales a pesar de la antigüedad". En las palabras del radioperador del Sentry, "Nuestras carreras arruinadas, todos perdimos los empleos, nuestro amor al mar, nuestra pasión por defender la patria, todo acabó. La máquina nos arruinó la vida". Y a pesar de todo, la memoria de la rebelión todavía evoca sentimientos de orgullo. Veintecinco años después de estos importantes acontecimientos, los supervivientes de la tripulación se reunen para conmemorar el motin. No hay ningún rastro de remordimiento, ni disculpas o excusas. "Estamos orgullosos de lo que hicimos". ¿Y Sablin? "Fue un héroe debería haber recibido una medalla". Al final del documental Sasha Shein honra a su antiguo camarada: "Toda sociedad necesita espíritus nobles, sin ellos, ninguna sociedad puede avanzar. Sablin era esa clase de espíritu noble".

El documental del Canal 4 es un documento maravilloso. Obviamente tiene sus debilidades, no está escrito por marxistas y por lo tanto carece de una comprensión real del significado político de los acontecimientos. Todo se trata desde fundamentalmente con un interés humano, es válido dentro de ciertos límites, pero no es suficiente. Si Sablin hubiera vivido para verlo sin duda estaría agradecido, pero sería muy crítico con las conclusiones del programa que presentan el motin del Sentry como un hecho heroico, pero un episodio sentenciado y sin esperanzas -- una curiosidad histórica-- , como el mismo Sablin: "Incluso después de su muerte", concluye el documental, "Sablin es un enigma: una comunista leal que se atrevió a levantarse contra el estado".

Pero para cualquier persona que esté al corriente de la historia de la URSS, aquí no hay ningún enigma. Sablin no era un individuo aislado como se presenta en el documental. Pertenece a esa galería de héroes del movimiento revolucionario ruso que luchó y murió por recuperar las tradiciones de octubre y que entró a vida o muerte para luchar contra la burocracia estalinista. Los hombres y mujeres que comenzaron esta lucha fueron los militantes de la Oposición de Izquierdas de Trotsky en los años veinte, y que murieron en los campos de concentración de Stalin y en los calabozos de la GPU-KGB.

Tampoco Sablin fue el único ejemplo de comunistas de alta graduación dispuestos a luchar contra la tiranía estalinista y defender una política leninista. Incluso en las filas de la GPU de Stalin existían esta clase de personas, comunistas abnegados dispuestos a dar su vida por la revolución. En 1937, Ignace Reiss, un oficial de alto rango de la GPU se manifestó abiertamente como seguidor de Trotsky, defendía una revolución políticia contra Stalin -- el sepulturero de la Revolución de Octubre-- , al igual que Valery Sablin, la burocracia asesinó a Ignace Reiss. Por cada uno de estos heroes cuyo nombre conocemos, existen otros cientos o miles que no tienen nombre ni tumba.

En los días previos a su ejecución, en la oscuridad de la noche y al al borde del abismo, los carceleros permitieron a Sablin escribir una carta a su único hijo. Esas fueron las últimas palabras que Valery Sablin dirigió al mundo antes de que fuera silenciado para siempre. Estas palabras, llenas optimismo y confianza en el futuro de la humanidad, son su última voluntad. Aún suenan como una llamada para las futuras generaciones:

"Confia en que la historia juzgará los acontecimientos y que nunca tendrás que avergonzarte de lo que hizo tu padre. De ninguna manera te conviertas en una de esas personas que critican pero no llevan hasta el final sus acciones. Esas personas son hipócritas -- débiles-- , inútiles que no tienen la fuerza para reconciliar sus creencias con sus actos. Te deseo valor. Mantente firme en la creencia de que la vida es maravillosa. Se positivo y confía en que la revolución siempre triunfará".

Hoy, cuando un régimen aún más monstruoso ha sustituido al régimen estalinista de la URSS, la opresión que sufren las masas en Rusia es mil veces peor que en 1975. Pero dejando a un lado este sufrimiento, un nuevo espíritu ha comenzado a brotar: un espíritu de rebelión contra el orden existente que toma como punto de referencia las gloriosas tradiciones revolucionarias del pasado de Rusia. Junto con los númerosos héroes revolucionarios de 1905 y 1917, las nuevas generaciones de jóvenes y trabajadores encontrarán su inspiración en la vida y obra de Valery Sablin, ese héroe y martir de la clase obrera rusa y el socialismo internacional.

Los traidores del comunismo intentarán destruir su memoria dispersando sus cenizas al viento y ennegreciendo su nombre con mentiras y suciedad. Ahora las mismas personas que se atreven a juzgar a un valiente y sincero defensor de las tradiciones de octubre han destruido la URSS y se han vendido al capitalismo. Sobre los hombros de la nueva generación de los trabajadores rusos, soldados y jóvenes recae la tarea de acabar el trabajo comenzado hace veinticinco años por Valery Sablin y sus camaradas. Dejemos que la nueva generación limpie la suciedad y venere la memoria de un hombre que dio su vida por la mayor causa de todas: la causa de la revolución socialista.


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muy bueno
Por siii - Sunday, Jan. 29, 2006 at 10:28 PM

se lo voy a leer a mi sobrinito...de buenos y malos, como gustan los chicos

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